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“Dime que consumes y te dire cuales tu concepciones la realidad”.

El consumo cultural a dejado


de ser un estudio único de economistas sino que se a expandido a investigadores socios culturales
ya que el consumo a dejado de ser visto como un proceso meramente económico, “para ser
conceptualizado como un proceso social que implica símbolos y signos culturales y un elemento
importante en la construcción simbólica de las identidades y diferencias individuales y
colectivas”1.
Entenderemos el consumo cultural como “una práctica cultural, un espacio de comunicación en su
terminología más abierta. Sin embargo, también creemos que pensar el consumo cultural y el
sentido de su definición teórica, nos obliga a un esfuerzo analítico donde el desplazamiento del
creador al observador nos permita también situarnos desde la perspectiva de las audiencias, del
espectador, del público. Esto no solo se debe a la intencionalidad democratizante de pensar y
replantear las políticas públicas con un determinado conocimiento de sus destinatarios, también
para desplazar la atención teórica y práctica en los productores de sentido por definición, los
artistas, por aquellos que resignifican y reelaboran las obras y productos culturales, los
consumidores”2.
De ahí que Martín-Barbero entienda que “el consumo no es sólo reproducción de fuerzas, sino
también producción de sentidos”3, porque en las dinámicas del consumo, en sus múltiples
dimensiones y escenarios donde se practica, que es oportuno realizar interpretaciones sobre los
fenómenos culturales, sin perder de vista la multiplicidad de situaciones y actores en los cuales se
desarrolla. Por lo mismo, para una comprensión más pertinente de las formas de socialidad, es que
Martín-Barbero recupera la idea de temporalidad y de proceso continuo del consumo, para intentar
comprender sus trayectos más allá del encuentro mismo entre consumidores y productores
culturales.

En relación con lo anterior mencionado podemos generar un perfil de personalidades en relación


con la compresión de la realidad. Esto se puede ver reflejado en actitudes o expresiones que
nosotros ocupamos normalmente, como cuando uno empieza a juzgar la mentalidad o la
comprensión de la realidad de una persona solo por el hecho de que estudie una carrera

1
(Boccock, 1993; Bourdieu; 1990; 1998)
2
Paulina Urrutia Fernández,2004
3
J. Martín-Barbero, “Recepción de medios y consumo cultural: travesías”, en Sunkel, El consumo
cultural
determinada o se desempeñen en un trabajo especifico, por ejemplo ingeniería o filosofía. En la
primera uno se refiere en términos coloquiales que es una persona cuadrada, es decir, una
persona que tiene una visión de la realidad muy acotada. Por su contraparte el segundo presenta
una visión de la realidad mucho mas amplia, en la terminología anterior seria una persona
redonda.
Lo real es lo que no vemos, y lo que vemos es solo la apariencia, una falsa realidad, según
Platon. Sin embargo, lo que no vemos proviene de un más allá que nuestros sentidos no perciben,
y solo llegamos ahí a partir de las ideas. En el mito de la caverna de Platon, el cual consiste en la
historia de tres hombre que estaban encadenados en una caverna y toda su vida vieron las
sombras de unas figuras que estaban atrás de ellos. Aquellos hombres pensaban que las sombras
eran la realidad. Un día salieron de la caverna y vieron la verdadera realidad.”Como hemos visto,
el mito de la caverna reúne una serie de ideas muy comunes para la filosofía idealista: la
existencia de una verdad que existe independientemente de las opiniones de los seres humanos,
la presencia de los engaños constantes que nos hacen permanecer lejos de esa verdad, y el
cambio cualitativo que supone acceder a esa verdad”4 . Los elementos anterior mencionados se
pueden aplicar el día a día, concretamente como el consumo cultural puede ampliar o reducir el
concepto que tiene cada persona de la realidad. Las personas que tienen un consumo cultural
pobre en diversos ámbitos como: la lectura, noticias, ect. Tendrán una visión del mundo mucho
mas acotada o en el caso de la caverna el hombre seguiría dentro de esta viendo las sombras de
las figuras. Si la persona tiene un consumo cultural muchos mas nutrido en los mismos o en otros
ámbitos, tendrá una concepción mucho mas amplia de la realidad y por ende no estará dentro de
la caverna.

4
Eikasia. Revista de Filosofía, año III, 13 (septiembre 2007)

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