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Noticias – Adventistas
Adolfo Suárez
15 de junio de 2016
[4]
Hacer discípulos implica enseñar, instruir. También implica formar aprendices, pupilos, alumnos. El principal vocablo griego traducido
como discípulo es mathetes, usado en los evangelios para referirse a un seguidor de Jesús, un aprendiz de Jesús, es alguien
comprometido con Jesús.[5] Por lo tanto, un discípulo “es alguien que oyó el llamado de Jesús y se volvió su seguidor”.[6] De modo que
la gura del discípulo se re ere a alguien que sigue a Cristo.[7] Em relação ao conceito de discípulo, uma ideia parecia ser clara e
consensual entre os Con relación al concepto de discípulo, una idea parecía ser clara y de consenso entre los primeros cristianos: no
debería haber diferencia entre ser discípulo y ser cristiano. Tanto es verdad que, en Juan, mathetes es, un término frecuentemente
utilizado para expresar proximidad y compromiso con Cristo (Juan 8:31; 13:35; 15:8); diríamos que “discípulo” es sinónimo de
“cristiano”.[8] O sea: si soy cristiano, soy discípulo, si soy discípulo, soy cristiano. Así, si soy cristiano, entonces soy seguidor de Cristo, soy
aprendiz de él, y vivo comprometido con él.
“El discipulado cristiano es una relación de maestro con alumno basado en el modelo de Cristo y sus discípulos, en el cual el maestro
reproduce tan bien en el alumno la plenitud de vida que tiene en Cristo, que el alumno es capaz de entrenar a otros para que enseñen a
otros.”.[9] El resultado del proceso del discipulado aparece en forma de más discípulos: el discípulo se vuelve discipulador. Podemos
a rmar, entonces, que “el discípulo es el alumno que aprende las palabras, los hechos y el estilo de vida de su maestro con la nalidad de
enseñar a otros”.[10]
La gente reunida confraternizando, sonriendo, cantando y leyendo la Biblia es algo muy bueno, pero es necesario que se haga mucho
más: con una vida disciplinada, el discípulo necesita hacerse discipulador. Hacer menos que eso es desvirtuar “la religión que fue
fundada por Jesús”.[11]
La iglesia tiene la misión de formar discípulos que se vuelvan discipuladores. ¿Con qué nalidad? Con la nalidad de que se alisten en la
misión, y de alistar a otros en la misión. ¿Y cómo la iglesia puede ayudar a las personas a volverse discípulos y discipuladores? O sea:
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15/2/2018 "Hacer discípulos a todas las naciones”: la misión de la iglesia- Parte 2 - Noticias - Adventistas
¿Cómo podemos salir de la condición de creyentes seguidores de Cristo para volvernos discípulos equipados, verdaderamente
discipuladores?
Es fundamental que la iglesia promueva algunas acciones que apunten al discipulado: quiero comentar tres de esas acciones, dos de las
cuales quedarán para el próximo artículo.[12]
1. Con el n de ayudar a los miembros a ser discípulos y discipuladores, la iglesia debe promover prácticas o disciplinas
espirituales personales.
Una de las principales disciplinas espirituales es la oración. Todo discípulo y discipulador ora constantemente, ora sin cesar (1
Tesalonicenses 5:7); o sea, se mantiene sensible a la voz de Dios en todo tiempo. Hace eso en sus momentos devocionales, por la mañana
(Salmo 5:3), pero también lo hace durante el día a día, ya sea antes de una comida, antes de tomar una decisión, incluso en gratitud a
Dios antes y después de una negociación comercial exitosa, o antes y después de una consulta médica. Considerando que las personas
oran poco, tal vez sea necesario que enseñemos a las personas a orar y que insistamos en la importancia de una vida de oración.
La lectura de la Biblia es también otra disciplina espiritual. Todo discípulo y discipulador lee la Palabra de Dios. Es más, las más valiosas
enseñanzas de la Biblia no se obtendrán con un estudio ocasional o fragmentado. Su gran conjunto de verdades no es presentado como
para ser descubierto por el lector apresurado o descuidado. Muchos de sus tesoros yacen muy abajo de la super cie, y solo se pueden
obtener con una investigación diligente y un esfuerzo continuo. Las verdades que irán a completar el gran todo, deben ser investigadas y
reunidas “un poco aquí, un poco allí”. Necesitamos enseñar a los miembros de la iglesia cómo leer y comprender la Biblia. No basta con
que les exijamos la lectura de la Biblia. Es necesario decirles cómo se hace.
Además de orar y leer la Biblia, el verdadero discípulo y discipulador practica la meditación cristiana. El Salmo 119:48 registra: ” Alzaré
asimismo mis manos a tus mandamientos que amé, y meditaré en tus estatutos”. El salmista nos exhorta a la meditación, momento
sublime cuando sacamos los auriculares de los oídos, cuando nos desconectamos de la charla virtual, cuando quedamos quietos y
entramos en sintonía con Dios: con calma, con paciencia, como quien espera un encuentro especial.
Lo que da real sentido a nuestra vida y el rumbo correcto para el cumplimiento de la misión es saber estar a solas con Dios. Es comenzar
el día con Dios. Es primero Dios.
[2] Dietrich Bonhoeffer. Discipulado. São Paulo: Mundo Cristão, 2016, p. 24.
[4]
Strong, J. (2002). Léxico Hebraico, Aramaico e Grego de Strong. Sociedade Bíblica do Brasil.
[5] Bill Hull. The Complete Book of Discipleship: On Being and Making Followers of Christ. Colorado Springs, Colorado: NavPress, 2006, p. 32.
[6] Lothar Coenen e Colin Brown, organizadores. Dicionário Internacional de Teologia do Novo Testamento, p. 578.
[9] Keith Phillips. A Formação de um Discípulo. 2a edição. São Paulo: Vida, 2011, p. 20.
[11] Idem.
[12] Adaptado de Greg L. Hawkins e Cally Parkinson. Siga-me: O Que Vem a Seguir? São Paulo: Vida, 2009, p. 36 a 54.
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