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dañino ni para el planeta ni para sus habitantes” (Revista Testimonio, 2010, p.104). En
otras palabras, todas las personas tienen derecho a vivir una vida digna y nadie debe
alimentar, de suyo propio, dinámicas de poder o indiferencia hacia los seres humanos,
ni por ser de un país “equivocado” o de una raza o grupo étnico “equivocado” o por ser
de una u otra clase social (PNUD, 2013).
Asimismo, cabe señalar, los vínculos complejos y opuestos entre sociedad de
consumo y desarrollo humano; lo positivo sería que si los niveles de consumo aumentan,
habrá mayor probabilidad de oportunidades para las personas. En cambio en lo
negativo, teniendo en cuenta el consumo de los países ricos, repercute sobre los
recursos naturales del planeta, las materias primas, la contaminación; configura al
mundo como un gran mercado que invita al consumo en detrimento de los países en
vías de desarrollo, es decir, “si todos los habitantes del mundo vivieran como viven los
habitantes de los países ricos, harían falta tres planetas para abastecer de recursos a
todos” (Revista Testimonio, 2010, p.104).
La globalización asimétrica tiende a acrecentar la desigualdad de oportunidades, la
pobreza, la marginación, la corrupción, la nivelación cultural, la colonización
económica y valórica. No pocas veces surgen nuevas formas de colaboración
internacional entre personas y comunidades ya sea como apoyos solidarios en
proyectos, o como protestas y propuestas coordinadas ante situaciones de injusticia.
(Globalización y fe, CELAM).
Sin duda, se cierne un compromiso hacia unas propuestas desafiantes y
esperanzadoras, para una sociedad carente de ética, donde los más jóvenes son los
más afectados, pues reciben un mundo fragmentado en sus estructuras sociales e
institucionales, ausencia de referentes e ideales. Pero no se trata de señalar esos
aspectos con pesimismo, al contrario, se busca comprender la realidad para ser
conscientes de la responsabilidad y necesidad de ir construyendo, a partir de lo que se
tiene, nuevos caminos de integración con criterios éticos y morales, teniendo como fin
único, el progreso de la humanidad, se podría decir que “otra manera de organizar la
economía es posible”.
Hay un compromiso moral en el mundo del mercado que se da en el proceso de la
elaboración del producto y en la venta del mismo, quienes en esa red intervienen en la
producción hasta que llegue al consumidor, generalmente, ha pasado por un proceso
que daña al prójimo, al medioambiente, se contribuye con la cadena de injusticias o
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violaciones de los derechos fundamentales, eso implica adoptar un comportamiento
consciente ante la cruda realidad que exige:
El compartir los bienes y recursos, de lo que proviene el auténtico desarrollo, no se
asegura sólo con el progreso técnico y con meras relaciones de conveniencia, sino
con la fuerza del amor que vence al mal con el bien (cf. Rm 12,21) y abre la conciencia
del ser humano a relaciones recíprocas de libertad y de responsabilidad. (Benedicto
XVI, 2009, C V, n. 9).
En efecto, es necesario educar hacia un comportamiento moral del consumo
responsable, en vistas a una solidaridad universal como clave de futuro, para un
desarrollo equitativo y sostenible; un comportamiento que trascienda el modelo
neoliberal que degrada el medio ambiente y se fortalezca la lógica del bien común, pero
solamente desde una transformación individual y social.
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que practiques la justicia, que ames con ternura y camines humildemente con tu
Dios”(6,8). Es decir, que la fe va unida a la justicia.
La promoción de la justicia es un compromiso del cristiano, quien está llamado a
responder con su entorno, la fe es el motor más potente para comprometerse con la
realidad humana, o sea, “nada de lo humano debe resultar ajeno”. Es decir, “el
cristianismo tiene una vocación clara de salir fuera de uno mismo y buscar a Dios en el
mundo” (Manzanedo, 2013, p.28) en ese sentido, cabe esta pregunta: Maestro, ¿Cuál
es el precepto más importante de la ley? Es el amor a Dios y al prójimo como a uno
mismo.
Los valores del evangelio, están en función de restituir al ser humano, para devolverle
la esperanza y la dignidad de hijo de Dios, por eso las estructuras sociales deben estar
al servicio de la vida. Del mismo modo, la experiencia de Dios revela nuevos rostros
donde la gracia libera y el espíritu convoca al anuncio, solamente así, se podrá afirmar
como Bonhoeffer que “nuestra relación con Dios consiste en una nueva vida para los
demás” (Mundanidad y Dios).
Finalmente, los desafíos ayudan a construir un nuevo estilo de vida que fortalezca al
ser humano de los avatares vertiginosos de la globalización en sus diversas
manifestaciones, considerando al ser humano en su integridad, “no a la exclusión de la
economía y la inequidad”, tampoco dar cabida a la indiferencia, Igualmente el
comportamiento con el dinero como ídolo de poder, sino se permita la inclusión de los
pobres, acoger al ser humano frágil y débil (Eizaguirre ,2014).
En consecuencia, dejar los que están esclavizados con una mentalidad individualista,
indiferente y egoísta, puedan liberarse de esas cadenas indignas y alcancen una vida
de pensamiento y comportamiento ético, moral, más humano, más noble, más fecundo,
que dignifique su paso por esta tierra. Es una necesidad perseguir este camino.
González, en una publicación reciente define a los profesionales de las finanzas como
“agentes morales” para los cuales “la ética debe ser la columna vertebral sobre la que
tomar decisiones” (Universidad de Comillas, 2015). No se está lejos de una orientación
ética que se reclama.
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CONCLUSIONES.
La globalización como fenómeno mundial ha logrado trastocar los moldes tradiciones
de la sociedad, ha penetrado el individualismo, el egoísmo, el culto al cuerpo, el
consumismo, trayendo consigo la exclusión de los que no entran al sistema, el
relativismo ético, el enfoque economicista ha afectado el mundo de relaciones, con la
naturaleza, consigo mismo, con los demás, con su Creador.
El sujeto con un horizonte claro orientado por un comportamiento ético-moral ayudará
a fortalecer los valores universales como, el respeto del hombre por el hombre, la
conquista de la libertad, de la justicia, de la solidaridad.
La persona con profunda espiritualidad orientada por una conciencia ético-moral, no
será esclavizada por el individualismo, egoísmo, la indiferencia, el consumismo, al
contrario actuará con conciencia ecológica, pondrá en el centro a la persona, promoverá
el desarrollo sostenible para el auténtico progreso humano como compromiso por el
reino.
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BIBLIOGRAFÍA