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CAPÍTULO VIII

LA PSICOLOGÍA POSMODERNA
Y LA RETÓRICA DE LA REALIDAD

Kenneth J. Gergen
Swarthmorc Collegc, Pennsylvania

Existe un amplio consenso entre los psicólogos sobre el hecho de que


el movimiento conductista —tan atrayente durante las primeras décadas
del siglo— se encuentra en la actual'dad en estado casi moribundo, inclu-
so el neoconductismo, con sus modelos unldireccionaiesde causalidad efec-
tiva, se tambalea actualmente,ai borde del desaliento. No cabe duda de
que se ha producido un vuelco en nuestra disciplina y que son a!\ora los
planteamientos cognoscitivos quienes despiertan los mayores entusiasmos.
Ya sea porque piensan en las teorías dcsarroilistas de Pinget o Bruiier,
en la lingüística estrucluratista de Chomsky. en las teorías construclivisla.'s
de la neurosis o su terapia, o en la impre.sionante serie de modelos de
tratamiento He la información y las simulaciones informáticas, la mayoría
de los especialistas convendrán en que la revolución cognoscitiva ha sido
profunda (véase el resumen de Gnrdner de 1985). Esta revolución, natu-
ralmente, no ha dejado menos huella sobre la psicología social. Desde Le-
win hasta los trabajos de discípulos como Feslinger o Schachter, de Hei-
der a los modelos contemporáneos de cogrilción social —en los oue
ti
Unlvor-sltlarl Central do Vonczced^
escuela do P.sicolctjfa
BIBLIOTECA
"Beiormlno Lnroci*'
luimos ñsí rnisino ta oricníadón predominante bacín el estudio de las curso utilizado para conccpíualiznr los fines de la ciencia socio! desde su
irione? inlerc]rui)nlGS [cí. Turner. 1937) y las obras más recientes de comienzo. De hecho, los penetrantes trabajos de Dilihey (1394), Webcf
.-•covid (,19SÍ) sobre las REPRESENTACIONES SOCIALES— la moyor preo- (1949). Collingwood (1946), Winch (19.58) y otros aseguraron que sigulem
jación gira en torno a in forma en que las personas se enfrentan activa- existiendo uno preocupoción especial por el problema de la interpretación
nte m i l ol mundo que les rodea, desde un punto de vista cognoscitivo. humana. Sin embíírgo,.debldo en parte al carácter opresivo del movimiento
I lugar a dudas, en esta época .se ha producido una Importante blfurca- conductista. unido a su terrible falto de sensibilidad moral, muchos se han
in intelectual en nuestra disciplina. La visión de la mente como un me- refugiado en la teoría hermenéutica, que significaba una pcslble vía para
ni.smo activo, en cierto modo análogo al de un ordenador, ha tenido recuperar las ciencias sociales. Para aquellos que han acudido a la herme-
•dos catalíticos rnuv iiTiporlanles y sus implicaciones son profundas y néutica, es fundamental la creencia de que no podemos entender los ac-
tensas (véanse ¡os resúmenes de ELer. 1980: Fi.ske y Taylor, 198'!; For- tos humanos sin penetrar en los subyacentes sistemas de significados de
s. 1981). los que se derivan. Un jeroglífico no es más que un conjunto de caracte-
No obstante, el movimiento cognoscitivo es sólo el punto de partida del res h.asta que desciframos los significados compartidos que les dan .vida
:senle ensayo. Se puede hablar de un segundo movimiento intelectual en su entorno cultural. Las palabras que pronunciamos sólo son configu-
ernativo, de una r.-orriente que se produce al mismo tiempo que la re- raciones de sonidos hasta que entendemos los sistemas intencionales que
•luciún cognoscitiva y que, también en parte, sirvió como respuesta crí- significan. Así, las obras de Gadamcr (1976). Ricoeu.- (1981) y Habermas
a ante el dominio absolutista de los modelos coittíucüstas y neoconduc- (1979), por ejemplo, se han convertido en textos clave para la creación
¡as. Con cierta cautela llamaré a esta corriente NEÜHUMANISTA..pues en de una ciencia basada en la Interpretación. Corno se pu-edc apreciar en
s diversas fnnnns ha tratado una vez más de situar la intencionalidad las obras de Gecrtz (1973) Giddens (1976), Taylor [I97'l). Schotler (19S.5;
I ei centro de nuestros análisks. El concepto de intencionalidad fue aban- y otros autores, hay una estrecha afinidad entre el enfoque iníeiprelativo
• inado al olvido durante la época ccínductisla, y con él, creyeron mu- y el resurgir del Interés por la actuación razonada. Amíios movimientos
1.15. el concepto del ser humano como agente responsable, autodirigido se centran en el carácter Intencional, interno, y dotado de sentido de les
momimente capacitado. En parte, el movimiento neohumanista se orÍ- actos realizados por agentes interreiacionados entre sí.
Na en algunos de los desarrollos de la filosofía del lenguaje cotidiano, Durante las diversas etapas de mi vida profesional, he tomado partido
.sí. romo vislumbrabon los filósofos Anscombe (1957) y Peters (1958). por les movimientos cognoscitivo y neohumanista —primero cuando era
lenguaje que utilizamos para comprender al ser humano requiere vir- un joven psicólogo social preocupado por la concepción de uno mismo
talinenlr; que reconozcamos la copacldod de elección, intencional por par- y la percepción de la causalidad-, y más tarde cuando era ya un Investi-
riel individuo. Si nue.sirn lenguaje para describir al ser humano estuvie- gador más maduro (y con mayor seguridad profe.sional), que creía que
I üniüado r. la causalidad física, incluidos los sucesos ambientales y los la |--ansíormüción hacia una ciencia más humanista, menos mccanlclsta,
ibsiguientos movimientos físicos del cuerpo en el espacio y en el llcmpo, era fundamenta!. Sin embargo., a medida que el debate se ha Ido agotan-
1 conqjortamiento humano sería senciUnmenle opaco. Un acto determi- do, ya no me siento plenamente satisfecho con la concepción neohuma-
ado se con.sidera como muestra de, por ejemplo, agresión, altruismo, nista de la ciencia y de las actuaciones liumanas. Esta inquietud no es so-
onformiclad. etc.. solamente en virtud de que atribuimos una intención lamente el resultado de.la-vulnerabilklad del neohumanismo-freníe-a-ln—
I agente. Un simple movimiento de uno de los brazos no constituye una usurpación del movimiento cognoscitivo. En efecto, como han explicado
yre.sión. nunc|UG con él se derribe a otra ger.sona. Hasta que no determl- otros autores íale.s como Maggie Boden (1972) y Dan Dcnnel (1978), con
icnios si aquel Individuo tenía la inlencióP de derribar al otro, no podre- la suficiente preparación la m e f á f p ^ i e ! ordenador parece capaz de ab-
nos considerar que ha habido un acto de agresión. Así. como proponían sorber el concepto de intencionalidad. Si se moldea la lengua de nunera
:is teóricos Charles Taylor (1964) y Rom Marré (1979), si no podemos aprnpinda, es posible extraer razones de las causas a un nivel más ele-
icluar SIN un lenguaje de los intenciones, tendremos que situar las intcn- mcirial de! funcionamiento. El propio Searlc (1983. 1984), de.spué5.de
-ione.s en el centro de la ciencia. haber dado una mayor elaboración a sus primeros trabajos sobre las in-
A {rinclu.'-iünes semejantes llegan también quiene.s ii.slán ¡nmerso.s t?n íencnncs. parece cada vez más propenso a entender las inlondon-?s convu
Im movimiento alternativo. El pensamienio hermcnéulico ha sido un re- algo ii la vez determinado y íisiológicamenle íundameiuado. Pero cs!e n--'

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I I
es e! problema que despertó mi preocupación. Hay olro movImicnlQ ni- i en las que se basaba la expresión musical, lo que empujó ajos coreógra-
lernalivo ciuc. cuando se hace más claro y comprensible, parece separar- fos o apartarse del ballet clásico en busca de los movimientos elementales
se radicalmente de sus prcíiecesores. Denominaré esta corriente como pos- (cpie constituyen la moderna danza actual) y provocó el abandono por
moderna. ¡ liarte de los teóricos y de los críticos literarios del gusto tradicional en fa-
j vor de unas reglas más elementales de Interpretación literaria. Así pues,
el idilio impetuoso y optimista con los principios fundamentales se sitúa
EL FOSáTODERNISMO Y EL H U N D I M I E N T O eii el centro de la perspectiva modernista,
DE LOS F U N D A M E N T O S i Dentro del pensamiento científico reconocido, la_épqca ppsmoderoíí cor..
' • menzó.'eri mi opinión, cuándo se detectaron las distintas insuficiencias de!
Aunque el concepta de posmodernismo ha sido interpretado de dife- programa emplrlsta de la ciencia. Las obras de Quine (1960), Toulmin
rentes maneras por Lyolord (1979). Rorty (19831, Laa-son (1985) y otros (1961), Hanson (1958), Kuhn (1962) y Feycrabend (1976); por ejenv
aulore.s, el grado de solapamiento semántico es suficiente para situar el ' pío. han destacado entre esta corriente crítica. Como ya he señalado (Ger-
concepto do modernismo de la forma que explicaremos a continuación. ; gen, en prensa), la pérdida de confianza en el movimiento conductista en
Para empezar con el ámbito de la ciencia, nuestro sigio se ha guiado con '• la psicología está estrechamente relacionada con la decadencia del funda-
la promesa de asegurar unos principios firmes sobre los cuales susteniar mentalismo empirista. En sus aspectos principales, la psicología conduc-
el conociniienlo. Fista promesa se ha basado en gran medida en la rocons- ' lista recoge en el nlvcí teórico lo que la epistemología empirista defiende
Irucción de una epistemología empírica que surgió durante la llusfrnción. en el plano de la meíateoría. El modelo hipotético deductivo de conoci-
ganó definición con e! positivismo del siglo XIX. siguió evolucionando con : miento acumulahle sirve como proloüpo para los teóricos cond.uctistas en
los cmpirlstas lógicos del siglo XX y alcanzó su mayor perfeccionamiento su intento de comprender la capacidad de adaptación de los organismos
con los radon'aiislas críticos. Durante la mayor parte del siglo, los cienlífí- i vivos. Por ianlo. en gran medida la decadencia de! íundainentniisrno em-
^ eos naturalistas (y más larde los científicos sociales) podían entregarse a ; pirisla abre el camino a los movimientos cognoscitivos y neohumanistas.
í lo que parecía ser el esfuerzo más preclaro, eficaz y vital de la historia de Con la impugnación de los fundamentos del conocimiento al nivel de ia
í la luinranidad. Como científicos, se dedicaban a producir el conocimiento metateoría, los científicos sociales tienen las manos libres para buscar con-
i esencial sobre ei mundo —incluido el estudio de la conducta humana--. cepcione.'í allemativas del funcionamiento humano, y de la actividad de
5 conocimiento que podría aplicarse de manera constructiva para provecho ! los mismos científicos. Como ícoría'tiG! conocimiento, el empirismo cons-
do íoda la humanidad. Así mismo, a medida que los filósofos definían las , lituía básicamente una formulación ascendente o de abajo hacia arriba,
i reglas del método en el que se basa la ciencia, acercando al pueblo los I al sosíener que el conocimiento sobre el mundo puede estructurarse o de-
;J principios del pensamiento científico, parecían abiiise caminos inexplora- .¡ rivarse a pnrtír de la observación. Sin embargo, con el declive del empiris-
dos que permitían n.uevas utopías. F.ste Idilio con los fundamentos segu- mo, ios psicólogos pudieron recurrir a planteamientos descendentes o de
ros. últimos crisoles y conocimientos irrefutables, también sale a la super- arriba hacia abajo. E.s e.senciaimenle la preocupación por el ronoclrnienlo
^ ficie de una forma u otra en diversos can'ipos. So pueden establecer guiado por conceptos y por esquemas lo que presta al movimiento cog-
í IViraieli.smos, por ejemplo, entre e! dim.a empiiista reinante en el .seno de! noscitivo su carácter diferenciado y sus problemas. Igualmente, con la ero-
J pensornionlo cienfífico reconocido y el exisienle en la arquitectura moder- sión oe los fundamentos empirislos y conduclislas, los investigadores vol-
•¡¿ na y el arte moderno en genei-al. l,a arquitectura moderna pretendía re- vieron a plantearse temas como el valor moral, la agencia humana y la
>í| (lucir la forma a la función, y el arte moderno preteiidía desvalorizar lo iiitersubjeiividad. Sin duda, tanto c! iriovimienlo cognoscitivo como el bu-
¿, puramente decorativo, en su búsqueda de lo. esencia de la forma v el__cOj^
9, •; I o iTETi~ré a 1 i cl a"deí i"am 5os casos I o~qü e l e " es"l a ha persiguiendo eran ver- . rnani'".La_se,han_berxeflG¡2de>-de!-progrt-3Ívo-de5Gncári'iij d quCcláciSñ íügar
, dndcs duraderas. Se podría aventurar'que era precisaméníe la creencia los planteamientos funclamenlalistos del conocimiento.
-• en la existencia de elementos fundamentales subyacentes, en contraposi- Aunque los movimientos cognoscitivos y neohumanlstas son esencial-
'"ión con la suma de la superficialidad a la que iiamamos Iradidón. lo que menle opuestos a la per.spectiva emplii.sía y conductislo, no son. a mi jui-
^ permitía a ios compositores apartarse de las convenciones tradiciónales cio, .sino precursores (ransllorios del r-QSMODt'.KNlSMO. En muchos senn-
íios, el icrmino nRKMÜDEKNO podiía ser un calificativo mó.s apropiado para
' eslüs movimÍGníos, porque en grnn inecÜcln e! cognoscitivismo y el neo- es el medio principal para fijar el conocimlenio, si no nos permite compar-
humanismo representan la reaparición de una forma previa de discurso. tir nuestros pensamientos con los demás, entonces todo lo que se diga
• A medida que se debilitaba la corriente empirista, el desafío que se pre- sobre los fundamentos se vuelve especioso. Si la lengua no nos informa
, sentaba era el de hallar alternativas viables. Estas alternativas estaban ya sobre ia naturaleza de las cosas, si no puede revelar cüái es ia compren-
. latentes, en realidad, como posturas profundamente arraigadas en la cul- .sión que llene el habíanle sobre esa naturaleza, entonces ¿de qué manera
tura occidental, pero que habían sido casi exlerminada.s durante la época podiía la lengua proporcionarnos a^í^ún tipo de base o fundamento para
de! empirismo y el conductismo. En muchos aspectos, el movimienlo cog- el conocimiento? Estos argumentos pueden no sólo socavar la conlianzn
' noscitivo recapitulaba el menialismo de la psicología de! siglo XIX, y esta en el empirismo, sino también en las corrienie.s que vinieron después, in-
' tradición menlalísla era la heredera Intelectual de! racionalismo europeo cluidas la del cognoscitivismo y la del neohumanismo.
en su .sentido mós general. Así, la concepción descendente de los proce- Aunque la descripción exhaustiva de los diversos elementos que dieron
•••sos-cognosr.i[iVGS-no-es-más-que-el-eco-actuaL.de,una.!aEga.ü'¿idÍci.6.nJlloj__ .—lugaiiaL clima,p.o^m.o.dei:nQ_escnparía,por_s.u. exlnn.sinn.a Jas_ohjelhJO'^-dfl
•cólica. Para Spinoza. Descartes. Kant. y oíros filósofos, lo racional o menta! este trabajo, es conveniente hacer un breve re.sumen de algunos de los
. tenía .siempre prioridad sobre los datos directamenle extraídos de la expe- Ijrincipales argumentos críticos.
riencia, como ocurre con el cognoscillvismo contemporáneo. La reacción
neohumanista ante el declive del empirismo revela muchas cosas nuevas
en cuanto a sus formas de justificación. No obstante, al final se puede apre- l . La hermenéutica, callejón sin salida
ciar igualmente su intento de restablecer la? concepciones más habiluales
sobre la persona, especialmente el concepto tradicional de ios personas Analicemos, en primer lugar, de qué manera las palabras nos informan
corno agente.? moralmentc libres, irreductibles a lo mera fisiología, e inde- sobre la naturaleza de-la mente de los demás: de .su experiencia, intencio-
pendientes de la historia y de les sistemas. Los supuestos del humanismo nes, pensamientos, etc. Esta c?. nníuraimente, la cuestión crucial que ha
iradicional se filtran en estos análisis de íonnn sutil pero inexorable. preocupado más a los pensadores hermenéuticas. Durante más de lies
Sin embargo, las insuficiencias de! fundamenialismo empirista, así como siglos, estos teóricos han trabajado sobre el modo de establecer los crite-
las de sus .secuelas, no dan lugar por sí misma.s a ia época posmoderna. rios que permitan una interpretación válida de los textos (sobre cómo po-
Tal vez el rasgo más característico del posmodernismo es su viva preocu- demos determinar, por ejemplo, el significado subyacenie o (as intendo-
pación por los fenómenos del lenguaje. Hace más de dos milenios que nes del autor a parlir de! análisis de un material escrito). Schleirmachcr
la cultura occidental se viene basando en una serie de supuestos inicrrela- sostenía que la comprensión de un íe.xto exigía volver a experiineninr ios
cionados entre sí sobre la naturaleza del lenguaje. Un prlmer-supuesto es ptocGSos mentales del autor del mismo. El concepio de Dilihey (1972)
que ia lengua constituye el vehículo principal a través del cual lo.s hom- de! VáliSTEHEN. y el mélodo de Collingwood (1946) del enlendimienlo
bres se representan mutuamente e! mundo. Esto es. ia lengua, entre los histórico recogen esta línea de pens-amiento. Dado ei carácter extraño de!
grupos humanos, funciona como un recipienle de conocimientos sobre salto mental necesario para experimentar la experienfia de olro, los teóri-
el mundo (de ohí la importancia de las bibliotecas, las conferencias y la cos más recientes, como Beili (19S0) y Hirsch (1976) Iratoron de definir
formación literaria). La importancia del lenguaje en el cumplimiento de (lir -'cirices más formales .sobre las oue se habría de basar cualquier inler-
esta fundón está cstrechonienle vinculada a un segundo supuesto, según pielación. En ellas, la inferencia lógica y la evidencia objetiva ocupaban
el cual la Iciigua es el veliículo prindpal que permite comunicar a los de- u.i papel primordial. En muchos de sus asperlos. estos esfuerzos corrían
más los contenidos mentales. Ei lenguaje es el medio más ¡mporíante por paraielamente al pensamiento empirista lógico, y han recibido las mismas
el que transmitimos a los demás nuestros pensamientos, emociones, per- críticas que fueran dirigidas contra el fundamenialismo '>mpirista.
cepciones, etc. En efecto, el mundo se refleja en nueslra consciencia, y Con la caída del empirismo y el renactmienio del pensamiento herme-
podemos compartir nuestro experiencia consciente a través del medio lln- néuíico en los últimos años, se ha podido comprobar cada vez con mayor
gtiíslico. Lo corrienle posmoderna siembra diversas eludas en lomo a es- evidencia que el problema de la v-alidez de la interprelación no ha sido
tos .supuestos entrelazados entre sí, su.scitando una serie de jrreguntas nuc- resuelto sati.síac[oriamGnlG. Tomemos, por ejemplo, ia conjetura expre-
'•as t' itnnnrjanlcs sobre ia naturaleza del conocimiento. Si la lengua no sada por Taylor: «el comprender.,. (los actos del otro) no puede sino ori-
i

ginar un círculo herrntirvúutico. Nuestra creencia de que una descripción 1 estar basado en un proceso analítico, no sintético. Es decir, las lecturas
determinada ífene'sentícío depende de lo lecíura cjae hacernos del acío ¡ o traducciones sólo.pueden sor verdaderos por definición, en virtud ele
y de la siiuación. Pero estos lecturas no pueden explicorse o justificarse 1 la misma clrcularldad, más que por verificación empírica. Nos enconlrn-
si no es en referencia a otras lecturas semejantes y a su relación con la riamos con un problema parecido si Intentáramos ¡níerprelar la voluntad
totalidad. Sí el .interlocutor no comprende c! tipo de iecíura que hemos de Dios a parlir.de los «signos exteriores" de los cielos. Desde el comienzo
hecho o no la acepta como válida, entonces no es posible encontrar argu- j está claro que no tenemos medio alguno de proceder objetivamente al
menlos de otro naturaleza» (Taylor, 1971. pág. 127). Como se ve. para i hacer estas lecturas o interpretaciones. Sin embargo, si se establece una
Jaylpr ng hay criterios absokiíos que permitan valorar una interprelación i serie de definiciones y se propagan dentro de una cultura, aquellas lectu-
por encima de orra.Tla5G7íiTás7T979rhaAi7itadcrde-re3o!ver--el-problenTa ras se hacen posibles. Por ejemplo, podríamos definir los cirros como se-
de la validez de una inlerprciaclón definiendo las condiciones sociales idea- * ñaics de ia «feÜcid'ad" de üios.'jósTTiTnbortonTO-señrJcs dc-rír4st^za>vl^"^
les para que se produzca ia comunicación. Sin embargo, no hay en lo for- j truenos como «Ira». Si se aceptan estos supuestos, hasta los pensamien-
mulación ele hlabcrnios ningún fundamento lógico que explique las razo- 1 tos de Dios se hacen transparentes. Todos coincidiríamos en la lectura co-
nes por las que unas condiciones sociales igualitarias habrían de hacer rrecta. Sin embargo, solamente coincidiríamos en virtud del sislcmia íma-
transparente eí sistema cognoscilivo-íntencional. íhcoeur (1981} ha conli- \o de definiciones que nos sirve para realizar este trabajo. Si no hay.
iiuai.lo trabajando sobre el problema de la validez de la interpretación, unas una «voz interior» a la que acceder, todos los intenlos encaminados a in-
veces desaiTollando argumentos en favor de la reialividad, y otras a í.avor terpretar -.(o Interior» en virtud cíe «lo exterior» son inirfnsccamcnic circu-
del entendimiento válido. Sin embargo, como eficazmente demuestra VVorí- lares. Sin lugar a dudas, es difícil mantener la creencia de que el lenguaje
ham (19S5). Ricoeur no puede mantener estn.s últimos argumentos: los i comunica cl contenido de. la mente de las personas. Sus funciones princl-
problemas le asaltan continuamente. pale.s parecen residir en otro lugar.
Para muchos autores, el obstácui" más gravo y a !n vez más frecuente
es el que comenla Gadarner (1960). Este autor proponía que ei inlérpreíe
de un texto siempre cslá Ínr,..;r.so en un cnnlexto hi.stájiico irrepetible, donde '¿. Ei problema de la mente como lugar del conocimiento
predominan unas determinadas prácticas de inlerpreíaclón. Estas prácti-
cas —o prc-juicios, según la iprrninoiogía hcidcggeriana— se empican para f' Si las palabras no sirven para averiguar el eslado de la mente, hobig-
exiiaer un significado dci lexlo. ínevitahlcnnmlc. tales pre-juiclcs dirigen . mus de plantearnos cuál es cl estatus onlológlco de ésta. Si. por razones
nuestra atención y coníormaii nue.'^tra capacidad de comprensión. Esto de principio, las personas no pueden «acceder a los pcn.samientüs de. ios
no.s lleva a rjue la comprensión es fundamcntalmenle un produelo de sus riemás». podríamos dudar de que la menle sea el centro del conocimie.n-
propios límiies, locolmente contexUializados. y no el resultado del acceso !o. que la razón guíe las acciones humanas o que la experiencia rc.gi.stre
interior a ia verdadera Intención del autor. Hsín planteamiento todavía no ios succscs de la naluialeza. Tempranos problemas relativos a la mente
ha sido refutado. ,. • " . como centro de actuación fueron ya señalado.? en las INVESTIGACIONES
Por mi parte, considero que hay dificullades de principio que repercu- FlLOSÓI-iC.AS de Wiiígenstein. Como quedó demostrado en esta obra, prác-
len sobre la (eníaíiva hermenéutica de establecí-'r lo.s criterio.s.de valiriez licamenle Jodo lo que puede decirse acerca de los procesos mentales esln
de la interpretación. El problema co.rn¡enza cuando consideramos el te.xlo inserUido en las convenciones del lenguaje corriente. No podemos ilecli
(o cualquier otra acción social) como algo opaco, y se supone un .<^r;gun- ^ nada sobre la naturaleza de !a mente que vaya más allá de las [jroposiclo-
dü nivel (lenguaje interno) que debe determinarse para hacerlo Iranspa- nes que compartimos de antemano. De lo conlraiio. estaríamos dicienrjo
lenlc. Sin embargo, no coniamos. eii cl proceso de la .comprensión, más cosQ.s sin sentido. Entonces, ¿es que la mente registra los contornos de
que con lo que se manifiesta en el dominio del diactirso (o acto) público. ia realidad e.xteiior desde un ángulo de 45 grados?; ¿acaso la concifuicla
Imaginamos que e.xisle un dominio de discurso privado a! que h a y que convierte la naturaleza en su contrario? Estas dos propaslciones parectfktj'f
referir las manifestaciones públicas. No obstante, no ¡enemas acceso al absurdas pero ¿qué razones podemos aducir para demostrar lo cdiiirK-
inopia discurso privado ni a las rugla.s por las que se liaduca al dominio nn'' E! sin.sentido de eslas dos proposiciones, explicaba ÍVitígcnsíeín,, se •
piibiico. De aquí que cualquier intento de (raducirlo [o entenderlo} debe liaso en .su niejamlcnlo de las convenciones del sentido común cuandtí
su hablo de lemas como l-'i conciencia o !a percepción. Esla opinión se la cultura occidental puede deberse a la mentalidad individ'ualisia, ya que,
vu ampliada en in obro de Gilyeii Ryie C O N C E P T O D E L A M E N T E , en la que si la genle cree ser fundamentalmente Independiente. las relaciones per-
SG dumuGsira qup al referirse a los procesos mentales pora explicar nues- sonale.s aparecen como estructuras aiiificiales o no naturales. En cualquier
tro comportamiento se provoca una regresión infinita en In explicación. caso, se está cuestionando la posición de la mente como centro del cono-
Como soslendría Auslin en su libro S E N S E A N D S E N 5 1 B I L I A , la afirmación cimiento, y con ella el supuesto de que la.s palabras de una per.s-ona trans-
de que la experiencia registra los .sucesos de la realidad se verá igualmen- miten su conócimiento del mundo.
~lG'rtsa1taÓ3"poriosqT''Qblema5"dG-tndolGT;pl.siernulóglí:aT~Sl-prGsclndlmus—
de toda lo experiencia, ¿qué nos q\mda que podamos llamar naturaleza?
Si prescindimos de la naturaleza, ¿qué nos queda que podamos llamar 3. La rcprescníacion como destrucción
experiencia? Al suprimir la notitraleza o la experiencia, e! olro concepto
i queda Igualmente abandonado. Entonces, ¿iio son «la experiencia» y «la Con las dudas en torno a! supuesto de que las palabras expresan y que
naturaleza» dos términos diferentes que su reflejan entre sí. en lugar de In mente refleja la realidad, el eje úitinio de la tradición occidental queda
dos ospectos dislintos de ia realidad? El problema del registro que hoce vulnerable. Además, ¿qué razones nos permiten sostener que el lenguaje
la experiencia de la naturaleza ¿no e.s acaso un problema lingüístico, y no nos proporciona una impresión, repiesentación o esquema de lo que es
onioióglco? Estas cuestiones alcanzan su más completa expresión en lo la realidad? ¿Es posible considerar ei lenguaje como un recipiente del co-
obra l , A EíLOSOi-ÍA V E L ESPEJO D E L A N A T I , ilí A L E J Í A , de Richard Rorly. En nocimiento, dejando aparte los problemas de su relación con la meníe?
esíc libro. Roriy comienza presentando una pcrspeclivo histórica del con- En las I N V E S T I G A C I O N E S I - I L O S Ó E I C A S de Witlgenstein se plantean algunos
cepto de la mente corno reflejo de una naluvaleza independienle, y ccnti- de los problemas más importantes de la teoría del lenguaje como repre-
lulo analizando los incontables problemas que dicha bifurcación ha crea- sentación. Para Wittgensteiii. ei significado de las palabra.? no se derr.'o
do en el mundo del pensamienlo a lo largo de los siglos. de los objelos que supuestamente representan, sino de su posición en las
A! mismo tiempo que se producía la esosión del supuesto de que la meníc secuencias de la acción o juegos del lenguaje. Asi, no es el mundo el que
es la .sedqdel conocimiento, ha surgido una importante crítica ideológica limita aquello que consideramos corno su representación, sino las reglas
de los planíeamientos mcnlalisla.s. Los etílicos sosflenon que la fe Iradi- del juego en el que participamos. Por ejemplo, lo que podemos decir so-
cionai en las formas de explicación mentalislas está vinculada necesaria- bre !a solidez de una mesa variará enormemente si estamos en el juego
mente con una ideología individualista (.Samiison. 1977). Desde esta pers- ele «la realidad del sentido común» -o en el juego lingüístico de la tísica.
pectiva ideológica, las personas son c.nnio átomos sociale.s, esencialmente 1,0 obra P A L A B R A Y O B J E T O , de LJuine. presentó nuevos argumentos que
independientes e individualizado.*!- E^^ta inciiiiación hacia las explicaciones resi^alJabon esa ideo. En este libro. Quine demosiraba que incluso cuan-
individualistas ha sufrido numerosos ataque:, en los últimos años. Son mu- CÍO dos interlocutores utilizan exactamente las mi.sma.s palabras para refe-
chos los que creen que los problema.? cruciales de la cultura occidental rirse a lo que podría considerarse como el mismo hecho u objeto, no hay
se derivan de esta visión generalizada, .según la. cual cada persono está manera de determinar si el punto de referencia es el mismo en realidad.
sola y debe hacer lo que pueda por sí misma. Como sostienen algunos Por ejemplo, podríamos emplear el k'-rmino «conejo» para referirnos o una
outores. este planternoieiiio favorece las formas competitivas de la estruc- misma configuración, pero uno podría eslar refiriéndose a la configura-
tura social y consicieia la colaboración como un juego para los débiles u ción como un lodo, una unidad en sí misma, mientras que el otro se refe-
los fracasados. Otros mantienen que csín ideología no nos permite coró- riría a las partes independientes de! conejo unidas entre sí. Cada intento
prender iiasía t|ué punto los problemas que afronta la sociedad son de po?ierior de determinar si se coincide en un punto de la, discusión se en-
naturaleza sistémica. no el producto de individuos particulares, sino de la contraría ante un problema semejante de referencia.
forma en que los individuos están organizado.?. Por ejemplo, desde la pers- Esta línea de pensamiento ha experimentado en los últimos años diver-
pectiva psicülogi.sla. la culpa del desempleo habría que achacada a la con- sas iransformaciones que le han abierto nuevas dimensiones. Gran parte
figuración meniai de aquellos que no lienen trabajo; el sistema económi- de c.ste trabajo se hn originado en el campo de la crítica liíeiarla. Tome-
co no liene lugar en la oníologia de la psique. Corno han tralndo de mos, en primer lugar, una amplia lín(?a dé debate sobre lo que se ha dado
demostrar Bellah y oíros (1985). la fragilidad de las relaciones íntimas en
en llamar «los efectos del lector». ¿Cómo podemos valorar —se

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piT.gunian— un análisis ÍIP. un ípxlo por encima de. olro?; ¿qué razone? Freiid. Lo verdad histórica es e.?encia!mcnie Inaccesible. Lo que se desa-
se pueden aducir para ai'rmar que una forma de análi.sis descriptivo es rrolla en una sesión de psicoanálisis es «la verdad narrativo», una forma
superior a olro? Como señalan los cjue pai'ticipan en esla discusión, el pro- de historia que a partir de entonces representa la historia real y dirige c!
blema es especialmente complicado, pues cada lector do un texto puede poslerior proceso terapéutico. En el campo de lo economfn. Donaid
tener un punto de vista (o planteamiento de lectura) distinto. Son estes McCIosky (1985) analiza en qué medida la representación de ios resulta-
puntos de vista los que en mayor medida determinarán los'juicios sobre dos de un estudio económico, así como el sentido de las proposiciones
el iexio. Uno de sus más destacado.? defensores en Norteamérica. Stan- leóricas, depende de diversos artificios retórico?. Por otra ptirte. como han
ley Fish [19SÜ), ha propuesto (¡ue en la interpretación literaria, la entidad •demostrado en el campo de la antropología los investigadores Jame.? C!i-
«Intérprete» (o agente], al contar con unos fines y unas preocupaciones fford (1983) y Vincení Crappanzo (1986), la etnografía de «las otras cu!-
específicos, determina, en virtud de su actuación, «cuáles son los hechos turas» está adornada en su descripción con los rasgos inteqjretaíivos de
observados que cuentan como tales hechos» [pág. 8). Por tanto, no hay la cultura propia. En la medida en que la configuración literaria domina
ningún lexlo sobre el que podamos decir que una valoración es mejor que sobre el intento de representación del mundo, ia realidad deja de estar
otra. Cada orientación conducirá a una concepción distinta de lo que cons- retratada, y su lugar es ocupa.do por una proyección de ia convención
tituye el texto. En las obras de Derrida (1976) y de los desconsíruccionls- literaria.
tas se puede encontrar esta línea de pensamiento llevado a sus últimos
extremos. En un principio, las tesis de los desconslruccionlstas se oponían
a la asunción dualista de que las acciones perceptibles, corno la escritura, HACIA UNA PSICOLOGÍA P O S M O D E R N A
eran representaciones externas ele una realidad Interior. Para Derrida
(1977), esa asunción es resultado de un logocenlrismo erróneo que ha
El conducfisrnqj el cognoscitiu¡smo..y el.neohumanismo,.movimientos-
csíadf} latente en'lá tradición del pensamienlo occidenlal. Su respuesta
de gran transcendencia en la historia de la psicología social, son fruto del
ccjp.sisíG fundamentalmente en una seriti de tentativas orieníodas a des-
pensamiento fundamentalista. En su mayor parte, los tres movimientos
construir las obras de diversos exponenles de la tradición logocentrista.
participan de alguna forma de dualismo, con la mente como reflejo del
corno pueden ser Rousseau, Saussure. Lévi-Slrauss y Husserl. La fuerza
mundo, las palabras como reflejo de la menle, y, por lo tanto, las paio-
de estas obras no depende tanto de lo.? iJrocesos racionales que ensalzan,
bras como rcfiejo de la noturalG.ía. Con el asalto del posmodernismo so-
corno del empleo de la figuración íiterai'ia. Un análisis minucioso de estos
bro la relación triple entre la naturaleza, la mente y las palabras, se pone
tropos literarios revela una .serie de |)aradüjas —o aporías— que jjarecen
en entredicho el dualismo y su búsqueda de los fundamentos del conoci-
indicar que las mismas obras no con.siguen reflejar un sistema coherente
miento. Así continúa el proceso. Ese hecho no sitúa ai pensamienlo pos-
de significado interno. Las obras son esencialmente aiitorreferenlns v de?-
modernisla en un papel antagonista de la p.sicolouía social. Todo lo con-
construyen el mismo dominio que pretenden representar. A! final, ios pro-
trario, estoy convencido de que entre las diversas faceta? de la crítica
pios escritos de Derrida también han de sei' ciescpnstruidos. En nuestro
posmoderna se hallan las bases de una significativa reorlenlación del con-
mismo intento de dccodiíicar sus obras las estamos Transformando,
cepto del conocimiento. Esta renrlentadón coloca la investigación social
en una 'posición privilegiada, lo que contrasta con el papel secundario que
En el aspecto más positivo, esta pi'eocuijación por la figura'ción literaria
le atribuían los otros tres movimientos. En efecto, desde la perspectiva pos-
IVA provocado que diversos analislas de caminos cliferenlus exploren s¡ lo
modernista el conocimienlo no es una po.seslón de la mente, las palabras
que se considera cómo conocimienlo no es más que un subproducto de
no son reflejos de la meníe. y tampoco están limüadas por la naturaleza.
la convención llieraria. Como propone Hayden Whiíe (1978), por ejem-
Por el contrario, se considera que la fuente principal d'e las palabras que
plo, los historiadores no reflejan los heclios de lo.s tiempos anteriores. La
utilizamos sobre el mundo radica en la relación social. Desde e.?lG ángulo.
crónica histórica está gobernada por las reglas de la narrativa, y esta.? re-
ID que llamamos conocimiento no es el producto de mentes individuales,
glas determinan en gran medida lo que constituyen hechos y la forma en
sino del intercambio social; no es el fruto de la individualidad sino ei de
que funcionan: un argumenlo parecido es el que presenta Donoid Spen-
la interdependencia.
ce. (1982) en relación a la psiquiatría. Spence demuestra que la persona
analizada no desentierra los hedios de su primera infancia, como soslenía El contemplar el conocimiento como una construcción social plantea

1 AH
una serie de desafíos que ei inuesligador social debe asumir (Gergen 1982. Icministas sobre la influencia Ideológica de las teorías aparentemente neu-
19S.5). En primer lugar, el invesligador debe definir las-práclica.? sociaies trales, la teoría social puede ejercer efectos d'recios sobre la práctica so-
de ia elaboración del conocimiento, los medios por los que una formula- cial. F.sla leoría puede penetrar directamente en la comprensión común
ción es considerada superior a las demás, la relación eníve las cstruclurns de la cuIlLim. En lo .medida en que la leoría se difunde en la sociedad tie-
del conocimlenio, el poder y ia Ideología, ele. En este írabajo. e! psicólo- ne la cai:)ac¡clnd de alterar, interrumpir o transformar las prácticas iiabitua-
go social enconlrará muchos apoyos, enUtsiastas y capacllados, enlrc los Ics de la sociedad. El teórico se convierte así en un agente potencia! de!
hisloriadores de la ciencia, fiíoSvofos de ia ciencia social, sociólogos del co- cainb'o en el seno de esa misma cultura. Debe concebir formas nueva.?
nocimlenio, especlailslas ríe la comnnlcnción, csludiosos de la retórica. de con.?trücdón del mundo que, si fueran adoptadas, modificarían la so-
• -represcnianles del feminismo, por ir.f-Kionar sólo unos cúdntos.'Sin em- ciedad de forma positiva. De este modo; .?e ve impulsado-n-rcinlroducir
bargo, los probleniDS que debe resolver la p.?icología social posmoderna en cl campo de la ciencia su visión personal y sus valores sobre lo cpie
no se acaban r u lo? procesos de la (ot inación del conocimienlo. Hay otras es bueno, y con esta decidida confluencia de lo personal, lo pqlííico y lo
dos implicaciones de gran trascendencia. Sobre lo primera de ellas pre- irjrofcsiünal, forjar el entcndiniiento de las cosas que mejor exprese sus
sentaré una visión general, y sobre la segunda ofreceré un análisis más. propios compromisos.
profundo y delnllado. Con ello no pretendo, sin embargo, establecer nin- No obstante, hay una segunda línea de actuación que r-c deriva del pen-
gún Upo de prioridad de una sobre la otra. samiento posmoderno, y es precisamente la que desearía tratar coir ma-
Oesde el comienv.o, el psicólogo lio de enfrentarse con un dcsaíír,' sin yor extensión en el presente ensayo. Tni ve/, el ra.sgo más significativo d<'
precedentes en cuanto a la innovación teórica. En la época anterior, lo? la conciencia posmoderna es su auiorreíiexlbilidad, ya que, cuando se cf'u-
planteamientos teóricos se han desarrollado con lenlilud y han sido a me- sidera la posibilidad de que el lenguaje no sea una mera repiesoutatión.
nudo banales. Ello se debía a que esta disciplina se bosaba en gran parle un simulacro desdibujado de un objeto independiente, hay que enfrentar-
en la creencia de que ios ideas íeóncas deben desairollarsc por la vía in- se necesariamente a la desconsirucción de la misma premisa inicial. (Esta
ducijva —a través de la observación-- y que. una vez completadas, ha- misma exposición no es una tepresentacíóii.) Como nuestras teorías es-
bían de someterse necesariamente n la prueba empírica. Desde-la pers- tán abiertas a la discusión científica, hemos de estar preparados para aban-
pcciiva posjnodarna, lo observación no genera In comprensión teórica de donarlas. ya que en su mismo origen esla.? leonas ocultan y eliminan las
las cosa.s: lo que sucede es que las teorías aliiergan las preesiructuras la- cuestiones que están en juego. Por lo tanto, hay una segunda línea de
lentes que determinan la naturaleza de lo que llamamos íicchos, La in- actuación que es necesaria en (©ta disciplina, y consiste en asumir unr-
vestigación de laboratorio no proporciona una verificación de las teoría.?: fnerte postura crítica. En algún momento, podcmos'encontrarnos en po-
más bien, el método deductivo es principalmente un contexto en el que sición de defender que cl mismo progreso en este campo depende de que
el investigador establece .una situación donde las convenciones contem- exista una constante ocultación y posterioi abandono de los «Gdiíicios!' teó-
poráneas le permitirán obogar por las inlerprclaciones que considera más ricos..construyendo configuraciones leóricas que liabrá que trascender po.?-
acertadas. Así, el investigador postnodcrno no está sujeto a la naturaleza teriormentc mediante la reflexión crítica. De esta forma, nuestras formas
de la observación. Las únicas limitaciones de la innovación leórica son fi- de discurso y las construcciones potenciales se expanden incesantemen-
jadas por las convenciones predominanlcs del lenguaje. Dado que estas te. Por el momento, sin embargo, es evidente que el impulso creativo de
convenciones son múlli|3les. imprecisa.? y maleables, al leórico se le abre' la psicología posmoderna debe equilibrarse mediante ia adopción de una
un ampiio horizonte lleno de posibilidades (véase Gergen 19S6). sólida poslura autorrcflexiva.
Más aún. !a utilidad de estos inslrumenlos teóricos consisten un que no
se._DGcysitn.agijardai-a.3u..comprobac¡Qn-o-ada-deduGeiün--deijvalivti-en
diverso.? campos de in psicología aplicada. Desde el punto de vista pos- LA E L A B O R A C I Ó N RETÓRICA DE LA REALIDAD
moderno, ei teórico no está ofreciendo un reflejo de ia noturaleza, como
ya se ha demostrado, que deba esperar lo.? intentos de aplicación práctica En la? restantes páginas de este capítulo desearía mostrar, por medio
de los demás. Al contrario, tal y como se explica en el análisis de Foucault íle un ejemplo, una forma de invesiigación aulorreflexiva. Ante nosotros
sobre el lenguojG y el poder, y también en la obra de teórico.? críticos v todavía .?G levanta e! inmenso edificio de la llamada íoar.ia ernpíricamenie

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dciinoslrada. Los que trabajan en nueslra disciplina no sólo están espe- En al cenlm del día, rodeado por una mulíllud de sardinas viaje-
cialmenie preparados para la búsqueda de los hechos, sino que además ras y metido en un coleóptero con un gran caparazón blanco, un •
rechazan frontalmente cualquier teoría no respaldada empíricamente, til- pollo de cuello largo y desplumado súbitamente arengó a oirt. uno
dándola de «mera especulación». E! objetivo de la ciencia es, despué.s de pacífico, del número de ellos, y sus vocablos, húmedos de proles-
lodo, sustituir ia opinión,'lo especulación, la mitología, lá leyenda, el mLs- la, propagáronse por el aire. Entonces, atraído por un vacío, cl plu-
fici.smo, etc. con explicaciones objetiva.? del mundo. Todo el imptilso del m í Í G i ' D se precipitó spbre él.

espíritu posmodernisia se verá debilitado mientras no se consiga amorti- En un desolado desierto urbano, lo volví a ver aquel mismo día,
guar la fuerza de la argumentación empírica. Algunos filósofos, hi.síoria- apurando la copa de la humillación oue le ofrecía un modesto botón.
dores, hermenéuticos, analistas sociales y otros teóricos han logrado avan-
ces considerables al dcmosirar ios defectos conceptuales de la «verdad .A la mayor parte de los lectores, sospecho, este relato no les parecerá
derivada del método». Sin embargo, existe olro enfoque posible de la ob- suficientemente realista. No nos dice qué es lo que renlmen/e ocurre. Vea-
jetividad, un enfoque se surge directamenle de la auíorreficxibllidod pos- mos otra.versión:
moderna. Concretamente, podemos considerar que las llamadas explica-
ciones «objetivas» de! mundo constituyen formas de discurso. En cuanto En el tranvía S, hora punta. Un sujeto de unos 26 años, som-
que discurso, están condicionadas por diversos exigencias literarias y re- brero de fieltro con un cordel en lugar de iazo, el cuéllo excesiva-
tóricas. Se podría señalar aquí que lo que hace que una explicación sea mente largo, como si alguien hubiera practicado con él cl.juego de
objetiva no es su correspondencia con el mundo real. ¿En qué nos pode- •' !á'cüerdav'La"gentc-descicnder • :—
mos basar para juzgor .?i una serie de signos simbóíicos se aproximan a El sujeto en cuesijón se molesta por uno de los hombres que es-
una copia de lo que existe «realmente»? M.ás bien, lo que hace que una tán a su lado. Le acusa de empujarle cada vez que pasa alguien.
explicación resulfe objetivares la elección de los recursos liférarios. Lo ob- Un tono de lameníación que pretende ser agresivo.-. ó -
.no es..cí.produclo.dc lü,ucros¡milÍÍud entre palabra y objeto, sino , Cuando ue un asiento libre, se lanza sobie él. -. ,» SC
el de ja habijidad retórica. La exploración de la base retórica'de la objetívi"- Dos horas después, lo veo en la Cour de Rome, frente a lo-esía-
dad tiene importantes implicaciones, ya que, como el sentido de la reali- clón de Saint-Lazare. Está con un amigo que le dice: Deberías lle-
dad se revelo como una consecución llieraria, más que ontológlca, la opre- var otro botón en e! abrigo. Le enseña dónde (en la solapa)- y por
-sión de la descripción objetiva puede destruirse. En un plano más general, qué.
ese tipo de análisis obre el camino de la nivelación de) poder en la socie-
dad. Tanto los políticos como los'clentíficos. los militares, los empresa- En este caso nos .sentimos de alguna manera aliviados: el.velq de la os-
rios, etc. proporcionan descripciones del mundo. Todos ellos s.acan pro- curidad se ha levantado y «sabemos lo que ocurrió en rGa!iclad.V¿Oué.
vecho de la, referencia a la objetividad. A! dar un nombre a los objetos es lo que proporciona en la segunda descripción esa «impresión tíe objeti-
del mundo, se csiablece la lógico que gobierna la acción. Así, en la medi- vidad»? Sencillamente es un relato más preciso, rr.enos irnaglriativo. • .
da en que se dan a conocer las bases retóricas de ia realidad, las referen- Veamos una tercera descripción: . . .
cias «objetivas» a la realidad pierden su poder ilocuílvo. Las ventajas je-
rárquicas se reducen, y al mismo tiempo aumentan las distintas opiniones En un tranvía de la línQa S, de 10 metros de longitudes metros^
posibles. Por tanto, como ejercicio de análisis posmoderno, debemos ex- de anchura y 6 metros de altura, distante a 3 krn'600 hrielfbs'dé'.
plorar la retórica de la realidad. En su perspicaz obra EJERCICIOS DE ESTI- su punto de partida, cargado con 48 personas, a las 12 horas"y;
LO, Raymond Quencau presenta 195 descripciones di|[intas del mismo 17 minutos p.m., un varón de 27 año.?, 3 meses y 8 días',;de-'l.
incideníc. Nuestras Impresiones del incidente varían considerablemente de
metro y 72 cm de altura y 56 kg de peso, que lleva un sombrero^
acuerdo al estilo lingüístico empleado, según predornitje ia metáfora, ja
de 35 cm de altura y rodeado por una cinta -de 60 cfn de.circunfe-'
narrativa, la notación, la comedia, el verso, etc. Tomemos, por ejemplo,
renda, interpeló a un hombre de 48 años, 4 meses y tres dfas.-'dc'
in siguiente descripción: !
1 metro y 68 cm de altura y 77 kg de peso, empleandoT4 pala-
bras cuya enunciación duró 5 segundo.? y que hacían referencia a
I
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ciertos desplazamientos involuntarios de enire 15 y 20 mm. su naturaleza. E! mundo sigue siendo esencialmente lo que es al márgen
Luego se apartó y se sentó a 1 metro y 10 cm aproximadamen- de ia visión del agente cognoscente; la realidad no desaparece con noso-
te de distancia. iros. Esta premisa melalcórica implica la necesidad de establecer un len-
Cincuenta y siete minutos después se iiaüaba frente a ia estación guaje separado específico del objeto, esto es, un conjunto ordenado de
de Saint-Lazare, a 10 metros de la entrada suburbana, y caminaba términos o caracteres descriptivos que sean exclusivos de ese campo con-
hacia arriba y hacia abajo recorriendo una distancia de 30 metros creto. Cuando un autor hace uso de ese lenguaje especializado, el lector
con un amigo de 28 años de edad, 1 metro y 70 cm de estatura debe entender que las palabras deben tomarse como descripciones de aquel
y 71 kg de peso, quien le recomendaba en 15 palabras que des- carnpo (y no de un mundo fíciicio. mente, espíritu, etc.). Desarrollar un
plazara 5 cm en dirección cenital un botón de 3 cm de diámetro. lenguaje que está saturado por el observador, o que llame la atención so-
bre la presencia del observador en la generación de lo que es, sería irre-
En este caso, el autor es extremadamente preciso, pero de alguna ma- conciliable con la meíateoría y pondría en peligro la supue.sia ob-eíluldad
nera cl suceso descrito vuelve a sumirse en la más completa oscurklad- de la descripción.
Por lo lanío, la cuestión principal para ei analista es la de descubrir aque- Lo presunción de Independencia sujeto-objeto sienta las bases de una
llas formas de la figuración literaria que prestan objetividad al relato. Afor.- literatura de la objetividad. Ademá.?, el escritor debe coíifiar en uno serie
lunadamenle, se dispone de valiosos recursos pora llevar a cabo tal análi- de términos que distancien cl supuesto objeto del observador, que asegu-
sis. Lo.s semióíicos, retóricos y leóricos literarios ofrecen una serie de ren su existencia indepcndientemente dei oslado o presencia del observa-
distinciones útiles, guías históricas y teorías de consfrucción literaria. Lo dor. Entre los RECURSOS DE DISTANCIAMIENTO se cuentan, por ejemplo,
siguiente exposición se basa en las obras de Booth (1983), Book-P.ose el uso de ciertos adjetivos demostrativos, como pueden ser «este», «c.se»,
119S1). Martin (19S6), McCIosky (1985), Crappanzano (1986) y Gusiicld «aquel», '.'aquellos», etc., que alejan la atención del agente para centrarla
(1976). Debo añadir también que para los psicólogos .sociales, el reciente eii los sucesos u objetos situados a una aparente di.stancla. Cuando no
libro "de Billig (1986) representa una sínlesi.s calalíiica de la retórica y de se consiguen manejar correclamcnle eslo.s recursos, se revela la presencia
las cuestiones de la psicología social. del sujeio en la descripcióii. En la medida en que los procesos interiore;
Soy de lo opinión de que ios principales rerursos con los que se crea (iel individuo entran en escena, el supuesto objeto de discurso vuelve a
la Impresión de realidad objetiva en el marco de la literaíura científica (y sumirse en la irrealidad. Así, por ejemplo, el científico normalmente habla
en los demás géneros) puede derivarse de.algunas facetas de ia metateo- de «ESTE apáralo», y no, por ejemplo, de «mi percepción de un apara-
ría empirista. Es la meíateoría tradicional la que sirve como rccur.so de ra- to», habla de «ESA cámara experimental», y no de «m¡ impresión de una
cionalización de ios principios para ia clase de literatura que se acepta sin cámara experimenta!», o de «ESOS cuestionarios.», y no de «mj imagen
ser cuestionada. Oe la misma manera, una metateoría de lo espirilual po- de CSC? cuestionarios». La utilización de este tipo de expresiones amena-
dría sentar las bases del tipo de literatura que podría dar lugar a una onto- zaría grovemente la objetividad de la que debe haczr gala la descripción.
logía de los cielos. Así pues, desearía analizar algunas de las principales Es fundomental comprender que esas elecciones lingüísiicas .son bntoiógi-
cnracierísllcas de la metateoría empirista. y en cada caso explorar una se- camentc arbitrarias; no hay nada ciuc exija el empleo de estos recursos
rie de tiguracioncs retóricas derivativas: .Emplearé como ejemplos las prác- de distanciamiento en ninguno de los casos. Considcrenios, sin embargo,'
ticas discursivas de las ciencias. Sin embargo, por Implicación, este análi- la diferencia del impacto iloculjvo entre una ofirmación del tipo: «Tras uti-
sis hobría de extenderse hasta abarcar a los personas e instituciones que lizar este aparato en esa cámara experim.entnl, aquellos tipos dc cúcstio-
.SG atribuyen alguna autoridad en razón de pruebas objetivas. narios demostraron serriiscriniinativos», y una afirmación como:'«Tras Utl-,
lizar lo que percibí como un cierto aparato en'ío que me dlola UnprcsióTr
de ser una cámara experimental, lo que yo creí que era un tipo de cues-'
] . La independeiícM sujcto-objclo tionario demostró tener lo que me parece constituir poder dfscrimiña'íivo»;".
En el primer caso, la descripción parece encajar en la literatura científica;'
Desde Locke hasla los empiristos lógicos, se h a sostenido, por lo gene-' mientras que en el segundo probablemente daría lugar a serlas sospechas'.
ral, que existe un mundo real que no depende de los que buscan conocer En la lógica de la dicotomía sujeto-objeto también .se recurre a otros tro-

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