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El niño que juega aprende a conocerse, a entender el entorno y a relacionarse con los demás mientras se
divierte.
“En el juego simbólico, cada niño se expresa de manera particular, nunca encontraremos dos niños que jueguen
igual”.
El juego es una actividad que aparece espontáneamente por la satisfacción que produce y con el fin de
entretener o divertir. El niño que juega aprende a controlar su angustia, a conocer su propio cuerpo, a
representarse en el mundo exterior y a actuar. El juego nace del placer de la relación con el otro, y sus funciones
son la comunicación, la experimentación, la capacidad de simbolizar y la elaboración de las experiencias.
Contribuye en la unificación e integración de la personalidad de los niños y les permite comunicarse.
Hay diferentes autores que nos hablan del juego. Winnicott (pediatra, psiquiatra y psicoanalista) definía que los
niños juegan por placer, para expresar la agresividad, para dominar la angustia, para aumentar su experiencia
y para establecer contactos sociales. Wallon (psicólogo) describía cuatro tipos de juego según el nivel de
experiencia: los juegos funcionales de actividad sensorio-motriz; los juegos de ficción como jugar a muñecas o
utilizar un bastón como si fuera un caballo; los juegos de adquisición, en el que los niños miran, escuchan,
perciben y comprenden; y los juegos de construcción, en el que juegan a juntar, combinar, modificar o
transformar objetos para crear otros nuevos. Jean Piaget (pedagogo) propuso una clasificación que tiene en
cuenta la estructura de juegos y las funciones cognoscitivas del niño: juegos de ejercicio, en el que cualquier
conducta es utilizada para producir placer; el juego simbólico (en el que nos centraremos en este artículo), en
el que el niño es capaz de imaginarse una realidad inventada por él; y los juegos de reglas.
Fotografía de Isaac Buj
El juego simbólico se da entre los dos años y los seis o siete años, según la madurez de cada niño, e irá
evolucionando y ganando complejidad a medida que vayan creciendo. Consiste en que el niño es capaz de
combinar hechos reales e imaginarios, los niños recreando situaciones ficticias como si estuvieran pasando
realmente, ellos se convierten en personajes y los objetos cobran vida a su imaginación. Esta actividad les
permite vivir otros mundos, poner en marcha su creatividad y su imaginación, superar miedos y ganar confianza.
El juego simbólico permite al niño convertir su habitación, el comedor y la cocina (zonas de juego simbólico) en
un castillo, un bosque, una selva o cualquier espacio que él pueda o quiera imaginarse: un cojín en un escudo,
un cubo de playa en un fantástico sombrero o una tela es la mejor de los disfraces.
Beneficios
– Comprender y asimilar el entorno que les rodea.
– Aprender y practicar conocimientos sobre los roles de la sociedad.
– Desarrollar el lenguaje; este aspecto tiene más importancia a partir de los 4 años con el inicio del juego de
roles, en el que la acción se da en función del compañero y a medida que avanza su proceso de socialización
van apareciendo juegos más reglados, donde el grupo tiene un papel importante.
– Favorece la imaginación y la creatividad.
– Contribuye a su desarrollo emocional.
Evolución del juego simbólico
Etapa 1. Juego presimbólico (12-19 meses)
– Identifican el uso funcional de los objetos de la vida diaria, asocian gestos o acciones con objetos como
beber de un vaso vacío.
Etapa 2 Juego simbólico
– Desde los 18 meses imita escenas de la vida cotidiana como dar de comer a una muñeca o hace como si
hablara por teléfono.
– Desde los 20 meses comienza a combinar dos objetos, como poner una cuchara en un vaso.
– Desde los 22 meses comienza a representar un rol como jugar a las madres o a sustituir objetos.
– Desde los 30 meses empiezan a introducir personajes de ficción, secuencias de como jugar a médicos; los
objetos ya no tienen que ser reales y como el lenguaje ha evolucionado y tienen más habilidades
comunicativas, pueden adoptar diferentes roles en el juego.
– Desde los cuatro años ya pueden utilizar gestos y lenguaje para establecer las diferentes escenas del juego,
planifican el juego, improvisan y la interacción con los iguales se convierte en un juego cooperativo.
En las aulas de Infantil
En las escuelas, al menos hasta que tienen seis años, el juego simbólico es probablemente el mayor
instrumento de aprendizaje que existe. Por este motivo, en la mayoría de escuelas, en sus aulas infantiles son
muy conscientes y lo potencian al máximo.
Organizar las aulas en este sentido responde a una estrategia pedagógica que persigue el desarrollo de los
diferentes aprendizajes del niño en función de sus necesidades y, a la vez, permite su integración. Jugando
interactúan entre ellos, imitan a los adultos, se ponen en el lugar del otro, desarrollan su imaginación, la
creatividad. Se expresan e intercambian emociones, positivas y negativas. Crean liderazgo, aprenden a tomar
decisiones personales y en grupo, y de esta manera la inteligencia emocional y racional se van desarrollando
con el único acto de jugar y respetando los diferentes ritmos de cada niño.
En casa
En casa, cuando observamos a nuestros hijos jugando a “hacer como si”, obtenemos una valiosa información
de cómo son, sus miedos, conflictos, preocupaciones, deseos… Es conveniente observar su juego, sentarnos a
su lado intentando no intervenir ni criticarlos o dirigirlos, y si nos invitan a participar, lo hacemos, pero
dejando que sean ellos los que dirijan el juego. Los adultos, a veces sin darnos cuenta de ello, podemos
enviarles información del tipo: “así no es, se hace de esta manera…”, ¡aunque la fantasía y la imaginación son
libres! ¡Si nos invitan a jugar, adelante! Los adultos podemos ayudarles a estimular sus asociaciones de ideas,
a relacionar los elementos del juego, comprender las secuencias, avanzar hacia los conceptos y enriquecer su
fantasía y su capacidad para pensar.
El juego es, en definitiva, un gran recurso para disfrutar en familia y aprovechar el tiempo. Lo único que
necesitan son ganas de pasarlo bien y crecer juntos, ya que ni los videojuegos más nuevos, ni las tecnologías
más avanzadas ni los juguetes más innovadores son necesarios para disfrutar de momentos mágicos con
nuestros hijos, abuelos o vecinos; en la playa, en casa o en la calle.
CLASIFICACIÓN DE LOS JUEGOS POR PIAGET
B) El juego y su clasificación a partir de los principios teóricos de Piaget.
El juego infantil es sencillamente producto de la asimilación, haciendo participar como "elemento asimilador"
a la "imaginación creadora".
Después de haber aprendido a coger, agitar, arrojar, balancear, etc., finalmente el niño agarra, balancea, etc.,
por el mero placer de lograrlo, por la sencilla felicidad de hacer este tipo de cosas y de ser la causa de esas
acciones. Repite estas conductas sin que le supongan un nuevo esfuerzo de asimilación y por mero "placer
funcional".
Clasificación
La clasificación es la capacidad de identificar las propiedades de las categorías, relacionar las categorías o las
clases entre sí y utilizar información categórica para resolver problemas.
Un componente importante de las habilidades de clasificación es la capacidad de agrupar objetos de acuerdo
con alguna dimensión que comparten.
La otra habilidad es ordenar los subgrupos jerárquicamente, de manera que cada nueva agrupación incluya
todos los subgrupos anteriores.
Seriación
La operación cognitiva de la seriación implica la capacidad de ordenar mentalmente los elementos a lo largo
de una dimensión cuantificable, tales como la altura o el peso.
INFERENCIA TRANSITIVA
Es la capacidad para reconocer una relación entre dos objetos tras conocer la relación entre cada uno de ellos
y un tercero. Por ejemplo, se le presentan tres figuras: una amarilla, una verde y una azul. Se le muestra que la
amarilla es más larga que la verde y que la verde es más larga que la azul. No se le muestra una comparación
directa entre la amarilla y la azul, pero cuando se pide al niño que las compare, dice que la amarilla es más
larga.