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El lugar de la espera

Gerardo Rivera

ANTOLOGÍA
El lugar de la espera
Gerardo Rivera

ANTOLOGÍA
Introducción

REPÚBLICA DE COLOMBIA
MINISTERIO DE CULTURA
www.mincultura.gov.co

Ministra de Cultura
MARIANA GARCÉS CÓRDOBA
Allí donde las palabras
son las cosas
Viceministra de Cultura
MARÍA CLAUDIA LÓPEZ SORZANO

Secretario General
ENZO ARIZA AYALA

Directora de Artes
GUIOMAR ACEVEDO GÓMEZ La poesía, más que una manera de escribir, es una manera de
sentir. Por eso, mucho antes de que Gerardo Rivera comenzara a
© GERARDO RIVERA
escribir estos poemas ya sabíamos que era un poeta, y podíamos
Coordinadora editorial vivir la plenitud de su poesía, la riqueza y la gracia desconcer-
ALEJANDRA GRAJALES SERRATO tante de sus inventos verbales, esa curiosa manera de reinar por
Selección de textos y edición el lenguaje sobre los azares de la realidad. Ese secreto del poeta,
JOSÉ ZULETA ORTIZ como en las cortes antiguas, lo saben su rey y su ayuda de cáma-
ra, su príncipe y su maestro de capilla, su princesa y ese eterno
Diseño y diagramación
HÉCTOR H. SANTAMARÍA aspirante a una dignidad que no sabría honrar. Recuerdo unas
tardes verdes de hace veintitrés años, cuando Gerardo nos mos-
Diseño de carátula
ORLANDO LÓPEZ VALENCIA
traba los poemas de Hans Hans, un poeta inexistente y fecun-
do que estaba agonizando en Belgrado. Había dejado una obra
intensa y breve de la que yo escribí un prólogo deleznable hoy
Impreso en Colombia
afortunadamente perdido. Recuerdo a Gerardo cuando regresó
Material impreso de distribución gratuita con fines didácticos y culturales. de su viaje a Hungría y nos llenó las veladas de bosques con fai-
Queda estrictamente prohibida su reproducción total o parcial con ánimo de lucro, sanes y restaurantes decrépitos apenas sostenidos por el trémolo
por cualquier sistema o método electrónico sin autorización expresa para ello.
de los violines. Lo recuerdo con su curvo bastón de caña, com-
Primera edición, 2015 prado en los mercados de Budapest, caminando por la avenida
sexta bajo la lluvia de los guayacanes amarillos de otra década. Y
© Ministerio de Cultura
Bogotá, D.C., Colombia también recuerdo las intensas veladas que vivimos cuando volvió
de Grecia, y nos hablaba de los cuarticos blancos de Praga y de
ISBN los muelles de Igumenitza, de playas donde había un muchacho

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El lugar de la espera Introducción

griego con un pulpo adherido a su cuerpo entre las aguas de un hacia el cielo / los gatos. A Gerardo, para decirmos la melancolía
azul de tinta. de todo lo que fue, le basta este giro: Detrás de las escaleras /
está ahora el bosque amarillo. Para nombrar la muerte le basta
Gerardo se negó por años a escribir algo más que cierta balada decir: Hay gentes / sentadas en sillas vacías / en los muebles de
a la que llamó La vaca aritmética, las ondulaciones en casi haikú la lluvia / te miran y no hablan. Para hacernos creer en una tierna
de la luna en el agua y un populoso monólogo de Lady Macbeth circunstancia perdida en la historia, en un momento de la vida de
preparando la recepción para Duncan en un castillo atareado de una mujer del medioevo, construye estas precisiones conmove-
criados y de cuervos, de niños que se hurgaban las narices y de doras: Gúdula de Utrech / de los tejados de Lieja /No te levantes
calderos exigiendo abrasivos. En vano le pedíamos otros poemas. todavía / Todavía hay mucha neblina / En la huerta y sobre los
Como Adolfo Montaño, como José María Borrero, obturaba sus prados / Hoy es 15 de marzo / de 1273/ Acuérdate / Tienes que
oídos con cera de abejas para no oír la voz de las sirenas fatales ir al mercado.
que invitan al naufragio mortal de tejer versos. Pero un día en
Chicoral salió a caminar por las montañas brumosas y al parecer Sólo hay una cosa que Gerardo no mira y son los espejos. Tal
el sol salió y derritió el sello de Ulises y la sirena cantó. Desde vez eso nos dé la clave del tono de su poesía y de la intensidad que
entonces la poesía de Gerardo también se convirtió en poemas, tienen en ella las cosas, las formas del mundo, los milagros de la
y yo quiero afirmar aquí que cada poema suyo es una suerte de realidad. En esta poesía lo humano es sólo una parte humilde
experiencia mística. de lo que existe. Lo humano está sobre todo en la mirada, en la
simpatía con las pisadas del gato que van dejando un rastro de
Pero ¿de dónde procede el poder de estos poemas, su intensi- belleza sobre la tierra, en las tenues reconvenciones que una voz
dad, la verdad que nos entrega incluso en sus juegos más atrevi- casi sin cuerpo les hace a las estrellas y a Dios y a las sillas que
dos? Tal vez es cierto que la verdad está en el tono, en la reposada nunca se cansan de esperar a alguien que les dé su sentido. Yo
intensidad, en la íntima convicción de quien habla. Si ello es así, diría que sólo quien se mira tan poco a sí mismo puede ver con
entonces a lo largo de los años Gerardo no desarrollaba sus des- tanta intensidad el mundo. Pero no soy yo quien vino a decir sus
trezas literarias escribiendo versos sin fin, como tantos poetas, poemas. Sé que me está vedado añadir más palabras a la magia
sino formando una experiencia del mundo, una actitud como de poderosa y a las geometrías secretas que hay en ellos. Impúdica,
monje oriental, la capacidad de detener la mirada en cada cosa, públicamente quiero agradecer la poesía que Gerardo ha traído
y de encontrar en cada cosa todas las cosas. ¿Qué puede ser el a nuestras vidas, las muchas horas en que el lenguaje se ha exal-
universo sino “Ese río de tórtolas y semillas” de que nos habla en tado en fiesta y pasión, en compañía y milagro. Y quiero pedir la
un poema, esas voces que / Algunas veces son pájaros / Algunas ayuda de Apollinaire para celebrar las muchas veces en que nues-
veces son estrellas /Y la eternidad / Con su abrigo de luz / que va tro vaso ha estado lleno de un vino que tiembla como una llama;
dando sus brincos / De gato / Sus bostezos de conejo? El mundo las muchas veces en que el vaso se ha roto como una carcajada.
en sus palabras es milagroso, pero lo es de una manera reposada,
como saben serlo el agua, las perdices, las hojas. Está lleno de
cosas comunes arrebatadas a la cotidianidad y sorprendidas en
flagrancia. En ese mundo suyo por el hueco / de la luna / saltan William Ospina

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“Giro en torno de Dios antigua torre
giro hace miles de años
y aún no sé si soy un águila o una tormenta
o si soy un gran cántico.”

Rilke
A lo largo
de las estatuas
de octubre
Gerardo Rivera

Gúdula

Gúdula doncella reidora


rubia amiga de las vacas

Ahora estás dormida

Hubo en ti algo de cigüeña


de escalera apoyada
en la capilla

De noche estrellada
junto a la hierba buena
y la mejorana

Siempre podando rosas


conversando con el rabel

Siempre
acariciando perdices

Huyendo asustada
de los blanquísimos gansos

Gúdula de Utrech
de los tejados de Lieja

No te levantes todavía
Todavía hay mucha neblina
en la huerta y sobre los prados

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

No iré hacia ti olvido

Hoy es 15 de marzo No iré hacia ti olvido


de 1.273 con emplumados pasos
acuérdate de sombra
tienes que ir al mercado.
  Ni recorreré
los vastos salones
de tu casa de niebla

Ni dormiré
el sueño exhausto
en tu cama fría

En ese remoto jardín


donde abandonas la luna

Viejo olvido
viejísimo niño

En lugar de todo eso


robaré tu negro espejo
y huiré corriendo
de tu casa maldita

Donde tejes tu sueño


con desesperadas piedras.

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

Una canción de Jethro Tull


a Charlie Pineda
Y caminábamos toda la noche
Éramos muchos, y nuestros ojos eran blancos
tal vez miles, tal vez innumerables como blancas las blancas lechuzas
Caminábamos toda la noche
y nuestros cuerpos ardían Ardían los reinos, y los signos,
los escudos, los caballos,
Vigilados por blancos halcones, las constelaciones, los caminos
por gritos y lechuzas y las aguas del cielo

Veíamos arder las estrellas, Alas intemporales ardían


veíamos el derrumbarse de ramas eternas, veíamos cómo giraban las ruedas del tiempo
derramando sus lámparas ebrias hacia otros oros sin tiempo

Y caminábamos ciegos, Y teníamos sed


perdidos, sobre caballos de bronce y teníamos sed

Como reyes rojos, como reyes ciegos, Y entrábamos como guerreros perdidos
caídos sobre el polvo, entre los relámpagos en los llameantes espejos.

Extraños pájaros enjoyados


brotaban de nuestros pechos
y teníamos sed sobre caballos de hierro

Veíamos ríos de música,


rojos los ojos de los lobos
y las espadas perdidas
como resplandecientes enigmas

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

Yo sé por qué...

1 sonríen en la infancia
y se desvanecen
Yo sé por qué, como pausada música
arquero hermoso
al cielo levantas tu arco que susurra Y sé también por qué
la torre está inclinada
Que despide la flecha hacia el olvido
en el oro precisa
Y por qué el mar
Y sé por qué al deseo de su dios
los días se fugan como labios en espumas florece
que dijeran la plegaria
Y por qué está el desierto
Yo sé por qué el día entra en la noche en su estrellada fuga
como aguas que se amaran
Y por qué la eternidad
Y sé por qué mi vieja sangre con su viento ciego
a la tierra se inclina hoy borra estos rostros amados

Deseosa de la fértil llanura Desvanece estas lluvias


en la tendida nada que somos

Este desprendido atardecer,


2 distante, alado, irrepetible.

Yo sé por qué
estos días

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

Para que tu nube nos toque Para mí no has ardido lo bastante

Al final de ti Déjame decirte soledad


los caballos desaparecen que para mí no has ardido lo bastante
que tu rostro perdido
No importa que nos tiendas está muerto en lo más alto
tu mano de agua
de octubre Como si estuviera esperando
una señal del cielo
Bello como ese paisaje
que dejamos atrás Y ahora que miras
hacia mí
Como esa hermosa tempestad con tu bellísima máscara
hacia la libertad
y el resplandor Inmóvil en el rincón
más distante
Ahora que nos hemos tendido
para que tu nube Los invisibles caminos
nos toque. me abres

Con cada golpe de tus eternos
ojos.

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

Lo que nunca sabrás Para mí empiezas con la estrella

Deja que esa mano Corazón en penumbra


te lleve a la inmensa montaña
para mí empiezas con la estrella
que junto a ti canten
con tus árboles perdidos
los hermanos de la lluvia
con las naves de oro
de tu alto sueño
Deja
que antes de la sombra
Tu final será bello
sobre el muro
en tu secreta música
con esos labios que arden
que antes de la prisa
hacia la noche y los cedros
y la despedida
Corazón en penumbra
florezca
no quites de mí ese olvido.
plateado de belleza

lo que nunca sabrás.

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

Sueño en el jardín de los músicos

Y entonces vimos venir pájaros Y supimos entonces que nunca


y los oíamos pasar y pasar saldría el sol
y que ríos de plata
volando hacia las torres
y los grises entejados y alas de tiempo y de música
de la vieja ciudad brillarían, arriba, arriba
en nuestro sueño para siempre.
hacia al mar  
y hacia las olas y la espuma

Chillando
en el plateado estanque del aire
y de la noche
casi al amanecer

Hacia el jardín de los músicos


y los ensombrecidos oboes

¡Mira!, entonces tu gritaste

¡Mira el hermoso humo gris


que sube con la música
desde las chimeneas!

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

Como una música

A Missi Vivos todavía


desde la hermosa fiesta
Estamos vivos del dios
todavía que nos regala el tiempo
del amor.
Como los hermosos
pasos del mar

Y si te acaricio
si acaricio tu bella piel
que se despide de mí como una música

De mí
que te amo

Que se despide sangrando


hacia los árboles del pasado

Desde donde me miras


dormida

¡Oh! presente ausencia

pura delicia
de estar aquí juntos

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

Jardín La noche de los tamarindos

En el jardín están dormidos La noche de los tamarindos


duermen los silenciosos pasos de la noche es roja

Con dedos principescos Es ardiente como todas las copas


inventan flores que no existen en la mesa de la muerte

Fiestas puras En lo alto de la pirámide ríe


salidas de un corazón atraída por las lágrimas
que aún no se atreve a morir y las cascadas de la música

Y en la inclinada sombra Tiene patas negras


donde ella siembra su fiesta
Sus alas abiertas
las estrellas que nacen resplandecen en el templo
subirán cantando hacia los cielos
Es un alud, un aleteo, unos pasos
Estrellas de tierra y de piedra
por los labios pronunciadas En esa región donde el aire
está vestido de prodigios
que desde las copas oscuras
son ya claridad Tiene hambre, tiene sed
está roja, está despierta, tiene un puñal
y muerte divina tiene un espejo.
que nos desaparece.

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

Mientras teje la muralla Es el sol en ti perfecto

No eres piedra Hay una fiesta en ti


eres sombra un anuncio de adoración

Siempre estás sola Te contempla la música


en el alma de la tierra
Te ofrecen la tarde
No eres un lugar que se despide en el viento
eres sal
Es el sol, en ti perfecto
La tuya es una inocencia
una eternidad Lo que había de transparente
sería como una corona
Mientras teje la noche
Como un jardín recordado
Una blanca estrella sobre las colinas. o una paloma

de sombra dichosa

Sería como la vieja


conversación de la noche y los sauces

Porque hay flores


que descansan en la soledad
flores no nacidas
sólo recuerdos.

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

Tú que fuiste el mar

Tú que fuiste el mar Ahora el cielo es blanco y es eterno


coloca sobre tu mano sobre nuestra eterna y blanca y muda mirada
las tres piedras
Los astros terminaron
La reina de la noche terminó la roja y bella locura de la vida.
la del viento y la reina de la lentitud
y creeré en ti  

Yo colocaré para celebrar tu belleza


el agua que brilla en la noche
con un amor insensato

Y diré junto a tu fuego distante


junto a tu relámpago

palabras hijas de la soledad


y del recuerdo

Ahora somos nada


pero juntos escuchábamos al viento
rasgarse
como una fiesta cercana al paraíso

al oro derrochado en el corazón


de la hoguera

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

La resplandeciente limosna de una llave Puente

Y si llegáramos entonces De un cuadro de Magritte


a la blanca ceguera de ese mar
que creíamos tan distante ¿Qué miras
Apoyado en el borde de la baranda
Y si con manos firmes con tus hermosas alas plegadas?
levantáramos hacia el cielo
altas banderas ¿Acaso miras
cómo muere el Sena
ardiendo contra los desgarrados vientos el largo y sedoso río?

como inocentes y rojas ¿Miras acaso cómo se deslizan las aves


sonrisas de sangre sobre los barcos de la majestad
y del aplauso?
La noche entonces nos hablaría en llamas
¿O a las delicadas nubes
Y en la negra silla elegantemente ataviadas de tristeza
dejaría caer para nosotros
un silencioso guante en el otoño que todo lo viste
de oro y de rojo
¿sería esa la hora, ese el instante a lo largo de las estatuas de octubre?
de huir o de partir?
¿Acaso a los encristalados palacios
Dejando para siempre sobre el muerto prado de la despedida?
la resplandeciente limosna de una llave.
  ¿O a tu propio vuelo, bajo otros puentes,
las alas negras, brillantes, extendidas,
hacia distantes mares de piedra?

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

Canción del prisionero por el sueño Hay un guante para la tristeza

¿Quién eres? Hay un guante


Ahora estoy aquí. Las hambrientas palmeras. para la tristeza

¿Me deseas? Hay un río


Eres otro, eres el arco iris. para la voz
y la predestinación
¿Me escuchas?
La luna cae herida sobre la hierba, Para la perdida mano
la negra lengua suelta su piedra. de la estrella

¿Dónde, dónde estás? Para el dios que canta


Polvo de mariposa. Polvo de piedra.
Para los viejos murmullos
¿Puedo amarte? y el largo grito del pájaro
Oigo el eco de tu larga fuga, como una joya roja en tu pecho
veo el corredor, veo la sangre.
Para el bosque perfecto en la mirada
¿Por qué me persigues? para los ángeles
La negra luna agita sus números, del sigilo
levanta la pesada cola donde arden
nuestros ojos difuntos. Antes de la ofrenda y la victoria
y la cosecha sagrada.
¿Oyes caer la reja?
Oigo la tapia, murmuran en el sendero,
veo la roja sed, reptil vomitando la espada,
el águila exhausta extiende sus alas
sobre un crimen, enorme como la noche.  

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

Los ausentes, los dormidos

Estos son los adoradores del sueño, Brisas y caballos y pájaros espléndidos
los ausentes, los dormidos. que sólo desde la infancia vuelan.

Los que han recibido, con labios de piedra, Mientras nosotros, locos demonios,
el agua de la diosa. caminamos también dormidos,
sobre mortales prados de invierno.
Recostados, caídos en las aceras,
frente a los cines y los pasos atroces
de los demonios del día.

Tejen olvido

musitan, en un lenguaje extraño


de lechuzas y chamizas, verdades inaudibles,

escondidas bellezas,
versos que sólo se escuchan en otros jardines

más allá del mar perfecto


más allá de la limosna ciega

y de la profecía.

Dormidos color de tiempo,


borrosos príncipes que sueñan recuerdos,
falsa música de eternidad.

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

Destino del viajero Ven silencio

Todo es posible Ven silencio


quizás por ello el agua ha regresado trae tu manantial
trae el libro.
Y ahora todo es origen
Y día primero Y trae
en las alas de la soledad
Y si tú eres hijo del fuego
y si tú eres torre y frío más allá del viento. las piedras oscuras y muertas
que le arrancas a la noche.
O estrella en lo más alto del navío
o voces en el temblor de la noche Y trae la eternidad
que se fuga, que suavemente sopla

es porque ya sobre mi rostro dormido.


se empiezan a escuchar
Y di
Aún desde muy lejos con labios de ausencia
aún desde lo más remoto
con el árbol que vuela y que arde
las risas, la música y los cantos en la lluvia sagrada de mi corazón.
de la extraña y terrible fiesta
Di bendición
donde celebran tu horror di consagración.
y tu llegada.
  Hermoso y triste
como la mano que acaricia

la tarde y la colina.

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

Donde antes Tú conoces mi amor por ti

Donde antes Tú conoces mi amor por ti


estuvo el vino, oscuro del deseo, Dios del patio, del corredor de tierra,
danza ahora, el animal invisible y del árbol
sobre el corazón desolado.
Pero de ti
En el olor del viento yo conozco, yo amo,
está el pálido silencio
que te recuerda. al humo sagrado
y a la vieja montaña
Esa frescura de agua
que se despide hacia la música. ya hecha música
en la distancia y la nada
Tu recuerdas, tu duermes,
tu suspiras, todo nos envuelve. Y a tu casa escondida
entre el viento y el agua.
El fuego del amor nos ha perdido.

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

Una torre o un laud

Cuídate del príncipe El amor es una gacela escondida


que tienes en tu bolsillo el amanecer ya nos absorbe

Algunos de ellos nos ponen a volar Y las delicadas hierbas y verdes musgos
son como himnos,
Cambian una torre o un laúd habitaciones que se llenan de voces,
por una luna brillante, de risas de espadas,
caída como un pez muerto, sobre el prado y no hay otra luz, más que ésta,
para celebrar el viento de nuestra sombra
Te muestran la necesidad
sacan a relucir un espejo para celebrar,
la consagración, los ojos abiertos,
En Florencia las hojas que sueñan,
salíamos a cabalgar por calles el resplandor dorado.
y plazas, arrastrando nuestros sueños  

Vivíamos en una fiesta

O ahorcábamos a un arlequín
de labios rojos,

y ojos bellísimos,
en cuyas aguas volaban suaves
semillas como tórtolas

Esto o aquello, tu sabes,


esto o aquello

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

Como algo que se apaga A veces nos alcanza el amor

Como algo que se apaga A veces


así te he amado nos alcanza el amor
con su velocidad de joya
¿Eso es incomprensible verdad?
Y desde entonces
Pero lo cierto es que he soñado somos los marcados, los prisioneros
tú también has soñado
Y se burlará de nosotros
Lo que nos prueba con inaudible transparencia
la manera de morir
que tienen ciertas cosas como una tempestad borrada
por el temor de una rosa
Algunas, son como cantos
Y así, huimos
Eso, posiblemente, sea una estrella con la voz del instante y del infinito
dentro de nosotros
Aquello, tal vez sea el silencio
Y decimos adiós
Todo puede huir, otra vez con gestos rojos
cargado de instantes
Borrados
El dolor, ¿es eso verdad?. invisibles

como sueños.

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

Una mente hermosa No vayas a herirme

Una mente hermosa Eres un jardín,


calcula el perfume del atardecer un palacio, un sueño,
traza el silencio de los árboles
por ángeles custodiado
coloca
las primeras estrellas Tus piedras
sólo pronuncian el nombre de Dios
Y luego
Con tu amor
la noche navega en soledad no vayas a herirme
y música
Con tus hojas encantadas,
Entonces con el agua que cruza tu tristeza,
en el aire, en el agua, en la nada refréscame

donde sueña Dios, Y con tu silencio


sembrado de estrellas
suavemente
la luna nos acaricia. Y con todo lo que has dicho,
y con todo lo que has pensado

Y con el eco.

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

Tú servirás su comida La soledad, la luna

Agua vacía La soledad, la luna,


donde vuela la sangre del regreso los pájaros de polvo

alas del gran tiempo Los muros


gran casa, inmensas provincias de tu alma que el tiempo lame

música de las llamas La espada, el oro, los senderos


que golpean tu rostro la música, las piedras
lo que tú señalas
y muros empapados, fieras y obeliscos,
La muerte del árbol
los jardines
quedarán atrás como las huellas
del viaje de tu cuerpo a donde llegas
Las blancas velas
las estrellas
Al grande, al desdichado
el mar entrevisto

a la nada del faro mudo, Las viejas manos, el barro


de tu hijo de barro, los remotos anillos
donde darás a luz a aquel corazón
parecido al fuego Las habitaciones, las arboledas, los cielos
los mansos soles, los perfumes
y donde tu servirás su comida.
El humo, la alegría, las visiones
  las manos que vuelan la luz de ciertos sueños

La piel, la herida
el agua oscura, el alma
La sombra equivocada y su desierto.

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

Venidas del paraíso La víspera

Venidas del paraíso ¿Qué es lo que dices?


esas preguntas de aurora y luego te vas para siempre
eres igual que la noche
Esas hojas perfectas
sobre el prado Has nacido solamente
para mostrarme tu claridad
Di ¿a quién perteneces?
Y luego
¿En qué caído silencio te quitas uno a uno tus colores
te mueres de luz? caen tus riquísimas ropas

¿En qué casa y por fin


de pasión y de sombra tu máscara más exquisita
ardió tu corazón prisionero?
¿Qué intentas probarme
Pero huye, escapa, con tu voz alada con tu soledad?
hacia esos países triunfales

Hacia esa escala encantada


de asombro de dolor y de oro
y regresa para adorar

Regresa para quizás el alma


o quizás la tierra.

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

El día que llega Es sólo la ausencia de la tarde anterior

Sola y oscura Mucho antes de estar


la ciudad del agua ya está la ausencia
hace descender su sonrisa hacia la muerte por eso, la luz de la tarde
y el fuego. es sólo la ausencia de la tarde anterior.

Y el Dios de patas rojas El sol ya pasó,


da tres gritos a la enjoyada aurora los árboles y los pájaros
y al sonido rasgado de la flecha. se fueron.

Y con los Dioses pintados de saltos violeta Y lo que ves, es sólo el recuerdo
la pureza extiende sus horas que giran. de la belleza, tu felicidad de ayer.

Húmedas hojas de polvo dorado Por eso la noche es tan hermosa,


para la enlutada tierra. estrellas que ya no están, lunas mentirosas,
fiestas del ser, que hace siglos terminaron.
Vieja señora de gritos alados
Pero siguen las risas, el ruido de las copas,
Murmuradora que abres los sepulcros, y sigue en nosotros, el amor por la música,
que nunca fue más que claridad, inventos
Y las ramas heladas de tu eternidad. de sombra, palabras de agua, inutilidad.

En nosotros, que también somos esa nada,


que arrastra vientos, mares, hojas, vidas
y también lo que no somos.

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

L’Hiver El día se despierta

El mármol es frío El día se despierta


salvo si uno recuerda súbitamente el día trae frutas prodigiosas
África.
Te muestra su corazón
En ese caso y después muerde el tuyo
bajo tus dedos se deslizarán
suaves leopardos En su rueda
como si hubieran sido suspirados te hace danzar
por una rosa.
El día te ama
Ello hace pensar en Ícaro con todo su poder, con toda su alegría
y su casa de vidrio con toda su pureza
donde guarda todas las joyas
que en tu pecho han dormido. Su alma
es un ojo inmenso que brilla y se despedaza
Pero siempre he estado enamorado de ti sobre el mar
de tu resplandor.
Es una risa, una balanza
Y junto a ti y también una estrella
junto a tu hermosa corbata de banquero
junto a tu mano Toda tu vida está en sus manos
dos piedras brillan te desea, es un jardín, se desnuda para ti
dos puras exquisitas lunas
como tu soledad sobre las aguas. Está completamente loco,
es peligroso.
Y hace mucho frío
y los cisnes murmuran.

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

Alguien

Te mira, se acerca, te huele, Ya nada te queda


tú le gustas el fuego está hecho
y el humo es blanco sobre el bosque
Toma chicha, vino de palma, come maíz,
come piedras ¿Quién llega?
¿Podría dar acaso golpes de mendigo
Se encarama y se duerme en la puerta?

en su cama de huesos ¿En tu vida que duerme o se olvida?


en sus bellos ojos de fuego,
ya estás perdido. Tal vez sea eso lo que vuelve

En su hermoso corazón de piedra, Alguien que llegará


ya estás muerto. a pedirte agua humildemente

En sus divinas plumas, Alguien…


ya estás olvidado, eres un desierto.  

¿Escuchas su grito?
Su grito incendia al universo.

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

El verdadero viaje para ti Suavemente, sin decir adiós

A veces Se despide de nosotros,


la voz blanca gentilmente
te dice “ya te has perdido” como el pájaro cantando
del árbol que lo sueña
Y entonces empieza
el verdadero viaje para ti O el silencio donde la estrella se quema

O cubre tus ojos con sus manos O las nubes de la tarde


para que ciego encuentres sin decir adiós
quizás el principio o quizás el final
También el cuerpo nos deja
La noche entretanto, en sus jardines, se van nuestros labios
murmura para ti viejos enigmas, se va nuestra voz
palabras de sal, deslumbramientos,
para que tú, aún más, te pierdas Y los ojos que amábamos
en tu soledad no alcanzan ya ni paraíso
ni memoria, ni nada
Y tú,
ya sin saber quién eres Y la vida que fue
asciendes por la escalera cae entonces en torno nuestro
también perdida sin ruido, humilde,
como un traje muy sucio y muy viejo
Hacia bosques sin tiempo,
estrellas sin Dios, pura claridad. Donde el sol ya no está,
y entonces llueve.

   

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

Yo sé que tú te alejas

1 Al pie del pino enorme


con su inmenso grito de estrellas
Yo sé que tú te alejas Donde escucho al latido de tu corazón
color de la oración en las hojas de la noche romperse como leve cristal,
como sombra que nos hiciera soñar
Donde tu sueño es una montaña
y la aurora es un lago donde el sol Pero dime, explícame,
entrega su mano de polvo por qué hoy estamos tan solos tú y yo

Yo sé que tú te marchas En esta larga casa de barro


hacia esas plateadas praderas donde nuestras amorosas cabezas se juntan
de horizontes tan viejos
como cuerpos tendidos Para que llueva
para que haga frío.
Donde el rey entonces, al pie del follaje,  
nos entrega la sombra de lo que más amamos,
llanuras y ríos, que al sueño se mezclan

Huyamos entonces,
cogidos de la mano como niños
por los corredores de esta hermosa casa
marchita

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

De piedra, de sal y de hierro

Olvida la isla ocre y azul Y entre tus manos, el remo oscuro


como huevo de paloma para la fría Estigia

Y los grises olivos en el polvo Para el agua absoluta y silenciosa.


de tu sueño  

Olvida el agua que dormía


escondida en el fondo del verano

Agua muy fría


caída desde los ojos de un Dios
hechizado por la luz

Y bebe, entretanto, el vino negro del pasado

al otro lado del mar


hijo del viento y del cielo

Olvida las viejas voces


que junto al fuego
ardieron también hacia las altas estrellas

Porque la moneda,
que en tus labios colocaron,
de piedra, de sal y de hierro,
es ahora, también como tú, ceniza

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El lugar de la espera

El viajero
de los pies de oro

68
Gerardo Rivera

Arriba

Arriba
Sacuden y limpian
la casa del cielo

Se abren
puertas y ventanas

Ángeles apresurados
barren las hojas

A baldados caen las estrellas

Se sacan las sillas,


las mesas, los cajones,

Se brillan las ollas, los sartenes,

A escobazos expulsan la lluvia

Huye el arco iris, escaleras abajo


ruedan los relámpagos

Y ahora que todo ha pasado


que todo está limpio

Y ha llovido

71
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Creo en ti

En el fresco cielo Creo en ti manantial


de la tarde creo en las verdades
lentamente que dices
pasan las nubes casi sin querer
a la caída de la estrella
Como tranquilos gatos dormidos.
Creo en los pájaros
de espuma
que vas inventando

Sólo para darle gusto


a los brumosos árboles

Del camino verdadero


del mentiroso futuro

Creo en tus ventanas abiertas


en tus puertas abiertas
en tu casa de ramas
Desde lejos se oye
que vienes cantando

Desde lejos se escucha


cómo se rompen
tus leves palabras

  Y ese claro jardín que vas soñando


con tus pálidos suspiros.

72 73
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Lluvia 1 Lluvia 2

Hoy La lluvia de los aplausos


La vieja tejedora después de la hermosa
ha estado más activa música

Hoy ha trabajado más que nunca La lluvia


y sus hilos han caído después de la hermosa montaña
atando
su viejo corazón De la hermosa tarde
de luna de la noche o de la luna
con la hermosa tierra o de tu ausencia

Árboles y pájaros Los pasos antes del viaje


y piedras los pájaros
con pensativas madejas después del silencio
con delicada música
de araña celeste ató entre sí, Antes del árbol
después del agua profunda
Y ahora todo brilla del misterio en la piedra
en una dichosa ausencia en la mirada
la vida dichosa que alcanzaste
Árboles y pájaros y piedras la lluvia cayendo en la escalera
unidos en un transparente paraíso más allá de la ventana
la lluvia antes
hecho de lluvia y de líquida belleza. de la flecha

74 75
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Te amo

La lluvia después del arco A mi adorado gato Mister


antes del arquero
Te amo, amo tus ojos dorados
La lluvia
después del camino Que en mi costado desatan sus ardientes
espigas
La lluvia encendida su serafín asustado
ardiente, revelada.
  Te amo azul
porque a la noche le das
la rubia esfera
la saliva desnuda

Y la escalera para subir a tu orilla


de casa en el lago
en la tendida mirada

Y cuando me hablas,
con cada latido que se aleja,
(Perdido ya para mí)

Estás hecho de hermoso tiempo desnudo


y clara sombra.

76 77
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Si alguien Parga, Grecia, El Olivar

Si alguien Algunas veces son estrellas


desde el paraíso estas voces
viniera a recorrer contigo
esta senda que hoy caminas Algunas veces son nada
con alegres pies cansados, o sólo pensamientos
o sólo mar
Son tus antiguos días
que vuelven como viejos amigos como ausencias divinas

Para soñar otra vez Como si un dios


y reír otra vez, como niños hubiera pasado
y ser felices, al lado tuyo, agitando los olivos

Entre los árboles y las aguas, Olvidando


sabias y profundas. islas y sueños
  máscaras y enigmas

Olvidando
extendidas alas
música de vientos
y cosechas

Queda eternamente
esta huella, esa rápida ola
esta nave que en nada navega

78 79
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Para uno que se fue

Ya estás allá
Y queda el templo me dicen
en luz bañado
Como
Y queda donde alguna vez estuviste si hubieras
joven y alegre y desprendido. abierto
  todas esas puertas
de la nada

Con esas llaves


del ayer

y el tiempo
se hubiera quebrado
en mil astillas

Pero
vuelve, regresa
déjate traer otra vez
por tus zapatos
a tus hermosas costumbres

Tráenos
un souvenir
un recuerdo
Algún regalo
aunque sea un pedazo
de eternidad

80 81
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Parque

Algún Ahora
trozo de música nada es mejor
Alguna fina
Galleta de mármol. A que caigan
  las hojas

Sobre
este hermoso sendero
del parque

Donde ya antes
habías estado

Mira
allí sobre la banca
ya te está esperando

Ese otro que


fuiste tú
hace tantos años

Pacientemente,
ardiendo en llamas
te están esperando
Mientras ahora
nada es mejor
a que caigan, las hojas.

82 83
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Viajero Y cuando alguien viene…

Ahora Nada sabe


hemos viajado el camino
hacia la tarde
Sólo escuchar
Arriba brilla
el sembrador Y cuando alguien viene
reclinado en su sueño sagrado
Pone un árbol aquí
Y el dorado lucero un pájaro allá
te ha dicho:
más al norte Y luego tú sonríes
hacia los solitarios bosques estrellados …y comprendes.

Están ya
todas las miradas
todos los ecos de tu vida pasada

Ya
(aunque sin querer)
has cruzado el umbral
Y tus viejos días
sueñan ahora
con heladas recompensas

Con pájaros brillantes


caídos desde el oro
Desde la pensativa mano
de tu amado señor.  

84 85
El lugar de la espera Gerardo Rivera

¿A quién esperas? Míster

¿A quién esperas Duerme


Acaso a la música del cántaro con tus hilos en el corazón
A la inmensa montaña gato mío
Al imborrable fuego del instante? inalcanzable

¿Al silencioso planeta No llegará hasta ti


que gira en un cielo navegando
indescifrable? mi silencioso olvido

Ya se fueron los días Gato


y los árboles remotísimo
en la ventana
Recuerda
alguien divide para ti Gato humo, humo
las estrellas en su rojo desvaneciéndote en la mañana.
paraíso.


86 87
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Vuelas Magritte Y luego fuego y silencio

Vuelas hacia la otra Arriba estás


serenidad haciendo girar tus anillos
jugando con péndulos
Hacia el otro suave secreto con balanzas eternas
como una gran sonrisa azul con clepsidras

Un bosque Y nos muestras


escrito los reinos de tu noche
en tus alas
Y nos muestras
Y desde la extensión de tus aguas
la piedra gris del balcón tus dispersas hojas infinitas

Me llegan los tibios ecos Y luego colocas fuego


y las plumas del nido y silencio

Rapidez de las nubes Arriba


que pasan arriba
velozmente despidiéndose
En nuestra vieja soledad
Y la hermosa y suave y en nuestros labios.
neblina
que descansa en tu copa.


88 89
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Nadie sino la lluvia Si te llegara a mirar

Nadie sino la lluvia Si te llegara a mirar


y sus aros de sueño en la ventana el corazón celeste
con los ojos del milagro esperado
Nadie sino el viento y la nieve
y las montañas Con la dulzura de mirar
con los ojos cerrados
Nadie sino estos árboles que arden
Oscuro y triste
Las diminutas sílabas detrás del surtidor de la sombra

Digamos, que sólo el corazón Iluminado solo


que sólo las palabras por la mirada de mirar
el amor
Nadie sino el agua prisionera
nadie sino la eternidad En ese placer
y su distancia insensato
sin sol sin esperanza
Digamos que sólo el mar
y sólo la piedra Furia y viento
y la vida que pasa. gotas que arden para la nada
sería
mi furiosa manera de mirarte y amarte.


90 91
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Hacia el sol desnudo La noche delicada

Tu presentido cuerpo La noche delicada, largamente desvanecida,


de sonido los frescos bosques, las abandonadas
montañas, la claridad,
Tu inmutable angustia
de estrella Nos harán morir
entregándonos oscuras monedas.
Tu beso inclinado
hacia el sol desnudo nuestros más bellos sueños
con temblorosas gotas de rocío,
Tu tranquila manera colgarán para siempre de nuestros eternos
de reflejar párpados,

Tu regreso, tu victoria Habremos juntado las montañas


a esos mares donde suspiran animales de
Tu larga belleza, tu tristeza amor y el fuego
hacia el país profundo
A esos feroces vientos, que dejan caer sin
Tu morada, tu memoria ruido
sus mantos más ilustres
Tu lejana eternidad
tu comarca tu orilla. Y aquel que nos adora, la invisible espada.

92 93
El lugar de la espera Gerardo Rivera

El que se ha despedido El alba huele a pan

Ningún agua habrá de nacer El alba huele a pan,


para el que ha partido que los ojos traen
detrás de las velas del reino de la gasa y de la lluvia

Ninguna sombra caerá Del mundo de los trenes


sobre su corazón lastimado y del viaje indeseado

Para él, los ángeles dispersos, Cuando ya tu única maleta


volcarán copas y olvido sobre el andén de la estación
trae a tu recuerdo viejas montañas
Para él, la tierra soñará y largas filas de pájaros
otros mundos, otras penas que huyen del frío, chillando,

Y cada paso suyo Mientras abajo el mar


cada inútil sonrisa escucha como un muerto inmenso
lo vestirá, como preparándolo respirar tu soledad.

Para la vieja vida
para el Dios que regresa

Y elevará para él, un vino


tan fuerte y amargo como la tierra
de la que se ha despedido.

94 95
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Al lado de la eternidad De sombra estás hecho

Por ahí andará el amor, De sombra estás hecho


con sus alas pintadas de sombra y sangre de sombra
y su abanico rojo
poniéndole nombres falsos a las cosas De ayer entretejido con tus huesos
dirá: casa, flecha, pan.
De puro jardín
Y como en el circo, y pasos puros
nos hará ver
primero a los equilibristas Del viento que huyó de los cerezos
(entre la iridiscente bruma de los aplausos)
y luego, al toro blanco. De los años que giran
y que danzan
Y vendrá después el pálido caballero
de los ojos de vidrio Que giran y que danzan
como flores concedidas
Y nos hará caer
como ese cuchillo que cae con estruendo Y de mansedumbre y viejo cantos
en el piso de la cocina
Estás hecho de cantos
O ese lápiz
que sin suspirar siquiera A la orilla de Dios
cae y descansa de Dios
al lado de la eternidad. del secreto
y del olvido.


96 97
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Actor Desde el abrazo de la negación

Ahora Pronto llegará hasta mí


que por fin has llegado
como sólo una ilusión sabe hacerlo El invasor,
arrastrando tu cola de música el mendigo del paraíso
de viejo actor. con su arco de oro

Para amarme Desde el abrazo de la negación


con tu extraña manera
para adorarme. Fortaleza y abrazo de los combatientes
iluminado por la asamblea de las
En la nada /constelaciones.
en la moneda que arrojas
al fondo de la muerte del espejo. Por encima del ruido de las cataratas
y desde el coro de su antigua infancia.
Y luego te miras allí
y te hundes suntuosamente. Lleno estoy de ti
mendigo del paraíso
Lo último que de ti veo arquero de la noche.
son los anillos de tu ausencia.
Tú no me has olvidado
tú, que eres yo,
en ese universo que se esfuma
te ofrezco tu comida de piedra.


98 99
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Venidas del paraíso Ven silencio

Venidas del paraíso Ven silencio


esas preguntas de la aurora. trae tu manantial
trae el libro.
Esas hojas perfectas
sobre el prado. Y trae
en las alas de la soledad
Di ¿a quién perteneces?
Las piedras oscuras y muertas
¿En qué caído silencio que le arrancas a la noche.
te mueres de luz?
Y trae la eternidad
¿En qué casa que suavemente sopla
de pasión y de sombra
ardió tu corazón? Sobre mi rostro dormido.
Y di
Pero huye, escapa, con tu voz alada con labios de ausencia
hacia esos países triunfales
Con el árbol que vuela y que arde
Hacia esa escala encantada en la lluvia sagrada de mi corazón.
de asombro de dolor y de oro
y regresa para adorar Di bendición
di consagración.
Regresa para quizás el alma
o quizás la tierra. Hermoso y triste
  como la mano que acaricia

La tarde y la colina.

100 101
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Hacia las ruinas de la eternidad Una vez

Eres verdad Una vez


agua que pasas fuiste como el deseo

Agua que en la noche Ahora convertido


del paraíso en agua

tus coronas nos ofreces Te llevas mi sed.


y las frías estrellas
de tu corazón dormido

Y luego
como un ave perdida
ciegamente navegas

Hacia las ruinas ardientes


de la eternidad.



102 103
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Paraíso perdido Almuerza sola

Un día La muerte
el eco se alarga almuerza sola
como si tuviera sonrisas
Del oído, se saca
Entonces tú disparas la flecha la oscuridad,

Al sonido rasgado Después, se bebe el barro,


el pájaro se alerta
salta Nos mira, sonríe,
guarda su copa y se acurruca,
Y cambia un árbol
por un espejismo Al lado del fogón.

¿Qué podrías hacer, entonces
si en el paisaje equivocado

Unos labios de oro, se abrieran para cantar,

En un paraíso perdido?

104 105
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Nuestra casa se ha marchado Algo

Hay aguas Algo


que producen el deseo de la luna, que se hubiera soltado
habría sin embargo que pedirle permiso de una estrella
a un carruaje,
al húmedo camino Algo,
donde eres solamente un cuento de hadas, como los pensamientos
algo que has acariciado de un árbol un día de viento
sin saberlo
Algo,
Por otra parte también que nos hizo olvidar
eres la que se ha ido
quizás sin saberlo Algo,
que nos trajo la música
Como esos árboles
a donde sólo nosotros dos volamos Algo,
como un muro viejo
Sin volar
puro olvido Algo,
con flores y hierbas
Nada es hoy nada ¿Cómo un guardabosques?
nuestra casa se ha marchado ¿Cómo un astrolabio?
de manos de la aurora ¿Cómo un conejo?
¿Qué limosna junto al agua tan grande
de tu ausencia
podría dar yo ahora?

¿Junto al mar que nos ama


y junto al tiempo?  

106 107
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Al llamado de las piedras Abandonando tu alma

Encontraste mi casa No fuiste tú,


Pusiste tu música en mí. Fueron los labios dormidos.

Y ahora soy como ese bosque Aquello, que en la sombra


Amado por la luna. Entrega su luz desnuda,

Agua invisible que desciende Detrás del mar y los relámpagos,


Oscuro y rojo, como los pasos del lobo.
Soltando el milagro
Ese animal que huye dentro de ti,
Espuma que regresa Abandonando tu alma.
Al llamado de las piedras.

   

108 109
El lugar de la espera Gerardo Rivera

La coronación o la aurora Pasará el agua

Como olvidados Ya es el tiempo,


por una mente divina Toma tu lámpara, entra en el espejo.
se desvanecen los árboles.
Polvo dormido brotará de tu pecho.
Todo recuerdo se oculta
entra desnudo a la imposibilidad. Es suficiente,
Entra en tu sueño.
Ojos invisibles
de un silencio perfecto. Con suaves pisadas de ángel,
Para no despertarte, pasará el agua.
Así despojados de la luz
entregados a la nada.

Como si nos hubieran negado


la coronación o la aurora.

110 111
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Un Dios derrotado Luna de la compasión

En la noche Llega hasta mí


golpea las puertas. luna de la compasión.

Intenta abrir Muéstrame tu empañado


todas las ventanas. espejo blanco.

Es inútil, no le abras La ceniza donde vuelan


déjalo que implore. tus viejas verdades.

Le negaron el amor El pájaro de ojos de ciruelo


es un Dios derrotado. cantará para ti en el bosque que calla.

112 113
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Cuando el sol la ilumina Dulces y venenosas

Del color de la sangre A Amilcar U.


cuando el sol la ilumina.
Dulces y venenosas
La muerte pasa son las uñas de los días.
soltando sus pájaros.
Verde y zafiro la mansedumbre del lago
Su grito donde Amilcar se ahoga.
va de monte en monte.
El bello y joven Dandi
Hacia lo que está dentro de ti de los ojos apenumbrados.
callado como la montaña.
Divino fue el carmín de sus versos
la Vana Stanza y los patios alunados.

Vivió poco y mereció morir tan bellamente


doble cisne su húmeda lengua se hundió
amorosa en la boca del amado.

Y bebió antes de morir frente al ángel


el dorado licor azafranado.

114 115
El lugar de la espera Gerardo Rivera

El hombre de mármol Conducida por la estrella

Tiembla Iluminada
el agua por un temblor de pájaro
la noche gira en sus terrazas.
Y más abajo aún la tierra
mojada y fría. Entregará después
a aquel que no despierta.
Allí donde habitan
astros caídos. Su paloma oscura
su negra miel amarga su lámpara.
Una sola vez la noche
quiebra sus espejos. Conducida
por la estrella que la ama.
Una sola vez al amanecer  
se desata el hombre de mármol.

116 117
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Que un día fue tuyo Esa casa de polvo

Serás llevado a rastras Sabes muy bien que tu deseo


al tribunal del eclipse. es oscurecer.

A la lluvia de polvo con la que se adormece Sacar de tu pecho estrellas frías


a los muertos. que no recuerdan.

Nada podrás decir con tus labios de piedra, Nosotros entretanto recorrimos blancos
lo que fue tu corazón será ahora esa cosa caminos.
oscura, lejana, Nos hemos convertido en lluvia,
hundida en la tierra. en piedras.

Pero escucharás un clamor inmenso, Sólo nos guía la sed de comprenderte,


el clamor de la muchedumbre que grita de entrar a tu casa con nuestros pies
desde el valle. /errantes.

Que grita al amor que un día fue tuyo. Esa casa de polvo
donde duermes derrotado en el fuego,
  con tus ojos abiertos.

118 119
El lugar de la espera

Una nada
cubierta de hojas

120
Gerardo Rivera

Azúcar

Paris. Olguita Córdoba

Ella sacó mariposas


de su bolsillo,
yo se las cambié por azúcar de duende,

Por ello
debemos suponer que el invierno será muy
frío
en Albania,

El mar blanco
y las montañas,

y lloverá
y se mojarán las estrellas y los libros
y los muebles de tu casa

Por todo esto,


será tan hermoso agacharse
y recoger las hojas que murmuran

Junto
al surtidor que danza

Y junto al viento,
en el jardín del Luxemburgo.

123
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Son sólo arena Algunas veces

Nuestras almas Algunas veces volamos


entonces volaron como lentas nubes
en las alas del verano que pasan sobre las colinas,

Sólo el silencio quedó jugando y dejamos atrás la vida


entre los altos y blancos pilares de piedra que tanto nos pesaba,

Columnas de los sueños Algunas veces, no somos,


que un día fueron nuestros, somos otros,
y hacemos preguntas
y hoy al cielo o a la tierra,
son sólo arena
para el sol y el viento. ¿Quien eres?
¿eres tu el viajero?

La noche estrellada
nos entrega después
todas las respuestas.


124 125
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Y de nosotros huye Tú que despiertas

Huye ahora, Tú, que despiertas,


huye de la sombra que pesa desde las montañas heridas
como siglos de sangre y de pasado, por la felicidad del día,

Y del silencio de Dios Después de haber vendido tu alma


que es sólo arcilla y carne roja, con inmensa inocencia,

Y huye del bosque Tu que despiertas,


que es solo sueño sagrado, llamado por un árbol,
o una piedra
Y de la soledad que arde
en sus palacios de nieve, Danzante del corazón
desvelado,
Y sobre todo, huye de la tempestad,
y de la temible pirámide que canta en tu El no nombrado,
mente el que ha regresado.
solamente para perderte,

Y de tu cabeza
y su pesada tristeza,

Y del hermoso resplandor del mar


y de la estrella,

Y de nosotros huye,
huye de nosotros, huye, huye!

   

126 127
El lugar de la espera Gerardo Rivera

4:30 a.m. ¿Era ésta tu puerta?

Ahora delante de ti El sueño tiene palacios,


está ese hermoso secreto de tu vida laberintos y jardines,
o de tu muerte, su preciosa música,
para hacerte danzar Habitaciones, blancas o grises,
en aquellos pálidos jardines sólo para la voz,
que se desvanecen, escaleras por donde subimos,
en ese sueño inocente donde lavas vestidos de murmullos
tu corazón.
A veces tiene espejos
Y luego desterrado y loco donde escribimos otros nombres nuestros
escapas por fin de tu destino o abandonamos sonrisas,
en tu fuego oscuro y milagroso
Y después llegamos a países lejanísimos,
Con tus más dulces, y olvidados a patios donde nos esperan,
Sueños, mesas profundas, silenciosas
y dispuestas,
¡Hace ya tanto tiempo que has muerto!
A la corona,
Pero en el desierto helado de la noche que habían colocado
miras como caen las estrellas, sobre nuestra cabeza
como giran los mundos, como danzan
las constelaciones. ...Y luego, desvanecida, perdimos.

¿Era ésta la puerta,
es este el mar
los países, los patios lejanísimos?

128 129
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Para oboe y cuerdas Como esa luna

Larga hermosura de la lluvia En el reino


golpeando los árboles, de la claridad,
tiemblan tus reverencias
Altas torres del viento de agua
Sombras fugitivas
adivinando el mar, Y en la tierra
que calla para ti,
Ese mar para oboe, semillas de sueño.
para oboe y cuerdas.
  ¿Podría entonces la mano,
que ya se ha ido,
señalar, este silencio, este olvido,
derrotado y fugitivo para siempre?

¿Y que se eleva, como esa luna,


destinada a morir?

130 131
El lugar de la espera Gerardo Rivera

La sombra del viajero Despertar

Y si te extraviaste Trae al otro que fuiste


por aquellos caminos y al rostro que tenías
a lo largo de las estatuas de octubre en ese juego oscuro detrás del sueño,

Bajo el cielo Trae el mensaje


helado y gris que alguien te dio
al otro lado de la puerta,
Bajo nubes
pesadas y tristes, A este aquí,
a esta noche fría,
Tú, el joven de entonces,
Sabremos ya que eres otro,
¿No sería por tu extraña manera de sonreír
porque en cada hoja caída
de aquel otoño, De brillar,
sobre aquellos mudos prados de dejar caer las cosas.
y aquellos senderos,

Eras ya tan solo,


la sombra pérdida del viajero?

132 133
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Abrazado a la noche Hoja

Nada sabemos, de ti, En vez de volar,


ni de tu cólera de astro bellísimo, navegas
desterrado, callado sobre el agua,
perfecto en el cielo,
Esa nada
Ni de las aguas que vuelan de sueño
desde tu corazón melodioso, y de música,

Como viejísimos pájaros de polvo ¿Quién soy?


que cruzan la aurora, parecieras preguntarte
mientras fluyes,
Suntuoso cuerpo muerto, abrazada al misterio,
cubierto de joyas,
príncipe ciego abrazado a la noche. Caída
para siempre,
en tu transparente paraíso.


134 135
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Es como si te hubieras ido Desterrado del paraíso

Es como si te hubieras ido, Entonces


como si te hubieras perdido o muerto ¿quién eres?
llevado por esos sombríos relámpagos
/de claridad, ¿De qué tierra lejana
está hecho tu corazón?
triste y puro y fugitivo,
Como si nunca hubieras querido ser, Ese terrible no ser
ni siquiera esa marchita suavidad ese eterno no
desprendida de la sombra, que brota, como negros cuchillos
de tu pecho
Cuando en la larga noche del corazón,
todo, en sonámbulo delirio, todo puede arder Esas negras palabras,
y consumirse calladamente, mientras los solitarios rostros del amor
más allá del tiempo vano. se extinguen
en la casa oscura, donde muere el tiempo,
Y ahora, escucha, para hundirme,
escucha las frías voces siempre sin ti,
remotas como deseosas, leves, aladas lunas,
escucha los fríos caballos celestiales, Desterrado del paraíso
que desde las rojas quimeras
nos traen para el amor,
eternas palabras de agua, fugitivas estrellas,
labios hermosos para el dolor o el recuerdo,

En donde nada hay, sólo fiestas tristes,


oscuras como el tiempo,
solitarios regresos, infinitos
atardeceres, polvo.  

136 137
El lugar de la espera Gerardo Rivera

En aquella casa del verano

Para H Digamos entonces


que viviste solo para mí, quizás demasiado,
Digamos entonces que el mar te amaba, y que todavía está la música y tu ropa
aquel mar donde se quemaron las manos del /dispersa
/ángel
y los hilos del amor, atando la mirada,
y eras un montón de sal y también una Eras todo entonces, hoy aire tan solo,
/estrella, divino cuerpo recordado de todo lo que amé,
en aquella casa del verano.
Digamos entonces
que como la noche para el agua
eras tan sólo el sueño de una rosa levísima.

(Nubes que ya son ayer


desnudas y elocuentes
brotan de ti y te desbordan)

Y que ahora, si lo quisieras, podrías correr


súbitamente feliz, hacia las arenas
/viejísimas,

Pero ya estás perdido y estás cansado,


/tu decías,
los pájaros del exilio en tu casa de piedra,
son ya esa hermosa voz secreta que a los dos
/nos llama,

138 139
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Una nada cubierta de hojas

Sé que no existo Pero tú, sin saberlo, en la casa de la sombra


que sólo fui una lluvia en los ojos del halcón suavemente te desvanecías,
pero te traigo silencio y piedra Se abrían puertas, se cerraban,
y se también que temí entrar con mis manos como llamándote,
/en tu sueño, cubierto ya tu rostro con la máscara infinita

Entrar en tu casa y escuchar el eco de mi voz ¿Quiénes somos?


dispersarse y morir en aquellas habitaciones ¿qué rosa fragante es esta
/llamándote, que a ti y a mí nos aprisiona?

¿Era yo el que había muerto? Sólo sé que tú y yo somos un viento


o eras tu, el que inventaba el aire, /inmortal,
/como jugando, el enigma de unas alas rozando la inmensa
/pirámide
altos y claros surtidores
y bellísimos atardeceres brillantes como joyas. que sostiene el tiempo
y su derrota.
¿Y quién eras tú Una nada cubierta de hojas.
si yo reía?

¿Qué ruinas invisibles del mar y de la noche,


que fuegos sagrados, ardieron siempre
/para ti,

desde el más remoto pasado ?

140 141
El lugar de la espera Gerardo Rivera

¿Eres tú?

De un poema de Baudelaire Oh madre hermosa,


amada mía, perfumada tierra lejana,
¿Eres tú? entrégame la vieja moneda,
y ahora estás ahí, detrás de la puerta, déjame de una vez por todas
has cruzado los mares tocar con mi dedo sagrado,
“hinchándolos de recuerdos, como pesadas tu helado pecho de marfil.
Piedras”

Y como la luna
colocaste ya tu ojo
en el vaso del muerto,

Estamos pues los dos, respirando apenas,


y desde el fondo frío de la barca,
abriendo y cerrando la boca,
nos salpica la leche negra
que vomita el pez,

Y te desnudas
caen las telas milenarias,
exquisitas como jardines alados,
para mostrarme tus rojas heridas
y tus uñas sedientas,

142 143
El lugar de la espera Gerardo Rivera

En lo más alto de las colinas sagradas Quítate tu alma

Perderé la sangre Despójate, quítate tu alma,


que la luna arrebata de mi cabeza déjala caer como una tempestad,
fecundada por los astros que ruede muy lejos, poblando amargos días de fuego,
arrebatada por el viento y dispersarse
Y mi vida debilitada por los sueños y cubrir el mar
dejará correr sus hilos benditos y cerrar la herida.

Delicados hilos vivientes Déjala que se desvanezca,


que a la noche me atan como polvo finísimo,
escapando entre tus dedos, hacia nuestra sed
¿Será ésta la alegría secreta? /transparente,
¿dejar que la muerte murmure junto a mí? a la otra orilla, que dentro de ti respira,
¿escucharme morir? al brillante encantamiento donde tu y yo
/estamos vivos.
Que sienta crecer la nada
las negras olas rojas junto al muro. Pero, ¿Qué es esto que dentro de nosotros no
Morir, sin importar, que llevados termina nunca de crecer, de darnos silencio,
por olas y olas de viejísimas voces de hacernos callar?
nos entreguemos dormidos a la corrupción
Mira, entonces tu dijiste, detrás de las
Al terrible crecimiento /escaleras
de los más amados árboles en lo más alto está el bosque amarillo,
de las colinas sagradas.
Mira como los armarios se llenan de hojas,
como la vieja muerte cubre de hierba y de
lagartos la cocina,

144 145
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Destino

Hay gentes sentadas en sillas vacías, en los Dedícate, entonces, para siempre,
/muebles a aquello que más amas,
de la lluvia nos miran y no hablan, a seguir con tus ojos alucinados,
el vuelo furioso de la flecha,
Sólo esperan, sólo esperan, que aniden
/los recuerdos, Y ver
que venga la hierba, que se cumpla cómo se clava
/la profecía, también para siempre

¿Acaso no escuchas cómo se queja, En el rojo corazón,


cómo canta el mar? que derrama
su triste sangre inmensa.
Las huellas de oro son ahora polvo,
en los estrellados senderos por donde subes
hacia el paraíso.


146 147
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Tú que duermes, tú que sueñas Qué nos importa ya

Tú que duermes, tú que sueñas, Qué nos importa ya esa antigua sangre
el ciego, el triste, el mendigo perpetuo, que corre siempre igual
escucha el mar y rompe la piedra con la culpa,
que noche a noche
crece y se agita dentro de ti, O la metálica miseria
acerando la máscara, donde la noche
Escucha, peregrino de la nada, /se fermenta,
escoltado por el viento que vierte para entregarnos ese viejo sol dormido
tu corazón,
Mejor así, ser como reyes de amarga burla,
Cargado de la muerte de la tierra, en efímeros tronos inclinados al hambre de
pálido príncipe, /la tierra,
sonámbulo salido del mar, falso profeta, al viaje que ya olvidó nuestro corazón,
falso torrente que regresa desde los desiertos en aquellos países que dentro de nosotros
/del amor, crecen y respiran como súbitas bestias.
y los naufragios de la razón,
No me importa ya ese cielo,
Escucha, las estrellas giran y se apagan que no podemos mirar de frente, con nuestra
como purpúreos relojes, pesada cabeza,
detrás del sueño de tu sueño amo sólo ver pasar y pasar la nada,
al otro lado de las mudas paredes infinitas, en el amanecer hacia las torres
al otro lado de las aguas inmensas del mar y /brumosas,
de la noche en los reinos del pasado,
escuchar al minotauro bramar su soledad
Escucha la alada derrota en el negro laberinto.
del ángel que levanta su trompeta
escucha.

148 149
El lugar de la espera Gerardo Rivera

¿A quién te pareces?

Arder como la sal ¿Alguna vez, habías estado aquí,


en la furia inmortal, en el amor, en el pecado verdad silencio? Traías el mismo resplandor
/divino, brillándote en los ojos
en la fría soledad que nos condena.
entrabas y salías con tus pasos de lluvia
en los viejos patios donde arrullan su amor
/melodioso
las palomas

Te reconozco por tus pasos prestados


a la noche, a la luna y la sombra

Te ponías tu máscara
y llegabas a los bosques como a una habitación
perfumada

¿Eres el recuerdo?
¿A quién te pareces?

Algunas veces silencio dejas olvidada la llave


en la casa de la soledad.

150 151
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Un poco tarde Frente a los farallones

Dí esa soledad ¿Qué sabe una hoja


dí, esa verdad sino caer?
pronuncia esa claridad
que nunca antes habías soñado Ella, que ha volado desde todos los rincones
/del alma
Y podrás partir hasta el árbol,

Hay jardines ¿Caer a dónde,


a los que sólo así podrás llegar al prado?

Cuando todo lo hayas perdido En silencio, amorosamente conducida


cuando todo sea ya para ti /por la estrella,
un poco tarde. a la ciudad de las luces de abajo,

Como si ya se hubiera olvidado


de todas aquellas tardes, allá en el Valle,
frente a los dorados farallones,

Entregarse y dormir,
esperando, que alguien, quizás tu, pase
iluminado por Dios,
y la recoja.


152 153
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Que junto a ti se desvanecen El engaño

¿Has soñado alguna vez Yo sé que estás escondida,


con estrellas tienes varias sombras, todas ellas mortíferas
con alguna en particular? y mentirosas,

¿Has acariciado aquellos árboles Una de ellas, sembrada en el pecho,


que junto a ti se desvanecen? crece hasta llegar a ser casi tan inmensa
como la eternidad, para engañarnos,
¿Y entonces,
si al lado tuyo apareciera la voz La otra,
y te preguntara quién eres? escondida detrás de la noche
señala falsos senderos, murmullos,
¿De qué lado del sueño, bosques dormidos, suaves y extendidas
y en cuál sueño estarías? /alfombras de hojas,

¿Y si pudieras elegir, Hermosos espejismos nocturnos, para así,


podrías despertarte? /perdernos,

Nosotros
Irremediablemente
seguimos esos cantos lejanos,

Engañados peregrinos del alma.


154 155
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Ese vuelo en el viento Hablar a solas

¿Pero acaso hay sólo, Hablar a solas


una tarde, una ausencia, un olvido, en silenciosas y solitarias habitaciones
una sola manera de morir? decir, rosa, arco, torre, lluvia,
decir la primera y acaso la última palabra
¿Solo mirar para que la muerte se incendie
puede ser el mar? para que la soledad se cubra
de súbitas verdades
¿O mirar en la noche
acaso no puede ser desaparecer? Y después, callar,
¿Pero que será callar, sino volver a decir
¿Acaso vivir no es dejar que todo se vaya Rosa, arco, torre, lluvia
para siempre a su sombra, a su soledad? Pero en silencio,
para nosotros mismos?
¿Y permitirnos perder, y dejar atrás el amor
que hace posible que sigamos siendo Como si desde antes o desde siempre
ese vuelo en el viento, tuviéramos
qué fuimos? que volver a morir.

156 157
El lugar de la espera Gerardo Rivera

¿A qué has venido? Anochecer

¿A que has venido Quizás, esto sea el anochecer,


señora de la oscuridad este profundo latir del corazón de la tierra,
madre silenciosa de las lejanas manos esta aniquilación
/dormidas? que desde la boca de la quimera abre
/para mi
¿Acaso para colocar sobre mi rostro las fuentes de la soledad,
el velo Augusto?
Y allí,
¿O para murmurar, tendida junto a mi, donde los árboles reciben
tus viejas verdades, frías como la muralla? desde las estrellas, sus mantos sagrados,

Señora del sueño Quizás, allí pueda yo al fin


madre final del atardecer en el espejo de pie, junto al abismo,
desde muy lejos te veo venir dejar caer, con mansedumbre, a la nada,
te veo volar sobre los bosques y las ciudades la verdad de mi vida.
iluminada por tu espada y tu corazón
/profundo

Volar ciega
y dormida

Hacia la carne donde se pierde


tu enlutada belleza de polvo

Hacia el resplandor de la soledad


y la marchita claridad de la rosa.

158 159
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Con fríos labios de pasado Dios que a veces nos engaña

¿Será ésta la luz Nunca fuiste,


que podría nombrarte? eras sólo una hermosa mentira
del aire,
¿La larga luz de octubre
para la verdad y el olvido? Algo que canta y vuela

El mundo sabrá callar a esa hora Dios que a veces nos engaña
donde todo cuanto fuiste, habrá partido, y te viste tan bellamente
de pájaro.
Y alguien murmurará para ti
con fríos labios de pasado
la divina leyenda.


160 161
El lugar de la espera Gerardo Rivera

De repente, el lago de tu alma. El desterrado

A Cali Me has llamado


ya voy hacia ti
De repente, el lago de tu alma se llena de
/música, Tú me diste alas para el regreso
inmóvil, miras desde la ventana, y también colocaste los bosques infinitos
las extendidas luces de oro
Brillando allá abajo, la ciudad de tu pasado Pero no sabes
como una estrella oculta, dentro de ti quién soy yo

Y a la tierra entera, Soy como tú


ocupada en aquello que nunca vuelve o se Algo que murmura
/repite en la inocencia de la eternidad
las viejas formas del amor,
Ojos para el mar absoluto de la soledad
¿A quién viste entonces caminar como ebrio y de la noche
sobre aquellos tapices tejidos por la soledad?
y el corazón para el exilio
Los eternos farallones y las palabras.
con su inmenso lagarto de piedra, tendido en  
/la cima,
estará comiéndose la profundidad oscura de
/tu corazón

Y al final del día,


la inevitable sensación de haber partido ya,
Sin saberlo.

162 163
El lugar de la espera Gerardo Rivera

¿Qué podrías esperar de la noche? No para subir

¿Qué podrías esperar de la noche? Utiliza la escalera para bajar


fabricante de ruinas, reina loca, no para subir
amontonadora de falsos sueños y jardines la sangre está abajo y no arriba
esperándote
Sentada en tu viejísimo trono
sólo nos ofreces piedras ciegas La cruel esponja de los besos
empapada por esos labios entreabiertos
Y árboles difusos
en su propio tiempo Y utiliza tu finísimo oído
para escuchar la campana
También está la jaula de tu eternidad las densas raíces que crecen dentro de ti
y las tempestades sonámbulas
Cae y regresa
Para ti
que también dormido Pensabas que había un límite
ya te habrás ido pero sólo encontraste una puerta

Con tu inocencia, La última partida


hacia los leves y delicados palacios infernales y el último encuentro.
hacia las soledades imposibles.
La cruel espada
la condición esperándote.

164 165
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Ve ahora a la estación del tren Y si alguien entrara

Budapest. Bernardo Salcedo Y si alguien entrara,


un ángel, o una voz,
Habría que preguntárselo a los fantasmas para revelarme la verdad que tu escondías,
de la noche, que tallaron mientras o mostrarme, la noche estrellada,
/dormíamos, que iba contigo a todas partes.
como apresurados obreros, esas estatuas
prohibidas, O señalarme, otra vez aquel lugar ,
en que ahora nos hemos convertido. en donde, como la luz, tu estabas siempre
/solo,
Sin que nuestros ojos en el espejo
puedan descubrir donde está la trampa ¿Dónde podría alguien como yo
abandonado en la sombra
Lagos que reflejan, bandadas de recuerdos tocar nuevamente con mis dedos
y de sueños, todo aquello que fue tuyo?

¿Dónde estabas tu ayer? ¿Y que ahora, lejano, como un vino oscuro,


¿y qué esperas ahora? a los dos, desesperadamente nos refleja?

Toma, entonces tu maleta y sin decir nada,
sin despedirte,
ve a la estación del otoño, a la brumosa
/partida del amanecer.

166 167
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Al lugar donde las piedras sangran

Tú nos das el relámpago Y como las fieras eres


y como a niños nos llevas de la mano y después de la sangre reposas
al lugar donde las piedras sangran Con tus risas, con tus llantos, con tus
/excrementos,
El agua que ama la piedra todas las tumbas marcas
te ama
¿qué esperas, caída, si después de la noche
En el otoño de las habitaciones haces volar la aurora?
la muerte se asoma a tus espejos
Extiende, extiende, entonces
Los bosques que brotan de ti La tristeza mineral de tus alas
hacen la música bellísima que escucha el que y vuela desde tus torres viejas
/duerme
Tu lo amas Hasta el país de mi alma,
Tu le susurras
Tu me llevas
Tu soledad es roja y como la serpiente habita Tu me levantas.
en los palacios más profundos  

Nada es más hermoso que tu lámpara

Debajo de la tierra duermes


igual a una campana muerta

Las cenizas de tu sombra


vuelan sobre remotos jardines

168 169
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Agáchate y recoge Diálogo

Agáchate y recoge Tú dijiste


Tu sombra sobre la tierra y una joya fría brilló en tu pecho

Desde el cielo caída Un cielo oscuro


En su desdichada tibieza y amargo como un traje viejo, cayó a tus pies

Bebió quizás, demasiada armonía, Yo dije


y la estrella perdida
Sombra, adornó montañas silenciosas
verdad de luz
unida a nubes hermanas. A esa hora
en que una música de respuestas únicas
Dos dardos azules que cantan y jamás pronunciadas,
a lo lejos.
A los dos,
nos alejaba.

170 171
El lugar de la espera Gerardo Rivera

La eternidad está debajo Hay algo en la oscuridad

¿Has visto como el viento hace temblar la Al viejo poeta


/hierba?
La eternidad está debajo, hace que teje, Hay algo en la oscuridad
pero en realidad escucha, donde las cosas perecen
cada cosa entonces espera en su lugar
Recluidas en rincones aletargados e
Y arriba la indiferencia de las nubes /inmóviles
y de la mano que escribe, aquellas palabras,
que nunca, nunca entenderás. Sobre cada objeto una noche imprecisa
  una manera de ahogarse tibia y lejana.

La mesa está servida entonces


para la cena absoluta

Las lámparas y los libros y la ropa que


/alguien,
No tú, colgó, con los ojos cerrados.

Maduran como enajenados


en su propia soledad.

172 173
El lugar de la espera

Anterior
a la penumbra

174
Gerardo Rivera

Al viento puro

Tu belleza se extiende
sobre una tierra roja.

Bajas a beber después


un poco de agua.

Mi amor por ti es dulce


y acepta tu amor como una jaula.

Al atardecer
solo tu sabes brillar.

Y llegar después a la noche


con la lentitud de un animal iluminado.

Llévame contigo.

Al lejano lugar, al viento puro.

177
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Bello, perdido, mensajero En el comedor vacío

¿No sabes ser A mi mamá


sino vuelo?
No debería hablar de ti, ni recordarte.
¿O fiesta en el cielo
que en la luz se desvanece? Tenías una hermosa mansedumbre, eras
/mansa
Lo que nos das en canto como la paloma que entra por la ventana
la tarde lo aprisiona contra su tibio pecho, /abierta
y se posa en una mesa.
Bello perdido mensajero.
  Y luego quizás duerme sostenida por unas
/manos amadas
como si el sol quisiera llevársela otra vez.

Tenías una manera de nada decir,


y después barrías las hojas que caían de
/nuestra vida,
hojas doradas de tus ojos y los míos,
como en un otoño suavemente compartido.

No debería hablar de ti,


pero ahora te recuerdo.

Y me recuerdo también a mi mismo,


llegar al amanecer y encontrar sobre la mesa,
las manos que habías dejado junto a tu
/corazón,
y a tus alimentos en el comedor vacío.

178 179
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Animales recordados Una es el agua

Es el dragón de los cielos, Una es el agua,


quien da su claridad a las aguas, uno el ojo que cae,
al silencio, en los ojos de los animales una la piedra, la boca que huye.
/recordados.
Claro es el aire,
Al brillo de los árboles, perseguidos aquello que toca mi corazón,
por piedras luminosas. la sed que lo cubre.

A las bodas, en los altos espejos del Una la inmensidad,


/amanecer, la claridad de la espada,
donde muere la noche. la noche que canta desde el bosque.

Ella desciende de su pedestal, Uno es el atardecer,


extiende los brazos y toma para sí la los labios que sangrando se alejan.
/fragancia  
dormida de los pinos.

Arriba, el dragón de los cielos,


arde en las manos divinas,
en el polvo helado de los siglos.

180 181
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Y luego caerá El sagrado olor de los pinos

En la soledad Solo recuerdo,


ella danza. el sagrado olor de los pinos.

Después Y al pájaro muerto, aun tibio en mis manos,


sentirá llegar hasta su corazón. esa terrible verdad de Dios.

La fría caricia ¿Y ahora qué soy?


de la lluvia y la noche.
Solo una roca, un guijarro
Y luego caerá. sometido al polvo.

Caerá silenciosa Una sangrante cabeza de mármol


y plateada y una luna que se quema,
y el viento a lo lejos.
Girando  
hacia la nada.

Al otro lado del paraíso.

182 183
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Pequeño, paraíso iluminado Sal a caminar ahora

¿A qué has venido? Sal a la noche, sal a caminar ahora,


¿acaso te he llamado? sal a los vientos fríos,
lleva contigo tu misterioso espejo.
Y sin embargo rompiste con tus alas,
el tembloroso espejo que une Sal a la noche, entra desnudo a las hogueras,
los dos mundos. llama a las estrellas con tus gritos,
déjate llevar cada vez más lejos por el agua.
Y como una joya herida,
que aún conserva en sí la luz del alba, Ella ahora barre hojas,
cantas. ella ahora quema los recuerdos.

Cuerpo puro, Sal ahora que estás dormido, yo me perderé


surgido de la nada. /contigo.

Pequeño, paraíso iluminado. Pasarán los vientos duros y oscuros,


beberás conmigo en la copa de barro
que ella nos alcanza.

Sal a la noche, ella ahora barre hojas


ella ahora quema los recuerdos.

Entre las llamas del fogón arden cosas


/inmortales.

184 185
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Ha sellado sus labios No te diré

Hay quienes prefieren callar, No te diré las palabras


nada dicen. que escapan a la noche.

Una noche oscura Leves y ocultas


oculta en su corazón. reunidas en tu sueño.

Llevan sobre sí, Sabes que alguien prisionero


la sentencia, la marca que los ha señalado, como tú, del tiempo que desnudo danza,
son los elegidos por una madre dura. las dirá por mí, sin notarlo apenas,
y volarán hacia ti en una dicha invisible.
El peso que desde la soledad,
llega hasta ellos, Y tocarán tu olvido
la extrañeza, inalcanzable y bello.
ha sellado sus labios y los quema.  

186 187
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Como fantasmas olvidados Yo estaba perdido, yo dormía

Sombra, recuerdo o perfume Ella iba a desaparecer.

Has dejado para mí, una paloma oscura, Su hermosa tristeza se posaba
una sombra hermosa, junto a una copa como un pájaro oscuro,
/de sangre. sobre mi hombro.

La luna me lleva a tus jardines, Tomaba el resplandor de las hojas desnudas,


pálidos músicos trae o quizás muertos. que desde los salones prohibidos brotan al
/atardecer.
Pero la noche se hace magia
/en ésta fiesta, Tomaba el rojo para dispersarlo.
donde danzamos juntos, como fantasmas
/olvidados. Ella miraba los carbones encendidos,
  las pálidas joyas del agua que huyen hacia la
/noche.

Y todo en mis ojos se desvanecía, era azul,


yo era inocencia, yo era profundidad.

Por virtud de su inmenso amor, el mundo


visible caía deshojándose
bajo su pies, ella era Dios, ella era tierra, era
/un silencio que temblaba.

Y las hojas de ese amor aparecían


/y se reflejaban,
perdidas hojas errantes sobre las aguas y las
/sombras.

188 189
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Bajo el agua

Y yo giraba y yo veía como poseído por un Piedra


/sueño. sumergida
Derrotado y luminoso ahogándome puño frío de la estrella,
entre las hojas del salón dormido.
Bajo el agua
Antes de la voz del ángel iluminado dormida o muerta,
/de blancura,
y de la fría espada que anuncia el amanecer. ves pasar el vuelo claro
de los pájaros.
Yo estaba perdido, yo dormía.  

190 191
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Tu música en mí Ícaro

Has encontrado mi casa, Eras aquel, el incomprensible,


y puesto tu música en mí. el desesperado.

Y ahora soy como ese bosque, Habías tallado tu corazón,


amado por la luna. en tu palacio de sombra.

Agua que desciende invisible, Habitabas el presagio,


soltando el amanecer. tu vieja boca murmuraba verdades de
negación y desprecio.
Espuma que regresa,
al llamado de las piedras. Pero eras el amado por las bellas criaturas
  /del otoño.

Recorrías en círculos aquel laberinto,


levantada tu cabeza de fauno.

Recordando las palabras de tu condenación


y tu desdicha.

Querías escapar, como escapan los sueños,


querías elevarte hacia el sol que te amaba,
pero eras ya el hijo de la tierra, no había
/perdón para ti

ni para el resplandor de tus alas.


Un día te diste cuenta que eras ya un ciego,
que estabas atado y así empezaste a hablar
después de la caída, a dioses enfermos.

192 193
El lugar de la espera Gerardo Rivera

No pasará lo escrito Flor infinita

Allí estarás, me dijo, Vas hacia el teléfono


junto al rojo sol del Dios, corres golpeando con pies desnudos
que brilla al norte sobre aquel mar gigante, las baldosas
incomprensible.
Afuera danza la luz
La iluminada mirada que pesa sobre eterna y hermosa
/el mundo,
las estrellas que señalan los desiertos de tu Al contestar se abre la flor infinita.
/alma.  

Allí estarás, alucinando y ciego, esperando al


/arquero,
algo pesado y profundo, quizás las cenizas de
/tus días,
brotarán del brazo inmenso.

Mientras allá a lo lejos, bajo la montaña,


la ciudad blanca reposará en la espesura de los
/siglos.

Remontarás los cielos para la danza helada,


para la danza infinita.

No será en vano esto que te digo,


no pasará lo escrito.

194 195
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Rojo señor de curvado pico Princesa desdichada

No comprendo ya París. Jardín de Luxemburgo


aquello que dice el señor del bosque
el rojo señor de curvado pico. De tu soledad, a la última estrella,
no te queda nada, derrotada en tu jardín
Su canto es triste de invierno.
y está hecho de oro y de fuego.
La lluvia ha caído muchas veces sobre ti,
“Todo termina aquí” pobre muchacha, tejiendo un manto de
“Todo se desvanece aquí, en este bosque,” /olvido,
/dice
para tus hombros nevados.
“Como mi música ¿Qué lívida luz trae el amanecer
ya todo está olvidado para ti, barca abandonada a los estragos
mi sueño no será tuyo jamás” del viento?

“Este es el último resplandor Tu vieja mansedumbre de piedra,


el último relámpago” arrojada al primero que pase,
al que se ha perdido en la mitad
“Eres solo un fulgor de un eclipse.
en el día gris, en la lluvia,
y en la soledad”. Regando sin ser notada, con tu sangre
/piadosa,
esas tristes flores, esos ramajes caídos,
esas hojas que se lleva la aurora.

Pobre muerta, princesa desdichada,


que se enamoró de una sombra.

196 197
El lugar de la espera Gerardo Rivera

No fuiste tu Tu fría mano de nieve

No fuiste tu A Eugenia
fueron tus labios dormidos.
Respira junto a mí, suéñame,
Fue la sombra pero no me despiertes, aún soy un niño.
aquello que entrega su luz desnuda.
Déjame escuchar mi corazón latir al otro
Ese animal que huye /lado del muro,
dentro de ti y abandona tu alma. en la noche que crece, sobre cabañas
/encendidas.
Oscuro y rojo
como los pasos del lobo. Déjame escuchar una vez más, aquella
/música
Fue tu lámpara, esa locura, que brotaba de ti, y tomar una vez más aquella
esa incertidumbre. /mano tuya
que ahora me llega desde el pasado,
El vengador del sol sobre tus prados /nuevamente,
amados.
Tomar tu fría mano de nieve,
Fue la semejanza, la duración, lo impreciso. acariciándome como si fueras el viento entre
/las espigas
al atardecer, cuando el sol descansa sobre
/praderas rumorosas.

Buscabas la aurora,
Buscabas el mar entre relámpagos.

Buscabas el corazón que una vez me diste,


  en aquellos tiempos felices.

198 199
El lugar de la espera Gerardo Rivera

En su cofre negro

La muerte hizo volcar su copa Percibo sin embargo un sueño tuyo,


sobre la mesa absoluta. tibio sueño de serpiente y de antigua hierba,
donde el ser pone a secar sus
Marchitó el pan y abrió la puerta, /deseos,
que tu atravesaste, sin temor, la púrpura y su huidiza sombra.
como si hubieras sido atrapada por la luna,
pérdida y blanca. Siento tal vez en el profundo río,
la madera que estalla cuando cae el rayo,
Luminosa luna en los caminos de octubre, la triste belleza de la piedra o de la rosa,
larga luz, donde tú y yo, en sus callados jardines,
ahora estamos dormidos. donde el invierno habita.

Siento el olor marchito de las hojas,


lo que en el atardecer naufraga
y se endurece,
cuando los amargos soles, pasan
/silenciosos.

La sábana triunfal de la muerte,


su metálico chillido, lo que ya nunca
/acontece.
y es solo el polvo esparcido de la luna
/solitaria;
revolcándose dormida en su cofre negro.

200 201
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Destino Ahora

¿Qué has venido a sembrar en éstas colinas Ahora cuando la torcaza llega
acompañado solo por la sombra de otros enviada por el hermoso muerto.
/días?
Ahora cuando el sol se despide
Este es el país donde la luz de agosto con su mano de oro.
crece como una antigua melodía,
El inmortal ha bebido en su copa,
Este es, el silencioso país de la miel dorada el atardecer pasa llevado por sus pájaros.
que arde en los recuerdos.
Déjame ser como tú eres,
¿Qué has venido entonces a traerme atravesar las ruinas de la rosa
en tu mano escondida? en tus jardines.

Sé que tu regalo es frio y lejano Ser como tú eres,


como la montaña. el sueño veloz y suave
la piel del leopardo.
Sé lo que vas a decirme,
en esa luz callada
que habita tu memoria.

Antes que lo diga el agua, en su rumor


/dormido.

202 203
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Bebe conmigo

Bebe conmigo este vino amargo, Tu ya perdiste tu corazón,


un cielo de cobalto contendrá nuestra pena. entre la neblina helada.

Bebe lo que se quema
entre la luz del candelabro.

Y deja que reinen los lobos


en la noche helada y triste del invierno.

Bebe los largos meses de tu soledad,


bebe la belleza nueva de la primavera.

En nuestra alma ya es otoño,


ha pasado el tiempo en su carruaje viejo.

Pasaron los signos que algo nos decían,


pasó la luna ahogada en el silencio.

Bebe la fuerza del sol, en el camino perdido,


la súbita alegría del ciervo en la montaña.

Bebe la sangre pálida y tibia


del atardecer sombrío.

El graznido negro del cuervo en la muralla.

Bebe por fin el árbol caído


en su estruendo de ramas.

204 205
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Yo también estoy dormido Vieja señora

Al barranquero, ave maravillosa de Chicoral Te busqué


en el atardecer.
Eres silencioso, te ocultas casi invisible,
detrás de las hojas, verdes hojas enormes, El sol caía
bajo las cuales duermes, entre las manos de la noche.
el bosque tiene para ti, ocultos senderos,
caminos para el amanecer y para la lluvia. Y te vi llegar
vestida de presagios oh escondida.
Pero tu cuerpo es sedoso y sabe recibir el
/tibio sol, Cautiva de tu belleza temible
que parte hacia el atardecer. me iluminabas con tus terribles joyas y tu
/eclipse.
No deseo descubrir tu secreto, Y te vi llegar
prefiero mirarte desde mi escondite, adorar en tus caballos, vieja señora,
/tu belleza,
la suntuosidad irisada de tus plumas. Vieja señora de la pesadumbre.

Me basta cuando escapas y te dejas ver entre
/la bruma,
verde y azul, alucinación de la neblina.

Me basta con amarte en la distancia,


con no poder seguir tu vuelo,
el fuego que dejas para mi,
entre los árboles.

Yo también como tu estoy dormido,


yo también hago parte de tus sueños.

206 207
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Aquel país de octubre Sueño del laudista

¿A quién esperas ahora en ésta esquina del Te reconozco, no podrás engañarme,


/mundo? reconozco tus ojos amarillos,
tu veneno dorado y la sombra de tu
Tu que un día recorriste /corazón.
viejos claustros, llevado por una mano
/plateada. ¿Has traído ya tu cántaro,
para que yo vierta en él toda mi vida?
Guardabas en tu bolso, un pan, ¿Mi única pesadumbre, y mi única estrella?
un libro, una escritura,
Brilla ahora sobre mí,
Y eras muy joven y nada sabías de la belleza, descansa ahora sobre mí para calentarme,
pero la amabas.
Sabes muy bien quién soy,
Fueron tuyos en aquellos caminos, sobre qué piedra reposa mi cabeza.
la hierba, el rocío y la soledad,
de la mañana fría. Tendido, arropado en mi viejo manto,
al lado de mi bolso y mi cayado, te espero,
Soñando recorriste
aquel país de octubre. Al lado de la música que viene del mar,
al lado de las frases y los arpegios de la viola,

Mi túnica hilada con los colores del sueño,


yo el laudista dormido, al lado del león.

208 209
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Que pasen los días Y el amor y el calor y tu sonrisa

A Hernán Nicholls Un día un gato, una nube,


una escoba amarilla.
A que Dios extraño
te entregas ahora vagando entre tus sueños, Un día una piedra azul, un espejo,
un montoncito de polvo.
En estas inmensas estancias donde
te abandonas Un día una taza de leche, un amanecer,
a un olvido oscuro, un periódico.

Ya no te reconoces Un día un pájaro, un tren rojo.


entre tus jaulas intensas
y terribles, Un día, una camisa sucia, un alfiler,
una luna en la ventana, dos hormigas,
Ya no llega para ti la sangre un plato de azúcar, un coco.
ni la música de la pensativa luna.
Un día, un rollo de alambre,
Entre las aguas de la sombra un bolígrafo, una cortina cerrada.
eres un viajero cautivo,
Y el amor y el calor y tu sonrisa.
Un rey triste,  
que en los valles rojos puso su divino
/incendio,
Y los halcones de su vida.

Ahora en éstas montañas hermosas y frías,


quieres ser otro, que ya no vuelva el alba,
en nada crees ahora,
ahora solo esperas que pasen los días.

210 211
El lugar de la espera Gerardo Rivera

En el viento invisible Abrazada a la noche

Mira a los guerreros oscuros, Nada sabemos de ti


en el viento blanco. desterrada y
perfecta en el cielo.
Ahora ya eres otro,
polvo, en el corazón del peregrino. Ni de las aguas que vuelan
desde tu corazón melodioso.
No reconocemos ni tu voz,
ni tus ojos, ni tu traje. que cruzan la aurora.

Deberás regresar, Cuerpo muerto


dispersarte hacia la aurora. cubierto de joyas
príncipe ciego abrazado a la noche.
Fuiste solo un sueño,  
en el viento invisible.

212 213
El lugar de la espera

En vez de volar

En vez de volar
navegas
sobre el agua.

Esa nada
de sueño
y de música

¿Quién soy?
Parecieras preguntarte
mientras fluyes
abrazada al misterio. El lugar
de la espera
Caída
para siempre
en tu transparente paraíso.

214
Gerardo Rivera

Caminar en la noche

Si vas a caminar en la noche


no dejes abandonada tu sombra

Herida en su amor propio


la sombra toma atajos desconocidos

Se anticipa a tu llegada y se tiende sobre el tapiz,


de los acontecimientos futuros
que ella misma ha tejido

Como un oráculo
en cuyos labios tiemblan terribles profecías

En el corazón de la sombra murmura


un espejo
en las manos musicales de la sombra
entran y salen otras sombras

Miles de sombras caben en una sola,


por eso el mar es la sombra de la nada

Cuídate, de las sombras mansas

En realidad no eres otra cosa,


que la enfermedad dormida de la sombra.

217
El lugar de la espera Gerardo Rivera

¿Regresamos? Como esa lluvia leve

A veces la voz nos llama Eres uno de aquellos que sueñan que han
y nos vamos de nosotros mismos, /vivido.
Acudimos dejándolo todo,
Uno más, que entre las bellas sombras,
Como alguien, que abandona una habitación, se acerca hacia el crepúsculo con pies de
Para después regresar, /oro.

¿Quién al otro lado nos abraza? Que lejos están ya para ti las noches y sus
/orillas de agua.
Dicen, que agachados, como vendimiadores,
recogemos esferas musicales y espigas, Los senderos, donde sonámbulo y dichoso,
a la luz de estrellas lejanísimas. nombrabas cada cosa. Decías huerto, decías
piedra, halcón, talismán, esperanza,
¿Regresamos?
No, en realidad nunca volvemos, Y un viento delicado llegaba para llevarse tus
/palabras.
La vida es ese sueño, de aquí y de allá,
de impalpable belleza. Pero no pude ver, te digo,
  no pude ver a aquel de ti que tan suavemente
/moría,
aquel que en la penumbra levantaba su
/brazo,
para señalarme una estrella.

Fuiste tan fugaz, te fuiste tan pronto,


como esa lluvia leve, esa luz sobre los
/prados.

218 219
El lugar de la espera Gerardo Rivera

El lugar de la espera

Sin embargo, yo sé, que todavía algo de ti, Quizás este sea
/está en mí, El lugar de la espera.
porque entras a mi casa hermosamente
traído por mis sueños, Ese lugar que nadie reconoce o recuerda,
lugar manchado de alondras,
Porque dejas en mi corazón signos amados, lecho para un sueño
levedad de palabras, ecos. Cargado de divinas respuestas.

Hubo un tiempo de música y amor entre Yo tuve ese sueño,


/nosotros, recorrí ese camino consagrado,
una fiesta que sólo los dos comprendíamos. fui ese enigma.

Sin saber ninguno de los dos, Yo sostuve esa oscura cifra bendita
que había un destino reservado para ti entre mis manos, y me dejé quemar. Yo ardí.
y para mí,
un sello amargo y secreto. Fui ese méndigo acariciado
por la soledad
Y te arrojaste como un guerrero hermoso, y por la lluvia.
en las hogueras de la dispersión y de la
/noche. Lejanos ladridos llegaron hasta mí,
  en la noche profunda.
Ahora ya no sé quién soy, dónde estoy
ya no me reconozco.

220 221
El lugar de la espera Gerardo Rivera

A los dos nos lleva La llama de las constelaciones

No sé quién eres, pero yo te conozco. He sentido cuando te despediste,


El viento ha soplado sobre ti, su dura verdad. cuando dejaste mi casa.

Traes el atardecer atado, Te llevaste mi voluntad y el libro


o inclinado como quilla de navío. de mi alma.

Mi amor por ti es una piedra La fragancia de tu amor pintada


me convertiste en un peregrino en puertas y ventanas.
que desciende,
Por los acantilados. Me abriste o cerraste una jaula,
un sufrimiento gentil como de perro amado.
O me prometes una estrella
vieja y espléndida como mis sueños. En la frescura de la noche
bebí contigo en una taza de agua.
El humo bendito de la leña,
a los dos nos lleva. Me enseñaste a morir como si estuviera,
  en la soledad y en el remordimiento.

El puro lugar,
el atrevimiento, la llama de las
/constelaciones.

222 223
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Ese gusto Escoltando el cielo

Después no sé quién podrá seguirte. En tu oído


Empañaste el espejo con tu aliento más el estruendo de marzo.
/puro.
El lado donde la noche
Elegiste ya tu nombre, ese desconocido, alimenta sus caballos.
ese sostenido por piedras, cuando la noche
nos une o nos separa Dulces caballos viejos
en el olor de la hierba.
Ahora veo cómo te desnudas,
en las profundas galerías de mi sueño. Fragancia de la tumba de las rosas.

Cómo dejamos caer nuestras ropas, O fiestas de abril


en torno a nuestros pies. en un fondo de espejos.

Tibieza y rumor de la soledad y el hierro Caravanas de estrellas


de pájaros, atrapados entre espinas. escoltando el cielo.

Ese gusto a muerte, a sombra


a deseo.

224 225
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Solo yo sé Fuente consagrada

Solo yo sé Jaula de las flechas,


donde habitas, planeta taciturno. dolor del atravesado.

Lejos en las ciudades del viento, Pero tu sueño es frío y desdeñoso,


lejos del lado más oscuro del corazón. por donde ascienden las águilas,

Solo yo sé porque giras únicamente para mi, Al abismo donde gimen


dura piedra, moneda del agravio. tus dos almas,

Ojo transparente, mañana luminosa, A la urna donde guardas


piedra brillante, medio día del mundo, tus negras flores manchadas,
coronado de plumas.
Al rojo planeta entre sus fieras aguas.
¿Por qué soplas sobre mi,
acaso para refrescarme? Mi amor por ti
es fuente consagrada.
¿Acaso para burlarte de mi  
y llevarme al abismo de la desesperación?
nuestros días ya no dan para más,
disminuyen, así como el mar en su fuerte
/oleaje,

lejos donde los ríos y las rosas descienden


silenciosos, a las ciudades de la luz y del
/humo.

Lejos donde el agua anhela


la estrella y la cisterna.

226 227
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Agua que se precipita Todo lo que desaparece

Se disipa la fuerza, Pasa el bosque


y el árbol sube, de acuerdo con los cielos. y te ha borrado, sin tiempo,
La distancia entonces finge sus montañas. tejes una soledad,
aproximada
Finge un bosque iluminado al silencio.
por los vientos.
Y en esa hora leve
¿Qué mirada de oro vas a darme? entregada a la noche, recorres tu casa.

Hermosa como la palabra en su lentitud caída, Y miras hacia las cosas ocultas
vasta y pura, habitante de su sueño. naciendo de la sombra.

Silenciosa como la hierba, Con tus manos tocas, entonces


rumor de agua que se precipita. todo lo que desaparece.

228 229
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Déjame entonces tocarte Profetiza como un ciego mi destino

Cierra los ojos. Los verás pasar. En otro tiempo te azotaba el temporal,
el Dios de tu sangre te colocaba
Marfil de la sombra y marfil del sueño, una máscara,
vienen desde los grandes espejos. una imposición de mundo silencioso,
una suma de incendio
De aquello que hace enrojecer tu corazón, en tu corazón marchito.
mientras tú, en la noche, entras descalzo a
/los jardines Bebías el humo hirviente, de tu alma triste,
que la luna olvida. de refugiado animal, de nómada.

Y vuela el otro, en tu interior . Ahora, solo yo escucho


cada uno de tus pasos cautelosos,
A veces ya nada eres, te abandona el agua, cruzas como un sonámbulo,
y tu lívido amor queda desnudo. estancias derrotadas,
habitas nuevamente tu vida anterior,
Déjame entonces tocarte tu vida de fantasma.
y que mi luz te alcance,
déjame levantar mi lámpara, Bienvenido pues a éstos pálidos días,
para encontrarte. a éstas habitaciones
perdidas.
Ahora, que estamos completamente
/perdidos. Abre tu vieja boca de verdugo,
  profetiza como un ciego
mi destino.

230 231
El lugar de la espera

Donde todo nos entregas

Entras al olvido del amanecer


a todo ese dulce peso de los reinos,
a la gris voluntad, que empuja
tu claridad.

Aunque todo lo desconoces,


y vuelas libre con tu silenciosa lámpara,
eres luz, para las aves del canto puro.

Así nos traes el presente,


Cargado de apariencias, para los labios
/amados
El libro de
los árboles milagrosos
Donde todo tiene tu levedad,
donde todo nos entregas.

232
Gerardo Rivera

Ahora la joven voz

Ahora, la joven voz,


hará volar al peregrino.

Ahora, el joven sol, echará a andar


con su atado de hojas y de ramas a la espalda.

¿Serás tú quien siga el fuego blanco,


el helado resplandor, el vuelo sagrado de la lechuza?

Ahora que la curva del camino muere


entre los árboles,
y ha llovido y el jinete llegará a su casa dormida.

Nadie habrá para recibirlo,


ni para abrirle la puerta,
o quizás seas tú quien le extienda la mano,
para que las aguas niñas caigan
saltando entre las piedras.

Tú, con tu verde, fresca mano,


cuando el viento del atardecer anuncia
la llegada de la noche
y el vuelo de sus fuegos estrellados.

El viento, con sus ojos de adivino,


leerá nuestro futuro en sus rutas azules.
Que venga pues, la joven voz del árbol,
que lleguemos pronto al bosque,

235
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Ese azafrán amarillo


A Melissa Martínez, Univalle
el bosque dirá palabras, mi perversa amiguita
aves hermosas, llamas doradas,
Te pones a llorar, ánfora desnuda,
y volarán las dulces torcazas de sus ojos,
o bajo el arco iris elijes la tristeza
y beberá la miel que el tiempo vierte,
para desvestirte.
en los sembrados del té,
allá en Chicoral.
No te despiertes. De tu corazón saca el oro
del augurio y despídete de mí
“Ya todo es ayer”, “ya todo es ayer”,
con ese oleaje de tu atardecer.
dice el invisible señor del bosque,
el rojo señor del curvado pico. ¿No ves que estás perdida y sonámbula?
Ponte a cantar, báñate en medio del eclipse,
“Honda es la gruta donde te espera el agua tus ropas ya están puestas a secar, muy tarde
y la lluvia de tu voz perdida”. en el crepúsculo. Tu hermosa sombra mordida
  por las fieras. Eres piedra de amolar,
duro cuchillo para el corazón, estrella silenciosa.
Desde tu pico triste, dejas caer semillas,
piedras oscuras, para la noche larga.
Háblame, quiero que de ti me llegue ese aroma
de rosa final que muere en el espejo.

En tu país de nubes, eres un jilguero,


el sol vertido en la ventana, blanquísima luna
en los senderos de marzo.

Abre o cierra para mí, tu amanecer,


cuando en tus manos duerme aun esa luz,
ese resplandor,
ese azafrán amarillo.

236 237
El lugar de la espera Gerardo Rivera

  Viejo resplandor de la tarde

A Bernardo Gómez
sangre tomada a las viñas del otoño,
hojas que se pierden en tristes esquinas,
¿No sabes aún quién eres?
vientos helados que desde las torres,
Eres el desaparecido,
golpean la noche con sus alas sagradas.
el amado por las bellas criaturas del otoño:
Eso eres tu ahora, las huellas casi perdidas
el lobo, el gamo, el halcón, la lechuza.
de alguien que pasó sobre la nieve,
en un distraído sueño blanco,
Todos ellos desean ahora tener trato contigo,
lentos veleros que pasan bajo la luna fría,
todos ellos desean acercarse a ti
viejo resplandor de la tarde,
para husmear en tu sombra.
en un espejo.
(Quizás lo único vivo que aún conservas)

Ya solo sabes callar,


con ese silencio tuyo
que te llevó entre candelabros
hacia tu desaparición,
hacia esa blanca respiración tuya de estandarte.

¿Ves ahora a esa estrella roja que brilla sobre ti?


Ella te seguirá siempre a todas partes.

¿Sientes ahora, más que nunca,


la fragancia dormida de los pinos?
Ella ahora hace parte de ti,
ella ahora, eres tú.

Translúcida copa levantada,


para mirar la púrpura del vino,

238 239
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Cada uno de sus pasos

A Johnny Díaz O. como para una crucifixión de Holbein?,


verde río lapislázuli.
Entró a la ciudad imperial
impulsado por el viento y el agua. Bebió allí el agua del cántaro sagrado,
Llevado por alas poderosas y levantó su cabeza como el gamo solitario
avanzó bajo las hermosas torres medievales, cuando escucha al corno.
piedras negras bañadas en una luz de amanecer,
blancas frías piedras, alejadas del corazón. Bandadas de hojas y pájaros y ramas,
en el parque llovido donde escuchó
Se sentó en el rincón de las aves de la soledad el sonido de sus pasos.
a contemplar como la catedral
abría las puertas de su boca infinita. Hacia un lento futuro triste,
“hacía glauco, hacía aquel que olvidaba
Saludado por los mimos rojos, los equilibristas, los mares y la brisa”
y los bulliciosos payasos de las esferas,
caía, llevado hacía los cielos, “Allí donde no estaban el rastro de las pisadas
hacia el ramo estrellado de su voz, y las piedras”.
aldea secreta, verde abismo del agua
y la soledad. Sólo que nunca llegaría, se perdería allí,
en aquel agotado jardín, en aquel rincón amado.
Escuchaba al viento puro, al fauno amado,
como recién llegado a la alegría de una fiesta. Lo abandonaron sus manos y sus ojos,
lo abandonó todo su cuerpo y voló lejos, lejos.
¿Quién era él en aquel entonces?
¿En quién se había convertido? Trataría de regresar después, pálido fantasma,
recorriendo cada uno de sus pasos.
¿Era él quien atravesaba el parque en la noche  
bajo luces amarillas, dormido y ataviado

240 241
El lugar de la espera Gerardo Rivera

A su resplandor atado Abandonando tu alma

Dijo: felicidad, lluvia, arco, torre, Solo sabes arder.


blancura, dijo tristeza, dijo soledad. Entregarte al asombro, con la lentitud
de un animal iluminado.
Y un delicado frío, elevando sus brazos
alcanzó la puerta más olvidada del jardín. Hablas al oído en el hermoso idioma
¿Fueron ángeles? de los locos, de los desaparecidos.

O largos e invisibles vuelos Tu belleza se extiende sobre una tierra roja,


de sombras que se besan sangrando en el aire. vuelas sobre ella y bajas a beber después,
un poco de agua.
¿Eran nubes?
¿Eran hojas? Mi amor por ti huele como la sangre,
y acepta tu amor como una jaula.
O palabras que al atardecer se queman
como joyas, ¿Qué buscas aún en el crepúsculo?

O música que la luna abandona ¿No sabes ya


en los remotos bosques del pasado, que tu y yo hemos desaparecido?
¿eran estrellas?
No fuiste tu,
O eras tú, el cautivo, que tan solo sueña, tampoco fue la soledad ni las palabras.
a su resplandor atado.
  Aquello que en la sombra
nos entrega su llave muerta, su voz desnuda.

Ese animal que huye dentro de ti,


oscuro y rojo con los pasos del lobo,
abandonando tu alma.

242 243
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Despierta Alimentos

Eres la que pasa, Yo puse sobre ti, mi corazón rojo,


la que va de monte en monte, mi deseo iluminado y silencioso,
dando gritos violeta. pero tu ¿por qué habitabas el aire?

Y el sol, Yo sé que mirarás los recuerdos


gota profunda, con tus ojos fríos de estatua muerta,
te dirá quién eres. entre los guardianes de la soledad,
y que seré igual a ti y entraré desnudo
Mueve pues tus pálidos labios, en tus hogueras.
ocúltate entre llameantes espejos,
en la desesperada blancura de la eternidad, Sobre la mesa absoluta,
en tu terrible casa. la oscura cena ya estará dispuesta.

Y despierta. Te escucho masticar como un ciego.


  Te alimentas de horror y de pureza.

244 245
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Tu vieja boca de hierro Todo lo que aún no ha pasado

Tu existencia podría terminar Como si estuvieras haciendo


en cualquier instante. preguntas extraviadas
desde el fondo del mar.
Al llamado de la voz del mar gigante,
a la voz de la única estrella, Como si alguien impulsado por el viento
que por ti se quema. de la noche,
pusiera su vista allá a lo lejos, sobre los ecos
Y no podrás evitar que la luz de tu vida y los escombros sagrados.
se extinga y escape a borbotones
como sangre irreparable y caliente. Como si alguien se hubiera ya perdido
en los senderos de un parque inmenso,
Es inútil, nada podrás hacer, a lo largo de las estatuas de octubre.
no has debido llegar con tu traje de rey
o de mendigo, a la mesa absoluta. Tendrá en su corazón esos vientos,
esas últimas estrellas.
Muere por fin, atrapa por fin
los sueños de la tierra. Pero vivirá muchos años más,
  recordará con su vida,
todo lo que aún no ha pasado.

246 247
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Sostenido por águilas Con los ojos abiertos

Este es el cántaro, el tambor. Hay terrazas para el agravio y la desesperación,


El aroma de la piedra cuando cae al precipicio. y para aquellos que duermen en un lecho
de espinas,
El que duerme, boca abajo,
su corazón apretado contra el olor dulce para aquellos que alumbran
de la tierra. con su candelabro amargo,
la hermosa tristeza del mar.
El que escucha cantar,
el herido por el amor, La noche de tus ojos, allí acude,
el que está sepultado bajo la estrella, quizás para el consuelo o el perdón.
el que ve crecer la soledad, la hierba.
Nosotros, entretanto, hemos bebido ya el vino oscuro,
Esto la despedida, esto el amanecer, los trenes, la soledad nos lleva a una lejanía absoluta.
aquello que está dentro de ti, lo interminable.
Cansados restos de un único naufragio,
Esto, lo sostenido por las águilas, por los sueños. vagamos dormidos, con los ojos abiertos.


248 249
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Fuiste siempre un niño Caes

Fuiste siempre un niño. Caes en las tinieblas,


Un soñador de juguetes extraños, planeta de piedra,
de manos que pasan veloces catedral de la muerte.
sobre la cara de los muertos.
Y tomas la noche que ya no existe
Siempre seguiste solo tu camino. lejos, como el duro olvido

Entonces dijo el señor del bosque, amargo clamor del eclipse,


el rojo señor del curvado pico: negro sol escondido.
“Allí viene el hombre,
el hermoso viejo con su atado de ramas Y ahora finalmente duermes,
a la espalda. allí donde habita tu secreto.
Dos blancos caballos han salido a saludarlo,  
pisando los charcos que dejó caer la lluvia”

“Una campana creyó escuchar en el amanecer,


a lo lejos”

Y dijo el primero: que venga entonces,


aquel que nos traiga, aun tibio, el cuervo muerto.

Y dijo el segundo: que venga desnudo,


cantando entre la neblina
y que traiga el arco y las flechas.

Y dijo el tercero: que se quede a orar


para siempre,
que viva para siempre en este desierto.

250 251
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Algún día Cabellos amarillos

Hija nocturna, esclava niña, De un poema de Baudelaire


prisionera de la sal. Es bueno que llueva
al amanecer.
¿Echarás a volar las hojas tristes
de tu corazón oscuro? Que habitemos la venganza,
que durmamos en un país atormentado.
Tus palabras son doradas,
y están sostenidas por pájaros. Soñar en una tribu que aun no ha sido
descubierta, lejos en la selva.
Los ojos de tu soledad vuelan y pasan
y lo que has amado cae ahora en el abismo. Ver como se cubren nuestras espaldas
de hierbas,
Prisionera: tu larga lluvia, golpea el
viento que llora y el mar. de cabellos amarillos.

Eres la señal que nos da la estrella
lo que dejará de soñar
algún día.

252 253
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Si deseas abrazarme

No te detengas, vieja y pálida mendiga, acaso barrerás escombros que sueñas,


tejedora, bailadora, restos de alas muertas,
extiende tus manos ciegas, si deseas abrazarme. hojas, tibiezas impuras,
Tú ya no recuerdas. con tus ojos fijos puestos en mi corazón,
sangre derramada sobre la hierba.
Solo sabes murmurar,
eres la leche herida del eclipse, Duermes, acurrucada junto al fuego en el rincón
tu solo sabes volar, percusión de la noche, de la cocina. Pero tu espada es poderosa.
tambores dentro de ti. la sombra herida ya está dentro de ti,
¿Recibiré la limosna de tus ojos, una es la tempestad, los rayos que caen a lo lejos
Amante escondida?, iluminando la selva. Y cuando sirves la mesa,
abre tu manto para que yo pueda ver tus heridas. bailadora, fabricante de caldos, tus hijos comen
dormidos ese pan que sirves a los ciegos.
Es tuya una lentitud de piedra,
pero tus pasos son ágiles y veloces ¿Quién eres? Ahora estoy aquí,
como los del gamo, aquí están todos mis perros,
furiosos como los del lobo, ¿acaso soy el muro?
ardientes como tus puertas abiertas
y cerradas y dormidas para siempre. ¿Me escuchas? La luna cae herida sobre
el prado,
Una es el agua que desde tus ojos cae, Tengo sed, dame de beber.
uno son los ríos de tu costado,
una la noche que pasa volando al lado tuyo, ¿De dónde vienes?, Polvo de mariposa,
una es la claridad, que ya casi llega. polvo de piedra,
el sol ha muerto ya.
¿Qué haces cuando la tempestad
entra a tu casa?, ¿Podríamos amarnos?
¿Cuando llega el jinete y el crepúsculo?, Escucho el eco de mi larga fuga,

254 255
El lugar de la espera Gerardo Rivera

veo el corredor, veo la sangre, Que se cumpla la profecía


levanto mi pesada cola,
donde arden mis ojos difuntos, Que se cierre entonces la puerta,
estoy aquí sentada. que la cierre el ángel de la despedida.
Estoy vieja, estoy esperando.
  Que la cierre la boca culpable,
el agravio de la cuerda, la espada dormida.

Que la cierre el amanecer en el pecho,


aquello que se busca a la sombra de los cántaros,
el animal recostado en la súplica.

Yo me alejé de ti y te di la mano y me fui


y me llevé al perro de tus súplicas.

Fue así como se derramó tu fuego,


la sonrisa mortal de tu boca.

Te dejé mi pie, en cada uno de tus ojos.


No me esperes más.

Este es el tiempo, que se cumpla la profecía.


256 257
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Puedo amarte, Pálida escritura


Oscuridad de mi boca
A veces, en la noche,
Puedo amarte, oscuridad de mi boca. nos llega el grito de aquel a quien ya nadie
Ser el clavo en tu costado, escucha.
amarte con mi corazón difunto.
Ser aquello que perdí, dentro de tus ojos, Allá arriba, entonces,
ser ese animal que vuela en tu memoria. en la inmensidad helada,
se abre la herida luminosa
Yo haré mío tu hermoso nombre de tierra, y el divino arquero lanza sus flechas.
y seré para ti el jinete que llega al anochecer.
Nuestro destino señalará
Yo seré el sonido del mar, el fuego, un corazón radiante.
esa luz temible que brota
en cada uno de tus pasos. Arriba,
en la pálida escritura de los cielos.
Iluminado por el brazo inmenso, al atardecer,  
bebí tu vino espeso. No me reconocerás.

Ya sé que solo eres esa sombra


que habita una casa vacía.

258 259
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Tus más ocultos sueños Ya no deberías hablar

¿Quién por ti levanta el amor, A Eugenia


el llanto de la hija nocturna?
Ya no deberías hablar, debes callar,
Debajo estará la tierra que te escucha, silenciarte para siempre.
el tercer amanecer, el río donde deberás arrojar Ya hay demasiado pasado dentro de ti,
tus más ocultos sueños. ¿Qué puede haber aún en tu corazón
sostenido alguna vez por el amor?
En el aire ya habrá pasado el bosque,
lo que se llevan los hilos del tiempo. Hay fotografías tuyas desde donde sonreías,
un carrito de juguete entre tus manos,
Iniciarás así tu regreso a casa, esa que fue tu madre,
tus huellas escritas sobre el prado. al lado tuyo,
pero ella no sonreía, ella sabía.
Tu día ha sido dicho ya,
sin que puedas notarlo. Los días prisioneros te esperaban,
algunos en la cúspide de falsas alegrías,
otros trajeron vino a tus labios,
manos rebosantes de hermosos juegos
incendiados,
ríos profundos.

Una a una pasaron las páginas del libro,


¡viste ya tantas cosas con tus ojos cerrados!

260 261
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Las nubes, los navíos Llega el jinete

No hay otro lugar, otro lugar, A la consagración, al brillo de la estrella,


tendrás siempre el mismo miedo. a la lejanía, llega el jinete.
Los otros te verán soñando siempre,
bajo una eternidad, Deja atrás su blanco corazón nevado.
oscura y blanca. Con el soplo del destino, el agua murmura
en la cisterna.
Una lámpara encendida entre tus manos,
una luz que viene desde ninguna parte. Levanta el estandarte en su callada pesadumbre,
muy cerca de ti, en el crepúsculo.
Es inútil que trates de cruzar la calle,
cuando ya la hierba está creciendo, Deja atrás su sangre fugitiva,
dentro de tus ojos. su boca dormida cargada de presagios.

Eres ya casi invisible, ya casi transparente,
pero hechas a volar enigmas desde tus manos,
hermoso mendigo del atardecer.

Y sientes crecer dentro de ti


el amor de las piedras,
y el paso del sol que se lleva las nubes,
los navíos.

262 263
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Tráeme la torcaza Aquel que desaparece

Toma entre tus manos el resplandor, Que llegue lo que tu deseas,


regresa desde la oscuridad, aun no es el alba. que llegue el viento, la soledad
desde el fondo del mar.
Tráeme la tibieza de la torcaza,
su vuelo dorado hacia los pinos, ¿Quién eres,
yo colocaré joyas en tus cabellos dormidos. el cuchillo en el prado amenazante,
lo que dos veces viste, el temor con su lámpara?
¿Son éstas las nubes que pasan
sobre los trigales?
El silencio pronto vendrá y tomará tu casa,
despídete pues de mí,
Yo comeré tu pan como lo hace el ciego,
como una nube que se desvanece
yo haré rodar la piedra oscura, la moneda,
el pago a tu belleza, la copa de vino.
el sol se oculta sobre pinos muy altos,
Tu recorrerás mi casa difunta, lo mas rojo, y me anuncia el anochecer y brilla sobre mi
lo más frío, seguirás mi sombra perdida y sobre los árboles sagrados.
dentro de ti.
Eres el olvidado, aquel que desaparece.
Tráeme la torcaza, la estrella, la paloma,  
sigue la línea blanca, el murmullo,
¿son estas las lunas
para tus hombros nevados?
¿Es ésta tu madre la que abre
la noche?, ¿ Quien ha muerto?
¿Quién se asoma a la ventana?

Recoges las hojas, apilas la leña,


enciendes la hoguera,
tráeme la torcaza, la estrella, la paloma.

264 265
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Vendrá para desvestirnos ¿Dónde dejaste tu vida?

No desconfíes de mí, no te haré daño, ¿De qué lado estás combatiendo,


entra en mi casa, sé la soledad, sé el agua. del lado de los perros,
o de los pájaros carroñeros,
Aquí está el frío, el viento gris sobre la muralla, tu corazón en una jaula?
aquel que empuña la espada,
estos son los cuervos. El pesado invierno. ¿De qué lado del espejo mortal, te desvistes?
¿Y cuándo agónico arrojas tus viejos dados,
Una noche cruzabas sonámbulo las calles, y sales a mi encuentro dormido bajo la lluvia,
bajo el duro brillo estrellado, acaso eres un guardián, acaso un ciego?
¿Cuántos años tenías?
Dime entonces: ¿dónde te sirves
ahora solo escucho las voces de las sombras, esos restos ocultos, esas piedras,
y bebo el vino que tu copa me ofrece. ese fuego triste?

Trae el espejo, la muerte vendrá ¿Quién eres ahora


para desvestirnos. que te ahogas al lado de tu sombra,
y te miras a ti mismo con tus ojos de tierra,
tus manos dispuestas a volar en la lejanía?

¿Acaso eres un guardián, acaso un ciego?


¿Dónde dejaste pues toda tu vida,
tapada como un niño en su cuna?

266 267
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Un dios olvidado Una a una las estrellas

Deberás esperar aún más, aún más, A Darío Henao


volará y crecerá en ti la noche. A Magdalena
Ahora háblame
Acaso solo serás ya un resplandor, abandona tu cabaña encendida y háblame
acaso un último vuelo.
Lilith la hermosa yace en su sueño
Y te dispersarás y te habrás perdido, el árbol remoto ha dicho ya sus palabras
en el jardín de un Dios olvidado. y el agua es piedra o sombra

Ahora que ya todo está en su lejana música


y hemos abandonado para siempre
nuestros viejos palacios háblame desaparecida

Toma un puñado de las cenizas de la noche


y ofrécelas después al bosque y al espejo
a la que cruza los prados blancos de neblina
a la luna escondida detrás de tus sueños

Háblame del altar y el sacrificio


de las torcazas dobladas en la muerte

de las ofrendas de la sangre y el fuego


Háblame del silencio que reposa
en sus copas de oro de la noche que es música
y resonante cuerda

o toma mi mano y caminemos juntos por estas


  tierras del eclipse rojo

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

Apartando suavemente
Las cortinas
O hazme el conjuro de las chamizas
y de la taza de agua A esto has llegado,
esta es la hora señalada tráeme tus enigmas a la débil luz de la estrella que tiembla
entre nubes desgarradas,
¿Será de plata este largo camino, este mar lejano? al agua de bronce que desciende por la acequia,
ese ruido solitario.
Yo vendré a buscarte en la lluvia de tus ojos
antes del alba, antes de los animales fantásticos En algún lugar debo estar,
ser como el ladrón que carga su tesoro.
a la hora de la danza Ese único brillo.

a la hora en que apagas silenciosa una a una Arriba pasará el arquero,


las viejas estrellas. ya todos somos parte de ese cielo,
parte de ese arco y su quimera.

Antes del amanecer se apagará la música,


los giros de la viola, del sombreado oboe.

Entonces la verás a ella.


entrará apartando suavemente las cortinas.

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

Su resplandor de paloma El fuego y la hojarasca

Llega el difunto hermoso, Debe ser porque vuelas dormido,


su bella máscara de oro, su desesperado sueño porque hay puertas abiertas,
de amores recordados. porque hay un aroma
dulce y fatigado.
Llega y pasa, atravesando el cielo,
como sol inesperado, brillando entre los árboles. Se fueron los que cantaban, en el corredor
de la casa de campo, en penumbra,
Tal vez ahora el mundo se ha alejado, pero llegarán muchos años más.
somos manos del ayer, ríos profundos.
El prado estará mojado
Blanco y frío el amanecer, y frío para ti que caminas
blanco y frío su resplandor de paloma. con tus pies desnudos.
Quizás sostenías el mundo
con tu niñez bellísima.

Mira ahora esas viejas nubes


que pasan en la noche.
Volabas siempre hacia la claridad.
en tus ojos el fuego y la hojarasca.

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

En mitad de la noche Agua hermosa de la soledad

A Darío y Mercedes Es ahora cuando recuerdo,


recuerdo tu vida lenta y silenciosa,
Eso fue antes, antes todo era verdad. esa que tu levantabas para mí,
La raya de luz que se movía en la pared reflejo de la montaña
cuando pasaban los carros.
frente al brillo del alba.
El martilleo danzante de las palomas caminando
sobre aquel techo de zinc.
¿Fuiste acaso el viento blanco?
¿Aún te llega el olor a sábanas mojadas, ¿Aquello que recorrió el bosque,
que tu tía Mercedes colgaba en el patio, callado, invisible?
para que las secara la luna?
En la tibia mansedumbre animal
Darío y las niñas, respirando dormidos, hago dormir mi corazón,
hablando en sueños, también eran verdad. para que perdure siempre,
para que no se pierda, como lluvia sobre el mar.
Eran verdad la noche y sus profecías,
los ladridos lejanos, los bellos muertos Deberá quedar y sostenerme,
que pasaban sonámbulos, sonrientes, dura obstinada piedra,
imprecisos. donde apoyaré mis manos.

Tenías seis años. Absolutamente inmóvil


Eco inextinguible de la noche,
y fascinado en tu cama,
agua hermosa de la soledad.
escuchabas todo aquello.

Ahora, tantos años después, también es verdad,
el pesado fardo de ruinas y mentiras doradas
que cargas en tu espalda.
Ahora cuando los recuerdos te queman.

Tu cabaña está encendida en mitad de la noche.

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

¿Estás dormido? La verde rosa destinada

¿Estás dormido o muerto Déjame entrar,


Gerardo? quiero buscar el último rincón,
esconderme en tu casa.
¿Esperas todavía el agua destinada?
Acercarme al ser de luminosa ceniza
en la que te has convertido.
¿Por qué tienes ese pino tan verde
en tus ojos?
Acercarme a las tres reinas,
la del viento, la de la noche, y la de la lentitud,
Mira hacia arriba: las torcazas vuelan y hacer un pacto secreto con ellas.
en torno tuyo, mira hacia la montaña,
la mañana llega con su joven ciruelo. Regresar otra vez
a la sombra de los árboles milagrosos.
Y tú, sin saber quién eres, entras con tu vida
al palacio de las puertas de oro. Yo seré el viajero que hunde sus pies
en un mar estrellado. Trae por lo tanto, el cristal,
Al rojo crepúsculo que lanza para ti la copa y la derrotada belleza,
su grito sedoso. y lo que vive y muere dentro de ti.

Trae a nuestros muertos, Darío, Emilio,


Helena, Gerardo,
Eugenia, yo entre todos ellos.

Ya sé que nadie más que tú podría hablarme


del halcón de los cielos, de su frío grito plateado.

De lo que me has ofrecido, el corazón difunto,


la belleza del amor,
la verde rosa destinada.

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

Como alondras asustadas Ese aroma de soledad y espejo

Te han hechizado, ¿no es verdad?, No son estos instantes que pasan,


y el encantamiento ha caído sobre ti cada uno un mar
y te ha concedido la adivinación y la palabra. danzante en la sombra.
Y el árbol que va con ellos,
Ya eres la luna y la piedra bañada por la luna, suavidad hacía el alba.
ya eres la lluvia que desde tus ojos cae,
eres la luz, la desaparición del sol. Y lo que está dentro de ti, ruinas doradas,
hermosas palabras en un día de viento,
Ahora sientes el frío resplandor de la noche, últimas risas y sonidos de copas,
el amor que siempre estuvo entre nosotros. música que se pierde finalmente,
más allá de la fiesta. Jardín estrellado.
Jardines había, donde hilabas blancas
ceremonias, Y otra vez la luz, las voces de antes,
música llevándome a la claridad, el agua deslumbrante
bosques dormidos aún al alba. sobre tu pecho inmóvil.
En tus manos el fuego y la hojarasca.
Después del invierno, otra vez llegará la hierba,
Arriba danzan las estrellas, cubrirá tapias y piedras, lo que había caído
huyen en la noche, como alondras asustadas. desde el duro tiempo.

Ese aroma de soledad y espejo.


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El lugar de la espera Gerardo Rivera

Se equivocó de sombra Las que todo lo nombran

Deja atrás el agua, Trae a las dos hermanas, a las hijas nocturnas,
en la inocencia de la orilla. a la sombra del tiempo y la montaña,
a las llamas,
La noche y lo que arde detrás del muro del verano.
en su jardín derrotado.
Pronto pasó el otoño en su carruaje de oro,
Ahora que para ti el amor pronto, a los salones prohibidos del espejo.
abre una puerta.
Ruega entonces por mí, iluminado,
Pasa perdido, deja caer tu carta fatal en el abismo y el polvo,
aquello con lo que te desvaneces en los sueños,
Hermoso como un árbol todo lo que murmuras olvidándolo.
que se equivocó de sombra.
Trae a las vendimiadoras, a las venturosas,
a las que intuyen, a las que palpan,
a las que todo lo nombran.

   

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

Para nuestro corazón apagado La sangre, las campanas

Así nos llega el amanecer, Ahora junto a ti,


nos llega el alba, con sus joyas heridas. desde las alturas, los tres rojos danzantes
donde septiembre se quema.
Así bebemos el fuego,
la asombrosa muerte de las piedras, Lugar, esfera silenciosa.
Fuego que no será tocado por los ojos errantes,
Así nos llega el reino nocturno, el viento, ni por el vuelo augusto de la sombra.
el vino que ayer nos fue ofrecido
para nuestro corazón apagado. ¿Qué has elegido para ti
en el lugar del sueño?

¿Tus pasos finales dispuestos por el azar,


lo llamado por el agua?

Ahora todo es aire,


nos llama el árbol de la noche.

Y escuchas la sangre, las campanas.

   

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

Fieras bermejas Pinos dorados

Apresura el paso. Me apartaré de ti.


seré la sed, la estatua que duerme
Tal vez es la claridad, tal vez es la sombra en el viento de la desaparición.
lo que te está llamando.
No te despiertes.
Te esperan para morir. este es el último atardecer.

Tu corazón atado a la inmovilidad, Allá, detrás de ti,


a la fijación, a la lejanía. el viento pasa sobre pinos dorados.

Échate a dormir
entre fieras bermejas.

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

Me acercaré a ti Sé incandescente

Eres cada vez más oscuro, Aún no sé quién eres,


cada vez más estrellado. tú que llegas desde el mar y desde la ausencia.

Con el lento polvo de cada uno de mis pasos, Desde el viento,


pondré mi vida sobre tu corazón lejano, memoria ardida de la sombra,
con el lento olvido me acercaré a ti. cuerda oscura, serpiente, música de las ramas,
no sé quién eres.
La bella ceniza de mi lámpara
brillará entre tus manos. Pero yo me desnudo para ti,
tócame, toca todo mi cuerpo.
Seré el viento que ya no recuerda nada.
Se incandescente, inaccesible para mí.
Todo aquello que entra  
al mar perdido, al secreto.

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

¿Quien es este? Y más allá la luna

¿Quién es este, que aquí duerme? Fui tu criatura más amada,


perdido en el tiempo fui tu hoguera,
Una roja copa de sangre subí al cielo oscuro, fui la chispa, fui la nada.
ha levantado bajo la luna fría.
Eras un atardecer y eras un espejo,
Para su sed de príncipe callado. resplandor y lluvia y tormenta.

Ha visto el atardecer y, en la última luz, Siempre llegabas


caer una estrella. suavemente para no despertar el agua.

Y a la ciudad blanca, recostada en la montaña, Hecha de sueño y de tierra,


brillar como un corazón iluminado. larga espiga y más allá la luna.

Oculta en su soledad,
un frío de bosques y lejanas brisas.

Y aquello que nunca regresará,


aquello que arderá perdido para siempre.


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El lugar de la espera Gerardo Rivera

Rosa de la sombra Tu, el perfecto

Yo te conozco, Tú, el perfecto, el distante,


fatigada hierba, negación, ausencia, el vertiginoso.
sé cómo ardes, rosa de la sombra.
Tú, el herido,
Sé que estás en mí y que duermes, el resplandeciente.
agua profunda, negra belleza
del instante. El veloz, en tus soles veloces,
el callado, el infinito, el alto,
Sé que llegas, donde la luz se alarga.
desde el fondo del mar y sus cadenas,
El del frío rumor sobre las piedras.
Altos pinos donde la luna se queja.
El manso, el de la luna amarilla.
Que tu mano de sangre me abra, ahora, El de mis sueños,
la puerta. oro, sombra y ceniza.

Quemaste en tus bosques


Mi verdad más triste.

Fuiste tan solo un instante perdido


entre mis manos.

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

El que descansa Fría piedra

Callado en mi eternidad, Tenías olvido, cautela de sombra.


abandonaré el agua, el secreto. Volabas buscando la profundidad del mar
o de la noche para alejarte de mí.
Sé transparente,
toca con tus dedos la sal Desde allí,
dirigías mansamente,
que no regresa.
tus más bellos lamentos,
Incendia los planetas,
o resplandecías en el juego mortal
la belleza pura del mar de las esferas.
y de la tierra.
Proclamabas que no tenías nada que ver
Llegaré hasta conmigo.
tus habitaciones más terribles,
seré el animal, y astutamente te ocultabas de mi,
el que descansa. como el ciervo del cazador.

Aunque después, sin saber cómo ni por qué,


me ofrecías el cuello dulcemente
para el cuchillo del amor.

Yo ya había muerto,
o agonizaba por ti, fría piedra deslumbrante,
en la noche de los incendios y los pinares altos.

Me entregaba a la negación,
a la cobardía, rechazaba la esperanza.
La terrible fiesta
que habías preparado para mí.

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

Paloma negra

A Olguita Hiciste dos largas reverencias azules


para que llegara rápido el crepúsculo,
Te veo partir de mí, no de lo que eres. para que nos acariciara el instante,
He tropezado contigo, Rue Du Dragón.
en el jardín de Luxemburgo,
Paris nos ofrecía su maravillosa danza ¿De quién es ese rostro que ahora desaparece
de oro. bajo las aguas del largo y sedoso río?

Pero también patios fríos, ¿Por qué ese ángel ataviado de negro
a través de visillos manchados, con sus alas plegadas se asoma desde lo alto
palomas que llegaban atravesando el mar, del puente?
el olvido,
y la nieve. ¿Por qué ese león a su lado?

Abriste tu bolso para dejar volar tus ojos, ¿Por qué los encristalados palacios
tus verdaderas palabras, tu corazón de tierra, de la despedida?
y desaparecías después
alejándote por aquellos boulevares, Echa a volar paloma negra.
entrando a callejuelas oscuras, perdidas,
Rue de la Huchette, enferma de lentitud.

Yo seguía las huellas que dejabas para mí,


Apoyándome en la belleza de Paris.

Picoteabas migas de pan,


bajo las filas de los automóviles estacionados,
a lo largo de calles heladas.

294 295
El lugar de la espera Gerardo Rivera

En los viejos árboles de la noche

A Djuna Barnes Para que yo pueda ver, a través de tus ojos.


Aunque ya nada sé de ti,
¿Qué esperabas en ese entonces de mí? tu ceguera es hermosa,
Al amanecer me traías el resplandor ahora que pones en tu balanza
de tu lámpara, el oro y la tristeza,
aquello que yo deseaba tanto ver:
belleza y claridad. el temor, en los viejos árboles de la noche.

El invierno estaba dentro de ti y de mí,
y en la larga vejez del mar y en las aves
de la compasión.

Tu dejabas en mí, el amargo sabor


de lo que se apaga,
el humo antiguo de tus ojos.

Aquello era una velocidad helada y remota,


una puerta abierta por donde pasan los
que deben partir.

Había en tu soledad y en tu pobreza una piedra,


una rosa, y después me ofrecías un poco
de agua.

Ahora coloca tus dedos sobre mis labios


para que yo pueda dormir, callar,
lumbre remota.

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

Palacio de nieve Libre en la memoria

Deseas migas de pan, Tengo miedo de ti,


deseas bosques negros, deseas al llanto de tu lámpara.
de los otros.
No has vuelto a ser
Quizás, en el sueño de tu padre, como la noche que yo amaba.
diste tres hermosos gritos rojos.
Cuando elegías cuidadosamente
Ahora, tantos años después, un lugar, un corazón,
el viento agita las ramas unos labios.
de los enormes helechos,
Después hablabas a todos de mi
lo que llega al mar lejano,
para que yo desapareciera.
a la noche cargada de estrellas,
al zafiro de la soledad.
Ahora es distinto,
Ya nada importa. Ahora no sabes ya quien eres, todo ha sido en vano,
aunque un día llevaste en tu corazón ahora todo está libre en la memoria.
la tibieza del sol  
engañado por el amor.

Mucho más sabio ahora,


sabes que solo debes recordar
en silencio.

Eras un niño.
Fuiste conducido por la mano de oro
que señaló tu camino.

Ahora, cansado, subes a tu palacio de nieve.

298 299
El lugar de la espera Gerardo Rivera

Plumas, flechas negras

Al cuervo de su majestad ¿En qué mundos te ocultas,


y a Julián Reyes rama seca y quebradiza,
en dónde escuchas las amargas quejas
Primero están las plumas, del eclipse?
negras flechas, negras noches lacadas,
donde se esconde la noche. Sabes muy bien que ya la hierba ha crecido sobre
nuestra tumba, que éstas manos que una vez
Después estará su vuelo, amaron, yacen ahora y se ocultan
ese salto erizado y vertiginoso bajo la dura tierra.
que va desde la piedra invernal
a la rosa plateada de múltiples puntas. Pero un día tu dijiste:
“todo esto es solo un sueño,
Estrella negra, espejo negro, un espejo que se ha roto en mil pedazos
sol que nos conduce a la muerte. y que resplandece sólo un instante al atardecer.
Que tú ya duermes al lado mío
¿Dejarás atrás la noche parpadeante, convertido en sombra, antorcha triste,”
barnizado de ecos cómo estás?
Ahora, tendido sobre los lechos fríos
¿O quedarás atrapado en ese fuego del amanecer, somos ese fuego, ese olvido,
del crepúsculo, donde en vano intentas hundir y desde ésta distancia vemos en la lejanía,
tu pico en el secreto oscuro? otros vuelos, anidar en viejos ojos.

Allí donde naces y resplandeces La noche nos ha golpeado con sus alas
nace y resplandece la tormenta. y con la vejez del mar, y ahora tus mentiras
y tus verdades hacen fila
Esa vasta prisión tuya donde estás quemándote, en el hondo cielo de un color desaparecido,
vara que conduces mis sueños,
corona perdida donde estallan relámpagos.

300 301
El lugar de la espera Gerardo Rivera

y el bello lucero de brillo inaudito, ven y llévate mi corazón para que sea lavado,
ese que yo soñé para ti, es tan sólo una chispa no deseo más ésta bellísima sangre roja
entre nubes desgarradas. lava también todas mis ropas y ponlas a secar
muy tarde en el crepúsculo,
Ven ahora, escuchemos tú y yo, la luna no se hará esperar más,
el galope pavoroso del centauro, mi dulce atormentado
ahora que sobre tu soledad llueve la tristeza.
sabes muy bien que aún no has llegado
Sube conmigo a lo más alto de la montaña, a las ruinas del alba, abre tu pico
para que el viejo fauno no nos persiga más para que caigan tus semillas sagradas
con sus flechas directamente a la tierra,

Sé lo más alto, sé el fuego oscuro, sé la escritura, siembra ahí tu última verdad,


el eco purpúreo del atardecer, no me mires más desde tu altura,
la vacilación pura de los ángeles
que los otros sueñan. no mires más desde allí, las viejas torres,
los bosques y las aldeas, ahogándose
Y cae después flecha distante, en una leche de amanecer.
rauda joya que atraviesa la voluntad
helada del mar, Cruza los mares en este día neblinoso,
sé la flecha y vuela para mí.
y dime todo cuanto yo deseo escuchar de ti,
aquello que no da reposo a los hombres Que sean para mí tus hermosas plumas negras,
y los llena de pavor y también los consuela, mi hermoso pájaro de las tumbas.

muéstrales ave coronada, O canta como el verdugo, atraviesa por fin y llega
el duro sello de tu afilado vuelo, hasta mí, desde tus mares desolados.

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El lugar de la espera Gerardo Rivera

Ángel

Ahora es de día, Hazme un lugar en tu belleza,


pero yo sólo amo la noche, esa en donde no hay misericordia.

la hermosa catedral de la muerte Eras una inmensidad, una alucinación,


donde estás destruyéndote. una desesperación,

Estruendo que alcanza mis pies que tienen frío, aparecías en mitad de la noche
mi corazón, mis ojos, mis manos que tienen frío. iluminado de nefastos proyectos.

Pero me despierto y siento una tibieza y entonces te amo Tu belleza era el veneno que yo bebía dichoso.
y en eso consiste mi amor por ti.
Después del amor me apartaba de ti
Yo te digo, si vas a morir, arrastrándome, súbitamente envejecido,
bebe la oscuridad del agua, hacia la negación y la ausencia.
bebe en la copa de barro ese licor
que yo destilé para ti, ¿Qué otra cosa podía hacer yo si hablabas
para el sol?,
Inclínate después hacia el oriente,
inclínate hacia el lago venturoso, ¿si ya sólo eras ese recuerdo que quemaba
mi corazón?
haz brillar para mí tu resplandor
las ceremonias de tu hermosa locura Despídete pues de mí,
y de tu maravillosa ausencia alárgate como la serpiente,
hazme reverencias de príncipe o de mago.
Bendíceme ahora, bendíceme y me quedaré
dentro del astro donde tú y yo Abriré la puerta,
estamos quemándonos. echa a volar,
elévate y desaparece.

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Contenido
Introducción
Allí donde las palabras son las cosas 5

A lo largo de las estatuas de octubre


Gúdula 15
No iré hacia ti olvido 17
Una canción de Jethro Tull 18
a Charlie Pineda 18
Yo sé por qué... 20
Para mí no has ardido lo bastante 23
Lo que nunca sabrás 24
Para mí empiezas con la estrella 25
Corazón en penumbra 25
Sueño en el jardín de los músicos 26
Como una música 28
Jardín 30
La noche de los tamarindos 31
Mientras teje la muralla 32
Es el sol en ti perfecto 33
Tú que fuiste el mar 34
La resplandeciente limosna de una llave 36
Puente 37
Canción del prisionero por el sueño 38
Hay un guante para la tristeza 39
Los ausentes, los dormidos 40 Creo en ti 73
Destino del viajero 42 Lluvia 1 74
Ven silencio 43 Lluvia 2 75
Donde antes 44 Te amo 77
Tú conoces mi amor por ti 45 Si alguien 78
Una torre o un laud 46 Parga, Grecia, El Olivar 79
Como algo que se apaga 48 Para uno que se fue 81
A veces nos alcanza el amor 49 Parque 83
Una mente hermosa 50 Viajero 84
No vayas a herirme 51 ¿A quién esperas? 86
Tú servirás su comida 52 Míster 87
La soledad, la luna 53 Vuelas Magritte 88
Venidas del paraíso 54 Y luego fuego y silencio 89
La víspera 55 Nadie sino la lluvia 90
El día que llega 56 Si te llegara a mirar 91
Es sólo la ausencia de la tarde anterior 57 Hacia el sol desnudo 92
L’Hiver 58 La noche delicada 93
El día se despierta 59 El que se ha despedido 94
Alguien 61 El alba huele a pan 95
El verdadero viaje para ti 62 Al lado de la eternidad 96
Suavemente, sin decir adiós 63 De sombra estás hecho 97
Yo sé que tú te alejas 64 Actor 98
De piedra, de sal y de hierro 66 Desde el abrazo de la negación 99
Venidas del paraíso 100
Ven silencio 101
El viajero de los pies de oro
Hacia las ruinas de la eternidad 102
Arriba 71
Una vez 103
Paraíso perdido 104 Como esa luna 131
Almuerza sola 105 La sombra del viajero 132
Nuestra casa se ha marchado 106 Despertar 133
Algo 107 Abrazado a la noche 134
Al llamado de las piedras 108 Hoja 135
Abandonando tu alma 109 Es como si te hubieras ido 136
La coronación o la aurora 110 Desterrado del paraíso 137
Pasará el agua 111 En aquella casa del verano 138
Un Dios derrotado 112 ¿Eres tú? 142
Luna de la compasión 113 Quítate tu alma 145
Cuando el sol la ilumina 114 Destino 147
Dulces y venenosas 115 Tú que duermes, tú que sueñas 148
El hombre de mármol 116 Qué nos importa ya 149
Conducida por la estrella 117 ¿A quién te pareces? 151
Que un día fue tuyo 118 Un poco tarde 152
Esa casa de polvo 119 Frente a los farallones 153
Que junto a ti se desvanecen 154
El engaño 155
Una nada cubierta de hojas Ese vuelo en el viento 156
Azúcar 123 Hablar a solas 157
Son sólo arena 124 ¿A qué has venido? 158
Algunas veces 125 Anochecer 159
Y de nosotros huye 126 Con fríos labios de pasado 160
Tú que despiertas 127 Dios que a veces nos engaña 161
4:30 a.m. 128 De repente, el lago de tu alma. 162
¿Era ésta tu puerta? 129 El desterrado 163
Para oboe y cuerdas 130 ¿Qué podrías esperar de la noche? 164
No para subir 165 Flor infinita 195
Ve ahora a la estación del tren 166 Rojo señor de curvado pico 196
Al lugar donde las piedras sangran 168 Princesa desdichada 197
Agáchate y recoge 170 No fuiste tu 198
Diálogo 171 Tu fría mano de nieve 199
La eternidad está debajo 172 Destino 202
Hay algo en la oscuridad 173 Ahora 203
Bebe conmigo 204
Yo también estoy dormido 206
Anterior a la penumbra Vieja señora 207
Al viento puro 177 Aquel país de octubre 208
Bello, perdido, mensajero 178 Sueño del laudista 209
En el comedor vacío 179 Que pasen los días 210
Animales recordados 180 Y el amor y el calor y tu sonrisa 211
Una es el agua 181 En el viento invisible 212
Y luego caerá 182 Abrazada a la noche 213
El sagrado olor de los pinos 183 En vez de volar 214
Pequeño, paraíso iluminado 184
Sal a caminar ahora 185
Ha sellado sus labios 186 El lugar de la espera
No te diré 187 Caminar en la noche 217
Como fantasmas olvidados 188 ¿Regresamos? 218
Yo estaba perdido, yo dormía 189 Como esa lluvia leve 219
Bajo el agua 191 El lugar de la espera 221
Tu música en mí 192 A los dos nos lleva 222
Ícaro 193 La llama de las constelaciones 223
No pasará lo escrito 194 Ese gusto 224
Escoltando el cielo 225 Puedo amarte, 258
Solo yo sé 226 Oscuridad de mi boca 258
Agua que se precipita 228 Pálida escritura 259
Todo lo que desaparece 229 Tus más ocultos sueños 260
Déjame entonces tocarte 230 Ya no deberías hablar 261
Profetiza como un ciego mi destino 231 Las nubes, los navíos 262
Donde todo nos entregas 232 Llega el jinete 263
Tráeme la torcaza 264
Vendrá para desvestirnos 266
El libro de los árboles milagrosos ¿Dónde dejaste tu vida? 267
Ahora la joven voz 235 Un dios olvidado 268
Ese azafrán amarillo 237 Una a una las estrellas 269
Cada uno de sus pasos 240 Apartando suavemente 271
A su resplandor atado 242 Las cortinas 271
Abandonando tu alma 243 Su resplandor de paloma 272
Despierta 244 El fuego y la hojarasca 273
Alimentos 245 En mitad de la noche 274
Tu vieja boca de hierro 246 Agua hermosa de la soledad 275
Todo lo que aún no ha pasado 247 ¿Estás dormido? 276
Sostenido por águilas 248 La verde rosa destinada 277
Con los ojos abiertos 249 Como alondras asustadas 278
Fuiste siempre un niño 250 Ese aroma de soledad y espejo 279
Caes 251 Se equivocó de sombra 280
Algún día 252 Las que todo lo nombran 281
Cabellos amarillos 253 Para nuestro corazón apagado 282
Si deseas abrazarme 254 La sangre, las campanas 283
Que se cumpla la profecía 257 Fieras bermejas 284
Pinos dorados 285
Me acercaré a ti 286
Sé incandescente 287
¿Quien es este? 288
Y más allá la luna 289
Rosa de la sombra 290
Tu, el perfecto 291
El que descansa 292
Fría piedra 293
Paloma negra 294
En los viejos árboles de la noche 296
Palacio de nieve 298
Libre en la memoria 299
Plumas, flechas negras 300

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