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Teologa
Nos parecen muy apropiadas las palabras de Pepe Mojica en relación a esta misma
temática de la degradación del medio ambiente, y el menciona que “lo que vivimos
no es una crisis ecológica es una crisis política” una crisis creada por unos pocos,
pero con una ambición infinita. Una ambición sin control, desmedida, voraz que ve
todo desde la perspectiva económica y de mercado. La creación se ve solo como
materia prima, toda la riqueza natural es concebida como un recurso a explotar con
fines económicos, la rentabilidad como fin último. La problemática no es la bolsita o
el papel que un individuo arroja desde la ventana de un autobús, o de un automóvil,
y con esto no estamos justificando la irresponsabilidad de la acción, pero deseamos
enfocarnos sobre todo es la desmedida actividad a escala macro que las empresas
e industrias realizan día con día, produciendo en masa sin estrategias adecuadas
para eliminar las sustancias químicas abrasivas o toxicas y desechos sólidos
restantes. Actualmente la solución es arrojar inconscientemente todo el sobrante a
las fuentes de agua o terrenos adyacentes. Ellos se aprovechan de la naturaleza,
se enriquecen, pero son otros, los más vulnerables los que sufren las consecuencias
de su mal proceder.
Nos parece incomprensible que se dañe la naturaleza que nos alimenta y nos da
vida, ella con su nobleza nos da día a día diferentes factores que nos ayudan a
subsistir. Sin embargo, las consecuencias de la destrucción acelerada de la misma
ya se sienten, y es que el ser humano ha olvidado que somos parte de la tierra,
parte de este mundo que perjudicamos. ¿El ego de ser superior en inteligencia a los
animales acaso nos da el derecho para obrar de manera injusta ante aquello que
se nos puso ante nosotros y que Dios considero que era bueno? ¿O es talvez que
nos sentimos con la capacidad de vivir sin aire, sin agua, sin luna? En la encíclica
leemos que “La tierra y los bienes que hay en ella tienen un origen común, tienen
su origen en la voluntad de Dios; por eso está todo estrechamente vinculado.
“Olvidamos –dice el Papa- que nosotros somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro propio
cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el
aliento y su agua nos vivifica y restaura”).
En el numeral 220 nos invita a la gratitud y gratuidad, que por medio de este valor
reconozcamos que el mundo y la creación fueron dados por Dios con el fin de que
el ser humano señoreara la creación, pero señoreando de una manera responsable,
velando por la dignidad humana y el bien común: “la tierra es esencialmente una
herencia común, cuyos frutos deben beneficiar a todos” (93). Es necesario insistir
que no se puede dejar de lado la creación y sus criaturas las cuales forman parte
de este mundo, así como nosotros. Es absurdo pensar que el daño a la creación y
a las criaturas no afectara a la humanidad en general, no somos seres
extraterrestres exentos de las consecuencias presentes y futuras de nuestras
propias decisiones.
Esta problemática nos atañe a todos por lo tanto se debe de proceder a crear grupos
comunitarios que den respuestas y soluciones encaminadas a buscar el bien de la
creación lo cual indudablemente repercutirá en el bien común de los habitantes. La
misma encíclica en el numeral 244 hace un llamamiento a la unión “Mientras tanto,
nos unimos para hacernos cargo de esta casa que se nos confió, sabiendo que todo
lo bueno que hay en ella será asumido en la fiesta celestial. Junto con todas las
criaturas, caminamos por esta tierra buscando a Dios, porque, «si el mundo tiene
un principio y ha sido creado, busca al que lo ha creado, busca al que le ha dado
inicio, al que es su Creador»
La encíclica es sin duda una denuncia profética ante la las prácticas y estilo de vida
que están dañando el medio ambiente y como mencionamos antes las acciones
llevadas a cabo por sectores industrializados y económicos mundiales generan
consecuencias a corto, mediano y largo plazo para el ser humano. Obviamente esta
denuncia también trae consecuencias para su autor porque pone el dedo en la llaga,
enfrentando directamente las causas de tan deplorable condición medio ambiental.
Leonardo Boof dirá en el artículo publicado por la Universidad Centroamericana
José Simeón Cañas que: “Un analista de la cadena norteamericana Fox News, Greg
Gutfeld, llamó a Francisco “la persona más peligrosa del mundo” por sugerir que el
cambio climático es un problema real… Estas personas tienen miedo de la verdad.
¿Por qué? Porque quieren mantener sus privilegios. Ponen por delante sus
intereses egoístas -mayormente económicos- al cuidado y preservación de la Madre
Tierra. Su lema es “greed is good”: es decir, la codicia es buena. Es un ideal
mezquino, sin grandeza, y en el fondo inhumano hacia los demás, que viven en la
misma Casa Común. No les importa que estemos avanzando hacia un abismo, con
tal de que ellos mantengan su nivel de consumo, que es escandaloso si lo
comparamos con la mayoría de los países del mundo”.
Esta condición ambiental no solo ejerce su daño en los animales y plantas, sino en
el mismo ser humano, quien es visto también con fines de rentabilidad a partir de
una explotación injusta. En este sentido podemos ver que si no respeta a su prójimo
mucho menos a los animales, vegetación o recursos minerales. El capitalismo ve
todo lo que está dentro de este planeta en símbolos monetarios y de
enriquecimiento.
El Papa Francisco con palabras fuertes dirá que “La tierra, nuestra casa parece
convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería” esta afirmación va
en el sentido de expresar que las empresas, sobre todo industriales no cuentan con
un programa de reciclaje de los residuos y desechos solidos que salen a partir del
proceso de producción. Por otro lado, vemos como en la actualidad barcos han
derramado petróleo y otros líquidos que contaminan también los mares, matando
especies marinas y seguidamente afectando la salud del ser humano. Otra situación
insostenible que convierte nuestra casa en porquería como dirá el Papa Francisco
es la gran irresponsabilidad también de la población que ve con indiferencia la
situación de la basura que es dejada y arrojada en la naturaleza que al final va a
parar a los mares. A manera de ejemplo hace unos días se realizó el hallazgo por
parte de la Organización Algalita Marine Researche Foundation de una isla micro
plástico mayor a los 2 millones de kilómetros cuadrados, casi como el tamaño de
México, las consecuencias de este descubrimiento sobre todo es que las micro
partículas de plástico entren en la cadena alimenticia de las aves y esto las mate o
provoque mutaciones. Esta crisis dirá el Papa Francisco provoca “La pérdida de la
biodiversidad también hace ostensible la crisis ecológica: “Cada año desaparecen
miles de especies vegetales y animales que ya no podremos conocer, que nuestros
hijos ya no podrán ver, pérdidas para siempre. La inmensa mayoría se extinguen
por razones que tienen que ver con alguna acción humana… No tenemos derecho”.
No podemos dejar de lado que el Papa también hace referencia a que “El ambiente
humano y el ambiente natural se degradan juntos” además de una manera muy
acertada menciona que “no podremos afrontar adecuadamente la degradación
ambiental si no prestamos atención a causas que tienen que ver con la degradación
humana y social” en este sentido podemos decir que la Iglesia Católica ha tratado
de contribuir en la búsqueda de la justicia social, desde el 15 de mayo de 1891 que
fue promulgada por el Papa León XIII la encíclica Rerum Novarum, se han
redactado muchas otras encíclicas, documentos y mensajes radiales con este fin,
sin embargo no se ha visto una total apertura a dicha enseñanza ya que estas están
más para la reflexión que para la praxis. Y nos referimos a esto con propiedad ya
que tenemos conocimiento que no es una asignatura que se enseñe en las
parroquias y mucho menos son utilizadas para el fin que fueron creadas, una
denuncia pública ante la injusticia social vivida por la gran mayoría de la población
a nivel mundial. Es innegable que esta degradación que sufre el medio ambiente
afecte también a esta población más vulnerable, y que como dice el papa muy bien
en otra frase “se debe escuchar el clamor de la tierra como el clamor de los pobres”
sería ilógico también tomar acciones solamente para salvaguardar la naturaleza y
seguir violentando los derechos de la gente pobre, esa acción iría también en contra
de la voluntad de Dios, porque todos somos creación.
No somos creadores que podemos hacer y deshacer a nuestro antojo, no podemos
tomar el rol de dioses y decidir sobre lo que a todos nos pertenece. La tierra fue
destinada para que la humanidad entera la disfrutara, no para que unos pocos la
explotasen y sacasen sus riquezas de ella, y generalmente de formas posesiva,
agresiva y bélica; las consecuencias obviamente las sufren los más vulnerables del
planeta. En su encíclica Laudato Si el Papa Francisco quiere concientizar sobre la
gravedad de la crisis del medio ambiente hoy por hoy y como esta crisis
desembocara en una destrucción salvaje y como siempre los más afectados serán
los que se encuentran en un grado de pobreza extrema. Así mismo el Papa explica
que esta situación afecta indudablemente a las personas pobres porque no existe
igualdad, los derechos humanos no son ejecutados a todos por igual, porque la
clase dominante se siente ciertamente superior a todos y a todo. Para la clase
dominantes es la economía y el mercado el que ocupa un lugar privilegiado, existe
una idolatría de las riquezas lo que provoca una deshumanización de parte del
poseedor de las riquezas. La deshumanización hace que se vea con indiferencia la
precariedad y dolor del otro.
Pero esperamos que Dios actué en la historia y que el enjugue toda lagrima tanto
de la creación que gime con gritos desconsolados como de las criaturas que claman
por salvación y por un retorno al paraíso donde aún todas las cosas eran buenas y
donde la justicia estaba en manos de Dios.