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COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

MEMORIA DEL TALLER INTERNACIONAL

MUJERES INDÍGENAS
Y VIOLENCIA DOMÉSTICA:
DEL SILENCIO PRIVADO A LAS
AGENDAS PÚBLICAS

México, 2007
Agradecimientos

Deseo expresar mi agradecimiento al personal de la Secretaría Ejecutiva de


la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, por el resultado obtenido
en la conformación de los temas que dan cuerpo a este libro. Por ello, mi
reconocimiento a las licenciadas Consuelo Olvera Treviño y Eréndira Peña
Martínez, por coordinar el Taller Internacional en el que se generaron estos
materiales, así como por la organización y clasificación del contenido de cada
uno de los trabajos que aquí se presentan; de igual forma a Laura Ávila Gar-
cía por el apoyo en el trabajo de captura y cotejo.

Dr. Javier Moctezuma Barragán,


Secretario Ejecutivo de la CNDH

Primera edición: mayo, 2007


ISBN: 970-644-511-0

© Comisión Nacional
de los Derechos Humanos
Periférico Sur 3469,
Colonia San Jerónimo Lídice,
Delegación Magdalena Contreras,
C. P. 10200, México, D. F.

Diseño de portada:
Flavio López Alcocer

Impreso en México
CONTENIDO

CEREMONIA DE INAUGURACIÓN
Emb. Salvador Campos Icardo
Secretario Ejecutivo de la Comisión Nacional
de los Derechos Humanos de México 7
Dr. Alejandro Carrillo
Representante del Fondo Especial para Ombudsman
e Instituciones Nacionales de Derechos Humanos
en América Latina y el Caribe 12
Sra. Juana López
Mujer indígena del ejido de Teopisca 14
Sra. Fernanda Ramírez
Mujer tzetzal de Amatenango del Valle 15
Lic. Mario Ruiz Coutiño
Secretario Ejecutivo de la Comisión Estatal
de Derechos Humanos del Estado de Chiapas 16
Lic. María de los Ángeles Cruz Hernández
Secretaria de Desarrollo Social del estado de Chiapas 18

MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA:


DEL SILENCIO PRIVADO A LAS AGENDAS PÚBLICAS
Los rostros de la violencia
Mtra. Marta Torres Falcón 25
Maternidad, violencia y el derecho de las mujeres
a la vida en la región de los Altos del estado de Chiapas
Mtra. Mariana Fernández Guerrero 43
[5]
6 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

Experiencia de trabajo sobre violencia hacia las


mujeres durante la maternidad
Sra. Sebastiana Vázquez Gómez 51
Candidatas y Presidentas municipales de Oaxaca:
casos de violencia física y psicológica hacia las mujeres
por incursionar en el ámbito público de la política
Dra. Margarita Dalton 57
Propuesta del Movimiento de Mujeres Indígenas
para erradicar la violencia
Sra. Concepción Hernández 83
Mujeres indígenas y violencia doméstica: del silencio
privado a las agendas públicas
Gabriela Justiniano 99

ANEXOS. INSTRUMENTOS INTERNACIONALES


Convenio sobre Pueblos Indígenas y Tribales, 1989 105
Recomendación sobre Poblaciones Indígenas
y Tribuales, 1957 125
CEREMONIA DE INAUGURACIÓN

EMB. SALVADOR CAMPOS ICARDO,


Secretario Ejecutivo de la Comisión Nacional
de los Derechos Humanos de México
Distinguida licenciada María de los Ángeles Cruz Hernández,
Secretaria de Desarrollo Social del estado de Chiapas;
Apreciable licenciado Sergio Lobato García,
Presidente municipal de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas;
Estimado licenciado Alejandro Carrillo,
Representante del Fondo Especial para Ombudsman e Instituciones
Nacionales de Derechos Humanos en América Latina y el Caribe
Apreciable licenciado Mario Ruiz Coutiño,
Secretario Ejecutivo de la Comisión de Derechos Humanos
del Estado de Chiapas;
Amigos representantes de las Instituciones Nacionales de
Promoción y Protección de los Derechos Humanos
del Continente Americano;
Distinguidos representantes de la Federación Mexicana de Orga-
nismos Públicos de Derechos Humanos;
Señoras y señores:

[7]
8 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

En nombre de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos de


México, en su calidad de Secretaría de la Red de Instituciones Na-
cionales de Promoción y Protección de los Derechos Humanos del
Continente Americano, me es muy grato darles la más cordial bien-
venida a los trabajos del Taller Internacional Las Mujeres Indígenas
y la Violencia Doméstica: del Silencio Privado a las Agendas Pú-
blicas. La decisión de abordar este tema prioritario de la agenda
internacional en materia de derechos humanos durante este even-
to se debe, entre muchas otras razones, a los acuerdos establecidos
durante los trabajos del Taller Internacional Las Mujeres Indígenas
entre la Violencia y la Discriminación, celebrado en Mérida, Yuca-
tán, los días 4 y 5 marzo de 2004. El debate intenso de ese momen-
to nos llevó a reflexiones fundamentales para la labor que realizan
las Instituciones Nacionales de Derechos Humanos, puesto que
desde los más diversos y distantes rincones de la geografía continen-
tal americana se observan el afán y el ahínco con los que perdura,
florece y resiste una de sus mayores riquezas: los pueblos indígenas,
herederos de una cultura milenaria y ancestral que ha dado origen
al más basto ensamblaje multiétnico y pluricultural que nutre y da
sentido de identidad a nuestras naciones.
No es ocioso recordar que la vida de la gran mayoría de estos
grupos transcurre en medio de la pobreza endémica, la discrimi-
nación y la exclusión social. Tampoco que el desigual alcance del
desarrollo humano en nuestro continente queda reflejado en el abru-
mador y vertiginoso progreso del que se benefician unos cuantos
habitantes, mientras que otros, los más, permanecen sumidos en la
marginación y la falta de oportunidades.
El caso de las mujeres indígenas es aún más grave, toda vez que
están sujetas a una triple opresión al ser mujeres, indígenas y po-
bres. Esto limita su desarrollo y el de miles de familias, pues al vivir
en condiciones de extrema pobreza: su trabajo no es valorado ni
remunerado; tienen el más alto grado de analfabetismo; carecen
de servicios sanitarios adecuados; sufren violencia intrafamiliar, y
son víctimas de prácticas y costumbres lesivas a su condición de
mujeres. Todo lo cual padecen en medio de un inadecuado sistema
de justicia, lo que, evidentemente, violenta sus derechos funda-
mentales.
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 9

Conscientes de esta situación, ellas, que son amas de casa, agri-


cultoras, artesanas, comerciantes, cuidadoras de ganado, educado-
ras de los hijos y transmisoras de valores, han expresado en diversos
foros nacionales e internacionales que estos actos configuran dis-
tintas formas de discriminación y violencia que les impiden tanto
promover el desarrollo pleno de sus capacidades y potencialidades
como el disfrute de los derechos individuales y colectivos inheren-
tes a toda persona.
Por ello, insisten en la construcción de una nueva relación social
cuyo eje sea su reconocimiento como sujetos de derecho, a fin de
que sean escuchadas en las asambleas comunitarias, desempeñen
cargos dentro de la colectividad, tengan derecho a la posesión de la
tierra, y dejen de ser víctimas de discriminación racial y otras formas
conexas de intolerancia y xenofobia derivadas de la incomprensión
y desconocimiento de sus prácticas culturales y convicciones reli-
giosas. Por lo que, sin lugar a dudas, las mujeres indígenas no sólo
son objeto de discriminación por cuestión de género, sino también
por su condición étnica, cultural y económica.
De ahí que el reconocimiento internacional de los derechos hu-
manos de las mujeres indígenas está vinculado necesariamente a
la lucha que llevan a cabo los pueblos indígenas, tanto por el res-
peto y la aceptación de sus conocimientos, culturas y prácticas tra-
dicionales como a una participación franca y abierta con todos los
agentes del Estado, siempre con un espíritu de coexistencia y be-
neficio mutuo.
Como resultado de los trabajos del taller celebrado en Mérida,
las Instituciones Nacionales de Derechos Humanos hemos venido
trabajando para:

— Propiciar la ratificación del Convenio 169 de la OIT en todos


aquellos países del continente americano que aún no lo han
hecho.
— Apoyar e impulsar los debates y compromisos de la Primera
Cumbre de Mujeres Indígenas de América, celebrada en la
ciudad de Oaxaca, México, del 30 de noviembre al 4 de di-
ciembre de 2002.
— Revisar los instrumentos internacionales y nacionales que
impactan las condiciones de las mujeres indígenas y de sus
10 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

pueblos desde una visión de género y promoverlos desde esta


perspectiva.
— Propiciar por parte de la Red la conformación de un grupo
de trabajo especializado para elaborar estudios sobre aspectos
problemáticos de las mujeres indígenas y de sus pueblos y, a
partir de éstos, formular propuestas dirigidas a mejorar tales
condiciones.
— Fortalecer la coordinación de las instituciones promotoras y
protectoras de derechos humanos de países que compartan
fronteras para garantizar la protección de los derechos de las
mujeres y los hombres indígenas migrantes que transitan o
residen en estas zonas.
— Promover la aprobación de reformas legislativas que reco-
nozcan explícitamente la diversidad étnica, cultural y racial,
así como garantizar el ejercicio pleno de los derechos de estos
grupos.
— Solicitar a las instancias estatales, regionales o provinciales
información periódica sobre la situación de las mujeres in-
dígenas a fin de recomendar acciones positivas que contri-
buyan al mejoramiento de sus condiciones de vida (atención
a la violencia y diversas formas de discriminación, acceso a pro-
gramas de crédito, vivienda, salud, educación y demás servi-
cios básicos).
— Acompañar y apoyar los procesos de reconstrucción de los
planes integrales de vida observando la efectiva y plena par-
ticipación de las mujeres indígenas.
— Propiciar la participación de las mujeres indígenas en la for-
mulación, ejecución y evaluación de políticas públicas que
afectan sus condiciones de vida y de sus pueblos; entre otros
los relacionados al acceso a la información sobre los métodos
de planificación familiar.
— Proponer y ejecutar programas de capacitación dirigidos al
personal de las instituciones públicas directamente involu-
crados en la ejecución de las políticas públicas que afectan
las condiciones de vida de las mujeres indígenas, así como
de aquellos encargados de la procuración y administración de
justicia.
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 11

— Fortalecer e impulsar procesos de capacitación enfocados al


empoderamiento, al liderazgo femenino y a la participación
política de las mujeres indígenas.
— Fomentar la creación de una un sistema informático de fácil
acceso que difunda, de manera concisa y actualizada, infor-
mación sobre la problemática de las mujeres indígenas.
— Exigir la aplicación de la normativa internacional, a fin de
garantizar el debido proceso y la asistencia técnica-jurídica
especializada, así como la presencia de un(a) traductor(a)
que dé cuenta exacta de la condición jurídica y garantice la
defensa de los derechos de los indígenas.

El taller que nos convoca en esta ocasión pretende, además de


fortalecer los puntos mencionados anteriormente, diseñar un mo-
delo de atención especializado para prevenir y erradicar la violen-
cia doméstica en las comunidades indígenas de nuestro continen-
te, desde las Instituciones Nacionales de Protección y Defensa de
los Derechos Humanos, para ello pretendemos:

— Recuperar las experiencias previas de investigación cualita-


tiva en el continente americano, en términos de sus aciertos
y limitaciones metodológicas. Este aspecto es sustancial dada
la necesidad de optimizar el gran esfuerzo que representa un
trabajo de esta naturaleza.
— Garantizar que los resultados del proyecto se traduzcan en
intervenciones concretas a las necesidades inmersas en rela-
ciones violentas en las comunidades indígenas.

De tal manera que estos cinco días de trabajo serán intensos, por
lo que convoco a todos nuestros participantes a poner todo su em-
peño para que esta experiencia pueda dar frutos en cada uno de nues-
tros países y cuyas primeras beneficiaras sean las mujeres, y por
ende, las comunidades en donde tejen y desarrollan cada día sus his-
torias personales.
Aprovecho para agradecer la presencia de los representantes de
los siguientes países: Argentina, Bolivia, Colombia, Costa Rica, El
Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Paraguay,
Venezuela , Haití y República Dominicana.
12 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

Mi reconocimiento y especial agradecimiento a las distinguidas


académicas y representantes de la sociedad civil organizada por
compartir su saber con nosotros, así como al Gobierno del estado
de Chiapas, especialmente a la Secretaría de Pueblos Indios, por su
apoyo y entusiasta colaboración en la organización de nuestro taller;
agradezco, además, la presencia de la licenciada María de los Án-
geles Cruz, Secretaria de Desarrollo Social del estado de Chiapas,
por su presencia en este acto inaugural, al cual da especial realce;
apreciamos, en lo que vale, la presencia de los representantes de las
Comisiones de Derechos Humanos de los estados de Chihuahua,
Baja California Sur, Morelos, Nayarit, Hidalgo, Campeche, Yuca-
tán, Michoacán y Puebla.
Sólo me resta agradecer a todos ustedes su presencia en este Ta-
ller y expresarles mis mejores augurios en el desarrollo del mismo.
Gracias.

22 de agosto de 2005
San Cristóbal de Las Casas, Chiapas

DR. ALEJANDRO CARRILLO,


Representante del Fondo Especial para Ombudsman e Instituciones
Nacionales de Derechos Humanos en América Latina y el Caribe

Muy buenos días, en primer lugar quiero expresar la satisfacción y


el orgullo de compartir el presídium con las distinguidas persona-
lidades que nos acompañan, el excelentísimo Embajador Salvador
Campos Icardo; la apreciable y respetable licenciada Patricia Sán-
chez, Secretaria de los Pueblos Indios; igualmente el amigo Mario
Ruiz, quien ejerce la Secretaría Ejecutiva de la Comisión de los De-
rechos Humanos del Estado de Chiapas; también debo saludar la
presencia del honorable parlamentario del Parlamento Andino,
Mario Coronel, de la República de Paraguay y la delegación de
Paraguay que nos acompaña, quien a su vez es parlamentario de su
respectivo país.
Debo en primer lugar agradecer la invitación que nos hiciera la
Comisión Nacional de los Derechos Humanos en la persona del doc-
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 13

tor José Luis Soberanes y del Embajador Salvador Campos Icardo


por el tema que vamos a tocar, y es muy importante en especial
saludar a quienes son el objeto y el sujeto y los beneficiarios direc-
tos del tema que vamos a tratar: las mujeres indígenas que hoy nos
acompañan, quienes merecen todo nuestro respeto, toda nuestra
consideración y toda nuestra exaltación.
Es la mujer junto con los niños y las niñas y los adolescentes el
sector más vulnerable de la población, en todas las poblaciones, no
solamente en las indígenas, en las zonas urbanas, en las zonas rura-
les, en las zonas campesinas, en el gran peso de la carga de la mise-
ria, de la pobreza y de la injusticia social, es en manos y en los hom-
bros de las mujeres sobre quien recae. Los pueblos originarios, es
decir, aquellos que por miles de años habitaron e hicieron cultura
y vida propia antes del descubrimiento del nuevo mundo, son los
verdaderos pobladores que merecen el mejor tratamiento por par-
te de la Constitución, de las leyes y de las políticas públicas de equi-
dad de género. La pobreza como factor transverso que significa la
ausencia de condiciones de una vida óptima mínima que se requie-
re para que puedan desarrollar su potencialidad es el verdadero
enemigo a combatir.
La ausencia de elementos básicos y esenciales como son: educa-
ción, trabajo, salud, programas de alfabetización, programas de vacu-
nación, asistencia médica, física y psicológica son el paraguas que
cierne la sombra negra de la pobreza sobre nuestros pueblos indí-
genas y eso va desde la Patagonia hasta el río Grande, no es sola-
mente en el caso mexicano y el de Chiapas, sucede en Venezuela y
sucede también en otras latitudes y en todos estos casos siempre es
la mujer junto con sus hijos quienes reciben el latigazo más cruel
de las carencias y el maltrato. Es por eso que el Fondo Especial para
Ombudsman e Instituciones Nacionales de Derechos Humanos
en América Latina y el Caribe se enorgullece en asistir este progra-
ma y en asistir a la mujer indígena en sus múltiples problemas y en
sus múltiples dramas haciendo batiente su aporte sobre un segmen-
to de la población afectado por la injusticia social. Esta solicitud de
este proyecto fue sometida a consideración ante el Fondo Especial,
en primer lugar, por la Comisión Estatal de Derechos Humanos de
Chiapas, y luego asumida con entera y cabal responsabilidad por la
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Comisión Nacional de los Derechos Humanos encabezada por el


doctor José Luis Soberanes y la magistral coordinación del doctor
y Embajador Salvador Campos Icardo; esta propuesta fue en prin-
cipio reformada y reformulada y así asumida por la Red de Protec-
ción y Promoción de los Derechos Humanos de las Américas, sin
que ello pueda significar que se ha desvirtuado el origen y el sen-
tido de la solicitud original: favorecer a las mujeres indígenas.
Para lograr que este proyecto haya sido aprobado se ha cumpli-
do con todos y cada uno de los pasos, que son muchos, pero todos
esos requisitos han sido cumplidos, todas esas exigencias han sido
llevadas y eso es lo que exige el Fondo Especial, que todos los pasos
sean previamente cumplidos para que al final sean los beneficiarios
directos del programa los que reciban la eficacia de nuestros esfuer-
zos económicos. Desde la elaboración del proyecto la firma del con-
venio de cooperación contiene cláusulas que impulsan la transpa-
rencia y la supervisión y seguimiento que garantizan el resultado
eficaz para verificar, como así queremos que sea en este evento, que
el producto de este esfuerzo económico sea que la mujer indígena
y su entorno sean los beneficiarios directos.
Con orgullo y satisfacción apoyamos esta propuesta y al final de
la jornada hablaremos probablemente como lo hemos hecho, de la
publicación de los resultados de estas deliberaciones, es por ello
que en nombre de la junta directiva del Fondo Especial y en el mío
propio saludamos a todos con el propósito de mejorar la situación
de los Derechos Humanos en este tema que hoy nos ocupa, muchas
gracias.

SRA. JUANA LÓPEZ,


Mujer indígena del ejido de Teopisca

Buenos días a cada uno de ustedes, es para mí un placer estar en


esta reunión ya que como mujeres campesinas hemos luchado casi
a diario; desde hace 25 años que estamos organizadas por nuestras
propias necesidades, por ello decidimos en grupito empezar; empe-
zamos de la nada porque no teníamos ni en dónde reunirnos pues
como ya se habla del machismo porque los hombres no les agra-
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 15

daba que nos reuniéramos, al contrario, nos hacían menos como mu-
jeres pero yo agradezco aquí más que nada a las campesinas porque
ellas, con todo el esfuerzo, hemos estado reunidas pues ya nos sen-
timos grandes y sentimos que todavía no tenemos la libertad que de-
bíamos de tener, ya que tuvimos una reunión no recuerdo en qué
tiempo y como era un curso de equidad y género pues agarramos
valor y nos sentíamos un poco más fuertes, y la reunión se prolongó
hasta las 10 de la noche, regresamos a nuestra casa, por lo cual
muchas de mis compañeras ya no dormimos con los esposos porque
ya no nos dejaron entrar y recuerdo todavía con mucha tristeza por-
que una compañera hasta se separó una vez de su esposo y es para
nosotros muy triste y muy lamentable que no nos den nuestro valor
porque ahora sí, gracias a Dios, ya conocemos un poco los derechos
de la mujer y lo que debemos hacer.
Yo agradezco mucho al Creador en este momento porque sé que
con ustedes cada día nos están abriendo los ojos, cada día nos están
quitando la venda, pero necesitamos mucho, de sus apoyos, prin-
cipalmente aquí de la licenciada María Cruz que nos sigan apo-
yando para seguir despertando y es para mí un honor.
En nombre de mi grupo “Leona Vicario” les damos la cordial
bienvenida a todas las diferentes personas de diferentes países y
para nosotros va ser un placer tenerlos en nuestro humilde taller el
día jueves, me parece que van a estar en Teopisca, los estaremos
esperando con los brazos abiertos para tener más conocimiento de
ustedes, muchas gracias.

SRA. FERNANDA RAMÍREZ (DIALECTO),


Mujer tzetzal de Amatenango del Valle

Traductor: Bueno tengan ustedes todos muy buenos días, voy a tra-
ducir un poquito lo que dijo la compañera para que todos ustedes
sepan lo que comentó; ella agradece la presencia de todos ustedes y
les da las gracias, más a la Comisión de Derechos Humanos por ha-
berla contemplado para este evento, y dice que anteriormente pues
no tenían esta oportunidad de participar en estos eventos, por lo
que las mujeres siempre han estado marginadas hasta cierto punto
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más en las comunidades, como dice ella de que están dedicadas


principalmente al quehacer de la casa por lo regular no salían a las
reuniones y ella está muy contenta por estar en estos momentos
con todos nosotros, por decirlo así, y entonces que se aproveche este
momento y también las compañeras los invitan a que sigan adelante
y que sigan participando ya que hay esta oportunidad, y ella está
muy a gusto con el grupo que representa como mujer tzetzal de
Amatenango del Valle, gracias.

LIC. MARIO RUIZ COUTIÑO,


Secretario Ejecutivo de la Comisión Estatal
de Derechos Humanos del Estado de Chiapas

Gracias, buenos días, respetable licenciada María de los Ángeles


Cruz Hernández, Secretaria de Desarrollo Social del Gobierno del
estado de Chiapas y representante personal del ciudadano Gober-
nador Pablo Salazar Mendiguchía; señora Juana López, de la comu-
nidad municipio de Teopisca, Chiapas; señora Fernanda Ramírez,
de Amatenango del Valle, Chiapas; licenciada Patricia del Carmen
Sánchez López, representante de la Secretaría de Pueblos Indios y
Consejera de la Comisión de los Derechos Humanos del Estado de
Chiapas; señor Embajador y fino amigo Salvador Campos Icardo,
Secretario Ejecutivo de la Comisión Nacional de los Derechos Hu-
manos; doctor Alejandro Carrillo, bienvenido, representante del
Fondo Especial para Defensores del Pueblo e Instituciones Nacio-
nales de Derechos Humanos de América Latina y el Caribe; muy
distinguidos visitantes de más de 12 países que están acá en la gé-
lida cuidad real San Cristóbal de Las Casas, sean todos bienveni-
dos y reciban en nombre de la Presidenta de la Comisión de los
Derechos Humanos del Estado de Chiapas, licenciada Yesmin Li-
ma Adam, la más cálida de las bienvenidas a ésta que es su casa en
donde esperamos estén bien, se sientan cómodos y créanos que quie-
nes estamos acá como sus anfitriones haremos lo posible para que
esto así sea.
En las etnias reconocidas como tales, la mujer indígena ha sido
objeto de una educación familiar que la predispone al trabajo pesa-
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 17

do en el lugar junto con su hombre; la dispone a una educación tra-


dicional que muchas veces es difamante y que desde pequeña la forja
en el crisol de dolorosas experiencias y limitaciones para una futu-
ra y permanente obediencia sin réplicas ni protestas cuando llegue
al matrimonio o cuando es comprometida para esta unión y que mu-
chas veces no habrá de considerarse la mínima expresión de la volun-
tad de ella; es por esto que estas mujeres trascienden de generación
en generación, llevando muchas veces a cuestas la fuerza de la tra-
dición familiar y por estigma una obligación insultante por ser mujer
indígena, afectada por tradiciones inmemoriales en cada región,
ciudad o comunidad.
Notamos la enorme presencia de mujeres indígenas en muchas
ocasiones con un cansado caminar de un lado a otro, mas no hacia
los estados elementales de desarrollo, ni mucho menos. Conviene
pues que todas ellas, así como los pueblos hermanados por una vi-
sión universal, como lo es la violencia en contra de la mujer indíge-
na, lleven su mensaje y la mano de ayuda y protección desde el sór-
dido reducto de su jacal paterno hasta el rincón de la casa conyugal
o el domicilio patronal, así debe de hacerse en todo México.
La indígena, como esposa, tiene que aplicar las enseñanzas de la
casa paterna, la obediencia inconvertible a las disposiciones del ma-
rido, a la atención estricta de las labores del campo, a cargar la leña
en la espalda, a cuidar de los hijos y en muchas ocasiones a recibir los
golpes del marido; son mujeres, son la parte noble, sensible y tier-
na del hogar, merecen el mayor de nuestros respetos y la mayor de
nuestra gratitud.
Afortunadamente hoy día, diversas etnias de nuestro país y de mu-
chas otras partes del mundo se encuentran respaldadas por instan-
cias nacionales e internacionales de carácter público o privado para
poder organizarse y poder encontrar mecanismos de desarrollo en
lo productivo y de concientización en lo personal respecto de sus
derechos y forma de hacerlos valer, no buscan la controversia con
el varón, tampoco el protagonismo social, sólo buscan el reconoci-
miento de sus derechos.
Señor Embajador, señora representante del ciudadano Goberna-
dor del estado, concluyo mi intervención ratificando nuestro pensa-
miento con un mensaje de fe y fundar esperanzas en las institucio-
18 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

nes del poder público que vigilan el encuentro del bien común como
supremo satisfactor de las necesidades de las mujeres y del hombre;
afirmo que todas las mujeres indígenas del mundo, todas, las de
nuestro continente y las de mi país, deben avanzar con dignidad y
respeto en la ley hacia las costumbres de igualdad y si tienen que
descender que lo hagan hacia un valle de reposo y tranquilidad.
Muchas gracias y sean todos ustedes nuevamente bienvenidos.

LIC. MARÍA DE LOS ÁNGELES CRUZ HERNÁNDEZ,


Secretaria de Desarrollo Social del estado de Chiapas

Muy buenos días a todas y a todos, agradezco particularmente las pa-


labras de doña Juanita López, de doña Fernanda Ramírez y las del
Embajador Salvador Campos Icardo. Distinguido señor Alejandro
Carrillo; señor Mario Ruiz Coutiño de la Comisión Estatal de De-
rechos Humanos; licenciada Patricia Sánchez López de la Secreta-
ría de Pueblos Indios; agradezco la presencia del señor representan-
te del Presidente municipal de San Cristóbal de Las Casas; gracias
a todas y a todos los representantes de organismos académicos y de
promoción de los derechos humanos y de las mujeres de diversos
lugares de México y países latinoamericanos y del Caribe, bienve-
nidos sean a Chiapas y a San Cristóbal de Las Casas, reciban un sa-
ludo todos y todas, de Pablo Salazar Mendiguchía, gobernador de
Chiapas, a quien hoy represento con mucho orgullo y les damos la
bienvenida a este Taller Internacional sobre Violencia Doméstica y
Mujeres Indígenas que para Chiapas tiene un enorme significado.
Si algo nos hermana a las mujeres del mundo es la exclusión y la
violencia de género que tiene su mayor expresión en la violencia do-
méstica, desafortunadamente, son dos hechos que nos hermanan
entre otros que seguramente tendremos que compartir en este taller.
Poco se ha profundizado en el tema, en Chiapas hemos tratado
de indagar, desde que estamos en este gobierno, y ya desde antes nos
reunimos académicos y población civil, desde el gobierno hemos te-
nido una principal preocupación para articular, no solamente el
conocimiento de estos fenómenos que afectan a las mujeres, sino
también de incidir en las políticas públicas, de tal manera que desde
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 19

la planificación de lo que iban a ser estos seis años, de los cuales ya


llevamos cinco de gobierno, la conformación del plan de gobierno
que reunió a más de 600 participantes de la sociedad civil, or-
ganismos académicos, figuras sobresalientes de la sociedad chiapa-
neca, se diseñaron cinco políticas transversales que tendrán, como
su nombre lo indica, que atravesar el conjunto de las políticas pú-
blicas, éstas son fundamentalmente: el desarrollo sustentable; la
generación de una cultura de paz y reconciliación, que para los
chiapanecos tiene fundamental significado; la participación social,
y dos políticas transversales que se cruzan en el tema que hoy ocu-
pa a este taller, que es una nueva relación con los pueblos indios y
la equidad de género, de tal manera que ahora las mujeres ocupa-
mos el 25 % de los cargos públicos del Poder Ejecutivo, quisiéramos
por lo menos el 30 %, sin embargo el 25 % representa una realidad,
fundamentalmente porque ha sido hecho como un ejercicio cons-
ciente de la administración pública que si bien no ha sido gratuito,
ya que ha sido algo que nos hemos ganado las mujeres, las femi-
nistas que estuvimos presentes desde la campaña política del hoy
gobernador, que estuvimos presentes en la conformación de la
agenda del plan de gobierno, entonces ese 25 % no es gratis, es una
reivindicación al tema de los derechos y la luchas de las mujeres en
Chiapas.
También hemos trabajado para abrir los estados de participación
social de las mujeres en la toma de decisiones colectiva para el uso
y el ejercicio de los recursos públicos, de tal manera que no ha sido
fácil, cinco años en que hemos estado tratando de que cada colec-
tivo, cada microrregión, que cuenta con un consejo de participación
ciudadana en Chiapas, tenga la presencia obligatoria de una mujer,
por lo menos una mujer que tenga que estar defendiendo los des-
tinos de los pesos y centavos del gasto público que van etiquetadas
al territorio chiapaneco; también hemos generado instituciones,
fundamentalmente que son puerta de entrada para la participación
de las mujeres y de las mujeres indígenas, una de ellas es el Insti-
tuto de la Mujer, que se creó también con este financiamiento pú-
blico que es Banmujer.
Banmujer ahora es una institución que depende de la Secretaría
de Desarrollo Social, también el Instituto de la Mujer depende de
20 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

esta Secretaria de Desarrollo Social. Ahora tenemos que hay una


institución que garantiza, no una voluntad política únicamente, sino
un derecho formalmente constituido, próximamente estaremos man-
dando la ley de crédito social para garantizar la permanencia de
Banmujer y tenemos ya una participación muy amplia de mujeres
indígenas y mujeres campesinas en los créditos sociales, esto me pa-
rece importante resaltarlo porque es justamente hablar de la inci-
dencia de este trabajo que ustedes desarrollarán en estos días y que
han desarrollados por un buen tiempo en las políticas públicas.
Podemos ahondar en el conocimiento de los fenómenos de las pro-
blemáticas de las mujeres, podemos construir conocimiento a partir
de esas realidades, pero mientras no incidamos en las políticas pú-
blicas poco será el avance que tendremos las mujeres y particular-
mente las mujeres indígenas; quiero también resaltar una iniciati-
va que recientemente fue aprobada por el Congreso del estado que
tiene que ver con una reforma electoral que garantiza la partici-
pación de las mujeres y por lo menos 30 % de las candidaturas pro-
pietarias a cualquier puesto de elección popular; esta ley ya tiene
vigencia; esta reforma tiene vigencia a partir de las elecciones que
vienen en el 2006, por lo tanto las mujeres tendremos que estar me-
jor representadas y las mujeres indígenas en los distritos electorales
que les correspondan; éstas son pues incidencias reales con esta
reforma, también el Ejecutivo se obliga a tener no más del 70% de
un solo género representado en su gabinete y obliga también a re-
presentar al Poder Ejecutivo a candidatas a las magistraturas del
Poder Judicial del estado.
Las anteriores son acciones positivas que estarán garantizando
nuestra incidencia, el rescate y la revalorización del papel de las
mujeres en las entidades públicas del estado, esto lo quería resaltar
porque me parece que tendremos que estar juntando estas dos
formas de conocimiento de la problemática de las mujeres que es la
construcción de conocimiento y la incidencia en políticas públicas.
En este caso yo quiero saludar la realización de este taller inter-
nacional sobre la violencia doméstica y mujeres indígenas, quienes
menos disfrutan todavía de estas incidencia en política pública y
de esas transformaciones culturales que son de largo plazo; nosotros
creemos que estamos con doña Juana, con doña Fernanda, con las
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 21

compañeras de Amatenango, con las tzetzalez, con las tzotziles, con


las choles, las tojolabales y las mujeres campesinas y urbanas, sen-
tando las bases de lo que hoy hemos avanzado y que no nos sea
arrebatado en el futuro, para que pueda ser consolidado, para que
pueda ser afianzado.
Hoy las políticas públicas no solamente dan financiamiento sino
dan formación en temas de derechos humanos, de derechos de los
pueblos indios y de derechos de las mujeres, y de esa forma podre-
mos ir afianzando y logrando que estos derechos conquistados no
nos sean arrebatados por cambios políticos, por cambios de gober-
nantes y por cambios de funcionarios públicos o legisladores, para
ello es necesario avanzar en la visibilidad del fenómeno, en este caso,
el fenómeno de la violencia doméstica como la máxima expresión
de la violencia contra las mujeres. Creemos pues que la aportación de
este taller será fundamental en la construcción de conocimiento y
nosotros estaremos prontos a recoger los resultados que de aquí
emanen, tenemos aún un año de trabajo, seguramente podremos
todavía estar incorporando algunos de los temas que ustedes apor-
ten al conocimiento de esta tarea para poder integrarlas en las tareas
del gobierno.
Yo quería resaltarlo, me parece importante decir que desde Chia-
pas, que siempre ha sido la periferia de México, estamos construyen-
do acciones afirmativas, estamos haciendo discriminación positiva
a favor de las mujeres y estamos generando lo que se llama equidad
de género, estamos generando mejores oportunidades para cons-
truir esta equidad de género.
No quisiera hacer una inauguración protocolaria formal, prefe-
riría desearnos mucho éxito y desear que compartir todas las expe-
riencia de ustedes, de esta diversidad representada esta mañana y
en estos próximos días, realmente conduzca a través de la palabra,
del intercambio de ideas, del intercambio de conocimiento a abordar
la construcción de las agendas de las mujeres; bienvenidas todas, mu-
cho gusto de estar con ustedes, gracias, muy amables.
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA:
DEL SILENCIO PRIVADO A LAS AGENDAS PÚBLICAS
LOS ROSTROS DE LA VIOLENCIA

Mtra. Marta Torres Falcón,


Profesora-investigadora del Programa Interdisciplinario
de Estudios de la Mujer de El Colegio de México

El maltrato a las mujeres en el hogar abarca una amplia gama de con-


ductas y comportamientos que tienen como finalidad obligar a la víc-
tima a hacer lo que el agresor quiere. El móvil de la violencia no es pro-
ducir un daño, sino ejercer el poder y el control, estrechar las redes
de la sujeción. Por ello entre las armas fundamentales están la presión
y la manipulación psicológicas, que tienden a desdibujar la volun-
tad y acrecentar la obediencia de las mujeres.
Las diversas manifestaciones de la violencia a grandes rasgos pue-
den describirse como física, psicológica, sexual y económica. Esta
clasificación, basada en los medios utilizados y las consecuencias
producidas, tan sólo cumple la función de facilitar la descripción y
el análisis de un evento dado, pero no necesariamente corresponde
a una nítida diferenciación. Esas formas de violencia por lo regular
van juntas o se presentan en distintas combinaciones.
Al estudiar específicamente la violencia en contra de las mujeres,
también llamada violencia de género, suele tomarse como punto de
partida la definición adoptada por Naciones Unidas: “Todo acto
de violencia basado en el género que produzca o pueda producir
daño o sufrimiento físico, sexual, psicológico, incluyendo las ame-
nazas de tales actos, la coerción o privación arbitraria de la libertad,
sea que ocurra en la vida privada o en la pública”.
En una lectura rigurosa de la definición anterior, lo primero que
salta a la vista es la tautología; definir la violencia de género como
todo acto de violencia basado en el género es seguir dando vueltas

[25]
26 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

en torno a dos palabras. Sin embargo, hecha esa salvedad, al indi-


car que el acto de violencia se origina precisamente en el género, lo
que se señala es que la condición de mujer constituye el factor de
riesgo para esa violencia. Lori Heise, especialista en el tema, va in-
cluso más allá al señalar que muchas formas de violencia contra las
mujeres son condonadas, al menos parcialmente, porque las víc-
timas son mujeres. Los ejemplos que hemos mencionado del hosti-
gamiento sexual en lugares públicos y en espacios laborales ilus-
trarían lo anterior.
De acuerdo con la definición de Naciones Unidas, la violencia con-
tra las mujeres puede ser física, psicológica o sexual, y forman parte
de ella las solas amenazas de actos violentos y la privación arbitra-
ria de la libertad. Esta definición se refiere a la violencia que ocu-
rre tanto dentro como fuera del hogar, pero conviene puntualizar
que todas esas expresiones pueden provenir del marido y de hecho
se presentan frecuentemente. En páginas anteriores hemos habla-
do también de la violencia económica o patrimonial, que no apare-
ce en la definición de Naciones Unidas, pero que en los últimos
años ha sido cada vez más reconocida en su especificidad.
Ahora tenemos una caracterización muy amplia de la violencia
en la familia. En realidad sería más afortunado decir que esa carac-
terización ha ido ampliándose a medida que el fenómeno se conoce
con mayor profundidad y contamos con estudios más precisos. Du-
rante mucho tiempo se pensó que la violencia era exclusiva o fun-
damentalmente física y se ignoraba cualquier otra consecuencia que
no pudiera apreciarse en el cuerpo; después se incorporó el mal-
trato emocional, no sólo como efecto del físico sino también como
algo nocivo en sí mismo. Posteriormente empezó a hablarse de la vio-
lencia sexual como una variante que podía presentarse en la pareja,
independientemente de la permisividad social o legal, y finalmen-
te se reconoció el carácter violento del control y del sometimiento
económico.
En ese orden vamos a exponer las modalidades de la violencia
en la pareja.
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 27

VIOLENCIA FÍSICA

La violencia física es la más evidente porque deja una huella en el


cuerpo que muchas veces, aunque no siempre, puede advertirse a
simple vista. Identificamos la violencia —y de hecho puede ser una
de las primeras imágenes que nos vengan a la mente al pensar en
ella— con un pómulo hinchado, una nariz sangrante, un párpado
morado, un brazo enyesado, un diente roto o un tobillo fracturado.
Ya sabemos que no siempre es así y que un golpe en la oreja o una
patada en los riñones pueden ocasionar lesiones muy graves sin
que a simple vista se note un ápice. Pero aunque no se perciba de
entrada, la violencia física se produce sobre el cuerpo de la víctima
y deja una huella, a veces en un órgano interno, y sólo identificable
al cabo de un periodo más o menos prolongado.
La violencia física se ejerce sobre el cuerpo en una variedad de ma-
nifestaciones que van desde el pellizco o el jalón de cabellos hasta
la muerte, pasando por golpes de muy diversas intensidades, a veces
propinados con las manos o los pies y en ocasiones también con ob-
jetos como cinturones, utensilios domésticos o instrumentos pun-
zo cortantes. Muchas veces hay ataques específicos a los senos, a
los genitales o al vientre.
Todo esto significa que la violencia o maltrato físico puede a su
vez clasificarse según su gravedad, de acuerdo con las consecuencias
producidas. En efecto, en algunas investigaciones se habla de vio-
lencia leve o levísima, moderada, grave y muy grave. Los términos
y los límites varían; en general son arbitrarios y derivan de la apre-
ciación legal del fenómeno, o lo que es igual de las reglas para im-
poner una sanción o castigo al agresor.
De esta manera, es común hablar de violencia levísima o leve
cuando la lesión de que se trata tarda en sanar menos de 15 días y
que por lo tanto no implica un peligro serio para la salud. En este
rubro estarían las cachetadas, los empujones, los pellizcos y en ge-
neral los golpes que no pasan de un moretón que dura, cuando mu-
cho, un par de semanas. Muchas formas de violencia contra la es-
posa y también contra los hijos encuentran lugar en este primer
espacio y sólo por excepción llegan a las delegaciones de policía o
incluso a los centros de atención.
28 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

En el otro extremo se encontrarían los casos de homicidio. Ma-


tar a alguien es sin duda la forma más grave de violencia física. Estos
casos siempre (o casi siempre) llegan a las instancias de procuración
de justicia, aunque en ocasiones no se registran como violencia fa-
miliar. Aunque sea un requisito anotar datos tales como parentes-
co o relación con la persona asesinada, esta información se diluye
en los anuarios estadísticos, que privilegian otras características de
la víctima, como edad, condiciones en que fue atacada, causas de la
muerte. En ocasiones hay alguna información sobre los victimarios,
pero es difícil recuperar la relación entre el agresor y la víctima. Sabe-
mos quiénes murieron y a veces, no siempre, quiénes mataron, pero
no sabemos quién mató a quién. Cuando el acento se pone preci-
samente en esa relación, los resultados son contundentes. En algu-
na otra parte he comentado que existen cifras obtenidas en países
como Australia y Estados Unidos que muestran que en más de la
mitad de los asesinatos de mujeres, el responsable fue el esposo o
el compañero íntimo.
Más adelante analizaremos la muerte como una consecuencia
de la violencia en la familia que se presenta con relativa frecuencia.
La mayoría de las veces en que se llega a este extremo quien muere
es la mujer, pero a veces es el agresor y a veces un tercero que trató
de intervenir como mediador del conflicto. Lo que ahora interesa des-
tacar es que en el primer caso, las mujeres asesinadas suelen tener
una larga historia como víctimas; el homicidio es la culminación
de una trayectoria que se inició tal vez con una cachetada o algún
otro acto de violencia leve, y paulatinamente fue subiendo en in-
tensidad.
Veamos entonces qué hay entre estos dos extremos. Entre el pe-
llizco y la muerte, es decir, entre la violencia leve y la extrema, hay
varios rubros que marcan intensidades diversas. Si inclinamos el
péndulo hacia el punto de mayor gravedad, vemos que las clasifi-
caciones legales suelen ubicar cerca del homicidio la pérdida de
alguna parte del cuerpo. Esto también está jerarquizado; no tiene
las mismas consecuencias perder la vista que perder un dedo, por
ejemplo. La ceguera es comparable a la pérdida de ambas piernas
o ambos brazos.
Hablar de ceguera ocasionada por violencia del compañero ín-
timo puede parecer exagerado, pero no lo es en absoluto; en febre-
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 29

ro de 2000 un soldado asturiano golpeó con una piedra a una mujer


con quien en varias ocasiones había salido a tomar una copa y pos-
teriormente le arrancó los globos oculares. Los esfuerzos de los mé-
dicos por devolverle la vista fueron inútiles. Aunque el agresor y la
víctima no estaban casados ni vivían juntos, el caso permite ejem-
plificar que la violencia puede iniciarse desde el noviazgo y que
puede tener consecuencias tan graves como las que sufrió esta joven
española.
Siguiendo con la clasificación de conductas, en el lugar más cer-
cano a la violencia leve o levísima estarían aquellos actos cuyas con-
secuencias no ponen en peligro la vida ni ocasionan un daño per-
manente. En el centro del continuum se ubicarían conductas que
tardan en sanar alrededor de seis meses, que requieren atención mé-
dica especializada y ocasionan daños semipermanentes y perma-
nentes.
En síntesis, podemos suspender el movimiento pendular que
proporciona ejemplos variados y, con base en distintos criterios le-
gislativos y de investigación, aventurarnos a trazar el siguiente esque-
ma: violencia levísima, leve, moderada, grave y extrema. Como
cualquier clasificación, es sólo una tipología que cumple fines des-
criptivos de utilidad para el análisis. En muchos casos coexisten las
diversas intensidades del maltrato.
Además de la finalidad legal, discernir formas y grados de vio-
lencia permite un análisis más fino, una descripción más detallada
y un conocimiento más preciso del fenómeno que estamos abor-
dando. En pocas palabras, nos permite comprender que hay intensi-
dades muy diversas y que las consecuencias y los costos individua-
les, familiares y sociales de la violencia varían sensiblemente.

VIOLENCIA PSICOLÓGICA

Abordar el tema de la violencia psicológica es de las tareas más difí-


ciles que afrontamos cuando analizamos el maltrato familiar. Como
punto de partida hay que tener en cuenta que la violencia es un com-
portamiento humano que busca someter y controlar a otra persona
y que, como consecuencia de ese proceso de eliminación de obstácu-
30 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

los al ejercicio del poder, le ocasiona un daño. Al hablar de violen-


cia psicológica, tanto el daño producido como los medios utilizados
pueden ubicarse, precisamente, en la esfera emocional. No hay una
huella visible en el cuerpo. No es algo “objetivo” ni “demostrable”.
Podemos mencionar las siguientes manifestaciones de maltrato
emocional.
Asedio, es decir, controlar lo que hace la otra persona, llamarle
por teléfono para verificar donde está, interrogarla sobre sus acti-
vidades, hacerle imputaciones de infidelidad. Todas estas actitudes
pueden estar disfrazadas de un interés por las cosas de la mujer (o
del hombre), pueden también expresarse como desconfianza o pue-
den, finalmente, exhibirse como control.
Abuso verbal. En esta denominación entran los insultos, los gri-
tos, los apodos peyorativos, las burlas del aspecto físico de la mujer, o
bien de su trabajo, de sus actividades, el ánimo de ridiculizarla. Ésta
es una las formas más utilizadas y por ello mismo más difíciles de
caracterizar como violencia. La imagen, el trabajo y en general las
actividades de las mujeres son objeto frecuente de sarcasmos y des-
precio. Esto remite a una actitud social que se redefine en el interior
de la pareja.
Dentro del abuso verbal tendríamos que situar también el silen-
cio, que puede durar algunas horas, varios días o incluso años. Y
aquí empiezan de nuevo las ambigüedades. Hay un silencio respe-
tuoso, un silencio complaciente y también un silencio condenador.
En muchas ocasiones es muy difícil, por no decir imposible,
describir las diferencias entre una y otra forma de silencio, pero eso
no significa que sean imperceptibles. La persona que lo resiente
sabe, sin duda alguna, cómo interpretar los contenidos, aunque no
siempre pueda verbalizarlos adecuadamente.
Amenazas, que pueden ser de golpes, de llevarse a los hijos, de sui-
cidarse, de matarla, de acusarla de algún delito, de internarla en un
psiquiátrico, de destruir sus objetos, de causar daño a sus mascotas,
etcétera. Las amenazas se presentan con más frecuencia cuando las
mujeres han dado algún paso para salir de la relación, o por lo me-
nos para hacer visible la situación de violencia fuera de la casa.
Intimidación. Esto significa hacer ademanes agresivos (como co-
natos de golpes), infundirle miedo a la mujer utilizando cualquier
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 31

instrumento, hacerla sentir loca, generar una situación de aisla-


miento y hacerle notar su soledad, incrementar la dependencia (eco-
nómica o emocional), etcétera. Cualquier práctica intimidatoria
tiene por objeto atemorizar, que la mujer incorpore el miedo a su
forma de vida, porque eso paraliza y por lo tanto impide cualquier
acción de lejanía o abandono.
Usar el privilegio masculino. Algunos grupos de hombres que in-
tentan dejar de ser violentos definen esta variante así: “actuar como
el señor del castillo”, o lo que es igual, como “el hombre de la casa”.
Lo primero que tendríamos que señalar es que el privilegio es social
y se asigna a los hombres por el solo hecho de serlo. Las formas en
que ese privilegio se expresa en la relación de pareja son muy va-
riadas: exigir ser atendido, tratar a la mujer como sirvienta, tomar
todas las decisiones de la casa, ignorar las opiniones de ella, eno-
jarse si no le dan la razón en todo, despreciar cualquier comentario
que lo contradiga y en particular desechar las críticas.
En el uso del privilegio masculino se incluyen también las infide-
lidades, que la mujer debe soportar en silencio y con resignación. Es
sabido que la celotipia se define y establece de manera diferencia-
da para hombres y mujeres. Ocurre lo mismo con el adulterio. La
monogamia, como institución asociada al matrimonio, no opera
de la misma manera para hombres y mujeres. Es más, los hombres
adquieren cierto estatus, que varía según el grupo social, si tienen
aventuras fuera del matrimonio. Por ello, una forma de violencia
psicológica es contarle a la esposa detalles de relaciones extramari-
tales (reales o ficticias) y compararla con otras mujeres.
Las actitudes y comportamientos que hemos clasificado como
violencia psicológica pueden darse de manera aislada. Al igual que
en el maltrato físico, cada incidente, aunque sea único, debe to-
marse seriamente y ser atendido, pero lo que constituye una rela-
ción de violencia propiamente dicha es la reiteración de los ataques
y la circularidad de los procesos.
Algunas mujeres afirman que la violencia psicológica les resulta
menos tolerable e incluso más destructiva que la violencia física. Tam-
bién hay especialistas, principalmente en el campo de la psicotera-
pia, que opinan que los efectos del maltrato emocional pueden ser
devastadores y que las cosas serían menos difíciles para las mujeres
32 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

si tuvieran enfrente a un hombre golpeador y abusivo, pero no


ambivalente. Es más fácil salir de la relación cuando el compañero
es un monstruo que cuando no se sabe a ciencia cierta quién es,
cómo va a reaccionar y hasta dónde puede llegar con sus conductas
destructivas.
Antes de cerrar este apartado hay que señalar que una caracte-
rística típica de las relaciones de maltrato es el aislamiento. Como
hemos visto, entre las armas favoritas del agresor está la presión
psicológica. El aislamiento constituye, sin duda alguna, un meca-
nismo de presión emocional muy eficaz para infundir miedo y crear
un clima de inseguridad. Las mujeres primero se alejan de sus amis-
tades masculinas (por ejemplo, antiguos compañeros de escuela o
de trabajo), después dejan de salir con las amigas, y su vida social
se va reduciendo a las conversaciones telefónicas, y eso cuando el ma-
rido no está presente. Posteriormente se alejan incluso de su fami-
lia y quedan completamente a merced del agresor. El encierro —real
o imaginario— de las mujeres es básico para entender las dificul-
tades que enfrentan para salir de una relación de abuso. Antes de
abordar esa dinámica circular, propia de la violencia doméstica, ana-
licemos otras dos variantes de maltrato doméstico: sexual y patri-
monial.

VIOLENCIA SEXUAL

En este apartado vamos a ver la violencia sexual que se presenta en


la pareja, y que consiste en obligar a la mujer a realizar cualquier
acto de tipo erótico en contra de su voluntad, y en general someter-
la a prácticas que a ella le resulten dolorosas o desagradables.
También califican como violencia sexual acusaciones a la espo-
sa de frigidez, ninfomanía, desinterés, burlarse de su cuerpo o de
sus gustos y la realización de prácticas que ella no desee, como
compartir la actividad sexual con otras mujeres o con otros hom-
bres, sodomizarla, los celos excesivos.
En relación con los celos, que los hombres usan tan comúnmen-
te para ejercer violencia psicológica con carga sexual hacia las
mujeres, hay un dato curioso. Existe un estereotipo que identifica
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 33

a las mujeres como celosas y posesivas, pero que realmente se des-


morona a la primera contrastación con la vida en pareja. Si pensa-
mos en una relación en la que ambos tienen más o menos la misma
edad y las mismas condiciones físicas, podemos ver que las infide-
lidades del marido no sólo están autorizadas socialmente y son una
forma de adquirir estatus, como ya dijimos, sino que también son
un evento hasta esperado por las mujeres, quienes aprenden a to-
lerarlas con resignación, a fingir que no se dan cuenta y a llevar la
fiesta en paz para conservar su matrimonio.
Sin embargo, el caso de los hombres celosos es muy distinto,
porque ellos han aprendido que son los “dueños” de sus mujeres
—los únicos dueños, además— y que como tales pueden disponer
de ellas (de su cuerpo, de sus intereses, de sus relaciones sociales, de
su vida) a su antojo.
¿En qué momento los celos dejan de ser una expresión de amor
y de interés por la otra persona y se convierten en una actitud de
acoso? ¿En qué momento dejan de halagar y se vuelven una forma
de violencia? Es difícil responder estas preguntas; las líneas divi-
sorias son muy sutiles y además son arbitrarias. Realmente, la única
persona que puede decidirlo es quien los está padeciendo, sea en
forma de recriminación constante, interrogatorios interminables
sobre actividades y afectos, persecuciones, etcétera. Esa decisión de
los límites, por parte de la víctima, tendría que ser respetada.
Al igual que otras formas de violencia, la sexual también aumen-
ta en forma paulatina pero constante.
Gran parte de lo que sucede en las alcobas conyugales se queda
ahí, entre las sábanas y las almohadas, como algo de lo que no se
habla. Por recato, por discreción, por vergüenza y tal vez incluso
hasta por temor, lo que ocurre en el lecho conyugal no llega a las
estadísticas ni a los comentarios, y tampoco ocupa un lugar impor-
tante en el análisis.
A partir de algunas narraciones y testimonios podemos sospechar
que hay una alta incidencia de violencia sexual en las relaciones con-
yugales o de unión libre, pero no lo sabemos con exactitud. Lo que
sí sabemos es que muchos hombres y muchas mujeres comparten la
idea de que la relación sexual es un derecho del marido y una obli-
gación de la esposa. Con esta creencia sería imposible la transgre-
sión a una voluntad que desde el principio parece anulada.
34 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

VIOLENCIA ECONÓMICA

La última variante de violencia familiar que vamos a incluir en este


análisis es la económica o patrimonial. En páginas anteriores ha-
blamos del robo como un ejemplo claro de daño a la economía de
la víctima.
Ejerce violencia económica quien realiza un acto (o lo omite de-
liberadamente) para someter a otra persona mediante el control de
determinados recursos materiales —dinero, bienes, valores— que
pertenecen al agresor, a la víctima o a ambos.
Al igual que en los casos de violencia física y de violencia sexual,
en la económica se advierte con claridad que la dirección del mal-
trato doméstico es del hombre hacia la mujer. En efecto, la des-
igualdad entre los géneros se expresa de manera indubitable en la
economía y esto se nota en todos los espacios sociales. Las estadís-
ticas de Naciones Unidas no pueden ser más elocuentes: 10 % del
ingreso y 1 % de la propiedad ciertamente colocan a las mujeres en
una posición subordinada. La desigualdad económica se reprodu-
ce en el interior de los hogares con desagradables consecuencias.
Las diferencias salariales y en general de ingreso no implican vio-
lencia en sí mismas, pero sí marcan, para las mujeres, una vulne-
rabilidad adicional. Las siguientes cifras, relativas a Brasil, son muy
ilustrativas de las disparidades de raza y género: en el punto más
alto, de manera no sorprendente, están los hombres blancos y en el
más bajo, lo que tampoco causa extrañeza, las mujeres negras; los
ingresos de las mujeres blancas y los hombres negros no registran
grandes diferencias, pero sí hay algunos puntos porcentuales en
favor de los hombres. Ya el hecho de que puedan apreciarse estas
jerarquías tan nítidamente marcadas en función de la raza y sobre
todo del género, es en sí mismo alarmante, pero lo es más el tama-
ño de la desproporción. Las mujeres blancas reciben aproximada-
mente la mitad que los hombres blancos, en tanto que las mujeres
negras devengan un ingreso que representa menos del 50 % del que
tienen los hombres de su raza. O lo que es igual, un hombre blan-
co gana casi cuatro veces más que una mujer negra.
Estos datos se refieren a los promedios salariales por raza y gé-
nero. No contienen información sobre el tipo de trabajo que reali-
za cada persona. Si suponemos que son actividades iguales hay una
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 35

clara discriminación salarial y una nítida transgresión al principio


de que a trabajo igual debe corresponder salario igual. Pero si su-
ponemos que se trata de actividades diferentes —lo que parece mu-
cho más probable— el cuadro en conjunto revelaría que hay ciertos
espacios laborales inaccesibles a las mujeres de cualquier raza y a
los negros. Esto es lo que se denomina “techo de cristal”; no apa-
rece en reglamento alguno pero se da en la práctica. Los emplea-
dores no reconocen que segregan y discriminan, pero lo hacen. Así
lo demuestran las cifras anotadas.
¿Y qué sucede dentro de una pareja? La dependencia económi-
ca marca una proclividad a la sumisión y a la obediencia. Y en esa
desigualdad el maltrato puede echar raíces.
La violencia económica se expresa de diversas formas. Una muy
común es la omisión: no cubrir un solo gasto de la casa o cubrirlo
de manera insuficiente. Los casos de hombres desobligados que
sólo mediante la imposición judicial acceden a dar algo de dinero
para la alimentación de sus hijos no son excepcionales; de hecho sa-
turan los juzgados familiares, que se convierten en campos de una
batalla por pesos y centavos.
Una variante de esta primera forma de violencia económica, en
la que el ejercicio del poder es más evidente y por lo tanto tiene más
graves consecuencias, sobre todo en el terreno emocional, es obligar
a la mujer a pedir dinero y después actuar arbitrariamente: a veces
darlo y a veces no, proporcionarlo en pequeñas cantidades, sabien-
do que va a ser insuficiente, y además a cada rato echarle en cara que
es él quien mantiene la casa.
Hasta aquí hemos visto situaciones similares en las que los hom-
bres se desentienden de sus obligaciones económicas: no dar dine-
ro, darlo a cuentagotas, forzar las cosas para que la mujer tenga
que pedirlo y pregonar a los cuatro vientos sus aportaciones, por
mínimas que sean. Otras formas, también bastante frecuentes, son
el despilfarro del dinero de ambos y por increíble que parezca el
robo.
Sin embargo, el ánimo de someter y controlar, que es lo que de-
fine la conducta violenta, se expresa con más claridad en los casos
en donde el hombre es efectivamente quien tiene el mayor ingreso
(o único) y maneja en su totalidad los recursos que deberían per-
36 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

tenecer al grupo familiar. Tomar todas las decisiones vinculadas


con la economía y el patrimonio familiares es una de las formas
de control más estrictas y con más serias repercusiones en la vida de
pareja y en la autoestima de las personas sometidas. El daño que
produce el marido que obliga a la mujer a pedirle dinero y después
lo proporciona en pequeñas cantidades es constante, persistente,
incluso demoledor. Y esto es algo que puede observarse en distintas
clases sociales.
Sin gritos ni aspavientos, sin levantar la voz ni azotar las puertas,
sin dar de golpes sobre la mesa ni proferir insultos ni amenazas, el
dominio se extiende silenciosamente. En un esquema de tranqui-
lidad, que incluso podría definirse como de armonía, se va gestan-
do una profunda insatisfacción y un resentimiento que aumenta con-
tinuamente. Detrás del cuento de hadas que pinta una familia feliz
y exitosa, encontramos una mujer frustrada, desesperada y además
incomprendida. Héctor, por su parte, se percibe a sí mismo como
un hombre responsable; la última palabra que se le ocurriría para
calificar sus actitudes es la de violencia. Él siente que está ejercien-
do un derecho y esta creencia tiene algún sustento; el derecho de
decidir sobre la esposa y el resto de la familia, el derecho de mane-
jar los recursos que él genera con su propio trabajo, el derecho de
gastar o dejar de hacerlo como le plazca, todo eso es algo que ni si-
quiera se les cuestiona a los hombres, menos aún cuando viven con
lujos y ostentaciones.
Independientemente de la clase social, hay muchas mujeres que
dedican sus mejores años a atender al marido, educar a los hijos y
cuidar que todo funcione bien en la casa; esto se dice fácil, pero re-
quiere mucho esfuerzo y una gran dedicación. En pocas palabras, es
un trabajo de tiempo completo —con una jornada que suele em-
pezar horas antes y acabar horas después que las de los demás in-
tegrantes de la familia—, sin vacaciones, descanso dominical, pres-
taciones laborales ni pensión por retiro o invalidez. Es tal vez el
único trabajo por el que no se recibe salario alguno ni reconoci-
miento de ninguna índole. Con toda precisión se le ha denomina-
do “trabajo invisible”, ya que sólo se nota cuando no se hace.
Entre más tradicional sea una familia hay más posibilidades de
que el trabajo doméstico recaiga exclusiva o preponderantemente
sobre las mujeres y que los hombres se comporten como los “due-
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 37

ños y señores del castillo”, utilizando y casi exprimiendo los privi-


legios masculinos.
Aunque las mujeres incursionen en el mercado laboral y generen
recursos, la carga doméstica no disminuye y por lo regular no se
comparte con los maridos. Otra variante de la violencia económica
es despojar a las mujeres de sus salarios y conservar de esa manera
el control y manejo de la economía familiar, así como la dependen-
cia de la esposa.
La división de roles en el interior del hogar, situación frecuente en
mayor o menor grado en muchas partes del mundo, fácilmente pue-
de traducirse en una desigualdad proclive al uso de la violencia para
eliminar conflictos, que no para solucionarlos.

LA HISTORIA INTERMINABLE

En todos los ejemplos que hemos revisado pueden observarse al-


gunos elementos comunes. En primer lugar, la violencia empieza
de una manera leve, incluso sutil, y gradualmente va aumentando de
intensidad. Esta escalada en las relaciones de maltrato se presenta
tanto en la violencia psicológica como en la física, la sexual y la eco-
nómica.
Un segundo elemento, paralelo a la escalada de la violencia, es
la combinación de las diferentes variantes, que desde el inicio ano-
tamos como útiles para el análisis, pero no como características exclu-
yentes. Así, en algunos casos vemos la confluencia de diversas ac-
titudes de maltrato psicológico, en otros la violencia física se une a
la sexual, en otros más coincide el control emocional con el mane-
jo violento de los recursos económicos y en todos existe una ten-
dencia al aislamiento.
Por último, hay que decir que es muy difícil avanzar hacia una so-
lución si no se define con claridad el problema de fondo. Si se toma
lo más visible —una bofetada, un insulto, una agresión sexual—
como si ése fuera todo el problema y no una de sus manifestaciones,
entonces se busca eliminar el síntoma, pero el verdadero conflicto,
el que dio origen a la violencia por no conocer otra forma de afron-
tarlo, permanece. Y no sólo sigue ahí, sino que continúa creciendo.
38 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

La pareja puede incluso separarse y el divorcio no detiene el mal-


trato. ¿En qué consiste entonces la dinámica de la relación de vio-
lencia? ¿Por qué es tan difícil, para ambos, poner un alto en cuan-
to se da la primera golpiza? ¿Por qué no pueden modificar la forma
de relación?
La pareja queda atrapada en una dinámica circular en la que
un episodio de maltrato conducía a otro y este segundo a otro más,
y así de manera sucesiva. Con intervalos de tranquilidad y convi-
vencia pacífica, los diversos conflictos no resueltos seguían alimen-
tándose de palabras, gritos, golpes y también silencios.
Esta historia interminable en la que hay alternancia de amabi-
lidad y maltrato fue descrita por Leonore Walker como el “ciclo de
violencia conyugal”, en el que se dan tres fases. A partir de un pro-
blema que no se resuelve y además produce escozor en ambas partes
(o en una de ellas), y que puede ser de cualquier índole —un deta-
lle de la domesticidad, un asunto relacionado con los niños, algo que
sucedió en el trabajo o en la familia de origen de alguno de ellos, et-
cétera—, empieza una etapa de acumulación de tensiones, en la que
se presentan agresiones pasivas, tales como guardar silencio, ignorar
lo que dice la otra persona, actuar como si no estuviera, etcétera.
Paralelamente a este tipo de conductas se producen agresiones
verbales —insultos, humillaciones, descalificaciones, burlas— y
otras variantes de violencia psicológica como el control, el asedio,
la celotipia, las comparaciones, los olvidos. Es común también que
en esta etapa de acumulación de tensiones las mujeres empiecen a so-
matizar: dolores de cabeza, trastornos alimenticios y del sueño son
indicadores constantes.
Los estallidos y fricciones que se dan en esta primera etapa son
cada vez más frecuentes e intensos, hasta que desencadenan un in-
cidente de golpes. Este episodio de violencia física es lo que Leo-
nore Walker denomina la segunda fase. Más que una etapa es un
momento determinado, que puede durar desde unos cuantos se-
gundos hasta varias horas. Puede consistir en una cachetada, un
empujón que provoca una caída, una golpiza en varias partes del
cuerpo, una herida con cuchillo o un disparo con arma de fuego.
En este punto, en el que estamos abordando la dinámica de la
relación, más que la magnitud y las consecuencias del maltrato
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 39

físico, lo que nos interesa subrayar es que marca un hito en la vida


de la pareja. Cada vez que se presenta una golpiza se activa una se-
ñal de alarma que puede ser atendida, en cuyo caso pueden modi-
ficarse sustancialmente los términos de la convivencia o incluso
darse una ruptura, pero también puede ser ignorada. Si sucede esto
último, que al parecer es lo más frecuente, la relación avanza hacia
la tercera fase del ciclo.
¿Por qué se ignora o trivializa esta señal de alarma? ¿Por qué una
mujer que ha sido golpeada no registra que ése puede ser el primer
evento de una larga lista de agresiones? Entre otras cosas, porque
los incidentes de golpes tienen una duración relativamente bre-
ve y, antes de que se pueda analizar, o incluso identificar, pensar,
darse cuenta de todo lo que ocurrió, se pasa de inmediato a la ter-
cera fase, llamada “luna de miel”.
Como su nombre indica, todo parece volver a ser color de rosa.
Hay arrepentimiento del agresor, quien expresa de diversas mane-
ras que se siente culpable y que desea reparar el daño causado. Se
muestra amable, solícito y cariñoso, y promete cambiar radicalmen-
te. Jura una y mil veces que jamás volverá a golpearla, refrenda su
amor por la víctima e implora su perdón.
Todo lo anterior trae consigo una estabilidad temporal en la que
ambos confían, pero que está sostenida con alfileres. Así, en algún
momento se rompen las promesas de enmienda que el agresor
había formulado sinceramente y la víctima había creído con la mis-
ma franqueza. Una vez que la luna de miel se diluye con la reapa-
rición de conflictos antiguos y recientes, vuelven a acumularse las
tensiones hasta que se producen los golpes y el consecuente arre-
pentimiento. El proceso es totalmente circular.
A medida que pasa el tiempo, la pareja avanza cada vez más rá-
pidamente por el círculo del maltrato, o lo que es igual, cada etapa
va reduciéndose. Cada vez las promesas se rompen más pronto y
las tensiones tardan menos en desembocar en un episodio de golpes.
El arrepentimiento del agresor tiende a desaparecer, junto con sus
juramentos de amor y sus intenciones de cambio.
En páginas anteriores hablamos de una señal de alarma que se ac-
tiva después de una golpiza. Puede ser también una agresión sexual
o un acto de violencia emocional o económica de tal magnitud, que
40 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

las mujeres piensen que se ha traspasado el límite de lo tolerable,


que las cosas han llegado demasiado lejos y que es necesario hacer
un alto y pensar seriamente en lo que está ocurriendo.
Esta señal se activa muchas veces, según el número de vueltas que
la pareja dé al círculo; aunque sea desoída o trivializada, la señal
de alarma es algo que ahí está. En ese momento pueden surgir al-
ternativas de cambio o puede darse también el rompimiento de la
pareja. Tales alternativas no se producen por generación espontá-
nea; las relaciones de maltrato rara vez mejoran, aun cuando exista
la voluntad de ambas partes, si falta la intervención de especialistas
o de las autoridades.

CONCLUSIONES

— La violencia en la pareja tiene una dirección definida y ésta es


del hombre a la mujer. Aunque sabemos de algunos hombres mal-
tratados psicológica o incluso físicamente, éstos constituyen
excepciones y deben tratarse como tales.
— El maltrato puede clasificarse en físico, psicológico, sexual o
económico, según los medios utilizados y los efectos producidos.
En la mayoría de los casos coexisten dos o tres de las modalida-
des señaladas.
— La violencia física a su vez puede clasificarse en levísima, leve,
moderada, grave y extrema, variantes que tampoco son exclu-
yentes. En general la escalada se inicia con golpes simples que
no dejan huellas en el cuerpo, y paulatinamente va aumentan-
do la intensidad hasta llegar, en muchos casos, a la muerte.
Cada incidente aislado debe ser atendido con seriedad, pero
lo que define a una relación como violenta es la reiteración, es
decir, su carácter cíclico y progresivo.
— En la violencia psicológica tanto los medios utilizados como las
consecuencias se ubican precisamente en la esfera emocional y
por ello es más difícil definirla y aun identificarla. Algunas de
sus manifestaciones son el asedio, el chantaje, el abuso verbal,
las amenazas, la intimidación, el uso del privilegio masculino, la
infidelidad y la celotipia.
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 41

El aislamiento es siempre un mecanismo de presión emo-


cional que tiende a desestabilizar y debilitar a las mujeres, a la vez
que les impide encontrar apoyos para salir de la relación vio-
lenta.
— La violencia sexual consiste en obligar a la mujer a tener rela-
ciones sexuales cuando ella no lo desea, o someterla a prácticas
que le resulten dolorosas o desagradables.
Esta variante de violencia en la pareja también es difícil de
identificar, debido al peso de los estereotipos de género y aun a
las normas legales de algunos países, que definen la relación
sexual como un derecho del marido y una obligación de la es-
posa. Sería más afortunado pensarla como un espacio de liber-
tad en el que concurren dos voluntades autónomas.
— La violencia económica se expresa en el control de los recur-
sos materiales que pertenecen al agresor, a la víctima o a ambos.
Quien ejerce este tipo de maltrato es el hombre desobligado con
sus hijos, que no da dinero o lo da de manera insuficiente, el que
despilfarra lo que pertenece a ambos o se apropia de los bienes
de la mujer.
— La dinámica de las relaciones de violencia es cíclica. En una
primera fase se acumulan tensiones de manera continua, hasta
que desembocan en un incidente de golpes. El evento de vio-
lencia física es la segunda fase, a la que sigue una etapa de arre-
pentimiento, perdón y tranquilidad aparente. Después de un
tiempo vuelven a surgir problemas y a acumularse una nueva
carga de tensiones. La historia es interminable, precisamente
porque hay alternancia de amabilidad y maltrato.
MATERNIDAD, VIOLENCIA
Y EL DERECHO DE LAS MUJERES A LA VIDA
EN LA REGIÓN DE LOS ALTOS
DEL ESTADO DE CHIAPAS

Mtra. Mariana Fernández Guerrero,


Integrante de Asesoría, Capacitación
y Asistencia en Salud, A. C.

Esta intervención la hemos dividido en dos participaciones en


donde Sebastiana Vázquez y yo trataremos de describir, a partir del
trabajo que realizamos, la situación en que se encuentra el derecho
a la vida de las mujeres. Nosotras partimos del vínculo maternidad-
violencia porque si bien la violencia es un continuo en la vida de
las mujeres, lo que nosotras hemos podido observar y documentar
es que durante la maternidad se recrudecen diversos tipos de agre-
siones en contra de la mujer. Resulta importante que también seña-
lemos que todo lo que referiremos está ubicado en la Región de los
Altos, por ser en donde hemos centrado mayoritariamente nuestro
ámbito de acción.
El estado de Chiapas, junto con los de Guerrero y Oaxaca, ocu-
pa los primeros lugares en mortalidad materna; al interior del es-
tado, la taza de muerte materna es del doble en los municipios con
hablantes de lengua indígena, en donde fallecen dos veces más
mujeres que en aquellos municipios donde hay menos hablantes
de lengua indígena.
Lo que podemos decir de la Región de los Altos es que es una
de las ocho regiones socioeconómicas en que se encuentra dividido
el estado de Chiapas y una de las más pequeñas en la entidad; está
compuesta por 18 municipios, de los cuales 15 tienen una población
mayoritariamente indígena y su densidad de población es mayor
que el promedio nacional y estatal.

[43]
44 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

Casi el total de la población de esta región puede considerarse


rural y cerca del 70 % se encuentra dispersa en parajes y rancherías
de difícil acceso y comunicación y no dispone de los servicios más
elementales.
En esta región se concentra la tercera parte de la población in-
dígena del estado y casi el 75 % de esta población es mayor de
cinco años y con un nivel de monolingüismo superior al 32.6 % en
relación con el promedio estatal. La mayoría de los municipios que
la integran están clasificados con un grado de marginación muy
alta y por consiguiente se trata de la región más marginada del es-
tado, en donde predominan las lenguas tsotsil y la tseltal, que son
en las que se registran al mayor número de hablantes de lengua in-
dígena a nivel estatal.
En la entidad la doctora Graciela Freyermuth ha podido docu-
mentar ampliamente los diversos factores que impiden a las muje-
res indígenas acceder a servicios de salud durante el embarazo, el
parto y después del parto. Entre estos aspectos que ella ha señalado,
la violencia durante la maternidad ocupa un lugar decisorio entre la
vida y la muerte de las mujeres y da cuenta de por qué es un proble-
ma social, de salud y de derechos humanos, dando cuenta de la mul-
titud de conductas intrincadas en un contexto en el que interactúan
grupos de edades diferentes, con características diversas.
En las comunidades indígenas de esta región se ha tolerado du-
rante mucho tiempo la violencia contra la mujer y la violación a
sus derechos, con ello se ha permitido la impunidad de los agreso-
res. El círculo de la violencia en que se encuentran las mujeres se
ha visto agudizado ante el criterio culturalmente practicado de que
“son propiedad de su marido porque pagó por ella”, así como por
su precaria situación económica y educativa, y, en ocasiones, su
monolingüismo o poco dominio del español les ha impedido el
acceso a los aparatos de justicia.
Muchas de las formas de violencia contra la mujer indígena han
estado escondidas bajo un manto de silencio y aceptación, pero a
medida que más y más mujeres hablan entre sí alentadas por grupos
comunitarios de mujeres u otras organizaciones, se hace evidente
que la violencia contra ellas ocurre a una escala de grandes dimen-
siones; que ninguna mujer es inmune y que la familia, las amista-
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 45

des o vecinos, así como las instituciones públicas, han sido cruel-
mente insensibles a tal situación.
No obstante lo anterior, existe muy poca información sobre la
violencia hacia la mujer indígena rural y hasta el momento no he
localizado algún documento que dé cuenta de los estudios que el
Gobierno1 haya realizado sobre la materia, sólo algunas ONG, e
investigaciones académicas de grado, son las que han reflexionado
sobre el tema considerando la especial situación de las mujeres in-
dígenas.
Lo que sí existe son estudios sobre sistemas normativos indíge-
nas pero, a mi parecer, se remiten a la descripción idealizada de las
formas de impartir justicia en los contextos indígenas; hay colegas
que incluso las califican como un ejemplo de economía procesal y
por consiguiente estas visiones, en muchos casos, particularmente
en los casos de las mujeres, impiden visualizar la relación de lo
jurídico con el poder, por lo que se pierde de vista que el derecho
indígena —al igual que cualquier otro sistema normativo— es una
construcción social en donde el poder juega un papel central en el
mantenimiento del estado de cosas.
También me parece conveniente señalar que los delitos que co-
mete el hombre hacia la mujer en la relación de pareja son sólo una
de las formas que nos permiten acercarnos al conocimiento de otras
expresiones de violencia hacia las mujeres, que no siempre alcan-
zamos a mirar porque corresponden al ámbito de lo estructural, a
lo que tiene que ver en cómo nos organizamos para la vida social
y cómo regulamos estas relaciones sociales ya sean entre hombres,
entre mujeres o entre mujeres y hombres, así como respecto a los com-
portamientos y las respuestas de las personas responsables de re-
presentar a las instituciones de procuración y administración de la
justicia cuando, en el ámbito de estas relaciones sociales, de lo que
se trata es de resolver, a través de la ley, es decir de las normas ins-
titucionalizadas, los conflictos de violencia familiar que surgen
entre un hombre y una mujer.

1
Aquí considero necesario subrayar que cuando me refiero al Gobierno no señalo
sólo al Poder Ejecutivo, sino que incluyo también a los Poderes Judicial y Legislativo.
46 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

Si bien es cierto que durante los últimos 10 años diversas leyes


se han promulgado y modificado para atender la problemática de
la violencia familiar, también es cierto que estas leyes por si solas
no son suficientes para terminar con los innumerables obstáculos
que existen para que las mujeres en general podamos tener acceso
a la justicia, aspecto que se agrava tratándose de mujeres que viven
en los ámbitos indígenas, en los que ni siquiera existen las autori-
dades encargadas de su aplicación.
En el ámbito indígena, ninguna de las autoridades facultadas por
la ley para intervenir en este problema les brinda a las mujeres ser-
vicios de protección frente a la violencia familiar, y son escasas las
posibilidades de que ellas, como víctimas, encuentren apoyo, ya que
junto con el gran desamparo familiar y social en que las colocan los
usos y costumbres, también enfrentan problemas derivados del des-
conocimiento de las instancias que atienden estos problemas, de
desconocimiento de los procedimientos que se tienen que seguir y
de desconocimiento de sus derechos. En los casos en que algunas
mujeres logran librar los problemas del desconocimiento tienen que
enfrentarse entonces a los de la distancia y los costos de traslado.
Junto con lo anterior se observa también que una de las más gran-
des limitaciones de la actual ley sobre violencia familiar, así como de
los demás instrumentos jurídicos, como por ejemplo la Norma 190
de la SS relativa a la detección y atención de la violencia familiar du-
rante la consulta médica, es su carácter urbano. Lo que quiero decir
con esto es que el circuito de atención para casos de violencia fa-
miliar, el cual no existe físicamente, pero que se encuentra desa-
rrollado en la legislación vigente, está diseñado para su aplicación en
el ámbito de la ciudad. También, a lo que me refiero es que en estos
instrumentos jurídicos se desconoce la realidad del campo, así como
las características culturales en general y, en particular, las que pre-
senta la administración de justicia.
Además, en las zonas indígenas existe una carencia de instancias
públicas y privadas para la atención de la violencia familiar, la cual
se manifiesta, entre otros aspectos, a través del bajo nivel formativo
de las autoridades, y en el acceso limitado a servicios educativos y de
salud que se hace más grave cuando en éstos no se toma en cuenta
la diversidad lingüística de la zona.
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 47

En cuanto a la administración de justicia es importante mencio-


nar que en las zonas indígenas las formas propias de resolver pro-
blemas de violencia familiar es a través de un derecho consuetudina-
rio que responde a las realidades de la diversidad cultural estatal, y
a las características particulares de los diversos grupos étnicos; este
derecho consuetudinario son formas y mecanismos alternativos a la
justicia estatal, en los que se aplican las costumbres existentes en
las comunidades.
En este sentido, la justicia de paz es una instancia que se pre-
senta como parte de la justicia estatal, pero que, como lo han seña-
lado diversos autores, es más cercana a la consuetudinaria, por lo
tanto, los jueces son parte de la administración de justicia y ejercen
función jurisdiccional, pero, al no exigírseles formación jurídica,
están facultados para resolver de acuerdo con su buen entender y sa-
ber, situación que puede devenir en cualquier cosa, porque sus re-
soluciones no sólo dependen de la capacidad para el ejercicio de la
función, sino además de sus estados de animo y de sus intereses par-
ticulares, entre otros.
Durante una observación directa que realizamos en cinco Juz-
gados de Paz y Justicia Indígena nos percatamos que los asuntos
relacionados con violencia familiar y violencia sexual constituyen
los casos más frecuentes que ven y resuelven estos jueces, actividad
que realizan sin tomar en consideración que si bien su jurisdicción
comunal está reconocida por el orden jurídico estatal, este mismo
orden jurídico la acota a juicios de poca cuantía y siempre que se
respeten los derechos humanos.
Si de suyo es grave el incumplimiento de la Norma por una au-
toridad que debe protegerla, el resultado es más grave aún, ya que
lo que las mujeres obtienen de sus autoridades son básicamente
propuestas de conciliación, hecho que las desprotege y las hace más
vulnerables aún, ya que ahí se resuelven asuntos que tratan de le-
siones graves y delitos sexuales, estos últimos en su mayoría come-
tidos en contra de menores de edad. Asimismo, y desde una lectura
menos obvia, lo que estas maneras de proceder demuestran es que
las demandas de justicia de las mujeres son consideradas de poca
cuantía y que ellas permanecen sin ser reconocidas siquiera como
seres humanos.
48 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

De los asuntos de violencia familiar que en dicha ocasión obser-


vamos, todos fueron resueltos por la vía del acuerdo económico, aun
y cuando 50 % de dichos casos llevaban el componente de abuso
sexual, mismo que fue utilizado por las autoridades ahí reunidas para
la denigración pública de las mujeres agraviadas en una franca
culpabilización de los hechos ocurridos.
Cabe señalar que en algunos de estos acuerdos económicos las
mujeres agraviadas no fueron las beneficiarias; en un caso concre-
to, la mujer se vio presionada a recibir 2,500 pesos, como pago único
para la pensión alimenticia de sus cinco menores hijos, de los cua-
les tuvo que restituirle a su demandado 1,250 pesos, correspondien-
tes a la mitad de la cantidad que ella por su cuenta había gestiona-
do ante el violador de su hija de 14 años, por concepto de lo que ahí
se denomina “pago de la fiesta”, concepto que, desde una perspec-
tiva de género, nos habla del carácter de diversión que tiene para la
mentalidad masculina el abuso sexual, esto sin mencionar el esta-
do de desprotección en que quedaron los cinco menores, ante la
violación cometida por la autoridad en contra de todos sus derechos,
cuando ésta debería haberse constituido en el representante de los
menores para que sus derechos quedaran a salvo.
Como ya se mencionó, la justicia indígena se constituye por la
confluencia de dos sistemas jurídicos en un mismo espacio social,
por consiguiente, la cadena de obstáculos que enfrentan las muje-
res indígenas para obtener justicia cuando logran acceder a estas
instancias es múltiple y compleja.
Durante nuestras observaciones al funcionamiento de los Juz-
gados de Paz y Justicia Indígena pudimos observar un par de casos
en donde a causa de su monolingüismo las mujeres involucradas
firmaron el documento que registra el acuerdo de conciliación sin
saber que en éste se habían omitido aspectos fundamentales reclama-
dos por ellas, y que en la discusión se habían pactado a su favor.
Desconocemos si esto fue con intensión o por omisión, o si se
trata de una práctica cómoda para los secretarios, pero cualquiera
que sea el caso, esto plantea una situación muy grave que debe ser
revisada por la autoridad competente, sobre todo cuando es bien
sabido que las normas en las sociedades indígenas son producto de
múltiples determinaciones y por lo tanto pueden ser manipuladas
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 49

por los actores para usarlas en beneficio de algunos de los disputan-


tes que generalmente no son los más débiles y vulnerables, como
es el caso de las mujeres.
Por todo lo anterior consideramos que para los casos de violen-
cia familiar y violencia sexual, el sistema jurídico interno es insu-
ficiente: nada dispone, nada dice sobre cómo se debe proceder; no
hay un principio, un procedimiento, antecedentes ni sanciones para
casos análogos, además de no contar en las comunidades con presen-
cia física de sistemas de seguridad para el cumplimiento de la legis-
lación nacional.
Desde mi punto de vista no tiene sentido jurídico hablar de una
justicia indígena contrapuesta o diferente a la justicia del Estado.
El derecho es uno solo y contempla todas las situaciones sociales
en un territorio determinado. Las mujeres somos más de la mitad de
la población y contamos con el derecho como el camino más ela-
borado para lograr la organización social necesaria que nos permi-
ta acceder a adecuados niveles de convivencia y de proyección al fu-
turo; desde esta perspectiva considero que todo sistema jurídico
debe basarse en preceptos y principios que tienen como fin la co-
herencia, la armonía y la vigencia del mismo; me parece que si de-
jamos de lado los referentes jurídicos y seguimos permitiendo la
adopción de criterios del sentido común para que las mujeres in-
dígenas accedan a la justicia, seguiremos contribuyendo al no re-
conocimiento de sus derechos humanos.
EXPERIENCIA DE TRABAJO
SOBRE VIOLENCIA HACIA LAS MUJERES
DURANTE LA MATERNIDAD

Sra. Sebastiana Vázquez Gómez,


Promotora de salud de la etnia tseltal

Mi experiencia de trabajo la he tenido en la región de los Altos de


Chiapas, que se compone de 17 municipios; en la mayoría de los mu-
nicipios viven principalmente indígenas tsotsiles y tseltales que cons-
tituyen el mayor número de población indígena de la entidad.
Los últimos dos años de mi trabajo los he realizado en dos de estos
municipios, donde he conocido la vida de las mujeres durante la ma-
ternidad y hemos podido ir documentando la violencia que viven
dentro de la casa y la comunidad.
Cada vez es mayor el número de personas que sabemos lo que
es la violencia familiar y cómo se manifiesta. Sin embargo, la ma-
yoría de las mujeres indígenas todavía no consideran que los malos
tratos se dan cuando te insultan, cuando no te dejan ir con la par-
tera o ir al médico, especialmente cuando se está embarazada o ya
sea en el parto, dejándote morir cuando todavía no debes morir.
Las mujeres que son golpeadas ya sea desde niñas o cuando se
casan, lo ven como algo natural porque así son las costumbres que
se practican en las comunidades indígenas. Costumbres que las
mujeres no se preguntan si son buenas o son malas para nuestra sa-
lud. Porque son las que enseñaron nuestros padres y por eso es algo
que está bien.
Estas costumbres influyen mucho en la vida de las mujeres in-
dígenas y no permiten que las mujeres tomen su propia decisión
para poner un hasta aquí al maltrato del que son víctimas y menos

[51]
52 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

aún para atender sus problemas de salud, por considerar que los
hombres tienen derecho a decidir sobre ellas y sus hijos.
Cambiar las costumbres es un problema al que nos enfrentamos
muchas organizaciones que trabajábamos luchando por hacer pú-
blica la violencia familiar en contra de las mujeres, especialmente
durante la maternidad porque esta situación las hace más vulne-
rables. Sin embargo, el gran problema al que nos enfrentamos es que
las autoridades comunitarias, aunque son elegidas o nombradas ba-
jo las reglas de todos los mexicanos, no las respetan y siguen la cos-
tumbre, sobre todo cuando se trata de hacer justicia a las mujeres y
las mujeres terminan también con miedo de acusar con la autoridad
lo que les hacen porque saben que sólo las van a avergonzar en-
frente de todas las personas por no ser una buena esposa.
Se han hecho muchas cosas para atender el problema de violen-
cia en las ciudades, pero no se ha hecho casi nada en las comuni-
dades indígenas, y si en las ciudades falta mucho por hacer, en las
comunidades indígenas falta más porque quienes llegan a las co-
munidades a tratar de hacer algo por parte del gobierno no siempre
conocen las costumbres de cada lugar para poder entenderlas, y
poder ir buscando lo que no es bueno para las mujeres o cambiar
actitudes frente a la violencia.
Lo principal es cambiar la actitud de muchas de las personas que
trabajan en las instituciones de procuración de justicia o en el Sec-
tor Salud y las de educación, para que realmente resuelvan adecua-
damente sus problemas de las mujeres indígenas de la región y que
haya personal y que le traduzca bien en idioma y que no haya co-
rrupción
Desde mi experiencia la parte más difícil es sensibilizar a las au-
toridades municipales y a los hombres en las comunidades para que
se puedan entender y resolver los casos de violencia familiar, y para
ello hacen falta recursos humanos y materiales. Y la más fácil es apo-
yar a las mujeres de la comunidad y llevarlas para que vayan a co-
nocer las distintas instancias de procuración de justicia donde las
autoridades les expliquen qué es un delito, que significa que las gol-
peen o abusen sexualmente de ellas. Yo he hecho esto y puedo
decir que es algo que ha favorecido un cambio en la forma de pen-
sar de ellas frente a la violencia familiar.
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 53

Es largo el proceso de trabajo con las mujeres que no leen ni


escriben para que tengan otra actitud de ver la violencia, que no es
natural si no que es una violación a sus derechos humanos. No
es la misma dinámica de trabajo que trabajar con mujeres que ha-
blan español y escriben. Esto es lo que he aprendido de mi expe-
riencia y proceso de trabajo con varios grupos de parteras y promo-
toras de salud buscando formas más adecuadas para capacitar a
mujeres indígenas.
Pero la diferencia de estos dos municipios me obligó a dedicar-
me más tiempo a un municipio donde las mujeres se encuentran
en situaciones más desfavorables. En este municipio he reconocido
con más frecuencia que las familias cambian por trago o por cosas
a sus hijas, o piden dinero por ellas y esto trae consecuencias porque
al llegar a su hogar el hombre argumenta “me tienes que obedecer
porque yo pagué mucho dinero por ti”, y voy a mencionar un caso
documentado más adelante, y también hemos sabido que las ma-
dres a veces las mandan fuera de la comunidad para que sus hijas
no sean abusadas por su padre, o mujeres que salen huyendo de-
jando a sus hijos desprotegidos en la comunidad porque ya no so-
portan los maltratos que les hace el marido.
Este trabajo que estoy haciendo surgió de la colaboración de la
Secretaría de Salud, la cual identificó en los planes municipales a
la muerte materna como principal problema de las mujeres. En mis
recorridos por uno de estos municipios siguiendo los casos de mu-
jeres que murieron en el 2001, a excepción de uno, los demás no
estuvieron dispuestos a llevarlas al médico y al hospital, algunos
mencionaron “para que la llevo si ya se puso vieja, si no me daba
buena comida ni me daba bien mi posol”.
En este municipio nos enfrentamos a situaciones difíciles de re-
solver y que no se van a resolver con sólo enseñar español o a leer
y escribir a las mujeres, que es bien importante pero que no sirve
si no les dan lugar para que practiquen lo que saben sobre la vio-
lencia familiar, y les voy a dar dos ejemplos:

El 13 de abril se murió una niña de entre 13 y 14 años de edad por


una complicación durante el parto; su marido, un hombre de más
de 40 años, no la llevó al centro de salud a pesar de que era un em-
54 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

pleado del estado, es decir hablaba español y sabía leer y escribir y


conocía el hospital en donde atenderla. La gente piensa que no la
llevó porque era una niña muy joven para estar casada con él; es así
que aunque los hombres sepan que hay cosas que no deben hacer
saben que lo pueden hacer en ese municipio.
Así como otra originaria de la misma comunidad, tuvo compli-
caciones en el momento del parto por mala posición del bebé, nadie
la había revisado desde que se embarazó; la que estaba atendiendo
su parto es la suegra, cuando la vieron muy grave a esa mujer, la sue-
gra mandó a un niño a llamar a la partera; llegando a la casa de la
mujer vio que estaba ya muy mal la mujer, entonces le dijo al es-
poso que buscaran un carro para llevarla a la cabecera municipal;
se negó junto con la mamá de él y dijeron que no, que para eso
tiene un hoyo para sacar el hijo; la partera salió a la carretera a bus-
car un carro acompañada de un niño, le pidió el esposo de la mujer
que por lo menos la sacara cargando a la carretera; él dijo que no,
“que no iba a dejar de cenar por esa mujer, que ojalá ya se muriera”;
la partera le dijo “si algo le pasa a la mujer te meterían en la cárcel”,
él volvió a contestar “me huyo si me denuncian”.

Existen diferentes tipos de violencia y de las limitaciones que


tienen las mujeres para protegerse. En esta situación hemos tenido
muchos casos, la mayoría de las veces la violencia la hacen los ma-
ridos y las suegras, y a veces personas ajenas a la familia.
Aquí les voy a decir otro de los casos en donde las distintas auto-
ridades se ponen siempre a favor de los hombres y hacen la justicia
pensando en las costumbres aceptadas en la comunidad y como
dice la ley que debe hacer justicia. “Por ejemplo, una mujer que no
puede tener hijos (después de una OTB) es una mujer que puede
ser marginada de su hogar o golpeada aunque haya sido su marido
quien decidió por ella para hacer esta operación”.
Otro caso. Es una mujer que tiene como 35 años de edad que el
día 4 de agosto fue golpeada y violada por su esposo; este hombre
tiene tres mujeres, la primera esposa es la que es maltratada, ese
día como siempre lo hace, llegó como a las tres de la tarde, agarró
a su mujer en el patio rompiéndole la nagua de ella, violándola y
diciéndole “siéntelo este palo que tengo si no quieres, largarte de
aquí”, metiéndole la mano en su parte y lastimándola; esta mujer
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 55

no puede denunciar porque el hombre es autoridad, no puede pla-


ticar porque las otras dos mujeres la cuidan para que no diga nada
porque así ordena el hombre.
En estos casos, así como en otros, la gente sabe que puede de-
nunciar, pero a dónde, en San Cristóbal para muchas mujeres está
demasiado lejos y ¿quien la acompaña?, demasiado difícil porque
no se saben a dónde ir ni poder comunicarse por el idioma.
Para mí creo que lo primero es que las instancias de procuración
de justicia tengan más presencia en estos lugares; que den a cono-
cer, a través de la radio y en lengua, los derechos de las mujeres;
agilizar los trámites para hacer cumplir la ley y empezar a hablar
de los derechos de las mujeres como el de desplazarse libremente
sin necesidad de compañía o del permiso de los hombres. Que los
jueces sean preparados para que hagan lo que deben hacer y no
haya impunidad. Las razones de que la costumbre se siga practi-
cando son que las instituciones y organizaciones que promueven
los derechos humanos lo están haciendo en las ciudades o en lu-
gares donde ya ha habido un cambio, donde la comunicación se
hace en español y que no hacen el esfuerzo para llegar a los lugares
donde todavía las mujeres son vistas como algo que se cambia
cuando al hombre ya no le gusta su mujer.
Recomendaciones a las instancias de procuración de justicia para
que se respeten los derechos humanos de las mujeres:

— Es necesario conseguir que el Tribunal Superior de Justicia


imparta talleres a los jueces de paz y sus secretarios y aseso-
res para que estas autoridades conozcan en dónde pueden
actuar y en dónde no. Y para que en los casos de violación,
por ejemplo, actúe el ministerio público.
— Promover una mayor presencia por parte de las instituciones
de gobierno y realizar acciones en comunidades como éstas.
— Educación a las autoridades del municipio para que conoz-
can los derechos de las mujeres.
— Se vigile a los funcionarios para evitar corrupción.
— Cuando a las autoridades que imparten justicia no les impor-
ten los problemas de violencia que viven las mujeres los qui-
ten porque ellos no trabajan sólo para cuidar los derechos de
los hombres.
56 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

— Que las parteras tengan un reconocimiento en la comunidad


para que su palabra tenga valor y les hagan caso cuando dice
que hay que sacar de la comunidad a la mujer que se pone
grave durante el embarazo, el parto o después del parto.
— Que muchos hombres sepan que sus mujeres no deben mo-
rir en el parto.

Recomendaciones al Sector Salud:

— Capacitar a los prestadores de servicios de salud para que


consideren a las personas que vienen de las comunidades y
les den atención.
— Que capaciten a las enfermeras para atender urgencias obsté-
tricas para que puedan dar la atención cuando se requiere.
— Que las instituciones de salud en la comunidad den atención
las 24 horas del día los 365 días del año para que puedan ca-
nalizar y dar los primeros auxilios a las mujeres con compli-
caciones.
— Que en las comunidades indígenas se realice la detección de
violencia como dice la norma 190 y den parte a las autoridades
en casos en que es muy claro que las mujeres fueron víctimas
de violencia.
CANDIDATAS Y PRESIDENTAS MUNICIPALES
DE OAXACA: CASOS DE VIOLENCIA FÍSICA Y
PSICOLÓGICA HACIA LAS MUJERES POR
INCURSIONAR EN EL ÁMBITO PÚBLICO
DE LA POLÍTICA

Dra. Margarita Dalton,


Investigadora del Centro de Investigaciones
y Estudios Superiores en Antropología
Social del Istmo

MUJERES PRESIDENTAS MUNICIPALES Y VIOLENCIA.


A MANERA DE INTRODUCCIÓN

Hace cinco años empecé a investigar la participación política de las


mujeres en el ámbito municipal en Oaxaca. Dentro de esta investi-
gación me interesaba reconocer la relación que las mujeres tienen con
el poder. No imaginé cuando inicié la investigación que esto significa-
ría violencia para ellas. Sé que la lucha por el poder puede significar
agresiones personales y a pesar de lo que se diga, que es igual para
hombres y mujeres, la experiencia me ha demostrado que no es tal.
La violencia que se ejerce contra las mujeres es diferente. No son sim-
plemente cotos de poder, espacios de poder los que se buscan, sino
que aquí entran en juego las ideas y creencias que se tienen sobre
las mujeres, las ideas sobre su papel en la sociedad. Para muchas
personas, la sumisión, la abnegación, la modestia, el silencio, la obe-
diencia y la debilidad han sido por antonomasia características de lo
femenino, por lo mismo la política, se piensa, es para los hombres.
La violencia que se ejerce contra las mujeres tiene que ver con el
hecho de que la política es un campo hasta cierto punto novedoso,
para ellas. Las mujeres que llegan a ocupar los puestos más altos en
la dirección del municipio lo hacen por primera vez, en la historia
de los municipios y en la historia particular de cada una de ellas,
esto rompe esquemas tradicionales sobre el lugar que la mujer ha
ocupado en la sociedad. Me percaté de este tema al iniciar la inves-

[57]
58 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

tigación en el año 2000, sobre las relaciones de género, en el istmo


de Tehuantepec, acababan de tomar posesión cuatro mujeres como
Presidentas municipales.
Aun cuando en la región del istmo existen cinco grupos étnicos:
chontales, huaves, mixes, zapotecos y zoques, los zapotecos son los
más numerosos y los que tienen mayor influencia económica, polí-
tica y social, sobre los demás. Las mujeres zapotecas son buenas co-
merciantes y viajan mucho vendiendo sus productos por todo el
país. Porque están presentes de forma protagónica en todas las ac-
tividades se ha pensado que en el istmo existe un matriarcado. Sin
embargo, cuando se profundiza un poco en el tema y se les pregun-
ta directamente sobre sus relaciones de poder con los hombres re-
sulta que todas dicen que ellos son los que mandan y ellas las que
obedecen.1
Cuando en la historia de los cargos municipales en el istmo se in-
vestiga cuál ha sido la participación de la mujer en la política, se
descubre que prácticamente las autoridades han sido sólo hombres
y que la participación de la mujer es casi nula. Cuando se les pre-
gunta a las mujeres por qué no participan en política, hay muchas
respuestas. Algunas dicen: “No se puede dejar el negocio”; “No se
puede dejar a los hijos”; “Es peligroso”; “Se necesita mucho valor”;
y otras aun dicen: “La política es una perdedera de tiempo”. Lo cier-
to es que sí han participado en los movimientos políticos, en las
manifestaciones de la COCEI,2 y en todas las movilizaciones po-
líticas del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Resulta que
la base movilizada de muchas manifestaciones políticas en su gran
mayoría son mujeres. Pero cuando se trata de dirigir los destinos de
esos municipios istmeños, son hombres quienes aparecen.
A los tres años de estar haciendo esta investigación sobre el istmo
me surgieron otras preguntas. ¿Sucede esto sólo en el istmo? ¿Cómo

Edaena Saynes-Vásquez y Gala Pa Dxandí, “That would be Great if it were true:


1

Zapotec Women’s comment on their role in Society”, en Identities, vol. 3, 1996, pp.
183-204.
2
Coalición Obrero Campesina Estudiantil del Istmo, un libro que da un relato
amplio de esta Coalición y sus orígenes y desarrollo es: Howard Campbell, Zapotec
Renaissance: Ethnic politics and cultural revivalism in Southern México. Alburquerque,
University of New México, 1994.
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 59

se manifiesta la participación de las mujeres en otras regiones? ¿Es


posible encontrar algunas semejanzas? ¿Es la cultura regional zapo-
teca muy diferente de la mixteca o de la zapoteca de valles centra-
les? Y empecé a trabajar sobre las mujeres Presidentas municipales
en el resto del estado para comparar similitudes y diferencias. Si
bien en el año de 1998 hubieron seis candidatas por el PRI a Presi-
dencias municipales de la región del istmo,3 lo cual fue un caso in-
sólito, en ese momento, en el resto del estado, habían aparecido
otras mujeres como candidatas a las Presidencias municipales de otros
partidos también.
Pronto empecé a encontrar que las Presidentas municipales en
Oaxaca tenían muchas coincidencias, sin importar del partido po-
lítico o de la organización que fueran. A prácticamente ninguna
de las que ha ejercido la Presidencia municipal le ha sido fácil el
ejercicio del poder, principalmente por el grado de violencia ejer-
cido contra ellas. Y no me refiero sólo a violencia física, sino tam-
bién verbal y psicológica. Mas habría que ver en qué circunstancias
las mujeres entran a participar en la política, que significa autoridad
y toma de decisiones. Me surgieron otras interrogantes.
Y ante la pregunta ¿es la política cosa de hombres exclusivamen-
te? La respuesta es no. Históricamente, las mujeres han participa-
do en la política para transformar al país y consolidar la indepen-
dencia, la revolución y los logros de ésta. Sin embargo, a pesar de
su participación cotidiana en la lucha y en los movimientos socia-
les históricamente no han ocupado sitios en la dirigencia del país,
salvo algunas excepciones que confirman la regla. Su participación
en el quehacer político no ha sido reconocida en las altas esferas
del poder.
En la dirigencia de la política mexicana las mujeres han tenido
poca o nula participación. El asunto del voto fue uno que levantó
muchas y grandes expectativas. Muchas indecisiones, cavilaciones
y dudas de los tres poderes se presentaron antes de que en 1953 se
aceptara dar el voto a las mujeres; a partir de entonces legalmente

3
Rosa Nidia Villalobos, por Salina Cruz; Lugarda Charis, por Juchitán; María
Luisa Matus Fuentes, por San Francisco Ixhuatán; Adelma Núñez Jerónimo, por San-
to Domingo Zanatepec, y Adelina Rasgado Escobar, por Asunción Ixtaltepec.
60 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

pueden votar y ser votadas. Así que el hecho de que las mujeres in-
cursionen en este campo es relativamente reciente. Esto se debe a
varios procesos: la posición de México frente a los acuerdos inter-
nacionales propuestos por Naciones Unidas en 1948; la búsqueda
de los políticos mexicanos de un reconocimiento internacional para
México como país democrático y de avanzada, y, por supuesto, a
las demandas de las mujeres mexicanas por la reivindicación de sus
derechos.4
Sé que al hablar de mujeres agredidas en este contexto, se me pue-
de decir que se debe a que están en un campo peligroso para ellas
como es la política, que se lo buscaron por entrar a contender en lu-
gares que no les corresponde. Por otra parte no puede existir un sis-
tema democrático sin la participación de las mujeres. Según las
leyes internacionales no se puede discriminar a las mujeres en nin-
gún campo, por tanto tampoco en la política. Pero después de co-
nocer algunas historias de lo que les pasa a las mujeres en el cam-
po de la política una se pregunta ¿Es la política un espacio seguro
para las mujeres? ¿Es la violencia que se ejerce sobre ellas una razón
simplemente política o tiene que ver con que están incursionando
en un ámbito que no es el que supuestamente “les corresponde”?
¿Es igual la violencia que se ejerce contra las mujeres políticas que
la que se ejerce contra los hombres? ¿Cuál es el significado para otras
mujeres cuando ven las agresiones que sufren sus congéneres que
han incursionado en la política?
Los derechos humanos de las mujeres son también derechos de par-
ticipación política y no sólo como electoras, sino en las representa-
ciones; es decir, tienen el derecho a ser elegidas. La política tiene
ciertos simbolismos y significados que la han acompañado duran-
te muchos años. Aun cuando las mujeres participen en ella, es un

En 1975 se celebra en México el Año Internacional de la Mujer y se proponen


4

algunos cambios legislativos que mejoren la condición de la mujer como ciudadana.


Y en 1979 se aprueba la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer, la CEDAW. En el movimiento internacional y na-
cional de las mujeres reclamando sus derechos, como lo ha señalado Adrianne Rich,
hemos visto que los hombres se han vuelto peligrosos para la vida de los seres vivos,
incluyendo mujeres y niños, y ellos mismos. Adrienne Rich, Sobre mentiras, secretos y
silencios. Barcelona, Icaria Antrazyt, 1983.
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 61

campo de acción significativamente masculino. Las creencias socia-


les, los modelos mentales, las estructuras y estrategias de los ámbi-
tos cognitivos y el sentido común, en suma la ideología,5 le han otor-
gado un espacio a lo femenino y transformarlo aun cuando sea por
las propias necesidades humanas, que se presentan cada día, nos si-
túa en un momento de transición donde el ejercicio de la violencia
es una de las coerciones cotidianas que se aplican a las mujeres para
ahuyentarlas de la arena política.

LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES

Son muchas las muestras que se tienen para corroborar la agresi-


vidad contra las mujeres: los asesinatos no esclarecidos de Ciudad
Juárez, la ciudad de México y Oaxaca. La discriminación en la toma
de decisiones, la violencia doméstica. La discriminación en el mo-
mento de solicitar trabajo, cuando a muchas se les pide el certifi-
cado médico de ingravidez.
Ciertamente la violencia se aprende. Hombres y mujeres, cuan-
do crecen en un hogar donde impera la violencia, aprenden a rela-
cionarse con ella; sin importar la clase social, aprenden a golpear
o a recibir los golpes como si fuera algo natural y no lo es. Las con-
secuencias son que en muchos hogares impera el miedo. Hijas, hijos
y la esposa obedecen al padre no por un pensamiento razonado
sino porque le tienen miedo, porque la forma en que ha impuesto
su autoridad es a golpes. Y si la familia es el núcleo último de la es-
tructura social, esto que sucede en el hogar se proyecta a nivel de
estado y en el caso que voy a relatar a los municipios de Oaxaca.
La violencia se vuelve una enfermedad; un padecimiento con-
tagioso destruye la personalidad de los infantes y de las personas
en general. Para quien sea que la sufra es necesario recibir un tra-
tamiento y trabajar las causas, analizarlas y transformarlas para que
no se continúe contagiando. En algunas ocasiones hay quienes
piensan que pegarle a las mujeres y a los hijos es una forma de edu-

5
Teun van Dijk, Ideología: una aproximación multidisciplinaria. Barcelona, Gedi-
sa, 2000.
62 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

carlas, que el significado de ser hombre es ser un golpeador. Así se


han formado las mentalidades de hombres y mujeres.
Si bien las denuncias han sido muchas y es un tema que aquí se
está tratando, no dejan de ser sorprendentes los casos que narran
las protagonistas.6

LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES POLÍTICAS

Las mujeres que participan en la política además son estigmatiza-


das como poco femeninas. Cuando se analiza la historia del siglo XX,
se encuentra que son pocas las mujeres en el mundo que llegan a ser
cabezas de estado. Una de ellas fue Indira Gandhi, hija de Mahat-
ma Gandhi, el pacifista hindú que luchó por la independencia de
la India y a través de una negociación con el Imperio británico la lo-
gró en 1947. Un año más tarde fue asesinado. Indira, su hija, tam-
bién, sin buscarlo, se vio envuelta en la violencia política de su país
y en los jardines de su casa fue asesinada por sus enemigos políticos,
en noviembre de 1984.
¿Quién no recuerda a Margaret Thatcher? Ella fue apodada la
“Dama de Hierro”, este epíteto al que nos acostumbraron los me-
dios de comunicación se debió a su firmeza, a su forma de resolver
los conflictos, pero también había un trasfondo en esta manera de
nombrarla. Estaban todas las ideas de lo que es una dama y de có-
mo debe ella responder a todas las situaciones, es decir, debe ser
armónica, dulce y fácil de convencer. El hierro es un metal duro y
una dama es una persona gentil y suave, de ahí que hay una con-
tradicción, al hablar de la “Dama de Hierro”. Y así, una de dos, o
ella no tiene las características de una dama o el metal es débil. Co-
mo más bien es lo primero que lo segundo, hay un mensaje entre
líneas que alude a que esa fuerza no era lo típico del ideal de una
dama. El análisis de lo que significó ese nombre, que no es el pro-

Afortunadamente hay grupos de hombres que trabajan precisamente con hom-


6

bres violentos, para que logren desaprender lo aprendido dentro de los hogares vio-
lentos y entender el origen de su violencia. Colectivo de Hombres por Relaciones
Igualitarias, A. C. (Coriac).
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 63

pósito de este ensayo, podría llevarnos a encontrar una ideología


que confronta los espacios políticos masculinos con los femeninos.
Los medios de comunicación, en su momento, proyectaban las for-
mas de pensar de sus dueños y empleados, sus creencias, describían
y prescribían situaciones donde las mujeres que incursionan en la
política se veían involucradas aun cuando no fueran, según ellos,
propias de su sexo. En fin, son formas de una crítica velada porque
se están rompiendo “los modelos cognitivos” de la ideología que
prevalece sobre lo masculino y lo femenino.7
En México, las mujeres que han estado en el poder como Go-
bernadoras o Secretarias de Estado, Griselda Álvarez, Beatriz Pa-
redes, Elba Esther Gordillo,8 Rosa Luz Alegría, Silvia Hernández
y Rosario Robles,9 también fueron violentadas por los medios de
comunicación por el hecho de ser mujeres. El caso más sonado re-
cientemente, el año pasado, fue el de Rosario Robles, quien fuera
gobernante del Distrito Federal y luego se la involucró con el caso
fraudulento de Ahumada, quien difundió unos videos donde da-
ba dinero a algunos líderes y facilitadores políticos del Partido de la
Revolución Democrática (PRD), y que en el juego político fueron
un instrumento que terminó golpeando duramente a quien fuera la
Jefa del Distrito Federal. De todos los involucrados ella fue la más
atacada. A ella se la acusó de todo por el hecho de haber sido “débil
emocionalmente”. Se la acusó de lo indecible por ser una fuerza
política, se le tendió una trampa y toda su historia, sus triunfos, lo
que logró antes para las mujeres parecería que se olvidó.10 Los me-
dios se ensañaron con ella, los hombres y mujeres de izquierda, salvo
raras excepciones, se tragaron la píldora y la agredieron también.

7
T. van Dijk, op. cit.
8
En el momento de revisar este texto, la maestra Elba Esther acaba de publicar
un comunicado en el periódico La Jornada, del miércoles 31 de agosto de 2005, don-
de da cuenta de su relación con Roberto Madrazo, y se llama “Creo en el valor abso-
luto de la verdad, creo en México”. Elba Esther ha sido otro personaje político estig-
matizado por la prensa.
9
Sabina Berman y Denise Maerker, Mujeres y poder. México, Raya en el Agua,
2000.
10
Ver periódicos Milenio, La Jornada y El Universal del 13, 14 y 15 de marzo de
2004.
64 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

La lucha por el poder dentro del PRD jugó un papel importante


en todo esto. Su historia, como la de cualquier político, tuvo acier-
tos y errores, pero con ella no hubo misericordia.11
La relación de las mujeres y el poder, y cómo se proyecta en los
medios de comunicación, no es el tema de esta presentación. Sin
embargo, sería importante que se investigara. Propondría utilizar
el método que Teun van Dijk utilizó en su análisis crítico del Dis-
curso.12 Es posible que este ejercicio nos diera nuevos elementos
sobre las múltiples formas de describir y prescribir, de los medios de
comunicación, los supuestos espacios femeninos y masculinos en el
discurso y la discriminación que hacia las mujeres se genera en los
mismos.

LOS SISTEMAS DE ELECCIÓN EN OAXACA

En Oaxaca existen dos sistemas de elección popular: uno es el que


se rige por partidos políticos, como en todo el país, y el otro que se
rige por un sistema llamado de Usos y Costumbres. Tradicional-
mente ha existido una organización política en las comunidades y
municipios donde las personas, para elegir a sus representantes, lo
hacen por asambleas. Esto se realizaba sin que aparentemente hu-
biera conflicto con las leyes nacionales; el Gobierno asumía y res-
petaba esta forma de organización. En 1995 se reglamentó esta
participación y se reconoció en la constitución.13 De los 570 muni-
cipios del estado de Oaxaca existen 418 que se rigen por el sistema
llamado de Usos y Costumbres.

11
Su defensa fue el libro autobiográfico: Rosario Robles, Con todo el corazón: una
historia personal desde la izquierda. México, Plaza & Janés, 2005.
12
T. van Dijk, Racismo y análisis crítico de los medios. Barcelona / Buenos Aires /
México, Paidós, 1997.
13
Durante el periodo de gobierno de Heladio Ramírez López se realizaron varias
reformas para incluir los derechos indígenas. Decreto Número 86, publicado en el
Periódico Oficial Extra, del 29 de octubre de 1990. Transitorios, artículo segundo. Las
adiciones y reformas en los artículos 1, 2, 8, 12, 16, 18, 20, 23, 28, 59, 62, 67, 75, 79,
80, 94, 108, 113, 151, 152 y 164. Los artículos 25, 39, 90 bis y 150 quedaban pendientes
de cambiarse cuando la Legislatura aprobase las reglamentaciones correspondientes.
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 65

Como lo he señalado en otro artículo hablando de los cambios


que se dan en el estado de Oaxaca para reconocer los derechos de
los pueblos indígenas:

A partir de 1990 queda abierta una puerta de reformas a la Consti-


tución. Cuando en 1992 Diódoro Carrasco Altamirano14 inicia su
gobierno, se llevan a cabo otros cambios y adiciones a la constitución
y además se presenta ante el Congreso del estado una propuesta de
iniciativa de Ley de Derechos de los Pueblos y Comunidades Indí-
genas del Estado de Oaxaca. Y es en este tenor que el artículo 16 de
la constitución ahora establece: se reconocen los sistemas norma-
tivos internos de los pueblos y comunidades indígenas así como
jurisdicción a las autoridades comunitarias de los mismos. La ley re-
glamentaria establecerá los casos y formalidades en que proceda la
jurisdicción mencionada y las formas de homologación y convali-
dación de los procedimientos, juicios, decisiones y resoluciones de
las autoridades comunitarias.15

En el Titulo Segundo del Orden Público, el artículo 25 señala:


“La ley protegerá las tradiciones y prácticas democráticas de las
comunidades indígenas que hasta ahora han utilizado para la
elección de sus Ayuntamientos”.
Las reformas y adiciones a la constitución se inician en 1990 y
continúan hasta 2001. Desde la expedición de la constitución en
1922, no se habían registrado cambios sustanciales a la Carta Mag-
na,16 ahora muchos de éstos tienen que ver con el reconocimiento del
sistema de usos y costumbres de los pueblos indios. Como sostén
y apoyo a estas reformas se realizaron varias consultas, encuentros y
diálogos con líderes de comunidades indígenas, 99 % de ellos va-
rones”.17

14
Diódoro Carrasco Altamirano, Gobernador del estado de Oaxaca, 1992-1998.
15
Oaxaca, Compendio de Legislación Electoral. Oaxaca, Instituto Estatal Electo-
ral, 2001.
16
Idem.
17
Margarita Dalton, “Las mujeres y el poder político. Zapotecas, chinantecas y
mestizas: Presidentas municipales en el istmo de Tehuantepec, Oaxaca”, libro en
preparación, Procesos políticos, cultura política y movimientos sociales en el istmo. Den-
tro del proyecto Istmo del CIESAS y del Conacyt.
66 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

LOS CASOS REGISTRADOS DE AGRESIÓN


A PRESIDENTAS MUNICIPALES POR LOS
PARTIDOS POLÍTICOS

A continuación presentaré sintéticamente cuatro casos de mujeres


Presidentas municipales, por el sistema de partidos políticos, que
han sufrido violencia. Las elecciones para Gobernador en Oaxaca
de 1986 fueron muy controvertidas. Y en ellas aparecen varias líde-
res, mujeres políticas que se enfrentan a situaciones de conflicto po-
lítico exacerbado.18 Gloria Altamirano asume la presidencia de Tla-
colula (1991-1992)19 cuando el Presidente electo pide un permiso
por motivos de salud; en situaciones de conflicto intenso la salud se
deteriora. Gloria es una mujer valiente, militante priísta y pertene-
ciente a una familia de comerciantes. Le toca gobernar dos años, en
una situación de conflicto continuo y al final de su mandato, dos días
antes de las elecciones para Presidentes municipales, el 6 de no-
viembre de 1992, es balaceada en la puerta de su casa por cuatro
hombres que la dejan al borde de la muerte. Los titulares de los
periódicos decían: “Cobarde atentado sufrió la Alcaldesa de Tlaco-
lula: cuatro gatilleros la hirieron de seis balazos”; “A punto de en-
frentarse perredista y priístas”; “Fue atacada cuando llegaba a su
domicilio; ingresó grave al Seguro Social”.20
No se aclara bien el origen del atentado ni quiénes fueron los au-
tores intelectuales del mismo. Lo cierto es que dos días después del
atentado, el 8 de noviembre de 1992, el PRI gana las elecciones.
El atentado queda impune, nunca se encuentra a los culpables,
se apresa a algunos, pero luego se les suelta por falta de pruebas.

18
Isidoro Yescas Martínez, Política y poder en Oaxaca. Oaxaca, Dirección de Co-
municación Social del Gobierno del Estado, 1991. (Col. Tintero nocturno)
19
Por la efervescencia política que existía en Tlacolula, en las elecciones de 1989
se vuelven a presentar conflictos durante las elecciones. Después de las mismas,
Hilario Méndez del PRI es reconocido, por el Congreso local, como Presidente en
noviembre de 1989. Pero no lo acepta la oposición del FUDT (Frente Único Demo-
crático de Tlacolula), y el PRD, nuevamente, se apodera del Palacio Municipal du-
rante todo 1989 y parte de 1990. Después de 15 meses en la Presidencia, a finales de
1990, Hilario se separa de la Presidencia Municipal por motivos de salud.
20
Diario Noticias, sábado 7 de noviembre de 1992, p. 8a.
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 67

Otro caso fue el de la primera Presidenta municipal de la región


del istmo, Rosario Villalba Couder, de Ixtepec (1996-1998). Esta Pre-
sidenta fue agredida duramente por los medios de comunicación, se
mofaban de ella, le pusieron apodos y la insultaron, usaron la in-
juria como una arma política. “Chayo Pachangas” la llamaron y la
acusaron de todo, sólo porque uno de los grupos priístas que tra-
dicionalmente habían estado en el poder no estaban de acuerdo con
su candidatura y los partidos de oposición, principalmente el PRD,
la descalificaban para ganar las próximas elecciones. Una vez que
ganó, con una de las votaciones más altas de ese municipio, se ini-
ciaron otras estrategias de injurias y violencia verbal por los medios
de comunicación: radio y prensa. También recibió amenazas de
muerte y acusaciones falsas, temía por su vida y la de sus hijos. Sus
enemigos más violentos fueron personas de su propio partido, por-
que ella decía que gobernaba para todos y así trató de ejercer su
cargo.
Los prejuicios contra la capacidad e inteligencia de las mujeres
surgen como armas de combate en las caricaturas de los diarios
regionales.

Yo creo que nosotras las mujeres somos un punto principal como


los hombres, yo nunca menosprecio al varón, al contrario, yo digo,
el esfuerzo del varón también es grande, pero que también ellos nos
den nuestro lugar para que nosotras sigamos con más ganas de
trabajar, yo noté que cuando a mí me atacaban de porque era mu-
jer, me ponían las orejas de burro, o sea ser una mujer que no enten-
día. Muchas veces nosotras las mujeres, aunque entendemos, no
olvidamos la sensibilidad de mujeres y vemos a todos como el hijo,
como el amigo, el hermano.21

Otro punto de ataque es cuando las mujeres hacen obra pública.


¿Cómo es posible que una mujer haga algo que los hombres Pre-
sidentes anteriores no hicieron. “En Ixtepec se construyó un puen-
te de más de cuatro millones de pesos, era necesario para unir a
cinco barrios del pueblo porque en épocas de lluvia, los que ahí

21
Entrevista con Rosario Villalba el 8 de junio de 2000.
68 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

vivían, no podían cruzar el río. Y cuando se enfermaban, cuando


morían no podían recibir atención médica por estar aislados, tu-
vieron que hacer un panteoncito ahí cerca de los lugares donde
ellos podían tener acceso en épocas de lluvia”.22
Cuando la construcción del puente se exacerbaron las reacciones
contra ella. La acusaban de que si se estaba robando el dinero, de
que si las cosas estaban mal hechas, “de todos los argumentos que
buscaban para atacarme y se daban a conocer había respuestas
satisfactorias. En cuanto a la rendición de cuentas y todo, ahí esta-
ban los papeles, no había motivo, excepto que estábamos en víspe-
ras de las elecciones”.23
Otro caso parecido fue el de Adelina Rasgado Escobar, Presidenta
de Asunción Ixtaltepec (1999-2001), quien a los pocos días de ha-
ber tomado posesión de su cargo, en 1999, fue asaltada en su casa
por un grupo de oposición y golpeada. Amenazaron con matarla en
frente de sus hijas.24 Ella fue aconsejada de no poner una demanda
ante el juzgado por haber sido, según dice ella misma, violencia por
motivos políticos. Sin embargo, la intimidación violenta, el asalto
en su casa, las amenazas personales, no se hubieran manifestado de
igual modo si ella fuera un hombre; sucedió de esta manera porque
ella era mujer.
La primera agresión no fue la única. A los pocos meses, al no
aceptar lo que los mismos integrantes de su partido le pedían con
respecto al manejo de los recursos, le tomaron el Palacio Municipal
y ya no la dejaron ejercer su presidencia desde el palacio, tuvo que
hacerlo desde su casa, situación que no impidió que tuviera un
buen desempeño y actuara a favor de los problemas más apremian-
tes de su municipio.
En el estado de Oaxaca los partidos de oposición se han coloca-
do como una fuerza política alternativa en algunas regiones, tal es
el caso de la región mixteca. Ahí fue Presidenta municipal Ramona
González, en el municipio más grande de la región, Huajuapan de

Idem.
22

Idem.
23

24
Su testimonio quedó proyectado en el video que produje: Adelina, Presidenta,
basado en mi investigación y realizado por Julia Barco. CIESAS, 2003.
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 69

León (2001-2004). En las elecciones fue suplente del candidato a


la Presidencia Municipal por el Partido Acción Nacional (PAN).
Cuando gana el candidato del PAN, es impugnado por el Partido
Revolucionario Institucional, aludiendo que no cumplía con los
requerimientos legales y por tanto no puede tomar posesión. Ra-
mona, como suplente, tuvo que ejercer el cargo. Ser mujer y Presi-
denta de un municipio con 54,000 habitantes y de un partido opo-
sitor al del Gobernador del estado es una tarea difícil, sobre todo si
se le suma el hecho de ser agredida constantemente por la prensa, so-
bre malos manejos, tráfico de influencias, etcétera. En el caso de Ra-
mona, además se utilizaron otros medios de intimidación. Le tocó
que un grupo de integrantes del Frente Indígena Oaxaqueño Bi-
nacional por primera vez en la historia del municipio le tomaran
el Palacio Municipal, con peticiones según ella “absurdas e impo-
sibles de resolver por la Presidencia de Huajuapan”, querían su re-
nuncia, pero ella no cedió.25
En los medios de comunicación, en otra ocasión, la acusaron de
“abrir burdeles”. Siendo ella una persona muy católica sabían que
esto le iba a herir. Y todo porque Ramona, en un afán de limpiar la
ciudad y desenmascarar la hipocresía permanente, cuando se dio
cuenta que había negocios que aparecían como loncherías pero
que en realidad ahí ejercían la prostitución varias mujeres, los obli-
gó a que se registraran en el Ayuntamiento como lo que eran, para
que las mujeres tuvieran su cartilla de sanidad y que los dueños de
esos negocios pagaran los impuestos correspondientes al Ayunta-
miento.26 Construyó un bulevar periférico en Huajuapan. Para esta
construcción el Gobierno había prometido apoyar la inversión, sin
embargo, el dinero al final del sexenio no llegó. No obstante la obra
se terminó y se inauguró a tiempo, gracias a la transparencia en el
uso de los recursos.
Los tres partidos con mayor representación en Oaxaca, PRI, PAN
y PRD, han tenido mujeres candidatas a presidencias municipales

25
Su testimonio quedó proyectado en el video que produje: Ramona, Presidenta,
basado en mi investigación y realizado por Julia Barco. Frente Chatino, Fundación
Ford y CIESAS, 2005.
26
Entrevista con Ramona González, 11 de septiembre de 2004.
70 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

y algunas han ganado. Tal es el caso de Delfina Guzmán, Presiden-


ta municipal de Jamiltepec (2001-2004); fue candidata del Partido
de la Revolución Democrática y ganó las elección. También se vio
agredida de múltiples formas. Llegó a la Presidencia con una ex-
periencia personal y política muy dolorosa, pues frente a ella y a su
hijo habían asesinado a su marido unos años antes. Su esposo, un
abogado reconocido y recto, había sido un líder interesado en apo-
yar a los campesinos pobres en su lucha contra los caciques. Así que
cuando ella llega a la Presidencia trae también la herencia política
de su esposo. Es amenazada por la oposición, en este caso viejos ca-
ciques del PRI, y hostilizada durante todo su mandato. Aquí el
problema lo tuvo también en un principio con sus propios regido-
res, quienes, como ella dice: “pensaban que por ser mujer y hablar
suavecito no se tenía el carácter para gobernar y no tenían porque
hacer lo que yo decía... entonces tuve que hablar fuerte”.27
Su obra pública mayor fue el mercado municipal. Obra que
significó un gran trabajo, dedicación, inversión y esfuerzo colecti-
vo. La hizo con la anuencia del Gobernador; el Gobierno del esta-
do aportaría una mezcla de recursos, así se lo habían prometido las
autoridades durante el primer año de su mandato. Pesé a que las úl-
timas y significativas aportaciones del Gobierno estatal nunca llega-
ron, gracias a la transparencia en el uso de los recursos logró termi-
narlo e inaugurarlo al final de su mandato. Al cambiar el Gobierno
municipal, gana las elecciones el Partido Revolucionario Institu-
cional y su actitud fue oponerse a que el mercado fuera utilizado,
cortó el agua, cortó la luz y suspendió los servicios. De esta forma
ha boicoteado el uso de ese mercado. En este caso una vez más la
obra pública que representa el trabajo de una Presidenta es cuestio-
nada por motivos políticos y boicoteada doblemente28 por parte del
Gobierno al no entregarle los recursos que se habían prometido,
y por parte del Presidente municipal que la sucedió sin importar
el dinero que ha costado y la posibilidad de que ésta pueda repre-
sentar una mejora en los servicios que el municipio otorga a la po-
blación.

27
Su testimonio quedó proyectado en el video que produje: Delfina, Presidenta,
basado en mi investigación y realizado por Julia Barco. CIESAS, 2003.
28
Por ser mujer y por ser de un partido de oposición.
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 71

PRESIDENTAS POR EL SISTEMA LLAMADO


“DE USOS Y COSTUMBRES”

Como señalé al inicio de este ensayo, en Oaxaca las elecciones se


realizaban en las comunidades indígenas por medio de asambleas.
Antes de ser reconocido este sistema dentro de la Constitución de
Oaxaca hubo Presidentas municipales electas de esta forma.
Empezaré por el caso de Macrina Ocampo, indígena chinante-
ca, quien fue Presidenta de San Juan Lalana (1986-1989). Llega a
la Presidencia Municipal en un momento de conflicto en su comu-
nidad. Según cuenta se encuentra en el grupo que defendía la pose-
sión de un polígono de tierras comunales contra los terratenientes
de Veracruz que se habían aliado con algunos oaxaqueños. A los
chinantecos, que defendían sus tierras comunales, les habían per-
seguido y con cualquier pretexto encarcelado para levantarles un ex-
pediente judicial y de esta manera impedir que llegaran a la Presi-
dencia Municipal. Fue en ese momento que la comunidad se fijo
en ella y decidió elegirla como candidata a Presidenta municipal,
con la anuencia del Gobernador del estado. Aun cuando su elección
fue en una asamblea comunitaria, el PRI negoció con los comune-
ros para que se registrara como candidata de este partido. Según el
relato de Macrina:

[...] me entregué a la lucha con mi pueblo al lado de mis compañe-


ros en 1981, lo hice después de tantos años de ver a mis compañeros
perseguidos, por los pistoleros, por guardias blancas de los caciques,
huyendo al monte. Desde chica yo veía que mis padres, y todos los co-
muneros chinantecos, eran perseguidos, eran encarcelados, eran
asesinados, despojados, desalojados. Me desesperé, porque enton-
ces yo crecí con esa represión, crecí con ese atropello, crecí con esa
intimidación. Yo no hablaba nada el español, no podía decir ni una
palabra en español y con la desesperación de ver la represión de los
pueblos chinantecos, pues tuve que batallar. Ahora sí, pues, a tra-
vés de golpes, [...] a través de... ahora sí podemos decir, a chingada-
zos yo aprendí las palabras de español.29

29
Entrevista con Macrina Ocampo el 26 de junio de 2001.
72 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

El poder es cosa de hombres y así se lo hicieron saber los caciques


de Veracruz a Macrina. Ella no estaba casada, no tenía el compro-
miso de cuidar de sus hijos y marido. Contra todo lo que se espera-
ba de un grupo indígena, en 1986 los chinantecos la eligen para que
represente a su comunidad y sea su candidata a la Presidencia Mu-
nicipal. Cuando finalmente es electa y ratificada su elección por
las autoridades del Gobierno de Oaxaca llegó la hora de recibir:

[...] yo recibí el cargo el 15 de septiembre a las 12 del día, como es


la costumbre chinanteca. Recibí el cargo con un techo, con cuatro
paredes, sin ni un banquito, sin ni una hoja, sin ni un lápiz para
escribir..., el anterior Presidente municipal había saqueado, se
había llevado todos los archivos, todos los muebles, todo, todo lo
que hay en un municipio. Entonces yo recibí el poder sin nada, las
máquinas de escribir, los archiveros, inclusive con archivos, basto-
nes del mando, todo se habían repartido a unas cuantas gentes, las
sillas, las mesas que ocupamos como escritorio, todo.
[...]
Entonces, yo pedí al Gobierno del estado a que se recuperara to-
dos los archivos, por lo menos los archivos. Yo le dije al Gobierno del
estado, por lo menos los archivos, eran papeles, eran antecedentes
de los antepasados, ¿no? Porque ahí había papeles desde los abue-
los, abuelo de los abuelos, di muchas vueltas para que me escucha-
ran... Entonces era difícil llegar, no había camino. Me oyeron, el Di-
rector Jurídico de Gobierno de aquel entonces entró en avioneta y
se pudo recuperar una parte de los archivos y los muebles ya no se
recuperó. Los bastones de mando se recuperó pero incompleto, unos
ya quebrados y así no era.30

Se recuperan los bastones de mando, “pero incompleto, unos ya


quebrados”, y Macrina dice “y así no era”. Quienes hemos visitado
las comunidades de Oaxaca hemos visto el peso simbólico que
tienen los bastones de mando. Ellos simbolizan la autoridad, son
recipientes del respeto y del poder. Por eso cuando Macrina dice
“así no era”, lo que está diciendo es así no era la costumbre, así no
era la tradición. Pero la tradición y la costumbre tampoco eran que

30
Entrevista con Macrina Ocampo el 27 de junio de 2001.
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 73

una mujer llegara a la presidencia. Los bastones de mando siempre


habían sido utilizados por hombres. Ésta era la primera vez que se
le tenían que entregar a una mujer. Concebir la idea de que fuera
una mujer la que tomara el mando del municipio, aún cuando tu-
viera el apoyo del Gobierno estatal, tuvo como respuesta que se que-
braran los bastones de mando. Siendo los bastones o varas de mando31
símbolos de tanto respeto y de autoridad, no se puede pensar que
fue accidentalmente que estuvieran rotos, sino más bien que ahí ha-
bía un mensaje. Dentro de las concepciones tradicionales, dentro
de una ideología patriarcal, esto tiene un significado simbólico.
El caso de Macrina no termina con la Presidencia. Ella sigue sien-
do una líder y después de casi 10 años de haber sido Presidenta mu-
nicipal la vuelven a perseguir y la secuestran. La meten a la cárcel
acusándola de abigeato, pero en realidad se temía que pudiera vol-
ver a la Presidencia Municipal de San Juan Lalana, como no había
pruebas la sueltan pero como ella dice: ahora ya tiene un expedien-
te de antecedentes penales, lo que la invalida para un puesto de elec-
ción popular.
La violencia tiene muchas formas, una de ellas es la que ejercen
los mismos representantes del Gobierno que piensan que “las
mujeres en política” son negociables. Tal es el caso de las Presiden-
tas por usos y costumbres en Oaxaca. Por lo que ellas cuentan de
alguna manera u otra, casi todas, en un momento, dado han sido
presas de estas negociaciones.
Herminia López Juárez fue Presidenta de San Pedro Molinos
(2001-2002). Ella es una profesora que llega a la Presidencia de su
pueblo una vez que se retira de la enseñanza primaria. Es propues-
ta por las mujeres del pueblo y es aceptada en una asamblea.
Al llegar a la Presidencia encuentra que hay una serie de malos
manejos por parte de las autoridades anteriores. Uno de los ex Pre-
sidentes es su propio hermano. Al querer Herminia aclarar las cosas
en una asamblea del pueblo es golpeada frente a todos los asisten-
tes por su hermano. Ella levanta una demanda y él busca el apoyo
de las autoridades gubernamentales para deponerla. Encuentra una

31
Carmen Cordero Avendaño de Durán, La Vara de Mando: costumbre jurídica en
la transmisión de poderes. Oaxaca, H. Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez, 1997.
74 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

buena acogida por parte de algunos funcionarios, y después de un


complot bien tramado, se le pide su renuncia. Los que piden su
renuncia acuden a las autoridades en Oaxaca, quienes en vez de ir
a comprobar de que se trata, creen en las acusaciones y apoyan a
los demandantes por razones políticas. Herminia es obligada a re-
nunciar a su cargo. La violencia que se ejerce contra Herminia es
muy grande, la insultaban, se burlaban de ella y la amenazaron
de muerte.
Otro caso similar es el de la arquitecta Tomasa León Tapia, llega al
municipio de Santiago Yolomécatl para ser Presidenta de 2001 a 2004.
El pueblo la elige por ser profesionista, por estar relacionada con
la Secretaría de Obras Públicas en Oaxaca y por venir de una fami-
lia de maestros respetados en ese municipio. Sin embargo, en el año
2002 se ve obligada a renunciar porque integrantes de su propio
cabildo la acusaron “de abuso de autoridad” y otras acusaciones
poco sólidas. En el fondo lo que había es que ella insistió siempre
en que los recursos debían utilizarse exclusivamente y en su totali-
dad para las obras del municipio y no podían haber dispendios ex-
tras ni manejos de dinero por parte de los regidores, que todo debía
ser transparente y se debían rendir cuentas al pueblo. Los que se
molestaron porque así no era la tradición, acudieron a presentar
sus acusaciones al congreso. Era un momento coyuntural en vís-
peras de elecciones. “[...] me acusaron y vine a Oaxaca, expuse mis
motivos, mis razones, los invité a que fueran al pueblo, al munici-
pio a ver la obra que se estaba llevan a cabo. Que vieran si yo me es-
taba quedando con el dinero, que revisaran mi contabilidad, que me
hicieran la auditoría correspondiente y que yo no tenía nada que
temer. Entonces en ese lapso de dos meses se llevaron a cabo varias
visitas”.32
La diputada local Sofía Castro fue a hablar con la comunidad,
a investigar que tan ciertas eran las acusaciones y se dio cuenta que
no tenían fundamento, que la mayoría del pueblo apoyaban a
Tomasa, que estaba trabajando bien y que eran sólo unos cuantos
del cabildo los que se oponían a su gestión. Sofía comunicó al
congreso sus hallazgos sugiriendo se apoyara a la Presidenta mu-
32
Entrevista con Tomasa León Tapia el 21 de abril de 2005.
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 75

nicipal porque estaba haciendo un buen trabajo, pero ya para ese


momento la arquitecta, ante las presiones, prefirió renunciar “para
no dividir al pueblo”.
El problema era la obra pública. El mercado que se estaba constru-
yendo era una obra monumental. Había conseguido los recursos de
todas partes. Y, “la verdad, no podían aceptar que la obra de una
mujer luciera tanto. ¿Cómo era posible que ella hiciera lo que las au-
toridades anteriores no habían hecho?” Esos sentimientos no estaban
en el plan pero se convirtieron en el motor que los obligó a actuar.
Lo que los ex Presidentes y ex Alcaldes del pueblo no podían
permitir es que la obra pública de una mujer luciera más que la de
ellos. Tomasa había aplicado los recursos del municipio en el mu-
nicipio y había utilizado sus relaciones públicas para gestionar apo-
yos. Se había movilizado a la ciudad de México a pedirles también
a sus paisanos radicados en la capital apoyo económico para que
se pudiera construir el mercado. Su gestión habían sido un éxito y
por eso estaba por terminar el mercado. En el momento de su re-
nuncia, las personas electas como autoridades suplentes deciden
con picos y marros ir a destruir físicamente lo que ella había impul-
sado como una de las necesidades más acuciantes del pueblo. Los
que la depusieron se apresuraron a demoler, a destruir físicamen-
te con picos y marros el mercado y a botar toda la inversión que ahí
se había realizado. Sin importar cuánto dinero se había invertido en
él, ni lo que podía significar el mismo para la población.
El caso de la maestra Gema Abigail Morán Morales, Presidenta
municipal de San Pedro y San Pablo Tequistepec (2001-2004), es
uno donde también se presentó la violencia por parte de las auto-
ridades, en esta ocasión del Congreso del estado.
Gema había trabajado como maestra de escuelas primarias por
muchos años, combatiente en las luchas por la educación y promo-
tora cultural, siempre se destacó. Este caso tiene algunos puntos de
contacto con los anteriores en cuanto a que su liderazgo está basa-
do en su desarrollo personal. Como maestra se destaca desde 1979
creando un coro de niños mixtecos que gana el primer lugar en un
concurso de coros en el estado. En 1996 gana el Premio de la Juven-
tud Indígena. Regresa a la población con muchos triunfos y es se-
ñalada por haberse destacado en un trabajo continuo que había redi-
76 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

tuado en beneficio de la población mixteca. Es reconocida por el


Consejo de Ancianos, por los caracterizados y la población en ge-
neral. Y son ellos quienes la postulan como candidata a la Presi-
dencia Municipal.
En su municipio algunas personas vinculadas a partidos políticos
no la quieren porque no la encuentran útil para las negociaciones po-
líticas de las elecciones que se aproximan y las articulaciones del
poder se mueven a nivel local y estatal. Así que pese a ser elegida
como Presidenta municipal por una asamblea, donde estuvieron
presentes para apoyarla los antiguos Presidentes municipales, los
tatamandones y los caracterizados del pueblo, y a pesar de ser un
municipio reconocido por las autoridades estatales como de “usos
y costumbres”, antes de asumir la Presidencia tiene el primer esco-
llo político.
[...] estábamos en la víspera de la toma de posesión, aquí se acostum-
bra que cuando se toma posesión se da de comer a todas las agencias,
a todos los que acuden. Ya teníamos la res que se iba a matar y todo
eso, cuando me hablan de la Cámara de Diputados y me dicen: “si
no incluye a dos gentes de ese grupo no va a haber toma de pose-
sión”. Pero por qué, digo, si el pueblo ya nombró a quien nombró,
ya nombró a su ayuntamiento, pues dice, el mismo diputado del
PRI33 que según nos apoyaba, me dice: “Si no haces lo que te dicen
no vas a tomar posesión”.34
Cuando la Presidenta comenta esto con la gente del pueblo, con
los caracterizados y ancianos, le dicen: “pero por qué, si nuestro
municipio no es por partidos políticos sino por ‘usos y costumbres’”.
Y ahí empiezan las tensiones entre el gobierno de Abigail y el Con-
greso del estado encabezado por Juan Díaz Pimentel.
Según narra la profesora Abigail, parecería que se había reali-
zado una negociación entre el líder del Congreso del estado y un
grupo político vinculado al PRD y relacionado con otros grupos
políticos en la ciudad de México, como el de la Loba, aquella líder
de los ambulantes que se vio involucrada en un asesinato. Estas con-

Se refiere al diputado Mayolo Vázquez Guzmán.


33

Entrevista con la Presidenta municipal de San Pedro y San Pablo Tequistepec


34

el 12 de septiembre de 2004.
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 77

certacesiones se habían hecho a espaldas de Abigail Morán Morales.


Bajo estas circunstancias inicia sus actividades como Presidenta mu-
nicipal.
A los pocos meses de su Presidencia, sin estar ella enterada, se
inician desde el Congreso una serie de trámites para quitarla de la
Presidencia. Se publica la suspensión provisional de la Presidenta
de San Pedro y San Pablo Tequistepec el 31 de mayo del 2003 en
el Periódico Oficial. Cuando Abigail finalmente se entera, se incon-
forma e inicia un proceso legal ante el Congreso. Presentan pruebas
que demuestran la falta de elementos para que tenga efecto la sus-
pensión provisional de la Presidencia, por lo que el Departamento
Jurídico de la Cámara elabora un nuevo dictamen para la restitución
de los derechos constitucionales de quien legalmente era la Presi-
denta municipal de Tequistepec, pero a este proceso se “le dan lar-
gas” por otros asuntos políticos, al parecer, más importantes en ese
momento.
El contexto político en que se movió el caso de esta Presidenta
fue el de las elecciones de 2004, las más discutidas en el estado en
los últimos cincuenta años, y el control político que se ejerció desde
la Cámara de Diputados a favor del PRI fue ilimitado. Las nego-
ciaciones entre los partidos fueron turbias y entre otras cosas apa-
rentemente acordaron para sus fines políticos deponer a la Presi-
denta de San Pedro y San Pablo Tequistepec. La forma de tratarla
fue insidiosa, con mentiras y engañándola como si fuera una “po-
bre mujer miedosa e ignorante”, cuando en realidad ella como líder
había demostrado su valía, en varios frentes. En una de sus últimas
visitas al Congreso cuenta que tuvo la siguiente conversación con
el Presidente de la Cámara:
[...] fui a hablar con Juan Díaz, hemos ido muchas veces en una de
tantas que fui con la gente. Me dijo, mira, maestra, deja ese pueblo.
¿Qué tanto te interesa? Déjalo, yo te voy a dar una Delegación de
Gobierno, vente aquí a la Cámara, te voy a dar un puesto bueno y a
tus campesinos les voy a regalar dos tractores, ¿que más quieres, eh?
Le dije, mire doctor, yo no vine a vender a mi pueblo, ni vine a nego-
ciar, ni vine por cargos, vengo a defender la voluntad del pueblo.35

35
Idem.
78 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

Y me dice luego:

Se imagina usted que yo me venga muy tranquila a la Delegación,


cómo dejo a mi gente ahí, que ella es la que me nombró. No, esto no
se trata de ganar puestos o de adquirir algo económico para mí, se
trata de defender nuestras tradiciones, nuestras costumbres, se ima-
gina, le digo: Ahorita que en mi poder podríamos decir se generó
ese desorden porque ustedes lo permitieron, si ustedes hubieran
actuado con justicia, señor [hubiera dicho]36 la maestra no debe
nada se le restituye como me habían dicho y hasta ahí quedó.

Como no pudo comprar a la maestra con los tractores ni con la


Delegación de Gobierno, entonces hubo la táctica del miedo y
la amenaza velada, le dijo:

Dice: “Pero ya ves que nosotros cuidamos tu seguridad”, le digo,


mire, ustedes denme lo que me corresponde, de la seguridad de allá
me encargo yo, no pasa nada, yo sé que no pasa nada, pues no ten-
go miedo, yo sé que no me matan porque no. No va a ser así, aquí
lo vienen a espantar, yo no sé qué tanto se preocupa usted de mí,
preocúpese del pueblo, le dije. Y entonces dijo, no, bueno, bueno
ya se va arreglar. Así nomás me trajeron y así estamos...37

No fue el Congreso quien arregló la injusticia que se había co-


metido al desconocer en el Periódico Oficial la Presidencia de Mo-
rán Morales. Abigail, quien pertenece a la Red Nacional de Mujeres
Presidentas Municipales, acudió a esta organización, la cual deci-
dió impugnar la decisión del Congreso del estado de Oaxaca ante
la Suprema Corte de Justicia de la Nación, misma que resolvió su
reinstalación inmediata como autoridad municipal, por no existir
elementos para mantenerla fuera del cargo. Así que fue restituida
y Trinidad López Herrera, Secretaria Ejecutiva de la Red, visitó la
mixteca para confirmar la restitución de Abigail Gema.38 La Presi-
denta de San Pedro y San Pablo Tequistepec, la maestra Abigail Ge-

Los corchetes son míos.


36

Entrevista con la Presidenta Abigail Gema Morán Morales, 12 de septiembre


37

de 2004.
38
Periódico Noticias, viernes 17 de diciembre de 2004, p. 15 A.
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 79

ma Morán Morales, con su coraje, tenacidad y lucha, no quiso


dejar de pelear y venció. La violencia legal que contra ella se ejerció
fue muy grande, pero con la solidaridad de otras mujeres y su tena-
cidad pudo vencerla.

CANDIDATAS Y PRESIDENTAS ASESINADAS

La violencia contra las mujeres que se animan a ser Presidentas


municipales no es nueva. En la transición, en los momentos de
álgida confrontación, las mujeres han sido incluso asesinadas para
evitar sus actividades en la política. Se puede decir que también los
hombres han sufrido asesinatos, sin embargo, la violencia contra
las mujeres, la forma en que son asesinadas, considero, tiene rasgos
diferentes.
En Miahuatlán, el 4 de agosto de 1986, se mata a una líder po-
lítica muy reconocida en la región. Si bien ella era priísta, se había
acercado mucho a la gente de izquierda, a los partidos de izquierda
y a las causas populares. Muchos priístas tradicionales caciques
de la región no la veían con buenos ojos. En los encabezados de
los diarios del día siguiente se lee: “Ex candidata a munícipe de Mia-
huatlán acribillada a balazos por un sujeto”.39 El asesinato no se
aclara y la noticia sigue todo el mes, hay desplegados y marchas de
protesta en la ciudad de Miahuatlán y Oaxaca. La coyuntura polí-
tica y la resistencia a que una mujer asuma el mando se conjugan
en ocasiones como en ésta y la eliminación de la candidata es el
resultado de una política interna de conflicto al interior del PRI y un
rechazo a que sea una mujer quien gobierne. Su asesinato es muy
similar al atentado que sufrió tres años después la Presidenta mu-
nicipal de Tlacolula. Nunca se aclararon los móviles del crimen, se
dijo que fue obra de los caciques de Miahuatlán que estaban re-
lacionados con el narcotráfico.
A las mujeres que alzan la voz, a quienes participan y quieren de-
mostrar que se puede hacer otro tipo de política, las callan de múl-
tiples maneras. A veces de forma cruel y sangrienta, como es el caso

39
Periódico Imparcial, 5 de agosto de 1986.
80 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

de Guadalupe Salinas, candidata del PRD en las elecciones del año


2004 a la Presidencia Municipal de San José Estancia Grande, en la
Costa de Oaxaca, quien fue asesinada por el Presidente municipal
saliente y quien aún se encuentra prófugo.40 Fue un asesinato con
alevosía, premeditación y ventaja. Alevosía porque el asesino no se
escondió sino que se deseaba que todo mundo supiera que él era
tan fuerte y poderoso que podía cometer un asesinato y seguir im-
pune. Premeditación porque no fue un encuentro casual, él la
andaba buscando y la encontró en la clínica del pueblo; entró a este
lugar lleno de mujeres y niños en su gran mayoría y la mató frente
a los ojos de todos. No fue casual. Ventaja, porque era la máxima
autoridad del municipio y por tanto, como dijeron los policías, “¿có-
mo íbamos a detenerlo si era el Presidente?”
Si bien la violencia física es una constante, la psicológica ha es-
tado presente contra todas las Presidentas municipales. No hay una
sola que no me haya dicho que ha recibido anónimos diciéndoles:
“Te vamos a matar si no te quitas del camino”, “Cuida a tus hijos
porque los pueden atropellar”, “Tal vez sufras un accidente de trá-
fico” o, recientemente, “quieres quedar agujereada como Lupita”.
Todas las entrevistadas han padecido estas amenazas anónimas, cosa
que con anterioridad a su incursión en la política jamás les había
sucedido. Quienes los envían creen que por su situación las muje-
res son débiles y temerosas, que pueden reaccionar favorablemente
a quien lo envió, es decir, renunciar a sus puestos; casi todas me han
dicho que en algún momento difícil pensaron renunciar, pero no
lo hicieron.

REFLEXIONES FINALES

Considero que la violencia contra las mujeres que se animan a rom-


per viejos esquemas y a participar en la política se ejerce desde mu-
chos espacios. Uno de ellos, el más impresionante, es el que se da
al interior de los círculos del poder. Las mujeres son tratadas de for-
ma condescendiente por parte de los políticos, de forma paterna-
40
Periódico Noticias.
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 81

lista considerando a la mayoría con poca capacidad y poco inteli-


gentes, cuando en realidad es lo contrario. Piensan que fácilmente
pueden ser engañadas y si son de un partido de oposición al gober-
nante en el estado se las engaña, se les ponen trampas diciendo que
se va a dar un recurso, cuando no es así. Se asume que no podrán
con el paquete económico y la obra pública y que caerán por su
propio peso. De esta forma se les ofrecen recursos para realizar
obras de gran envergadura, pero éstos no son entregados en su to-
talidad. El objetivo es que las obras queden inconclusas, que se
culpe a la mujer gobernante por incapaz, al partido de oposición
por haberla seleccionado y que de esta forma, para la siguiente
elección, mermen los votos para ese partido. Ante esta perversidad
las necesidades de los pueblos y la confianza que se puede tener ha-
cia las mujeres gobernantes se ven violentadas. Cuando a pesar de
todo las obras, como el bulevar de Huajuapan, o el mercado de Ja-
miltepec, se terminan exitosamente, entonces se buscan otros me-
dios para boicotear a las ex Presidentas.
La violencia contra las mujeres en el campo de la política se pre-
senta porque:

1) Se considera a la política como un campo exclusivo de los


hombres; tradicionalmente lo ha sido.
2) Algunos hombres en la política aceptan a una mujer como
Presidenta porque se considera que las mujeres son débiles
y por tanto fáciles de manipular. Cuando esto no resulta así
se rompen los esquemas tradicionales. Como resultado se
crean tensiones y luego agresiones.
3) El miedo es parte del aprendizaje de ser mujer, de ser feme-
nina. A las mujeres se les ha enseñado que los peligros que
las acechan son muchos y que ellas debe temer y obedecer.
Por todos estos supuestos se considera que es fácil asustar a
una mujer y que ella de esta forma acepte lo que se le pide o
abandone el cargo.
4) La ideología, como creencias sociales, modelos mentales,
valores, conciencia, identidad y cognición social en las co-
munidades para las mujeres y su vida cotidiana significa una
identidad femenina cuyo deber principal es proteger a su fa-
82 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

milia, hijos, padres, esposos, y se conciben a sí mismas como


las guardianas del honor de la familia.
5) Porque las mujeres quieren cambiar las cosas y hay la posibi-
lidad de que lo logren por tal motivo son un peligro. Quieren
manejar los recursos de una forma más transparente, usualmen-
te son más honradas y quieren hacer las cosas bien, luchan
contra la corrupción y tienen menos compromisos y desco-
nocen algunos aspectos de la política tradicional.
6) La Presidencia Municipal es el puesto político más importan-
te del municipio y las mujeres nunca antes habían estado en
esa posición; cuando por primera vez una mujer es Presiden-
ta municipal y hace bien su trabajo y su obra queda de mani-
fiesto; entonces, los ex Presidentes se sienten amenazados en
su prestigio y no quieren que destaque la obra de una mujer.
Es una competencia nueva la que se presenta en la política
porque las mujeres apenas empiezan a incursionar en este
campo.

En ocasiones, por la violencia que la política representa muchos


y muchas piensan que no es para las mujeres. Sin embargo, para
que la democracia sea efectiva es necesario la participación de todos
y todas.
Para una verdadera democracia las mujeres deben participar en
política con igualdad de condiciones y la representación en los Con-
gresos debe reflejar las estadísticas demográficas, cosa que todavía
no se logra. Para que esto se logre hay que prevenir la violencia.
Hay que prevenir las situaciones de violencia que contra las mu-
jeres se ejerce cuando están en cargos políticos y cuando aspiran a
ellos.
PROPUESTA DEL MOVIMIENTO
DE MUJERES INDÍGENAS PARA ERRADICAR
LA VIOLENCIA

Sra. Concepción Hernández,


Comisión de Derechos Humanos
y Laborales del Valle de Tehuacán

1. LLAMADOS DE ATENCIÓN

Cero avance en derechos humanos de mujeres indígenas

El 13 de agosto de 2003, Clara Jusidman, consultora en Desarrollo


Social y ex funcionaria del Gobierno del Distrito Federal, declaró
a Lourdes Godínez, de Cimac Noticias, que los derechos humanos
de las mujeres indígenas mexicanas no han registrado ningún avan-
ce en muchos años.
Jusidman, que trabajaba entonces en la elaboración de un diag-
nóstico sobre la situación de los derechos humanos de las mujeres
mexicanas para el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los
Derechos Humanos y el Gobierno federal mexicano, dijo que casi
cuatro millones de mujeres indígenas mexicanas viven en total
desamparo, sin acceso a la justicia, educación, salud, vivienda y
alimentación adecuada, lo que viola sus derechos humanos.
Para la experta, no ha habido avances en materia de derechos
humanos para las indígenas pues son discriminadas por los pres-
tadores de servicios de salud, carecen de instancias de defensa y pro-
tección de sus derechos y no tienen asesoría legal en caso de ser vio-
lentadas en la familia.
Las mujeres indígenas están totalmente desamparadas, enfatizó,
no tienen acceso a la tierra ni a activos productivos pues los hombres
prefieren dejárselos a sus hijos u otros familiares.

[83]
84 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

Esterilizaciones forzadas

Abusan de ellas en los servicios de salud, donde las esterilizan sin


consentimiento, situación que está ligada con la perversa idea de
fijar metas a los médicos de las clínicas rurales sobre el número
de esterilizaciones que tienen que realizar, metas impuestas desde
las áreas centrales, dijo.

Llamado a erradicar la violencia contra las mujeres

El 30 de junio de 2005, Louise Arbour, Alta Comisionada de las


Naciones Unidas para los Derechos Humanos, de visita en nuestro
país, dijo que México debe establecer un compromiso más serio
para erradicar la violencia contra las mujeres y garantizar los dere-
chos de las poblaciones indígenas.
“Hay dos sectores donde tenemos que comprometernos más se-
riamente en México, estoy pensando en los derechos de las pobla-
ciones indígenas y en el problema de la violencia contra las muje-
res”, manifestó en conferencia de prensa conjunta con el canciller
Luis Ernesto Derbez.
La Comisionada consideró que la ratificación de tratados inter-
nacionales en materia de derechos humanos, así como la reciente
eliminación de la pena de muerte, demuestran la voluntad del Go-
bierno mexicano para atender los derechos humanos, pero afirmó
que no basta con suscribir esos instrumentos, sino que se requiere tam-
bién su correcta aplicación.
En el caso de las mujeres indígenas, dijo, “no me queda la menor
duda de que la ratificación de tratados no atiende las necesidades
de estos grupos tan vulnerables”, y consideró que el Gobierno me-
xicano debe reconocer la necesidad de atender los problemas de
violencia y el acceso a la distribución de la riqueza para la población
marginada.
“Son temas que deben atenderse de manera seria y puedo ase-
gurar que seguiremos trabajando con todos los sectores de la socie-
dad civil para empujar estos temas desde el gobierno”, anticipó la
Comisionada.
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 85

2. LAS RESPUESTAS

El Movimiento de Mujeres Indígenas en México

En Chiapas ha habido un proceso muy importante de análisis de


la situación de las mujeres, el cual ha tenido gran impacto en todas
las mujeres indígenas del país, organizadas o en proceso de orga-
nizarse. En Chiapas, sólo en 1994 se realizaron dos convenciones
estatales de mujeres; en 1995 una Primera Convención Nacional de
Mujeres y, a fines de ese año, las mujeres indígenas participan con
sus propuestas en los diálogos de San Andrés que terminan en 1996.
Con el levantamiento zapatista, en enero de 1994, se dio a cono-
cer también la Ley Revolucionaria de Mujeres Zapatistas, de 1993.
El contenido del documento marca un hito en la lucha de las mu-
jeres indígenas, porque a partir de entonces se intensifican los pro-
cesos organizativos.
Primero: Las mujeres, sin importar su raza, credo, color o filiación
política, tienen derecho a participar en la lucha revolucionaria en
el lugar y grado que su voluntad y capacidad determinen; Segundo:
las mujeres tienen derecho a trabajar y recibir un salario justo; Ter-
cero: Las mujeres tienen derecho a decidir el número de hijos que
pueden tener y cuidar; Cuarto: Las mujeres tienen derecho a par-
ticipar en los asuntos de la comunidad y tener cargo si son elegidas
libre y democráticamente; Quinto: Las mujeres y sus hijos tienen
derecho a atención primaria de salud y alimentación; Sexto: Las
mujeres tienen derecho a la educación; Séptimo: Las mujeres tienen
derecho a elegir su pareja y a no ser obligadas por la fuerza a con-
traer matrimonio; Octavo: Ninguna mujer podrá ser golpeada o
maltratada físicamente ni por familiares ni por extraños. Los delitos
de intento de violación serán castigados severamente; Noveno: Las
mujeres podrán ocupar cargos de dirección en la organización y
tener grados militares en las fuerzas armadas revolucionarias; Dé-
cimo: Las mujeres tendrán todos los derechos y obligaciones que
señalan las leyes y reglamentos revolucionarios. Ley Revoluciona-
ria de las Mujeres Zapatistas.

Excepto el artículo primero y los dos últimos, los contenidos de


la ley, son precisamente las reivindicaciones de las mujeres indíge-
86 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

nas en general. Esta ley reivindica derechos humanos —civiles y


políticos, económicos, sociales y culturales. El derecho a ocupar
cargos en la organización, a ejercer sus derechos, a que sea respe-
tada su integridad física, la salud y la educación, participar en los
asuntos de la comunidad, elegir marido, no ser maltratadas, etcé-
tera. A partir de 1994, las mujeres indígenas han desplegado im-
portantes acciones de articulación de planteamientos locales, hacia
la conformación de un movimiento nacional amplio.

Los Acuerdos de San Andrés Larráinzar y las mujeres indígenas

En el proceso de paz y dentro del marco de la Ley de Concordia y


Pacificación, el EZLN y el gobierno acordaron realizar cuatro mesas
de diálogo, cuyos acuerdos, una vez consensuados por las partes,
se convirtieron en compromisos (hasta ahora incumplidos por el
gobierno).
La primera Mesa de Diálogo sobre Derechos y Cultura Indíge-
na, realizada en tres fases, entre octubre de 1995 y febrero de 1996,
tiene como resultados los Acuerdos de San Andrés. En los diálogos
participan decenas de mujeres indígenas procedentes de muchos lu-
gares del país que ahí precisan sus demandas: cambio del modelo
económico; reformas al artículo 27 de la Constitución y a su ley re-
glamentaria; derecho a la tierra; desmilitarización de las regiones
indígenas; cese a la represión; derecho a superar la pobreza; derecho
de las comunidades a que sus decisiones sean respetadas; el fin del
partido de Estado; creación de un fondo para desarrollo; represen-
tación política en la Cámara de Diputados y en la de Senadores, lo
mismo que en todos los gobiernos municipales y en ejidos y comuni-
dades; derecho a ser consultadas; derecho a la autonomía; derecho
a cambiar la costumbre cuando ésta lastime a las mujeres; derecho a
la educación y a contar con medios necesarios para estudiar, como
becas; que la violación en zonas de conflicto se tipifique como cri-
men de guerra; que se garanticen los derechos laborales de las in-
dígenas, y que se establezca una defensoría para las mujeres indí-
genas.
De las cuatro Mesas de Diálogo convenidas por las partes, sólo cul-
minó la arriba indicada. La segunda, sobre justicia y democracia, se
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 87

interrumpió al llegar a la segunda fase. Los únicos y primeros —los


Acuerdos de San Andrés, sobre Derecho y Cultura Indígena— no
se han cumplido, pues a pesar de que el actual Presidente del país,
a diferencia del anterior, sí presentó al Congreso de la Unión una
iniciativa de reforma constitucional, que contenía prácticamente
intacta la iniciativa formulada por la Comisión de Concordia y Pa-
cificación (Cocopa), basadas en los Acuerdos de San Andrés, los
Legisladores desvirtuaron totalmente su contenido y aprobaron una
reforma constitucional que dejó fuera el núcleo de las reivindica-
ciones indígenas: reconocimiento a la autonomía y de los pueblos in-
dios como sujetos de derecho. Igual suerte corrieron los derechos es-
pecíficos de las mujeres indígenas.

Las mujeres indígenas plantearon sus demandas


ante el Congreso de la Unión

El 1 de diciembre de 2000, al asumir el cargo de Presidente de Mé-


xico, Vicente Fox expresó su voluntad de resolver el conflicto en
Chiapas. El EZLN exigió el cumplimiento sólo en parte, sin que
esto impidiera la respuesta positiva del EZLN, cuya comandancia
salió de Chiapas en los primeros meses del año 2001 y viajó por una
buena parte del país, acompañado de miembros del Congreso Na-
cional Indígena, organizaciones sociales y periodistas. A su paso, el
EZLN recibió el respaldo y la aclamación jubilosa de miles de me-
xicanos. El objetivo de la marcha era dialogar con el Poder Legis-
lativo respecto de la iniciativa comentada. La comparecencia de la
comandancia en la Cámara de Diputados fue un logro, pues mu-
chos Legisladores se negaban a permitirle el acceso al recinto. Ahí
habló la comandante Esther de los derechos de las mujeres indíge-
nas, lo mismo que María de Jesús Patricio, del Congreso Nacional
Indígena.
Los Acuerdos de San Andrés incluyen las reivindicaciones más
importantes del movimiento de pueblos y mujeres indígenas y ex-
presan el consenso logrado en el más importante diálogo nacional
celebrado hasta ahora.
El proceso de discusión de los derechos indígenas y de los dere-
chos de las mujeres indígenas continúa. Se han creado instancias de
88 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

articulación de las organizaciones de mujeres indígenas desde las


cuales se discuten estos derechos en talleres y encuentros, como lo
informaron en la reunión del Congreso Nacional Indígena —oc-
tubre de 1996— mujeres de Chiapas, Oaxaca, Hidalgo, San Luis
Potosí, Veracruz, Puebla, Estado de México y Guerrero. Ellas,
durante los seis meses anteriores, discutieron los derechos de las
mujeres y prepararon una propuesta de reforma al artículo 4o. de
la Constitución. A este respecto cabe recordar que desde los años
setentas se incluyó en la Constitución Federal el artículo 4o. de la
declaración de igualdad entre hombres y mujeres. Ahí quedó todo,
pues no se reglamentó en alguna ley secundaria la forma en que se
instrumentaría esta igualdad. Por esto, el proceso descrito en este
párrafo se dirigió en ese sentido: definir en la Constitución cuáles
son los derechos de las mujeres indígenas.

El nulo cumplimiento de los derechos contenidos


en leyes y tratados

Hay muchos problemas cuando las mujeres queremos que los


derechos se cumplan. Siempre hay una razón para no escuchar las de-
nuncias. Las propias autoridades comunitarias se niegan a atender
y escuchar, más difícil es ser atendidas por las autoridades del go-
bierno. Imponen conciliaciones injustas la mayoría de veces.
Ante estos obstáculos muchas mujeres prefieren guardar silencio.
En los casos en que son atendidas, no hay eficacia, por eso prefieren
desistirse de la acción emprendida, ya que por una parte se teme al
denunciado y por otra, si el marido es encarcelado, se teme el tener
que trabajar para mantener a sus niños, por lo que muchas veces,
las agraviadas terminan por otorgar el perdón o rogarle a la auto-
ridad que saquen al marido de la cárcel.

No siempre hay justicia, luego no le creen por ser mujer y le dicen,


anda vete, que te vuelva a pegar y regresa ya golpeada a ver si de ve-
ras. O a veces los maridos pagan para callarlas o huyen porque no
lo encuentran ya, hay mucha violencia en las familias. Cristina
López, Xiloxochico, Cuetzalan, octubre 2002.
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 89

Hay datos de autoridades comunitarias que también ponen


encima de las mujeres una conciliación que las daña. A la denun-
cia de una señora golpeada por su marido hasta hacerla abortar, el
marido comparece ante la autoridad y acepta los cargos en su con-
tra, pero se disculpa porque incurrió en esa conducta por haber
tomado alcohol. El Juez de Paz acuerda:
Seguirán viviendo juntos en santa paz. Él se compromete a pagar
las curaciones a la partera y a no volver a maltratar a su esposa, y ella
deberá atenderle como debe ser y obedecerlo en las decisiones de
él o de otra forma decidir entre ambos. Además se nombrará un
aval para que vigile su comportamiento durante seis meses (Acta
del Juez de Paz de San Miguel Tzinacapan, Puebla, 22 de agosto,
1994 en Beatriz Martínez y Susana Mejía Flores, 1997).

Este asunto de los golpes y malos tratos es muy común. Para un


agente del Ministerio Público es algo sin importancia, que no ame-
rita iniciar actas, mucho menos consignar el caso. Para una autori-
dad comunitaria es algo que se resuelve igual, con un llamado de
atención. Entonces ¿dónde se hace justicia a las mujeres indígenas?
En el mismo lugar —Tzinacapan—, donde hay una Comisión
de Derechos Humanos con mayoría indígena, se ven distintos pun-
tos de vista sobre las mujeres casadas. A preguntas de Beatriz Mar-
tínez y Susana Mejía, arriba citadas, un representante de esta Co-
misión enlista las obligaciones de una esposa:
[...] atender al esposo y si está trabajando en el campo, a las siete o
a las seis ya le deben tener preparados sus alimentos, y si no le da
tiempo de comérselos, se los lleva; debe tener aseada la casa, porque
supuestamente ella es la que se queda; a los niños prepararlos y
mandarlos a la escuela, preparar todo lo que es necesario en la casa,
lavar ropa y moler. Eso es lo principal. Claro que muchas veces la
mujer también se presta a dar sus servicios del hombre y va a traer
leña, y también a cortar café, va a fertilizar la milpa, a limpiar café,
o sea todo. Éstos son servicios del hombre pero muchas veces la
mujer también los hace.

Otro integrante de Takachiualis informa sobre los derechos de


la esposa:
90 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

Una esposa tiene derecho a opinar, a decidir conjuntamente con el


esposo, y a tener todo lo que debe tener una mujer: vestido, alimen-
to, medicina, a practicar su costumbre, a visitar a sus familiares, a
sus amigas, a hablar con quien ella quiera. Porque hasta eso, luego
les impiden visitar a sus familias, se ponen celosos los hombres has-
ta porque platican con sus amigas. Pero claro, todo esto va cam-
biando; ahora ya es otra generación. La de nuestros padres era una
cosa, ahora ya lo vemos diferente, es otra generación y también va
cambiando.

Los actos de violencia contra las mujeres, hay que dejarlo muy
claro, no son exclusivos del mundo indígena. La violencia afecta a
mujeres de todas las clases y sectores. Hay una visión algo racista
en personas y grupos que aunque simpatizan con los y las indíge-
nas, subrayan mucho la existencia de la violencia a las mujeres como
características del mundo indígena. Sí existe la violencia y es un pro-
blema serio, pero ni es exclusivo del mundo indígena ni es predomi-
nante en éste.
Es importante buscar soluciones dentro y fuera de las comuni-
dades. Nuestro reto es trabajar para no permitir esa violencia, para
dejar de considerarla como natural y para exigir la falta de atención de
las autoridades de la comunidad y del gobierno. Avanzar en esto es
nuestra tarea. Así como nos preocupa e indigna la violencia en las
comunidades indígenas, también deben indignarnos la violencia con
las que autoridades indígenas reprimen a mujeres indígenas que
se dedican al comercio ambulante: “A doña Pompeya le fue re mal,
hasta la metieron a la cárcel y la golpearon, nos echaban gas en la cara,
nos tiraban nuestras cosas que vendemos. Además, pues creen los
alineadores que a las mujeres indias nos pueden tratar como quie-
ran” (Benita Santos, Chapulco, Puebla).
Las compañeras promotoras de la organización CADEM, de
Cuetzalan, Puebla, han hecho un programa de capacitación con va-
rias sesiones. La primera trata el tema Ideología y práctica en delitos
cometidos contra mujeres indígenas (violencia doméstica); la se-
gunda aborda Las costumbres y nuestros derechos como mujeres, y
la tercera revisa Los derechos humanos de las mujeres indígenas. Es
importante la conclusión de este último taller: “que los instrumen-
tos legales son sólo escritos fríos, que proclaman la igualdad de de-
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 91

rechos entre hombres y mujeres, pero que en las implicaciones y


distancia entre el discurso y la práctica del ejercicio de estos dere-
chos se encuentra un gran reto para la sociedad, el cómo llevarlos
a la práctica...”
La alternativa que plantean las autoras del programa está en la
SORORIDAD (hermandad, ayuda mutua) entre mujeres y el resto
de la sociedad, con respuestas colectivas, reformando las organiza-
ciones y los espacios de obtención de poder de las mujeres, un
poder alternativo, democrático, contrario la “poder de los otros”.
CADEM nos recomienda que al final del taller hagamos estas
preguntas: ¿Qué podemos hacer nosotras para que se nos respeten nues-
tros derechos y vivamos dignamente?; ¿Podemos apoyarnos en nuestras
costumbres, para eliminar el maltrato y el abuso? ¿Cómo implementar
propuestas de ley y procedimientos que efectivamente las protejan?
También recomiendan que en las alternativas se consideren as-
pectos relacionados con la renovación de las mujeres y la autoesti-
ma, la identificación con las demás, para poder llegar a propuestas
de defensa colectiva, y de cuestionamiento a usos y costumbres.
Las propuestas descritas van en la línea del empoderamiento, pues
llenarnos de fuerza, decidirnos a cambiar y a que nos den otro trato
y nos hagan justicia, es algo que debe salir de nosotras mismas, lue-
go de entrenarnos en conocer nuestros derechos, desarrollar más
nuestra autoestima, ser solidarias, defendernos colectivamente y,
desde luego, también cuestionar y echar abajo las costumbres que
nos afectan.
El problema no es que no haya ley o convenios internacionales
ni autoridades comunitarias. El problema es que las autoridades dis-
criminan a las mujeres y que las mujeres no exigimos lo suficiente que
nos tomen en cuenta, que estamos muy acostumbradas a no querer-
nos y no hemos aprendido a reconocer nuestra propia dignidad.

Los malos tratos en las instituciones de salud

El gobierno implementa programas de salud en los que se hace par-


ticipar a las mujeres en pláticas y asistencia a las consultas. El prin-
cipal programa —Progresa (Programa de Educación, Salud y Ali-
mentación, ahora llamado Oportunidades)— pone como requisito
92 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

para que las mujeres tengan acceso a sus beneficios, que asistan a
pláticas sobre control natal, y de no cumplir, se les niega el servicio.
Asisten porque es una obligación, pero las pláticas no tiene efecto
importante en su vida, más allá de recibir sus despensas y becas de
alimentación.
El acceso a otros niveles de atención es más difícil por la distan-
cia y porque los hospitales de campo atienden a varios municipios y
siempre están saturados y sólo cubren cuatro especialidades: gas-
troenterología, pediatría, ginecología y medicina interna. No atien-
den todos los casos de infecciones crónicas, el tercer nivel es inacesi-
ble. El INI apoyaba a hombres y mujeres enfermos que necesitaban
atención de tercer nivel. Había un albergue en la ciudad de México
donde podían hospedarse y contaba con camioneta para el traslado
diario a los hospitales. Este servicio desapareció y con la descen-
tralización que se impuso, los y las enfermas indígenas deben cu-
rarse en sus regiones, donde, como vimos, ni hay cupo ni atención
a todos los casos. Contrasta con esto la disposición de los hospitales
de campo para esterilizar a las mujeres indígenas. Este servicio no
se niega, al contrario, del hospital sale un vehículo que va a la co-
munidad donde varias mujeres ya fueron convencidas para esteri-
lizarse y son trasladadas al hospital para este efecto, a ningún otro
paciente se le va a traer a su comunidad.
Los médicos de la UMR maltratan a las mujeres, sólo cuando quie-
ren nos atienden. No dan buenas medicinas. Luego hasta nacen
los bebés en el baño, o si van solas, sin su marido, no les hacen caso
(Gabriela Sánchez Coello. Ocotlamani, Puebla).

En el hospital general de Coxcatlán las atienden mejor si van con


sus esposos, si no, las tratan mal (Ofelia Martínez Romero. Palita,
Coxcatlán).

Los derechos de los pueblos indígenas

Sabemos que el Estado mexicano, como cualquier otro Estado,


opondrá resistencia para efectuar ese reconocimiento, pues existen
intereses económicos muy fuertes sobre las tierras y territorios in-
dígenas. La Organización Mundial del Comercio, el Tratado de
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 93

Libre Comercio con América del Norte, el Plan Puebla Panamá y


la anunciada constitución del Área de Libre Comercio de las Amé-
ricas constituyen un gran peligro para los recursos de los pueblos
indígenas. Es evidente que a las corporaciones transnacionales y a
los gobiernos que las apoyan no convenga encontrar la resistencia
de pueblos indios con derechos reconocidos.
Para recordar las dificultades de ese reconocimiento, vemos que
los Estados no tienen voluntad. Así lo ilustra el Proyecto de Declara-
ción Universal de los Derechos Indígenas, que sigue sin aprobarse
luego de discutirse durante 16 años. En febrero de este año, reunidos
en Ginebra representantes de pueblos indígenas, se inconformaron
porque no hubo avances en el proceso de aprobación. Marcelino
Díaz, mexicano, señaló: “los Estados objetan todos los artículos y
nos hemos cansado de decir que hace falta voluntad política”, agre-
gó: “los Estados siempre ofrecen reconocer derechos individuales,
cuando éstos ya están incluidos en la Declaración Universal y otros
instrumentos. En siete años últimos, sólo han sido acordados dos de los
45 artículos del Proyecto de Declaración” (Eduardo Tamayo, 2002).
En este caso, algunos Estados habían intentado redactar por su
cuenta algunos artículos alternativos, lo que causó gran disgusto. Los
Estados objetaron mucho el reconocimiento de los derechos colec-
tivos que contiene el artículo 6 del proyecto.
En el sistema interamericano, desde hace unos 13 años, un gru-
po de trabajo tiene a su cargo el proyecto de Declaración America-
na de los Derechos de los Pueblos Indígenas que, igual que el pro-
yecto de Naciones Unidas, sigue sin aprobarse, además de que no
tiene consenso.
Al respecto, el Decenio de las Naciones Unidas para los Pueblos
Indígenas del Mundo nos sumamos a la propuesta formulada por
la CONAIE* y por muchas organizaciones indígenas, en el sentido
de que en el año 2004, cuando concluya este periodo, la Asamblea
General de las Naciones Unidas debe aprobar el proyecto de De-
claración Universal sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y
con una Conferencia Mundial sobre Pueblos Indígenas. Una apro-

* Documento: Derechos Humanos y Derechos Indígenas para la Cumbre Con-


tinental de Mujeres Indígenas. Ecuador, 2002. Mecanografiado.
94 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

bación de este proyecto representará un importante logro para el


movimiento indígena internacional, dentro del cual estamos las
mujeres.
El Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países In-
dependientes, adoptado en 1989 por la Conferencia Internacional
del Trabajo, reconoce a los indígenas ante la normatividad internacio-
nal y como “miembros de una comunidad nacional”. Es relevante
el reconocimiento que el Convenio hace de los indígenas, de des-
tinatarios de políticas a sujetos activos con autonomía de la volun-
tad para participar en ellas y la estrecha relación indígenas —medio
ambiente y derecho a la tierra y al territorio.
Este Convenio reconoce a los pueblos indígenas como sujetos
de derecho, es decir, como sujetos colectivos ante el derecho inter-
nacional. Los estados temen que este reconocimiento signifique
que los pueblos indígenas puedan reivindicar el derecho a la auto-
determinación, pero el mismo texto establece los límites: “la utili-
zación del término ‘Pueblo’ en este Convenio no deberá interpre-
tarse en el sentido de que tenga implicación alguna en lo que atañe
a los derechos que pueda conferirse a dicho término en el derecho
internacional”.
El Convenio 169 reconoce la particular contribución de los pue-
blos indígenas y tribales a la diversidad cultural de la humanidad
y a la cooperación y comprensión internacionales, y establece para
los Estados parte su obligación de reconocer y proteger los valores
y prácticas sociales, culturales, religiosas y espirituales propios de
dichos pueblos... la integridad de los valores, prácticas e institucio-
nes de esos pueblos (art. 5) y la importancia de las actividades tra-
dicionales en el mantenimiento de la cultura de dichos pueblos
(art. 23-1).
Es importante subrayar que el Convenio 169 reconoce a los pue-
blos indígenas como descendientes de los pueblos originarios, por
lo que conservan sus propias instituciones sociales, económicas,
culturales y políticas, o parte de ellas (art. 11.1b) y tengan concien-
cia de su identidad (art. 1.2) y diferencia.
Al mismo tiempo que reconoce la diversidad, el Convenio 169
reconoce que los indígenas son sujetos iguales, en base a la univer-
salidad de los derechos humanos, pues es cierto que en muchas partes
del mundo los pueblos indígenas no pueden gozar de los derechos
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 95

humanos fundamentales en el mismo grado que el resto de la po-


blación de los Estados en que viven (preámbulo del Convenio).
En efecto, el artículo 3o. consagra la igualdad de los sujetos a par-
tir de la universalización de los derechos: “Los pueblos indígenas
y tribales deben gozar plenamente de los derechos humanos y las li-
bertades fundamentales, sin obstáculos ni discriminaciones”; en
consecuencia, el artículo 2o. establece el deber del Estado de adop-
tar medidas que garanticen el acceso a la igualdad de los pueblos
indígenas con el resto de la población, mediante la promoción de los
derechos económicos, sociales y culturales de esos pueblos y la ayu-
da para eliminar las diferencias socioeconómicas que puedan existir
entre ellos y los demás miembros de la comunidad nacional.
La igualdad de oportunidades resultaría de la intervención activa
del Estado para acceder a una formación profesional (art. 21), a
servicios de salud (art. 25-1), a recibir educación a todos los niveles
(art. 26) y a lograr el dominio de la lengua nacional u otra oficial del
país (art. 28-2). El contenido de estos artículos garantiza, también,
que las mujeres indígenas accedan a condiciones de equidad.

Declaración del Foro Internacional de Mujeres

Nosotras, mujeres indígenas del mundo reunidas en Nueva York el


26 y 27 de febrero en el marco del Foro Internacional de Mujeres
Indígenas y en la 49a. Sesión de la Comisión de la Condición Ju-
rídica con el propósito de fortalecer nuestras capacidades, estrate-
gias y trabajo de incidencia a nuestro favor, por nuestros pueblos y
por los derechos humanos de las mujeres en todo el mundo.
Notamos que a pesar de los avances cuantitativos y cualitativos, 10
años después de la Cuarta Conferencia del Mundo sobre Mujer en
Beijing, y a la mitad de la década dedicada a lograr los objetivos de
Desarrollo del Milenio, las Mujeres Indígenas enfrentamos una
situación crítica agudizada por la militarización creciente, la vio-
lencia de género incluyendo violaciones y tráfico de mujeres dentro
de nuestras comunidades y como táctica en los conflictos armados;
y la aplicación de políticas macroeconómicas que ignoran derechos
colectivos, restringen servicios básicos, tales como agua potable,
96 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

salud y educación culturalmente apropiados, negando con ello las


instituciones indígenas y la vida de nuestros pueblos.
Hacemos un llamado a nuestros Gobiernos para que reafirmen
e implementen de forma total la Plataforma de Acción de Beijing,
con ocasión de la revisión y evaluación de su implementación, a una
década de su adopción, y se comprometan a incrementarlas medidas
para el avance de los derechos humanos de las mujeres indígenas.
Observamos con desaliento que el proceso de pleno reconoci-
miento de los derechos de los pueblos indígenas ha sido lento y, por
lo tanto, exigimos a los Gobiernos la adaptación inmediata de la De-
claración de los Derechos de los Pueblos Indígenas en la ONU.

Los Derechos de los Pueblos Indígenas son Derechos


de las Mujeres Indígenas

Afirmamos que los pueblos indígenas hemos luchado durante siglos


en contra del genocidio, desplazamiento, militarización, coloniza-
ción y asimilación forzada, preservando nuestras culturas, identi-
dades, idiomas y formas de vida como pueblos distintivos.
Reconocemos que la aplicación de políticas colonizadoras y neo-
liberales contra los Pueblos Indígenas, los ubican entre las más po-
bres del mundo, alienados de procesos políticos de toma de decisio-
nes, desconocidos por los Gobiernos y sujetos a graves y continuas
violaciones de sus derechos humanos, siendo notoria la necesidad
de la promoción y protección de los derechos humanos individua-
les de las mujeres indígenas, incluyendo el derecho y libertad funda-
mental a vivir libre de violencia.
Sostenemos que el avance de los derechos humanos de las muje-
res indígenas está intrínsecamente vinculado a la lucha para prote-
ger, respetar y ejercer, tanto los derechos colectivos de nuestros pue-
blos, como nuestros derechos como mujeres, dentro de nuestras
comunidades y a nivel nacional e internacional. Retomamos, por
lo tanto, del tercer informe del Foro Permanente sobre cuestiones
Indígenas, la recomendación de que los temas de Mujeres Indígenas
sean transversalizados en el Sistema de Naciones Unidas.
Comprobamos que el empobrecimiento, la discriminación de gé-
nero, étnica y racial, incrementan los riesgos de salud y llamamos
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 97

a los gobiernos a cumplir con los compromisos de asegurar servicios


de salud accesibles, culturalmente apropiados y de alta calidad, in-
cluyendo servicios de salud sexual y reproductiva. Hacemos un
llamado a los Gobiernos para que concierten e implementen de
forma efectiva una respuesta global contra la pandemia del VIH/
Sida, y promuevan estrategias para la prevención y tratamiento uni-
versal de enfermedades que impactan desproporcionadamente a
comunidades marginales.
Afirmamos la importancia de los derechos colectivos de los pue-
blos indígenas, incluyendo la soberanía y libre determinación, para
el ejercicio pleno de sus derechos humanos y la preservación de su
patrimonio colectivo.
Reconocemos la importancia de la resolución de Naciones Unidas
declarando la segunda Década de Pueblos Indígenas, y recomenda-
mos que en su implementación se asegure un enfoque particular
en los derechos de las mujeres indígenas.
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA:
DEL SILENCIO PRIVADO A LAS AGENDAS
PÚBLICAS

Gabriela Justiniano,
Delegada Adjunta de Programas y Actuaciones
Especiales, Defensor del Pueblo de Bolivia

Las organizaciones de derechos humanos y las instituciones como


el Defensor del Pueblo, y otras defensorías que trabajan para pro-
mover los derechos humanos de los pueblos indígenas, campesi-
nos originarios, advierten un desafío importante en la protección
y defensa de los derechos humanos de las poblaciones con mayor
riesgo y es el de:

1. Conocer en profundidad los pueblos y etnias de la región.


2. Conocer las condiciones sociales, económicas y culturales.
3. Conocer las leyes disposiciones legales normales y la aplica-
ción del Convenio Internacional 169 de la OIT.

De todo este conocimiento ver las causas que explican la triple


discriminación de la mujer indígena: por ser mujer, pobre indíge-
na y vieja, causas que apuntan a condiciones de opresión patriarcal
y a condiciones estructurales socioeconómicas de carácter neolibe-
ral donde la pobreza y extrema pobreza es la más grande de las dis-
criminaciones traducidas en la exclusión social, la violencia social,
la violencia y la violencia intrafamiliar o doméstica.
Nuestra obligación es contribuir a revertirla para que el Estado
pueda diseñar políticas públicas sociales y afirmativas.
¿Por qué políticas públicas? Para que se constituyan en políticas
del Estado con una visión incluyente e inclusiva.

[99]
100 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

Políticas públicas participativas desde el diseño y elaboración con


ese trípode de Estado, sociedad civil y organizaciones de derechos
humanos, la participación de las mujeres indígenas en particular
es de vital importancia para el diseño de las mismas.
Las necesidades sociales que hoy se expresan como demandas so-
ciales a partir de las movilizaciones indígenas y los acuerdos inter-
nacionales deben ser objetos de atención de los gobiernos y reflejan
en las políticas públicas participativas de la política de acceso e igual-
dad de oportunidades donde el derecho a la salud y a la educación
sea dado con la máxima celeridad.
Las políticas públicas participativas deben ser expresadas respe-
tando los usos y costumbres que no están reñidos con los derechos
humanos, respetando los hábitos alimentarios, la forma de mane-
jar su reproducción para los hijos e hijas, el manejo de su sexualidad
y sus criterios referente a sus derechos individuales y colectivos.
Las políticas públicas han de ser participativas con visión de géne-
ro acompañadas de otras políticas que hagan posible su ejecución.
Los componentes de una política pública participativa están en-
trelazados con la estructura y condicionantes socioeconómicos y
culturales.
Las políticas públicas dirigidas a las mujeres indígenas deben ba-
sarse en la realidad cotidiana para que se pueda empezar un pro-
ceso de reconocimiento a la ciudadanía e identidad, considerando
otras categorías como:

— Clase.
— Etnia.
— Raza.
— Género.
— Creencias religiosas.
— Medio ambiente.
— Recursos naturales.

El manejo de los recursos naturales con menor daño e impacto


al ambiente está en manos de las mujeres indígenas para que la sos-
tenibilidad de los mismos sea parte del proceso.
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 101

Las políticas públicas participativas se han de acompañar nece-


sariamente de políticas de caminos, políticas de medicamentos y po-
líticas presupuestarias con visión de género con respeto a los usos
y costumbres, que den acceso e igualdad de oportunidades para el
derecho a la salud, a la educación, a la tenencia de la tierra, partici-
pación y a la toma redecisiones y el control social para que las leyes
y políticas se cumplan.
Existen mujeres opresoras como expresión de su clase dentro de
una estructura dominante y como expresión patriarcal en otras, han
de revertir su actitud reconociendo el derecho de las mujeres tra-
bajadoras, trabajadoras del hogar que están bajo su dependencia o
cuando llega a un juzgado un caso de violencia doméstica no actúen
sesgando la ley sino ejerzan sus funciones con justicia y visión de
género.
Si queremos vencer el cerco de la violencia intrafamiliar, se debe
dar respuesta a la pobreza, a la exclusión social y, sobre todo, al
mejoramiento del acceso a la educación y a la salud para que hom-
bres y mujeres puedan, por decisión propia, cambiar la cara de
la violencia doméstica entendiendo que la violencia intrafamiliar
es un delito pero debe ser encarada en base al respeto de la mujer,
conscientes de que la violencia es contraria al desarrollo humano y
de la dignidad de las personas pudiendo constituirse el hombre pro-
tector de su compañera, de sus hijas e hijos.
Los Estados deben implementar las políticas públicas participati-
vas junto a la sociedad civil y con las instituciones nacionales hacien-
do factibles los planes y programas nacionales donde la voluntad
política se expresa en el presupuesto y en el cumplimiento y eje-
cución de las leyes y normas.
De lo que se trata es de avanzar hacia la construcción de un mun-
do mejor; “contribuyamos a construir una estructura amable donde
el hombre y la mujer se puedan amar”.
ANEXOS
INSTRUMENTOS INTERNACIONALES
CONVENIO SOBRE PUEBLOS INDÍGENAS
Y TRIBALES, 1989

La Conferencia General de la Organización Internacional del Tra-


bajo:
Convocada en Ginebra por el Consejo de Administración de la
Oficina Internacional del Trabajo, y congregada en dicha ciudad
el 7 junio 1989, en su septuagésima sexta reunión;
Observando las normas internacionales enunciadas en el Con-
venio y en la Recomendación sobre poblaciones indígenas y triba-
les, 1957;
Recordando los términos de la Declaración Universal de Dere-
chos Humanos, del Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales, del Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos, y de los numerosos instrumentos internacionales sobre
la prevención de la discriminación;
Considerando que la evolución del derecho internacional desde
1957 y los cambios sobrevenidos en la situación de los pueblos in-
dígenas y tribales en todas las regiones del mundo hacen aconse-
jable adoptar nuevas normas internacionales en la materia, a fin de
eliminar la orientación hacia la asimilación de las normas ante-
riores;
Reconociendo las aspiraciones de esos pueblos a asumir el con-
trol de sus propias instituciones y formas de vida y de su desarrollo
económico y a mantener y fortalecer sus identidades, lenguas y
religiones, dentro del marco de los Estados en que viven;

[105]
106 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

Observando que en muchas partes del mundo esos pueblos no


pueden gozar de los derechos humanos fundamentales en el mismo
grado que el resto de la población de los Estados en que viven y
que sus leyes, valores, costumbres y perspectivas han sufrido a
menudo una erosión;
Recordando la particular contribución de los pueblos indígenas
y tribales a la diversidad cultural, a la armonía social y ecológica de
la humanidad y a la cooperación y comprensión internacionales;
Observando que las disposiciones que siguen han sido estable-
cidas con la colaboración de las Naciones Unidas, de la Organiza-
ción de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación,
de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura y de la Organización Mundial de la Salud, así
como del Instituto Indigenista Interamericano, a los niveles apro-
piados y en sus esferas respectivas, y que se tiene el propósito de con-
tinuar esa colaboración a fin de promover y asegurar la aplicación
de estas disposiciones;
Después de haber decidido adoptar diversas proposiciones sobre
la revisión parcial del Convenio sobre poblaciones indígenas y tri-
bales, 1957 (núm. 107), cuestión que constituye el cuarto punto del
orden del día de la reunión, y
Después de haber decidido que dichas proposiciones revistan la
forma de un convenio internacional que revise el Convenio sobre
poblaciones indígenas y tribales, 1957,adopta, con fecha veintisie-
te de junio de mil novecientos ochenta y nueve, el siguiente Con-
venio, que podrá ser citado como el Convenio sobre pueblos indí-
genas y tribales, 1989:

PARTE I. POLÍTICA GENERAL

Artículo 1

1. El presente Convenio se aplica:

a) a los pueblos tribales en países independientes, cuyas condi-


ciones sociales, culturales y económicas les distingan de otros
sectores de la colectividad nacional, y que estén regidos total
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 107

o parcialmente por sus propias costumbres o tradiciones o


por una legislación especial;
b) a los pueblos en países independientes, considerados indíge-
nas por el hecho de descender de poblaciones que habitaban
en el país o en una región geográfica a la que pertenece el
país en la época de la conquista o la colonización o del esta-
blecimiento de las actuales fronteras estatales y que, cual-
quiera que sea su situación jurídica, conservan todas sus
propias instituciones sociales, económicas, culturales y polí-
ticas, o parte de ellas.

2. La conciencia de su identidad indígena o tribal deberá consi-


derarse un criterio fundamental para determinar los grupos a los
que se aplican las disposiciones del presente Convenio.
3. La utilización del término pueblos en este Convenio no de-
berá interpretarse en el sentido de que tenga implicación alguna
en lo que atañe a los derechos que pueda conferirse a dicho térmi-
no en el derecho internacional.

Artículo 2

1. Los gobiernos deberán asumir la responsabilidad de desarrollar,


con la participación de los pueblos interesados, una acción coordi-
nada y sistemática con miras a proteger los derechos de esos pueblos
y a garantizar el respeto de su integridad.
2. Esta acción deberá incluir medidas:

a) que aseguren a los miembros de dichos pueblos gozar, en pie


de igualdad, de los derechos y oportunidades que la legislación
nacional otorga a los demás miembros de la población;
b) que promuevan la plena efectividad de los derechos sociales,
económicos y culturales de esos pueblos, respetando su iden-
tidad social y cultural, sus costumbres y tradiciones, y sus ins-
tituciones;
c) que ayuden a los miembros de los pueblos interesados a eli-
minar las diferencias socioeconómicas que puedan existir
entre los miembros indígenas y los demás miembros de la co-
108 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

munidad nacional, de una manera compatible con sus aspi-


raciones y formas de vida.

Artículo 3

1. Los pueblos indígenas y tribales deberán gozar plenamente de


los derechos humanos y libertades fundamentales, sin obstáculos
ni discriminación. Las disposiciones de este Convenio se aplicarán
sin discriminación a los hombres y mujeres de esos pueblos.
2. No deberá emplearse ninguna forma de fuerza o de coerción
que viole los derechos humanos y las libertades fundamentales de
los pueblos interesados, incluidos los derechos contenidos en el
presente Convenio.

Artículo 4

1. Deberán adoptarse las medidas especiales que se precisen para


salvaguardar las personas, las instituciones, los bienes, el trabajo,
las culturas y el medio ambiente de los pueblos interesados.
2. Tales medidas especiales no deberán ser contrarias a los deseos
expresados libremente por los pueblos interesados.
3. El goce sin discriminación de los derechos generales de ciu-
dadanía no deberá sufrir menoscabo alguno como consecuencia de
tales medidas especiales.

Artículo 5

Al aplicar las disposiciones del presente Convenio:

a) deberán reconocerse y protegerse los valores y prácticas so-


ciales, culturales, religiosos y espirituales propios de dichos
pueblos y deberá tomarse debidamente en consideración la
índole de los problemas que se les plantean tanto colectiva
como individualmente;
b) deberá respetarse la integridad de los valores, prácticas e
instituciones de esos pueblos;
c) deberán adoptarse, con la participación y cooperación de los
pueblos interesados, medidas encaminadas a allanar las di-
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 109

ficultades que experimenten dichos pueblos al afrontar nue-


vas condiciones de vida y de trabajo.

Artículo 6

1. Al aplicar las disposiciones del presente Convenio, los gobiernos


deberán:

a) consultar a los pueblos interesados, mediante procedimien-


tos apropiados y en particular a través de sus instituciones
representativas, cada vez que se prevean medidas legislativas
o administrativas susceptibles de afectarles directamente;
b) establecer los medios a través de los cuales los pueblos inte-
resados puedan participar libremente, por lo menos en la mis-
ma medida que otros sectores de la población, y a todos los ni-
veles en la adopción de decisiones en instituciones electivas
y organismos administrativos y de otra índole responsables
de políticas y programas que les conciernan;
c) establecer los medios para el pleno desarrollo de las institu-
ciones e iniciativas de esos pueblos, y en los casos apropiados
proporcionar los recursos necesarios para este fin.

2. Las consultas llevadas a cabo en aplicación de este Convenio


deberán efectuarse de buena fe y de una manera apropiada a las
circunstancias, con la finalidad de llegar a un acuerdo o lograr el
consentimiento acerca de las medidas propuestas.

Artículo 7

1. Los pueblos interesados deberán tener el derecho de decidir sus


propias prioridades en lo que atañe al proceso de desarrollo, en la
medida en que éste afecte a sus vidas, creencias, instituciones y bie-
nestar espiritual y a las tierras que ocupan o utilizan de alguna mane-
ra, y de controlar, en la medida de lo posible, su propio desarrollo
económico, social y cultural. Además, dichos pueblos deberán par-
ticipar en la formulación, aplicación y evaluación de los planes y
programas de desarrollo nacional y regional susceptibles de afec-
tarles directamente.
110 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

2. El mejoramiento de las condiciones de vida y de trabajo y del


nivel de salud y educación de los pueblos interesados, con su par-
ticipación y cooperación, deberá ser prioritario en los planes de de-
sarrollo económico global de las regiones donde habitan. Los pro-
yectos especiales de desarrollo para estas regiones deberán también
elaborarse de modo que promuevan dicho mejoramiento.
3. Los gobiernos deberán velar por que, siempre que haya lugar,
se efectúen estudios, en cooperación con los pueblos interesados, a
fin de evaluar la incidencia social, espiritual y cultural y sobre el me-
dio ambiente que las actividades de desarrollo previstas puedan
tener sobre esos pueblos. Los resultados de estos estudios deberán
ser considerados como criterios fundamentales para la ejecución
de las actividades mencionadas.
4. Los gobiernos deberán tomar medidas, en cooperación con los
pueblos interesados, para proteger y preservar el medio ambiente
de los territorios que habitan.

Artículo 8

1. Al aplicar la legislación nacional a los pueblos interesados debe-


rán tomarse debidamente en consideración sus costumbres o su
derecho consuetudinario.
2. Dichos pueblos deberán tener el derecho de conservar sus cos-
tumbres e instituciones propias, siempre que éstas no sean incom-
patibles con los derechos fundamentales definidos por el sistema
jurídico nacional ni con los derechos humanos internacionalmen-
te reconocidos. Siempre que sea necesario, deberán establecerse
procedimientos para solucionar los conflictos que puedan surgir en
la aplicación de este principio.
3. La aplicación de los párrafos 1 y 2 de este artículo no deberá im-
pedir a los miembros de dichos pueblos ejercer los derechos recono-
cidos a todos los ciudadanos del país y asumir las obligaciones co-
rrespondientes.

Artículo 9

1. En la medida en que ello sea compatible con el sistema jurídico


nacional y con los derechos humanos internacionalmente recono-
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 111

cidos, deberán respetarse los métodos a los que los pueblos intere-
sados recurren tradicionalmente para la represión de los delitos
cometidos por sus miembros.
2. Las autoridades y los tribunales llamados a pronunciarse sobre
cuestiones penales deberán tener en cuenta las costumbres de di-
chos pueblos en la materia.

Artículo 10

1. Cuando se impongan sanciones penales previstas por la legisla-


ción general a miembros de dichos pueblos deberán tenerse en cuen-
ta sus características económicas, sociales y culturales.
2. Deberá darse la preferencia a tipos de sanción distintos del
encarcelamiento.

Artículo 11

La ley deberá prohibir y sancionar la imposición a miembros de los


pueblos interesados de servicios personales obligatorios de cual-
quier índole, remunerados o no, excepto en los casos previstos por
la ley para todos los ciudadanos.

Artículo 12

Los pueblos interesados deberán tener protección contra la violación


de sus derechos, y poder iniciar procedimientos legales, sea perso-
nalmente o bien por conducto de sus organismos representativos,
para asegurar el respeto efectivo de tales derechos. Deberán tomarse
medidas para garantizar que los miembros de dichos pueblos puedan
comprender y hacerse comprender en procedimientos legales, fa-
cilitándoles, si fuere necesario, intérpretes u otros medios eficaces.

PARTE II. TIERRAS

Artículo 13

1. Al aplicar las disposiciones de esta parte del Convenio, los go-


biernos deberán respetar la importancia especial que para las cul-
112 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

turas y valores espirituales de los pueblos interesados reviste su


relación con las tierras o territorios, o con ambos, según los casos,
que ocupan o utilizan de alguna otra manera, y en particular los
aspectos colectivos de esa relación.
2. La utilización del término tierras en los artículos 15 y 16 de-
berá incluir el concepto de territorios, lo que cubre la totalidad del
hábitat de las regiones que los pueblos interesados ocupan o utili-
zan de alguna otra manera.

Artículo 14

1. Deberá reconocerse a los pueblos interesados el derecho de pro-


piedad y de posesión sobre las tierras que tradicionalmente ocupan.
Además, en los casos apropiados, deberán tomarse medidas para
salvaguardar el derecho de los pueblos interesados a utilizar tierras
que no estén exclusivamente ocupadas por ellos, pero a las que
hayan tenido tradicionalmente acceso para sus actividades tradicio-
nales y de subsistencia. A este respecto, deberá prestarse particular
atención a la situación de los pueblos nómadas y de los agricultores
itinerantes.
2. Los gobiernos deberán tomar las medidas que sean necesarias
para determinar las tierras que los pueblos interesados ocupan tra-
dicionalmente y garantizar la protección efectiva de sus derechos
de propiedad y posesión.
3. Deberán instituirse procedimientos adecuados en el marco
del sistema jurídico nacional para solucionar las reivindicaciones de
tierras formuladas por los pueblos interesados.

Artículo 15

1. Los derechos de los pueblos interesados a los recursos naturales


existentes en sus tierras deberán protegerse especialmente. Estos
derechos comprenden el derecho de esos pueblos a participar en la
utilización, administración y conservación de dichos recursos.
2. En caso de que pertenezca al Estado la propiedad de los mi-
nerales o de los recursos del subsuelo, o tenga derechos sobre otros
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 113

recursos existentes en las tierras, los gobiernos deberán establecer


o mantener procedimientos con miras a consultar a los pueblos inte-
resados, a fin de determinar si los intereses de esos pueblos serían
perjudicados, y en qué medida, antes de emprender o autorizar cual-
quier programa de prospección o explotación de los recursos exis-
tentes en sus tierras. Los pueblos interesados deberán participar
siempre que sea posible en los beneficios que reporten tales activi-
dades, y percibir una indemnización equitativa por cualquier daño
que puedan sufrir como resultado de esas actividades.

Artículo 16

1. A reserva de lo dispuesto en los párrafos siguientes de este artícu-


lo, los pueblos interesados no deberán ser trasladados de las tierras
que ocupan.
2. Cuando excepcionalmente el traslado y la reubicación de esos
pueblos se consideren necesarios, sólo deberán efectuarse con su
consentimiento, dado libremente y con pleno conocimiento de
causa. Cuando no pueda obtenerse su consentimiento, el traslado
y la reubicación sólo deberá tener lugar al término de procedimien-
tos adecuados establecidos por la legislación nacional, incluidas
encuestas públicas, cuando haya lugar, en que los pueblos interesa-
dos tengan la posibilidad de estar efectivamente representados.
3. Siempre que sea posible, estos pueblos deberán tener el dere-
cho de regresar a sus tierras tradicionales en cuanto dejen de existir
la causas que motivaron su traslado y reubicación.
4. Cuando el retorno no sea posible, tal como se determine por
acuerdo o, en ausencia de tales acuerdos, por medio de procedi-
mientos adecuados, dichos pueblos deberán recibir, en todos los
casos posibles, tierras cuya calidad y cuyo estatuto jurídico sean por
lo menos iguales a los de las tierras que ocupaban anteriormente,
y que les permitan subvenir a sus necesidades y garantizar su de-
sarrollo futuro. Cuando los pueblos interesados prefieran recibir
una indemnización en dinero o en especie, deberá concedérseles
dicha indemnización, con las garantías apropiadas.
114 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

5. Deberá indemnizarse plenamente a las personas trasladadas


y reubicadas por cualquier pérdida o daño que hayan sufrido como
consecuencia de su desplazamiento.

Artículo 17

1. Deberán respetarse las modalidades de transmisión de los dere-


chos sobre la tierra entre los miembros de los pueblos interesados
establecidas por dichos pueblos.
2. Deberá consultarse a los pueblos interesados siempre que se
considere su capacidad de enajenar sus tierras o de transmitir de otra
forma sus derechos sobre estas tierras fuera de su comunidad.
3. Deberá impedirse que personas extrañas a esos pueblos pue-
dan aprovecharse de las costumbres de esos pueblos o de su desco-
nocimiento de las leyes por parte de sus miembros para arrogarse
la propiedad, la posesión o el uso de las tierras pertenecientes a
ellos.

Artículo 18

La ley deberá prever sanciones apropiadas contra toda intrusión


no autorizada en las tierras de los pueblos interesados o todo uso
no autorizado de las mismas por personas ajenas a ellos, y los go-
biernos deberán tomar medidas para impedir tales infracciones.

Artículo 19

Los programas agrarios nacionales deberán garantizar a los pueblos


interesados condiciones equivalentes a las que disfruten otros sec-
tores de la población, a los efectos de:

a) la asignación de tierras adicionales a dichos pueblos cuando


las tierras de que dispongan sean insuficientes para garanti-
zarles los elementos de una existencia normal o para hacer
frente a su posible crecimiento numérico;
b) el otorgamiento de los medios necesarios para el desarrollo
de las tierras que dichos pueblos ya poseen.
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 115

PARTE III. CONTRATACIÓN


Y CONDICIONES DE EMPLEO

Artículo 20

1. Los gobiernos deberán adoptar, en el marco de su legislación na-


cional y en cooperación con los pueblos interesados, medidas es-
peciales para garantizar a los trabajadores pertenecientes a esos
pueblos una protección eficaz en materia de contratación y condi-
ciones de empleo, en la medida en que no estén protegidos eficaz-
mente por la legislación aplicable a los trabajadores en general.
2. Los gobiernos deberán hacer cuanto esté en su poder por
evitar cualquier discriminación entre los trabajadores pertenecien-
tes a los pueblos interesados y los demás trabajadores, especialmen-
te en lo relativo a:

a) acceso al empleo, incluidos los empleos calificados y las me-


didas de promoción y de ascenso;
b) remuneración igual por trabajo de igual valor;
c) asistencia médica y social, seguridad e higiene en el trabajo,
todas las prestaciones de seguridad social y demás prestacio-
nes derivadas del empleo, así como la vivienda;
d) derecho de asociación, derecho a dedicarse libremente a todas
las actividades sindicales para fines lícitos, y derecho a con-
cluir convenios colectivos con empleadores o con organiza-
ciones de empleadores.

3. Las medidas adoptadas deberán en particular garantizar


que:

a) los trabajadores pertenecientes a los pueblos interesados,


incluidos los trabajadores estacionales, eventuales y migran-
tes empleados en la agricultura o en otras actividades, así
como los empleados por contratistas de mano de obra, gocen
de la protección que confieren la legislación y la práctica na-
cionales a otros trabajadores de estas categorías en los mismos
sectores, y sean plenamente informados de sus derechos con
116 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

arreglo a la legislación laboral y de los recursos de que dis-


ponen;
b) los trabajadores pertenecientes a estos pueblos no estén so-
metidos a condiciones de trabajo peligrosas para su salud, en
particular como consecuencia de su exposición a plaguicidas
o a otras sustancias tóxicas;
c) los trabajadores pertenecientes a estos pueblos no estén su-
jetos a sistemas de contratación coercitivos, incluidas todas
las formas de servidumbre por deudas;
d) los trabajadores pertenecientes a estos pueblos gocen de igual-
dad de oportunidades y de trato para hombres y mujeres en
el empleo y de protección contra el hostigamiento sexual.

4. Deberá prestarse especial atención a la creación de servicios


adecuados de inspección del trabajo en las regiones donde ejerzan
actividades asalariadas trabajadores pertenecientes a los pueblos
interesados, a fin de garantizar el cumplimiento de las disposicio-
nes de esta parte del presente Convenio.

PARTE IV. FORMACIÓN PROFESIONAL, ARTESANÍA


E INDUSTRIAS RURALES

Artículo 21

Los miembros de los pueblos interesados deberán poder disponer


de medios de formación profesional por lo menos iguales a los de
los demás ciudadanos.

Artículo 22

1. Deberán tomarse medidas para promover la participación vo-


luntaria de miembros de los pueblos interesados en programas de
formación profesional de aplicación general.
2. Cuando los programas de formación profesional de aplicación
general existentes no respondan a las necesidades especiales de los
pueblos interesados, los gobiernos deberán asegurar, con la parti-
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 117

cipación de dichos pueblos, que se pongan a su disposición pro-


gramas y medios especiales de formación.
3. Estos programas especiales de formación deberán basarse en
el entorno económico, las condiciones sociales y culturales y las
necesidades concretas de los pueblos interesados. Todo estudio a
este respecto deberá realizarse en cooperación con esos pueblos, los
cuales deberán ser consultados sobre la organización y el funcio-
namiento de tales programas. Cuando sea posible, esos pueblos
deberán asumir progresivamente la responsabilidad de la organi-
zación y el funcionamiento de tales programas especiales de for-
mación, si así lo deciden.

Artículo 23

1. La artesanía, las industrias rurales y comunitarias y las activida-


des tradicionales y relacionadas con la economía de subsistencia de
los pueblos interesados, como la caza, la pesca, la caza con trampas
y la recolección, deberán reconocerse como factores importantes
del mantenimiento de su cultura y de su autosuficiencia y desarro-
llo económicos. Con la participación de esos pueblos, y siempre
que haya lugar, los gobiernos deberán velar por que se fortalezcan
y fomenten dichas actividades.
2. A petición de los pueblos interesados, deberá facilitárseles,
cuando sea posible, una asistencia técnica y financiera apropiada
que tenga en cuenta las técnicas tradicionales y las características
culturales de esos pueblos y la importancia de un desarrollo soste-
nido y equitativo.

PARTE V. SEGURIDAD SOCIAL Y SALUD

Artículo 24

Los regímenes de seguridad social deberán extenderse progresiva-


mente a los pueblos interesados y aplicárseles sin discriminación al-
guna.
118 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

Artículo 25

1. Los gobiernos deberán velar por que se pongan a disposición de


los pueblos interesados servicios de salud adecuados o proporcionar
a dichos pueblos los medios que les permitan organizar y prestar tales
servicios bajo su propia responsabilidad y control, a fin de que pue-
dan gozar del máximo nivel posible de salud física y mental.
2. Los servicios de salud deberán organizarse, en la medida de
lo posible, a nivel comunitario. Estos servicios deberán planearse
y administrarse en cooperación con los pueblos interesados y tener
en cuenta sus condiciones económicas, geográficas, sociales y cul-
turales, así como sus métodos de prevención, prácticas curativas y
medicamentos tradicionales.
3. El sistema de asistencia sanitaria deberá dar la preferencia a
la formación y al empleo de personal sanitario de la comunidad
local y centrarse en los cuidados primarios de salud, manteniendo
al mismo tiempo estrechos vínculos con los demás niveles de asis-
tencia sanitaria.
4. La prestación de tales servicios de salud deberá coordinarse
con las demás medidas sociales, económicas y culturales que se
tomen en el país.

PARTE VI. EDUCACIÓN Y MEDIOS


DE COMUNICACIÓN

Artículo 26

Deberán adoptarse medidas para garantizar a los miembros de los


pueblos interesados la posibilidad de adquirir una educación a todos
los niveles, por lo menos en pie de igualdad con el resto de la comu-
nidad nacional.

Artículo 27

1. Los programas y los servicios de educación destinados a los pue-


blos interesados deberán desarrollarse y aplicarse en cooperación
con éstos a fin de responder a sus necesidades particulares, y debe-
rán abarcar su historia, sus conocimientos y técnicas, sus sistemas
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 119

de valores y todas sus demás aspiraciones sociales, económicas y


culturales.
2. La autoridad competente deberá asegurar la formación de
miembros de estos pueblos y su participación en la formulación y
ejecución de programas de educación, con miras a transferir pro-
gresivamente a dichos pueblos la responsabilidad de la realización
de esos programas, cuando haya lugar.
3. Además, los gobiernos deberán reconocer el derecho de esos
pueblos a crear sus propias instituciones y medios de educación,
siempre que tales instituciones satisfagan las normas mínimas esta-
blecidas por la autoridad competente en consulta con esos pueblos.
Deberán facilitárseles recursos apropiados con tal fin.

Artículo 28

1. Siempre que sea viable, deberá enseñarse a los niños de los pue-
blos interesados a leer y a escribir en su propia lengua indígena o
en la lengua que más comúnmente se hable en el grupo a que per-
tenezcan. Cuando ello no sea viable, las autoridades competentes
deberán celebrar consultas con esos pueblos con miras a la adopción
de medidas que permitan alcanzar este objetivo.
2. Deberán tomarse medidas adecuadas para asegurar que esos
pueblos tengan la oportunidad de llegar a dominar la lengua na-
cional o una de las lenguas oficiales del país.
3. Deberán adoptarse disposiciones para preservar las lenguas
indígenas de los pueblos interesados y promover el desarrollo y la
práctica de las mismas.

Artículo 29

Un objetivo de la educación de los niños de los pueblos interesados


deberá ser impartirles conocimientos generales y aptitudes que les
ayuden a participar plenamente y en pie de igualdad en la vida de
su propia comunidad y en la de la comunidad nacional.

Artículo 30

1. Los gobiernos deberán adoptar medidas acordes a las tradiciones


y culturas de los pueblos interesados, a fin de darles a conocer sus
120 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

derechos y obligaciones, especialmente en lo que atañe al trabajo,


a las posibilidades económicas, a las cuestiones de educación y sa-
lud, a los servicios sociales y a los derechos dimanantes del presen-
te Convenio.
2. A tal fin, deberá recurrirse, si fuere necesario, a traducciones
escritas y a la utilización de los medios de comunicación de masas
en las lenguas de dichos pueblos.

Artículo 31

Deberán adoptarse medidas de carácter educativo en todos los sec-


tores de la comunidad nacional, y especialmente en los que estén
en contacto más directo con los pueblos interesados, con objeto de
eliminar los prejuicios que pudieran tener con respecto a esos pue-
blos. A tal fin, deberán hacerse esfuerzos por asegurar que los libros
de historia y demás material didáctico ofrezcan una descripción
equitativa, exacta e instructiva de las sociedades y culturas de los
pueblos interesados.

PARTE VII. CONTACTOS Y COOPERACIÓN


A TRAVÉS DE LAS FRONTERAS

Artículo 32

Los gobiernos deberán tomar medidas apropiadas, incluso por


medio de acuerdos internacionales, para facilitar los contactos y la
cooperación entre pueblos indígenas y tribales a través de las fron-
teras, incluidas las actividades en las esferas económica, social, cul-
tural, espiritual y del medio ambiente.

PARTE VIII. ADMINISTRACIÓN

Artículo 33

1. La autoridad gubernamental responsable de las cuestiones que


abarca el presente Convenio deberá asegurarse de que existen
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 121

instituciones u otros mecanismos apropiados para administrar los


programas que afecten a los pueblos interesados, y de que tales ins-
tituciones o mecanismos disponen de los medios necesarios para el
cabal desempeño de sus funciones.
2. Tales programas deberán incluir:

a) la planificación, coordinación, ejecución y evaluación, en


cooperación con los pueblos interesados, de las medidas pre-
vistas en el presente Convenio;
b) la proposición de medidas legislativas y de otra índole a las au-
toridades competentes y el control de la aplicación de las me-
didas adoptadas en cooperación con los pueblos interesados.

PARTE IX. DISPOSICIONES GENERALES

Artículo 34

La naturaleza y el alcance de las medidas que se adopten para dar


efecto al presente Convenio deberán determinarse con flexibilidad,
teniendo en cuenta las condiciones propias de cada país.

Artículo 35

La aplicación de las disposiciones del presente Convenio no debe-


rá menoscabar los derechos y las ventajas garantizados a los pueblos
interesados en virtud de otros convenios y recomendaciones, ins-
trumentos internacionales, tratados, o leyes, laudos, costumbres o
acuerdos nacionales.

PARTE X. DISPOSICIONES FINALES

Artículo 36

Este Convenio revisa el Convenio sobre poblaciones indígenas y


tribales, 1957.
122 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

Artículo 37

Las ratificaciones formales del presente Convenio serán comuni-


cadas, para su registro, al Director General de la Oficina Internacio-
nal del Trabajo.

Artículo 38

1. Este Convenio obligará únicamente a aquellos Miembros de la


Organización Internacional del Trabajo cuyas ratificaciones haya
registrado el Director General.
2. Entrará en vigor doce meses después de la fecha en que las
ratificaciones de dos Miembros hayan sido registradas por el Di-
rector General.
3. Desde dicho momento, este Convenio entrará en vigor, para
cada Miembro, doce meses después de la fecha en que haya sido
registrada su ratificación.

Artículo 39

1. Todo Miembro que haya ratificado este Convenio podrá denun-


ciarlo a la expiración de un período de diez años, a partir de la fecha
en que se haya puesto inicialmente en vigor, mediante un acta co-
municada, para su registro, al Director General de la Oficina In-
ternacional del Trabajo. La denuncia no surtirá efecto hasta un año
después de la fecha en que se haya registrado.
2. Todo Miembro que haya ratificado este Convenio y que, en
el plazo de un año después de la expiración del período de diez
años mencionado en el párrafo precedente, no haga uso del derecho
de denuncia previsto en este artículo quedará obligado durante un
nuevo período de diez años, y en lo sucesivo podrá denunciar este
Convenio a la expiración de cada período de diez años, en las con-
diciones previstas en este artículo.

Artículo 40

1. El Director General de la Oficina Internacional del Trabajo noti-


ficará a todos los Miembros de la Organización Internacional del
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 123

Trabajo el registro de cuantas ratificaciones, declaraciones y denun-


cias le comuniquen los Miembros de la Organización.
2. Al notificar a los Miembros de la Organización el registro de
la segunda ratificación que le haya sido comunicada, el Director
General llamará la atención de los Miembros de la Organización
sobre la fecha en que entrará en vigor el presente Convenio.

Artículo 41

El Director General de la Oficina Internacional del Trabajo comu-


nicará al Secretario General de las Naciones Unidas, a los efectos
del registro y de conformidad con el artículo 102 de la Carta de las
Naciones Unidas, una información completa sobre todas las rati-
ficaciones, declaraciones y actas de denuncia que haya registrado
de acuerdo con los artículos precedentes.

Artículo 42

Cada vez que lo estime necesario, el Consejo de Administración


de la Oficina Internacional del Trabajo presentará a la Conferencia
una memoria sobre la aplicación del Convenio, y considerará la con-
veniencia de incluir en el orden del día de la Conferencia la cuestión
de su revisión total o parcial.

Artículo 43

1. En caso de que la Conferencia adopte un nuevo convenio que im-


plique una revisión total o parcial del presente, y a menos que el
nuevo convenio contenga disposiciones en contrario:

a) la ratificación, por un Miembro, del nuevo convenio revisor


implicará, ipso jure, la denuncia inmediata de este Convenio,
no obstante las disposiciones contenidas en el artículo 39,
siempre que el nuevo convenio revisor haya entrado en vigor;
b) a partir de la fecha en que entre en vigor el nuevo convenio
revisor, el presente Convenio cesará de estar abierto a la ra-
tificación por los Miembros.
124 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

2. Este Convenio continuará en vigor en todo caso, en su forma


y contenido actuales, para los Miembros que lo hayan ratificado y
no ratifiquen el convenio revisor.

Artículo 44

Las versiones inglesa y francesa del texto de este Convenio son igual-
mente auténticas.
RECOMENDACIÓN SOBRE POBLACIONES
INDÍGENAS Y TRIBUALES, 1957

La Conferencia General de la Organización Internacional del


Trabajo:
Convocada en Ginebra por el Consejo de Administración de la
Oficina Internacional del Trabajo, y congregada en dicha ciudad
el 5 junio 1957 en su cuadragésima reunión;
Después de haber decidido adoptar diversas proposiciones rela-
tivas a la protección e integración de las poblaciones indígenas y de
otras poblaciones tribuales y semitribuales en los países indepen-
dientes, cuestión que constituye el sexto punto del orden del día de
la reunión;
Después de haber decidido que dichas proposiciones revistan la
forma de una recomendación que complete el Convenio sobre
poblaciones indígenas y tribuales, 1957;
Observando que las normas siguientes han sido establecidas con
la colaboración de las Naciones Unidas, de la Organización de las
Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, de la Or-
ganización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia
y la Cultura y de la Organización Mundial de la Salud, en niveles
apropiados, y en sus respectivos campos, y que se propone obtener
de dichas organizaciones que presten, de manera continua, su co-
laboración a las medidas destinadas a fomentar y asegurar la apli-
cación de dichas normas, adopta, con fecha veintiséis de junio de
mil novecientos cincuenta y siete, la siguiente Recomendación, que
podrá ser citada como la Recomendación sobre poblaciones indí-
genas y tribuales, 1957:

[125]
126 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

La Conferencia recomienda a los Miembros que apliquen las


disposiciones siguientes:

I. DISPOSICIONES PRELIMINARES

1) La presente Recomendación se aplica:

a) a los miembros de las poblaciones tribuales o semitribuales


en los países independientes, cuyas condiciones sociales y eco-
nómicas correspondan a una etapa menos avanzada que la
alcanzada por los otros sectores de la colectividad nacional y
que estén regidas total o parcialmente por sus propias costum-
bres o tradiciones o por una legislación especial;
b) a los miembros de las poblaciones tribuales o semitribuales en
los países independientes, consideradas indígenas por el he-
cho de descender de poblaciones que habitaban en el país, o
en una región geográfica a la que pertenece el país, en la épo-
ca de la conquista o la colonización, y que, cualquiera que
sea su situación jurídica, viven más de acuerdo con las insti-
tuciones sociales, económicas y culturales de dicha época que
con las instituciones de la nación a que pertenecen.

2) A los efectos de la presente Recomendación, el término semi-


tribual comprende a los grupos y personas que, aunque próximos
a perder sus características tribuales, no están aún integrados en la
colectividad nacional.
3) Las poblaciones indígenas y otras poblaciones tribuales o
semitribuales mencionadas en los apartados 1) y 2) del presente
párrafo se designan en los párrafos siguientes con las palabras las
poblaciones en cuestión.

II. TIERRAS

2. Se deberían adoptar medidas legislativas o administrativas para


reglamentar las condiciones, de hecho o de derecho, en que las
poblaciones en cuestión utilizan la tierra.
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 127

3. 1) Se debería garantizar a las poblaciones en cuestión una


reserva de tierras adecuada a las necesidades del cultivo trashu-
mante, mientras no se pueda introducir un mejor sistema de cul-
tivo.
2) Mientras no se alcancen los objetivos de una política de asen-
tamiento de los grupos seminómadas, se deberían determinar áreas
en las que esos grupos puedan pastorear su ganado libremente.
4. Respecto a la propiedad de las riquezas del subsuelo o del de-
recho prioritario a su explotación, los miembros de las poblaciones
en cuestión deberían gozar del mismo trato que los otros miembros
de la colectividad nacional.
5. 1) Salvo en casos excepcionales especificados por la ley, se
debería restringir el arrendamiento directo o indirecto de las tierras
de propiedad de miembros de las poblaciones en cuestión a perso-
nas naturales o jurídicas ajenas al grupo interesado.
2) En los casos en que se permita dicho arrendamiento, se de-
berían tomar medidas para asegurar que los propietarios perciban
rentas equitativas. Las rentas de tierras de propiedad colectiva de-
berían utilizarse en beneficio de la comunidad propietaria, de acuer-
do con una legislación adecuada.
6. Se debería restringir la hipoteca de tierras de propiedad de
miembros de las poblaciones en cuestión en favor de personas
naturales o jurídicas ajenas a esas poblaciones.
7. Se deberían tomar las medidas necesarias para eliminar el en-
deudamiento entre los campesinos pertenecientes a las poblaciones
en cuestión. Se deberían establecer sistemas de crédito cooperativo
y se deberían conceder a dichos campesinos préstamos a bajo inte-
rés, ayuda técnica y, cuando fuere adecuado, subsidios, a fin de que
puedan explotar convenientemente sus tierras.
8. Cuando fuere procedente, se deberían adaptar métodos co-
operativos modernos de producción, de abastecimiento y de comer-
cialización a las formas tradicionales de propiedad o utilización
colectiva de la tierra y de las herramientas de producción, así como
a los sistemas tradicionales de servicio comunal y de ayuda mutua
existentes entre las poblaciones en cuestión.
128 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

III. CONTRATACIÓN Y CONDICIONES DE EMPLEO

9. Mientras que las poblaciones en cuestión no estén en situación


de gozar de la protección acordada por la ley a los trabajadores en
general, se debería regular la contratación de los trabajadores per-
tenecientes a dichas poblaciones, adoptando, en particular, medidas
para:

a) establecer un sistema de licencias para los agentes privados


de contratación y asegurar el control de sus actividades;
b) evitar toda influencia perniciosa que pueda tener la contra-
tación sobre la vida familiar y colectiva de los trabajadores; a
estos efectos convendría en especial:
i) prohibir la contratación durante determinados períodos y
en determinadas regiones;
ii) permitir que los trabajadores mantengan contacto con sus
comunidades de origen y participen en las actividades
tribuales importantes de dichas comunidades;
iii) asegurar la protección de las personas que estén a cargo
de los trabajadores;
c) determinar la edad mínima para la contratación y prever con-
diciones especiales para la contratación de los trabajadores
no adultos;
d) establecer los requisitos de salud que debieran satisfacer los
trabajadores en el momento de su contratación;
e) establecer normas para el transporte de los trabajadores con-
tratados;
f) garantizar que el trabajador:
i) comprenda las condiciones de su empleo gracias a expli-
caciones en su lengua materna; y
ii) acepte libremente y con pleno conocimiento de causa estas
condiciones.

10. Mientras que las poblaciones en cuestión no estén en situa-


ción de gozar de la protección otorgada por la ley a los trabajadores
en general, se deberían proteger los salarios y la libertad personal
de los trabajadores pertenecientes a dichas poblaciones adoptando,
en particular, disposiciones para:
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 129

a) que los salarios sean normalmente pagados únicamente en


moneda de curso legal;
b) que se prohíba el pago de cualquier parte del salario con al-
cohol y otras bebidas espirituosas o con drogas nocivas;
c) que se prohíba que el pago del salario se efectúe en tabernas
o en tiendas, excepto en el caso de trabajadores empleados
en dichos establecimientos;
d) reglamentar la cuantía máxima y la forma de reintegro de los
anticipos de salarios y el grado de condiciones en que podrán
autorizarse descuentos de los salarios;
e) controlar los economatos y otros servicios análogos de las em-
presas que funcionen en conexión con éstas;
f) prohibir la retención o apropiación de efectos útiles que el
trabajador emplea corrientemente por concepto de deudas o
por incumplimiento de contrato, sin previa autorización de
las autoridades judiciales o administrativas competentes;
g) prohibir la restricción de la libertad individual del trabajador
por concepto de deudas.

11. Se debería garantizar al trabajador el derecho de repatriación


a la comunidad de origen a expensas del contratista o del emplea-
dor en los casos en que:

a) resulte incapacitado para el trabajo, como consecuencia de


una enfermedad o de un accidente sufrido durante su viaje
hacia el lugar de empleo o durante el período de empleo;
b) después de haber sido sometido a un reconocimiento médi-
co, se le declare inepto para el trabajo;
c) no sea contratado, después de haber sido trasladado para su
contratación, por una causa de la que no sea responsable;
d) la autoridad competente compruebe que fue contratado con
fraude o por error.

12. 1) Se deberían tomar medidas para facilitar la adaptación de


los trabajadores pertenecientes a las poblaciones en cuestión a los
principios y métodos de las relaciones de trabajo en una sociedad
moderna.
130 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

2) Cuando fuere necesario, se deberían establecer contratos tipo


de empleo, en consulta con los representantes de los empleadores
y de los trabajadores interesados. En estos contratos se deberían
estipular los derechos y obligaciones respectivos de los empleadores
y de los trabajadores, así como las condiciones para la terminación
de los contratos. Se deberían tomar medidas efectivas para asegurar
la aplicación de dichos contratos.
13. 1) En corformidad con la legislación, se deberían adoptar
medidas para promover la instalación de los trabajadores y de sus
familias en los centros de trabajo o en sus cercanías, cuando tal ins-
talación redunde en beneficio de los trabajadores y de la economía
de los respectivos países.
2) Al aplicar tales medidas debería prestarse atención especial a
los problemas de adaptación de los trabajadores pertenecientes a las
poblaciones en cuestión y de sus familias a las formas de vida y de
trabajo de su nuevo medio social y económico.
14. Se deberían desalentar las migraciones de trabajadores per-
tenecientes a las poblaciones en cuestión cuando se consideren
contrarias al interés de esos trabajadores y de sus comunidades,
mediante disposiciones destinadas a elevar el nivel de vida en las
regiones que ocupan tradicionalmente.
15. 1) Los gobiernos deberían establecer servicios públicos de em-
pleo, fijos o ambulantes, en las áreas en que se contraten en gran nú-
mero trabajadores pertenecientes a las poblaciones en cuestión.
2) Esos servicios, además de ayudar a los trabajadores a encon-
trar empleos y a los empleadores a encontrar trabajadores, deberían
encargarse, en particular, de las siguientes tareas:

a) determinar en qué medida pueden remediarse las insuficien-


cias de mano de obra existentes en otras regiones del país,
contratando mano de obra disponible en áreas habitadas por
las poblaciones en cuestión, sin crear perturbaciones de orden
social o económico en dichas áreas;
b) informar a los trabajadores y a sus empleadores sobre las dis-
posiciones legales, reglamentarias y contractuales que les inte-
resen en materia de salarios, vivienda, prestaciones en caso
de accidente del trabajo o de enfermedad profesional, trans-
porte y otras condiciones de empleo;
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 131

c) cooperar con las autoridades encargadas de velar por la ob-


servancia de la legislación que garantiza la protección de las
poblaciones en cuestión y, si fuere necesario, encargarse del
control de los trámites relativos a la contratación y a las con-
diciones de empleo de los trabajadores pertenecientes a di-
chas poblaciones.

IV. FORMACIÓN PROFESIONAL

16. Los programas de formación profesional destinados a las po-


blaciones en cuestión deberían prever la formación de miembros de
esas poblaciones en calidad de instructores. Los instructores debe-
rían ser adiestrados en el uso de ciertas técnicas, incluyendo, cuan-
do ello sea posible, la familiarización con los factores antropoló-
gicos y psicológicos, que les permitan adaptar sus enseñanzas a las
condiciones y necesidades particulares de dichas poblaciones.
17. La formación profesional de miembros de las poblaciones
en cuestión debería realizarse, en la medida de lo posible, en las
cercanías del lugar donde vivan o en los lugares de trabajo.
18. Durante las primeras etapas de la integración, la enseñanza
profesional se debería impartir, en la medida de lo posible, en la
lengua vernácula del grupo interesado.
19. Los programas de formación profesional destinados a las po-
blaciones en cuestión deberían coordinarse con medidas de asis-
tencia que permitan a los trabajadores independientes adquirir el
equipo y los materiales necesarios, y a los trabajadores asalariados
obtener los empleos que correspondan a su adiestramiento.
20. Los programas y métodos de formación profesional destina-
dos a las poblaciones en cuestión deberían coordinarse con los pro-
gramas y métodos de educación fundamental.
21. Mientras dure la formación profesional de los miembros de
las poblaciones en cuestión, se les debería proporcionar toda la
asistencia posible para permitirles que aprovechen las oportunida-
des disponibles, incluyendo, cuando sea factible, la concesión de
becas.
132 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

V. ARTESANÍA E INDUSTRIAS RURALES

22. Los programas para el desarrollo de la artesanía y de las indus-


trias rurales en las poblaciones en cuestión deberían estar destina-
dos, particularmente, a:

a) mejorar las técnicas, los métodos y las condiciones de trabajo;


b) desarrollar todos los aspectos de la producción y del comercio,
incluidos la concesión de créditos, la protección de los inte-
resados contra el monopolio y la explotación por intermedia-
rios, el suministro de materias primas a precios equitativos,
el establecimiento de normas sobre la calidad y la protección
de los modelos y de las características artísticas especiales de
los productos de dichas poblaciones; y
c) fomentar la creación de cooperativas.

VI. SEGURIDAD SOCIAL Y MEDIDAS DE ASISTENCIA

23. La extensión de los sistemas de seguridad social a los trabaja-


dores pertenecientes a las poblaciones en cuestión debería ir pre-
cedida, o acompañada, según las circunstancias lo exijan, de me-
didas que pudieran mejorar sus condiciones sociales y económicas
en general.
24. En el caso de productores agrícolas que trabajan por su pro-
pia cuenta, deberían adoptarse medidas relativas a:

a) la enseñanza de métodos agrícolas modernos;


b) el suministro de los bienes necesarios (por ejemplo, aperos
de labranza, ganado y semillas); y
c) la protección contra la pérdida de medios de subsistencia, ori-
ginada por riesgos naturales para las cosechas o el ganado.

VII. SANIDAD

25. Se debería alentar a las poblaciones en cuestión a que organicen


juntas o comisiones sanitarias locales en sus comunidades para
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 133

velar por la salud de sus miembros. Paralelamente a la creación de


estos organismos, se debería desarrollar una campaña educativa
apropiada para lograr su mejor aprovechamiento.
26. 1) Se deberían crear medios especiales que permitan a miem-
bros de las poblaciones en cuestión formarse como personal auxiliar
de sanidad y personal médico y sanitario profesional cuando no
puedan obtener esa formación por los medios ordinarios del país.
2) Se debería velar por que la creación de dichos medios espe-
ciales no prive a los miembros de esas poblaciones de la posibilidad
de adquirir esa formación por los medios ordinarios del país.
27. El personal médico profesional que trabaje en las poblacio-
nes en cuestión debería ser adiestrado en el uso de técnicas antro-
pológicas y psicológicas que permitan adaptar su labor a las carac-
terísticas culturales de dichas poblaciones.

VIII. EDUCACIÓN

28. Se deberían organizar y financiar investigaciones científicas con


objeto de determinar los métodos más apropiados para enseñar a leer
y escribir a los niños de las poblaciones en cuestión y para utilizar
su lengua materna o vernácula como vehículo de instrucción.
29. Los maestros que trabajen en las poblaciones en cuestión de-
berían ser adiestrados en el uso de técnicas antropológicas y psico-
lógicas que permitan adaptar su labor a las características cultura-
les de esas poblaciones. En la medida de lo posible, los maestros
deberían provenir de dichas poblaciones.
30. Se debería introducir una enseñanza profesional, haciendo
hincapié en la agricultura, artesanía e industrias rurales y economía
doméstica, en los programas de instrucción primaria destinados a
las poblaciones en cuestión.
31. Los programas de instrucción primaria destinados a las po-
blaciones en cuestión deberían incluir la instrucción sanitaria ele-
mental.
32. La instrucción primaria para las poblaciones en cuestión de-
bería complementarse, en lo posible, con campañas de educación
fundamental. Esas campañas deberían tener por objeto ayudar a
134 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

los niños y a los adultos a comprender los problemas que se plan-


tean en su medio ambiente, así como sus derechos y deberes en
calidad de ciudadanos e individuos, capacitándolos así para par-
ticipar de modo más eficaz en el progreso social y económico de su
comunidad.

IX. IDIOMAS Y OTROS MEDIOS DE INFORMACIÓN

33. Cuando sea procedente, se debería facilitar la integración de las


poblaciones en cuestión:

a) enriqueciendo el vocabulario técnico y jurídico de sus len-


guas vernáculas y dialectos;
b) estableciendo alfabetos para la escritura de dichas lenguas y
dialectos;
c) publicando en esas lenguas y dialectos libros de lectura adap-
tados al nivel de instrucción y de cultura de dichas poblacio-
nes; y
d) publicando diccionarios bilingües.

34. Se deberían emplear los métodos de comunicación audiovi-


sual como medio de información para las poblaciones en cuestión.

X. GRUPOS TRIBUALES DE ZONAS FRONTERIZAS

35. 1) Cuando sea posible y oportuno, se debería emprender una ac-


ción intergubernamental, mediante acuerdos entre los gobiernos
interesados, para proteger a los grupos tribuales seminómadas cuyos
territorios tradicionales se extienden a través de fronteras interna-
cionales.
2) Esta acción debería tender particularmente:

a) a garantizar a los miembros de esos grupos que trabajen en


otro país salarios equitativos de conformidad con las normas
vigentes en la región del empleo;
MUJERES INDÍGENAS Y VIOLENCIA DOMÉSTICA 135

b) a ayudar a dichos trabajadores a mejorar sus condiciones de


vida, sin discriminación por causa de su nacionalidad o de su
carácter seminómada.

XI. ADMINISTRACIÓN

36. Ya sea por medio de organismos gubernamentales especialmen-


te establecidos para este objeto o mediante una coordinación ade-
cuada de otros organismos gubernamentales, se deberían adoptar
medidas de índole administrativa para:

a) velar por la observancia de las disposiciones legislativas y ad-


ministrativas relativas a la protección e integración de las po-
blaciones en cuestión;
b) garantizar a los miembros de dichas poblaciones la posesión
efectiva de la tierra y el uso de otros recursos naturales;
c) administrar los bienes y los ingresos de dichas poblaciones cuan-
do así lo exijan sus intereses;
d) proporcionar gratuitamente asistencia legal a los miembros
de las poblaciones en cuestión que la necesiten pero que no
estén en situación de costearla;
e) establecer y mantener servicios educativos y sanitarios para
las poblaciones en cuestión;
f) fomentar la investigación destinada a favorecer la compren-
sión del sistema de vida de dichas poblaciones y del proceso
de su integración en la colectividad nacional;
g) evitar que se explote a los trabajadores pertenecientes a dichas
poblaciones aprovechando su desconocimiento del medio
industrial al que se los incorpora;
h) cuando sea apropiado, supervisar y coordinar, en el marco de
los programas de protección e integración, las actividades filan-
trópicas o lucrativas, ejercidas por personas naturales o jurí-
dicas, públicas o privadas, en regiones habitadas por dichas
poblaciones.

37. 1) Los organismos nacionales especialmente encargados de


la protección e integración de las poblaciones en cuestión deberían
136 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

disponer de centros regionales situados en las áreas donde esas po-


blaciones sean numerosas.
2) Estos organismos deberían disponer de un cuerpo de funcio-
narios seleccionados y adiestrados para las tareas especiales que
deben desempeñar. En la medida de lo posible, estos funcionarios de-
berían ser seleccionados entre los miembros de las poblaciones en
cuestión.
Memoria del Taller Internacional “Mujeres indíge-
nas y violencia doméstica: del silencio privado a las
agendas públicas”, editado por la Comisión Nacio-
nal de los Derechos Humanos, se terminó de im-
primir en mayo de 2007 en los talleres de OFFSET
UNIVERSAL, S. A., Calle 2, núm. 113, col. Gran-
jas San Antonio, C. P. 09070, México, D. F. El
cuidado de la edición estuvo a cargo de la Direc-
ción de Publicaciones de esta Comisión Nacional.
El tiraje consta de 3,000 ejemplares.

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