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Lewis Hanke, La lucha por Iajusticia en la conquista de América (traducción de
Ramón Iglesia, Buenos Aires 1949) 208.
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64 Gastón Gabriel Doucet
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Se advertirá la diferencia entre el tipo de documento al que me refiero y el que uti-
lizó Simpson para estudiar la encomienda de Chimaltenango en Guatemala: este últi-
mo - por cierto que también muy valioso - es una sucinta rendición de cuentas y
no un pormenorizado registro como el que aquí se verá. Cfr. Lesley Byrd Simpson,
The Encomienda in New Spain: The Beginning of Spanish Mexico (Berkeley & Los
Angeles 1966) 244-250.
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Nuestro libro se conserva en el expediente de rendición de cuentas de la tutela de
los hijos de Juan de Soria, Archivo Histórico de Córdoba (en adelante: AHC), Expe-
dientes Judiciales (EJ), escribanía 1 - legajo 11 - expediente 2, fols. 47-80, y lleva
el titulo que sigue: «Libro de la quenta del menor Felipe [testado: de] Busto/de Sorya,
hijo de Juan de Soria, vezino que fue desta/çiudad, de los réditos del pueblo de Quil-
po,/desde el día que entró en my poder y ine casé con/Doña Catalina Bustos, su madre,
y de lo que se a/gastado con él i sus ermanas y seruysio de su casa,/pueblos y chácara;
que los aprouechamyentos en-/piesan desde la segunda hoja deste libro y el gasto/des-
de las ueynte y sinco hojas en adelante; y enpie-/ça esta quenta del cargo que me voy
haziendo des-/de prymero, digo desde veynte y ocho de setienbre/del año de 1595
años.» (He respetado en este caso la ortografía del manuscrito, sin más que suplir la
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Los réditos de Quilpo 65
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66 Gastón Gabriel Doucet
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Sobre el régimen de la encomienda en el Tbcumán véanse los estudios de Ricardo
Zorraquín Becú, „La reglamentación de las encomiendas en territorio argentino", fíe-
vista de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, tercera época, 1 (Buenos Aires
1946), y „El trabajo en el período hispánico", Revista del Instituto de Historia deI De-
recho Ricardo Levette 19 (Buenos Aires 1968) 107-200, y el de Adolfo Luis González
Rodriguez, La encomienda en TUcumán (Sevilla 1984); sobre el caso particular de Cór-
doba, los de Beatriz Rosario Solveira, „Desarrollo general de la encomienda en Córdo-
ba", Revista de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán 4 (San Miguel de Tucumán
1974) 213-238, y Carlos S. A. Segreti, „Contribución al estudio de la condición del
aborigen en Córdoba de la Nueva Andalucía hasta las ordenanzas del visitador Fran-
cisco de Alfaro", Investigaciones y Ensayos 19 (Buenos Aires 1975) 181-258.
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Afirma el más autorizado estudioso del tema que en el siglo XVII la ciudad de
Córdoba „ofrecía, en general, el aspecto de un villorrio humilde, con sus edificios de
tapias y adobes, salvo contadas excepciones": Carlos Luque Colombres, „Vázquez de
Espinosa y la ciudad de Córdoba", Para la historia de Córdoba: Monografías, artícu-
los y otros escritos (2 vols., Córdoba 1971-1973) I, 399. Desmiente el citado autor,
sometiéndola a rigurosa crítica, la imaginaria descripción de Fr. Antonio Vázquez de
Espinosa, según la cual en Córdoba, hacia 1620, „toda la casería es de maravillosa fá-
brica de piedra".
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Los réditos de Quilpo 67
tos que, en rigor, tendrían que ser mejor integrados con lo relativo a aqué-
lla en una visión de conjunto. Por otra parte, como lo indica el título de
este trabajo y de acuerdo con la índole de nuestra fuente principal, se pres-
tará aquí preferente atención a los réditos de la encomienda, o, mejor di-
cho, a los diversos recursos suministrados por ella a su beneficiario; pero
no dejaré de referirme a otros importantes aspectos del funcionamiento
de la institución, de los cuales los materiales que emplearé ofrecen valio-
sas ilustraciones.
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No he encontrado ninguno de los títulos de encomienda despachados en favor de
Juan de Soria. Lo dicho arriba se basa en el inventario practicado a la muerte de éste,
donde se mencionan, entre los papeles que él guardaba, „una cédula de indios [o sea,
un título de encomienda] hecha por Gonzolo de Abreu de Figueroa", „otra cédula he-
cha por Gonzalo de Abreu en Juan de Soria de ciertos indios" y „otra cédula de enco-
mienda de indios hecha por el general don Iñigo Ramírez de Velasco en Juan de Soria
y confirmada por Juan Ramírez de Velasco" (durante el gobierno de este último, D.
Iñigo fue teniente general de la gobernación): Inventario de los bienes dejados por Juan
de Soria, Córdoba, 26-27 de septiembre de 1593, „Expediente", fols. 25v-26v. No es
seguro que el primero de los títulos mencionados haya tenido por beneficiario a Juan
de Soria: en el inventario se incluyen también „una cédula de encomienda hecha por
el gobernador Don Jerónimo Luis de Cabrera en Pedro de Soria" y „una merced y cédu-
la de indios hecha por Juan Ramírez de Velasco en Don Pablo de Guzmán".
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68 Gastón Gabriel Doucet
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Los réditos de Quilpo 69
" Salvo cuando cite otras fuentes, tomo los datos biográficos que aquí expondré de
las siguientes obras: Arturo G. de Lazcano Colodrero, Cabildantes de Córdoba (Cór-
doba 1944) 5 - 6 y 175-178; Carlos Luque Colombres, „El Deán Doctor Don Gregorio
Funes: Arraigo de su familia en América", en su Para la historia II, 305-306; ídem,
Orígenes históricos de la propiedad urbana de Córdoba (siglos XVI y XVII) (Córdoba
1980) 46 y 48-49; Alejandro Moyano Aliaga, Hijos y nietos de fundadores de Córdo-
ba (Córdoba 1973) 1 y 69-71.
12
Según Luque Colombres, Orígenes, 49, Pedro de Soria el Viejo nació en 1529,
mientras que Moyano Aliaga, Hijos, 70, lo da por nacido en 1523. Esto último se com-
padece mejor con lo manifestado en 1593 por el propio Pedro, quien dijo entonces „ser
de edad de setenta años poco más o menos" (declaración de Pedro de Soria el Viejo,
Córdoba, 24 de noviembre de 1593, AHC EJ 1-18-1).
13
Testamento de Pedro de Soria el Viejo, Córdoba, 12 de febrero de 1600, AHC EJ
1 - 1 6 - 8 , fols. 365-368.
14
Moyano Aliaga, Hijos, 69, dice que Juan de Soria nació en 1547; Lazcano Colo-
drero, Cabildantes, 176, y Luque Colombres, Orígenes, 49, coinciden en señalar como
año aproximado de su nacimiento el de 1550.
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70 Gastón Gabriel Doucet
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En 1598 Rodrigo de Salinas, tomador de cuentas a los depositarios de los bienes
dejados por Juan de Soria, decía refiriéndose al padre de éste: „como es notorio, es
de mucha edad y no se le conocen bienes algunos ni ningunos" („Expediente", fol. 188).
Y en el testamento del mismo Pedro el Viejo, cit. en n. 13, apenas se mencionan unos
pocos bienes de escaso valor.
16
Ofrece mucha información sobre los negocios de Juan de Soria su testamento,
Mendoza, 10 de agosto de 1588, „Expediente", fols. 15-24v. Assadourian ha estudiado
la compañía que con el susodicho formó Lope de la Peña - residente en Santiago de
Chile y, como aquél, encomendero y comerciante - y publicado la interesantísima co-
rrespondencia cursada entre ambos socios: Carlos Sempat Assadourian, „Chile y el
TUcumán en el siglo XVI: Una correspondencia de mercaderes", El sistema, 65-126.
17
Nacido en España, Bartolomé de Bustos estuvo en Tierra Firme y después en el
Perú, donde tomó parte en la célebre batalla de Xaquixaguana; pasó más tarde a Chile,
y fue allí uno de los fundadores de Concepción y vecino encomendero de Villarrica;
posteriormente se radicó en Mendoza (Luque Colombres, „El Deán", 319-320).
18
Antes de casarse Soria tuvo una hija natural, llamada Elvira, que en 1588 era de
alrededor de catorce años de edad; en dicho año aún no habían nacido de su matrimo-
nio más que dos hijas, Sabina y Bernabela (testamento cit. en n. 16, fols. 23v-24).
Según Moyano Aliaga, Hijos, 69, Felipe, el primer hijo varón, nació en 1591.
19
Auto de D. Pedro Luis de Cabrera, Córdoba, 26 de septiembre de 1593, „Expe-
diente", fol. 25.
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Los réditos de Quilpo 71
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Abreu casó con Da. Catalina el 23 de septiembre de 1595 („Libro", fol. 20v). Cu-
riosamente, el formal discernimiento de la tutela y cúratela de los menores de Juan
de Soria en aquél no se verificó hasta el 4 de marzo de 1597. (Copias de los documentos
relativos a dicho discernimiento se hallarán en „Expediente", fols. 12- 14v, y en AHC
EJ 1 - 9 - 2 , fols. 2 3 5 - 2 3 8 V . ) Al parecer, durante casi un año y medio Luis de Abreu
estuvo a cargo de las personas y bienes de los huérfanos sin tener título expreso para
ello.
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72 Gastón Gabriel Doucet
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Los pobleros de la gobernación de Tbcumán han sido recientemente objeto de un
estudio particular: Carlos A. Mayo, „Los pobleros del llicumán colonial: Contribu-
ción al estudio de los mayordomos y administradores de encomienda en América", He-
vista de Historia de América 85 (México 1978), 25-57.
22
Instrucción del Cabildo de Córdoba a Lope Vázquez Pestaña, Córdoba, 7 de
agosto de 1597, Archivo Municipal de Córdoba (8 vols., Córdoba 1880-1884), (en ade-
lante: AMC), III, 34. (En el texto impreso se lee por error „Vázquez de Pastrana" en
lugar de „Vázquez Pestaña".)
25
„Libro", fol. 13v.
24
Cfr. Mayo, „Los pobleros". 40-42.
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Los réditos de Quilpo 73
25
Concierto entre Da. Catalina de Bustos y Simón Duarte, Córdoba, 27 de marzo
de 1595, „Expediente", fol. 137.
M
Sobre la acepción con la que aquí se emplea el término „mita", véase el siguiente
apartado.
27
„Libro", fol. 2.
28
Por sus seis meses de servicio Simón Duarte debía cobrar 75 pesos (no encuentro
ninguna referencia a algún sustituto parcial del potro prometido por Da. Catalina);
a esa suma se agregaban 34 pesos y medio que se le adeudaban del año anterior, según
consta en el concierto cit. en n. 25. Al pie y al dorso de éste aparecen consignados los
ajustes de cuentas de Abreu de Albornoz con el poblero, los cuales resumo a continua-
ción. Se descontó de lo debido a Duarte un total de 70 pesos, discriminados de esta
manera: 25 pesos de una yunta de bueyes „que prestó a Lázaro, yanacona de Blas de
Peralta" (y que, por lo visto, no fue devuelta); 20 pesos „de cuatro piezas de ropa que
dio a Pantaleón Márquez" ; 10 pesos „de gallinas que ha vendido"; 5 pesos „de una pieza
de ropa que dio por él Doña Catalina de Bustos al sillero"; y 10 pesos de 20 fanegas
de „comida que dio a Juan Xuárez". Descontados estos 70 pesos, quedábanse debiendo
al poblero 39 pesos y medio, de los cuales Abreu pagó 15 en fecha que no está precisada
y los restantes 24 y medio el 14 de abril de 1596. En el descargo correspondiente al año
de 1595 - he aquí uno de los indicios de que el registro no se fue haciendo a medida
que se verificaban los ingresos y los gastos —, el administrador consignó en su libro
haber pagado ,,a Simón Duarte cuarenta pesos [4 reales más de lo que resulta de las
constancias citadas] que le debían del tiempo que sirvió de poblero en el dicho pueblo
de Quilpo, que esto se le debía de resto y se lo pagué yo" („Libro", fol. 26).
29
Ibd., fol. 2.
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74 Gastón Gabriel Doucet
Como se ve, en este caso, a diferencia del anterior, el concierto fue a parti-
do. Es de suponer que el contrato fue por un año; de hecho, al menos,
parece haber durado precisamente ese tiempo 30 .
Nuestro libro no indica expresamente en qué términos se concertó Juan
Xuárez, y algunos aspectos de la gestión de éste quedan mal precisados.
Lo que se desprende de los datos disponibles es que dicha gestión - muy
breve, pues sólo duró poco más de dos meses - tuvo por objeto principal
el tejido de cierta cantidad de lana que Abreu dice haber tomado a medias
(no está claro si con el propio encargado de hacerla tejer o con otras perso-
nas) 31 . El 10 de octubre de 1596 - según consta en nuestro libro - „fue
al pueblo de Quilpo Juan Xuárez, y se tomaron para beneficiar sayal vein-
te y cuatro arrobas de lana a medias"; el 20 de diciembre del mismo año
terminaron las funciones del susodicho, quien entregó el tejido confeccio-
nado y recibió un tercio de la parte correspondiente al encomendero como
pago „por el tiempo que se ocupó en el dicho pueblo a coger la simentera
y hacer este sayal y mirar por el hacienda" 32 . Parece claro que las dos ta-
reas mencionadas junto a la confección de las telas tuvieron importancia
secundaria en el acuerdo celebrado entre Xuárez y Luis de Abreu. El caso
es atipico, y cabe preguntarse si, en rigor, el primero se desempeñó como
poblero o más bien como un socio del administrador.
Diez días después de terminada la relación con Juan Xuárez, el 30 de
diciembre, Abreu contrató a un nuevo poblero, llamado Martín Sánchez.
Como Ramírez, éste se concertó a partido: por su trabajo se le ofreció „de
seis uno de todos los aprovechamientos del dicho pueblo y cosechas de
maíz, trigo y cebada y del multiplico del ganado mayor y menor, y la déci-
ma de los novillos que domare" 33 . Sánchez, pues, aceptó condiciones
menos favorables que las dadas a Juan Ramírez en cuanto a los tributos
de los indios y al producto de la sementera (un sexto en lugar de un quin-
to), pero más ventajosas en cuanto al multiplico del ganado (un sexto en
30
El comienzo del período de servicio de este poblero debe situarse entre fines de
septiembre de 1595 — cuando, como se ha visto, se dieron por terminadas las funciones
de Simón Duarte — y el 25 de diciembre del mismo año, fecha de la primera mita lleva-
da por Ramirez; consta, por otra parte, que el 29 de septiembre de 1596 el susodicho
fue despedido (ibd., fols. 2 y 3v).
31
De estas „tomas a medias" de materia prima para confeccionar telas me ocuparé
más adelante, en el apartado relativo a „Sayal y lienzo".
32
„Libro", fol. 3v.
33
Ibd.
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Los réditos de Quilpo 75
lugar del diezmo). El concierto fue por un año 3 4 . Cumplido éste, Abreu
volvió a contratar a dicho poblero el 31 de diciembre de 1597 3 í , presumi-
blemente en los mismos términos que la vez anterior. Nuestras fuentes no
aclaran en cuánto tiempo se previó la duración de este segundo concierto;
en los hechos duró hasta el 12 de septiembre de 1598 3 6 .
Por último, el 13 de septiembre de 1598 comenzó a desempeñarse como
poblero de Quilpo Pedro de Lastur. Con éste formalizó Abreu, el 14 de
noviembre siguiente, un concierto por tiempo de un año, a contar desde
la primera fecha mencionada, dejando expresamente abierta la posibili-
dad de prorrogarlo. Lastur se comprometió a
„tener cuenta con los indios y tributo que dieren y sementeras que hubiere
y se hicieren en el dicho pueblo, y dar de ello cuenta y razón; y por lo que
toca a la hacienda que pertenece a todos los dichos menores hijos de Juan
de Soria, difunto, tener cargo de ellos [i.e. ella], que son los ganados de ye-
guas, vacas y ovejas y cabras, así del principal como del multiplico, tenien-
do cuenta con las guardas que han de t e n e r . . . ; y de lo demás que fuere[n)
haciendo los dichos indios de Quilpo, en el tributo que han de dar a su amo,
tener cuenta y razón, asentándolo en un libro, y del multiplico de los gana-
dos y cosechas que hubiere en el dicho pueblo y de lo que se fuere gastando
de la dicha comida. (. . .] Y asimismo - agrega - terné cuenta y razón
de mandar que los indios tengan cuidado de hacer sus sementeras, de mane-
ra que por mi negligencia no se deje de hacerlo que convenga en el dicho
pueblo y en la hacienda que está a mi cargo, y acudir a todo lo que se me
mandare por el dicho capitán Luis de Abreu de Albornoz; y asimismo daré
buena cuenta de lo más que se me fuere entregando para el beneficio de
la dicha hacienda y tributo, por cuenta y razón".
Para el pago de los servicios del poblero se adoptó en este caso la moda-
lidad mixta: Lastur recibiría „en cada un año, si más tiempo del que está
señalado estuviere en el dicho pueblo, a razón de ciento y cuarenta pesos
corrientes pagados en cada un año en los géneros de los aprovechamientos
que los dichos indios dieren, por iguales partes, y más un potro cerrero
de dos años para arriba; y la sesma parte de las cosechas de trigo, maíz
y cebada de cada un año, habiéndose pagado ante todas cosas el diezmo;
y asimismo . . . la sesta parte de los multiplicos del ganado de vacas, ye-
„Expediente", fol. 146. Declara allí el otorgante haber celebrado con Abreu „concierto
de un año, el cual se cumplió por este mes de diciembre*.
35 Carta de pago otorgada por Martín Sánchez, Córdoba, 15 de octubre de 1598,
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76 Gastón Gabriel Doucet
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Concierto entre Luis de Abreu de Albornoz y Pedro de Lastur, Córdoba, 14 de
noviembre de 1598, A H C P 1 - 1 1 , fols. 3-5v. Al momento de formalizarse este concier-
to no sólo estaba ya Lastur, como se ha visto, en ejercicio de sus funciones en Quilpo,
sino que aun había llevado dos mitas a su empleador, el 18 de octubre y el 12 de noviem-
bre de dicho año („Libro", fol. 8v).
" Concierto cit. en n. 25.
19
Concierto cit. en n. 37.
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Los réditos de Quilpo 77
L A S MITAS
40
Carta de pago cit. en n. 35. Dice allí Sánchez „que él estuvo en el pueblo de Quil-
po . . . concertado por una escritura que se otorgó ante el presente scribano en treinta
y un días del mes de diciembre de noventa y siete".
41
Mayo, „Los pobleros", 33, dice haber localizado en los registros notariales de
Córdoba unos cinco conciertos de pobleros para el período de 1591 a 1594. Consta,
por otra parte, que hacia fines de la década de 1580 había en el distrito de dicha ciudad
no menos de cuarenta y ocho encomiendas (nómina de vecinos de Córdoba, s. f., AHC
EJ 1-112-7, fol. 165). Conviene advertir que, a juzgar por los ejemplos aquí expues-
tos, lo normal era que estos conciertos se hiciesen por un año, renovándose eventual-
mente.
42
Por ejemplo, Luis de Abreu de Albornoz dice que el poblero Juan Ramirez hizo
cierto descargo en „otra mita segunda que vino"; o declara haber pagado a Martin Sán-
chez „lo que le cupo de la mita que trajo esta Pascua de Navidad" (»Libro", fols. 20v
y 29v).
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78 Gastón Gabriel Doucet
CUADRO 1
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Los réditos de Quilpo 79
Como puede observarse, algunas de las mitas se repiten cada año apro-
ximadamente por las mismas fechas: tal es el caso de las que en nuestra
fuente aparecen a veces designadas con los nombres de „mita de Pascua"
(de Resurrección) y „mita de Pascua de Navidad"; esto es, respectivamen-
te, las de 28 de marzo de 1596, 5 de abril de 1597 y 20 de marzo de 1598,
y las de 25 de diciembre de 1595,20 de diciembre de 1596 y 24 de diciembre
de 159743. Tkmbién parecen ser periódicas las que podríamos llamar
„mitas de primavera", a cuya categoría pertenecerían las de 28 de septiem-
bre de 1595,29 del mismo mes de 1596,13 de octubre de 1597 y 18 de octu-
bre de 1598. (La de 12 de septiembre de este último año podría tomarse
por una anticipada „mita de primavera"; pero recuérdese que ésta consti-
tuye un caso atipico, pues es la única que se hizo efectiva en el pueblo,
coincidiendo con la terminación de las funciones de un poblero. Debe ad-
vertirse, por otra parte, que esta última circunstancia también se da en el
caso de la mita de 29 de septiembre de 1596.)
En 1596 aparecen registradas mitas el 24 de mayo y el 12 de junio, y
en 1598 el 8 de junio; quizá esta última y una de las dos primeras respon-
dan a otra periodicidad establecida, pero, dada la falta de corresponden-
cia en el año de 1597, ello no puede afirmarse. Por último, en nuestra fuen-
te aparecen como casos aislados las mitas de 2 de febrero y 12 de noviem-
bre de 1598. Al menos de las mitas de Pascua y Navidad es de pensar que
su regularidad refleja una práctica generalizada en la provincia.
L O S TRIBUTOS
43
En el „Libro" se designa como „mita de Pascua" la de 5 de abril de 1597, y como
„mita de marzo" la de 20 de dicho mes de 1598, especificándose en el caso de esta últi-
ma que ella tuvo lugar „la Semana Santa". La de 24 de diciembre de 1S97 aparece regis-
trada bajo el título de „mita de Pascua de Navidad".
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80 Gastón Gabriel Doucet
CUADRO 2
Valor
Mita Género Cantidad unitario Valor total
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L o s réditos de Q u i l p o 81
Valor
Mita Género Cantidad unitario Valor total
Abreviaturas: a: arrobas, b: botija. 1: libras, ρ: pesos, pa: parcs, pi: piezas, q: quintales, t: tomines, v:
varas.
En realidad, en esta mita Duarte entregó sólo 70 varas; pero Abreu sumó a esta partida una anterior
de 64 varas y media.
b)
Así resulta del cargo; pero en el descargo, al consignar el pago de la parte correspondiente al poble-
ro, Abreu atribuyó a este sayal un valor de 6 tomines por vara („Libro", fol. 26). La razón de la diferencia
está en que, según declaró el administrador en el cargo, vendió este tejido ,,a vara de lienzo cada vara
de sayal", desventajosa operación sobre la que no dio explicaciones.
c)
La descripción completa es: „una tela de lana blanca tejida como manta y teñido parte de ello en
verde, que tenia treinta y seis varas lo uno y lo otro",
d>
En el descargo correspondiente a 1596, Abreu menciona „una tela de picadillo de azul y blanco, que
se contó por de lienzo en el cargo" („Libro", fol. 27).
' " Esta es la ultima partida de ropa de lana que figura en el cargo; parece que se omitió consignar algu-
na otra, pues en el descargo Abreu dice haber pagado a Juan Ramírez el quinto de „diez piezas de ropa
que hizo" („Libro", fol. 28v).
" „. . . seis cantarillos de miel, que tendrían arroba y media".
A diferencia de todos los demis casos, en éste Abreu contabilizó sólo el monto neto que quedó para
el encomendero, señalando en el mismo lugar que Juan Juárez recibió por su trabajo otras 50 varas del
sayal (en vez de consignar en el cargo la cantidad total y en el descargo lo pagado al poblero).
h>
No se compadece con esta cantidad lo consignado en el descargo, donde Abreu dice haber dado a
Martin Sánchez por su sexto de esta mita 18 (en lugar de 25) varas de lienzo („Libro", fol. 29 ν).
El poblero entregó 30 pares, pero 5 „no fueron de provecho porque estaban comidas de chelicotes".
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82 Gastón Gabriel Doucet
bre, porque no tienen comida por ser fin del año, y por que acudan a coger
el trigo y a sus chácaras" 4 4 .
CUADRO 3
Año Monto
1595 332 ρ 3 t
1596 903 ρ
1597 1050 ρ 6 t
1598 6 2 5 ρ 4 t*
** Ibd., fol. 8v. Más adelante, en el descargo, reitera el administrador: „he manda-
do no se haga cosa en el dicho pueblo el mes de diciembre que viene por que puedan
coger el trigo y acudir a sus chácaras la gente, y porque tienen falta de comida por
ser ya cabo de año" (ibd., fol. lOv).
45
Til como queda consignado en el cuadro 2, sólo en un caso se precisa en el „Li-
bro" que los costales son de cabuya (fibra de pita); no es aventurado suponer que la
misma materia prima se empleó en los demás. En la relación de to entregado a Pedro
de Lastur al hacerse éste cargo del pueblo, se mencionan, además de „diez y seis costa-
les que se están tejiendo", „dos arrobas de hilo de cabuya para costales" (concierto cit.
en n. 37, fol. 3v).
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Los réditos de Quilpo 83
SAYAL Y LIENZO
Estos dos géneros son, según queda dicho, los principales componentes
del tributo que se obtiene del repartimiento de Quilpo. Debe decirse tam-
bién que los tejidos en general, y particularmente los mencionados, tienen
una especialísima significación en la vida económica del lugar y de la épo-
ca de los que aquí se trata, como productos de exportación a otras provin-
cias y como especies monetizadas („monedas de la tierra") de preferente
empleo en las transacciones locales 46 .
Por los años que abarca nuestro estudio, la industria textil de Córdoba
apenas tenía entre un lustro y una década de desarrollo 47 . Al parecer,
estaba ya considerablemente difundida entonces la producción de tejidos
de lana, no así de algodón: el lienzo, según resulta de testimonios coetáne-
os, era todavía un género escaso en la ciudad, y, a estarnos a lo que se
dice en uno de aquéllos, no lo producían más que cuatro o seis encomien-
das 48 . Por este título, pues, la de Quilpo habría ocupado en ese momento
44
Véanse sobre el particular Assadourian, „Economías", 24-31 y passim; Ceferi-
no Garzón Maceda, Economía del TUcumán: Economía natural y economía moneta-
ria. Siglos XVI-XVU-XVIU (Córdoba 1968), passim; y Segreti, „Contribución",
199-200.
47
Según Assadourian, „Economías", 25, la producción textil comienza a desarro-
llarse en Córdoba hacia 1585-1590.
44
En 1597 el Cabildo cordobés afirmaba: „los indios de esta provincia [el distrito
de la ciudad] no dan el provecho que los demás indios de esta gobernación han dado
y pueden dar, a causa de que en esta tierra no se da algodonales en todas partes; y el
servicio personal a que acuden es para las sementeras y cosechas de ellas, con lo cual
les sustentan sus encomenderos, y los vecinos que reciben algún tributo de sus reparti-
mientos son pocos" (instrucción cit. en n. 22, AMC III, 34). Según el ayuntamiento,
pues, es corto el número de las encomiendas que rinden algún beneficio fuera del pro-
ducto de las sementeras trabajadas por los indios. Pero parece que en este testimonio
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84 Gastón Gabriel Doucet
- interesado, por cierto, como que estaba destinado a apoyar la instancia del Cabildo
para que no se aumentasen los estipendios que los vecinos debían pagar a los doctrine-
ros - hay algo de exageración. El siguiente año el mismo Cabildo pide que los curas
doctrineros reciban sus estipendios „en la moneda de esta tierra, que son ropa de tana,
sayal y costales, sogas, caballos y bueyes, que es la moneda usual que corre en esta ciu-
dad", en vez de pretender cobrar de los vecinos „la paga en plata, que no la hay en
esta tierra, ni en lienzo, que no lo pueden pagar" (Instrucción del Cabildo de Córdoba
a Adrián Cornejo, Córdoba, 2 de noviembre de 1598, AMC III, 110). Ahora bien, si
en la ciudad circulan usualmente como especies monetizadas la ropa de lana y el sayal,
ello parece indicar que hay una considerable producción local de esos géneros; y, sin
duda, tal producción (como la de costales y sogas) formaría parte de los aprovecha-
mientos de las encomiendas. Los dos testimonios citados coinciden, en cambio, en afir-
mar que el lienzo escasea; el primero lo hace indirectamente, al señalar como causa
del poco provecho que dan los indios la falta de algodonales, o sea de la fuente de mate-
ria prima para hacer dicho género. Más preciso es otro escrito de 1598, también relativo
a la cuestión de los estipendios de los doctrineros: éstos - representa el Procurador
de la ciudad al Cabildo - „piden la paga en reales o lienzos y, como Vuestra Señoría
sabe, en esta tierra no lo hay; y si algún poco de lienzo se hace es en cuatro o seis vecin-
dades, y el tributo que se nos acostumbra a dar es en las especies que tenemos puestas
por monedas en el Cabildo" (petición de Juan de Burgos, Córdoba, 10 de octubre de
1598, AMC III, 99). La última parte del texto transcrito es, por lo demás, un nuevo
indicio de que los repartimientos que rendían tributo no eran tan pocos como el ayunta-
miento pretendía el año anterior.
49
Declaración de Da. Catalina de Bustos, Córdoba, 1 de diciembre de 1601, „Expe-
diente", fol. 278v.
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Los réditos de Quitpo 85
30
Petición de Juan Therán, Córdoba, 6 de marzo de 1599, ibd., fol. 245. Unos me-
ses más tarde, el propio Abreu sostuvo que si él no hubiese hecho los gastos que hizo
como administrador del pueblo „no dieran los indios provecho, como nunca le dieron
hasta que yo los tomé a mi cargo" (petición de Luís de Abreu de Albornoz, Córdoba,
26 de junio de 1599, ibd., fol. 256).
51
Petición de Antonio Rosillo, Córdoba, 5 de enero de 1599, ibd., fol. 219. El De-
fensor sostuvo poco después que, en los dos años de su ejercicio de la tutela, Da. Catali-
na había obtenido „de aprovechamientos más de tres mil pesos, de lo que fueron [U.
¿dieron?] los indios y demás haciendas, y esto en lienzo, sayal, piezas de ropa y otras
cosas, con más dos mil hanegas de comida que se cogieron en las estancias de los dichos
menores" (petición de Antonio Rosillo, Córdoba, 11 de febrero de 1599, ibd., fol. 266),
32
Sentencia dictada por THstán de Tejeda y Diego Rodríguez de Ruescas (trunca,
falta la fecha), ibd., fol. 248.
33
Cfr. supra, η. 20.
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86 Gastón Gabriel Doucet
54
El asiento reza textualmente: „En veinte y ocho días del mes de setiembre de 1595
años trajo Simón Duarte, poblero de Quilpo, setenta varas de sayal, que con otra parti-
da que le había dado Doña Catalina Bustos al general Don Pablo de Guzmán vinieron
a ser ciento y treinta y cuatro varas y media, que las unas y las otras se concertaron
a seis tomines cada vara, en reales, y las debe el dicho Don Pablo de Guzmán y lo tiene
firmado de su nombre" („Libro", fol. 2). Es de notar que, según lo manifestado en 1601
por Da. Catalina, al momento de casarse con Abreu ella era deudora de D. Pablo de
Guzmán (por la lana que éste le había vendido); del „Libro" resulta, al contrario, que
era su acreedora. Desde luego, es posible que fuese lo uno y lo otro.
55
Por ejemplo, Abreu consigna en su descargo lo que gastó para vestir a „los teje-
dores y pastores de los ganados" (ibd., fols. 26 y 28v). El contador que actúa en la
causa se refiere a ese gasto diciendo que fue hecho „con los telacamayos, que son los
tejedores, y con los pastores" (cuentas tomadas por Rodrigo de Salinas, s. f., „Expe-
diente", fol. 204). Tkmbién el Lic. Rosillo habla de „telacamayos" (petición de 11 de
febrero de 1599, cit. en n. 51).
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Los réditos de Quilpo 87
56
Assadourian, „Economías", 28. Sobre la falta de algodonales en Córdoba re-
cuérdese el texto de la instrucción capitular de 1597, cit. en n. 48: „en esta tierra no
se da algodonales en todas partes".
37
Abreu compró en 1595, „para el sustento del dicho menor y sus hermanos, cua-
renta carneros, que compré a peso cada uno, porque no los tiene, ni ovejas de que saca-
llos"; y otra vez, en 1597, gastó „treinta pesos en treinta carneros para el sustento del
dicho menor" („Libro", fols. 25v y 27v). Este último año el administrador adquirió
„para el dicho menor ducientas y veinte ovejas, que están en el pueblo de Quilpo de
su encomienda, a medio peso cabeza" (ibd., fol. 28v). En 1598 menciona entre la lana
benefìciada „las ocho arrobas de la cosecha de este año, que ha sido el primero año
que se han tresquilado Jas ovejas del dicho menor por haber poco que se las compré"
(ibd., fols. 8v y 10). Conviene apuntar que el anterior encomendero tenía ovejas entre
sus ganados (testamento de Juan de Soria cit. en n. 16, fol. 23).
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88 Gastón Gabriel Doucet
58
„Libro", fols. 4v, 9v, 25, 26, 27, 29, 29v, 30 y 30v.
59
La primera de esas ocasiones es la que mencioné en el apartado relativo a „Los
agentes del encomendero", al referirme a Juan Xuárez; como allí señalé, no está claro
si fue éste mismo o un tercero quien suministró entonces la lana. A fines de diciembre
de 1596, cuando entró a servir como poblero Martín Sánchez, „se tomó para beneficiar
a medias doce arrobas de lana, porque a comprar no se hallaba lana ni algodón en
aquella ocasión"; el 5 de abril del siguiente año Sánchez entregó 150 varas de sayal „que
procedieron de las doce arrobas que se tomaron a medias, y se le dio la parte a sus
dueños" - la mitad, como en el caso anterior („Libro", fols. 3v y 4).
60
La única excepción es la de 1596, cuando „se compraron de particulares" 20
arrobas por las que Abreu pagó 28 pesos (ibd., fol. 27); o sea, 2 pesos menos que si
se hubiese seguido la cotización habitual. Dado que la división de 28 entre 20 no da
una cifra entera de tomines, es de pensar que en este caso se fijó un precio global y
no por arroba.
61
Según Abreu consignó en su descargo, en 1596 hizo dos compras de algodón:
una de 4 arrobas a D. Pablo de Guzmán, a 3 pesos la arroba, y otra de 13 arrobas a
Pedro Ordóñez, en favor de quien registró un pago de 40 pesos; pero en el cargo el
administrador corrigió este último dato, aclarando que había comprado 8 arrobas en
lugar de 13 y que había pagado por ellas 24 pesos, o sea 3 pesos por arroba (ibd., fols.
27 y 4v).
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Los réditos de Quilpo 89
62
Ibd., fol. 5. Tàmbién alude allí Abreu a las mermas habidas „en lo que gasta el
peine tejéndose, y los cabos de las telas que se cortan, y en lizos".
63
Sentencia cit. en n. 52, fol. 54. Del texto transcrito resulta que el hilado estaba
a cargo de las mujeres. Tinto en éste como en el citado en la nota anterior se alude
sólo a la inexperiencia de quienes hilan, sin hacer mención de los que trabajan en los
telares.
64
Assadourian, „Economías", 27.
65
Con las primeras 24 arrobas de lana que Abreu tomó a medias, Juan Xuárez hizo
tejer 250 varas de sayal, ,,y más dejó hilado para otra tela de cincuenta varas"; de las
12 arrobas que luego se obtuvieron por el mismo procedimiento resultaron 150 varas;
y con 26 arrobas que compró el administrador y „otro poco que dejó Juan Xuárez"
se tejieron 350 varas („Libro", fols 3v y 4). -
66
Assadourian, „Economías", 27.
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90 Gastón Gabriel Doucet
CUADRO 4
Sayal Lienzo
Año Cantidad Valor Cantidad Valor
1595 234,5 ν 150 ρ 7 t 300 ν 150 ρ
1596 292 ν 219 ρ 1150 ν 575 ρ
1597 675 ν 506 ρ 2 t 625 ν 312 ρ 4 t
1598 400 ν 300 ρ 200 ν 100 ρ
67
„Libro", fol. 13; concierto cit. en n. 37, fol. 3v; inventario practicado por Pedro
de Candía, Quilpo, 6 de marzo de 1599, „Expediente", fols. 277-277v.
68
„Libro", fols. 28, 30 y 10.
69
Ibd., fol. 13; concierto cit. en n. 37, fol. 3v; inventario cit. en n. 67.
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Los réditos de Quilpo 91
GANADOS Y SEMENTERAS
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92 Gastón Gabriel Doucet
70
El de Chibaja es otro caso interesante para el estudio de las relaciones entre en-
comienda y hacienda. Chibaja era pueblo de encomienda de Pedro de Soria el Mozo:
en un documento de 1583 se habla de „los indios de Chibaja de la encomienda de Pedro
de Soria" (merced de tierras a Antonio Pereira, Córdoba, 21 de septiembre de 1583,
Aurelio Z. Tanodi, Maria Elsa Fajardo y Marina Esther Dávila (eds.), Libro de merce-
des de tierras de Córdoba de 1573 a 1600 (Córdoba 1958), (en adelante: LA/7), 119);
no es seguro si por aquel entonces el encomendero era Pedro eí Viejo o Pedro el Mozo,
pero, en todo caso, sin duda más tarde lo fue el segundo, pues en 1599 Abreu denunció
que éste, „se había apoderado del ganado de Chibaja por estar en su pueblo" (petición
de Luis de Abreu de Albornoz cit. en n. 50, fol. 250v). Consta, por otro lado, que Pedro
el Viejo era titular de „una merced de tierras en Chibaja" (testamento cit. en η. 13,
fols. 366-366v); y Juan de Soria poseía por su parte una chacra en Chibaja (testamento
cit. en n. 16, fol. 22v), que heredaron sus hijos. Parece claro, según lo que se desprende
de nuestras fuentes, que esta última estaba en las inmediaciones del pueblo del mismo
nombre, y muy probablemente tal era también el caso de la merced de Pedro el Viejo.
Los datos sugieren que Chibaja, asiento de la encomienda de uno de los Soria, fue
centro en torno al cual se desarrolló el aprovechamiento de tierras, no sólo por aquél
sino también por los otros miembros de la familia.
Sobre la cuestión de las vinculaciones entre encomienda y hacienda véanse especial-
mente los trabajos de Robert G. Keith, „Encomienda, Hacienda and Corregimiento
in Spanish America: A Structural Analysis", The Hispanic American Historical Re-
view 51 (1971), 431 -446; James Lockhart, „Encomienda and Hacienda: The Evolution
of the Great Estate in the Spanish Indies", The Hispanic American Historical Review
49 (1969), 411-429; y Silvio Zavala, „De encomiendas y propiedad territorial en algu-
nas regiones de la América española", Estudios Indianos (México 1948), 205 - 307, y
„Otra vez de encomienda y propiedad territorial", Justicia, sociedad y economía en
la América española (siglos XVI, XVIIy XVIII): Trabajos del VI Congreso del Insti-
tuto Internacional de Historia del Derecho Indiano (Vafladolid 1983), 341-358.
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Los réditos de Quilpo 93
71
„Libro", fols. 20v-21v. Como se verá, más tarde se mencionan caballos y cabras
en Quilpo, sin que conste la adquisición de los mismos en el intermedio. Otro indicio
de que las cabras fueron inadvertidamente omitidas en la reclación citada es que Abreu,
en el titulo que puso a ésta, alude al „ganado que hay en el dicho pueblo, mayor y
menor", pero no menciona después ninguno de la segunda categoria (ibd., fol. 20v).
72
Ibd.
73
Ibd., fols. 20V-21.
74
Ibd., fol. 21v.
73
Ibd., fol. 21.
76
Ibd. En la correspondencia publicada por Assadourian se encuentran referencias
al ganado de Peña que Soria tenia en su pueblo: Juan de Soria a Lope de la Pefta, Cór-
doba, 2 de febrerode 1593, y Rodrigo de Salinas a Lope de la Peña, Córdoba, 27 de
diciembre de 1594 (Assadourian, „Chile", 112-113 y 124, respectivamente).
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94 Gastón Gabriel Doucet
treinta y seis ovejas, seiscientas treinta y dos vacas (incluyendo las de los
indios, las tocantes al diezmo de dos años y las que correspondían al parti-
do de Martín Sánchez, el anterior poblero), ochenta y nueve yeguas (nú-
mero en el que también se incluyen el diezmo de dos años y la parte de
Martín Sánchez) con dos padres, cinco caballos y cuatro yeguas domados
y veintiocho bueyes domados. El administrador precisó en su libro: „Ibdo
esto, eceto de [s/c] las ovejas, es de todos los menores y su madre" 77 . El
ganado ovejuno pertenecía sólo a Felipe; había sido comprado para el en-
comendero, presumiblemente con el objeto principal de suministrar lana
a la producción textil 78 . En marzo del siguiente año se inventariaron en
el pueblo el mismo número de ovejas, ciento sesenta y una cabras, sete-
cientas cuarenta vacas, ocho potros domados, cinco „yeguas domadas de
la vaquería", dieciocho novillos domados, dos bueyes carreteros y ochenta
y ocho yeguas cerreras 79 .
Desde luego, el ganado que se criaba en el pueblo estaba al ciudado de
los naturales de éste. Ya se ha visto que en nuestras fuentes se habla de
indios especialmente designados como pastores. A estarnos a lo alegado
por parte del administrador, el servicio de aquéllos dejaba bastante que
desear, no sólo en el caso particular de Quilpo sino como regla general
en todo el distrito. En la causa de rendición de cuentas se hizo cargo a
Abreu del ganado que éste consignaba como perdido por muerte o hurto;
a lo que respondió su apoderado:
„las muertes y robos del ganado no es posible evitarlo por ser los propios
indios que lo guardan los que lo hurtan y consumen, y lo mismo la comida
y sementeras, como es llano, público y notorio en esta tierra, y por ser tan
nueva no se puede remediar; y en esto no puede haber particularmente
prueba, ni averiguarse más de tan solamente por lo que los indios dicen." 80
77
„Libro", fol. 13; concierto cit. en n. 37, fol. 3v. En el „Libro" Abreu omitió men-
cionar los bueyes. No sólo las ovejas eran propiedad particular del encomendero, pues
en 1596 el administrador compró „para el dicho menor la parte del ganado de vacas
y yeguas que le cupo al poblero Juan Ramirez, a peso cada cabeza, que fueron catorce
becerros y dos potrancas" („Libro", fols. 27 y 21v).
78
Ese fin principal no excluye otros: en 1598 doce cabezas de dicho ganado fueron
consumidas en la casa del encomendero (ibd., fol. 12v).
79
Inventario cit. en n. 67.
80
Petición de Juan Therán cit. en n. 50, fol. 245v. En el „Libro" se encuentran refe-
rencias a pérdidas de ganado debidas a la negligencia de los pastores en la estancia
de Chibaja; por ejemplo: „se perdieron otros dos novillos en dos veces, que se descuidó
el indio que los guardaba y los dejó en el campo y se huyó" (fol. 20). Veáse también
infra, η. 108.
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Los réditos de Quilpo 95
INDIOS DE SERVICIO
81
Petición de Luis de Abreu de Albornoz cit. en n. 50, fol. 249v; „Libro" fol. 27.
82
Ibd., fol. 6v.
83
Véase supra, η. 44. En otro lugar el administrador alude a „la comida que se
siembra de comunidad para los dichos indios" (petición de Luis de Abreu de Albornoz
cit. en n. 50, fol. 256).
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96 Gastón Gabriel Doucet
dos, comenzando por la que toca a aquellos que más particularmente son
designados como „indios de servicio". Todas estas formas, a diferencia de
las anteriores, presentan como rasgo común el de no tener por escenario
el pueblo.
En el sistema vigente en el Tiicumán por aquel entonces, cada encomen-
dero tenía en su casa y haciendas un cierto número de indios e indias de
su repartimiento en calidad de servidores permanentes. Estos recibían el
nombre de „yanaconas", vocablo empleado en este caso en su sentido más
genérico, como equivalente a „gente de servicio"; y, por su permanencia,
se distinguían de los que periódicamente acudían desde el pueblo para ser-
vir a su amo (a los cuales se llamaba „mitayos")84. Por otra parte, con
el nombre de „servicio" se designaba el conjunto de sirvientes nativos que
un individuo tenía en su casa y en sus fincas. Tal conjunto no estaba nece-
saria o exclusivamente compuesto por indios de la encomienda del amo.
Podía éste, desde luego, no ser encomendero; y, siéndolo, podía tener en
su servicio indios que no procedían de su repartimiento. Dicho de otro
modo, las encomiendas no eran la única fuente de servidores nativos: fue-
ra de los contratados - que no serían muchos en la épòca - , estaban
los yanaconas que constituían el objeto particular de mercedes otorgadas
por los gobernadores, como así también las „piezas" capturadas en guerra
que, bajo el mismo título, eran distribuidas entre sus captores y otras per-
sonas 85 .
Estas precisiones - que sólo muy ligeramente anoto aquí - vienen
ahora a cuento para tratar del „servicio" de nuestro encomendero, acerca
del cual abundan las alusiones en el libro de administración: para no citar
más que unos pocos ejemplos, se habla en éste de „algunas indias del ser-
vicio del dicho menor"; de „algunas piezas de su servicio"; y de „el servicio
del dicho menor, indias e yanaconas de casa" 86 . Ahora bien, los que
específicamente nos interesan aquí son los servidores proporcionados por
la encomienda; pero el caso es que, lamentablemente, los testimonios con
que contamos nada dicen acerca del número ni de la composición del alu-
dido servicio: quedamos, por tanto, sin saber cuántos indios de Quilpo
84
Sobre esto véase Gastón Gabriel Doucet, „Notas sobre el yanaconazgo en el TU-
cumán" (segunda edición), Revista de Investigaciones Jurídicas 6 (México 1982),
263-300, especialmente 267-269.
85
Cfr. ibd., 269-275.
í<¡
„Libro", fols. 2v, 26 y 28.
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Los réditos de Quilpo 97
87
Es de lamentar que en un precioso documento coetáneo - la „Vesita del servicio
de los vecinos de la ciudad de Córdoba, por comisión del gobernador Don Pedro de
Mercado de Peflaloza, por el capitán Antonio de Aguilar Vellida, teniente de goberna-
dor" (1958), AHC EJ 1 - 8 - 2 - no se incluya el servicio de Felipe de Soria.
18
Juan Ramírez de Vela'sco al Rey, Santiago del Estero, 2 de octubre de 1590,
GTPG I, 293-294; Doucet, „Notas", 268.
89
„Libro", fols. 19v y 20.
90
Ibd., fol. 6v.
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98 Gastón Gabriel Doucet
Tknto por sus encomenderos como por otras personas, los indios del
Tbcumán eran frecuentemente empleados en el tráfico de ganados y de
mercancías, dentro y fuera de la gobernación. No es éste el lugar para ha-
cer más que una fugaz alusión al tema, de no escasa importancia en la
historia de las relaciones hispano-indígenas en la región. Lo que para nue-
stro asunto interesa es señalar cómo la encomienda suministra a su posee-
dor el servicio necesario, no sólo para su casa y haciendas, sino también
para el tráfico que sus negocios requieren.
Sin duda Juan de Soria, activo participante en el comercio interprovin-
cial, empleó con frecuencia a sus indios en viajes y trajines 91 . Bajo la ad-
ministración de Luis de Abreu, en cambio, hubo pocas ocasiones de movi-
lizar de esa manera a aquéllos por cuenta del nuevo encomendero. En el
libro del administrador no se registran más que tres viajes hechos con ca-
rretas a Mendoza, para buscar vino que en dicha ciudad se había quedado
debiendo al padre del menor, en los cuales fueron sirviendo indios de éste;
no se indica el número de los así empleados, salvo en el caso del último
de dichos viajes, donde no queda claro si fueron dos o cuatro 92 . Por otra
parte, el administrador manifestó haber ocupado en otros dos viajes de
sus propias carretas, a Buenos Aires y a Jujuy, algunos indios de su pupilo
(cinco en el primero y tres en el segundo) 93 . Pero el licenciado Rosillo,
defensor de menores, acusó a Abreu de haber enviado durante el tiempo
de su administración no menos de veinticinco indios de Felipe de Soria
en viajes a diversos destinos, incluyendo las ciudades de Santiago del Este-
ro y Santa Fe; según Rosillo, algunos de tales viajes fueron hechos por
cuenta del propio Abreu, mientras que en los restantes casos éste alquiló
los naturales a otras personas 94 .
" Para citar un ejemplo, en 1593 Soria informa acerca de un envío de ganado que
ha hecho a Potosí, con el que van, entre otra gente de servicio, „diez yanaconas de mi
encomienda": Juan de Soria a Lope déla Peña, Córdoba, 8 de abril de 1593 (Assadou-
rian, „Chile", 115).
92
„Libro", fol. 5v, sobre tos dos primeros viajes. En cuanto al tercero, Abreu habla
en un lugar de „cuatro indios que fueron este año [1598] a Mendoza por el vino de
los menores", mientras que en otro, aludiendo a Felipe, dice haber enviado en aquella
ocasión „dos indios suyos" (ibd., fols. 10 y 12v). Puede que fuesen cuatro, de los cuales
sólo dos procedentes del repartimiento de Soria.
93
Ibd., fol. 5v. Por lo demás, también en los viajes a Mendoza tenía el administra-
dor interés propio; al menos hay constancia explícita de haber sido ello así en el caso
del tercero, respecto del cual dice Abreu que se hizo con carretas suyas y que, junto
con el de los menores, se fue a buscar „mi vino" (ibd., fol. 12v).
94
„Memoria de los indios que el capitán Luis de Abrego de Albornoz ha enviado
por si y alquilados a las ciudades de Santiago, Jujuy, Mendoza y otras partes, sin regis-
tro", „Expediente", fol. 235.
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Los réditos de Quilpo 99
L A S CARGAS DE LA ENCOMIENDA
95
„. . . los alquilaban desde aquí a Potosí e Chile como si fuera[n] muías de alqui-
ler, de diez en diez y de veinte en veinte, sin pagarles su trabajo ni dalles unos alpargates
para el camino": carta de Juan Ramírez de Velasco cit. en n. 10, GTPG I, 184.
96
Petición de Antonio Rosillo, Córdoba, 11 de febrero de 1599, „Expediente", fol.
23 3v.
" Sentencia cit. en n. 52, fol. 54. Otro ejemplo ilustrativo se encuentra en el testa-
mento de Juan de Soria, una de cuyas cláusulas reza: „Iten, declaro que Alonso de
Córdoba ha tenido unos indios de mi encomienda en su poder de año y medio a esta
parte, poco más o menos. Mando que se cobre de él lo que pareciere deberme conforme
a su libro de alquilé de ellos, al cual libro me remito" (testamento cit. en n. 16, fol. 22).
98
Sobre la función militar de los encomenderos indianos véase Günter Kahle, „Die
Encomienda als militärische Institution im kolonialen Hispanoamerika", Jahrbuch
für Geschichte von Staat, Wirtschaft und Gesellschaft Lateinamerikas 2 (1965),
88-105.
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100 Gastón Gabriel Doucet
99
„Libro", fol. Sv. Añade el administrador que a cada uno de aquellos indios dio
2 varas y media de sayal „para una camiseta", cuyo importe pide sea descontado en
caso de que no se le pase en cuenta lo referido, pues entonces pagaría „lo que es costum-
bre" y, señala, „pagando el jornal se me debe descontar" lo dado a dichos naturales.
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Los réditos de Quilpo 101
100
Quizá una de las ocasiones en las que Abreu tuvo que aportar un soldado por
la vecindad de su pupilo fue la que se originó en la muerte del encomendero Diego
de Funes y de su cuñado Gaspar González, a manos de indios rebeldes, por el mes de
agosto de 1596; al castigo de los alzados envió el Cabildo cordobés una fuerza de treinta
hombres bajo el mando del alcalde Juan de Burgos: Luque Colombres, „El Deán",
310-311.
101
Si no me equivoco, la aludida jornada es la que en persona dirigió el goberna-
dor D. Pedro de Mercado de Peñaloza para sofocar la rebelión de ciertos indios de La
Rioja que habían matado al encomendero Francisco de Otazo y a otras personas. Acer-
ca de esta facción se encuentran varias noticias en la „Información fecha de oficio en
la Audiencia Real que reside en la ciudad de La Plata del Pirú, de los servicios hechos
a Su Majestad por el gobernador Don Pedro de Mercado de Peñaloza y Don Pedro
de Mercado, su hijo" (1612), Archivo General de Indias, Audiencia de Charcas, (en ade-
lante: AGI Ch), 87. Como puede apreciarse, la de encomendero era en el Tücumán de
aquellos tiempos una condición no poco riesgosa.
102
Carta de pago otorgada por Juan Martínez, Córdoba, 3 de octubre de 1596,
„Expediente", fol. 150. Llama la atención el hecho de que aquí se mencione a Da. Cata-
lina y no a Abreu; recuérdese, a propósito de esto, la curiosa circunstancia apuntada
en n. 20.
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102 Gastón Gabriel Doucet
Y al final aclara: „Los dichos tres novillos fueron para el matalotaje" 103 .
En el descargo del libro de administración correspondiente a 1597, se
registró la soldada percibida por Martínez el año anterior: „se pagó a Juan
Martínez, soldado, cuarenta y ocho pesos corrientes por la ida que fue
a La Rioja por el dicho menor, porque le apercibió el capitán Antonio de
Aguilar Vellicia que diese un soldado" 104 . También consignó el adminis-
trador en su descargo la entrega del buey destinado a convertirse en pólvo-
ra; buey que, en realidad, fue proporcionado por un tercero que lo debía
al difunto Juan de Soria: „pagó el dicho Juan de Torreblanca otro buey
o novillo domado, que éste dio a Juan Martín para que comprase pólvora
para el viaje que fue a La Rioja por el menor" 105 . De los demás compo-
nentes del avío que se dio a dicho soldado no se encuentra mención en
el libro de Abreu.
Es de lamentar que nada se diga en nuestras fuentes acerca de las armas
que Martínez llevó a la jornada, y que no podamos precisar si ellas fueron
suministradas por cuenta del encomendero o si, por el contrario, el solda-
do que había de usarlas las portaba propias. Parece claro que entre el ar-
mamento se contaba una boba de fuego, para cuyo empleo serviría la pól-
vora que - buey mediante - debió de incluirse en el bagaje del expedicio-
nario.
Los descargos de Abreu por razón del envío del soldado a La Rioja fue-
ron impugnados en la causa de rendición de cuentas, alegándose en sú
contra el hecho de que aquél se había reservado, como tutor, la décima
parte de los aprovechamientos habidos durante su gestión: „conforme a
derecho - afirmó el Defensor de Menores - el tutor tiene obligación de
acudir a todas las necesidades de sus menores, llevando la décima; y pues
el susodicho la lleva, justo es que acuda a la vecin [dad] y obligaciones
del dicho menor" 106 . Ignoro qué resolvieron en definitiva sobre el punto
103
Conocimiento otorgado por Juan Martínez, „en el pueblo" (¿de Quilpo?), 5 de
diciembre de 1596, „Expediente", fol. 162. Se habrá advertido que este documente ofre-
ce una nueva ilustración del tema de los servicios prestados por los indios de la enco-
mienda.
104
„Libro", fol. 29.
105
Ibd., fol. 17v. Más adelante reitera: „Iten, se gastó un buey o novillo domado
que se dio a Juan Martín para comprar pólvora para el viaje de La Rioja, y lo dio Juan
de Torreblanca" (ibd., fol. 18).
106
Petición de Antonio Rosillo cit. en n. 96, fols. 231-231v y 232v. Por su parte,
el contador Rodrigo de Salinas habia observado esos descargos y remitido la determi-
nación del caso al juez: „Esta partida se remite por cuanto el dicho Luis de Abreu pide
décima por la administración de la tutela, y se ha de juzgar si llevándola ha de acudir
a las cargas de la vecindad u no" (cuentas cit. en η. 55, fols. 204v y 212v).
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Los réditos de Quilpo 103
107
En torno a este tema, cuya importancia no es necesario destacar y sobre el que
habría mucho de interés que decir, puede verse lo escrito por Segreti, „Contribución",
188-209.
108
Testamento cit. en n. 16, fols. 16 y 23. La frase transcrita en último término pro-
sigue así: „teniendo consideración a la pobreza de la tierra y a que los dichos indios
han menoscabado mucha cantidad de mis ganados"; consideración que parece referir-
se al modesto contenido material de la reparación más que a la causa de ésta.
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104 Gastón Gabriel Doucet
109
„Libro", fols. 26, 29 y 9v. Está claro que el P. Milla ejerció sus funciones apostó-
licas en Córdoba cuando menos desde 1595, y no a partir de 1597 como dice Segreti,
„Contribución", 195. En realidad, el inicio de esas actividades debe situarse aún más
atrás, por comienzos de la década de 1590, según lo que resulta de la información de
servicios del P. Miguel de Milla (1597-1598), AGI Ch, 144.
110
„Libro", fol. 9v.
111
En la documentación coetánea se encuentran testimonios contradictorios acerca
de cuál era el estipendio que entonces se pagaba a los doctrineros. En sendas instruccio-
nes extendidas por el Cabildo cordobés en 1597 y 1598 léese que era costumbre pagar
medio peso - es decir, 4 reales o tomines - por indio (instrucciones cit. en n. 22 y
48, AMC III, 35 y 110, respectivamente); pero el mismo año de 1598, en el propio ayun-
tamiento, se afirma que el estipendio acostumbrado es de 4 tomines y medio (petición
cit. en n. 48 y respuesta del Cabildo, Córdoba, 10 de octubre de 1598, AMC 111,
98-100). Este último era el estipendio que una década antes había fijado Juan Ramírez
de Velasco para toda la gobernación (carta cit. en n. 10, GTPG 1, 179). En el Sinodo
de 1597 (parte I, no. 9) se mandó pagar por cada indio 1 peso, suma que luego (declara-
ción 2a.) fue reducida a la mitad para el caso de los indios tules de otros que son
de poco provecho" (Constituciones del I Sínodo cit. en n. 10, SAT, 143-144 y 174).
A éstos podrían agregarse otros testimonios, pero no lo juzgo necesario para nuestro
objeto. He llegado a la conclusión de que al menos en el caso particular que nos ocupa
se pagaba un estipendio de 4 tomines y medio por indio de doctrina, calculando el
monto anual en tomines que corresponde a lo recibido por los padres Milla y Sánchez
de Ocaña (cfr. supra, η. 10): las cifras resultantes, en efecto, son exactamente divisibles
por 4,5, no así por 4. He prescindido aquí, lo mismo que en el cálculo de la población
de Quilpo, de los últimos 36 pesos (288 tomines, suma divisible tanto por 4 como por
4,5) que se pagaron al P. Milla, porque no estoy seguro de que esa cifra corresponda
al estipendio anual; aunque así parece indicarlo la frase „se le debe un año de doctrina"
del asiento anterior, el cotejo de dicha cifra con la que resulta en el caso del P. Sánchez
de Ocaña sugeriría lo contrario.
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Los réditos de Quilpo 105
112
Instrucción cit. en n. 22, AMC III, 35-36. También pidió el Cabildo: ,,y que asi-
mismo se les diga una misa a las piezas que se mueren en esta ciudad, pues de ellos
[s/c] se les paga a tres pesos por cada pieza",
113
„Libro", fols. 26v, 27, 27v y 9v.
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106 Gastón Gabriel Doucet
114
Instrucción cit. en n. 22, AMC III, 35.
115
„Libro", fol. 27v.
" 6 Ibd., fol. 28v.
" 7 Ibd., fol. 30v.
1,8
Ibd.
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Los réditos de Quilpo 107
[SÍC] del sarampión"; y también compró „para curar los dichos de la dicha
peste, para los ojos", una onza de azafrán, que costó 2 pesos y medio " 9 .
Si, como parece, de lo anterior no se beneficiaron los residentes en Quilpo,
tocó en cambio a éstos parte de otros buenos remedios, a saber: „de una
arroba de pasas que - escribe el administrador - compré para los enfer-
mos y para los dicho menores, que de ello se envió a los pueblos", y hasta
„de una arroba de vino que se gastó con los indios enfermos del saram-
pión, para convalecellos, y [con] su servicio" (de Felipe de Soria). Costó
lo primero 6 pesos, y 8 lo segundo 12 °. Por último, anota Abreu: „gasté
cuatro pesos en media arroba de vinagre que compré para curar al dicho
menor y sus hermanos y servicio, y se envió parte de ello al pueblo y cháca-
ra [de Chibaja], para gargarismos en el tiempo del sarampión" 121 .
La formidable batería medicinal dirigida contra el sarampión y sus se-
cuelas no podía menos que producir efectos positivos: bajo el fuego com-
binado del cardenillo, del albayalde y de las demás piezas de aquélla -
y con el paso del tiempo - , la pestilencia acabó por ceder. Se habrá adver-
tido que en el último texto transcrito (que fue redactado el 30 de noviem-
bre de 1598) se habla del „tiempo del sarampión" como de algo ya pasado.
A juzgar por la disminución de los indios de doctrina que resulta de los
cálculos atrás consignados, en aquel tiempo el pueblo de Quilpo perdió
alrededor de una cuarta parte de sus miembros.
Ibd., fol. 9.
120 Ibd.
121 Ibd., fol. 10.
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108 Gastón Gabriel Doucet
122
Ibd., fol. 25v.
,M
Ibd., fol. 6.
124
Ibd. fols. 6 - 6 v .
125
Ibd., fol. 2v. Abreu registró aquí el ingreso de! m e n c i o n a d o artículo, indicando
el destino q u e se dio al mismo, c o m o parte de los tributos entregados en la mita d e
24 de mayo de 1596. Buena muestra d e las inexactitudes q u e pueden encontrarse en
nuestra fuente es el hecho de q u e por otra parte el administrador consignó el gasto
de dicha tela en el descargo correspondiente al a ñ o anterior: „Gastóse con los h e r m a -
nos del dicho m e n o r las treinta y seis varas d e tela d e lana d e q u e estoy hecho cargo
en mantillas, y [en] vestir algunas piezas de su servicio" (ibd., fol. 26).
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Los réditos de Quilpo 109
a 1597, declara Abreu haber „gastado con el servicio del dicho menor, in-
dias e yanaconas de casa, diez piezas de ropa, que les he ido dando a los
que más necesidad tienen" 126.
He anticipado ya que, de acuerdo a lo expuesto en las fuentes que segui-
mos, los naturales de Quilpo dependían para su sustento de las sementeras
del encomendero, cultivadas en el mismo pueblo. Aunque no total, esa
dependencia parece haber sido muy considerable. Según afirmó Luis de
Abreu, bajo su administración el producto de dichas sementeras se emp-
leó íntegramente en la manutención de los propios indios: „todo lo que
se ha cogido en el pueblo de Quilpo estos dos años - consignó, refirién-
dose a los de 1596 y 1597 - se ha gastado con los indios del dicho pueblo,
y no se ha traído a casa ni se ha vendido cosa alguna de ello" 121 ; y más
tarde, en la causa de rendición de cuentas, sostuvo que tal destino se había
dado a todas las cosechas, „sin que - reiteró - a esta ciudad se haya traí-
do ni vendido a persona ninguna" l 2 8 .
Más aun: no sólo se destinó al consumo de los indios el fruto correspon-
diente al encomendero (lo cual, si le privaba de un provecho, al menos
no venía a ocasionarle un nuevo gasto), sino que en 1596 Abreu llegó a
comprar al poblero Juan Ramírez, en 25 pesos, las cincuenta fanegas de
cereal que a éste tocaban de su quinto de la cosecha para darlas a los natu-
rales 129. El administrador explicó después que había procedido así „por
que no les faltase comida a los indios, para que pudiesen trabajar y dar
algún provecho a su encomendero" l3°.
Cuando se le tomaron cuentas, Abreu tuvo que justificar tanto el gasto
referido como la falta de utilidades procedentes de las sementeras de Quil-
po. Lo hizo alegando lo que ya se ha visto y concluyendo que no se le podía
imputar ningún cargo por ello, „pues - manifestó - es cosa justa susten-
tar a los dichos indios y dalles de comer, pues dan provecho con que se
acude a las cargas de vecindad y sustento de su encomendero y demás me-
nores sus hermanos, que son cinco, y la dotrina y paga del hombre que
está en el dicho pueblo y los tiene a cargo"; y agregó que, como resultado
126
Ibd., fol. 28.
127
Ibd., fol. 6.
- I2Í Petición de Luis de Abreu de Albornoz cit. en n. 50, fols. 250 y 2S2v.
129
Ibd.; „Libro", fol. 27.
130 petición <je l u ¡ s d e Abreu de Albornoz cit. en n. 50, fols. 249v-250. Llama la
atención el hecho de que, como atrás se ha visto, según el propio administrador el de
1596 fue el año de cosecha más copiosa; lo que mueve a preguntarse por qué se tomaría
tal medida en dicho año, cuando parece que ella era menos necesaria, y no en otros.
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110 Gastón Gabriel Doucet
131
Ibd., fols. 250 y 252v. Conviene agregar respecto al tema de la comida que, en
general, una muy importante fuente de alimentación de los naturales de la provincia
era la algarroba. En nuestro caso, consta que ella era consumida por los de Quilpo
en una ocasional alusión al envió de una carreta a dicho pueblo „para encerrar la comi-
da y algarroba de los indios" („Libro", fol. 18ν).
132
Ibd., fols. 26 y 28v. Más adelante, al administrador aclara que parte de dichas
telas se dio a los indios llevados a Mendoza en los dos primeros viajes que antes men-
cioné; cada uno de aquéllos - cuyo número, como se recordará, no consta - recibió
2 varas y media de sayal (ibd., fol. 30). Conforme a lo que atrás se ha visto (cfr. supra,
η. 99), esa cantidad de tela servía para hacer una camiseta. Por otra parte, Abreu decla-
ró haber dado a cada uno de los indios que fueron en el tercero de los aludidos viajes,
„para vestillos", 6 varas y media de otro sayal („Libro", fol. 10).
133
Cuentas cit. en n. 55, fols. 204-204v.
134
Petición de Luis de Abreu de Albornoz cit. en n. 50, fol. 252.
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Los réditos de Quilpo 111
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112 Gastón Gabriel Doucet
CUADRO 5
Total 1549 Ρ 6 t
a)
He calculado aproximadamente una tercera parte de los 140 pesos que, junto con un
potro cerrero, fueron fijados como salario anual de Lastur.
" Como en su lugar se dijo, por el envío del soldado Abreu sólo registró en su descargo
los 48 pesos de soldada y el buey destinado a la compra de pólvora. He atribuido a este últi-
mo, redondeando cifras, un valor de 12 pesos, sobre la base de que en el „Libro", fol. 26v,
se da el de 25 pesos a una yunta de bueyes.
c>
Téngase presente que cierta cantidad de este sayal se dio a los indios que fueron a Men-
doza (cfr. supra, nota 132).
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Los réditos de Quilpo 113
E M P L E O DE LOS RÉDITOS
135
Cfr. supra, cuadro 2.
156
Por ejemplo, Abreu vendió en Santiago del Estero, por cuenta de sus pupilos, ,,a
ocho pesos el arroba, en lienzo", parte del vino que al padre de aquéllos se había queda-
do debiendo en Mendoza; y un deudor de Juan de Soria saldó parcialmente su deuda
con costales („Libro", fols. 19 y 17).
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114 Gastón Gabriel Doucet
131
Ibd„ fols. 26 y 28.
138
Ibd., fols. 2v, 9, 10, lOv, 11, llv, 25, 25v, 26, 26v, 27, 27v, 28, 31, 31v, 33, 34, 34v
y 35.
139
Cuatro en 1595, seis en 1597 y otros tantos el siguiente año (ibd., fols. 25v, 28
y 9v).
140
Cfr. supra, cuadro 4. Pero recuérdese que no sólo del repartimiento procede el
lienzo con que cuentan el encomendero y sus hermanos.
141
„Libro", fols. 2—2v.
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Los réditos de Quilpo 115
142
trajo el dicho [poblero] quince pares de calcetas de lana, que se vendieron
a medio peso cada par; [. . .] doce pares de calcetas de lana, que se vendieron a medio
peso el par; [ . . . ] diez libras de grana, que se vendió [. . . ] a peso y medio libra" (ibd.).
'143 Ibd., fol. 25.
144
Ibd., fols. 25 y 26v.
145
Sobre esto véase especialmente Garzón Maceda, Economía, 7 - 8 .
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116 Gastón Gabriel Doucet
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Los réditos de Quilpo 117
A L G U N A S OBSERVACIONES FINALES
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118 Gastón Gabriel Doucet
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Los réditos de Quilpo 119
quejar; éste puede aceptarse sin dificultad como representativo del funcio-
namiento de la institución en la Córdoba de fines del Quinientos.
Si dicho cuadro ofrece una imagen singularmente detallada del asunto
de nuestro estudio, ello es mérito en primer lugar del libro de administra-
ción compuesto por Luis de Abreu de Albornoz, el cual nos ha brindado
un puesto de privilegiada proximidad para observar el funcionamiento de
la encomienda de Quilpo. No puede menos que desearse que otras fuentes
del mismo género sean pronto sacadas a luz.
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