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Gerardo Rivera
ANTOLOGÍA
El lugar de la espera
Gerardo Rivera
ANTOLOGÍA
Introducción
REPÚBLICA DE COLOMBIA
MINISTERIO DE CULTURA
www.mincultura.gov.co
Ministra de Cultura
MARIANA GARCÉS CÓRDOBA
Allí donde las palabras
son las cosas
Viceministra de Cultura
MARÍA CLAUDIA LÓPEZ SORZANO
Secretario General
ENZO ARIZA AYALA
Directora de Artes
GUIOMAR ACEVEDO GÓMEZ La poesía, más que una manera de escribir, es una manera de
sentir. Por eso, mucho antes de que Gerardo Rivera comenzara a
© GERARDO RIVERA
escribir estos poemas ya sabíamos que era un poeta, y podíamos
Coordinadora editorial vivir la plenitud de su poesía, la riqueza y la gracia desconcer-
ALEJANDRA GRAJALES SERRATO tante de sus inventos verbales, esa curiosa manera de reinar por
Selección de textos y edición el lenguaje sobre los azares de la realidad. Ese secreto del poeta,
JOSÉ ZULETA ORTIZ como en las cortes antiguas, lo saben su rey y su ayuda de cáma-
ra, su príncipe y su maestro de capilla, su princesa y ese eterno
Diseño y diagramación
HÉCTOR H. SANTAMARÍA aspirante a una dignidad que no sabría honrar. Recuerdo unas
tardes verdes de hace veintitrés años, cuando Gerardo nos mos-
Diseño de carátula
ORLANDO LÓPEZ VALENCIA
traba los poemas de Hans Hans, un poeta inexistente y fecun-
do que estaba agonizando en Belgrado. Había dejado una obra
intensa y breve de la que yo escribí un prólogo deleznable hoy
Impreso en Colombia
afortunadamente perdido. Recuerdo a Gerardo cuando regresó
Material impreso de distribución gratuita con fines didácticos y culturales. de su viaje a Hungría y nos llenó las veladas de bosques con fai-
Queda estrictamente prohibida su reproducción total o parcial con ánimo de lucro, sanes y restaurantes decrépitos apenas sostenidos por el trémolo
por cualquier sistema o método electrónico sin autorización expresa para ello.
de los violines. Lo recuerdo con su curvo bastón de caña, com-
Primera edición, 2015 prado en los mercados de Budapest, caminando por la avenida
sexta bajo la lluvia de los guayacanes amarillos de otra década. Y
© Ministerio de Cultura
Bogotá, D.C., Colombia también recuerdo las intensas veladas que vivimos cuando volvió
de Grecia, y nos hablaba de los cuarticos blancos de Praga y de
ISBN los muelles de Igumenitza, de playas donde había un muchacho
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El lugar de la espera Introducción
griego con un pulpo adherido a su cuerpo entre las aguas de un hacia el cielo / los gatos. A Gerardo, para decirmos la melancolía
azul de tinta. de todo lo que fue, le basta este giro: Detrás de las escaleras /
está ahora el bosque amarillo. Para nombrar la muerte le basta
Gerardo se negó por años a escribir algo más que cierta balada decir: Hay gentes / sentadas en sillas vacías / en los muebles de
a la que llamó La vaca aritmética, las ondulaciones en casi haikú la lluvia / te miran y no hablan. Para hacernos creer en una tierna
de la luna en el agua y un populoso monólogo de Lady Macbeth circunstancia perdida en la historia, en un momento de la vida de
preparando la recepción para Duncan en un castillo atareado de una mujer del medioevo, construye estas precisiones conmove-
criados y de cuervos, de niños que se hurgaban las narices y de doras: Gúdula de Utrech / de los tejados de Lieja /No te levantes
calderos exigiendo abrasivos. En vano le pedíamos otros poemas. todavía / Todavía hay mucha neblina / En la huerta y sobre los
Como Adolfo Montaño, como José María Borrero, obturaba sus prados / Hoy es 15 de marzo / de 1273/ Acuérdate / Tienes que
oídos con cera de abejas para no oír la voz de las sirenas fatales ir al mercado.
que invitan al naufragio mortal de tejer versos. Pero un día en
Chicoral salió a caminar por las montañas brumosas y al parecer Sólo hay una cosa que Gerardo no mira y son los espejos. Tal
el sol salió y derritió el sello de Ulises y la sirena cantó. Desde vez eso nos dé la clave del tono de su poesía y de la intensidad que
entonces la poesía de Gerardo también se convirtió en poemas, tienen en ella las cosas, las formas del mundo, los milagros de la
y yo quiero afirmar aquí que cada poema suyo es una suerte de realidad. En esta poesía lo humano es sólo una parte humilde
experiencia mística. de lo que existe. Lo humano está sobre todo en la mirada, en la
simpatía con las pisadas del gato que van dejando un rastro de
Pero ¿de dónde procede el poder de estos poemas, su intensi- belleza sobre la tierra, en las tenues reconvenciones que una voz
dad, la verdad que nos entrega incluso en sus juegos más atrevi- casi sin cuerpo les hace a las estrellas y a Dios y a las sillas que
dos? Tal vez es cierto que la verdad está en el tono, en la reposada nunca se cansan de esperar a alguien que les dé su sentido. Yo
intensidad, en la íntima convicción de quien habla. Si ello es así, diría que sólo quien se mira tan poco a sí mismo puede ver con
entonces a lo largo de los años Gerardo no desarrollaba sus des- tanta intensidad el mundo. Pero no soy yo quien vino a decir sus
trezas literarias escribiendo versos sin fin, como tantos poetas, poemas. Sé que me está vedado añadir más palabras a la magia
sino formando una experiencia del mundo, una actitud como de poderosa y a las geometrías secretas que hay en ellos. Impúdica,
monje oriental, la capacidad de detener la mirada en cada cosa, públicamente quiero agradecer la poesía que Gerardo ha traído
y de encontrar en cada cosa todas las cosas. ¿Qué puede ser el a nuestras vidas, las muchas horas en que el lenguaje se ha exal-
universo sino “Ese río de tórtolas y semillas” de que nos habla en tado en fiesta y pasión, en compañía y milagro. Y quiero pedir la
un poema, esas voces que / Algunas veces son pájaros / Algunas ayuda de Apollinaire para celebrar las muchas veces en que nues-
veces son estrellas /Y la eternidad / Con su abrigo de luz / que va tro vaso ha estado lleno de un vino que tiembla como una llama;
dando sus brincos / De gato / Sus bostezos de conejo? El mundo las muchas veces en que el vaso se ha roto como una carcajada.
en sus palabras es milagroso, pero lo es de una manera reposada,
como saben serlo el agua, las perdices, las hojas. Está lleno de
cosas comunes arrebatadas a la cotidianidad y sorprendidas en
flagrancia. En ese mundo suyo por el hueco / de la luna / saltan William Ospina
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“Giro en torno de Dios antigua torre
giro hace miles de años
y aún no sé si soy un águila o una tormenta
o si soy un gran cántico.”
Rilke
A lo largo
de las estatuas
de octubre
Gerardo Rivera
Gúdula
De noche estrellada
junto a la hierba buena
y la mejorana
Siempre
acariciando perdices
Huyendo asustada
de los blanquísimos gansos
Gúdula de Utrech
de los tejados de Lieja
No te levantes todavía
Todavía hay mucha neblina
en la huerta y sobre los prados
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
Ni dormiré
el sueño exhausto
en tu cama fría
Viejo olvido
viejísimo niño
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
Como reyes rojos, como reyes ciegos, Y entrábamos como guerreros perdidos
caídos sobre el polvo, entre los relámpagos en los llameantes espejos.
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
Yo sé por qué...
1 sonríen en la infancia
y se desvanecen
Yo sé por qué, como pausada música
arquero hermoso
al cielo levantas tu arco que susurra Y sé también por qué
la torre está inclinada
Que despide la flecha hacia el olvido
en el oro precisa
Y por qué el mar
Y sé por qué al deseo de su dios
los días se fugan como labios en espumas florece
que dijeran la plegaria
Y por qué está el desierto
Yo sé por qué el día entra en la noche en su estrellada fuga
como aguas que se amaran
Y por qué la eternidad
Y sé por qué mi vieja sangre con su viento ciego
a la tierra se inclina hoy borra estos rostros amados
Yo sé por qué
estos días
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
Chillando
en el plateado estanque del aire
y de la noche
casi al amanecer
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
Y si te acaricio
si acaricio tu bella piel
que se despide de mí como una música
De mí
que te amo
pura delicia
de estar aquí juntos
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de sombra dichosa
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
Estos son los adoradores del sueño, Brisas y caballos y pájaros espléndidos
los ausentes, los dormidos. que sólo desde la infancia vuelan.
Los que han recibido, con labios de piedra, Mientras nosotros, locos demonios,
el agua de la diosa. caminamos también dormidos,
sobre mortales prados de invierno.
Recostados, caídos en las aceras,
frente a los cines y los pasos atroces
de los demonios del día.
Tejen olvido
escondidas bellezas,
versos que sólo se escuchan en otros jardines
y de la profecía.
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
la tarde y la colina.
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Algunos de ellos nos ponen a volar Y las delicadas hierbas y verdes musgos
son como himnos,
Cambian una torre o un laúd habitaciones que se llenan de voces,
por una luna brillante, de risas de espadas,
caída como un pez muerto, sobre el prado y no hay otra luz, más que ésta,
para celebrar el viento de nuestra sombra
Te muestran la necesidad
sacan a relucir un espejo para celebrar,
la consagración, los ojos abiertos,
En Florencia las hojas que sueñan,
salíamos a cabalgar por calles el resplandor dorado.
y plazas, arrastrando nuestros sueños
O ahorcábamos a un arlequín
de labios rojos,
y ojos bellísimos,
en cuyas aguas volaban suaves
semillas como tórtolas
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como sueños.
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
Y con el eco.
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La piel, la herida
el agua oscura, el alma
La sombra equivocada y su desierto.
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Y con los Dioses pintados de saltos violeta Y lo que ves, es sólo el recuerdo
la pureza extiende sus horas que giran. de la belleza, tu felicidad de ayer.
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Alguien
¿Escuchas su grito?
Su grito incendia al universo.
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
Yo sé que tú te alejas
Huyamos entonces,
cogidos de la mano como niños
por los corredores de esta hermosa casa
marchita
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
Porque la moneda,
que en tus labios colocaron,
de piedra, de sal y de hierro,
es ahora, también como tú, ceniza
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El lugar de la espera
El viajero
de los pies de oro
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Gerardo Rivera
Arriba
Arriba
Sacuden y limpian
la casa del cielo
Se abren
puertas y ventanas
Ángeles apresurados
barren las hojas
Y ha llovido
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
Creo en ti
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
Lluvia 1 Lluvia 2
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Te amo
Y cuando me hablas,
con cada latido que se aleja,
(Perdido ya para mí)
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Olvidando
extendidas alas
música de vientos
y cosechas
Queda eternamente
esta huella, esa rápida ola
esta nave que en nada navega
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
Ya estás allá
Y queda el templo me dicen
en luz bañado
Como
Y queda donde alguna vez estuviste si hubieras
joven y alegre y desprendido. abierto
todas esas puertas
de la nada
y el tiempo
se hubiera quebrado
en mil astillas
Pero
vuelve, regresa
déjate traer otra vez
por tus zapatos
a tus hermosas costumbres
Tráenos
un souvenir
un recuerdo
Algún regalo
aunque sea un pedazo
de eternidad
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
Parque
Algún Ahora
trozo de música nada es mejor
Alguna fina
Galleta de mármol. A que caigan
las hojas
Sobre
este hermoso sendero
del parque
Donde ya antes
habías estado
Mira
allí sobre la banca
ya te está esperando
Pacientemente,
ardiendo en llamas
te están esperando
Mientras ahora
nada es mejor
a que caigan, las hojas.
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
Están ya
todas las miradas
todos los ecos de tu vida pasada
Ya
(aunque sin querer)
has cruzado el umbral
Y tus viejos días
sueñan ahora
con heladas recompensas
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La tarde y la colina.
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Y luego
como un ave perdida
ciegamente navegas
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
Un día La muerte
el eco se alarga almuerza sola
como si tuviera sonrisas
Del oído, se saca
Entonces tú disparas la flecha la oscuridad,
En un paraíso perdido?
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Tiembla Iluminada
el agua por un temblor de pájaro
la noche gira en sus terrazas.
Y más abajo aún la tierra
mojada y fría. Entregará después
a aquel que no despierta.
Allí donde habitan
astros caídos. Su paloma oscura
su negra miel amarga su lámpara.
Una sola vez la noche
quiebra sus espejos. Conducida
por la estrella que la ama.
Una sola vez al amanecer
se desata el hombre de mármol.
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
Nada podrás decir con tus labios de piedra, Nosotros entretanto recorrimos blancos
lo que fue tu corazón será ahora esa cosa caminos.
oscura, lejana, Nos hemos convertido en lluvia,
hundida en la tierra. en piedras.
Que grita al amor que un día fue tuyo. Esa casa de polvo
donde duermes derrotado en el fuego,
con tus ojos abiertos.
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El lugar de la espera
Una nada
cubierta de hojas
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Gerardo Rivera
Azúcar
Por ello
debemos suponer que el invierno será muy
frío
en Albania,
El mar blanco
y las montañas,
y lloverá
y se mojarán las estrellas y los libros
y los muebles de tu casa
Junto
al surtidor que danza
Y junto al viento,
en el jardín del Luxemburgo.
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La noche estrellada
nos entrega después
todas las respuestas.
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
Y de tu cabeza
y su pesada tristeza,
Y de nosotros huye,
huye de nosotros, huye, huye!
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¿Eres tú?
Y como la luna
colocaste ya tu ojo
en el vaso del muerto,
Y te desnudas
caen las telas milenarias,
exquisitas como jardines alados,
para mostrarme tus rojas heridas
y tus uñas sedientas,
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
Destino
Hay gentes sentadas en sillas vacías, en los Dedícate, entonces, para siempre,
/muebles a aquello que más amas,
de la lluvia nos miran y no hablan, a seguir con tus ojos alucinados,
el vuelo furioso de la flecha,
Sólo esperan, sólo esperan, que aniden
/los recuerdos, Y ver
que venga la hierba, que se cumpla cómo se clava
/la profecía, también para siempre
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
Tú que duermes, tú que sueñas, Qué nos importa ya esa antigua sangre
el ciego, el triste, el mendigo perpetuo, que corre siempre igual
escucha el mar y rompe la piedra con la culpa,
que noche a noche
crece y se agita dentro de ti, O la metálica miseria
acerando la máscara, donde la noche
Escucha, peregrino de la nada, /se fermenta,
escoltado por el viento que vierte para entregarnos ese viejo sol dormido
tu corazón,
Mejor así, ser como reyes de amarga burla,
Cargado de la muerte de la tierra, en efímeros tronos inclinados al hambre de
pálido príncipe, /la tierra,
sonámbulo salido del mar, falso profeta, al viaje que ya olvidó nuestro corazón,
falso torrente que regresa desde los desiertos en aquellos países que dentro de nosotros
/del amor, crecen y respiran como súbitas bestias.
y los naufragios de la razón,
No me importa ya ese cielo,
Escucha, las estrellas giran y se apagan que no podemos mirar de frente, con nuestra
como purpúreos relojes, pesada cabeza,
detrás del sueño de tu sueño amo sólo ver pasar y pasar la nada,
al otro lado de las mudas paredes infinitas, en el amanecer hacia las torres
al otro lado de las aguas inmensas del mar y /brumosas,
de la noche en los reinos del pasado,
escuchar al minotauro bramar su soledad
Escucha la alada derrota en el negro laberinto.
del ángel que levanta su trompeta
escucha.
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¿A quién te pareces?
Te ponías tu máscara
y llegabas a los bosques como a una habitación
perfumada
¿Eres el recuerdo?
¿A quién te pareces?
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Entregarse y dormir,
esperando, que alguien, quizás tu, pase
iluminado por Dios,
y la recoja.
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Nosotros
Irremediablemente
seguimos esos cantos lejanos,
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Volar ciega
y dormida
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El mundo sabrá callar a esa hora Dios que a veces nos engaña
donde todo cuanto fuiste, habrá partido, y te viste tan bellamente
de pájaro.
Y alguien murmurará para ti
con fríos labios de pasado
la divina leyenda.
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Anterior
a la penumbra
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Al viento puro
Tu belleza se extiende
sobre una tierra roja.
Al atardecer
solo tu sabes brillar.
Llévame contigo.
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Has dejado para mí, una paloma oscura, Su hermosa tristeza se posaba
una sombra hermosa, junto a una copa como un pájaro oscuro,
/de sangre. sobre mi hombro.
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Bajo el agua
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Tu música en mí Ícaro
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No fuiste tu A Eugenia
fueron tus labios dormidos.
Respira junto a mí, suéñame,
Fue la sombra pero no me despiertes, aún soy un niño.
aquello que entrega su luz desnuda.
Déjame escuchar mi corazón latir al otro
Ese animal que huye /lado del muro,
dentro de ti y abandona tu alma. en la noche que crece, sobre cabañas
/encendidas.
Oscuro y rojo
como los pasos del lobo. Déjame escuchar una vez más, aquella
/música
Fue tu lámpara, esa locura, que brotaba de ti, y tomar una vez más aquella
esa incertidumbre. /mano tuya
que ahora me llega desde el pasado,
El vengador del sol sobre tus prados /nuevamente,
amados.
Tomar tu fría mano de nieve,
Fue la semejanza, la duración, lo impreciso. acariciándome como si fueras el viento entre
/las espigas
al atardecer, cuando el sol descansa sobre
/praderas rumorosas.
Buscabas la aurora,
Buscabas el mar entre relámpagos.
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En su cofre negro
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Destino Ahora
¿Qué has venido a sembrar en éstas colinas Ahora cuando la torcaza llega
acompañado solo por la sombra de otros enviada por el hermoso muerto.
/días?
Ahora cuando el sol se despide
Este es el país donde la luz de agosto con su mano de oro.
crece como una antigua melodía,
El inmortal ha bebido en su copa,
Este es, el silencioso país de la miel dorada el atardecer pasa llevado por sus pájaros.
que arde en los recuerdos.
Déjame ser como tú eres,
¿Qué has venido entonces a traerme atravesar las ruinas de la rosa
en tu mano escondida? en tus jardines.
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Bebe conmigo
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El lugar de la espera
En vez de volar
En vez de volar
navegas
sobre el agua.
Esa nada
de sueño
y de música
¿Quién soy?
Parecieras preguntarte
mientras fluyes
abrazada al misterio. El lugar
de la espera
Caída
para siempre
en tu transparente paraíso.
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Gerardo Rivera
Caminar en la noche
Como un oráculo
en cuyos labios tiemblan terribles profecías
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
A veces la voz nos llama Eres uno de aquellos que sueñan que han
y nos vamos de nosotros mismos, /vivido.
Acudimos dejándolo todo,
Uno más, que entre las bellas sombras,
Como alguien, que abandona una habitación, se acerca hacia el crepúsculo con pies de
Para después regresar, /oro.
¿Quién al otro lado nos abraza? Que lejos están ya para ti las noches y sus
/orillas de agua.
Dicen, que agachados, como vendimiadores,
recogemos esferas musicales y espigas, Los senderos, donde sonámbulo y dichoso,
a la luz de estrellas lejanísimas. nombrabas cada cosa. Decías huerto, decías
piedra, halcón, talismán, esperanza,
¿Regresamos?
No, en realidad nunca volvemos, Y un viento delicado llegaba para llevarse tus
/palabras.
La vida es ese sueño, de aquí y de allá,
de impalpable belleza. Pero no pude ver, te digo,
no pude ver a aquel de ti que tan suavemente
/moría,
aquel que en la penumbra levantaba su
/brazo,
para señalarme una estrella.
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
El lugar de la espera
Sin embargo, yo sé, que todavía algo de ti, Quizás este sea
/está en mí, El lugar de la espera.
porque entras a mi casa hermosamente
traído por mis sueños, Ese lugar que nadie reconoce o recuerda,
lugar manchado de alondras,
Porque dejas en mi corazón signos amados, lecho para un sueño
levedad de palabras, ecos. Cargado de divinas respuestas.
Sin saber ninguno de los dos, Yo sostuve esa oscura cifra bendita
que había un destino reservado para ti entre mis manos, y me dejé quemar. Yo ardí.
y para mí,
un sello amargo y secreto. Fui ese méndigo acariciado
por la soledad
Y te arrojaste como un guerrero hermoso, y por la lluvia.
en las hogueras de la dispersión y de la
/noche. Lejanos ladridos llegaron hasta mí,
en la noche profunda.
Ahora ya no sé quién soy, dónde estoy
ya no me reconozco.
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El puro lugar,
el atrevimiento, la llama de las
/constelaciones.
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Hermosa como la palabra en su lentitud caída, Y miras hacia las cosas ocultas
vasta y pura, habitante de su sueño. naciendo de la sombra.
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Cierra los ojos. Los verás pasar. En otro tiempo te azotaba el temporal,
el Dios de tu sangre te colocaba
Marfil de la sombra y marfil del sueño, una máscara,
vienen desde los grandes espejos. una imposición de mundo silencioso,
una suma de incendio
De aquello que hace enrojecer tu corazón, en tu corazón marchito.
mientras tú, en la noche, entras descalzo a
/los jardines Bebías el humo hirviente, de tu alma triste,
que la luna olvida. de refugiado animal, de nómada.
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Gerardo Rivera
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A Bernardo Gómez
sangre tomada a las viñas del otoño,
hojas que se pierden en tristes esquinas,
¿No sabes aún quién eres?
vientos helados que desde las torres,
Eres el desaparecido,
golpean la noche con sus alas sagradas.
el amado por las bellas criaturas del otoño:
Eso eres tu ahora, las huellas casi perdidas
el lobo, el gamo, el halcón, la lechuza.
de alguien que pasó sobre la nieve,
en un distraído sueño blanco,
Todos ellos desean ahora tener trato contigo,
lentos veleros que pasan bajo la luna fría,
todos ellos desean acercarse a ti
viejo resplandor de la tarde,
para husmear en tu sombra.
en un espejo.
(Quizás lo único vivo que aún conservas)
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Despierta Alimentos
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Si deseas abrazarme
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Apartando suavemente
Las cortinas
O hazme el conjuro de las chamizas
y de la taza de agua A esto has llegado,
esta es la hora señalada tráeme tus enigmas a la débil luz de la estrella que tiembla
entre nubes desgarradas,
¿Será de plata este largo camino, este mar lejano? al agua de bronce que desciende por la acequia,
ese ruido solitario.
Yo vendré a buscarte en la lluvia de tus ojos
antes del alba, antes de los animales fantásticos En algún lugar debo estar,
ser como el ladrón que carga su tesoro.
a la hora de la danza Ese único brillo.
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
Deja atrás el agua, Trae a las dos hermanas, a las hijas nocturnas,
en la inocencia de la orilla. a la sombra del tiempo y la montaña,
a las llamas,
La noche y lo que arde detrás del muro del verano.
en su jardín derrotado.
Pronto pasó el otoño en su carruaje de oro,
Ahora que para ti el amor pronto, a los salones prohibidos del espejo.
abre una puerta.
Ruega entonces por mí, iluminado,
Pasa perdido, deja caer tu carta fatal en el abismo y el polvo,
aquello con lo que te desvaneces en los sueños,
Hermoso como un árbol todo lo que murmuras olvidándolo.
que se equivocó de sombra.
Trae a las vendimiadoras, a las venturosas,
a las que intuyen, a las que palpan,
a las que todo lo nombran.
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
Me acercaré a ti Sé incandescente
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
Oculta en su soledad,
un frío de bosques y lejanas brisas.
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
Yo ya había muerto,
o agonizaba por ti, fría piedra deslumbrante,
en la noche de los incendios y los pinares altos.
Me entregaba a la negación,
a la cobardía, rechazaba la esperanza.
La terrible fiesta
que habías preparado para mí.
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Paloma negra
Pero también patios fríos, ¿Por qué ese ángel ataviado de negro
a través de visillos manchados, con sus alas plegadas se asoma desde lo alto
palomas que llegaban atravesando el mar, del puente?
el olvido,
y la nieve. ¿Por qué ese león a su lado?
Abriste tu bolso para dejar volar tus ojos, ¿Por qué los encristalados palacios
tus verdaderas palabras, tu corazón de tierra, de la despedida?
y desaparecías después
alejándote por aquellos boulevares, Echa a volar paloma negra.
entrando a callejuelas oscuras, perdidas,
Rue de la Huchette, enferma de lentitud.
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
Eras un niño.
Fuiste conducido por la mano de oro
que señaló tu camino.
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
Allí donde naces y resplandeces La noche nos ha golpeado con sus alas
nace y resplandece la tormenta. y con la vejez del mar, y ahora tus mentiras
y tus verdades hacen fila
Esa vasta prisión tuya donde estás quemándote, en el hondo cielo de un color desaparecido,
vara que conduces mis sueños,
corona perdida donde estallan relámpagos.
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
y el bello lucero de brillo inaudito, ven y llévate mi corazón para que sea lavado,
ese que yo soñé para ti, es tan sólo una chispa no deseo más ésta bellísima sangre roja
entre nubes desgarradas. lava también todas mis ropas y ponlas a secar
muy tarde en el crepúsculo,
Ven ahora, escuchemos tú y yo, la luna no se hará esperar más,
el galope pavoroso del centauro, mi dulce atormentado
ahora que sobre tu soledad llueve la tristeza.
sabes muy bien que aún no has llegado
Sube conmigo a lo más alto de la montaña, a las ruinas del alba, abre tu pico
para que el viejo fauno no nos persiga más para que caigan tus semillas sagradas
con sus flechas directamente a la tierra,
muéstrales ave coronada, O canta como el verdugo, atraviesa por fin y llega
el duro sello de tu afilado vuelo, hasta mí, desde tus mares desolados.
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El lugar de la espera Gerardo Rivera
Ángel
Estruendo que alcanza mis pies que tienen frío, aparecías en mitad de la noche
mi corazón, mis ojos, mis manos que tienen frío. iluminado de nefastos proyectos.
Pero me despierto y siento una tibieza y entonces te amo Tu belleza era el veneno que yo bebía dichoso.
y en eso consiste mi amor por ti.
Después del amor me apartaba de ti
Yo te digo, si vas a morir, arrastrándome, súbitamente envejecido,
bebe la oscuridad del agua, hacia la negación y la ausencia.
bebe en la copa de barro ese licor
que yo destilé para ti, ¿Qué otra cosa podía hacer yo si hablabas
para el sol?,
Inclínate después hacia el oriente,
inclínate hacia el lago venturoso, ¿si ya sólo eras ese recuerdo que quemaba
mi corazón?
haz brillar para mí tu resplandor
las ceremonias de tu hermosa locura Despídete pues de mí,
y de tu maravillosa ausencia alárgate como la serpiente,
hazme reverencias de príncipe o de mago.
Bendíceme ahora, bendíceme y me quedaré
dentro del astro donde tú y yo Abriré la puerta,
estamos quemándonos. echa a volar,
elévate y desaparece.
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Contenido
Introducción
Allí donde las palabras son las cosas 5