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PSICOLOGIA.
PRESENTA:
(Resumen.)
Los temas que se han tratado durante los últimos quince años en el campo
de los trastornos de personalidad, encontramos que los clínicos (psiquiatras y
psicoterapeutas) han denunciado (a) la existencia de una alta comorbilidad entre los
propios trastornos de personalidad y entre éstos y los demás trastornos mentales;
(b) graves problemas a la hora de codificar el diagnóstico de un paciente cuando no
cumplía los criterios de ningún trastorno pero manifestaba síntomas de uno o varios
de ellos; (c) la doble posibilidad de comorbilidad y la imposibilidad de codificar de
forma diferencial los distintos trastornos de personalidad no especificados,
dificultaban además las decisiones acerca de qué tipo de tratamiento utilizar y (d) la
coexistencia de un trastorno de personalidad con otro trastorno del eje I afecta a
todo el proceso: empeora el trastorno del eje I, se dificulta su remisión, aparecen
nuevos problemas, y hasta parece que se potencian y se vuelven más graves y
difíciles de tratar las personas que los sufren.
Se impulsa así la investigación de, entre otros temas, sobre todo, la relación
entre rasgos de personalidad y trastornos de personalidad desde el momento en
que algunos “rasgos” forman parte de la definición de los trastornos de personalidad.
UN BREVE REPASO POR LAS TRADICIONES DE PENSAMIENTO
EN PSICOPATOLOGIA.
Las teorías biofísicas asumen que los factores biofísicos tales como
anatomía y bioquímica son los principales determinantes de la psicopatología. El
modelo médico asumido considera que los síntomas pueden ser (a) el reflejo
superficial de un defecto biológico subyacente o (b) la reacción compensatoria o
adaptativa para tal defecto. Esto significa que en el caso de los trastornos
psicológicos (a) las conductas desadaptativas y las pobres relaciones
interpersonales de los pacientes son los síntomas superficiales de los trastornos
mentales y (b) las reacciones adaptativas de los individuos a menudo se convierten
en destructivas, aumentando el defecto básico. Evidentemente, el defecto biofísico
afecta al sistema nervioso central y se manifiesta en síntomas mentales.
Millon (1969), desde una posición que pretendía integrar esas cuatro
diferentes posturas, defendió un modelo biosocial que consideraba la dotación
genética, las características ambientales y la interacción entre ambas como la
etiología de la personalidad, normal y anormal.
Concretamente, aun sin conocer los trabajos freudianos, Millon propuso tres
polaridades que coincidían con las tres de Freud, estas tres dicotomías daban lugar
a ocho estrategias de afrontamiento, más tres variantes severas, o formas
complejas de conducta instrumental, La principal distinción que se derivó de aquel
modelo se centraba en la fuente del refuerzo o del castigo.
DIAGNÓSTICOS Y EVALUACIÓN
Definición de la CIE-10:
Criterios diagnósticos
Una vez se cumplen estos siete criterios, hay que establecer qué tipo de
trastorno es. El DSM-IV apunta 10 trastornos más uno no específico y la CIE-10
incluye 9 más el no-especificado o mixto.
Pelechano (1996) propuso tres posibles fuentes que podrían subyacer a dicha
agrupación y los requisitos que entonces se deberían cumplir: (a) los
conglomerados podrían ser el resultado de un análisis racional de la realidad, en
cuyo caso la presentación de bería ir acompañada de las claves en función de las
cuales se aceptan unos tipos y no otros; (b) el agrupamiento podría ser fruto de un
análisis histórico que recogiera los grandes síndromes de neurosis y psicosis en un
grado subclínico más un tercero mixto, pero entonces deberían especificarse las
modulaciones introducidas así como la base empírica que justificase esta
clasificación; y (c) podría ser que lo que importase fuera la clasificación en y por sí
misma, por lo que debería explicitarse la base empírica y las razones de dicho
agrupamiento.
Evaluación:
Los instrumentos de evaluación con los que el clínico cuenta para establecer
el diagnóstico de trastorno de la personalidad incluyen cuestionarios y entrevistas
estructuradas elaboradas a partir de los propios sistemas de clasificación, de modo
que recogen los criterios incluidos para cada trastorno.
Tras una evaluación del eje I se administra la SCID-II 2.04 y lo primero que
se indaga y puntúa es el cumplimiento de los requisitos para ser diagnosticado de
trastorno de personalidad logrando las tres “p”: patológico, persistente (5 años como
mínimo) y presencia generalizada. Posteriormente se pasa a realizar las 119
preguntas de que consta. Para cada trastorno de personalidad se hacen preguntas
dirigidas a examinar los criterios establecidos en el DSM-IV, y en el mismo orden.
SECUNDARIOS
Livesly trabaja desde hace unos años por ofrecer una alternativa dimensional
para el estudio de los trastornos de la personalidad. Junto a sus colaboradores
publicó en 1994 un trabajo en el que tras diversas revisiones y trabajos propios,
apostó por el acercamiento dimensional argumentando que: las medidas de las
disfunciones sociales asociadas a un trastorno de personalidad se distribuyen de
forma continua como las dimensiones de personalidad.
Los rasgos con los que Paris describe la personalidad y a partir de ahí los
trastornos de personalidad corresponden al modelo de los cinco grandes de Costa
y McCrae (1992b; Costa y Widiger, 1994) y los cuatro del modelo de Cloninger
(1987; Cloninger, Svrakic y Pryzbeck, 1993). Cada uno de ellos tiene un efecto
adaptativo y otro desadaptativo.
-Entre los rasgos básicos del modelo de parámetros y los rasgos del modelo de los
cinco grandes deberán aparecer patrones de covariación que proporcionen validez
concurrente a ambas pruebas.
-En consonancia con los trabajos citados más arriba, las facetas del modelo de los
cinco grandes deberán tener mayor capacidadde discriminación que los grandes
factores entre grupos que difieran en la puntuación en los trastornos de
personalidad.
METODO
RESULTADOS.
Algunas conclusiones que proporcionan apoyo a la hipótesis 1.1: (a) la
población de estudiantes universitarios, como grupo, experimenta pocos cambios
en las puntuaciones obtenidas en los factores de personalidad, al menos con
intervalos de tiempo de uno y dos años; (b) no parece haber diferencias intergénero
en cuanto a la estabilidad en las puntuaciones medias, aunque parece haber una
tendencia a un comportamiento más homogéneo como grupo entre los hombres
que entre las mujeres, pero no hay diferencias estadísticamente significativas en los
coeficientes de estabilidad; (c) las muestras de grupos de universitarios parecen
comportarse de forma bastante similar respecto a la estabilidad de rasgos
temperamentales, actitudinales y motivacionalatribucionales: en general, son más
estables en el temperamento y la motivación y atribución del lugar de control que en
las actitudes sociolaborales.
Antes de calcular las posibles relaciones que pudieran existir entre los rasgos
de personalidad evaluados con pruebas españolas y los trastornos de personalidad
evaluados con el cuestionario derivado de la IPDE, se realizaron análisis factoriales
con la intención de comprobar la inexistencia de solapaciones entre los elementos
de cada cuestionario y los criterios de uno o varios trastornos de personalidad. Por
lo tanto, se hizo un análisis factorial para cada cuestionario más los 59 items del
IPDE, solicitando la realización de rotaciones ortogonales sobre factores principales
para la obtención de tantos factores como el número de rasgos que midiera cada
cuestionario más nueve, que son los trastornos de personalidad. Por ejemplo, en el
caso de la factorización de la prueba EN se pidieron 11 factores.
El cuarto factor obtenido para los 443 sujetos (adultos y estudiantes) está
formado sólo por trastornos de personalidad: paranoide, impulsivo e histriónico
(todos ellos del grupo de trastornos de no aceptación de normas) más el trastorno
límite.
El quinto factor que explica sólo un 4.79% de la varianza está compuesto por
dos factores contextualizados en situaciones socio-familiares: impulsividad y rencor
junto a dificultad para relajarse.
Lo primero que hay que destacar es que las tres estructuras factoriales
constan de un primer factor de ansiedad. Las correlaciones entre las saturaciones
de los 18 rasgos y 9 trastornos en el primer factor para las tres matrices son las
siguientes: 0.98 entre la total y la de estudiantes, 0.91 entre la total y la de adultos,
y 0.90 entre los dos grupos muestrales. Por lo tanto, puede ser considerado un
patrón de covariación relevante y estable, además de la validez interna al medir
todos sus factores componentes de ansiedad.
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
Gran parte de los psicólogos de la personalidad partidarios de los rasgos se
afanan en la realización de estudios que justifiquen sus tesis sobre la universalidad
de dichos atributos. Los psicopatólogos se afanan en estudiar las posibles
patologías que producen sufrimiento a las personas, también de todo el mundo,
intentando encontrar universalidad en la sintomatología y la patogénesis. Los
evaluadores se afanan en el desarrollo y perfeccionamiento de técnicas e
instrumentos, también universales, que permitan la realización de diagnósticos
fiables independientemente del país, o del grupo cultural.