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La teoría de la argumentación pragma-dialéctica

El tercer y último enfoque que veremos en la materia es el de Frans van Eemeren y Rob
Grootendorst, que tuvo su origen en los años 70, en la Universidad de Ámsterdam.
Simplifiquemos un poco las posiciones para ver claramente dónde se ubica esta nueva
posición. Si tomamos los tres enfoques clásicos sobre la argumentación, esto es, el
lógico, el retórico y el dialéctico, podemos ver en el primero un énfasis en los aspectos
normativos de la argumentación, en la medida en que se busca establecer esquemas de
argumentación válidos, independientemente de lo que luego hagan las personas que
argumentan en la realidad. Por el contrario, los retóricos parecen más interesados en un
estudio descriptivo que intenta descubrir cuáles son los factores que efectivamente
persuaden a un auditorio, sin que exista ninguna instancia de evaluación externa. El
enfoque que comenzaremos a ver hoy se desarrolla en línea con el enfoque dialéctico y
pretende entretejer consideraciones normativas con intereses empíricos.
En primer lugar, para la Escuela de Ámsterdam, dado que es necesario utilizar el lenguaje
para presentar un argumento, la teoría de la argumentación no puede ser ajena a las
investigaciones sobre los actos de habla, esto es, debe recurrir a la pragmática.
Efectivamente, la argumentación implica comunicación e interacción, razón por la cual
debe ajustarse a un conjunto de reglas que permitan tales propósitos, es decir, que
permitan que el oyente entienda lo que el orador dice y que el oyente responda de cierta
manera, por ejemplo, aceptando lo que el orador dice.
Ahora bien, si lograr la comunicación efectiva de un argumento (efecto ilocutivo, en
términos de J. Austin) requiere del lenguaje, no ocurre lo mismo con el hecho de lograr
que el otro acepte la posición a favor de la que se argumenta (efecto perlocutivo, en
términos de J. Austin). El interés de van Eemeren y Grootendorst se centra, sin embargo,
en la aceptación de la posición defendida en virtud de haber entendido la argumentación.
A su vez, el efecto buscado por el orador, esto es, el convencimiento del oyente, debe
tener su origen en la decisión del oyente de aceptar la posición del orador en base a
fundamentos racionales. 1

1
Si bien siguen aquí a J. Austin y a J. Searle, intentarán superar varias limitaciones de sus enfoques, que no
desarrollaremos en el curso pero que pueden encontrar en Eemeren, F. van y Grootendorst, R., Los actos de
habla en las discusiones argumentativas, Santiago de Chile, Ed. Universidad Diego Portales, 2013. Otra
influencia notoria será la de Karl Popper.
La argumentación siempre busca resolver una diferencia de opinión en base a estándares
críticos de razonabilidad, por lo que su estudio también forma parte de las investigaciones
sobre los diálogos reglamentados, esto es, forma parte de la dialéctica. De aquí que la
teoría se considere pragma-dialéctica. Así, la dimensión pragmática descriptiva y la
dimensión dialéctica normativa deberán vincularse para dar lugar a una pragmática
normativa.
Se apuntará, entonces, a la elaboración de un conjunto de reglas que permitan una
discusión crítica. En sintonía con los estudios de Searle, se analizarán las condiciones
para la realización de actos de habla comunicativos y, en sintonía con las investigaciones
de H. Grice, se abordarán las máximas para la conducta de interacción verbal. Se
establecerán normas críticas de razonabilidad en diversas etapas de la argumentación, de
manera de poder resolver una diferencia de opinión en función de los méritos de la
argumentación, y no por medio de recurrir a terceras partes, por ejemplo. Se buscará dar
forma, así, a un procedimiento dialéctico para la realización de actos de habla en una
discusión crítica.
Van Eemeren y Grootendorst ofrecerán, a su vez, un código de conducta constituido por
diez principios básicos para que las personas puedan resolver sus diferencias de opinión
de manera razonable, por medio del discurso argumentativo.
El abordaje de la argumentación en tanto acto de habla y la reglamentación del diálogo
para la resolución de una diferencia de opinión en base a los méritos de la argumentación
dan forma, entonces, al enfoque pragma-dialéctico.

El programa de investigación pragmático-normativo


Para vincular la dimensión normativa propia de la dialéctica, con la dimensión
descriptiva propia de la pragmática, van Eemeren y Grootendorst elaboran un programa
de investigación desarrollado en cinco niveles:
El nivel filosófico. El estudio de la argumentación supondrá una concepción de la
razonabilidad, que subyacerá al modelo teórico de la argumentación que se proponga. En
contra de una concepción relativista de la razonabilidad, según la cual son los miembros
de cada comunidad quienes definen lo que es razonable (concepción antropológica de la
razonabilidad), pero también en contra de una concepción de la razonabilidad construida
de una manera lógicamente impecable (concepción geométrica de la razonabilidad), la
pragma-dialéctica asociará la razonabilidad a la resolución de diferencias de opinión en
base a los méritos, sometiendo a las posiciones en juego a una discusión crítica regulada
(concepción crítica de la razonabilidad).
El nivel teórico. A partir de una concepción de la razonabilidad puede
desarrollarse un modelo teórico de la argumentación, incluyendo sus estándares de
evaluación. La concepción antropológica parece más propia de un modelo retórico que se
centrará en los factores que efectivamente persuaden a la comunidad que se estudia. La
concepción geométrica puede asociarse a un modelo lógico que buscará establecer pautas
universales que garanticen el traslado de la verdad de las premisas a la conclusión. La
pragma-dialéctica, en cambio, intentará establecer reglas para el procedimiento dialéctico
que permitan testear la aceptabilidad de las posiciones en discusión.
El nivel empírico. Aquí se aborda la práctica argumentativa tal como se da. Se
observa cómo se desarrolla la argumentación, qué elementos de la misma identifican los
participantes y cómo se la evalúa. Al igual que una teoría ética, que no se ve refutada por
el hecho de que una persona no se conduzca según la misma, el modelo teórico tendrá un
carácter normativo, de manera que lo que se observe en este nivel no invalidará por sí
solo lo que se haya desarrollado en el nivel teórico. La investigación empírica estará
guiada, de todos modos, por el modelo teórico con el que se trabaje. Así, desde la
perspectiva retórica habrá un interés en los factores que efectivamente persuaden,
mientras que el enfoque dialéctico se concentrará en los factores que de hecho llevan a
los participantes de un diálogo argumentativo a la resolución de una diferencia de opinión
en base a los méritos, es decir, a los factores vinculados no con la persuasión sino con la
convicción.
El nivel analítico. Este nivel hace de puente entre el modelo teórico y la práctica
argumentativa real. El objetivo es reconstruir la argumentación real en función del
modelo teórico. Así como la lógica proposicional, por ejemplo, busca formalizar los
razonamientos distinguiendo constantes y variables lógicas, mientras que el análisis
retórico reconstruye un argumento de manera de destacar los factores persuasivos, la
perspectiva pragma-dialéctica intentará reconstruir un discurso argumentativo destacando
únicamente los factores que contribuyen a la resolución, en función de méritos, de una
discusión.
El nivel práctico. Aquí se apunta a desarrollar instrumentos para mejorar las
prácticas y habilidades argumentativas. De nuevo, la perspectiva teórica adoptada
determinará en qué hacer foco. Así, en la formación lógica se pone el acento en la
capacidad para formalizar un argumento y aplicar los métodos para la determinación de
validez formal, mientras que la formación retórica apunta a desarrollar las habilidades
que permiten lograr la persuasión a través de la argumentación. En el caso de la pragma-
dialéctica, la mira estará puesta en las habilidades necesarias para participar
satisfactoriamente en una discusión que apunte a resolver conflictos en base a los méritos.

En resumen, un programa de investigación en teoría de la argumentación debería apuntar


a establecer una concepción de la razonabilidad (componente filosófico), a articular un
modelo de argumentación (componente teórico), a chequear cuáles son los factores y
procesos que determinan la realidad argumentativa (componente empírico), a ofrecer una
reconstrucción sistemática del discurso argumentativo (componente analítico) y a mejorar
las prácticas y habilidades argumentativas (componente práctico). En el caso de la
pragma-dialéctica, el programa desarrolla una concepción crítico-racionalista de la
razonabilidad, un modelo pragma-dialéctico de la argumentación, se centra en los
aspectos de la argumentación real que favorecen la resolución racional de conflictos,
reconstruye los argumentos destacando únicamente los elementos que juegan un papel en
la resolución racional de la diferencia de opiniones y centra su atención en las habilidades
necesarias para la participación satisfactoria en las actividades argumentativas.

Características de la aproximación pragma-dialéctica a la argumentación


El desarrollo del programa tendrá por premisas cuatro principios metodológicos o, en
otras palabras, cuatro puntos de partida meta-teóricos desde los que la pragma-dialéctica
enfoca la argumentación: “constituyen las bases metodológicas para combinar
sistemáticamente, en el programa de investigación, el estudio descriptivo del discurso
argumentativo contextualizado en la comunicación e interacción humana y el estudio
normativo de la argumentación en intercambios críticos reglamentados”. 2
El objeto de estudio de la teoría de la argumentación debe cumplir, entonces, con los
siguientes cuatro principios: externalización, funcionalización, socialización y
dialectificación.
Externalización. La teoría de la argumentación debe ocuparse de las diferencias
de opinión en tanto opiniones expresadas, y de los esfuerzos por resolverla, en tanto
afirmaciones argumentativas, comunicadas verbalmente. Se debe evitar toda especulación
en relación a motivos, pensamientos e ideas subyacentes a la argumentación, y
concentrase, en vez, en lo que los argumentadores dicen, en los actos de habla ejecutados
por los usuarios del lenguaje.
En Los actos de habla en las discusiones argumentativas señalan que su razón para hacer
de esto una cuestión de principios es “análoga a la razón brindada por Popper en
Objective Knowledge para la formulación verbal de teorías: sólo una teoría formulada
puede ser objeto de una discusión crítica: una teoría que sólo es sostenida no se presta por
sí misma a una discusión. A esto Popper añade las consecuencias de su aproximación a
los problemas: “Uno de mis principales métodos de aproximación, cuando existen
problemas lógicos en cuestión, radica en traducir todos los términos subjetivos o
psicológicos, especialmente “creencias”, etc., a términos objetivos. Por ende, en lugar de
hablar de una “creencia”, yo hablo, refiero, a una “afirmación” o a una “teoría
explicatoria”; y en lugar de “justificación de una creencia”, yo hablo de “justificación de
afirmación de que una teoría es cierta”. Creemos que se necesita una “objetivización”
similar para una aproximación a los problemas relativos a la argumentación y que ésta
debe alcanzarse a través de la externalización”. 3
La pragma-dialéctica se opone así a perspectivas como la de Perelman, que vinculan la
evaluación de un argumento a un sentimiento como el de estar persuadido, y la actividad
misma de argumentar a la intención de persuadir. En vez de especular sobre motivos y
sentimientos, se deberá trabajar sobre lo que las partes han expresado, y los compromisos
que se siguen de allí.

2
Eemeren, F. van, Garssen, B., Krabbe, E., Snoeck Henkemans, A., Verheij, B. y Wagemans, J., Handbook
of Argumentation Theory, Dordrecht, Springer, 2014, p. 523.
3
Eemeren, F. van y Grootendorst, R.,, ob. cit., pp. 44-5.
Funcionalización. Argumentar es una actividad con una función básica. Se da a
partir de una diferencia de opiniones y se desarrolla con el objetivo de resolver tal
diferencia. En el desarrollo de la argumentación se realizarán distintos actos de habla,
sobre cuyas funciones específicas deberá teorizarse. Tal es lo que exige la
funcionalización.
El discurso argumentativo se lleva a cabo a través de actos de habla, por lo que la teoría
de los actos de habla nuevamente será esencial para avanzar en este sentido.
Este principio metodológico ayuda, según la pragma-dialéctica, a no caer en el error en el
que caen los lógicos de considerar a la argumentación en términos puramente
estructurales. Tal error lleva a ver la argumentación como un producto y no como un
proceso; como un producto abstracto, ajeno a las particularidades del lenguaje, y no como
un proceso siempre comprometido con las convenciones que se aplican al uso ordinario
del lenguaje coloquial, no ideal. El enfoque lógico se despreocupa, así, del análisis de las
condiciones que deben cumplirse para que un conjunto de enunciados se vuelvan una
argumentación. Al no atender la función, no se puede distinguir un conjunto de
enunciados que se presentan como, por ejemplo, una explicación, de uno que se presenta
como una argumentación.
Socialización. La argumentación implica un diálogo explícito o implícito entre
dos o más personas con opiniones diferentes y que se esfuerzan por resolver tal
diferencia. Por lo tanto, en la argumentación tendrán lugar preguntas, objeciones, dudas,
afirmaciones que contradigan lo sostenido por la otra parte, y otros intercambios
dialógicos. A partir de los estudios dialécticos deberá trabajarse sobre la asignación de
roles (protagonista/antagonista), los turnos para intervenir, las obligaciones asumidas con
el rol, etc.: “La socialización implica tomar debida cuenta del hecho de que la
argumentación siempre es parte de un discurso en el cual una parte responde
metódicamente a las preguntas, dudas, objeciones, y afirmaciones que contradicen a la de
la otra parte, las cuales son a su turno instigadas por las posiciones y argumentos
presentados por la primera parte”. 4
Este requisito lleva nuevamente a una oposición a la perspectiva adoptada por Perelman:
“su contribución no es dialógica, a causa de que la audiencia (universal) que, se supone,

4
Eemeren, F. van, Garssen, B. et al., ob. cit., p. 525.
garantiza la racionalidad, está compuesta de un conjunto a veces imaginario de lectores
pasivos que no ofrecen ninguna oposición verbal”. 5
Dialectificación. Para la pragma-dialéctica la diferencia de opinión debe saldarse
por vía de un convencimiento racional del oponente crítico. Un usuario del lenguaje
argumentará a favor de una opinión expresada, frente a un juez racional que reaccionará
críticamente. Este carácter dialéctico no es abordado ni por la lógica, ni por la retórica:
“La aproximación lógica a la argumentación tradicionalmente se ha concentrado en la
argumentación como un producto, y la atención primordialmente estuvo puesta sobre la
validez de los argumentos en los que una conclusión se deduce a partir de una o más
premisas. La aproximación retórica, por otra parte, se concentra sobre la argumentación
como un proceso, poniendo énfasis en la efectividad de las actividades desarrolladas en la
argumentación en conexión con ganar aprobación”. 6
El enfoque dialéctico busca reglamentar la discusión de manera de guiarla hacia su
resolución, alcanzando a todos los actos de habla involucrados. En este contexto se
adoptará la siguiente norma de racionalidad: “Un usuario del lenguaje que participa en
una discusión argumentativa es un usuario del lenguaje racional si, en el curso de la
discusión, él realiza sólo actos de habla de acuerdo a un sistema de reglas aceptables para
todos los participantes, que promuevan la creación de una dialéctica que pueda conducir a
la resolución de la disputa que está en el centro de la discusión”. 7

Hasta aquí, entonces, el enfoque teórico de la pragma-dialéctica. En la clase que viene


abordaremos su modelo teórico de discusión crítica.

5
Eemeren, F. van y Grootendorst, R.,, ob. cit., p. 56.
6
Ib., p. 64.
7
Ib., p. 66.

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