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EL MENSAJE DE LA BIBLIA.
Carlos Allec Cordero.
Dios es consecuente, es siempre el mismo. Nuestro Dios está en los cielos, todo lo que
quiso ha hecho. Él es el Dios vivo, que ve, que, habla y actúa.
En total concordancia con esta insistencia del Antiguo Testamento en que Dios es el Señor
de la naturaleza, está la enseñanza de Jesús en el Sermón del Monte, de que Dios gobierna
los mundos animados e inanimados.
A veces se suelen oponer el amor y la ira de Dios, junto con sus obras de salvación y juicio,
como supuestamente incompatibles. El Antiguo testamento lo revela también como un Dios
de misericordia, mientras que el Nuevo testamento lo rebela también como un Dios de juicio.
La única explicación que da la Biblia de esta ambivalente actividad de Dios, de sus hechos
de salvación y de juicio, es simplemente que él es así.
Habiendo centrado la atención en la revelación bíblica de Dios como vivo y soberano, por
una parte, y consecuente consigo mismo por otra, no cabe duda de que la manera
fundamental de como el Dios vivo se ha expresado es en la” gracia”. Quien no conoce el
significado de la gracia, no puede entender el mensaje de la Escritura. Es el amor que se
inclina y se sacrifica y sirve, amor que es bondadoso para con el que no lo es y generoso
para con el desagradecido e inmerecido. La gracia es el favor libre e inmerecido de Dios,
que ama al que no merece ser amado, busca al fugitivo, rescata al perdido sin esperanza,
y levanta al mendigo del estercolero para hacerlo sentar con los príncipes.
Es la gracia lo que llevó a Dios a establecer su pacto con un pueblo determinado. La gracia
de Dios es la gracia del perdón.
“Pacto” es un término legal, y significa cualquier compromiso que obligue. Cuando se
menciona en las Escrituras es para descubrir lo que Dios ha hecho, sin embargo, no debe
considerárselo como un acuerdo entre dos partes iguales, una suerte de contrato mutuo.
Es más bien como un “testamento” en el cual el testador dispone de lo suyo a su sola y
entera voluntad.
La redención.
Redimir era comprar la libertad de alguien, recobrar mediante el pago de un precio algo que
se había perdido.
Un hombre en pecado es un hombre bajo juicio, que no merece sino la muerte a causa de
su rebeldía.
Jesucristo se identificó tan completamente con nosotros en nuestra situación, que llevó
nuestro pecado y murió nuestra muerte. Dios lo levantó de los muertos para vindicarlo y
demostrar que su sacrificio pro el pecado no había sido ofrecido en vano.
La adopción.
La glorificación.
Resurrección no es lo mismo que resucitación. Aquellos que Jesús levantó de la muerte durante su
ministerio terrenal resucitaron en este segundo sentido. La resurrección, en cambio, significa el
comienzo de una nueva vida, diferente, inmortal.
De modo que nuestros cuerpos resucitados, aunque conservando cierta continuidad con nuestros
cuerpos actuales, serán también transformados. Estarán libres de corrupción y de la carne, la
naturaleza caída que en cierto modo les pertenece. El cuerpo de nuestra resurrección será un
cuerpo de gloria, como el de Cristo.
La biblia empieza con la creación del universo y termina con la recreación del universo. En el
comienzo continua con la descripción de la caída del hombre en un huerto y la pérdida del paraíso;
termina en un huerto, con el paraíso reconquistado.
Conclusiones y comentarios.
El mensaje bíblico tiene que ver con la salvación del hombre, algo que se origina en la mente de
Dios, por eso desde el AT vemos ejemplos con la nación de Israel y ya en el NT con la iglesia, en
ambos casos se trata del mismo hecho, la salvación de la humanidad.
El carácter de Dios su amor, misericordia e ira, así como su justicia y soberanía están a lo largo y
ancho de las Sagradas Escrituras. Esto es reflejado en la relación que mantiene con el hombre.
El mensaje bíblico nos expresa que el hombre ha caído, ha dejado la santidad y es por eso la
necesidad de la salvación, esto implica a su vez, que el hombre no solo necesitaba ser salvo, sino
restaurado, adoptado y gozar de privilegio como hijo, pero al mismo tiempo, el resultado de la obra
divina sería la glorificación del hombre, para que este deje su estado corrupto y venga a un nuevo
estado con el mismo cuerpo, pero ahora con cualidades distintas y que pueda gozar el nuevo huerto,
los cielos nuevos y la tierra nueva.
Stott, John (1980). Cómo comprender la Biblia. (Adam F. Sosa, trad.). Buenos Aires, Argentina:
Certeza.