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Y
¿qué criterio sigue nuestra legislación? .
Expondremos las dos posiciones respecto al aborto: Por un lado está la salud de
la mujer y por otro su decisión de no querer seguir con la gestación.
En cuanto a la salud de la mujer, si un médico determina que la mujer pone en
riesgo su vida, si prosigue con el embarazo, puede optar por recomendar un
aborto y la mujer decidirá, si está consciente para hacerlo; en caso contrario sus
familiares directos o su pareja tomarían esa decisión. Tal puede ser el caso de una
gestante que tenga un accidente y no esté en condiciones para decidir por sí
misma.
En cuanto a la decisión de la mujer de no querer seguir con la gestación, es ésta
la cual por su propia voluntad decide abortar. Ésta decisión puede ser movida por
tener el conocimiento de que su hijo nacerá con alguna discapacidad física o
mental.
Quizás ella considere abortar porque el padre puede no querer hacerse cargo del
niño o la pareja no cuenta con los recursos económicos para asumir la
responsabilidad de tener un hijo o de criar a otro hijo.
La edad de la pareja o de uno de los dos, también puede producir una enorme
presión social sobre él, ella o ambos, que casi lleva a la decisión de una
interrupción del embarazo como única solución.
El haber quedado embarazada luego de una violación o por el hecho de que la
mujer considere que tener un hijo atenta contra su futuro profesional, pueden ser
motivos para una interrupción voluntaria de la gestación.
Por último, la tensión entre las dos posiciones antagónicas, uno a favor de
la despenalización y legalización del aborto y uno oponerse a él, expresa
diferentes enfoques. Ambos podrán convenir en que deben prevenirse
abortos. Una discrepancia radical central entre ellos es que algunos
piensan que todos los abortos deben ser prohibidas, mientras que otros
señalan que es esencial para legalizar y despenalizar su práctica como
medida de salud, y como medio de preservar los derechos.