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¡Que gusto da ver a una persona que esta saludable y bien alimentada! ¿Verdad?. En sentido
espiritual, Los Testigos de Jehová son las personas mejor alimentadas de la tierra, tenemos mucha
literatura bíblica, por la cual no tenemos que padecer hambre de alimento espiritual.
Así como nuestro cuerpo físico requiere buen alimento, también nuestro ser interior necesita
alimentarse correctamente. Si no comemos a nuestras horas comenzamos a desfallecer y no
estamos listos para los desafíos que la cada vez más exigente vida cotidiana nos presenta. De la
misma manera, sin el alimento espiritual sano, nuestro ser interior desfallece y cuando viene la
prueba, caemos en tentación.
Asimismo, como tampoco es bueno comer comida chatarra en la calle y a toda hora, pues nuestro
cuerpo al estar mal alimentado enferma, tampoco debemos ni acercarnos a comer de la porquería
de alimento espiritual defectuoso y lleno de inmundicias que ofrecen los falsos profetas, que
además de ser caro es malo (Isaías 55:1-2).
Si comemos alimentos dañinos, a la larga nuestro cuerpo engorda y nos exponemos a los infartos
o enfermedades como la diabetes; se nos pican los dientes, se nos infecta el intestino, etc.
Pues así como tenemos cuidado al alimentarnos físicamente debemos ser exigentes para la
comida que nos alimenta el espíritu. También debemos tomar el buen hábito de comer alimento
espiritual sano y limpio.
En resumen, la Palabra de Dios nos enseña que existen dos clases de alimento espiritual: el sano y
el que mata. Por supuesto la Palabra de Dios nos insta a tomar el alimento espiritual puro y sin
levadura que de Ella misma emana y que además, a diferencia del que ofrecen los falsos profetas,
es gratuito y sano, pues da vida eterna:
Isaías 55:1-3 55 ¡Oigan, todos ustedes los sedientos!+ Vengan al agua.+ ¡Y los que no tienen
dinero! Vengan, compren y coman.+ Sí, vengan, compren vino+ y leche+ hasta sin dinero y sin
precio.+ 2 ¿Por qué siguen pagando dinero por lo que no es pan, y por qué es su afán por lo que
no resulta en satisfacción?+ Escúchenme atentamente, y coman lo que es bueno,+ y halle su
alma su deleite exquisito en la grosura misma.+ 3 Inclinen su oído+ y vengan a mí.+ Escuchen, y
su alma se mantendrá viva,+ y prestamente celebraré con ustedes un pacto de duración
indefinida+ respecto a las bondades amorosas* para con David, que son fieles.
Como ya dijimos, este pasaje nos muestra que a diferencia del alimento físico, el alimento
espiritual sano, limpio y gratuito entra por los oídos, pero igual va para adentro y nos nutre y
fortalece.
Chefs y comensales
Así que la Palabra de Dios no solo exige que los alimentos espirituales que se llevan al pueblo sean
preparados con amor, excelencia y limpieza, sino también requiere de los comensales espirituales
desarrollar buen gusto por la comida; que seamos más exigentes en lo que nos llevamos al
corazón y evitar en lo posible comer alimento malo; hacerle gestos al alimento espiritual sucio,
mosqueado y lleno de inmundicias de la religión falsa.
La Palabra de Dios nos enseña que no solo es necesario alimentar el cuerpo físico, sino que
también nuestro ser interior necesita ser debidamente alimentado (Deuteronomio 8:3).
Así como nuestro cuerpo físico requiere alimento de buena calidad y a sus horas, también nuestro
ser interior necesita alimentarse adecuadamente. Hablando de los alimentos físicos, si no
comemos a nuestras horas comenzamos a desfallecer y no estamos listos para los desafíos que la
cada vez más exigente vida cotidiana nos presenta. Pero igualmente si esos alimentos que
ingerimos son de inferior calidad nos faltará alguna vitamina y el agotamiento nos hará enfermar.
Con el alimento para el alma sucede los mismo, si no lo ingerimos de calidad y diariamente
nuestro ser interior desfallece y eso a la larga no será bueno.
Jehová sabe bien todo que necesitamos el mejor alimento espiritual, por eso es que ha puesto a
nuestra entera disposición y completamente gratis el alimento de la mejor calidad posible: Su
Palabra.
Tal como cuando ingerimos los alimentos materiales renovamos nuestra fuerzas físicas, asimismo
La Palabra de Dios es un alimento espiritual que lleva consuelo, nos fortalece y nos da alegra; que
crea esperanza y paciencia pero sobre todo, produce una tremenda fe que prevalece en medio de
las más grandes adversidades.