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Jaime A.

Barrientos Ramírez / Derecho Romano / Las Acciones de la Ley / 2001

LAS ACCIONES DE LA LEY O LEGIS ACTIONES

Palabras preliminares

El material que a continuación se presenta es un resumen del Capítulo I: Legis Actiones, de la


Primera Parte: Las Acciones y el Proceso, del Libro “Derecho Privado Romano”, del profesor,
Alejandro Guzmán Brito.

Por consiguiente se deja de manifiesto que el autor de este trabajo no pretende atribuirse autoría
alguna en las ideas contenidas en las líneas que proceden.

Por otra parte, al ser presentado a los alumnos de primer año, no tiene por objeto desincentivar la
consulta de los textos; por el contrario, pretende ser una ayuda para introducirse en el estudio de
ellos, sobre todo en el del Tratado en el que se basa este resumen.

Finalmente, debe quedar claro que las evaluaciones pueden no limitarse al contenido de este
trabajo.

Introducción

El procedimiento civil romano pasó por tres etapas. En esta evolución se aprecia de forma muy
nítida la influencia que ejerció el pretor en el derecho civil romano, por medio del edicto pretorio.

Que puedan distinguirse tres períodos y tres procedimientos, no quiere decir bajo ningún respecto
que el fin de uno coincida con el comienzo de otro; por el contrario: coexistieron, prevaleciendo
el sistema de tutela de los derechos subjetivos más acorde con la conciencia social y la
constitución romana.

Como dijimos anteriormente, es posible distinguir tres tipos de procedimientos civiles: legis
actiones, agere per formulas y cognitio extraordinem. Las dos primeras corresponden a la
denominación de “orden de los juicios privados” (ordo iudiciorum privatorum), ya que la
controversia era dirimida por la sentencia que dictaba un juez, sentencia que los contendientes se
habían obligado a acatar.

En estos sistemas (acciones de la ley y procedimiento formulario) el procedimiento se dividía en


dos fases; a saber: fase in iure y fase apud iudicem. La primera se desarrollaba ante el magistrado
encargado de la iurisdictio – generalmente un pretor- tenía por objeto crear la relación procesal y
fijar los términos de la controversia; la litis contestatio ponía término a esta fase. La fase apud
iudicem, se desarrollaba ante un juez privado y se destinaba a todo lo concerniente a la prueba y a
la sentencia, ajustándose al programa procesal que había sido ordenado en la fase in iure. Para
dictar la sentencia, ya sea absolutoria o condenatoria el juez debía establecer los hechos que dan
lugar a la pretensión, realizar una calificación jurídica de la situación y determinar las
consecuencias que se coligen de ello.

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Jaime A. Barrientos Ramírez / Derecho Romano / Las Acciones de la Ley / 2001

Para la solución de cada litigio se designaba un iudex - que era un ciudadano romano, no
dependiente de la administración – por acuerdo de las partes, o por sorteo en caso de no haber
acuerdo.

Acciones de la ley

Como dice el profesor Guzmán, el derecho de la época arcaica no conoció un único


procedimiento, sino que el tipo procesal determinaba la pretensión deducible.

Se denomina a estos tipos procesales, acciones de la ley, porque tienen su fuente, precisamente en
una ley, ya sea la de las XII Tablas o de una posterior.

Esquema del procedimiento arcaico

- Citación personal para concurrir ante el lugar en que funciona el tribunal del magistrado
(in ius vocatio). La citación es de responsabilidad del actor y se dirige en contra de la persona de
quien se pretende. Este último debe concurrir, ya sea personalmente o designando a un vindex
(representante), de la misma solvencia que él. De lo contrario, quien había realizado la invitación
podía forzar la concurrencia del renuente o del que intentaba huir; para ello debía llamar testigos.

- Pronunciamiento de formula o ejecución de rituales. Cada parte pronunciaba ciertas


frases preetablecidas o ejecutaba ciertos gestos rituales, en los procedimientos más
arcaicos.

El citado puede asumir tres actitudes distintas ante la afirmación del citante. En primer término
puede allanarse a la pretensión contraria, actitud que se denomina: confessio in iure; en segundo
lugar, puede negarse a colaborar con el avance del proceso: indefensio y puede contradecir al
pretendiente: infitastio. Sólo esta última permitirán que, de definitiva, se desarrolle el proceso.

- Litis contestatio. Es un acto procesal en virtud, del cual queda trabada la relación procesal
entre los litigantes, y desde este momento puede considerarse que estamos en presencia
de una res in iuditio deducta.

En síntesis, en palabras del profesor Guzmán1 “la fase in iure, se nos presenta como una suerte de
antejuicio o trámite preparatorio del verdadero proceso, que sólo queda iniciado con la litis
contestatio. Sólo a partir de ella las partes quedan ligadas por una relación jurídica autónoma,
distinta de la relación sustancial controvertida, de la que no pueden sustraerse, y que se les
impone aun en contra de su voluntad. A partir de tal momento el proceso puede ser contumacial,
esto es, progresar aun sin la cooperación de una de las partes e incluso en contra de su voluntad;
lo cual no acaece en la fase in iure, para cuyo desarrollo necesaria es la colaboración del citado y
supuesta la del citante.”

- Fase apud iudicem. Comienza con la relación (causae) de los hechos controvertidos. Una
vez hecha la causae, tiene lugar la prueba de lo afirmado, por cada una de las partes y la
fundamentación de los respectivos argumentos.
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Alejandro Guzmán Brito, Derecho Privado Romano, Tomo I, página 113.
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Jaime A. Barrientos Ramírez / Derecho Romano / Las Acciones de la Ley / 2001

Esta etapa finaliza con la sentencia, que como ya ha sido señalado, puede ser condenatoria o
absolutoria. También puede ocurrir que ninguna de las partes logre convencer al juez de la
veracidad de sus dichos. En este caso, el juez se abstiene de fallar y se nombra a otro.

Contra la decisión del juez no cabe recurso alguno. La apelación nace sólo con la cognitio extra
ordinem2, ya que implica la posibilidad de reclamar la decisión adoptada por una autoridad
administrativa, que no tiene facultad para decir el derecho (iurisdictio), cuya decisión, por ende,
no produce cosa juzgada.

Antes de comenzar el estudio particular de cada acción, consignemos que, se distingue entre las
declarativas y las ejecutivas.

Las primeras son aquellas que tienen por objeto establecer la existencia de un derecho, a favor de
una persona, en tanto que las ejecutivas tienen por objeto permitir que el derecho previamente
declarado se ejercite. Mirado desde el punto de vista del deudor, en virtud de una acción
declarativa, se le condena al cumplimiento de una obligación, en tanto que en virtud de la acción
ejecutiva, se le fuerza a cumplirla.

Veremos cinco acciones. Tres declarativas: legis actio per sacramentum, legis actio per iudicis
arbitrive postulationem, legis actio per condictionem. Y dos ejecutivas: legis actio per manum
iniectionem, legis actio per pignoris capionem.

Legis actio per sacramentum

Es una acción de carácter general, ya que se deduce, siempre cuando no exista un procedimiento
especial. Puede clasificarse en: real (in rem) y personal (in personam).

Legis Actio Per Sacramentu In Rem, es aquella que se utiliza para vindicar una cosa, léase el
dominio sobre una cosa corporal, el usufructo, la servidumbre, la herencia, personas sujetas a
potestad, personas bajo tutela, esclavos. También se usaba para declarar esclavo al que pasaba
por libre, y libre al que estaba en esclavitud.

Se exigía la 3presencia de la cosa que se vindicaba in iure, ante la cual el citante recitaba una
fórmula, teniendo en una de sus manos una varita (fetusca) y en la otra la cosa, del siguiente
tenor: “Yo digo que este esclavo es mío en virtud del derecho de los quirites; según su causa,
como he dicho, he aquí que te impuse la vindicta”. Al mismo tiempo tocaba la cosa con la varita.
Luego el sujeto pasivo, ejecutaba una contravindicación, que era un rito idéntico al anterior, pero
ejecutado por el citado.

Finalizadas la vindicación y la contravindicación, el pretor decía: “Soltad ambos a este esclavo”;


ante lo cual el iniciador del proceso pronunciaba las siguientes palabras: “Pido que digas en
virtud de qué causa has hecho la vindicación; la parte contraria respondía: “Hice el derecho, así
como hice la vindicata”. Finalmente, quien intentaba la vindicación decía: “Puesto que tú has

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Alejandro Guzmán Brito, Derecho Privado Romano, Tomo I, página 265.
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La presencia de la cosa debía ser real, si era mueble, y simbólica, si era inmueble.
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hecho la vindicación contra el ius, te provoco al sacramento de 500 ases”, a lo cual el adversario
contestaba: “Y yo a ti”.

Cuando la cosa respecto de la cual se intentaba la vindicación era un inmueble, debía efectuarse
un rito, denominado: entrelazar las manos”. Consistía en que ambas partes y el magistrado, se
trasladaban hasta el lugar en que se encontraba la cosa disputada.
El acto de entrelazar las manos simulaba una lucha por la cosa.

La ampliación de los límites de Roma, modificó la forma en que se efectuaba este rito, ya que
sólo se desplazaban las partes, quienes previamente debían concurrir ante el pretor, para que él
los enviara a entrelazar las manos al lugar en que se ubicaba el predio.

Con el correr del tiempo, el traslado efectivo al lugar en que se encontraba la cosa, no se llevaba a
efecto.

El sacramentum 4 es una suma de dinero, que va en directa relación con la cuantía del litigio. En
un comienzo, debía ponerse a disposición del colegio de los pontífices inmediatamente; al final
del proceso, quien resultaba ganador, lo recuperaba, y quien era vencido, lo perdía.

Con posterioridad, bastaba asegurar el pago del sacramento; una vez finalizado el juicio el dinero
iba al erario público

Efectuado el sacramento, el pretor, atribuía la posesión a una de las partes, interinamente, la cual
debía garantizar su restitución para el evento de no resultar vencedor.

En la fase apud iudicem cada parte intenta probar que su sacramento es el iustum. La sentencia
del juez, trae como consecuencia la obligación de pagar el sacramento. Además, si resulta
ganador, aquel a quien se le había otorgado la posesión interina de la cosa, es autorizado para
retenerla; en tanto que si la tenía quien pierde el litigio, debe restituirla. De no restituirse la cosa,
quien la retiene responde de furtum, si es mueble, y puede ser forzado a devolverla, mediante
interdicta.

Agere per sponsionen. Es un procedimiento, no contenido en una actio legis, que vino a
reemplazar la figura explicada precedentemente. Se reemplaza el gravoso sacramento por una
promesa prejudicial.

El litigante que tomaba la iniciativa preguntaba: “Si el esclavo acerca del cual se litiga es mío,
prometes darme 25 sestercios”, a lo cual le respondía: “Prometo”.

El juez debía examinar el contenido de la hipótesis, para dictar una sentencia - por supuesto -con
posterioridad a la rendición de la prueba.

El monto prometido, en realidad era nominal, ya que no se pagaba. El actor compelía al


demandado a que rindiera una caución de restitución para el caso de resultar vencido.

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Alejandro Guzmán Brito, Derecho Privado Romano, Tomo I, página117.
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Jaime A. Barrientos Ramírez / Derecho Romano / Las Acciones de la Ley / 2001

Actio Legis Per Sacramentum In Personam. Es una acción general, por la cual se demanda una
deuda. Se aplica siempre y cuando no existiese una acción especial.

El actor pronunciaba una fórmula que contenía su pretensión, in iure. La fórmula siempre
terminaba con la invitación, es decir con una pregunta dirigida al demandado, con la cual se le
conminaba a que afirmara o negara lo señalado por el sujeto activo. Si negaba, era desafiado al
sacramento.

El juez debía pronunciarse sobre la cuestión de fondo, lo cual se traducía en declarar la existencia
o inexistencia de la deuda.

El ganador podía recurrir a la manus inectio, si el deudor no pagaba voluntariamente, para


ejecutar la sentencia; también disponía de ella en caso de que confesada la deuda por parte del
demandado, esta no fuese satisfecha.

Legis Actio Per Iudices Arbitrive Postulationem

Es una acción similar a la actio legis per sacramentum in personam, pero más moderna, aunque
conocida por la Ley de las XII Tablas.

Esta acción vino a sustituir el sacramento por la petición de un juez o un árbitro al magistrado.
Si el demandado negaba la existencia del crédito, quien afirmaba ser su titular, pronunciaba las
siguientes palabras: “ Puesto que tú dices que no, te pido pretor, que des un juez o un árbitro”-

De acuerdo a lo señalado por el profesor Guzmán, esta acción se aplicaba para reclamar deudas
nacidas de una stipulatio o la partición de una herencia. Una lex Licinia ( 210 a. C.
aproximadamente), extendió su aplicación a la partición de cualquier comunidad, aunque no
fuere hereditaria.

Legis Actio Per Condictionem. Es la acción declarativa más moderna. En ella no solamente está
superado el sacramento, sino que también se podía aplazar el nombramiento del juez, por medio
de la “denuncia para concurrir en un día posterior”.

La lex Silia (siglo III a. C.), que la introdujo, permitió reclamar con ella deudas de certa pecunia.
Una lex Calpurnia, también del siglo III, hace extensiva su aplicación a deudas de cantidades
ciertas que no fuese dinero, y de especies o cuerpos ciertos.

Si el demandado negaba la afirmación del actor (“Yo digo positivamente de ti deber darme
10.000 sestercios; acerca de esto pido que digas sí o digas no”), este pedía juez, con las siguientes
palabras: “Puesto que tú dices que no, yo te denuncio para tomar juez dentro de 30 días”.

El actor sólo hacía mención al objeto debido, sea dinero, cosa fungible o especie, pero no hacía
referencia alguna a la causa de pedir.

La jurisprudencia limitó la aplicación de esta acción a la reclamación de deudas ciertas, cuya


fuente fuese una estipulación, un mutuo, un hurto o una retención indebida.

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Legis Actio Per Maum Iniectionem

Aquellas deudas confesadas o reconocidas en virtud de un juicio declarativo, dan lugar a su


ejecución, con la finalidad de obtener el pago.

Esta acción tenía su fuente en las XII Tablas, y era el procedimiento general de ejecución del que
disponía aquel a quien se le había reconocido un derecho.

Con posterioridad, se pudo ejercer esta acción, sin necesidad de contar con una sentencia
declarativa previa, por aquellas personas que en virtud de un acto jurídico son acreedores
indubitables.

El procedimiento contenido por la Ley de las XII Tablas fue modificado por leyes posteriores.

El deudor debe pagar dentro de 30 días desde la condena o la confesión. Si no lo hace el acreedor
puede citar o conducir al ejecutado in iure, aprehendiéndolo con su mano, recitaba la siguiente
fórmula: “Puesto que tú fuiste juzgado a pagar 10.000 sestercios, y no me has pagado, por este
asunto yo pongo la mano sobre ti por un juicio de 10.000 sestercios”.

El ejecutado no puede oponerse a la ejecución, pero puede nombrar un vindez, quien sostendrá un
nuevo juicio declarativo con el ejecutante. Si el vindex resulta vencido será condenado a pagar el
doble que debería haber pagado el ejecutado. Contra él, se puede deducir la manus iniectio.

Existe también, una ejecución pura (denominación que le da Gayo a esta figura) en virtud de la
cual, podrá discutirse el asunto nuevamente entre los litigantes, y la consecuencia de resultar
vencido por segunda vez, es ser condenado al doble de lo que se debía primigeniamente.

“Una lex Vallia, probablemente de principios del siglo II, generalizó la posibilidad de manum
sibi depellere para todos los deudores, excepto el iudicatus y aquel deudor principal por quien su
sponsor pagó la deuda, a que se refería la lex Publilia. Con ello la figura del vindez, quedó
reducida a estos únicos dos casos”.5

Si el magistrado considera procedente la acción, y no se nombra vindex, pronuncia la addictio,


con la cual se atribuye al acreedor la persona del ejecutado, quien puede ser conducido atado a la
casa del ejecutante. En el lugar puede permanecer hasta sesenta días, si él o un tercero no pagan
la deuda.

Vencido el plazo indicado, el ejecutado es conducido ante el comicio, durante tres días
consecutivos de mercado, publicando su condición de deudor y el monto de la deuda. Si nadie lo
libera, puede ser ejecutado o vendido tras Tiberim. Si los acreedores eran varios, la ley los
autoriza para repartirse el cadáver.

Probablemente, en la práctica los acreedores no vendían ni ejecutaban al deudor, sino que lo


sometían a trabajos forzados en su favor, con el cual pagaba el crédito.

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Alejandro Guzmán Brito, Derecho Privado Romano, Tomo I, página124.

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Legis Actio Per Pignoris Capionem

Es una acción ejecutiva, más arcaica que la manus iniectio, aunque estaba contenida en la Ley de
las XII Tablas. Decimos que, probablemente es más antigua, porque refleja la práctica de la
autotutela.

Su aplicación es de carácter especial, ya que sólo se ejerce con ocasión de ciertas deudas – como
en contra de aquel que compró una víctima para sacrificios y no pagó su precio- y tiene un
marcado rasgo publicitario, por lo cual quedaría fuera del derecho privado.

Consiste en apoderarse de una cosa del deudor, para asegurar el pago de una deuda. En el acto no
interviene el magistrado, y tampoco es necesario que el deudor esté en conocimiento del asunto,
pero presumiblemente, ante testigos.

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