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Breve Historia de la Radiactividad

La fluorescencia es una propiedad que tienen algunas substancias que consiste en


emitir una luz de color o frecuencia diferente a la que reciben. Un ejemplo de este
material es el que forma la capa blanca de los tubos fluorescentes. En el interior de
estos tubos hay un gas (vapor de mercurio de baja presión). Los átomos de
mercurio, excitados, producen luz ultravioleta, no visible. Pero al chocar los fotones
ultravioletas con el material fluorescente son absorbidos, excitando los átomos del
material. Al desexcitarse emite fotones de colores visibles.

En uno de sus experimentos Röntgen observó que cuando aplicaba tensión al tubo
de rayos catódicos no solo se iluminaba el trocito de papel que estaba enfrente de la
ventana hecha en el cartón, sino también los que estaban por los alrededores,
incluso debajo de la mesa. Como los rayos catódicos no se propagaban por el aire a
presión atmosférica, Röntgen sacó la conclusión de que se estaban produciendo
otros rayos que atravesaban no solo el cartón sino incluso la madera de la mesa.
Como desconocía su naturaleza los llamó rayos X y se dedicó a estudiarlos en
profundidad.
En Diciembre de 1885 publicó un trabajo titulado "Sobre una
nueva clase de rayos" Röntgen descubrió que los rayos X se
propagan en línea recta, que impresionan los negativos
fotográficos, que no son sensibles al campo magnético y, sobre
todo, que son extremadamente penetrantes, para que fueran
parcialmente absorbidos por los materiales.

Los huesos absorben más radiación que los tejidos blandos y eso
le permitió obtener la primera radiografía de la historia, el 22 de
Diciembre de 1895: era la radiografía de una mano de su esposa.
A Röntgen le concedieron el primer premio Nóbel de la historia,
en 1901; cedió el dinero asociado al premio a la Universidad de
Würzburg.

Hasta 1912 no se descubrió la verdadera naturaleza de los


misteriosos rayos X; son radiaciones como las de la luz, pero de
longitud de onda más corta pero esto es adelantar
acontecimientos.

Bequerel

En 1852 nació Antoine Henrs Bequerel. Era nieto de Antoin


César Bequerel, profesor del Museo de historia Natural de
Paris. Antoine César estaba fascinado por los fenómenos de
fluorescencia y fosforescencia a los que dedicó mucho
trabajo y esfuerzo.

Cuando se jubiló, su hijo Edmond continuó con sus


investigaciones empleando nuevos materiales como algunos
objetos de uranio. Cuando a Edmond le llegó la edad del
retiro, le sucedió en la cátedra su hijo Antoine, que había
comenzado como profesor nada menos que en la École
Politenique, a los 23 años.
Mantuvo la tradición familiar de trabajar materiales fluorescentes, sobre todo
después del descubrimiento de los rayos X por Rötengen. En aquel momento se
pensaba que los rayos X se generaban como resultado de la fluorescencia del vidrio
del tubo de Crookes, por lo cual, pensó Bequerel, otros materiales podrían producir
también rayos X; puede no ser muy probable, pero ciertamente, es posible y sin
duda suficientemente sencillo de verificar como para poner manos a la obra. El
procedimiento que siguió Bequerel era simple y eficaz:

1) Colocaba un material fluorescente sobre una placa fotográfica encerrada en un


envoltorio de cartón negro, de forma que no le llegase ninguna luz.

2) Colocaba el conjunto de placa, envoltura y sustancia fluorescente en un lugar


iluminado por el sol. Si el material producía rayos X, estos impresionarían la placa
fotográfica que aparecería velada al nivelarla. Durante mucho tiempo, ensayó y
ensayó utilizando todo tipo de compuestos fluorescentes, pero las placas no se
velaban. Hasta que en Febrero de 1896 decidió utilizar la sal de uranio que había
sintetizado su padre algunos años antes.

En la última semana del mes pesó dos cristales fabricados por su progenitor sobre
una placa fotográfica forrada con el cartón negro, y situó una moneda de plata
debajo de cada cristal. Aprovechó el débil sol de Febrero para iluminar el conjunto
durante varias horas y reveló la placa. En la fotografía se veía las siluetas de las dos
monedas rodeadas por la mancha negra del resto de la placa, velada pensó, por los
rayos X emitidos por los cristales fluorescentes.

Los días 26 y 27 de Febrero preparó sus muestras para repetir el experimento. Pero
durante esos días el cielo permaneció nublado y dejo las placas en el cajón. El día 1
de Marzo el día seguía oscuro y Henri, cansado de esperar, las expuso a la poca luz
solar que podría atravesar las nubes y las llevó a su laboratorio fotográfico.
Esperaba encontrar las siluetas de ambas monedas, pero marcadas de forma mucho
más tenue debido a la poca luz recibida. Pero en cambio, se encontró con la sombra
de las dos monedas mucho más contrastadas que en el experimento anterior
realizado con un sol brillante. En un instante Henri Bequerel se dio cuenta de que la
imagen era más fuerte porque la sal de uranio había estado tres días sobre la placa,
en vez de unas horas. El sol no tenía nada que ver. La sal de uranio emitía algún tipo
de rayos que impresionaba las placas fotográficas.

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