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En Europa, durante el siglo XII se produjo una gran actividad intelectual que trajo consigo una
mayor demanda de libros. Los monjes realizaban cuidadosamente copias para las bibliotecas de
los monasterios pero esto no satisfacía la demanda de los estudiantes y de esta necesidad surgió
la búsqueda de un método de reproducción de los textos rápido y barato.
En las ciudades universitarias se repartían los manuscritos entre los copistas y después las volvían
a unir en un solo ejemplar, esto terminó convirtiéndose en un auténtico negocio de librería. Entre
1436 y 1450 se sabe con seguridad que Gutenberg (inventor de la imprenta) construyó un aparato
que permitía fundir las letras metálicas satisfactoriamente. Y sería en 1455 cuando inauguraría la
industria editorial con "La Biblia de Gutenberg".
La expansión del invento llegó a Italia y a Roma y sería en 1464 cuando en Francia emplearon la
técnica y posteriormente en Oxford en 1479. Hasta el S.XVIII la técnica consistía en colocar los
caracteres sobre la platina, encima del papel y presionar con la prensa de madera y mármol. En
Francia, en 1777, Didot construyó una prensa toda de hierro y del mismo tamaño que la hoja de
imprimir, que fue perfeccionándose posteriormente. Gracias a la revolución industrial y a los
adelantos técnicos nacieron las imprentas nacionales.
La máquina de reacción, en la que el papel, impreso por una cara, retrocedía y era impreso por la
otra surgió en 1854. Un año después se harían tiradas de 10.000 ejemplares a la hora en la
máquina rotativa de Hue gracias a la utilización del papel continuo y del molde cilíndrico que
permitía la impresión por las dos caras.
EL ALFABETO
Está claro que las diferencias entre un sistema de comunicación inmediata y uno de comunicación
diferida son abismales. Probablemente la más importante sea que la efectividad de la
comunicación es mucho mayor en la comunicación inmediata, pues todos los participantes se
dan cuenta muy rápidamente del contenido del mensaje siempre y cuando compartan el código,
es decir, el lenguaje.
En la escritura la cuestión es más compleja, pues no todas las personas comparten esos signos
gráficos: el paso posterior al de la aparición de la escritura consistió en la difusión de los alfabetos,
esto es, en los sistemas de elementos gráficos que simbolizaban los sonidos y que al combinarse
forman las palabras. El primer sistema escrito fue cuneiforme, que significa en forma de cuña: se
marcaban impresiones con esa forma sobre tablillas de arcilla fresca. Con el tiempo fueron
apareciendo signos cada vez más diferentes de los objetos que en un principio habían
representado.
La escritura alfabética tomó mayor dimensión hacia el siglo VIII A.C, con la difusión del alfabeto
griego. Desde entonces fueron muchos los alfabetos que progresivamente aparecieron, además
de los innumerables campos en los que la escritura encontró aplicación efectiva. Las cartas fueron
el medio de comunicación más importante entre los individuos durante muchísimo tiempo, y el
desarrollo del transporte intercontinental tuvo un fuerte carácter innovador pues permitió
la comunicación escrita a través de casi todo el mundo.
SOPORTE MATERIAL
Básicamente la escritura se fija en el soporte por dos procedimientos: incisión (inscribir) o trazado
(escribir). En el primero, se pueden utilizar diversos procedimientos: grabados, esculpidos,
incisiones, etc., a veces con marcas tan débiles que son poco más que rasguños, a veces con
rebajes profundos realizados a cincel, dependiendo de la dureza de los materiales. En el segundo,
también hay distintas posibilidades: el dibujo, la pintura, la caligrafía, la impresión, etc. Dentro
de éste, se hace una distinción entre los manuscritos, modalidad que se realiza con instrumentos
tan diversos como son los pinceles, plumas, cálamos, lápices, rotuladores... y la escritura realizada
con aparatos que, desde su comienzo con la invención de la imprenta, se ha ido desarrollando a
medida que ha evolucionado la técnica y , de este modo, usa linotipias, cajas, teclados, soportes
magnéticos y cuantos procedimientos se han desarrollado desde la aparición de las máquinas de
escribir y los ordenadores. También se diferencia en que la escritura realizada a mano se hace a
punta seca, en contraposición a las máquinas que utilizan sustancias fijadoras, como la pintura o
la tinta. En muchas ocasiones, hay una estrecha relación entre el soporte material, la forma de
escribirlo o inscribirlo y el contenido de los textos. De este modo, se aprecia que, para
documentos importantes, textos legales y conmemoraciones de triunfos militares se usaba el
mármol o el bronce, en los que se diseñaba cuidadosamente la letra y se grababa; sobre el
costosísimo papiro, se pintaban documentos religiosos y simbólicos de los faraones egipcios; sobre
las paredes de las casas y los muros de las ciudades se pintaban rápidas consignas políticas,
mensajes curiosos, obscenos, amorosos, humorísticos...; en arcilla se anotaban registros de
cuentas y relaciones económicas en Mesopotamia; en tablillas de cera escribían los niños romanos
sus ejercicios escolares, que borraban y volvían a utilizar después; sobre pergamino se iluminaban
preciosos manuscritos en la Edad Media con textos literarios, religiosos, científicos; en los objetos
pequeños de oro y metales preciosos o semipreciosos se grababan los nombres de los propietarios
o quién y para quién se habían fabricado. De todo esto, se concluye que existe una gran cantidad
de materiales y tipos de soportes para una inmensa variedad de tipos de escritos. Bien es cierto
que, con la aparición del papel, la escritura conocerá el soporte universal para su difusión, dando
cabida a cualquier tipo de mensaje, especialmente, desde la aparición de la imprenta. Los otros
materiales, así, o bien siguieron utilizándose con una función específica y bien delimitada, o bien
cayeron en desuso.
Antecedentes de la Guerra del Pacífico
La historiografía tradicional de Chile releva las causas jurídicas y geopolíticas como origen de este
conflicto. Otra línea explicativa ha sido formulada por los historiadores Luis Ortega, Héctor Ardiles,
Thomas F. O'Brien, Luis Vitale, Manuel Ravest Mora y Armando de Ramón.
Este hecho desencadenó el conflicto, porque a juicio de las autoridades chilenas y de los
accionistas de la Compañía de Salitre y Ferrocarril de Antofagasta, la ley contravenía el tratado de
límites de 1874, que ratificaba como frontera entre Chile y Bolivia el paralelo 24, y en su artículo IV
disponía que en ese territorio "las personas, industrias y capitales chilenos no quedarán sujetos a
más contribuciones [...] que a las que al presente existen", por un período de 25 años.
En abril de 1878, el ministro plenipotenciario en La Paz, Pedro Nolasco Videla, logró la suspensión
temporal de la ley. Aún así, el 8 de noviembre el ministro de Relaciones Exteriores de Chile,
Alejandro Fierro, entregó una nota al gobierno boliviano en la que manifestaba que el proceder de
Bolivia podía conducir a la abrogación total del tratado de 1874.
Fierro advirtió que el escenario se tornaba altamente peligroso y hacía factible la ocupación de
Antofagasta debido al incremento de la población y las inversiones chilenas en la ciudad (Cfr.
Memoria del Ministerio de Relaciones Exteriores 1879, anexos, pp. 45-46. En: Ortega, 2005: 438).
En el ámbito local, Hicks personificó el espíritu beligerante del conflicto. Su correspondencia
demuestra que no tuvo intensión de establecer un acuerdo o juicio con los tribunales bolivianos ni
de cancelar ningún centavo más de lo establecido por el tratado de 1874 (Cfr. Ardiles, 2013: 143).
Junto a él, los accionistas de su compañía constituyeron un poderoso grupo de presión que actuó
en forma conjunta en el Congreso, en el gobierno y en los diarios nacionales (Cfr. Ortega, 2005).
Dos días antes había atracado en Antofagasta el Blanco Encalada, la nave más poderosa de la flota
de guerra chilena.
En febrero, Hicks dijo: "conociendo un poco a los chilenos, resultaba necesario resaltar, con toda
nuestras fuerzas, los ataques bolivianos a nuestros derechos y sobre el Tratado (...) [Pensaba que
Chile] no debería vacilar en recuperar este territorio; aprovechar la oportunidad para liberar la
costa del pacífico de esta plaga de bolivianos" (Ardiles, 2013: 145).
A esa altura, las relaciones diplomáticas entre ambos países no existían. El gobierno chileno pedía
la anulación de la ley de febrero de 1874 y el levantamiento del embargo, en tanto que Bolivia
insistía en el retiro de las fuerzas navales de su litoral.
La decisión de ocupar Antofagasta se planificó para el 14 de febrero, el mismo día en que debían
ser rematados los bienes de la compañía