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La deconstrucción
A partir de eso Derrida realiza una labor profundamente crítica a la vez que
analítica, que ofrece argumentos a favor y en contra del estructuralismo, por lo
cual se suele asociar a Derrida con el postestructuralismo -es decir, algo
relacionado pero posterior o sucesor del estructuralismo.
Derrida dice que toda estructura es artificial, completamente artificial. Para decir
eso lo hace desde la filosofía del lenguaje, es decir, se centra en las estructuras
del lenguaje. Estructuras que, a fin de cuentas, son las que definen como
entendemos cualquier cosa: desde las matemáticas, hasta las novelas del oeste,
pasando por la física newtoniana, es igual lo que se trate, primero se ha de definir,
de conceptualizar, y eso solo se hace a través del lenguaje.
Estructuras y ontología
Como las estructuras son artificiales se puede ir a ver cuales son sus
componentes, pero no solo eso, se pueden cambiar si se desea -cambiar "la
norma de juego"-. La noción de inamovible de esas estructuras es una mera
ilusión tranquilizadora -y/o garantista- que, en realidad, no forma parte esencial de
la estructura -la idea de ser algo inalterable e inamovible-, dicho de otra manera:
pueden tener una ontología original -en este caso su ontología sería su sentido
original- pero eso no significa que no pueda cambiarse dicha ontología -
sencillamente, otorgando otro sentido a la hora de interpretar-, y ambas ontologías
-el sentido original de partida y el nuevo que se da a través de otra interpretación-
son igualmente válidos.
Por esa vía la deconstrucción es nihilista -negación de algo que se daba por
supuesto-, porque niega la estructura fija en la lengua, en el caso de Derrida, y es
un paso más allá de Wittgenstein que aceptaba ya la multiplicidad de lenguajes.
Deconstruir consiste, por una parte, en desmontar (que no destruir) algo que se ha
construido, que se ha edificado. Pero, por otra parte, la finalidad del proceso no es
destruir la “construcción” que se aborda.
Eso constituye una de las funciones del lenguaje. Función que no es nueva,
primero los sumerios y después los hebreos tenían a las palabras en tan alta
estima que les daban capacidad creativa.
Y ¿en base a que se establece una cosa y otra? Pues en base a una cuestión
cultural, abstracta y artificial.
¿Qué es la realidad?
Bien pudiéramos haber acordado que la diferencia se establece por otra cosa que
no fuese la biología, aunque, por supuesto, el cuerpo de la mujer y el hombre no
cambiarían por ello, lo que cambiaría es el parámetro para definir la idea “mujer” y
“hombre”.
La diferencia entre las cosas la creamos por lo que pensamos de ellas y las
definimos por el lenguaje.