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UNIVERSIDAD PRIVADA DE TACNA

FACULTAD DE EDUCACION, CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN


Y HUMANIDADES
ESCUELA DE HUMANIDADES
CARRERA PROFESIONAL DE PSICOLOGIA

“La terapia y el terapeuta: revisión de sus componentes”

Autores:
- Irarica Piña, Dirsey P.
- Mamani Calizaya, Stefany C.
- Menéndez Pinto, María Fernanda
- Mora Calderón, Nohelia A.
- Morales Maldonado, Cristian P.
- Vizcarra Cabrera, Diana L.

Docente:

Ps. Yefer Torres Gonzáles

Tacna-Perú
2018
2

ÍNDICE GENERAL

Índice general 2

Contenido 3

Definición 3
Terapia. 3
Características generales de la psicoterapia: 4
Terapeuta. 5
Paciente. 5

Objetivos generales 12
Objetivos psicodinámicos 13
Objetivo cognitivo conductual 14
Objetivo humanista 14

Características generales 7
Características psicodinámicos 8
Características cognitivo conductual 9
Características humanista 11

Principios generales 15
Principios psicodinámicos 15
Principios cognitivo conductual 17
Principios humanista 20

FACTORES QUE INTERVIENEN EN LA TERAPIA PSICOLOGICA 21


Variables del consultante 21
Variables del terapeuta 24
Variables de la relación y la alianza terapéutica 26

proceso de formacion y Acreditación del psicoterapeuta 27


Formación del psicoterapeuta 27
Esfuerzos institucionales en la formación de psicoterapeutas 28
Los procedimientos para registrarse como psicoterapeuta 44

Referencias 45
3

CONTENIDO

DEFINICIÓN

Terapia.

La terapia psicológica (psicoterapia) es una parte de la psicología clínica y de la


salud. Obviamente, esta definición resulta en los momentos actuales limitante e inexacta,
de modo que es importante reseñar algunos conceptos vertidos por autores para aclarar
seriamente su contexto:
Sluchevski, manifiesta: La psicoterapia es el conjunto de las más variadas
medidas de acción terapéutica que tienen por objeto influir por medio de la palabra sobre
la actividad de la corteza. Su importancia se deriva de que, en toda enfermedad, no
solamente psíquica, sino también somática, siempre cumplen un gran papel los
componentes psicógenos; en unos casos estos son los principales, en otros son
complementarios. Luego agrega, “la psicoterapia se realiza por vías de sugestión, de
explicación y de convencimiento “. (Baralezo Ch., Mayo del 2016)

Según los autores Ceberio y Des Champs (2000) la psicoterapia implica entre otras
cosas, ética y responsabilidad, como también formación y capacitación, conocimiento de
la teoría, experiencia clínica y por sobre todo una gran dosis de creatividad. Más allá de
las diferencias de enfoques, el proceso de formación debe entenderse como un aprendizaje
dinámico que mezcle epistemología, teoría, técnica y práctica. La formación debe ser un
proceso permanente y continuo a lo largo de la vida profesional que asocie rigor e
imaginación, pero sobre todo que genere la creatividad del terapeuta y respete el estilo
del entrenado, ampliándole su gama de herramientas y recursos con miras a incrementar
la eficacia de sus intervenciones (Chouhy, 2007 citado por (pérez sánchez, parra jiménez,
& espinosa parra, 2014)).

Un acercamiento a la definición de psicoterapia nos conduce a considerar algunos


puntos de partida que los señalamos a continuación:
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- En general se hace referencia al empleo de recursos psicológicos como específicos


en el tratamiento psicoterapéutico. Bien vale al respecto detenemos en lo que
consideramos “recursos psicológicos”.

- Se anota la importancia que posee la relación terapeuta-paciente, a pesar que este


fue uno de los aspectos de mayor controversia en el pasado. Así, se agrupaban los
sistemas psicoterapéuticos en afectivos (con clara inclinación hacia el factor de
relación); y cognitivos, cuyo principal interés constituía el manejo técnico. El factor
de relación paciente-terapeuta es una de las condiciones básicas para lograr éxito
en el tratamiento, sin que constituya lo único que cure al enfermo. El control de los
fenómenos afectivos resultantes de la relación, por lo tanto, debe ser plenamente
analizado por todos los psicoterapeutas.

- El campo de aplicación de la psicoterapia es otro de los puntos divergentes entre


las escuelas, aunque se suele aceptar mayo ritariamente la concepción unitaria del
organismo que considera la conjunción entre el soma y la psique. En este sentido,
la acción psicoterapéutica se efectiviza en todos los desórdenes psíquicos que
ocurren sea por desadaptación o “desapropiación” según Leontiev, los problemas
de personalidad, los tras tornos psiquiátricos y las manifestaciones patopsicológicas
presentes en las enfermedades somáticas.

En resumen, las definiciones de psicoterapia que se acerquen lo más


adecuadamente a la realidad, harán referencia a los recursos que se emplean en el
tratamiento, los objetivos que se persiguen con este tratamiento, los fenómenos ocurrentes
en la relación paciente-terapeuta y los sujetos sobre los cuales se ejerce dicha acción.

Características generales de la psicoterapia:

- La psicoterapia permite aumentar la calidad de vida incrementando el


bienestar mental.
- Los buenos resultados son directamente proporcionales a la pericia y
capacidad de comprensión del terapeuta y de las expectativas que el paciente
deposita en la figura del profesional que lo atiende.
- La confianza es uno de los componentes básicos.
- No se puede desarrollar un buen trabajo psicoterapéutico si no existe alianza
terapéutica.
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- La psicoterapia se inicia cuando el paciente está dispuesto al tratamiento.


- Sucede a menudo que el paciente no cree necesario el tratamiento. El
paciente para serlo debe confiar en la posibilidad de ser ayudado a través del
tratamiento psicoterapéutico

Paciente.

Según Beyebach es aquél que recibe o padece la acción de algo y la sustituye por
“consultante”. El término implica que hay un sanador que actúa sobre el sufriente como
el cirujano actúa sobre el cuerpo que opera. Muchas psicoterapeutas han renunciado al
uso de tal término y generalmente lo suelen sustituir por cliente, que confiere a quien
toma el servicio más grados de libertad y una posición más proporcionada ante la
terapeuta (a lo largo del texto usamos indistintamente el masculino y el femenino como
genéricos, refiriéndose ambos tanto a varones como a mujeres). (Ezama Coto, Alonso, &
Fontanil Gómez, 2010)

Adscribir a alguien en la categoría de paciente supone afirmar que lo que está


pasando es asunto exclusivo de la persona que señalamos como enferma. Consultante
evoca a quien desea que ocurran cambios como resultado de su propio esfuerzo o de los
esfuerzos de los demás, y no señala a portadores de síntomas o pacientes designados, que
no siempre acuden a la consulta la primera vez y que en ocasiones ni siquiera pasan por
ella (Ezama Coto, Alonso, & Fontanil Gómez, 2010)

Terapeuta.

Profesional de la salud, principalmente psicólogo que después de obtener la


titulación universitaria, ha llevado a término una formación específica en el área de la
psicoterapia, en una institución reconocida, con programas de formación que reúnan todas
las características necesarias para que los candidatos a psicoterapeutas adquieran una
formación completa que permita una competencia profesional teórico-práctica, pudiendo
abordar así diferentes problemáticas con antecedentes y repercusiones personales y/o
micro-grupales en su contexto. (Romero, 2017)

Psicoterapeuta o terapeuta y quien se asume que cuenta con (Pérez et. al, 2014):

a) Un cuerpo de conocimientos teóricos que intenten explicar la personalidad y el


desarrollo psicológico de los procesos del cambio humano
6

b) Dominio de algún método de tratamiento relacionado con el cuerpo de


conocimientos teóricos;

c) Un entrenamiento y aprobación legal para actuar como terapeuta.

De igual manera esta unidad de aprendizaje favorece el desarrollo de los


conocimientos básicos de los distintos enfoques de la psicoterapia en una visión integral
que procure jerarquizar los aspectos comunes a las diferentes propuestas técnicas, así
como destacar los aportes diferenciados y complementarios de cada una de ellas.

El Comité de la A.P.A. para la enseñanza de la psicología clínica compiló hace


unos años la siguiente lista de características que debe sustentar el psicoterapeuta.
(Alcázar, 2013)

1. Capacidad intelectual y juicio superiores.


2. Originalidad, ingenio y versatilidad.
3. Curiosidad “nueva e insaciable”; “autodidáctica”
4. Interés por las personas como individuos más que como material para la
manipulación- consideración por la integridad de las otras personas.
5. Penetración de las características de la propia personalidad sentido del humor.
6. Sensibilidad a las complejidades de la motivación.
7. Tolerancia - “modestia”
8. Capacidad de adoptar una actitud “terapéutica”- capacidad para establecer
relaciones cordiales y eficaces con otros.
9. Laboriosidad- hábitos de trabajo metódicos- capacidad para tolerar la presión.
10. Aceptación de la responsabilidad.
11. Tacto y cooperación.
12. Integridad autodominio y estabilidad.
13. Sentido discriminativo de los valores éticos.
14. Amplitud de antecedentes culturales- hombre o mujer instruidos.
15. Profundo interés por la psicología, especialmente en sus aspectos clínicos.
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CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL TERAPEUTA

Según (Cormier & Cormier, 2000) Las actitudes y destrezas del terapeuta son
determinantes importantes de la calidad de relación terapéutica. (Las actitudes y
conductas del cliente también modifican la relación, porque esta es interactiva y
recíproca). El terapeuta más efectivo es aquel que es capaz de integrar sus apartados
personales y científicos. En otras palabras, aquel que logra el equilibrio entre sus
competencias interpersonales y técnicas.

Competencia intelectual.

El consejo terapéutico es un proceso exigente desde el punto de vista intelectual.


Además, para empezar una estrategia es necesario que se disponga de un conocimiento
global y adecuado de diversas áreas. Los terapeutas deben conocer y también querer
saber, deben de ser suficientemente curiosos para comprobar y conocer que sucede a los
clientes. La competencia intelectual también implica la búsqueda de información para
tomar decisiones acertadas sobre la elección de tratamiento y el tratamiento y el progreso
del cliente.

Energía

El consejo y la terapia generan también demandas emocionales. Los terapeutas


que recién multitud de clientes cada día probablemente finalizarán la jornada, si no antes,
emocional y físicamente fatigados. Probablemente los terapeutas pasivos y pocos
enérgicos No inspiran mucha confianza y seguridad de sus clientes. Es más probable que
el dinamismo y la intensidad inspiren la seguridad y el refuerzo en suficiente para que los
clientes colabores y sean efectivos durante las sesiones.

Flexibilidad

Los terapeutas eficientes también son flexibles, esto es, no están sujetos a una
ideología o metodología única que utilizan para todos los clientes. Los terapeutas
flexibles adaptan métodos y tecnologías a cada cliente en vez de forzar a los clientes con
sus problemas a ajustarse a una estrategia u orientación metodológica particular. La
conducta de un terapeuta flexible está siempre mediatizada por la cuestión encubierta que
planteó Kiesler ¿Que técnica servirá mejor para este cliente particular con esta muestra
de problemas?
8

Apoyo

Los terapeutas eficientes apoyan a sus clientes. El apoyo tiene una serie de
funciones en la relación terapéutica tales como engendrar esperanzas, reducir la ansiedad
del cliente y proporcionar la seguridad emocional.

Buenos deseos

Los terapeutas que tienen buenos deseos trabajan en favor de sus clientes y no en
beneficio de sí mismo. Su deseo de ayudar no está mediatizado por sus propias
necesidades. Todos los que nos dedicamos al consejos nos topamos con cierta
necesidades en determinadas circunstancias. Sin embargo, si no es intención es buena no
dependemos de las relaciones asistenciales como fuente principal para hacer brotar
nuestras propias necesidades.

Conocimiento de sí mismo

La habilidad de implicarse en una interacción interpersonal efectiva está influida


por los sentimientos y actitudes que tenemos con respecto a nosotros mismos. Si estamos
faltos de dicho autoconocimiento, es probable que no seamos capaces de establecer el
tipo de relación terapéutica más idónea para el cliente.

Competencia

Sus sentimientos de competencia profesional pueden influir sobre la conducta


observable y encubierta en las interacciones terapéuticas. Los sentimientos de
incompetencia pueden describirse como un temor al fracaso o temor al éxito.

Un terapeuta que tema el fracaso puede enfocar el consejo con una actitud
excesivamente positiva; el temor al fracaso puede intervenir para evitar conflictos cuando
el terapeuta está estructurando el consejo. La interacción terapéutica puede permanecer
superficial porque las dificultades de los y los temas conflictos no se sacan encima de la
mesa.

Características del terapeuta psicodinámico

● Guardarse de la tentación de querer desempeñar el papel de mentor


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● Fomentar la independencia del educando y destruye el peligro de estar


siempre supeditado al analista
● Efectuar de un gran número de interpretaciones posibles, una selección
inteligente
● Estar involucrado en la situación de contacto con la otra persona, y
utilizar sus propias reacciones afectivas como instrumento para la
comprensión de la situación
● Tener la capacidad de adaptar su tiempo y tipo de verbalizaciones a los
pacientes
● Dar énfasis en la centralidad de conflictos intrapsiquicos e inconscientes
y su relación
● Capacidad de escucha
● Confianza en la visión para el éxito de la terapia
● Comprensión de os eventos pasados y su afección en la salud física y
mental de la actualidad

Características del terapeuta cognitivo conductual

Según Blackburn y Davidson (1990) estos son:


● Conocimiento del modelo cognitivo
● Colaboración
● Educación y cortesía
● Habilidad para escuchar
● Profesionalidad
● Flexibilidad
● Humor
● Capacidad de análisis, evaluación y tratamiento de conductas específicas
y sus determinantes
● Reconocimiento de las características del sujeto y del medio físico, social
y cultural
● Centrarse en el aquí y ahora, con énfasis en los determinantes actuales
del comportamiento

Por otro lado Albert Ellis (1985, págs: 162-163) menciona que las características
de un terapeuta son las siguientes:
10

● Está interesado vitalmente por ayudar a los clientes y enérgicamente


dispuesto a trabajar para satisfacer dicho interés.
● Acepta incondicionalmente a sus clientes como personas, mientras se
enfrenta e intenta aliviar algunas ideas, sentimientos y comportamientos
autoderrotistas de los clientes.
● Confían en su propia habilidad terapéutica, y sin ser rígidos o
grandilocuentes, creen firmemente que sus técnicas principales van a
funcionar.
● Poseen un amplio conocimiento sobre terapias y prácticas terapéuticas; son
flexibles, no dogmáticos y científicos y, consecuentemente, están abiertos
a adquirir nuevas competencias y a experimentar las mismas.
● Son eficaces en comunicar y enseñar a sus clientes nuevas formas de
pensar, expresar emociones y comportarse.
● Son capaces de afrontar y aliviar sus propias perturbaciones y
consecuentemente no están ansiosos, deprimidos, hostiles, auto-
disminuidos, autocompasivos o indisciplinados de manera regular.
● Son pacientes, persistentes y trabajadores en su práctica terapéutica.
● Son éticos y responsables y utilizan la terapia cuasi-enteramente en
beneficio del cliente y no por indulgencia personal.
● Actúan profesionalmente y de manera adecuada en el ámbito terapéutico,
pero continúan siendo capaces de mantener cierto grado de humanidad,
espontaneidad y disfrute personal en lo que hacen.
● Son animosos y optimistas y muestran a los clientes que,
independientemente de las dificultades que puedan experimentar, pueden
cambiar de manera considerable.
● No intentan ayudar a sus clientes a sentirse mejor y a vencer los síntomas
presentes, sino que también les ayudan a realizar un cambio actitudinal
profundo que les permita mantener sus logros, continuar mejorando y
evitar futuros trastornos.
● Están deseosos de ayudar prácticamente a todos los clientes, remiten
libremente a otros terapeutas aquellos clientes a los que piensan que no
pueden ayudar o a los que no están interesados en ayudar, y procuran no
implicarse ni excesivamente ni demasiado poco con los clientes que
reciben. Intentan superar sinceramente los fuertes sesgos que pueden tener
11

a favor o en contra de sus clientes y que pueden interferir con su eficacia


terapéutica.
● Poseen suficiente capacidad de observación, sensibilidad hacia los otros,
inteligencia práctica y juicio como para desanimar a sus clientes de tomar
decisiones absurdas y temerarias y de dañar seriamente a otros.
Características del terapeuta humanista
● Considerar a la persona motor de cambio dentro de una terapia
● Ser autentico como terapeuta
● Aceptación de la persona
● Tener la capacidad del terapeuta para entender los procesos internos del
cliente
● Comprensión empática
● Respeto condicional
● Cree en lo que hace, es decir el terapeuta se siente identificado con lo que
hace, ha incorporado a su vida lo que propicia, esto quiere decir, ser
congruente. Cree en el potencial del ser humano.
● Tiene una dedicación verdadera, está en constante progreso. Es importante
la auto-motivación para el crecimiento y haber podido establecer metas
personales para su logro.
● Tiene claro el significado de su trabajo. Considera la seriedad de la
psicoterapia, los valores que están implicados en el quehacer
psicoterapéutico y considera también, el efecto que su trabajo tiene en los
demás.
● Tiene muy claro que su propia persona es la vía principal para llevar a cabo
su vocación. Como el instrumento es su propia persona debe conocerse,
saber cuáles son sus recursos y cuales sus debilidades, esto implica que el
terapeuta debe estar en constante revisión.
● Tiene presencia. La presencia considerada como la cualidad de estar en
una situación en forma consciente y participativa, con la mayor
profundidad posible. La presencia se lleva a cabo a través de la
movilización de nuestro mundo interno (vivencia subjetiva) y externo
(hacia la situación y/o la otra persona) La capacidad de accesibilidad y
expresividad son dos aspectos principales de la presencia.
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-La accesibilidad consiste en tener la intención de permitir que lo que


suceda tenga efecto en el otro. Implica una reducción de las defensas
sociales usuales. Implica una medida de confianza y vulnerabilidad.
-Expresividad surge del intento de permitirse ser conocido por el otro,
poner al descubierto algunos contenidos de la subjetividad sin distorsión o
disfraz. Implica una medida de compromiso y esfuerzo.
-La presencia, la accesibilidad y la expresividad constituyen un
continuum. Varían de acuerdo a la persona misma, a la situación y a la
actitud de la otra persona.
● Afecto. Implica respeto, confianza y valorar a las personas. Es importante que el
terapeuta conozca con qué tipo de personas se relaciona mejor y con cuales le es
más difícil hacerlo.
● Auto-conciencia. Conciencia de sus metas, valores, sentimientos conflictos,
Conciencia de sus motivaciones como terapeuta.
● Sentido del humor e ingeniosidad. La capacidad de ser creativo, tener frescura,
no hacer una rutina de las técnicas ni dejarse atrapar por ellas. Saber reírse de sí
mismo y disfrutar de las situaciones de humor.
● Tener deseos de modelar. Ser modelo en el sentido que esté dispuesto a hacer lo
que le pide a los demás

OBJETIVOS GENERALES

Para R&A psicólogos (s.f.) los generales que se propone una terapia son recobrar
la libertad interior y promover el crecimiento personal de la persona, y por lo tanto
incrementar el sentido que la persona tiene de su propio bienestar. Además propone:
● Reducir el sufrimiento innecesario, por lo tanto, aumentar nuestra libertad
interior.
● Ayudar a llevar un manejo adecuado de las emociones.
● Incrementar la capacidad de asimilar los eventos cotidianos, afianzando la
conquista de la libertad.
● Ayudar a tomar mejores y más sanas decisiones y con mayor seguridad, tanto
a nivel personal como en las relaciones.
● Fomentar una mayor comprensión de uno mismo y del entorno, buscando
nuevas opciones para lograr cambios positivos en las áreas importantes de la
vida.
13

Por su parte, Millán (s.f.) considera que el principal objetivo de una terapia sería
el de alcanzar una identidad más estable y más auténtica, una vida más plena y una verdad
personal más honda. También comparte algunos objetivos generales de la terapia
psicológica:
● Liberar energías y afectos bloqueados o represados que, a pesar de ser
propios, se hallaban como secuestrados, es decir, fuera del alcance y la
voluntad de la persona que, hasta ese momento, se venía sintiendo cansada,
hastiada o desmotivada, como si no dispusiera libremente de sí. Se trata de
devolver a la persona lo que es suyo. Este proceso se parece a la
recuperación de una larga convalecencia en la que nos vamos
reencontrando con las fuerzas perdidas.
● Revitalizar, tonificar y descongestionar emocionalmente. Gastamos a
veces mucho esfuerzo y dinero en tonificar y revitalizar nuestra piel o
nuestro aspecto exterior; pero mucho más importante (incluso para el
atractivo personal) es revitalizar y tonificar nuestra interioridad.
● Hallar las claves (hace tiempo pérdidas) del propio malestar, y recuperar
o construir las herramientas necesarias para enfrentarlo. O, dicho de otro
modo, encontrar el mapa que conduce al tesoro de nosotros mismos.

Objetivos psicodinámicos

En lo que concierne a las metas terapéuticas de psicoterapia psicoanalítica, se


postulan en términos de hacer consciente lo inconsciente (fórmula topográfica), ampliar
el territorio del Yo o más autonomía del Yo (fórmula estructural) y conseguir la distinción
entre Yo y objeto, es decir, salir de una relación simbiótica o fusionar.

Las fórmulas anteriormente expuestas se reflejan también en un aumento de la


tolerancia a las frustraciones de la vida; aceptación de las propias limitaciones, pero
también desarrollo de las potencialidades; enrique-cimiento de la capacidad de fantasía;
disminución de la rebeldía incontrolada y también el conformismo exagerado; ampliación
del horizonte vital global.

Algunos otros objetivos de esta terapia son:


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● Ayudar a superar la desmoralización: (Trastornos depresivos o


ansiedad) sentimientos de incompetencia, baja autoestima. Promover una
sensación de capacitación y fuerza para alcanzar las propias metas.
● Promover una sensación de confianza en las propias competencias
para encontrar el camino que permite alcanzar las metas ver los problemas
como desafíos, no como amenazas (evitar victimismo).

Objetivo cognitivo conductual

El principal objetivo de la terapia cognitivo conductual son las cogniciones las


cogniciones relacionadas con el comportamiento desajustado, tanto si son causales como
consecuentes. La TCC busca ayudar a entender problemas complejos desglosándolos en
partes más pequeñas. Esto le ayuda a ver cómo estas partes están conectadas entre sí y
cómo le afectan. Estas partes pueden ser una situación, un problema, un hecho o situación
difícil.

Dentro de otros objetivos, también se plantean:


● Cuestionar un pensamiento autocrítico
● Reconocer que está a punto de hacer algo que le hará sentir peor y, en su lugar,
hacer algo más positivo.
● Reforzar las conductas deseables y eliminar las no deseadas o desadaptativas.
● Ayudar al individuo a aprender nuevos comportamientos positivos, que
reduzcan al mínimo o eliminar el problema.
● Desarrollar habilidades para identificar y reemplazar los pensamientos y
creencias distorsionadas, en última instancia, cambiar el comportamiento
habitual asociada a ellos. Por lo general se centra en el presente y es un
tratamiento orientado a la resolución de problemas.

Objetivo humanista

La psicoterapia humanista trabaja con las experiencias presentes, el sentimiento


proveniente de la complejidad de las situaciones y sus dificultades. La terapia tiene como
objetivo, la conceptualización del proceso de tratamiento en curso. Se toman las
sensaciones del presente inmediato de naturaleza orgánica, y se guía la
conceptualización. Este conjunto de sensaciones es fuente de significados y permite al
paciente, formar conceptos y referirse a ella.
15

Se busca una reconstrucción del proceso vital del paciente, partiendo de la relación
paciente-terapeuta, haciendo una reconstrucción del proceso vital.

La terapia se centra en la búsqueda de sentido, mediante el trabajo tanto consciente


como inconsciente, utilizando técnicas que permiten “darse cuenta” de todos los hábitos,
conductas y creencias que impiden el desarrollo de nuestra personalidad y de nuestro ser.

PRINCIPIOS GENERALES

Principios psicodinámicos

Gabbard (2002) en su obra propone los siguientes principios fundamentales:

Estructura topográfica.

Este es un modelo conceptual de la mente que incluye el inconsciente, donde se


reconocen dos tipos de contenido: el preconsciente, es decir contenidos mentales que
pueden ser fácilmente atraídos a la conciencia por el simple desvío de la atención, y el
inconsciente propiamente dicho, que es donde se encuentran los contenidos mentales que
son censurados porque son inaceptables y entonces son reprimidos y no fácilmente
atraídos a la conciencia.

El inconsciente proviene de dos piezas mayores de evidencia clínica: los sueños y


los actos fallidos. El análisis de los sueños revela que el deseo infantil inconsciente es en
general la fuerza motivadora de los sueños. El trabajo del sueño cubre el deseo; entonces
el análisis de sueños es necesario para discriminar la naturaleza real del deseo.

Otra forma primaria en la que el inconsciente se manifiesta en la práctica clínica


es a través del comportamiento no verbal del paciente hacia el terapeuta. Ciertos patrones
característicos de la relación con los otros, establecidos desde la infancia, fueron
internalizados y son actuados automáticamente y de manera inconsciente como parte de
la personalidad del paciente. De este modo ciertos pacientes pueden parecer como muy
respetuosos, mientras que otros se muestran muy rebeldes.

Determinismo psíquico.

Este principio afirma que los síntomas y los comportamientos son las
manifestaciones externas de procesos inconscientes. El abordaje psicodinámico afirma
16

que la persona está confundida en la consciencia y controlada por el inconsciente. El


individuo va a largo de su vida como si tuviera libertad de elección, pero está realmente
mucho más limitada de lo que piensa.

Cuando la conducta humana se vuelve marcadamente sintomática, los límites de


la libre elección se hacen más obvios, el psicólogo clínico aborda estos síntomas sabiendo
que se presentan adaptaciones a las demandas de un inconsciente contra hecho por una
mezcla de impulsos, defensas, relaciones de objeto y alteraciones en el self, en conclusión,
el comportamiento de la persona tiene un sentido.

El pasado es el prólogo.

Las experiencias de la infancia y la niñez son los determinantes cruciales de la


personalidad adulta. Por lo que la etiología y la patogénesis están frecuentemente
relacionadas con los hechos que ocurren en la infancia, siendo estos en algunos casos más
claro que otros.

El punto de vista dinámico también toma en consideración el hecho de que los


infantes y los niños perciben el ambiente de filtros altamente subjetivos que pueden
distorsionar las cualidades reales de las figuras a su alrededor.

Transferencia

Abarca la persistencia de patrones infantiles de la organización mental en la vida


adulta que implica que el pasado se está repitiendo a sí mismo en el presente.
Probablemente el ejemplo más convincente es el concepto psicodinámico central de
transferencia, en el que el paciente experimenta al psicólogo como una figura significativa
de su pasado y le atribuye cualidades y sentimientos.

Contratransferencia

El concepto de contratransferencia ha ido cambiando, la definición que expuso


Freud, se refería a la respuesta del psicólogo frente a la trasferencia del paciente, esta
respuesta se daba gracias a la emergencia de conflictos irresueltos del inconsciente del
analista. Sin embargo, se observó una forma diferente de contratransferencia en su trabajo
con los pacientes psicóticos y con los desórdenes severos de la personalidad, este
sentimiento se denominó odio objetivo, ya que no era una reacción proveniente de los
17

conflictos del terapeuta sino una reacción natural al comportamiento violento o extraño
del paciente. Posteriormente más definiciones se fueron añadiendo, como la que
considera que la contratransferencia implica una reacción creada en el terapeuta por
contribuciones de su pasado y por sentimientos inducidos por el comportamiento del
paciente.

Resistencia

Este es el último principio de la psicología dinámica, comprende el deseo del


paciente por preservar el estado o la situación de ciertas esferas de su vida, es decir
oponerse a los esfuerzos del terapeuta por producir insight y cambio. Las resistencias al
tratamiento son tan omnipresentes como lo es el fenómeno de la transferencia y puede
tomar múltiples formas: llegar tarde a las citas, olvidarse los consejos o interpretaciones
del psicólogo, estar en silencio durante las sesiones, hablar de hechos irrelevantes, olvidar
de pagarle al psicólogo, etc.

La resistencia puede ser consciente, preconsciente o inconsciente, toda resistencia


tiene como objetivo el intento de evitar sentimientos desplacenteros, sea el enojo, culpa,
odio, amor (dependiendo de su dirección, como hacia el terapeuta), envidia, ansiedad,
vergüenza, dolor, etc. La resistencia defiende la enfermedad del paciente, la diferencia
entre resistencia y mecanismo de defensa es que la primera puede ser observada mientras
que la segunda solo puede ser inferida.

Principios cognitivo conductual

La terapia cognitivo conductual, a diferencia de las terapias psicodinámicas, que


se focalizan en los pensamientos inconscientes y ponen énfasis en la catarsis, Se aboca a
modificar comportamientos y pensamientos, antes que brindarle al paciente la
oportunidad de simplemente descargar sus sentimientos. Gonzáles (1998) describe
algunos principios esenciales de este modelo:

· Las cogniciones son productos de carácter básicamente verbal, la sistematización


del cambio cognitivo conductual requiere la reformulación o reestructuración semántica
de los constructos cognitivos.
18

· Las experiencias de interés para este modelo, tanto comportamientos manifiestos


como cogniciones mediacionales, se encuentran en el plano de la realidad consciente, esto
es, se conciben en función de solo un estado de la conciencia.

· La conducta, incluidas las cogniciones, se rige por un sistema de reglas que


pueden ser explicitas mediante el análisis de los antecedentes y consecuencias de un
determinando comportamiento. Para ello, se requiere la focalización activa de la atención
en las verbalizaciones de estados internos. Desde el punto de vista práctico, este principio
conlleva un aumento de la auto atención focal del paciente en sus propias creencias y
meta-cogniciones, tal como proponen la reestructuración cognitiva o la Terapia Racional
Emotiva.

· En la Psicoterapia Cognitivo Conductual los principios de actuación terapéutica


se derivan de los hallazgos experimentales de la psicología del aprendizaje, sobre todo
en lo que hace referencia a los condicionamientos clásico y operante, en combinación
con técnicas desarrolladas a partir de la psicología cognitiva. La acción terapéutica va
más allá de manipulaciones ambientales, y utiliza intervenciones conductuales
destinadas a instaurar, modificar o suprimir conductas de modelado; Roleplaying,
entrenamiento asertivo, etc. El terapeuta toma una actitud directiva, presentándose a sí
mismo como modelo explicito si es necesario, e intenta corregir activamente excesos,
déficits o inadecuaciones de comportamientos manifiestos incluyendo los procesos
cognitivos conscientes.

. Para ello, el terapeuta potencia los procesos de auto atención, instando al paciente
a modificar ideas irracionales mediante estrategias de afrontamiento, reestructuración y
control cognitivo.

· Está orientada hacia el presente, se investiga el funcionamiento actual y no hay


mayores exploraciones del pasado, aunque por supuesto se hace una historia clínica y
se pone énfasis en los patrones disfuncionales actuales de los pensamientos y conductas;
aunque últimamente algunos terapeutas cognitivos, El énfasis de la TCC está puesto
más en el “Qué tengo que hacer para cambiar” que en el “Por qué”. Muchas veces, el
explorar expresamente y conocer cuáles son los motivos de lo que nos ocurre no alcanza
a brindar una solución y no es suficiente para producir un cambio. Se utiliza terapias a
corto plazo. Pone énfasis en la cuantificación, y se pueden medir los progresos obtenidos
19

Desde la primera sesión se administran cuestionarios y planillas en los que se evalúan


los síntomas específicos, en su frecuencia, duración, intensidad y características. Esta
medición es repetida periódicamente hasta la sesión final, para tener una idea del cambio
obtenido.

· La relación terapeuta-paciente es de colaboración y el enfoque es didáctico. Paciente


y terapeuta se comprometen a trabajar con un objetivo común. Los pacientes pueden
aportar sugerencias y participar en el diseño de las tareas para el hogar. En muchos
casos, se utiliza la biblioterapia, que consiste en que el terapeuta recomiende o facilite
libros, folletos o apuntes acerca del problema para que el paciente se informe de lo que
le sucede. Además, tiende a fomentar la independencia del paciente. Dado que este tipo
de terapia busca lograr un funcionamiento independiente, en ella se enfatiza el
aprendizaje, la modificación de conducta, las tareas de autoayuda y el entrenamiento de
habilidades intercesión. Además, se refuerza el comportamiento independiente.

· Está centrada en los síntomas y su resolución. El objetivo de la terapia es aumentar o


reducir conductas específicas, como por ejemplo ciertos sentimientos, pensamientos o
interacciones disfuncionales. El lugar de promover un, se definen objetivos concretos a
lograr y de esa forma es mucho más fácil evaluar o modificar los síntomas
específicos y saber claramente lo que se quiere obtener o hacia a donde apunta la terapia.
También rechaza el principio de sustitución de síntomas. La falsa idea de sustitución,
difundida por la escuela psicodinámica, que considera a un síntoma, que considera a un
síntoma como una solución económica, la única salida a un proceso neurótico
subyacente que si se elimina surgirán otros, es cuestionada por esta metodología

· Pone el énfasis en el cambio. Se le solicita al paciente practicar nuevas conductas y


cogniciones en las sesiones, y generalizarlas afuera como parte de la tarea.

Jaume (2008) menciona algunos principios del enfoque conductual y cognitivo:

Principios del enfoque conductual

El modelo conductual se centra fundamentalmente en cómo la conducta humana


se aprende o se adquiere y abarca los principios y técnicas de la teoría del aprendizaje.

En el modelo conductual se subraya la conducta individual observable, así como


los factores medioambientales que pueden precipitar y/o mantienen una conducta
20

determinada; sosteniendo que cuando hay unos factores constantes (biológicos) lo que
determina la diferencia en las conductas entre los individuos es el aprendizaje. Así pues,
la influencia del medio ambiente es fundamental en la adaptación de las conductas.

Principios del enfoque cognitivo

Así como en la perspectiva conductual el fenómeno observable juega un papel


esencial en cómo se inician y se desarrollan los trastornos humanos, en la perspectiva
cognitiva son mucho más importantes los pensamientos y sensaciones.

Se muestra un énfasis especial en las creencias personales, las actitudes, las


expectativas, las atribuciones y de otras actividades cognitivas para procurar entender y
predecir la conducta, especialmente la conducta psicopatológica.

Las teorías cognitivas aseguran que los individuos son participantes activos en su
entorno, juzgando y evaluando estímulos, interpretando eventos y sensaciones y
aprendiendo de sus propias respuestas.

Principios humanista

Alva (2016) especifica algunos principios de la terapia humanista en su estudio,


mencionando los siguientes:

Autorregulación organísmica

El organismo transita de un desequilibrio a un equilibrio y para lograr dicho paso,


el organismo está en constante autorregulación para mantener su estado en equilibrio; es
decir, requiere descubrir su necesidad fisiológica y luego satisfacerla para llegar a una
homeostasis. Este proceso de Homeostasis se da en la vida. Este proceso desequilibrio
equilibrio nos permite estar en una actividad dinámica. El proceso de autorregulación se
podría dar dentro de un organismo o en relación con un elemento del ambiente externo.

De igual manera este principio es llevado al plano psicológico en la psicoterapia,


la persona debe darse cuenta qué necesidad psicológica debe equilibrar para poder
satisfacerla y pasar a un estado de equilibrio o bienestar socioemocional, caso contrario a
nivel psicológico quedaría una sensación emocional no agradable; sin embargo, este
proceso de autorregulación psicológico no es tan maduro como el biológico, ya que se
21

verá influido por experiencias vividas o creencias que faciliten o limiten este proceso en
el presente. Este proceso psicológico de desequilibrio a equilibrio tiene un recorrido que
se llama ciclo de la experiencia.

El ‘aquí y ahora’

Se asume que los seres humanos percibimos todo lo que nos ocurre como una
experiencia unificada. Esto significa, entre otras cosas, que nuestra idea de lo que es en
futuro y el pasado no son más que proyecciones de cómo vivimos el presente. En
definitiva, trabajando nuestra manera de pensar el presente estaremos interviniendo sobre
nuestras maneras de plantearnos el futuro por llegar y el modo en el que echamos la vista
atrás para revisar el pasado.

Toma de conciencia

Echar la mirada hacia las propias experiencias y pensamientos nos permite, por
un lado, ser mejores reconociendo nuestro estilo a la hora de experimentar, y por el otro,
tener más poder de decisión a la hora de cambiar nuestra manera de ver las cosas. En otras
palabras, podría decirse que ser honestos con nuestra manera de experimentar nos permite
desarrollar una mejor Inteligencia Emocional.

Responsabilidad

Tomar conciencia de los propios actos y estilos de experimentar las cosas implica
también asumir las consecuencias de esas opciones. A partir de la aceptación de los
errores y la hipotetización de los riesgos, se gana autonomía. Esto abre el abanico de
opciones y de concepción de sentidos en los que se puede actuar, desde una perspectiva
existencial.
FACTORES QUE INTERVIENEN EN LA TERAPIA PSICOLOGICA

Variables a considerar en el proceso psicoterapéutico


Variables del consultante

Han sido definidas como las variables pre-existentes en el consultante que dan
cuenta de los resultados obtenidos en la psicoterapia, y que son las mejores predictoras
de resultado en psicoterapia, específicamente de cambio sintomático y global.
22

Krause (1992) ha identificado cinco condiciones del consultante, previas al inicio


de la psicoterapia, que resultan relevantes para que se produzca el cambio en el proceso
psicoterapeutico. Estas condiciones son:

 Experiencia de los propios límites;

 Aceptación de la necesidad de ayuda;

 Cuestionamiento de los modelos explicativos personales;

 Transformación de la conceptualización de los propios problemas y


síntomas, y desarrollo de metas para la terapia; y

 Expectativas del consultante respecto del rol o función del terapeuta,


respecto del propio rol y respecto de la estructura (y del setting) de la
relación de ayuda.

Variables demográficas

Debemos tener en cuenta, la edad. Esto, de alguna manera, nos delimita para
desarrollar el proceso terapéutico, ya que, al trabajar con un niño, a diferencia de un
adulto, éstos suelen resistir menos tiempo de sesión, se plantean más descansos e
intervalos de juego.

Otra variable que puede influir en el proceso terapéutico es el sexo del paciente;
esta variable afecta en concreto en determinados tipos de problemas; por ejemplo, en
trastornos sexuales. Al paciente le puede resultar más difícil confiarle algo muy íntimo a
un terapeuta de distinto sexo.

Con respecto a la educación y al nivel socioeconómico, se ha postulado que a


mayores años de educación y mejor nivel socioeconómico del consultante, mayor será la
permanencia en el tratamiento (Mac Nair & Corazzini, 1994).

Diagnóstico clínico

- Características de personalidad y estilo de funcionamiento

En la literatura revisada por Santibáñez, Román, Chenevard, Espiñoza , Irribara y


Muller (2008) se encuentra que los consultantes que experimentan una mayor mejoría se
23

construyen a sí mismos de una forma más negativa al inicio de la terapia, es decir, más
alejados del ideal según sus propios constructos (Feixas & Cornejo, 1992; en Kasija &
Oviedo, 2001); que la inteligencia, habilidad para producir asociaciones, flexibilidad,
variedad de intereses, sensibilidad al ambiente, profundidad de los sentimientos, nivel de
energía, grado de integración del yo, fuerza del yo, monto de estrés y productividad
verbal, se relacionan con el éxito de la terapia (Garfield, 1978); que consultantes con
locus de control interno tienden a estar mejor con tratamientos que les proveen de mayor
control y les ayudan a cambiar determinantes internos de las conductas, tales como
actitudes y creencias, es decir, se beneficiarían más con terapias no directivas, tendiendo
a atribuir los resultados terapéuticos a su propio esfuerzo (Craig & Andrews, 1985); que,
por el contrario, consultantes con locus de control externo tienden a estar mejor con
tratamientos directivos, en los que los determinantes externos de la conducta son el foco
del tratamiento (Garfield, 1978); que consultantes con estilo defensivo externalizador,
que tienden a la proyección de los conflictos, y con baja reactancia, es decir, que tienen
dificultades para hacer frente a la presión ambiental y que ceden ante ella, se benefician
más de terapias conductuales. En cambio, consultantes con estilo defensivo interno y alta
reactancia, se benefician más de terapias que favorecen el insight (Beutler, 1983).

- Tipo de perturbación

En términos diagnósticos, los consultantes con perturbaciones afectivas y


conductuales leves muestran mayor mejoría que consultantes con otro tipo de patología
(Truax & Carkhuff, 1967; en Trull & Jerry, 2003). Consultantes con puntajes altos en
paranoia y esquizof renia, medidos mediante el MMPI, presentan escasos índices de
mejoría (Barron, 1953, en Garfield, 1978).

- Creencias, expectativas y motivación

Rondón y colaboradores (2009) reportan que los consultantes continúan


asistiendo, si sus expectativas sobre el proceso se cumplen en las primeras sesiones.
Alcázar (2007) y Corning et al. (2007) encontraron que hay mayor continuidad del
tratamiento, cuando los consultantes tienen claridad con respecto a lo que pueden esperar
de la terapia y experimentan bienestar como resultado de las sesiones.

La motivación del paciente es un aspecto imprescindible para minimizar el


abandono de la psicoterapia y, por supuesto, para indicarla, Bischoff y Sprenkle (1993)
24

revisaron el tema del abandono en terapias familiares y de pareja, observando que dicho
abandono es menor en pacientes que han tenido una experiencia terapéutica previa.
Sabemos también que un importante número de pacientes que abandonan una terapia
buscan ayuda en otro profesional u otra institución, de modo que habría unas personas
motivadas a buscar ayuda y que no cesan en su empeño, incluso aunque hayan tenido una
experiencia previa no suficientemente satisfactoria (Castillo, Perez, & Aubareda, s.f.).

La motivación, las expectativas y las necesidades del consultante, son variables


relevantes para el logro de una adecuada complementación y compromiso entre los
involucrados en el proceso terapéutico; señaladas además por muchos autores como una
de las fuerzas de cambio en la psicoterapia (Ábalos & Villegas, 1995; Opazo, 1992)

Variables del terapeuta

Las características del terapeuta interactúan de forma compleja con las


características del consultante, lo que dificulta la discriminación acerca de lo que
realmente aporta cada uno de estos actores al proceso psicoterapéutico.

Variables demográficas

La variable edad en un terapeuta no ha de afectar al resultado del proceso


terapéutico, aunque sí puede afectar a la hora de establecer una relación de confianza
cliente-terapeuta. Si el cliente percibe al terapeuta como muy joven puede no confiar en
su experiencia y no considerarlo adecuado para solucionar su problema. La variable
estado civil, tener hijos, etc., puede ayudar a que el cliente confíe más en lo que el
terapeuta le diga al considerarlo con una determinada experiencia de vida.

Variables individuales en relación al terapeuta

Ruiz (1998) entiende a las habilidades terapéuticas como distintas aptitudes y


actitudes que debe tener en cuenta un terapeuta para dedicarse a la práctica clínica; que
están centradas en su persona y son independientes de su postura teórica (Lucero, Caqueo
& Galera, 2003). Distingue Ruiz (1998), además, requisitos previos necesarios para llevar
a cabo esta práctica: (a) el interés genuino por las personas y su bienestar; (b) el
conocimiento de uno mismo o auto-conocimiento; (c) el compromiso ético; y (d) las
actitudes que favorecen la relación terapéutica, tales como calidez, cordialidad,
autenticidad, empatía y aceptación positiva incondicional.
25

- Aceptación. Esta característica hace referencia al respeto, a la


preocupación y al interés que el terapeuta muestra por el cliente, siendo importante que
el cliente perciba esto. Es más interesante como dicen Beck, Rush, Shaw y Emery (1983)
la percepción de la aceptación, que el grado real de aceptación que muestre el terapeuta.

- Empatía. implica en primer lugar entrar en el marco de referencia del


cliente y comprender sus sentimientos, percepciones y acciones; es decir, ver las cosas no
como son “objetivamente” o como las vería uno mismo de estar en el lugar del cliente,
sino tal como el cliente las experimenta. En segundo lugar, es preciso comunicar al
paciente la comprensión de los sentimientos y significados que expresa de modo
manifiesto o latente. Ahora bien, lo importante es que el paciente llegue a sentirse
comprendido

- Autenticidad. La autenticidad implica ser uno mismo, comunicar los


propios sentimientos y experiencias internas. El terapeuta poco auténtico enmascara sus
sentimientos y opiniones, muestra sonrisas forzadas y utiliza frases poco espontáneas o
con doble sentido. Un buen terapeuta debe ser capaz de expresar algo de sí mismo. La
situación terapéutica requiere saber qué decir o expresar, cómo y en qué momento. Se
considera positivo para el tratamiento que el terapeuta exprese adecuadamente
sentimientos de interés, aprecio, ánimo y aprobación, aunque sin caer en el exceso.

- Credibilidad. Que un terapeuta tenga una buena credibilidad, es decir,


que sus palabras (sean creíbles, válidas) tengan crédito, que sean fiables como fuente de
información, es una de las características básicas de un buen terapeuta. A mayor
credibilidad, podríamos decir más crédito, mayor respecto del paciente hacia el terapeuta
(Johnson y Matross, 1977).

- Flexibilidad. Es importante que el terapeuta sea flexible, para ajustar su


estilo a las necesidades de cada paciente (Cormier y Cormier, 1994). Los terapeutas
flexibles adaptan métodos y técnicas a sus pacientes en lugar de forzar a estos a adaptarse
a sus técnicas. Buscan el modo más adecuado para que cada paciente puede realizar las
tareas impuestas.

- El terapeuta debe tener un buen conocimiento de sí mismo en diversos


aspectos de su vida (Ruiz y Villalobos, 1994). Por una parte, saber cuáles son sus
limitaciones en el nivel teórico y práctico, es decir, saber lo que no sabe. También es
26

importante que sepa qué tipo de pensamientos y sentimientos tienen mayor influencia en
los juicios que realiza, así como conocer las propias dificultades emocionales.
Evidentemente, es aconsejable que el terapeuta tenga un buen equilibrio psicológico,
aunque no es imprescindible que éste sea total, siempre que su autoconocimiento le
permita poner en marcha mecanismos de autocontrol o estrategias cognitivas que hagan
que esto no interfiera con la objetividad que necesita para ayudar al cliente.

Según Brammer (1979), algunas de estas habilidades necesarias corresponden a


la capacidad de entender, escuchar, guiar, reflejar, confrontar, interpretar, informar y
resumir. Siendo el nivel de involucramiento del paciente y su percepción de las
habilidades facilitadoras del terapeuta cuestiones de gran incidencia en la obtención de
logros.
Variables de la relación y la alianza terapéutica

Rogers (1975) propuso que el elemento más significativo del trabajo profesional
con otras personas (y no sólo en la psicoterapia) era la calidad de la relación. Para él, una
relación que promueva el crecimiento se ve facilitada cuando el consejero es congruente,
empático y aprecia incondicionalmente a las personas con las que trabaja (Ortiz Lachica).

Para Santibáñez et al. (2008) el concepto de alianza terapéutica, en términos


generales, ha sido usado para explicar la relación existente entre terapeuta y consultante
durante el proceso psicoterapéutico (Hartley, 1985). Los términos alianza terapéutica,
alianza de trabajo y alianza de ayuda, han sido utilizados en el pasado como sinónimos o
para señalar aspectos específicos de la alianza (Horvath & Luborsky, 1993), pudiendo
decirse que "la alianza terapéutica es exactamente lo que su nombre implica: el terapeuta
y el consultante trabajan juntos en armonía", siendo esto distinto de la sola existencia de
una relación consultante-terapeuta en la cual no se ha gestado una alianza entre ambos
actores del proceso terapéutico.

En la relación terapéutica los sentimientos y actitudes de los participantes, y el


cómo éstos se conjugan en el proceso de la psicoterapia serían el aspecto central de lo que
se ha llamado alianza terapéutica. Esta conjugación estaría necesariamente basada en la
confianza y en el compromiso del consultante y el terapeuta hacia el proceso. En ella, la
especificación de los propósitos por parte del consultante y su motivación a trabajar
27

favorecerían el establecimiento de la alianza, y consecuentemente, implementarían la


posibilidad de resultados positivos en el proceso (Santibáñez, 2002).

Por lo tanto, las variables del consultante como las del terapeuta no pueden ser
comprendidas sino en función de la interacción que entre ellas se produce (Stiles, Shapiro
y Elliot, 1986). Es por esto que en la actualidad todas las corrientes psicoterapéuticas
confieren a la alianza terapéutica una importancia especial en la determinación de los
cambios que se producen con la psicoterapia señalan que los factores predictivos cruciales
podrían ser los que no se ponen de manifiesto hasta que consultante y terapeuta han tenido
ocasión de interactuar.

PROCESO DE FORMACION Y ACREDITACIÓN DEL PSICOTERAPEUTA

Formación del psicoterapeuta

Uno de los aspectos de relevancia, a la hora de reflexionar acerca de la


psicoterapia, es la cuestión de la "Formación del terapeuta". Sin duda creemos que dicha
formación es muy relevante a la hora del desarrollo y permanencia de los diversos
modelos psicoterapéuticos. Es sabido que dicha formación deberá guardar coherencia, a
lo menos, frente a sus propios conceptos de ser humano, definición de problema y cambio,
los cuales parecen comunes en el abordaje clínico.

Beatriz Moran (1997) propone que podría plantearse un isomorfismo entre el


modelo terapéutico y el modelo de formación, en el cual el terapeuta en formación
configura su experiencia integrando su sistema emocional, sistema de creencias y su
sistema cognitivo. Siguiendo a Moran, "la esencia de una formación consiste en integrar
conocimientos teóricos, instrumentos técnicos y el desarrollo de la creatividad personal a
través de la observación de sí mismo".

Otro fundamento que avala la necesidad de abordar la formación de terapeutas es


la necesidad de recibir una formación desde los aspectos teóricos, es decir, los
conocimientos y distinciones teóricas a la base de su hacer, elementos prácticos, como lo
son la práctica supervisada de su hacer y la formación de la persona del terapeuta, donde
se pretende abordar aquellos aspectos que podrían interferir en su hacer terapéutico, como
también la búsqueda de recursos personales
28

Así, por una parte el proceso formativo deberá abordar, en la persona del
terapeuta en formación, aspectos que le permitan ampliar sus recursos. Siguiendo a
Claudio Deschamps (2005), acerca de la formación teórico - práctica de los terapeutas
sistémicos, propone que a lo menos se deberá, contemplar las siguientes distinciones:

- Mejorar y ampliar el conocimiento del terapeuta en formación en áreas específicas


de su trabajo. Obtener conocimientos técnicos respecto al trabajo en diversos
contextos.

- Reducir sus distorsiones cognitivas, y al mismo tiempo ampliar sus marcos de


referencia, asumir la necesaria reflexión acerca de las creencias y significados
respecto a sí mismo, el cambio, y la psicoterapia. Feniendo oportunidades para
cuestionar sus conocimientos y hacer surgir nuevos repertorios.

- Mejorar sus habilidades como terapeuta, implementar el uso de recursos como el


humor, la improvisación, el trabajo con el cuerpo y la voz, entre otros aspectos.

- Ayudar al terapeuta en el manejo de casos, entregándole meta-observaciones, que le


permiten una reformulación y por tanto el surgimiento de nuevas formas de concebir
su trabajo terapéutico, y sus acciones como terapeuta.

Esfuerzos institucionales en la formación de psicoterapeutas

Desde hace una década se ha venido discutiendo la necesidad de reglar acerca de


la formación mínima que deberá tener cualquier programa de formación de
psicoterapeutas, cuyos licenciamientos son propuestos por la Comisión de Acreditación
de Psicólogos Clínicos.

Entre las razones para proponer una calidad en la atención psicoterapéutica están
la diversidad de áreas y modalidades de trabajo terapéutico, que surge desde la diversidad
y la proliferación de modalidades de formación, tanto universitarias como de instituciones
de estudios de postgrado. La búsqueda institucional, por parte de la comisión chilena de
acreditación de Psicólogos clínicos, de asegurar la calidad de la formación y de asumir la
responsabilidad ético social de la actividad terapéutica, señala que la formación como
terapeuta deberá tomar a lo menos tres niveles de formación:
29

Una formación teórica, que asegure una coherencia en el actuar terapéutico, así
como también una forma de asegurar un lenguaje común que permita representar la
experiencia y transmitirla.

Una formación práctica, donde poder aprender desde el hacer, e integrar sus
experiencias y reflexiones en una instancia de supervisión clínica.

Una formación de la persona del terapeuta, donde asumir aquellos aspectos


diferenciadores, personales y únicos del hacer del terapeuta en formación.

1. Acreditación de psicoterapeutas y formación teórico-práctica

La Formación en Psicoterapia ha sido siempre eminentemente práctica. Como es


lógico, es necesario transmitir también conocimientos teóricos, que den sentido y
organicen esta práctica. Parte de esos conocimientos son específicos de las diversas
orientaciones psicoterapéuticas, pero hay otros que son comunes a cualquier modalidad,
y que deben figurar en todos los programas de Formación. Nos proponemos en las
siguientes líneas, definir la Formación a la que nos referimos, y enumerar los temas
comunes que entendemos debe figurar en cualquier modalidad de formación
Psicoterapéutica.

Aun cuando introducimos aspectos teóricos en la formación, definimos ésta como


Teórica-Práctica (en adelante FTP), con el fin de subrayar que, cualquier de éstos aspectos
teóricos que incorporamos deben permitir, de manera inmediata, su plasmación en la
práctica. Definimos la FTP en Psicoterapia como la Transmisión, Orientación y Guía para
la adquisición de los conocimientos, la comprensión de conceptos y la incorporación de
las competencias y las habilidades básicas necesarias para la práctica de la Psicoterapia
en general, y en sus diferentes orientaciones.

La FTP va a ocupar, en número de horas, una parte importante de la Formación.


Su formulación no incluye la práctica clínica supervisada y el Trabajo Personal. Debe
extenderse a todo lo largo del programa formativo, aunque ocupará más tiempo en los
primeros años, y cubrir al menos 500 hs lectivas e incorporar estudios y trabajos teórico-
técnicos del alumno, tutorías, etc.

La FTP deberá incluir los siguientes contenidos:


30

- Bases comunes de la Psicoterapia.

La Creación de la Unión Europea, que trae consigo la libre circulación


de Profesionales, inquieta a algunas Asociaciones de Psicoterapia como la
NVP holandesa, que con 75 años de historia, más de tres mil miembros, y
criterios y programas de formación exigentes y experimentados, temen que
puedan asentarse en su país psicoterapeutas que carezcan de una formación
homologable, y conseguida con menos esfuerzo. Promueven entonces la
Asociación Europea de Psicoterapia, con sede en Bruselas, constituida por
Federaciones Nacionales de Asociaciones de Psicoterapia –a su imagen y
semejanza- que acuerden un programa común de Formación y Acreditación
de Psicoterapeutas, que homologue a todos los Psicoterapeutas Europeos, y
que sirva de base para una posterior hipotética legislación por parte de la
Unión Europea. Se constituyó tal Asociación, la conocida como Asociación
Europea de Psicoterapia con sede en Bruselas (EAP-B), que consensó unos
standards Europeos de Formación en Psicoterapia:

Normas mínimas para la formación como Psicoterapeutas comunes a


todas las orientaciones

 1.-Requisitos de acceso: Estudios universitarios relacionados con la práctica


de la psicoterapia.
 2.- Requisitos para la formación: Un mínimo de: - 450 horas de clases teórico-
prácticas.
 150 Sesiones de Supervisión.
 50 horas de trabajo personal, según los criterios de corriente psicoterapéutica.
 1.800 horas de experiencia de trabajo en Salud Mental.
 Evaluación continuada y final.

Sin embargo, este proceso se estancó en la creación de Asociaciones


Nacionales de Psicoterapia, aunque España fue uno de los pocos lugares
donde la iniciativa tuvo éxito, con la creación de la FEAP.

Estos movimientos europeos agitaron la situación de la Psicoterapia


en España, comenzando pronto los posicionamientos en torno al tema de la
Acreditación y Formación. Por una parte, existía ya un interés básico por
31

comenzar a regular, aunque fuera mínimamente, el campo de la Psicoterapia.


El hecho de que cualquier persona, independientemente de su formación,
pudiera titularse como Psicoterapeuta, creaba cierta incomodidad, en especial
cuando la competencia se incrementa y el paro irrumpe con fuerza entre los
profesionales del Sector. Es en este contexto cuando el Colegio Oficial de
Psicólogos, la Asociación Española de Neuropsiquiatría y la Sociedad
Española de Psiquiatría impulsan la creación de la Federación Española de
Psicoterapeutas (FEAP), cuyo objetivo es establecer una regulación, aunque
sea oficiosa, de la Psicoterapia en España. Desarrolla así los Criterios
Mínimos para la Acreditación de Psicoterapeutas, y posteriormente el
Registro Nacional de Psicoterapeutas.

FEAP: “Bases comunes para ejercer la Psicoterapia”:

 Acceso: Titulación de rango universitario. La Psicología y Medicina son


consideradas adecuadas. Otros titulados de primer y segundo ciclo podrán
acceder a la formación mediante mecanismo de completamiento del
curriculum.
 Requisitos para la Formación: Un mínimo de: Tres años de formación de
postgrado con un mínimo de 600 horas teórico prácticas.
Dos años de práctica profesional como psicoterapeuta, debidamente
supervisadas. Incluirá el tratamiento de al menos dos casos y 100 sesiones de
supervisión.
Seis meses de actividades prácticas de Salud Mental.
Evaluación Final.
 Disposición Transitoria:
 Médicos y Psicólogos: al menos 4 años de experiencia y formación en Salud
Mental.
 Otros licenciados: al menos 8 años de experiencia y formación en Salud
Mental.
 Diplomados: al menos 10 años de experiencia y formación en Salud

- Comunicación y relación terapéutica.


 Aspectos de la comunicación en Psicoterapia
32

Se ha demostrado que es aconsejable consultar con el cliente la terapia a


seguir, sus formas y los progresos ya que mejora la relación, incrementa la
participación del paciente y reduce la presunción de “experto” que pueda
tener el terapeuta. Habría que preguntar al cliente si se están cumpliendo sus
expectativas, y recoger sus sugerencias para alcanzar mejoras. Se ha visto que
la terapia se refuerza en la medida que se pregunte al cliente que resuma lo
que se está haciendo en la terapia, el llamado “debriefing”. Por ende, el
terapeuta necesita habilidades de comunicación específicas para conseguir
que el cliente participe activamente en el proceso y tenga lo que Rennie llamó
“reflexividad”, que consiste en auto-conciencia y auto-control. Con razón
terapéutica, muchos estudios se centran en las técnicas de comunicación, y
las valoran según cómo el terapeuta ayuda al cliente a contar su historia. La
comunicación exitosa se ve muy influenciada por las “prerrogativas
conversacionales” del terapeuta. La participación se incrementa con
reformulaciones: resúmenes de lo que ha expresado el cliente, estructurado
de forma orientada a cambiar la perspectiva. Además, debe controlar las
contribuciones no solicitadas y no queridas con técnicas específicas. El
terapeuta necesita aplicar un manejo directivo moderado de la conversación
con que sustituir la dicotomía (repetitiva) del “sí, pero” y el enfrentamiento
de posiciones, por el “también, además” de la búsqueda participativa de
soluciones compartidas.
 Relación terapéutica
La relación terapéutica Según la explicación tradicional, esta relación puede
tener efecto terapéutico por sí mismo. No está claro el mecanismo, pero en
parte puede que tenga efecto por: - Ser una “experiencia emocional
correctiva”, así que tendría efecto curativo inherente por corregir contactos o
experiencias tóxicas del pasado - Crear un ambiente que refuerza conductas
más apropiadas sin perder identidad propia o someterse a otros - Crear nuevas
oportunidades de aprendizaje - Movilizar la estructuración psíquica propia y
cómo se concibe a sí mismo el cliente Sin embargo, no hay evidencia directa
para considerar a estos posibles efectos como una explicación suficiente para
el cambio terapéutico provocado. En la actualidad, se considera que la calidad
de la relación es sólo un recurso más que soporta o enfoca los esfuerzos del
cliente para curarse. Aporta un ambiente seguro para este fin. La relación es
33

creada e interpretada por el cliente, subjetivamente, por ello que tanto su


implicación como la(s) resistencia(s) son parámetros importantes. No debe
subestimarse la implicación activa del cliente, incluso cuando parezca pasivo
u ofreciendo resistencia. Sí que hay evidencia de que el éxito terapéutico se
correlaciona con la valoración de la relación por parte del cliente, más que la
del terapeuta. Por tanto, no es el conocimiento o la habilidad del profesional
lo que determina el éxito. El cliente percibe la empatía, parte importante de
la alianza terapéutica de forma diferencial: no es un concepto global e
unidimensional y en consecuencia el terapeuta necesita orientarse sobre lo
que le importa al cliente.

- Encuadre y Proceso de la Psicoterapia.

El encuadre terapéutico es una forma que tenemos los psicólogos de


determinar a priori cuales son las condiciones, las normas, las pautas, las reglas
que seguir en el proceso de cambio que se inicia a fin de minimizar esas
dificultades que sabemos, se dan. (Molina, 2017).

Este proceso es aquel que tiene lugar entre el paciente y terapeuta desde
que comienza la terapia, todo lo que ocurre a lo largo de todo el tiempo de
terapia. El primer proceso se refiere a la evaluación o recogida de información
(recogida de información sobre el problema, evaluación de las dificultades y
cambios con la implementación del tratamiento, comprobación de que la
cliente valora sus progresos). Además de la evaluación, podemos identificar
tiempos de sesión cuya actividad predominante es la explicación de algunas
cuestiones clínicamente relevantes como lo son el modelo de trabajo de la
terapeuta, el análisis funcional, la propuesta de tratamiento o la organización
de la terapia. La propuesta de tareas y pautas de actuación a realizar fuera de
sesión constituiría un tercer tipo de actividad. Estos fragmentos de sesión
concentrarían la mayor parte de las verbalizaciones codificadas, además de
contar con una elevada presencia de emisiones verbales categorizadas como
Morfología informativa y motivadora. (Montaño Fidalgo, Froján Parga, Ruiz-
Sancho, & Virués Ortega, 2011)
34

Finalmente, encontramos un cuarto tipo diferenciado de actividad


clínica que tiene que ver con la aplicación de técnicas de intervención
psicológica en sesión, en este caso, el debate de ideas desadaptativas o
reestructuración cognitiva. Dicho debate tiende a caracterizarse, especialmente
en las primeras sesiones en las que aparece, por una tasa elevada de la categoría
Morfología de castigo (desacuerdo, rechazo de ciertas verbalizaciones emitidas
por la cliente) junto a repetidas emisiones codificadas como Morfología
discriminativa (especialmente durante el cuestionamiento socrático) y breves
verbalizaciones registradas como Morfología informativa (planteamiento de
visiones alternativas y contraargumentos ante la idea a modificar). El fin de
esta disputa, en cambio, tiende a identificarse con la aparición de
verbalizaciones categorizadas como Morfología de refuerzo (muestran acuerdo
con la emisión de la cliente que señala el cambio cognitivo), Morfología
motivadora (destacan los beneficios de dicho cambio cognitivo y/o de los
comportamientos asociados a la cognición modificada), y/o Morfología
instruccional (proponen formas concretas de actuar en el contexto natural de la
cliente). (Montaño Fidalgo, Froján Parga, Ruiz-Sancho, & Virués Ortega,
2011)

Además de estos cuatro tipos de actividades mencionados, un quinto


elemento podría ser añadido: la conversación o charla trivial (con escaso valor
clínico, si se prefiere) identificada en algunos momentos de la intervención
psicológica analizada (fragmentos iniciales y/o finales de algunas sesiones y
algunos periodos de la última sesión de tratamiento). (Montaño Fidalgo, Froján
Parga, Ruiz-Sancho, & Virués Ortega, 2011)

- Modelos de cambio.

El individuo es concebido como protagonista del control sobre el


cambio de comportamiento, control que tendría sobre la “cognición” y sobre
sus intenciones y motivaciones, desde el principio hasta el final del proceso de
cambio inclusive, a veces reversible entre etapas, como en los modelos
motivacionales, hace que la lógica causa-efecto domine la comprensión y el
funcionamiento de los procesos de cambio en estos modelos. (Alvarez, 2010)
35

Los individuos en el mundo social hacen evaluaciones ante los


diferentes fenómenos de la realidad social. Zanna y Rempel (1988) incluyen en
la actitud una estructura tripartita, en la cual uno de sus componentes, el
cognitivo, se relaciona con las creencias que tiene el individuo respecto al
objeto social o a una determinada práctica o hábito de salud (consumo de
alimentación balanceada, consulta médica regular, examen regular de los
senos, entre otras). Dentro del modelo de la actitud, dicho componente tiene un
efecto de primacía sobre el segundo componente (el “afectivo”), es decir, los
sentimientos que se experimentan frente a dicho objeto o comportamiento que
se practica para el caso, un comportamiento saludable o no saludable; el tercer
componente es la “intención de acción”, la que puede convertirse o no en una
práctica saludable. (Alvarez, 2010)

La teoría de la disonancia cognitiva de Festinger (1954) es otro de los


modelos del cambio basado en una perspectiva individual; ésta supone que las
cogniciones pueden ser o no congruentes con el comportamiento y que se
mantendrá algún grado de “tensión” o de conflicto entre las creencias y el
comportamiento; las personas tenderán a hacer congruentes los dos
componentes, pero el grado de incongruencia experimentado podría ser mayor
o menor según la persona. El énfasis del cambio está centrado en el individuo,
como en el modelo anterior, en particular en las cogniciones, a las cuales se les
asigna un papel determinante en el comportamiento y, además, se implica una
mutua relación de reciprocidad entre aquéllas y éste. Al igual que en los
enfoques anteriores, la autosupervisión sobre el grado de incongruencia
experimentado es fundamental. El énfasis individual de la teoría de Festinger
sigue dejando al sujeto como el determinante del cambio. (Alvarez, 2010)

- La Entrevista Psicoterapéutica.

La entrevista psicológica es la herramienta fundamental para obtener


una anamnesis fidedigna y para establecer una relación terapeuta-paciente
sólida, perdurable y productiva. La habilidad para conducirla puede ser
aprendida, perfeccionada y cultivada mediante el estudio, la práctica y la auto-
observación. Una entrevista tiene valor terapéutico cuando el paciente
36

encuentra en el terapeuta capacidades de respeto, interés, autenticidad,


coherencia y comprensión empática.

La entrevista se caracteriza por ser una técnica previa al diagnóstico e


incluso previa a cualquier modalidad de intervención, imprescindible en el
proceso de evaluación por la cantidad de información y conocimiento personal
que aporta del sujeto en un breve espacio de tiempo. Es una técnica que recoge
abiertamente la petición de ayuda del entrevistado, porque especialmente en la
primera entrevista, el entrevistado se encuentra en una situación de conflicto,
estrés, confusión y sufrimiento que le lleva a consultar. En la entrevista, no se
buscan sólo datos precisos y contrastados de los problemas, sino información
acerca de cómo percibe el propio sujeto el malestar por el que consulta

- Diagnóstico y Evaluación en Psicoterapia.

El diagnóstico es un proceso de inferencia, basado en la evaluación de


los signos y síntomas que forman un cuadro clínico, que tiene como objetivo
principal definir la enfermedad que afecta a un paciente. El diagnóstico es
fundamental para la prescripción de un tratamiento que permita cumplir con la
finalidad de brindar atención adecuada ante un problema de salud. Si el
diagnóstico es equivocado la probabilidad de actuar inadecuadamente es alta,
e incluso se puede agravar la condición del paciente.

La Psicología Clínica, como campo de especialización de la Psicología,


aplica los conocimientos y técnicas de ésta al estudio del comportamiento que
supone algún trastorno para la propia persona y/o para otros. El
psicodiagnóstico es el proceso por el cual se identifica el trastorno, la condición
psicopatológica, no sólo para explicar lo que le ocurre al paciente, sino
fundamentalmente para planificar un tratamiento. Este proceso implica
técnicas y modelos que constituyen métodos de diagnóstico, modelos
psicopatológicos que se encuentran en la base de tales modelos y
procedimientos psicoterapéuticos que están a su vez vinculados con la forma
en que se aborda la psicopatología.

Lo anterior nos lleva a considerar que todo proceso de diagnóstico


implica una forma de concebir lo patológico que tiene como contrapartida
37

necesaria una comprensión del funcionamiento normal de la persona. Ahora


bien, los sistemas de diagnóstico más extendidos y de uso oficial tanto en la
clínica psicológica como en la psiquiatría (CIE y DSM) se caracterizan por ser
ateóricos. Ellos no ofrecen una explicación de las causas y los mecanismos por
los cuales la enfermedad se produce, sino que reconocen la multicausalidad de
la gran mayoría de los trastornos; y para lograr un sistema clasificatorio capaz
de permitir la comunicación entre distintas corrientes y tradiciones, se limitan
a diferenciar dichos trastornos en función de los signos y síntomas que se
pueden observar.

La Evaluación Clínica es una práctica que implica el aprendizaje y


entrenamiento en pruebas de mayor o menor complejidad. El nivel de
especialización necesaria cada vez es mayor. Existen profesionales
especializados en la evaluación de niños y adolescentes, familia, adultos o
tercera edad. Asimismo, profesionales que se centran en la evaluación de
trastornos específicos como la evaluación de funciones cognitivas dentro de las
demencias, trastornos alimentarios, trastornos de personalidad, etc. Por otro
lado se realizan programas de entrenamiento en pruebas particulares como el
Rorschach, el MMPI-2, el TAT, el CAT, el WAIS IV, Baterías de evaluación
neuropsicológica como el Test de Barcelona o el Test de Wisconsin, ya que el
nivel de complejidad de las mismas requiere de un entrenamiento específico.

Sin embargo, la práctica clínica ha amplificado el horizonte en el uso


de instrumentos de evaluación. La psicoterapia implica el desarrollo de
diferentes habilidades entre las que se encuentra la Habilidad para el
Evaluación del proceso psicoterapéutico. Es, en este punto, que el uso de
instrumentos no solo se restringe a profesionales especializados sino que se
extiende a los psicoterapeutas Aprender a evaluar una psicoterapia es muy
complejo, dada la diversidad de fenómenos que es necesario tener en cuenta y
por ello el psicoterapeuta debe incluir en dicha tarea el uso de instrumentos que
le permitan ajustar el juicio clínico.

El terapeuta, para estimar la marcha de la terapia y, eventualmente,


realizar ajustes en el diseño empleado debe contar con instrumentos de medida
que operen como un juez externo y complementario a su propio juicio clínico.
38

Está ampliamente estudiado que los terapeutas son pobres en la evaluación del
curso de tratamiento. Tienden a dar una visión más positiva del curso del
tratamiento que no permite el ajuste adecuado y la predicción de posibles
fracasos en el curso del tratamiento. La práctica clínica y la evaluación a través
de instrumentos se conjugan en este punto. Es por ello que la psicoterapia debe
contar con investigación actualizada del uso de instrumentos en la clínica.

- Comprensión del caso en su contexto (personal, familiar, social y cultural).


El especialista deberá tener la habilidad de integrar aquella información
recogida acerca de la vida personal, familiar, social y cultural del paciente; la
cual será de gran importancia para analizar la correlación que tienen con la
conducta problema. El ejercicio de integrar estos datos, enriquece el estudio
del caso que se aborda. junto con este proceso, se busca organizar la
información recolectada, la organización de la información clarifica el proceso
terapéutico, permitiendo realizar distinciones fundamentales, como son
conceptualizar el caso, identificar los significados atribuidos a las conductas
problema del paciente índice, analizar los intentos de solución, que permitirá a
su vez comprender cuál es la concepción del problema.

- Técnicas de intervención.

Todas las psicoterapias se basan en la relación entre terapeuta y


paciente, así como en la utilización de procedimientos y técnicas específicas.
Las psicoterapias pueden ofrecerse en diferentes formatos (individual, familiar,
grupal) y pueden diferir en dimensiones específicas tales como la frecuencia
de las sesiones y su grado de estructuración, la duración y los objetivos
planteados.

Por otra parte, existen diferentes formas de psicoterapia que se derivan


de explicaciones o teorías particulares de la psicopatología. En ocasiones, esta
diversidad probablemente obedezca a intereses ajenos al rigor científico o a la
precisión conceptual. En este sentido, Guattari en 1993 señalaba que “las
prácticas psicoterapéuticas y sus formulaciones teóricas se hallan actualmente
en un estado de dispersión casi total. Esta situación no puede considerarse
como un signo de libertad, un estímulo a la invención y a la creatividad, sino
39

que es la consecuencia del sectarismo que reina en este ámbito y del


desconocimiento, que en ocasiones alcanza extremos irritantes, acerca de todo
cuanto sucede en el interior de cada uno de esos cotos cerrados”.

A pesar de la dispersión que hay en este campo, las diferentes prácticas


psicoterapéuticas podrían encuadrarse dentro de cinco grupos principales: el
enfoque conductual, cognitivo, psicodinámico, humanista y familiar, aunque
existen otras terapias que tradicionalmente no se han incluido en estos cinco
grupos, pero que han adquirido gran importancia, como la terapia interpersonal.

El terapeuta debera conocer el concepto, características y enfoques


actuales de las técnicas de intervención y tratamiento psicológico; para poder
elegir el tratamiento, con las tecnicas mas adecuadas para poder intervenir en
la conducta problema del paciente.

- Principios éticos y legales.

El interés por generar conocimiento específico sobre los aspectos éticos


de la psicoterapia, responde al reconocimiento de ésta, como una actividad
distinguible de otras, que pueden desempeñar psicólogos y psiquiatras, y como
una ocupación con características singulares entre las profesiones de la salud.
Si bien la ética profesional en las ciencias de la salud se ha enriquecido
enormemente con los aportes provenientes de la bioética, el impacto de ésta en
el área de la salud mental ha sido limitado (Barbesi, 2003). Esto se debe a que
desde sus orígenes la bioética se ha vinculado a la medicina y por lo tanto a una
determinada visión de paciente y relación clínica. De allí que se acuñe de
manera análoga el término de “psicoética” expresando la necesidad de contar
con un sistema propio para consensuar procedimientos para la identificación y
resolución de los problemas éticos que surgen en la práctica psiquiátrica,
psicológica, psicoterapéutica (Franca-Tarragó,1996). En psicoterapia, la
relación terapeuta-paciente adquiere características particulares y constituye la
base del ejercicio profesional. El consultante expone su intimidad y el terapeuta
hace uso de su persona como principal instrumento de trabajo. Aun cuando los
distintos enfoques terapéuticos pueden conceptualizar y utilizar de diferentes
formas el vínculo, lo que es común es justamente el papel que ocupa la relación
40

terapéutica en la práctica profesional. En salud mental, el paciente solicita


ayuda porque es su persona la que sufre y, por lo mismo, pierde la distancia
respecto a su dolencia, generando una mayor dependencia e indefensión ante
el profesional (Dörr, 2002). Esta asimetría y dependencia también se asocia al
carácter complejo e impreciso del padecimiento psicológico (versus el
somático), pues los pacientes tienden a idealizar al profesional suponiendo que
posee un saber ilimitado sobre la vida psíquica en general y sobre ellos mismos
en particular (Dörr, 2002). El reconocimiento del gran potencial de poder del
terapeuta y vulnerabilidad del paciente en psicoterapia, nos muestra la
necesidad de sostener una reflexión activa y permanente sobre los aspectos
éticos de nuestra profesión. Holmes (2006) describe el múltiple impacto que
posee la ética en psicoterapia a través de una analogía con el modelo tripartito
de la mente propuesto por la teoría psicoanalítica: yo, ello y súper yo. En primer
lugar, señala que en la práctica cotidiana, los terapeutas y las organizaciones
dedicadas a la atención psicoterapéutica, permanentemente deben negociar y
establecer límites en terapia, y entre ésta y el mundo externo. Ejemplos de este
nivel de análisis (correspondiente al yo), son el contrato terapéutico, el
consentimiento informado y el manejo de la confidencialidad. En segundo
lugar, sugiere que existe un conjunto de valores que subyacen a la terapia y que
operan como supuestos, influyendo la práctica terapéutica del mismo modo que
afectan muchas otras de nuestras acciones y elecciones inconscientes
(análogamente al funcionamiento del ello). Así como cada ser humano
mantiene un ideal de “vida buena” (deseable, saludable etc.), las teorías
psicoterapéuticas también descansan en un conjunto de nociones valorativas.
Es tarea de los psicoterapeutas identificar aquellas nociones y valores que
usualmente permanecen implícitos (u operan inconscientemente) en el proceso
terapéutico. Por último, en la medida en que se desarrolla la formación de la
profesión de “psicoterapeuta” y se crean agrupaciones profesionales, se han
establecido ciertas normativas y guías de tipo “súper yo” para establecer el
modo de favorecer el ejercicio ético y sancionar las trasgresiones a las normas
consensuadas. En esta dimensión encontramos los códigos de ética
profesionales y las normativas legales. También intentando identificar distintas
dimensiones éticas de la psicoterapia, FrancaTerragó (1996), se centra el
proceso terapéutico y diferencia aspectos éticos del inicio, del transcurso y del
41

término de la psicoterapia. En relación al inicio de la psicoterapia enfatiza las


implicaciones éticas del proceso de consentimiento informado y de diagnóstico
del paciente. Respecto al transcurso de la relación terapéutica, el autor se refiere
a la carga valorativa que subyace a los objetivos y metas terapéuticas e
identifica riesgos asociados a la confidencialidad, intimidad y dependencia del
paciente así como a la aproximación que tiene el terapeuta respecto a los
valores y conductas del consultante. Por último, alude a la complejidad y
concepciones valorativas asociadas a los criterios de alta. La descripción de
estas dimensiones nos permite identificar distintos aspectos que deben
considerarse al hacer cualquier reflexión sobre nuestro objeto de estudio.

- Investigación en Psicoterapia.

Para Luizzi, Ramos Bardi & Slpak (2015) En la literatura internacional


se registra un creciente interés de académicos y profesionales por la
construcción de “puentes” entre la investigación empírica en psicoterapia y la
práctica clínica (Fernández Álvarez, Gómez & García, 2015). Garland y
BrooKman - Frazee (2015) han enfatizado la importancia de la colaboración
entre los investigadores y los clínicos, tarea que redunda en la relevancia,
utilidad y factibilidad del trabajo investigativo así como en la efectividad de la
práctica clínica.

La construcción de un método para la determinación de eficacia


terapéutica y su validación es uno de los resultados recientes de la tarea
investigativa, que ha dado como subproducto la posibilidad de aplicación de
ese método a la supervisión clínica en el ámbito asistencial. Ese método
permite un estudio minucioso y pormenorizado de las sesiones de psicoterapia;
opera como una lupa que desvela con precisión la dinámica del funcionamiento
mental del paciente y los modos eficaces o fallidos de las intervenciones del
terapeuta, por lo que resulta un instrumento formativo complementario de
utilidad para optimizar las actividades de supervisión clínica de la tarea
asistencial.

La supervisión clínica es considerada en general como una actividad


evaluativa de las destrezas y del desempeño profesional cuyo objetivo es
42

mejorar el desempeño de los profesionales en sus intervenciones (Bernard,


2005). El acento está puesto en la consideración del material para el diseño de
estrategias terapéuticas y la toma de decisiones clínicas.

En la investigación empírica en psicoterapia, en la medida que no se


tiene la “urgencia” de analizar el material para la toma de decisiones y que
existe una mayor distancia emocional e intelectual respecto del material, es
posible un análisis más minucioso y detallado del proceso terapéutico, desde
perspectivas diacrónicas y sincrónicas. Por ello, la investigación empírica se
“transforma” en un método de formación académica que complementa la
supervisión, en tanto constituye también un dispositivo que permite “volver a
pensar” (Bion, 1967) el quehacer del terapeuta. La reflexión acerca de las
propias prácticas clínicas, contribuye de manera directa a mejorar la calidad de
las intervenciones. La ampliación de la base empírica de la observación que
aporta la investigación empírica influye e incrementa la capacidad de
autobservación necesaria para la optimización de la práctica clínica. En síntesis
la investigación empírica y en particular, la investigación empírica sobre
eficacia terapéutica revierte directamente y de manera positiva en la tarea
clínica y brinda valiosas herramientas para la formación de estudiantes
avanzados y graduados, por lo que se enfatiza la importancia y el valor de que
una cátedra universitaria se organice como una unidad de investigación,
extensión y docencia, cuyas actividades estén interrelacionadas y en
permanente reciprocidad.

La FTP debe incluir la evaluación de las competencias del alumno a lo largo y al


final del proceso de formación en Psicoterapia.

La FTP debe formar parte de un programa coherente, equilibrado en su


composición, que incluya los recursos docentes y de infraestructura necesarios para
llevarlo a cabo en las diferentes partes que lo componen:
- Debe tener una parte estructurada, que conforme la parte fundamental de
dicha formación.
- Otra parte que pueda conformarse “optativamente” por las Instituciones
Formadoras.
- Debe poder ser acreditado, y ésta acreditación se debe revisar periódicamente.
43

2. Acreditación de Psicoterapeutas y Supervisión

La supervisión es un componente imprescindible para la formación en


psicoterapia. Su objetivo es influir positivamente sobre la capacidad del supervisando
para llevar a cabo una terapia eficaz con el consultante.

El efecto de la supervisión se valora según la capacidad que tenga para el cambio


de alguna de las características del terapeuta (nivel de pericia o habilidad) lo que, a su
vez, se espera que repercuta en el bienestar del paciente. No se hace la evaluación de la
supervisión directamente sobre los resultados de la terapia.

Criterios generales para una supervisión eficaz:

- El psicoterapeuta experto debe de ser un supervisor acreditado específicamente


como supervisor.

- La supervisión ha de estar adaptada al nivel de experiencia del psicoterapeuta.

- A nivel de evaluación se tendrá en cuanta la perspectiva del supervisor a través de


un informe final de supervisión

- La supervisión se podrá desarrollar en formato individual o grupal.

Es recomendable que cada terapeuta durante su proceso formativo ha de participar


tanto en la experiencia de supervisión individual como en la de supervisión grupal.

3. Acreditación de Psicoterapeutas y Trabajo/Terapia Personal

En la formación integral del psicoterapeuta debe ocupar un lugar principal la


realización de su propio trabajo personal, en el cual el psicoterapeuta en formación pueda
identificar sus capacidades y recursos, y trabajar sus dificultades personales, reconocer
sus conflictos, problemáticas relacionales y sufrimiento psíquico, y aprender a manejarlos
de manera adecuada, de forma que el conocimiento y control de sus propios problemas
haga posible que su necesaria e ineludible implicación personal en los procesos de ayuda
tenga un efecto saludable para todos los partícipes.

Este trabajo personal puede tener diferentes formas de realización, si bien es un


elemento nuclear del mismo la existencia de una relación reglada establecida con un
44

profesional acreditado como psicoterapeuta, desarrollada con continuidad, intensidad y


duración suficiente, en función de la profundidad de la implicación que requiera el
método escogido por el psicoterapeuta para su formación y práctica, y también por sus
propias necesidades personales. Este trabajo/terapia personal ha de realizarse dentro de
uno de los modelos teórico-técnicos de la Psicoterapia y deberá ser coherente con los
otros parámetros que requiere la acreditación (formación teórica y supervisión).

Los cánones que especifican este criterio pueden variar sensiblemente según las
tradiciones formativas de las diferentes escuelas de la psicoterapia (oscilan desde al
menos 50 horas/sesiones hasta 280 o más), pero hay un amplio consenso en realizarlo a
través del trabajo individual, grupal, experiencial, corporal, o sobre la familia de origen
del terapeuta. Desarrollar y usar las propias capacidades autorreflexivas es parte de este
proceso experiencial que es el trabajo personal del psicoterapeuta en formación, que le
permite desarrollar más profundamente sus capacidades de auto-observación y construir
un “terapeuta interno”.

Los procedimientos para registrarse como psicoterapeuta

Los procedimientos para acreditarse como psicoterapeuta son sustancialmente


similares en todas las organizaciones. En todas ellas -excepto en la AEN- se exige formar
parte como socio o colegiado de la organización acreditadora. El aspirante debe rellenar
una solicitud, generalmente con un formato preestablecido, y acompañar la solicitud de
un Currículum Vitae, y de los certificados originales o compulsados que permitan
verificar el CV. Esta solicitud es revisada por una Comisión de acreditación, que en un
plazo generalmente libre y bastante dilatado, acepta la solicitud, pide aclaraciones o la
rechaza. Las acreditaciones se expiden indefinidamente -FEAP, COP -o por un plazo
definido FEATF, EAP- habitualmente de cinco años, solicitándose para la renovación
cumplir criterios establecidos de Formación Continuada. El proceso de acreditación suele
ser gratuito, si bien el Certificado de estar acreditado se expide generalmente tras el pago
de unas tasas.
45

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Apreciación de la tarea nro. 02


Tema: “La terapia y el terapeuta”

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Incongruente Incompleto Básico Bueno Socializable

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