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Reserva de ley
La Constitución reserva determinadas materias para ser reguladas por la ley: es lo que se
denomina reserva de ley. Se trata de una garantía constitucional para asegurar que
determinadas materias de especial importancia sean directamente reguladas por el titular
de la función legislativa. Esta puede ser de dos maneras, según requiera que la regulación
sea mediante ley en sentido estricto, o mediante normas de igual rango y fuerza (decreto-
legislativo, decreto ley). Por otro lado, puede ser más o menos intensa según la
intervención de la ley deba ser más o menos exclusiva, dejando un ámbito mayor o menor
a la presencia subordinada del reglamento.
El constituyente español rechazó, en cambio, la posibilidad de una reserva reglamentaria:
la existencia de un ámbito material que deba necesariamente regularse por reglamento,
sin que la ley pueda incidir en él. Ello hubiera supuesto una inversión del papel
hegemónico de la ley en beneficio del Gobierno, titular de la potestad reglamentaria, ya
que hubiera creado un ámbito material en el que no puede incidir el legislativo.
Aparte, las materias reservadas a la ley orgánica son materia excluidas de la iniciativa
popular (art. 87.3 CE); no pueden ser reguladas por decretos legislativos (art 82.1 CE) o
por decretos-leyes (art. 86.1 CE); su tramitación parlamentaria ha de incluir
necesariamente el paso por el Pleno de las Cámaras, estando excluida la delegación de su
aprobación a las Comisiones legislativas permanentes (art. 75.3 CE). Por último y pese
a que el art. 81 CE no es un precepto distributivo de competencias, las materias propias
de leyes orgánicas son competencia legislativa del Estado, puesto que sólo a éste
pertenece la potestad normativa para dictarlas.