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En la primera lectura de hoy aparece el gran poder de Dios y la incapacidad total del ser humano de

enfrentarse a sus designios. Por eso, nada ganamos con oponernos a Él. Sólo queda contemplar
calladamente la majestad de Dios y acudir a su enorme misericordia.
Primera Lectura Job 9,1-19
Después de las razones insulsas de Bildad, especie de paréntesis irrelevante, Job avanza otro buen trecho
en su camino audaz, empalmando consigo mismo. Inútil detenerse en refutar a Bildad: puede conceder
tranquila e irónicamente lo que éste ha dicho y puede conceder más, y puede competir con los amigos en
cantar la grandeza de Dios. ¿Qué concluye esto? Precisamente lo contrario, la crueldad de Dios. Bildad
ha proclamado la justicia de Dios concebida en términos de un juez que retribuye a buenos y malos; Job
lo niega rotundamente: Dios no distingue entre inocentes y pecadores cuando envía sus calamidades, y si
distingue, es para dar ventaja a los malvados. Pero no es ésta la justicia que le preocupa a Job, la del juez
imparcial. Cada vez más se apodera del protagonista la idea de un pleito con Dios, en que Dios sea
llamado a causa y tenga que discutir y responder a Job, y tenga que reconocer finalmente la inocencia de
Job. Junto a esta victoria judicial, lo demás no contará, ni siquiera su propia vida. Al mismo tiempo que
la idea le penetra, Job reconoce lo descabellado del proyecto: ¿estaría Dios dispuesto a comparecer, a
responder, a dejarse vencer con los argumentos de Job? Por la fuerza, Dios lo puede; argumentando,
Dios lo envuelve; ante la justicia, Dios es soberano; un intento de purificarse sería vano. Con todo, la
idea del pleito persiste, y Job sueña con el imposible de encausar a Dios ante un tribunal superior. Es
absurdo, y sin embargo Job compone mentalmente y pronuncia el discurso fingido que pronunciaría
contra Dios, 10,2-22 ("Diré a Dios: «No me condenes, dame a conocer por qué me recriminas». ¿Es un
placer para ti oprimir, despreciar la obra de tus manos y favorecer el designio de los malvados? ¿Acaso
tienes ojos de carne? ¿Ves tú las cosas como las ven los hombres? ¿Son tus días como los de un mortal y
tus años como los días de un hombre, para que estés al acecho de mi culpa y vayas en busca de mi
pecado, aún sabiendo que no soy culpable y que nadie puede librar de tu mano? Tus manos me
modelaron y me hicieron, y luego, cambiando de parecer, me destruyes. Acuérdate que me hiciste de la
arcilla y que me harás retornar al polvo. ¿Acaso no me derramaste como leche y me cuajaste como el
queso? Me revestiste de piel y de carne y me tejiste con huesos y tendones. Me diste la vida y me trataste
con amor, y tu solicitud preservó mi aliento. ¡Pero tú ocultabas algo en tu corazón, ahora comprendo lo
que tenías pensado! Si yo peco, tú me vigilas y no me absuelves de mi culpa. Si soy culpable, ¡ay de mí!
Si soy inocente, tampoco puedo alzar cabeza, saturado de ignominia, embriagado de aflicción. Si me
levanto, tú me cazas como un león y redoblas contra mí tu asombroso poder. Suscitas contra mí nuevos
testigos, acrecientas tu furor contra mí y me atacas con tropas de relevo. ¿Por qué me sacaste del seno
materno? Yo habría expirado sin que nadie me viera, sería como si nunca hubiera existido, me habrían
llevado del vientre a la tumba. ¡Duran tan poco los días de mi vida! ¡Apártate de mí! Así podré sonreír
un poco, antes que me vaya, para no volver, a la región de las tinieblas y las sombras, a la tierra de la
oscuridad y el desorden, donde la misma claridad es tiniebla»"): es una acusación implacable, basada
sobre todo en la conducta de Dios con la propia obra; acusación de malos tratos y denuncia de perversas
intenciones secretas. En la dinámica de la obra, el lector ha de tener siempre ante la vista a Dios que
mira y escucha sin que Job lo vea. Finalmente ¿da Job la razón a Satán?, ¿maldice a Dios en este
discurso? En el plano de Satán no, porque éste apostaba que la religiosidad de Job era interesada, y aquí
la relación de Job con Dios es más desinteresada que nunca, hasta el desprecio de la propia vida.
Tampoco son sus palabras una blasfemia despechada, sino más bien expresan una terrible sed de justicia,
referida en último término a Dios. Eso sí, las palabras de Job no son una bendición resignada y simple,
como en el prólogo. Por debajo de la desesperación alienta la esperanza; a pesar de todo, su justicia la
busca en Dios) JOB TOMÓ LA PALABRA Y DIJO: BIEN SÉ YO, EN VERDAD, QUE ES ASÍ:
¿CÓMO ANTE DIOS PUEDE SER JUSTO UN HOMBRE? A QUIEN PRETENDA LITIGAR CON
ÉL, NO LE RESPONDERÁ NI UNA VEZ ENTRE MIL. ENTRE LOS MÁS SABIOS, ENTRE LOS
MÁS FUERTES, ¿QUIÉN LE HIZO FRENTE Y SALIÓ BIEN LIBRADO?) Es irritante que el otro
tenga siempre razón, que lo pretenda y que sea así. Job da la razón a Elifaz repitiendo sus palabras, 4,17:
"¿Puede un mortal ser justo ante Dios? ¿Es puro un hombre ante su Creador?". En seguida traspone la
cuestión al otro plano, el que le preocupa, el de Dios. Dios siempre tiene razón: inútil discutir, argüir,
enfrentarse con él. Más grave, es una razón que muchas veces no entendemos. Con todo, el hombre,
como Jacob en Génesis 32,23-29 ("Aquella noche, Jacob se levantó, tomó a sus dos mujeres, a sus dos
sirvientas y a sus once hijos, y cruzó el vado de Iaboc. Después que los hizo cruzar el torrente, pasó
también todas sus posesiones. Entonces se quedó solo, y un hombre luchó con él hasta rayar el alba. Al
ver que no podía dominar a Jacob, lo golpeó en la articulación del fémur, y el fémur de Jacob se dislocó
mientras luchaban. Luego dijo: «Déjame partir, porque ya está amaneciendo: Pero Jacob replicó: «No te
soltaré si antes no me bendices». El otro le preguntó: « ¿Cómo te llamas?», «Jacob», respondió. Él
añadió: «En adelante no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y
has vencido». Jacob le rogó: «Por favor, dime tu nombre». Pero él respondió: « ¿Cómo te atreves a
preguntar mi nombre?». Y allí mismo lo bendijo"), no ceja en su lucha con Dios, aunque salga siempre
cojeando) ÉL TRASLADA LOS MONTES SIN QUE SE DEN CUENTA, Y LOS ZARANDEA EN SU
FUROR. ÉL SACUDE LA TIERRA DE SU SITIO, Y SE TAMBALEAN SUS COLUMNAS. A SU
VETO EL SOL NO SE LEVANTA, Y PONE UN SELLO A LAS ESTRELLAS. ÉL SOLO
DESPLEGÓ LOS CIELOS, Y HOLLÓ LA ESPALDA DE LA MAR. ÉL HIZO LA OSA MAYOR, EL
ORIÓN Y LAS PLÉYADES; Y LOS LUGARES SECRETOS DEL SUR. ES AUTOR DE OBRAS
GRANDIOSAS, INSONDABLES, DE MARAVILLAS SIN NÚMERO (Breve himno en el estilo de los
salmos. Es el Dios terrible de las teofanías cósmicas, que trastorna sus propias criaturas: la firmeza de las
montañas, el ritmo regular de los astros. El hombre se siente empequeñecido ante la dimensión cósmica,
la inmensidad unitaria del cielo, la agitación del mar, la multiplicidad y orden de las constelaciones, la
luz y las montañas. La escala cósmica es sobrehumana, pero es infradivina: si Dios trata así al cielo y la
tierra, ¿qué hará con el hombre? Los versículos 5-7 ("Él traslada los montes sin que se den cuenta, y los
zarandea en su furor. Él sacude la tierra de su sitio, y se tambalean sus columnas. A su veto el sol no se
levanta, y pone un sello a las estrellas") hablan del Terremoto y las tinieblas, que se juntan con
frecuencia en la teofanía: véase sobre todo el magnífico poema de Habacuc 3,3-12: " Dios viene de
Temán, y el Santo, del monte Parán. Su majestad cubre los cielos, y su alabanza cubre los cielos, y su
alabanza llena la tierra. Su resplandor es como la luz, brotan rayos de sus manos, y allí está el secreto de
su fuerza. Delante de él avanza la Peste, y la Fiebre sigue sus pasos. Él se detiene, y hace vacilar la
tierra, mira, y hace estremecer a las naciones. ¡Se desmoronan las montañas eternas, se hunden las
colinas antiguas, sus caminos de siempre! Yo he visto anonadados a los campamentos de Cusán, se
conmueven las carpas del país de Madián. ¿Arde la ira del Señor contra los ríos? ¿Tu cólera se enciende
contra los ríos y tu furor contra el mar, para que montes en tus caballos, en tus carros de guerra
victoriosos? Tú pones al desnudo tu arco y sacias de flechas su cuerda. Abres la tierra, y brotan torrentes.
Te ven las montañas y se espantan, pasa una lluvia torrencial, y el océano hace oír su voz y levanta sus
manos en alto. El sol y la luna se detienen en su morada, a la luz de tus flechas que vuelan, al resplandor
del centelleo de lanza. Con furia recorres la tierra, con ira pisoteas las naciones", y también Salmo 18,5-
16: " Las olas de la Muerte me envolvieron, me aterraron los torrentes devastadores, me cercaron los
lazos del Abismo, las redes de la Muerte llegaron hasta mí. Pero en mi angustia invoqué al Señor, grité a
mi Dios pidiendo auxilio, y él escuchó mi voz desde su Templo, mi grito llegó hasta sus oídos. Entonces
tembló y se tambaleó la tierra; vacilaron los fundamentos de las montañas, y se conmovieron a causa de
su furor; de su nariz se alzó una humareda, de su boca, un fuego abrasador, y arrojaba carbones
encendidos. El Señor inclinó el cielo, y descendió con un espeso nubarrón bajo sus pies; montó en el
Querubín y emprendió vuelo, planeando sobre las alas del viento. Se envolvió en un manto de tinieblas;
un oscuro aguacero y espesas nubes lo cubrían como un toldo; las nubes se deshicieron en granizo y
centellas al fulgor de su presencia. El Señor tronaba desde el cielo, el Altísimo hacía oír su voz; arrojó
sus flechas y los dispersó, multiplicó sus rayos y sembró la confusión. Al proferir tus amenazas, Señor,
al soplar el vendaval de tu ira, aparecieron los cauces del mar y quedaron a la vista los cimientos.";
Isaías 13,10-13: "Porque los astros del cielo y sus constelaciones no irradiarán más su luz; el sol se
oscurecerá al salir y la luna dejará de brillar. Yo castigaré al mundo por su maldad y a los malvados por
su iniquidad. Pondré fin al orgullo de los arrogantes y humillaré la soberbia de los violentos. Haré a los
mortales más escasos que el otro fino, a los hombres, más escasos que el otro de Ofir. Por eso, haré
temblar los cielos, y la tierra se moverá de su sitio bajo el furor del Señor de los ejércitos, en el día de su
ira ardiente"; 24,1-5: "Miren, el Señor arrasa la tierra y la deja desierta, trastorna su faz y dispersa a sus
habitantes. Correrán la misma suerte tanto el pueblo como el sacerdote, el esclavo como su señor, la
esclava como su señora, el comprador como el vendedor, el que pide prestado como el que presta, el
acreedor como el deudor. La tierra es arrasada, sí, arrasada, saqueada por completo, porque el Señor ha
pronunciado esta palabra. La tierra está de duelo, desfallece, el mundo se marchita, desfallecen las
alturas junto con la tierra. La tierra está profanada bajo los pies de los que la habitan, porque ellos
violaron las leyes, transgredieron los preceptos, rompieron la alianza eterna. Por eso la Maldición devora
la tierra y sus habitantes soportan la pena; por eso se consumen los habitantes de la tierra y no quedan
más que unos pocos"; 24,19-23: "¡La tierra se quiebra, se resquebraja, la tierra se parte, se parte en
pedazos, se mueve, se conmueve la tierra! La tierra se tambalea como un borracho y se sacude como una
cabaña. Tanto le pesa su pecado que cae y no se alzará nunca más. Aquel día, el Señor pedirá cuenta al
ejército de lo alto, en la altura, y a los reyes de la tierra, sobre la tierra. Ellos serán reunidos, reunidos en
un calabozo, recluidos en una prisión, y después de muchos días tendrán que dar cuenta. La luna se
sonrojará y el sol se avergonzará, porque reinará el Señor de los ejércitos sobre el monte Sión y en
Jerusalén, ante sus ancianos resplandecerá la Gloria"; Joel 2,10: "¡Ante él, la tierra tiembla, los cielos se
conmueven, el sol y la luna se ensombrecen, las estrellas pierden su brillo!"; 3,15-16: "El sol y la luna se
oscurecen, las estrellas pierden su brillo. El Señor ruge desde Sión y desde Jerusalén hace oír su voz:
¡tiemblan el cielo y la tierra! ¡Pero el Señor será un refugio para su pueblo, un resguardo para los
israelitas!". Dentro del libro: 14,18: "Pero la montaña cae y se desmorona, la roca es removida de su
sitio"; 18,4: "Tú, que te desgarras en tu enojo: ¿acaso la tierra quedará desierta por tu causa o la roca será
removida de su sitio?" y el capítulo 26: "Bajo la tierra se retuercen las Sombras, las aguas y los que
habitan en ellas. El Abismo está desnudo ante él, y nada cubre a la Perdición. Él extiende el Norte sobre
el vacío, suspende la tierra sobre la nada. Encierra el agua en sus densos nubarrones, y las nubes no se
rompen bajo su peso. Oscurece la faz de la luna llena, desplegando sus nubes contra ella. Trazó un
círculo sobre la superficie de las aguas, en el límite mismo de la luz y las tinieblas. Las columnas del
cielo vacilan, presas de terror por su amenaza. Con su fuerza, reprimió al Mar, con su inteligencia,
quebrantó a Rahab. Con su soplo, despejó los cielos, su mano traspasó a la Serpiente huidiza. ¡Y esto no
es más que un vestigio de su poder! ¡Qué eco tan débil percibimos de él! ¿Quién entenderá, entonces, su
poderío atronador? Job replicó, diciendo: ¡Qué bien has ayudado al débil y socorrido al brazo sin fuerza!
¡Qué bien has aconsejado al ignorante y enseñado la prudencia al simple! ¿A quién le has dirigido tus
palabras y quién inspiraba lo que salió de ti?". Sobre el versículo 8 ("Él solo desplegó los Cielos, y holló
la espalda de la Mar"). Ver Isaías 44,24: "Así dice Yahveh, tu Redentor, el que te formó desde el seno
materno: Yo, Yahveh, creador de todo, que extiendo los cielos yo solo y afirmo la tierra sin ayuda";
51,13: ""¿Has olvidado a Yahveh, tu Hacedor, que extendió los cielos y puso los cimientos de la tierra,
para que estés temblando sin cesar todo el día ante la furia del opresor, mientras éste se prepara para
destruir? Pero ¿dónde está la furia del opresor?"; Jeremías 10,12: "Él es el que hizo la tierra con su
poder, el que estableció el mundo con su sabiduría, y con su inteligencia extendió los cielos"; 51,15: "Él
es el que hizo la tierra con su poder, el que estableció el mundo con su sabiduría, y con su inteligencia
extendió los cielos"; Zacarías 12,1: "Profecía de la palabra de Yahveh acerca de Israel. Yahveh que
extiende los cielos, pone los cimientos de la tierra y forma el espíritu del hombre dentro de él, declara".
Acerca del versículo 9 ("Él hizo la Osa Mayor, el Orión y las Pléyades; y los lugares secretos del sur"),
ver 38,31: " ¿Puedes tú atar las cadenas de las Pléyades, o desatar las cuerdas de Orión? "; Amós 5,8: "
El que hizo las Pléyades y el Orión, cambia las densas tinieblas en aurora, y hace oscurecer el día en
noche; el que llama a las aguas del mar, y las derrama sobre la faz de la tierra: Yahveh es su nombre ".
Cuando habla de "los lugares secretos del Sur", quizá se refiera a las cámaras del viento sur, según 37,9:
" Del sur viene el torbellino, y del norte el frío" y Salmo 78,26: "Hizo soplar en el cielo el viento solano,
y con su poder dirigió el viento del sur". En el versículo 10, con el que termina esta primera parte, cita
Job otro verso de Elifaz, 5,9: " Él hace cosas grandes e inescrutables, maravillas sin número") SI PASA
JUNTO A MÍ, YO NO LE VEO, SI SE DESLIZA, NO LE ADVIERTO. SI EN ALGO HACE PRESA,
¿QUIÉN LE ESTORBARÁ? ¿QUIÉN LE DIRÁ: «¿QUÉ ES LO QUE HACES?» DIOS NO CEDE EN
SU CÓLERA: BAJO ÉL QUEDAN POSTRADOS LOS ESBIRROS DE RÁHAB. ¡CUÁNTO MENOS
PODRÉ YO DEFENDERME Y REBUSCAR RAZONES FRENTE A ÉL! (De lo cósmico pasamos a lo
humano, de la grandeza a la sutileza. Extraña cercanía de Dios, palpable e imperceptible, próximo e
invisible. Se puede recordar 1 Reyes 19,11-13b: "El Señor le dijo: «Sal y quédate de pie en la montaña,
delante del Señor». Y en ese momento el Señor pasaba. Sopló un viento huracanado que partía las
montañas y resquebrajaba las rocas delante del Señor. Pero el Señor no estaba en el viento. Después del
viento, hubo un terremoto. Pero el Señor no estaba en el terremoto. Después del terremoto, se encendió
un fuego. Pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego, se oyó el rumor de una brisa suave. Al
oírla, Elías se cubrió el rostro con su manto, salió y se quedó de pie a la entrada de la gruta". Sobre 12b
("¿quién le dirá: «¿Qué es lo que haces?»") véase 2 Samuel 16,10: " El rey replicó: «¿Qué tengo que ver
yo con ustedes, hijos de Seruiá? Si él maldice, es porque el Señor le ha dicho: « ¡Maldice a David!».
¿Quién podrá entonces reprochárselo?» " y Eclesiastés 8,4: " Puesto que la palabra del rey es soberana,
¿quién le dirá: Qué haces?" En los versículos 12-13 ("Si en algo hace presa, ¿quién le estorbará? ¿Quién
le dirá: «¿Qué es lo que haces?» Dios no cede en su cólera: bajo él quedan postrados los esbirros de
Ráhab"), la imagen de la presa se refiere al bandidaje, la siguiente es militar transportada a contexto
mítico, donde nombra al monstruo marino ‫( ָֽרהַ ב‬Rahab), véase por ejemplo Salmo 89,11: "Tú aplastaste a
Rahab como a uno herido de muerte; esparciste a tus enemigos con tu brazo poderoso "; Isaías 51,9: "
Despierta, despierta, vístete de poder, oh brazo de Yahveh; despierta como en los días de antaño, en las
generaciones pasadas. ¿No eres tú el que despedazó a Rahab, el que traspasó al dragón? ". Estas
imágenes completan la visión cósmica con un aspecto desconcertante, o quizá la canalizan hacia esta
aplicación irracional. Dios enojado, victorioso, prepotente. Como si Dios se burlase de la pobre teodicea
humana, y el hombre tuviera que echar mano de imágenes inhumanas) AUNQUE TUVIERA RAZÓN,
NO HALLARÍA RESPUESTA, ¡A MI JUEZ TENDRÍA QUE SUPLICAR! Y AUNQUE LE LLAME
Y ME RESPONDA, AÚN NO CREO QUE ESCUCHARÁ MI VOZ. ¡EL, QUE ME APLASTA POR
UN PELO, QUE MULTIPLICA SIN RAZÓN MIS HERIDAS, Y NI ALIENTO RECOBRAR ME
DEJA, SINO QUE ME HARTA DE AMARGURA! SI SE TRATA DE FUERZA, ¡ES ÉL EL
PODEROSO! SI DE JUSTICIA, ¿QUIÉN LE EMPLAZARÁ? (Al tropezar con esta irracionalidad
oprimente, Job se refugia en una serie de oraciones irreales, como posibilidades que va ofreciendo la
fantasía y que la lucidez del sufrimiento va descartando. Es un juego trágico, una persecución que se
estrella. Son irreales, por el fracaso sin salida, hasta ese final que suena a total perversión de la justicia.

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