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En Hobbes el conocimiento político era una forma de conocimiento consciente encaminada a sobreponerse a
la “naturaleza política”, a crear situaciones desconocidas para la naturaleza: por ejemplo cuando se obliga a los
hombres a obrar pacíficamente después de haberse agredido con violencia. La naturaleza de la actividad política
permite, entonces, mayor libertad en cuanto a adjudicar nombres y asignar significados. Y lo que hacía del modelo
científico y matemático una excitante posibilidad eran las condiciones tumultuosas vigentes en Inglaterra en el siglo
XVII.
4. El soberano definidor
Los beneficios de la paz son asegurados solo cuando la sociedad se halla totalmente sometida a una autoridad
absoluta. Hobbes describió a su leviatán: “dios mortal”, el más grande poder humano, el mayor dominio que se pueda
conceder (…) solo limitado por el vigor y fuerzas de la ciudad misma, y por nada mas en el mundo. Su perfil se
encuentra totalmente colmado por las minúsculas figuras de sus súbditos: solo existe a través de ellos, los cuales se
disciernen con claridad en su cuerpo. Cada ciudadano sigue siendo un individuo separado, y cada uno conserva su
identidad de manera absoluta. El soberano de Hobbes era el dueño del sistema de reglas o definiciones estipulativas
fundamentales para la paz política.
Las leyes hobbesianas eran trazadas para guiar al miembro en su función de acatar reglas. La primera y
fundamental ley natural dictaba que los hombres debían procurar la paz ya que esta constituía la finalidad del sistema
de reglas el código de civilidad, era un código de virtudes en un sentido estrictamente político, encaminado a moldear
hombres gobernables, hombres cuya bondad tuviera importancia política solo en la medida en que afectaba su papel
de acatadores de las reglas.
Ser miembro de la sociedad hobbesiana es aceptar atenerse a un sistema de reglas. Estas no estaban destinadas
a hacer morales a los hombres hobbesianos en ningún sentido que no fuera tautológicamente político. Estaban
destinados a descubrir cómo debían actuar los hombres dentro de un sistema de reglas. El acatamiento de las reglas se
articulaba sobre la jerarquía de los participantes.
Se puede rastrear la relación entre Hobbes y los primeros liberales examinando como aquel intento utilizar la
idea de un sistema de reglas para reconciliar dos de los postulados fundamentales del liberalismo: el individuo
motivado por el interés, y la idea de igualdad. Un hombre no podía poseer más derechos que otro, y también
determinaba que cada uno debía ser igualmente tratado de acuerdo con el sistema de reglas al cual cada uno se hallaba
igualmente sujeto.
Sheldon Wolin – Hobbes: la sociedad política como sistema de reglas
Según la interpretación de Hobbes, quien trataba conscientemente de evitar el cumplimiento de sus promesas
lo hacía en la esperanza de obtener una ventaja sobre quienes se consideraban ligados por los acuerdos, es decir,
buscaban un nivel desigual.
La igualdad del ciudadano hobbesiano correspondía únicamente a su status como miembro de la sociedad o
sea a su relación con el sistema de reglas públicas. Esto significaba que la gama de desigualdades derivadas de otras
fuentes que las reglas no poseía significado para la jerarquía política del miembro.