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Ficha bibliográfica
Introducción
Desde el punto de vista de este libro interesa explorar las formas en las que la
institución escolar, entendida como cada escuela en particular, construye su propia
realidad dentro de normas sociales que, en alguna medida, explican su semejanza con
las otras escuelas, pero con posibilidades de cierta autonomía, la que en muchos casos
implica modelos propios de funcionamiento. Para ello se recurre a un estudio de
quince escuelas elegidas, en las que se realizó un análisis en profundidad de la vida
escolar. Se focaliza la atención en la interacción entre los distintos actores del proceso
educativo en la vida cotidiana de los colegios, analizando el efecto que tienen sus
perspectivas y estrategias en la organización escolar, en la enseñanza y socialización,
y en la identidad, supervivencia y logro de fines de las instituciones.
De este análisis se deriva una reflexión sobre la construcción social de la escuela
secundaria, en la cual se plantea que ésta, como muchas otras instituciones, no es sólo
el resultado de un diseño o una normativa externa sino que evoluciona en el tiempo,
aunque mantiene características particulares enraizadas en su historia, y que su
realidad actual proviene de la práctica reflexiva de sus actores sociales, los que
construyen día a día un trabajo conjunto que define sus fines, su tarea y, en gran
medida, sus resultados.
Se entiende por autonomía escolar la capacidad de la escuela de mantener niveles
de discrecionalidad dentro de las pautas formales unitarias de la jurisdicción; el poder
interno de los actores se define como la posibilidad de imponer estilos propios de
trabajo y obstaculizar la aplicación de medidas que afecten la enseñanza en el aula o
las reglas de convivencia. Dicha autonomía no sólo está limitada por la pertenencia al
sistema educativo formal sino que sufre constricciones provenientes de la sociedad en
general, que la provee de los recursos necesarios para su funcionamiento.
Se indaga en la vida institucional, en particular en la manera en que se articulan
los distintos estratos de la organización, cómo son percibidos los docentes desde el pun-
to de vista de los alumnos y viceversa. Se explorarán los espacios internos en los que
predominan cada uno de los protagonistas y de dónde proviene su poder. Se presenta la
trayectoria de algunas instituciones a lo largo del tiempo y el peso de los procesos
internos y externos y sus consecuencias para los fines institucionales de enseñanza y
aprendizaje, socialización y contención de los alumnos.
El plan de investigación desarrollado corresponde a un estudio institucional
cualitativo; por lo tanto, el análisis busca contemplar la totalidad de la configuración en
que se sitúa el actor y es, en consecuencia, holístico. Se basa en un método comparativo
que va enfrentando casos similares entre sí pero que se diferencian en algunas
características cruciales. El criterio para la selección de la muestra es intencional. La
información analizada integra observación, entrevistas en profundidad a directivos,
profesores y alumnos, y análisis de documentos institucionales. Se trata de un estudio
comparativo de casos institucionales que varían en características relevantes.
Las características comunes consisten en ser escuelas medias y en tener planes de
estudios a la vez propedéuticos y orientados al trabajo. Las diferencias se manifiestan en
la pertenencia a jurisdicciones que han aplicado o no la Reforma Educativa (Ciudad y
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Provincia de Buenos Aires), en que los planes están dirigidos a estudios administrativo-
comerciales o técnicos, y en que son de gestión privada o pública.
La Reforma Educativa
Si bien este estudio no está dedicado al análisis de la Reforma, ésta juega el rol
de elemento interviniente para revelar el funcionamiento interno y externo de las
instituciones escolares y sus mecanismos de defensa, continuidad e innovación.
La primera reforma educativa integral, que intentó abarcar todos los niveles del
sistema educativo menos el superior y en todo el país, se implemento en la década de
1990. Incluyó cambios curriculares y de contenidos mínimos, y una nueva estructura de
niveles, con nueve cursos de Educación General Básica (EGB), dividida en tres ciclos
de tres años cada uno (EGB1, EGB2 y ECB3) en vez de los siete años de educación
primaria vigentes hasta entonces, y tres años de Polimodal en lugar de los cinco años
de la educación media y los seis de la educación técnica existentes anteriormente. Estos
cambios implicaron redistribuir a los docentes que tenían estabilidad y ubicar a los
alumnos de los cursos finales de la EGB3.
La educación polimodal ofrece cinco modalidades: Producción de Bienes y
Servicios (PBS), Economía y Gestión de las Organizaciones (EGO), Humanidades y
Ciencias Sociales, Ciencias Naturales, y Comunicación, Arte y Diseño. Las escuelas,
con la aprobación de la autoridad jurisdiccional, eligieron las modalidades que iban a
enseñar. La inmensa mayoría de las modalidades técnicas se transformaron en PBS y
las comerciales en EGO.
La descentralización educativa que transfirió la gestión de las escuelas a las
jurisdicciones provinciales permitió que las provincias regularan su adhesión a las
transformaciones curriculares y organizacionales prescriptas por la Ley Federal de
Educación, dando lugar a la variación existente entre la Ciudad y la Provincia de
Buenos Aires, pues la autoridad central, o sea, el Consejo Federal de Cultura y
Educación, aprobó la implementación de las reformas pero su ejecución quedó a cargo
de la gestión provincial.
Con respecto a la realidad escolar, algunas características de las innovaciones
incluidas en la Reforma son de interés para este estudio.
a) La modificación de la estructura de los niveles educativos. No es lo mismo
una escuela secundaria de cinco o seis años que una de tres años que
espera mantener un nivel similar de resultados que la anterior.
b) La articulación entre la educación básica y la educación media es
diferente. Antes, en la enseñanza pública las escuelas primarias y se-
cundarias funcionaban en distintas unidades escolares, y en muchos casos
en diferentes edificios. En el caso de muchas escuelas estatales, la
implementación del Polimodal hizo que en el mismo local funcionara la
escuela secundaria y dos de los tres años de la EGB3.
c) La enseñanza secundaria tradicional tiene una o pocas modalidades en la
misma escuela, y desarrolla planes de estudio relativamente rígidos con
una multiplicidad de asignaturas que se corresponden con las
especializaciones de la formación de los profesores. El Polimodal incluye
varios planes paralelos y permite un margen de autonomía pues define
espacios de diseño institucional gestionados por la escuela, además innova
disponiendo un cuerpo común de asignaturas de fundamento para todas las
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Capítulo 1
La estructura escolar y los protagonistas
Tres niveles del sistema educativo -el jurisdiccional, el escolar y el aula- tienen
sus referentes en la estructura de la escuela. En el sistema educativo argentino, el nivel
jurisdiccional provincial es el responsable de la gestión administrativa, financiera y
pedagógica con una cuota de autonomía respecto del Estado nacional. Acerca de la
escuela, este nivel está representado por el supervisor. Este, pese a ser externo al
colegio, aparece como el responsable de la articulación de la escuela con el sistema
educativo, como el guardián de la regulación.
La estructura "residente" en el colegio se inserta en dos ámbitos, dependientes entre
sí, pero relativamente autónomos como fruto de las conexiones "flexibles" que
caracterizan a la institución educativa. Uno es la institución, lugar del directivo; es la
unidad organizacional del sistema, destino y ejecutora de normas y reformas. En ella
convergen todas las actividades internas y externas, tanto docentes y administrativas
como de relación con las familias y las autoridades; además, es el espacio donde se
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Los directivos
pudiera provocar; son "caudillos" objeto de respeto pero también de oposición, aunque
se reconozca que sin ellos la escuela no sería lo que es. Un segundo estilo, más
negociador, busca niveles de convivencia tanto con los alumnos como con los docentes;
acepta la falta de entusiasmo de algunos, busca el apoyo de un grupo significativo,
adapta el nivel de exigencia a la realidad de los alumnos. El proyecto real en este caso
es el resultado de esa negociación. En un pequeño número de escuelas la autoridad de
los directivos aparece reducida a instancias puramente administrativas, debido a lo cual
los distintos actores coinciden en que no existe una conducción central; en este caso los
diversos sectores tienden a autonomizarse y la escuela aparece más como una suma de
acciones individuales en difícil equilibrio que como un proyecto en acción.
institución. Hay escuelas recolectoras cuyos alumnos provienen de otras en las que
no pudieron responder a los niveles de exigencia. En cambio, el prestigio de una
escuela es un imán para captar alumnos con mejores antecedentes provenientes de
familias que buscan calidad en la educación. Otra estrategia es abrir nuevas
modalidades para nuevos públicos, tal es el caso de escuelas técnicas con matrícula
predominantemente masculina que incorporan orientaciones atractivas para las
mujeres.
La realidad cotidiana de los alumnos y sus problemas personales y familiares
interpelan a los directivos; aparece la necesidad de contención afectiva y éstos se
percatan de la disminución de la motivación para el aprendizaje, de la ausencia de
socialización primaria y, de la presión sobre la escuela para que cubra esas
carencias.
Los problemas familiares pueden llegar a ser graves y obligar a los directivos
a tomar cartas en el asunto.
Se observan cambios en la composición social del alumnado, preocupa la
heterogeneidad del estudiantado y sus consecuencias en el aprendizaje, y todo ello
influye en la tarea de la institución. Esta preocupación se agrava cuando se trabaja
con poblaciones de riesgo provenientes de sectores empobrecidos. Los directivos de
las escuelas públicas que no seleccionan a su alumnado, son conscientes de que los
alumnos traen carencias de los niveles educativos anteriores; por lo tanto, conseguir
integrarlos y alcanzar niveles aceptables de aprendizaje son los más difíciles
desafíos para la institución escolar.
Los alumnos y sus familias presentan al colegio demandas que no son las
tradicionales. La búsqueda de calidad en la enseñanza-aprendizaje y la tradicional
socialización en valores no siempre predominan en los criterios de elección de la
escuela; en cambio, la contención y los servicios complementarios priman a menudo
sobre las tradicionales motivaciones.
Los directivos, muchos de ellos con larga experiencia profesional, enfrentan
una realidad relativamente nueva que se suma a la necesidad de lograr consensos en
una organización compleja y con objetivos cambiantes y disputados. La negociación
entre los estratos, constituidos por los directivos, los docentes y los alumnos y sus
familias, es considerada clave para el mantenimiento de objetivos comunes,
necesarios para ese "trabajo sobre el otro" que es la formación.
Los docentes
La práctica de la enseñanza
"Trato de no dar contenidos puros sin antes sacar lo que ellos ya saben. Fuerzo
para que los alumnos intenten, para que sus mentes no queden inactivas. Con
problemas en Física los alumnos aprenden también a plantearse problemas, a
extraer datos. Y también trabajo con problemas que puedan aplicar en su casa.
Por ejemplo, con la factura de la luz se puede trabajar la potencia eléctrica de
varios equipos domésticos."
Los alumnos
Son el recurso crítico por excelencia por varias razones: sin alumnos no hay
escuela, por lo tanto, no sólo es necesario atraerlos y mantenerlos en la institución,
sino que sin su consenso y esfuerzo es imposible alcanzar los objetivos de
enseñanza-aprendizaje y socialización centrales en los fines estatuidos de las
escuelas. Los cambios en las motivaciones y en la conducta de los adolescentes han
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Los directivos
Los profesores
Los alumnos perciben que los profesores tienen poder sobre el alumno. Se
llega a afirmar que el profesor siempre tiene razón porque tiene un cargo. Sin
embargo, un grupo importante de alumnos aprecia el intercambio personal con los
profesores y les agradece su apoyo.
Tienen una idea muy clara de lo que esperan del profesor: que sea exigente
pero que explique, y no que sepa mucho pero no sepa explicar; que se preocupe de
que todos aprendan y esté dispuesto a dedicar tiempo a ello; que tenga vocación y
por lo tanto ganas de enseñar. Les gusta que transmita experiencia del mundo real
extraescolar. Consideran que el buen profesor tiene buena relación con el alumno,
pero pone límites. Con respecto a la vida personal del estudiante, las opiniones están
divididas: algunos consideran que debe acompañarlos y preocuparse por sus
problemas; a otros no les gusta que les dé consejos.
El mal profesor es el que no prepara la clase, habla de cualquier cosa o dicta,
no explica y toma lección solamente para poner nota: no se hace cargo de su
responsabilidad, deja que la clase se descontrole, falta frecuentemente.
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Reflexiones finales: la articulación entre los actores como clave del proyecto
institucional
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Capítulo 2
¿Qué enseña la escuela?
La situación actual
El recorrido por las escuelas muestra una imagen distinta de las de años atrás. En la
mayoría de las escuelas, el uniforme o el guardapolvo común han dejado lugar a una
diversidad de vestimentas cuya variedad tiene límites en cada escuela, pero entre éstas
presenta prácticamente la misma variación que en el mundo extra escolar.
Las conductas en el aula y en los espacios institucionales también son variadas.
Hay clases que se desarrollan en orden, sin interrupciones, en las que el protagonismo
del profesor que interactúa con los alumnos define las reglas de participación de éstos.
Hay otras en que se constata un rumor constante, que hace que sólo un grupo de
estudiantes siga el desarrollo del tema y que sean frecuentes las interrupciones
irrelevantes. En algunas, particularmente en laboratorios y tallares, se observa concentra-
ción y participación en el trabajo de docentes y alumnos. Los espacios comunes de la
escuela y los tiempos compartidos, como es el caso de los recreos, muestran también una
diversidad de conductas colectivas que van de la agresión latente al respeto mutuo
aceptado por todos.
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En la totalidad de las escuelas se han establecido reglas, las que son aplicadas por
Consejos de Convivencia en los que participan los distintos estratos escolares; dichas
normas regulan, solamente para los alumnos, el límite de las formas de vestir y
comportarse dentro de la institución. También se determinan las sanciones que
reemplazan a las tradicionales amonestaciones; generalmente son apercibimientos que,
en el caso de una falta grave, culminan en una sesión del Consejo de Convivencia, el
cual decide una sanción más severa y labra un acta que se comunica personalmente a los
padres. En otros casos, las medidas a tomar se deciden en un diálogo entre la dirección y
el docente en cuya clase se produjo el incidente. Las sanciones abarcan un amplio
espectro de posibilidades: desde reparar personalmente los daños (en caso de haberse
producido), yendo por ejemplo los fines de semana a realizar trabajos destinados a ello,
hasta merecer el pase a otro colegio (no se suele hablar de expulsión) e incluso quedar
libre, lo que conlleva la obligación de rendir examen de todas las asignaturas. En un
nivel intermedio se registran apercibimientos reforzados con una convocatoria a los
padres, seguida por el compromiso de dedicar horas a tareas de bien público.
Si bien todos saben que existen esas normas, muchos, particularmente los
alumnos, declaran no conocerlas; saben que figuran en los documentos escolares pero
dicen no haberlas leído. Sin embargo, tienen un claro conocimiento de las normas
tácitas, aquellas que realmente se cumplen. Estas son fruto de la experiencia de la inte-
racción escolar, y las consecuencias de no cumplirlas están claramente internalizadas.
Por lo general, son más laxas que las estatuidas formalmente y se relacionan con el
manejo de la presentación y el cuerpo, ropa permitida, límites al piercing, uso o no de
gorras. Una segunda dimensión se refiere al respeto por la propiedad escolar y el
equipamiento, y a la prohibición de robarlo o dañarlo. Una tercera dimensión concierne
a las conductas indebidas en la escuela y al trato debido a profesores y compañeros. La
tolerancia a las transgresiones varía, pero el robo y el retiro del colegio sin permiso
suelen ser consideradas faltas graves.
No sólo existen transgresiones, sino que ellas revisten mayor gravedad que en
otros tiempos: presencia de armas, violencia hacia los profesores. La existencia de
drogas en el contexto social, es también un problema en la escuela, aunque no se
visualiza en estas instituciones como un fenómeno habitual, sino de aparición
esporádica.
La violencia colectiva
Si bien las normas de convivencia han variado y son mucho más permisivas
pues el poder de los alumnos y el cambio de la cultura juvenil se hacen sentir, no existe
en las escuelas estudiadas una situación descontrolada. Hay reglas de juego que
posibilitan el desarrollo de la enseñanza, aunque con un nivel de rumor no permitido
tradicionalmente. Ese ruido se reduce de manera notable cuando el docente consigue
grados importantes de motivación y permanencia de la atención. Esto ocurre con más
facilidad en los talleres técnicos que en las clases teóricas, en particular en aquéllas
correspondientes a las asignaturas generales.
Las normas de conducta, aunque sean tácitas, aparecen como necesarias para un
normal desarrollo del proceso de enseñanza-aprendizaje. Por ello, las escuelas que
privilegian objetivos de ese tipo plantean y obtienen consenso sobre ellas. Los acuerdos
son más difíciles de lograr que en el pasado de esas mismas escuelas; pero el sistema de
elaboración conjunta de pautas de convivencia parece adecuado para la situación actual.
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El currículo prescripto
El análisis del currículo prescripto, constituido por los programas definidos por
las jurisdicciones, de la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires, muestra una variación
en las escuelas objeto de esta investigación. La legislación de la década de 1990 delegó
en las jurisdicciones provinciales la gestión administrativa y curricular de las escuelas y
permitió una variación en los planes de estudio estatuidos, tanto entre jurisdicciones
como entre instituciones educativas. Por lo tanto, una primera diferencia es que algunas
escuelas responden a los planes tradicionales de educación secundaria, que comienzan
en el octavo año de escolaridad y duran cinco años para los estudios
comerciales/administrativos y seis para la educación que concede titulo técnico, y otras
siguen la estructura de la Reforma, con nueve años de Educación General Básica y tres
años de Polimodal.
Todas las escuelas de la muestra tienen objetivos de formación propedéutica y
de formación para el trabajo, pero difieren entre sí por pertenecer a planes de formación
técnica o comercial. Asimismo, varían con respecto a los grados de autonomía que
tienen para la adaptación de los programas y en la posibilidad de agregar contenidos
extracurriculares según sean privadas o estatales. Esto se debe a que en el caso de las
escuelas de gestión pública el Estado es a la vez dueño y regulador; en cambio, en las
privadas el Estado actúa como responsable de la regulación.
adaptaciones parciales. Las escuelas porteñas son unidades escolares focalizadas en una
modalidad, con un currículo unitario, orientación a la formación para el trabajo pero
también preparación para la universidad, cuya enseñanza secundaría de larga duración
(5 o 6 años) se imparte en edificios escolares propios en los que se desarrolla todo el
ciclo.
Capitulo 3
Las instituciones escolares: identidad y cambio
En este capitulo se realiza una mirada a las historias institucionales para ver en
qué se han ido modificando la imagen y el proyecto desde sus modelos fundacionales.
Las quince escuelas analizadas varían ampliamente en su antigüedad. Un tercio
de ellas son instituciones históricas fundadas entre los primeros años del siglo XX y
1940, algunas de gestión pública y otras de gestión privada, una de ellas confesional. En
las décadas siguientes, hasta 1985, comenzaron a impartir estudios secundarios otras
cinco instituciones, las públicas en la década de 1940 y las confesionales en los años
setenta. Por último, a partir de 1985 fueron creadas otras cinco, de gestión pública o
privada.
Todas las instituciones analizadas fueron creadas a partir de proyectos que
privilegiaban el objetivo de enseñanza-aprendizaje, como escuelas estatales o privadas
prestigiosas. En el caso de las escuelas religiosas, las hay de órdenes enseñantes que
aportaban su propia metodología y escuelas parroquiales que buscaban ofrecer una
educación de calidad a los habitantes de su parroquia. La socialización, en tanto
aprendizaje de la vida social y transmisión de valores, aparece también con fuerza en
los proyectos iniciales y, si bien resulta más explícita en las escuelas confesionales, es
parte de la educación para la ciudadanía en las públicas. La contención, como la
función de mantener a los alumnos en la escuela aunque sus niveles de aprendizaje sean
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formación es fundamental.
El nivel socioeconómico de los estudiantes de las escuelas confesionales varía
según la zona de implantación y resulta relativamente homogéneo en cada una de ellas;
pero el conjunto cubre un espectro que va desde clase medía y alta hasta sectores
populares en villas de emergencia. Las demás escuelas privadas atienden en su mayoría
clientelas de clase media y media baja. Con respecto a las instituciones de gestión
pública, en el caso de las históricas, a juicio de sus protagonistas la población actual es
mucho más heterogénea que la original, en especial por la participación de alumnos
provenientes de hogares pobres. En la única en que se ha mantenido la misma
población, proveniente de sectores populares, es en la más reciente.
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La situación actual
Reflexiones finales
que han podido renovar su proyecto y mantener su integración y sentido de las que
corren el peligro de implosionar, en las cuales la tarea de enseñar y aprender ha perdido
el rumbo.
Capitulo 4
La institución escolar y las políticas educativas
bajo nivel de rendimiento puedan terminar la secundaria. Esta situación repercute en las
instituciones, pues la pertenencia a esos distintos grupos de escuelas implica
condiciones distintas para la negociación de los actores.
Un segundo aspecto a tener en cuenta, es la historia de esa institución particular;
las circunstancias de su fundación y su evolución en el tiempo pesan fuertemente en la
perspectiva de los actores. La situación actual, su ubicación en los circuitos señalados
en el párrafo precedente y, en general, su capacidad de maniobra dependen de lo
anterior. El prestigio de la institución es importante para su capacidad de convocatoria
de docentes y alumnos, y el compromiso y la capacidad de ambos son cruciales para los
resultados de la organización escolar. En el mercado educativo, el prestigio, e incluso la
exigencia, constituye un valor que tiende a atraer a los alumnos-familias que buscan
educación de calidad. En un sistema que no tiene controles de calidad y donde la
terminación de la educación secundaría es condición necesaria para el trabajo formal,
los padres y alumnos problemáticos suelen apostar a un título aunque esté devaluado.
La elección de la escuela es el resultado de la evaluación tácita por parte de la opinión
común del medio social en que ésta se desenvuelve, aspecto vinculado a los
antecedentes institucionales.
En cuanto a la heterogeneidad de los alumnos; de hecho, concurren al mismo
año de la educación secundaria alumnos con muy diversos logros. Los estudios
coinciden en que un mínimo de homogeneidad en el aula es necesario para el proceso
de enseñanza, por lo tanto, aunque la capacidad de la escuela de captar a los "buenos
alumnos" le permita mejores resultados, sí no dispone de formas de selección o
nivelación previas tiene problemas. Las escuelas que atraen y reciben a alumnos muy
diversos suelen instrumentar mecanismos internos de segmentación que les permiten
agruparlos por su presunta capacidad de adquisición de conocimientos; esto contribuye
a una diferenciación interna con consecuencias en el aprendizaje. Cada tipo de escuela
posee maneras propias de responder a esta problemática, pues las escuelas de gestión
pública o privada tienen distintos grados de libertad para seleccionar a sus alumnos.
Mientras las privadas descubren nichos de clientela relativamente homogéneos y se
adaptan a ellos, las públicas enfrentan una mayor variedad en los alumnos desde los
primeros años y plantean diversas estrategias para superar ese problema. En ese caso, si
se mantienen los niveles de exigencia, suele darse una selección por desgranamiento; si
se disminuyen, los objetivos mínimos de enseñanza-aprendizaje se reducen.
La relación entre los niveles socioeconómicos de los alumnos y sus logros en la
educación básica y la amplia cobertura de la educación secundaria contribuye a agravar
este problema de la heterogeneidad en los aprendizajes, pues llegan a las escuelas
muchos alumnos provenientes de sectores carenciados. Si la matrícula es necesaria para
la continuidad de la escuela, cabe preguntarse de qué modo se pueden compaginar los
objetivos de calidad (que realmente aprendan) y de equidad (que lo hagan todos). Este
es un dilema en las historias institucionales. Las escuelas que individualmente parecen
haber lidiado mejor con este problema son las situadas en barrios populares y que han
conseguido convocar a directivos y docentes comprometidos con la problemática de
esos sectores específicos; a ello se une la captación de alumnos y padres que buscan en
serio la mejor educación posible para sus hijos dentro de esas poblaciones. Esa suma de
factores hace posibles proyectos institucionales difícilmente realizables en otro
contexto.
En relación al peso relativo de los objetivos institucionales en el proyecto de
cada escuela. Que había escuelas más centradas en el objetivo de enseñanza de
conocimientos y competencias, otras enfatizaban la socialización como transmisión de
valores y de conductas, y algunas privilegiaban la contención como forma de mantener
a los alumnos en la escuela hasta la finalización del ciclo, aunque los aprendizajes en
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significativo de formación a sus alumnos. Para eso es necesario que exista un equipo de
directivos y profesores comprometidos que guíe y anime el proceso. Pero ello no es
suficiente; debe existir una convocatoria exitosa a docentes y alumnos-familias
dispuestos a acompañar la evolución. Es menester tener en cuenta que la matrícula y los
docentes son variables críticas para la supervivencia escolar.
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Las escuelas públicas y privadas tienen distintos grados de libertad frente a las
normativas jurisdiccionales, así como frente a las posibilidades de elegir a sus alumnos
y a sus docentes. Se encuentran muy atadas por los mecanismos de escalafón y por la
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obligación de recibir a todos los alumnos que se inscriben. En el caso de las escuelas
privadas convendría perfeccionar las acciones de control para evitar que la flexibilidad
lleve a convalidar experiencias de baja calidad "bien vendidas". En el caso de las
escuelas públicas, habría que flexibilizar las normas para salvar los innumerables
obstáculos que tienen hoy en día los directivos y docentes comprometidos con un
proyecto de mejoramiento institucional.
Las modalidades de orientación administrativa y las dirigidas a la formación
técnico-profesional muestran características estructurales y curriculares muy diferentes.
No parece necesario modificar su organización tanto institucional como curricular, pues
la generalidad de la orientación y su parentesco con el bachillerato hacen que no tenga
mucho sentido pretender acentuar su papel vocacional.
Las modalidades técnicas padecen hoy en día una tensión entre su origen en los
planes del CONET -rígidos pero coherentes- y la realidad actual Esto se detecta en las
escuelas reformadas, como consecuencia de la incorporación de contenidos y formación
tecnológica no siempre coherente con el resto del currículo. En el caso de la Capital, las
innovaciones llevadas a cabo en las escuelas públicas son extracurriculares, por lo cual
su continuidad no está asegurada; además, suelen alcanzar sólo a una parte del alumna-
do. Las competencias de los técnicos egresados resultan muy disímiles de escuela a
escuela.
Dada la importancia de la formación técnico-profesional y la idoneidad que
exigen las incumbencias profesionales, urge un planteo de fondo para homogeneizar la
educación tecnológica. Es importante recuperar la práctica pedagógica de taller y
laboratorio, y la integración entre teoría y práctica presente en varias escuelas. Ésta
tendría que ser la simiente de una nueva modalidad técnica en el seno de una institución
secundaria que integrara también otras modalidades.
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