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LOS CAMBIOS RECIENTES: EL NUEVO

ESPACIO INDUSTRIAL
Joseph Halevi 1

En las ultimas décadas se produjo una crisis en el sistema capitalista que impuso, entre otras cuestiones
importantes cambios en la organización industrial. En particular se destaca la aplicación de nueva tecnología
al proceso productivo y la emergencia de nuevos sectores industriales dinámicos, tales como el de las
telecomunicaciones, la electrónica, la informática, la biotecnología y la industria genética. Se ha dicho que el
actual modelo industrial antes de generar nuevos productos introduce modificaciones en la forma de
producir, tales como la automatización, la creación de maquinas que pueden producir bienes distintos la
utilización de computadoras para el diseño de los productos, etc.
Esta revolución tecnológica ha originado fuertes transformaciones en el espacio industrial, como los
siguientes 3 casos:

 Los cambios en la localización industrial dentro de los Estados Unidos.


 La dispersión de partes del proceso productivo a nivel mundial.
 La formación de parques científicos -tecnológico

a) En los Estados Unidos, uno de los cambios recientes ha sido la disminución de la importancia de
las industrias localizados en el cinturón manufacturero. Su producción paso de representar dos
tercios del total a solo el 40% del país. Por un lado, la reducción de la demanda de sus productos
y la aparición de nuevos competidores a nivel mundial en la siderurgia, industria textil y la
automotriz, originaron el cierre de numerosas plantas y el despido de importantes cantidades de
operarios. Se vieron afectados las ciudades en las que estas ramas eran importantes, Pittsburg,
Cleveland, Detroit, Buffalo. Por otro lado, las industrias de otra tecnología tuvieron cierto
desarrollo en el cinturón manufacturero (especialmente en Boston), pero las localizaciones
privilegiadas fueron Estados del sur tales como California, Florida o Texas. Dallas, Houston,
Denver, Phoenix, Los Ángeles y San Francisco fueron algunas de las ciudades beneficiadas con
esta nueva radicación industrial.
b) Otra de las características importantes del modelo postfordista en América del Norte es que
permite la división en etapas del proceso productivo. Estas etapas son, por ejemplo, el diseño de
los productos, la fabricación de partes, ensamblado de las distintas partes, el control de la calidad,
la investigación de nuevas tecnologías, el marketing y la publicidad. Cada una de estas etapas
tienen requisitos especiales para localizarse en cierto lugar; así, por ejemplo, en el diseño de
productos se requiere la presencia de diseñadores industriales para investigar nuevas tecnologías
se precisan científicos especializados, para el ensamblado de partes se requiere que el costo de
mano de obra sea lo mas barato posible. Además, los centros de comercialización necesitan estar
situados en ciudades con facilidades para realizar negocios. Para que la fragmentación en etapas
del proceso productivo pueda realizarse, es necesario contar con una excelente red de
comunicaciones que permita el seguimiento, el control y la articulación de todo el proceso, y un
sistema de transporte barato y eficiente que facilite la circulación de los productos por cualquier
lugar del mundo. Como consecuencia de estas transformaciones, muchas grandes empresas

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Es profesor de Economía Política en la Universidad de Sydney y está asociado al Institut de Recherches Economiques
sur la Production et le Développement (IREPD) de la Universidad Pierre Mendès France de Grenoble, France. Es miembro
del consejo editorial internacional de Economie Appliquée (Paris) y del consejo editorial de Cahiers d'Economie Politique
(Paris). Está vinculado también al centro IREPD (Institut de Recherches Economiques sur la Production et le
Développement) de la Universidad de Grenoble perteneciente al CNRS (Centre National pour la Recherce Scientifique)
francés. Desde 1990 colabora regularmente con el periódico de la izquierda italiana Il Manifesto en Roma.

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norteamericanas descontentaron ciertas etapas del proceso productivo. Buscaron obtener
mayores ganancias instalado cada etapa en el lugar del mundo que el otorga mas ventajas.
c) Un tercer aspecto especial del modelo productivo es la creación de polos científicos-tecnológicos.
Se trata de áreas donde se localizan especialmente las tareas de investigaciones sobre tecnología
industrial. Quizás el caso mas conocido sea el de Silicon Valley (Valle del Silicio) el condado de
santa clara en California en la bahía de San Francisco. El complejo científico mundial se origino
después de la Segunda guerra mundial, cuando comienzan a agruparse industrias de sector
microelectrónico con el apoyo de la Universidad de Stanford, que provee asesoramiento
intelectual. Cinco de las diez compañías mundiales del sector están radicadas allí. En Silicon Valley
se producen equipos de computación y materiales militares, software, equipos de
comunicaciones, elementos de industrias aerospacial. La presencia de la universidad asegura la
disponibilidad de los conocimientos científicos de avanzada, necesarios para la creación de los
productos y para la investigación de nuevos procesos de fabricación. Las principales ventajas del
estrecho contrato que se genera entre empresas agrupadas son: La posibilidad de asociarse para
realizar investigaciones, estar en el lugar donde se generan las innovaciones tecnológicas, conocer
las acciones que emprenden la competencia y participar de un ambiente de negocios compartido.
San José es el principal centro urbano del área sur de la bahía de San Francisco, con 1.500.000
habitantes. Su crecimiento fue espectacular, a partir de la generación de empleo en Silicon Valley.
Con la llegada de inmigrantes la ciudad se expandió rápidamente sobre las tierras dedicadas
anteriormente a la agricultura. El sistema de transporte, basado en el uso del automóvil particular,
provocó la aparición de algunos problemas ambientales, tales como contaminación del aire,
ruidos y fuertes congestiones de la autopista.

GLOBALIZACIÓN LLEVADA A CABO POR ESTADOS UNIDOS.

La globalización significa que es necesario que los países del mundo trabajen juntos para cooperar en la
solución de problemas comunes.
Cuando durante la crisis del Este asiático, Japón propuso un Fondo Monetario Asiático, Estados Unidos
aplastó rápidamente la idea, preocupado por lo que una institución de este tipo podría suponer para su
economía en la región.
El gobierno americano dio la espalda a un tratado tras otro, desde el que regulaba el calentamiento global
de la atmósfera hasta los tratados de armas estratégicas. Aunque hablaba del estado de derecho, el gobierno
mostró un desdén absoluto por el estado de derecho a escala mundial y eludió al Tribunal Penal
Internacional. Cuando el Gobierno recurrió a los demás para obtener ayudas en materias que le interesaban,
se encontró con una falta de entusiasmo. A las primeras acusaciones de hipocresía se añadieron otras nuevas:
los subsidios agrícolas y los aranceles de acero. Los subsidios agrícolas están perjudicando a los agricultores
pobres del mundo en desarrollo, que podrían haber competido en un entorno mundial en el que existiera la
libre competencia, pero no con subsidios superiores al cien por ciento.
El secretario del Tesoro, vetó la iniciativa de la OCDE, dirigida a aumentar la transparencia de los paraísos
bancarios. El secreto y ausencia de regulación permitió que muchos estadounidenses adinerados evadieran
impuestos.
En la nueva era de la globalización, no solo los productos circulan libremente por el mundo, sino también las
ideas. El aparente triunfo del capitalismo de Estados Unidos ha tenido una enorme influencia en Europa,
Latinoamérica, Asia, en todo el mundo. Otros países querían saber a que se atribuía el éxito de Estados Unidos
para poder imitarlo mejor. Y algunos en Estados Unidos no se han mostrado reticentes a compartir sus
perspectivas: el Tesoro, por ejemplo, ha aleccionado gratuitamente al Este asiático sobre cómo deberían
seguir los principios contables y de gobierno corporativo de Estados Unidos. Latinoamérica (voluntariamente
o no) tuvo que adoptar las medidas del Consenso de Washington que se suponía ayudaría a sus economías
a parecerse a su vecino del norte.
Para muchas personas de los países en desarrollo y de las economías en transición, todo esto ha resultado
de lo más confuso. Por ejemplo, se les dice que liberalicen, para quitarse al gobierno de en medio. En otros

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terrenos hablan de la necesidad de flexibilizar el mercado laboral, lo que significa menos protección y
menores sueldos e ingresos para los trabajadores. Existe una necesidad de realizar alguna reforma en muchos
países europeos, pero también lo es que las empresas o la sociedad en general están normalmente en mejor
situación que los trabajadores para soportar los riesgos de un mercado cambiante.
Todo ello plantea para Europa, Asia y Latinoamérica la pregunta fundamental: ¿qué tipo de economía de
mercado quieren crear?
Se cuestiona el modo en que Estados Unidos ha gestionado la globalización tanto por el unilateralismo
norteamericano como por su falta de preocupación por la justicia social global. La iniciativa de permitir la
entrada de todo tipo de productos básicos libres de aranceles (Todo menos armas) es claramente un
movimiento orientado en la dirección correcta, pero en tanto que los subsidios sigan estando al mismo nivel,
los países en desarrollo no pueden competir. Son los países en desarrollo los que han sufrido las
consecuencias tanto de lo que se ha hecho como de lo que no se ha hecho, desde las reformas de las políticas
que se les han impuesto y que eran en gran parte de naturaleza ideológica hasta las que deberían haberse
promovido, pero no se promovieron, no fuera a ser que afectaran excesivamente al orden establecido.
Quizás juntos Estados Unidos y Europa, el mundo desarrollado y el mundo en desarrollo, puedan forjar
una nueva forma de democracia global y un nuevo conjunto de políticas económicas que aseguren una
prosperidad basada en unos nuevos principios que pueda ser compartida por todos los ciudadanos del
mundo.

Lo que queda de la globalización

La crisis financiera estadounidense pone de relieve la verdadera naturaleza de la globalización, cuyos ejes
centrales son China, el déficit exterior de EEUU y el endeudamiento (privado de las familias norteamericanas).
La globalización ha generado una novedad absoluta para el capitalismo. Finalmente, el sistema puede
funcionar de manera marxista, fundándose sistemáticamente en un ejército industrial del trabajo que opera
activamente contra el de los países desarrollados, y no sólo. Puesto que China tiene la mayoría de las filiales
que producen input para los otros sectores, el bajo coste del trabajo se comunica a gran parte de las
interconexiones productivas, y no únicamente a las fases finales. Las mercancías producidas en China por
cuenta de las transnacionales pueden así competir en punto a masividad y márgenes de beneficio también
con las mercancías fabricadas en Indonesia, aun siendo allí los salarios harto inferiores. A años luz de la
complejidad sectorial de China, Indonesia carece de la base material para generar similares economías de
escala.
La transformación capitalista de China es un proceso estrictamente guiado por las autoridades chinas,
pero no de manera unilateral, sino en directa conexión con los intereses de EEUU. Recuérdese el proceso
que ha llevado a la rápida concesión a la República Popular China del status de nación más favorecida por
parte de Washington en 1982, pocos años después del lanzamiento de las 4 modernizaciones por Deng
Xiaoping. O el contenido de las negociaciones que desembocaron en la entrada de Beijing a la OMC. Las
empresas que en EEUU despiden, deslocalizan y trasladan la producción a China obtienen beneficios
inmediatos, mientras que el impacto de eso en el poder adquisitivo, y, por tanto, sobre la demanda, sólo se
percibirá pasado un cierto tiempo. Y aquí entran en juego tanto la cuestión del déficit exterior como la de la
deuda familiar, que alteran la dimensión temporal del problema.
Como explicó Paul Volcker, el antecesor de Greenspan, la política antisindical de Reagan lanzó la deflación
salarial continuada –añado yo— gracias a la desindustrialización y al consiguiente déficit exterior. La
desindustrialzación ha cambiado la composición de la ocupación, polarizándola hacia sectores con empleos
y salarios “flexibles”. Hace ya 30 años que en EEUU la remuneración del trabajo asalariado aumenta menos
que el valor de la producción. Según cálculos del Economic Report of the President para 2007, los ingresos
reales semanales son todavía inferiores a los de 1973. Si no hubiera sido por el endeudamiento de las familias,
la economía de EEUU habría caído en una grave depresión. De hecho, ni las inversiones, ni el déficit público
han llegado nunca a salvar el hiato entre capacidad de gasto de las familias y valor de la producción. Con el
endeudamiento privado y el sostén con dinero público del sistema financiero crisis tras crisis (1987, debacle
en Wall Street; 1989, Savng and Loan; 1995, crisis mexicana; 1989, Long Term Capital; 2001, debacle de la

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Nueva Economía; 2007, subprime...), la estabilidad del sistema parecería garantizada, porque los demás
juegan su papel como sostenedores del déficit de EEUU.
Las importaciones procedentes de China permiten matar tres pájaros de un tiro. Wal Mart, el mayor
oferente de trabajo de EEUU, es el principal ejemplo. Bajos salarios a los propios asalariados en EEUU,
posición casi monopolística en relación a los suministradores chinos, importaciones de mercancías
producidas con salarios chinos. Esos son los tres factores principales del bajo nivel de inflación en los precios
corrientes. La transformación de EEUU en una economía global de importación pone al país en el centro de
la demanda mundial y genera intereses conexos en otros países, cuyos gobiernos prefieran mantener la
situación.
A despecho de las lamentaciones, el resto del mundo –China y Japón en cabeza— está dispuesta a
refinanciar el déficit de EEUU comprando masivamente bonos del Tesoro norteamericano, también para
contener la devaluación del dólar. La gran demanda mundial de bonos del Tesoro de EEUU aumenta el precio
de los mismos, o que reduce automáticamente el tipo de interés a largo plazo, lo que sirve para estabilizar el
tipo de los préstamos. El creciente desnivel entre valor de producción y salarios impulsa a los bancos a crear
crédito nuevo y a las familias, a endeudarse.
Pero se quiere un tipo de interés factible. Si ningún país extranjero quisiera los bonos de Washington –
como ocurrió con la deuda mexicana, argentina o brasileña—, las empresas de EEUU no podrían matar tres
pájaros de un tiro y los tipos de interés se harían inmanejables. Ahora bien; cuanto más se expande el
conjunto de la deuda privada, interna y externa, más necesario resulta asegurarse contra incertidumbres y
riesgos –incluidos los ligados a la tasa de cambio— y más necesario se hace el atraer dinero extranjero por la
vía de anunciar opulentas plusvalías futuras, sobre todo cuando la concesión de créditos hipotecarios
expande la demanda de vivienda y crea inflación en los valores inmobiliarios.
Y hete aquí que se enciende el mecanismo los “paquetes de papeles colaterales” de que se ha hablado ya
aquí. Ese mecanismo es necesario porque la propagación de esos papeles por el mundo, adquirido, por
ejemplo, por algunos bancos regionales alemanes, envía dinero a EEUU y hace posible la “dispersión del
riesgo”, aplazando así el ajuste con la realidad. Cuando ésta acaba por manifestarse, la predisposición a
financiar a los que están con el agua al cuello –o sea, el sistema mismo financiero— se impone sin dificultad.
Sin embargo, como veremos luego, la profundidad de la crisis está induciendo –incluso por parte de
transnacionales estadounidenses— a cambios en lo tocante a la valoración de la centralidad de los EEUU.
2 Gracias a los “fondos soberanos”, hay quien sueña con el desacoplamiento
El capitalismo financiero de Estado –no, pues, el keynesianismo o industrialismo público— y China son
cada vez más los ejes sobre los que pivotará la problemática de la globalización. Martin Wolf, el principal
periodista económico del Financial Times, ha llegado incluso a preguntarse si el término “globalización”
significa todavía el triunfo de la economía de mercado a escala mundial. En un artículo del 17 de octubre,
observaba que los actores mayores de la globalización son los Estados, más que entidades privadas. Se ha
confirmado ya en los últimos diez años con el papel creciente de los bancos centrales en la generación de
liquidez, con el carry trade2 planetario sobre las monedas y los títulos públicos y, finalmente, con el
mantenimiento en pie del azar moral (opacidad y empaquetamientos de papeles) en que se basa el mercado
financiero.
Desde hace menos de un año, la atención está concentrándose en los fondos soberanos, y cada vez más,
a medida que se evaporan los mercados privados de los papeles sin valor. Esos fondos pertenecen a
sociedades de propiedad estatal. La mayor es Noruega, colmada de dinero acumulado con los ingresos
procedentes de la exportación petrolífera. Análogamente con Arabia Saudita y los minúsculos Estados árabes
del Golfo Pérsico. Gracias a la exportación petrolífera, también Rusia está por asumir un papel importante en
materia de fondos soberanos. Para Asia oriental, se habla sobre todo de Singapur y de China.

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Literalmente cambio portátil, funciona ahora como una especie de fábrica de efectivo ilimitado para los bancos y
los fondos financieros especulativos y no regulados. Pueden obtener préstamos en Japón a tasas de interés cercanas a
cero, o de un uno por ciento en Suiza, para prestarlos a su vez en cualquier parte del mundo que ofrezca altos
rendimientos, ya sean certificados argentinos o valores hipotecarios en EEUU. Recientemente, el analista financiero Tim
Lee, del instituto norteamericano de investigación Pi Economics, lo ha definido como “un juego de escalada en la
imprudencia, ya que solamente da réditos cuando la gente sigue colocando dinero, por lo que no hay duda alguna de
que todo esto acabará muy mal”.

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Aun siendo una ciudad-estado, Singapur es un punto nodal del capital monopolista en Asia, y sus fondos
soberanos se cuentan entre los más acaudalados. Poco antes de Navidad, de hecho, el fondo gubernamental
Temesk ha adquirido una importante participación en la Cerril Lynch, particularmente tocada por el
desplome de las subprime. Tal acontecimiento ha sostenido mucho más a Wall Street que la acción conjunta
de los bancos centrales (inyectando más dinero con aceptación como garantía hasta los desacreditados
títulos subprime).
Mientras la crisis no vio la luz, los fondos soberanos eran sometidos a durísima crítica. Noruega forma
parte de Occidente y de la OTAN, su fondo ha sido oficialmente definido como “transparente”, con
inversiones de portafolios tradicionales y prudentes. También los de Singapur han sido ensalzados por su
transparencia, subrayando, no obstante, el que, a la hora de colocar sus dineros, busquen posiciones de
ventaja estratégica. La Arabia Saudita es intocable, de modo que, a la postre, los fondos considerados
“peligrosos” eran los chinos, porque eran opacos y dirigidos con fines político-estratégicos. Las críticas más
severas las formuló Jeffrey Garten en el Financial Times el pasado 7 de agosto.
Con el agravamiento de la inestabilidad de las bolsas causado por el subprime, la música está cambiando.
Las financieras estatales comienzan a considerarse factores de seguridad y, más prosaicamente, como
proveedoras de dinero esperable. La inversión de parte de los fondos soberanos se valora positivamente
como un empeño a largo plazo, que contrasta con el comportamiento de los bucaneros de los hedge funds.
Los bancos occidentales están haciendo lo posible para vender las propias acciones a los fondos estatales
chinos y de Singapur, a fin de substituir los paquetes de títulos sin valor por fuentes de dinero genuino.
Simultáneamente, esos mismos bancos, junto a otras sociedades financieras, han aumentado mucho los
desvíos de capital hacia China, a fin de aprovechar la gigantesca burbuja especulativa que acompaña ya,
envolviéndolo cada vez más, a todo el crecimiento económico del país.
En este contexto, se ha encendido la esperanza de que China pudiera permitir evitar la caída de EEUU en
una recesión. La palabra clave es “desacoplamiento”. La dirección de General Electric ha presentado ese pío
deseo como una certidumbre, afirmando que el crecimiento chino continuará aun en el caso de una fuerte
desaceleración en EEUU, mostrándose por lo tanto optimista sobre la marcha a escala mundial de sus ventas.
Una visión desintegrada de la globalización, pues; lo opuesto a cuanto, hasta ayer mismo, venía afirmándose
por parte de sus autores mayores. Parecidas posiciones surgen entre los mayores órganos financieros. Tales
tesis son, en mi opinión, puras quimeras nacidas del miedo. Es verdad que China tratará de mantener su
expansión económica; si no, pincharía catastróficamente su propia burbuja interna. Pero Beijing lo hará, lo
está haciendo ya, enganchándose más a EEUU, de un lado, y, del otro, aumentando sus exportaciones netas
a Europa. Basta ver la política monetaria china. No hay la menor indicación de “desacoplamiento”; al
contrario. A pesar de la notable inflación interna, Beijing no aumenta el tipo de interés propio, para no
desacoplarse de EEUU, que han reducido los tipos (deprimiendo así el valor del dólar). De lo que se sigue que
China no puede controlar la dinámica de la burbuja interna. Lo que lo dice todo sobre la improbabilidad del
“desacoplamiento”.

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