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EL LIBRO VACÍO
Josefina Vicens
“Todo esto y todo lo que iré escribiendo es sólo para decir nada
Comentarios generales
Al inicio de la especialidad leímos una parte del texto, lo que me dejó interesada, razón por la cual ya
estaba entre mis propósitos leerlo, además de que Josefina Vicens es una autora mexicana muy digna
Escribir no es tarea fácil, ya que hacerlo involucra muchísimas habilidades, imaginación, placer, y sobre
todo un propósito. A lo largo del libro el protagonista vive el proceso creativo que esto conlleva, no
basta con tener la intención, para escribir hay que considerar un ¿Por qué? , ¿Para quién? , ¿Qué? y de
Ser el autor, no es simple, somos capaces de escribir, pero eso no implica que el resultado sea grato
para todos, incluso para uno mismo, como es el caso de este “escritor frustrado”, que escribía porque
así lo deseaban, pero no estaba conforme con nada de lo que plasmaba, no tenía muy claro lo que quería
Las palabras del autor siempre serán reflejo de la vida, lo que es el ser humano, se proyecta en sus
textos, es así que este libro vacío muestra lo llana de una existencia “no he podido acostumbrarme
existencia”, al no reconocer su propia existencia, su papel en la vida, José García se lamenta en cada
línea, lo insufrible que es para él vivir. Escribir su libro resulta ser una escapatoria de la realidad,
escribe lo que en su momento considera valioso, pero al releer, piensa que a nadie debe interesarle,
Es así como un libro sin “propósito”, vacío, crece reflejando una infancia turbulenta, una adolescencia
precoz, un primer amor de envidia, un matrimonio tibio, hijos con sueños, una infidelidad ignorada, un
Salamanca López Lurdes Guadalupe
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trabajo aburrido y amistades limitadas, ese es José, un hombre que escribe, porque siente que le dará
Un texto bastante grato para leer, te acerca al protagonista en su odisea de escribir, y recordar todo
aquello que lo ha marcado, el reto de enfrentarse a una hoja en blanco, no es nada sencillo, en especial
La vida de José, esboza la sociedad mexicana del siglo XX, familiar, con la introducción de la
tecnología, donde las relaciones “inadecuadas” eran el escándalo y el placer de muchos , una sociedad
conservadora, y llena de apariencias, esto último es lo que resalto, vivir de las apariencias, resulta
nulo, porque no hay esencia en ello, sólo se actúa para impresionar a los otros, y se olvidan las
gratificaciones personales, el presumir lo más lujoso no crea más que emoción momentánea, efímera,
porque al siguiente momento habrá algo que impresione más. Esta imagen es el preámbulo a nuestra
realidad, a la sociedad globalizada en la que actualmente vivimos, donde las apariencias, son máscaras
permanentes adheridas por la posmodernidad. Realidad habitada por seres inseguros de lo que poseen
y de lo que puedan decir, que no hallan motivación en nada, y si se sienten distintos, se ven señalados,
porque resaltar no está permitido, el promedio es la aspiración de todos. Tal es el caso de Joaquín, el
hijo menor, que a pesar de sus múltiples enfermedades y lo delicado que es, disfruta y ve al mundo
desde otra perspectiva “¿Qué habrá sido de él mismo? ¿Seguirá conservando su fantasía, su recato, su
silencio y su capacidad de asombrarse ante las cosas que los demás no perciben?”. La inocencia infantil,
siempre proyectará la posibilidad de hacer algo, de esas esperanzas, de esas utopías que aunque
Tristemente, no son sólo palabras en un libro, son palabras que presentan la realidad de un sitio, la
realidad de México, y de muchas personas, que quizá no se llamen José García, pero si, que comparten
formación de ciudadanos, se identifica que José se formó bajo un paradigma tradicionalista, en el que
almacenar conceptos era reflejo de aprendizaje, “lo que ganábamos en cultura lo perdíamos de
triunfo lo era todo, sin importar el costo del mismo, olvidando las diferencias de cada uno, y sobre
todo la utilidad de todo aquello que repetían constantemente para ser los “mejores”.
Durante sus momentos de inspiración inicia con la “letra de gala”, presentando sutilmente el método de
alfabetización inicial, el que sin duda marcó sus acercamiento formal a la lectura y la escritura, el
silabario de San Miguel, el método Minjares, y onomatopéyico, se encontraban (y para algunos sigue)
en gran auge.
Llama mi atención la importancia que daba a la ortografía, escribía considerando un borrador, releía y
corregía, a pesar de no estar satisfecho con el contenido, no se atrevía a modificarlo, y sólo cambiaba
esos acentos y letras que se respaldaban por un diccionario. En tantas ocasiones quiso compartir con
su familia el texto, para escuchar comentarios, pero no se atrevió, por el miedo de los mismos, no
podría con una crítica de algo que consideraba indigno de salir a la luz.
El libro trata sobre su vida, él siente que a nadie importa, desea escribir algo que impacte, que llame la
atención, pero no tiene en mente nada; como escritor novato parte de su entorno más próximo, sólo
que no lo valora, por lo cual le es tan difícil extender sus horizontes. Siente que le falta algo, que un
escrito nace, que él no está hecho para escribir, que lo hace como un simple capricho de la edad, “pero
yo no soy un artista. Si realmente lo fuera tendría dentro de mí certeza, aunque tal vez por modestia
Y así, José García crea un increíble libro, en el que se muestra tal como es, que a pesar de no ser un
“artista” es un hombre con interés de escribir, con el deseo de trascender por medio de la palabra,
pero con prejuicios, que lo limitan, buscando aquella frase indispensable para iniciar un verdadero libro.