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María Caballero

Wangüemert
Es Catedrática de Literatura Hispa-
noamericana en la Universidad de
Sevilla. Su actividad docente en el
Departamento de Filologías Inte-
gradas (Literatura Hispanoamerica-
na) se compagina con la investiga-
ción. Ha publicado más de ochenta
artículos, además de libros sobre
autores argentinos –Borges, Mújica

LA FLOR DE LIS
Láinez, Sarmiento– y puertorrique-
ños como Hostos y Marqués. Sus
actuales investigaciones se centran
en la narrativa –memorias, litera-
MARÍA CABALLERO tura femenina–, el cine y la teoría
Universidad de Sevilla literaria. Ha sido profesor invitado
en Francia, Alemania y San Juan de
Puerto Rico.

1
Elena Poniatowska, La Flor de
Lis, Madrid, Alianza Tres/Era,
«Mi madre cuando fuimos a vivir allí. No sé exactamente qué 1988, p. 148. Citaré en el texto
por esta edición.
mi corazón sentí, pero recuerdo que me impresionó el sol, la
mi corazón luz, la gente3. 2
Cf. Marta Paley de Francescato,
mi madre»1. «Convergencias en La flor de
La mayoría de los críticos –por ejemplo lis», Hispamérica, 62 (1992),
pp. 127-132.
Me comprometí con Rocío Oviedo a par- Pino-Ojeda en su excelente artículo4– hablan
ticipar en este homenaje a la mexicana Ponia- de Mariana como la protagonista del libro. A 3
towska. Y agradezco de verdad la invitación, simple vista, qué duda cabe... es ella la voz que Elena Poniatowska, «La verdad
más íntima», en Reina Roffé,
no en calidad de especialista en Elena. Para mi va desenvolviendo el paso de niña a mujer al Conversaciones americanas,
vergüenza, sólo había leído en su momento modo del bildungsroman. Su estirpe noble, Madrid, Páginas de Espuma,
2001, p. 139.
Hasta no verte Jesús mío y lo referente a la europea, el contexto de la segunda guerra
matanza de Tlateloloco ¿quien no conoce las mundial que moviliza al padre y obliga a 4
Cf. Walescka Pino-Ojeda, «De
crónicas de la princesa roja? México es un las mujeres de la familia a desplazarse al sur agua y de ausencia: el sujeto au-
país fascinante, que me interesó desde siempre y definitivamente viajar a México –«Sofía y tobiográfico femenino en La Flor
y estuvo en mis clases –Reyes, Ramos, Paz, yo no sabíamos que mamá era mexicana»5 de Lis de Elena Poniatowska»,
Estudios Filológicos, 39 (2004),
Fuentes, Garro, Jacobs, Mastretta, la novela –dirá asombrada ante el sesgo que toma su pp. 203-220. Es el estudio más
de la revolución mexicana...–. Pero no había vida–. Por fin, el doble proceso de madura- inteligente y completo que co-
nozco sobre este texto.
«calado» en Poniatowska. En fin, decidí coger ción existencial e identitaria, como persona
el toro por los cuernos y abordar La Flor de y miembro de una comunidad, la de ese país 5
Poniatowska, La flor de Lis, p.
Lis, un texto del 88 que tiene como telón de del Nuevo Mundo. Todo eso está ahí y es 36.
fondo los relatos de Lilus Kikus (1954), los el hilo conductor de La Flor de Lis. Pero el
sueños y fantasías de una protagonista infan- auténtico eje escondido es Luz, la madre de 6
Y en eso tiene precedentes en
til2. Tal vez por aquello de que literatura feme- Mariana. Ella es la verdadera protagonista6, la literatura mexicana, como
nina y autobiografía son dos de mis amores, porque su hija gira en torno a ese faro, no tan recuerda en una conversación:
«O los personajes de Nellie
como muy bien sabe Rocío. Esto no será sino luminoso, errático en ocasiones, oteando su Campobello, a quien siempre
un breve apunte, parcial, algo impresionista; misterio, reclamando su atención, sintiéndose se olvida, el personaje es su
madre, tanto en Cartucho, como
unas notas de lectura sobre un texto que tiene eternamente excluida del paraíso, del útero en Las manos de mamá, y las
su bibliografía... no demasiada, pero la tiene, materno para el que no hay retorno. Es la mujeres tienen mucha tendencia
como veremos a continuación. mariposa, la libélula siempre alrededor... pero a reivindicar a las mujeres».
Rocío Oviedo Pérez de Tudela,
es humana; por ello la interpela una y otra «Palabra y tierra: entrevista a
UNA NIÑA FASCINADA POR SU MA- vez. Tienen mucha razón quienes –como Elena Poniatowska», Anales de
Literatura Hispanoamericana,
DRE: LUZ A TRAVÉS DEL FOCO DE Bados-Ciria– «analizan el tropo del apóstrofe 30 (2001), p. 357.
MARIANA. EL BINOMIO «AUSENCIA/ como estrategia retórica que se despliega a
7
FIJACIÓN» lo largo de la obra posibilitando un discur- Concepción Bados-Ciria, «Tec-
so ciertamente original y propicio para una nologías autobiográficas en las
Nací en París, sí, pero a los nueve años me radiqué en subjetividad femenina narradora»7. La madre narrativas personales de las es-
critoras hispanas», La Ventana,
México y me naturalicé mexicana en 1969. Llegamos es la destinataria, una madre siempre ausente 13 (2001), p. 269.
a México huyendo de la Segunda Guerra Mundial. ante quien la niña se siente invisible, lo que la
A causa de la guerra tardé años en volver a ver a incita a interpelarla. No hay más que escoger La Flor de Lis
mi padre. La ciudad de México todavía era pequeña algunos párrafos al azar: MARÍA CABALLERO

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Mamá, mírame, estoy aquí, mamá, soy tu hija, mamá cabellos en lo alto; el viento ciñe su vestido alrededor
mírame con tus ojos castaños, mamá no te vayas, có- de su cuerpo17.
mo te detengo, no puedo asirte, mamá, dime que me
oyes, no me oyes ¿verdad? ¿A quién escuchas dentro La atisbo por el corredor, más bien, es un paño de
de ti con esa mirada ausente? ¿Quién te habita? ¿por su vestido flotante, da la vuelta con ella y se escapa,
qué no soy yo la que te importo?8. la sigue como su sombra (...) su vestido es el puro
viento, camina, su vestido danza en torno a sus
La madre como objeto de deseo, el texto piernas, adivino sus pálpitos bajo la tela que no la
como declaración amorosa «de Poniatowska protege...18
hacia su madre, ausente en su infancia» –dice
Bados-Ciria9– y habría que matizar esa afir- La referencia a la garza la acerca a Darío
mación: ¿Mariana es Poniatowska, o se trata y los modernistas, como ha notado Pino-
más bien de un ser ficticio tras el que se escu- Ojea, pero su imagen no es de este mundo,
8
Poniatowska, La flor de Lis, p.
dan reminiscencias autobiográficas, como es el misterio la aureola, a pesar de la incipiente
248. habitual en la autoficción? Lo veremos en el sensualidad que debe mucho a la técnica de
último epígrafe. Pero sea quien sea, la relación paños mojados, propia de las esculturas grie-
9
Bados-Ciria, op. cit., p. 272. textual entre madre e hija es obsesiva: gas, con que la narradora la describe en este
último párrafo.
10
Poniatowska, La flor de Lis, pp.
No es que la extrañe, es que la traigo adentro. Hablo Tal vez ya sea hora de preguntarse ¿cómo
115-118. con ella todo el tiempo, hablo con ella en la lengua es Luz? Dulzura, abandono, nostalgia, au-
11
del sueño (...). No es que la extrañe, es más que eso. sencia... pero sobre todo agua, aire, helechos,
Ibid., p. 34. Corro tras de ella, de su día en México (...). la sigo transparencia... cuatro semas que la definen.
obsesivamente (...). No es que la extrañe es que la Hay mucha tradición literaria detrás: bella y
12
Ibid., p. 268. vivo (...). Estoy segura de que nos sigue, vestida de muy blanca «su piel de leche blanquísima»
luz y sombra (...). Todo el tiempo pienso en ella10. –como las mujeres petrarquistas, románticas,
13
Ibid., p. 47.
prerrafaelitas...– «su rumor de bosque»... «el
¿Excesos sentimentales propios de la leja- pelo que cae como una rama de árbol» (...),
14
Ibid., p. 48.
nía carcelaria del internado norteamericano a «oh mi mamá de flores»19, ya desde la primera
que pertenece este monólogo de la adolescen- descripción aparece fundida con la naturaleza,
15 te? En absoluto, más bien el distintivo habi- algo que nunca desaparecerá. «En el movi-
Ibid., pp. 32-33.
tual desde los nueve años en que «descubro a miento de su falda hay la transparencia de los
16 mamá»11. «Qué joven es mi madre, qué joven. helechos»20... «la envuelve su soledad verde
Ibid., p. 248.
Sus mejillas tienen la tersura de la infancia»12... esperanza; la nimba el verdor de los helechos.
17 «Oye, qué bonita es tu mamá»13... Una mamá Ni cuenta se da del misterio que representa»21.
Ibid., pp. 32-33.
dulce, inalcanzable y delgada, «que permane- Esa aura de misterio explica que, aún ligada a
18 ce siempre fuera de mi alcance»14, con una au- la tierra, al mundo vegetal, sea sin embargo
Ibid., p. 249. sencia sólo suya... Una ausencia provocativa, etérea... «siempre hay algo que parece estarla
19 desgarradora para quien la reclama a gritos: esperando en otra parte y ella permanece has-
Ibid., p. 16. «oh, mamá, déjame asirte! (...) estira el cuello ta que viene el aviso y emprende el vuelo so-
20
hacia el mar, le jalo el vestido, voltea a verme bre las alas de su impermeable azul y blanco,
Ibid., p. 45. sin mirarme. ¡Dios mío, dile que me vea! (...) aéreo, eléctrico, que la lleva suspendida por
21
Aquí estoy, mírame»15... Una niña perdida en los aires»22. El azul-cielo de los románticos
Ibid., p. 26. un barco que viaja a América en busca de paz y modernistas, de Mallarmé, con un toque
y libertad, inexistentes en la vieja Europa, se exótico de modernidad, como nuevo Altazor,
22
Ibid., p. 29. agarra a ella como a tabla de salvación. Años aunque sin sus secuelas. A una mujer así le
después, la adolescente mantendrá la misma corresponden gasas, vestidos rumorosos y
23
Ibid., p. 11.
súplica: «¡Mamá, óyeme mamá ¿a dónde vas? transparentes, propios de la exquisitez deca-
Mamá»16. En ambos casos, la idealizada des- dentista de hace más de un siglo. No en vano,
cripción de la madre es muy semejante: parece... «salir de un ropero antiguo (...), de la
Biblioteca Rosa de la condesa de Ségur»23.
Esa mujer allá en la punta es mi mamá; el descu- Paradójicamente quizá el sema de la trans-
brimiento es tan deslumbrante como la superficie parencia sea el único que le permita enraizar-
lechosa del mar. Es mi mamá. O es una garza. O se, fundir tradición literaria y europeísmo con
un pensamiento salobre. O un vaho del agua. O un su país, México, «la región más transparente
pañuelo de adiós al viento. Es mi mamá, sí, pero del aire» –¿quién no ha leído a Alfonso Re-
La Flor de Lis el agua de sal me impide fijarla, se disuelve, ondea, yes?–. El problema es que esa región y esa
MARÍA CABALLERO vuelve a alejarse (...) El viento también sostiene sus ciudad mítica quedan hoy mucho más cerca

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del mundo literario de Carlos Fuentes, con- la soledad y la tristeza; herencia de mu-
taminadas y recelosas frente a las extranjeras, jeres-invernadero que se autofagocitan
afrancesadas o güeritas. en un estéril juego de espejos. Por eso,
Moderna –fuma–, elegante «cada día con la Flor de Lis se cierra con la misma inte-
un vestido diferente, una bolsa diferente, unos rrogación de siempre: «mamá, la tristeza
ojos diferentes. Los vestidos son de Schiapa- que siento, ¿ésa dónde la pongo? ¿Dónde
relli y son divinos, dirán di-vi-nos»24. «Lleva mamá?»31.
puesto el sombrero de paja con el listón ne-
gro, el del ramo de lilas, el del velito de tul, el UNAS MUJERES «PECULIARES»
anaranjado, la toca de terciopelo vino, el bo-
nete de mink, la gorra vasca, el fieltro de viaje «Para mujeres, mi mamá: Luz. O mi
(...). J´ai une tête à chapeaux, afirma mamá y abuela. O de perdida tía Francisca o tía Es- 24
Ibid., p. 43.
es verdad»25. La enumeración caótica, con su peranza que podría cargar Catedral sobre sus
golpeteo de imágenes visuales, pone ante los hombros»32. 25
Ibid., p. 86.
ojos del lector un modelo social, una mujer Resulta claro el protagonismo materno
de mundo progresivamente incardinada en dentro del matriarcado que gobierna la vida 26
el México posrevolucionario, pero siempre de Mariana. No obstante, la abuela, quien Ibid., p. 55.

inasible. Y siempre en la óptica de Mariana: simboliza mejor, dentro de la alta burguesía, 27


«Yo era una niña enamorada como loca (...), el hibridismo cultural. Su afrancesamiento no Ibid., p. 266.

el sólo verla justificaba todas mis horas de le impide pasear con sus nietas los domin- 28
esperanza»26. gos por el centro: la casa de los Azulejos, la Ibid., p. 197.
La narradora adulta es consciente de ello: Profesa y el Zócalo, cuyo recuerdo provoca 29
«Luz ejerce sobre mí una fascinación especial. en la narradora los fragmentos más líricos y Ibid., p. 291.
Me hechiza» –dirá27–. Y lo considerará un entrañables:
30
fatum, asumido tras la indagación vital de la Ibid., p. 251.
adolescencia. Una búsqueda de valores muy Amo esta plaza, es mía, es más mía que mi casa, me
31
ligada a la identidad y en la que tendrá parte importa más que mi casa, preferiría perder mi casa. Ibid., p. 324.
importante su encuentro con la religión de la Quisiera bañarla toda entera a grandes cubetadas de
32
mano de un personaje ambiguo, el padre Teu- agua y escobazos, restregarla con una escobilla y ja- Ibid., p. 162.
fel. Un personaje por otros motivos también bón, sacarle espuma, como a un patio viejo, hincarme
fascinante, por el que la joven experimentará sobre sus baldosas a puro talle y talle y cantarle a voz 33
Ibid., pp. 61-62.
una irresistible atracción identificándolo con en cuello33.
lo más sagrado, el propio Hijo de Dios, envia- 34
Ibid., pp. 21-22.
do para iluminar, ser la alternativa a una Luz El amor de la abuela por el D.F. se prolon-
demasiado etérea y visionaria para convertirse ga en... «su mirada reflexiva sobre el campo, 35
Ibid., p. 219.
en modelo. Mariana busca seguridad y cree la inmensidad en sus ojos y cómo, a la hora
encontrarlo en el sustituto al padre biológico: del crepúsculo, en la penumbra del coche de 36
«sabré por fin cómo debe ser la vida, cómo alquiler, respiraba hondamente el fluir de los Ibid., p. 218.

querer, cómo ayudar. El padre ha venido al arroyos subterráneos»34. Los recorridos en


mundo a guiarnos, a rescatarnos»28. Para al fin coche por las carreteras que transparentan
descubrir sus limitaciones y, descorazonada, su capacidad de admirar el paisaje desde mi-
volver a la madre... de un modo radical y sin radores y cunetas. Es... «su afán por tragarse
condiciones: el paisaje»35 lo que cautiva a Mariana, su fas-
cinación por los productos de la tierra como
Me meto en su cama; volver a estar dentro de ella nueva cronista de Indias:
como ella dentro de su cama; su cama es su vientre
y toda esa blancura lechosa proviene de sus pechos Compraba lo que venden al borde del camino: el haz
(...). Nunca voy a poder irme, mamá, nunca agarraré de nardos, el montón de claveles, los cempazúchitl,
camino, atada a ti (...) estoy parasitada de ti, mamá, las nueces; manzanas, canastitas de tejocotes, dulces
almacenada para siempre, mamá, transminándote, de leche, piedras en el camino a Querétaro, naranjas
síntesis de todos tus esquemas29. y jícamas a medida que íbamos llegando a la zona
caliente36.
No podía ser de otra manera si, como dijo
Casilda –su mejor amiga–, «para Mariana, La melancolía –valor obligado de todo
amar es convertirse en la persona amada»30. relato autobiográfico– hace su aparición con
Pero la narradora sabe que ese mundo de el declinar de la mamá grande: La Flor de Lis
tradiciones en el que se educó está abocado a MARÍA CABALLERO

81
También mi abuela se ha entristecido. sa, independiente y retadora. Siempre supo
Pasa de un jardín al otro, su bastón en la qué hacer, «se quiere como ella es»42. Por el
mano, y ya no ríe a todas luces como reía contrario, Mariana, que siente admiración por
antes, ni se interesa, como antes. Quiero ella, se caracteriza por su deseo de agradar, por
fijarla, Dios que no sea demasiado tarde, su soñar despierta, por la costumbre de diferir
obligarla, abuela, aquí estoy, mamá gran- las decisiones, heredada de su padre «nadie sa-
de, soy yo, abuela tu me quieres, por si no be que sueño y jamás actúo» –monologará43–.
lo recuerdas tu me quieres, tengo terror a Unidas en la infancia por la complicidad de la
esta ausencia que la va poseyendo, salto, risa, se distancian en la adolescencia: la prota-
manoteo frente a ella, veme aquí frente a ti, crecida y gonista es más compleja, los genes maternos le
37 nueva, no me falles, no te duermas37. lastran con un leve matiz de tristeza, soledad
Ibid., p. 133.
y melancolía que la soltura y el rechazo de las
38 Esa hibridez, esa doble vertiente enrique- tradiciones de la hermana desconoce.
Ibid., pp. 226-227.
cedora, deberá pasar a la nieta puenteando la Bien pensado, el auténtico contrapunto
39 generación de las hijas, mucho más afrancesa- femenino parte de los de abajo, y se llama
Ibid., p. 133. das y románticas: Magda: «Magdita viene de Tomatlán con su
40 canasta de manzanas. Siempre, para toda la
Ibid., p. 102. Las dos, Luz y Francisca, delgadas, etéreas, los eternidad, será una mujer viajando con man-
41 músculos esquivos bajo las sedas entran haciendo el zanas»44.
Ibid., p. 260. mismo gesto: se ponen unos guantes largos cuyos de- Es la presencia benéfica, «ríe su risa de
42
dos enfundan ayudándose una mano con la otra (...). manzana, se traga el mundo, comparte»45,
Ibid., p. 131. Caminan tan levemente que casi no pisan el suelo (...) les descubre... «la milpa, Tomatlán, Zacatlán,
su tiempo dichoso de mujeres bellas, su tiempo triste Apizaco, Puebla, las altas cañas, lustrosas
43
Ibid., p. 138. de mujeres que caminan con sus vestidos flotantes varas mojadas»...46, la villa guadalupana...
y sus vagas muselinas y sus cuellos delgadísimos y «nos enseña a la Morenita (...), nos cuenta de
44
Ibid., p. 133. estirados como instrumentos de música...38 Juan Diego, es la primera vez que le rezamos
a un indio»47. Magda es el pueblo, un mun-
45
Ibid., p. 66.
Tía Francis fascina. Sus menús también. Al pan do desconocido de humildes sufridores que
capeado en huevo que sirve con miel de maple le hacen posible la ociosa vida de los de arriba:
46 pone: Poor Knights of Windsor. Al espinazo con «siempre se atiende a lo último. Para ella
Ibid., p. 65.
verdolagas que a Inocencia le sale del cielo: Cassoulet son los minutos más gastados» –observará la
47 de L´Empereur Moctezuma39. niña48–. De hecho, el primer repunte social
Ibid., p. 67.
de Mariana parte de ahí, de la sintonía con
48 De las hermanas de Luz, Francis es a la quien ama: «¿por qué no soy yo la que lavo
Ibid., p. 69.
que más páginas dedica la narradora. Exquisi- los platos? ¿Por qué no es mamá la que los
49 ta en su ceremonia de té, flexible, inesperada y lava?»49.
Id. peligrosa en sus actitudes gatunas, inquietante
50 para la protagonista: «hay un peligro en la tía UNA SOCIEDAD EXTRANJERIZADA:
Ibid., p. 12. Francisca y un reto en sus exigencias: Atré- CIVILIZACIÓN/BARBARIE EN EL
51 vete, atrévete, pero ¿a qué? Las expectativas MÉXICO POSREVOLUCIONARIO
Ibid., p. 55. familiares en cuanto a nosotras nunca quedan
claras»40. Tiene su vertiente de independencia La Flor de Lis se abre en Europa, en el seno
retadora frente al padre Teufel, por ejemplo, de una familia cosmopolita y noble de duques
pero al cabo acaba subsumida por el gru- descendientes de rusos y norteamericanos que
po, una más junto a Luz y Esperanza. Son ¡como no! viven en Paris. Nodriza, mademoi-
mujeres que la protagonista visualiza como selle, comidas exquisitas, paseos por el Sena,
transposición de su propia historia: «las ima- vacaciones en La Baule, las tradiciones –«para
gino sobre la cubierta del barco, tal y como nosotros lo principal son las buenas mane-
vinieron a México vestidas de blanco (...), en ras»50–, los códigos lingüísticos, desde luego...
las fotografías del álbum de cuir de Russie le todo ello contribuye a marcar ese nivel de la
dan la cara al viento y se ven dichosas como élite internacional que la familia de Mariana
hoy»41. Critican y ríen como una forma de no abandonará en el Nuevo Mundo. Porque
autoafirmación. México vive la herencia del afrancesado XIX
Mariana y Sofía, su hermana, están con- que culmina en Porfirio Díaz y sus construc-
cebidas como haz y envés de una misma ciones de la Colonia Roma. «Éramos unas
La Flor de Lis moneda. Desde pequeñas son opuestas: Sofía niñas desarraigadas, flotábamos en México»
MARÍA CABALLERO es mañosa y rebelde, posesiva y todopodero- –dirá la narradora51–.

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Y, es claro, «en mi casa saben más de IDENTIDAD FEMENINA/IDENTIDAD
Francia o Inglaterra que de México»52. En ab- MEXICANA
soluto hay afán de aprender del país, si acaso
asombro porque «aquí todo es desaforado»53, La niña Mariana siempre quiso gustar, caer
«la llanada es interminable; por donde quiera bien incluso a las mademoiselles. En su nueva
que uno voltee, la tierra se extiende cada vez tierra se debatirá entre su natural anclaje junto
más amplia, más perdediza»54 –dirá Luz rees- a los suyos (familia y gens de connaissance
cribiendo, aunque no de modo explícito, a –como dice la abuela–) y su deseo de «perte-
Echeverría, el poeta de la primera generación necer». Por aquí entra en el texto el asunto de
romántica que sufrió el mismo impacto ante la la identidad mexicana, tan traído y llevado en
inmensidad de la pampa a su vuelta de París-. el ensayo y la novela del XX. La narración no
El punto de referencia, el patrón que todo lo deja de tener su ironía: «Al final de la guerra Flor de Lis.
mide es el Viejo Mundo: «No, si esto no es regresan todos aquellos que de chicos fueron
Francia, aquí nada es de juguete»55. Pero «el mexicanos»62... con el consiguiente rechazo de
mundo se adquiere en el otro continente»56 la gente vulgar: 52
Ibid., p. 49.
–dicen las visitas chismosas–. Lo cierto es que
la élite no quiere saber nada del «mal gusto» Pinches refugiadas (...), cochinas extranjeras, regré- 53
Ibid., p. 37.
posrevolucionario y extrañan las preguntas de sense a los Yunaites, lárguense a su país.
Mariana: «Tu familia perdió todas sus hacien- De azotea en azotea, entre las sábanas que chasquean 54
Ibid.,p. 42.
das, no veo por qué tanto interés» –le dirá un resuena el grito y lo recibo como una bofetada. Qué
amigo de la abuela57–. Además «los políticos vergüenza. Quisiera vender billetes de lotería en al- 55
son los mismos ladrones que hicieron la Re- guna esquina para pertenecer. O quesadillas de papa. Id.

volución. ¿Qué tuvo de bueno la revuelta esa Lo que sea63. 56


de muertos de hambre?»58. Ibid., p. 58.
Las buenas maneras desde la infancia cris- En un par de ocasiones, los diálogos del 57
talizan en el «tener clase» del mundo adulto, texto abordan el problema de fondo ¿cómo Ibid., p. 56.
a años-luz de «la gente corriente, la gente se adquiere la identidad? ¿Es un problema de 58
del montón» –no del pueblo–. Por ello, la genes, de sangre... o de voluntad? Para Maria- Id.
educación exclusiva en colegios norteameri- na lo será por partida doble: la adolescencia le
59
canos donde confluyen las élites nacionales, permitirá ver lo limitado de un mundo «muy Ibid., p. 285.
la huida a las playas desiertas, el té y los antiguo» –le dirá su amiga judía y pintora–...
60
vestidos europeos... «los jóvenes que se casan Injusto y decadente –proclamará airado el Ibid., p. 284.
sólo entre sí por pura y llana discriminación, padre Teufel–. Pero no hace falta esperar tan-
61
la insistencia en el francés como idioma to, la mexicanidad le llegará desde dentro, a Ibid., p. 132.
separatista, ridículos, si lo aprendieron en través de los de abajo -Magda- e incluso de la
México, o ¿acaso habían nacido en París?»59 extravagante abuela, que la entrena a mirar el 62
Ibid., p. 89.
–dirá Teufel a cuyo cargo están las mayores país, la tierra, la gente. Muy temprano, cuan-
andanadas contra este grupo social–. Sin éxi- do es imposible que la decisión haya madura- 63
Id.
to alguno, ese grupo se afianza en lo suyo y do, tal vez como mera reacción a los insultos
recela de lo mexicano: –«güera, güerita»–, ya ha tomado partido: 64
Ibid., p. 88.

Los mexicanos no son constantes ni tenaces; no – Pero tú no eres de México, ¿verdad?


tienen voluntad de superación, van de trabajo en – Sí soy.
trabajo, son aprendices de todo, oficiales de nada; – Es que no pareces mexicana.
no tienen meta, trabajan solamente para subsistir, su – Ah, sí, entonces ¿qué parezco?
cerebro subalimentado no da para más60. – Gringa.
– Pues no soy gringa, soy mexicana.
Crítica muy dura, en boca de Berthelot, – No se te ve.
un empresario mexicano que se ha hecho a – Soy mexicana porque mi madre es mexicana; si la
sí mismo desde abajo y pertenece a la élite nacionalidad de la madre se heredara como la del
de la Colonia Francesa, tan criticada por el padre, sería mexicana.
estilo «marxista» de padre Teufel. Crítica que – De todos modos, no eres de México.
recoge la vieja herencia positivista de la infe- – Soy de México porque quiero serlo, es mi país64.
rioridad indígena, matizándola no obstante
con factores contextuales como la subalimen- El diálogo se repite, exactamente igual, en
tación. «México es un inmenso jardín por la página 139. El contexto es más dramático, La Flor de Lis
cultivar. Lo único malo es la raza»61. la hora de buscar trabajo: «no vayas a decirles MARÍA CABALLERO

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que no naciste mexicana porque ni caso te ha- formato de la edición, bonita en su sencillez,
cen». Estructuralmente y dentro del fragmen- con pequeños motivos ideográficos que dan
tarismo que caracteriza esta autoficción, los la pista temática al lector y sirven para estruc-
dos pasajes marcan otros tantos momentos turar en parágrafos lo que es un texto frag-
de incardinación posible: la llegada al país y el mentario, abierto, a modo de viñetas... y con
acceso al mundo laboral, a la adolescencia que dos grandes bloques temáticos: infancia euro-
quiere comprometerse: «si no eres de México, pea-fijación materna /adolescencia-contexto
no tienes derecho a opinar»65. cultural y religioso mexicano. Desde el punto
Sea como fuere, Poniatowska parece ha- de vista lingüístico, me parece más interesante
ber secundado en su vida/escritura el consejo la primera, cuajada de diminutivos cariñosos,
que el visionario Teufel deja a Mariana como reiteraciones y esquemas paralelísticos, com-
testamento:...«atrévete a caminar en la multi- paraciones con animales... por ejemplo este
tud, entre los pelados, como ustedes los lla- sumario con que describe la primera educa-
man, aviéntate, rompe el orden establecido»66. ción de Mariana y Sofía, su hermana:
Por eso, la novela se cierra con estas palabras
65
Ibid., p. 139. de la protagonista: Durante siete años, día a día se ceban las perritas,
engordan las cochinitas, se van trufando las gansitas,
66
Ibid., p. 310.
Me gusta sentarme al sol en medio de la gente, esa se les hacen hoyitos en los codos y en los cachetes,
gente, en mi ciudad, en el centro de mi país, en el llantas en las piernas; tienen papada, sus pies son dos
67
Ibid., p. 324.
ombligo del mundo (...). Mi país es esta banca de mullidos cojines para los alfileres; pesan tanto que
piedra desde la cual miro el mediodía (...), mi país es sólo Nounou las aguanta. Tambaches de proteínas,
68 la emoción violenta, mi país es el grito que ahogo al de agua, de leche enriquecida, de grasa blanda como
Ibid., p. 104.
decir Luz, mi país es Luz, el amor de Luz. ¡Cuidado!, mantequilla civernesa, de crema espesa de vacas
69 es la tentación que reprimo de Luz, mi país es el contentas, de jamón de Westphalia, petit-suisses,
Ibid., pp. 19-20.
tamal que ahora mismo voy a ir a traer a la calle de quesos crema, todo ello para que las dos muñecas de
70 Huichapan número dos, a la FLOR DE LIS. De chile yema de huevo y de azúcar caramelizada se liberen
Ibid., p. 30.
verde diré: Uno de chile verde con pollo67. de tanta bonanza, vaciándola sobre la alfombra de la
Nursery69.
El utópico mestizaje: la flor de Lis, símbo-
lo de la nobleza en Francia, emblema de los Tienen fuerza también las hipálages con
scouts, Francia en definitiva, ha encarnado en que la narradora gusta de corporeizar lo in-
tierra mexicana, en el tamal hecho de maíz. tangible:

MUJERES FLORES/FLORES DE PAPEL Nos besa y ya en la puerta entona: God bless you y en
cada uno de los cinco rellanos repite: God bless you,
Las mujeres de la novela son, en definitiva, children. Ruedan los god bless you escalera abajo en
un manojo de flores... metáfora manosea- cascada de piedras redondas; los oímos hasta en el
da que la narradora consigue revitalizar en último escalón cuando su voz apenas perceptible nos
una refrescante viñeta metonímica en que la bendice: God bless you70.
protagonista es Francis, si bien sintetiza una
historia de generaciones: La segunda parte se complica y radicaliza
con el tema religioso. Desde la referencia a
flores, flores, flores, siempre flores que tía Francisca los ejercicios espirituales que hace Mariana, el
arregla a grandes manojos (...). Esas mujeres que van texto se llena de epígrafes en latín que alternan
relevándose en cambiar el agua de las ánforas son mayúsculas y minúsculas. He tratado, sin éxi-
mis antecesoras; son los mismos floreros que van to, de vislumbrar su sentido –suponiendo que
heredándose de madre a hija (...). A diferencia de las lo tenga–. Porque no existe un orden aparente
flores de mi bisabuela, de mi abuela, de mi madre, en mi edición, las mayúsculas corresponden
mi tía, las mías serán de papel. Pero ¿en dónde van a las páginas 144-156, 161-172, 192, 204-214,
a florear?68. 221-223, 347-252, 257-260, 264-268, 288-289,
295-299, 304 y 317-324. Las minúsculas cu-
La pregunta es una flecha directa al senti- bren otras tantas: 157-160, 173-192, 195-204,
do y destino de la escritura femenina, detrás 215-220, 243-246, 253-256, 261, 281, 293,
de la que se esconde Poniatowska. Es ya una 301 y 315. Su temática es religiosa, juega con
autora reconocida, pero debe seguir indagan- las palabras del Angelus y culminan en una
La Flor de Lis do, abriendo nuevos caminos también como especie de exorcismo contra el diablo al que
MARÍA CABALLERO mujer. No sé hasta qué punto pudo elegir el se opone la «sal de la sabiduría» (accipe sal

84
sapientiae)71. Una vía amarga, sin salida... Una UNA HISTORIA DEL YO: ¿AUTOBIO- 71
Ibid., p. 323.
religión así, tan malentendida, nunca podrá GRAFÍA/AUTOFICCIÓN/NOVELA
ser la respuesta que busca Mariana72. AUTOBIOGRÁFICA? 72
El padre Teufel («diablo» en
A partir de un determinado momento73 alemán) crea una expectación
se intercalan fragmentos del diario materno: Tú tenías el afán de que el país te entrara por los anormal en las jovencitas que en
el caso de Mariana convive con
llevada por la curiosidad y deseosa de com- ojos, abue... posturas francamente blasfemas
pensar el desencanto ante el sacerdote, un – Sí –me responde– ahora te toca a ti memorizarlo76. de la niña (p. 161, por ejem-
iluminado que desbarra y pierde pie en sus plo), más creíbles en la autora
adulta.
propuestas, Mariana lo hojea y el texto lo in- Quisiera poner mi cabeza en su hombro, doblarla
corpora estratégicamente como contrapunto contra su cuello, sentir su tibieza, preguntarle: Mamá 73
Ibid., p. 234.
que permite cerrar la narración volviendo a su ¿de qué hablarías en la mesa si te dejaran? ¿De tu
punto de partida: la madre. El diario siempre niñez? ¿De tu padre muerto? ¿De tu relación con 74
Ibid., p. 321.
va en cursivas (pp. 255, 271, 315...) y evidente- el padre Teufel? (...) Hoy como entonces, Luz dice
mente duplica perspectivas sobre una historia frases que ruedan frágiles en el aire y caen sin ruido 75
que en la segunda mitad es más folletinesca sobre la alfombra. Nadie las recoge, sólo yo, para Ibid., p. 322.

que autobiográfica. Desde mi punto de vista, que las sirvientas no las barran con el polvo de la 76
esta segunda parte contrabalancea el relato mañana77. Ibid., p. 220.
con cierto desequilibrio... Desequilibrio que 77
las dos últimas páginas compensan retoman- Escritura como respuesta a una misión, Ibid., p. 224.
do el leitmotiv de la narradora: el estéril des- explícitamente encomendada por la abuela, 78
tino de las mujeres, el miedo a la soledad, la implícita en el deseo de rescatar y fijar para la ...«c´est précisément ce réinves-
esquizofrenia que desgarra a Mariana entre su posteridad a esa madre inasible, cuya intimi- tissement du passé qui permet
à l´auteur de se délivrer de faits
formación elitista de cuño europeo y esa incli- dad misteriosa fascina a Mariana, la narradora. anciens et obsédants, de les re-
nación a mezclarse con la gente, único aporte Y además, escritura como develación de una présenter et de les transformer en
les revivant une fois encore», en
positivo del controvertido padre Teufel. identidad al hilo de la trayectoria personal, Sébastien Hubier, Littératures inti-
Por último, un apunte sobre algo que me ya que inventar el pasado permite al autor mes. Les expressions du moi, de
l´autobiographie à l´autofiction,
parece curioso: hay un momento, casi al final librarse de sus obsesiones78, y quizá vencer el Paris, Armand Colin, 2005, p.
de la novela en que desaparece la primera per- miedo al tiempo que pasa. Una búsqueda que 63. El autor sigue tratando este
sona. Son sólo un par de páginas de ¿autor en cuajará en determinados recursos estilísticos asunto en el siguiente epígrafe
«vaincre enfin la peur du temps
el texto, tal vez? Focalización externa, narra- como exclamaciones, hipérboles, apóstrofes. qui passe», pp. 72-74.
dor omnisciente que focaliza a Mariana como Todo muy propio de las autobiografías que
79
parte de una estela de mujeres aureoladas por siempre tienen ese algo de plasmación de un Aquí disiento de Pino-Ojeda
la soledad: yo desconocido incluso por el propio autor. quien pretende que el pacto se
realiza, a pesar de la no coin-
No en vano es un yo textual, un yo otro, dis- cidencia onomástica, debido a
Basta cerrar los ojos para encontrar a Mariana en el tinto... siempre de ficción incluso en diarios y la «concomitancia» entre los he-
fondo de la memoria, joven, inconsciente, candorosa. escritos que alardean de sinceridad. chos de la novela y la biografía
de la autora.
Su sola desazón, su pajareo conmueven; germina en ¿Autobiografía?/¿Autorretrato? Estricta-
su destanteo la semilla de su soledad futura, la misma mente ninguno de los dos, no se cumple el 80
Cf. Jean Bellemin-Noël, Biogra-
que germinó en Luz, en Francis, en esas mujeres pacto referencial lejeuniano79, es «Mariana» phies du désir, Paris, P.U.F.,
siempre extranjeras que dejan huellas apenas percep- y no «Elena Poniatowska» la protagonista. 1988.
tibles (...), cuánta fragilidad Dios mío, qué se hace Aún así, ambos aspectos quedan recogidos en
para retener criaturas así en la tierra si apenas son un esta novela autobiográfica: de la autobiografía
poco de papel volando, apenas si se oye su susurro y guarda el «hacer», es decir, la aspiración del
eso, cuando hace mucho viento, schsssshehsss schssss escritor a conocerse en diacronía planteán-
schschssss74. dose cómo y por qué ha llegado a ser quien
es. Del autorretrato hereda la yuxtaposición,
Mujeres ojerosas reflejadas en el espejo, la estructura discontinua propia del «ser».
que han conseguido diluir hasta sus hom- Como diría Bellemin-Noël, la autobiografía
bres... Por aquí avanza y se abre paso otra nunca vale más que como ficción80, no es otra
interpretación, un mensaje nuevo en el texto: cosa que reorganizar la vida para transformar-
las mujeres de su familia no tocan tierra, son la en ficción. Lo importante es la coherencia
apenas un papel volandero que no deja huella. interna de la obra, su aparente verosimilitud,
Mariana se rebela ante ese destino, quiere ser y eso lo cumple. ¿Sinceridad? Es un valor des-
de carne y hueso como Sofía, que para lograr- fasado... es famosa la feroz crítica de Valery en
lo eligió... «asir la mano del hombre, cercar este sentido. De cualquier forma, es indudable
la realidad, pertenecer»75. ¿Lo conseguirá la que la elección de la primera persona determi- La Flor de Lis
rebelde Sofía? na la lectura. MARÍA CABALLERO

85
81 La Flor de Lis podría corresponder a ese funcionan como hipertexto de lo que vendrá
Cf. S. Doubrovski, J. Lecarme et
P. Lejeune, Autofictions et Cie, género tan de moda desde que Doubrovski81 después. La Flor de Lis tiene su sentido y
RITM, 1993. lo definió en el 77: la autoficción. Género especificidad, pero arranca de cuentos ante-
82
híbrido, ficcional y autorreferencial, que asu- riores, publicados o inéditos, como han visto
«Celui qui dit je dans le livre est me los códigos de la autobiografía relativi- bien algunos críticos:
le je de l´écriture (...) c´est moi
et ce n´est pas moi», en Roland
zándolos. Un procedimiento seductor para
Barthes, Le Grain de la voix, reinventar la propia vida82; porque de hecho La Flor de Lis retoma relatos anteriores como «El
Paris, Seuil, 1981, p. 267. se inventa una personalidad y existencia –la de convento» o «El inventario» (De noche viernes) que
83 Mariana– pero conservando muchos rasgos de ficcionalizan linajes antiguos, densos en antigüe-
Poniatowska, «La verdad más su identidad real –la de Elena Poniatowska–: dades; opresivos en atmósferas familiares. El texto
íntima», op. cit., p. 149.
se divide, de modo encubierto, en dos partes que
84 En esos dos libros, sobre todo en Lilus Kikus hay, producen un quiebre en la página 110: el relato de
Traduzco libremente las pala- infancia dominado por el tono lúdico -«la escritura
bras de Hubier en el libro ya
al principio, elementos autobiográficos (...) Ciertas
citado: «le je ne renvoie plus à circunstancias de mi vida coinciden con algunas más fácil de su vida» –según la propia Poniatows-
une réalité permanente, mais que forman parte de las historias narradas. Como le ka– posee una unidad frente a la experiencia con el
au contraire à une multiplicité
fragile qui ruine la croyance decía antes, creo que uno escribe siempre a partir de sacerdote Teufel originada en «El retiro», un relato
en une quelconque profondeur su realidad83. independiente que se encontraba inédito85.
psychologique», p. 123.

85 ¿Qué hay detrás, qué sentido tiene esta Incluso, si uno sigue husmeando descu-
Carmen Perilli. «Flores de abo- bre que «El retiro» es una historia retomada
lengo: ficciones del yo en Elena
manipulación? Ese juego de voces y perspec-
Poniatowska», Primer Congre- tivas narrativas responde al sentido no esen- por la madre de la escritora, Paula Amor
so Internacional CELEHIS de cialista del yo propio de la posmodernidad. Poniatowska, en sus propias memorias, que
Literatura, Mar del Plata, 6-8
de diciembre 2001; en línea, El yo no reenvía a una realidad permanente la hija tradujo –no olvidemos que es francesa
http://www.freewebs.com/ce- sino más bien a una multiplicidad frágil, que de origen mexicano– bajo el título No me ol-
lehis/actas2001/H/Perilli.htm,
p. 1.
arruina la creencia en una profundidad psico- vides (1996). Un pequeño detalle de manejos
lógica84. El yo verdadero es el de la escritura intertextuales que demuestra las continuas
y su credibilidad depende estrechamente del interferencias entre vida y literatura. Y que
tono que utilice... ese yo es siempre un poco aboga por la literariedad de La Flor de Lis. Un
yo mismo, que lo actualiza al leerlo, que desea texto en el que la autora ha vertido su esqui-
y experimenta por él. zofrenia cultural, compartiendo con el lector
Hay más aún: un escritor tiene su taller la angustia de encontrar su destino.
de laboratorio, los primeros escritos que

La Flor de Lis
MARÍA CABALLERO

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