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17 de Junio de 2015
Parte 1
Tesis Antítesis
1- F Todo cuerpo huele bien F Todo cuerpo NO huele bien Oposición
dialéctica
El cuerpo no huele
2- F Todo cuerpo tiene olor agradable V NO todo cuerpo tiene olor agradable Oposición analítica
1- En esta oposición dice que Kant que no hay una contradicción, sino que es una
oposición dialéctica, porque hay una tercera posibilidad que no está contemplada, y esta
que el cuerpo no huela, es decir, que es falso decir que huele bien, y es falso decir que no
huele bien.
Continua la cita: “Si digo que todo cuerpo es de olor agradable o de olor desagradable,
entonces ambos juicios se oponen contradictoriamente y solo el primero es falso”.
2- En esta oposición si hay contradicción, puesto que en la antítesis se consideran a los
cuerpos que no tengan olor agradable, es decir, tanto tengan olor desagradable o no
tengan olor.
Ahora veamos estos aplicado al mundo:
Tesis Antítesis
F El mundo es infinito F El mundo es finito Oposición dialéctica
(¿?)
¿Cuál sería entonces, la tercera posibilidad para que exista una oposición dialéctica?
A503-A504: “Si digo que el mundo, desde un punto de vista espacial, es, o bien infinito, o
bien no infinito y la primera proposición es falsa, entonces su opuesto contradictorio (es
decir, que el mundo no es infinito) tiene que ser verdadero. De esta forma, me limito a
negar un mundo infinito sin poner otro, es decir, el mundo finito. Si dijera, en cambio: el
mundo es o bien infinito o bien finito (no-infinito), entonces podrían ser falsas ambas
proposiciones.”
Como en el ejemplo anterior, la tercera posibilidad para el cuerpo que huela bien o no
huela bien, era que no desprendiera olor. Entonces, este mismo problema aplicado al
mundo, ¿cuál sería esa tercera posibilidad? Para que hubiera una oposición dialéctica, y
no analítica o contradictoria.
Cuando defendemos la postura de que el mundo sea infinito o sea finito, estamos
admitiendo que conocemos al mundo, o sea que captamos el mundo, que el mundo es
algo dado, que el mundo es en sí. Pero resulta que no conocemos el mundo, no podemos
decir si es finito o infinito, o podemos decir que no hay mundo como dice la metafísica.
Por ende, tanto el mundo como el espacio y el tiempo no nos son dado como objetos, por
lo tanto, afirmar que el mundo es infinito o finito estamos afirmando algo del cual no
tenemos derecho. Este error identifica Kant, el hecho de considerar al mundo como si lo
conociéramos en sí.
Nuestro conocimiento del mundo es infinito en el sentido de un saber en marcha, en
proceso indefinido, no es infinito el conocimiento actual que tenemos, no podemos
tenerlo. Y ese conocimiento indefinido se refiere a los fenómenos del mundo, no al
conocimiento del mundo en sí, pues este es incognoscible, y si digo afirmo algo de algo
incognoscible es falso porque no podemos afirmarlo, está más allá de nuestro
conocimiento.
Esto lo explica en la siguiente cita:
A504/B532: “Cuando consideramos como opuestas contradictoriamente las dos
proposiciones: <<El mundo es infinito desde el punto de vista de su magnitud>> y <<el
mundo es finito desde el punto de vista de su magnitud>> suponemos que el mundo (la
serie entera de los fenómenos) es una cosa en sí misma ya que, incluso suprimiendo el
regreso, infinito o finito, de la serie de los fenómenos del mundo, éste sigue existiendo. Si,
en cambio, prescindo de tal supuesto o ilusión trascendental y niego que el mundo sea un
cosa en sí misma, entonces la oposición contradictoria de ambas aserciones se convierte
en una simple oposición dialéctica: dado que el mundo no existe en sí, no existe ni como
un todo infinito en sí ni como un todo finito en sí. Sólo podemos encontrarlo en el
regreso empírico de la serie de los fenómenos, no en sí mismo. Si esta serie es siempre
condicionada, nunca nos es totalmente dada y, consiguientemente, el mundo no
constituye un todo incondicionado ni existe como tal todo, sea de magnitud infinita, sea
de magnitud finita”.
No tenemos ese conocimiento del mundo, ni como infinito, ni como finito, porque el
mundo no es una cosa en sí, solo podemos afirmar sobre cosas de los fenómenos, de lo
empírico y no de lo noumeno, ya que como cosa en sí no puede conocerse, tal como el
mundo, del cual solo tenemos un concepto.
Pasaremos a la crítica de la teología racional: esta crítica la llama el ideal de la razón pura.
Acá el concepto de ‘ideal’ lo entiende como la idea de Dios, pero que es arquetípica, es
modélica, es fundamental.
Decíamos que el incondicionado, la idea de Dios o ideal como lo explica ahora, es el
incondicionado de los silogismos disyuntivos. “S es P o Q”
Lo que interesa es lo siguiente: ¿qué tiene que ver la idea de Dios con un juicio o
silogismo disyuntivo? ¿Por qué Dios es el incondicionado de los juicios disyuntivos?
A571/B600: “Toda cosa se halla sometida al principio la completa determinación” toda
cosa de la que pensemos, hablemos, está completamente determinada. Esto significa que
tiene ciertas cualidades, ciertos predicados, es decir, podemos distinguir lo que es.
Significa que una cosa tiene un conjunto de propiedades determinadas y excluye a otras.
Como una cosa es dura o es blanda, siempre posee cualidades, y excluye otras.
“..Según el cual tiene que convenirle uno de cada par de predicados opuestos, en la
medida en que hayan sido confrontados con sus contrarios todos los predicados posibles
de las cosas”. El predicado no puede incluir predicados opuestos, sino solo uno. De
alguna manera, para determinar una cosa hay que referirla a todas las cosas posibles, es
decir, ninguna cosa posee todas las cosas posibles, posee unas y excluye otras, es decir,
las cosas son limitadas. Lo que nos remite precisamente a las categorías de cualidad
realidad, negación y limitación.
Entonces, ¿de dónde sale Dios de todo esto?
“…Este principio de la completa determinación (…) tiene en cuenta la relación de cada
cosa con la posibilidad global en cuanto conjunto de todos los predicados de las cosas”
cada cosa para que sea determinada, debe ser comparada con el conjunto de todos los
predicados posibles. “…al presuponer tal posibilidad global como una condición a priori,
el principio representa cada cosa como si derivara su propia posibilidad del grado en que
participa de esa misma posibilidad global” respecto del conjunto de todos los
predicados posibles, esa cosa es limitada. Precisamente aquella cosa únicamente limitada
es aquella que contiene los predicados posibles.
Acá nos encontramos con Dios, como aquello que contiene todos los predicados posibles,
es decir, como la plenitud de los predicados reales, respecto a la cual se compara
cualquier cosa en su determinación particular, es nada menos que la omnitudo realitatis,
que es el concepto de Dios.
A575/B603: “Así, pues, si ponemos como fundamento de la competa determinación de
nuestra razón un sustrato trascendental que sea un especie de stock capaz de suministrar
la materia a todos los predicados posibles de las cosas, tal sustrato no es otra cosa que la
idea de un todo de la realidad (omnitudo realitatis).” una realidad plena que posee
todos los predicados posibles, de ese stock se extrae la cosa de la cual se determina, se
extrae los predicados que posee la cosa en cuestión.
“Toda verdadera negación no es entonces más que límite, cosa que no podría decirse de
ella si no tuviera como fundamento lo ilimitado (el todo).” todo lo limitado es limitado
con respecto a lo ilimitado, todo lo finito es finito respecto a lo infinito.
Hay un concepto fundamental, el cual posee todas las determinaciones absolutas, la
omnitudo realitatis. Todos lo demás es finito. Lo incondicionado, el fundamento último de
este tipo de silogismo, es aquel que posee es el stock de todos los predicados posibles,
porque estamos hablando de un concepto, no de una realidad.
Cuando se podría pensar que si contiene todos los predicados posibles, incluidos el mal,
por ejemplo, se debe pensar de un modo negativo, es decir, como la ausencia de algo, en
este caso, sería la ausencia del bien, pero como aquel stock contiene todo, no debería
poseer estas cualidades negativas. Al igual que la finitud, como ausencia de lo infinito, por
ende, aquel stock es infinito, al contener todos los predicados posibles, y, por cierto,
positivos, ya que no posee limitación ni ausencia de nada.
Todas las cosas cuando las determinamos por lo que son, automáticamente decimos lo
que no son. Por ello es que este stock es considerado un ideal, el cual contiene todo lo
que es, una realidad plena, una perfección de todo lo que no contiene los demás
objetos:
A576/B604: “Se trata, pues, de un ideal trascendental que sirve de base a la completa
determinación que encontramos necesariamente en todo cuanto existe” Todo lo que
existe, está determinado.
A578/B606: “Toda la multiplicidad de las cosas es sólo un modo igualmente diverso de
limitar el concepto de la realidad suprema” cualquier realidad que hablemos en
particular, no es más que una limitación, es decir, como un conjunto de predicados pero
limitado.
“…todas las figuras sólo son posibles en cuanto modos de limitar el espacio infinito” se
puede comparar entre la figura espacial y espacio, es decir, el espacio infinito como uno
solo, y cuando se habla de espacios, son limitaciones dentro de este espacio infinito.
“De ahí que el objeto del ideal, objeto que sólo se halla en la razón, se llame ser
originario” el nombre de la omnitudo realitatis tiene que ver con esto, porque este es
el origen de todas las determinaciones que se encuentran limitadamente.
“En la medida en que ninguno se halla por encima de él, se denomina ser supremo y, en la
medida en que todo se halla, en cuanto condicionado, sometido a él, ser de todos los
seres” Es decir no hay nada más perfecto que el ser supremo.
“Pero todo ello no significa que exista una relación objetiva entre un objeto real y otras
cosas (no es una dependencia real, objetiva), sino la relación entre una idea y unos
conceptos”. Es decir, es sólo una relación entre una idea arquetípica, modélica y unos
conceptos que poseen algunos predicados de este ser supremo.
“Todo ello nos deja en una ignorancia total acerca de la existencia de un ser de
perfecciones tan extraordinarias” No lo sabemos aún, pero si habrán intentos que
busquen probar su existencia, y a partir de este concepto también se podría probar o no
existencia, y quizá también no sólo la dependencia lógica, sino también la dependencia
ontológica de estos otros objetos. Así Kant llegará al argumento ontológico.
Parte 2
…No hay más de 12 categorías, no hay más de 3 clases de silogismos, y por lo tanto hay 3 ideas, en
la razón pura. Respecto de la existencia de Dios, en el fondo también dice que son 3. Si en el fondo
si uno analiza los argumentos sobre la existencia de Dios se reducen a 3, de los cuales uno puede
encontrar resumido en algunos de ellos otros argumentos que se han dado, en el fondo están
incluidos en ellos. Y estos argumentos los encontramos en A590 B618: No hay más de tres modos
posibles que demostrar la existencia de Dios a partir de la razón especulativa. ¿Cuáles son estas
tres? Capítulo III, sección tercera: Los argumentos de la razón especulativa en orden a probar la
existencia de un ser supremo. Son solamente tres, porque existen meramente tres modos de
relacionarse el concepto de Dios con la experiencia. Hay tres maneras de referirse a la experiencia,
tiene que ver con la forma de considerar la experiencia: 1) experiencia determinada, una
experiencia que implica un orden una finalidad de las cosas del mundo que conocemos. Si yo parto
de una experiencia determinada por el orden, por la finalidad, va hacia una cierta dirección, cierta
armonía, eso da origen al argumento de la existencia de Dios que llama Kant como físico-teológico
A590 B618: Todos los caminos que se han propuesto a este respecto comienzan, o bien por la
experiencia determinada; o bien se basan en una experiencia indeterminada; o bien prescinden de
toda experiencia. Ahí están las tres relaciones. En el caso de la experiencia determinada, es la
experiencia de orden, finalidad, armonía. Si nosotros partimos de esa realidad, decimos que tiene
que haber un argumento de ese orden, una inteligencia, un arquitecto del mundo, que sea que
proporciona este orden, esta armonía y esta finalidad. Hay una serie de argumentos que se puede
reducir a este básicamente, siempre que hay belleza, orden, armonía, etc, siempre apunta a una
inteligencia ordenadora, una especie de arquitecto del mundo, y ese es el argumento físico-
teológico: conocemos a través de la experiencia sensible, y esta se eleva hasta la causa suprema
fuera del mundo.
Si hablamos de una experiencia indeterminada. Hay seres que son contingentes, que
perfectamente podrían no existir, la contingencia del mundo. Cualquier ser que es existente es
contingente, independientemente si hay orden o no. Las cosas en el mundo podrían no existir. No
hay nada que parezca existir necesariamente. A partir, de la experiencia indeterminada, de la
contingencia se puede inferir, más allá del mundo sensible, la existencia de un ser necesario que
sirva de fundamento para lo contingente (aquello que no se funda a sí mismo, no es necesario).
Argumento cosmológico.
No hay más argumentos, cualquier otro cae dentro de estas tres categorías. Kant dice algo más,
estos tres argumentos, demostraciones de la existencia de Dios, tienen entre sí una relación de
dependencia, porque el argumento físico-teológico, que parte del orden lleva efectivamente a
establecer un arquitecto ordenador, pero este no es un ser necesario, la idea de Dios como
arquitecto ordenador del mundo podría corresponder a la idea del ideólogo platónico, no es
necesario, puede ordenar. Pero para hablar de un ser necesario es necesario que se apoye en el
argumento cosmológico. Pero el argumento cosmológico habla del concepto de ser necesario, lo
contingente exige fundarse en el concepto de lo necesario, pero quién me dice que ese concepto
que sea necesario corresponde a una realidad. Para que suceda esto, tengo que pasar de un
argumento cosmológico al ontológico, pues el argumento ontológico es el único que me permite
pasar del concepto a la realidad. Finalmente, este argumento es la prueba angular de la existencia
de Dios, de él depende la validez del argumento físico-teológico y del cosmológico. A630 B658:
Así, pues, a la hora de demostrar la existencia de un único ser originario como ens summum, la
prueba fisicoteológica se basa en la cosmológica y ésta, a su vez, en la ontológica. Teniendo en
cuenta que la razón especulativa no posee otro camino fuera de estos tres, resulta que el
argumento ontológico, basado exclusivamente en conceptos puros de la razón, es el único posible,
si es que cabe siquiera demostrar una proposición tan superior a todo uso empírico del
entendimiento. Esta idea la desarrolla en los párrafos anteriores.
El paso del concepto a la realidad, lo podemos realizar sólo si es que vale. Por ello hay que
examinar el argumento ontológico. Si se cae el argumento ontológico se caen todos los demás,
tendríamos puros conceptos, no realidades necesarias ni existentes.
Entonces, esto se relaciona con la pregunta que yo les hice maldadosamente, la distinción entre la
necesidad lógica y la necesidad de las cosas A593 B621 – A594 B622: la necesidad absoluta de los
juicios no es una necesidad absoluta de las cosas. En efecto, la necesidad absoluta del juicio
constituye tan sólo una necesidad condicionada de la cosa o del predicado del juicio. El ejemplo
que propone es el siguiente, pues en los juicios a priori encontramos necesidad absoluta, si yo digo
“Todo triángulo posee 3 ángulos”, aquí hay una necesidad lógica, en éste predicado pertenece
necesariamente a este sujeto. No es posible que haya un triángulo que no tenga 3 ángulos o que
no sume 180°, o que no tenga tres lados; esto es un juicio necesario, y por eso mismo es a priori,
no puede el predicado sin incurrir en contracción negarse de este sujeto. Pero Kant dice que esta
es una necesidad condicionada a este sujeto. Si existe el triángulo, tiene que existir con tres
ángulos, yo no estoy diciendo que el triángulo exista realmente. La necesidad lógica no apunta a
la existencia de algo, sino a la conexión necesaria entre el predicado y el sujeto. Si en un juicio
idéntico elimino el predicado y conservo el sujeto, surge una contradicción, y por ello digo que el
primero corresponde al segundo de modo necesario. Pero si elimino a un tiempo sujeto y predicado
no se produce contradicción. Es contradictorio poner un triángulo y suprimir sus tres ángulos. Pero
no es contradictorio suprimir el triángulo y los tres ángulos a la vez. No tiene nada de cotradictorio
suprimir el sujeto y el predicado a la vez. Si pongo un sujeto, tengo que poner un predicado. O sea,
la necesidad del predicado está supeditada a la existencia del sujeto. Si se da el sujeto, se tiene
que dar necesariamente el predicado. Si no se da el sujeto, no hay contradicción. ¿Qué pasa con
las necesidades de las cosas? Exactamente lo mismo ocurre con el concepto de un ser
absolutamente necesario. Si suprimimos su existencia, suprimimos la cosa misma con todos sus
predicados. No hay contradicción. Dios al ser necesario tiene una serie de atributos que le
pertenecen necesariamente: que es perfecto, omnipotente, omnisciente, bondadoso, justo, todos
los predicados. Si yo pongo a Dios, lo tengo que poner con todos sus predicados, no puedo pensar
a Dios sin todos los predicados que le corresponden. Sería contradictorio pensar a un Dios
imperfecto o inmoral, limitado, finito. Si suprimo a Dios, no hay contradicción al suprimir los
predicados, puestos estos están atados al sujeto, siempre y cuando haya sujeto.
Entonces la pregunta es ¿puede o no existir este sujeto con sus predicados? A595 B623: Hemos
visto, que si eliminamos a la vez el predicado y el sujeto de un juicio nunca puede surgir una
contradicción interna, sea cual sea el predicado. El predicado deja de ser necesario cuando no hay
sujeto, con el cual se vincula necesariamente. No queda entonces otra escapatoria que la de
sostener que hay sujetos que no pueden ser suprimidos, esa es la gran pregunta: habrá algún
sujeto que no se pueda suprimir y tenga que darse con todos sus predicados, eso equivaldría a
decir que hay sujetos absolutamente necesarios, no condicionadamente necesarios, no necesarios
si se da o no el sujeto, sino tiene que darse el predicado porque tiene que darse el sujeto.
¿Existe algo así? La metafísica dice que es Dios. A596 B624: Me desafiáis con un caso que
presentáis como prueba que hay efectivamente un concepto, y uno solo, el no-ser de cuyo objeto o
la supresión del mismo constituye algo contradictorio en sí mismo. Tiene que existir, hay un solo
sujeto que no podría no-ser. Ese concepto sería el del ser realísimo. Necesariamente hay que
poner el sujeto y con el sujeto necesariamente poner todos sus predicados. Porque la existencia
que sería uno de sus predicados le pertenece necesariamente a este concepto, a diferencia del
triángulo, que podría no existir. La existencia está incluida, contenida como un predicado
necesario.
…Habla de Hegel…
Se nos cagó el argumento ontológico, con el ontológico el cosmológico y con este el físico-
teológico.
En síntesis, para terminar con este texto clave es: APENDICE A LA DIALECTICA TRASCENDENTAL. El
uso regulador de las ideas de la razón pura. A644 B672 (no la escribiré porque la lee entera hasta casi
A646 B674): Qué es lo que pasa con las ideas de Alma, Mundo y Dios. Llega al siguiente resultado:
Por las ideas trascendentales no aprendo nada del punto de vista del conocimiento. No son
conocimientos. No estoy pensado objetos reales. Si pienso que son realidades objetivas estoy
recurriendo en conceptos sofísticos, dialecticos. Sirven para dirigir el entendimiento, tiene un fin
regulador, son reguladoras, orientadoras, ideales, el ideal solamente es Dios. Apuntan a un ideal,
están en un futuro, no en un pasado, es algo que nosotros apuntamos. El Ideal de alcanzar la
estrella, no estamos parados en ella, sino es una guía. El impulso natural de la razón es conectar
todo, pero hacia allá tendemos, eso es lo que pide la razón. Por principio no podemos tener
intuición del Alma, del Mundo y de Dios. Así que nos e puede probar la existencia de Dios pero
tampoco se puede refutar, lo mismo pasa con el Alma y con el Mundo. Solo podemos pensar las
ideas trascendentales, pero no conocerlas, ni para bien ni para mal.