Vous êtes sur la page 1sur 1

YACHI ANCCO, EDSON RANDY 1806021

¿Para Gabriel García Márquez la imagen del latinoamericano como es percibida por
el circuito europeo?
Para empezar el autor busca un efecto emocional.
El autor explica a grandes rasgos la magnitud de la soledad de América Latina, y lo hace
con ejemplos claros. Habla de cómo y por qué, esta parte del continente ha sido
considerada fabulosa desde los tiempos del descubrimiento, cuando los cronistas
relataban de manera fascinante y en apariencia, fantasiosa, sobre lo que se podía ver
aquí. De igual forma lo hace hablando de la peculiaridad y la alucinación de muchos
presidentes y gobernantes de estas tierras y por supuesto no deja de lado el hecho de
que la violencia sigue latente. Tal remarcación en estos hechos lo lleva a adentrarse en
el tema de la identidad latinoamericana y de su choque con el mundo europeo, pues
ha sido difícil que Latinoamérica con su historia, su presente, sus matices, sus
características y hasta su literatura, sea comprendida por Europa, pues de algún modo
tal realidad es tildada de “descomunal” y tal calificativo la hace increíble, inverosímil y
se piensa que es una realidad que no sale del papel, pero es la realidad que determina
la vida de los latinoamericanos. Esto desemboca en la poca solidaridad con la sociedad
latinoamericana y en la pretensión de medir nuestra realidad con la misma vara a otras
realidades, y en este sentido, el escritor aclara que “los estragos de la vida no son
iguales para todos”. Finalmente, después de entrar en la magnitud de la soledad de
Latinoamérica y hacer su reflexión histórica y literaria al respecto, el autor aprehende
el premio como una recompensa para este lado del continente y un premio a la poesía,
que es, como lo dijo Luis Cardoza y Aragón, “la única prueba concreta de la existencia
del hombre”. El objetivo general es dar a entender y conocer la realidad y la identidad
latinoamericana más allá del papel y la literatura.

Un ejemplo en referencia a Europa con un párrafo del discurso.

Es comprensible que insistan en medirnos con la misma vara con que se miden a sí mismos,
sin recordar que los estragos de la vida no son iguales para todos, y que la búsqueda de la
identidad propia es tan ardua y sangrienta para nosotros como lo fue para ellos. La
interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez
más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios. Tal vez la Europa
venerable sería más comprensiva si tratara de vernos en su propio pasado (VII).

Son afirmaciones no probadas y, además, contradictorias. Por un lado, el autor afirma que los
europeos usan medidas universales, lo cual no le gusta, pero, por otro lado, reclama que
midan a los latinoamericanos con las mismas medidas que se utilizaban en épocas pasadas
europeas. No está demostrado que haya diferentes esquemas, de los cuales algunos serían
“ajenos”, para evaluar a América Latina. Tampoco se ha demostrado que esa posible
interpretación contribuya a hacer más desconocidos a los latinoamericanos ni menos libres ni
más solitarios. Llama la atención que el autor adjudique la responsabilidad por América Latina
a los europeos. Tampoco se ha demostrado que Europa no sea comprensiva. Al revés, el autor
acaba de recibir un premio, según él, para compensar a América Latina por sus infortunios.

Vous aimerez peut-être aussi