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UNIVERSIDAD PRIVADA DE

PUCALLPA.

EVOLUCION HISTORICA Y SOCIAL DE LAS


MUNICIPALIDADES EN EL PERU

FACULTAD : DERECHO

ALUMNOS : DIAZ MACEDO JOSE LUIS


CUBAS GUEVARA EULER
TORRES VASQUEZ ABEL BRAUN
SALVADOR GOMEZ YANETT GIOVANA
TORRES TORRES JENNIE NETTY
MEDINA RAMIREZ ANDRE JHONATTAN
CATEDRATICO : ABOG. JUAN CARLOS CASTRO ALVARES

CURSO : DERECHO LOCAL Y REGIONAL


CICLO : XII

PUCALLPA – PERÚ
2018.
DEDICATORA
El trabajo de investigación lo dedicamos a todas
aquellas personas, colegas y amigos que nos
brindan su apoyo, tiempo e información para el
logro de nuestros objetivos.
INTRODUCCION

El Municipio aparece en la historia de la humanidad como una necesidad


indispensable, para nivelar y organizar la convivencia social humana. Esto debido
a que creando núcleos sociales denominados municipios, los recursos
económicos, políticos, sociales, de infraestructura, entre otros; se canaliza y
reparten ordenadamente y previa fiscalización.

De fines del siglo XVII a mediados del siglo XVIII, surgió en América una especie
de gobierno local mestizo, ya que los criollos empezaron a interesarse por la
política.
A comienzos del siglo XIX España fue invadida por las tropas napoleónicas y la
monarquía borbónica fue desplazada. En la península los cabildos fueron los
primeros en rebelarse contra el monarca usurpador hasta que finalmente lograron
expulsarlo. Este proceso también repercutió en América, puesto que los cabildos
locales repudiaron al invasor francés.
Cinco años antes de la Revolución Francesa, en 1784, el Virreinato del Perú
intentó un proceso de modernización administrativa y asumió el sistema de
Intendencias que, en cierta medida, revitalizó la alicaída institución del Cabildo. En
1812, con la promulgación de la Constitución de Cádiz se refundaron los
Municipios y optaron, una vez más, por la elección de las autoridades. Bajo el
influjo de la Revolución Francesa se activa la participación de los criollos en la
política local y los cabildos tuvieron un papel importante en los movimientos
precursores de la independencia.
EVOLUCIÓN HISTORICA Y SOCIALDE LAS MUNICIPALIDADES EN EL
PERÚINTRODUCCIÓN

El Municipio surge como una necesidad en la historia de la humanidad, para


lograr una organización y convivencia nivelada entre los miembros de la
sociedad humana. Mediante la creación de estos núcleos sociales denominados
municipios, se logra una canalización previa fiscalización de los recursos
económicos, políticos, sociales, de infraestructura, etc. Esto se da considerando
que estos núcleos sociales, están sujetos a prerrogativas consideradas desde la
óptica del poder municipal. Es importante conocer la evolución histórica del
municipio, que nos permite conocer el ¿por qué? el hombre es social, y porqué
se une y crea una ciudad, que es la unión de un conjunto de familias, que se
transforma en municipio, y se conforma en la célula principal que crea una
nación. En tal sentido podemos afirmas que no existe nación, no existe estado,
sin la existencia de un municipio.

ORIGEN DE LA MUNICIPALIDAD.

Se conocen dos corrientes o modelos teóricos que sustentan el origen de


la municipalidad: El modelo clásico-aristotélico y el modelo contractualita o
iusnaturalista.

EL MODELO CLÁSICO-ARISTOTÉLICO

Parte de una concepción histórico-sociológica del Estado, cuyo origen se ubica


en la polis o ciudad, a partir de la cual, por evolución natural, se va pasando por
diferentes etapas hasta llegar a la sociedad más perfecta que es el Estado. La
familia es presentada como la primera forma de sociedad natural, como la célula
básica del Estado, y los individuos aparecen integrados en sociedad. Esta
concepción plantea como fundamento del poder político el derecho natural. El
estado sería la desembocadura natural y necesaria de la asociación de familias,
aldeas y ciudades, de manera que el principio de legitimación de la sociedad
política es el estado de necesidad o la misma naturaleza social del hombre.
EL MODELO CONTRACTUALISTA O IUS-NATURALISTA

Gozó de gran predicamento en nuestro continente como consecuencia de la


difusión de la obra de Tocqueville, "La democracia en América", en la que al
referirse a las instituciones municipales de Norteamérica a principios del siglo
pasado decía: "Ésta (la comuna) es la única asociación que existe también en la
naturaleza, que donde quiera que se encuentren hombres reunidos se forma por
sí misma una comuna", y agregaba, "El hombre forma los reinos y establece las
repúblicas; la comuna parece surgir de Dios".

Los principales representantes de este modelo, Hobbes, Locke y Rousseau


utilizan un método racional y demostrativo, y construyen un modelo lógico en
donde el origen del estado ya no es la familia ni la polis, sino un pacto concertado
entre individuos libres e iguales. Esta concepción racionalista del origen del
estado plantea que éste se funda en la concertación de un contrato, oponiéndose
a un estado de naturaleza donde sólo se encuentran los individuos aislados con
ciertos derechos innatos. Lo único natural son estos derechos individuales que,
a través del contrato, el Estado se compromete a garantizar y proteger. No existe
ningún derecho natural que fundamente el origen del Estado, sino que éste será
un producto artificial, lógico y racional donde su principio de legitimidad radica en
el consenso. Esta es una concepción esencialmente legalista que acompaña
históricamente el nacimiento del estado moderno. El estado de derecho
establece la supremacía de la ley por encima del derecho consuetudinario
sustentado por el poder tradicional.

LAS MUNICIPALIDADES EN EL MUNDO ANDINO PREHISPÁNICO

En la sociedad incaica asumía el gobierno el primogénito, el hijo más hábil, o el


Inca elegía al sucesor entre los varones más aptos de su panaka. La forma de
gobierno fue teocrática. Se gobernaba no por elección popular sino porque los
dioses así lo querían. A nivel popular, la antigüedad de las personas era clase y
categoría: La mayoría de edad era condición fundamental para ser "kuraka" o
"kamachikup".
El concepto de democracia llegó a los andes, después de la conquista del Perú,
con los intelectuales iluministas posteriores a la Revolución Francesa y la
Independencia de los Estados Unidos de Norteamérica, toda vez que los
conquistadores españoles trajeron la monarquía y el virreinato.
La democracia llegó al mundo quechua paulatinamente, después de la
independencia. Los antiguos "kurakas" fueron reemplazados por el "varayoq"
(los que tienen vara de mando), luego por los alcaldes o, como en el caso de la
comunidad de Willoq del Tayta Ciprián, hubo el alcaldevara, síntesis de la forma
de gobierno tradicional y moderna. Actualmente en las comunidades más
apartadas, el pueblo tiene voz y voto. Los comuneros discuten sobre sus
necesidades, luego definen por voto, la decisión que tomarán; a esto se llama
"Kamanchinakuy" (convenir, acordar) y aquí vuelve a aparecer una vez más el
concepto "Kamay".
Es posible que no exista comunidad en los Andes donde primero no se haya
discutido la conveniencia de tal o cual acuerdo; finalmente los acuerdos tienen
fuerza de ley, podemos decir que son muy democráticos, porque las decisiones
se cumplen sin excepción.

LAS MUNICIPALIDADES EN EL VIRREINATO DEL PERÚ

Antes de conquistar América, los españoles ya habían logrado importantes


avances en el gobierno de sus ciudades, tales como: igualdad ante la ley,
inviolabilidad del domicilio, garantías procesales, participación en la cosa
pública, derecho de los vecinos a elegir libremente a los magistrados concejales
y la responsabilidad política de los funcionarios municipales; al llegar a estas
tierras reprodujeron dichas instituciones de gobierno local. Desde los primeros
años de la Colonia, el gobierno local o ayuntamiento se ejerció a través de los
cabildos, pero bajo la tutela de la autoridad virreinal. Hubo momentos en que el
Cabildo llegó a tener gran importancia porque alcanzó a desarrollar funciones de
gobierno y administración de justicia. Hasta el siglo XVII el régimen municipal se
caracterizó por el predominio de los peninsulares en el control del ayuntamiento.
Posteriormente, esta institución democrática empezó a declinar sobre todo a
partir de la decisión de vender los cargos en lugar de la elección tradicional.
De fines del siglo XVII a mediados del siglo XVIII, surgió en América una especie
de gobierno local mestizo, ya que los criollos empezaron a interesarse por la
política.
A comienzos del siglo XIX España fue invadida por las tropas napoleónicas y la
monarquía borbónica fue desplazada. En la península los cabildos fueron los
primeros en rebelarse contra el monarca usurpador hasta que finalmente
lograron expulsarlo. Este proceso también repercutió en América, puesto que los
cabildos locales repudiaron al invasor francés.
Cinco años antes de la Revolución Francesa, en 1784, el Virreinato del Perú
intentó un proceso de modernización administrativa y asumió el sistema de
Intendencias que, en cierta medida, revitalizó la alicaída institución del Cabildo.
En 1812, con la promulgación de la Constitución de Cádiz se refundaron los
Municipios y optaron, una vez más, por la elección de las autoridades. Bajo el
influjo de la Revolución Francesa se activa la participación de los criollos en la
política local y los cabildos tuvieron un papel importante en los movimientos
precursores de la independencia. En las comunidades locales fue donde se
incubaron la democracia y la libertad de América. Las funciones de los Cabildos
fueron:
• Distribución de solares entre los fundadores, iglesia, funcionarios y autoridades
coloniales y para el propio Estado.
• Fijación de los arbitrios locales
• Administración de las rentas provenientes de los servicios locales• Defensa de
la ciudad
• Control de precios de los artículos de primera necesidad
• Supervisión de la prestación de la salud

LAS MUNICIPALIDADES EN LA REPÚBLICA

Las acciones patrióticas y los pronunciamientos libertarios en los años previos a


la independencia se originaron en los cabildos. La independencia del Perú se
decide formalmente no por la huida del virrey sino por una histórica sesión de
cabildo en la ciudad, el 15 de julio de 1821, que vota por ella. Sólo después de
conocido el pronunciamiento de los pobladores representados en dicha sesión,
el Libertador hizo su ingreso a la capital y juró la Independencia dos semanas
después.
El período republicano no fue generoso con las municipalidades, aún cuando en
casi todas las Constituciones, empezando por Estatuto Provisional del
Protectorado de 1821, se hicieron referencias elogiosas a ellas. La historia
demuestra que en el Siglo XIX perdieron atribuciones y autonomía a pesar de
las Leyes Orgánicas promulgadas. Es decir, que en la medida que el Perú se
modernizaba, se creaban nuevas instituciones y se hacía más eficaz la
ocupación del territorio, el papel del municipio tendía a disminuir. El fuero edil fue
suspendido por las reformas bolivarianas y posteriormente fue restablecido en la
Constitución de 1828. Seis años, después se promulgó una nueva Constitución
que persistió en la tendencia reductiva de las funciones municipales. En 1856,
una vez más, se restableció en parte el fuero de los gobiernos locales.
En la llamada República Aristocrática, entre 1825 y 1919, se reorganizó
tímidamente la institución municipal. En 1892, se promulgó una Ley Orgánica,
que increíblemente, se mantuvo vigente hasta 1984.

LAS MUNICIPALIDADES EN EL SIGLO XX

En 1920 se suspendió la elección de los cargos municipales. Se decidió que el


Ministerio de Gobierno, actualmente del Interior, nombrara a alcaldes y
regidores. Tuvieron que pasar cuarenta y tres años para que en el primer
gobierno de Fernando Belaúnde Terry (1963), se volviera a elegir
democráticamente a las autoridades locales. Posteriormente, durante el
gobierno militar (1968 – 1980), se retornó a la designación de los alcaldes por
decisión de la autoridad política ("dedocracia"). Al recuperarse la democracia en
1980 se reinició la elección de alcaldes y regidores en el segundo gobierno del
Presidente Belaúnde Terry, al igual que en 1963, los gobiernos locales rurales
tuvieron que pasar por tres etapas muy marcadas:
En la primera, la gestión en los concejos dependía estrictamente de las
haciendas hasta fines de la década del 60 del siglo XX; la prosperidad de los
terratenientes provenía no sólo del dominio que ejercían sobre la tierra y los
turnos de agua, sino también del control político que poseían sobre los gobiernos
locales. Por eso, difícilmente los propietarios de las haciendas se dejaban
disputar el gobierno local.
La segunda etapa, entre 1970 y 1980 con la Reforma Agraria, comprendió un
vacío de poder local anteriormente ocupado por los hacendados, debido a la
restricción que sufrieron elementales instituciones democráticas, tales como el
derecho a elegir al gobernante, al parlamento y a los Concejos Municipales.
Ayudó ese vació de poder el tránsito hacia la consolidación de una nueva
estructura productiva en reemplazo de la hacienda. Durante esa etapa, la
reforma agraria fue creando nuevas condiciones que estimularon la vida política
en cooperativas agrarias y comunidades campesinas. Pero durante este proceso
el gobierno local en las áreas rurales quedó relativamente rezagado en la
dinámica política local. Alcaldes nombrados desde Lima respondieron más bien
al manejo del gobierno central y difícilmente se identificaban con las perspectivas
y los problemas campesinos y locales.
La tercera etapa, se inicia en 1981 luego de la primera elección de alcaldes y
regidores. Sin haciendas, el espacio político local fue otro, tal vez aún muy
imperfecto, pero con un caudal electoral que brota del pueblo. Si bien se abrieron
mecanismos de participación, la población rural no encontró del todo el nexo con
el gobierno local. Fue con la Constitución Política de 1979 que se dio un salto
cualitativo respecto al tratamiento de las municipalidades ya que, aparte de
considerarlas como órganos de Gobierno Local con autonomía económica y
administrativa, señaló que la administración municipal se ejerce por los concejos
municipales, que los alcaldes y regidores son elegidos mediante sufragio directo
de los vecinos, estableció claramente las competencias municipales haciendo
mención de las rentas y bienes municipales con la facultad de administrarlos,
promovió la participación de los vecinos en el desarrollo comunal y estableció un
régimen especial para la ciudad capital de la república.
El año 1981 se promulgó la Ley Orgánica de Municipalidades – Decreto
Legislativo Nº 051, desarrollando los mecanismos que la Constitución de 1979
establecía; reafirmó la autonomía económica y administrativa en los asuntos de
su competencia motivando la descentralización y modernización. Su vigencia fue
breve y recibió muchas críticas por cuanto fortalecía la administración gerencial
en desmedro de la institución municipal como gobierno local.
En 1984, se promulgó una nueva Ley Orgánica de Municipalidades – Ley Nº
23853 que fue objeto de numerosas modificaciones posteriores. Puso énfasis en
el aspecto político del municipio, en la capacidad gubernativa y en sus peculiares
intereses y atribuciones arremetiendo contra el centralismo del Estado; permitió
la participación democrática del pueblo no sólo mediante la elección de sus
autoridades sino también mediante la institucionalización de la participación
ciudadana.

LEY ORGÁNICA DE MUNICIPALIDADES – LEY Nº 27972

El 27 de mayo del 2003 se publicó en el diario oficial El Peruano la nueva Ley


Orgánica de Municipalidades - 2797, producto de un largo proceso de discusión
que involucró más activamente a una serie de instituciones y algunos sectores
públicos y privados que a la mayoría de Congresistas y alcaldes del país.
Tal situación puso de manifiesto que las municipalidades y su acción en las
localidades son percibidas por sectores de la sociedad y del Estado como una
instancia esencial para la mejora en las condiciones de vida de los peruanos y
como un factor clave del fortalecimiento de un régimen democrático. A la vez,
esa desatención de un importante sector del Congreso, hizo evidente, dentro del
proceso de descentralización del país, cuáles eran a finales del 2002 las
prioridades de los actores políticos, al concentrarse esencialmente en el tema
regional, desatendiendo el espacio local y, de ese modo, descuidando a actores
que a lo largo de las dos últimas décadas pugnaron por avanzar en la
descentralización.
La ley ha sido criticada por distintas debilidades que contiene, particularmente
en lo que respecta a la ausencia de un modelo de municipalidad a la que se
aspira llegar como parte del proceso de descentralización, así como por la
diversidad de competencias poco articuladas y particularmente concentradas en
el ámbito distrital, en desmedro del provincial. Sin embargo, a pesar de ello, pone
de manifiesto el cierre de un ciclo caracterizado por una visión de lo municipal
identificada con la provisión de los servicios urbanos y el paso a la legitimación,
con muchas falencias, de otra perspectiva caracterizada por el involucramiento
municipal en la promoción del desarrollo local (urbano y rural), a través de la
planificación, la gestión participativa y concertada, anunciando aún tímidamente
la necesidad de considerar la diversidad municipal existente en el país.
Un grupo de organizaciones vinculadas a la gestión del desarrollo local, promovió
y desarrolló el análisis de la vigente Ley Orgánica de Municipalidades con la
finalidad de apoyar de mejor manera la gestión de autoridades, funcionarios
municipales y organizaciones sociales así como aportar a la mejor aplicación de
la norma y su perfeccionamiento a partir de la autonomía municipal, llevando a
cabo un seminario taller en agosto del 2003 en el que diversos profesionales y
autoridades municipales intercambiaron opiniones respecto a la ley, concluyendo
en la necesidad de enriquecer su contenido y suscitar su perfeccionamiento a
partir de las experiencias de aplicación de la norma a la gestión municipal.
CONCLUSION

Las constituciones modernas, a diferencia del constitucionalismo clásico en sus


inicios, han optado no sólo por la distribución horizontal del poder (Legislativo,
Ejecutivo y Judicial), sino por la distribución vertical (regiones, estados,
provincias, municipios, etc.). Cada uno de estos niveles está dotado de
características y competencias distintas, según los modelos o formas de Estado
y la manera como han llevado a cabo su diseño administrativo (centralización
/descentralización). Lo normal es que sean los textos constitucionales los que
especifiquen estos ámbitos y remitan a la normativa infra constitucional su
adecuado desarrollo.

El Perú, por tradición secular, pero con más firmeza desde principios del siglo
XX, ha consagrado la autonomía para el régimen municipal en lo financiero, en
lo administrativo y, últimamente, en lo político. En un sentido fuelle, la autonomía
política conlleva no sólo la elección popular de los miembros del municipio, sino
el propio y libre manejo de sus asuntos, así como la capacidad de dictarse su
propia cana normativa (estatuto o ley orgánica). La autonomía política en sentido
pleno no ha sido consagrada en el Perú, por cuanto, si bien es cierto que la
Constitución en forma expresa ha señalado cuáles son sus competencias,
también es cierto que el grueso de ellas le han sido adjudicadas o desarrolladas
mediante la Ley Orgánica de Municipalidades, que emana del órgano legislativo.
No obstante esto, goza de un amplio campo de acción que viene de su
configuración histórica y política.

La ley orgánica, al contemplar las competencias del municipio: 1) reitera y


desarrolla las competencias que en forma expresa le asigna el texto
constitucional, y 2) otorga nuevas competencias a los municipios que no están
expresamente consagradas en la Constitución, a pesar de lo cual así lo dispone
el legislador por razones de política o por considerar que corresponde hacerlo,
dada la naturaleza misma del régimen local, y también porque desarrolla los
conceptos genéricos que la Constitución se ha limitado a enunciar.

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