Vous êtes sur la page 1sur 8

Departamento de Comunicación Social

Información y documentación

Eliana Romero Sáenz

De la verdad censurada o de la fantasía libre

La prensa, desde sus inicios, ha jugado un papel muy importante en la comunicación de

temas de interés común a los ciudadanos, pues les da a conocer diversas situaciones de

corrupción e injusticia que, en muchas ocasiones, pasan por desapercibidas hasta el momento en

que los medios las sacan a la luz, permitiendo así que el público genere su propia opinión sobre

estas, y que no se queden con lo que les quieren hacer creer los comunicados que sacan las

personas a quienes, los mismos implicados, contratan para crearse una buena imagen como

cortina de humo para las cosas que hacen y que ,de una manera u otra, terminan perjudicando a

los demás.

Según el Diccionario de la Real Academia Española (2017), la libertad en los sistemas

democráticos es el derecho de valor superior que asegura la libre determinación de las personas,

y la libertad de expresión el derecho a manifestar y difundir libremente ideas, opiniones o

informaciones. Así, al ser la libertad de prensa una derivación de la libertad de expresión es

debido entenderla como una garantía constitucional fundamentada en la misma, y un derecho que

tienen los medios de comunicación de investigar e informar sin ningún tipo de limitaciones o

coacciones, como la censura previa, el acoso o el hostigamiento (Significados, s.f.).

Sin embargo, y ya teniendo en cuenta lo dicho anteriormente, el hablar de libertad de prensa

como algo verdadero, si bien puede ser muy sencillo, pues simplemente hay que recurrir a las
fantasías y a la mentira que el gobierno expone y que quiere que creamos, la realidad es

totalmente diferente, pues esta es y siempre ha sido una mera ilusión, una utopía probablemente

eterna, y los diferentes casos de violaciones a esta, son motivos de más para ratificar esta

situación, pues el simple hecho de que la libertad de expresión se encuentre en una situación de

gran vulnerabilidad, y que se tenga que medir cada palabra de la verdad antes de decirla para

evitar problemas con algún poderoso, ya hace que la libertad de prensa, pierda las características

de informar sin engaños ni rodeos, y de manera inmediata al pueblo, y así mismo deja de

cumplirse con el objetivo de estos profesionales, deja de ser lo que se supone debe ser. (Gómez y

Hernández, 2008)

Pero, aunque bien sabido es que sin libertad la prensa no puede cumplir con su “deber ser”,

ya se han presentado diversos casos en que los periodistas, al investigar casos muy a fondo, que

pueden llegar a tener un gran impacto social, y a la vez perjudicar la corrupción de algún

potentado, y/o revelar información de suprema importancia que haya llegado de una u otra

manera a sus manos, y que demuestre una realidad que pueda no convenirle a personas con poder

pues los expondría y los dejaría en una posición de vulnerabilidad, son perseguidos y quedan

sometidos a actos de violencia y amenazas por cumplir con su deber con su profesión consigo

mismos y con la sociedad. (UNESCO, s.f.).

Es precisamente por esta misma razón que discutir sobre una buena o una mala libertad de

prensa en un país en el que al momento de publicar algo se tiene que pensar tres veces, pues se

puede ser amenazado y hasta asesinado, no solo no tiene sentido teniendo en cuenta que la

cantidad de aspectos negativos sobrepasa y se superpone a la de los positivos, sino que además

sería algo hipócrita, y a su vez sería colaborar a que la corrupción de esta se mantenga, pues por

más supuestos avances que se tenga sobre esta, sigue siendo algo que está presente, y no se
puede seguir contradiciendo a la realidad de los periodistas con una fantasía expuesta por el

gobierno, que al final solo es la mitad de la verdad.

Sin embargo, una verdad a medias, si es que en el caso de la prensa puede llegar al menos a

la mitad, no puede ser verdad y de la misma manera la libertad de prensa no puede ser a menos

que cese la censura y la persecución que desde sus inicios ha agobiado a los periodistas, es por

esto mismo que hablar de libertad de prensa, no solo en Colombia, sino en todo el mundo, es una

utopía, pues al momento de hacerla siempre van a estar el factor de la autocensura por el miedo a

perder la vida, o mejor, por el deseo de conservarla, o la publicación sin este miedo pero que al

final lleva a las amenazas e incluso a la muerte, y es allí donde cabe citar al periodista Albert

Camus (s.f.) pues “Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca

será otra cosa que mala” (Pomarés, F. 2016. Recuperado de Asociación de la Prensa de Santa

Cruz de Tenerife).

Lamentablemente, Colombia se encuentra entre los países con mayor riesgo para los

periodistas, aún a pesar de las leyes que se supone deben garantizar la libertad de ejercer su

actividad profesional, expresando su opinión y sin convertirse en víctimas de la represión hacía

estos por sus convicciones (Artículo 18, 1991), pero está más que claro que las garantías

constitucionales que tienen las personas que hacen parte de los medios son muy pocas, y más

cuando están expuestos a sus mismos dirigentes, además de, en lugar de proteger y velar por el

cumplimiento de este derecho primordial para que se lleve a cabo un buen desarrollo de esta

ocupación, se deja en impunidad a quienes arremeten contra ellos. (Artículo 20, 1991)

Además de lo anterior, hay que tener en cuenta que, aunque se promete a los periodistas

independencia laboral en la difusión de información (Artículo 73, 1991), la realidad es que esto,

cómo con muchas otras cosas establecidas en la Constitución, no va más allá de la fantasía, pues
la amenaza a la que se encuentra expuesto el periodista por expresar su pensamiento, su opinión

y querer hablar con la verdad y abrir los ojos esta sociedad tan cegada ante la corrupción de los

más poderosos pues al final del día “Los guardianes de nuestras libertades terminan siendo los

primeros censuradores.” (FLIP, 2018).

Y esto porque como lo pone la Fundación para la Libertad de Prensa (FILP, 2018) los que se

supone deberían estar velando para que se cumplan las libertades de los periodistas, que deberían

ofrecerles las garantía necesarias para el correcto desarrollo de su profesión, y protegerlos de los

que supuestamente eran los censuradores (guerrillas, narcotraficantes, entre otros), se han

dedicado a hacer todo lo contrario llegando incluso a desbancar a tales actores al margen de la

ley, y como lo dice Velázquez (2003)

Es muy preocupante observar que no sólo los actores al margen de la ley están atacando la

libertad de prensa, sino que también lo están haciendo - y al parecer con mayor intensidad al

menos desde el ángulo de las presiones a las que acceden los periodistas - los actores internos

y externos que actúan dentro de la ley, y que por ende, son los más obligados a acatar la

Constitución Nacional (p.14).

Por todo esto es de suma importancia tener en cuenta es la historia de las violaciones a la

libertad de prensa, pues estas no son algo que se presente desde los últimos años, sino que se

remontan a los tiempos del entonces presidente Gustavo Rojas Pinilla, y que van desde censuras

por parte de no solo de los grupos al margen de la ley sino del mismo gobierno, que tiene

antecedentes de espiar y realizar seguimientos a quienes eran considerados amenazas tanto en el

momento como potencialmente, y controlar la salida de la información que sería masiva, y los

medios para los cuales trabajan, hasta una autocensura generada por el miedo a las acciones de

estos mismos agentes. (FILP, 2015).


Para la década de 1960 el gobierno colombiano creó el Departamento administrativo de

Seguridad, y en los 80 empezó la persecución del estatuto de seguridad expedido bajo el mando

de Julio Cesar Turbay en 1978 y junto al DAS, provoco innumerables violaciones a los Derechos

Humanos, y el acoso a cualquiera que diera indicios de ser un peligro para el gobierno de turno.

Sin embargo, los escándalos por el espionaje a la población y en especial a los periodistas eran

cada vez más grandes y ningún mandatario parecía hacer excepciones, pues nuevamente en los

90 Ernesto Samper y Andrés Pastrana se vieron envueltos en casos de interceptación ilegal de

llamadas y el uso de micrófonos escondidos como un arma política (FILP, 2015).

Pero con esto no culminan los 90’s, pues un nuevo escándalo por los narcocasetes

(Conversaciones que delataban como dineros de la mafia financiaban campañas políticas),

productor del proceso 8000, y la lamentable muerte del reconocido, y muy querido por las

personas, periodista Jaime Garzón blanco de una operación de inteligencia en la que se demostró

que fueron participes tanto oficiales militares como paramilitares, hecho que culmina una terrible

época y que es un abre bocas para lo que se viene en el nuevo milenio pues la situación sigue sin

mejorar pues en los 2000 se empieza a destapar el gran lío de las chuzadas. (FILP, 2015).

Las chuzadas fueron uno de los problemas de espionaje más significativos que se han dado

hasta ahora, pues, aunque era un problema que venía de tiempo atrás, durante el gobierno de

Álvaro Uribe se acentuó, debido a que, aún en manos del DAS y con la participación de militares

y policías, se estaban interceptando un sin número de llamadas telefónicas que posteriormente

eran usadas como un arma contra los enemigos políticos, por lo que la inseguridad al hablar por

teléfono era demasiado grande, tenían que hablar en código y a veces ni se entendían los

mensajes, y en el momento en que alguien se descuidaba y decía algo malo o que fuera de
contexto pudiera ser mal interpretado iba a tener problemas, e iba a ser acusado en los medios,

pues era allí donde terminaban dichas llamadas. (Semana,2000)

Con todo esto mencionado anteriormente, y si se tienen en cuenta todas las violaciones y los

actos que arremeten contra la libertad de prensa desde los 50, hasta el día de hoy, los casos son

innumerables, si bien todos pueden llegar a ser diferentes, se terminan dando por la misma razón,

el problema siempre es el mismo pero en diferentes presentaciones. Sin embargo, el problema no

solo se encuentra en la censura mediante amenazas y hasta asesinatos, de la información que

pueda salir o no al escarnio público, sino el control interno mediante el espionaje a los

periodistas, para poder saber qué es lo que piensan publicar, cuáles son sus fuentes y hasta lo que

hacen día a día, que posteriormente también puede favorecer a que acaben con sus vidas.

Conclusión

Para poder hablar en algún momento de la libertad de prensa como algo más que una mera

ilusión se necesita hacer un cambio en la mentalidad de la sociedad desde los políticos, pasando

por el crédulo pueblo y hasta la de los mismos periodistas, es por esto que no se puede decir que

se lograra ahora, ni este año e incluso puede que pasen décadas en las que esta siga sin ser real,

aún con la ayuda de las fundaciones para protegerla, pues aunque claramente no es discutible que

gracias a estas si se han logrado avances con respecto a esta problemática, aún no es suficiente.

Pero si se ve desde un punto de vista aún más amplio, ni siquiera se debería tener la

necesidad de estas para obtener una protección pues no se debería tener que buscar en ningún

momento el amparo de nadie para poder hablar con la verdad al pueblo y ejercer de manera

correcta una profesión dedicada informar al pueblo sobre lo bueno y lo malo que los está

rodeando, es claro que no se puede esperar un libertad de prensa en la que hablar no tenga
consecuencias, después de todo, cualquier cosa que se diga o se haga para bien o para mal, las va

a tener, pero no se debería estar viviendo con ese miedo incesante.

Debemos dejar el miedo no solo a hablar con la verdad sino también a escucharla y a afrontar

las consecuencias que con esta vienen no solo para el emisor, sino también para el receptor y

para quien la protagoniza.

Referencias

Artículo 18. Constitución Política de Colombia. Bogotá, Colombia, 4 de julio de 1991.

Recuperado de http://www.corteconstitucional.gov.co/inicio/Constitucion%20politica

%20de%20 Colombia.pdf

Artículo 20. Constitución Política de Colombia. Bogotá, Colombia, 4 de julio de 1991.

Recuperado de http://www.corteconstitucional.gov.co/inicio/Constitucion%20politica

%20de%20 Colombia.pdf

Pomarés, F (2016) “Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa

nunca será otra cosa que mala”. Recuperado de http://tenerife.fape.es/una-prensa-

libre-puede-ser-buena-o-mala-pero-sin-libertad-la-prensa-nunca-sera-otra-cosa-que-

mala/

Fundación para la Libertad de Prensa (2015) 60 años de espionaje a periodistas en Colombia.

Informe sobre el estado de la libertad de prensa en Colombia 2014. Colombia.

Recuperado de: http://flip.org.co/images/Documentos/Informe-FLIP-2017-Estado-

Depredador.pdf

Fundación para la Libertad de Prensa (2018) Estado depredador. Informe sobre el estado de

la libertad de prensa en Colombia 2017. Colombia. Recuperado de: http://flip.org.co/

images/Documentos/Informe-FLIP-2017-Estado-Depredador.pdf
Gómez, J. H., J. (2008). Libertad de prensa en Colombia: la contradicción en la búsqueda de

la verdad. Palabra Clave, 11(1), 109-122. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/

servlet/articulo?codigo=2709730

Real Academia Española. (2017). Libertad. Diccionario de la Lengua Española. Recuperado

de http://dle.rae.es/?id=NEeAr5C

Semana (2000) La guerra secreta. Semana Recuperado de http://www.semana.com/nacion/

articulo/la-guerra-secreta/41661-3

Significados. (s.f). Libertad de prensa. Recuperado de https://www.significados.com/libertad-

de-prensa/

UNESCO. (s.f). Libertad de prensa. Recuperado de http://www.unesco.org/new/es/office-

inmontevideo /comunicacion-e-informacion/libertad-de-expresion/libertad-de-prensa/

Velázquez, C. (2003). El estado de la libertad de prensa en Colombia: Una mirada con énfasis

en las regiones. Palabra Clave, 8(1), s. Recuperado de http://palabraclave.unisabana

.edu.co/index.php/palabraclave/article/view/410/548

Vous aimerez peut-être aussi