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I. ASPECTOS GENERALES
La historia del hombre ha estado desde siempre íntimamente relacionada con el agua, el
recurso hídrico ha constituido un elemento esencial para la subsistencia del hombre, y para el
desarrollo de una parte importante de las actividades humanas.
En antigüedad, el agua era obtenida principalmente desde fuentes superficiales, como es
el caso de los ríos, vertientes, lagos, manantiales, e incluso de la lluvia. Con la evolución del
hombre, las necesidades de agua aumentaron cada vez más. Por esto, en aquellos lugares que
el agua superficial era escasa, el hombre se vio en la necesidad de buscar nuevas fuentes de
recursos hídricos en que satisfacerse.
A raíz de estas carencias, se comenzó a buscar aguas en el subsuelo. Las primeras
excavaciones tuvieron por objeto fundamental satisfacer menesteres domésticos, y los pozos
tenían poca profundidad. Posteriormente, al ser mayores las necesidades, se buscaron
cantidades más importantes de agua, las que se encuentran a mayores profundidades.
En atención a que las aguas superficiales se encuentran naturalmente a la vista del
hombre (art. 2 del C. de Ag.), y a que en ellas se han gastado cuantiosas sumas de dinero en la
construcción de obras hidráulicas, tales como embalses, diques, acueductos y canales de riego,
todas las cuales también son visibles, ello ha hecho pensar que las aguas superficiales
constituyen la gran fuente para abastecer y satisfacer las necesidades que de ella tiene la
humanidad.
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Pero ello no es así, puesto que solamente el tres por ciento de las aguas existentes en el
planeta son dulces. De ellas, aproximadamente el setenta por ciento se encuentra en grandes
masas, principalmente en los hielos que cubren los polos y en los glaciares, agua que, por el
momento, no puede considerarse como un recurso utilizable.
Así, el agua subterránea comprende alrededor del noventa y cinco por ciento de los
recursos útiles de agua dulce, los que se han venido acumulando a través de los siglos.
Pero, no todas las aguas subterráneas pueden extraerse desde las formaciones que las
contienen, por cuanto una parte de ellas se encuentran dentro de formaciones tan profundas
que sólo los costos de bombeo harían no rentable su extracción.
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Se puede pensar que esta apatía por el conocimiento sobre las aguas subterráneas, se
debe a la poca trascendencia que tienen estas aguas para nuestra vida y nuestro desarrollo
económico. Sin embargo, creer lo anterior es un gran error, el que la propia realidad se
encargará de demostrar.
El desarrollo del país trae consigo el consumo de más agua, la que es utilizada en toda
clase de procesos productivos. Este mayor consumo no puede ser absorvido por las fuentes
superficiales de agua; además, se debe sumar el aumento natural de los consumos
tradicionales del agua, tales como el consumo de la población y la agricultura. Por todo esto, la
utilización de las aguas existentes en el subsuelo, se impone con una necesidad cada vez
mayor.
Para conocer cabalmente las normas que regulan a las aguas subterráneas, se requiere
conocer también las materias técnicas involucradas en ellas. Evidentemente, que las materias
de gran complejidad técnica deben ser realizadas por especialistas, pero ello que no obsta para
que un abogado sea capaz de interpretar los documentos técnicos que se exigen para solicitar
un derecho de aprovechamiento en aguas subterráneas.
Por otro lado, es importante que existan abogados con la suficiente especialización
jurídica y técnica, en torno al tema de las aguas subterráneas, para poder estar preparados a
discutir y formular peticiones fundadas a la autoridad, a fin de mejorar aquellos puntos de la
normativa legal, que no sean correctos desde el punto de vista jurídico; o que pongan en
peligro el necesario equilibrio hidrológico, afectando no sólo a las aguas en si, sino los derechos
constituidos sobre las aguas subterráneas ,así como, derechos sobre aguas superficiales que se
puedan ver perjudicados.
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III. CONCEPTO DE AGUAS SUBTERRÁNEAS
a) Aspectos generales
Son aguas subterráneas aquellas que están ocultas en el seno de la tierra y no han sido
alumbradas (art. 2, inc. final del Código de Aguas). La definición indicada es idéntica a la
señalada en el artículo 5° del Código de Aguas de 1951, y en el inciso final del Código de 1969.
Si se analiza dicha definición podremos apreciar que ella se limita a indicar el lugar donde
ellas se encuentran ubicadas (en el seno de la tierra), y que al encontrarse ocultas al interior de
la tierra, no han sido alumbradas. La definición legal indicada nada dice respecto de la
regulación de dichas aguas.
Es por ello, que es de urgente necesidad que nuestra legislación regule con mayor
profundidad y precisión a las aguas subterráneas, ocupándose de temas tales como la
contaminación de los acuíferos….
En Europa podemos encontrar una mejor definición de lo que son las aguas
subterráneas, ya que se utilizan elementos de la hidrogeología. En efecto, la directiva
80/68/EEC del Consejo de las Comunidades Europeas del 17 de Diciembre de 1979 sobre la
protección de las aguas subterráneas contra la contaminación causada por ciertas sustancias
peligrosas, define a las aguas subterráneas en su artículo 1 inciso segundo, como “aquellas que
se encuentran debajo de la superficie del suelo en la zona de saturación y en contacto directo
con el suelo o el subsuelo”. Esta última definición parece como la más correcta desde el punto
de vista hidrogeológico, el que puede ser utilizado como definición legal. Es así, que la mayoría
de los países Europeos la han adoptado como propia.
b) Los acuíferos
El Código de Aguas establece una marcada diferencia entre las aguas superficiales y las
subterráneas. A estas últimas les son aplicables una serie de normas especiales, atendida su
particular naturaleza.
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De lo anterior, podemos definir a los acuíferos como aquellos terrenos acuíferos o
acuíferos subterráneos aquellas formaciones geológicas que contienen aguas, o la han
contenido y por las cuales el agua puede fluir.
Los acuíferos se posan sobre una capa permeable o semipermeable formada por una
roca cristalina. Si la formación geológica que contiene a las aguas subterráneas está formada
por una capa permeable en su base y en su techo, y si dichas aguas están sometidas a una
presión superior a la atmosférica, nos encontramos en presencia de los denominados
“acuíferos confinados”, y las aguas que se encuentran en ellas, se denominan aguas fósiles.
Existen también, otras formaciones geológicas distintas de los acuíferos que contienen
aguas subterráneas, las que no es posible explotarlas, como ocurre en el caso de los
denominados “acuitardos” constituidos por unidades geológicas que almacenan agua, pero las
transmiten en una cantidad insuficiente como para ser explotadas.
Algo similar ocurre con los denominados “acuicludos”, que son aquellas formaciones
geológicas que admiten y almacenan agua, pero no las transmiten, como sucede con las
formaciones arcillosas de la que no se puede extraer el agua.
Jurídicamente hablando, pareciera que lo único importante del estudio de las aguas
subterráneas fuera lo relativo a la exploración y explotación de ellas, pero la realidad dista
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mucho de ser así. Lo que se ha visto hasta ahora es fundamental, para entender a cabalidad,
que son las aguas subterráneas y que papel juegan en el mundo del hombre actual.
Ciertamente, todo estudio cabal de las aguas subterráneas, debiera comprender la exploración
de ellas, ya que es una actividad vital para la conocer donde está este recurso, pero asimismo,
es una labor muy compleja y costosa. Muchas veces se tiende a confundir dos términos que
parecen sinónimos, pero los cuales son diferentes en razón de su extensión. Estos son la
exploración y la investigación de aguas subterráneas.
Por lo general, las labores de exploración de las aguas subterráneas son más complejas y
costosas que las mismas labores en un proyecto de aguas superficiales, pero por contrapartida
las inversiones y gastos de ejecución de un proyecto de aguas subterráneas, suelen ser mucho
más bajos que las de ejecución de un proyecto de aguas superficiales. Esto se debe a que el
aprovechamiento de un acuífero, comúnmente, sólo requiere de la perforación de un pozo y
de canales de aprovechamiento del agua obtenida; en cambio, la construcción de una presa
para el embalse y uso de las aguas superficiales tiene un costo muy elevado, mucho más que la
construcción de un pozo vertical.
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este mismo pozo se puede aprovechar para la extracción de aguas y que no es necesario
realizar una nueva perforación para la explotación.
Las aguas subterráneas se encuentran reguladas en el Título VI del Libro I del Código de
Aguas y en la Resolución DGA Nº 425, de 2007, de la Dirección General de Aguas, que establece
normas sobre exploración y explotación de aguas subterráneas. Dicha resolución tiene una
importancia fundamental en el régimen que regula las aguas subterráneas en nuestro país y
fue dictada en cumplimiento de lo ordenado en los artículos 58 y 59 del Código de Aguas.
En efecto, el Código de Aguas contiene pocas normas que se refieren a las aguas
subterráneas, de las cuales una de ellas dice relación con el importante tema de la exploración
de aguas subterráneas. El legislador de 1981, ha querido que sea la Dirección General de Aguas
la que las regule, para lo cual la ha dotado de facultades excepcionales en los artículos 58 y 59
del Código de Aguas.
Así, el artículo 58 del Código de Aguas, dispone que cualquier persona puede explorar
con el objeto de alumbrar aguas subterráneas, sujetándose a las normas que establezca la
Dirección General de Aguas.
El artículo 59 del mismo Código dispone, por su parte, que la explotación de aguas
subterráneas deberá efectuarse en conformidad a normas generales, previamente establecidas
por la Dirección General de Aguas.
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A) Normas constitucionales que garantizan el derecho de toda persona para obtener un
permiso de exploración de aguas subterráneas en bienes nacionales
La norma del artículo 58 del Código de Aguas tiene además su fundamento en tres
importantes garantías establecidas en los artículos 19 Nºs. 21, 22 y 23 de la Constitución
Política de la República.
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generales en el artículo 19 número 21 de la Constitución, el cual:
En segundo término está el principio de juridicidad, según el cual los órganos del Estado
deben someter su acción a la Constitución y a las normas dictadas conforme a ella, obligando
los preceptos de la Carta Fundamental tanto a los titulares o integrantes de dichos órganos
como a toda persona, institución o grupo (artículo 60). Asimismo, los órganos estatales sólo
pueden actuar válidamente previa investidura regular de sus integrantes, dentro de su
competencia y en la forma que prescriba la ley (articulo 7)
En consecuencia, puede decirse que toda actividad estatal debe ejercerse con el más
estricto respeto al marco jurídico y que, de igual manera, los mecanismos de intervención o
regulatorios de la actividad privada deben ajustarse en todo a los principios y normas de la
Constitución Política de la República.
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El artículo 19 Nº 21 de la Constitución establece “el derecho a desarrollar cualquier
actividad económica que no sea contraria a la moral, al orden público o a la seguridad nacional,
respetando las normas que la regulen”.
De esta forma, cualquier persona que requiera para desarrollar una determinada
actividad económica, de permisos para explorar aguas subterráneas, tiene el derecho a solicitar
a la Dirección General de Aguas un el permiso correspondiente.
2. Libertad para adquirir toda clase de bienes, excepto aquellos que la naturaleza ha
hecho comunes a todos los hombres o que deban pertenecer a la Nación toda y la ley lo declare
así
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Pues bien, en virtud de la norma constitucional mencionada, nadie puede ser impedido
de obtener una autorización de exploración de aguas subterráneas por actos arbitrarios de
parte de la autoridad, pues en dicha caso los afectados podrían entablar la acción jurisdiccional
de resguardo, esto es, un recurso de protección.
Tal como se ha dicho, cualquiera persona puede explorar con el objeto de alumbrar
aguas subterráneas, sujetándose a las normas que establezca la Dirección General de Aguas
(artículo 58 del Código de Aguas).
Así, los permisos para explorar aguas subterráneas tienen por objeto dar oportunidad al
explorador para que encuentre nuevas fuentes de recursos hídricos subterráneos, en aquellas
zonas en que son deficitarias, labor que normalmente el Estado no puede realizar, en atención
a que no cuenta con los recursos necesarios para ello.
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Los trabajos y obras de exploración son necesarios para establecer el potencial hídrico
subterráneo. La exploración se enmarca dentro de un procedimiento de investigación del
recurso hídrico, y es importante para estudiar no sólo la capacidad de los acuíferos, sino que
también para aumentar el conocimiento de las fuentes de aguas subterráneas, tanto en
cantidad como en calidad.
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Boettiger Philipps; Camila. Algunas consideraciones en torono a la preferencias del explorar aguas subterráneas.
Revista Actualidad Jurídica N° 18. Julio de 2008. Universidad del Desarrollo.
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subsuelo se escurren por él o están depositadas en acuíferos a los cuales llegan, sin que
posteriormente alcancen la superficie en forma natural y que serán subterráneas mientras no
sean alumbradas por acción del hombre.
Ahora, si las aguas afloran naturalmente deberán regirse por las disposiciones que
regulan a las aguas superficiales, ya que no serán consideradas como subterráneas, sino
simplemente como superficiales.
Es por lo anterior, que el legislador faculta a los particulares para que inviertan recursos
en la exploración de aguas subterráneas en bienes nacionales, lo que da lugar a estudios que
permiten tener mayores y mejores conocimientos de la situación de los distintos acuíferos
existentes en el país.
De esta forma, la información a que dan lugar dichos estudios, sean éstos positivos o
negativos, debe ser entregada por el explorador a la Dirección General de Aguas, tal como lo
ordena el artículo 17 de la Resolución DGA Nº 425, de 2007, para que ésta pueda cumplir la
función establecida en la letra a) del artículo 299 del Código de Aguas, como es, planificar el
desarrollo del recurso con el fin de formular recomendaciones para su aprovechamiento.
También dicha información debe formar parte del Catastro Público de Aguas, el que de
conformidad al artículo 122 del mismo ordenamiento se encuentra obligada a llevar la
Dirección General de Aguas.
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las concesiones administrativas sobre los bienes nacionales de uso público, tienen la naturaleza
de un derecho real administrativo, en atención a que los bienes nacionales de uso público no
pueden ser enajenados por estar fuera del comercio humano. Por esta razón, el jurista citado
plantea la existencia de un derecho real que no tiene su origen en la legislación civil, sino que
nace del derecho administrativo y que marcha paralelo a aquél.
a) Porque la enumeración que contemplan los artículos 577 y 579 del Código Civil relativa
a los derechos reales, no es una enumeración taxativa, situación en que se encuentra conteste
toda nuestra doctrina. Claro es el ejemplo del derecho real de aprovechamiento, o las
concesiones de exploración o explotación mineras, las que por texto expreso son derechos
reales. En consecuencia, uno de los casos de derecho real no enumerado en los citados
artículos del Código Civil, sería el de la concesión administrativa.
Sin embargo, parte de la doctrina, tal como lo ha expuesto don Luis Claro Solar, señala
que las concesiones administrativas no son derechos reales, en atención a que la doctrina
expuesta por don Leopoldo Urrutia incurre en una confusión de términos o de ideas, pero no
señala cuales son las características o la naturaleza de la concesión, por lo que se mantiene
como la doctrina minoritaria.
a) Es un derecho inmueble, por cuanto se ejerce sobre un bien raíz como son los terrenos
objeto de la concesión.
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c) Es un derecho condicional, ya que caduca si el interesado no inicia las faenas de
exploración dentro del plazo establecido en el artículo 10 de la Resolución DGA Nº 341, de
2005, o si falta a alguna de las condiciones establecidas en la resolución que concede el
permiso.
Respecto de la tradición del permiso para explorar aguas subterráneas por acto entre
vivos, debe señalarse que la Resolución DGA Nº 425, de 2007, no ha fijado solemnidad alguna,
es por ello que el contrato puede celebrarse por escritura pública o por instrumento privado,
realizándose por tanto la tradición en cualquier forma en que el tradente manifieste su
voluntad de transferir el permiso y el tradido de adquirirlo.
En suelo ajeno sólo se podrá explorar previo acuerdo con el dueño del predio, según lo
dispone el inciso 4° del artículo 58 del Código de Aguas. Una norma similar se encuentra
contenida en el artículo 1º de la Resolución DGA Nº 425, de 2007.
Para este efecto, es bueno recordar que el artículo 589 del Código Civil dispone que se
llaman bienes nacionales aquellos cuyo dominio pertenece a la nación toda. Si además su uso
pertenece a todos los habitantes de la nación, como es el caso de las calles, plazas, puentes y
caminos, el mar adyacente y sus playas, se llaman bienes nacionales de uso público.
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Los bienes nacionales cuyo uso no pertenece generalmente a todos los habitantes de la
nación se llaman bienes del Estado o bienes fiscales.
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El procedimiento administrativo de permisos para explorar aguas subterráneas, es un
procedimiento administrativo reglado que da origen a un acto administrativo (Resolución de
los Directores Regionales de Aguas), que hace nacer en favor de un particular una concesión
destinada a explorar aguas subterráneas en bienes nacionales.
Por su parte, el artículo 7º de la Constitución señala que “los órganos del Estado actúan
válidamente previa investidura regular de sus integrantes, dentro de su competencia en la
forma que prescribe la ley”. Esto es, los órganos del Estado, entre ellos los órganos de la
administración, actúan válidamente en el derecho si lo hacen dentro de su competencia, previa
investidura regular de sus integrantes y en la forma que prescriba la ley; por tanto, esta
actuación es ejercicio de potestades jurídicas administrativas que la Constitución ha otorgado a
los órganos de la administración con el objeto de concretar la función administrativa, en
especial a través de la dictación de actos administrativos.
Finalmente, resulta pertinente señalar que la circunstancia que las resoluciones que
acojan o denieguen solicitudes de exploración de aguas subterráneas se encuentren exentas
del trámite de toma de razón por parte de la Contraloría General de la República (artículo 2° Nº
14 de la Resolución Nº 520, de 1996, de la Contraloría General de la República), no exime a la
autoridad administrativa (Dirección General de Aguas) observar integralmente el marco
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jurídico conformado por la ley (Código de Aguas) y sus reglamentos (Resolución DGA Nº 425,
de 2007), puesto que la exención aludida es sin perjuicio de otras medidas de control que
disponga el Contralor General de la República, en el ejercicio de sus atribuciones, con el objeto
de asegurar la legalidad de los actos de la Administración y hacer efectivas las
responsabilidades que procedan.
El ejercicio de las atribuciones jurídicas con que está dotada una autoridad administrativa
constituye una función, es decir, una obligación de dar cuenta de su efectivo servicio al fin
para el cual fue creada, de justificar su utilización y de justificar que ha actuado en
conformidad a Derecho sobre la base de unos hechos, actos o conductas dados.
Así, las funciones de un servicio son los fines de bien público que la ley ha radicado en el
ámbito de su acción, y para el cumplimiento de los cuales ha dotado a sus autoridades y
funcionarios de las potestades inherentes.
Ahora bien, las atribuciones implícitas en la función, en cuanto configuran una forma de
poder, dan origen a decretos y resoluciones de las autoridades administrativas, respecto de las
cuales se ejerce fiscalización externa por medio del trámite de toma de razón, dispuesto en el
artículo 10 de la Ley 10.336.
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Las atribuciones que se ejercen mediante resoluciones exentas del trámite de toma de
razón, exigen de un especial cuidado en lo referente al control interno de su legalidad, ya que
respecto de ellas sólo rigen los controles externos de reemplazo o los especiales previstos para
dicho efecto por las normas pertinentes de la Contraloría General de la República, todos los
cuales operan con posterioridad a su ejecución (Instrucciones sobre Control Interno a los Jefes
de Servicios y Organismos afectos a la fiscalización de la Contraloría General de la República).
En aquellos casos que la solicitud comprenda dos o más provincias deberá presentarse
ante la Oficina de la Dirección General de Aguas del lugar o ante la Gobernación Provincial que
abarque la mayor superficie del área pedida, por cuanto así lo dispone el artículo 3º de la
Resolución DGA Nº 425, de 2007.
Los requisitos que deben contener las solicitudes de exploración de aguas subterráneas
se encuentran contenidos en los artículos 4º y 5º de la Resolución DGA Nº 425, de 2007.
Los requisitos exigidos por el artículo 4º de la Resolución DGA Nº 425, de 2007, son los
siguientes:
1. La ubicación de los terrenos que se desea explorar, para lo cual deberá individualizarse
la comuna y provincia en que ellos se encuentran. En caso que comprenda una o más comunas
y provincias deberán indicarse todas ellas.
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Instituto Geográfico Militar, señalando la escala y el datum utilizados. Además, se podrá hacer
referencia a puntos conocidos tales como, ciudades, pueblos, caminos públicos, cauces, cerros,
etc., que permitan ilustrar acerca del sector que se solicita explorar.
a) Una memoria técnica explicativa que indicará los estudios y obras de exploración que
se pretende realizar, expresadas en números de pozos, metros de perforación, número de
perfiles geofísicos, etc.
c) Un plano a escala del área de exploración con los antecedentes solicitados en la letra
b) del artículo 4° que contenga las coordenadas de los puntos que definen el área.
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Además, en dicho plano deberán especificarse los aprovechamientos existentes de las
aguas superficiales y subterráneas que se encuentran en la zona que se va a explorar, de
acuerdo a la información pública y disponible en la Dirección General de Aguas.
e) Si la solicitud recayere sobre bienes nacionales cuya tenencia haya entregado el Estado
a cualquier título a personas naturales o jurídicas, deberá obtener la autorización de éstas.
Mediante la destinación se asigna uno o más bienes del Estado o fiscales a la institución
que lo solicita para que los emplee en el cumplimiento de sus propios fines. En estos casos, la
destinación, concesión de uso y arrendamientos implica la tenencia de tales bienes por parte
del destinatario, concesionario o arrendatario.
Los interesados en explorar aguas subterráneas en bienes del Estado o fiscales que el
Ministerio de Bienes Nacionales haya destinado, concedido o arrendado a personas naturales o
jurídicas, deberá previamente obtener el acuerdo de éstas, sin el cual no podrán otorgarse
autorizaciones en esos bienes.
a) Zonas que alimenten áreas de vegas y de los llamados bofedales de las Regiones de
Tarapacá y de Antofagasta, previamente identificadas y delimitadas por la Dirección General de
Aguas.
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b) Áreas protegidas correspondientes a alguna de las unidades o categorías de manejo
que integran el Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas por el Estado.
c) Publicación de la solicitud
En caso que una solicitud comprenda áreas ubicadas en dos o más provincias, deberá
publicarse, además, en un diario o periódico de cada una de las provincias que comprenda.
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A este efecto, cabe destacar que la nueva legislación privilegia y premia la adquisición
competitiva de los permisos de exploración, otorgándoles a los beneficiarios la preferencia
absoluta de la gozaban antes todos los titulares de estos permisos, creándose una categoría
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preferencial de permisos de exploración, los adquiridos por medio de remate público.
En efecto, se modifica en forma radical la legislación anterior que disponía que las
solicitudes de permisos para explorar aguas subterráneas preferían unas a otras según el día y
la hora de presentación de las mismas.
Pues bien, bajo el nuevo ordenamiento (artículos 58 del Código de Aguas y 7° de la
Resolución DGA N° 425, de 2007), si se presentan dos o más solicitudes de exploración de aguas
subterráneas sobre una misma extensión territorial de bienes nacionales, la Dirección General
de Aguas resolverá la adjudicación del área de exploración mediante remate entre los
solicitantes. Al respecto, es importante destacar que las solicitudes necesariamente deberán
haberse presentado dentro del plazo de seis meses que señala el artículo 142 del referido
ordenamiento.
En suma, si se presentan dos o más solicitudes de exploración de aguas subterráneas en
una misma extensión territorial de bienes nacionales, dentro del plazo de seis meses contados
desde la primera presentación, la Dirección General de Aguas resolverá la adjudicación del área
superpuesta, sea esta total o parcial, mediante remate entre los peticionarios que se
encuentren en dicha situación.
El área a rematar corresponderá a la extensión superpuesta, y existirán tantas áreas a
rematar como superposiciones existan.
Corresponderá a la Dirección General de Aguas establecer las bases de remate a través de
la resolución correspondiente.
Sin perjuicio de lo anterior, la Dirección General de Aguas podrá autorizar exploraciones
en superficies no afectas a remates, o superficies parciales adquiridas a través de remate, en la
medida que el peticionario adecue los antecedentes exigidos en los artículos 4° y 5° de la
Resolución DGA N° 341, de 2005.
2
Idem.
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f) Duración del permiso e inicio de las faenas de exploración
La concesión para explorar se otorga por el plazo que determine la Dirección General de
Aguas, para lo cual dicho Servicio debe analizar los antecedentes indicados en la letra b) del
artículo 5º de la Resolución DGA N° 425, de 2007, no pudiendo exceder de dos años, contados
desde la fecha de la total tramitación de la resolución que otorga el permiso respectivo.
Extinguido dicho plazo el terreno quedará disponible para nuevas exploraciones (art. 9º
de la Resolución DGA N° 425, de 2007).
De este modo, el plazo que se conceda en la autorización para explorar, debe ser
consistente con un cronograma razonable de avance de las actividades.
a) Por una parte, debe iniciar las faenas de exploración dentro de los seis meses
indicados, y
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Para los efectos de lo señalado en los incisos anteriores se entenderán por faenas de
exploración todas aquellas labores geofísicas de prospección y/o perforación del subsuelo
encaminadas a la detección de aguas subterráneas.
En una misma región del país no podrá solicitarse por una sola persona permiso para
explorar en conjunto o separadamente una superficie mayor de cincuenta mil hectáreas.
Tratándose de las regiones I, II y XII, dicha extensión, en cada una de ellas, no podrá ser
superior a cien mil hectáreas (art. 11 de la Resolución DGA N° 425, de 2007).
Las solicitudes que no cumplan con este artículo serán denegadas de plano.
A este respecto, es importante señalar que en virtud del principio de eficiencia funcional
consagrado en los artículos 5° y 8° de la Ley Nº 18.575, sobre Bases Generales de la
Administración del Estado, los procedimientos administrativos deben ser ágiles y expeditos.
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Así, tanto la Dirección General de Aguas como el Ministerio de Bienes Nacionales deben
procurar que sus gestiones y actuaciones se cumplan dentro plazos razonables, de modo tal
que en caso de cualquier demora injustificada corresponde adoptar las medidas tendientes a
determinar la responsabilidad administrativa de los funcionarios causantes de la demora.
En virtud del numeral sexto del Capítulo II de dicho Convenio, denominado “De la
protección y constitución de los derechos de aprovechamiento de aguas de propiedad
ancestral de las Comunidades Aymaras y Atacameñas”, la Dirección General de Aguas, se
compromete a través de sus Ofinas Provinciales o Regionales respectivas, a solicitar un informe
a la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena cada vez que se presenten solicitudes de
exploración, constitución o regularización de derechos de aprovechamiento de aguas
superficiales o subterráneas en las Provincias de El Loa, en la II Región, y Parinacota, Arica e
Iquique, en la I Región, que pueden afectar a comunidades Aymaras o Atacameñas.
Si existe utilización de las aguas solicitadas por parte de alguna comunidad Aymara o
Atacameña;
En caso que exista dicha utilización, deberá consignar la naturaleza del derecho de
aprovechamiento de que se trate, esto es, las características del derecho, su naturaleza
superficial o subterránea, y el caudal efectivamente aprovechado por las comunidades
indígenas.
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De conformidad al numeral séptimo del Capítulo II del Convenio indicado, el informe
fundado emitido por la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena, constituirá un
antecedente que la Dirección General de Aguas tomará en consideración para resolver las
solicitudes de exploración, constitución o regularización de derechos de aprovechamiento de
aguas superficiales o subterráneas en las Provincias de El Loa, en la II Región, y Parinacota,
Arica e Iquique, en la I Región, que pueden afectar a comunidades Aymaras o Atacameñas.
c) Cuando ella signifique grave peligro para la vida o salud de los habitantes.
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discrecionalidad de la Administración, o en su caso, la eventualidad de decisiones arbitrarias,
podrían dejar a los particulares en una grave situación de indefensión. Es por ello, que
cualquier afectado con una decisión de la Administración que limite o deniegue una solicitud
de permiso de exploración de aguas subterráneas en bienes nacionales puede ser recurrida
ante los Tribunales de Justicia.
En la actualidad si dos o más personas solicitan una misma extensión de bienes nacionales
para explorar aguas subterráneas dentro del plazo de seis meses de la primera de ellas, la
adjudicación de estas solicitudes se resolverá entre todos ellos sobre la base de remates
públicos.
La solución indicada, como se ha dicho, pretende que la adquisición de los permisos de
exploración sea competitiva por parte de los particulares, asignándose con esto una valoración
económica a los permisos, y ellos serán adjudicados a aquel peticionario que cancele la mayor
cantidad de dinero en el remate respectivo.3
En relación con esta materia, nos referiremos a una situación que está originando graves
consecuencias prácticas y que afecta a los concesionarios de permisos de exploración ya
otorgados por la Dirección General de Aguas, y que dice relación con el alcance de las
facultades de las Municipalidades en relación con la administración de los bienes nacionales de
uso público, donde se realizarán las faenas de exploración.
En efecto, por medio del Decreto con Fuerza de Ley Nº 2/19.602, de 13 de octubre de
1999, del Ministerio del Interior, se fijó el texto refundido de la Ley Nº 18.695, Orgánica
Constitucional de Municipalidades. El artículo 5º, letra c) del señalado cuerpo legal establece la
facultad de las Municipalidades de administrar los bienes municipales y nacionales de uso
3
idem
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público existentes en la comuna, salvo que, en atención a su naturaleza o fines y de
conformidad a la ley, la administración de estos últimos corresponda a otros órganos de la
administración del Estado. Dicha atribución de acuerdo al artículo 63, letra f) del citado DFL, le
corresponde al Alcalde respectivo.
Por lo tanto, las Municipalidades tienen la administración de los bienes nacionales de uso
público que se encuentren dentro del territorio de la comuna en la medida que no exista otro
organismo de la Administración del Estado que, por su especialidad de competencia y estando
facultado por la ley, le corresponda la administración de esos bienes.
Dentro de los bienes nacionales de uso público se encuentran los álveos o cauces
naturales, los que se encuentran definidos en el artículo 30 del Código de Aguas, que dispone
que: “álveo o cauce natural de una corriente de uso público es el suelo que el agua ocupa y
desocupa alternativamente en sus creces y bajas periódicas, el cual es de dominio público y no
accede mientras tanto a las heredades contiguas, sin perjuicio que los propietarios ribereños
puedan aprovechar y cultivar ese suelo en las épocas en que no estuviera ocupado por las
aguas”.
Ahora bien, respecto de las obras o labores que se ejecutan en los cauces naturales existe
un órgano de la Administración del Estado que tiene funciones específicas, como es la
Dirección General de Aguas, organismo que no sólo se encuentra facultado para autorizar las
obras que se construyan en los álveos (arts. 32, 41, 171, 294 y 304 del C. de Aguas), sino que
también le corresponde la policía y vigilancia de las aguas en los cauces naturales de uso
público (art. 299, letra c) del C. de Aguas).
Además, debe recordarse que las facultades de administración que tienen las
Municipalidades sobre los bienes nacionales de uso público sólo pueden comprender los actos
tendientes a que el bien cumpla su función normal y corriente, a conservarlo, valorizarlo,
explotarlo y hacerlo fructificar y, no otro tipo de actos.
Por otra parte, si se analizan las funciones y atribuciones de las Municipalidades y de los
Alcaldes contenidas en la Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades, puede apreciarse
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fácilmente que dentro de ellas no se encuentra la de revisar, y eventualmente la de impedir el
cumplimiento de una resolución de un organismo público (Dirección General de Aguas),
emitida en el ejercicio de expresas facultades conferidas por la ley, y por normas dictadas
conforme a ella, precisamente, porque se trata de una materia que no es de su competencia.
Cabe señalar que la norma indicada se encuentra referida a aquellos bienes nacionales
de uso público en que existan plazas, calles, monumentos, jardines, y en general otro tipo de
obras o adornos, que pudieran verse afectados con las faenas de exploración, para que la
Municipalidad respectiva determine y regule la forma y condiciones en que deberá hacerse la
exploración, de forma de no afectar la naturaleza, finalidad y normal uso de éstos.
De este modo, para que la renuncia tenga efecto deberá ser aceptada por la autoridad
que otorgó la concesión (Dirección General de Aguas), la que deberá verificar que, en caso de
haberse iniciado las faenas de exploración, los terrenos, deberán dejarse en las mismas
condiciones en que estaban antes de iniciarse las faenas exploratorias. También, deberá
adoptar las medidas necesarias para evitar cualquier daño que pudiera ocasionarse al medio
ambiente en dicho lugar.
ñ) Derechos y obligaciones que confieren los permisos para explorar aguas subterráneas
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1. Exclusividad para explorar en el área objeto del permiso
Durante el plazo del permiso, el concesionario tendrá la exclusividad para efectuar los
trabajos de exploración dentro de los límites que se le hayan fijado (art. 17 de la Resolución
DGA N° 425, de 2007).
Sobre la materia, debemos en primer lugar señalar que la Ley 20.017 que, como se ha
dicho, introdujo importantes modificaciones al Código de Aguas, efectuó también cambios
significativos a la exploración de aguas subterráneas, al establecer entre otras materias, un
sistema de remate para la constitución de los derechos de aprovechamiento sobre las aguas
subterráneas alumbradas durante la vigencia del permiso.
El artículo 58 bis del Código de Aguas dispone que comprobada la existencia de aguas
subterráneas en bienes nacionales, el beneficiario del permiso de exploración tendrá la
preferencia para que se le otorgue el derecho sobre las aguas alumbradas durante la vigencia
del mismo por sobre todo otro peticionario. Una norma similar contiene el artículo 18 de la
Resolución DGA N° 425, de 2007.
31
La solución indicada, como se ha dicho, pretende que la adquisición de los permisos de
exploración sea competitiva por parte de los particulares, asignándose con esto una valoración
económica a los permisos, y ellos serán adjudicados a aquel peticionario que cancele la mayor
4
cantidad de dinero en el remate respectivo.
De esta forma, pueden ocurrir las siguientes hipótesis respecto de la constitución de
derechos de aprovechamiento de aguas subterráneas en un mismo acuífero. Ellas son:
a) Peticionario de derecho de aprovechamiento de aguas subterráneas y otro que no lo
necesitaba por cuanto exploró en terrenos privados. En esta hipótesis debe distinguirse como
5
se obtuvo el permiso de exploración:
i) Si el permiso de exploración no se obtuvo en remate público, el titular del permiso no
tiene preferencia para obtener el derecho de aprovechamiento y para obtenerlo debe concurrir
a remate público con el u otros solicitantes que hayan presentado la solicitud respectiva dentro
del plazo de seis meses.
ii) Si el permiso de exploración se obtuvo en remate público, debe aplicarse la preferencia
absoluta del concesionario de exploración, excluyéndose la posibilidad de remate.
b) Situación de peticionarios que tienen permisos de exploración en áreas diferentes,
pero sobre el mismo acuífero. En este caso también debemos recurrir a la forma en que se
obtuvieron los permisos de exploración.
i) Si los peticionarios, dos o más, obtuvieron el permiso de exploración dentro de un
mismo acuífero pero en áreas distintas y las solicitudes se presentaron dentro de los referidos
seis meses, ninguno de los dos tiene preferencia y el derecho se adjudicará en remate público.
ii) Uno de los peticionarios obtuvo su permiso de exploración en remate público y el o los
otros no. En este caso se aplica la regla de preferencia absoluta y los derechos deben ser
adjudicados al que obtuvo el permiso en remate excluyéndose al o los demás. 6
La preferencia señalada en el inciso primero del artículo 18, sólo podrá ejercerse dentro
del plazo del permiso y hasta tres meses después, y siempre que el titular del permiso haya
dado cumplimiento a la obligación de entregar un informe completo sobre los trabajos
realizados, sus resultados y las conclusiones obtenidas. Este informe será obligatorio aún
cuando los resultados hayan sido negativos y deberá presentarse dentro del plazo del permiso y
hasta tres meses después.
4
idem
5
Idem.
6
Idem.
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Dicho informe servirá de base para la constitución de los derechos que pudieran
solicitarse sobre las aguas alumbradas durante la vigencia del permiso.
1. Una vez que se comience a construir un pozo se debe utilizar una única ruta de acceso
a él y una única zona de estacionamiento para vehículos pesados y livianos, las que deberán ser
informadas a la Dirección General de Aguas dentro del plazo de los 15 días siguientes al inicio
de la construcción del pozo.
Para dicho efecto, el concesionario deberá indicar en un plano adecuado la ubicación del
pozo y sus accesos.
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3. Los residuos industriales domésticos, tales como aceites, combustibles, maderas,
plásticos, metales, restos orgánicos y cualquier otro material, deben ser dispuestos en un lugar
definido y en recipientes adecuados, que eviten que sean derramados al suelo.
Luego de terminadas las faenas deberán ser llevados a lugares debidamente autorizados.
Por otro lado, es importante destacar que por resolución fundada de la Dirección General
de Aguas, podrán incorporarse durante la exploración nuevas medidas, las que se entenderán
como modificatorias del permiso original.
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trámite de toma de razón por parte de la Contraloría General de la República (art. 10 de la
Resolución DGA N° 425, de 2007).
En relación con esta materia, merece especial mención la sanción prevista en el artículo
9° de la Resolución DGA N° 425, de 2007, en el sentido que si las faenas de exploración no se
iniciaren dentro del plazo de seis meses contados desde la vigencia del permiso, lo que se
certificará únicamente con la no presentación dentro del mismo término de la comunicación
señalada en el inciso anterior, se entenderá por desistida la intención de explorar y quedará sin
efecto el permiso, lo que deberá ser declarado formalmente por el Director General de Aguas,
mediante resolución fundada sujeta al tramite de toma de razón. Tal declaración podrá
hacerse de oficio o a solicitud de cualquiera que tenga interés en ello.
El artículo 10 de la Ley Nº 19.300 sobre bases del Medioambiente enumera los proyectos
o actividades susceptibles de causar impacto ambiental, en cualquiera de sus fases, que
deberán someterse al sistema de evaluación de impacto ambiental, dentro de las cuales no se
menciona a los permisos de exploración de aguas subterráneas. El artículo 3, letra i) del
Decreto Supremo Nº 95, de 27 de 2001, del Ministerio Secretaría General de la Presidencia,
que contiene el Reglamento del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, contiene una
norma similar.
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de Evaluación de Impacto Ambiental, tal como lo dispone el artículo 10, letra p) de la Ley N°
19.300, y obtener una resolución favorable para acoger a trámite su solicitud. La aprobación
del estudio o declaración de impacto ambiental, según corresponda, constituye es un requisito
habilitante para conceder Ia autorización.
Con el objeto de evaluar los efectos adversos significativos indicados, la letra n) del
artículo 6° citado, deberá considerarse: El volumen, caudal y/o superficie, según corresponda,
de recursos hídricos a intervenir y/o explotar en:
a) Las vegas y/o bofedales ubicados en las Regiones I y II, que pudieren ser afectadas por
el ascenso o descenso de los niveles de aguas subterráneas.
b) Areas o zonas de humedales que pudieren ser afectadas por el ascenso o descenso de
los niveles de aguas subterráneas o superficiales.
La Ley N° 19.300, sobre Bases del Medio Ambiente reglamenta los diversos instrumentos
de gestión ambiental, dentro de los cuales se encuentra el Sistema de Evaluación de Impacto
Ambiental, el que a su vez, comprende a los Estudios de Impacto Ambiental, y las
Declaraciones de Impacto Ambiental.
El artículo 12 de la Ley Nº 19.300, enumera las materias que debe contener un Estudio de
Impacto Ambiental. A su vez, el reglamento del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental,
indica en su artículo 12, la nómina de los permisos ambientales sectoriales que deberán
obtenerse para efectos de elaborar y calificar dicho estudio, de los requisitos para su
otorgamiento y de los contenidos técnicos y formales necesarios para acreditar su
cumplimiento.
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De conformidad a lo previsto en el artículo 15 de la Ley N° 19.300, la Comisión Regional
del Medio Ambiente tiene un plazo de 120 días para pronunciarse sobre el Estudio de Impacto
Ambiental.
En caso que la Comisión Regional del Medio Ambiente no pueda pronunciarse sobre el
Estudio de Impacto Ambiental en razón de la falta de otorgamiento de algún permiso o
pronunciamiento sectorial ambiental, deberá requerir al organismo del Estado responsable,
para que, en el plazo de 30 días, emita el permiso o pronunciamiento. Vencido este plazo, el
permiso o pronunciamiento faltante se tendrá por otorgado favorablemente.
Dentro del mismo plazo de 120 días la Comisión Regional del Medio Ambiente, podrá
solicitar aclaraciones, rectificaciones o ampliaciones al contenido del Estudio de Impacto
Ambiental que estime necesarias, otorgando un plazo para tal efecto al interesado, pudiendo
suspenderse de común acuerdo, en el intertanto, el término que restare para finalizar el
procedimiento de evaluación del Estudio.
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