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En uno de sus experimentos Röntgen observó que cuando aplicaba tensión al tubo
de rayos catódicos no solo se iluminaba el trocito de papel que estaba enfrente de la
ventana hecha en el cartón, sino también los que estaban por los alrededores,
incluso debajo de la mesa. Como los rayos catódicos no se propagaban por el aire a
presión atmosférica, Röntgen sacó la conclusión de que se estaban produciendo
otros rayos que atravesaban no solo el cartón sino incluso la madera de la mesa.
Como desconocía su naturaleza los llamó rayos X y se dedicó a estudiarlos en
profundidad.
En Diciembre de 1885 publicó un trabajo titulado "Sobre una
nueva clase de rayos" Röntgen descubrió que los rayos X se
propagan en línea recta, que impresionan los negativos
fotográficos, que no son sensibles al campo magnético y, sobre
todo, que son extremadamente penetrantes, para que fueran
parcialmente absorbidos por los materiales.
Los huesos absorben más radiación que los tejidos blandos y eso
le permitió obtener la primera radiografía de la historia, el 22 de
Diciembre de 1895: era la radiografía de una mano de su esposa.
A Röntgen le concedieron el primer premio Nóbel de la historia,
en 1901; cedió el dinero asociado al premio a la Universidad de
Würzburg.
Bequerel
En la última semana del mes pesó dos cristales fabricados por su progenitor sobre
una placa fotográfica forrada con el cartón negro, y situó una moneda de plata
debajo de cada cristal. Aprovechó el débil sol de Febrero para iluminar el conjunto
durante varias horas y reveló la placa. En la fotografía se veía las siluetas de las dos
monedas rodeadas por la mancha negra del resto de la placa, velada pensó, por los
rayos X emitidos por los cristales fluorescentes.
Los días 26 y 27 de Febrero preparó sus muestras para repetir el experimento. Pero
durante esos días el cielo permaneció nublado y dejo las placas en el cajón. El día 1
de Marzo el día seguía oscuro y Henri, cansado de esperar, las expuso a la poca luz
solar que podría atravesar las nubes y las llevó a su laboratorio fotográfico.
Esperaba encontrar las siluetas de ambas monedas, pero marcadas de forma mucho
más tenue debido a la poca luz recibida. Pero en cambio, se encontró con la sombra
de las dos monedas mucho más contrastadas que en el experimento anterior
realizado con un sol brillante. En un instante Henri Bequerel se dio cuenta de que la
imagen era más fuerte porque la sal de uranio había estado tres días sobre la placa,
en vez de unas horas. El sol no tenía nada que ver. La sal de uranio emitía algún tipo
de rayos que impresionaba las placas fotográficas.