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Formación y docencia en la Universidad de hoy

Desafíos y realidades

Roberto Enrique Gorostidi e Marta Teresa Risso

Fonte: http://www.vitruvius.com.br/revistas/read/arquitextos/18.210/6791



Laboratorio de construcción, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Nacional
de Córdoba, Argentina
Foto divulgação [Website FAU UNC]

“No hay caminos seguros. Solo hay posibilidades efímeras para que pensemos a
través del pasado, para que examinemos las historias sedimentadas que
constituyen lo que somos y nos podamos insertar en el presente para luchar por
una sociedad mejor”.
Henry Giroux, 1992

Nos sumamos a la iniciativa del 2doEncuentro del Taller Total compartiendo la


importancia de retomar de manera colectiva este camino de “reconstrucción de la
memoria que, en todos los aspectos de la vida, siempre fue un ejercicio lento” pero
imprescindible, porque nos devuelve a un objetivo común de construccion de nuestra
identidad; en este caso particular, a partir de reescribir la historia de la
universidad pública, y en ella, de la enseñanza – aprendizaje de la arquitectura
en nuestro país.

En ese camino, como estudiantes y docentes que hemos transitado por más de 25 años
los talleres de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional
de La Plata, compartimos el difícil objetivo de enfrentarnos de manera crítica a
nuestras propias prácticas, validando la experiencia cordobesa referida a la
enseñanza-aprendizaje de nuestra disciplina desarrollada de 1970 a 1976, la cual,
inscripta en 4 siglos de historia de la Universidad de Córdoba y 97 años de la
Reforma de 1918; es única en América Latina y no ha sido institucionalmente valorada
y reconsiderada. Ello por haber sido “el único proyecto pedagógico
interdisciplinario colectivo, integrado a la realidad social, construido de modo
solidario entre Docentes y Estudiantes, sobre un modelo de organización que fue
integrador en la labor de análisis y respuestas académicas, que intentaron ser
propuestas tangibles vinculadas a la vida de la sociedad de entonces” (1).
Algunos trazos particulares, dentro de una historia común
La historia de la carrera de Arquitectura en el marco de la Universidad Nacional
de La Plata se remonta a 1951, como departamento de la Facultad de Ciencias Físico
Matemáticas; enmarcada en un primer Plan de Estudios de influencia “Beaux Arts”,
de cortísima duración, bajo la dirección del arquitecto Jorge Servetti Reeves,
primer Jefe de Departamento. Los primeros años estuvieron signados por luchas
presupuestarias; la última de ellas tuvo como resultado la renuncia del arquitecto
Hilario Zalba en 1957, quien había sido designado al frente del Departamento el
año anterior, acompañado de un grupo de docentes del Instituto de Arquitectura y
Urbanismo perteneciente a la Universidad Nacional de Tucumán, hecho significativo
dado que se adjudica a la experiencia tucumana el inicio de la enseñanza de la
Arquitectura Moderna en nuestro país (corresponde a los arquitectos Vivanco,
Caminos y Sacriste la creación en 1947 de un Plan de Estudios estructurado a partir
de Talleres de Proyecto, Teoría de la Arquitectura y Urbanismo; Plástica; Historia
de la Arquitectura; Construccion y Conocimientos previos y complementarios). Una
estructura similar se generaliza a las curriculas de las restantes Universidades
Nacionales, a partir de 1953 (2).

En ese marco, se formaliza la creación de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo


en noviembre de 1959; la cual se pone en marcha como tal en 1963, designándose
Delegado Organizador al arquitecto Alfredo Federico Kleinert.

La cuestión edilicia se transforma en prioritaria, licitándose el nuevo edificio,


adjunto al “chalet” ya existente, en los terrenos de 47 y 117. El Consejo Académico
provisorio encarga al arquitecto Osvaldo Bidinost, a la par de su tarea docente,
la supervisión de la construccion del proyecto seleccionado, autoría de los
arquitectos Rossi, Davinovic y Gaido, junto a la empresa “Eurobra”, dedicada al
montaje de estructuras de madera laminada “Glulams”.

El proyecto original de aulas y talleres proponía la total integración a la ciudad


por calle 47 y al Campus Universitario por la continuación de la calle 48. Entre
los años 1963 y 1965 se construyeron los pabellones y galerías de madera,
habilitándose el “chalet” como administración, decanato y biblioteca (3). Los
problemas presupuestarios fueron una constante desde su origen. Como registramos
en su momento en el texto de las Bases del Concurso Memoria, Recuerdo y
Compromiso: “Los quoncets, las aulas y sótanos de Electrotecnia que albergaban la
primera etapa, solo fueron superadas cuando el esfuerzo de algunos profesores y
gran parte de los alumnos, rescataron de la obra al actual edificio que, desde
1964, fuera ámbito propio de la nueva facultad” (4).
En esos primeros años tuvieron lugar fugaces actuaciones de profesores de prestigio
junto a otras de mayor continuidad que establecieron las bases de la futura
Facultad, consolidando equipos docentes y dando continuidad a pedagogías y teorías
arquitectónicas. Los Concursos de 1960 posibilitan el ingreso como profesores de
los arquitectos Osvaldo Bidinost, Jorge Chute, Daniel Almeida Curth, Horacio Pando
y Juan Molina y Vedia, asi como la posterior incorporación de Rodolfo Ogando y
Carlos Lenci. Luego, los estudiantes invitaron a Mario Soto. En 1964 se incorporan
Eithel Traine y Marcos Winograd, quienes con Soto y Molina y Vedia inician la
experiencia de “talleres federados” (temas comunes y exposiciones colectivas), polo
formativo ya en la nueva Facultad; todo en el marco de un nuevo Plan de Estudios
impulsado por los profesores arquitectos Jorge Chute y Osvaldo Bidinost, primeros
Decano y Vice-decano; quienes habían instrumentado, desde 1961, los Talleres
Verticales de Arquitectura y Plástica, vigentes en Montevideo (1952) y Rosario
(1956).
El golpe de militar de 1966 interrumpe este proceso, produciéndose la renuncia
masiva de todos los profesores. Serán los estudiantes quienes, en 1969, lograran
imponer un nuevo llamado a Concurso de Profesores, luego de la pérdida del año,
producto de una prolongada huelga. Dichos concursos, incorporaron como profesores
de los Talleres de Arquitectura a los siguientes arquitectos: Jorge Togneri, Julio
Ladizesky y Ricardo Foulkes (primeros años de la carrera); Mario Soto, Jorge Chute
y Osvaldo Bidinost (a cargo de 3er y 4to año); Vicente Krause; Ricardo Rosso y
Marcos Winograd (5to y 6to año). Si bien su estructura ya no fue vertical de 1ro a
6to, reprodujo en su vida interna aquellas características pedagógicas que habían
sido el sello de los talleres de los 60. Esta Facultad, convulsionada por el
“afuera”, sumamente politizada y polarizada, centraba sus debates en el compromiso
social del arquitecto, tomando el tema de la “vivienda de interés social” de manera
casi excluyente. Como etapa, cierra en marzo de 1976, con el golpe militar; sus
consecuencias dejan una herida abierta de cientos de desaparecidos y asesinados
(los crímenes y exilios forzados habían empezado el año anterior bajo la acción de
los grupos de derecha).

Como síntesis, podemos decir que el trabajo en equipo de profesores y estudiantes;


la socialización de experiencias; la crítica y la construccion colectiva del
conocimiento; la promoción por nivel alcanzado en lugar de año calendario; fueron
propuestas que marcaron las dos primeras décadas de historia de nuestra Facultad;
desde entonces, han formado parte del debate pedagógico histórico, a pesar de que
su experiencia, si en alguna época fue generalizada, posteriormente se ha
restringido a algunos talleres, dentro de los periodos democráticos (5).

Quienes somos; que intentamos hacer


A lo largo de estos años nos hemos propuesto a través de la investigación recuperar
junto a estas, otras instancias, que son parte de una historia no escrita en su
totalidad; desde una pluralidad de miradas que nos permitan configurar a partir de
ellas un único “relato polifónico”; reconstruir las diferentes experiencias vividas
a través del tiempo, en el momento histórico y social que se produjeron, a fin de
interpretar los relatos subjetivos en un contexto común; construir los puentes
entre la formación y el ejercicio profesional de aquellas primeras generaciones de
arquitectos, para los cuales, el trabajo en equipo, la construccion colectiva de
conocimiento y el ejercicio de la crítica fue una práctica común; posibilitar que
dicho rescate se transforme en aporte a nuevas lecturas que permitan repensar a
futuro una nueva didáctica del proceso de enseñanza-aprendizaje del campo
disciplinar; y entre otros aspectos: vincular la historia de la enseñanza de la
arquitectura en nuestra facultad a otras experiencias nacionales significativas
que la influenciaron; entre ellas la Tucumana, en los 1960, y la Cordobesa, en los
1970.

Cabe subrayar, como aspecto significativo considerado, las posteriores


investigaciones acerca del perfil pedagógico de una formación profesional como la
del arquitecto, basada en la “reflexión en la acción” y en ella, el rol del Taller
como modelo didáctico-formativo. En ese aspecto, nos sirve a efectos de la reflexión
tomar el concepto de Donald A. Schön, inscripto en la idea de que la práctica de
la arquitectura se aleja de los parámetros de la ciencia aplicada propios de las
universidades, ya que no existe una ciencia general del diseño (6). Por esta razón,
la formación en arquitectura se aferra a la estructura del Taller. Esto apoya
nuestra idea de que la historia de los talleres se constituye en núcleo central
del intento de reconstruir la historia de la enseñanza de la arquitectura en la
Facultad.
Hacia el fin del milenio, Eric Hobsbawm señalaba en estos términos su preocupación:
“La destrucción del pasado, o más bien de los mecanismos sociales que vinculan la
experiencia contemporánea del individuos con las generaciones anteriores, es uno
de los fenómenos más característicos y extraños de las postrimerías del siglo xx.
En su mayor parte, los jóvenes, hombres y mujeres, de este final de siglo crecen
en una suerte de presente permanente sin relación orgánica alguna con el pasado
del tiempo en el que viven” (7).

Esta desvalorización del saber histórico, propia de una promocionada posmodernidad,


nos compromete a quienes trabajamos con la historia a ser algo más que “cronistas”,
transmitiendo la idea del pasado como parte de nuestra experiencia vital.

Queremos señalar también, como fenómeno sorprendente de estos últimos años, el


surgimiento de la valoración de la memoria como preocupación de la cultura y la
política, el cual contrasta de manera notable con la tendencia posmoderna a
privilegiar el futuro. Para Paul Ricoeur la memoria se define a sí misma como lucha
contra el olvido (8).

En ese aspecto, nos interesa la memoria concebida no solo como recuperación del
pasado, sino como aporte a la construccion de un proyecto de futuro, coincidiendo
con la idea de que:

“Se trata [...] de un doble movimiento: recuperar la historicidad de lo que


se recuerda, reconociendo el sentido que en su momento tuvo para los
protagonistas, a la vez que revisitar el pasado como algo cargado de sentido
para el presente” (9).

En suma, y desde la docencia como tarea fundamental, el vínculo entre historia,


memoria e identidad en la formación de un Arquitecto, en el marco de la Universidad
actual, es una de nuestras principales preocupaciones.

Formamos parte de un espacio pedagógico vertical, que abarca tres materias de la


curricula, dirigido al estudio de la Historia de la Arquitectura; el cual fue
iniciado por el arquitecto Jorge Chute en 1989, siendo revalidado por Concurso en
1996, 2008 y 2015. En ese aspecto, partimos de privilegiar el carácter crítico del
saber histórico, cuyo principal objetivo consiste, para nosotros, en la capacidad
de configurar problemas más que aportar soluciones. En lo formativo, pensamos que
es esta consideración del pasado en sus aspectos problemáticos la que ejercitara a
los estudiantes en el desarrollo de una actitud crítica frente a su propia
contemporaneidad, posibilitándoles un camino a proyectar el futuro, a partir de la
valoración de su libertad creativa.

De allí, fundamentamos nuestra propuesta pedagógica en la convicción de creer en:

“Una visión emancipadora del conocimiento, que posibilite a los estudiantes


la construccion de una propia conciencia histórica y una responsabilidad social
y ética, a la par de la adquisición de un método de trabajo que les permita a
futuro afrontar situaciones nuevas, encarar y resolver problemas” (10).

En ese marco, partimos de reconocer que:

“La formación del Arquitecto tiene que estar estructurada alrededor de una
particular capacidad de integración de conocimientos y habilidades
provenientes de distintos campos, cuyo esfuerzo de síntesis se materializa en
el proyecto. Por lo tanto, esta condición de “construir teoría desde la
práctica” debe ser estimulada desde todas las áreas de la Facultad de
Arquitectura, conjuntamente a la enseñanza-aprendizaje de los contenidos
propios de cada materia, propendiendo en nuestro caso desde la docencia en el
Taller de Historia, a la generación de un pensamiento abierto e innovador,
creativo y crítico, para el cual será indispensable el desarrollo de
capacidades cognitivas de tipo asociativo y esquemas de comprensión, selección
e integración de conocimientos” (11).

Por otra parte,

“Concebimos la docencia como una práctica social, históricamente situada, desde


la cual es posible generar instancias de formación, investigación y
reconstrucción crítica, que nos permitan ser, de manera colectiva y desde el
ámbito que compartimos, protagonistas de los desafíos que enfrenta hoy la
enseñanza universitaria. Ello incluye la reflexión permanente sobre nuestras
prácticas e involucra la preocupación por la relación entre contenidos y
construcciones metodológicas” (12).

Lo antedicho implica el reconocimiento de rasgos significativos de esta sociedad


pos-industrial; entre ellos, la inundación de datos y la globalización de símbolos
que circulan libremente sin referentes territoriales, difundiendo la ilusión de
vivir en un mundo sin fronteras, cuya contracara es el aumento de la desigualdad,
el desempleo y la marginalidad. Todas ellas, características de un mundo que se
fragmenta y en el que crecen las fracturas sociales.

Esto exige de la docencia universitaria un esfuerzo especial, dirigido a:

“Incentivar en los estudiantes el uso inteligente de la información que puede


transformarse en abrumadora; de allí que, aprender a ordenarla, discriminándola
y jerarquizándola; impulsar el desarrollo de esquemas de comprensión y la
elaboración de conceptos para que pueda transformarse en conocimiento, pasan
a ser parte de la problemática del Taller de Historia” (13).

Historia y formación
En referencia al ángulo de nuestra mirada, cabe mencionar que en un marco general
partimos de una concepción materialista de la historia, cuyo objetivo no es la
descripción de hechos incuestionables sino la interpretación de acontecimientos;
considerando que el hombre no es un ente universalizable, siendo su identidad la
resultante de su “ser social”. En ese aspecto, concebimos la historia como un
sistema que nos ayuda a descifrar el pasado y con él las razones que explican el
presente, en la perspectiva de sentirnos parte de la construccion del futuro. Lo
que Josep Fontana ha llamado una “historia-herramienta” (14).
Entendemos que la participación de la humanidad en una historia compartida (historia
de “los grandes relatos”; entre ellos, el Marxismo) permitió el desarrollo de
sentimientos colectivos de pertenencia a una sociedad solidaria, creando
expectativas comunes hacia el porvenir. Este convencimiento, que pretendemos
recuperar, asignaba un sentido a la triada pasado-presente-futuro, puesto que “si
no se sabe a dónde se va, poco importa saber de dónde se viene”; lo que implica
“quedarse en el presente, sin memoria y sin esperanza”. Por el contrario, introducir
en la formación el análisis crítico del pasado instala a los estudiantes en una
“cultura de la posibilidad”, en una perspectiva de construccion del futuro.

Por otra parte, esta mirada de la historia nos permite ubicar la historia de la
arquitectura y la ciudad, en tanto resultado de actividades humanas, en un marco
mayor de problemas; en una historia total del hombre viviendo en sociedad.

Como síntesis, decimos en nuestra propuesta:

“Desde una postura crítica, creemos que debemos acercarnos a la historia de


la arquitectura admitiendo la pluralidad de la realidad y la coexistencia de
múltiples verdades parciales, estudiando las relaciones que se tejen detrás
de los documentos del pasado (las obras, la historiografía), a fin de intentar
“construir” desde “aquí y ahora”, una interpretación que será válida en la
medida que logre proponernos nuevas inquietudes, nuevas preguntas. En otras
palabras, destinar el trabajo de investigación en el Taller de Historia a
descifrar la red compleja de relaciones que los edificios y la ciudad
entretejen en todas las épocas, con el sitio, el lugar o el paisaje; con las
personas que los habitan; con el mundo material en el que se inscriben; con
las ideologías que los significan y con los modelos formales que representan”
(15).

El trabajo de deconstrucción que proponemos presupone, de algún modo, el camino


inverso al que desarrollan en el Taller de Arquitectura. Situada en el proceso de
formación integral de un Arquitecto (no específicamente de un historiador o
investigador) esta manera activa de encarar el conocimiento de la historia de la
arquitectura enriquecerá su visión al proyectar; no desde la analogía o el modelo,
sino desde la comprensión de las claves de trascendencia de esos “viejos espacios”,
las cuales, de ser descubiertas, se transformaran en una fuente de conocimientos
para imaginar y proyectar “nuevos espacios”. Este enfoque cambia la idea del pasado
como cosa lejana; como “lo que sucedió hace tiempo”, recuperándolo para el presente;
convirtiendo las experiencias de otros en caminos posibles de ser recorridos en el
acto de aprender.

En otros aspectos, pensamos que el estudio de una obra de arquitectura desde una
actitud crítica y orgánica; que implique una visión integral de su significado;
que partiendo de la contemporaneidad de la mirada, sea a la vez, sensible a la
comprobación del análisis a través del contexto histórico que le dio origen; la
colocara en la esfera de las finalidades humanas, como parte de la vida de los
hombres, permitiéndonos arribar a parámetros de su completa valoración en el marco
de la transformación de la cultura.

Lo antedicho supone reconocernos actuando en la ciudad; escenario de la vida


cotidiana de una sociedad real y patrimonio colectivo; expresión material de
memorias acumuladas y archivo de perspectivas futuras.

En ese camino, se inscribe que iniciemos cada año el trayecto pedagógico de las
tres historias en la ciudad de La Plata, lugar en donde viven y estudian,
“historizando” distintos ejemplos de su arquitectura, tanto domestica como
institucional. Dicho análisis no es objetual, estimulándose la indagación alrededor
de la relación que cada edificio establece con la ciudad, e indagando en el vínculo
con el contexto histórico en que fue concebido, desde la mirada actual de los
estudiantes. Este comienzo en la ciudad “vivida” permite, además de hacer palpable
el axioma “la historia construye la ciudad”, reconocer desde la percepción aquellos
lugares, constituidos por edificios, calles, o plazas que, frente a la observación
o el uso, producen una relación con experiencias anteriores; con la vivencia de la
realidad construida que cada estudiante trae consigo. Inducir al desarrollo de este
tipo de capacidades creemos que aportara a la incorporación de la memoria como
“capital cultural” de cada estudiante, vinculable como material al proyecto, a
partir de hacer consciente aquello que Tony Díaz denomina “resonancia temporal”:
“aquello que gusta, que da placer porque da seguridad, es algo que en el
momento de vivirlo se relaciona, sin darnos cuenta, con cosas del pasado y
permite desarrollar ideas para actuar en el presente-futuro. [...] Se trata
de un fenómeno que se produce por mimesis, por la combinación y superposición
de elementos recopilados de lo existente a lo largo de la historia y que le
da continuidad a la realidad. [...] existe porque existe la memoria y es solo
a través de la memoria individual y /o colectiva que es posible construirla y
perfeccionarla. [...] es, por lo tanto, una forma de conocimiento para ser
desarrollada en el campo de la arquitectura, porque es a través del
descubrimiento y el uso de todas las resonancias posibles que se puede
reconstruir una mejor relación con la cultura colectiva” (16).

Volviendo a aquel citado objetivo general de contribuir a la formación de un


Arquitecto, comprometido con su tiempo-espacio, para quien conocer la realidad
implique poder actuar sobre ella y transformarla; subrayamos que esto supone ayudar
a los estudiantes en la perspectiva de construccion de una propia conciencia
histórica y una responsabilidad social y ética; al mismo tiempo de ir adquiriendo
un método de trabajo que les permitirá, a futuro, afrontar situaciones nuevas,
encarar y resolver problemas.

Esto último, considerando el alto grado de incertidumbre sobre la realidad a la


que tendrán que dar respuesta, en el marco de las condicionantes económicas,
sociales y culturales, cada vez más desiguales y cambiantes.

A propósito de ello, Donald Schön plantea que:

“hay zonas indeterminadas de la práctica -tal es el caso de la incertidumbre,


la singularidad, el conflicto de valores- que escapan a los cánones de la
racionalidad técnica. Cuando una problemática es incierta, la solución técnica
del problema depende de la construccion previa de un problema bien definido,
lo que en sí misma no es una tarea técnica” (17).

En ese camino, la importancia de desarrollar la capacidad de identificar los núcleos


conceptuales representativos y comprender las cuestiones claves del proceso de
produccion del espacio arquitectónico; analizar las relaciones que entrelazan la
historia de la arquitectura y la ciudad, tanto con la época como con el lugar;
recuperar el sentido del término “Taller”, privilegiando el “aprender-haciendo-en-
grupo” y la construccion colectiva de conocimiento, asi como la relación dialéctica
entre teoría y práctica, forman parte de los objetivos que propiciamos.

La importancia del “Taller”


Volviendo atrás, cuando nos referimos a que nuestra formación se estructura sobre
el desarrollo de una particular capacidad de integración de conocimientos que
provienen de distintos campos, cuya síntesis se materializan en el proyecto, estamos
acercándonos a pensar en torno al desafío de una enseñanza – aprendizaje que induzca
a aprender las formas de indagación que sirven para razonar acerca del camino a
seguir en situaciones problemáticas. El cómo conectar el conocimiento general que
se supone un estudiante posee, con los casos particulares a los que tiene que
darles respuesta, en el contexto de múltiples condicionantes de diversa índole:
necesidades de programa; condicionantes geográficas, referidas tanto al entorno
como al clima; condicionantes culturales, históricas y simbólicas; elección de
tecnologías apropiadas, entre otras. Cuestión que implica una doble capacidad:

 aquella que posibilite resolver un problema, apelando a principios organizadores


que le permitan vincular saberes y darles sentido; esto es, desarrollar la actitud
de buscar relaciones entre un fenómeno y su contexto, entre el todo y las partes;
 aquella que lo ayude a formularse un problema cuando este no aparece claramente
definido, para luego poder darle respuesta.
Como planteábamos, garantizar el desarrollo de estas habilidades en profesionales
que actuaran sobre realidades cada vez más complejas e inciertas, debería ser el
eje sobre el cual centrar el debate curricular. Por el contrario, a partir del
diagnóstico de las posibles falencias, existe una tendencia a actuar “por
sumatoria”, agregando materias y restringiendo el espacio para la reflexión y la
integración de conocimientos. Por este camino, se desdibuja el potencial integrador
del proyecto como eje de la formación, corriéndose el riesgo de convertir al Taller
de Arquitectura en un lugar donde se adquiere el adiestramiento en el uso de un
repertorio de soluciones técnicas y formales ya probadas.

De un modo muy general, podemos señalar que el concepto de “aprender-haciendo”


remite a entender que en el Taller los estudiantes adquieren los conocimientos
propios de la disciplina integrando teoría y práctica, de manera similar a su
futuro ejercicio profesional.
Puntualizando sobre sus aspectos significativos, con la intención de hacer
conscientes sus potencialidades y profundizar su práctica, remarcamos que:

 está relacionada con una pedagogía basada en la pregunta, que se orienta en la


produccion del conocimiento surgido de los interrogantes que los estudiantes van
formulándose en el proceso de trabajo (actitud que, desde las ciencias, se denomina
“reflejo de investigados”);
 tiende naturalmente al trabajo interdisciplinario y al enfoque sistémico, que
integra diferentes perspectivas en la tarea de estudiar y actuar sobre un problema
dado, asumiendo el carácter multifacético y complejo de cualquier recorte de la
realidad sobre la que se pretenda intervenir;
 se distingue por su carácter globalizante e integrador, ya que no solo crea un
ámbito y las condiciones necesarias para el proceso de aprendizaje, sino que también
posibilita la superación de las disociaciones y los obstáculos entre teoría y
práctica; educación y vida; procesos intelectuales, volitivos y afectivos; el
conocer y el hacer; el pensamiento y la realidad;
 como grupo social organizado para aprender, implica y exige un trabajo grupal;
aunque no excluya instancias individuales;
 integra en un solo proceso docencia, investigación y práctica, niveles
tradicionalmente separados, a partir del objetivo de materialización de un proyecto
de trabajo (18).
Para terminar, nos permitimos volver sobre el final de un trabajo elaborado en el
año 2011 (19), el cual, partiendo del desafío actual de la formación se permite
prefigurar la arquitectura del futuro, poniendo el acento sobre dos miradas, para
nosotros confluyentes, provenientes de dos realidades distintas, sobre las cuales
tender puentes de reflexión:

En su libro “Entrelazamientos”, Steven Höll nos propone que

“imaginemos un humanismo del futuro. Una arquitectura que podría ser mucho más
flexible en relación a lo indeterminado y lo acausal. La arquitectura podría
beneficiarse del enorme potencial de las tecnologías de la información para
desarrollar instrumentos en relación con temas biológicos, sociales y
ecológicos. Este enfoque, que permitiría la autodeterminación de modelos
sociales en espacios habitables, es muy distinto del determinismo positivista
y autoritario típico de la modernidad de mitad de siglo. [...] La arquitectura
a de permanecer en el ámbito de lo experimental, abierta a nuevos valores e
ideas. Enfrentada a las fuerzas tremendamente conservadoras que la impulsan
constantemente a lo ya probado, lo ya construido, lo ya pensado, la
arquitectura debe explorar lo que aún no se ha sentido. Solo de este modo
podremos compartir nuestro gozo con las generaciones futuras” (20).

Uno de los últimos escritos de Rogelio Salmona nos acerca a nuestra condición
latinoamericana:

”Hacer arquitectura en Colombia implica buscar –ojala encontrar- la confluencia


entre geografía e historia.[...] Proponer espacios en los que el tiempo
transcurra , es una manera ética de contrarrestar, de oponerse a esa noción
absurda, pero tan anclada en nuestra época, de que el tiempo se pierde. [...]
Entre tantas incertidumbres, tengo la certeza de que la arquitectura debe
volver presente el tiempo por sus cualidades sensibles: ritmo, movimiento,
silencio, variaciones, sorpresa; pero también por sus propias virtudes:
acontecimiento, nostalgias, promesas, utopías y memoria. Es que la arquitectura
es un arte del espacio y del tiempo porque permite que se infiltre y palpiten
los sentidos, al percibir su transcurrir…y cuando pudo ir más allá del hecho
constructivo, lo hizo porque supo emocionar y confiarse a su tiempo, ser su
cómplice sutil y constante” (21).

Sirvan estas reflexiones como aporte al debate que propone el Encuentro, en el


convencimiento de la necesidad de volver a pensar sobre la formación en una
disciplina como la Arquitectura, cuya perspectiva histórica es inseparable del
cumplimiento de su compromiso social.

notas
NA – Articulo presentado en 2° Encuentro “La formación universitária y La dimensión
social del profesional” a 46 años del Taller Total, 2016.
NE – Bajo la coordinación editorial de Abilio Guerra (editor portal Vitruvius), esta
edición especial de la revista Arquitextos sobre Enseñanza de Arquitectura y Urbanismo
contiene textos seleccionados de las ponencias presentadas en dos eventos ocorridos en
la Universidade Nacional de Córdoba, en la ciudad de Córdoba, Argentina: 1° Encuentro
“La formación universitária y la dimensión social del profesional” a 45 años del Taller
Total (2, 3 e 4 de septiembre de 2015; ejes temáticos: 1. La enseñanza de la Arquitectura;
2. El primer año universitario: expectativas, logros y frustraciones; 3. La formación
universitaria y el compromiso con los problemas sociales, políticos, económicos y
culturales de la región); 2° Encuentro “La formación universitária y la dimensión social
del profesional” a 46 años del Taller Total (31 de agosto, 1 y 2 de septiembre de 2016;
ejes temáticos: 1. Hábitat, Ciudadanía e Participación; 2. La Formación Universitaria
y el Compromiso con los Problemas Sociales, Políticos, Económicos y Culturales de la
Región; 3. El Rol del Estudiante Universitario en su Proceso de Formación Profesional
y Ciudadana). En ambos encuentros el proceso de evaluación de las ponencias fue realizado
por miembros de la comisión científica, especialistas en el área de presentación, por
el sistema de duplo ciego, para garantizar el anonimato e sigilo tanto del autor (o
autores) como de los evaluadores. Los encuentros tuvieron como objetivos la reflexión,
debate y la recuperación de la memoria del Taller Total, experiencia que se desarrolló
en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, de la Universidad Nacional de Córdoba – FAU
UNC, entre los años 1970 y 1975. Se avanzó en la discusión sobre el rol social del
professional universitario y sus capacidades para analizar integralmente y contribuir
con la solución de los problemas sociales locales y regionales que la presente realidad
demanda. Entre los ejes temáticos correspondientes a los dos encuentros, se realizó un
proceso de selección de las ponencias referentes al tema enseñanza de la Arquitectura
y Urbanismo, lo que resultó en los textos presentes en la edición de Arquitextos. Fueron
responsables por esta selección, Sylvia Adriana Dobry e Nora Zoila Lamfri (participantes
del Comité Organizador y del Científico de ambos Encuentros). Se consideró importante
dar un panorama del asunto en varios lugares de América Latina privilegiando criterios
de cualidad y pertinencia al tema. Se seleccionaron , ponencias de autores provenientes
de: Argentina, , Brasil e México e fueron invitados a adecuarlos a las normas de la
revista y los que respondieron a al solicitación son los siguientes artículos que forman
el número especial de Arquitextos sobre los 1° y 2° Encuentros “La formación
universitária y La dimensión social del profesional” a 45 y 46 años del Taller
Total/ 2015 e 2016:
DOBRY, Sylvia Adriana; LAMFRI, Nora Zoila. Ateliê Total, um olhar desde o século
21. Arquitextos, São Paulo, ano 18, n. 210.00, Vitruvius, nov. 2017
<www.vitruvius.com.br/revistas/read/arquitextos/18.210/6790>.
GOROSTIDI , Roberto Enrique; RISSO, Marta Teresa. Formación y docencia en la Universidad
de hoy. Desafíos y Realidades. Arquitextos, São Paulo, ano 18, n. 210.01, Vitruvius,
nov. 2017 <www.vitruvius.com.br/revistas/read/arquitextos/18.210/6791>.
SANCHES, Débora. ArquiCriança: estudo a partir das crianças moradoras de cortiços e
pensões em São Paulo. Arquitextos, São Paulo, ano 18, n. 210.02, Vitruvius, nov. 2017
<www.vitruvius.com.br/revistas/read/arquitextos/18.210/6792>.
GIRÓ, Marta; FRANCO, Rafael; PELLI María Bernabela; PACE, Elizabeth; CAMPOS, Mariana;
DEPETTRIS, Noel; OLMEDO, Rosario; PONCIO, Diego. La Cátedra Gestión y Desarrollo de la
Vivienda Popular. Arquitextos, São Paulo, ano 18, n. 210.03, Vitruvius, nov. 2017
<www.vitruvius.com.br/revistas/read/arquitextos/18.210/6793>.
PORTER, Luis; MIGLIOLI,Viviana. La enseñanza de la arquitectura hoy, las limitaciones
del modelo de taller de proyecto y alternativas posibles.Arquitextos, São Paulo, ano
18, n. 210.04, Vitruvius, nov. 2017
< www.vitruvius.com.br/revistas/read/arquitextos/18.210/6794>.
PEDRO, Beatriz. Formación para el proyectar con la comunidad en la producción social
del hábitat – Articulación de saberes populares y disciplinares. Arquitextos, São Paulo,
ano 18, n. 210.05, Vitruvius, nov. 2017
<www.vitruvius.com.br/revistas/read/arquitextos/18.210/6795>.
ARANTES, Pedro Fiori; SANTOS JÚNIOR, Wilson Ribeiro dos; LEITE, Maria Amélia Devitte
Ferreira D’Azevedo. Um projeto de práticas pedagógicas transformadoras. A formação do
arquiteto e urbanista no Instituto das Cidades da Unifesp na Zona Leste de São
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<www.vitruvius.com.br/revistas/read/arquitextos/18.210/6803>.
CARVALHO, Maria Albertina Jorge. A experiência do laboratório de arquitetura e urbanismo
e seus desdobramentos como atividade de extensão universitária. Arquitextos, São Paulo,
ano 18, n. 210.07, Vitruvius, nov. 2017
<www.vitruvius.com.br/revistas/read/arquitextos/18.210/6804>.
TEIXEIRA, Catharina Christina; et. al. A questão da habitação social no ensino de
projeto integrado ao desenho urbano. Arquitextos, São Paulo, ano 18, n. 210.08,
Vitruvius, dez. 2017 <www.vitruvius.com.br/revistas/read/arquitextos/18.210/6818>.
1
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2015.
2
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3
Idem, ibídem.

4
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FAU/UNLP, 1994.

5
GOROSTIDI, Roberto Enrique (director); RISSO, Marta Teresa; CARRANZA, M.; PÉREZ, Roxana;
RAMOS, Marina; FERNÁNDEZ REIMERS, Luciana; APHESTEGUY, Lucas; BILMES, Irene; ISOD,
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6
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7
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8
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9
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10
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11
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12
Idem, ibidem.

13
Idem, ibidem.

14
FONTANA, Josep. Historia: análisis del pasado y proyecto social. Barcelona, Editorial
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15
GOROSTIDI, Roberto Enrique; RISSO, Marta Teresa; DOMINGUEZ, María Cristina.Propuesta
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16
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17
SCHÖN, Donald. La formación de profesionales reflexivos. Hacia un nuevo diseño de la
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18
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19
GOROSTIDI, Roberto Enrique; RISSO, Marta Teresa. Apuntes para una reflexión acerca de
la formación del Arquitecto (1er Premio Bienal de Arquitectura, Urbanismo, Investigacion
y Teoría, 2011). Revista Capba, La Plata, Colegio de Arquitectos de la Provincia de
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20
HÖLL, Steven. Entrelazamientos. Barcelona, Gustavo Gili, 1997, p. 16.
21
SALMONA, Rogelio. Discurso de aceptación del Premio Alvar Aalto 2004. Arquitectura
moderna en Latinoamérica. Barcelona, Reverte, 216, p. 269-270.
sobre os autores
Roberto Enrique Gorostidi, arquitecto, docente e investigador; ha desarrollado su
actividad en el campo del conocimiento en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, de
la Universidad Nacional de La Plata; en la actualidad, es Profesor Titular de Historia
de la Arquitectura I, II y III, Taller Gorostidi/Risso/Dominguez, y Director del Proyecto
“La formación en Talleres y el ejercicio profesional del Arquitecto. La Historia Oral
como elemento develador”.

Marta Teresa Risso, arquitecta, docente e investigadora; ha desarrollado su actividad


en el campo del conocimiento en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, de la
Universidad Nacional de La Plata; en la actualidad, es Profesora Titular de Historia de
la Arquitectura I, II y III, Taller Gorostidi/Risso/Dominguez, e integrante del equipo
de investigación del Proyecto dirigido por el arquitecto Gorostidi.

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