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“Control y calidad en el servicio que brindan

Las universidades peruanas”

Por Freddy Huaylla Espinoza

INTRODUCCIÓN
Analizar la situación actual de la universidad peruana implica, necesariamente, ver el proceso
que ha seguido en los últimos años, en especial de la década del noventa, fines del siglo XX,
hasta el presente. Y es que en ese periodo se puede apreciar con claridad el proceso de
transformación que ha experimentado este nivel de la educación en el país.

Ahora, por qué debería preocuparnos el tema universitario cuando hay tantos otros temas que
los medios de comunicación presentan como los principales en una agenda que por lo demás
es sumamente cambiante. Sencillamente porque estamos ante el nivel educativo que termina
por definir la suerte de los que ya dirigen o dirigirán dentro de poco las instituciones de
nuestra Patria. Y eso no es poca cosa en un país que está camino a cumplir su bicentenario
independentista y no ha cumplido aún con los ideales republicanos que lo inspiraron.

El siguiente ensayo se plantea responder una interrogante básica: ¿Se ha avanzado en el


control de la calidad del servicio que brindan las universidades en el Perú? Para esto,
haremos un recuento, casi histórico, de cómo ha ido evolucionando el tema durante los
últimos 25 años, así veremos si las reformas dadas en todo ese periodo han servido para
mejorar o para agudizar una problemática que merece la atención y el compromiso de todos
para superarla.

Nuestra hipótesis de trabajo plantea lo siguiente:


“El control de la calidad del servicio educativo que brindan las universidades en el Perú ha
avanzado poco y aún existen amenazas y riesgos que lo pueden detener o frenar en su
progreso”.

¿Por qué hacer este trabajo? Más que por cumplir con una tarea académica nos parece que se
nos brinda una oportunidad de volver a involucrarnos con un asunto del que hemos sido parte
durante nuestros años de formación profesional y que de distintas formas ha marcado nuestro
desempeño presente.

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ARGUMENTACIÓN
Cuando iniciábamos la década de los 90 muchos tenían incertidumbre de lo que pasaría con el
país. No era para menos, a la aguda crisis en la economía se sumaban otros serios problemas
como el terrorismo y el narcotráfico. En ese contexto ¿cuál era la realidad de las
universidades en el país?, ¿cuántas habían?, ¿qué tipo de formación impartían?, y lo
fundamental ¿era bueno el servicio que ofrecían a sus estudiantes?, ¿había algún ente u
organismo que fiscalizaba esto?

De acuerdo al Informe Bienal sobre la Realidad Universitaria Peruana (SUNEDU, 2018), al


inicio de la década del 90, existían en el país, 49 universidades y no se contaba con
procedimentos específicos para supervisar la calidad de estas. La situación de las
universidades, por esta época, no era de las mejores siendo un reflejo de lo que pasaba en el
país. Evidentemente, las mayores carencias estaban en las universidades públicas cuyos
presupuestos se habían venido recortando sostenidamente desde la década del 60.

“Se estima que en 1960 el sistema universitario recibía en promedio el 6% del Presupuesto
General de la República. Para 1970, este porcentaje bajó al 3,4% y, en 1980, apenas llegó al
1,9%. A largo plazo, esto se ubicó en una tendencia cada vez mayor de disminución del gasto
público en educación. La inversión por alumno de universidades públicas —según datos
deducidos de la ANR (2001)— pasó de aproximadamente 400 dólares en 1960 a menos de
100 dólares en el 2000.” (Comisión de la Verdad y la Reconciliación Nacional, 2003)

Otro aspecto que agravaba la situación de las universidades peruanas, en especial de las
públicas, era la intromisión en sus claustros de la ideología violentista de Sendero Luminoso.
Eso era notorio y aunque algunas casas de estudio estuvieron más identificadas que otras con
ese ideario, lo real es que todo egresado de una universidad pública salía “condecorado” con
el estigma de ser por lo menos un “izquierdista”.

Ahora bien, la democratización en el acceso a la educación básica que llevan adelante


diferentes gobiernos, desde la década del 40, va aumentar la demanda por educación superior.
(Sandoval, 2002)

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En los 90 la respuesta a esa demanda va a ser la creación del Consejo Nacional para la
Autorización de Funcionamiento de Universidades (CONAFU). En efecto, mediante la Ley
26439 del 20 de enero de 1995 se crea este organismo que entre otras atribuciones tenía la
función de entregar la autorización de funcionamiento de las nuevas universidades a nivel
nacional. He aquí el punto de partida para la aparición casi, en masa, de una serie de
universidades, tanto en Lima como en el interior del país, sin embargo el punto
desequilibrante en esa propuesta de ampliar la oferta educativa universitaria sucedería un año
después cuando el gobierno fujimorista decide, en noviembre de 1996, promulgar la Ley de
Promoción de la Inversión en Educación. Esa norma es la clave para todo lo que pasó luego.
Quizás la mayor novedad fue que con esa Ley se permitió en el Perú que las universidades
privadas funcionen como empresas con fines de lucro.

Así, en pocos años, el número de universidades aumentó a más del doble y sin embargo poco
se hizo por verificar y garantizar mínimos indicadores de calidad en el servicio que brindaban.
Se hablaba de grandes negocios tras la creación de cada nuevo centro universitario. Recién en
el 2006 y casi como respuesta a los bajos resultados que la educación peruana en general
obtenía en los ranking internacionales es que el gobierno de Alejandro Toledo promueve
desde el Congreso la creación del Sistema Nacional de Evaluación, Acreditación y
Certificación de la Calidad Educativa (SINEACE), para muchos el primer intento para
establecer un sistema de aseguramiento de la calidad de la educación superior a cargo del
gobierno central.

Si bien la creación del SINEACE significaba de alguna forma un interés por regular la calidad
del servicio universitario, continuaba existiendo el CONAFU y con él seguían apareciendo
nuevas universidades. La prensa, por esa época, empezaba a denunciar la forma cómo se
manejaban estos centros de formación superior: locales inadecuados y docentes con escasa
preparación eran la característica principal. La acción del CONAFU y de la ANR en la
transformación de la realidad numérica universitaria está probada ampliamente.

“… al 2015 existían [en el país] 132 universidades prestando servicios educativos, las cuales
se dividían en 42 universidades públicas y 90 universidades privadas (…), de las 90 (…) 62 se

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crearon a partir de 1995, mediante resolución del CONAFU…” (SUNEDU, 2018)
En el 2010, El Tribunal Constitucional, a través de una sentencia, hace un llamado público a
las autoridades y líderes políticos sobre la necesidad de supervisar y fiscalizar más de cerca la
actividad educativa universitaria. La intervención del máximo organismo garante de la
legalidad en el país se inició en 2008 por la queja de más 5000 peruanos contra la Ley N º
27504 dada por el Congreso de ese entonces y que permitía a las universidades abrir más
filiales además que le otorgaba más atribuciones al ya cuestionado CONAFU y a su instancia
mayor, la ANR.

Es particularmente relevante los fundamentos que esgrime el Tribunal Constitucional para


darle la razón a los protestantes:

“148. (…) la situación de las universidades y las filiales que ha sido constatada, evidencia que
la mayoría de éstas se han regido estrictamente por el ánimo de lucro y valiéndose —lo que
resulta aún más censurable— de las necesidades de una juventud que no encuentra mejores
alternativas a su alcance. (…)” Y agrega: “150. Lamentablemente, como ha quedado
demostrado, ni la ANR ni el CONAFU ejercieron esta función [de control] inspirados en los
mandatos constitucionales, sino, por el contrario, [estuvieron] muy alejados de ellos, lo que
termina de confirmar su falta de imparcialidad objetiva en este aspecto.” (Tribunal
Constitucional del Perú, 2010)

Pero tendría que llegar el 2012 para que un nuevo Congreso diera una norma, la Ley 299971,
por la cual se suspendía por 5 años la creación o autorización de funcionamiento de nuevas
universidades y/o filiales de las ya existentes. Paralelamente, en ese mismo Congreso se
libraba una ardua batalla por crear una nueva Ley Universitaria que corrigiera los problemas
evidentes que se habían generado en todo este tiempo y sobre todo creará un sistema de
control y fiscalización del servicio que brindan las universidades.

El año 2014 fue decisivo, el Congreso expidió la Nueva Ley Universitaria, la 30220, la cual
representa un significativo avance para ordenar todo el sistema. En cuanto al órgano de
control y fiscalización necesario para garantizar el servicio educativo que brindan las
universidades del país, la ley dispuso la creación de la Superintendencia Nacional de

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Educación Superior Universitaria (SUNEDU). Entre las funciones principales de este
organismo está el de verificar el cumplimiento de condiciones básicas de calidad por parte de
las universidades para poder autorizar su funcionamiento. Esto es trascendente por cuanto la
propia ley le marca el campo de acción a este organismo y conmina a las universidades a
planes de adecuación y mejoramiento que si no son cumplidos perderían su legalidad.

Así, llegamos al presente y la SUNEDU, un organismo aún en proceso de estructuración y


afianzamiento se muestra como la salida a esa falta de control de la calidad en el servicio
educativo universitario peruano que durante varios años se mantuvo intocable. Y aunque hay
intereses muy grandes que desean deshacer la nueva Ley Universitaria y restarle
competencias a la SUNEDU es responsabilidad de todos estar expectantes y velar porque eso
no ocurra. Sería triste que volvamos a la situación anterior donde los únicos que ganan son los
de siempre: los que no quieren al país.

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CONCLUSIONES

1. La demanda por educación superior, sobre todo de jóvenes de sectores populares, viabilizó
la creación de un gran número de universidades, sobre todo privadas.

2. El Consejo Nacional para la Autorización del Funcionamiento de Universidades


(CONAFU) fue el responsable de la creación de muchas de las actuales universidades que
tienen cuestionamientos respecto al servicio que brindan.

3. La opinión pública y los medios de comunicación son elementos fundamentales para


reaccionar frente a situaciones que afectan al interés común de la nación, en este caso la
calidad de los servicios educativos en el nivel universitario.

4. De 1996, cuando se crea el SINEACE, al presente, el control de la calidad del servicio que
brindan las universidades no ha sido muy eficiente, recién en los últimos años, y con la nueva
Ley Universitaria, se advierte un cambio en la tendencia.

5. La SUNEDU se constituye en la alternativa para organizar y ejecutar la labor de control y


fiscalización de la actividad educativa universitaria en el país. Su papel no está consolidado
pero es necesario apuntalarlo.

6
BIBLIOGRAFÍA

Comisión de la Verdad y la Reconciliación Nacional. (2003). Tomo III - Capítulo 3 - Las organizaciones
sociales - Las universidades. Lima.

Sandoval, P. (2002). Modernización neoliberal y movimiento universitario en el Perú. Lima:


Mimeógrafo.

SUNEDU. (2018). Informe Bienal sobre la Realidad Universitaria Peruana. Lima: Arte Perú SAC.

Tribunal Constitucional del Perú. (15 de junio de 2010). Portal del Tribunal Constitucional.
Recuperado el 10 de mayo de 2018, de Portal del Tribunal Constitucional:
http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2010/00017-2008-AI.html

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