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Cita Bíblica:
“Tú en cambio, quédate con lo que has aprendido y de lo que estás seguro, sabiendo de
quiénes lo recibiste. Además, desde tu niñez conoces las Sagradas Escrituras. Ellas te
darán la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en cristo Jesús. Toda escritura
está inspirada por Dios y es útil para enseñar, rebatir, corregir y guiar en el bien.” 2Tim.
3,14-16
“Predica a la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, rebatiendo, amenazando o
aconsejando, siempre con paciencia y dejando una doctrina”. 2Tim. 4,2
Oración:
Es verdad, Señor, que tu Palabra da vida,
Pero a veces también nos da dolores de cabeza...
¡Cómo dejarnos penetrar por ella
Como tierra sedienta que acoge la lluvia
y sobre todo, cómo dar el fruto que esperas
a pesar de las malezas y de las piedras del camino...
Mi vida quiere tu Palabra, tu semilla...
y quiere dar vida...
Canto: Tu palabra me da vida:
Tu palabra me da vida confió en ti Señor,
Tu palabra es eterna, en ella esperaré.
Dichoso el que con vida intachable, camina en la ley del Señor,
Dichoso el que guardando sus preceptos lo busca de todo corazón.
PENTECOSTÉS Y PRIMERAS COMUNIDADES CRISTIANAS
Parábola (111): Sin semillas:
Una vuelta Ciriaco lo fue a buscar a Nemesio. El paisano tiene dos
tiempos: Uno para pensar y otro para seguir pensando. No tenía nada
que hacer y fue a visitarlo. Y cuando llegó a la casa vio que Nemesio
estaba trabajando en el campito que tenía. Lo había emprolijado bien.
Ciriaco no lo quiso distraer. Puso la pata en el segundo alambre, apoyó
el codo arriba, sacó el anca como para estacionar y se quedó a esperar que el
otro terminara con su trabajo.
Le extrañó lo que vio, porque el hombre había hecho como unos surcos largos, así
como para adentro. Caminaba unos metros y hacía con el pie un hoyito. Metía la mano y
sacaba como algo. Lo ponía, se enderezaba y tapaba el hoyito. Recorría otros metros y así
iba haciendo. Como dos horas anduvo este hombre dándole al trabajo. Y cuando terminó,
lo saludó el Nemesio al Ciriaco: -Hola, ¿qué andas haciendo? -Estaba esperando que
terminaras el trabajo. ¿Qué andas haciendo? -Ya me ves, sembrando.- ¿Sembrando? ¿Y
qué estás sembrando? -Melones. -¿Melones? Mira que te he mirado bien. Yo he visto
que vos hacías todo, pero no ponías ninguna semilla adentro del hoyito. - ¡Ah, éstos son
melones sin semilla!
Nemesio creía que para que nacieran melones sin semillas, había que hacer todo
como si sembraras melones. Lo único que había que omitir era poner la semilla. Tal vez por
eso solo detallecito no le nació nada. Digo ¿no?
¿Saben a lo que me hace acordar? A esa gente que quiere vivir una vida espiritual
pero se olvida del Espíritu Santo. Hace todo el esfuerzo como si fuera un hombre religioso.
Todo. Lo único que se olvida es de invocar al Espíritu Santo y de pedir que Dios haga eso.
Entonces lo más probable es que no pase nada. Así como a Nemesio no creo que en ese
año le hayan salido melones sin semilla, tampoco creo que al cristiano le salga vida
espiritual si no le pone el Espíritu. (Mamerto Menapace).
Reflexión:
¿Queremos cosechar sin sembrar?
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¿Es cierto que no podemos “pedirle peros al olmo”?
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¿Crees que la espiritualidad se improvisa?
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¿Cómo poder cultivarla?
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Cita bíblica:
"Señor, yo... escondí en la tierra tu dinero. Aquí tienes lo que es tuyo." Pero su patrón le
contestó: "¡Servidor malo y perezoso!... Quítenle, pues, el talento y entréguenselo al que
tiene diez." Porque al que produce se le dará y tendrá en abundancia, pero al que no
produce se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese servidor inútil, échenlo a la oscuridad de
afuera: allí será el llorar y el rechinar de dientes." Mt. 25, 29-30
Oración:
Señor Jesús, hazme conocer quién eres.
Haz sentir a mi corazón la santidad que hay en ti.
Haz que yo vea la gloria de tu rostro. De tu ser y de tu palabra,
de tu accionar y de tu proyecto, hazme derivar la certeza
que la verdad y el amor están a mi alcance para salvarme.
Tu eres el camino, la verdad y la vida. Tu eres el principio de la nueva creación.
Dame el coraje de arriesgar. Hazme consciente
de mi necesidad de conversión, y permite que con seriedad la realice
en la realidad de la vida cotidiana. Y si me reconozco indigno y pecador,
dame tu misericordia. Dóname la fidelidad que persevera
y la confianza que comienza siempre, cada vez que todo parece fracasar.
(Romano Guardini).