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UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRUJILLO

FACULTDAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS


ESCUELA DE DERECHO

DEONTOLOGÍA
JURÍDICA

ALUMNOS:

DOCENTE:
 WILLIAN MATTA BERRIOS.

Trujillo, 30 de Mayo del 2018


ÉTICA DE LA ABOGACÍA

PRESENTACIÓN

Es innegable la importancia de temas de ética en la formación de cualquier profesional,


sin embargo es también cierto que los valores a priori se adquieren en el seno familiar y
posteriormente en círculos sociales, como la escuela.

Pese a ello, no está demás pretender cambiar de alguna forma la situación presentando
situaciones en las que, específicamente los abogados, pueden verse inmersos y que por
decisiones equivocas pueden ocasionar o aunar a la mala imagen que proyectamos a la
sociedad.

Es en ese sentido, que este trabajo abordara la ética de la abogacía, empezaremos con
una breve referencia histórica y conceptual, para centrarnos finalmente a localizar aquellas
causas que han ocasionado el detrimento de nuestra profesión.

Esperamos que la posterior exposición coadyuve a formar conciencia en nuestros


compañeros y nosotros mismos, puesto que estamos a puertas de egresar de nuestra
querida alma mater, sepamos llevarla bien en alto en nuestro quehacer diario, y por ende,
enaltezcamos nuestra mal vista profesión.

Los alumnos.
ÉTICA DE LA ABOGACÍA

ÍNDICE

I. SISTEMÁTICA

1. Abogacía tradicional y abogacía contemporánea.


2. Ética y sociedad.
3. Sistemática de estudio.

II. TRASCENDENCIA DE LA ABOGACÍA

1. Trascendencia social de la abogacía.


2. Opiniones favorables.
3. Juicios desfavorables.
4. Preocupación de los juristas por la ética de la abogacía.

III. CRISIS DE LA ÉTICA DE LA ABOGACÍA


1. Abogacía función privada de ejercicio privado.
2. Abogacía función pública de ejercicio privado.
3. Abogacía función pública de ejercicio público.

IV. LA ABOGACÍA EN LA SOCIEDAD SUB DESARROLLADA


1. ¿Literatos, juristas y políticos en contra de la abogacía?
2. Caracterización de la sociedad latinoamericana.
3. El colonialismo mental.
4. Caracteres del derecho en la sociedad en vía de desarrollo.
5. La moral general de la sociedad.
ÉTICA DE LA ABOGACÍA

6. La moral del abogado.


V. MANIFESTACIONES Y CAUSAS DE LA CRISIS DE LA ÉTICA DE LA ABOGACÍA
1. Clasificación.
2. Causas derivadas de la organización de la abogacía como profesión liberal.
3. La anarquía en la profesionalización.
4. La plétora profesional.
5. Violación consciente de la deontología forense. El tinterillaje.
6. Ejercicio ilegal de la abogacía.
7. Favorecimiento al ejercicio ilegal.
8. El ejercicio desleal de la abogacía. El procesalismo. Las deformaciones del proceso.
9. Deformación del proceso en instrumento de chantaje.
10. Deformación del proceso en instrumento de ofensa.
11. Deformación del proceso en instrumento de represión.
12. Causas de índole académica.
13. Falta de formación ética del estudiante y del profesional.
14. La ética de la docencia jurídica.
15. Desvinculación entre la Facultad de Derecho y el abogado.
16. Falta de planificación y diversificación de la abogacía.
17. Causas que provienen de las condiciones de ejercicio.
ÉTICA DE LA ABOGACÍA

I. SISTEMÁTICA

Abogacía tradicional y abogacía contemporánea

El problema de la ética forense está directamente relacionado con el concepto que se tenga de
abogacía. Si seguimos estimando la profesión destinada a la defensa del derecho y auxiliar de la
administración de justicia – como se juzgó tradicionalmente-, el problema de la ética de la abogacía
estará en relación con el ejercicio forense y el modo como el abogado cumple sus funciones en
defensa del derecho. Pero sí, más allá de la defensa del derecho, la conceptuamos como
ministerio de la verdad al servicio de la justicia y la paz de la colectividad y salimos entonces del
tradicional concepto, para elaborar nueva doctrina del destino del abogado, resumida quizás en la
fase: “la abogacía es ministerio de la paz social”1 entonces el problema de la ética se transformará.

1
CUADROS, Carlos Ferdinand. 1961. El Rol de Jurista en el mundo contemporáneo. Ed. Centro de Estudios
Jurid. Cusco. P. 3 Abogacía, Ministerio de Paz Social. Boletín Mexicano de Derecho Comparado, N°60
México 1987.
ÉTICA DE LA ABOGACÍA

Dentro del concepto tradicional de la abogacía, el problema de la ética del abogado quedará
reducido a su conducta en el cumplimiento de las normas éticas y legales que regulan su ejercicio,
extendiéndose un poco más tal vez hacia su propia conducta personal.

Dentro del nuevo concepto de abogacía, el problema de la ética del abogado, sin dejar de abarcar
la conducta en el cumplimiento de las normas de ética y legales que regulan su ministerio, abarcará
asimismo su propia responsabilidad social ante la complejidad del drama de la sociedad
contemporánea.

En el primer caso estaremos frente al abogado defensor del derecho en el asunto particular, sea
el “patrono ilustrado” al que aludía el Código de Justiniano2, sea el profesional liberal que ejercita
una actividad profesional de responsabilidad social pero de ejercicio privado.

En el segundo caso, estaremos frente al abogado defensor de la justicia y buscador de la paz de


la sociedad, en busca de la justicia que esperan los pueblos- es decir, del equilibrio que debe
existir entre los bienes y necesidades sociales para poder construir sobre ella el sólido e inamovible
edificio de la paz, que quizás podría resumirse como la felicidad de vivir con bienestar y sin temor.

Ahora tenemos que esclarecer y diferenciar ambos campos para señalar en la medida de lo
posible, en el cual de ellos se presentan los problemas de ética de la abogacía.

En el primer caso estamos frente al abogado de litigio, que defiende la parcela de Justicia del caso
particular y encuentra realizado su destino en la solución del conflicto de intereses.

En el segundo caso, estamos frente al abogado de Justicia o de paz que, más allá del derecho,
busca la justicia y con ella la paz de la sociedad. Se trata del ordenador consciente de la sociedad
que no se conforma con el "orden social" que las leyes injustas mantienen; y, armado de la doctrina
y los principios, construye la nueva ciencia jurídica y con ella el nuevo derecho, en el que haga
realizable la ecuación entre norma jurídica y Justicia, entre derecho objetivo y subjetivo, que ha de
hacer la suprema aspiración del jurista. Se trata del abogado revolucionario que no se limita a
seguir el pensamiento de legislador, que no se somete a la norma, cuando está por injusta repugna
a su sentimiento moral de justicia.

Indudablemente que es el primer campo, en el que de la abogacía de derecho, en el que se


presentan los problemas de ética, la llamada “crisis de la ética del abogado”, que quizás podría
calificarse mejor como descenso de la ética forense. Porque todavía, y pese a las condiciones de

2
CODEX, Justiniano.2.7.14.
ÉTICA DE LA ABOGACÍA

la sociedad contemporánea que inspiran una nueva concepción de la función de la abogacía, esta
seguirá siendo un menester de defensa del derecho (sea el derecho de la sociedad clasista
evolucionada, subdesarrollada o en vía de desarrollo, sea el derecho de la sociedad).

Sin que esto quiera decir que en la sociedad desarrollada, sea esta clasista o sin clases, no se
presenten también manifestaciones de descenso ético de la abogacía. Aunque se puede afirmar
que existe relación directa entre evolución social, económica y cultural y alto nivel de la moral
profesional, de tal modo que los casos de descenso son más bien padecimiento acentuado de las
sociedades menos evolucionadas.

Tampoco pretendemos sostener que la concepción de la abogacía, ministerio de paz social, no


padezca asimismo, de desniveles en el campo ético, porque irrecusablemente no es sino la
proyección de la abogacía tradicionalmente comprendida como defensora de los intereses
particulares en conflicto, hacia la defensa de los intereses de la humanidad , que por encontrarse
todavía en debate, demandan hoy más que nunca, la acción decidida del jurista para lograr la paz,
por los caminos de la justicia, la libertad y la dignidad humana. Pero el descenso de esta clase de
abogado sino la conducta de la propia comunidad forense universal y, entonces, sale del campo
de la normativa ética para entrar en el campo de la propia filosofía del hombre de leyes
contemporáneo.

Ética y Sociedad

La ética profesional no es sino expresión de la ética general de la sociedad; la que, a su vez,


traduce la naturaleza de las relaciones estructurales que crean las normas de conducta,
llamándose derecho o moral.

La ética de la abogacía todavía corresponde a la naturaleza de las relaciones sociales.

Hablar de ética de la abogacía significa, entonces, hundir el escalpelo del estudio no solo en los
caracteres del ordenamiento jurídico de la sociedad sino, inclusive, en la propia esencia de las
relaciones socioeconómicas que generan la norma jurídica, a la que sirve de abogado.
ÉTICA DE LA ABOGACÍA

II. TRASCENDENCIA DE LA ABOGACIA

Trascendencia social de la abogacía

La trascendencia de la abogacía, no se basa solo en su utilización del Derecho como instrumento


fundamental en la brusquedad de la justicia, sino también, porque está directamente relacionada
con los bienes jurídicos del individuo de la sociedad, cuya protección organiza la ley.

El abogado tiene en sus manos valores transformados en bienes jurídicos como son la vida, la
libertad y el honor.

Es una actividad eminente social, porque no se agota en el caso particular, si no transciende al


propio orden social. Es así que su objetivo no se limita a alcanzar la sentencia, sino por su precisión
de justicia restablece el orden social quebrantado, protege la dignidad humana y asegura la paz
social.

Opiniones favorables

Su trascendencia ha sido reconocida en todos los tiempos, con cambios en su concepto, a causa
de la transformación de las sociedades y el derecho:

 Solón, al reglamentar en Grecia su ejercicio, exigía “ser libre y de buenas costumbres”,


 Cicerón calificó al abogado de “oráculo de la ciudad” por su importantísima función de
consejero,
 Robespierre, estimó a los abogados “apoyo de la inocencia y azote del delito.
 El Código de Justiniano, proporciona una de las más completas y bellas definiciones de la
abogacía: “No creemos que en nuestro Imperio militar solamente los armados de espadas,
escudos y corazas, sino también los abogados. En efecto militan los patronos de las
causas, quiénes confiando en el arma de su gloriosa palabra, defienden la esperanza, la
vida y la descendencia de los que sufren.”
 Eduardo Counture: “La abogacía es un constante servicio a los valores superiores que
rigen la conducta humana. La profesión demanda en todo caso, el sereno sosiego de la
ÉTICA DE LA ABOGACÍA

experiencia y del adoctrinamiento en la justicia; pero cuando la anarquía, el despotismo o


el menosprecio a la condición del hombre sacuden las instituciones y hacen temblar los
derechos individuales, entonces la abogacía es militancia en la lucha por la libertad.”

Juicios desfavorables

La abogacía ha sido objeto también de contante vilipendio por parte de políticos, juristas, literatos
y del vulgo mismo.

 Goethe: “Lejos de mí la idea de acriminaros por ello: demasiado sé lo que es aquella


ciencia. Las leyes y los derechos se suceden como eterna enfermedad; se les ve pasar
de generación en generación y arrastrarse sordamente de un punto a otro; la razón se
convierte en locura y el beneficio en tormento.”
 En el Perú, Manuel Gonzales Prada clavó sus dardos admonitorios en los lomos
abogadiles; Ciro Alegría calificó el papel sellado de “mal nacional”.
 Pio Baroja, señala en el prólogo de La Busca: “No sirves para nada útil, estudia para
abogado”.

Los literarios, juristas y/o políticos señalan que junto a la elevada jerarquía ética del ministerio
de paz social que tiene la abogacía, existe también la inconducta profesional que ha sido
objeto de muchísima literatura.

Preocupación de los juristas por la ética de la abogacía

Los Colegios de abogados y las Federaciones nacionales e internacionales de abogados,


individualmente, muchos estudiosos han preparado códigos de ética, que inclusive han pretendido
generalizar para todos los abogados del Continente.

La ética de la abogacía se convierte en tema de preocupación de las Facultades de Derecho.

En agosto de 1927, la Comisión Reorganizadora de la Universidad San Antonio Abad del Cusco
en el currículo de la Facultad de Derecho y Ciencias Económicas, incorpora la asignatura de Ética
Forense, para remedir el desprestigió en que ha caído la profesión.

Posteriormente, en el Primer Congreso Nacional de Abogados del Perú de 1955, llevado a cabo
en la ciudad de Lima, se presentó un trabajo de tesis titulado Cátedra de Deontología Forense o
Ética de la Abogacía, que al ser aprobado motivó recomendación para que las facultades de
Derecho del Perú incorporasen esta materia en su currículo.
ÉTICA DE LA ABOGACÍA

Más adelante, La I Conferencia de Facultades de Derecho latinoamericanas de 1959, realizada


en México, sintetiza los fines de las Facultades de Derecho del Continente y asigna a la
investigación, aplicación y difusión de los sistemas jurídicos un primer propósito: “contribuir a la
formación de una conciencia colectiva basada en el reconocimiento de la dignidad de la persona
humana y en los ideales de justicia, de democracia, de paz y de libertad”.

La II Conferencia de Facultades Latinoamericanas de Derecho de 1961, realizada en Lima, incluye


como materia básica del currículo de las facultades latinoamericanas de Derecho la asignatura de
Ética profesional.

La III Conferencia de Facultades Latinoamericanas de Derecho de 1963, realizada en la ciudad de


Santiago de Chile, acordó expresamente “Reiterar que el estudio de la Deontología Jurídica (Ética
Profesional del Abogado) constituye una materia básica, vale decir indispensable para la formación
integral de los profesionales de Derecho”.

III. CRISIS DE LA ETICA DE LA ABOGACIA

Abogacía función privada del ejercicio privado

El descenso ético de la abogacía no es sino el resultado del incumplimiento de las normas morales
que regulan su ejercicio y la conducta privada del abogado. Pero el problema es indudablemente
mucho más profundo y la en la esencia misma de las relaciones sociales, en la propia naturaleza
del derecho y en la ética general de la sociedad.
ÉTICA DE LA ABOGACÍA

Es que la abogacía como manifestación ideológica o como parte de conciencia social corresponde
necesariamente a la estructura de la sociedad y a la naturaleza del derecho que esa estructura
produce.

Al derecho privatista, que se basa en la propiedad privada y exalta el individualismo, corresponde


al concepto del abogado que proporciona aquel texto del Código de Justiniano, es decir, el del
patrono ilustrado que busca la justicia en la decisión del caso particular.

Por la propia naturaleza del derecho que utiliza como vehículo para lograr esa justicia del caso
particular, su misión directa no es pues la sociedad; es más bien el interés del cliente, cuya defensa
pone el fuego de su “gloriosa palabra”. Se trata de una profesión privada de ejercicio privado.

Abogacía función pública de ejercicio privado

Pero el desarrollo de la burguesía promueve la tendencia socializante del derecho inmediatamente


después de la Primera Guerra Mundial. Se inspira mucho en la Constitución de Weimar y construye
las tesis doctrinales del uso de la propiedad en armonía con el interés social, el no abuso del
derecho, el reconocimiento del derecho del servidor a participar en los resultados de la empresa,
etc. Es una medida de estrategia de dominio destinada a impedir que ante un derecho injusto o
caduco las masas pasen por encima de el a conquistar por si solas un derecho nuevo, más acorde
con sus necesidades. Había que concederles algo, humanizar un poco las relaciones de
propiedad, distender la rigidez de su absolutismo, Se fortalece entonces la penetración del
Derecho Público en las relaciones del Derecho Privado, con el consiguiente fortalecimiento del
papel del Estado en la organización social. Pero la burguesía no pierde fuerza. Se opera solamente
una traslación de su fuerza en el campo privado, hacia el campo público que también sirve sus
intereses. El Estado y el Derecho son siempre guardianes de los intereses de las clases
dominantes.

A esta evolución del derecho, a principios de la segunda década del siglo XX, corresponde en la
sociedad clasista el concepto de abogacía profesión social de ejercicio privado.

Todavía en 1920, es decir apenas terminaban de resonar los cañones de la primera Guerra
Mundial, Piero Calamandrei desarrollaba ya el concepto de la abogacía función social de ejercicio
privado, cuando decía que la “justicia no podría funcionar si no existen los profesionales del
derecho” y, exigiéndoles garantías de cultura y probidad, estimaba que el abogado debería ser a
su vez “garantía de seriedad y buena fe” para el juez.
ÉTICA DE LA ABOGACÍA

Después de proponer la contradicción entre abogacía libre y abogacía de Estado y pronunciarse


decididamente por la primera califico su naturaleza de función pública pero de ejercicio privado.
“El carácter público de la función ejercitada por los abogados, decía, no está en oposición con su
condición económica de profesionales privados. Era la concepción de la abogacía que
irrecusablemente corresponde a la nueva tendencia socializante del derecho, pero que de
desarrolla todavía dentro del marco de la sociedad burguesa, en la que la propiedad privada no
había sido abolida.

Se trata entonces de una abogacía que por la presión del derecho, más bien de los primeros
inspiradores del nuevo derecho, mira ya no solamente la justicia del caso particular sino que en
ella encuentra comprometido el orden social de modo tal, que la solución del conflicto de intereses
que defiende el abogado libre repercute necesariamente en la colectividad.

Pero esta trascendencia que es, en nuestro concepto la que caracteriza la naturaleza pública de
la función del abogado no es tampoco la búsqueda directa de la justicia.

La abogacía, función social de ejercicio privado, deja librado al criterio ético del abogado ser
ordenador de las relaciones sociales como colaborador de la magistratura. “En este caso a través
del caso particular, aunque contribuyendo a la pacificación y ordenamiento de la sociedad adquiera
jerarquía de función pública”.3

La trascendencia de función publica de la abogacía, derivada sobre todo de su misión pacificadora


u ordenadora de la sociedad, estará más bien librada a la respuesta ética del profesional.

Abogacía función pública de ejercicio público

Pero, junto a los nuevos principios del derecho de la sociedad clasista, después de la Segunda
Guerra Mundial, también en el panorama de la historia, se presente un nuevo derecho; el derecho
socialista.

Este derecho de la sociedad socialista, que merece en este momento profunda atención de las
Facultades de Derecho norteamericanas, europeas y algunas latinoamericanas, necesariamente
tenía que inspirar una concepción nueva de la abogacía, que podría resumirse como abogacía
función pública de ejercicio público en la que suprimido el carácter de ejercicio liberal, vale decir
potestativo o privado del profesional, se organiza como servicio público bajo el contralor del
Colegio de Abogados o de la Barra de Abogados en los países socialistas.

3
CUADROS.C.F. El rol del Juris…, op. cit. P.7.
ÉTICA DE LA ABOGACÍA

IV. LA ABOGACIA EN LA SOCIEDAD SUB DESARROLLADA

¿Literatos, Juristas y Políticos en contra de la abogacía?

En esta parte el autor se interesa sobre todo en la abogacía como función pública de ejercicio
privado, que corresponde todavía a la sociedad clasista desarrollada y subdesarrollada. Así como
por determinar concreta y correctamente cuáles son las causas del descenso ético de la abogacía
en los países latinoamericanos, vale decir, en buena parte de la sociedad en vía de desarrollo.

Es cierto que hay literatura de encargo, postiza y ajena al requerimiento social; es cierto también
que el derecho expresa fundamentalmente los intereses de las clases, grupos o partidos
gobernantes, y que la política la ejercitan principalmente determinados sectores sociales; pero,
más cierto es todavía que literatura, derecho o política, como manifestaciones de la conciencia
social, consiguen siempre expresar la opinión de la colectividad.

Caracterización de la sociedad latinoamericana.

Antes de analizar sistematizadamente las causas directas o indirectas de la llamada crisis de la


abogacía, el autor hace una visión elemental de la sociedad latinoamericana, de sus caracteres,
de los del derecho que esas relaciones estructurales producen y, sobre todo, los de la moral
general de la sociedad, que inspira y se refleja en la moral del abogado.
ÉTICA DE LA ABOGACÍA

Intentando igual propósito en la II Conferencia Latinoamericana de Ciencias Políticas y Sociales


en la que expresa los siguientes conceptos:

“No creemos que la generalización hiera la exactitud del concepto si acaso afirmamos que, desde
el momento en que se produce la Conquista española se fracturan las culturas autóctonas
separando desde entonces a un lado a los herederos de los conquistadores que junto con el
alfabeto y la religión trajeron a tierras de América, también la servidumbre, dueños de bienes de
producción y consumo que les dan poder político, y al otro, a los herederos de los conquistados,
sometidos a servidumbre, que en muchos países de Latinoamérica todavía siguen en estadios de
pre civilización por analfabetismo, falta de diversificación clasista y producción para consumo
doméstico”.

Los pueblos se dieron fórmulas políticas propias, pero no alcanzaron la independencia económica
que requieren para ser verdaderamente desarrollados. El “subdesarrollo”, no es sino la herencia
de la Colonia y su proyección en la República, en la que las oligarquías gobernantes coincidieron
con los intereses imperialistas y sometieron al servicio de esos intereses los de las grandes
mayorías gobernadas.

Desde entonces, podríamos decir que, hasta ahora, se mantiene viva la herencia histórica del
pueblo latinoamericano, sin que en la lucha integracionista se haya conseguido más allá de los
ejemplos que constituyen la obra del pueblo mexicano, cosechando recién en medio siglo los frutos
de la Revolución de 1910, y la del pueblo cubano en el presente decenio”.

El Colonialismo mental.

Junto a la dependencia económica está también el colonialismo mental. La alienación de la


conciencia de la colectividad que niega capacidad a nuestros pueblos para construir por sí solos
su destino; que sobrevalora todo lo extranjero y subestima lo nacional, que califica al estado como
“mal administrador” para que toda la gestión recaiga en la empresa privada sobre todo extranjera.
Los cuadros científicos se forman en el exterior y si no se quedan en otros ambientes más
propicios a la investigación vuelven a sus países de origen, y son muy pocos los que no traen la
mentalidad importada. En fin se opera el fenómeno subsecuente al subdesarrollo material, el
colonialismo mental, el sometimiento y la dependencia del espíritu de nuestros pueblos al
pensamiento que inspiran deliberadamente las capitales del imperialismo.

Caracteres del derecho en la sociedad en vía de desarrollo.


ÉTICA DE LA ABOGACÍA

Dentro de estas condiciones sociales y económicas, la producción de la ley responde también a


los intereses de los sectores gobernantes y el derecho emana de las cámaras legislativas, no
destinado a satisfacer las necesidades de las grandes masas latinoamericanas sino solamente a
satisfacer los intereses de los sectores en los cuales se reclutaron los cuadros de gobierno, si
acaso no es solo de los grupos o partidos gobernantes.

Entonces se presenta como padecimiento principal la contradicción fundamental entre derecho y


sociedad: el derecho que resulta en estas condiciones es injusto por anacrónico, parcial y
antidemocrático.

Es anacrónico porque en muchos países latinoamericanos las leyes tienen más de medio de
vigencia. No correspondiendo a la naturaleza de las relaciones sociales que regulan, resultan pues
inoperativas e injustas. No consiguen ordenar la sociedad porque las nuevas formas y relaciones
sociales ya no encajan en sus esquemas obsoletos.

Es injusto el derecho por parcial cuando solamente se legisla para satisfacer los intereses de las
fuerzas dominantes de la sociedad y no se legisla para atender las necesidades de la colectividad
integral.

Finalmente, la ley es injusta por antidemocracia cuando para mantener ese supuesto “orden
jurídico”, es decir el estado actual de las cosas, e institutos en que un pequeño sector de la
sociedad utiliza el poder del Estado en beneficio de intereses parciales y en agravio de los
intereses de las grandes mayorías, se promulga un derecho represivo destinado a silenciar el
reclamo de las masas. En este caso el derecho pierde todo sentido ordenador. Ya no es la norma
que regula las relaciones sociales, orientada a encontrar el equilibrio de intereses. Es norma
antijurídica porque se dirige precisamente en contra del orden social. Si se desea mantener el
orden de la sociedad es preciso que la ley marche al compás del cambio, porque de otro modo no
tendrá sentido ordenador.

Una de las expresiones de esta inmoralidad generalizada en América Latina es la contradicción


entre el derecho objetivo y el derecho subjetivo; entre la ley que se produce en las cámaras y no
se cumple en la vida. Las leyes suelen crear derechos que caducan en el momento de su
promulgación porque jamás se ejercitan, sobre todo cuando favorecen a las grandes mayorías, o
sirven de garantía a los derechos ínsitos a la dignidad humana, la libertad y la soberanía de los
pueblos. Es por eso que de esta contradicción no pocas tiranías emergieron en contra de la propia
voluntad de los pueblos y del texto de las constituciones del Estado.
ÉTICA DE LA ABOGACÍA

La moral general de la sociedad.

En relación con estas características socio jurídicas de la colectividad, se produce también la moral
general de la sociedad, que en la sociedad en vía de desarrollo se manifiesta también dividida.

Los sectores civilizados en los cuales se reclutan los gobernantes que producen la ley de acuerdo
a sus intereses, estimarán razonable, moral o justo, que haya divisiones sociales, que unos se
eduquen y otros queden analfabetos; que unos satisfagan sus necesidades materiales y
espirituales con dignidad, y otros pidan limosna por las calles, en fin que unos gobiernen siempre
y otros también sean siempre gobernados.

En cambio el otro sector de la sociedad, el de las grandes masas que están sueltas de la mano
de la ley, mirará como injusta su situación y pugnará cada vez más por alcanzar la justicia y la
dignidad que le corresponde en las relaciones sociales, y que las leyes vigentes no les reconocen;
para ellos será inmoral el enriquecimiento de los funcionarios que abusan del poder, será inmoral
la promesa incumplida del político, el prevaricato de los jueces, el incumplimiento malicioso de las
obligaciones, estimado como natural; Se dará entonces en la sociedad subdesarrollada y creemos
que en toda la sociedad dividida en clases, una doble moral: la del grupo gobernante y la del grupo
gobernado; sin embargo, la moral del grupo gobernante prevalece y se generaliza extendiéndose
inclusive al grupo gobernado que la asimila, sobre todo, cuando no tiene todavía clara conciencia
de su rol social. Esa moral general la determina la naturaleza de los intereses de la sociedad que
a su vez crean el derecho. La moral de la sociedad no emana del derecho, es más bien el derecho
el que resulta de la moral general de la sociedad, aunque en ciertos momentos se confundan, se
relacionen e influyan mutuamente.

La moral del abogado

La moral del abogado se genera de la moral general de la sociedad, es miembro de ella y no puede
sustraerse a su influencia. Quizás en gran parte es actor directo de las relaciones estructurales y
de las propias normas jurídicas tanto porque trabaja con el derecho como instrumento de “orden”,
como porque no deja de ser cierto que la abogacía ha desarrollado en Latinoamérica importante
papel en la conducción política de los pueblos.

La moral del abogado traduce, la moral de la colectividad; de ahí que en el examen de las causas
no se pueda eludir el de las causas estructurales que producen la moral social, y es por eso
también que quizás en primer término no pensemos descargar en las espaldas individuales del
abogado la responsabilidad por el descenso ético de su ministerio.
ÉTICA DE LA ABOGACÍA

La abogacía es también forma de la conciencia social y mucho más todavía, profesión de mucha
trascendencia social porque opera con instrumentos de orden social; por eso el abogado no puede
dejar de reflejar, traducir o expresar la influencia de la sociedad en que actúa. De ahí que la
llamada crisis de la ética de la abogacía no es sino el reflejo de la crisis general de la sociedad en
que actúa el abogado. Esto no quiere decir que en la sociedad desarrollada no se presente
igualmente fenómenos de descenso ético de la abogacía, los hay y muy serios, pero obedecen
indudablemente a otras causas4.

V. MANIFESTACIONES Y CAUSAS DE LA CRISIS DE LA ABOGACÍA

Cuadros Villena, hace una clasificación respecto a las causas del descenso de la ética profesional,
en ese sentido, hace la siguiente distinción:

A. Causas derivadas de la organización de la abogacía como profesión liberal.


B. Causas de índole académica
C. Causas derivadas de las condiciones de ejercicio de la profesión.

Explica, además, que estas causar son concurrentes.

En esa línea, abordaremos cada una de ellas.

Causas derivadas de la organización de la abogacía como profesión liberal.

Señala Cuadros Villena, que la abogacía se organiza como profesión liberal, dado que su ejercicio
se halla librado exclusivamente a la voluntad del profesional que, dueño de capacidad y formación
académica, puede o no, dispensarlas si lo desea. Dentro de este sistema, la profesión es para él
también una forma de propiedad; es suya, le pertenece y puede cuando quiere ejercitarla o no,
queda a su albedrío seleccionar cliente.

El abogado puede empeñarse en abogacía polémica de defensa o en la de asesoría que para el


puno de vista de Cuadros Villlena es más simple.

4
ZAITSEV y POLTORAK, op. Cit. P. 68, aluden a las causas de separación del abogado soviético del
colegio.
ÉTICA DE LA ABOGACÍA

Entendida la abogacía como bien de propiedad particular del abogado, aunque su ejercicio
trascienda por la importancia de sus resultados, se dan en ella las mismas leyes de la sociedad
capitalista: la anarquía de la producción y la libre concurrencia al mercado.

La anarquía en la profesionalización

Estima Cuadros Villena, que las facultades o escuelas de derecho tienen como función primordial
la de formar abogados, sin embargo dejan de lado el campo de la investigación científica, que
requiere ampliamente la sociedad, por lo que no se logra superar la profesionalización anárquica
de las facultades de derecho latinoamericanas.

En general, explica Cuadros Villenas que en las universidades se profesionaliza sin tomar en
cuenta que profesionales requiere la sociedad y en específico se profesionaliza ala abogado sin
saber que suerte correrá el profesional que egresa de las aulas.

En ese sentido, la profesionalización anárquica produce a su vez:

a) La plétora profesional: No es cierto que en Latinoamérica sobren abogados, lo que sí es cierto


es que en las urbes Latinoamericanas exceden a la demanda profesional, y que son muchos
los abogados mediocres, que escogen cualquier camino para subsistir, y son realmente pocos
los que enaltecen la profesión, uniendo en armonioso equilibrio versación y probidad.
La mayor oferta de la abogacía, coadyuva al descenso de la ética profesional, en tanto, el
abogado recurra a cualquier medio para subsistir en medio de la competencia, si es que no
termina por acogerse a la burocracia estatal, que para Cuadros Villenas, el uno de los últimos
recurso del abogado para evitar el fracaso.
b) Violación consciente de la deontología forense:
- El tinterillaje, es lo ideal que la competencia profesional se resuelva normalmente por el
estudio, la capacidad, la dedicación con que el abogado sepa destacar entre otros, a base
de mucho esfuerzo. Sin embargo, en muchos casos ello no se resuelve así, se escogen
los caminos fáciles, del procesalismo y la deslealtad, se entra, en la violación de normas
de la deontología forense, creando aquel modo del ejercicio profesional que se le
denomina “tinterrillaje”.
la rae ha incorporado el sustantivo “tinterillo” para designar al picapleitos, abogado de
secano, rábula, es decir, aquel que sin título ejerce la abogacía o el firmón, no
extendiéndose este concepto para abarcar al abogado desleal.
ÉTICA DE LA ABOGACÍA

En concepto amplio, el tinterillaje es la mentalidad que toma el engaño como instrumento


principal de lucha, que crea una ética social que estima justa la situaciones más
degradantes, en beneficio de poco y detrimento de muchos.
Este tinterillaje, tiene varias manifestaciones:
. El ejercicio ilegal de la abogacía por persona lega, contradice la norma legal que prohíbe
ejercer la profesión sin título.
. Favorecimiento al ejercicio ilegal, constituye violación consciente de las normas de ética
y abdicación de la misión social del abogado. La deslealtad se expresa en este caso por
la actitud consciente del abogado que se presta a suscribir como suyos, petitorios ajenos
y aparentar ser defensor, siendo que el verdadero que lo es carece de itulo para ejercer
la abogacía.
Es aquella conducta al que se le denomina el “firmón”.
.El ejercicio desleal de la abogacía. El procesalismo. Las deformaciones del proceso, es
la forma más peligrosa del tinterrillaje, es la actividad que realiza el abogado que habiendo
prestado juramento para defender la verdad y la justicia, la escamotea y la niega,
extraviándola en el laberinto del procesalismo. es desleal el abogado que ejercita
maliciosamente los recursos permitidos por l ley sin que ellos desempeñen un papel
necesario en la evolución del proceso, sino, más bien, con propósito de dilación, chantaje,
ofensa o represión.

Causas de índole académica.

Unidas a las causas derivadas de las relaciones estructurales de la sociedad están también las
que se originan en las deficiencias de las facultades de Derecho.

Estas causas por su forma se sistematizan en:

- Faltas de formación ética del estudiante y del profesional, indiscutiblemente que la ética del
profesional ha de empezar con la propia formación de la ética del estudiante. No se podrá ser
jamás abogado probo cuando se fue estudiante inmoral.
La formación ética del estudiante es la parte inicial de la formación ética del abogado, y si es
cierto que la moral, como toda conducta, se aprende y se enseña en la vida sin que las recetas
del decálogo sean muy útiles que se diga, cuando la realidad suele muchas veces
contradecirlas, también es cierto que la enseñanza de la ética de la abogacía constituirá factor
importante para ayudar a escoger los caminos de la abogacía leal y proba y repudiar la
abogacía desleal.
ÉTICA DE LA ABOGACÍA

- La ética de la docencia jurídica, buena parte de la responsabilidad por el descenso ético de la


abogacía o de la magistratura corresponde al docente jurídico, mal podría el maestro que
incumple o burla sus obligaciones exigir del discípulo conducta moral y responsable, y menos
podría exigirle en la vida profesional versación y probidad, cuando en el claustro , la ciencia
que profesó marchó permanentemente rezagada del carro de la historia, o se repitieron
programas trasnochados y largamente superados por la ciencia contemporánea.
Si obligación académica del docente jurídico es el cultivo permanente de la ciencia que profesa
y la transmisión de sus conocimientos a través de los métodos pedagógicos más
evolucionados compatibles con la función de la enseñanza, obligación profundamente moral
del docente es la creación de la conciencia de justicia en el el espíritu del discípulo que no ha
de compadecerse jamás de la improvisación ni de la demagogia.
- Desvinculación entre la Facultad de Derecho y el abogado, el asunto de las relaciones entre
la academia y la profesión está directamente entroncado al problema de la enseñanza, o quizá
más bien al rol general de la facultad de Derecho frene a la ética del abogado. No son pocas,
las Facultades de Derecho que luego de concluidos los estudios, dejan que sus profesionales
sueltos de la mano, a escoger a tientas los caminos. La universidad no mantiene vínculo
alguno que la relacione con el profesional, pese a los estatutos que incluyen como parte de la
universidad a lo egresados.
Lo cierto es que el abogado, sale de la facultad -sobretodo peruano- y se enfrenta a la realidad
por sí solo, sin haber recibido lecciones de ética, que ocasiona que el duro impacto de la vida
lo conduzca muchas veces a utilizar medios vedados para poder subsistir.
La universidad no puede controlar la conducta de los egresados, aunado a ello, la inactividad
en la cautela de la ética de los colegios de abogados, provoca que el egresado siga buscando
los caminos buenos o malos a su libre albedrío.
- Falta de planificación y diversificación de la abogacía, a la falta de enseñanza de la ética de
la abogacía se suma la propia conducta de la universidad latinoamericana, en la que todavía
no se ha intentado- que sepamos- la investigación científica de la realidad social en el campo
del requerimiento profesional.
La ciencia y técnica que reclama la sociedad latinoamericana para salir del subdesarrollo no
es precisamente la abogacía.
Dentro de una perspectiva tan restringida, es pues lógico que la mayoría de cuadros
profesionales que egresan de las facultades tenga que dedicarse a ejercer la abogacía, y que
la congestión de oferta profesional, la transforme en menester para ganarse la vida, usando
al Derecho como herramienta de actividad artesanal.
ÉTICA DE LA ABOGACÍA

Causas que provienen de las condiciones del ejercicio.

No es solo conducta inmoral la del abogado desleal que tuerce la decisión de la justicia armado
de ardides y engaño; lo es también la del abogado leal que sin embargo de su lealtad por temor al
Poder o conciliación con el temor del cliente no se enfrenta a reconquistar el derecho a la defensa,
que es garantía ínsita a la dignidad humana. El dejar consumar la injusticia, a sabiendas, es
también una forma de inmoralidad, y es grave, sobre todo en los países en vías de desarrollo,
donde el papel del abogado leal es poderoso instrumento de lucha por la libertad.

Entonces, también suelen producirse defecciones abogadiles. Sin embargo, la norma moral
debería exigir al abogado, luchar por el derecho a la defensa, no solo porque es la esencia de su
ministerio sino porque es parte de la lucha por la libertad, puesto que, jamás habrá libertad ahí
donde no se permita defenderla.

BIBLIOGRAFÍA:
 Carlos Fernando Cuadros Villena “Ética de la Abogacía y Deontología Forense”.
Pág. 45-55.

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