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Trabajo final

Seminario IX (Prof. Leserre)

Carrera Filosofía

Escuela de Humanidades

Universidad Nacional de San Martín

Pedro Tenner
En el presente trabajo resumiremos la manera en que Thomas Kuhn hace uso de la noción
de juego del lenguaje de Wittgenstein, para iluminar su propia noción de paradigma y la
manera en que el paradigma guía la investigación científica. Para ello nos remitiremos a la
obra principal de Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas, y a las
Investigaciones filosóficas de Wittgenstein.

I. En el capítulo V de La estructura de las revoluciones científicas, Kuhn se dedica a


investigar el vínculo entre los paradigmas y las reglas que rigen la investigación de lo que
él denomina la “ciencia normal” (i.e., la práctica que los científicos desarrollan sin
conflictos intra-paradigmáticos). Hasta el momento, Kuhn ha sostenido que: “hablar en
términos de puzzles y reglas ilumina el carácter de la práctica científica normal”.1 En
efecto, en los capítulos precedentes Kuhn ha planteado el desarrollo de la “ciencia normal”
como similar a lo que denomina “puzzle solving” o resolución de enigmas. A partir del
paradigma que rige sobre su práctica, el científico deriva problemas –generalmente
contraejemplos que la naturaleza le impone al paradigma– así como las reglas según las
cuales los problemas pueden considerarse legítimamente resueltos. Sin embargo, Kuhn
llama la atención sobre el posible error de creer que el paradigma y las reglas que se
derivan de él son idénticos o al menos co-extensivos. Por el contrario, el paradigma excede
sus reglas, al punto de que no hay un conjunto de reglas que sea común a todos los
practicantes de una ciencia bajo un mismo paradigma. Como señala Kuhn “la ciencia
norma es una actividad normal altamente determinada, pero no es necesario que esté
totalmente determinada por reglas”.2

Según Kuhn, un observador externo (por ejemplo un historiador o filósofo de las ciencias)
que quisiera derivar un conjunto de reglas comunes se encontraría rápidamente con la
siguiente dificultad: si bien la determinación del paradigma nunca es problemática, la
determinación de reglas comunes sólo puede alcanzar un éxito parcial. En efecto, algunas
de las reglas que el observador abstraería a partir del paradigma “muy probablemente serían
rechazadas por algunos miembros del grupos que estudia.”3 Así, el observador terminará
por reconocer que los practicantes bajo un paradigma común podrán concordar en la

1
Kuhn, The Structure of Scientific Revolutions, University of Chicago Press, Chicago, 1996, p. 42.
2
Ibíd.
3
Ibíd., p. 44.
identificación del paradigma que rige su investigación, pero no en una interpretación o
racionalización de él bajo la forma de reglas. Si bien todos los científicos bajo el mismo
paradigma reconocerán reglas, no existe un conjunto de reglas que todos reconozcan y que
sólo ellos reconozcan.4 Esto no impide, sin embargo, que el paradigma efectivamente guíe
la investigación, y que posibilite una coherencia según la cual todos los practicantes de la
disciplina se reconocen como parte de ella, incluso si no reconocen las mismas reglas. En
efecto, como señala Kuhn, “los paradigmas pueden guiar la investigación incluso en
ausencia de reglas” y “la existencia de un paradigma no implica necesariamente que existe
un conjunto de reglas.”5

Kuhn es consciente del carácter problemático de sus afirmaciones. En efecto, ¿en qué
podría consistir la identificación de un paradigma si no en el reconocimiento de reglas
comunes? El autor observa entonces que existe un precedente del tratamiento del problema
en la filosofía tardía de Wittgenstein. En sus Investigaciones filosóficas, tras describir una
serie de juegos del lenguaje, Wittgenstein plantea una dificultad subyacente: no ha dicho
hasta entonces “cuál es la esencia de un juego del lenguaje y, por ende, del lenguaje: qué es
lo común a todas estas actividades y qué las convierte en el lenguaje o en parte del
lenguaje”.6 Wittgenstein hace frente a esta dificultad con la observación de que no puede
señalarse un elemento común a todos los juegos del lenguaje, y que nos determine a utilizar
el mismo término para todos. Más bien, lo que ocurre es que todos los juegos del lenguaje
están relacionados entre sí de maneras distintas, “y es por esa relación o relaciones que los
llamamos “lenguaje””.7 Al buscar un elemento común a todos los juegos, la examinación
da por resultado más bien una “complicada red de similitudes que se superponen y
entrecruzan: a veces similitudes generales, a veces similitudes de detalles.”8 Llamamos
entonces “juego” a una actividad que encontramos por vez primera porque tendrá una
similitud con otras actividades que previamente llamábamos “juegos”, pero no con todas
ellas. Estas últimas tendrán una similitud, aunque no necesariamente en el mismo respecto,

4
En oposición a las reglas que toda la comunidad científica reconoce, independientemente del paradigma bajo
el que trabaje. Kuhn admite la existencia de tales reglas, pero no bastan para determinar algo así como la
esencia de un paradigma, en cuanto que son inter-paradigmáticas.
5
Ibíd., pp. 42 y 44.
6
Wittgenstein, Philosophical Investigations [trad. Anscombe], Blackwell, 1986, p. 31.
7
Ibíd.
8
Ibíd., p. 32.
con algunas de las actividades que usamos como referencia para determinar el carácter de
juego de la nueva actividad. Así, la nueva actividad tendrá una relación directa con algunas
de esas actividades, e indirecta con otras. Wittgenstein llama a estas similitudes “family
resemblances” o “parecido de familia”. El concepto de “juego” se constituye entonces
“como cuando hilamos una soga fibra por fibra”.9 Como señala Wittgenstein, la soga se
hace resistente y utilizable no porque una misma fibra la atraviesa de principio a fin, “sino
por la superposición de varias fibras”.10

Para Kuhn, el paradigma científico guía la investigación de manera similar a cómo, según
Wittgenstein, se constituyen los conceptos. Kuhn sostiene que, dentro de una comunidad
científica, los problemas y técnicas de investigación que surgen se relacionan entre sí “por
un parecido y porque se modelan según una u otra parte del corpus científico que la
comunidad en cuestión ya reconoce cómo sus logros establecidos”.11 Para Kuhn, entonces,
el practicante de ciencia puede resolver problemas no porque siga reglas reconocidas por
todos los miembros de su comunidad, sino porque modela la aplicación de la teoría según
una aplicación previamente aceptada. Tal modelo, sin embargo, no tendrá por qué ser
siempre el mismo: se podrá utilizar “una u otra parte” del corpus científico. Lo que Kuhn
parecería describir es una situación en la que se intentaría encontrar el elemento común al
concepto intra-paradigmático de “solución legítima de un problema”. Tal elemento en
común, sin embargo, no existe: más bien cada solución se relacionará directa o
indirectamente con otras ya aceptadas, y se introducirá entonces al corpus, para servir de
modelo a posibles soluciones posteriores, con las que tendrá relaciones directas o
indirectas.

Asimismo, Kuhn resalta el hecho de que los científicos trabajan a partir de esos modelos, “a
menudo sin saber, y sin necesidad de saber, qué características les han dado a esos modelos
el status de paradigmas comunitarios.”12 Los modelos no se han elegido por un conjunto de
reglas subyacente a ellos. El parámetro de validez de una solución a un puzzle científico no
será el hecho de atenerse a reglas, sino simplemente la coherencia en el uso del modelo

9
Ibíd.
10
Ibíd.
11
Kuhn, op. cit., pp. 45-6.
12
Ibíd., p. 46.
para la nueva aplicación. Aquí también parecería que Kuhn extiende al ámbito de la ciencia
lo dicho por Wittgenstein. En efecto, es el uso del término, dentro de un juego del lenguaje
particular, lo que determinará para Wittgenstein su significado. De la misma manera en que
el científico no necesita conocer reglas, tampoco es necesario que, para utilizar el término
“juego” sepamos qué es efectivamente lo común a todos los juegos (si siquiera hay tal cosa
común). Wittgenstein insiste en que esto no es una forma de ignorancia y,
fundamentalmente, en que no es una información necesaria para hacer el concepto usable.13
Asimismo, ante la objeción de que, de ser así, el juego que se juega con la palabra “juego”
estaría entonces desregulado, la respuesta de Wittgenstein es que “no está totalmente
circunscrito por reglas”.14 Algo similar parecería tener en cuenta Kuhn cuando señala,
como citamos más arriba, que la actividad científica, a pesar de estar altamente
determinada, no necesita estar determinada completamente por reglas.

II. Si lo dicho hasta aquí es correcto, la idea de paradigma de Kuhn no parece estar lejos de
la idea del juego de lenguaje de Wittgenstein. Esta similitud se refuerza al considerar más
de cerca la importancia pedagógica que para ambos autores tiene el ejemplo. En efecto,
para Kuhn los modelos funcionan como ejemplos que se le presentan al estudiante de
ciencia y que le enseñan la aplicación de la teoría, sin la cual esa teoría no sería
comprensible:

Los científicos nunca aprenden los conceptos, las leyes y las teorías en abstracto ni por sí
solos. En cambio, esas herramientas intelectuales se encuentran desde el comienzo en una
unidad, histórica y pedagógicamente anterior, que las exhibe con sus aplicaciones y a través
de ellas.15

De esa manera, y para utilizar el ejemplo de Kuhn, el estudiante de la dinámica newtoniana,


comprende los conceptos de “fuerza” o “espacio” no por las definiciones abstractas de la
teoría, sino porque ha observado ejemplos de la aplicaciones de esos conceptos. El

13
Tanto Wittgenstein como Kuhn parecen plenamente conscientes del carácter público del objeto de su
estudio. Ni el lenguaje ni la ciencia podrían ocurrir fuera de una comunidad que, en cierto sentido, corrobore o
refute la coherencia del uso del término o la aplicación de la teoría. Kuhn parecería tener esto en claro cuando
determina que la aprobación de la comunidad es el único criterio de la corrección del uso, así como cuando
habla de la ciencia como de una conversación entre científicos, y de las revoluciones como de una
“interrupción en la comunicación” (cf. postfacio, pp. 200-2).
14
Wittgenstein, op. cit., p. 33.
15
Kuhn, op. cit., p. 46.
estudiante aprende a utilizar los conceptos siguiendo esos ejemplos. El lugar del ejemplo es
central también en Wittgenstein. Como señala este último, si se quisiera explicar a alguien
lo que es un juego, “habría que dar ejemplos, con la intención de que se los tome de una
manera particular.”16 El rol pedagógico del ejemplo es, en ambos autores, similar: el
instructor o el libro de texto los expone a la espera de que el alumno comprenda cómo
utilizarlos de una cierta manera que la comunidad llamará “válida”.17 Todo lo que se puede
hacer a la hora de explicar qué es un juego (o qué es una solución válida para un problema
científico) es mostrar ejemplos señalando que “así es como jugamos el juego (es decir, el
juego de lenguaje con la palabra ‘juego’).”18

También es fundamental para ambos autores resaltar que esta enseñanza por ejemplos no es
un método imperfecto, que suple la falta de uno más idóneo, uno que revelaría lo que
efectivamente existe de común entre todas las cosas nombradas por un término (o que
revelaría las reglas implícitas comunes a todas las soluciones válidas). Así, Wittgenstein
dirá que quien recibe los ejemplos de “juego”

no debe ver en esos ejemplos la cosa común que yo, por alguna razón, no pude expresar;
más bien debe ahora emplear esos ejemplos en una manera particular. Aquí, dar ejemlos no
es una manera indirecta de explicar, a falta de una mejor.19

De manera similar, Kuhn insistirá en que:

16
Wittgenstein, op. cit., p. 34.
17
De hecho, uno podría imaginar un individuo que memorizara una teoría en abstracto pero que sin embargo,
en términos de Kuhn, no la conocería, porque no sabría usarla para hacer ciencia.
18
Ibíd. En el posfacio a su obra, Kuhn retoma el tema del ejemplo y lo considera el concepto central de la
“matriz disciplinaria” (término con el que ha reemplazado el concepto de “paradigma”). Allí señalará que el
conocimiento científico “no se adquiere por medios exclusivamente verbales. Más bien, llega cuando se nos
dan palabras junto a ejemplos concretos de cómo funcionan en uso; la naturaleza y las palabras se aprenden
juntas.” (p. 191). El pasaje es muy similar a la manera en que Wittgenstein describe cómo explicar lo que un
juego es, pero también al procedimiento general de las Investigaciones filosóficas. En efecto, el esfuerzo de
Wittgenstein se dirige hacia mostrarle al interlocutor hipotético cómo utilizamos el lenguaje, en lugar de dejar
que se guíe por abstracciones o generalizaciones: “¡fíjate […] no pienses y mira!!” (p. 31) o más adelante “di
lo que quieras, siempre que eso no te evite ver los hechos (y cuando los veas hay mucho que no dirás)” (p.
37). Asimismo, el método por definiciones abstractas no es, para ninguno de los autores, más eficaz que el de
ejemplos, como suele creerse. Según Wittgenstein “cualquier definición genera puede generar un
malentendido” (p. 34), y Kuhn señala que las definiciones serán “incompletas” y por ende “útiles sólo
ocasionalmente.” (p. 47) Así, el tratamiento de Kuhn parece ser similar al de Wittgenstein en otro respecto: el
de instar a reemplazar los preconceptos teóricos con el que nos dirigimos a la ciencia (o el lenguaje) por una
observación de cómo se utilizan efectivamente los conceptos científicos (o en el lenguaje en general). Hay en
todo ello una crítica a la manera en que la filosofía de la ciencia suele aproximarse a su objeto y quizá una
crítica de Wittgenstein a sí mismo como autor del Tractatus.
19
Wittgenstein, op. cit., p. 34.
El hecho de que los científicos no suelen preguntar o debatir qué es lo que legitima un
problema o solución particulares nos tienta a suponer que, al menos intuitivamente, saben la
respuesta. Pero quizá sólo indique que no les parece que ni la pregunta ni la respuesta sean
relevantes para su investigación.20

Así, según indican ambos autores, parecería haber una tendencia a creer que el elemento o
la regla comunes efectivamente existen y se conocen al menos intuitivamente (aunque no se
puedan expresar). Sin embargo, tanto en el funcionamiento del lenguaje como en el de la
ciencia, ese supuesto conocimiento “oculto” es irrelevante.

Finalmente, es interesante regresar sobre un punto que corre el riesgo de pasar


desapercibido: Wittgenstein inicia su discusión acerca de los parecidos de familia como
respuesta a la exigencia hipotética de que brinde una definición de esencia de los juegos del
lenguaje y por ende del lenguaje mismo. El punto parecería ser, en última instancia, que es
el propio lenguaje el que se caracteriza por las “superposiciones” y los “parecidos de
familia”. Algo similar a ese aspecto del lenguaje que describe Wittgenstein es el aspecto de
la ciencia que brinda Kuhn. Este último busca dar por tierra con la idea de una ciencia
monolítica y unificada. Si la ciencia tuviera esas características, cada cambio de paradigma
debería afectar al edificio todo de la ciencia. Pero por el contrario, “al ver todos los campos
juntos, la ciencia parece más bien una estructura desvencijada, con poca coherencia entre
sus partes.”21 Asimismo, un único paradigma puede, con distintas aplicaciones, “determinar
simultáneamente varias tradiciones de la ciencia norma, que se superponen sin ser co-
extensivas.”22 Si consideramos los paradigmas como las “partes” de la ciencia, podríamos
decir que aquí también se ve la idea de que no existe un elemento común o unificador de la
ciencia (no hay, si se quiere, “paradigmidad”), según el cual denominemos “paradigma” a
las distintas maneras de guiar la investigación dentro de cada especialidad. Sólo hay un
parecido de familia. De allí, por supuesto, que en gran medida la investigación de Kuhn

20
Kuhn, op. cit., p. 46.
21
Kuhn, op. cit., p. 49.
22
Ibíd., p. 50.
consista en brindar ejemplos de paradigmas, quizá esperando que el lector comprenda que
así es cómo se juega el juego del lenguaje de los paradigmas.23

Si bien las similitudes entre ambos autores ameritan una investigación más detallada,
creemos que lo dicho hasta ahora basta para indicar al menos un parecido de familia entre
las nociones de juegos de lenguaje y la de paradigma.

Bibliografía

Kuhn, The Structure of Scientific Revolutions, University of Chicago Press, Chicago, 1996.

Wittgenstein, Philosophical Investigations [trad. Anscombe], Blackwell, 1986.

23
Sin embargo, parecería haber una diferencia crucial entre ambos autores, ni más ni menos que en la
posición sobre el carácter de los enunciados científicos. La manera en que Kuhn entiende la ciencia parecería
modelarse según una indeterminación que Wittgenstein le concede sólo a los conceptos estéticos y éticos. En
efecto, para Wittgenstein las definiciones funcionan como limites arbitrarios que se delinean dentro de un
concepto fundamentalmente difuso. Mientras más difuso sea el concepto (o la imagen, en el ejemplo de
Wittgenstein), más arbitrario será el límite que se delinee, al punto de que se podría suponer un concepto (o
una imagen) lo bastante difuso para que cualquier delineamiento (y ninguno) fuera correcto. Pero a esa
indeterminación, el autor parecería contraponer el ejemplo del conocimiento de “cuántos pies de altura tiene
el Mont Blanc”, (p. 36) dando a entender un grado menor de vaguedad de los conceptos comúnmente
denominados científicos. Sin embargo, Kuhn parecería hablar por momentos de la ciencia como de algo con
límites tan difusos como los que Wittgenstein concede a la ética y la estética. Una investigación más extensa
debería determinar cuál es el grado de “vaguedad” (para usar el término de Wittgenstein) que la ciencia tiene
en ambos autores. Un indicio podría ser la idea de Wittgenstein acerca de “la fluctuación de las definiciones
científicas”: “lo que hoy se considera un hecho concomitante de un fenómeno, mañana se utilizará para
definirlo” (pp. 37-8). Se podría argumentar que esa frase resume todo el libro de Kuhn. No es menor el hecho
de que para Wittgenstein sea apenas un hecho concomitante de su teoría, mientras que para Kuhn define la
suya.

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