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Presentación
Presentación de la UD
Para que la relación con el tráfico sea positiva, para saber actuar de forma
segura para nosotros mismos y quienes nos rodean, existen normas y
principios que rigen el la convivencia en las vías.
Por otro lado, la demanda de transporte de pasajeros ha caído en los últimos años
y el uso del vehículo privado se ha mantenido más o menos constante pese a la
crisis económica y a las grandes fluctuaciones que han sufrido los precios de los
combustibles. El sector del transporte ha de reducir las emisiones de dióxido de
carbono un 68 % entre 2010 y 2050 para cumplir el objetivo de la UE.
España presenta una tasa de muertos por millón de habitantes muy por debajo de
la tasa de mortalidad media de la UE, pero cada vida es una vida menos y 1.810 son
muchas vidas y familias rotas.
Han aumentado las infracciones por consumo de drogas ilegales: en 2016 la DGT, a
través de la ATGC –Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil-, se han realizado más
de 61.000 pruebas, resultando positivas 23.822 (39%) y, de las 3.026 realizadas a
conductores involucrados en accidentes 829 dieron positivo (27%). Respecto del
alcohol, se realizaron 4,6 millones de pruebas: positivas 68.852, el 1,5%.
Los menores hasta 14 años, han sido 19, el 2% del total de fallecidos, y los mayores
de 65 años, 240, han supuesto el 21% del total.
En la mayor parte de los siniestros de tráfico las cifras indican que el factor
humano supone entre el 70 y el 90% de la responsabilidad en un accidente: la
mayoría de los accidentes de tráfico se deben a exceso de velocidad, cansancio,
consumo de alcohol, distracciones…
El factor humano es todo lo relacionado con las personas, nuestro estado, hábitos
y comportamientos. Son aspectos de riesgo:
• La capacidad, la formación, los conocimientos, la habilidad, los hábitos,
actitudes y conductas que tenemos como peatones, conductores, pasajeros
o acompañantes.
• El estado psicofísico: fatiga, sueño, cansancio, estrés, enfermedades leves
como un catarro…
• El consumo de sustancias -alcohol y otras drogas- que alteran la percepción
de la realidad, hacen que se asuman más riesgos y que se sea menos
prudente.
• El efecto de medicamentos que pueden producir somnolencia, falta de
atención o de reflejos…
• El uso de teléfonos móviles, GPS…, conduciendo, incluso cuando se utilizan
dispositivos de manos libres, multiplica por cuatro el riesgo de sufrir un
accidente. Como peatones caminar hablando por el móvil es causa de
comportamientos inapropiados, de falta de atención al entorno y a las
circunstancias.
• Las distracciones y comportamientos inadecuados: ir pensando en otra
cosa, buscar música mientras se conduce, andar por la calle sin fijarse en el
tráfico…
• La rutina, la falta de reacción y las respuestas automatizadas ante
circunstancias difíciles o inesperadas: atascos, circulación lenta y
retenciones, espera en paradas sin respetar filas, invasiones u obstáculos en
el carril bici...
Factor vehículo: todo lo que tiene que ver con las condiciones en qué está el
vehículo y las medidas de seguridad con las que cuenta. La mayoría de los
accidentes producidos por un fallo mecánico podrían haberse evitado con un
mantenimiento adecuado.
Sea cual sea el vehículo –bici, ciclomotor, motocicleta, turismo…- debe estar en
buen estado y cumplir las revisiones obligatorias.
• Los elementos de seguridad activa son los dispositivos destinados a
disminuir el riesgo de que se produzca un accidente -por ejemplo, los
frenos, dirección de neumáticos y amortiguadores, los neumáticos, luces y
faros…-. Se deben mantener en buen estado.
• Los elementos de seguridad pasiva proporcionan protección en caso de
accidente, por ejemplo el cinturón de seguridad o el airbag en los turismos;
el casco, la ropa protectora, los guantes y ropa adecuada en el caso de bicis
y motos.
El factor vía es todo lo relacionado con la calzada o vía, con las condiciones
meteorológicas, con las medidas de control del tráfico –si hay agentes regulando el
tráfico, o cámaras vigilando, radar…-.
Tres víctimas el accidente que les cambió la vida: Anna, perdió a su marido ciclista,
fue atropellado en carretera. Murió en el acto. Mar quedó parapléjica por la
distracción de un conductor al cambiar de emisora de radio. Jordi tuvo un
accidente en moto por conducir bajo los efectos del alcohol. Estuvo en coma tres
meses y finalmente quedó en silla de ruedas.
“Han pasado cuatro años y Mariano y Amalia visten de luto riguroso. Cuatro años
de dolor, de impotencia. Justo ahora se cumple el aniversario de la muerte de su
hijo, en un accidente de tráfico cuando tenía 21 años. Su único hijo.
Los datos objetivos son aterradores. Se estima que el fallecimiento de una persona
en un accidente de tráfico destroza directamente la vida diaria de una media de
diez personas de su entorno íntimo.
«Yo nunca quise ni denunciar ni nada, porque parece que vas buscando dinero y no
es eso», dice Dolores. Lleva en el bolso una foto de su hijo. La coge con mimo y la
enseña. Fue un accidente de moto. «Ha hecho ahora ocho años y ahí sigue. Hay
épocas que parece que lo aceptas, luego retrocedes, te preguntas que por qué, que
qué cosa tan absurda». Acaba de terminar en la plaza el acto de homenaje a las
víctimas. Ella llora no sólo a su hijo. Después murió su marido. De pena. Detrás de
las gafas de sol se adivinan unos ojos que aún hacen el esfuerzo de contener las
lágrimas. Su hija mayor está cerca, con su nieto.
Aún hoy, diez años después, no ha logrado sacudirse todo ese estupor. Ahora se
plantea irse del pueblo. «Son muchos recuerdos que me rodean aquí. La casa, el
lugar del accidente, el cementerio. Su mujer ha rehecho su vida y vive también
aquí. Demasiadas cosas”.
Adaptado: http://www.ideal.es/jaen/jaen/201511/16/vidas-rotas-detras-cada-20151115234404-v.html
Desplazarnos forma parte de las cosas que hacemos a diario y prácticamente todas
las personas usamos las vías ya sea como peatones, conductores o pasajeros.
Los adultos
En general, vialmente, los adultos podemos ser peatones –en zonas urbanas e
interurbanas-, conductores –de turismos, motos, ciclomotores, bicis- o pasajeros –
de transporte público, de vehículos particulares-.
Como peatones
• Cumplir las normas: respetar las señales.
• Caminar por las aceras y zonas más seguras. En vías interurbanas caminar
por el arcén, llevar chaleco. No correr aunque se vaya con mucha prisa,
respetar al resto de peatones.
• Cruzar por zonas seguras: semáforos, pasos de peatones, si no hay
señalización por la parte más segura de la vía.
• No cruzar entre vehículos que no dejan ver a otros vehículos e impiden que
nos vean.
• Hacerse ver: si es de noche o muy temprano, en zonas mal iluminadas, en
vías interurbanas, en polígonos industriales…, llevar ropa de alta visibilidad
o chaleco reflectante.
• Si se camina y habla por teléfono, extremar la prudencia: mirar alrededor,
no cruzar indebidamente…
Los adultos del entorno son quienes han de supervisar las acciones y reforzar las
conductas y hábitos adecuados a la hora de hacer uso de las vías públicas. Los
menores aprenden, fundamentalmente, por imitación y por tanto, las conductas de
la persona responsable serán claves en su respuesta a las distintas situaciones.
Los mensajes positivos que trasmitamos, de forma directa -hablando con ellos,
recordándoles, insistiendo e incidiendo- y de forma indirecta –con la propia
actitud, con el ejemplo-, y los hábitos que inculquemos harán de ellos personas
responsables, con unos valores y unos comportamientos correctos; mientras que
los mensajes negativos, aún trasmitidos de forma inconsciente, les pueden llevar a
asumir riesgos para ellos y el resto de la sociedad.
Los Mayores
Conductores
• Respetar siempre las señales y cumplir las normas: mantener actualizados
los conocimientos sobre normas, señales, prestaciones tecnológicas...
• Circular en las horas de menor intensidad de tráfico, y evitar hacerlo en días
de lluvia y zonas poco iluminadas: adecuar la velocidad al estado de la vía y
a las condiciones meteorológicas, al estado físico y psíquico. Mantener
siempre la distancia de seguridad.
• Prestar atención a los demás usuarios y evitar distracciones.
• Saber que está prohibido usar el móvil mientras se circula; incluso con el
manos libres, supone una distracción importante.
• Tomar conciencia de que si se precisa más tiempo para una maniobra, no se
debe perder la calma. Lo importante es la seguridad.
• Llevar siempre abrochado el cinturón de seguridad, ajustar el asiento, los
espejos retrovisores y colocar el reposacabezas adecuadamente.
• Saber que es un delito contra la seguridad vial conducir bajo los efectos de
alcohol y otras drogas. También, la negativa a someterse a las pruebas de
control legalmente establecidas.
• Evitar conducir bajo la influencia de medicamentos que restrinjan las
capacidades.
Peatones
• Tener prioridad en el paso de peatones no garantiza la seguridad. El peatón
siempre tiene las de perder. Asegurar los pasos.
• No cruzar, ni transitar entre vehículos aparcados o que estén maniobrando.
• Si se camina por un carril que comparten ciclistas y peatones, prestar
atención a la señalización y a los demás usuarios como en cualquier otra vía.
No caminar por zonas de obras o pavimentos deteriorados.
• Evitar situarse tras obstáculos que oculten como contenedores, postes,
marquesinas... Hacerse ver es fundamental.
Los menores
Vialmente los niños son peatones, pasajeros –en vehículos particulares y públicos-
y conductores de bicis. Son ideas fuerza sobre las que trabajar acciones educativas
con los adultos -madres, padres y otras personas del entorno- en talleres, sesiones
y actividades formativas:
Caminando
• Los más pequeños, siempre de la mano y en el lado interior de la acera.
• Cruzar por lugares señalizados y enseñar cómo se debe hacer.
• Correr y jugar en las zonas adecuadas que no impliquen riesgo vial.
• Aprender a no salir corriendo impulsivamente detrás de pelotas, mascotas,
jugando con otros niños.
En coche
• Siempre usando los sistemas de retención infantil adecuados a la edad e
instalados de acuerdo a las instrucciones del fabricante. Siempre bien
puestos y asegurados.
• Siempre en los asientos traseros, preferentemente en el sentido contrario
de la marcha.
• Subir y bajar por la puerta más próxima a la acera. Evitar bajar y subir en
doble fila.
En transporte público
• Esperar correctamente en la acera.
• Ceder el asiento a las personas para las que esté reservado.
• Sujetarse, no empujar ni molestar a otros pasajeros.
• En viajes de largo recorrido, en transporte escolar, siempre con cinturón de
seguridad.
Conductores de bicis
• Usarlas en lugares adecuados, recordar que la bici es un vehículo y se deben
cumplir las normas de circulación.
• El mantenimiento y cuidado de la bici es una responsabilidad que deben
asumir progresivamente y que deben aprender de los mayores.
• Usar casco, elementos protectores, ropa reflectante si es el caso.
Los adolescentes
La adolescencia es el momento en que se ponen a prueba los hábitos de seguridad
vial y, por tanto, su seguridad vial. Lo que hayan aprendido en los primeros años es
determinante ahora, la adolescencia es una etapa difícil de auto-afianzamiento de
la personalidad y de rebeldía en la que no cumplir las normas es casi in objetivo; si
cuentan unos sólidos hábitos de seguridad vial, es más fácil recordarles la
importancia de llevarlos a la práctica, cuando establecen nuevos comportamientos
y relaciones con la familia y el entorno, empiezan a ser autónomos, a usar las calles
y los medios de transporte solos, conducen bicis y ciclomotores...
En la calle, en las vías, lo que hacemos tiene repercusiones directas sobre nosotros
mismos y nuestra integridad: si cruzamos indebidamente, si no usamos el
cinturón, si despreciamos los límites de velocidad, nos ponemos en peligro y
podemos provocar un accidente con trágicas consecuencias para nosotros mismos
y para los demás.
Para que la relación con el tráfico sea positiva, para saber actuar de forma segura
para nosotros mismos y quienes nos rodean, se deben conocer las normas que lo
rigen y desarrollar conductas cívicas de convivencia.
Las normas de tráfico son los acuerdos adoptados para el uso de las vías, los
principios generales del tráfico son: