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Vengeance
Fracture #2
MEGAN MIRANDA
Megan Miranda Fracture
Sinopsis
Todo se ha calmado, pero las secuelas son obvias. Los rumores de una maldición
circulan por la ciudad. Delaney cayó en el hielo y se salvó, no sin antes ser declarada
clínicamente muerta durante once minutos. Y al regresar, una anciana fallece, un
amigo muy querido muere en sus brazos, y otro muchacho muere al caer en el hielo
que recubre el lago.
¿La muerte en realidad está tomando venganza por el engaño de Delaney, o es algo
más siniestro?
Megan Miranda Fracture
Prólogo
Antes, cuando todos creían que Delaney iba a morir, hice un trato con Dios.
Corrección: Hice un trato.
Realmente no creía en un dios. Ni siquiera sabía cómo rezar. Pero cerré los
ojos y pensé: Ella no. Estábamos en el hospital. Los doctores hablaban con sus padres.
Había máquinas que la vigilaban, que respiraban por ella, que vivían por ella.
Cualquiera menos ella, pensé.
Todos, menos ella.
Seis días más tarde se despertó, y por un tiempo olvidé esa negociación. Ella
sonrió cuando me vio. Ella volvió a casa.
Nuestra vecina estaba vieja cuando murió, al día siguiente. Yo no pensé nada
de eso. Pero luego, Carson murió—él tenía diecisiete y era, probablemente, mi mejor
amigo aparte de ella.
Luego recordé mis palabras. Cualquiera menos ella.
Todos menos ella.
Alguien había escuchado.
Megan Miranda Fracture
Capítulo 1
Traducido por Yann Mardy Bum
que estaba ocurriendo. Podría sentirlo. Estaría aquí, porque ella es mejor persona
que yo.
Presioné los botones al costado de la cama, asumiendo que uno de ellos
pediría ayuda. Aunque esperaba no darle de forma involuntaria una dosis letal de
morfina o algo. No es que importara, de todas formas.
—Vuelvo enseguida —murmuré, pero sus dedos se aferraron a mi muñeca
cuando me volví hacia la puerta.
Delaney dijo que algunos se van de forma delicada, y que otros combaten la
muerte hasta el final, como lo hizo ella, atrapada del otro lado del hielo. Yo combatí
junto a ella, metí aire en sus pulmones y forcé a su corazón a bombear sangre.
Por la forma en que esta señora se aferró a mi muñeca, estaba a punto de
luchar.
—Dónde… —susurró, como una exhalación, mientras miraba la puerta
abierta.
—No tengo idea —dije, notando que teníamos dos conversaciones muy
diferentes.
Volvió la cabeza para mirarme, y estaba seguro de que el esfuerzo por sí solo
podría matarla, pero pareció hacerla más fuerte. Sus dedos se clavaron hasta el
hueso en mi muñeca mientras me acercaba hacia ella. Sus ojos me recordaban a
Delaney: color avellana; familiar. Eran lo único en ella que tenía color. El pelo blanco,
rostro pálido, labios que se desvanecían en la piel a su alrededor.
—Escucha —dijo ella, pero salió en tono áspero.
Yo escuché: un reloj, una puerta que se cerraba en algún lugar del pasillo, el
sonido de la ventilación del aire acondicionado. Ella me observaba, como si yo
tuviera el poder de leerle la mente. Se aferró con fuerza, como si yo no tuviera poder
para hacer nada.
Y entonces vi como las pupilas dentro de sus ojos se dilataban, carcomiendo
el color que quedaba.
Sin últimas palabras. Había muerto.
—Oh no —Mi jefa, Marlene, estaba en la puerta—. ¿Llegué demasiado tarde?
—Me recordaba a mi mamá—alta, delgada y precisa. Su pelo oscuro estaba recogido
en un moño, y tenía una bolsa de plástico en la mano, algo como un tubo. Lo dejó
sobre el mostrador y se acercó a nosotros, bajó la vista hacia mi mano, que ahora
tomaban la muñeca de la señora de la 2b, y no a la inversa.
Megan Miranda Fracture
Ella puso sus dedos en el cuello de la mujer y luego tiró de mi mano mientras
doblaba sus brazos sobre su pecho inmóvil.
—¿Estás bien? —preguntó Marlene.
—Acaba de morir —dije. ¿Qué es lo que podría estar bien en esa situación?
Ella me miró por el rabillo del ojo. Miró a la señora de la 2b. Volvió a mirarme.
—Todos van a morir —dijo.
—Ella buscaba a alguien.
—Cariño, tenía Alzheimer. Probablemente buscaba a alguien que ya no existe
—Miré a la puerta vacía. El pasillo vacío.
—Iba a decirme algo —dije. Contemplé mi muñeca, las marcas rojas de sus
dedos, que tenían fuerza, vida y voluntad hacía menos de un minuto.
Marlene se arrastró junto a mí, colocó una mano en mi espalda, y me guió
fuera de la habitación —Oye, déjalo por hoy. Tomate el resto del día libre, ¿de
acuerdo? Ve a casa y haz algo divertido. Te veremos el lunes.
Divertido. Negué con la cabeza —Estoy esperando a Delaney.
Miró por el pasillo hacia las puertas dobles en el extremo —Llamó para
reportarse enferma. Pensé que lo sabías.
Asentí —Lo olvidé —dije. Pero era mentira. La puerta de la habitación 2B
continuaba abierta. La luz todavía encendida. La señora aún estaba en la cama. Sentí
que algo subía por mi garganta. No, algo que la cerraba.
Necesitaba salir.
—Vete —dijo ella. Y luego, mientras comenzaba a salir, dijo —Oye, lo hiciste
bien.
Pero yo no había hecho nada en absoluto. Y lo único que hacía ahora era
correr hacia la salida, hacia el aire. Ni siquiera sabía su nombre.
Me quedé en la entrada de mi casa, apoyado en el capó de la vieja minivan de
mis padres, mi coche actual. Estaba caliente—más caliente que el aire a mi alrededor,
y hoy había record de calor. Había sido así toda la semana. Mis manos aún
temblaban ligeramente cuando marqué el teléfono de la casa de Delaney. En su
móvil había atendido el correo de voz tres veces seguidas.
—Pensé que estaba contigo —dijo Joanne, la madre de Delaney, cuando le
pregunté si estaba en su casa, y pude sentir la tensión en su voz. Delaney vivía al
lado, en una casa casi idéntica a la mía—la suya era color gris; la mía color beige.
Mis ojos se desviaron hacia la ventana que había sobre la puerta, a la izquierda: su
habitación, la misma que la mía. Las persianas estaban cerradas. Las cortinas
Megan Miranda Fracture
Pero hoy Delaney no tocaba el agua con la punta de los pies. Estaba metida
hasta las rodillas, su piel pálida por encima de la inmóvil superficie del agua. Su
cabello rubio atado, su camisa colgando sobre su hombro. Sus pantalones cortos aún
secos, algunos centímetros sobre el agua.
Sabía que me escuchaba mientras bajaba a zancadas por el terraplén,
pateando piedras en el camino, pero ni se inmutó. Parecía un fantasma que salía del
lago Falcon.
No. Estaba allí. Estaba bien.
—Entonces —dije, caminando hacia ella—, en una escala del uno al diez, ¿qué
tan enferma dices que estás? ¿Demasiado enferma para ir a trabajar? ¿Demasiado
enferma para panqueques? ¿O demasiado enferma para llamarme y decirme que
estás enferma?
Ella no sonrió. Ni siquiera me miró —¿Crees en la reencarnación? —preguntó.
—Delaney—
—¿El paraíso?
Pensé en los dedos de la señora de la 2B en mi muñeca. Elimine el
pensamiento — Tengo hambre. Vamos por algo de comer.
—¿Algún tipo de vida en el más allá?
Pensé en los brazos muertos cruzados sobre su pecho inmóvil.
Me saqué las sandalias, sentía las piedras deslizarse debajo de mis pies. Oí el
chapoteo mientras mi pie golpeaba la superficie.
Contempló mis pies, como si no entendiera por qué lo hacía —Quiero saber
lo que tú crees —dijo ella, alzando la mirada hacia mi rostro—. Para poder creerlo
también.
—No creo en maldiciones —dije, acercándome—. No creo en esto —Mi brazo
rozó la superficie del lago.
—Shhh —dijo ella. Me quedé quieto, atento a lo que fuera que escuchó. O tal
vez creía que el lago podía oírnos.
El tema con las maldiciones es así: sabemos que no son reales. Nadie lo piensa
dos veces antes de hacer un crucero por el Triángulo de las Bermudas. Nombra una
persona que regalaría el Diamante Hope. Sí, no lo creo. Demonios, hasta los Red Sox
finalmente ganaron la Serie Mundial.
Nadie cree realmente en una maldición.
Hasta que tiene un rostro.
Megan Miranda Fracture
estaba un paso por detrás. Nos mantuvimos a flote, sus labios temblaban y la
acerqué a mí.
Sentí sus piernas enredarse con las mías por debajo. Sentí sus brazos moverse
rápidamente, como si corriera contra algo que la empujaba hacia abajo. Sentí su
aliento en el espacio entre nuestros rostros. Sus labios temblaban y la besé.
Y luego, sus brazos dejaron de moverse y sus piernas quedaron inmóviles,
como si se entregara al lago, a mí.
Quería mover mis manos hacia su espalda, su rostro, su cabello. Pero si dejaba
de moverme, comenzaríamos a hundirnos.
Sus labios estaban fríos, y recordé esa otra versión de ella: a la que le presioné
mi boca para infundirle aire, mientras su pecho se inflaba en respuesta, rehusándose
a dejarse ir. La imaginé azul, inmóvil, y me alejé.
—Es solo agua —dije.
—Lo sé —dijo ella, aunque me hablaba a mí mismo. Ella arqueó la espalda,
alejándose de mí, como lo había hecho mil veces, y se acostó sobre la superficie del
agua, dejando que la lleve.
Con su cabello desparramado a su alrededor, y sus ojos cerrados, vi de nuevo
esa otra versión de ella: sin vida, peso muerto, la que arrastré hasta la orilla en la
nieve. La que presioné con mis manos, mientras contaba mentalmente para intentar
mantener su corazón en funcionamiento, y sintiendo como sus huesos se quebraban
bajo mis dedos.
Cerré mis ojos, ahuyenté el pensamiento, y me recosté sobre el agua como ella
había hecho. El agua cubrió mis oídos, así que solo podía oír como entraba y salía,
como el océano. Como el aire. Como la nada.
Escucha.
Pensé en los dedos en mi muñeca, que presionaban hasta mis huesos.
—¿Delaney? —Me puse de pie, pero ella no estaba frente a mí. Giré, pero ella
no estaba detrás.
Sentí que se me cerraba la garganta, escuché mi corazón en mi cabeza. No.
Ella salió hacia la superficie justo frente a mí, sacándose el cabello del rostro.
Respiró profundamente, y yo intenté hacer lo mismo.
—¿Decker? —preguntó. Se acercó nadando, colocó una mano en mi brazo—.
¿Está sucediendo de nuevo?
—No —Negué con la cabeza—. Estoy bien. Respira. Desde el estómago. Respira.
Megan Miranda Fracture
Ella me empujaba hacia atrás. Había guijarros bajo mis dedos. Sentía peso
sobre mis pies —Decker, ¿qué sucedió?
El agua a la altura del pecho. El sol reflejado en la superficie. Su mano en mi
codo. Cerré los ojos. A veces me despierto con sudores fríos, buscándola. Como si
los últimos ocho meses no hubieran sucedido.
Que no pude sacarla del lago. Que nunca despertó. Que ella no existe.
Pero luego, pasan las semanas y yo estaría bien. Incluso meses. Y entonces,
ella se desliza bajo el agua un momento y todo vuelve.
Nunca se lo dije.
Nunca se lo dije a nadie.
El doctor al que me arrastraron mis padres pensó que se debía a que Carson
había muerto—él estaba sano, o al menos eso creíamos, y luego solo… murió. La
idea de estar aquí y luego irse—el doctor dijo que ese era el disparador.
Nunca le dije que la idea de morirme no era el disparador. Siempre fue ella.
En mi cabeza, ella siempre desaparecía.
—¿Decker? —El agua ahora por mi cintura. Por mis rodillas—. Esto fue una
mala idea —dijo ella.
Abrí mis ojos —Lo siento —dije, y sentí lentamente que algo liberaba mi
garganta. Mis pulmones—. La señora en la 2B murió —Me encogí al decirlo. No le
había dicho que estuve allí.
—Clarissa Duvall —dijo ella.
Delaney tenía sus brazos a su alrededor. Temblaba. El agua estaba muy fría
para nadar, incluso en agosto.
Estábamos fuera del lago. Simplemente habíamos ido a nadar al lago Falcon,
y ahora estábamos de pie en la orilla, y estábamos bien. Había algo liberador en todo
esto.
Como todos los demás, ya sea creyendo o no en la maldición, no había puesto
un pie allí. No hasta ahora, y no habíamos muerto.
Delaney estaba de pie frente a mí, con la ropa mojada que se aferraba a ella,
y sonreí.
Se rió para sí misma un segundo, mirando hacia abajo, y se formó un hoyuelo
en su mejilla izquierda. Amaba el sonido. Amaba la sonrisa. Se sentía como algo que
volvía a la vida.
—Bien, en serio —dije—. Me muero de hambre.
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—En realidad yo también tengo hambre —dijo ella, y su sonrisa creció hasta
formar la que yo sabía que reservaba para mí.
—No puedo llevarte a comer así —dije, tirando de su camiseta—. Pero la
oferta de panqueques sigue en pie.
—¿Estás ofreciéndote a cocinar para mí? ¿Sabes al menos como cocinar? —
preguntó.
—No prometo que vaya a ser bueno.
—Cocíname panqueques —dijo ella—, y te amaré por siempre —Bromeaba
al decirlo, y se aseguró de que yo supiera que bromeaba, por la forma en que estaba
de pie, por la forma en que sus manos estaban colocadas en sus caderas, y por la
forma en que mordía su labio inferior. Pero a la vez no bromeaba. Estaba sonrojada,
como si estuviera nerviosa por admitir lo que sentía. Aunque yo ya lo supiera.
Me reí.
—Es un trato —dije—. Vamos —La tome de la mano y nos dirigimos a casa.
El sol golpeaba en mi espalda. El aire rompía el record de lo caliente que
estaba. Pero no podía quitarme el frío—el lago Falcon, aferrado a mi piel, filtrándose
en mis huesos.
Megan Miranda Fracture
Capítulo 2
Traducido por Yann Mardy Bum
ropa de trabajo, sus zapatos de trabajo, pero con su corbata floja. El botón de arriba
desabrochado.
—Estamos limpiando —dije, levantando la toalla para mostrársela. Pero él
observaba las puntas del cabello húmedo de Delaney, el charco de agua en el suelo.
Camino hacia dentro del cuartito, hacia mi lugar. Colocó un dedo en mi
pecho. Una mano en el hombro de Delaney. Podía ver el miedo y la lógica en
conflicto en su rostro.
—Delaney —dijo—. Ve a casa.
Ella estaba pálida. Más pálida que con el agua helada. Más pálida que por el
hecho de que siempre llevaba protector solar. Estaba pálida, y sus ojos estaban
enormes. Es solo mi papá, quería decirle. Él no cree en eso. Mientras ella retrocedía, mi
padre se pasó la mano húmeda por el cabello. Luego miró su palma, los restos del
lago Falcon, y la limpió contra el lateral de su pantalón.
—No —dije—. No tienes que irte —Pero estaba mirando a mi padre cuando
lo dije, y oí la puerta de atrás cerrarse tras ella con un crujido.
Siempre desapareciendo.
—No le hables así —dije.
—No me hables así —dijo él. La gente dice que soy su espejo—en cómo
lucimos, definitivamente. En la forma en que actuamos, según mi madre. Hasta yo
podía verlo—en su cabello oscuro y ojos grises y en su estructura delgada. Como si
al verlo pudiera ver mi futuro.
—Estas siendo ridículo —dije.
—Ve a cambiarte —dijo.
—¿Por qué? ¿Voy a morir porque fui a nadar? No puedes creerlo de veras. No
puedes creer que en verdad haya una maldición.
Contempló la puerta. Luego, sus manos de nuevo. Las limpió una vez más,
aunque no quedaba nada —No hablo de una maldición —dijo—. Hablo de ella.
Necesitas algo de espacio. Te estas liando demasiado—
—Detente —dije, mientras sentía las manos cerradas en un puño. Había
llegado demasiado tarde si pensaba que me estaba liando demasiado. Conocía a
Delaney de casi toda mi vida, había estado liado con ella de una u otra forma por los
últimos diez años. Enamorado de ella por los últimos tres años, por lo menos.
—No puedes verlo. Estás demasiado cerca…
—Detente —dije, y esta vez lo hizo.
Megan Miranda Fracture
—Decker —dijo, pero luego cerró los ojos, negó con la cabeza y casi sonrió―.
Limpia este desastre —dijo.
Los círculos oscuros bajo sus ojos, accesorios permanentes de los últimos
meses, significaban que probablemente estaba trabajando en un caso problemático.
Y lo más probable era que esta conversación se sumara al problema. Desapareció
dentro de su oficina—supongo que decidió trabajar desde casa el resto del día.
Limpié el agua. Me cambié, me duché, intenté llamar a Delaney, pero daba
directamente al buzón de voz—imaginé que aún se estaba limpiando. O
respondiendo el interminable cuestionario de su madre. Podía imaginar a Joanne
quitándole el teléfono, luego apagarlo, decirle que no podía verme por un tiempo.
El cual duraría alrededor de dos horas tal vez. Su madre me amaba. Para ser justos,
creo que me amaba un poco menos ahora que era el novio de su hija—en vez del
mejor amigo de su hija.
Mi papá también solía amar a Delaney. Nunca lo tomé por alguien
supersticioso. Dios sabe que no era religioso. Era abogado: amaba los hechos
concretos, las cosas que tenían sentido, al igual que Delaney. Pero también le gustaba
discutir, al igual que a mí.
Bajé las escaleras y mi padre estaba en la cocina, inclinado sobre la mesada.
El almuerzo, supongo. También supuse que habíamos terminado de discutir,
porque esa es la forma en que funciona para nosotros. Simplemente fingimos que
nada sucedió —¿Qué estas preparando? —dije—. Porque me muero de hambre.
Quería panqueques. Con Delaney, sentado a la mesa con mi ropa puesta.
—Lasaña —dijo, agitando la mano sobre los tomates aún sin cortar—. Para
esta noche. Es la favorita de tu madre.
—Genial —Tomé una manzana de un tazón de cerámica de color rojo y salté
sobre la mesada—. ¿Puedo invitar a Delaney?
Sus manos se detuvieron sobre la tabla de cortar. Di un mordisco a la
manzana, y el sonido se hizo eco a través de la cocina —Claro.
Síp, la discusión había terminado —Excelente. Así podrás disculparte con
ella.
Salté de la mesada y me alejé, esperando que empezar a gritar otra vez. Llegué
a las escaleras. Nada. Y entonces —¿No se supone que deberías estar en el trabajo?
—dijo a modo de acusación, y podía oír todas las acusaciones por debajo de esa:
Dejaste el trabajo para salir con tu novia. Estabas aquí con ella porque pensabas que no habría
nadie en casa. Este era su trabajo—era un profesional en desviar acusaciones y
Megan Miranda Fracture
enmarcar otras nuevas. Defendía gente para ganarse la vida, y decía que a veces la
mejor manera de defender a alguien era acusar a otra persona.
—Fui al trabajo. No me necesitaban. Me dieron el resto del día libre —Eso
también lo aprendí de mi padre—cómo decir lo suficiente de la verdad para que la
gente te crea, cómo omitir detalles sin que lo parezca. Cómo fingir que algunas
partes ni siquiera existen:
Una mano agarrando mi muñeca.
Pupilas negras, haciéndose más amplias.
Escucha.
El sonido de un cuchillo en la tabla de cortar. El sonido del mechero mientras
mi padre esperaba que encienda —¿Quieres ayudar? —preguntó.
Comencé a sacudir la cabeza, pero él sostenía el cuchillo, como si tuviera una
idea —Las chicas adoran a los muchachos que saben cocinar —dijo.
—Asqueroso —dije, porque hablaba de mi madre. Pero pensé en Delaney,
sacando la cadera hacia fuera, apoyada en ella, diciendo que me amaría por siempre.
Le debía una comida. Volví, tomé el cuchillo de su mano extendida, y dejé la
manzana en la mesada. Para cuando le di otro mordisco, ya se había puesto de color
marrón.
Delaney no atendió el teléfono luego, por la tarde. Seguía directo al correo de
voz —Atiende —dije, luego de que la voz me dijera que deje un mensaje.
—Hice la cena. Hice a medias la cena. Como sea, ayudé a hacerla. Hay lasaña.
Ven —Incluso pensé en volver a llamar al teléfono de su casa, pero no quería que
Joanne me grite, también.
Ella no llamó.
Estuve desconcentrado durante la cena, me preguntaba por cuanto tiempo
estaría castigada y si podría verla el día de mañana, y luego me pregunté si tal vez
debería escabullirme por la noche, y como siquiera iba a funcionar si ella no lo sabía
para dejar la puerta de atrás sin cerrar.
—Decker —dijo mi padre, como si ya lo hubiera dicho y comenzara a
enfadarse.
—¿Sí?
—¿Oíste una palabra de lo que dije?
Le sonreí a mi madre, luego a él —Esta lasaña —dije, tomando otro bocado―.
Es el paraíso. Es lo mejor que se ha creado en la cocina Philips —Mi madre me tiró
la servilleta.
Megan Miranda Fracture
Le dije a Delaney que dejé la puerta de atrás sin seguro esa noche porque no
quería que ella pensara que era un presagio. No quería que pensara en ese hombre
muriendo unas horas después.
La hierba estaba más corta en su patio trasero, y más fría. Húmeda. Su casa
tenía esas luces con detector de movimiento en el patio y en el porche delantero, y
la única forma de evitarlas era ir pegado al revestimiento de la casa y deslizarme
hasta llegar a la puerta de atrás. Como si fuera un acosador. Contuve el aliento y
comprobé la manija. Cerrada. Ellos no guardaban una llave de repuesto bajo una
alfombra o una roca en el patio lateral, como nosotros. Me deslicé de regreso al frente
de la casa y miré hacia su oscura ventana. Creo que no pensamos lo mismo, después
de todo.
El aire estaba espeso por la humedad, a pesar de que la hierba estaba fresca,
como si tal vez fuera a llover. Bien. Era probable que la caminata se cancele y me
libere de levantarme en menos de seis horas.
No estaba siendo tan silencioso como debería serlo al volver a entrar a mi
casa, y la luz de la cocina parpadeo en el pasillo. Mierda. Me quedé inmóvil pero
imaginé que ya me habían atrapado. Miré mis pies descalzos. Solo estaba en la parte
trasera. Era cierto. No fui a ningún lado. Era cierto.
Entonces oí un ruido, como si chocaran con los muebles. Caminé hacia a la
cocina. Mi padre permanecía inclinado sobre la mesada, como lo estaba hoy más
temprano. Pero había una silla tumbada junto a él.
—¿Papá? —pregunté.
Se dio la vuelta demasiado rápido, golpeando un vaso de agua de la mesada.
Se hizo añicos a su lado, y yo Intentaba concentrarme en los pedazos, intentando
descubrir qué sucedía después de la medianoche en esta habitación, con una silla en
el suelo y un vaso en pedazos y un charco de agua sobre la madera junto a los pies
descalzos de mi padre.
—Algo no está bien —dijo él. Se aferró a su pecho por un instante, tal vez dos,
y me observó mientras sus rodillas golpeaban los pedazos de vidrio en el piso.
Sentí algo que me cerraba la garganta. Sentí el terror crecer en mi pecho —
¡Mamá! —grité.
Me deslicé hasta el suelo junto a él, sujetándolo por los hombros, mirando
cualquier lugar, excepto sus ojos, los centros negros. En vez de eso, mire su boca. La
forma en que se formaba una palabra, pero no salía ningún sonido. Mi madre estaba
en la habitación, ya tomando el teléfono —¿Decker? —preguntó, y me di cuenta que
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no podía distinguir cuál de los dos estaba herido. Ambos luchábamos para respirar.
Mis brazos temblaban mientras intentaba levantarlo. Temblaban, aún, mientras
ambos nos hundíamos más en el suelo.
La ambulancia se llevó a mi padre, también se llevó a mi madre. Ella dijo —
Te llamaré —mientras cerraban las puertas dobles. Yo había ido en la parte trasera
de la ambulancia con Delaney. Apenas había sitio, y se sentía como un ataúd. Se
sentía como el infierno. Esta vez no peleé para ir en ella. Iría con ellos en mi propio
coche.
Eso era inteligente. Todos tendríamos que viajar a casa más tarde.
Entonces vi a Delaney de pie entre sus padres en el porche delantero, sus
brazos cruzados sobre su pecho, con las manos metidas bajo sus hombros, como si
ocultara algo. Su boca estaba abierta, pero no tenía que decir nada. Cerró sus ojos, y
en esa estúpida luz detectora de movimientos, pude ver la lágrima deslizarse por su
mejilla, y lo supe.
Lo supe con cada célula de mi cuerpo—ahora paralizado, con náuseas—de la
misma forma que ella lo sabía con las suyas.
En algún momento entre aquí y allí, él no iba a lograrlo.
Cuando la muerte está cerca, ella esconde sus manos. Le tiemblan. Revelan
su secreto.
El motor de la ambulancia se encendió, las luces rojas y azules iluminaban la
noche. Delaney corría a través de mi patio, y eso me puso en movimiento. Iba de
regreso hacia mi casa, como si pudiera alejarme de ella, si pudiera fingir que no la
vi, no sería cierto. Levanté mis manos.
Ella se detuvo en seco. Y entonces miré sus manos, que colgaban inmóviles a
sus costados, y por el más breve segundo pensé que él iba a estar bien.
Luego ella también miró sus manos, y las apretó en un puño.
—No —dije, hablándole a ella, a mí mismo.
Pero ella no escuchaba. Subió los escalones y me siguió hasta mi casa.
—Decker —dijo, casi en un susurro—, Yo lo, lo—
—¿Qué? —Giré mientras lo decía, y ella se encogió.
—Lamento —dijo, y podía ver el movimiento de su boca, pero no podía oír
nada más.
—Me tengo que ir —dije, buscando a tientas las llaves del coche. Mi madre
estaría allí, sola.
Megan Miranda Fracture
color púrpura que nunca le había visto antes. Todavía las estaba observando cuando
ella sacudió su pie en el freno y puso el coche en el aparcamiento.
Me entregó las llaves en el estacionamiento, pero no me siguió. Se quedó en
el estacionamiento, observando la luna. Me pregunte si simplemente estaba
esperando que vengan por ella. Me pregunté si tal vez estaba rezando. Me pregunté
si estaba haciendo un trato con alguien —Gracias —dije, y luego se volvió y se aferró
a mí, su rostro se enterró en mi cuello, como si supiera que todo estaba a punto de
cambiar.
La dejé allí, fingiendo que no sabía lo que quería decir.
Encontré a mi mamá en la sala de espera una media hora más tarde, después
de correr de piso a piso, de una habitación a otra, sin tener idea dónde iba. Pero
parecía como si hubiera un reloj, algo contra lo cual yo corría. Mientras me siguiera
moviendo, mientras todos nos siguiéramos moviendo…
Pero allí estaba ella, dándome la espalda, perfectamente inmóvil. También sin
zapatos. Era casi cómico.
Tenía esas cosas de gasa de color azul en sus pies que los cirujanos usan sobre
sus zapatos en la sala de operaciones o algo así. Observaba el teléfono. Solo lo
miraba. Temblaba ligeramente mientras caminaba detrás de ella —Mamá —dije.
Ella miró fijamente al teléfono, luego me miró —Iba a llamar —dijo.
Pero no pudo. No tuvo que decir el por qué.
Era casi de día cuando volvimos a casa. No era la mañana, sin embargo, no
para mí.
—Deberías dormir —dijo mamá, arrojando las llaves del coche en la mesa del
comedor, lo que parecía la idea más ridícula del mundo. Había un millón de cosas
más importantes que dormir. Un millón de cosas que hacer.
Excepto que no lo eran. No realmente.
—Tu abuela estará aquí después del almuerzo, así que… —Y luego
desapareció en la oficina de papá.
Paseé por la cocina y noté que los vidrios no estaban en el suelo. El agua había
desaparecido. La silla estaba de pie, de nuevo bajo la mesa, como si la última noche
no hubiera sucedido. Me preguntaba si Delaney lo había limpiado—ella sabía de la
llave de repuesto, sabía dónde encontrarla, tenía las agallas para utilizarla.
Deambulé por las escaleras y me detuve en mi puerta. Sip, definitivamente
Delaney, ya que estaba en mi cama tumbada boca abajo. Di un paso en la habitación,
deseando dejarme caer a su lado. Yacer allí, mientras ella frotaba mi espalda y me
Megan Miranda Fracture
decía que todo iría bien. Di un paso hacia ella, las tablas del suelo crujieron y ella se
enderezó para ponerse de pie, tomó una bocanada de aire y se sostuvo de la pared
para no caerse.
Me miraba como si no estuviera segura de dónde estaba o el motivo por el
cual estaba aquí.
Sentía como si tuviera algo que decirte, pero ella ya lo sabía. Lo sabía desde
antes de irnos de esta casa, de correr hacia el hospital sin ningún motivo. Contemplé
las botas de montaña en el rincón, las suelas cubiertas de lodo —Los médicos dijeron
que tenía una afección cardiaca —le dije, porque no podía pensar en otra cosa para
decir. No tenía nada más para decir. No había nada más para decir.
—Lo lamento —dijo ella. Ella caminaba hacia mí, y pensé que era la única
persona en el mundo que quería ver en este momento. Ella me conocía, lo conocía a
él, nos conocía.
Estaba intentando alcanzarla, y luego ya no.
—Tenía una enfermedad cardiaca —dije de nuevo, y era como si todo fuera
cayendo en su lugar dentro de mi cabeza mientras yo lo decía. Ella había dejado de
moverse, con un pie delante del otro, a medio camino a través del cuarto—. Algo se
formaba dentro de él —dije, repitiendo las palabras que mi mamá había utilizado
cuando la encontré en la sala de espera.
Delaney observaba algún lugar más allá de mí, algún lugar más allá de esta
habitación, y no hablaba en absoluto.
—Delaney —dije, lentamente, cada sílaba a modo de pregunta, y ella miraba
el piso, como si la hubieran atrapado con la peor mentira de su vida.
Por favor, no, pensé. Déjame estar equivocado. Pero ella aun no me miraba.
Porque ahora entendí la razón por la que había palidecido y se había ido de
mi casa.
Por qué me había ignorado el resto del día. Ella lo sabía. Estaba de pie en el
cuartito y mi papá camino hacia nosotros y ella lo sabía. Lo sabía y se quedó allí, en
silencio. Fue a su casa y se pintó las uñas. Lo sabía y se alejó y nunca dijo una palabra.
—Dime que no lo sabías —dije—. Ayer. En mi casa. Dime que no lo sabías —
Y lo decía en serio. Si ella lo decía, yo le creería.
Miraba la pared detrás de mí. El espacio sobre mí. El suelo, entre nosotros.
Hay un refrán que dice que debes conocer la tristeza para poder conocer la
felicidad.
Megan Miranda Fracture
Pensé que era pura mierda cuando lo escuché, y pensaba que era pura mierda
ahora también.
Pero la verdad es que la única razón por la que podía entender lo que yo
sentía en aquel momento era porque había pasado años amándola —Dime —dije,
solo que lo grité. Ella saltó. La hice saltar.
—Decker…
Di la vuelta a su alrededor, cambiando mi lugar por el suyo, intentando
forzarla a irse de mi habitación solo con mi voluntad.
—Vete.
Ella saltó de nuevo. Hacia atrás. Hacia la puerta.
Sus dedos se aferraron a los laterales de la entrada, se tropezó hacia el pasillo.
Podía verla pensar, hacer una pausa, con su cerebro trabajando para resolver esto,
cómo arreglarlo.
La mano de mi padre sobre su hombro.
La silla de costado.
Los vidrios en el suelo.
—Espera —dijo ella, apoyada en la pared del pasillo—. Escucha… —Sus ojos
buscaron el espacio entre nosotros con desesperación.
Yo esperé. Esperé. Quería escucharla. Quería que hubiera alguna otra
explicación. Pero solo permaneció allí, de pie, como si me estuviera pidiendo algo.
Quince muertes. Estadísticamente hablando.
Yo podría perdonarle casi cualquier cosa.
Ella podría perdonarme casi cualquier cosa.
Ambos lo habíamos hecho para llegar a donde estábamos.
Pero no esto. No esto.
Ella me observaba, deseando que la escuche. Pero no hizo ni un sonido.
Cerré la puerta en su cara. Encorvado hacia abajo con la espalda contra ella,
mi cabeza entre mis manos. Contuve la respiración hasta que oí sus pies corriendo
por el pasillo. Sin últimas palabras.
Megan Miranda Fracture
Capítulo 3
Traducido por Pandita91
—No —dije—. No —Le apunte con el dedo —Tu no dijiste nada. Como, “Oye,
Decker, no seas idiota con tu padre” o “Oye, Decker, llama al 911.”
—No —dijo ella, sacudiendo su mano hacia mí desde el otro lado del cuarto—
Escucha. Yo no—
—No —grite—, esta es la parte en la que dejas de hablar.
Los ojos de Delaney se abrieron ampliamente, y una fracción de segundo
después los entrecerró —No, esta es la parte en la que recuerdo que nadie, ni siquiera
tú, y ni siquiera ahora, puede tratarme así —Y luego esperó a que me disculpara o
estuviera de acuerdo o discutiera. Lo que sea. Pero con un gesto le señale la puerta
detrás de ella.
Fue un pequeño milagro que no tirara la puerta de un golpe al salir.
Permanecí encerrado hasta que mi madre toco la puerta la mañana siguiente.
O quizás no. Mire alrededor del cuarto y la caja de pizza ya no estaba, incluyendo la
que no había comido. Salí de la cama de un salto. No recordaba haberme dormido.
No recordaba despertar —Usa la camisa azul —dijo a través de la puerta—, la que
tiene rayas —Algo realmente innecesario, ya que era la única camisa de vestir que
tenía.
Observé las puertas dobles de la parte de atrás del servicio, esperando que
Delaney apareciera para poder ponerme furioso, pero no lo hizo. Lo que, de alguna
manera, me puso más furioso. Sus padres se sentaron directamente atrás nuestro, y
Joanne apretó mi hombro. Mire hacia otro lado antes de empezar a reclamarle dónde
demonios estaba Delaney.
Todos los demás estaban ahí: Kevin, en su traje de diseño, con sus padres, en
sus ropas de diseño, luciendo totalmente fuera de lugar y en el lugar perfecto al
mismo tiempo; Justin, que lucía como una imitación de Kevin en todas las formas,
desde la ropa hasta el peinado—pero su cabello era ondulado, por lo que no caía de
la forma correcta; Tara, con un vestido demasiado corto para un funeral, pero supuse
que probablemente era en beneficio de Kevin y no mío. También parecía que había
traído amigos. Al funeral de mi papá. También intentaba lucir feliz. En el funeral de
mi papá. Kevin había terminado con ella sin contemplaciones al inicio del verano, y
al parecer ella no se lo estaba tomando bien. Aun.
Luego vino la parte en la que se suponía debía pararme junto a mi madre y
mi abuela y dejar que la gente caminara hacia nosotros y me diera un apretón de
manos o una palmada en la espalda o un beso en la mejilla, y me dijeran cuanto lo
lamentaban. Planeaba esconderme con Justin y Kevin hasta que me arrastraran de
Megan Miranda Fracture
ahí. Pero Kevin estaba consolando a su nueva novia, Maya, quien sollozaba, incluso
cuando estaba 99 por ciento seguro de que nunca había conocido a mi padre, y
mientras me acercaba, escuche a Kevin decir —Estoy jodidamente harto de los
funerales.
Y en vez de esconderme con ellos, me senté en el piso del baño, intentando
recordar cómo respirar.
Seguía imaginando a mi papá decir: Algo no está bien, un segundo antes de
caer. Y el rostro de Delaney mientras retrocedía. Y no podía separar las imágenes.
Era como si su muerte se estirara y llenara las horas entre esos momentos, cada
recuerdo de por medio, moría sobre la lasaña, moría mientras me escabullía, moría
sobre un vaso de agua.
Su boca había formado una palabra, mi nombre, mientras se hundía en el
suelo. Como si yo tuviera el poder de salvarlo.
Tenía mi cabeza entre las rodillas, y estaba agachado en el rincón del cubículo
para discapacitados. Un par de personas entraron y salieron y, si notaron que estaba
en el rincón, jadeando por aire, no dijeron nada.
Y luego, vi zapatos de diseño dirigirse al cubículo. Otra persona se acercó al
lavabo.
—No puedo tolerar esta parte —dijo Justin. Porque todos habíamos estado
aquí para el funeral de Carson—habíamos tenido que caminar por la línea, mirar a
sus padres a los ojos, mirar a su hermana, Janna, a los ojos, y decirles lo mucho que
lo lamentábamos, lo cual parecía totalmente insultante —Y no te ofendas, pero debes
llevarte a Maya de aquí. Está haciendo una maldita escena.
Kevin no respondió al primer instante. Escuche el grifo abrirse, lo imagine
salpicando agua en su rostro.
—Probablemente está pensando en su mamá —balbuceó— la sacaré de aquí
—La mamá de Maya estaba enferma—no, estaba muriendo. Así fue como Delaney y
yo conocimos a Maya la primera vez—fuimos atrapados observando su casa,
merodeando el jardín. Este tuvo que haber sido su funeral, el de su madre. No el de
mi papá.
Yo no respiraba. No, respiraba muy rápido. No podía contener el aliento. Las
líneas del piso de cerámica se ondulaban, se desvanecían al entrar y salir de foco.
La puerta del cubículo se sacudió y luego cedió mientras Kevin la forzaba
para abrirla, aun estando cerrada.
—Oh, mierda —dijo Justin, mirándome por encima del hombro de Kevin.
Megan Miranda Fracture
cabeza mientras caminaba por la rampa improvisada que no estaba ahí la semana
pasada. Lo suficientemente cerca para que Maya nos viera observándolos.
Pero toda su amistad estaba basada en una mentira: que Delaney era
amigable, cuando en realidad solo había sido atraída hacia su casa. Y para mí, Maya
era solo otro recordatorio de las cosas que yo había hecho por Delaney.
Parte de mi pensaba que a Delaney le gustaba tenerla cerca, a pesar de lo que
dijo, porque Maya no conocía nada sobre ella. No conocía la historia, nunca conoció
a Carson o a Troy. Nunca entendió por qué todos, excepto yo, mantenían un poco
de distancia.
—¿Es por qué no fue al funeral? —pregunto Kevin—. Porque, no es que voy
a hacer Equipo Delaney o algo así, pero ella no tiene el mejor historial en funerales...
—En el último funeral al que había asistido, Janna le había clavado un dedo en su
pecho y la había culpado por la muerte de Carson. Frente a todo el mundo. Nadie la
defendió. Nadie le dijo a Janna que se detuviera. Ni siquiera yo.
Me dio escalofríos de solo pensarlo.
—Nop —dije, cerrando la puerta.
Kevin puso su pie contra el marco de la puerta para no permitir que se cerrara
mientras esta se deslizaba.
—Historia aun más graciosa… —dijo—, Janna volvió —Aprovechó que me
detuve —Así que... Vamos a lo de Justin. Estoy aquí para secuestrarte. Sería más fácil
si no te resistes.
Kevin lo haría. Me arrastraría de ahí. Pensaría que era algo muy gracioso. Si
él quisiera, ganaría. Yo podría ganarle a Justin. Solía ser capaz de ganarle a Carson.
Pero no podía ganarle a Kevin. Aprendí esa lección en octavo grado, cuando sostuvo
mi rostro en el lodo después de que le dije a su novia de aquel entonces sobre su otra
novia de aquel entonces. Desde ese momento, aprendí a mantener mi boca cerrada
con respecto a las cosas relacionadas con Kevin y sus novias.
También aprendí a no resistirme cuando él me decía que no lo hiciera. Así
que no lo hice.
Janna se levantó del sofá cuando llegue a la parte inferior de las escaleras.
Estaba bronceada. Delgada. Su ondulado y rubio cabello estaba más largo, más
debajo de sus hombros ahora. No como la recordaba, como la sobra de Carson.
Caminé hacia ella y la abracé con un brazo.
—Hey —dije—, ¿Cómo estuvo Arizona?
—Caliente —dijo—, oh, y al parecer mi hermano está muerto allá, también
Se volvió a sentar en uno de los cojines y alejo su mirada de mí —Me entere
de lo de tu papá. Apesta.
—Si… —dije. Me gusto la forma en la que habló de la muerte. Como si
pudieras estar molesto con ella.
—¿Están de regreso de verdad? —pregunte. Su casa estaba vacía—
desértica—desde febrero. Honestamente, no estaba seguro si se había ido por un
tiempo o para siempre.
—Mi mama y yo, como sea —Golpeaba su pie en la mesa del café.
Tara se acercó al sofá y se inclinó hacia Janna para darle un abrazo —Te
extrañe —dijo. Luego se dirigió a mí—. ¿Estás bien?
Luego Janna escaneo el cuarto, estábamos todos ahí: Kevin, Justin, Tara, yo.
Todos excepto Carson. Y…
—¿Dónde está Delaney? —preguntó.
—Terminó con ella —dijo Tara.
Janna inclinó la cabeza hacia mí. Levantó las cejas.
—Estoy sentado justo aquí, Tara —dije. Como si eso hiciera alguna diferencia
para ella— ¿Algún otro chisme del que quieras ponernos al tanto? Oh. Kevin y Tara
estuvieron juntos hasta que él la dejo por la chica que está viviendo en la casa del
lago.
Hubo un momento de silencio. No estaba seguro si era porque había
mencionado el lago, o la casa, o el hecho de que estaba siendo un imbécil con Tara.
—Jódete, Decker —dijo. Se levantó, luego miro sobre su hombro —Y él no
terminó conmigo —Pero tuvo que susurrarlo, ya que Kevin estaba del otro lado de
la habitación y él, de hecho, había terminado. Yo estuve ahí. No escuche lo que él
dijo, si escuche lo que Tara dijo “eres un imbécil” y la vi alejarse.
Articulé las palabras definitivamente, él término con ella, hacia Janna.
—Dios, los extrañe, chicos —dijo. Creo que no recordó que no llamó. No
respondió su teléfono. No le dijo a nadie que se iría por un mes después del funeral
de Carson. Miro alrededor del cuarto, a los lugares en los que no lo veía. Yo hice lo
Megan Miranda Fracture
mismo. El año anterior, en nuestra fiesta del día de trabajo, él dijo “Este será el mejor
año de todos”. Y luego Delaney casi muere. Carson murió. Igual que Troy. Igual que
mi papá. Pensé en las estadísticas de mierda de Delaney.
—Quiero hacer algo —dijo Janna—, por Carson.
Pretendí no haber escuchado. ¿Eso era lo que sucedía? ¿Superabas la muerte
de alguien, mantenías un poco de luto y luego seguías adelante?
El silencio en el cuarto aumentaba.
—¿Quién es esa? —pregunto Janna.
Vimos sus piernas primero: delgadas y bronceadas. Luego, su falda marrón;
camisa blanca; cabello largo y liso. Ojos marrones, cabello largo y liso. Ojos
marrones. Uñas escarlatas.
—Esa —dije—, es la nueva novia de Kevin. Maya.
—Bonita falda —Le dijo Tara a Maya, con una sonrisa falsa. Como si no
estuviera molesta por que él había cortado con ella. Como si no estuviera
aterrorizada por ser reemplazada por la chica nueva que estaba definitivamente
mejor que ella y ni siquiera tenía que intentarlo. Y Maya no lo hacía. Sabía que no
tenía que hacerlo. Probablemente siempre lo había sabido.
Ella dijo —Gracias —Atrapó la mirada de Kevin, y sonrió. Kevin miró detrás
de ella y escuche a alguien más bajar las escaleras.
Vi sus zapatos deportivos primero, con la raya azul y los cordones
deshilachados. Luego los jeans oscuros. Me volteé hacia Janna. Vi como levantaba
su mano a modo de saludo y forzaba una sonrisa en su boca mientras contenía el
aliento.
Delaney.
—¿Quieres irte de aquí? —pregunte.
—No hay nada que quiera más —dijo Janna.
Golpee el hombro de Kevin al pasar —Fue idea de Maya —balbuceó.
Seguro. Ponlos en el mismo cuarto. Obviamente volverán a estar juntos. Me
pregunté si Delaney hizo que Maya hiciera esto, pero por la forma en la que sus pies
se congelaron al final de la escalera, supe que también estaba sorprendida de verme
aquí. Sus pies se hicieron a un lado mientras Janna y yo nos acercábamos a la
escalera.
Una brisa soplo por la calle, y Janna froto sus manos sobre la piel de gallina
en sus brazos —Nunca me di cuenta del frío que hacia aquí hasta que me fui —dijo.
Pero no hacía frío, para nada.
Megan Miranda Fracture
Tara decirles a todos que no hablaba con Delaney. Sabiendo que Janna sonreía por
eso.
Las nubes bloqueaban la mitad del cielo, y para cuando llegue a la avenida
principal, los vendedores estaban apilando sus cosas y se iban. Unos pocos niños
con sus rostros pintados se despedían a través de la calle desierta, y unas servilletas
volaban, dispersándose en todas las direcciones. Había seis cuadras desde allí hasta
el lago, una cuadra desde el lago a casa. El trueno rugió a la distancia. No estaba
seguro de lograr llegar antes de la tormenta.
Cuando llegue al lago, el viento soplaba de forma constante. La superficie se
movía, se quebraba y se arremolinaba. Troté la última cuadra a casa.
La llave no giro en la puerta principal. Ya estaba abierta. Metí mi cabeza
adentro y llamé
—¿Mama? —Mi voz hizo eco a través de los cuartos con piso de madera y por las
paredes desnudas y regresó. Estaba seguro de haber puesto el seguro en la puerta.
Mire el árbol que estaba a un costado del jardín, donde teníamos una llave de
repuesto, el viendo doblaba sus ramas bajo el cielo oscuro. Delaney sabía dónde la
guardábamos, y su carro estaba de vuelta en su garaje. Pero no lo haría. Me aclaré la
garganta—. ¿Delaney? —dije, escuchando las silabas de su nombre rebotar en voz
muy alta.
Entré y cerré la puerta con llave. Escuché el goteo constante de la lluvia en el
techo. Sonaba apagado, de alguna forma. Más cerca. La casa estaba oscura, gris,
como las oscuras nubes de afuera. Encendí las luces con el interruptor de la pared,
escuché un zumbido apagado, luego un estallido, luego nada. Sin luz.
—¿Hola? —llame de nuevo. Di otro paso y escuché agua salpicar, como si
entrara al lago Falcon. Di otro paso, escuché salpicar más agua. Mire hacia abajo.
Algo se movía por el suelo. Como si el lago estuviera en mi casa, acechándome. Se
filtraba por el piso de madera, reclamándome.
Una maldición. Un intercambio. Me incliné y puse mi mano sobre el suelo.
Agua fría. ¿Qué demonios? Saque mi teléfono y alumbre el piso con la pantalla, vi
el agua moverse, alejarse cada vez más por las escaleras. Moví la luz alrededor, vi
oscuros trazos de agua bajar por las paredes, gotear desde las lámparas en el centro
de la habitación.
Cerrándose a mí alrededor.
Venia por mí.
Quizás venía también por ella.
Megan Miranda Fracture
Salí de mi casa, corrí por el jardín bajo la lluvia. Un rayo ilumino el cielo, y
presioné y presioné y volví a presionar el timbre de Delaney. Abrió la puerta,
congelada al verme. Mire detrás de ella, a la alfombra de su casa. Seca. A las luces
encendidas. A las paredes, intactas.
—Hola —dijo, como una pregunta. Dos silabas, pero pude escuchar todo
dentro de ellas.
—Algo sucede —dije. Miré sobre mi hombro. Había dejado la puerta muy
abierta. La lluvia estaba entrando—. Mi casa —dije, negando con la cabeza—. Algo
le sucede a mi casa.
Debí verme tan confundido como sonaba, porque no me pidió una
explicación. Puso una mano en mi brazo y salió, inclinando su cabeza mientras corría
debajo de la lluvia. Casi me estrellé con su espalda cuando se detuvo, helada, en mi
entrada principal.
Aun había agua por todas partes. No lo había imaginado. Se filtraba,
goteaba—era real. Estaba sucediendo.
—¿Escuchas eso? —pregunto.
Escuchaba lluvia. Escuchaba agua.
Corrió hacia la cocina, donde el grifo estaba abierto al máximo. El agua corría
por el lavabo, hacia la mesada, hacia los gabinetes, hacia el piso. Saco dos toallas que
estaban atrapadas en el drenaje, y escuchamos el agua borbotar por él. Miró las
paredes. La lámpara del techo. La lluvia que entraba.
—La bañera —dijo, su voz vaciló, igual que mi respiración.
La seguí mientras corría por las escaleras, crujían—cedían—de forma no
natural. Había agua por todos lados, una capa fina sobre el piso de madera. Y venia
más. Corrió hacia mi baño, y fue al cuarto de mis padres. El cuarto de mi madre. La
bañera estaba taponada, y el drenaje de la parte superior estaba tapado con una
toalla, y el agua salía a cántaros. Giré las perillas. Delaney debió cerrar las de mi
baño. Todo lo que podía oír era la lluvia en el techo. El trueno, que se acercaba.
Luego, escuché sus pasos que se acercaban, chapoteando por el agua.
—No es seguro —dijo—. La electricidad. El agua…
La seguí por las escaleras. Resbalé en el tercer escalón desde abajo, choqué
con ella, y la tumbé al suelo.
—Mierda —dije—, lo siento —Le ofrecí mi mano, y en la oscuridad, la tomó—
. No fue mi intención…
Megan Miranda Fracture
—Lo sé —dijo. Su ropa estaba mojada, como aquel día en el lago. Podía notar
que sus ojos estaban muy abiertos, incluso en la oscuridad. Miró alrededor de mi
casa, hacia todos lados, por una última vez, y salió por la puerta principal—. Llama
a tu mama. Voy a llamar a la policía —La seguí al exterior, me detuve en el porche,
y la observé alejarse.
—Yo… —Un rayo ilumino el cielo oscuro. Miramos hacia arriba, ambos,
mientras el trueno viajaba por el aire.
Espere a que el rayo golpeara. Se sentía como lo que lógicamente ocurriría
ahora. Mi casa estaba inundada. Nada tenía sentido.
Busqué mi teléfono en el bolsillo, llegué hasta el número de mi madre. Ni
podía oprimir el botón para hacer la llamada. No podía decirle que habíamos
perdido algo más.
Delaney se estremeció y corrió por nuestros jardines. Desapareció adentro por
un momento, pero volvió a abrir la puerta con su teléfono presionado en su oído,
mientras yo observaba el mío. Vi su perfil mientras estaba parada en la entrada de
su casa, como si esperara por mí. Se resbalo en el hielo y casi muere. La traje de
regreso del lago y aquí estaba, perfecta. Como si para mantenerla aquí, respirando,
perfecta y viva, el mundo alrededor nuestro tenía que morir.
Convulsionando a un lado del camino.
Ahogándose en el medio del lago Falcon.
Que un corazón tenía que detenerse, y el agua estaba aquí para recordármelo.
Carson estaba mojado cuando lo llevaron al hospital. Como si se hubiera ahogado
en su lugar. El lago se había llevado a Troy.
Todos nos llevamos algo del lago, y este se llevó algo nuestro. Venia por todos
nosotros.
El hermano de Janna.
Mi padre.
Miré a Delaney, parada debajo de la luz de su porche, intacta, debajo del cielo
oscuro.
Y creí.
Megan Miranda Fracture
Capítulo 4
Traducido por Brandon Nox
—No —dije.
Estábamos sentados en la cocina de Delaney, y estoy seguro de que podían
escucharnos a través de la delgada puerta de la sala, pero no me importaba.
—Shh —dijo mi madre, porque a ella sí le importaba—. Decker...
—Puedo quedarme con Kevin. O Justin —O con un completo extraño para lo
que me importaba. Demonios, dormí en la parte trasera de mi camioneta.
—Están ofreciendo que nos quedemos. No quiero quedarme en algún hotel.
Por favor. No quiero que estemos separados —Era tan poco usual que mi madre
dijera algo como eso —Están convirtiendo la biblioteca de arriba en un cuarto de
invitados. Y tú puedes usar la oficina.
La casa de Delaney tenía el mismo tapiz que la mía. Pero la habitación de
invitados era, básicamente, solo un cuarto de libros. Y, en verdad, su padre no usaba
mucho la oficina de abajo, pero no tenía cama. Cuando solía quedarme, cuando era
más chico (y desde entonces) dormía en un colchón armable en la sala de estar —No
quiero quedarme con ella —dije. Lo cual era más de lo que le había dicho a mi madre
sobre la situación desde que ocurrió. Ella sabía lo suficiente como para no preguntar.
Y teníamos cosas más grandes en la que pensar.
—Lo sé... Sé que ustedes, chicos, están peleados por algo. Pero ellos
prácticamente son familia.
Miré a la barra de la cocina y reí —No estamos peleados, mamá.
Hizo una pausa —Por favor, Decker. No será por mucho tiempo. Tendrás tu
propio espacio. Solo quiero saber dónde estás. Ya hablé con la compañía de seguros.
Tienen que calcular los daños antes de iniciar las reparaciones. Pero hasta que nos
digan lo contrario, es… —Puso sus dedos en el aire en forma de comillas y giro los
ojos—. Inhabitable.
La mamá de Delaney tocó la puerta, lo que provocó que se abra, hizo una
mueca de dolor y susurró —Siento interrumpir. La policía quiere hablar con Decker.
Excelente.
Megan Miranda Fracture
—Podrías haberlo hecho antes —dijo él. Habría podido. Es verdad. Luego, a
mi madre —No es que eso sea lo que piense que ocurrió aquí. Pero...
—Pero el trabajo de mi papá... —dije, más fuerte de lo que quería.
—Lo sabemos —dijo.
—Quizá alguien no sabía que él murió —El policía asintió. Me sonrió de
manera forzada. Pero lo único que yo hacía era desviar acusaciones con nuevas
acusaciones.
“Allí también está muerto” —había dicho ella. Pero al menos allí había gente
que no la veía como una extensión de alguien más. De alguien que se había ido.
Cerré los ojos y sentí las manos de hielo alcanzar mi cuello.
Y luego, el peso de manos sólidas en mis hombros —Por favor —murmuró
Janna, con su aliento de menta en mi rostro y sus dedos presionando mis huesos—.
Por el amor de Dios. Sácame de este maldito lugar.
“Esta muerto en todas partes.”
Nos saltamos el primer periodo del primer día de nuestro último año.
Estábamos en los bosques detrás de la escuela—pasando los campos de deportes,
pero aun a la vista del gimnasio —Bien —dijo Kevin, recostándose a mi lado—,
¿Estás listo?
—Por favor, explícame una vez más por qué soy yo el que debe hacer esto.
—Tú no te meterás en problemas —dijo Janna—. Papá muerto —Lo dijo de
manera tan casual, que de hecho no dolió—. Hermano muerto me dio quince
inasistencias sin justificar antes de empezar a llamar a mis padres. Me miró de reojo
—Aunque, no lo llevaría tan lejos si fuera tú.
—¿Hermano gana a papá? —pregunté
—Siempre —respondió.
Las ramas se rompieron detrás de nosotros, y salté. Creó que incluso jadeé.
Justin balanceo adelante y atrás su cuchillo de bolsillo mientras caminaba hacia
nosotros —¿Muy inquieto?
—Discúlpame por estar nervioso. Alguien inundó mi casa. Ayer. No parece
importarle a nadie.
Hubo un momento de silencio, y me di cuenta de que nadie había procesado
el hecho de que alguien hizo. Era solo algo que ocurrió, parte de la maldición. Mi
casa, empapada, inhabitable, mientras la de Delaney estaba perfecta a su lado. Un
intercambio.
—¿A qué te refieres con alguien? —dijo Justin.
—Me refiero a que alguien irrumpió en mi casa y la inundó.
—Una tubería se reventó en nuestro sótano una vez —dijo Justin—. No es
culpa de nadie.
Un escalofrío me recorrió la nuca. Ellos no tenían idea. Solo tenía la mitad del
rumor, supongo —No, alguien abrió todos los grifos. Bloqueo los drenajes. A
propósito.
Megan Miranda Fracture
Fui de puntillas el resto del camino. El pasillo se veía bien. Mi cuarto se veía
bien, todo exactamente como lo había dejado. Todo estaba simplemente húmedo y
manchado con agua. Tomé una bolsa de la parte superior de mi armario y empecé a
vaciar los cajones en ella.
Recorrí las superficies de mi escritorio, mi cajonera. Después de perder
personas, no me importaban mucho las cosas materiales. Pero no pude evitar abrir
el primer cajón, viendo el cuaderno de Delaney metido bajo un montón de mierda
de la escuela nunca usé. Lo dejó aquí porque pensó que estaría seguro en el desorden
de mi cuarto. Lo tenía aquí desde enero, intentando dar con el diseño. Cada página
tenía un nombre. O una dirección. O una ubicación—una descripción, quizás. Lo
que ella sentía y cuándo lo sentía. Y luego... el obituario. Como si pudiera
cuantificarlo. Encontrar la respuesta con el pasar del tiempo. Había matemáticas en
los márgenes. Su intento de asignar lo que sentía, en una escala del uno al diez.
Comparándolo con el tiempo hasta que llegaba la muerte. Esto ya no pertenecía
aquí. Lo tomé antes de volver a cerrar el cajón.
La puerta del frente crujió al abrirse —¿Decker? ¿Hola?
Debía estar bromeando.
—¿En serio? —Arrojé mi bolsa de lona por las escaleras y la vi aterrizar a sus
pies.
Delaney se paró en la puerta abierta, bloqueando el sol.
Vi a Maya detrás de ella —Whoa —dijo Maya. Delaney la miró. Y entonces
Maya miró hacia mí por sobre ella —Ella solo intenta ayudar —dijo.
Delaney giró los ojos hacia Maya, y yo casi quería sonreír —Ayudaba a tu
mamá —añadió.
Delaney extendió el llavero en su mano—el de mi mamá—y dijo —Mi madre
me envió a dejar entrar al equipo de limpieza. La puerta ya estaba abierta —Ella ya
estaba retrocediendo—. No sabía que estarías aquí.
—No pueden estar aquí adentro —Un hombre se abrió paso entre Maya y
Delaney hacia el vestíbulo de mi casa. Un hombre—demasiado para un equipo.
Llevaba gruesas botas negras y guantes de goma, como los que mamá usaba para
limpiar los baños, y tiraba de lo que parecía ser una aspiradora industrial detrás de
él. Tenía una máscara colgando alrededor de su cuello, y la puso sobre su boca
mientras entraba, como si el lugar fuera contagioso.
—Solo será un segundo —dije, retrocediendo hacia la oficina de papá.
Megan Miranda Fracture
Capítulo 5
Traducido por Lilithdem
—Yo también —susurró. Luego arrugó la nariz hacia mí—. ¿Podemos omitir
la parte de los abrazos?
La dejé con Justin. Le di unas palmaditas en la cabeza al pasar, enredando sus
rizos, como lo hice durante años.
Uno de los profesores tiraba de una manguera hacia el tanque de agua. Le dio
la vuelta a la boquilla, rociando a varios estudiantes de último año que estaban
desprevenidos. Sus gritos se convirtieron en risas, sus ropas se empaparon, y yo
perdí el apetito. Todos aquí actuaban como si todo fuera normal.
Vi a Justin cerca del tanque de agua, con el codo apoyado en el hombro de
Janna. Ella lo ignoraba, pero no se resistió cuando él colocó un brazo por encima de
su hombro. Vi a Kevin salir del agua y sacudir su cabeza, salpicando a todo el que
tenía cerca. Todos gritaban mientras se alejaban. Excepto Maya. Estaba aún cerca del
tanque, como si no le importara en absoluto. Y tenía esa sonrisa—la que guardaba
solo para él.
Me preguntaba si Kevin había visto alguna vez el otro costado de ella—el
costado frío que tuvo en mi porche. O si yo incluso debía ver en realidad la sonrisa
que le daba a él ahora. Si todo el mundo tenía caras que nunca había visto, que
esconden para diferentes personas.
El director echó hacia atrás su brazo, preparándose para lanzar. Sonrió
mientras decía —Voy a disfrutar esto más de lo que creen —Lanzó la bola al centro
de la diana, enviando a Kevin al fondo del agua otra vez. Podías oírlo gritar, o tal
vez reír, bajo el agua, mientras las burbujas subían a la superficie. Permaneció cerca
del fondo, con las manos presionadas al plástico, sonriéndonos.
Delaney, empapada mientras la sacaba del hielo.
Mi papá, mirando fijamente el agua del lago en su mano.
El agua, entrando a borbotones por el vidrio roto.
Agua, filtrándose a través de mi piso.
Sentí náuseas, caminé hacia la basura más cercana, y descansé mis antebrazos
en la repisa de plástico negro. Dejé caer mi hamburguesa dentro y traté de pensar
en otra cosa. Imaginé el cubo de basura en la habitación 2B mientras lo enderezaba.
Mientras estaba de pie. Mientras ella agarraba mi muñeca y clavaba sus dedos hasta
el hueso.
Sus pupilas negras, haciéndose más amplias.
Escucha.
Megan Miranda Fracture
Pasos. Risas. Una bocina que resuena en algún sitio del otro lado del
aparcamiento. Agua. Salpicaduras.
Respira.
Me alejé del bote de basura y regresé al tanque de agua. Kevin salía,
chorreando agua. Maya se inclinó hacia él, como si no lo hubiera notado.
Comenzaron a alejarse, de regreso hacia los coches aparcados, como si el resto de
nosotros no existiera.
—¡Kevin! —Su madre estaba de pie con las manos en las caderas, cerca del
tanque de agua, sus tacones altos en un lugar seco del pavimento, como si incluso el
agua supiera lo suficiente como para obedecerla—. ¿A dónde vas?
Él hizo un gesto hacia su ropa —A cambiarme.
Ella observó a Maya a su lado. Luego, al resto de nosotros. Me pregunté si
estaba a punto de pedirle a uno de nosotros que se desnudara. Apuesto a que alguien
la obedecería. Pero se limitó a sacudir la cabeza —Ve directamente, y vuelve pronto.
Él sonrió ampliamente —Por supuesto.
Caminó por el estacionamiento, seguido de Maya, así que, obviamente, no
tenía la intención de regresar.
Recorrí el estacionamiento con la mirada. Janna y Justin discutían las ventajas
de la mayonesa en las hamburguesas. Mi madre le entregaba una salchicha a
alguien. Tara levantaba la mano hacia mí desde el otro lado del estacionamiento,
rodeada de un grupo de chicas. Levanté la mano en respuesta, empecé a marcharme
antes de encontrarme con Delaney accidentalmente.
Me gustaría que fuera más fácil tratar de evitar a alguien. Tara y yo habíamos
dejado de vernos simplemente… Dejando de vernos. Aunque supongo que no
estábamos realmente juntos. No de verdad. Creo que nunca estuve con nadie, en
serio, hasta Delaney.
Y entonces oí su nombre. Alguien preguntaba por ella. Se acercaba. Era
vagamente familiar, pero no lo podía ubicar. Se detuvo frente a un grupo de chicas
de primer año y les preguntó —¿Conocen a una chica llamada Delaney?
—¿Qué quieres con Delaney? —Le pregunté, y se alejó del círculo, con una
mirada de alivio en su rostro.
—Estoy buscando a mi hermana —dijo—. Dijo que iba a venir con su amiga
Delaney y dejó un mensaje diciendo que iba a reunirse con ella aquí, pero no contesta
su teléfono... Y no he tenido mucha suerte preguntando por Maya —Y entonces,
Megan Miranda Fracture
reconocí sus facciones. Los ojos de Maya. El color de pelo de Maya. La forma de su
rostro. La misma constitución delgada.
—¿Maya? —Le pregunté—. La perdiste. Se marchó con Kevin.
—¿Quién es Kevin? —preguntó, lentamente.
—Su novio —respondí, y por la expresión en su rostro, supe que no debería
haberlo hecho.
—¿Su novio? —repitió.
Lo último que quería era meterme en medio del drama de otra persona, así
que empecé a caminar hacia el estacionamiento —Sí. Lo siento, me tengo que ir.
—¿Tienes alguna idea de hacia dónde iban? —preguntó.
Tenía un montón de ideas al respecto, ninguna de las cuales pensaba decirle
a su hermano —Nop.
Echó un vistazo a la multitud, con la mandíbula apretada —¿Qué hay de
Delaney, entonces?
—Ella está por aquí, en algún lugar —Le dije. Y me fui antes de que pudiera
pedirme que la buscara por él.
Caminé de regreso a mi coche. Las farolas comenzaban a parpadear. Una
brillaba justo encima de mi coche, y sentí un movimiento en alguna parte detrás de
mí. Me quedé inmóvil, escuché, esperando volver a sentirlo. Los sonidos de la
barbacoa quedaban bloqueados por la escuela.
—¿Delaney? —dije. Y odié haberlo dicho. Que ella fuera mi primer
pensamiento, siempre, incluso ahora.
Alguien estaba allí, entre las filas de coches, podía sentirlo. O tal vez estaba
entrando en pánico de nuevo.
—¿Decker? —Escuche. Y entonces, Tara dio vuelta por la esquina y se acercó,
desde el espacio entre una camioneta y un pequeño camión —Hey —dijo—. Te vi
irte...
Me iba porque no quería ver a Delaney. No quería hablar de mayonesa o
hamburguesas. No quería pensar en Kevin con Maya. Y si todo el mundo estaba
aquí, la casa de Delaney estaba vacía. Echaba de menos tener una casa para mí solo.
Cuando no respondí, Tara se mordió el labio inferior —¿Estás bien?
No sabía si se refería a este preciso momento o en general —Claro —dije.
Ella sonrió —Solo quería decir... Con todo lo que ha sucedido. Y tú estás solo...
—Estoy como quiero estar —No quería ser grosero—la mayoría de la gente
no conoce ese otro lado de ella. Que sabía cuando alguien estaba herido, e intentaba
Megan Miranda Fracture
ayudarlo. No era como la mayoría de las personas, que fingían que no pasaba nada,
como si eso mejorara las cosas.
Asintió y sonrió —Por cierto, ¿el gimnasio? No es muy inteligente.
Me pregunté si me había visto hacerlo. O si alguien le había dicho —No
puedes probar nada.
Sacudió su cabeza —Bien. Todavía tienes mi número —dijo, mientras giraba
para irse. Chistoso. Nunca había tenido su número desde que fuimos lo
suficientemente mayores como para tenerlos.
—¿Hey, Tara? —La llamé.
Me miró por encima del hombro —Kevin se lo perdió —dije.
Sonrió y se torció el pelo oscuro por encima del hombro, y mientras la luz del
farol volvía a parpadear, todo lo que permanecía eran sus labios color cereza y su
cabello color chocolate y el hecho de que Kevin era un imbécil. Tara era mucho mejor
que Maya, cualquier día.
—¿No es cierto? —dijo, y se dirigió de nuevo hacia la barbacoa.
***
Ese fue el trato. Observaba el agujero en el centro del hielo, mientras el lago
tomaba a alguien más. Mi mano sobre la de Delaney, reclamando su lugar.
La imagen lo decía todo.
El artículo no decía nada. El artículo decía que, a los diecinueve años de edad,
Troy Varga cayó en el hielo en el lago Falcon. Decía que había sido el segundo
accidente en ese invierno. Decía que él estaba muerto, pero la chica había
sobrevivido. El artículo no decía nada sobre el chico mirando hacia adelante, como
un espectador inocente. No decía el nombre de la chica que no salía en la foto. No
decía que Troy se suicidó, ni que trató de llevársela con él. No decía que la chica
corrió hacia la orilla—hacia mí—mientras el lago se tragaba a Troy.
La imagen no mostraba que estaba empapada. Que giramos y corrimos hacia
casa un segundo después de eso. O que la policía llegó más tarde ese día a tomar
nuestras declaraciones.
Fui el primero en mentir. Dije que estábamos dando un paseo, que lo vimos
de pie allí, y que Delaney se acercó a él porque lo conocía. Delaney dijo que casi
había llegado cuando cayó, y el hielo empezó a romperse, y tuvo que alejarse.
Este fue el artículo que puso todo lo demás en movimiento. Eso fue lo que le
dio el poder al lago. Lo que unió todas las piezas. Después de eso, la gente empezó
a susurrar acerca de una maldición. Delaney en el hielo, otra vez, hielo que se rompía
y la reclamaba. Como no podía tomarla, se llevaba a otro.
Me pregunto si habría hecho alguna diferencia si hubieran sabido la verdad—
que Troy se había suicidado y que intentó matar a Delaney en el proceso—si
hubieran pensado de la misma forma. Pero la mentira liberó algo. La maldición nació
de ella. De nosotros.
Le dimos poder, y ahora estaba viva.
No podía soportar ver esto. Tal vez por eso ella lo guardo en mi casa. Pero no
era mío, y no lo quería.
Subí corriendo las escaleras y me quedé de pie ante la puerta cerrada,
pensando que era espeluznante ir a su habitación si ella no estaba allí. Me
preguntaba si pensaría que estaba curioseando. Lo que sea. Abrí la puerta
rápidamente, antes de auto convencerme de no hacerlo.
Solo que ella estaba dentro, y se estaba cambiando, todo sucedió muy
rápidamente. Con qué rapidez sostuvo su camisa frente de ella. Con qué rapidez
aparté la vista. Cómo de repente no se te permite ver las cosas que has visto cientos
Megan Miranda Fracture
de veces antes. Hacer las cosas que has hecho cientos de veces antes. Decir las cosas
que has dicho cientos de veces antes.
La verdad es que la transición de amigos a algo más fue lenta, torpe y
aterradora. ¿Se suponía que debíamos darnos un beso de despedida, a pesar de que
nunca lo hicimos? ¿Y debía sostener su mano cuando caminábamos, a pesar de que
nunca lo hice antes? ¿Y se suponía que debía mirar hacia otro lado si entraba en su
habitación mientras se cambiaba, o no debía ocultar que la miraba, o eso era
totalmente espeluznante, de todas formas?
Me tomó un mes darme cuenta que debía darle un beso cuando me daba la
gana. Que podía sostener su mano en la mía si quería. Que podía mirarla cada vez
que tenía la oportunidad.
Pero solo tomo unos segundos perder todo eso. No hubo nada gradual en
separarnos. Todo se deshizo en un santiamén. Cortado y cercenado y limpio.
Estaba en su habitación, sin mirarla. No sabía hacia dónde mirar ni qué hacer
ni qué decir
—Pensé que estabas en la barbacoa —dije.
Se apresuró a ponerse su camisa —Odio las multitudes —dijo, como si no
supiera nada de ella.
—No sabía que estabas aquí —dije—. Solo... —Levanté su cuaderno—. Te
estaba dejando esto.
Fue casi cómico. Es curioso cómo algo tan pequeño puede llevar tal carácter
definitivo. Puse el cuaderno en su escritorio, todavía sin mirarla, y giré para
marcharme.
Aléjate, aléjate, aléjate.
—¿Por qué no está mi padre ahí? —pregunté, señalando el cuaderno. Era
triste, lo desesperado que yo estaba, también. Tal vez me diría que no supo hasta
más tarde esa noche, y que su madre tomó el teléfono y que estaba encerrada en su
cuarto. Creería su mentira. Lo haría.
No respondió.
—¿Fue porque dolía demasiado como para escribirlo? —Eso fue lo que
sucedió con Carson— ¿O porque no querías que yo lo vea? ¿O simplemente no
tuviste tiempo? —dije, entre dientes.
—Porque no quería que fuera cierto —dijo, y esa simple honestidad me hizo
sentir náuseas. Y furia. No debería haber nada simple sobre la muerte de mi padre.
—¿Hablas en serio? —Le pregunte—. ¿Eso es todo lo que tienes que decir?
Megan Miranda Fracture
—No quiero saber, Decker —Esa era su gran e ilógica defensa. Apestaba a
desesperación.
—Pero lo sabes —dije, girando hacia ella—. Tú lo sabías. No te entiendo,
Delaney. Sabías que lo iba a descubrir. Lo sabias. Se suponía que tú eras la
inteligente. ¿No te diste cuenta de lo que pensaría?
—Tu papá estaba muriendo. No pasé demasiado tiempo preguntándome qué
pensarías de mí —No podía mirarla. No podía concentrarme en lo que decía—.
Quiero decir, no puedes estar más enojado, ¿verdad? —Continuó—. Ya me odias.
Entonces, ¿cuál es el punto en mentir?
—Quiero que me digas por qué —dije—. Porque no lo entiendo. No entiendo
cómo podíamos ser así... —Todo lo que éramos, ni siquiera podía ponerlo en
palabras—. Y me mentiste.
No dijo nada —En serio —dije, acercándome—. ¿Cuál es el punto de todo
esto? ¡Tener el conocimiento y no hacer nada! —Sentí la ira salir a la superficie.
Rebosante—. ¿No crees que estás destinada a hacer algo con esa información?
Su cabeza giró hacia un lado, como si la hubiera abofeteado. Nunca habíamos
hablado de esto. Siempre acababa aplazándolo ya que le sucedía a ella. Y ya que
también era mi culpa, en primer lugar. Yo era la razón por la que ella estaba en el
lago ese día. Yo fui quien la dejó allí, de pie. Así que lo que alguna vez eligió hacer
o no, estaba en su derecho. Imagino que tenía sus razones, pero ahora que era mi
papá, pensaba en todas las cosas que podría haber hecho para evitarlo —¡Lo dejaste
morir! —grité.
Sus dedos se presionaron a los lados de su frente, y su rostro estaba surcado
de lágrimas. No podía recordar cuando empezó a llorar—si fue antes o después de
que empecé a gritar. Ella observaba la alfombra, y respiraba con dificultad, y gritó
—¡No podía hacer nada!
—¡Ni siquiera lo intentaste! ¡No le diste una oportunidad!
—Lo intenté. Se lo dije —Sentí todo el aire salir de la habitación. Sentí que la
habitación se hacía más grande y fría. Sentí que se me encogía el corazón en la boca
del estómago.
—Se lo dije —repitió, y entonces me miró—. Pero él ya lo sabía.
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Capítulo 6
Traducido por psycho
Cuando regresé, Delaney tenía una escoba en las manos, que temblaban
mientras intentaba barrer el desastre —No —le dije—. Tienes que dejarlo.
De modo que se sentó en el último escalón y se pasó los dedos por el,
sacudiéndose los fragmentos de cristal. Me detuve en el porche trasero, observando
a la distancia, como si el tiempo no fuese real y si me quedara inmóvil el tiempo
suficiente, sería capaz de ver lo que acababa de pasar.
Llamé al celular de Joanne y llegó el ruido de la parrillada a través de la línea
antes que su voz preocupada —¿Decker? —dijo ella.
—Delaney está bien —dije. Pensé que sería mejor comenzar con eso—. Pero
algo pasó en la casa. La policía ya está en camino. Escuché el viento precipitándose
a través del teléfono, y me di cuenta que ya estaba en camino.
***
Mis manos, presionando su pecho. Mi boca, enviando aire hacia sus pulmones.
Despierta.
Había pasado meces viviendo con terror de que Delaney fuera a desaparecer.
Pero todos estaban desapareciendo excepto ella. Todos excepto ella.
Joanne dijo —Por supuesto, Decker se quedará aquí. Y tú también.
Ron miró a su esposa. Luego al oficial —Es una ventana. Niños,
probablemente. No tiene nada que ver con nada.
El poli asintió, pero parecía percibir que había algo más—agua y hielo, quizá
una historia que había oído y en la que no podía poner su atención del todo. Una
chica que sobrevivió. Una maldición.
—¿Mamá? —pregunté, luego de que el oficial deje su tarjeta en la mesa y
abandone la casa. Mamá caminaba hacia la ventana vacía con una caja de bolsas de
basura y un rollo de cinta—. ¿Papá estaba enfermo? —Ella dejó de caminar, como
había hecho Delaney, mientras yo juntaba todas las piezas en mi cuarto—. Quiero
decir, ¿sabías desde antes que papá estaba enfermo?
Ella forzó sus manos a seguir moviéndose, y alineó el plástico contra la
ventana. Joanne se aclaró la garganta y abandonó la habitación. Quería que Delaney
también se fuera, pero nos observaba. Inclinada hacia nosotros. Esperando. Mamá
no me miró mientras decía —Este no es el momento...
Lo cual fue toda la respuesta que necesitaba. Estampé la puerta de la oficina.
Caminé por la habitación, esperando que la adrenalina se fuera. Me puse mis
deportivas y salí a correr, golpeando el pavimento hasta que no quedó nada. Cuando
volví, me detuve frente a mi casa vacía. Quería destrozar el lugar. Encontrar a papá
y empujarlo contra un muro. Quería prender fuego la casa.
Kevin tenía su brazo deslizado sobre Maya en el pasillo, y ella me sonrió como
si no se hubiera comportado como una total zorra conmigo horas antes —¿Tu
hermano los encontró, chicos?
Su rostro cayó —Oh, fuiste tú —Rió—. Bueno, al menos ahora sé cómo se
enteró.
—¿Qué? —preguntó Kevin.
—No creo que su hermano esté emocionado con la idea —dije.
—No —dijo ella—. Diría que tienes razón.
Megan Miranda Fracture
—Eso es porque todavía no me conoce —dijo Kevin, con una enorme sonrisa
cursi en su rostro.
Ella puso una mano en su mejilla —No va a pasar, cariño.
—Oye —dijo él, inclinándose para besarla—. Te veré más tarde, ¿de acuerdo?
—De veras, igual podría haber dicho simplemente “Descartado”.
Ella parpadeó rápido tres veces, y dijo —Tengo que hacer un examen.
¿Después de la escuela? —Y se fue antes de que él tuviera oportunidad de responder.
—Así que... problema —dijo Kevin mientras yo sacaba los libros de mi
casillero—. El gimnasio.
Problema: alguien había inundado mi casa; alguien había roto tres ventanas
en la casa en la que estaba viviendo.
Problema: nadie me dijo que papá estaba enfermo. Ni Delaney. Ni mamá. Ni
siquiera él.
—¿Eh? —respondí. Mitad un murmullo, mitad un no-me-importa.
—¿Debo asumir que no escribiste tu nombre?
—¿Escribir mi nombre? ¿De qué diablos estás hablando? —Por favor, dime
que no había una cámara. Por favor, dime que seguridad no me tiene filmado en
alguna parte.
Kevin se reclinó contra mi casillero y frotó su barbilla con su mano libre
mientras escaneaba el pasillo —De acuerdo, sí, vamos a descubrir quién lo hizo.
—¿Hacer qué? —pregunté. Kevin levantó su mano hacia Justin, que caminaba
hacia nosotros.
—No descubrí nada —dijo Justin—. ¿Dónde está Janna?
Kevin rió —Abandonando el barco —La campana de aviso sonó y todos en
el pasillo se dispersaron.
—¿Qué diablos? —dije. Iba a llegar tarde. A la mierda. Corrí por el ala de
Ciencias, encontré un salón abierto donde la gente todavía se arremolinaba por los
alrededores, sin sentarse aún. El profesor hablaba con alguien en el pasillo. Me abrí
paso a través de un montón de estudiantes de primer año, presioné mi cara a la
ventana de cristal, y rodeé mis ojos con las manos.
Podía ver las palabras devolviéndome la mirada: CARSON ESTUVO AQUÍ.
Y justo debajo, en letras tan gruesas que debieron tomar una hora: TAMBIÉN
LO ESTUVO DECKER.
Megan Miranda Fracture
La secretaria levantó sus ojos hacia él a través de sus lentes —¿Cuántos años
tienes, cariño? —preguntó ella. Era probablemente de mi misma altura y contextura.
Y, como dije, parecía un estudiante.
Él juntó los papeles, se los dio y dijo —Los suficientes para ocuparme de esto.
—Supongo que, desde que su mamá necesitaba cuidados a tiempo completo, debía
ocuparse de este tipo de cosas en su nombre.
Ella le tendió un último papel y dijo —Necesitaremos la firma de tu madre en
este.
—La conseguiré —dijo él. Tamborileó sus dedos en el mostrador—. Ya que
estoy aquí, pensé que podría llevarla a casa conmigo.
—Seguro —dijo ella. La secretaria tomó un teléfono y dijo —Maya Johnson a
la oficina principal para retiro temprano —La secretaria ondeó sus dedos hacia mí—
. Te verá en un segundo, Decker.
Él se giró, y me di cuenta que eran los rasgos que compartía con Maya que lo
hacían lucir más joven. Pero tenía círculos oscuros bajo sus ojos marrones, y su piel
era más pálida, lo cual lo hacía ver más grande. Parpadeó pesadamente en mi
dirección —Oye —dijo él—. Sobre anoche. No sabía... —Agitó la cabeza—. Decker.
De Decker y Delaney —Frunció la boca—. Lo siento, no me di cuenta que eras amigo
de Maya.
—Amigo —Era una exageración—. Claro —dije, y estiré mi mano para
estrecha la suya. Era más fuerte de lo que esperaba. Sostuvo mi mano como harían
los amigos abogados de papá, intentando demostrar autoridad en el puesto de
trabajo. Un apretón de manos adulto. Supongo que tenía que serlo, dado que estaba
llenando ese papel.
—Holden —dijo él—. Hermano de Maya —Luego bajó la voz y dijo—.
Lamento lo de tu papá, por cierto.
—Gracias —dije. Debería haber sido tu mamá, pero gracias.
—¿Decker? —La señora Woolworth estaba parada a medio camino de su
oficina, gesticulando hacia mi para que entre.
Vi a Maya revoloteando rápidamente por el pasillo, su mochila rebotaba en
su espalda a cada paso, como una niña pequeña, mientras me giraba para irme.
Abrió la puerta de un golpe y susurró:
—¡Un punto para el hermano! —y luego, más bajo —. Creí que debías irte
esta mañana.
Él rió —Me estoy ahogando en papeleo. Tu papeleo —dijo.
Megan Miranda Fracture
Capítulo 7
Traducido por Azhreik
Había formas peores de ver pasar septiembre. Pasé las tardes raspando
pintura, y no solo sobre las letras… sobre el cobertizo entero. Supongo que se
imaginaron que era un buen momento para repintar todo el edificio, y yo era mano
de obra gratis. Una semana de raspar pintura y lijar. Una semana de pintar. Hasta
ahora, dos semanas de evitar sencillamente a todos.
Las puertas del cobertizo normalmente estaban cerradas —aunque eso nunca
había detenido a Carson, quien abría el cerrojo de la ventana durante las prácticas
de la tarde cuando planeaba utilizar el cobertizo después— pero el señor Hayes tuvo
que dejar las puertas abiertas para mí mientras trabajaba, para que pudiera pintar la
moldura hasta las bisagras.
Había pasado tres días fingiendo hacer justamente eso, pero mayormente tan
solo estaba pasando el tiempo. Había una podadora en el rincón trasero. Equipo de
fútbol alineado junto a las paredes, redes y balones y vallas de obstáculos en varios
estados de desgaste. El piso era de madera, pulido lo suficiente para protección del
clima, pero no lo bastante para hacerlo cómodo.
Hacía frío adentro, más frío que el aire de afuera, cerca del otoño. Pasé tres
días allí recostado, en el centro de todo, con un contenedor de pintura abierto, con
las manos bajo la cabeza, oliendo aserrín y sudor y pintura y el débil olor de gasolina
de los contenedores junto a la podadora.
Me quedaba hasta después que las prácticas terminaran y la gente empezaba
a arrastrar equipo de vuelta al interior, luego conducía a la oficina de mi mamá,
donde comíamos juntos y no hablábamos sobre el hecho de que ella me había estado
mintiendo.
Entonces íbamos a casa de Delaney, donde decía cosas sin sentido como: está
lloviendo o el teléfono está sonando o ¿dónde tienen el detergente para ropa? Y también: No
sé cómo hacer funcionar la secadora, y no hablaba sobre el hecho de que ella me había
estado mintiendo.
Megan Miranda Fracture
vengo por conos —dijo, pero parecía que estaba tan interesada en conseguir los
conos como yo lo estaba en pintar el cobertizo.
Cambió de posiciones, colocando una pierna debajo de ella, e inclinándose
hacia su otro zapato —Escuché sobre Delaney —dijo—. Que miedo.
Me levanté, y me giré para que no pudiera verme —¿Escuchaste qué sobre
Delaney?
—Que alguien intentó allanar su casa mientras ella estaba ahí.
—Yo estaba allí —dije. Y eso no era exactamente lo que había sucedido.
—Que suerte para ella, supongo.
Su casa, sus ventanas. Mi mamá creía que ella era el blanco. Yo creía que yo lo
era. Pero era la casa de Delaney, y ella estaba en casa. Estaba en casa sola, hasta donde
todos sabían. Tal vez sí era ella. Empecé a revolver entre el equipo, distraídamente.
—No veo ningún cono —dije.
La escuché suspirar desde algún lugar detrás de mí —Detrás de las redes —
dijo.
Aparté las redes a un lado, con cuidado de no derribar ninguno de los
contenedores de gasolina, y saqué tres montones de conos—los mismos que
utilizamos en las clases de conducir, a juzgar por las marcas de neumáticos y que la
mitad de ellos estaban deformados.
Cogí dos montones y asentí hacia el tercero —Ayudaré —dije.
Ella se levantó y se sacudió el polvo de los pantalones de fútbol. Levantó el
montón de conos y chocó su cadera con la mía juguetonamente al pasar —Ah,
Decker Phillips. Siempre el héroe.
Habló durante todo el trayecto, por los campos de béisbol, la cancha de fútbol
americano, hasta la cancha de fútbol de las chicas. Habló y habló y yo no tuve que
decir nada. Habló sobre gente, sobre todo, sobre nada, y recordé por qué era tan
genial pasar el tiempo con Tara. Te olvidabas de todo lo demás. No había espacio en
tu cabeza para nada más.
Pero unas cuantas chicas del equipo dejaron de hacer carreras de
entrenamiento cuando nos aproximamos. Nos observaban, me observaban a mí, con
ella. Imaginé rumores de Tara y Decker comenzar justo en ese momento, circular por
la escuela, a través de todos, alrededor de todos, directamente hacia Delaney. Dejé
caer los conos en la esquina más alejada, saludé al equipo en general. Levanté la
mano cuando Tara gritó gracias, pero yo ya estaba a mitad del campo de fútbol y no
me giré.
Megan Miranda Fracture
Abrí la puerta del cobertizo. Mis ojos tardaron un segundo en enfocarse por
el cambio de luz. Encendí el interruptor de la luz, listo para abrir la lata de pintura
y terminar con esto. Pero la habitación olía raro. Demasiado a gasolina, no suficiente
a aserrín y sudor y pintura. El suelo estaba más oscuro, como mi casa cuando el agua
se había filtrado en los pisos de madera.
Pero era gasolina.
Uno de los contenedores rojos estaba de lado, el tapón yacía junto a él, y el
piso estaba empapado de gasolina. El contenedor estaba cerca de las redes, que yo
había movido para alcanzar los conos, pero había tenido cuidado. Había revisado.
Cuando me fui, estaban derechos y sellados; estaba seguro.
Y ahora este lugar entero estaba cargado y esperando, a segundos de arder
en llamas. La habitación entera, esperándome.
Esperando una chispa.
Crucé corriendo el campo, como si me persiguiera.
***
El señor Hayes dijo que era un accidente, pero creo que en realidad asumió
que era mi accidente —Está bien —dijo—. Aprecio que me dijeras. Pudo haber
terminado mal.
—Estaba así cuando entré —dije. Viniendo por mí, esperándome.
—Claro, claro. Probablemente uno de los entrenadores lo derribó al salir y no
lo notó.
—Pero el tapón. ¿No debería estar puesto? ¿No es ese el punto del tapón? —
Agua goteando de las paredes. Vidrio destrozado en el piso. Gasolina aferrándose al interior
de mis pulmones.
—Sí, así es. Probablemente alguien olvidó apretarlo —Un tapón abierto. Un
golpecito accidental mientras yo estaba fuera. Una cadena de pequeños errores que
pudieron haber terminado en desastre.
O un evento. Una persona, quitando el tapón, observando mientras la
gasolina se esparcía por el suelo. Esperando por mí.
Pero nadie sabía que yo todavía estaba allí adentro. Para cualquier otro
probablemente parecía que hubiera terminado cuatro días antes, como se suponía
que hiciera. Ahora sencillamente estaba evitando todo, hacía todo mecánicamente.
Contaba los días hasta que se volvieran semanas, las semanas hasta que se volvieran
Megan Miranda Fracture
meses, hasta que todos desaparecieran—en escuelas de todo el país, en trabajos con
largas horas, en apartamentos con amigos.
O desaparecerían de la escuela, se volverían elementos fijos para toda la vida
en este pueblo. No la misma gente. Como los alumnos que se quedaban aquí y se
ponían sus viejas chaquetas durante la celebración de bienvenida, volviendo a ser
las personas que habían sido alguna vez. Nunca los notábamos en el pueblo durante
cualquier otra época del año. Solo ese único día, cuando se convertían en quienes
recordábamos.
Todos desaparecerían. Ahora lo sabía.
Pero no Delaney. Ella siempre estaría aquí, o el fantasma de ella siempre
estaría aquí. Su leyenda. Una imagen de ella, flotando debajo del hielo, arañando
por salir. Viviría en las historias, las advertencias, que dirían generación tras
generación. No toques el lago Falcon. Te quiere. Quiere.
Nunca terminé de pintar el gimnasio. El señor Hayes tenía que limpiar el
derrame. Dijo que él terminaría. Supe que la próxima vez que regresara, las puertas
estarían cerradas.
—Te veo menos ahora que realmente vives aquí —dijo cuando regresé a la
cocina.
—Sí —dije, vaciando la bolsa. Sabía dónde iba todo en esta cocina.
Prácticamente crecí aquí.
Joanne se aclaró la garganta —Y no te preocupes por esas ventanas…
—No lo estaba —dije, aunque por supuesto que lo estaba.
—Bueno, como sea, acabamos de instalar un sistema de alarma —Apuntó al
teclado numérico en la pared—. Así que no necesitas preocuparte, si lo has estado.
—No lo estaba —dije de nuevo.
—Dos-cinco-cuatro-tres —dijo.
—¿Eh?
—El código —dijo.
—Oh, está bien, nos mudaremos pronto.
—Decker, no seas ridículo. Dos-cinco-cuatro-tres —repitió.
Saqué tres contenedores de hamburguesas —Hamburguesas en oferta —
murmuré mientras buscaba espacio en el congelador.
Joanne se puso una mano en la cadera —Tendremos una barbacoa mañana.
Está en el calendario —Apuntó al calendario pegado al costado del refrigerador,
luego sacudió la cabeza para sí—. ¿Soy la única en esta familia que revisa el
calendario familiar? —No deseaba señalar que yo en realidad no era un miembro de
esta familia, y que una vez que me mudara, ya no estaría por aquí—. De verdad, eres
peor que Delaney —dijo.
***
Nos iríamos a Boston en dos días, y yo tenía que estar en esa barbacoa en casa
de Delaney en menos de una hora. Igual que Maya, supongo, porque cuando aparecí
en el sótano de Justin después de la escuela, ella dijo: —Oh bien, puedes llevarme —
como si fuéramos amigos.
Deseaba contarles sobre la gasolina, sobre la sensación de que algo andaba
tras de mí, pero no con Maya allí. Ninguno de nosotros sabía cómo hablar con Maya
allí. Kevin seguía teniendo que hacer una pausa y explicar cosas en medio de una
conversación.
—Necesitamos hacer algo más grande —dijo Janna, descansando su cabeza
en el sillón.
Megan Miranda Fracture
—¿Más grande que qué? —preguntó Maya, y Kevin tuvo que explicar de
nuevo sobre el cobertizo.
—Estoy pensando en Johnny’s —dijo Janna, lo que tenía sentido ya que todos
habíamos comido allí desde que pudimos hacer algo por nuestra cuenta.
—¿Quién es Johnny? —preguntó Maya, y Kevin tuvo que explicarle que era
el sitio de pizza en el pueblo.
—Oh —dijo Kevin—. Mis padres son dueños de ese edificio, Janna, así que
no.
—¿Tus padres son dueños del edificio? —preguntó Maya, pero esta vez Kevin
no respondió.
Janna estrechó los ojos en su dirección —Y tienen el dinero para arreglarlo.
—¿Cuál es el punto? —preguntó Justin—. ¿Si simplemente vuelven a
pintarlo?
—Podrías hablar con tus padres —dijo ella a Kevin—. Hacer que lo dejen.
—Sí, no. Un mensaje espeluznante en un letrero sería malo para los negocios,
lo que sería malo para mis padres. ¿Ves cómo funciona?
—Sí, veo cómo funciona —dijo, con palabras cortantes y agresivas—.
Entonces piensa en una idea.
Esta sería la ocasión cuando Carson intervendría y le diría a su hermana que
se calmara, que dejara de ser tan mandona, y la rodearía con un brazo y diría algo
como: No se lo tomen en cuenta, está enojada por un examen de matemáticas. A -. Vaya
decepción. Y le sonreiría. Ella rodaría los ojos. Y terminaría. Pero ahora, el silencio tan
solo se asentó.
—Voy a irme —dijo Janna, y yo dije un adiós más fuerte de lo necesario,
intentando sacudir la incomodidad.
—Decker —dijo Kevin—. Lo que sea que esté sucediendo con Delaney,
arréglalo de una vez. Luces como la mierda. Está arruinando mi humor.
—Suficiente —dije.
—No —respondió—. Suficiente tú. Ruptura, bien. Pero los ojos desanimados,
melancólicos y enojados se acaban. Es incómodo. Cada almuerzo me da como un
dolor de cabeza por la tensión o algo —dijo. Giró los hombros hacia atrás—. Creo
que me está dando dolor en el cuello —Durante un segundo, creí que Maya le
susurró ese discurso a Kevin al oído. Pero Maya miraba fijamente detrás de mí. A
una Janna silenciosa y congelada.
Megan Miranda Fracture
—Me estás bloqueando la salida, Kevin —Estaba irritada, como si algo nos
estuviera forzando a estar juntos. Él le arrojó las llaves desde el sillón.
—¿Sexista? —preguntó ella.
—¿Cómo demonios eso es sexista? Te estoy confiando mi coche. Eso es lo
opuesto a sexista.
Necesitaba salir. Odiaba las brechas de silencio. La forma en que la ausencia
de Carson podía llenar esta habitación. La forma en que nos apartaba, en lugar de
unirnos —Vamos, Maya —dije. Ella intentó recargarse en Kevin, para despedirse de
la forma en que siempre se despedía, pero el brazo de él se puso rígido y se apartó.
Kevin me miraba como si la actitud de Janna también fuera de alguna manera
mi culpa.
—¿Qué? —pregunté.
Él reclinó la cabeza en el sillón, como solía hacer Janna cuando estaba
pensando —Tan solo quiero que todo regrese a ser como solía ser —Pero yo no veía
cómo eso era posible cuando uno de nosotros ya no existía.
Janna regresó mientras Maya recogía su bolsa. Tendió las llaves sobre su dedo
en dirección a Kevin, pero no se acercó más. Él extendió la mano, con la palma hacia
arriba, aún sentado en el sofá. La habitación estaba en silencio. Incluso Maya dejó de
revolver en su bolsa para observar. Janna lentamente inclinó la mano y la llave se
deslizó de su dedo en cámara lenta.
Colisionó con el duro suelo del sótano, destrozando el silencio.
La alarma del coche se encendió en la distancia. Debía haber presionado el
botón de pánico al caer. Pero Janna la dejó allí. Kevin la dejó allí. La alarma retumbó
en nuestros oídos. Fui a levantarlas, para silenciar el maldito ruido, para poner un
fin al empate.
—Espera —dijo Kevin mientras se levantaba del sillón. Caminó hacia Janna.
Se agachó para recoger las llaves, presionó un botón para silenciar la alarma
mientras se levantaba. Y al levantarse, rodeó a Janna con los brazos, jalándola hacia
él. Le susurró algo en el oído, y ella empezó a sollozar en su pecho, como si Carson
acabara de morir de nuevo. Y Kevin tenía su otra mano sobre los ojos, con el rostro
descansando sobre el hombro de ella.
Justin dijo: —Mierda —Y se dobló a la mitad sobre el sillón, con la frente
descansando en las manos.
Sentí que mi interior se doblaba a la mitad. Lo sentí morir de nuevo. Ahora
mismo.
Megan Miranda Fracture
—Oye, Delaney. Te amo, lo sabes —Se lo había dicho antes, más de una vez,
pero nunca arrodillado entre sus piernas, con la mano a mitad de su falda, donde
podía sentir su pulso acelerándose. Ella asintió y la besé en la boca y movió la mano
y casi perdí la cordura cuando ella cerró los ojos y se inclinó hacia mí. Perdí la
cordura completamente cuando susurró mi nombre y me acercó más, respirando en
mi oído.
Después no le dije que era hora de irse. Pero la jalé para levantarla, y observé
cómo su falda se bajaba. Me besó en despedida, presionando cada parte de ella
contra cada parte de mí.
Cruzó la habitación y sonreí; o seguía sonriendo, y dije: —Ten un buen vuelo.
Ella abrió la puerta delantera, miró sobre el hombro y sonrió como si supiera
un secreto. Un lado de ella que yo nunca antes había visto.
Y de todos los momentos que sucedieron entre ese día y este, ese era el que
más recordaba. El que me hizo sentir como si no hubiera conocido todo de ella hasta
ese día. Que cada aspecto de ella —los que mostraba y los que no— eran míos. Y
algunos eran tan solo míos.
Incluso ahora, me estremecía saber que ella estaba pensando en ese momento
horas después, en el avión. Que se distrajo de su miedo a volar al pensar en eso. Que
lo pensaba en este mismo segundo mientras caminaba detrás del sillón, camino al
baño.
—Entonces, supongo que realmente debes extrañarme ahora mismo —dije.
Las palabras supieron viles al salir, se sintieron como ácido en el aire. Quemaron su
piel, quemaron sus ojos, quemaron todo entre nosotros.
—¿Qué dijiste? —preguntó, rodeando el sillón. Me miró fijamente, pero yo
no podía mirarla a ella. También sentía las palabras quemarme—. Por supuesto que
te extraño. Te extraño todo el tiempo, pero no hagas eso —dijo, y observé sus pies
recorrer el pasillo. Me dejaba odiarla, me dejaba estar enojado, pero esto no—. No
—dijo de nuevo, el segundo antes de azotar la puerta.
No nos hagas algo ordinario.
No nos hagas no importar.
No nos des por terminado.
Megan Miranda Fracture
Maya estaba parada junto al sillón cuando Delaney regresó —Mi mamá acaba
de mandar un mensaje —dijo, sosteniendo su teléfono—. Me necesita en casa.
¿Alguna oportunidad de que alguien me dé un aventón?
Joanne salió de la cocina con un contenedor Tupperware de ensalada de
patata —¿Qué hay de una hamburguesa para el camino? ¿Para tu mamá?
—Un momento —dijo Maya, tecleando en su teléfono—. No gracias —dijo.
—No tienes que irte —dijo Delaney—. Vamos, mi mamá hace un pastel de
manzana para morirse.
Pero Maya volvió a agitar su teléfono —Sí —dijo—. Sí tengo que irme.
Joanne dijo: —Delaney, llévala a casa.
Joanne no siempre entendía a Delaney. No comprendía cada giro de sus
pensamientos, cada tono de voz, pero yo sí.
Delaney sonrió falsamente y se dirigió a la puerta principal, pero yo sabía.
Maya tan solo quería una excusa para salir de aquí. Honestamente, hoy no podía
culparla.
Después de la cena, caminé con mi mamá hacia nuestra casa. Abrió la cochera,
que permanecía perfectamente funcional, sin daño por agua. Una luz separada,
accionada por batería y no conectada al resto de la casa, colgaba del techo con su
propio interruptor. Ella la encendió, y la habitación se llenó de un brillo amarillo.
—Podría acampar aquí —dije. Ella se rió. Yo solo bromeaba a medias.
Tenía libros y papeles esparcidos encima de la capota del coche gris de mi
papá, que estaba allí sin utilizar, provocándome. Como si él estuviera aún aquí, en
esta casa. Me preguntaba si ella planeaba venderlo. Me preguntaba si me lo daría si
se lo pedía, si lo quisiera.
—Quiero tu opinión sobre los pisos —dijo.
—¿Los pisos? —pregunté, intentando descubrir de qué estaba hablando.
—Sí, el color. Tenemos que reemplazarlos, así que estoy intentando decidir
qué quiero.
—Lo que quieres —dije. No podía procesar eso. Lo que quería, como si todo
esto fuera una excusa para hacer cosas en la casa. Podía ver por qué la aseguradora
decía que nos estaría observando con mucha atención—. ¿Qué tenían de malo los
pisos que teníamos?
Megan Miranda Fracture
Dejó escapar una respiración lenta —Es una condición que puede afectar tu
cuerpo entero, pero afectó mayormente a su corazón. Tenía depósitos por todos
lados para cuando tuvo algún síntoma. Lo estaban supervisando… hicieron lo que
podían. Pero, Decker, sabíamos que no había cura para la amiloidosis cardiaca. Lo
siento mucho.
Era como si estuviera disculpándose porque nadie más podía.
—¿No podían tan solo darle un nuevo corazón?
Pude sentirla sacudiendo la cabeza. Susurró: —No, no podían. Tan solo
volvería. Era parte de él.
Apreté los dientes. Sacudí la cabeza. Sentí que la ira me atravesaba de nuevo
—¿Y eso era todo? —Odiaba sentir que él se fue gradualmente. Deseaba que fuera de
la clase que combate a la muerte, hasta el final.
—Estaba tomando medicina, Decker. Intentaba ralentizarlo. Lo estábamos
supervisando… lo hacíamos. No creímos que sería tan pronto —Sentí su peso, como
había sentido el de mi papá cuando cayó al suelo. Y me di cuenta que habíamos
cambiado posiciones. Yo la sostenía a ella.
Todos los demás actuaron como si yo fuera un héroe porque la había salvado.
Nadie recordaba lo que sucedió el momento antes, cuando la dejé.
Ella sencillamente… me perdonó. Me preguntaba si yo podría hacer lo
mismo. Si podría forzar las palabras y obtendrían significado en el trayecto de mis
pulmones a mis labios. Si se volverían reales.
Abrí la boca, pero ella levantó la mano —Y sé que no se supone que diga esto,
porque tu papá murió y me odias y ni siquiera puedes ir a tu propia casa. Y ahora
estás aquí atorado con una chica a la que ni siquiera puedes mirar, en un lugar en el
que no quieres vivir, y apesta. Pero esta es mi casa. Así que finge. No es tan difícil.
Mira, yo estoy fingiendo ahora mismo.
Sonreí de verdad porque era tan ridículo. No estaba fingiendo nada; estaba
diciendo exactamente lo que pensaba —¿Exactamente qué estás fingiendo? —
pregunté.
—Estoy fingiendo que esto… —Agitó las manos en el espacio vacío entre
nosotros—, no me está matando.
Tragué el nudo en la base de mi garganta —¿Algo más?
—Sí —dijo. Y eso era exactamente como Delaney. Ignorar mi sarcasmo—.
Cuando te termines la maldita leche, no la regreses al maldito refrigerador.
La miré entonces, mientras se alejaba, con el cabello cayéndole a mitad de la
espalda. Y la verdad es que la intercambiaría de nuevo. Haría el mismo trato. Ella
por cualquiera.
Incluso ahora.
Me revolvió el estómago saber eso.
—¿Tengo un turno para hablar ahora? —pregunté.
—Lo siento —dijo—. El tipo que vive en mi casa está demasiado molesto
conmigo para permitirme ir con él a la escuela, así que tengo que alcanzar el autobús.
Punto: Delaney.
—Nunca dije que no pudieras.
—No, sencillamente te fuiste sin mí. Lo bueno es que soy lo bastante
inteligente para leer entre líneas.
Escuché la voz de Maya en mi cabeza, diciéndome que madurara —Solo
dame un segundo —Le arrojé las llaves, y para cuando salí, ella estaba sentada en el
asiento del pasajero con el motor encendido, leyendo un libro.
La escuché girar las páginas mientras conducíamos. Podría cronometrar el
reloj. Pero cada pocos minutos se detenía y hacía una nota en el margen. Para la
Megan Miranda Fracture
Capítulo 8
Traducido por Leenz
estaba su madre, que la casa no había cambiado, solo la rampa para la silla de ruedas
en los escalones del frente.
Kevin me había dicho que nunca entró. Ni cuando iba a buscarla. Me dijo que
pasaban la mayor parte del tiempo en el asiento trasero de su coche. No se quejaba.
Maya nos vio llegar y colgó su mochila en sus hombros. No su mochila
escolar. Algo más grande. Ella miraba sus pies mientras caminaba hacia la
camioneta, pero se detuvo cuando vio a Kevin bajar del asiento de pasajeros.
—Pensé que dijiste que venías en un auto prestado —dijo ella.
—Así es —dijo él—. Incluso traje un conductor —Él apostó a la frivolidad.
Ella no le creyó.
Me miró a mí, sentado en el asiento del conductor.
—Maya, sube al coche —dijo Kevin—. Ya es tarde. La próxima vez, toma el
autobús.
Ella cruzó los brazos sobre su pecho y gritó hacia mí en el coche.
—¿No es mi novio el más dulce? —Me preguntó.
—¿En serio? —dijo Kevin, cruzando los brazos por su espalda—. ¿Quieres a
otro a quien mandonear? Fíjate si alguien más viene hasta aquí y te da un maldito
aventón —Sabía a dónde iba todo esto. Cómo esto inevitablemente se daría vuelta.
Kevin no cedería. Se pondría terco y caprichoso, no daría su brazo a torcer, ella se
enojaría y amenazaría con irse, y Kevin no haría nada por detenerla.
Estaba a punto de presenciar una ruptura. Miré mi reloj, sacudí mi cabeza.
Salí del coche —Vamos —dije—. Necesito regresar a clases.
—Lamento arruinar la mañana a todos —dijo ella—. Pero la razón por la que
necesitaba un aventón, Kevin, es porque necesito ir a la estación de autobuses. Lo
sabrías si escucharás la mitad de lo que digo.
Ella se tragó sus lágrimas y tiró su gigante bolsa en el suelo.
Recogí su bolsa antes de que pudiéramos averiguar si Kevin lo iba a dejar allí.
Si la iba a dejar a ella allí. Antes de que esto se fuera cuesta abajo.
—¿Vas a faltar a la escuela? —pregunté. Estábamos preparando una excusa
para faltar un día por el viaje a Boston. Ella no, asumí.
—Odio estar sola —dijo ella. Rozó a Kevin al pasar a su lado. Él inclinó su
cabeza hacia atrás e hizo una mueca de exasperación. La abrazó por la cintura, la
apretó hacia él y la besó. No era mi intención estar parado allí observando; es solo
que nunca vi a Kevin ceder de esa manera.
Megan Miranda Fracture
—Lo siento —dijo él—. Llegué aquí lo más rápido que pude. Te llevaría
conmigo si pudiera.
Cerré la puerta del coche. Me preguntaba qué tan enferma estaba la mamá de
Maya que ya sentía que estaba sola.
Casi esperaba que Kevin se deslizara en el asiento trasero con Maya, eso
implicaría lo mucho que ignoraban mi existencia. Pero Kevin tomó el asiento junto
a mí y nos quedamos en un silencio completamente incómodo. Aclaré mi garganta.
—No sé dónde está la estación de autobuses.
Kevin suspiró. Ruidosamente. Como si toda esta situación tuviera diecisiete
capas de repugnancia.
—A un par de kilómetros por la autopista. Detrás del Burguer King —dijo
Maya.
—Eso es como, casi diez kilómetros —dije.
—No era mi intención que perdieras tus clases —dijo ella, con voz suave. Lo
hubiera creído si no fuera por que escuche el otro costado de ella una vez.
—Está bien —dijo Kevin—. Perdón por no haber llegado antes. Y, por cierto,
solo pedí prestado el coche. No al conductor. Él no me confío su bebé.
—Ah, confío en ti para manejarlo —dije—. Es solo que no sabía que planeabas
hacer en él.
Kevin se rió, lancé una mirada en el espejo retrovisor para ver si ella lo hacía
también, pero no prestaba atención. Estaba revisando su cartera mientras yo tomaba
la autopista.
—Ok, esto es embarazoso —dijo ella—. ¿Alguna chance de que me presten
dinero para el pasaje?
Kevin sacó su billetera y tomo su solitario billete de veinte dólares. Ella lo
tomo entre sus dedos y pregunto: —¿No tienes más dinero?
—Lo siento, no tengo.
—¿En serio? Eres muy rico. Todos sabemos eso.
Los ojos de Kevin se agrandaron. Es verdad. Lo era. Todos lo sabíamos. Él
tenía un maldito auto de repuesto. Sus padres tenían edificios. Pero nadie se lo echaba
en cara, nadie le había pedido dinero, nadie esperaba que nos invite algo solo por
eso. Él estaba aquí, en medio de la nada, como el resto de nosotros.
—No —dijo él—. Mis padres son asquerosamente ricos. Yo tengo que trabajar
si quiero dinero.
—Claro —dijo ella—. Estoy segura de que compraste ese coche por ti mismo.
Megan Miranda Fracture
Él sonrío. Casi —Ella no suele ser así, sabes. ¿Recuerdas? Dios, ella era tan…
perfecta en el verano.
Yo no estaba totalmente de acuerdo con esa afirmación, pero elegí quedarme
callado.
—Como sea —dijo él —No puedo romper con ella ahora —Sabía por qué.
Pero, aun así.
—No es que ella sea exactamente amable —Probablemente no debí decir eso.
Si alguien dijera eso sobre Delaney, me habría enfurecido. Pero tampoco creo que el
asunto con Maya fuera más allá de lo superficial. O, tal como él dijo, de la parte
trasera de su auto.
—Yo tampoco lo soy —dijo él. —¿Sabes lo que pasó con Tara?
—La dejaste.
—¡Ja! Eso hubiera sido algo amable. No, hice que ella lo haga. Le pregunté si
le importaba que saliera con Maya la noche siguiente —Él hizo una mueca. Sacudió
su cabeza—. Le importaba.
Pensé en Kevin en el funeral de mi padre. Kevin en mi casa, con su cara
pegada contra la ventana, sin permitir que me quedara solo. Kevin empujando la
silla para Delaney en el almuerzo.
—Eres amable —le dije—. Pero también eres un idiota.
Regresamos a la escuela a mitad del segundo período. Los pasillos estaban
vacíos.
—Te debo una —Me dijo antes de entrar a su salón de clases y saludar a su
profesor.
—Disculpe. —Escuché que dijo—. Problemas de chicas.
Caminé por el pasillo al ala de Historia e Idioma, pero me detuve una clase
antes de la mía. Vi a Delaney en la parte frontal de la clase, sus ojos seguían al
profesor mientras camina de atrás hacia adelante por el salón, la punta de su lápiz
descansaba en su labio inferior.
Di la vuelta antes de llegar a mi clase, giré y regresé—ella miraba por la
ventana, su cabeza descansaba en su mano. Meditando sobre algo.
Pasé por allí de nuevo y ella escribía. La luz del exterior golpeaba su
escritorio, y tenía una mano alrededor del papel, cubriendo las palabras mientras las
creaba.
Una vez más. Iría una vez más y luego regresaría a clases. Pero mientras
giraba, la puerta se abrió y ella corrió hacia el pasillo en otra dirección, revolviendo
Megan Miranda Fracture
su mochila mientras caminaba. Se desvío hacia el ala que llevaba al baño de chicas,
puso su mano sobre un oído, presionando el celular con la otra mano y susurró: —
¿Hola?
Estaba cerca. Más cerca de lo que debería estar. Justo afuera del baño. Si ella
no estuviera escuchando atentamente a la persona del otro lado del teléfono, me
habría oído. Di un paso hacia adentro del pasillo que llevaba a los cubículos.
Ella asentía y decía: —Sí. ¿Diez? Si, puedo hacerlo —Colgó y pude ver su boca
recitar algo para memorizarlo.
—¿Quién era? —pregunté sin pensarlo.
Ella se sobresaltó. Puso su mano sobre su corazón. Hizo una pausa muy larga
antes de responder —Un amigo.
Maya se había ido. Todos estaban en clases. Yo estaba parado frente a ella.
Un amigo.
Estaba mintiendo. Escondía algo. ¿Cuánto de ella escondía de mí?
La miraba fijamente, cosa a la que no tenía derecho en realidad, y dijo —¿Qué
estás haciendo aquí?
Me encogí de hombros y dije —Llegue tarde a clases —Luego me di cuenta
de que se refería al hecho de que estaba técnicamente en el baño de mujeres, entonces
le dije —Luces… como si algo anduviera mal.
Ella miró su teléfono. Luego a mí. Presionó sus labios y asintió. Pero antes de
que tuviera la certeza de que lo guardaría como un secreto, antes de tener la
seguridad de que no iba a decírmelo, dije: —Está bien. No necesitas decírmelo. Digo,
lo que hagas ahora no asunto mío, ¿verdad?
Ella puso una mano en la pared —¿Quieres saberlo o no, Decker? —Me
preguntó. Significado sobre otro significado.
Escuchamos unos pasos y di un paso más cerca de ella. Nuestra respiración
compartía el mismo espacio.
Escucha. Pasos en el pasillo; ella conteniendo la respiración. Esperanza.
Pupilas negras, que se dilatan.
El peso de mi padre mientras se desliza por el piso.
Su rostro pálido cuando salió de mi casa.
Su rostro pálido mientras la sacaba del lago Falcon.
Sentí mis pulmones buscar aire, pelear entre ellos por aire, sentí que no
ingresaba nada. Regresé al pasillo lo más pronto posible mientras oía desaparecer
Megan Miranda Fracture
los pasos, corrí hacia el baño de chicos y mojé mi cara con agua fría, intentando
borrar la imagen.
Abrí mis ojos y vi su reflejo en el espejo distorsionado que esta sobre el lavabo,
como si flotara, hundiéndose. Moví mis dedos a lo largo de la imagen.
—¿Estás bien? —Me preguntó. Giré. Ella estaba justo detrás de mí. En el baño
de hombres.
—En mi mente, te veo morir. Todo el tiempo —Ella se puso pálida, tal como
en mi visión—. En mi mente aún estás muerta.
Era algo horrible para decir, por lo cual nunca se lo había dicho antes. Era
algo horrible que no tenía que saber. Era algo horrible para pensar.
—¿Es… esa una de las razones del pánico?
Le escondía cosas y ella me escondía cosas, y me preguntaba si habría algo—
algo desde antes—que ya estaba roto entre nosotros. La falta de confianza que
empezó el día en que la deje en el lago. Si lo de mi padre fue solo lo que le dio un
nombre.
—Es la única razón —dije —Cada vez.
Era muy fácil ser honesto con ella cuando no estábamos juntos. Cuando no
estaba preocupado por no herir sus sentimientos—algo que ya había hecho. Imaginé
que no podía ser peor. Estaba equivocado. Ella asintió y se fue, lentamente. Sus pasos
fueron silenciosos mientras salía del baño. Para cuando salí al pasillo, ya se había
ido.
Observe la esquina, esperando a que ella regrese. Tenía que saber. No quería
saber, pero el no saber me volvía loco. Terminé con ella y ella siguió su vida, que es
lo que la mayoría de la gente hace. Eso es lo que se supone que sucede. No. Yo
terminé con ella. Se suponía que yo siguiera adelante. Ni siquiera pude mover la
maldita mecedora donde estaba sentado, por miedo a perderme el sonido de su
regreso. O el sonido de ella susurrando a alguien a la distancia. En mi mente, no la
vi morir. La vi en la habitación de alguien más, en la cama de alguien más, con la
sonrisa que ella siempre reservó para mí.
Pero menos de media hora después, escuché sus pasos viniendo de la otra
dirección. Delaney venía por la otra calle. Corrección: ella corría por la calle. Me
levanté y observé detrás de ella, viendo si alguien la seguía, pero estaba sola. Su
cabeza estaba baja, así que no me vio hasta llegar a los escalones, donde la esperaba.
Miró primero mis zapatos. Sus mejillas estaban encendidas y prácticamente
jadeaba por aire. Dio un traspié sobre los escalones y se sentó, cerca de donde yo
estaba. Me apoye sobre la barandilla del porche, aparentando una tranquila
indiferencia.
—¿Qué demonios estás haciendo? —Le pregunté. Demasiado como para lucir
tranquilamente indiferente.
Ella se apoyó sobre sus hombros y ladeó su cabeza. Miré las formas de las
nubes mientras ella exhalaba, aun recuperando el aliento.
—Correr —dijo ella. Supongo que sus planes de ver a alguien no eran para
esta noche.
Y luego la miré de cerca: pantalones cortos grises, camiseta manga larga,
zapatillas. La sentí mirarme mientras lo comprendía. Miré hacia la noche.
—Odias correr.
—Si —dijo ella. Se paró y sacudió su pantalón —Pero la única cosa en la que
pienso cuando corro es lo mucho que odio correr.
Y pensé: eres perfecta.
—Se supone que va a llover —dijo—. En Boston.
—¿Eh?
—Paraguas —dijo ella—. Empaca uno. Hay uno escondido en el armario.
Y luego entró a la casa, presumiblemente a su habitación, y yo me preguntaba
cómo podía hablar de paraguas mientras yo intentaba adivinar cómo no querer
sonreírle, aunque estuviera furioso con ella.
Megan Miranda Fracture
Capítulo 9
Traducido por Sigfried
Nos montamos en uno de esos aviones que tienen hélices. Lo cual lo hacía
ruidoso. Incluso más ruidoso porque estaba sentado sobre el ala. Y estar sentado
entre Kevin y el ala lo hacía aún peor. Justin sacó la cara por el hueco de nuestros
respaldos.
—¿Cuándo crees que construyeron este avión? ¿En la Primera Guerra
Mundial?
—Señor, por favor tome asiento —La asistente de vuelo le tocó el hombro y
lo empujó hacia abajo con delicadeza. Ella sonrió, pero se notaba que no buscaba
estar en ese vuelo, con veinte adolescentes sin padres. Ninguno de los otros
pasajeros parecía divertirse, tampoco. Justin se volvió para hacerle una pregunta.
—¿Y si un pájaro quedase atascado en esas hélices? Lo vi una vez en las
noticias…
—El pájaro muere —respondió, con la cara como una piedra. Kevin puso esa
mirada que significaba que ahora estaba concentrado en la asistente de vuelo. Me
puse los auriculares. Ella se inclinó sobre Kevin y me quitó uno de ellos—. La puerta
está cerrada. Hasta que no lleguemos a los tres mil metros los aparatos electrónicos
deben permanecer guardados y apagados.
Kevin masculló, lo suficientemente alto como para que ella lo escuchara.
—Yo estoy completamente encendido ahora mismo —Lo suficientemente
alto como para que Janna, que estaba junto a Justin, lo escuchara.
—En serio, ¿cómo puede Maya aguantarte? ¿Cómo puede alguien hacerlo?
—Janna —Escuché decir a Justin—, explícamelo de nuevo. ¿Cómo se
mantiene el avión en el aire?
—Oh, Dios mío. Alguien, que cambie su sitio con Justin, antes de que mi
cerebro explote.
—Encantado —dije, pasando por encima de Kevin.
—¡Siéntense! —exclamó la asistente de vuelo desde la parte trasera del avión.
Le lancé mi mejor sonrisa de disculpa, aunque no funcionó. En su lugar, vi a
Delaney. Ella estaba sentada cerca de la parte trasera, y agarraba el posa brazos con
Megan Miranda Fracture
maldición. Así que al final, dejé que tomara la culpa. Resulta que era un cobarde,
después de todo.
—Es alfabético —dijo Janna, mientras nos metíamos en el ascensor juntos. Era
por eso que Justin compartía habitación con Parker Banyon.
Megan Miranda Fracture
Pensé que tal vez saldría a correr otra vez, pero llevaba vaqueros y su cabello estaba
suelto.
A veces sentía que estaba persiguiendo a un fantasma, por la forma en que
ella vivía alrededor de mí mirada. Como si supiera de su existencia, pero tratara de
ignorarla, para algunos días acabar siguiéndola hasta el sótano, donde nada bueno
podría pasar nunca.
Como ahora.
La seguí a través de la multitud—caminaba concentrada, como si supiera
exactamente a donde iba, lo que era raro, porque no conocía el área. Entonces temí
que ella pudiera estar sintiéndose atraída hacia alguien, y que lo estuviera siguiendo.
Comencé a andar más rápido para mantener el ritmo.
Ella frenó de golpe unas cuadras más allá, al límite de Boston. Se quedó sobre
la hierba, mirando fijamente al río, como si la hubiera llamado. O como si la atrajera
hacia sí—tal vez nunca podría escapar del tirón del agua, que la quería de regreso.
Se sentó con las piernas cruzadas en el borde, como si imaginara su futuro
aquí. Pero esta vez, yo no podía imaginarlo.
Mis piernas me llevaron hacia delante, con audacia, debido a la multitud. La
manera en que podía desaparecer en ella, hacerme invisible. Hasta que estuve a
pocos pasos detrás de ella, viendo el viento levantar el agua.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó ella, y me sentí expuesto.
—¿Qué estás haciendo tú? —repliqué.
Su espalda se puso rígida, y me di cuenta de que no me hablaba a mí. Parecía
nerviosa mientras se ponía de pie—casi tanto como yo lo estaba. Ella no era un
fantasma. Era una droga que no podía dejar de tomar. Un hábito que no podía
quitarme de una patada. No podía entender como no podía alejarme. Incluso ahora.
—¿Me estás siguiendo? —Por supuesto que la estaba siguiendo.
—Salí a dar un paseo.
Todo era diferente lejos del lago. Como si fuéramos personas sin historia.
Puede que este fuera nuestro futuro—puede que vengamos aquí, y nos reunamos,
dentro de un año, tal vez dos, y solo… hablemos. Como si el pasado no importara.
Como si no la hubiera dejado en el hielo. Como si ella no me hubiera traicionado por
completo. Delaney quería que fingiera. Y fingí. Me senté en la hierba, y ella se sentó
a mi lado, a unos cuantos metros de distancia —¿Qué escuelas vas a visitar mañana?
Megan Miranda Fracture
Había una lista, y se suponía que teníamos que reunirnos al día siguiente en
el vestíbulo principal con un profesor específico. Yo todavía estaba bastante
indeciso. Probablemente acabaría yendo donde fuera Kevin.
Delaney pateó la hierba del suelo. Miró las luces de la calle, como si estuviera
ganando tiempo.
—No voy a perseguirte ni nada de eso —dije.
—Eso es un hecho.
Ahora me estaba irritando. Yo me esforzaba y ella ni siquiera parecía intentar
seguirme —No es una pregunta capciosa —dije.
—No voy a ninguno —dijo ella.
No era lo que esperaba.
—¿Has cambiado de idea con respecto a Boston? —¿Era por mí? Quería que
fuera por mí.
—No. Solo que tengo otros planes…
Otros planes —Porque…
—Porque tengo una cita con un muchacho —Estiró y dobló de nuevo las
piernas—. Un muchacho que está realizando su postgrado. Investiga, sobre, ya
sabes…
No, no lo sabía. Y luego lo entendí —¿Cerebros?
—Más bien, feromonas. Pero relacionado con los cerebros. Así que, sí.
Eso es lo que le había dicho ella a mi padre. Había dicho que era algo como
feromonas. Me pregunté si lo había estudiado durante algún tiempo. Pero nunca me
había dicho nada.
—No entiendo… por qué necesitas hablar con este hombre —Pero lo que
quería decir era “no entiendo por qué necesitas hablarle a este hombre de ti”. Se
sentía privado. Frágil.
—Porque no lo comprendo, ¿no lo entiendes? —Pensé en su cuaderno. Los
números, sin sentido —A veces, todo tiene sentido; alguien está enfermo y va a
morir. Pero otras veces, no podría decirlo, como con la madre de Maya…
Mi estómago se revolvió. Ella, seguía viva. Mi padre, no —¿Por qué sigue
viva?
—No, porque no puedo sentir nada. Solía sentir la atracción hacia allá. Y la vi
una vez, sentada fuera con Maya frente al lago, en una silla de ruedas. Y regresé a
casa, porque recuerdo que pensaba… recuerdo que pensaba que no les quedarían
muchos momentos juntas —Me pregunté si sabía lo que estaba diciendo—. Pero
Megan Miranda Fracture
ahora cuando voy a su casa a recogerla… no hay nada. No siento nada. Pensé que
tal vez estaba desapareciendo. Le pregunté a Maya si su madre estaba mejor, porque
no la había visto, y seguí preguntando, pero siempre me decía que todo seguía igual.
Entonces pensé que tal vez yo estaba mejorando, y… luego…
Mi padre.
—No lo entiendo… —susurró.
—¿Y piensas que un extraño te podrá ayudar a entender?
—No es un extraño del todo. He estado hablando con él —dijo ella—. Y ahora
tengo una cita.
—¿Ya se lo has dicho?
—No. La verdad es que no. Su estudio se centra en la idea de que los humanos
tenemos la habilidad de sentir feromonas, que nuestros cuerpos pueden responder
involuntariamente a señales que, típicamente, solo otros animales responden. Pero
eso se convirtió en algo latente, o algo así. Así que le envíe un e-mail, diciéndole que
yo podía. Le dije que tenía el cerebro dañado. Le dije que había cambiado. Me llamó
y me pidió que viniera. Le dije que ya tenía planes de estar por aquí.
Eso sonaba al equivalente de una cita a través de Internet, como si estuviera
quedando con un extraño en un bar y tuviera que cruzar sus dedos porque él no
estuviera allí por otra razón. Sabía que ella era más lista que eso, probablemente
había hecho sus deberes, pero me hacía sentir que estaba fuera de control. Me hacía
sentir que ella estaba fuera de control.
Todo estaba fuera de control. Nada salía como se había planeado. No como
nuestros planes. No como los míos.
Su teléfono sonó, ella frunció el ceño, luego lo silenció. Estiró las piernas en
el césped frente a ella.
—Además —dijo ella—, no tengo ni idea de qué hacer en la universidad, de
todas formas —Que fue lo más no-propio-de-Delaney que podría haber dicho.
Me encogí de hombros —Puedes hacer lo que quieras —No importa lo que
escogiese, sería muy buena en ello. Nada podría detenerla. Ni un coma. Ni Troy. Ni
yo.
—No, me refiero a que no sé lo que se supone que debo hacer.
—Bueno, por todo lo que he aprendido de todas esas películas sobre la
universidad, aparentemente, debemos ser irresponsables e ir sin dirección. Yo, por
mi parte, estoy entusiasmado con la idea.
Ella rodó los ojos, tratando de no sonreír.
Megan Miranda Fracture
Kevin movió la cabeza hacia un lado, haciendo un gesto para que me acercara
a él.
—No vas a creer esto —dijo, su boca se dividía en una amplia sonrisa—.
Hemos sido desalojados.
—¿Por quién?
—Justin.
—Tonterías —dije, caminando hacia nuestra habitación.
—Y Janna —Añadió. Me detuve.
—No.
—Desearía estar mintiendo —dijo, pero a pesar de todo seguía sonriendo—.
Oh, créeme, ojalá mintiera. Estaba para la revisión a las nueve, la cual te saltaste,
para tu información, y después de eso bajé al bar para ver si me servían. Lo cual no
hacen, para tu información. Y también, aparentemente, es donde los profesores
pasan el tiempo. Divertido.
—¿Y?
—Bien. Vuelvo arriba y hay alguien en mi cama, solo que son dos personas en
mi cama y todo lo que dice Justin es “mierda, pensaba que estarías fuera toda la
noche”. Y yo digo “¿Cómo demonios has entrado aquí? ¿Y quién demonios es esa?”,
y Justin responde “Tomé la llave de la billetera de Decker”, así que ya sabes, tal vez
quieras vigilar tu mierda. De todas maneras, intentó esconderse, pero era ella,
definitivamente.
—¿Estás seguro? —pregunté. Me costó imaginarme a Justin con Janna. Por
otra parte, tampoco es como si hubiera prestado mucha atención.
—La pregunta que deberías estar haciéndome es, ¿dónde dormiremos?
Capítulo 10
Traducido por Akonatec
Diez. Eso es lo que había dicho por teléfono. Diez. No diez de la noche. Diez
de la mañana. Probablemente se iría alrededor de las nueve. No, era Delaney. Ocho
treinta. Miré el reloj y empecé a arreglarme. Estaba afuera de su puerta a las 8:29.
Abrió la puerta a las 8:34, con un paraguas en la mano, y dio un respingo
cuando me vio –Olvidé traer un paraguas —dije.
Ella sonrió, y se detuvo. Llevo la mano a mi boca, que aún me ardía por el
puño de Justin. Puso la mano en mi labio —¿Qué pasó? —Entonces recordó que
supuestamente no debía tocarme, definitivamente no mi boca, y sacó la mano como
si yo fuera un animal listo para morder.
Me pasé la legua por el labio inferior, que estaba hinchado y herido pero que
ya no sangraba —Pelea. Ni siquiera. Altercado.
Frunció el ceño, y señalé la puerta de baño, donde escuché la ducha correr —
¿Sabes dónde fue Janna anoche?
—No tengo idea donde estuvo anoche.
—En mi habitación —dije, y Delaney se puso de un color horrible, como si
fuera a vomitar. Se veía como cuando escuchó a Kevin hablar de mí y de Tara.
Le tomó hasta el mes de mayo preguntarme finalmente sobre Tara. No tanto
preguntar como asumir. Habíamos salido con Kevin, que hablaba de Tara—
específicamente de él y Tara—y se giró hacia mí y dijo —Bueno, tú sabes —sin
importarle que Delaney estaba justo ahí. Como dije, él podía ser un verdadero
imbécil.
Y Delaney se veía como siempre que estaba a punto de vomitar.
—Eh, no, no lo sé —dije.
Y Kevin miró a Delaney y dijo —Ups.
Ella no dijo nada. No hasta que estuvimos en el auto —Bien, acerca de eso —
dije.
—No —dijo, y puso las manos sobre sus oídos como hacia cuando tenía diez
—Lo odio, ¿de acuerdo? Lo odio. No quiero escucharlo. Y no quiero… imaginarlo.
Megan Miranda Fracture
Mi historia con Tara era algo que desearía poder borrar, pero no podía. Pero
pensé en el recuerdo de Delaney y Carson en mi sofá, y entendí. No podía soportar
pensar en eso. Así que no lo hice.
—Me enferma físicamente. Como que quiero vomitar. Odio que ella te
conozca así —dijo, con su cabeza contra la ventana. Me tomó un segundo darme
cuenta de lo que quiso decir.
—Oh —dije—. Oh. No. Uh-uh. Nosotros nunca. No lo hice.
Estábamos en un semáforo y desvié los ojos hacia ella por un segundo y añadí
—No lo he hecho.
—Oh —dijo. Entonces puso los pies sobre el tablero, y todo su cuerpo pareció
relajarse. La luz cambió a verde, y pensé que la conversación había terminado. Nos
estábamos moviendo de nuevo cuando dijo —¿Quieres? —Moví el pie al freno, y el
auto detrás de mí tocó la bocina, sacudiéndome a la realidad.
Reí. Accioné los limpiaparabrisas por accidente cuando buscaba el
intermitente.
—Quiero decir —añadió—, hipotéticamente. En general. No, como, ahora
mismo.
Y pensé: Sí, ahora mismo. Observaba el tráfico. Observaba el camino —No en
general —dije—. Sí, contigo.
—Está bien—dijo, y pasé esa noche y las tres siguientes preguntándome qué
diablos había querido decir con eso. Como, está bien, ¿sí?O, está bien, que bueno
saberlo. Debería haberle preguntado. Debí haber dicho esas cosas del estilo si estás
lista, cuando estés lista, pero está bien si no lo estás.
Me preguntaba cuánto tiempo la carcomió—el pensamiento sobre mí y Tara.
Cuánto la había herido, aunque no lo mencionó durante meses.
Y ahora se estaba poniendo roja, se veía enferma, como si le estuviera
diciendo lo de Janna para hacerle daño a propósito —No —dije—. No. Yo no estaba
ahí. Estaba Justin. No tenía donde dormir. Y realmente estaba de mal humor esta
mañana.
Al menos eso casi le sacó una sonrisa. Y pensé, podemos hacer esto. Podía hablar
con este costado de ella.
Retrocedió hacia su habitación y volvió con otro paraguas. Era amarillo. Tenía
un pato en el mango. Lo di vuelta en mi mano —Eh, ¿cambiamos? —pregunté.
Negó con la cabeza.
Megan Miranda Fracture
paraguas y dejé que la lluvia ahogara los recuerdos —Vamos —le dije, siguiendo las
indicaciones de la parada del metro.
—Hay unas peligrosas, y otras sexuales —Lo dijo con tanta naturalidad, tan
científicamente, pero Delaney se puso roja y me miró por una fracción de segundo.
Josh sonrió —Ya veo —dijo. Pero yo no lo hacía. ¿Decía que Delaney estaba
interesada en mí solo por las feromonas?
—No —dijo ella, como si pudiera escuchar mis pensamientos. Pero el siguió
garabateando.
—Um —dijo, golpeando el lápiz contra el block de notas—. Me gustaría que
me mostraras algo. Necesitamos el computador del laboratorio adjunto.
—Sí, claro —dijo Delaney, pero lo dijo lentamente, como si no estuviera de
acuerdo o segura. Me miró por una fracción de segundo.
—Adelante —dije—. Mantendré tu asiento caliente.
No era la respuesta que ella quería. Ni de cerca. Pero yo estaba de pie, y era
más alto que Dr. Josh, y podía ver el destello de una esquina de metal en el estante
donde su mano acababa de buscar un lápiz. Fuera lo hubiera ahí, definitivamente
no era un lápiz.
Dejaron la habitación, el doctor habló todo el tiempo, Delaney enviaba
miradas nerviosas sobre su hombro. Esperé hasta que pude oírlo a través de las
paredes en el cuarto de al lado, entonces caminé hacia los vasos donde había tomado
el lápiz. Pasé la mano por el estante y me detuve en un rectángulo de metal frío. Lo
saqué. Era una de esas grabadoras de sonido digital que Kevin había intentado usar
una vez en clases en lugar de tomar notas. Y estaba encendida.
La apagué antes de meterla en la cintura de mis pantalones y la tape con mi
camisa. Luego fui al laboratorio adjunto, mis músculos temblaban en anticipación.
Hice crujir los nudillos contra los costados de mis piernas.
Estaban sentados en taburetes de nuevo, uno frente a otro. La pantalla del
computador estaba encendida, mostrando un diagrama de la cabeza humana, lleno
de flechas al azar y regiones de colores brillantes. Había sacado su instrumento,
como el que usaba mi doctor para ver infecciones de oído, y lo sostenía hacia
Delaney, como una pregunta.
—Sí, no lo creo —dije. Los dos parecieron sorprendidos de verme—. Quiero
decir, ¿tienes un consentimiento o algo? ¿Algo que ella firme para darte permiso
para examinarla y declarar para qué podrías usar esta información?
—No estoy realmente en esa etapa de investigación donde estoy listo para
publicar…
—¿Entonces qué-demonios-estás-haciendo?
Megan Miranda Fracture
***
íbamos a dormir. No había ido a ninguna visita, solo vagué por la ciudad,
sintiéndome perdido. Le dije a la Sra. Adams que tenía una infección estomacal, y
ya que nadie más se la saltó, supongo que me creyó.
La mañana siguiente, todavía llovía, pero nuestro vuelo salió a tiempo. En la
parte posterior del transbordador del metro a la terminal del aeropuerto, escuché a
Justin decir —Pero ¿cómo pueden volar en la lluvia?
Y un gemido colectivo se elevó desde más de la mitad del autobús.
Sonreí.
Delaney estaba en la primera fila, sentada al lado de esa chica, Tess, de sus
clases. Después de llegar al aeropuerto, mientras pasábamos por seguridad, tomé a
Tess por el codo.
Ella frunció el rostro y miró alrededor. Sí, probablemente nunca habíamos
tenido una conversación antes —¿Estás sentada con Delaney? —pregunté.
—Eh, sí —dijo, tirando los zapatos sobre la cinta transportadora—. ¿A menos
que tú pensaras hacerlo?
—Ella odia volar —dije, ignorando su pregunta.
—Me di cuenta —dijo.
—Así que esta vez, ¿qué tal si intentas distraerla o algo así? —Entonces tiré
mi bolso delante del suyo y salté a su lugar en la línea.
Pasé junto a la fila de Justin en el avión y dije —Hey —Tenía un corte en el
labio inferior, pero no se veía tan mal.
—Hey –dijo. Me deslicé en la fila detrás de él. Conversación terminada.
Janna tenía una gorra de béisbol en la cabeza y bajo ella su cabello volaba en
todas las direcciones. Vi a Justin sonreírle, y como sus ojos se abrieron, vi que pasó
la fila de él y se deslizó a mi lado.
Debí haberle sonreído porque me espetó —¿Qué?
—Nada —dije.
Tiró el borde del sombrero hacia abajo y se encorvó en el asiento —Cállate —
dijo.
Kevin se deslizó en el asiento al lado de Justin, pero no sin antes voltearse y
descansar la barbilla en el respaldo de la silla con una sonrisa enorme —Hooola,
Janna —dijo. Justin le dio un puñetazo en el brazo, y se dio vuelta.
—No me malinterpretes —dije—, creo que es un gran tipo, y he escuchado
que es totalmente—
Megan Miranda Fracture
Capítulo 11
Traducido por kiiariitha
Se alejó de mí por un segundo. Tenía esa mirada de que estar a punto de salir
con uno de sus planes épicos, y me preparé para la idea: tal vez trepar un árbol para
tener mejor vista, correr a la tienda y conseguir bocadillos, controlar el tiempo de los
fuegos para algún proyecto que yo no comprendía. Diría que sí, a lo que sea. Diría
que sí.
—¿Quieres irte? —preguntó.
Acababa de llegar. Los fuegos artificiales estaban a punto de comenzar. Me
tomó un segundo darme cuenta lo ella quería decir, con sus dedos enganchados en
las presillas de mi cinturón, y en la forma en que se presionaba contra mí, y la forma
en la que podía adivinar que se sonrojaba, incluso en la oscuridad.
Me dio un vuelco el estómago. Pensé, por favor, que signifique lo que yo creo que
quieres decir —Sí —dije—. Sí. Sí.
—Entonces… ¿sí? —preguntó ella. Sonreía, y estaba nerviosa.
—Quiero decir tal vez, no lo sé, déjame pensar sobre ello… —Pero tironeaba
de ella con ambas manos, y me reía. Prácticamente corría.
Nadie nos vio irnos—todos se habían dado la vuelta; estábamos
probablemente avergonzándonos a nosotros mismos. No me importaba.
Ella se detuvo en medio de la calle antes de regresar a mi casa y dijo —Te amo
—Con esa expresión realmente seria, como si no lo hubiera dicho antes.
—Lo sé —dije.
—No. Quiero decir… —Ella movió sus brazos alrededor como si pudiera
encontrar la palabra que estaba buscando.
—Delaney —dije, y mi brazo estaba envolvió su cintura, y mi rostro estaba a
un centímetro del suyo—. Lo sé.
Recuerdo que pensé que era la persona más afortunada en la tierra.
Le dije que no podía soportar estar lejos de ella.
Le dije que la seguiría a cualquier lugar.
—Prométemelo —dijo ella, con sus brazos envueltos a mi alrededor.
Se lo prometí una y otra y otra vez.
La miré ahora, sentada en el asiento delantero del coche. Eso fue hace solo
tres meses. Había sido tan estúpido al pensar que duraría para siempre. Ni una
promesa. Ni una vida. Ni nosotros, tampoco.
Ni lo que habíamos sido, de todos modos.
Megan Miranda Fracture
que el noventa por ciento del resto de los autos del estacionamiento. Maya se deslizó
fuera del asiento de pasajeros. Justin salió de la parte trasera. Janna se encogió e hizo
una línea recta hacia la entrada del colegio cuando los vio acercarse.
—¿El coche principal sigue en el taller? —pregunté.
—Ja —dijo él. Luego hizo una extraña mueca, se pasó una mano por el cabello
y dijo — Había agua en el motor.
—¿Por la lluvia? —preguntó Maya. Sus ojos estaban inyectados en sangre,
como si hubiera estado despierta toda la noche.
—Uhm, no. De lo contrario habría agua en el motor de todos.
Nos decía algo que Maya no comprendería. Lo escuchamos. Agua en el
motor. Agua en mi casa. Todos la habíamos sacado del lago. Todos la habíamos
traído de vuelta. Venía por todos nosotros.
Kevin se encogió de hombros, como si se sacudiera algo de encima —Como
sea. Debería estar bien. Solo tengo que manejar ese pedazo de metal por un par de
días más.
Me pregunté si todos estábamos viendo lo mismo en la pausa que siguió. Si
todos veíamos versiones distintas del lago congelado, de mí con la cuerda, de ellos
sacándome del agua, de Delaney, quieta y azul.
Maya se aclaró la garganta —¿Cómo sucedió eso, entonces?
Él sacudió su cabeza con rapidez —Puede suceder si pasas por un enorme
charco o algo.
Pero todos sabíamos que no había llovido tanto. Y todos probablemente
pensábamos en el lago Falcon. El silencio nos comía a todos, y Maya nos observaba,
intentando armar algo.
—Luces cansada —dije. Pero cuando me miró, pensé que tal vez estaba
equivocado. Tal vez lucía triste en vez de cansada. Y quise retirar lo dicho.
—Regresé tarde anoche —dijo ella.
—Hablando de eso —dijo Kevin—, creo que tu hermano me odia.
—Prácticamente intentabas toquetear a su hermana en el patio delantero —
dijo Justin.
—En mi defensa, no tenía idea de que él estaba en el porche —Miró a Maya—
. ¿Una pequeña advertencia la próxima vez?
—Te aparté —dijo ella—. ¿Qué más advertencia quieres? Te dije que él me
trajo anoche.
—No me dijiste que todavía estaba aquí.
Megan Miranda Fracture
—¿En serio? Usa un poco el sentido común, Kev —Fue el mismo modo en
que ella me había hablado cuando me dijo que creciera, y podía decir por el rostro
de Kevin que él nunca había visto este lado de ella antes.
Y antes de que Kevin respondiera, Maya se giró hacia mí —¿Está Delaney?
—Adentro —dije, mientras pasaba a mi lado.
Justin no había estado prestando atención. Exploraba el estacionamiento —
¿Han visto a Janna? —preguntó, con una sonrisa ridícula en su rostro.
—También adentro —dije—. Evitándote —Lo cual no consiguió apagar su
sonrisa.
trajo a Janna, que se puso roja, pero dijo —Esto apesta, de todos modos —Y vino con
nosotros.
—¿Es Delaney? —pregunté, señalando el teléfono de Maya, pero ella negó
con la cabeza, apenas mirándome.
—¿La has visto? —Y esta vez toqué su brazo para que me prestara atención.
Ella se apartó de mí, ahuecó su mano sobre el teléfono — Sí, la he visto.
—¿Aquí? —Estábamos saliendo y exploré la multitud detrás nuestro. Ella dijo
unas palabras en su teléfono y colgó.
—Decker, si ella no se siente como para decirte dónde está, estoy segura de
que no te lo dirá.
Tenía razón. Saqué mi celular y lo escuché sonar. Maya me observaba
mientras los hermanos de Justin intentaban convencer a Tara de venir con nosotros,
pero no parecía interesada. Yo estaba de pie en medio del gimnasio con el teléfono
presionado en mi oreja, dando vueltas en círculos, intentando encontrar a Delaney.
Atendió el contestador y Maya se acercó —Acabas de perderla.
—Podrías habérmelo dicho —dije.
—Es mi amiga —dijo—. Y estás jugando con ella.
—No estoy jugando con ella, estoy—
—Ahórratelo. No hablas con ella. No la miras. Pero no puedes dejarla en paz.
La estás torturando —dijo, y me estremecí—. Y no lo entiendo, quiero decir, ¿qué hizo
siquiera? Ella no me lo dirá. Y sé que aún no hay nadie más
¿Todavía?
—Maya, por favor dime dónde está.
Estábamos afuera, en el frío, nos movíamos en grupo, y yo tenía que caminar
rápido para mantener el paso con ella —Fue a encontrarse con mi hermano,
aparentemente.
Dejé de caminar, y Maya tuvo que darse la vuelta —¿Qué? —pregunté.
—Wow, Decker, si no lo supiera mejor, diría que estás celoso.
—¿Qué demonios está haciendo con tu hermano? —pregunté, ignorando la
acusación.
Ella cruzó sus brazos sobre su pecho y entrecerró sus ojos —¿Por qué te
importa?
Siguió caminando, al paso de Kevin —Mierda —murmuré, y llamé a Delaney
de nuevo. Cuando ella no respondió, le envié un mensaje de texto: De camino al claro
del bosque. Deberías venir.
Megan Miranda Fracture
Diez minutos después, Maya estaba sentada frente a mí, en el capó del coche
de repuesto de Kevin, riéndose de un chiste. Yo seguí mirando mi teléfono, deseaba
que Delaney respondiera. Estábamos detrás del estacionamiento, detrás del
gimnasio que yo había pintado—había un camino improvisado en caso de que las
personas necesitaran transportar equipos—justo al borde del bosque. Había algo
tranquilizador en todo esto, en estar con las mismas personas que había conocido
toda mi vida. Y Maya. Y las botellas. Estaría tranquilo si Delaney apareciera.
Maya estaba prácticamente sentada en el regazo de Kevin, riéndose de algo
que él le había dicho.
Puse un brazo alrededor de Janna, quién estaba sentada antinaturalmente
cerca. No porque tuviera alguna pretensión conmigo ni nada, si no porque quería
estar lo más lejos posible de Justin. Estaba prácticamente aferrada a mí. Y a juzgar
por la forma en que sus hermanos la observaban, ellos sabían por qué.
—Tiene la boca muy grande —murmuró ella.
—En su defensa, no fueron exactamente discretos.
Con mi mano libre, presioné el botón de llamar de nuevo y sostuve el teléfono
en mi oreja.
—¿A quién llamas? —preguntó ella, pero levanté un dedo hasta que
respondió el contestador de Delaney de nuevo. Janna se inclinó sobre mi regazo para
ver el teléfono mientras yo lo apagaba—. Dime que no estás llamando
obsesivamente a tu ex novia.
—Está bien, no estoy llamando obsesivamente a mi ex novia.
Ella giró sus ojos, me sacó el teléfono y lo metió en su bolso —Te estoy
haciendo un favor —dijo.
—Janna…
Pero mantuvo su bolso del otro lado, lejos de mí.
Kyle se levantó y le entregó una botella —Pequeña Levine, toda crecida —
dijo él, sacudió la cabeza y sonrió. Ella se sonrojó, rehusándose a hacer contacto
visual, luego tomó un sorbo de la botella y me la entregó. Luego dijo —Esto es
divertido, ¿verdad? —Y se rió.
—¿Ya está borracha? —preguntó Kevin.
No, estaba bastante seguro de que estaba a punto de enojarse con alguien.
También estaba bastante seguro de que no era conmigo. Me encogí de hombros hacia
Kevin. Janna se puso de pie en medio de todos nosotros, más cerca de Justin de lo
Megan Miranda Fracture
que había estado desde Boston, y dijo —Tus hermanos están muy orgullosos de ti,
¿no es cierto?
Justin miró el capó del auto. Intentaba no sonreír.
—Pero si mi hermano estuviera aquí, te patearía el culo —Y luego se rió una
vez más—al menos a mí me pareció una risa. Justin dejo de sonreír, y Kevin tomó
un enorme trago y dijo — Mierda —Y el lugar quedó en silencio.
Me puse de pie, levanté la botella, y dije —Por Carson Levine, quién en este
mismo segundo estaría pateando el culo de Justin —Luego ladeé la botella, observé
como el líquido corría por la tierra y desaparecía debajo de la hierba. Imaginé por
un momento a Carson sonriendo. Riéndose de nosotros. Diciendo ya era hora, hijos
de puta.
—Por patear el culo de Justin —añadió Kevin, vertiendo su botella también.
Luego miró a Janna y sonrió—. Lamento que hayamos metido la pata con esto —Le
entregó la botella vacía a Maya, se puso de pie y sonó su cuello.
—Levántate —Le dijo a Justin. Kevin sonreía. Justin gimió. Se deslizó fuera
del capó del auto muy despacio. Kevin lo enganchó del cuello y lo arrastró al centro
del círculo y le dio un golpe bajo a su estómago.
—Amigo, eso duele —dijo. Pero el costado de su boca se curvó hacia arriba.
Kevin lo golpeó una vez más, luego hizo crujir sus nudillos contra el costado
de su pierna.
Janna me miró, con las cejas levantadas.
—Janna —dije—, le pateé el culo esa noche.
Kevin sonrió —Es verdad —Janna se rió y se limpió los ojos con el pulgar.
—Tu turno, Janna —dijo Kevin, sosteniendo los brazos de Justin desde
atrás—. Por Carson —Ella se acercó de manera atrevida y lo golpeó en el estómago,
más fuerte que Kevin. Justin hizo una mueca y tosió. Y luego ella se acercó más, se
puso de puntillas, y lo besó en la boca.
—Está definitivamente borracha —dijo Kyle, riendo. Incluso Maya sonreía.
Kevin regreso con ella y susurró algo en su oído, algo que era solo para ella, y la hizo
sonreír un poco más.
Agarré el bolso de Janna, buscando mi teléfono.
No los escuchamos venir.
—No es por romper el festival del amor… —Justin y Janna se apartaron.
Estábamos rodeados por un grupo de ex alumnos, que nos sonreían—. Es la hora —
Megan Miranda Fracture
dijo el tipo grande. Lance Cooper. Mariscal de campo hace media vida. Nunca se
perdió una bienvenida.
Él solía ir a fiestas, de acuerdo con los hermanos de Justin, pero se volvió
seriamente espeluznante a medida que se acercaba más y más a los treinta. Me
imaginé que se había mudado, ya que no lo había visto por un tiempo. Pero aquí
estaba.
Me quedé inmóvil, y creo que el resto también. Incluso los hermanos de
Justin, quienes no estaban aquí el año pasado cuando todo sucedió, sabían lo
suficiente como para saber que esta parte no iría muy bien.
Era el momento en que los ex alumnos arrastraban a los estudiantes de último
año al lago Falcon, como una especie de iniciación en el gueto de ex alumnos o algo
así.
—Pero… —dijo Justin. Vi su garganta moverse de arriba abajo mientras
tragaba. Me pregunté si alguno de nosotros tendría las agallas para mencionar la
maldición. Sonaba tan ridículo en voz alta, y no creo que alguno de nosotros
realmente lo creyera. No individualmente. No Janna—ella era como Delaney, todo
cerebro y lógica. Y Kevin era frío y distante. Justin era el único lo bastante asustado
como para decir algo.
—Pero ¿qué? —dijo Lance, haciendo un blanco sobre Kevin. Kevin era el más
grande. Era el líder. Kevin sería su premio.
Dejé caer el bolso de Janna.
—Oh, demonios —dijo Justin, y se largó a correr. Kevin hizo lo mismo.
No estoy orgulloso de reconocer que hice lo mismo.
Puede que no sea el más grande o el más fuerte, pero definitivamente era el
más rápido, y nadie iba a atraparme. Y nadie lo hizo. No hasta que la vi, como un
fantasma en mi visión periférica, caminando por la noche como si estuviera en un
trance. Por el campo rodeado de bosques.
Dejé de correr —¿Delaney? —llamé. Ella se dio la vuelta e inclinó su cabeza a
un lado. Luego sus ojos se ampliaron cuando vio algo detrás de mí. Me giré justo a
tiempo para ver a dos ex jugadores de fútbol acercándose desde ambos lados —Oh,
mierda —dije. Pero era demasiado tarde. Uno me derribó por la cintura, y el aire
temporalmente salió de mis pulmones. Tuve ese momento de pánico dónde no
podía respirar y me pregunté si sería capaz de volver a hacerlo. Me pregunté si esto
es lo que Delaney sintió debajo del hielo. Me pregunté eso un montón.
Megan Miranda Fracture
Capítulo 12
Traducido por kiiariitha
Janna ya estaba allí, de pie junto a los hermanos de Justin, con una multitud
animada de ex alumnos agrupados en la orilla. Un montón de autos y camionetas
apuntaban las luces encendidas hacia el lago Falcon. Ya había un montón de
estudiantes de último año mojados, goteando en la orilla, enojados. Pero entonces
alguien arrastró un barril por la colina, y pronto sostenían vasos plásticos y ya no
lucían tan molestos. Solo mojados.
—¡Kevin Mulroy! —Escuché mientras Lance lo arrastraba fuera de la
camioneta. Kevin saludo y echó sus hombros hacia atrás, como si estuviera en un
maldito desfile. Y luego Lance lo arrastró hacia el agua, empujándolo hacia abajo, y
lo mantuvo allí mientras la multitud animaba. Lo levantó por la parte trasera de su
camisa y Kevin sacudió su cabello. Observó el agua por un segundo, luego de vuelta
a la orilla y sonrió.
—Oye, nena —llamó a Maya mientras salía del agua. Pero Maya no corrió
hacia Kevin y se inclinó hacia él como lo había hecho el día del tanque de agua. Ella
miró por sobre él, hacia el agua oscura. Me pregunté si la maldición podría tener
alguna influencia también en ella. Cuánto tiempo llevaría vivir aquí para poder
sentir que algo estaba mal. Para creer en eso.
—¡Decker Phillips! —Y luego Lance me arrastraba hacia el agua. No estaba
asustado por eso. Había estado en el agua antes. Con Delaney. Pero estaba fría y
oscura y no podía ver nada, solo las luces que brillaban en mis ojos y se reflejaban
en el agua. Y cuando me retuvo abajo, la calma se fue. Me la imaginé al otro lado del
hielo, atrapada. Y comencé a agitar mis brazos. Los escuché salpicar por encima de
mí. Él me volvió a levantar —Con calma, vaquero —Escuché risas. De él. Desde la
orilla. Volví hacia las luces, buscando a Delaney. Giré justo a tiempo para ver a Justin
ser arrastrado desde la camioneta.
—¡Justin Baxter!
Justin, a pesar de sí mismo, se resistió todo el camino.
—No —Le escuché decir. Él miró a Janna mientras pasaba a nuestro lado, y
ella se mordía la uña del pulgar—. Diles —Le articuló a ella—. ¡No! —Gritó. Pero
Megan Miranda Fracture
Lance seguía tirando de él, y todo el mundo observo con horror como Justin gritaba.
Era una broma. Era la iniciación. Él actuaba como si estuviera por ser asesinado.
Luego estaba bajo el agua y luchaba y Lance lo mantuvo abajo mucho más
tiempo debido a eso. Lo sacó y Justin tosía. Tenía arcadas. Náuseas. Miró hacia la
orilla con mala cara y dijo —Está en mis malditos pulmones —Y luego repitió, lo
bastante fuerte para que todos escucharan—. ¡Está en mis malditos pulmones!
—Cálmate —dije.
—¿Qué me calme? ¿Qué me calme?
Puse mi mano sobre su hombro —Cálmate. Dile, Janna.
Janna tomó la mano de Justin y lo apartó de la orilla —No voy a mentirle —
dijo ella.
Lo cual solo aumento su pánico incluso más —¿Lo ves? No soy el único que
recuerda. Este lugar, no es una broma.
—No, no lo es —susurró ella. Sus ojos se movieron de Justin hacia mí y luego
hacia Kevin. Se miró los pies, el agua lamía los tacones de sus zapatos, y se acercó
más a nosotros—. Hay toallas. Sígueme.
Kevin tomó a Maya de la muñeca para sacarla. Tara estaba con algunos de
sus otros amigos, y observaba a Kevin por el camino. Observaba a Maya y a Kevin,
específicamente. No notó a Lance detrás de ella. No al principio.
—Estás mejor cada año —dijo Lance. Él chorreaba agua y le tomó el cabello.
Ella se echó hacia atrás.
—No me mojes —dijo—. Tengo frío.
Lance sonrió y tironeó de ella. Tara no se resistió mucho, probablemente
porque todos estábamos observando. Estábamos a punto de observar como la metía
al agua y verla mientras estaba de pie allí, con su ropa pegada a su cuerpo, el cual
había desafiado todas las reglas de la naturaleza desde que cumplió trece años.
Lo cual, para ser justos, era exactamente el motivo por el cual Lance estaba a
punto de meterla al agua.
Y, para ser justos, ese era el motivo por el cual iba a permitírselo.
Ella sonreía, pero arrastraba los talones y gritaba.
Estaban hasta las rodillas en el lago y dijo —Santa mierda, está helada.
Hasta la cintura —Espera —dijo.
Pero Lance no espero. Le tiró de las piernas por debajo y la presionó hacia
abajo desde sus hombros hasta que desapareció bajo el agua. Lance sonrió y la dejó
subir de inmediato. Ella emergió del agua, echó su cabello hacia atrás y lo empujó.
Megan Miranda Fracture
Fuerte. Él cayó hacia atrás, debajo del agua. Y una ovación estalló desde la orilla.
Tara se quedó de pie allí con una sonrisa enorme y las ropas pegadas y todo el
mundo mirando, e hizo una reverencia.
Tara casi había llegado a la orilla, caminando hacia nosotros. Me pregunté si
podía sentir los ojos de Kevin sobre ella. Yo podía sentirlos. Y por el cambio en la
postura de Maya, ella también. Lance se arrastró fuera del agua y dijo —Tara Spano,
por favor, dime que ya tienes dieciochos años.
Ella se puso una mano en la cadera, giró para enfrentarlo y dijo —Solo si
puedes redondear.
Luego se giró hacia mí, sacó la lengua como si se estuviera ahogando, y
articuló la palabra asco.
—Lástima que apesto en matemáticas —dijo Lance, mientras la miraba
lascivamente.
Me acerqué y coloqué mi brazo alrededor del hombro de Tara —Lástima que
ya esté tomada —dije.
A medida que nos alejábamos dejé caer mi brazo, pero ella chocó su hombro
contra el mío mientras caminábamos hacia las camionetas con las toallas —Gracias
—dijo—. Es asqueroso.
Ella comenzó a frotar su cabello con una toalla y yo tenía que recordarme
activamente no mirar hacia abajo. Kevin obviamente no se lo recordó. Maya
probablemente estaba enojada. No, Maya no prestaba atención en absoluto. Miraba
hacia el agua, envolviéndose con sus brazos y temblaba como si la hubieran
sumergido.
—Probablemente esté rompiendo el código masculino en este momento —
dije—, pero si quieres recuperar a Kevin…
—No quiero recuperar a Kevin —dijo. Colocó otra toalla sobre su camisa y
froté sus brazos mientras se estremecía. Yo también temblaba.
—Seguro lo parece…
—Hay una diferencia —dijo, encogiéndose de hombros—, entre querer a
alguien y querer que alguien esté celoso —Se alejó de mí, cubierta con la toalla. Luego
me miró por encima del hombro—. Tú sobre todas las personas deberías saber eso.
Yo no había intentado poner celosa a Delaney —Tara, eso no es lo que yo—
—Oh, por favor —dijo—. No es como si me importara —Se dio la vuelta—. Me
alegro de que seamos amigos —dijo—. Lo digo en serio. Es lindo tener a alguien con
quién puedes contar para salvarte de los tipos viejos de mala calidad.
Megan Miranda Fracture
—Intenso —dijo Kevin, caminando hacia nosotros. Tara echo hacia atrás su
cabello de nuevo. Esperaba que Maya rodara sus ojos, pero miraba su teléfono.
—¿Alguien ha visto a mi hermano? —preguntó, con sus ojos sobre el teléfono.
—¿Alguien ha visto a Delaney? —pregunté, sin importarme ser
completamente obvio. Me quedé de pie en la parte trasera de la camioneta y exploré
la multitud alrededor del lago, buscándola.
Maya exploró la multitud, también —O tal vez él sí vio mi mensaje.
—¿Perdón? —dije.
Ella se encogió de hombros —Él estaba de camino a encontrarse con Delaney.
Pero ella se… desvió —Entrecerró los ojos hacia mí, como si odiara que a Delaney
todavía yo le importara. Como si yo no valiera la pena—. Le dije que nos dirigíamos
hacia el lago —Ella miró hacia su casa, y yo hice lo mismo. Estaba oculta en la
oscuridad.
—No entiendo por qué él querría encontrarse con Delaney —dije.
Ella puso un dedo sobre sus labios mientras me juzgaba. Evaluaba qué decir,
supongo — ¿Por qué no habría de hacerlo? ¿Hay alguna razón que me impida
presentarle a Holden, Decker?
Ella caminó alrededor de la camioneta con Kevin. Vi la camisa de Kevin
mojada sobre el piso. Escuché la risa de Maya.
—Holden —murmuré—. ¿Qué clase de nombre es Holden, de todos modos?
Janna parpadeó hacia mí. Justin se rió mientras saqueaba el montón de toallas,
buscando una seca.
—Oye —dije—. Decker era el apellido de mi mamá. Tiene significado.
Janna sonrió —¿El guardián en el centeno? ¿Te suena? —Por mi expresión en
blanco, supongo que ella pudo adivinar que no. Suspiró—. Holden es solo la voz
angustiosa de la juventud descontenta en toda la literatura reciente.
Mierda.
Delaney iba a amarlo.
En mi cabeza vi a Delaney hablar con él en algún lugar en el bosque. A él
diciendo algo angustioso. Frunciendo el ceño. Ella compadeciéndose. Sonriendo.
Justin sacudió su cabeza, y cuando Janna se dio vuelta, articuló —Ve, idiota.
—Janna, ¿mi teléfono?
—Oh, cierto —Me lo entregó. Me alejé caminando y ella gritó—. Por cierto,
Delaney llamó.
—¿Qué? ¿Qué dijo?
Megan Miranda Fracture
llevaba hacia los dormitorios. Perfecto para fiestas. Podía ver una tenue luz que
venía desde el vestíbulo. Rodeé el costado de la casa, asomándome por las ventanas.
Como algún tipo de acosador. Genial. Me alejé. No era de mi incumbencia.
Había un auto rojo en la entrada. Un auto que normalmente no estaba aquí,
que no había visto desde el día en que Maya se mudó. De Holden, supuse. Él había
regresado a la casa. Estaba aquí. Tal vez Delaney—
No es de mi incumbencia, pensé de nuevo, pero presioné de todos modos mi
rostro de nuevo en la ventana. Nada. Todos los dormitorios tenían las persianas
bajas. Pero había una luz que venía desde atrás de uno de ellos. Mi rostro estaba al
nivel de la base de la ventana y me incliné hacia abajo para tratar de ver a través de
la grieta del fondo. Una sombra se movió a través de la habitación.
Mi teléfono sonó, rompiendo el silencio. Busqué a tientas el botón para
apagarlo. Y luego la ventana se oscureció y las persianas revolotearon por un
segundo, luego cayeron, cortando mi visión. Volaron hacia arriba mientras yo me
lanzaba hacia abajo contra la base de la casa.
Mierda. Presioné mi espalda contra la pared, esperando que quien sea que
estuviera allí no pudiera verme. Que no fuera su madre, asustada de un intruso. Que
no llamen a la policía. Lo siento, solo comprobaba que mi ex novia estuviera allí.
Idiota.
Me deslicé a lo largo de la pared, hacia el patio trasero, y casi choqué con el
pecho de Holden.
—Santa mierda —dije.
—Santa mierda, tú —dijo él—. Maya no está aquí.
—Lo sé —dije. Di un paso hacia atrás. Traté de calmar mi respiración—. Lo
siento, buscaba a Delaney.
Él lucía confundido. Luego sus ojos se estrecharon, y miró atrás hacia su casa
—¿Por qué debería ella estar aquí?
—Solo me fijaba… —Porque te nombraron como a un tipo angustioso de la
literatura. Porque Maya dijo que querías conocerla.
—¿Ella dijo que vendría aquí? —Él miró sobre su hombro y luego sobre mi
hombro.
—No, Maya dijo que Delaney fue a encontrarse contigo y no pude
encontrarla. Lo siento, esto fue estúpido.
Megan Miranda Fracture
—Me dijo que no podía —dijo él. Lo cual me hizo sentir mejor pero luego me
hizo notar que habían hablado. Quién sabía con qué frecuencia o sobre qué. Holden
me miraba —¿Estabas nadando?
Señalé hacia el lago —Todo el mundo está allí. Es… estúpido. No importa. Lo
siento — dije, y giré para irme.
Holden agarró mi brazo mientras se inclinaba hacia adelante, más cerca del
agua. Dio un paso hacia el lago —¿Qué están haciendo? —preguntó—. ¿Qué
demonios sucede?
—Es una broma anual —dije, alejando mi brazo. Quería darle la respuesta
más rápida para así poder salir corriendo de allí—. Los ex alumnos nos meten al
agua —Mantuve mis brazos afuera como evidencia.
—Pensé que ya nadie entraba al agua —susurró él. Así que la maldición los
había alcanzado. Ellos sabían. Tal vez no el por qué, pero sabían el qué.
—Alguien olvido decirles eso —dije. Holden todavía observaba el lago
cuando me di la vuelta para irme.
Me fui corriendo, sin mirar ni una vez detrás de mí. Caminé detrás de los
autos, lejos de la luz, y comprobando mi teléfono. La llamada perdida había sido de
Delaney.
La volví a llamar —¿Qué sucede? —preguntó ella.
—Te estaba buscando.
Una pausa —Tenía el timbre apagado. Estoy en casa.
Porque si podía caminar hasta la casa del lago, podía también caminar a casa
—Reúnete conmigo en mi casa —dije. Y después del silencio que siguió, añadí—,
Por favor.
Tenía esta idea, que si regresábamos a este lugar dónde todo comenzó, dónde
todo cambio, si podíamos hablar, si yo podía perdonarla, podríamos seguir adelante.
Era la idea perfecta.
Ella golpeó. La electricidad todavía no regresaba, así que estaba oscuro. Tenía
una linterna, pero eso parecía raro. Aun así, la encendí, la coloqué sobre la mesa
delante de mí — ¿Qué estoy haciendo aquí? —preguntó ella. Pero vino, así que sabía
exactamente lo que hacía aquí. Estaba esperanzada.
—Pensé que estabas con Holden. Maya dijo…
—Sí, realmente no estoy de humor para ser amigable —dijo ella, y ya me
sentía sonreír.
Megan Miranda Fracture
¿Cómo fue que todo esto se transformó en querer disculparme yo con ella, y
no al revés?
—Lo siento, Decker. Lo siento mucho. Pero no puedo disculparme por algo
que haría de nuevo, ¿o sí? Y tú no puedes perdonarme cuando aún estás furioso,
¿verdad?
—Te habría escogido —dije, y escuché mi voz quebrarse cuando lo dije. Eso
era lo que me mataba. Como si eso significara que me preocupaba más por ella que
ella por mí. Lo entendí. Yo simplemente hubiera hecho una elección diferente.
Ella no podía responder a eso. Casi se va.
—No es lo que ese tipo dijo ¿verdad? No son solo las feromonas, ¿verdad? —
pregunté. No podía soportar pensar que todo entre nosotros era una mentira, pero
no podía soportar el no saber, tampoco.
Ella se quedó de pie en la entrada, a medio salir —Segunda semana de primer
año.
—¿Qué?
—Estabas esperando en la parada del autobús —Ella hizo una pausa—. No
hables sobre las feromonas —Y se fue.
Primer año. Dos años antes del accidente. De hecho, recordaba ese día porque
ella actuó muy rara. Me vio, al igual que cualquier otro día. Le sonreí. Ella se sonrojó.
No me hablo por el resto del día.
La besé en un reto más tarde ese invierno, pero fue solo una excusa para
besarla. Y ella se molestó. Porque solo fue un reto.
Traté de pensar y recordar la primera vez que la quise, pero no podía recordar
un tiempo en el que no la quisiera.
Y luego ella volvió a abrir la puerta —Se estaba muriendo —dijo—. Es por
eso que lo escogí a él. Puedo prometerte un millón de cosas. Pero esa fue la última
promesa que podía hacerle a él —Dio un paso afuera—. Desearía que no me lo
hubiera pedido —dijo. Y luego se fue.
Puse mi mano sobre la pared, apoyé mi frente contra ella, temblando en mi
ropa mojada. Esa era ella. Y esa era la persona que siempre sería. Una vida de
escuchar los secretos de los moribundos. Una vida de mantener las promesas a los
muertos.
Megan Miranda Fracture
Capítulo 13
Traducido por kiiariitha
El calor había vuelto antes de salir del cuarto en la mañana, pero Delaney
todavía estaba envuelta en cinco capas de ropa.
—Buenas noticias, malas noticias —dijo mamá entre sorbos de café—. La casa
pasó la inspección. Pero los de la luz y el gas no vendrán hasta el lunes.
—Entonces… No muy distinto a lo que fue anoche —dijo Delaney. Estaba
acurrucada en un rincón del sofá, como si el frío aún estuviera en sus huesos.
Me reí, y cuando giré hacia mamá, ella me sonreía.
—Ustedes pueden ir y comenzar a arreglar la habitación de Decker. Solo
tomen una linterna.
No escapó de mi atención que había dicho “ustedes.”
Aparentemente tampoco le pasó desapercibido a Delaney —Hey, mamá,
¿puedo tomar prestado el auto hoy? —preguntó—. Necesito ir a la biblioteca por mi
proyecto de historia.
Y supongo que con eso dio su respuesta.
palabras me hicieron saber que estaba borracha. De ningún otro modo Tara Spano
admitiría que estaba depresiva.
—Pero estás totalmente mejor que ella —dijo Justin.
—Ahá.
—Ella solo es… misteriosa. Misteriosamente de forma sensual.
Golpeé la parte trasera de la cabeza de Justin.
—¿No soy misteriosa? —dijo ella, frunciendo el ceño hacia él. No, ella
decididamente no era misteriosa, con su falda corta y camisa de corte bajo y su mano
sobre mi pierna.
—Él es un idiota —dije—. Salió perdiendo.
Ella palmeó mi pierna. Giró su rostro hacia mí —Gracias, Deck —Tenía el
rostro levantado, así que podía oler la cerveza en su aliento, ver los brillos que había
aplicado sobre sus ojos—. Pero tú hiciste completamente lo mismo.
No lo hice. No realmente. Tara y yo nunca fuimos algo real, ni algo duradero
y ella lo sabía. Yo estaba triste y ella estaba sola. Pero no dije eso. No cuando ella
estaba triste. No cuando yo estaba solo —Lo siento.
Ella suspiró y apoyó de nuevo su cabeza sobre mi pecho —Te perdono —
Luego levantó su rostro y su aliento, sus labios, rozaron mi cuello—. ¿Quieres salir
de aquí? —susurró.
Quería. Pero no con ella —Estás borracha —dije—. Pero te llevaré a casa.
—No te molestes —Ella dejo caer sus pies de la mesa al piso. Alisando la
peluca sobre su cabello castaño—. Solo quiero saber —dijo, se inclinó hacia adelante
y se agarró a sí misma sobre mis rodillas para que yo pueda ver directo por su
camisa. Sus dedos apretados en mis piernas—. Quiero saber si me estás diciendo
que no a mí —y apuntó su pulgar hacia el otro lado de la habitación— o si le estás
diciendo que sí a ella.
Seguí su pulgar y la vi. Delaney estaba de pie frente a un tipo, y asentía.
Excepto que no estaba vestida para nada como Delaney. Estaba vestida exactamente
igual que Maya. Ellas probablemente se habían alistado juntas. Camisa negra
ajustada. Corte bajo. Y su cabello estaba suelto y ondulado, y usaba esa máscara
sobre sus ojos, al igual que Maya, la oscuridad elástica contra su cabello claro. Sus
botas tenían tacones, lo cual me hizo pensar que definitivamente no eran suyas. Y
un tipo estaba de pie muy cerca de ella.
Sentí mis manos apretar los puños.
Megan Miranda Fracture
—Está bien —dijo. Pero alejó su brazo de mí mientras lideraba el camino por
el pasillo, moviéndose a través de las personas. La primera puerta que intentó abrir
estaba cerrada con llave. La que estaba al final del pasillo estaba cerrada, pero sin
seguro. Una oficina. Sin cama.
Cerré la puerta detrás de nosotros y me apoyé en ella —¿Quién era ese? —
pregunté.
—¿Quién? —Se encogió de hombros—. ¿El chico de mi clase de Idiomas?
Decker, ¿Qué es esto?
—¿Estás tratando de ponerme celoso?
Sus ojos se agrandaron detrás de la máscara —Sí —dijo—. Obviamente. Eso
está en la cima de mi lista de cosas por hacer. Poner celoso a Decker. Lo siento, ¿no
tengo permitido hablar con otras personas ahora?
Sacudí mi cabeza —¿Qué llevas puesto? ¿Por qué demonios estás vestida así?
—Porque es Halloween —dijo. Sus dientes estaban apretados—. Y hoy soy
alguien más aparte de mí.
—No, eres exactamente tú. Eres solo la parte de ti que se supone que me
pertenece.
—¿Que te pertenece? Eso es gracioso. La única razón por la que me estás
mirando ahora mismo es porque no luzco como yo.
Apreté mis ojos, cerré y apreté mis dientes —Porque cuando te miro —dije, y
sentí mi voz subiendo el tono—. no puedo recordar por qué estoy enojado.
Ella se congeló. Yo me congelé.
—Quiero decir, sé por qué. Pero no me importa. ¿Qué tan jodido es eso?
—Decker…
—Dime. ¿Qué tan jodido estoy? Estoy furioso. Y luego te veo y no me importa
—Gritaba. Solo que no a ella.
Luego ella movió sus dedos hacia la máscara, la sacó de su rostro. La dejó caer
al piso. Había líneas alrededor de sus ojos, dónde la máscara había presionado
contra su piel. Y una arruga por su cabello. Pasé un pulgar a lo largo de la línea de
su mejilla.
—Estoy tan jodidamente furioso —susurré.
Y luego hizo clic. En mí. En ella. La vi comprenderlo —No conmigo —
susurró.
—No contigo —respondí.
Megan Miranda Fracture
Ella se acercó más, luego extendió la mano por detrás de mí, hacia el
picaporte. Giró el seguro.
—Abre tus ojos —dijo. No me di cuenta que los había cerrado. La escuché, y
todo lo que podía ver era a ella, nada más que a ella. Y de repente mis dos manos
estaban en su cabello, y mi boca sobre la suya. Estaba ido.
Ella me empujó hacia atrás contra la puerta, y el sonido de nosotros hizo eco
a través de la habitación vacía. Y luego la puerta en la pared lejana se abrió, y Janna
se tapó los ojos con una mano y levantó la otra en el aire —¡Lo siento, lo siento, ya
me voy!
Delaney comenzó a reírse en mi pecho. Janna siguió hablando —Estaba en el
baño y luego ustedes estaban aquí, y luego pensé que solo esperaría que ustedes
salieran…
—Puedes abrir tus ojos, Janna.
Ella bajó su mano, pero no podía mirarnos —Ugh. Pensé que estaban
peleando, pero este encuentro ha tomado un giro inesperado. Y lo siento, no quiero
esperar a que salgan.
Nos hicimos a un lado mientras ella se apresuraba hacia la puerta —En serio
—Me dijo al pasar. Cerró la puerta detrás de ella, y miré alrededor de la habitación
estéril. Habitación vacía con muebles fríos.
—Vamos a casa —Susurré en su oído. Ella asintió contra mi pecho, sus brazos
todavía envueltos a mi alrededor.
No podía dejarla ir mientras caminábamos por la fiesta. Como si esto fuera
un hechizo, y al momento de separarnos, terminaría. Así que ella caminó, y yo
caminé detrás de ella, mis brazos envueltos alrededor de su cintura. Vi a Justin de
pie con Janna y el atrapó mi mirada y sacudió su cabeza. Supongo que ya sabía que
debería buscar quién lo lleve a casa.
—¿Chaqueta? —Le pregunté.
—No lo sé. Maya la tomó, y ella y Kevin están… quién sabe. Solo… déjalo.
Me saqué la mía y la vi deslizar sus brazos dentro, las mangas demasiado
largas. La envolvió a su alrededor y me sonrió.
Ido.
Corrimos hacia mi auto—bueno, traté de correr, pero con los tacones de sus
zapatos y el hielo en el piso, mayormente solo terminé medio cargándola y ni cerca
de correr.
Megan Miranda Fracture
Capítulo 14
Traducido por Johaqc
Observé como todos los demás miraban a Tara al ser cargada en una camilla,
técnico de emergencias médicas se cernía sobre ella, por lo que no podíamos ver lo
que sucedía. Miré a la policía empezar a hilar entre nosotros, a buscar respuestas. Vi
como la atención de los demás pasaba de la ambulancia que se alejaba directamente
a Delaney, al borde del lago Falcón.
Las personas asentían en mi dirección mientras los policías hacían preguntas.
Los policías se abrieron paso hasta mí, como si yo tuviera alguna respuesta,
cualquiera fuera.
Vi a Tara en el agua. Eso es lo que le dije al policía joven. Me di cuenta que lo
reconocí de la escuela. No era mucho más grande que nosotros —¿Qué estabas
haciendo cuando la viste? —preguntó.
Me había alejado de Delaney. Él había querido hablar conmigo en privado —
Me estaba yendo —dije.
—¿Por qué te ibas tan temprano?
Me di cuenta que intentaba ver si yo había estado involucrado —Me estaba
yendo con una chica —dije, manteniendo bajo el volumen de mi voz. Sin querer traer
a colación su nombre.
—¿Te importaría ser un poco más específico? Solo para verificar…
Miré por encima de mi hombro. La vi observarme —Delaney —dije, todavía
mirándola. Luego me giré hacia el policía—. Delaney Maxwell.
La miró, como si intentara identificarla. La conocía, por supuesto. O su
historia. Cerró su libreta, se alejó un paso del lago —Tienes que quedarte —dijo—.
No podemos dejar ir a nadie manejando. Pronto llamaremos a los padres.
—No he bebido —dije.
—Eso es lo que todo los demás dijeron, también —dijo.
Kevin estaba detrás de mí, y tiraba de mi brazo —Vamos —dijo— A lo de
Maya.
—Se supone que debemos quedarnos —dije, intentando pensar claramente.
—Necesitamos irnos —dijo. Se giró hacia Delaney, la miró y sentí sus dedos
deslizarse entre los míos. La sentí alejarse de mí, seguir a Kevin.
Desaparecimos en el bosque, abrimos camino por sobre de ramas, aferrados
unos a otros en la oscuridad cada vez que perdíamos nuestro punto de apoyo.
Caminamos en silencio, en una sola fila. Justin lideraba el camino en lugar de
Maya. Fue su casa primero. Cuando Carson murió, Justin, Tara y yo habíamos
pasado la noche en la de Kevin porque no sabíamos qué más hacer. Ni siquiera
Megan Miranda Fracture
hablábamos. Era solo una habitación llena con conmoción y aflicción, pero era mejor
que estar solo.
Justin dejó pasar a Maya cuando llegamos al porche. Ella miró por encima de
su hombro y dijo —Tienen que estar callados —Mientras giraba la manija. La puerta
chirrió al abrirla, y nuestros zapatos hicieron eco en la vieja madera bajo nuestros
pies. La casa estaba exactamente como la recordaba. Unos cuantos sofás en el enorme
salón. Se podía ver el interior de la cocina, con una segunda salida. Un pasillo con
paneles de madera que iba hacia un baño y tres habitaciones, muy juntas, con una
tercera salida.
Había sido construida para ser una casa de alquiler vacacional. No había nada
de hogareño en ella.
—¿Maya? —Escuchamos la voz desde el oscuro pasillo, se escucharon pasos
que se acercaban.
—Tenemos compañía —respondió. Holden salió a la sala de estar, mirando a
cada uno de nosotros, entonces miro fijamente a Maya.
—No es un buen momento —dijo, y miró hacia atrás por el pasillo.
Me sentí mal, sabiendo que su madre estaba en algún lugar ahí abajo y que
necesitaba descansar —Ha habido un accidente —susurró, y un sollozo escapó de la
garganta de Janna.
Justin puso un brazo a su alrededor y Kevin se hundió en el suelo con su
cabeza en sus manos, como si lo hubiera olvidado hasta ese segundo.
—¿Qué pasó? —preguntó Holden.
Ninguno de nosotros pudo decirlo —Tara —dijo Maya—. Se ahogó.
—No está muerta —dijo Janna. Y Maya la miró fijamente —No lo sabemos
todavía —Janna miró a Delaney y supe lo que pensaba. Morir y casi morir estaba
bien lejos de ser lo mismo.
Holden apoyo la mano en el mueble más cercano y todo el color desapareció
de su rostro. Sacudía la cabeza, como si tal cosa no debiera ser posible. Es
exactamente como me sentía cuando llegué al hospital y vi a mamá esperándome —
¿Quién es Tara? —susurró.
—La ex de Kevin —dijo Maya, que era lo menos importante de ella, pero
supongo que era la única Tara que Maya conocía. Aquella a quien le había quitado
algo.
Holden aún sacudía la cabeza —¿Quiénes son ustedes? —preguntó Holden.
Nos miraba como si intentara identificarnos. Él conocía a Kevin. Me conocía a mí.
Megan Miranda Fracture
Maya hizo una rápida introducción poco entusiasta del resto —Janna, Justin,
Delaney —dijo.
Holden miró fijamente a Delaney de una manera que me hizo acercar un paso
a ella —Ella es Delaney —dijo. Como si esperara que Delaney dijera hola o que
estaba encantada de conocerlo o algo así. Ella se aferraba a mí o yo a ella, y ella
definitivamente no lo conocía.
—¿Qué demonios está sucediendo? —murmuró Kevin. Me miró a mí—. ¿Qué
demonios hacía en el agua?
—Shh —dijo Maya—. Detente.
—No me digas que me detenga cuando mi—
—¿Tu qué? —preguntó—. ¿Tú qué?
Así es como comienza. Todos habíamos estado aquí antes. La acusación y la
culpa. Esas venían primero.
—Maya —dijo Holden, acercándose a ella.
—No, es horrible, lo sé, pero actúas como si fuera tuya —dijo, y rechazó a su
hermano con un ademán.
Kevin la miró como si estuviera loca —Ella es nuestra —dijo.
Nos pertenecíamos los unos a los otros. Cuando algo estaba en juego, éramos
protectores el uno con el otro. Contra el mundo exterior. Y ella no lo entendía.
Kevin entornó sus ojos hacia ella y continuó —Y Janna es nuestra. Y Justin. Y
Decker. Y Delaney. Carson es nuestro, también, pero tú... nunca… lo conocerás —
Habló con los dientes apretados. Janna comenzó a sollozar. Él actuaba como si todo
esto fuera culpa de Maya. Ella no era más que un cuerpo. Lo más parecido a algo
que podía culpar.
—Detente. Mi madre —susurró. Kevin dejó de hablar, pero sus hombros
temblaban.
—Todos ustedes tienes que irse —dijo Holden, dando un paso más cerca de
su hermana. Puso un brazo alrededor suyo y la jaló hacia él—. Fuera —dijo—.
Ahora.
Sentía que me iba a enfermar. Comencé a caminar por el pasillo hasta el cuarto
de baño. Y Holden dijo en voz alta detrás de mí —¿Adónde vas?
Levanté mi mano porque ni siquiera podía responder. El baño estaba en el
otro extremo del pasillo. Pasé la habitación de Maya a mi derecha—todo era rojos y
marrones—y luego una habitación con una cama doble sencilla, un viejo edredón,
como si hubiera sido cosido a mano. La habitación era desértica en su defecto,
Megan Miranda Fracture
***
Era raro volver a casa juntos. Al mismo lugar. Ver a nuestros padres sentados
juntos en el sofá, tomando algo. Era raro verlos a todos girar hacia nosotros al mismo
tiempo, con la misma expresión. Un segundo de confusión al vernos juntos, al ver
mis dedos entrelazados con los suyos de nuevo, antes de que sus rostros se alzaran
momentáneamente. Hasta que volvieron a mirarnos y vieron la suciedad en mis
manos. En el rostro de Delaney. En nuestras ropas, cubiertas de hielo y barro.
Joanne habló primero —¿Dónde están sus zapatos?
Megan Miranda Fracture
Miré hacia abajo. Delaney llevaba puesto solo calcetines. Supongo que dejó
las botas en lo de Maya. La había arrastrado por el hielo y la tierra y estaba descalza
—Encontramos a Tara Spano —dijo como respuesta.
Luego su mano soltó la mía, voló para cubrir su boca y subió corriendo las
escaleras. Su portazo al cerrar la puerta sacudió la casa entera.
—Estamos a la espera de saber algo —añadí.
—Oh, Dios mío —La mamá de Delaney se puso de pie, en dirección a las
escaleras. Llegué primero que ella.
—Decker —dijo mamá—. Déjaselo a Joanne.
Pero la ignoré. Subí dos escalones a la vez y no llamé a la puerta. La cerré
detrás de mí, dando un portazo tan fuerte como lo había hecho ella, que se jodan las
reglas de la casa.
Me desplomé a su lado sobre la cama, en el espacio vacío en el que había
estado acurrucada. Coloqué mi rostro contra su clavícula y escuche su corazón que
latía fuerte. Un segundo después envolvió sus brazos alrededor de mi espalda,
acercándome más, y susurró las palabras que había estado esperando oír —Está
bien. Está bien.
***
aliviado. Me puse de pie y caminé hacia ella. Destapado, empecé a temblar. Mis
ropas se adherían a mí, tiesas y frías y sucias.
—Hey —Puse mi mano sobre su brazo para sujetarla—. Ella está viva —
Aclaré mi garganta—. La salvaste.
—No lo hice —dijo, y sacó de un tirón un pijama al azar y cerró el cajón de
un golpe—. No hice nada.
—Pero tú la viste. Estabas observando y la viste.
—Eso no significa que la salvé —Escupió la palabra, como si fuera repugnante.
Su cuerpo entero se puso rígido. Aclaró su garganta—. Salvé a alguien una vez.
—¿De verdad?
—Un chico. De nuestra edad, creo. Le iba a dar un derrame cerebral y le dije
a su enfermera y lo llevaron al hospital a tiempo. Mi doctor también dijo que lo salvé
—Sacudió su cabeza, la cosa más triste—. Es un vegetal —Soltó—. ¿Crees que lo
salvé, Decker? ¿Debería no haber dicho nada de nada?
No tenía idea de que decir —Nunca sé que hacer —dijo—. Nunca hago lo
correcto. Lo intenté tanto con Carson. ¡Tanto! —Me di cuenta en ese momento que
ella nunca se había permitido llorar su muerte. No con la culpa. No con Janna
señalándola siempre. No con el resto de nosotros tan absortos en nuestra propia
aflicción.
—Sé que lo hiciste —dije—. Pero Delaney, Tara está en casa.
Sus manos quedaron inmóviles y giró para verme —¿Ella está bien? —
preguntó, con la voz llena de necesidad.
No estaba seguro. Esperaba no mentir cuando dije —Ella se encuentra bien.
Observé su rostro pasar de la esperanza al alivio, vi el esbozo de una sonrisa,
escuché el aire que soltó como una risa, y todo lo que puede pensar fue por favor, que
sea verdad; por favor, que sea verdad.
Escuché las voces de nuestros padres que llegaban desde el piso de abajo y
supe que las nuestras probablemente también se escuchaban —Debo irme —dije.
—Oh —Sostuvo sus ropas, como si pensara que yo creía que no debía verla
vestirse.
—Quiero decir, estoy repugnante, y estoy estropeando tu cama —susurré—.
Tus padres van a matarme.
—Puedes usar mi ropa —dijo. Reí.
—No voy a ponerme tu ropa.
Megan Miranda Fracture
***
Capítulo 15
Traducido por Shiiro
Paseaba por el jardín. El hielo se había derretido, pero el suelo seguía estando
frío y mojado. Sacudí la cabeza. Llevaba más de un mes esperando volver a casa
definitivamente. Y ahora quería quedarme. Tener una excusa para acabar en el suelo
de Delaney en medio de la noche. Para que fuera lo primero que viese por la mañana,
Megan Miranda Fracture
con el pelo revuelto y sus pijamas ridículos. Para que me grite por beberme toda la
leche y dejar el cartón vacío en la nevera.
Aparté las sombras del salón, permitiendo que entre luz y, con suerte, algo
de calor.
Abrí el grifo de la ducha tras quitarme la ropa sucia, pero tuve que dejar la
puerta del baño abierta para que entre un poco de luz. El agua estaba helada—fue
probablemente la ducha más rápida de mi vida, pero al menos me ayudó a
despejarme. Tara estaba en el lago, pero está viva. Está viva.
¿Qué demonios sucede?
Mi teléfono sonaba cuando salí de la ducha. Justin.
—Dímelo —dijo con voz cansada y ronca—. Dime que no sucedió. Dime que
estaba tan hasta arriba de medicina para el resfriado que me desmayé y tuve el sueño
más jodidamente extraño de mi vida y tú me trajiste a casa mientras estaba
inconsciente.
Tosió. Se atragantó —Dime que Tara no estaba boca abajo en el maldito lago.
Dime que no tuviste que sacarla.
—Está viva —dije—. Está bien —añadí.
—Viene por nosotros, Decker —dijo, y sentí escalofríos a medida que el agua
se secaba sobre mi piel.
Agua en mi casa. Cristal en su suelo, como si fuera hielo.
Salí del oscuro recibidor, caminé hacia las ventanas de la fachada, y observé
la casa de Delaney —Detente. Estás siendo ridículo. Es un lago. Es agua. Es lluvia.
No hace nada. Dios, ¡escúchate!
—Dile eso a Tara —replicó Justin antes de toser otra vez.
—Estaba borracha. Se cayó. Se dio un golpe en la cabeza —dije, recitando los
hechos, las cosas que eran reales. Y, cuando no me contestó, repetí—. Se resbaló y se
dio un golpe en la cabeza.
—Se resbaló. Estaba sentada con nosotros. ¿Adónde demonios iba? ¿Qué
hacía fuera?
No tenía ni idea. Quizá se iba. Quizá quisiera aclarar sus ideas —¿Y qué
importa? —pregunté.
—¿Eres estúpido? —gritó Justin. Alejé el teléfono de mi oreja—. Abre los ojos.
Carson.
Tara. Viene a por nosotros, Decker. Viene a por todos nosotros. —Sus palabras se
perdieron entre toses y jadeos.
Megan Miranda Fracture
El paseo hasta el otro lado del lago siempre parecía más largo durante el día,
porque podía ver cuánto me quedaba por recorrer, lo poco que avanzaba. Y por eso
obligué a Delaney a cortar por la superficie helada el año anterior. Parece
inmensamente grande cuando puedes ver la casa directamente mientras caminas,
un punto diminuto en la orilla opuesta.
Cuanto más caminaba, más culpable me sentía por haber arrastrado a
Delaney de regreso, descalza sobre el suelo helado y mojado. ¿Y para qué? Porque
estaba desorientado y me asusté por el número de habitaciones de su casa. Y qué si
su madre estaba o no en casa. Ridículo.
La casa de Maya y Holden estaba en silencio y no había ningún movimiento
cuando pasé por el frente. Pero vi, a través de los árboles, una persona sentada de
piernas cruzadas, cerca del agua que tenía enfrente. Me oyó, y se puso de pie antes
de que llegara. Maya se sacudió la suciedad de los vaqueros y se cruzó de brazos.
Levanté las llaves.
—Solo voy a coger el coche —dije. A medida que me acercaba, me di cuenta
de que tenía los ojos inyectados en sangre con manchas negras en las comisuras,
restos del maquillaje de la noche anterior. Me pregunté si seguía esperando una
llamada—. Tara está bien.
Ella soltó un suspiro de alivio —Gracias a Dios —dijo—. Kevin no llamó —
Giró hacia el lago de nuevo mientras yo pasaba a su lado. Pero recordé a Delaney
aquel día, en el funeral de Carson. La forma en que nadie, ni siquiera yo, la apoyó.
Megan Miranda Fracture
Me detuve detrás de ella. Podía ver la camioneta desde donde estaba, más
allá de los árboles, esperándome. Me aclaré la garganta —No eres tú —dije—. Todos
hemos estado—todos hemos tenido muchas cosas que llorar durante el año.
—¿Y creen que yo no? —preguntó, con la voz temblorosa—. Solía estar celosa
de ustedes. Están tan unidos, y parece que jamás se abandonarán unos a otros.
Quería eso —Se rió—. Pero están todos tan mal. Están demasiado unidos para verlo.
Hora de irse.
Oí la puerta deslizarse colina arriba.
—¿Estás bien, Maya?
Holden me miraba fijamente, con los brazos cruzados.
—Solo vine por el coche —repetí. Y pienso salir de aquí.
—Estoy bien —dijo ella.
—Entra —dijo él. Debía estar congelada.
—Tara está bien —respondió ella, ignorando la orden.
Giró para seguir mirando el lago, y Holden se apoyó en el marco de la puerta.
Los dejé ahí y subí por el terraplén, en dirección a la carretera. Me pregunté si habría
sido peor saber de mi padre de antemano. Si hubiera pasado los últimos meses antes
de su muerte llorando su pérdida, como Maya con la de su madre. Si era por eso que
no había querido decírmelo.
El por qué nadie había querido decírmelo.
Mientras conducía de regreso a casa, vi a Maya, aún en el borde del lago. Y,
por un segundo, me pregunté si de verdad habría querido saber lo que se me venía
encima.
Convencí a Delaney para que viniera conmigo. Delaney pensaba que a Tara
no le haría mucha gracia verla allí, pero no me importaba. Respiró hondo mientras
yo aparcaba frente a la casa de Tara.
Cuando era pequeño, pensaba que Tara vivía en la mejor casa del mundo.
Vivía, literalmente, sobre una tienda de helado, y con tanta familia que parecía una
fiesta que no terminaba nunca. La heladería era la parte delantera de la primera
planta, y los dos pisos superiores estaban divididos en el centro: la familia de sus
primos en un lado, la de Tara (completa con tres hermanos más pequeños) en el otro,
y sus abuelos en el piso de arriba.
Y teníamos helado gratis siempre que queríamos.
Megan Miranda Fracture
Llamé a la puerta abierta, y cerró los ojos antes de girar el cuello hacia
nosotros. La cara de Tara no cambió. No me sonrió. No frunció el ceño al ver a
Delaney detrás de mí. Su boca apenas se movió cuando habló.
—Veo que la noche terminó mejor para ustedes que para mí.
Ahora era cuando sonreiría tímidamente o se tocaría el pelo. Pero no lo hizo.
Siguió ahí tumbada. Lánguida y no-Tara.
—Vinimos a verte —dijo Delaney. Me empujó, poniendo la mano en mi
espalda, hasta que quedé a los pies de la cama de Tara. El hecho de que su cama
fuera también un sofá era otra de las cosas que parecían mucho mejores cuando
éramos pequeños.
—Puntos —dijo. Levantó la mano derecha y tocó la piel por debajo de la
venda. Le temblaron los dedos mientras repasaba el borde.
—¿Te tropezaste? —pregunté. Necesitaba estar seguro para poder decírselo
a Justin. Se tropezó, se dio un golpe en la cabeza y casi se ahoga en el lago, pero fue
un accidente. Estaba borracha y fue un accidente. Ojalá se acordara.
—Sí —dijo—. Para nada vergonzoso... —Sonreí cuando lo dijo, captando un
chispazo de la Tara que todos conocíamos. Ella entrecerró los ojos, y dijo: —¿Me
viste?
—¿No te acuerdas? —pregunté.
—No, recuerdo eso —Tragó saliva, y pareció que le dolía—. Escuché que me
sacaste del lago —Estaba ahí afuera porque la rechacé. Me pregunté si también se
acordaba de eso.
—Sí, lo hizo —dijo Delaney. No mencionó que fue ella quien vio a Tara. La
que la salvó.
—Está bien —respondió, y sus dedos comenzaron a juguetear con el
edredón—. Me preguntaba si vieron... —Inhaló despacio, insegura—. Si vieron
cómo llegué al lago.
Sentí que Delaney se tensaba a mi lado. No podía moverme. No podía
respirar. Incluso la habitación pareció contener el aliento. Tara tenía los ojos muy
abiertos, y paseaba la mirada entre Delaney y yo. Se agarró al edredón, y dijo —
¿Cómo me metí al jodido?
Tuve que inclinarme. Apoyarme en algo. Lo que fuera. Puse las manos al
borde de su cama —Pensé que habías dicho que te tropezaste y te diste un golpe en
la cabeza —La habitación parecía ladearse. O quizá era yo el que se iba para un
costado. Era difícil de decir.
Megan Miranda Fracture
—Si —dijo—. Me caí del patio. ¿Pero cómo llegué al lago? Dime.
No podía responderle. El lago estaba a unos buenos diez pasos del borde del
patio.
—No lo vimos —susurró Delaney—. No vimos cómo pasó.
—El doctor dijo que estaba desorientada después de darme el golpe en la
cabeza —dijo—. Que la mayoría de la gente no recuerda lo que pasó antes. O
después —Excepto que Tara recordaba los momentos previos—. Dijo que
seguramente me levanté. Me tropecé. Y me caí. Me quedé fuera de combate. Mala
suerte —dijo.
—Mala suerte —repetí, deseando que fuera verdad.
—El doctor dijo que fue una gran suerte que estuvieras ahí. Una gran suerte
que no me haya ahogado. Gran. Suerte —dijo, alzando la voz. Torció la boca—.
Divertido, ¿verdad?
Recordé su imagen, su cabello rubio flotando en el agua. Como Delaney,
desapareciendo bajo la superficie.
Ella comenzaba a entrar en pánico. Yo comenzaba a entrar en pánico —¿Cómo
llegué al agua? —preguntó. Miró a Delaney, con los ojos muy abiertos—. ¿Cómo
llegué al jodido lago?
Delaney sacudió la cabeza. Pensé que iba a girar e irse, pero, en vez de eso, se
acercó. Puso los dedos en la cabeza de Tara, cerca de los puntos.
—Estás bien ahora —dijo. La respiración de Tara volvió a la normalidad, pero
seguía mirando a Delaney.
Me miró y dijo —Janna piensa que es real —No tenía que decir de qué
hablaba. Todos lo sabíamos—. No solo el lago. Toda la ciudad. Dice que hay algo
que está muy mal en este sitio. Que nos hace olvidar.
Este era un sitio que no me dejaría olvidar. Delaney en el lago. Mi padre en el
suelo. Me quitaba cosas, y me obligaba a mirar —Y, qué, —dije—, ¿piensa que te
obligó a levantarte y meterte en el agua? —Llené mis palabras de sarcasmo, para que
sonaran ridículas. Para que pudiéramos creer que eran ridículas.
Oímos pisadas que hicieron crujir el techo encima de nuestras cabezas. Miré
hacia arriba. Su abuela vivía ahí. Leía la fortuna, y a veces hacía sesiones de
espiritismo. Solíamos espiarla cuando éramos pequeños. Tara nunca lo creyó. Humo
y espejos, me dijo la última vez que estuve aquí. Me vio mirar hacia arriba —No sé
—dijo— qué es lo que piensa ella.
Megan Miranda Fracture
Tuve una visión de Tara tumbada al lado del patio, con la frente sangrando.
Vi dos dedos de agua que se alzaban del lago, serpenteando entre las rocas y la
suciedad, como lo había visto bajar por las paredes de mi casa y deslizarse por el
suelo. Vi cómo el agua rodeaba sus muñecas y la atraía hacia sí, hacia el lago.
Intentando llevársela.
La madre de Tara estaba detrás de nosotros, y nos apartó para llegar a su hija
—Estoy tan contenta de que hayan venido a verla. No podemos agradecerles lo
suficiente.
Me dio las gracias, como los padres de Delaney lo habían hecho. Como si
también hubiera salvado su vida. Una suerte que la encontráramos. Mala suerte que
hubiera acabado en esa situación, para empezar. Una suerte que Tara—y Delaney—
siguieran vivas. Mala suerte que casi se ahogaran antes. Yo era el héroe que las había
sacado del agua. Yo era el villano que las había mandado al lago en primer lugar.
Como si el lago Falcon intentara decirme algo. Algo sobre mí.
Escucha.
—¿Necesitas descansar, cielo? —Su madre se sentó al borde de la cama, y le
acarició la frente. Tara asintió. Cerró los ojos. Giró la cabeza. El lago se había llevado
algo suyo; ya no parecía invencible. Pero había sobrevivido. Me lo repetí a mí mismo
mientras bajábamos las escaleras e íbamos hacia mi coche. Está viva está viva está
viva...
Capítulo 16
Traducido por Shiiro
—¿Así que el lago venía a por mí? —susurró—. ¿Eso crees? ¿Que el lago me
quiere muerta?
—No, Delaney. No el lago —Tragué saliva. Me obligué a decir las palabras,
hacerlas reales—. Una persona.
¿Cómo describir la manera en que siento que todo está conectado? Cómo nos
sentimos con respecto al lago, cómo nos permitimos tenerle miedo y creer—que nos
quiere. Que nos puede hacer daño. La forma en que alguien podría usar ese miedo.
Esconder algo dentro. Es el lago; es lo que quiere.
Solo que no es el lago.
Es lo que alguien quiere. Alguien quiere que ella desaparezca.
Murmuraba, intentando explicarlo frenéticamente, movía los brazos y
señalaba al lago, a todo y a nada. Y ella seguía mis manos, como si tuvieran más
sentido que mis palabras.
—¿Quién me querría muerta? —preguntó cuando terminé. Tenía las manos
cerradas en puños, entre las piernas, como dispuesta a aferrarse a si misma. Y no me
lo preguntó como si fuera algo muy lejano en probabilidad. Me lo preguntó de la
forma más triste posible. Como si me estuviera preguntando cuál de todos.
—No, espera —dijo, sacudiendo la cabeza. Con un suspiro de alivio—. La
gente conoce a Tara. Puede que luzca tal y como tú me describirías, pero no se parece
a mí. Alguien sabría que era la persona equivocada.
—No es alguien que te conozca, entonces —dije, sin sentido—. Quiero decir,
saben que existes. Pero no te conocen —Pensé en el artículo posterior a que Troy se
ahogara, de mi foto, al borde de la página, intentando alcanzar algo que no existía.
En su nombre, que se susurraba en la ciudad como si fuera una leyenda. En la forma
en la que los policías me habían mirado cuando dije su nombre. Todos sabían que
existía. Pero no todos la conocían.
—No tiene sentido, Decker —Delaney se apoyaba en la lógica. No confiaba
en la forma en la que las cosas parecían conectar. En la forma en la que yo sabía que
tenía sentido, aunque no supiera cómo—. Porque no es muy difícil averiguar quién
soy. Y Tara se cayó. Se cayó y se dio un golpe en la cabeza. Nadie la empujó.
Mi mente volaba, descartaba posibilidades, imaginaba escenarios, buscando
alguno que encaje. La verdad no eran los hechos. Es decir, lo eran. Pero también era
algo más. Algo que podía sentir. Los hechos encajarían con eso más tarde.
Megan Miranda Fracture
Era por eso que mi papá y yo éramos tan diferentes. Todos pensaban que
éramos iguales, pero él se parecía más a Delaney, necesitaba hechos. Sin hechos, no
contaba nada.
Pero esto sí.
Alguien venía por ella. Podía sentirlo.
Contaba.
Mamá, Joanne y Ron estaban descargando todas las bolsas de los dos coches
en el garaje.
—Qué bien, chicos, están en casa —dijo mamá—. Quedan unas pocas horas
de luz... Empiecen a moverse.
Delaney y yo empezamos con mi habitación. Trabajamos en silencio,
movimos mi armario a su sitio original, pusimos la ropa en los cajones. Ambos
conocíamos de memoria esta habitación. Ella ayudó a mi madre a poner las cortinas
escaleras abajo, y pusieron una alfombra sobre los suelos de madera, nuevos y más
oscuros. Los padres de Delaney estaban limpiando la casa—todo estaba cubierto por
una capa de polvo blanco, de la obra.
Pero, hacia el final de la tarde, el sol no entró por la ventana con el ángulo
correcto, y las habitaciones se sumieron, una a una, en la oscuridad.
Ayudaba a mamá a limpiar las ventanas de su cuarto cuando Joanne llamó a
la puerta. El pasillo, detrás de ella, estaba a oscuras —La cena estará en una hora,
¿de acuerdo?
Mamá hizo una pelota con el papel y la tiró al cubo de basura que había a mi
lado —Voy a salir con Decker, en realidad.
—Muy bien. Disfrútenlo.
Un minuto después, Delaney nos dijo "adiós" mientras pasaba por delante de
la habitación, arrastrando una bolsa de basura gigante.
—Espera —dije. Tomé la bolsa en el pasillo oscuro, y me la eché al hombro.
Ella se agarró a la barandilla de las escaleras mientras bajaba, y se arropó con la
chaqueta.
Tiré la basura en el contenedor del garaje, y ella se quedó en la puerta,
esperándome. Pensé que no creía que alguien la persiguiera, pero parecía que, en el
fondo, sí lo hacía —No te asustes —dije, acercándome a ella. No debería haberle
dicho lo que pensaba. Fue un error. Ella necesitaba hechos a los que aferrarse, no
Megan Miranda Fracture
este sentimiento de pavor con el que no podía hacer nada. Algo más ante lo que
sentirse impotente.
—No hay nada de lo que asustarse, ¿no? Solo alguien que me quiere muerta.
Nada serio.
—No —dije, y pasé la mano por su cabello, colocándolo detrás de su oreja.
Sentí sus manos en el dobladillo de mi camiseta, sus dedos enredados en las
trabillas del pantalón, sobre mis caderas —No te va a pasar nada —dije. Estaba
empezando a ser tan bueno en decir lo que deseaba que fuera real, que por un
segundo pensé que quizá tenía el poder de hacerlo realidad.
Y antes de que pudiera discutírmelo, acaricié su labio inferior con el pulgar
—Te extrañe con locura —Ella levantó el rostro, solo un poco, y dije—. Soy tan idiota.
Sonrió, y se formó ese hoyuelo en su mejilla. Sus ojos se cerraban a medida
que se acercaba, y dijo —Qué bueno que seas mi idiota favorito.
Quería darle un beso de despedida. Solo un segundo o dos. O tres. Pero se
convirtió en el tipo de beso en el que, sin importar lo que hagas, te sientes como si
no pudieras estar lo suficientemente cerca. Cuando se apartó de mí, me agaché de
nuevo, la besé una última vez.
—Te veo esta noche. Mándame un mensaje cuando todos se hayan dormido,
¿de acuerdo?
Salió por el garaje, y la observé correr por el jardín. Mientras cerraba la puerta
detrás de ella, sentí esperanza en lugar de miedo. Sentí cada hora. Las sentí pasar.
Y entonces sentí que había alguien más en la habitación.
Miré hacia atrás, y vi a mamá apoyada contra la pared al final de la escalera,
con su propia bolsa de basura y una ceja enarcada. Me aclaré la garganta, y no hice
contacto visual mientras pasaba a su lado.
—¿Tienes un momento, Decker?
Me encogí, preguntándome cuánto tiempo llevaba ahí. Metí las manos en los
bolsillos, y giré sobre los talones.
—Oh, eh, tengo una idea. Vamos a saltarnos esta parte.
—Ya que tu padre no está aquí, necesito decirte algo.
—Ya hizo esto, te lo prometo. Hace como tres años.
—No, creo que se saltó una parte.
Contuve la respiración. Por favor, que sea rápido. Por favor, que esto no esté
pasando.
—Están demasiado unidos—
Megan Miranda Fracture
Dejé de retener el aliento, y entrecerré los ojos —Sí, hizo eso también. No
acabó bien.
Pero ella no se detuvo —Están demasiado unidos, y no ves lo que ella está
haciendo. O quizá sí, y no te importa. No lo puedo asegurar.
—¿Perdón? —Delaney no estaba haciendo nada.
—Está cambiando su vida, Decker. Por ti. Joanne dijo que está solicitando
universidades en Maine, como si no le importase mirar en ninguna otra parte ya.
No tenía sentido. Habíamos vuelto hacía tan solo un día. Es como si siempre
hubiera sabido que un día le diría que había sido un idiota, y ella me perdonaría
diciendo que al menos era su idiota preferido. Sabía que pasaría. Nunca dejó de
creerlo.
—Y yo iba a ir a Boston por ella. ¿Cuál es la diferencia?
—No la hay —dijo—. Y tu padre te iba a hablar de eso. O lo intentó. Por lo
que me dices, no salió bien.
No lo intentó demasiado. Probablemente porque se dio cuenta de lo inútil
que era su argumento.
—Eres tan obstinado —dijo, pero no como si fuera algo malo—. Pero piensa
en ella. Y quiero que lo hagas de verdad. Y no solo en cuánto quieres estar con ella.
Piensa en lo duro que ha trabajado toda su vida, y por lo que está sacrificando eso.
¿De verdad quieres eso en tu conciencia? ¿Qué pasa si empieza a guardarte rencor
por eso? Y Decker, mira lo que acaba de pasar. ¿Qué pasará la siguiente vez que
decidas que has terminado con ella?
Sentí en el pecho cómo ascendía furia al rojo vivo. ¿Cómo se atrevía? —Jamás
terminé con ella. Estaba—
—Enojado, sí, lo recuerdo. Estabas enojado con ella. Estabas enojado
conmigo. Estabas enojado con todo el mundo.
—No, mamá, estoy enojado con él —Que fue por lo que me di cuenta de que
era un idiota—enfadándome con todo el mundo excepto con él. Culpando a todo el
mundo excepto a él.
Como Janna, que señalaba a Delaney en el funeral de su hermano.
—Porque no te lo contó —dijo mi madre.
Sí, porque no me lo contó. Sí, era una traición. Pero estaba enfadado por algo
peor que eso —Porque se murió —Se murió, maldita sea. Y aquello lo sentía como
la traición más grande de todas.
Megan Miranda Fracture
Ella hizo una mueca de dolor —Sí —dijo—. Yo también estoy enfadada por
eso.
—Y sí, porque no me lo contó, como si me viera como a un niño pequeño que
no podría con ello.
—Eso no... —empezó—. Creo que quería recordarte tal y como eras—no
como a alguien que tenía miedo de perderlo, cosa que iba a ocurrir de cualquier
manera. Si pudieras salvar a alguien que te importase de ese miedo, de esa pena
añadida, ¿no lo harías?
Pero yo tenía derecho a saberlo. Solo que entonces pensé en Delaney. Imaginé
su sonrisa, y no volver a verla, ni a ella cuando bromeaba, avergonzándome por
poner la leche en el congelador. Sin sonreír ni llamarme idiota. En lugar de eso, todo
se entrelazó con tristeza, desesperación y la forma en que me había sentido en el
hospital, cuando pensé que no despertaría, haciendo tratos con cualquiera que me
escuchara. Cualquiera excepto ella. Todos excepto ella. Y sí, se lo evitaría.
Abrí la boca para responder —Y además —dijo—, si te pillo subiendo las
escaleras esta noche, te quedas sin las llaves del coche.
Punto para mamá.
—Tienes razón —dije—. Yo no. Como siempre —La envolví con el brazo.
—De acuerdo —dijo, pero era como si mis pensamientos, las visiones en mi
mente, le hubieran llegado a ella. Y, lo creyera o no, estaba ahí atascado,
convirtiéndose en algo.
Le acaricié el pelo hasta que se durmió, y luego traté de apoyar la cabeza en
la otra mano, pero no funcionaba. Dormí como si estuviera en un avión,
despertándome a cada momento cuando se me doblaba el cuello de una forma
extraña. Pero, al final, me dormí de verdad, porque lo siguiente que recuerdo es que
había una mano en mi hombro.
Salté, viendo a mamá detrás de mí, y desperté a Delaney sin querer. Se
despertó poco a poco, y luego de golpe, procesando el hecho de que mi madre estaba
detrás de nosotros.
—Oh, Dios —dijo, echándose al otro lado del sofá—. No es lo que parece.
Mi madre enarcó una ceja —Lo que parece es que se quedaron dormidos
viendo la televisión.
—Oh. Entonces, sí que es lo que parece —Tenía la mejilla llena de líneas por
la almohada, y se las frotó.
—Ahora, sube antes de que venga tu madre y le dé un ataque al corazón.
Delaney asintió, saliendo del cuarto. Pero mamá se había quedado quieta. Y
yo la miraba fijamente —¿Acabo de hacer un chiste sobre ataques al corazón? —
preguntó.
—Síp —dije.
Se cubrió la boca con la mano, y se sentó en el sofá a mi lado —Soy una
persona horrible —dijo.
—Lo eres.
Sacudió la cabeza y se volvió a concentrar en mí, sentado aún en el toro
extremo del sofá —Ya veo venir tu defensa. Pero no estaba en su cuarto, mamá.
—No tengo nada que decir —dije—. Fue idea suya. La mayoría del tiempo,
solo sigo sus ideas —Giré el cuello—. Auch.
Me preparé para la discusión, pero esta no llegó. Se levantó del sofá, y me
acarició el pelo al pasar. Se metió en la cocina —Vas a tener una vida muy buena.
Puedo sentirlo.
Me pregunté cómo podía sentir algo así, cuando solo en el último año había
perdido a mi padre y a Carson, y por poco a Delaney.
—Gracias, Galleta de la Suerte —dije mientras desaparecía tras la puerta.
Megan Miranda Fracture
Capítulo 17
Traducido por EnithCrystal
Quizás mama podía haber sentido que mi vida iba a ser buena, pero ella no
veía la forma en que todos nos miraban esa mañana en la escuela. Nadie quería ser
nosotros. Nadie quería estar cerca de nosotros. Como si la maldición fuera parte
nuestra ahora, y fuéramos contagiosos.
Acompañé a Delaney a clase, y la gente susurraba a nuestro paso. E imagino
que no fue solo porque sostenía su mano. Me esforcé por escuchar lo que decían.
Escucha.
Carson y Troy.
Tara en en lago Falcon.
Viene por ellos.
—¿Decker? ¿Estás ahí?
—Aquí. Lo siento —dije, y giré para ver a Delaney—. ¿Nos vemos en el
almuerzo?
Forzó una sonrisa al entrar a su salón, pero sus ojos escanearon el pasillo
detrás de mí. Todos miraban. Todos hablaban. Me pregunté si estaría escuchando
también. Me pregunté que le susurraba este lugar a ella.
Pasé junto a Janna en el pasillo. Estaba peleando con el seguro de su casillero,
incapaz de abrirlo. Lo golpeó con la palma de su mano y trató de nuevo.
—Te ayudo —dije. Sabía su combinación sin darme cuenta. Era la misma
desde primero año. Sentí algo hacer clic dentro del seguro y lo abrí.
—Gracias —dijo—. No dormí —Sacó su libro, y sentí su respiración agitarse.
Se inclinó más cerca hacia mí, agarró mi chaqueta con su mano libre, y dijo —¿Has
fingido algo por tanto tiempo que se vuelve real?
Justin había mencionado que Janna pensaba que la maldición era real. Tara
también lo dijo —Está jugando con tu mente —dije— Nada de esto es real.
Se acercó mucho a mi rostro —Lo es ahora —dijo— Oh Dios —Cubrió su boca
y me miró con los ojos muy abiertos.
La campana sonó, ella agarró sus libros y se fue por el pasillo.
Megan Miranda Fracture
Dejé mi comida en la mesa y me fui por el pasillo. Por favor que esté en la
biblioteca. Si no, iba a tener que ser un pervertido y buscar en el baño de chicas.
Afortunadamente, la encontré en la parte trasera de la sección de no ficción, al final
del pasillo, inclinada contra un afiche de Salva la Vida Silvestre.
—Nadie más lo piensa —dije.
—¿No es suficiente que una sola persona lo haga? —preguntó.
Megan Miranda Fracture
—Solo estamos… —Están todos tan mal —había dicho Maya—. Están demasiado
unidos para verlo.
Alguien golpeó en la parte metálica del estante al final del pasillo, como si
fuera una puerta —Perdón —Janna se quedó de pie al final de las pilas de libros—.
Lo siento —dijo.
Delaney asintió, y nos quedamos ahí en silencio, en la esquina trasera de la
biblioteca, como si estuviéramos esperando a ver qué pasaba después —Y yo —
susurró Delaney.
Kevin y Justin venían veinte segundos detrás —¿Ves? —Kevin le dijo a
Justin—. Te lo dije. Biblioteca.
Justin tosió, y parecía venir de algún lugar muy dentro de él. Kevin nos miró
a los tres. Separados por el pasillo —Así que, tenemos un mal día —dijo. Incluso
hizo reír a Delaney.
La campana sonó, y Janna saltó. Estábamos al borde, llenos de adrenalina.
Empezamos a caminar de vuelta a nuestros casilleros —¿Qué vamos a hacer
después de clases? —preguntó Kevin.
—Yo me mudo de nuevo a casa —dije.
—Oh, genial —dijo Kevin—. Por favor déjame ayudar. Mi casa es un jodido
ambiente hostil.
—Pensé que estabas castigado —dije.
—Por supuesto que estoy castigado —Sonrió—. Así que necesito que me
lleves.
—Yo te llevo —dijo Janna, mirándome—. Justin, ¿Vienes?
Justin tosió de nuevo, se dobló, y asintió antes de meterse al baño más
cercano.
—En serio —dijo Kevin—. Todo está diferente —Señaló al arreglo de luces
sobre la mesa del comedor—. Incluso las luces.
—Seh —dije—. En vista de que la casa entera estaba en ruinas, tuvimos que
hacerlo —Señalé a la cocina, donde mi mamá todavía no había empezado—. Elijan
un trapo. Quiero tener esta habitación lista antes de que mamá llegue a casa.
El teléfono de Delaney sonó, su columna se tensó, y lo silenció, dejándolo en
la mesa del comedor. Igual que ayer. Había silenciado su teléfono la semana pasada,
esta semana estaba ignorando las llamadas.
—Hey, ¿Me haces un favor? —dije—. Ve a ver si tu mamá tiene más
servilletas de papel.
—Seguro —dijo, y se fue sin llevarse nada con ella, como sabía que haría.
Agarré su teléfono y revisé su registro de llamadas perdidas. Hijo de puta.
Presioné Devolver Llamada y sostuve el teléfono junto a mi oído, y ese tipo de
Boston respondió al primer timbre —Gracias por devolverme la llamada —dijo sin
aliento—. Primero, por favor acepta mi disculpa.
—De nada —dije—. Y no.
Después de una pausa, el Dr. Josh dijo —Cierto. El novio.
—Si, y así está la cosa. Ella no va a hablar contigo. Y esto se acerca al acoso.
Así que quizá quieras parar antes de que ella haga algo al respecto.
Lo escuché respirar en la línea, pero no dijo nada. Estaba a punto de colgar
cuando dijo —Dale un mensaje, ¿Quieres? Solo una cosa. Es… es parte del
Juramento Hipocrático. Es una promesa, a otros, ‘compartiré gustoso aquel que sea
mi conocimiento, con los que vengan después’. Ella entenderá la importancia.
Genial. Así que iba a atraerla con cosas médicas —Vaya, eso es hermoso. En
serio. Como poesía. Vamos, comparte. Qué tal si yo voy y comparto con tu fabulosa
institución que estabas tocando a una menor, que intentabas examinar a una menor
de edad sin un tutor legal presente.
Por favor que esas palabras signifiquen algo. Se me habían metido, como por
ósmosis, a través de años en la mesa con dos personas que trabajaban en la ley y los
servicios sociales, cuando juraba que no ponía atención.
—¿No tiene 18? —preguntó.
Le sonreí al micrófono —Solo si puedes redondear —dije. Y colgué. Gané.
Delaney regresó por la puerta con dos rollos de servilletas de papel debajo de
cada brazo y una bajo su barbilla. Los dejó caer todos a la vez, y se desenrollaron en
Megan Miranda Fracture
diferentes direcciones —Bueno, mierda —dijo. Me miró, ladeó su cabeza, sonrió ante
mi expresión—. ¿Qué? —preguntó.
—Tú —dije—. Eres perfecta.
—¿Me estás tomando el pelo? —preguntó, con una mano en su cadera.
—Nunca —dije.
La ayudé a volver a enrollar las servilletas, y volvimos a la cocina. Janna
fregaba los mostradores, limpiando el fino polvo blanco del yeso que se había
asentado sobre todo como cenizas, y lloraba. Se pasó la mano, y el polvo del yeso,
por el rostro, intentando esconderlo.
—¿Janna? —La llamé.
Se enjuagó las manos en la pileta de la cocina, buscando dónde secarlas, y las
sacudió. Giró y dijo —¿Cómo llegó Tara al lago, Decker? Tara me lo preguntó, como
si yo pudiera saber. ¿Por qué cree que yo lo sé? No lo sé. No.
No le dije a Janna lo que sentía. Lo que realmente pensaba —Está desesperada
—dije—. Me preguntó lo mismo.
Miró alrededor, a los pisos completamente nuevos bajo sus pies. A las luces
nuevas. A todo lo nuevo —No sabía que el agua podía destruir una casa —susurró.
Que era algo gracioso, ya que se podía llevar una vida o dos o tres. Le
temíamos como si pudiera hacer algo mucho peor.
—Y un motor de auto —dijo Kevin.
—Oh, y para su información, realmente puede destrozar tus pulmones,
también —dijo Justin. Su voz traqueteó al hablar, como si todavía intentara toser
agua, una semana después.
—¿Qué dijo la policía? —preguntó Janna—. ¿De tu casa?
Me encogí de hombros —A este punto, no seríamos capaces de probar nada,
de todas formas. Aun así, quiero saber. Me desespera pensar en eso. No saber. Como
si pudiera pasar de nuevo.
Una de las manos de Janna se deslizó por la mesada, aún mojada. Se la secó
en los vaqueros, justo como había hecho mi papá. Y ahora estaba parada
exactamente donde había estado él, justo antes de…
—¿Qué? —preguntó. Bajó la voz—. ¿Por qué me miras así?
Sentí mi garganta cerrarse, pero no por pánico —Mi papá murió —dije—.
Justo donde estás parada. Estaba aquí, y luego ya no, y ahora estamos limpiando la
jodida cocina como si no importara. Como si él no…
Megan Miranda Fracture
Delaney se fue para hacer algún proyecto para alguna de sus muchas clases
avanzadas cuando mi mamá llegó a casa con la cena. La casa se veía como un hogar
otra vez—no exactamente como el nuestro, pero cerca. Las mismas fotos en el muro.
Mismo tipo de muebles. Misma distribución de cuartos.
Excepto la oficina de papá, que estaba vacía e inútil. Mi mamá estaba parada
en la puerta abierta, y supongo que me sintió detrás de ella, porque dijo —¿Qué
deberíamos hacer con ella?
No respondí. No podía responder. Se dio la vuelta, entrecerrando los ojos
como si intentara evitar que viera lo que sentía —¿Una sala de ejercicios? ¿Un cuarto
de costura?
—Tú no haces ejercicio —Le dije—. Ni coses —Ella sonrió.
—¿Una biblioteca? —Le pregunté, como la que tenía la familia de Delaney en
el cuarto de huéspedes de arriba.
Ahora ella sonreía de verdad —Tú no lees —dijo. Cerró la puerta al salir,
dejándola como estaba. Y probablemente, como se quedaría. Un enorme agujero
vacío en la casa. En nuestra vida.
Llamé a Delaney antes de ir a dormir —Es raro que ya no vivas aquí —dijo.
Megan Miranda Fracture
Yo reí —No, es raro que haya vivido contigo —Y se me viene algo a la cabeza,
la imagen de nosotros en una habitación en algún lugar. En algún otro lugar. Uno o
dos años a partir de ahora. ¿Estaríamos juntos en la universidad? Algún día,
¿viviríamos juntos? Me pregunté si Delaney pensaba en eso. Sobre algo en un futuro
lejano. O, con nuestra historia, si era estúpido pensar más allá del mes siguiente.
—Debate —dijo, era algo que solíamos hacer cuando éramos más jóvenes—.
Único sobreviviente del Apocalipsis. Ahora.
Pero antes de tener la oportunidad de responder, añadió —Yo digo que una
cucaracha.
Solíamos hacer esto todo el tiempo, cuando nos quedábamos sin cosas de qué
hablar. Ambos podíamos debatir de cualquier cosa. El ganador era el que lograba
dejar sin lógica al otro.
No hablamos de quién podría estar tras ella o por qué. No hablamos de Tara.
No hablamos de Boston o de si ella cambiaba su vida por mí.
La escuché respirar en el teléfono, como si se hubiera quedado dormida,
cuando estaba a la mitad de mi argumento del mosquito como último sobreviviente
del Apocalipsis.
Colgué y me recosté en mi almohada. Se sentía bien. Como un descanso de
todo. Como cuando estábamos en Boston y lejos del lago, lejos de nuestro pasado,
lejos de todo en lo que nos habíamos convertido.
Pero lo último que vi mientras me deslizaba en la nada eran los centros
oscuros de rostros sin ojos, aumentando de tamaño.
Escucha.
Pasos, crujiendo en el nuevo suelo de madera.
La perilla de la puerta girando lenta, lentamente.
Mi pulso, que golpeaba y golpeaba en mi cráneo.
Me enderecé, mirando la puerta, completamente desorientado y débil. Vi un
flash de cabello rubio atrapado en la luz de la luna desde mi ventana un segundo
antes de que Delaney entrara en mi habitación.
Presioné las palmas de las manos contra mis ojos —Me diste un susto de
muerte —dije. Luego, enfocándome en ella, susurré—. ¿Cómo entraste? —Habíamos
cambiado las cerraduras.
Levantó una llave, que colgaba de una casa plateada en miniatura —Tu mamá
dejó una copia en mi casa. Para emergencias.
Megan Miranda Fracture
Revisé el reloj, miré los números hasta que se enfocaron. Más de las tres —
¿Qué estás…? —La miré. Llevaba pantalón deportivo. Zapatillas. Su cabello atado
—¿Qué está pasando? ¿Qué sucede?
—Lo que pasa es que no podía dormir. Y me imaginé que estaría vestida así
en caso de que hubiera alguien levantado cuando regresara. Tú sabes, de mi carrera
matutina.
Totalmente Delaney. Tres pasos por delante. Preocupada por adelantado —
¿Y estás aquí porque…?
Ella levantó una ceja hacia mí, acercándose a mi escritorio —¿No es obvio? —
Pasó la mano por el borde de mi escritorio, sacó la silla y se sentó—. Me siento
rebelde.
—Tú no eres rebelde. De hecho, eres algo así como una ñoña.
Se inclinó hacia delante, me sonrió de la forma en que sabía que era solo para
mí —¿Pero soy tu ñoña favorita?
—Sí —le dije—. Eres mi favorita.
La miré de cerca. La forma en que su talón rebotaba en el suelo. Y la forma en
que sus manos se desataban el cabello. Y la forma en que aún estaba sentada en esa
silla. Y que había escapado en primer lugar.
—¿La cosa va a ser así ahora? No es que me queje, —Me senté en el borde de
mi cama, mis codos sobre mis rodillas, inclinándome hacia ella— pero ¿vas a
decirme por qué estás realmente aquí?
Sus ojos se dirigieron a mi teléfono, en la mesa de noche —Te llamé primero
—susurró—. Pero no despertaste —Sacó su cuaderno, que había traído en una bolsa
de plástico—. He estado mirándolo y pensaba —dijo—. Estoy haciendo una lista.
—¿Qué tipo de lista? —Le dije, pero tuve el presentimiento de que sabía
exactamente qué tipo de lista era.
—La gente... que quisiera verme muerta.
—No hagas eso. Ya te lo dije —Le dije—. Estoy equivocado. Es totalmente
posible que Tara se golpeara la cabeza, se tambaleara y cayera.
—¿Una coincidencia?
Apreté los labios. Yo sabía lo que pensaba acerca de las coincidencias. Las
odiaba. Decía que se sentía como si el mundo le estuviera jugando una mala pasada.
Ese cuaderno estaba lleno de muerte. Obituarios.
—Estas personas —dije, intentando sacarle el cuaderno—, están muertas.
Megan Miranda Fracture
Podía verlo tan claramente. Pasos que se acercaban al cuerpo. El lago, allí
mismo. Como una señal, llamándonos. El lago, cubriéndonos.
Cerró el libro de golpe —O tal vez Janna tiene razón. Tal vez hay algo malo
en este lugar. Nos hace olvidar. Nos hace olvidarnos de nosotros.
—O tal vez Tara bebió demasiado. Y se resbaló. Y tal vez la salvaste de una
horrible muerte accidental. Ahora ve a dormir.
Abrió el cajón para guardar el diario, dónde solía estar. Pero en lugar de eso
sacó el grabador que había escondido en su interior —Pensé que ibas a devolver
esto.
—Borré todo —Le dije. Me aclaré la garganta—. Solo estabas tú —Mucho más
de ti.
—Creo que esto te hace un ladrón —dijo ella, pero no estaba molesta. Él había
estado llamando. Ella lo había ignorado.
Y pensé en las palabras, preocupado de que fueran copiadas electrónicamente
en alguna parte. Sus secretos. Su historia.
—Entonces que así sea —Le dije, y la atraje hacia la cama, diciéndole que se
fuera a dormir. Y luego seguí mintiendo. Le llené la cabeza con promesas que no
estaba seguro de poder cumplir. Estás bien. Estás a salvo. Nada te hará daño.
El año anterior, la muerte no podía tocarnos. Era algo que existía en algún
otro mundo, otro universo. Sucedía cuando eras viejo. O a otras personas en el
periódico. En las noticias.
Y yo la había traído cuando la dejé en el hielo. Hincó los dientes, se puso
cómoda, se sintió como en casa. Dormía en el centro de ese lago. Y de vez en cuando,
giraría y se estiraría, y alguno de nosotros quedaría atrapado entre sus garras.
Envolví mi brazo a su alrededor, acostada en mi cama, y pensé de nuevo:
Ella no.
Megan Miranda Fracture
Capítulo 18
Traducido por Yann Mardy Bum
sin lógica. Sin pensarlas demasiado. Cosas que no servían para la escuela. Pasé años
intentando sacarla de la lógica —Alguien que estaba cerca de la fiesta.
No dije nada durante el silencio que se generó a continuación. Tampoco ella.
Debíamos pensar lo mismo. Una persona que estaba cerca de la fiesta, que no la
conocía, hasta que lo hizo. Cuyos ojos se clavaron en ella en la sala de estar de Maya.
Que parecía sorprendido. Que había dicho —Esta es Delaney —Como si estuviera
confundido.
Él tenía los medios. Tuvo la oportunidad. Podría haber estado en la fiesta sin
que lo supiéramos. Él pudo haber sido ese tipo en la máscara que miraba a Tara.
Podría haber sido cualquiera.
—Estuvo en mi casa —susurró ella.
La alejé del lago. De la casa de esas personas.
—Él... —Negó con la cabeza—. ¿Qué hice? —preguntó.
—¿Por qué alguien vendría a un sitio como este? —pregunté—. En el medio
de la nada. Con un pariente enfermo. No está cerca de ningún hospital. Y está...
quiero decir, la gente piensa que está maldito. ¿Por qué alguien se mudaría aquí? —
Lo sentí esta mañana, al leer la última página de su diario.
La sentía a ella ahora en el silencio. La sentía creerlo.
Ella estaba tan cerca. Demasiado cerca. Casi demasiado cerca como para ver
con claridad.
—Para esconderse —dijo.
Un sitio como este. Lejos de todo. Lejos de todos. Con gente que dio vida a
una maldición. El lugar perfecto para desaparecer.
—¿Cuándo fue la última vez que viste a su madre? ¿Por qué ya no la sientes?
Era tan obvio ahora. Si realmente lo observábamos. Si no estábamos tan
ocupados con nuestras vidas. Delaney llevó sus dedos a sus labios, sacudió la cabeza
hacia mí —Porque está muerta —dijo.
Asentí —No hiciste nada —dije—. Sabes algo.
Eso era lo que el doctor de Boston no entendía. A veces, saber no es algo
bueno. A veces, saber es peligroso. A veces puede hacer que te maten, porque no se
puede deshacer de otra forma.
—No son quienes dicen ser —susurré. Podrían ser cualquiera. Una vida que
nunca vimos en la práctica —¿Qué es lo que realmente sabes de ella, de todas
formas?
Megan Miranda Fracture
—Se... se lo que ella me dice. Y sé... sé que no todo es cierto. Pero la dejo
hablar. Es como que ella necesita que yo lo crea —Miró hacia la casa—. Así que finjo
hacerlo.
Un escalofrío recorrió mi espalda —Ve a casa y prepárate —Le dije.
—¿Para qué? —preguntó.
—Para ir a la escuela. Te llevaré. Y luego te traeré a casa. Te vas a quedar
conmigo.
No teníamos lo suficiente. Una acusación sin pruebas. Era Tara la que había
sido encontrada en el agua, no Delaney.
Y no había evidencia de que alguien le hubiera hecho algo a Tara, de todas
formas. Se había golpeado la cabeza. Solo una sensación. Todas las conexiones, todas
las capas, que se alineaban y se sentían como verdaderas.
En mi mente, vi desaparecer a Delaney en todas las formas posibles. En su
campera roja, bajo el agua. O boca abajo, un año más tarde. Deslizarse bajo la
superficie del agua mientras nadábamos, sin salir nunca a la superficie.
Abandonando la ciudad para ir a la universidad. Abandonándome.
—¿Y luego qué? ¿Luego qué? —preguntó, levantando la voz. Y luego y luego
y luego, pensé.
—Voy a investigar —dije.
Delaney amaba investigar. Creía que podía darle un sentido a todo. La vi
relajarse. La vi aferrarse a la idea de que eso podía salvarla —¿Nos encontramos en
la biblioteca después de la escuela? —preguntó.
—Claro —dije, pero Delaney y yo teníamos definiciones muy distintas de la
palabra “investigar”.
—¿Qué demonios tienes que hacer en la casa del lago? Y aunque pudiera
conseguir una, el hecho de tener una copia no hace que sea legal. Hay gente viviendo
ahí.
—Es sobre Tara —dije. Y pude oír el peso de su miedo en la pausa que siguió.
Intentando procesar a qué le tenía más miedo: la maldición que venía por todos
nosotros o meterse en problemas por darme la llave.
—No voy a ir contigo —dijo—. Y si te atrapan, voy a decir que me la robaste.
—Gracias —dije—. Te debo una.
—Así que —dijo Justin mientras conducía despacio por su calle—. Estaciona
por aquí —Hizo un gesto hacia la entrada de coches dos casa antes de la suya. No
podía ver la casa entre los árboles.
Frené a mitad de la vereda de modo que la camioneta quedó en ángulo,
inclinada hacia el lago. Dos ruedas sobre la vereda, dos sobre la calle —No tardaré
—dije.
Me alcanzó la llave de la casa mientras yo apagaba el motor —No —dijo—.
Déjalo encendido —Se aclaró la garganta y cerró la ventanilla—. Hace frío —Puso
las manos delante de los orificios de ventilación y las frotó.
—Claro, no hay problema —dije.
—No la cagues —dijo, mientras bajaba del coche.
—Gracias por la charla de apoyo —dije, y cerré la puerta. El sonido
permanecía por sobre el motor en marcha. Justin tenía razón: hacía frío. Podía ver
mi aliento mientras pasaba por entre los árboles, verificando que el auto de Holden
no estuviera en la entrada.
No había nada más que árboles y rocas y tierra compactada desde allí hasta
la casa.
Me quedé entre los árboles, como Delaney y yo estuvimos dos noches atrás,
de camino de la fiesta a la casa de Maya. Me escabullí al costado del garaje que hacía
las veces de un cobertizo.
No había ningún auto.
Pero había algo. Algo a través del sucio cristal de la ventana a un costado.
Una silla de ruedas. Una pila de frascos de pastillas en todo el piso sucio. Cajas que
nunca vaciaron.
Genial. Ahora me sentía como un idiota. Un idiota escalofriante. Pero tomé la
llave del bolsillo y caminé por el patio hasta los escalones de la entrada de todos
modos. Toqué el timbre de la puerta para asegurarme de que no había nadie en el
interior, luego miré alrededor a mis espaldas, verificando que no había nadie
caminando por el bosque o pasando por la carretera. Luego deslicé la llave en la
cerradura y la giré.
Crucé el umbral, era oficialmente un criminal. Espera, si tenía una llave, ¿eso me
hacía un criminal? Probablemente. Tal vez alguien usó una llave para entrar en mi
casa, también. Odiaba estar haciendo lo mismo que otra persona. Salvo que era por
un motivo distinto. No estaba aquí para destruir nada.
Megan Miranda Fracture
La casa tenía el mismo aspecto que la noche de la fiesta. Apenas habitada. Los
mismos muebles que habíamos visto, y utilizado, desde hacía años. Y de repente, no
se sentía como entrar de forma ilegal. Este lugar era nuestro. Nuestra vida. Nuestra
historia. Como si pudiera ver nuestros nombres grabados en la pared: Decker estuvo
aquí, Carson estuvo aquí, Janna estuvo aquí, Delaney estuvo aquí, Tara estuvo aquí…
Pasé los dedos a lo largo de la parte posterior del sofá y caminé hacia la
cocina. Abrí el refrigerador—vi lo básico y esencial. Jugo. Leche. Una caja con restos
de pizza.
Dejé que se cierre y el sonido de la puerta resonó a través de la cocina. Pasé
la mano por la mesada, me detuve en una pila de cartas. Vi un montón de sobres
abiertos dirigidos a Katherine Johnson. Por un segundo me pregunté si era quien
Maya era realmente, pero luego junto a la pila de cartas, vi un cheque a nombre de
Katherine Johnson del seguro social, y otro de alguna compañía oficial de sondeo.
Probablemente por discapacidad, lo cual respaldada la historia de Maya. Me
preguntaba si esto era de lo que vivían ahora. Asumí que así era. Aunque esperaba
que recibieran algo más, no es que yo supiera mucho sobre dinero y el costo de vida,
pero recibía cheques más grandes que ese cuando trabajaba en verano, y el dinero
se iba rápido.
Dejé caer los cheques en la mesada. Uno cayó boca abajo, y vi el garabato
desordenado de Katherine Johnson en la parte posterior. Lo puse del lado correcto,
con la esperanza de no dejar ninguna evidencia de que alguien había estado aquí.
Fui por el pasillo a la habitación con la puerta cerrada. A la que Holden había
entrado esa noche. Llamé, a continuación, giré el picaporte y la abrí. Había cajas a
medio embalar en el suelo, los muebles propios de la casa, una vieja computadora
en el escritorio viejo de la esquina. La puerta del armario estaba abierta y pude ver
un par de prendas masculinas.
Definitivamente era la habitación de Holden.
Volví a entrar en la habitación vacía con el cubrecama acolchado por la que
había pasado la noche del sábado. Abrí un cajón, para ver si había ropa en el interior,
y oí el sonido de las puertas de vidrio de la parte trasera.
Me quedé inmóvil, mientras salía de la habitación en puntas de pie hacia el
pasillo. Conocía esta casa de memoria. Había una segunda salida, que daba hacia el
lago.
Escuché pasos en la cocina—fuera de la cocina—sonido de zapatos. Seguí
avanzando por el pasillo, lentamente, en silencio, pero los pasos comenzaron a
Megan Miranda Fracture
moverse de nuevo, hacia el pasillo. Hacia mí. Estaba perdiendo el tiempo, así que
corrí los últimos pasos esperando no hacer ruido. No tuve suerte. La tabla del suelo
crujió a un paso de la salida. Me quedé inmóvil. Los pasos quedaron inmóviles. Por
favor, que piensen que es la casa, y los cambios de la temperatura. Contuve la respiración,
con mi corazón golpeando en mi cabeza.
—Holden? —Escuché. Maya.
Mierda. Giré la llave de la puerta, el sonido hacía eco en el salón vacío, y tomé
el picaporte mientras los pasos comenzaban a moverse nuevamente.
Salí y cerré despacio la puerta a mis espaldas, contuve la respiración,
esperando que ella verifique primero las habitaciones, lo que me daría más tiempo
para alejarme.
Pero la puerta se abrió cuando me lanzaba colina abajo, hacia el lago.
—¿Decker? ¿Qué demonios estás haciendo? —Me quedé inmóvil al pie de la
colina. Giré hacia su voz. Maya estaba de pie frente a la puerta por la que acababa
de escapar. Llevaba vaqueros, una sudadera y calcetines. No tenía zapatos. Su
cabello estaba atado, y lucía como una niña. Como la hermana pequeña de alguien.
No como alguien a quien Kevin tomó de la mano durante meses, no como alguien
que hizo que todos giraran la cabeza. No como alguien que me tomó del mentón y
sonriendo con malicia me dijo que madure. Alguien de quien habría que cuidarse.
—¿No deberías estar en la escuela? —pregunté. Rechazando acusaciones con
acusaciones.
Ella rió —¿Quién me va a obligar a ir, Decker? —Entonces sacó su teléfono
del bolsillo trasero y lo levantó, como amenaza—. Ahora dime qué demonios estás
haciendo en mi casa antes de que llame a la policía.
—¿Dónde está tu mamá? —pregunté. No podía detener mis acusaciones. No
podía permitirle articular una palabra —Vi los cheques, pero sé que ella no está aquí
—Un buen ataque es la mejor defensa, decía papá —¿Está en el hospital? ¿Está con
Holden? ¿Estuvo aquí siquiera alguna vez?
Maya entrecerró sus ojos y comenzó a acercarse a mi —Claro que estuvo aquí.
¿Qué clase de pregunta es esa? ¿Crees que solo evocaba la existencia de mi madre?
¿De una persona? ¿Que nunca existió?
No, sabía que había estado aquí. Delaney dijo lo mismo. La sentía… la había
visto una vez. Lo que realmente quería decir era ¿está muerta? Pero no me atreví a
decirlo con ella de pie frente a mí.
Megan Miranda Fracture
—No hay otro lugar como este, Decker —dijo. Me pregunté si habría algo
especial en este lugar, que tuvieras que ver desde afuera para apreciarlo—. Donde
se puede alquilar una casa al lado de un lago durante el verano a bajo costo, y no
solo por una semana —Nop, no tan especial. Solo un lugar. Un lugar barato—.
Pensamos que éramos tan afortunados. Aunque ahora entiendo.
—Está maldito —dije.
Un costado de su boca se curvó hacia arriba —¿Qué está maldito? ¿El lago?
No, el lago es todo lo que se supone que sea. No está maldito. Ustedes lo están. Todos
ustedes.
Retiró el pie del agua y se sacó el calcetín, liberando su pie rojo por el frío.
Pero no pareció notarlo. En cambio, escurrió el calcetín sobre el agua.
Volviendo a la fuente —¿Cómo entraste en mi maldita casa? —preguntó, pero todo
se movía en cámara lenta. Sus palabras se sentían como si cruzaran el agua para
llegar hasta mí. Como si no pudiera comprenderlas del todo —Tenía una llave —
Parte de la verdad. Que piense que la tenía hace años. De otra vida.
Levantó su mano —Dámela —Lo hice—. Y desaparece de mi propiedad.
Lo hice.
Corrí, aunque no sabía de qué corría. Corrí hacia el costado de la carretera,
donde Justin me esperaba, ya con sus manos en el volante. Salté y le grité para que
arranque, pero no hizo falta. Ya lo había hecho.
—¿Qué sucedió? —preguntó.
—Maya estaba en casa.
—¿La llave? —preguntó, y pude oír el pánico en su voz.
—Sí, malas noticias sobre eso.
—Mierda. ¿Al menos encontraste lo que buscabas? —preguntó. Su mamá no
estaba, pero yo ya sabía eso. Aún no podía probar ninguna otra cosa. Ni que su
madre había muerto, ni que Holden pensaba que Delaney lo sabía, ni que había
arrastrado a Tara hacia el lago pensando que era Delaney.
—No —dije—. Apresúrate —La maldición está en nosotros, había dicho
Maya. Vive en nosotros. Quería escapar. Lejos de Maya, lejos del agua. O quería
acercarme. A quienes pertenecían a este lugar. A quienes debíamos estar juntos.
Vi un destello de color a través de los árboles mientras nos alejábamos. Maya,
abajo en el lago, capaz de creer que tocaba algo que no existía.
Y de repente desee que hubiéramos hecho algo por mi papá. Esparcir sus cenizas en
el viento, así podría imaginarlas en China y Rusia y Brasil. Así podría imaginarlo en
Megan Miranda Fracture
Capítulo 19
Traducido por loredanapm
¿recuerdan a esa chica Maya? —Imitaba la voz de alguien. Tal vez la de Kevin. Tal
vez la mía—. Cabello largo, mamá enferma, ¿no?
Aclaró su garganta. Ahora era alguien más. Cualquier otra persona. Pasó sus
manos por ese cabello largo. Fijó sus ojos en Delaney —Déjame ir —dijo—. Nadie lo
notará. A nadie le importará. Será como si nunca hubiera estado aquí.
Como si la hubiéramos inventado por algunos meses, por diversión. Por
Kevin y el asiento trasero de su auto cuando se aburría de Tara. Nunca dejándola
entrar. Nunca aquí realmente. Pero esta casa comenzaba a tomar su forma. Su olor.
Nunca sería capaz de entrar aquí otra vez sin verla, su nombre grabado en las
paredes con todos los nuestros. Maya estuvo aquí.
—Tu mamá está— —Empecé a decir.
—No lo está. No puede estarlo. Aún no —dijo Maya, sin dejarme terminar el
pensamiento. Sin dejarme traerlo a la vida.
—No puedes mantener a alguien vivo —dije. Dios sabe que Delaney lo
intentó. Dios sabe que yo también.
—Sí puedes —dijo ella—, si tu familia depende de eso.
—Te refieres a que dependen del dinero —dije.
Hizo una mueca de dolor —Es de otra manera, Decker. El dinero es el modo
para mantenerla viva —Frunció el ceño—. No hay nadie más.
Entonces lo entendí —Holden podría tomar tu custodia —dije.
Se rió —Pero entonces Holden no tendría dinero —dijo ella—. ¿Siquiera viste
esos cheques? Si está muerta, su incapacidad laboral se detiene —Un círculo vicioso.
Es lo que Delaney pensaría, y ahora yo también lo pensaba—. Está en la universidad.
¿Debería quitarle eso, también? ¿Hacer que se consiga un trabajo para que pueda
apoyarme mientras estoy en la escuela? ¿Como ya se tomó tiempo para cuidar de mi
mamá? Está un año atrasado, y ya lo está pagando a su manera. Después de todo lo
que ha hecho por mí…
—Intentó matar a Delaney —dije—. Casi mata a Tara.
Sacudió su cabeza. Fuerte —No, él nunca haría eso. No lo haría —Dio un paso
hacia Delaney. Un paso demasiado cerca—. ¿Por qué querría hacer algo así?
—¿Él pensaba que Delaney sabía sobre tu mamá? —pregunté.
Delaney no respiraba. Yo no respiraba. Algo estaba cambiando. Todo estaba
cambiando. La esquina de la boca de Maya se crispó, y sus ojos se avivaron por un
segundo, luego se relajaron. Pero en ese segundo, vi que todo cambió. Vi que ella
comenzó a creer, y eso era suficiente para mí —Déjame ir —dijo—. Déjanos ir. No
Megan Miranda Fracture
nos verás nunca más. Será como si nunca hubiéramos existido —No se dio cuenta
de que lo que decía era imposible.
—Si lo veo aquí… —susurré.
—¿Qué? ¿Qué harás, Decker? Tengo curiosidad —preguntó. Me sonrió—.
Ustedes están todos tan llenos de sorpresas.
Él venía, y yo no quería averiguarlo. No quería saber exactamente lo que haría
o no haría —Ve al coche —Le dije a Delaney, con los ojos todavía en Maya.
—Maya —dijo ella, y pensé Por favor, por el amor de Dios, ve al jodido coche.
—Mi madre no es tu responsabilidad, Delaney. Es mía. Y de Holden.
Entendí, en la misma manera en la que estábamos vinculados el uno con el
otro—con el recuerdo del otro—incluso después de la muerte. Carson nos pertenece a
nosotros, también, había dicho Kevin. La muerte no cambió eso.
—Delaney —dije. ¿No podía sentir cómo todo estaba cambiando? Cómo
Holden ya casi estaba aquí, y Maya haría cualquier por él, y nosotros estábamos ahí
parados, santurrones e indefensos.
Entendí, porque es exactamente como me sentí, parado del otro lado, con
Delaney.
Sentí sus dedos deslizarse entre los míos. Lo sintió. O quizá mi miedo se había
transferido a ella y se había convertido en algo real. De cualquier manera, cuando di
un paso hacia atrás, ella también lo hizo. Caminamos sin hablar todo el camino de
vuelta hasta el coche. El motor se encendió y vi a Maya parada en su porche con el
teléfono en su mano.
Y mientras salía de la entrada, noté que Delaney también había sacado su
teléfono. Miró fijamente la pantalla en blanco mientras lo sostenía en su regazo —
Está muerta —dijo—. Podría estar en cualquier lugar.
—No en cualquier lugar —dije. Ella estaba en todos lados para Maya.
Sumerge tu dedo en el agua y siéntete conectada. Siéntate en tu porche trasero, como
en vigilia de una lápida. Observando como el agua nos conectaba a todos —Está en
el lago.
Escucha —Decker —Escuché mi nombre. Delaney me había llamado mientras
caía bajo el hielo. La boca de mi padre había formado la palabra mientras caía al
piso.
—Decker —Ella agarró mi brazo, con voz concentrada—. ¿El lago?
—¿Me crees? —pregunté.
Megan Miranda Fracture
—Sí —dijo ella. Sacó su teléfono y llamó al 911—. Hay un cuerpo —dijo—. En
el Lago Falcon. La madre de Maya Johnson —El más grande salto de fe en una
sensación. En mí.
—Quiero saber lo que crees —había dicho ella—, para poder creerlo yo también.
Seguí a Delaney a la planta baja. Joanne se paró contra la pared con el teléfono
presionado en su oreja —Tu padre debería estar aquí para esto —dijo, como si le
preocupara que Delaney estuviera a punto de meterse en problemas.
—Hey —Le dije al oficial, como si fuéramos viejos amigos. No era el que se
apareció en nuestra casa; era el que me interrogó cuando encontramos a Tara en el
lago. Quien me dijo que me quedara por allí. Lo cual no hice.
Asintió con la cabeza y comenzó a escribir. Luego me miró y dijo —D-e-c-k-
e-r, ¿verdad? —Tal vez esto era parte de Tácticas de Intimidación 101 —Sí —dije
yo—. Y Phillips tiene dos L.
Joanne aclaró su garganta —Necesito llamar a su madre si planeas
interrogarlo.
Él sonrió —No, todo está bien. Estoy aquí para hablar con su hija. No es un
interrogatorio. Solo quiero asegurarme de que tenemos todo correcto.
—Ya dije todo lo que sé —dijo Delaney, pero miraba a su mamá—. Esto es un
desperdicio de su tiempo —dijo, dirigiéndose al policía. Creo que estaba empezando
a darse cuenta de que tendría que (a) mentir; (b) mentirle a un policía; y (c) mentirle
a un policía en frente de su mamá.
—Debería hablar con Maya —dije.
—Denuncias como esta —dijo el oficial, haciéndolo ver mucho más viejo de
lo que se veía—, son bastante serias. Si declaras que una persona fue asesinada—
—¿Asesinada? —dijo Delaney, levantándose del sofá—. No, ella murió. No fue
asesinada.
—Dime, entonces —dijo él—. Dime cómo sabes todo esto.
Podía ver por la manera en la que miraba a Delaney, que sabía los rumores.
Que era parte de este pueblo. Que creía. Delaney, a salvo en esta casa. Un cadáver,
escondido debajo de la superficie. Un intercambio.
—¿Te—consultó sus notas—te dijo Maya esto? —preguntó. No hizo contacto
visual, como si ella pudiera manejar el poder del lago. Decidir a quién el lago podía
tomar en su lugar.
—Ella lo implicó—dijo. Cuidado, pensé.
—Necesitamos que expliques cómo lo implicó exactamente. No vamos a
examinar un lago por un capricho, ya sabes.
Joanne tragó aire —Estás diciendo que la madre de Maya está en el…
—Lo está —dije.
Megan Miranda Fracture
—Bien —dijo Delaney—. Su madre no ha estado en esa casa por meses. Estaba
enferma, realmente enferma, antes… discapacitada. Y ahora se ha ido.
—¿Y ella te dijo que el cadáver está en el lago? ¿De todos los sitios? ¿Qué
demonios podría poseer a una chica para que le hiciera algo así a su madre?
Delaney se encogió de hombros —No sé qué posee a quien sea para que haga
lo que sea.
—Acabamos de ir a su casa —dijo él—. Afirma que su madre ha estado
recibiendo tratamiento en Canadá. Algo que no ofrecen aquí. Dice que ha estado allí
por meses —Algo difícil de rastrear, algo para encubrir nuestra historia—. Dijo que
ella y su hermano van a ir a recogerla este fin de semana y traerla a casa.
Miré a Delaney, pensé en las cajas. Se habrán ido antes de que esos pocos días
pasen. Borrados de la existencia.
—Si está en Canadá, ¿entonces cómo firma sus cheques de discapacidad en
Maine? —pregunté. Y el policía me miró—. Están cobrando los cheques —repetí.
Porque eso era algo ilegal. Algo que podía probarse—. Ella no está aquí, y están
cobrando los cheques.
Algo real.
Megan Miranda Fracture
Capítulo 20
Traducido por loredanapm
Comenzó.
Dos botes, afuera en el lago. Una multitud de espectadores dispersos a lo
largo de la orilla. Susurros—rumores—sobre lo que estaban buscando. Empezaron
cerca de la casa de Maya a la primera señal de luz. Los vimos ahí afuera, mientras
conducíamos hacia la escuela.
—¿Qué les pasará a ellos? —preguntó Delaney, con la frente presionada
contra la ventana del coche mientras pasábamos por el lago.
No lo sabía. No podíamos probar que Holden le había hecho algo a Tara, pero
podíamos probar esto. Era un crimen. Y habría algún tipo de justicia, aunque fuera
por otra cosa —Esto va a terminar —dije—. Todo esto va a terminar.
Esperé que el lago me escuchara mientras pasábamos. Esperaba que estuviera
escuchando.
***
kilómetro. Metro por metro. No podíamos verlos a través del agua turbia, solo la
cuerda mientras se estiraba de aquí para allá, pero el buzo subió después de quince
minutos de que nosotros llegáramos, enviando a alguien a bajar en su lugar.
Delaney tiró de su chaqueta más fuerte, sumergió su barbilla en el cuello.
Nuestros vecinos nos asintieron mientras soplaban aire caliente en sus manos o se
acomodaban los gorros para que les taparan las orejas. Pero principalmente, todos
estábamos hipnotizados por estos hombres buscando en nuestro maldito lago.
Nos paramos todos en la orilla pedregosa, observando el agua, como si
fuéramos a hacer las paces con él. Todos negociando los términos de su propio trato
—¿Qué es eso? —preguntó Justin, inclinándose hacia adelante. El buzo había subido
de nuevo, y el hombre en el bote le limpiaba un flujo negro, a la cuerda y a todo.
—Es solo lodo —susurró el hombre a nuestro lado, a quien reconocí como
uno de los vecinos. Había gente por todas partes, repartidos en distintos puntos de
la orilla, yendo y viniendo en horarios de trabajo y escuela. Pero la mayoría de la
gente no hablaba, o hablaban en susurros por respeto a lo que sea que estuviera
enterrado ahí abajo.
Cuando el hombre a mi lado dio un paso hacia atrás, vi a Maya sentada en el
borde del lago, a tres casas. Él susurró —Ha estado sentada exactamente en esa
misma posición desde que comenzaron —Sus piernas dobladas debajo de ella, su
barbilla en su mano, dejándolos arrastrar cada secreto enterrado en el lago Falcon,
antes de que alcanzaran el de ella.
—¿Qué está haciendo ella aquí todavía? —preguntó Delaney—. ¿Y dónde
está Holden? Pensé que se habrían ido…
Kevin miró a Maya —¿Debería decir algo? —preguntó—. Siento que debería
decir algo —Pero no lo hizo.
Vi a nuestro policía—el que vino a interrogarnos ayer—observándonos desde
la curva. Cuando sus ojos se encontraron con los míos, empezó a caminar en nuestra
dirección —La cabeza en alto —Le susurré a Delaney, y nos alejamos de Kevin,
Justin y Janna.
Cuando se paró a nuestro lado, miró a Delaney, y luego apartó su mirada.
Aclaró su garganta —¿Pueden apuntarnos la dirección correcta? —susurró. Él
entendía. La manera en la que estábamos todos atados a este lugar. Como si ella
supiera secretos del lago Falcon, como si fuera parte de él, como si lo escuchara
susurrarle cosas en la oscuridad.
Megan Miranda Fracture
—No lo sabría —dijo ella—. Solo sé lo que Maya me dijo —Dobló sus brazos
en su pecho, y pensé en la grabadora aún enterrada en alguna parte en mi cajón.
Prueba. Verdad.
—El problema es que Maya dice que no es verdad —dijo él.
—Su hermano —dije—. ¿Hablaste con su hermano?
—¿Holden? —preguntó—. Lo llamamos esta mañana. Es fiel a la historia de
Maya. Acaba de llegar.
Delaney se abrió camino, directo hacia Maya. Maya la vio venir, mantuvo sus
ojos en ella como si la traición no le hubiera hecho daño en lo absoluto.
Maya nos observó aproximarnos, y se puso de pie antes de que nos
acercáramos demasiado. Nos hizo un gesto con el dedo —No me harían esto si yo
fuera uno de ellos —Entonces extendió su brazo y apuntó a Kevin, a Justin, a Janna.
—Ellos nunca hubieran hecho lo que ustedes hicieron —dijo Delaney.
Y Maya empezó a reír —¿No lo harían? —Y de repente vi a la Maya malvada
que estaba de pie en mi porche. No, ellos no lo harían. Ellos sacaron a Delaney de
este lago—. ¿Piensas que no ocultan cosas? ¿Siquiera los ves? ¿No puedes ver lo
asustado que está Justin? —susurró—. ¿En serio no puedes ver lo enojada que está
Janna?
Vi la mirada de Delaney girar hacia Janna —Hay cosas sobre nuestro pasado
que no entenderías.
—Vete —dijo Maya. Y cuando Delaney no se movió, Maya gritó—, ¡Vete! —
Y Delaney dio un salto.
Pero no se fue —Sé lo que le hizo —dijo Delaney—. A Tara.
—¿Quién? —preguntó Maya—. ¿Mi hermano?
—Él estaba en la fiesta —dijo Delaney.
—Él estaba en mi casa, después de la fiesta, donde tenía todo el derecho de
estar, porque estaba de visita.
—Pero yo lo sé —dijo Delaney.
Maya hizo una pausa, miró detrás de nosotros. Se aseguró de que los policías
miraban hacia el agua, distraídos, y no a ella.
—Ese es el problema —dijo, bajando su voz—. Es mi hermano, Delaney. No
sé qué esperas que haga. Pero no puedes probar nada. Y él es todo lo que tengo —
Luego miró el agua—. Nada de eso importa.
Tenía razón. No podíamos probar nada. En el tribunal, no significaba nada.
Pero yo lo sabría. Ellos lo sabrían.
Megan Miranda Fracture
lago a su madre? ¿O qué había querido ver ella? Todo lo que veía yo era agua negra,
batiéndose en el viento, y la boya amarilla que se mecía por la superficie.
Veía lo que nos había hecho.
Delaney se sentó junto a Maya y observó el agua, esperando a que esto se
terminara.
Y de repente entendí lo que no pudo entender el tipo de Boston. El motivo
por el cual ella sentía un tirón y no un empujón. No podía ayudar a los moribundos.
Mayormente, no podía. Pero a la gente que quedaba atrás—como yo, como Maya—
sí podía. Lo hacía.
Delaney me miró, y me dedicó una sonrisa, como si supiera lo que estaba
pensando por la manera en la que la observaba.
Pero ella era mejor persona que yo. Miré sobre mi hombro, capté la sombra
de Holden en la puerta corrediza. Escondiéndose, como un cobarde. Corrí por la
colina, directo hacia él. Cerró la puerta, pero no pudo cerrarla a tiempo. La abrí y
entré —Piensas que eres tan inteligente —dije—. Manipulando a tu hermana para
que finja que no tuviste nada que ver con esto. Con nada de esto.
—Deberías irte —dijo él, y podía ver lo furioso que estaba. Debería irme. Pero
había gente y policías y no me iba a pasar nada. No aquí, y no ahora —Sé lo que
hiciste. Aunque nadie más vaya a saberlo, yo lo sé. Incluso Maya lo sabe.
—No hagas eso. No actúes como si te importara Maya. No cuando acabas de
arruinar su vida.
Miré alrededor de la casa. No veía haber arruinado nada. Ella vivía por ella
misma, cuidaba de ella misma.
—Podrías asumir su custodia. Maya lo dijo. ¿No puedes?
—Oh, claro, probablemente puedo hacerlo. ¿Y entonces qué? Apenas puedo
permitirme cuidar de mí mismo. No hay manera de que pueda cuidar de otra
persona sin el seguro de discapacidad del viejo trabajo de mi madre. Tengo veinte
malditos años. La mayor parte de la gente de veinte años está en un bar con su
identificación falsa, no trabajando en dos empleos a la par de la universidad, no
yendo de aquí para allá cada vez que su hermana se siente sola.
No vio a Maya, de pie en la puerta, con sus ojos abiertos ampliamente.
—Amo a mi mamá, y luchó duro por años para mantenernos, para
mantenernos juntos, ¿pero pedirme que me haga cargo de mi hermana? Se está
muriendo y me hace prometerlo. No sé cómo cuidar de otra persona. Ella me dijo que
Megan Miranda Fracture
Capítulo 21
Traducido por gi_gi
—¿Qué pasara con ellos? —Le pregunté a mamá. Había hecho la cena.
Ninguno comía.
Mamá empujaba la comida alrededor de su plato con la parte posterior del
tenedor —Probablemente la tendrán como puedan hasta que completen la autopsia.
Para asegurarse de que su madre murió de causas naturales.
—¿Y qué pasa con Holden?
—¿Qué pasa con Holden? —preguntó.
Holden podría haber matado a Tara. Podría haber matado a Delaney —Me
resulta difícil creer que él es remotamente inocente en esto —Le dije.
Ella se encogió de hombros —Hay cosas que son difíciles de probar. Y hay
cosas, para la corte, que no tienen validez. Tú deberías saber eso.
—¿Así que solo van a salirse con la suya?
Lo que había pasado en mi casa. En la casa de Delaney. Se llevaron y se
llevaron y me hicieron creer...
Mamá fijó sus ojos en mí y dejo de mover la comida alrededor de su plato —
Ellos perdieron a su madre. E hicieron algo estúpido. Lo único que va a pasar es que
Maya va a tener un lugar donde quedarse y gente que cuide de ella. Y,
personalmente, estoy más que de acuerdo con eso.
Pero observé mi casa, y pensé en las ventanas de Delaney y Tara en el lago.
Holden había estado por aquí la noche que rompieron las ventanas. Era evidente
que era capaz de todo. Tenía que ser él. Metí un bocado de comida en mi boca,
enterré mis dientes en él, y me concentré en evitar el contacto visual con mamá para
que no pudiera verlo en mi rostro.
Quería que Holden pagara por eso. Quería justicia.
Holden dio un paso atrás —¿Qué demonios estás haciendo aquí? —Le
pregunté, y coloqué la tabla de madera sobre mi hombro con un movimiento rápido,
la acomodé en mi mano y la aferré más fuerte.
Holden miró la madera, dio otro paso atrás —Me estaba yendo —dijo—. Solo
estoy tomando nuestras últimas cosas y me voy —Jadeaba, y estaba furioso
conmigo—. Pero la pregunta es, ¿qué estás haciendo tú aquí?
Sentí que las astillas me picaban en la palma de la mano. Vi la abolladura en
la puerta detrás de mí. El capó de la camioneta hundido. El grabador, a través de la
ventana, todavía apagado. Y no me importaba. Apreté mis dedos en la madera, y
sabía que no era justicia lo que quería. Era venganza.
—Quería respuestas —Le dije. Pero incluso si las obtuviera ahora, no iba a
tener la prueba. Y ahora quería algo más.
Él se rió, aun mirando la tabla de madera en mis manos —Ya las tienes. ¿Estas
feliz ahora? Nuestra madre murió. Mentimos. Ya se acabo. Así que hazme un favor
y déjame en paz.
—Tú eres el que acaba de atacar mi auto —Le dije. Holden cambió de
posición, como si estuviera decidiendo qué hacer. Correr o luchar.
—No debería haber hecho eso —dijo Holden, señalando al coche, mientras
respiraba con dificultad—. No sé en qué pensaba.
Di un paso más cerca. Él dio un paso atrás —¿No deberías haber hecho eso?
Hay un montón de cosas que no deberías haber hecho. Esto está al final de la lista.
Esa noche —dije, dando un paso hacia él—, en la fiesta...
Él negó con la cabeza hacia mí —Es este lugar —dijo en un susurro—. Nos
hace hacer cosas. ¿Entiendes?
Él miraba la madera en mi mano porque quería que entendiera. Quería que
creyera que era este lugar lo que lo hizo capaz de las cosas que había hecho. Dejó de
moverse hacia atrás.
—¿Te hizo destruir mi casa? —Le pregunté—. ¿Destruir las ventanas de
Delaney? Nos has estado atormentando.
—¿De qué demonios estás hablando? —dijo.
—¿Intentabas distraernos? ¿Hacernos creer en la maldición?
—Ni siquiera sé dónde vives. Tengo cosas más importantes de qué
preocuparme que fingir que hay una maldición —dijo. Se hundió de nuevo en la
oscuridad, pero lo seguí.
Megan Miranda Fracture
Admitía lo de Tara. Pero negaba algo mucho menor. Diciendo que todos
fingíamos.
La madera se deslizó de mis dedos —Y ahora Maya se ha ido —dijo—. Y yo
me iré al segundo que tú te vayas. Así que, ¿qué vas a hacer, muchacho? ¿Qué vas a
hacer con ese pedazo de madera y con tu bonita novia y tu maldito y brillante
futuro? ¿Qué —dijo, mientras daba un paso más cerca, como si pudiera verme
vacilar—te hará hacer—otro paso—este lugar?
Pero no era este lugar el que lo hizo arremeter en mi dirección.
Y no era este lugar el que me hizo golpear la tabla contra sus costillas.
Escucha.
Oí el crujido de su costilla, como había oído la de Delaney cuando intentaba
mantenerla con vida. Escuché el impacto de sus manos y rodillas en el pavimento.
Lo oí gruñir y luego reír.
Holden estaba en el suelo, y se reía mientras hacía muecas de dolor —¿Ves?
—dijo.
—Sí —le dije—. Lo veo.
Y dejé que lo creyera. Le dejé creer que este lugar era lo que lo había hecho
capaz de asesinar y a mi de esto. Que era este lugar lo que me hizo capaz de odiar.
Que era este lugar lo que hizo a todos capaces de morir.
El lago Falcon no se llevó nada de nosotros. Nos dijo cosas. Nos enseñó cosas
acerca de nosotros mismos.
—¿Alguna vez fingiste tanto algo que se convirtió en realidad? —Me había
preguntado Janna en el pasillo, después de que Tara terminara en el agua. Estaba
enojada. Estaba tan enojada. Incluso Maya pudo verlo. Empecé a sentir náuseas,
traté de orientarme. Recordé la pelea que Kevin tuvo con Janna justo antes de que
ella saliera del auto. Recordé como me deshice de ella, sin querer hablar de Carson,
antes de que mi casa se inundara. La gasolina en el cobertizo luego de tapar el
nombre de Carson.
Igual que la maldición. Viniendo por todos nosotros.
Holden se dio la vuelta, me miró mientras caminaba hacia él, aún
sosteniendo la tabla de madera.
—¿Qué más quieres de mí? —susurró, con sus manos extendidas para
mostrarme que no tenía nada. Yo quería intercambiarlo. Por mi papá. Por Carson.
Por todo lo que nos habían quitado.
Megan Miranda Fracture
Quería venganza por cada injusticia, por todo lo que no podía cambiar y no
podía parar.
Pero más que eso, quería creer en el futuro, como hacía Delaney, que siempre
planeaba lo que venía después. Como si lo viera venir. Como si pudiera vernos. E
incluso si no podía verlo, como lo hacía ella, quería creerlo. Quería ese futuro, más
de lo que necesitaba venganza.
—Quiero saber en qué crees —Me había dicho ella—, para creer lo mismo, también.
Y así lo dejé. Me acerqué a él, a su lado, mientras trataba de recuperar el
aliento. Dejé caer la tabla de madera al lado de su cabeza, y me fui directo al coche.
Salí de la entrada. No miré hacia atrás.
Pero no fui a casa.
donde todos solíamos pasar el rato con Carson y lo que fuera que pudiera robar del
bar de sus padres sin que lo notaran.
Se sentó en una silla—no la de él—y cruzó las piernas por los tobillos, se
inclinó hacia atrás, y suspiró hacia el cielo —Todo se ha ido a la mierda —dijo.
Metí la mano en mi bolsillo, presioné el botón de Grabar en el grabador que
nunca devolví. Al igual que mi padre, necesitaba hechos. Necesitaba pruebas.
Conseguiría pruebas.
No podía probar nada más. Ni que Holden arrastró a Tara al lago, pensando
que era Delaney; ni cómo la mamá de Maya terminó en el lago; ni lo que la señora
de la 2B intentaba decirme cuando murió.
—Vas a tener que hacerlo mejor que eso —dije.
—Él se fue para siempre —dijo ella, como si yo no entendiera el concepto.
Como si no soñara con eso todo el tiempo. Delaney, que desaparecía. Mi papá, que
dejaba de existir. Tomó aire, pero no pudo. Lágrimas, pero era como si siempre
hubieran estado allí, esperando simplemente a que ella respirara.
—Mi papá quería demandar a los médicos, como si eso pudiera traerlo de
vuelta —dijo—. Pero esta es la cosa: cada vez que iba a una cita, le hacían una serie
de preguntas. Sobre lo que sentía. Cómo se sentía. Él pasó la prueba —Se echó a reír—
. Probablemente la única prueba en la que alguna vez obtuvo un puntaje perfecto —
Frunció el ceño—. No es culpa de los médicos.
—Salió de la nada —dije. Un ataque repentino, una muerte repentina,
inesperada, y nada que se pudiera hacer para detenerlo. Algunas muertes son
imparables. Delaney entendió eso, de la peor manera—. No es culpa de nadie —Ni
de un doctor. Ni de Delaney. Ni mía.
Ella miró a su asiento vacío. Apretó los dientes —No sé, Decker. A veces me
pregunto si él simplemente no dijo nada. Si sentía el indicio de que comenzaba de
nuevo, si solo fingió que estaba bien —Me miró fijamente—. Piénsalo. Es algo que él
haría, actuar como si todo estuviera genial, como si la vida fuera perfecta. Sabes que
lo haría. Tú lo conoces.
Enterró la cara en sus manos, y luego me senté. Mis piernas no funcionaban.
Mi mente no funcionaba.
Podríamos grabar su nombre en una pared, en un árbol, en nuestra piel, pero
no habría importado. Era verdad. Carson siempre había vivido su vida como si no
pudiera durar tanto como la del resto de nosotros, podía ver eso ahora. Con una
chica en el sofá o tirándose de bomba en el agua o diciendo lo que quisiera cuando
Megan Miranda Fracture
quería. Sin preocuparse por el futuro, en caso de que nunca llegara. Con los pies
pisando fuerte sobre la tierra, sobre todos nosotros, a los gritos, Carson estuvo aquí,
Carson estuvo aquí, Carson estuvo aquí.
Pero él habría luchado por vivir. Habría luchado por nosotros, y él habría
luchado por Janna. Lo conocía.
—¿Cómo pudo hacerme eso? —Lloró. Es lo que pensé de mi papá. De que
muriera. De que se fuera. Sus uñas rascaban los reposabrazos de plástico, y podía
imaginarla tallando su nombre allí también.
—No lo haría —dije. Estaba seguro de eso. Él pudo haber vivido su vida como
si quisiera aprovechar al máximo todos los días, pero habría intentado detenerlo si
hubiera podido. Se metió en el auto con Delaney porque quería vivir—. Janna —
dije—, no hay manera. No es su culpa. No hay nadie a quien culpar.
Pero sus ojos estaban muertos. Ella quería a alguien a quien culpar. No, ella
lo necesitaba —Odio estar aquí —dijo. Y luego más bajo—. Odio estar en todas
partes.
Muerto aquí. Muerto en todas partes.
Quería traerla hacia mí y envolver mis brazos alrededor de ella y decirle, está
bien, está bien. Pero estaba furioso por otro lado.
—Mi papá murió, Janna. ¿En qué diablos estabas pensando? Quiero decir, mi
casa. La casa de mi mamá.
—Fue un error —dijo. No estaba seguro de si hablaba de Carson o de lo que
había hecho. Probablemente ambas cosas.
—Destruiste mi casa, Janna —¿No podía verlo? Mi papá y luego mi casa. Y
luego todo. Convirtiéndose en la maldición—. Heriste a Delaney.
—Por si sirve de algo, no sabía que Delaney estaba en casa. Ni tú. Y no quería
destruir tu casa. Era solo agua... —Pero el agua lo destruyó todo. Pudrió la madera,
cortó la electricidad. Se metió en los pulmones de Justin. Arruinó el motor de Kevin.
Se congeló y atrapó a Delaney, sofocante y asfixiante.
Respira.
Ella seguía llorando, pero pensé que era por Carson. No por mí —Pensé que
ustedes no lo recordaban —dijo—. Que estaban dejando ir a Carson. Y él nunca los
habría dejado olvidarme. Nunca.
Tallando su nombre en la madera. Mostrándonos la maldición. El
intercambio. Un recordatorio.
Megan Miranda Fracture
Capítulo 22
Traducido por Gisgirl8
huecos. ¿Por qué mi casa? ¿Por qué tratar de asustarla antes de intentar matarla? ¿Y
el momento tenía sentido? Ahora mismo, ella estaba muy cerca. Todos estábamos
muy cerca. Pero más adelante, volvería sobre esto, como lo hizo con Carson y con el
chico que salvó, y quien sabe cuántas otras decisiones tendría que tomar. Ella
examinaría los hechos y trataría de darle sentido, como hizo con su diario. Y luego,
cuando me enfrentara con hechos, con hechos que tendrían sentido, ¿entendería
cuando le dijera que hice una promesa silenciosa a los muertos? ¿Y otra a los que
quedamos atrás?
Esperaba que lo hiciera.
Agradecimientos
Moderadora
Yann Mardy Bum
Traductores
Yann Mardy Bum
Pandita91
Brandon Nox
Lilithdem
psycho
Azhreik
Leenz
Sigfried
Akonatec
kiiariitha
Johaqc
Shiiro
EnithCrystal
loredanapm
gi_gi
Gisgirl8
Correctora
Yann Mardy Bum
Diseño
Pamee
Megan Miranda Fracture