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Ayotzinapa, la Esperanza está en la Verdad

“Servir significa trabajar al lado de los más necesitados, establecer con ellos ante
todo relaciones humanas, de cercanía, vínculos de solidaridad (…) Servir significa
reconocer y acoger las peticiones de justicia, de esperanza, y buscar juntos los
caminos, los itinerarios concretos de liberación”. (Papa Francisco, 10 de
septiembre de 2013)

En este cuarto aniversario de la dolorosa desaparición de 43 jóvenes estudiantes de la


Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, los jesuitas de México seguimos elevando nuestras
plegarias para que muy pronto se haga justicia en este caso tan emblemático, pero
también en otras innumerables desapariciones que han sumido en el dolor y el sufrimiento a
miles de familias mexicanas.
Desde nuestra fundación hace casi 500 años, los jesuitas apostamos por el fortalecimiento de
la sociedad civil y desde etapas muy tempranas en el caso Ayotzinapa el Centro de Derechos
Humanos Jesuita, Miguel Agustín Pro (Centro Prodh), ha acompañado a los familiares de los
normalistas desaparecidos en la constante búsqueda de la verdad y la justicia, que estamos
seguros, tarde o temprano llegarán para consolar nuestros corazones.

También nos unimos de manera respetuosa pero enérgica a diversas organizaciones civiles,
para exigir que el actual gobierno del presidente, Enrique Peña Nieto y el entrante,
encabezado por Andrés Manuel López Obrador, cumplan con la sentencia confirmada por un
tribunal colegiado en la que ordena reponer la investigación del caso Ayotzinapa y crear una
comisión de investigación para la verdad y la justicia.
Oramos para que los más cercanos, y en general la sociedad, mantengan la esperanza y la fe,
para al fin conocer la verdad de lo que sucedió con los 43 normalistas en Iguala, una tragedia
que ha puesto en evidencia al Estado mexicano por la grave decadencia de sus instituciones
encargadas de procurar justicia, así como la incontrolable violencia que se ha generalizado
indiscriminadamente por todo el País.
Ningún esfuerzo de “pacificación” será duradero, ni habrá armonía y felicidad para
una sociedad que ignora, que margina y abandona en la periferia una parte de sí
misma (…) No dejemos entrar en nuestro corazón la cultura del descarte, porque
somos hermanos. No hay que descartar a nadie. (Papa Francisco, 25 de julio de
2013)

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