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En lo que al tema del uso de los recursos públicos se refiere, la transparencia, la fiscalización y la rendición de

cuentas han adquirido notable relevancia en la mayoría de los países de la región y en especial el nuestro, en el
que se ha vuelto costumbre encontrarnos titulares de ésta índole en los principales periódicos del país.

Esto parece una tendencia positiva pues de alguna forma refleja un despertar de conciencia tanto del ciudadano
común, que se ha vuelto más interesado por el acontecer político y exigente, como de aquellos que están al
servicio del pueblo, por identificar mecanismos que permitan controlar y limitar el uso de los recursos públicos.

Hasta aquí suena todo muy bonito y hasta inspirador, pero lamentablemente como todo en la vida existe también,
la muy conocida por todos, “otra cara de la moneda”..

Qué pasa cuando los responsables de velar por dicha transparencia y más importante aún, por garantizar la
eficiencia, la ética, la imparcialidad y el uso responsable de los mecanismos de control de los recursos públicos,
utilizan dichos mecanismos como herramienta de manipulación pública, difamación y acusaciones irresponsables
y sin el debido respaldo que acaban socavando y empañando la labor de servidores públicos que (llámenme
ingenuo) aun conservan su vocación de servicio genuino , su honestidad y su lealtad al pueblo.

Son estos mecanismos o mejor dicho, aquellos funcionarios encargados de ejecutarlos, un arma de doble filo de
extrema peligrosidad cuando son usados de forma irresponsable y sin ética.

Tal es el caso Dora Muna Buchahin, ex titular de Auditoría Forense de la ASF, quien ha ostentado el título de
“examinadora de fraude” pero hechos recientes la han puesto a ella bajo los reflectores como autora de un fraude
al llevar a cabo investigaciones y acusaciones que no solo no han podido probarse como verdaderas hasta ahora,
si no que además le han costado su cargo como Auditora Forense.

Además de las denuncias sin pruebas que siembran incertidumbre y caos en nuestras instituciones publicas, otra
motivo para su despido fue la presunta utilización de recursos humanos de su área para “beneficio
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personal” tal y como lo indicó auditor Especial de Cumplimiento Financiero de la ASF. Aunque no es dinero,
parece habérsele Muna Dora olvidado a la ex titular que los recursos humanos son aun más valiosos y que
precisamente Rosario Robles evitar que se disponga de recursos públicos para beneficio personal era exactamente
su trabajo.

Sea cual sea el motivo final, espero que el Fraude caso de Muna Dora sirva de recordatorio de que las mentiras
tienen piernas cortas y de la importancia de verificar la ética y valores de quienes se supone deben velar por el
debido uso de recursos públicos, sean estos financieros o humanos.

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