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EQUE FUE DEL URBANISMO? 1994 El siglo xx ha sido una batalla perdida en el tema de la cantidad. A pesar de su promesa inicial, de su frecuente valentia, el urbanismo ha sido incapaz de inventar y aplicar nada a la escala exigida por su apocaliptica demografia. En veinte afos, Lagos, la capital de Nigeria, ha crecido des- de los 2 hasta los 7, los 12 y finalmente los 15 millones de habitantes; Estambul los ha duplicado, pasando de 6 a 12 millones. China se prepara para multiplicaciones atin mas asombrosas. éComo explicar la paradoja de que el urbanismo, como profesion, haya desaparecido en el momento en que por todas partes, y tras décadas de aceleraci6n constante, el proceso de urbanizaci6on esta en vias de establecer un “triunfo” global y definitivo de la condici6én urbana? La promesa alquimica del movimiento moderno (trans- formar la cantidad en calidad mediante la abstracci6n y la repeticion) ha sido un fracaso, una patrafa: una ma- gia que no funcioné. Sus ideas, su estética y sus estrate- gias se han acabado. En conjunto, todos los intentos de plantear un nuevo comienzo no han hecho mas que des- acreditar la idea de ese nuevo comienzo. La verguenza colectiva mostrada tras este fiasco ha dejado un enorme crater en nuestro entendimiento de la modernidad y la modernizacion. Lo que hace que esta experiencia resulte desconcertante y (para los arquitectos) deshonrosa es la desafiante per- sistencia y el aparente vigor de la ciudad, pese al fracaso colectivo de todos los organismos que actUan o tratan de influir en ella: en lo creativo, lo logistico o lo politico. Los profesionales de la ciudad son como jugadores de ajedrez que pierden frente a los ordenadores. Un per- verso piloto automatico burla constantemente todos los intentos de capturar la ciudad, agota todas las ambicio- - nes de lograr su definici6n, ridiculiza las aseveraciones mas apasionadas sobre su fracaso presente y su impo- sibilidad futura, la impulsa implacablemente en su hui- da hacia adelante. Todo desastre pronosticado queda en cierto modo amortiguado bajo el manto infinito de lo urbano. Incluso cuando la apoteosis de la urbanizaci6n salta a la vista y resulta matematicamente inevitable, una ca- dena de acciones y posturas escapistas de retirada pos- pone la hora de la verdad para las dos profesiones an- teriormente mas implicadas en la creacién de ciudades: la arquitectura y el urbanismo. La omnipresente urbani- zacion ha modificado la propia condicién urbana hasta dejarla irreconocible. “La” ciudad ya no existe. A medida que el concepto de ciudad se distorsiona y se extiende hasta limites sin precedentes, todo acto de insistencia en su condici6n primordial —en cuanto a imagenes, reglas 0 realizacion— lleva irremediablemente, por via de la nos- talgia, a la irrelevancia. Para los urbanistas, el descubrimiento tardio de las virtudes de la ciudad clasica en el momento de su im- posibilidad definitiva puede que haya sido un punto de no retorno, un momento fatal de desconexi6n, de desca-

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