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MARÍA RAQUEL PULGARÍN SILVA ENSEÑANZA DE LAS CIENCIAS SOCIALES INTEGRADAS

DESDE EL ESTUDIO DEL ESPACIO GEOGRÁFICO

EL ESPACIO GEOGRÁFICO, OBJETO DE


ESTUDIO LA GEOGRAFÍA

Una de las disciplinas que constituyen el área de Ciencias sociales es la Geografía, y


al igual que las demás, tiene un objeto de conocimiento: el espacio geográfico.
Seguidamente se ofrece un breve análisis de la evolución de este concepto.

En sus comienzos, la Geografía se preocupó por estudiar la tierra en general y a


medida que avanzaba el desarrollo de las ciencias y con él la especialización del
conocimiento, ella precisó más su objeto de estudio. Es así como a finales del siglo XIX, su
pregunta era sobre la “superficie terrestre”, concepto por demás muy amplio y por tanto
equivocado considerarlo de exclusividad de la Geografía, de ahí que se avanzó en
precisarlo como la “cubierta de la corteza terrestre”, entendida como la cobertura de la
tierra donde se incluye una diversidad de componentes: sólidos, la parte más externa y
superficial de la litosfera; líquidos: las masas oceánicas, las corrientes y los depósitos
hídricos y, la mezcla de gases de la baja atmósfera. Hoy, su objeto de conocimiento es el
espacio geográfico, concepto que a su vez se le conoce como: paisaje, medio geográfico,
región geográfica, geosfera, territorio y lugar. Esta gran diversidad de acepciones de su
objeto de estudio, ha motivado la discusión de si la geografía es ciencia natural o social.
Seguidamente se da paso a la revisión rápida de estas categorías de análisis, sin el ánimo de
dar respuestas, solo busca ofrecer los múltiples puntos de encuentro con las demás ciencias
sociales que su estudio posibilita.

El Paisaje: es el concepto más genérico con el cual se ha pretendido nombrar el


objeto de estudio de la Geografía, concepto que ha tenido a la vez, diversos significados,
por él se entiende: naturaleza, medio ambiente, sistema de sistemas, recurso natural,
hábitat, escenario, ambiente cotidiano, entorno, etc. Al respecto MONTAÑEZ, G. 1997,10
explica como los paisajes son unidades totales del entorno que contienen un fuerte
contenido de formas y estructuras espaciales. Son sistemas integrales resultantes de la
combinación de relieve, clima, plantas, animales, agua y, de la incidencia de las
alteraciones tanto de origen natural como antrópico. Es decir, es una realidad amplia que
incluye comunidades vegetales, animales y grupos humanos; elementos que poseen un
ritmo evolutivo propio y que proyectan una historia natural de la diferenciación geográfica
del planeta. Las referencias del paisaje se hacen solo a partir del conjunto de elementos
naturales que caracterizan un espacio determinado y son objeto de interpretación, de ahí
que los paisajes sean la imagen externa de los procesos que tienen lugar en un territorio.

Hay dos aspectos a estudiar en el paisaje, uno como paisaje total, donde se le
identifica con el medio geográfico y otro, el paisaje visual que corresponde a la estética o la
percepción. Estos dos aspectos no se presentan integralmente, por el contrario el primero es
indicador de la información sintética del territorio y el segundo es la percepción que se
logra desde la observación. En esencia el concepto paisaje, permite destacar los
componentes visuales del espacio, la combinatoria específica, que de modo aparente
distingue la singularidad geográfica.

10
MONTAÑEZ Gustavo. 1997. En Geografía y Ambiente, enfoques y perspectivas. Bogotá.

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El Medio geográfico es el marco en el que se desarrolla la vida de los organismos


vivos. Es el que sustenta la existencia de combinaciones articuladas y dinámicas de medios
de vida. Es la expresión propia del medio biológico, dentro del marco de las relaciones
hombre-naturaleza, donde se observa la reciprocidad y dependencia. Castañeda R. Javier11
1997, lo define como el resultado de las relaciones entre la naturaleza y la sociedad
haciendo énfasis en la adaptación del hombre al medio natural. Según la distribución
espacial el medio geográfico puede ser urbano o rural; el urbano como la expresión de una
sociedad industrial y el rural la manifestación de una sociedad agrícola. El medio
geográfico surge como sinónimo de entorno físico. Cada medio geográfico se observa
asociado a determinado tipo de organización social.

La Región geográfica, entendida como una unidad del espacio terrestre que tiene
características similares que la identifican y diferencian de otras. Similitudes que pueden
ser de carácter fisiográfico, climático y de vegetación y cuando se le agregan elementos
como población y modo de vida de los pueblos que lo habitan, se convierte en una región
funcional. Este concepto se le identifica con el de área geográfica. El Geógrafo francés,
Pierre George,12 1993, define región geográfica como: “un espacio preciso pero no
inmutable, inscrito en un marco natural dado, y que responde a tres características
esenciales: los vínculos existentes entre sus habitantes, su organización en torno a un centro
dotado de una cierta autonomía, y su integración funcional en una economía global. Es el
resultado de una asociación de factores activos y pasivos de intensidad variable, cuya
dinámica se encuentra en el origen de los equilibrios internos y de la proyección espacial”.

Como puede verse en los conceptos anteriores, se observa una diferencia en lo que es
región, en el primer concepto, una región es un espacio caracterizado por la variación o
distribución uniforme de un determinado factor que puede ser ecológico, económico o
social. Como ejemplo tenemos las áreas en la región andina: zonas industriales, agrícolas,
mineras y ganaderas. En el segundo concepto, la región es un espacio donde interactúan
fuerzas de acción ordenadas a partir de una red de centros urbanos, es decir de una ciudad
principal. Lo anterior nos indica que existen dos clases de regiones: Homogéneas y
Funcionales.

El Territorio, es una parte del espacio geográfico sobre la cual se ejerce o se busca
tener control político. Es el ámbito espacial en el que el Estado expresa poder, es decir es el
campo de aplicación de la política y constituye el elemento esencial en la organización
social, política y económica de la población que en él se ubica. Su origen histórico y
político se entiende como la materialización e institucionalización de la sociedad a través
del Estado, puede afirmarse que es su riqueza material, puesto que incluye el suelo, el
subsuelo, el espacio aéreo, la plataforma submarina, el mar territorial, además de los
recursos naturales que el suelo sustenta.

11
CASTAÑEDA R., Javier. 1997. La noción del espacio en la geografía escolar. Memorias 6° Encuentro
latinoamericano de Geógrafos. Buenos Aires.
12
PIERRE George. Citado por ALVAREZ G. Alejandro. 1984. Conozcamos nuestra geografía. Editorial
Pime Ltda. Bogotá.

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La geosfera o espacio vital, categoría de análisis donde no se excluye al hombre de su


ámbito. Al contrario, lo considera una parte integral de ella. En este sentido Ernesto Jul,13
1972, retomando a Karl Jaspers, afirma que el hombre pertenece a la naturaleza como una
especie de animal pensante, creador y provocador de una historia.

La geosfera está constituida por un mundo no orgánico: la litosfera, la hidrosfera y la


atmósfera; por un mundo vivo natural o biosfera y por un mundo humano-cultural.
Elementos que constituyen un sistema socio geográfico, donde coexisten elementos
abióticos como: el clima, el relieve, el agua y el suelo, con elementos bióticos como la flora
y la fauna, sobre los cuales la población establece un sistema social, generándose así una
interacción entre el medio geográfico y la sociedad a través de relaciones de producción y
consumo en busca del bienestar social.

El Espacio geográfico, es la categoría de análisis donde se condensan las anteriores,


es entendido no como el simple escenario físico donde vive pasivamente el hombre
subordinado a los fenómenos naturales, sino el espacio construido, el espacio vivido; el
lugar en el cual se desarrolla la acción humana.

La evolución del concepto espacio geográfico, se da en un contexto espacio-tiempo,


correspondiente con el desarrollo de la sociedad y con las formas de apropiación de la
naturaleza. Su teorización tiene como fundamentos diversas Corrientes filosóficas y
científicas. Por ejemplo, según la concepción determinista, el espacio es un receptáculo o
continente donde se soportan las relaciones entre los elementos naturales y sociales. En
cambio, desde la concepción Historicista el medio natural le proporciona al hombre una
gama de posibilidades que él desarrolla de acuerdo con sus capacidades. En la concepción
Crítica en cambio, el espacio geográfico lo constituyen las formas y procesos espaciales
producidos por las relaciones sociales de producción, de donde surgen los conceptos de
espacio construido y espacio socio-geográfico.

Santos Milton,14 2000, explica el espacio geográfico como “la suma indisoluble de
sistemas de objetos y sistemas de acciones”. Donde las acciones son definidas por un
comportamiento orientado, normativamente regulado y el cual implica una motivación y un
esfuerzo. De ahí la afirmación de que la geografía es la ciencia de la acción.

La categoría de análisis más contemporánea de la geografía es la de lugar, la cual se


orienta al redescubrimiento de lo local, a considerar lo cotidiano, el espacio vivido. Sin
embargo, hoy en día todos los lugares son virtualmente mundiales, gracias al desarrollo de
las nuevas tecnologías. En el concepto de lugar, la proximidad o vecindad espacial es
esencial, en ella se da la coexistencia de la diversidad y por ende se posibilita el ejercicio de
la comunicación, crear lazos culturales y de cierto modo criterios de identidad. En contraste
con lo global-lo mundial, la búsqueda está en la organización del espacio desde la

13
GULH Ernesto. 1972. Temas colombianos. Estudios geográficos. ICEC. Bogotá.
14
SANTOS Milton. 2000. La naturaleza del espacio. Técnica y Tiempo. Razón y emoción. Ariel Geografía.
Barcelona.

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información. El espacio geográfico como lugar es un componente básico del mundo vivido
y desde una geografía de los lugares puede propenderse por una “percepción global y
holística del mundo y de los hombres”.

De manera gráfica, puede observarse como el concepto espacio ha sido nombrado de


múltiples formas de acuerdo con el paradigma surgido en el desarrollo de la ciencia
geográfica, lo cual no es sinónimo de que cada uno sea superado, simplemente coexisten y
responden a los diferentes enfoques de la geografía, constituyéndose en las diversas
categorías de análisis del concepto espacio geográfico.

SUPERFICIE
LUGAR
TERRESTRE

TERRITORIO ENVOLTURA
TERRESTRE
ESPACIO GEOGRAFICO
Categorías de análisis:

REGIÓN PAISAJE
GEOGRÁFICA

MEDIO
GEOSFERA
GEOGRÁFICO

Gráfica No 1: Acepciones del concepto espacio geográfico.

En estas formas de nombrar el espacio geográfico, se encuentran diferentes


tendencias y enfoques del pensamiento geográfico y a la vez se observa el carácter
integrador del conocimiento de la naturaleza y de la sociedad, comprenderlo así implica
acudir a las múltiples explicaciones construidas por las diversas disciplinas sociales, donde
es casi obligado el diálogo de saberes, la combinación de métodos y técnicas para alcanzar
explicaciones complejas, como lo es su objeto de estudio.

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NECESIDAD DE UN ENFOQUE INTEGRADOR


EN LA ENSEÑANZA DEL CONOCIMIENTO SOCIAL.
RELACIONES INTER Y MULTIDISCIPLINARIAS DE
LAS CIENCIAS SOCIALES

La interdisciplinariedad es un paradigma sistémico donde hay causalidad circular y


relaciones complementarias entre las ciencias. Es motivado en la hiperespecialización del
conocimiento, originado por el desarrollo científico y el auge de la Tecnología; concibe el
mundo como un todo, y es ahí donde se sustenta la integración de las ciencias, concepción a
la que la Geografía no escapa, es por ello que establece nexos con otras ciencias, ofrece
resultados y toma conceptos de aquellas que la complementan. Desde la
interdiciplinariedad se trasciende la suma de los saberes y se propone la integración de
conocimientos en torno al análisis de la realidad. Las otras ciencias sociales ofrecen a la
geografía construcciones teóricas para la comprensión del fenómeno geográfico. Se
superponen unas a otras y se extienden, a veces, a todos los campos del conocimiento.

En la enseñanza de las ciencias sociales el espacio geográfico convoca la


complementariedad, al análisis integrado de la realidad, en el análisis del espacio
geográfico colombiano, por ejemplo, no sería suficientemente claro, si se omitieran las
características socio económicas de los grupos humanos que en él se ubican, sus
problemáticas psico-sociales, como tampoco si se descarta la reflexión sobre la estructura
política que el pueblo ha construido desde el Estado y, mucho menos si omite el análisis
histórico cultural de los diferentes hechos sociales generados en dicho espacio geográfico.

Si bien cada ciencia social es un sistema de conceptos, las ciencias sociales en su


conjunto son un sistema complejo, cuya estructura se da en el marco de la interacción de la
información con miras a lograr explicaciones más complejas y acertadas de los fenómenos
y problemáticas sociales. Es la hiperespecialización del conocimiento la que ha dividido lo
que está unido en el mundo real. Es por ello que al abordar el proceso de enseñanza de las
ciencias sociales ha de procurarse la integración didáctica de esas múltiples disciplinas,
integración que ha de ofrecerse desde una visión interdisciplinaria de sus objetos de
estudio, a partir del establecimiento de ámbitos conceptuales amplios que den paso a
diversos contenidos posibles y a estrategias didácticas integradoras, donde el método
problémico desempeña un papel fundamental.

Las disciplinas docentes de las ciencias sociales para hacer realidad su concepción
como área, han de constituirse en un conjunto indisociable del conocimiento social
producido desde la investigación científica de los diferentes objetos de conocimiento; y es
ahí donde el espacio geográfico cohesiona, al precisar, caracterizar y explicar el lugar,
motivo de estudio, seguido por la ubicación histórica de los hechos o problemas a analizar
desde las acciones humanas. Estrechar los nexos entre las disciplinas docentes de ciencias
sociales no solo es una necesidad urgente sino una gran posibilidad desde su didáctica. El
espacio geográfico entendido como un conjunto indisoluble de sistemas de objetos y
acciones, surge como una categoría de análisis donde coexisten las diferentes ciencias
sociales y desde donde se hace obvio el diálogo multidisciplinario.

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El espacio geográfico, como producto social, hace imprescindible el sustrato natural


como soporte de la acción humana, es entonces un concepto donde coexiste la información
de las ciencias naturales y las ciencias sociales. Como puede observarse en el siguiente
gráfico.

S. atmosférico suelo Conflictos


territoriales S
S
I
I
S
S
Hidrología Gobernabilidad T
T
E
E
M
M ESPACIO
Clima A
A GEOGRÁFICO Cultura S
S
D
D Vegetación Economía E
E
Litosfera A
O Recursos comercio
C
B naturales
C
J
Organización I
E
social O
T
N
O
E
S Contenidos Formas S
Técnica

Tanto los sistemas de objetos, que conforman la naturaleza, como los sistemas de
acciones, dados por la sociedad, se sustentan en el espacio geográfico, constituyen lo vivo,
lo no vivo de la naturaleza y el intelecto humano desplegado sobre los diferentes recursos
naturales para obtener de ellos beneficios. El sistema de objetos, constituido por los
componentes del mundo real, el agua, el suelo, la atmósfera, etc, es el conjunto de recursos
que el hombre explota y pone a su servicio. El sistema de acciones lo constituye las
manifestaciones de una sociedad creada a partir de la explotación de los recursos. Es el
accionar humano quien da forma a los contenidos del medio geográfico. Es la cultura.

Dichos sistemas de objetos y acciones, son a su vez objetos de estudio de diversas


ciencias y, cada una de ellas, con un enfoque natural o social, posee unas categorías
conceptuales que la estructuran y dan cuenta de los diversos enfoques de la geografía. Es
por ello que se habla de una geografía física, climatología, hidrología, biogeografía,
geomorfología, antropogeografía, demografía, geopolítica, geografía matemática, geografía
económica, entre otras.

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A MODO DE CONCLUSIÓN

Las ciencias sociales, culturales, del hombre, del espíritu, de la discusión o de la


comprensión, como se les llama, al precisar sus objetos de estudio e identificar el papel que
cumplen hoy en la formación de los ciudadanos y en la comprensión de las dinámicas
sociales, brindan la posibilidad de avanzar hacia una enseñanza conceptual, donde el
encuentro de las diversas ciencias sociales se hace realidad, es decir se visualiza unas
ciencias sociales como área de enseñanza. Entre dichas ciencias se destaca la geografía,
vieja ciencia, que desde sus orígenes ha estado ligada a muchas otras, por su objeto de
estudio, el espacio geográfico, pero, cada vez ha sido nueva, gracias a los movimientos
teóricos y nuevos paradigmas que se dan en el desarrollo de su objeto de conocimiento; de
ahí que ha oscilado entre posiciones positivistas e historicistas, entre enfoques cuantitativos
y critico sociales, lo cual fortalece el quehacer de la geografía como disciplina docente.

Comprender las nuevas concepciones de la geografía y en particular las diferencias y


puntos de encuentro entre las ciencias sociales, anima el debate desde las variaciones
conceptuales y procedimentales de estas ciencias, incorpora elementos de innovación
didáctica y fomenta la pluralidad en el currículo de las ciencias sociales. Siendo el reto a
asumir ahora la construcción de currículos de ciencias sociales integradas. Entendiendo por
este la representación ideal de las diversas ciencias sociales integradas desde sus objetos de
estudio y mediante la interdisciplinariedad como método de trabajo, donde el diálogo de
saberes, la flexibilidad didáctica y la pertinencia social y académica son sus bases. En
síntesis, es una manera de asumir didácticamente la complejidad del conocimiento social a
partir del estudio del espacio geográfico.

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TEORÍA

Pensar el paisaje
Explorando un concepto ggeo
Explorando eo
eográfico
gráfico

CAMILO CONTRERAS DELGADO

L
as siguientes reflexiones tienen como propó- ca) entre disciplinas como la geografía y la historia1.
sito fundamental presentar un recorrido más Sin embargo hay argumentos para considerar a es-
o menos general de la formación del concep- tas dos categorías ontológicas como inseparables.
to paisaje y en particular del paisaje cultural. Foucault es uno de los teóricos contemporá-
Como objeto de estudio de la geografía cultural, el pai- neos que ha criticado el sesgo temporal de las cien-
saje ha transitado de término pictórico, a noción y a cias sociales: “la gran obsesión del siglo XIX fue,
concepto. Será interesante notar cómo a través de este como sabemos, la historia: con sus temas de desa-
concepto es posible identificar los diferentes estadios rrollo, crisis, ciclos, [...] En la presente época esta-
de la geografía: de lo objetivo a lo subjetivo, de lo está- mos sobre todo en la época del espacio, en la época
tico a lo dinámico, de lo fijo a la historicidad. de la simultaneidad, de la yuxtaposición, de lo cerca
La revisión parte del análisis etimológico que y lejos, de lado al lado, de lo disperso” (Foucault 1967:
permite establecer cierta similitud entre las lenguas 1). En otro lado el mismo autor menciona que el es-
itálicas y germánicas en lo que se refiere al término pai- pacio en el siglo XIX fue tratado como si estuviera
saje. La transición de término a concepto en la muerto, fijado, como no dialéctico, como inmóvil;
subdisciplina de la geografía urbana es tratada en la por el contrario, el tiempo era rico, fecundo, vivo,
segunda parte. Aquí se destacan las limitaciones inicia- dialéctico (Foucault, 1992, 126). No es que este au-
les con que la geografía urbana trató al paisaje: sin suje- tor pretenda anteponer el espacio sobre el tiempo; es
tos, sin historia, centrándose principalmente en lo visi- más bien el diagnóstico de su Arqueología del saber y,
ble e inmediato. La geografía cultural no estuvo exenta al mismo tiempo el creciente reconocimiento del es-
de estos rasgos en sus primeras escuelas (tercera parte
del trabajo). No obstante ha sido en la geografía cultu-
ral donde se han desarrollado los debates más intensos 1
El siguiente ejemplo muestra esta necesidad profesional por
así como nuevas teorías y metodologías: las representa- anteponer una ciencia sobre otra (o, en términos categóricos al
tiempo sobre el espacio) El ejemplo se da en un estudio histórico
ciones, la nueva geografía cultural (en los ochenta), y sobre la conformación de la frontera norte mexicana: “Son espa-
se ha aprovechado el movimiento del giro cultural. cios donde los seres humanos que los habitan han construido
una historia, y que también la han escrito para percibirse e inter-
pretarse a sí mismos. [Son] lugares privilegiados donde se han
ESP
ESPAA CIO Y TIEMPO, LA DISPUT
DISPUTAA generado hechos históricos significativos. Privilegiados porque
POR LA CENTRALID AD
CENTRALIDAD son lugares de encuentro y desencuentro de culturas y socieda-
des, de pasados y presentes. Y también pueden llegar a ser loci
philosophicus, porque llevan a la reflexión de las diferencias y de
La primacía del tiempo sobre el espacio y viceversa las identidades en la confrontación; es decir, del sentido de lo que
ha sido una discusión (a veces ociosa por ideológi- se es y de lo que se opta por ser: de la mismidad y de la continui-

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TEORÍA
Pensar el paisaje

pacio en la teoría social (simultaneidad, por ejemplo,


sintetiza las dos categorías).
También en el sentido de la inseparabilidad del
tiempo y el espacio está el crítico literario ruso Bajtin
(citado por Zubiaurre, 2000: 17) con su concepto
“cronotopo”. Con este concepto el autor se refiere a
la copresencia de tiempo y espacio, “sólo a través del
espacio logra el tiempo convertirse en entidad visi-
ble y palpable”. Estas líneas introductorias tienen la
intención de definir el punto de partida en el análisis
del concepto paisaje: se trata de un concepto que
implica la inseparabilidad del tiempo y el espacio.
Aunque parezca obvia la inseparabilidad de tiempo
y espacio, los primeros estudios del paisaje se limita-
ron a lo visible e inmediato, empobreciendo así los
análisis y los alcances de un concepto integrador
como el paisaje que nos ocupa.

DEL P
PAIS AJE PICTÓRICO AL P
AISAJE
AIS AIS
PAIS AJE
AISAJE
ACADÉMICO

Paisaje es uno de esos conceptos originados a partir


de términos no académicos ni científicos. De referir-
se a un espacio controlado por un “Señor” de la Edad
Media, pasó al ambiente pictórico y de aquí al am-
biente académico2.
La palabra en español, así como su equivalen-
te en francés paysage derivan de país y éste del latín
pagus que se refiere a un distrito rural definido, al-

dad. De ello ciertamente da cuenta la geografía, pero sobre todo


la historia recordada, inventada, aprendida, rescatada”. (Ceballos,
2003: 77). En esta cita Ceballos muestra una gran sensibilidad
por el espacio, habla de los lugares, de los locus, sin embargo qui-
zás sea necesario recordar que lugar no es igual a espacio. El lugar
es un proceso de apropiación, con significados para los sujetos.
No podemos hablar de lugar sin hablar de su historia, y, visto del
otro lado de la moneda, la historia no puede concretizarse más
que en el espacio. La frase de Eliseé Reclús sigue vigente: “La
geografía no es otra cosa que la historia en el espacio, así como la
historia es la geografía en el tiempo” (1986: 70).
2
Por cierto, Foucault comenta que “el discurso geográfico pro-
duce pocos conceptos, y los retoma un poco de todos lados”, así
ha pasado con territorio, región, dominio, campo, horizonte (Fou-
cault, 1992: 124).

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dea, poblado, burgo. Landscape (inglés), landschaft


(alemán), landschap (holandés) y sus equivalentes en
danés y suizo, tienen la misma raíz germánica, pero
no siempre el mismo significado. En alemán a veces El paisaje no es resultado
se refiere a una unidad administrativa. En cambio en
el inglés de Estados Unidos se usa como un escena-
de una generación
rio natural, mientras que en Inglaterra el paisaje in- espontánea, ni siquiera
cluye por lo general elementos humanos. De esta re-
visión etimológica podemos apuntar que paisaje desde sólo de un proceso evolutivo,
su origen estuvo referido a un espacio con límites
(espacio controlado, distrito, unidad administrativa,
por tanto, estudiar el paisaje
escenario natural o humanizado). A este nivel no sin retroceder a sus
podemos hablar de niveles de análisis puesto que aún
se trata de una noción no de un concepto3. antecedentes es condenar el
Entre 1600 y 1900 en lengua holandesa paisa-
je estuvo referido principalmente a la apariencia de
estudio a lo inmediato
un área en el medio de la pintura. Fue hasta el siglo coartando su real
XX cuando se convirtió en un concepto académico
perdiendo su atracción para pintores y poetas (Relph, comprensión.
1981: 47). Aparecieron entonces las bases para la
definición actual de paisaje: “una porción de tierra o
territorio que puede ser comprendida en una sola
mirada, incluyendo todos los objetos, especialmente
en su aspecto pictórico” (Gregory, 2000: 431). Esta
otras definiciones, a lugares delimitados: “el radio de
definición distaba aún de ser una definición concep-
cada una de estas minisociedades y que se puede
tual. Una definición parecida pero que incluye el fac-
abarcar de una sola mirada y recorrer a pie de punta
tor escala es la que propone Slater (1978, 71): “el
a punta en un solo día” (González 1987: 52). Esta
segmento de la tierra situado entre el ojo del obser-
definición está relacionada con las ya revisadas en
vador y su horizonte. En el nivel micro esto abarca
términos de escala. Sin embargo, la intención de
habitaciones, la fachada de una casa. Esto incluye los
González es proponer un concepto que sintetice los
elementos naturales (montañas, bosques, ríos, nubes)
sentimientos afectivos con el entorno inmediato.
en combinación con acciones humanas tales como
Matria es una reacción a Patria, a los oficialismos,
asentamientos humanos, caminos, edificios”. Por tan-
por matria González se refiere a la relación con la
to, la escala del paisaje cambia con la ubicación física
tierra inmediata, con el terruño. Esta dimensión, de
de quien observa. Estas definiciones retoman los lími-
los psicosocial, de lo cultural, de la perspectiva de los
tes como característica del paisaje, pero el nivel de aná-
sujetos, es un significativo avance con respecto a las
lisis está centrado en lo sustancial (visible, inmediato).
definiciones de párrafos anteriores.
En México, el historiador Luis González pro-
Para acercarnos al entendimiento del paisaje
pone el término matria para referirse, al igual que las
en el ámbito académico, por lo pronto es necesario
3
Para profundizar en la evolución etimológica de landscape se distinguir este concepto del de escenario al cual re-
puede consultar a J. B. Jackson (1986: 64-81). accionamos estéticamente, mientras que el paisaje es

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un escenario examinado con una mirada entrenada tiempo, las limitaciones de lo visible, y la compleji-
(Roberts, 1995: 77). Lo que propone Roberts es que, dad de los fenómenos que lo componen. El paisaje
efectivamente, todas las personas tenemos acceso al no es resultado de una generación espontánea, ni si-
paisaje, como parte de nuestro ambiente, mismo que quiera sólo de un proceso evolutivo, por tanto, estu-
despier ta en nosotros reacciones inmediatas, diar el paisaje sin retroceder a sus antecedentes es
emotivas; en este sentido se trata de un escenario. En condenar el estudio a lo inmediato coartando su real
cambio, para hablar de paisaje en términos comple- comprensión. Lo mismo sucede con la pereza inte-
jos y conceptuales, para conocer y entender lo que lectual de no suponer que detrás de lo visible está la
allí hay, es necesario el acompañamiento de teorías, mayor riqueza que debe ser estudiada. Pero es muy
métodos y técnicas. Entonces así podemos estudiar, pronto para hablar de las representaciones en y del
entre otras cosas, las reacciones inmediatas o no in- paisaje. El otro aspecto fundamental es la diversidad
mediatas, así como a la emotividad que despierta el de fenómenos en el paisaje, de allí la tradicional vir-
paisaje en los sujetos. tud del trabajo geográfico de proponer estudios que
La forma en que se va construyendo el con- integren las diferentes dimensiones de la realidad.
cepto paisaje nos permite advertir que el contenido En las siguientes secciones revisaremos cómo
del paisaje es complejo, variable, y por lo tanto, obje- se ha tratado al paisaje desde la geografía, abordan-
to de estudio de diferentes disciplinas –entre ellas la do en primer lugar la geografía urbana y después la
historia, la geografía, la arqueología, la antropología. geografía cultural, puesto que el giro cultural es un
Por ejemplo, gran parte del trabajo realizado en la movimiento más reciente.
geografía histórica está relacionado con la descrip-
ción y explicación del contenido visible del paisaje, EL P AIS
PAIS AJE URBANO, P
AISAJE AIS
PAIS AJE
AISAJE
incluyendo contrastes regionales, patrones de colo- SIN SUJETOS
nización, lo rural y lo industrial, formas de las villas
y pueblos, estilos arquitectónicos, el carácter de las Entre 1950 y 1970 la geografía urbana anglosajona
fronteras, y así por el estilo. limitó el estudio del paisaje urbano a los aspectos de
El punto de vista arqueológico propone a la la división y uso de la tierra. El desarrollo estadístico
discusión dos cuestiones centrales en el estudio del y los análisis de precisión fueron algunos de los fac-
paisaje: el tiempo y las evidencias visibles que for- tores de esta tendencia. En ese periodo la geografía
man parte del paisaje. La metáfora del iceberg ayuda urbana de Estados Unidos fue marcadamente
a entender que en el paisaje (visible) sólo una pe- econocéntrica. Temas como los distritos residencia-
queña parte sale a la superficie. Por tanto, la utilidad les, la localización industrial, y las interacciones espa-
de los elementos visibles del paisaje para el análisis ciales, entre otros, fueron tratados en términos econó-
morfológico es limitada puesto que lo visible es sólo micos como valor de la tierra, dimensiones económicas
la etapa final de una larga secuencia de desarrollo. del uso de la tierra, maximización de utilidades, etc.
Esto no quiere decir que no se puedan obtener con- Esto condujo a que en la geografía urbana de ese país
clusiones a partir de los elementos visibles del paisa- se descuidara el estudio del paisaje urbano como obje-
je, más bien significa que esas conclusiones pueden to de estudio relevante, se olvidó la parte cultural, se
quedar condicionadas por estructuras antecedentes evitó el rol del tiempo en la conformación urbana4.
no visibles (Roberts, 1995: 83-85).
Recapitulando, el estudio del paisaje nos en- 4
En Estados Unidos el paisaje no ha surgido como criterio para
frenta con tres cuestiones fundamentales: el papel del resistir los cambios en el uso del suelo. Mientras que en Europa,

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Ante ese panorama de la geografía urbana, fue- Podemos ejemplificar la correspondencia de la


ron los geógrafos culturales y los historiadores so- morfología del paisaje y el tipo de sociedad con un
ciales (con la evolución funcional del paisaje), los caso que hemos estudiado con anterioridad. Se trata
planeadores y arquitectos (con el análisis estético), de un pueblo fundado y desarrollado por la explota-
quienes apreciaron la importancia del paisaje urba- ción del carbón mineral. En la localidad se abrieron
no. Fue hasta el final de los años sesenta y principios sucesivamente cuatro minas, de manera que cada vez
de los setenta cuando algunos temas relacionados con se requirió más mano de obra. De acuerdo a esto
la morfología fueron considerados en la geografía ur- fueron apareciendo los barrios de los trabajadores y
bana de Estados Unidos5. Este cambio respondió más sus familias al lado de los centros de trabajo. Así, frente
bien a estímulos externos (a la disciplina) que a ini- a la mina 1 quedó el barrio 1, y así hasta la mina y
ciativas propias: por el interés cada vez más genera- barrio 4 se dio esta correspondencia. La localización
lizado en la calidad ambiental, en la preservación his- y dirección de las minas marcó la localización y di-
tórica, y en el resurgimiento de la cuestión cultural. rección de los barrios. Por otro lado, las jerarquías
Algunos de los desafíos analíticos que esta nueva vi- ocupacionales en la mina también marcaron la loca-
sión presentó obligan a visualizar a la ciudad como lización de los barrios de los trabajadores sindicali-
un sistema físico compuesto por estructuras mate- zados por un lado y los de confianza por otro. Este
riales arregladas bajo ciertos patrones culturales. Esto patrón fue común en localidades mineras (ver cua-
conduce al análisis del paisaje urbano, que se justifi- dro 1).6
ca por la relevancia de la especificidad de una socie- En la geografía urbana han dominado dos gran-
dad urbana en un hábitat específico, es decir, por la des aproximaciones al estudio del paisaje. Conzen
personalidad de la ciudad. (1978: 144) agrupa las aproximaciones en dos gran-
Con lo anterior ya se empezaba a advertir que des categorías, la primera basada en el paisaje como
a cada sociedad corresponde un cierto tipo de paisa- un ensamble de fenómenos concretos, mientras que
je urbano. La particularidad del lugar captura la esen- la segunda ve al paisaje como experiencia subjetiva.
cia de la comunidad a través de los edificios, los es- La primera busca establecer un inventario de “lo que
pacios abiertos, el estilo del arreglo espacial, la escala, está allí fuera” (lo objetivo), en tanto que la segunda
los materiales. Si la ciudad es pequeña, compacta y perspectiva busca el conocimiento social del paisaje
fuertemente anclada en la cultura regional, son fuer- en términos de comportamiento, en la selectividad
tes los enlaces identitarios entre las expresiones físi- de la observación así como en las actitudes psicoló-
cas y sociales. La especialización funcional del lugar gicas hacia lo que es percibido. Por supuesto que las
y los ciclos económicos también son fundamentales metodologías de cada una de las perspectivas difie-
en la configuración del paisaje (industrial, comer- ren considerablemente.
cial, minero, educativo, turístico, etc.). La perspectiva objetivista divide el paisaje ur-
bano en: a) la ciudad o pueblo plan (ground plan)
que se refiere al catastro, a la matriz de la tierra fun-
el paisaje es parte del patrimonio nacional y sujeto de planeación cionalmente diferenciada (sistema de calles, patro-
y regulación, en Estados Unidos el paisaje es remitido a lo silves-
tre, a los monumentos y parques nacionales. Sin embargo, a pe-
sar de que aún hoy en día el paisaje en Estados Unidos no tiene
legitimidad o significancia política, se reconoce que éste puede Sauer había destacado el estudio de la morfología en la geografía
emerger como un elemento crítico en las batallas ambientales cultural. (Sauer, 1925: 1954).
6
(Friedland, 2002: 365-366). Se trata de la localidad Minas de Barroterán en el Municipio de
5
En cambio, desde la década de los veinte del siglo XX Carl O. Múzquiz en el estado de Coahuila.

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nes de lotes y edificios). Estos elementos pueden ser do impulsado por Lynch (1959). Con este método
diferenciados por el período histórico de construc- es posible comparar mapas mentales entre individuos
ción y su estilo y por el tipo de función (fábricas, así como entre diferentes grupos (por género, profe-
escuelas, tiendas, habitación); b) el uso de la tierra, sión, edad, clase social). El supuesto de Lynch es que
que es el componente más efímero del paisaje urba- la gente nota y memoriza sólo una parte de las ca-
no, surge de las diferentes necesidades de usos espe- racterísticas visibles del paisaje urbano. La riqueza
cializados del suelo y el espacio (proporciones, for- del método está no sólo en el registro de esos sitios
mas, localización, densidad de población, por parte de los sujetos, sino en la búsqueda de los
accesibilidad). No sobra decir que un inventario es- significados de esos sitios para los sujetos. En la cons-
tático de los elementos del paisaje urbano no puede trucción de mapas mentales hay factores que pue-
ser un fin en sí mismo ni suficiente para comprender den ser determinantes como los patrones de movi-
las influencias antecedentes en su formación. En una miento (tipo de transporte, rutas) que expanden o
perspectiva dinámica del paisaje urbano se debe re- reducen la percepción del paisaje.
conocer la necesidad de considerar los cambios en la La aproximación subjetivista al estudio del
sociedad, así como la traducción de esos cambios en paisaje urbano, constituyó una propuesta de nuevas
el paisaje. teorías y métodos. Se estaba abriendo paso a las re-
Los estudios del paisaje urba- presentaciones en la geografía.
no desde la perspectiva subjetivista
CU ADR
CUADR
ADRO O 1
tienen una trayectoria mucho más
corta que los estudios de la pers- PLANO ACTUAL DE MINAS DE BARROTERÁN, MÚZQUIZ,
pectiva objetivista. Fue hasta la mi-
tad del siglo XX cuando la perspec-
tiva subjetivista se intensificó con
Kevin Lynch (1959). Uno de los
principales temas atendidos fue la
percepción del paisaje, tema que se
ha estudiado desde tres puntos de
vista: a) la dimensión histórico-cul-
tural que se ha ocupado de los sig-
nificados del paisaje urbano para los
sujetos; b) la estética del paisaje, la
que da cuenta de la apreciación
emocional del paisaje y donde ésta
puede ser directamente evaluada; y
c) las conductas asociadas con pai-
sajes urbanos en contextos especí-
ficos, lo que resulta de una inter-
pretación y selección jerárquica de
elementos del paisaje por parte del
sujeto. Lo anterior puede represen-
tarse en “mapas mentales”, méto- Con base en: SCINCE95, Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática, Coahuila, México.

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LA GEOGRAFÍA CUL TURAL, TRADICIÓN


CULTURAL, la captura de la génesis de aquello que desde enton-
Y A CTU
ACTU
CTUAALID
DAAD ces se conoce como morfología del paisaje cultural.
Sin embargo, la geografía alemana entre 1920 y 1960
Quizás una de las áreas de la geografía donde se han (con excepción de Hahn) ignoró las actitudes y las
dado los mayores cambios (y debates) alrededor del creencias, lo que la llevó a plantear un paisaje esta-
paisaje es la geografía cultural. Esto puede estar rela- ble. Por otro lado, a pesar de que en esta escuela fue
cionado con cambios fundamentales (epistemológi- considerada la dimensión cultural del paisaje desde
cos, teóricos y metodológicos) en las disciplinas con muy temprano, tenía la limitación, en el período
las que la geografía cultural dialoga: sociología, an- mencionado, de circunscribir el paisaje exclusivamen-
tropología, historia, arqueología, entre otras. Uno de te a la geomorfología de lo que el ojo abarca (Claval
estos cambios cruciales es la aparición del sujeto y el 1999: 25-29)
giro cultural. Antes de centrarnos en el paisaje cultu- Hablar de la geografía cultural de Estados
ral conviene enmarcar su situación actual en la tra- Unidos es hablar de Carl O. Sauer7 y de la escuela de
yectoria intelectual de la geografía cultural. Berkeley. Dada la influencia de los antropólogos nor-
La tradición alemana encuentra entre sus ini- teamericanos, Sauer (1925) hace de la cultura “el
ciadores a Otto Schlüter (1872-1959) quien logró conjunto de herramientas y artefactos que permiten
mantener la unidad de la geografía y evitar tomar al hombre actuar sobre el mundo exterior, y va más
partido en la difícil cuestión del determinismo. En
1907, con uno de sus trabajos, convirtió al paisaje en 7
Fue Carl O. Sauer quien introdujo el concepto de landscape a la
el objeto de la geografía humana: la identificación de geografía de Estados Unidos en 1925 con su “Morfología del
la organización del paisaje, la descripción así como paisaje” (Sauer, 1925).

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Pensar el paisaje

allá: la cultura se compone también de asociaciones de refiere al “rejuvenecimiento” del paisaje por “la in-
plantas y de animales que las sociedades han aprendi- troducción de una cultura diferente”, no está plan-
do a movilizar para modificar el ambiente natural y teando como único escenario la introducción pacífi-
hacerlo más productivo”. Sin embargo, Sauer como ca y en armonía de otra cultura. Sin embargo, parece
los alemanes, ignora las dimensiones sociales y psicoló- necesario discutir a qué se refiere Sauer por rejuve-
gicas de la cultura (Claval, 1999: 31-33). necimiento. Las posibilidades de cambio se nos an-
El paisaje cultural es el principal objeto de es- tojan diversas, incluso el “envejecimiento industrial”,
tudio de la geografía cultural, por lo que ha sido tema el «envejecimiento demográfico”. Si por rejuveneci-
de profundos debates. La definición clásica es la que miento debemos entender cambios, no hay duda so-
propuso Carl O. Sauer: bre el planteamiento de Sauer. Cosgrove opina que
esta afirmación de Sauer está referida a los impac-
El paisaje cultural es configurado a partir de un paisaje tos de la colonización y de la modernización. Si esto
natural por un grupo cultural. La cultura es el agente, el es así, entonces la definición de Sauer está fuera de
área natural el medio, el paisaje natural es el resultado. tiempo.
Bajo la influencia de una cultura dada, con cambios a
través del tiempo, el paisaje es desarrollado, pasando a En Francia los primeros pasos de la geografía cultural se
través de diferentes fases. Con la introducción de una apoyaron en los géneros de vida que a la postre serían
cultura diferente se da un rejuvenecimiento del paisaje factor de su crisis. En principio, sin embargo, proceder a
cultural, o un nuevo paisaje es sobre-impuesto en los re- través de los géneros de vida permitió dar un estatus de
manentes del viejo paisaje (Cosgrove, 2000: 140). autonomía a la cultura; esto es, la cultura dejó de ser ana-
lizada en términos de la relación hombre/medio. Para
La definición establece claramente la diferen- Vidal de la Blache los elementos de la cultura (instrumen-
ciación entre cultura y naturaleza. Cuando Sauer se tos que las sociedades utilizan y los paisajes que éstas
modelan) sólo tienen significado si se los ve enmarcados
en los géneros de vida. Para de la Blache esto era funda-
mental, puesto que el género de vida permite una visión
Lo que ahora se busca es integradora sobre las técnicas, las herramientas y las for-
mas de habitar. Así, para este autor la cultura es ‘aquello
comprender la interpretación que se interpone entre el hombre y el medio y humaniza
los paisajes’ (Claval 1999: 25-29).
simbólica que los grupos y las
clases sociales dan al entorno, Jean Brunhes, discípulo de la Blache, sin aban-
donar el eje de los géneros de vida, avanza en pres-
las justificaciones estéticas o tar atención al valor simbólico de lo que hay en el
paisaje. Sin embargo, el análisis de la ocupación del
ideológicas que proponen y el suelo resulta más relevante para él. Aunque los geó-
impacto de las grafos franceses fueron atraídos por la forma en que
los hechos religiosos marcan el paisaje (iglesias, cal-
representaciones acerca de la varios, cruces, peregrinaciones, comercio de objetos
rituales, etc.), trataron esta particularidad desde afue-
vida colectiva ra, fieles a la influencia positivista. No se atrevieron

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a escrudriñar en la mutua relación paisaje-conducta. experiencia directa que de él tienen los sujetos. La
Descansar todo el arsenal de la geografía cul- geografía ya tocaba la fenomenología9.
tural en los géneros de vida fue como meter todos Lo que ahora se busca es comprender la inter-
los huevos en una misma canasta. El progreso técni- pretación simbólica que los grupos y las clases so-
co del siglo XX, la facilidad de las comunicaciones y ciales dan al entorno, las justificaciones estéticas o
la fabricación masiva de herramientas empezó bo- ideológicas que proponen y el impacto de las repre-
rrando la diferenciación de pequeñas campiñas y sentaciones acerca de la vida colectiva
sociedades etnológicas del mundo tradicional. En De los anteriores virajes no se puede afirmar,
otras palabras, el análisis de los géneros de vida no se sin embargo, que la geografía francesa abandonara
adapta al mundo urbano e industrializado. Bajo esta los aspectos materiales de la cultura, más bien el es-
lógica el objeto de estudio de la geografía cultural pectro de análisis se amplía: ahora describe las pa-
estaba en extinción. Esto fue resultado de enfatizar siones y los gustos de la gente, los cambios de actitud
el aspecto material y objetivo en el análisis del paisa- con respecto a la cultura, las identidades y el lazo
je cultural, pues aún en ambientes similares y con territorial. De esta manera la geografía se acercó a
procesos de organización y adaptación similares, los las humanidades, es decir a las disciplinas de la ex-
símbolos y los significados serán diferentes. Lo mis- presión y la comprensión. Metodológicamente estas
mo se aplica a las técnicas (por ejemplo las agríco- perspectivas están familiarizadas con el análisis del
las): aunque tiendan a uniformar el aspecto material, discurso, centro de una de sus principales críticas,
habrá continua traducción y modificación de sím- desde la misma geografía: “no dan un lugar suficien-
bolos y significados. te a las prácticas e ignoran los aspectos materiales y
La tendencia a la uniformidad de las técnicas e las implicaciones biológicas de los hechos de la cul-
instrumentos valió para que los geógrafos culturales tura. Captan las geografías que la gente dice y no las
descubrieran el rico insumo de las representaciones que modelan realmente los flujos de intercambio y
hacia la década de los ochenta del siglo XX8. los haces de relaciones institucionales” (Claval,
A mediados de la década de los setenta del si- 1999:74). La crítica de Claval toca el nivel teórico de
glo XX, la geografía cultural pasó a una nueva etapa la geografía humanista. Por un lado Claval entiende
dejando atrás la exclusividad de lo objetivo, y los es- al procedimiento fenomenológico como excluyente;
tudios “desde afuera”. Algunos geógrafos optaron hay, sin embargo, voces desde la misma fenomeno-
por el análisis y la descripción del mundo según la

9
Esta corriente tiene dos fuentes filosóficas principales: Husserl
y Martin Heidegger. La metodología de Husserl se sintetiza en
8
Las representaciones son descripciones de algún aspecto de la tres pasos: a) la suspensión de presuposiciones, abstenerse inten-
realidad. Una serie de prácticas mediante las cuales los significa- cional y sistemáticamente de todo juicio relacionado directa o
dos son constituidos y comunicados. Las representaciones no sólo indirectamente con la existencia del mundo externo (poner el
reflejan la realidad, sino que éstas permiten, además, constituir la mundo entre paréntesis que equivale a la reducción fenomenoló-
realidad. Las representaciones no sólo son textos, palabras, pin- gica); b) reflexionar no sobre los objetos de nuestra percepción
turas, sino que también incluyen material cultural como los pai- sino en la manera en la cual éstos son originalmente dados (a lo
sajes que comunican mensajes múltiples y heterogéneos. Pero, que Husserl denomina fenómeno); c) revelar la verdadera esen-
hay una mediación en la representación del paisaje: la selectivi- cia del fenómeno. Algunos de los autores en geografía que han
dad. La gente selecciona, se apropia, recompone y particulariza reflexionado con esta perspectiva son Entrikin, Gregory, Relph,
los significados de fenómenos culturales y materiales como el Tuan. La fenomenología no es sólo una crítica del positivismo,
paisaje. El paisaje representa y reifica los valores culturales, pero sino además una alternativa. Para ampliar estos aspectos de la
esas representaciones también pueden ser desreificadas (con re- fenomenología (así como las críticas de que es objeto) puede
acciones a representaciones impuestas), (Duncan, 2000: 703). consultarse a Alfred Schutz (1974: 327).

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Pensar el paisaje

mana. De manera que esta corriente está más cerca


de la teoría de las ciencias sociales y humanidades
Los aspectos centrales del que de la biología y las ciencias de la tierra. Otro as-
pecto que caracteriza a la nueva geografía cultural es
paisaje en esta “nueva el reconocimiento de la importancia del pasado en el
entendimiento del paisaje.
geografía” son el simbolismo, Una de las asunciones de esta corriente es que
el significado, la identidad, los significados son construidos activamente, nego-
ciados y siempre constituidos a través de discursos
el territorio, la agencia de agentes humanos y no humanos (tema común de
las filosofías posmodernistas). Es fácil entender que
humana. la nueva geografía humana comparte una posición
política: el punto de vista de los subalternos. De ma-
nera que la perspectiva de género, de clase, de
etnicidad, edad, etc., se inclina a favor de grupos es-
logía que proponen a ésta como una aproximación pecíficos. También dentro de esta corriente hay in-
complementaria a las ya existentes10. Por otro lado, fluencia de la teoría postcolonial, que en su nombre
Claval resta alcance y el verdadero sentido a las re- lleva la reacción a los paradigmas tradicionales domi-
presentaciones. Las visualiza sólo como lo que la nantes y cuyos temas centrales son la transculturación,
gente dice, como separadas de la constitución de la la hibridez, la geografía imaginativa.
realidad. Mientras que una parte valiosa en la pro-
puesta de las representaciones, es precisamente que EL P AIS AJE CUL
PAIS TURAL
CULTURAL
éstas son parte constituyente de la realidad.
Una nueva generación de estudios geográficos, en
LA NUEV
NUEVAA GEOGRAFÍA CUL TURAL
CULTURAL particular del paisaje cultural, contribuye con una
nueva perspectiva (humanista) y con nuevas (o al
La crítica a los conceptos sauerianos de cultura y menos explícitas) categorías que Sauer no conside-
paisaje fue el punto de partida de la nueva geografía ró, tales como: construcción social, representación,
cultural a principios de los años 80. La nueva pro- y poder:
puesta retoma con más énfasis las categorías de es-
pacio y espacialidad a diferencia de la geografía cul- Un paisaje es una imagen cultural, una forma pictórica de
tural antecedente que enfatiza el aspecto ambiental y representar, de estructurar o simbolizar los alrededores.
materiales del paisaje. Los aspectos centrales del pai- Esto no quiere decir que los paisajes sean inmateriales.
saje en esta “nueva geografía” son el simbolismo, el Por el contrario, los paisajes pueden ser representados en
significado, la identidad, el territorio, la agencia hu- una variedad de materiales y de superficies (en pinturas,
en obras literarias, en la tierra, las piedras, en el agua y la
vegetación sobre el suelo (Daniels y Cosgrove, citado por
10
Al respecto Schutz comenta que “los resultados de la investiga- Cosgrove, 2000: 140).
ción fenomenológica no pueden ni deben chocar con los resulta-
dos probados de las ciencias mundanas, ni siquiera con las doc-
trinas probadas de las llamadas filosofías de las ciencias [...] la En esta perspectiva se enfatiza también lo vi-
fenomenología tiene su propio campo de investigación y espera
sual en el paisaje; sin embargo, no se restringe a la
terminar allí donde otros comienzan” (Schutz, 1974: 124).

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Pensar el paisaje

morfología y a los rasgos visibles. Todos los aspectos


del paisaje son considerados como representaciones,
por tanto, su interpretación revela las actitudes so-
ciales y el proceso material.
La corriente más extrema en esta perspectiva
es la que trata al paisaje cultural como un texto, don-
de se utilizan métodos de análisis del discurso. Esta
corriente no está libre de detractores, quienes conside-
ran que el énfasis en las cualidades semióticas y en las
representaciones tienden a desaparecer los aspectos
sustantivos del paisaje, la materialidad y raíces del hori-
zonte de la vida diaria (lifewords) de las comunidades.
Schein (1997: 662), desde una fórmula más
dinámica del paisaje sin perder su materialidad
propone: “Los paisajes están siempre en proceso de
transformación, ya no reificados ni concretizados, sino
continuamente bajo escrutinio, a la vez manipulable,
siempre sujeto a cambio, donde quiera implicado en la
formulación constante de la vida social”.
Desde la definición de Sauer en las primeras
décadas del siglo XX, la forma de ver y definir el
paisaje cultural ha cambiado enormemente. Cuando
en Sauer hubo una visión más estructuralista, con
más énfasis en lo visible, y el aspecto cambiante que-
daba circunscrito al “rejuvenecimiento”, las nuevas
definiciones enfatizan el papel de las representacio- significados e interpretaciones, se trata de los geosím-
nes del paisaje en la constitución de la realidad, y por bolos y los topónimos.
tanto la centralidad del sujeto en la construcción del El geosímbolo, lleva la teoría de los símbolos al
paisaje. La temporalidad es un aspecto que ya se ha- terreno del espacio geográfico. Un símbolo es efecti-
bía considerado desde antes de la nueva geografía vo porque subraya lo que se comparte; derivado de
cultural, pero que las nuevas corrientes han destaca- esto el geosímbolo es un lugar, un itinerario, una ex-
do. La diferencia es que la temporalidad no está su- tensión o un accidente geográfico que por razones
jeta a la sucesión de “capas” visibles, sino que aún políticas, religiosas o culturales reviste, a los ojos de
aquello que parece estable está en continuo cambio ciertos pueblos o grupos sociales, una dimensión sim-
y transformación. El vicio de la sustancialidad es di- bólica que alimenta y conforta su identidad (Bonne-
fícil de encontrar en la nueva visión del paisaje. maison, citado por Giménez, 1996: 14). Los asenta-
mientos humanos, cualquiera que sea su tamaño,
GEOSÍMBOLOS Y TOPÓNIMOS incluyen geosímbolos en sus paisajes (una montaña,
un edificio administrativo, una calle, un parque, etc.).
En el paisaje cultural sobresalen dos elementos visi- Para Tuan (1974: 200), la razón de ser de los geosím-
bles, pero, como el iceberg, esconden una riqueza de bolos no es algún atributo físico intrínseco sino su

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Pensar el paisaje

efectividad, articulando y simbolizando los genuinos fundamente arraigado: nace de posturas que se eli-
sentimientos históricos de una comunidad o de una gen, objetos de los que uno se rodea, de la manera de
parte de la comunidad. Como mencionamos, no es vestir, de los deportes que se practican, de los pasa-
el aspecto sustancial el que define la cualidad sim- tiempos preferidos, esto quiere decir que entramos a
bólica del geosímbolo. Por otro lado, también supo- la era del consumo cultural: compra de antigüeda-
nemos que el geosímbolo es parte de esa dinámica des, práctica de ciertos deportes, dietas, marcas, di-
cambiante, en continua transformación del paisaje11. seños, esto es, la necesidad de distinción (como plan-
Los topónimos pueden complementar el sím- tea Bourdieu) toma en nuestras sociedades una forma
bolo visual. Los topónimos (oficiales o no) también radicalmente nueva. Sin la intención de resolver aquí
son efectivos articulando y recordando el lugar en esta discusión podemos traer uno de los argumentos
que se está (o el lugar que se ha dejado). Por ejemplo que consideran al territorio como factor relevante en
la reproducción de paisajes de algún lugar de Méxi- la identidad. Por ejemplo, Giménez (1996) sintetiza
co en California por los migrantes mexicanos. en la reterritorialización la nueva relación de los suje-
El bautismo del espacio y de todos sus pun- tos con su entorno. Esta propuesta acepta que la iden-
tos notables no se hace solamente para ayudar a se- tidad ya no está centrada en el trabajo o en aspectos
ñalar. Se trata de una verdadera toma de posesión de la vida diaria que fueron centrales, la identidad
(simbólica o real) del espacio (Claval, 1999: 162). A ahora se construye a partir de fuentes más diversas y
los nombres impuestos oficialmente pueden oponerse se tiene un nuevo tipo de relación con el territorio,
los sobrenombres que la gente rebota como reacción. quizás más cambiante, menos estable, pero sin can-
También sucede que los nombres cambian bru- celar la relevancia espacial.
talmente tras la instauración de un nuevo poder, de
una invasión o del triunfo de nuevos modelos. Nom- REFLEXIONES FINALES
brar lugares es impregnarlos de cultura y poder
(Claval, 1999: 173). Esto sucede tras la conquista El “recorrido por el paisaje”, su conceptualización y
violenta de un pueblo, tras el triunfo y posesión de desafíos nos permiten proponer a la discusión actual
un grupo gubernamental que estratégicamente se tres aspectos básicos: la consideración del tiempo; la
propone diferenciarse de sus antecesores y de paso relación objetivo-subjetiva, visible-invisible; y la com-
intentar borrarlos de la memoria colectiva. plejidad de los fenómenos del paisaje.
Hay un asunto problemático en la relevancia La relevancia explícita del aspecto temporal
del lugar, del territorio, del paisaje en la identidad. El (histórico) para entender el paisaje debería trivializar
argumento de la desterritorialización de la cultura y las discusiones sobre la supremacía del tiempo o el
de la identidad es convincente bajo ciertas condicio- espacio en el estudio de los lugares. La inseparabilidad
nes. Maffésoli citado por Claval (1999: 332) comen- de estas categorías aproxima al geógrafo no sólo a
ta que el sentimiento de identidad deja de estar pro- diferentes métodos, técnicas y fuentes (de análisis
histórico) sino a la búsqueda de nuevas teorías y con-
ceptos. Hasta ahora son pocos los esfuerzos por sin-
11
La geografía cultural adoptó la iconografía como una de las tetizar en un concepto la relación tiempo-espacio.
herramientas fundamentales para el estudio e interpretación de La dimensión temporal del paisaje, no sólo nos
los símbolos. Inicialmente, la iconografía fue aplicada a los íco-
nos religiosos y a las imágenes pintadas. Fue hasta mediados de permite reconstruir las “capas” antecedentes (que ya
los años cincuenta cuando la iconografía fue introducida a la geo- no se ven) al paisaje actual, sino que más bien nos
grafía como un método de interpretación del paisaje y la carto-
debe permitir identificar la continuidad y/o cambios
grafía (Cosgrove, 2000: 366).

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TEORÍA
Pensar el paisaje

de las lógicas en la permanente transformación del ______(2000b), “Iconography”, en: The dictionary of human
geography, 4a. ed., R. J. Johnson, Derek Gregory, et al, Lon-
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La atención al aspecto invisible está asociada geography, 4a. ed., R. J. Johnson, Derek Gregory, et al, Lon-
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Friedland, William H. (2002), Agricultura and rurality: beginning
tiene relevancia para el entendimiento del paisaje the “final separation”, en: Rural Sociology, vol. 67,
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ha sido desatendido por los enfoque estructuralistas.
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La teoría social actual ha aportado suficientes argu- Universidad Autónoma de Colima.
mentos para mostrar la relevancia de los sujetos en la González y González, Luis (1987), “Suave matria”, en: Nexos, núm.
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estr ucturación de lo social (fenomenología, Gregory, Derek (2000), “Landschaft”, en: The dictionary of human
interaccionismo simbólico, etnometodología…). Ya geography, 4a. ed., R. J. Johnson, Derek Gregory, et al, Lon-
es ocioso a estas alturas entrar a la discusión de pai- don: Blackwell.
Relph, Edward (1981), Rational landscapes and humanistic geography,
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la geografía debe dialogar con otras ciencias socia- Jackson, J. B. (1986), “The vernacular landscape”, en: Landscape
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No se trata de cambiar lo objetivo por lo sub- Roberts, B. K. (1987), “Landscape archaeology”, en: Landscape
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TRAYECT
TRAYECTORIAS
YECTORIAS AÑO VII, NO. 17
17 ENERO-ABRIL 2005 69
^s

Espacio y territorios
RAZÓN, PASIÓN E IMAGINARIOS

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09

^ :
Presentación

f?.

tsta publicadór\ nace del interés de la Universidad Nacional de Colombia


por promover el análisis espacial y territorial y hacer que éste forme parte
de su agenda académica de una manera sistemática, continuada e
institucional.
Es el primer libro de la Red de Estudios de Espado y Territorio, RET, de
la que ya forman parte estudiosos del tema, incluidos profesores e investi-
gadores de la Universidad y del país. La RET se inscribe dentro de la estra-
tegia de Presenda Nadonal emprendida por el Alma Mater para renovar
su compromiso con la sociedad colombiana a través de programas y activi-
dades académicas de mayor pertinencia y calidad, que contribuyan con
más eficacia a la búsqueda de alternativas viables para superar los grandes
problemas que enfrenta la construcdón de la nadón colombiana.
Hay razones de orden general que conducen a considerar el tema de
espacio y territorio como un eje problemático de especial pertinencia en la
actualidad, alrededor del cual se debe iniciar un proceso académico inno-
vador y articulador de programas y proyectos de investigación, docencia y
extensión en la Universidad y en el país.
En primer lugar, emerge el desafío reflexivo e interpretativo que pro-
vocan las recientes y profundas transformaciones espaciales y territoriales
ocurridas en todo el mundo desde la terminadón de la segunda guerra
mundial, muy ligadas con la expansión hegemórüca y planetaria de la lógi-
ca y la materialidad del capitalismo.
En segundo lugar, la atención hacia esta problemática proviene tam-
bién del interés y la preocupación credente del pensamiento crítico, tanto
sodal como ambiental, sobre los efectos que las nuevas materialidades,
fundonalidades, normatividades y semióticas ligadas a las transformado-
nes redentes, han tenido o pueden Uegar a tener en la dislocación de es-
11
Q.USTAVQ MONTAÑEZ GÓMEZ .

tructuras y fundones territoriales, económicas, ambientales y ecosistémicas,


culturales y sodales de muchos pueblos del mundo.
Pero hay también motivos de carácter más particular que nos invitan a
pensar el espacio y el territorio, los cuales tienen que ver con nuestra con-
dición de colombianos, pertenecientes a esta nación todavía en construc-
ción. Quisiéramos encontrar respuestas a interrogantes relacionados con
la construcción y viabilidad del proyecto territorial nacional y regional,
con la inserción pertinente del país en las estructuras espaciales y territo-
riales del mundo del presente y del futuro, con la construcción de lo públi-
co del territorio como factor de democracia e inclusión social, con la
comprensión de las dimensiones territoriales de la guerra y la paz en el
conflicto actual, con el desarroUo de la democracia de las territoriaUdades
étnicas y sociales, con el conodmiento y tratamiento de la conflictividad de
nuestras fronteras internas y externas, y la necesidad de su integración,
con las potencialidades de la imaginación geográfica de los niños, jóvenes,
adultos y ándanos, del campo y la ciudad, con la necesidad ciudadana de
construir conciencia y pertenencia territorial, y, en fin, con el sueño de
construir una nación que resuma nuestras aspiraciones con visión demo-
crática, humanística y universal capaz de gozar sus ecosistemas y su am-
biente intertropical y de construir su espacio geográfico armónico con los
valores fundamentales de la nación.
Sin embargo, la preocupación académica por el tema espacial y territo-
rial no es una inquietud parroquial. Durante las últimas dos décadas, en
distintas latitudes, ha crecido de manera inusitada el interés renovado de
muchos pensadores de la sociedad, de la cultura y de la naturaleza, acerca
de las cuestiones espaciales y territoriales, sean éstas de escala subnacional
o supranacional. Este renacer de la metáfora espacial ha ido paralelo, como
se señaló antes, a la intensificación de fenómenos ambientales, económi-
cos, culturales y sociales que actúan a escala planetaria y están cada vez
más interconectados, los cuales provocan tendencias a veces contradicto-
rias, dependiendo del carácter de las relaciones entre los niveles de las
escalas de acción espacial de esos mismos fenómenos, sean éstos de alcan-
ce local, regional, nacional, supranacional o mundial.
Las visiones y valoraciones que sobre el espacio y el territorio tienen los
pueblos y sociedades del mundo son y han sido históricamente muy
disímiles; en cada época eUas han dependido de la importancia otorgada
al espacio y el territorio por las estructuras y funciones de los distintos
sistemas culturales, sociales y políticos. A esta diversidad de origen cultu-
ral y sodal se agrega la que proviene de la también histórica conformadón

12
PRESENTACIÓN

de las disciplinas académicas y de las profesiones, cada una de las cuales


imprime determinado sentido a su mirada. Como si el panorama no fuese
ya variopinto, la gama de perspectivas se amplía aún más con la multipli-
cidad de enfoques filosóficos y de escuelas de pensamiento en una misma
discipUna académica.
En este caleidoscopio de acercamientos hada lo espadal y territorial,
las visiones se mueven desde aqueUas románticas y existendaUstas, pasan-
do por las objetívistas y positivistas, hasta las estructuraUstas y postestruc-
turalistas. Por el espacio y el territorio se interesan con enfoques diversos
numerosas discipÜnas, desde la psicología, la etología o la literatura, y las
dencias naturales, como la biología o la ecología, hasta las ciencias sociales
y poUticas, como la geografía, la antropología, la economía y la sodología.
Este interés multidiscipUnario demuestra la importancia y la complejidad
del tema espacial y territorial, y reclama la necesidad de su estudio y com-
prensión interdisciplinarios, como se intenta con esta publicación.
La Universidad Nacional de Colombia agradece a los profesores, estu-
dicmtes y colaboradores de la RET y a todos los ponentes del seminario
realizado en noviembre de 2000 sus aportes académicos, sin los cuales esta
pubUcación no hubiese sido posible. Gratitud especial merecen los miem-
bros del Comité Editorial y, de manera particular, Sonia Aguirre, la asidua
y eficiente asistente de la RET. Imperdonable sería dejar de expresar nues-
tro reconocimiento a la caUdad y al profesionaUsmo de la editorial de la Uni-
versidad, Unibiblos, cuyo trabajo avanza por el camino de la excelenda.
Queda en manos de los lectores el juicio de los contenidos de este übro
y lo que éste pueda aportar a la reflexión sobre el espacio y el territorio en
Colombia.

Gustavo }Áontañez Gómez


Vicerrector General
Universidad Nacional de Colombia

13
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Introducción
RAZÓN Y PASIÓN DEL ESPACIO Y EL TERRITORIO

Gustavo Montañez Gómez'

bn la medida en que los humanos han ido comprobando la finitud del


planeta en que viven y que casi todos los rincones donde habitan están ya
interconectados por las comunicaciones y los mercados, parecen inquie-
tarse más que nunca antes por el presente y el futuro de sus espacios y
territorios. Desde comienzos del último cuarto del siglo XX ha crecido en el
mundo un interés renovado alrededor de este tema por parte de muchos
pensadores de la sodedad, de la cultura y de la naturaleza.
Este renacimiento de la metáfora espacial sucede al mismo tiempo en
que todo el planeta es escenario de la intensificación de ciertos fenómenos
ambientales, económicos, culturales y sociales, cuya interconexión es cada
vez más estrecha. Todos estos procesos complejos provocan tendendas a
veces contradictorias, dependiendo de sus escalas de acdón espacial y de
la naturaleza de las relaciones entre ellas. En general, las lógicas y los efec-
tos de la acción no ocurren sin soludón de continuidad en los distintos
ámbitos, trátese de un lugar, una locaUdad, una región subnacional, un
país, una región supranacional o el mundo entero. . '.,
El estudio del espado y el territorio exige un esfuerzo importante por
identificar y precisar una mínima base teórica y conceptual, sin la cual es
grande el riesgo de perderse en la infinita trama de diversidad y compleji-
dad de este campo de estudio.
Las consíderadones que aquí se hacen están basadas en una selecdón
y formuladón de algunos elementos teóricos fundamentales para la reflexión

Profesor, Facultad de Ciendas Humanas, Departamento de Geografía. Vicerrector General de la


Universidad Nacional de Colombia.

15
GUSTAyoMONJAÑEZ GÓMEZ

y el análisis de la complejidad espacial y territorial. Para eUo se parte de los


aportes de importantes estudiosos del tema en tiempos recientes. Se trata
de predsar y articular dertos conceptos y, a partir de eUos, analizar las
lógicas más generales de la producdón del espado, espedalmente en la época
actual, intentando auscultar la naturaleza y el carácter de las relaciones más
cercanas entre el territorio, los lugares y los individuos o colectividades.
Aunque aquí no se indagó de manera directa y empírica acerca de la
problemática espacial y territorial de Colombia, el lector si podrá encontrar
piezas de reflexión útiles y referentes para analizar la perspectiva territo-
rial del país.

ACERCA DEL ESPACIO GEOGRÁFICO

Sack (1997) recuerda que los humanos son seres geográficos. Quiere esto
decir que los humanos transforman la Tierra para convertirla en su casa,
pero al hacerlo se transforman eUos mismos no sólo mediante la propia
acción que implica esa transformación, sino también por los efectos que
esa Tierra transformada ocasiona sobre la especie y la sociedad humanas.
Así, nuestra naturaleza geográfica nos mueve a darle forma espacial al
mundo y ese mundo moldeado nos transforma de muchas maneras, sin
que a menudo seamos consdentes de eUo.
Por ello, desde el punto de vista geográfico, la historia de la humani-
dad se interpreta como la historia de la apropiación y transformación de la
Tierra, en especial de su biosfera, a través de la acción de las sociedades
humanas. Y, por otro lado, se entiende también como la historia de la trans-
formación de los humanos debida a los efectos de la apropiación y trans-
formación del espacio y la biosfera terrestre.
El espacio geográfico, en apariencia sólo sensible y hasta banal, contie-
ne gran complejidad tanto por tener un contenido relacional, complejo,
funcional e histórico como por ser un medio hoUstico muy particular que
expresa la extraordinaria dinámica e interacción social, económica y cultu-
ral de los pueblos. Estos pueblos, localizados siempre en porciones parti-
culares de la superficie de la tierra y haciendo uso de sus formas de
organización social y política, se han vaUdo de los elementos y atributos
físicos y ambientales de su entorno, y de los recursos de otros pueblos,
además de las interacciones culturales con eUos, para andar determinados
procesos históricos y geográficos que, a su vez, impulsan la creación de
nuevas condiciones de posibiUdad espacial y territorial para esas mismas
sodedades. Este proceso continuo de la humanidad en la faz de la Tierra

16
JWRODUCgÓN_LRAZÓNjy PASIÓN DEL ESPAOO Y EL TERRrrORIO

ha estado mediado a través de la historia por los progresos técnicos y, por


la evolución de las lógicas de las formas de organización social y produc-
tiva.
Dado que la cotidianidad de los humanos ocurre en el espacio geográ-
fico, éstos se forman una primera noción de ese espado a partir de las
espadaUdades vividas. No es común trascender hada una teorizadón o
conceptualización de esas espadaUdades. Por eUo, desde el punto de vista
pedagógico, una transición de la nodón al concepto de espacio geográfico
sólo se logra mediante un proceso de construcdón conceptual que requie-
re un trabajo sistemático a lo largo de la educación básica, media y supe-
rior.
La nodón de espado geográfico que aquí proponemos dista de la con-
cepción que la tradición educativa en nuestro medio le ha otorgado no
sólo en la educadón básica y media del país, sino incluso en la educación
superior. Predomina en esa tradición un atisbo apenas dirigido a la natura-
leza física de la superficie terrestre, con una mirada casi muerta tanto del
espado como de las espaciaUdades. Contrario a esa tradidón, el espado
geográfico se concibe hoy como una categoria social e histórica que abarca
los procesos y los resultados de la acumulación histórica de la producción,
incorporación, integración y apropiación social de estructuras y relacio-
nes espaciales en la biosfera terrestre.
Muy cercano a esta última perspectiva, Milton Santos (1997) considera
el espacio geográfico como un conjunto indisociable, soUdario y también
contradictorio de sistemas de objetos y sistemas de acciones. Quiere decir
esto que el espado geográfico no es ni caos ni colección pues su esenda es
la interacdón, la complejidad y el cambio.
En relación con los objetos, Santos (1996) distingue entre objetos pro-
piamente dichos y dones naturales. Los primeros son el producto de una
elaboración social, mientras que los segundos resultan de la evolución de
la naturaleza natural. Pero la esencia y la existencia de cada uno de ellos
sucede siempre en reladón con los otros. Además, hay que tener en cuenta
que las cuaUdades y atributos de cada uno de los objetos y dones del espa-
cio geográfico son, en determinado momento, fuentes de interreladones e
interacciones. Por ello, el análisis del espado geográfico no puede prescin-
dir del examen de los atributos de sus dones y objetos ya que en ellos se
pueden encontrar las expUcaciones a determinadas reladones y dinámicas
espádales.
Los objetos del espacio geográfico, también llamados objetos técnicos o
artificiales, son resultado de la acción directa o indirecta del trabajo huma-
17
C U 5 T A ¥ . Q M Q N T A Ñ . E Z GÓM¡EZ_.

no, pueden ser simples o complejos, y su diseño y construcción están me-


diados, entre otros factores, por la intencionalidad social, la significación
cultural, la evolución técnica y la concepción estética. Casas, puentes, edi-
ficios, carreteras, puertos, aeropuertos, complejos industriales y ciudades
son, entre muchos otros, ejemplos de objetos del espacio geográfico.
Los dones del espacio geográfico, que podrían denominarse objetos
naturales, provienen directamente de la naturaleza natural y también pue-
den ser simples o complejos. Pero aunque el origen inicial de los dones sea
la naturaleza natural, las prácticas humanas relacionadas con ellos los so-
dalizan, es decir, los incorporan y apropian acorde con las intendonalidades
y acciones sodales.
Desde los tiempos prístinos de las sociedades humanas, estos dones se
fueron incorporando de manera progresiva hasta ser parte constitutiva
del espacio geográfico. Las comunidades primitivas los iban nominando e
integrando a su lingüística social en la medida en que descubrieron que
esos dones podían ser utilizados como satisfactores de sus necesidades. A
partir de entonces las acciones de los hombres sobre los dones naturales se
hicieron cada vez más contenedoras de intencionaUdad, significación y
representadón simbóUca. Hoy podemos dedr que la inmensa mayoría de
los dones naturales de la Tierra se socializaron en sentido utilitario y sim-
bólico: es lo que ha ocurrido a los ríos, los lagos, los pantanos, las bahías, las
playas, los bosques, las rocas, las montañas, las islas y los nevados, entre
muchos otros.
Los dones pueden ser vitales y no vitales en la medida en que posean o
no vida; los primeros están sometidos al ciclo de la vida, cuyas fases gene-
rales son gestación, nacimiento, crecimiento, reproducción y muerte. Los
dones vitales comprenden desde los microorganismos vegetales o anima-
les hasta los grandes mamíferos; una parte de eUos son móvUes por cuanto
tienen la capacidad de desplazarse en la superficie de la tierra, como es el
caso de la mayoría de los animales, mientras que otros dones vitales no
poseen esa facultad de cambiar de posición en la superfide de la Tierra y se
clasifican como dones fijos, como los bosques. Los objetos abarcan diver-
sos tamaños y pueden ser fijos en la superfide terrestre, como sucede con
los edificios, los puentes o las viviendas, o pueden ser objetos móviles,
como es el caso de los automóviles, aviones, barcos, ascensores y cohetes,
entre otros.
Como conjunto indisociable de sistemas de objetos y de sistemas de
acciones, el espado geográfico enfatiza en la estrecha relación entre los
primeros y las segundas. No existen ni objetos, ni dones, ni acciones aisla-

18
^ i N T R O D U C g Ó N : RAZÓN Y PASIÓN DEL ESPACIO Y EL TERRITORIO

das individualmente ya que unos y otras ocurren como sistemas, es decir,


como conjuntos de objetos y dones relacionados entre sí, o conjtihtos de
acciones estrechamente vinculadas unas con otras. Un don u objeto del
espacio geográfico remite a otro don u otros objetos con los cuales diferen-
cia su propia existenda. Así, por ejemplo, en las cercam'as de las corrientes
o de los espejos de agua encontraremos siempre cierto tipo de vegetación,
que surge de forma natural debido a que alU se presentan determinadas
condiciones que hacen posible esa selección natural. Por otro lado, una red
o vía férrea, que es un objeto técnico, está íntimamente ligada con otros
objetos técnicos, como la locomotora. Pero ésta, a su vez, remite a los vago-
nes, las estaciones férreas, la carga que va a ser transportada, los taUeres de
reparación, etc., conformándose un sistema de objetos y de acciones que
en su conjunto hace parte de uno, entre muchos de los sistemas que con-
forman el espacio geográfico.
Pero las acciones en el espacio tampoco suceden de manera aislada.
Aunque cada acción ocurre de forma individualizada, siempre está estre-
chamente vinculada con otras acciones, conformando cadenas de acciones
en el tiempo y en el espacio, que son realmente sistemas de acciones, de
manera que, por ejemplo, antes de la siembra de un cultivo se efectúa la
preparación del terreno, y después de la siembra se realiza el desyerbo, el
riego, el control de plagas o malezas, hasta Uegar finalmente a la cosecha,
entre otras acciones necesarias en ese proceso productivo. La invasión y
sucesión de las tierras lacustres o pantanosas por vegetación terrestre se
efectúa a través de procesos naturales o antrópicos mediante una secuen-
da ordenada de acdones y temporaUdades sin las cuales el proceso se trunca
o resulta traumático para que la vegetación alcance su climax o su estadio
final. Las acciones, al igual que los objetos, también están conectadas entre
sí para producir determinados resultados visibles e invisibles en la superfi-
de de la tierra, y hacen parte integral de la transformación del espacio
geográfico.
La condición soUdaria del conjunto de sistemas de objetos y de siste-
mas de acciones que configuran el espacio geográfico se manifiesta en que
los sistemas de objetos no adquieren significación, es decir realidad filosó-
fica, separados de los sistemas de acdones y éstos tampoco se dan sin los
sistemas de objetos (Santos, 1996). Los sistemas de objetos emergen como
tales a partir de los sistemas de acciones y condicionan de manera recípro-
ca la forma como suceden y se configuran estas últimas. Las acciones de los
hombres en el espado geográfico en determinado momento no ocurren en
el varío sino que están mediadas por las características previas del mismo.
19
G.U.STAVQ.MQNIAÑEZ GÓMEZ..

El carácter contradictorio del conjunto de los sistemas de objetos y de


los sistemas de acciones que componen el espacio geográfico proviene de
la forma como la evolución y el comportamiento de estos sistemas puede
derivar en la transformación sustancial de ellos mismos. Por otro lado, no
siempre existe total armonía entre los sistemas de objetos, como tampoco
entre los sistemas de acciones. Se pueden presentar incluso evidentes con-
tradicdones entre unos y otros, de cuyas tensiones emerge la necesidad y
la dirección del cambio; así nacen los nuevos sistemas de objetos y accio-
nes, los cuales devienen en cambios cuaUtatívos del espacio geográfico.
Desde la exposición teórica y conceptual que se acaba de presentar, la
evolución histórica del espado geográfico puede verse como el proceso
prolongado y complejo de creación, acumuladón y cambio de los objetos
artificiales en la superficie terrestre y de transformación de sus dones na-
turales, desde un estadio inicial en el cual el número y las relaciones de
esos objetos y dones eran muy simples hasta la época actual cuando, debi-
do a las revoluciones técnicas y científicas, tanto la cantidad como la sofis-
ticadón de los objetos artifidales y las relaciones entre eUos ha alcanzado
niveles nunca vistos de diversidad y complejidad. De manera simultánea
con el crecimiento de los objetos artificiales se ha producido una transfor-
mación cuantitativa y cuaUtativa de los dones naturales. No hay que olvi-
dar que las relaciones que surgen entre los objetos o entre los dones y los
objetos suelen ser principalmente orgánicas y fundonales, pero a menudo
esas relaciones están mediadas por la dimensión espacial.

D E L ESPACIO GEOGRÁFICO AL TERRITORIO ^

Hasta aquí hemos evadido de manera deUberada una alusión directa o


enfática de las dimensiones poUtica y afectiva del espacio geográfico, cues-
tión absolutamente inevitable cuando hablamos de territorio. La palabra
territorio se deriva de las raíces latinas térra y torium, que conjuntamente
significan la tierra que pertenece a alguien (Lobato Correa, 1997). El terri-
torio es, por tanto, un concepto relacional que insinúa un conjunto de vín-
culos de dominio, de poder, de pertenencia o de apropiación entre una pordón o
la totaUdad espado geográfico y un determinado sujeto individual o colectivo.
De ahí que cuando designamos un territorio siempre estamos asumien-
do, aun de manera impUcita, la existenda de un espacio geográfico y de un
sujeto que ejerce sobre él cierto dominio, una relación de poder, una caU-
dad de poseedor o una facultad de apropiadón. La relación de pertenen-
da o apropiadón no se refiere sólo a vínculos de propiedad sino también a

20
JNTRODUCCIÓN: RAZÓN Y PASIÓN DEL ESPACIO Y EL TERRITORIO

aqueUos lazos subjetivos de identidad y afecto existentes entre el sujeto y


su territorio. Ese sujeto individual o colectivo contiene generalmente una
porción de poder suficiente para incidir en la transformación de ese terri-
torio. El territorio es, pues, el espacio geográfico revestido de las dimensio-
nes poUtica, identitaria y afectiva, o de todas ellas.
La historia de la humanidad está Uena de luchas y transformaciones
territoriales. Ha pasado por diferentes fases según la preeminencia de de-
terminados sujetos territoriales: desde el predominio de los territorios de
las comunidades primitivas, seguido por los territorios de los imperios de
la antigüedad, los territorios de los pueblos bárbaros, los territorios de los
señores feudales y de la nobleza de la edad media, los territorios de los
imperios prehispánicos y los territorios coloniales, hasta el surgimiento de
los territorios de los Estados-Nación a finales del siglo XVIII y principios
del siglo XIX, y los territorios contemporáneos de las grandes empresas
transnacionales del período de la globaUzación.
Con respecto al territorio de los Estados-Nadón, no se debe olvidar
que éste es uno de los elementos básicos de la nacionalidad en el mundo
ocddental. Mientras que fuera de Occidente, principalmente en Europa
Oriental y Asia se desarroUo un modelo de nación distinto, basado en una
concepción étnica y genealógica de la nación, destacando la comunidad
de nacimiento y la cultura nativa, donde una nación es ante todo una co-
munidad de Unaje común, en Occidente, según Smith (1997), los compo-
nentes del modelo estándar de la identidad nacional son un territorio
histórico, una comunidad poUtíco-legal, la igualdad político-legal de sus
integrantes, y una ideología y cultura cívica colectivas. En el mismo senti-
do, otros autores, refiriéndose a estos mismos componente de la identidad
nadonal, coinciden en describirlos así: un territorio histórico, unos recuer-
dos históricos y mitos colectivos, una cultura de masas púbUca y común
para todos, unos derechos y deberes legales e iguales para todos los miem-
bros, y una economía unificada que permita la moviUdad territorial de sus
miembros.
En consecuencia, es claro que el territorio nacional se constituyó en
Occidente en uno de los componentes centrales de la identidad de los Es-
tados-Nación. Es el espacio geográfico inacabado que le pertenece a un
Estado y en cuya construcción se expresan las aspiraciones y visiones de
ese Estado y de su sociedad. Lo deseable es que ese sea también el proyec-
to territorial de la nación, que abarca diferentes escalas espaciales en el
interior de cada país: los territorios lugareños o lugares, los territorios loca-
les o localidades, los territorios regionales o regiones, y el territorio nado-

21
GUSTAVO MQNTAÑEZ GÓMEZ

nal. El proyecto territorial de la nación es pues la síntesis articulada de la


propuesta de construcción del espacio geográfico de la nación en sus dife-
rentes niveles territoriales y acorde con las máximas aspiraciones de esa
sociedad a largo plazo.
Sin embargo, el poder del Estado sobre el territorio y la soberanía de
aquél sobre éste, que permanecieron indiscutidos por casi dos siglos, pare-
cen hoy debiUtarse sin que eUo signifique su desaparición. Vivimos en una
época en la que el crecimiento de los mercados mundiales, la expansión
del capitalismo transnacional, la inviabiUdad de los Estados miUtaristas y
el surgimiento de modos de gobierno alternativos diferentes al del Estado
Territorial, como el de la Unión Europea o las asociadas con la incidencia
de las agencias financieras internacionales, han comenzado a menoscabar
la visión que perduró por mucho tiempo, en la cual el poder territorial era
monopoUo de los Estados (Agnew, 1999). Aunque hoy el poder territorial
del Estado subsiste, éste se ejerce en medio de las Umitaciones derivadas
de la creciente regulación internacional y del ahondamiento de la inciden-
cia de las políticas de agencias y organismos internacionales, como el Ban-
co Mundial o el Fondo Monetario Internacional.

D E L TERRITORIO A LAS TERRITORIALIDADES

Aunque cada territorio se define en relación con un determinado sujeto


individual o colectivo que ejerce un dominio hegemónico sobre cierta por-
ción de espacio geográfico, ese dominio raras veces es absoluto. Con res-
pecto a un mismo territorio pueden coexistir muchos sujetos que, no
obstante ser subordinados al sujeto hegemónico, ejercen diferentes grados
de dominio territorial, con frecuencia selectivo y jerárquico. De alU se deri-
va la distinción entre territorio y territorialidad.
Se entiende por territoriaUdad el grado de dominio que tiene determi-
nado sujeto individual o social en cierto territorio o espacio geográfico, así
como el conjunto de prácticas y sus expresiones materiales y simbóUcas,
capaces de garantizar la apropiación y permanencia de un territorio dado
bajo determinado agente individual o social. Los sujetos que ejercen
territoriaUdades pueden ser individuos, grupos sociales, grupos étnicos,
empresas, compañías transnacionales, Estados-Nación o grupos de Esta-
dos-Nación. Las territoriaUdades se crean, recrean y transforman históri-
camente en procesos complejos de territorialización o desterritorialización,
impulsados a través de mecanismos consensuados o confUctivos, de carác-
ter gradual o abrupto.

22
INTRODUCCIÓN: RAZÓN Y PASIÓN DEL ESPACIO Y EL TERRITORIO

En todo caso, las territorialidades son siempre relativas y jerárquicas; el


grado de relatividad y las características de la jerarquía son expresión de la
naturaleza de la organización sodal y de la manera como se distribuye el
poder en la sodedad. En una porción de espacio geográfico pueden existir
muchos territorios y, por supuesto, muchas territoriaUdades; sin embargo,
su grado de relatividad y jerarquía es muy seguramente diferente. Territo-
rios y territoriaUdades coexisten de manera consensuada o en conflicto.
Las territoriaUdades actuales de los grandes intereses económicos se ejer-
cen prindpalmente a través de redes de comunicación y de flujos de capi-
tal financiero o de bienes y servicios (Veltz, 1999). El estudio de estas nuevas
territoriaUdades es uno de los mayores campos de atención de la geografía
política. ,1.
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L A S LÓGICAS DE LA PRODUCCIÓN DEL ESPACIO V EL TERRITORIO

La producción de espadaUdades distintas en las diferentes fases de la his-


toria humana pone de manifiesto la ocurrencia de lógicas cambiantes en la
construcción del espado geográfico. Esas lógicas han sido el resultado de
la convergencia en cada momento histórico de ideas y materialidades ori-
ginadas en la dinámica de la organización social y productiva, en la oferta
y demanda ambiental, en las formas de consumo social y en los sistemas
culturales. Las lógicas sociales de producción de espaciaUdades y de bús-
queda de opciones espaciales futuras han estado y estarán animadas por la
impronta social y cultural de la historia en toda su complejidad.
La historia se irücia con la construcdón de espacios geográficos limita-
dos y particulares, a partir de sistemas económicos y sociales precarios y
relativamente aislados -como ocurrió en el remoto origen de la humani-
dad- pasando por la producdón de espacios geográficos derivados de un
contacto tenue o esporádico entre grupos humanos de diferente y des-
igual organización económica, cultural y social -como sucedió durante el
feudaUsmo en Europa- y continuando con la aparidón y desarroUo del
capitalismo, en sus diferentes fases, hasta llegar a su máxima expansión e
imbricación en esta época de la llamada globalización.
Encontramos también en la historia la pretensión del dominio territo-
rial del mundo conocido. Sus antecedentes lejanos aparecen en los impe-
rios antiguos y en el propio Imperio Romano, que organizaron y utilizaron
la presencia directa de grandes aparatos miUtares y administrativos en los
territorios invadidos por la fuerza. Esta fue la forma predominante del do-
minio territorial de los imperios esclavistas y aún del feudaUsmo. El capita-
" 23
CUSTAVOMONIAÑEZGÓMEZ.

lismo, en cambio, sin abandonar la forma de sometimiento militar directo,


introdujo otras alternativas de dominio territorial más propias de su natu-
raleza, como la intensificación y ampliación del comercio internacional,
entre las cuales se destacan la exacerbación de los flujos de capital financie-
ro y el fraccionamiento espacial de los procesos productivos en todo el
planeta.
El capitalismo alcanza hoy su fase más avanzada después de casi ocho
siglos de existencia. Desde su origen, que se remonta al siglo XEI, ha pasa-
do por varios estadios de desarrollo. Su forma de Libre Competencia se
prolongó hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando de manera acelera-
da se transformó en CapitaUsmo MonopóUco y, posteriormente, a media-
dos de los años setenta, inicia un proceso de reestructuración interna que
da lugar al surgimiento de esta nueva forma dominante de capitaUsmo
que Ross y Trachte (1990) denominan CapitaUsmo Global.
En efecto, desde sus comienzos el capitaUsmo es la forma de organiza-
ción social y productiva que más expresa y acentúa su carácter territorial-
mente expansivo. Después de su nacimiento en la forma de capitaUsmo
comercial, recibió un extraordinario impulso con el descubrimiento de
América y la expansión del colonialismo en África, Asia y otras zonas del
mundo. El proceso se aceleró con la Revolución Industrial en Europa en
los siglos XVIII y XIX, y desde entonces el comercio abarcó cada vez mayo-
res áreas y pobladores del planeta. En ese momento ya el mundo se divi-
dió entre los países industriaUzados, productores de manufacturas y bienes
industriales, y aqueUos exportadores de materias primas para ser procesa-
das en los países industrializados.
Pero el mayor nivel de expansión espacial del capitaUsmo alcanza la
mayor escala en su fase actual, llamada de globalizadón, en la que no que-
da prácticamente ningún lugar habitado de la Tierra que no sea escenario
de su presencia material o simbólica. La base ideológica y material de esa
presencia y de la lógica hegemónica que se dirige a la producción de espa-
ciaUdades en el mundo de hoy se fundamenta en la propuesta racional y
científico-técnica de la modernidad, agitada en tiempos recientes por el
delirio de la competitividad ya no sólo entre agentes tradicionales del mer-
cado sino principalmente entre lugares y territorios. Esta lógica expUca en
gran proporción las formas espaciales y las espadaUdades que se produ-
cen hoy.
La lógica descrita promueve la construcción de espacios geográficos
que incorporan cada vez más sistemas de objetos artifidales y técnicos -in-

24
INTRODUCCIÓN: RAZÓN Y PASIÓN DEL ESPACIO Y EL TERRITORIO

cluido el ya casi indescifrable entramado de redes técnicas y tecnológicas


extendidas en casi todo el mundo. Esos sistemas de objetos y redes, a su
vez, buscan jalonar mayores niveles de acumuladón y credmiento econó-
mico, los cuales generan e impulsan la incorporación de nuevos sistemas
de objetos que entran a constituir partes integrantes del espacio geográfi-
co. Este proceso se replica de manera interminable y es el principal respon-
sable de la producción de espaciaUdades en estos tiempos. No obstante,
subsisten otras lógicas de construcción y creación de espadaUdades, que
apenas tienen una figuración marginal y no dejan de estar subordinadas a
la primera.
Parte fundamental de todo este complejo proceso lo realizan las técni-
cas que se instalan en los lugares como fragmentos incompletos de genera-
dones de objetos y de normas que los regulan y aseguran su uso. Al respecto,
no se debe olvidar que orientadas por imperativos excluyentes y auto-
rreferenciados, en búsqueda de productividad y competitividad, y de con-
quista de lo "moderno", las técnicas se implantan en los lugares, encerrando
para los lugareños intencionaUdades ocultas. Se trata de un sistema técni-
co invasor que, despreciando las soUdaridades técnicas históricas, impone
nuevos conjuntos de soUdaridades o insoUdaridades como única garantía
de eficiencia. Por eso, hoy más que en otros períodos históricos, la técnica
aparece como un sistema de objetos, pero también como un sistema de
organización social, un sistema de informadones y, sobre todo, un sistema
de normas (Santos, 2000).
Los rasgos espaciales fundamentales de esta forma actual del capitalis-
mo, Uamado por algunos capitalismo global, han sido extensamente docu-
mentados en cuanto a sus tendendas y efectos sobre la construcdón, cambio
y reproducción del espacio geográfico (Santos, 1991; Harvey, 1989; Castells,
1989; Soja, 1989); sin embargo, el tema demanda mayor discusión y, lejos
de mostrar agotamiento, exige mayor examen. La globalizadón es la ac-
ción, y el proyecto del CapitaUsmo Global tiene un alto contenido espacial
en la medida en que expresa un intenso afán de ensanchar los mercados
en el mundo. Este proceso se Ueva a cabo no sólo en el ámbito del comer-
cio, sino particularmente en el campo de la producción de bienes y servi-
cios, e incluye además la adecuadón del orden jurídico internacional y
nacional a esas necesidades expansivas.
Pero es el capitaUsmo de predominio financiero y especulativo el que
está al mando en la promoción de las formas particulares de producción y
reproducción del espacio geográfico en la inmensa mayoría de la superfi-
de del planeta, debido, entre otras razones, a la rentabüidad relativamente

25
GU.5IAVQ,MQNTAÑK.GÓMEZ...

alta del sector de la construcdón en el mundo. Este proceso está mediado


por una serie de características productivas, culturales y técnicas propias
de estos tiempos, como la simultaneidad interdependiente, la uniddad téc-
nica, el creciente contenido dentífico técnico de la cotidianidad y la difusión
jerárquica de la información (Santos, 1991; Harvey, 1989; CasteUs, 1989).
Lo fundamental del CapitaUsmo Global es el surgimiento y consoUda-
ción de un sistema de relaciones de producción mundiales. Entran a domi-
nar las organizaciones de producción global y cambian las estructuras
nacionales y los procesos característicos de la era del Capitalismo
MonopóUco. En el nuevo sistema de factorías globales, la clase capitalista
tiene a su disposición un nuevo poder de negociación cuyo principal ins-
trumento es la moviUdad espacial del capital industrial y la capacidad de
las empresas gigantes de desagregar las etapas de los procesos de produc-
ción en territorios nacionales diferentes.
La expansión del capitalismo global permite a los inversionistas locaU-
zar la producción y desagregar los procesos productivos en Estados y so-
ciedades en los cuales los trabajadores son más pobres, menos poderosos
económicamente y menos fuertes poUticamente que en los centros indus-
triales tradicionales. La amenaza de la movilidad del capital se constituye
en un arma potente en esa contradicdón entre capital y trabajo.
Se caracteriza además este capitalismo por la fuerte dependencia de la
tecnología de las comunicaciones y de la información; la répUca de la mis-
ma tecnología en todas partes, el alto grado de erosión de la soberanía
nacional, los efectos inmediatos y significativos que sobre territorios dis-
tantes tienen las decisiones que se toman en las casas matrices de las
transnacionales, y el aumento de la predictibilidad territorial como conse-
cuencia del predominio de la uniddad técnica. Pero junto a estos rasgos, la
producción del espado geográfico en el inicio del siglo XXI se destaca por
la continuación del crecimiento insatisfecho de la necesidad de vías para el
uso cotidiano del automóvU, la consolidación y ampUación de regiones
urbanas (expansión de las megalópolis), la dUución de los elementos de
demarcación entre lo urbano y lo rural, el incremento de la fragmentación
socioespadal, el aumento del número absoluto de pobres y de sus espa-
cios, el incremento de la violencia en espacios públicos y privados, la trans-
formación del espado de lugares en espacio de flujos, la multipUcadón de
los no lugares y el predominio de la inestabilidad e incertidumbre en los
espacios de menor fertilidad territorial (De Mattos, 1997).
Sin embargo, pese a que la globalización abarca todo el planeta y todos
los sectores económicos, su acción es diferencial en cuanto a su intensidad
26
__ _ _ __ INTRODUCCIÓN: RAZÓN Y PASIÓN DEL ESPACIO Y EL TERRITORIO

y espacialidad. El desarrollo desigual está lejos de desaparecer con la


globalización; por el contrario, ese desarrollo desigual subyace en la
globalización. Las tendencias indican que se pueden construir espacios
mundializados en la mayoría de los países del planeta pero no en todos
con la misma estructura, articulación y alcance espacio-temporal.
Las cabezas del capitaUsmo global seguirán siendo los países que eran
ricos en el momento de su surgimiento; en el espacio de esos países el
capitaUsmo continuará teniendo un juego de maniobra, sin que dejen de
notarse efectos importantes de desarticulación interregional y de crisis en
algunas regiones y lugares. En el resto de los países, los procesos globales
actúan de manera diferencial pero sensible. En la mayoría se produce una
enorme desarticuladón económica interna entre sectores económicos y
entre territorios regionales; la complementariedad interna de cada país es
desbordada por las fuerzas de complementariedad y competencia globales,
con graves consecuencias para los lugares y regiones. La incertidumbre se
apodera de lugares y regiones frente al desconcierto de administradores
locales y regionales, para quienes la construcdón de futuro parece desa-
rroUarse en un escenario de arena movediza.
Los nuevos elementos espádales sirven para inducir determinados cam-
bios en ciertas direcciones. A través de esta lógica, la mundiaUzación de los
mercados y los procesos productivos, la ampUación acelerada de las redes
tecnológicas de la información y las comunicaciones, la globalización del
derecho y las relaciones internacionales, la celeridad de los procesos
interculturales, la emergencia de nuevas o viejas rivalidades étnicas y te-
rritoriales, y el aumento asombroso de la exclusión social en el mundo,
entre otros fenómenos, inciden como causa y efecto de la transformación
dialéctica del espacio geográfico del planeta, presionando aquí y alU la cons-
trucción de nuevas territoriaUdades y la destrucción de muchas otras.

D E U LÓGICA DE LA MUNDIALIZACIÓN A LA LÓGICA DE LOS LUGARES

Los lugares son los espacios de relación más íntima entre la naturaleza
natural, la naturaleza construida, las relaciones sociales y las significacio-
nes culturales. La proximidad entre los agentes sociales, la semiología del
entorno cercano y la convergencia de significaciones convierten el lugar
en la célula espacial básica de las colectividades humanas, es una espede
de totalidad territorial comunitaria mínima. Aunque los lugares cambien,
tienen más sabor a continuidad que a ruptura, más a certidumbre que a
incertidumbre, más a las convergencias que a los desacuerdos.
27
GUSTAVO MQ.NIAÑEZ GÓMEZ

En la idea de lugar prevalecen las relaciones horizontales y sus territo-


rios poseen fines íntimamente comunitarios; la vida cotidiana transcurre
con una fuerte carga de relaciones cara a cara entre sus moradores. En
cambio, en la lógica hegemónica, que a menudo no sólo produce redes
técnicas sino que actúa a través de eUas al incorporarlas al espacio geográ-
fico, se promueven y desarroUan relaciones verticales y asimétricas con
muchos lugares, regiones y países. Estas relaciones son, con frecuencia,
fuente de dislocación y desorden socioespadal ya que son contenedoras
de fines extraños a los lugares y territorios.
Pero la presenda y acción disrruptiva de esas relaciones verticales sue-
le encontrar cierta resistencia de los agentes lugareños, quienes practican
relaciones horizontales en sus espacios cotidianos. En estas circunstancias,
son usuales las tensiones entre las relaciones verticales -verticaUdades-,
de carácter ajeno e intruso, y las relaciones horizontales -horizontalidades-,
de naturaleza solidaria, con fuerte sentido de arraigo y reacción de resis-
tencia a lo extraño.
La manera como se tratan y resuelven las tensiones y los conflictos en-
tre verticaUdades y horizontaUdades en todos los lugares del planeta pone
en evidencia no sólo la naturaleza de los proyectos territoriales de los dis-
tintos pueblos o nadones, sino también las pretensiones de los poderes
dominantes.

D E LOS LUGARES A LOS INDIVIDUOS Y COLECTIVIDADES

Desde un ángulo algo distinto de lo tratado hasta aquí, no hay que olvidar
que los humanos como seres individuales y sociales mantienen cierto ata-
vismo hacia el espacio geográfico y el territorio. Alien y Massey (1995),
refiriéndose a las características de nuestra imaginación geográfica, expre-
san que "nuestro conocimiento del mundo y el sentido que a él le damos se
realiza siempre desde un punto de vista y éste, a su vez, no es indepen-
diente de nuestra propia locaUzación".
El efecto de "vivir aquí o aUí" es más que la simple cuestión de dónde
estamos, pues induye cómo vivimos, dónde trabajamos, con quiénes nos
relacionamos, cómo transcurre nuestro tiempo, cómo nos sentimos con
relación a otros, qué recursos tenemos y hasta con qué poder contamos.
Por eUo, de manera paradójica, pese a vivir en un mismo planeta y a la
creciente mundiaUzación de la lógica y la práctica económicas del capita-
Usmo, la reaUdad biofísica, cultural y sodal de muchos lugares y regiones
del mundo - en especial de aqueUos donde sobreviven inmensas masas de

28
INTRODUCCIÓN: RAZÓN Y PASIÓN DELESPACKJY EL TERRITORIO

excluidos- favorece aún la persistenda y simultaneidad de muchas y di-


versas imaginadones geográficas. No es, por tanto, extraña la potendaU-
dad estética de los habitantes de un país como el nuestro.
Además, y de forma contradictoría con lo que se acaba de señalar, las
imaginadones y utopías terrítoriales tienden hoy a crearse y recrearse a
partir de frecuentes y avasaUantes ráfagas de información cargada de este-
reotipos. Los medios de comunicadón divulgan imaginaríos y modelos
reales oficticiosde la vida en lugares, regiones o países donde la vida coti-
diana guarda diferencias notables con aqueUas reaUdades de sociedades
como la nuestra o la de los demás países latinoamericanos. Este mundo
virtual que se ofrece para el consumo contribuye a exacerbar el ánimo y a
agudizar la angustia que suele acompañar la tragedia diaria de enormes
masas de excluidos. Esta situación se manifiesta, con frecuencia, en un des-
precio por "lo de aquí", pues se considera que "lo de aUá" es definitiva-
mente mejor, aunque sea inaprensible e inalcanzable. Así, los hogares de
los excluidos confrontan un choque insuperable entre el territorio disponi-
ble para la vivencia y el territorio deseable para la vida.
A esta enajenación de los imaginarios se añaden, en nuestro caso, las
debiUdades y omisiones de las herencias históricas y geográficas derivadas
de los procesos de formación de la sociedad colombiana y de su Estado. Ni
aqueUa ni éste parecen haber sembrado una urdimbre visionaria y relacional
del territorio nacional, regional y local. Por el contrario, ambos han dado
un torpe tratamiento a la potencial complementariedad que se intuye de
las diferencias regionales en este país.
Esta pobre visión territorial de la sodedad y del Estado explicaría en
parte por qué los colombianos no han podido ver y palpar en su territorio
un motivo y una oportunidad para convocar a sus compatriotas a la cons-
trucción de la nación tomando como base su territorio, y para labrar, a
partir de él, niveles más profundos de identidad nacional. No hay duda de
que un redescubrimiento y enrriquecimiento de estas dimensiones
reladonales y subjetivas de nuestra sociedad podrían convertirlas en sí mis-
mas en fuerzas culturales poderosas para encauzar hacia direcciones más
esperanzadoras el curso del confUcto actual que padecemos.
En la época contemporánea, la de mayor movilidad e interacción
poblacional en la historia de la humanidad, el reto de construcción delibe-
rada de un mínimo sentido de pertenencia territorial enfrenta dificulta-
des. No se trata de señalar apenas que el arraigo territorial parece haberse
disminuido en numerosas sociedades del mundo, al menos entre las po-
blaciones más modernizadas, sino que también el conocimiento de los lu-
29
GUSTAVO MONTAÑEZ GÓMEZ

gares cotidianos de cada quien parece haberse enflaqueddo en la medida


en que ellos se han vuelto porosos y complejos.
La visión continua del espacio, característica de las sociedades rurales
tradicionales, tiende a reemplazarse por otra, conformada por percepcio-
nes de fragmentos aislados del mismo. Los espacios donde suceden las
vivencias de menor velocidad y de mayor intensidad se convierten en frag-
mentos espaciales significativos y legibles a nuestra mente, mientras que
las vivencias de mayor velocidad y menor intensidad desaparecen, adqui-
riendo la forma de lagunas u océanos espaciales, más o menos ilegibles.
Lo anterior conduce a señalar que a la enorme debUidad o ausencia de
esfuerzos estatales y sociales en reladón con la formación de conciencia
territorial de los colombianos se agrega el efecto de la propia velocidad de
la vida actual, característica de los Uamados espacios competitivos, la cual
parece imbuida de un enorme poder de distracción que promueve en los
individuos el encapsulamiento y el distanciamiento mental de su entorno
más cercano, dificulta más la formación de lazos relaciónales con el territo-
rio y obstaculiza la construcción de una conciencia e identidad territorial
local, regional y nacional.
Como se observa, las dimensiones subjetivas del espacio y del territo-
rio se conforman desde una trama de relaciones y tensiones permanentes
entre lo propio, lo universal y lo ajeno. Pero también contribuyen a su
formación las expresiones concretas de producción del espacio geográfico,
en las que con frecuenda subyace la preeminencia y multiplicación de de-
terminados modelos espaciales y técnicos, surgidos de los prototipos re-
sultantes de la racionalidad técnica y tecnológica, y repUcados una y otra
vez en distintos lugares del planeta.
Es evidente que la mundiaUzación de las técnicas y tecnologías, en es-
pecial de las comunicaciones, y sus efectos en los imaginarios colectivos,
junto con una enajenación histórica y geográfica de las fuentes de inspira-
ción del proyecto de construcción de nación, así como el creciente imperio
de la lógica de acumulación y consumo en la producción del espacio geo-
gráfico del país, encierran cuestiones crudales para la construcción de la
nación y tíenen una trascendenda mayor que la hasta ahora percibida por
la sociedad y por el propio Estado colombiano. La condenda territorial del
Estado sigue siendo muy débil como factor de promoción de la identidad
nacional, de la convergencia y visibilidad de un destino común, y del desa-
rrollo de la democracia y la ciudadanía.
En medio de la simultaneidad e imbricación de estos fenómenos, y de
la crisis sin precedentes del país en todos los órdenes, Colombia tiene el

30
INTRODUCCIÓN: RAZÓN Y PASIÓN DEL ESPACIO Y EL TERRITORIO

reto de reconstruir su proyecto de nación, y como parte de ese proceso


necesita reconstruir su proyecto territorial nadonal, que articule -no frag-
mente- y promueva las regiones y las locaUdades con sentido nacional. El
contenido de este proyecto de nación se concibe muy distinto del imagina-
do en el siglo XIX por los líderes y proceres de la independencia. Su funda-
mento está al menos en dos elementos. Por un lado, el reconocimiento del
carácter pluriétnico y multicultural de la población colombiana y, por el
otro, la reafirmadón de que todos los colombianos conformamos una comu-
nidad política que, aunque muy diversa en su interior, quiere hacer del terri-
torio que la comunidad intemadonal reconoce como suyo, una parte esencial
del mundo de la vida de esta nación diversa develada en su complejidad y
particularidades durante cerca de dos siglos de vida repubUcana.
Infortunadamente parece que la búsqueda de la democracia a través
de las formas actuales de descentralización y partidpación hubiesen frag-
mentado aún más las posibiUdades de edificar un proyecto territorial na-
donal con bases regionales y locales. En la actuaUdad emergen dnco grandes
obstáculos que atentan contra los esfuerzos de desarrollar una visión terri-
torial, articulada a largo plazo, que posibilite un ordenamiento territorial
para la reconstrucción de la nación: la resistencia de los políticos tradicio-
nales, la continuación de las políticas de apertura económica a ultranza, la
crisis de la descentralización municipaUsta convertida en un fin, el conflic-
to armado y la escasa importancia que conceptual y culturalmente le otor-
gamos al territorio.

BIBLIOGRAFÍA

Agnew, John, "The New Geopolitics of Power", en Human Geography Today, Ftolity F^ss,
Cambridge, United Kingdom, 1999.
Alien, John y Doreen Massey (Eds.), Geographical Worlds. The Shape of the World: Exploratiotts
in Geography, Volumen 1, Edited by The Open University in The Oxford University
Press, Nueva York, 1995.
Baran, Paul y P^ul Sweezy, Monopoly Capital, Monthly Review, New York, 1966.
Castell, Manuel, The Informational City. Information Technology, Economic Restructuring and
The Urban Regional Process, T.J. Press, Padstow, Great Britain, 1989.
, The Economic Crisis and American Society, Princeton University Press, Princeton, N.J.,
1980.
De Mattos, Carlos A., Dinámica económica globalizada y transformación metropolitana: Hacia un
planeta de archipiélagos urbanos, Resúmenes Simposios, Sexto Encuentro de Geógrafos
de América Latina, Comisión Organizadora Nadonal, Instituto de Geografía, Facultad
de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, 1997.

31
1

Baxendale, C.A. 2010. El estudio del paisaje desde la Geografía. Aportes para
reflexiones multidisciplinares en las prácticas de ordenamiento territorial. Fronteras.
9:25-31.

El estudio del paisaje desde la Geografía.


Aportes para reflexiones multidisciplinares en las prácticas de
ordenamiento territorial.1
Claudia A. Baxendale

GEPAMA-FADU-UBA
buzai@uolsinectis.com.ar

“Se dice que el paisaje es un estado del alma, que el paisaje de fuera lo vemos con los ojos de
dentro, será porque esos extraordinarios órganos interiores de visión no supieron ver estas
fábricas y estos hangares, estos humos que devoran el cielo, estos polvos tóxicos, estos lodos
eternos, estas costras de hollín, la basura de ayer barrida sobre la basura de todos los días, la
basura de mañana barrida sobre la basura de hoy, aquí serían suficientes los simples ojos de
la cara para enseñar a la más satisfecha de las almas a dudar de la ventura en que suponía
complacerse.” (Saramago, 2005:64)

Introducción

El estudio del paisaje es abordado por diferentes campos disciplinarios siendo


frecuentemente utilizado al momento de plantearse objetivos y temáticas de estudio
en proyectos de investigación multi o pluridisciplinarios, o bien al realizarse
diagnósticos y delinearse propuestas de intervención en las prácticas de planificación
y gestión del territorio.

Este trabajo busca presentar las visiones desde donde es estudiado el paisaje en
Geografía diferenciando los dos grandes enfoques presentes en la historia de esta
disciplina. El paisaje fue y es considerado como objeto de estudio y/o unidad de
análisis desde los diferentes enfoques que caracterizan a la disciplina: desde enfoques
historicistas - culturales – perceptivos - simbólicos de la disciplina como así también
desde perspectivas positivistas – espaciales – sistémicas – medioambientales.

Ante esto al realizar un estudio del Paisaje, como sucede con otros objetos de estudio,
surge siempre la necesidad de dejar bien en claro los supuestos epistemológicos,
teórico- conceptuales, metodológicos y procedimentales desde donde se realiza la
investigación manteniendo la coherencia al interior del trabajo.

Considerando lícito y de gran utilidad la reflexión sobre la utilización de dicho término


en ámbitos académicos, creemos que la realización de este artículo puede resultar un
aporte al ordenamiento territorial al ofrecer, a profesionales de otras disciplinas, una
aclaración de los distintos significados que puede llegar a tener el concepto de paisaje
desde la Geografía.

1
Este artículo surge de un escrito presentado en respuesta a una convocatoria realizada por M.Victoria
Sánchez Giner y Manuel Fernández Díaz de la Universidad de Murcia sobre la opinión de diferentes
profesionales en relación a temáticas relacionadas con el Paisaje.
2

El paisaje en los estudios geográficos actuales.

A lo largo de la historia de la Geografía como disciplina científica se han ido


sucediendo cambios paradigmáticos -al ritmo de los cambios generales ocurridos en la
ciencia-, que pueden consultarse en bibliografía referida a la evolución del
pensamiento geográfico y la teoría de la Geografía (Capel, 1981; Gómez Mendoza
et.al., 1982; Vilá Valentí, 1983, Randle, 1984; García Ramón, 1985; Haggett, 1988;
Buzai, 1999; Ortega Valcárcel, 2000; Delgado Mahecha, 2003).

Desde las ciencias sociales podemos decir que ningún nuevo enfoque ha logrado
desplazar a enfoques anteriores y que, por lo tanto, convivieron y conviven escuelas
geográficas que adhieren a diferentes enfoques y hasta diferentes visiones
paradigmáticas con sus marcos epistemológicos, teóricos, metodológicos y técnico-
procedimentales.

En algunas discusiones relacionadas con la organización territorial, estas diferentes


visiones o enfoques parecen resultar “paradigmas inconmensurables” en palabras de
Kuhn o bien “programas de investigación científicos rivales” en palabras de Lakatos,
limitaciones éstas que deberían poder superarse en función de lograr aportes para
solucionar y prever problemáticas territoriales.

En forma sintética se observa que los estudios geográficos fluctúan entre dos
enfoques o grupos de visiones:

- visiones de corte historicista – romántico – cultural – perceptivo – simbólico


caracterizado por estudios geográficos de índole idiográfico donde se niega la
posibilidad de las ciencias humanas de realizar generalizaciones, donde se busca
estudiar las características singulares de un lugar concreto y excepcional ocasionadas
por la particular asociación de fenómenos que se dan en él, donde se comenzó a
poner énfasis en las relaciones cotidianas de los individuos con su entorno, donde el
término espacio es sustituido por “lugar” o “espacio vivido”, espacio como producto
social, y donde el “paisaje” (paisaje cultural, paisaje percibido, paisaje simbólico -
porque muchas veces el paisaje físico-natural queda completamente ausente en el
análisis-) conforma el objeto de estudio y/o las unidades mediante las cuales se
analizan estos espacios concretos.

-visiones de corte positivista – neopositivista – naturalista - sistémico -


ambientalista caracterizadas por una concepción de la ciencia que estudia las
generalidades, que busca establecer regularidades, que adhiere al método hipotético
deductivo empírico al insistir en la necesidad de acudir a teorías previas, que recurre
para el estudio a métodos y procedimientos cuantitativos y cualitativos, que recurre a
los modelos espaciales existentes para construir nuevos modelos o como teorías
previas para contrastar estudios particulares. Una visión donde se conjugan el enfoque
espacial-locacional -al ponerse el énfasis en la formulación de leyes que rigen las
distribuciones de los fenómenos en el espacio terrestre- con el enfoque ecológico-
ambiental -que interrelaciona variables humanas y ambientales en la búsqueda de
analizar las relaciones entre el hombre y el medio dentro de una limitada área
geográfica, -en general desde una visión sistémica y buscando las particularidades
que ella presente en relación a generalidades que guían el estudio- y el enfoque
corológico y regional donde se identifican unidades espaciales a través de una
diferenciación de áreas para establecer los flujos y relaciones entre ellas y donde los
paisajes son planteados como unidades básicas para el análisis, diagnóstico y
propuesta del modelo de uso del territorio.
3

El paisaje desde una perspectiva cultural.

El paisaje surge como objeto de estudio de la Geografía bajo la influencia de


principios postulados por el movimiento romántico de la segunda mitad del siglo XIX y
del historicismo de finales del siglo XIX y principios del siglo XX basado en filosofías
definidas como, idealistas, espiritualistas, vitalistas, existenciales, críticas y radicales
con perspectivas opuestas al racionalismo científico positivista y rechazando así el
objetivo de enunciar leyes, la búsqueda de regularidades, la pretensión de sistema, la
determinación de un método. “Se reclamaba así el carácter “artístico” de la geografía.
Se concebía a la geografía como una disciplina estética, vinculada a la mera
descripción singular, al disfrute emocional, a la sensibilidad del sujeto. Se propugnó
una geografía entendida como arte expresivo. La geografía como ejercicio literario,
fruto de una percepción o vivencia global, estética e intuitiva del entorno, del paisaje.”
(Ortega Valcárcel, 2000:177).

La región se convierte en región-paisaje, la región se identifica con el paisaje y el


paisaje define la región. El paisaje representa un momento sensorial a través del cual
el sujeto capta la totalidad de un área, como indica el autor citado, la crítica al enfoque
positivista -de carácter ambiental- llevó a realizar una inversión metodológica, así la
geografía del paisaje se funda en la consideración de las unidades culturales
existentes como el punto de partida de la indagación geográfica sobre la influencia de
los factores físicos convirtiéndose la morfología del paisaje en objetivo de la
investigación geográfica de acuerdo con una perspectiva histórica2.

Así entonces, la geografía del paisaje representa la deriva hacia la geografía histórica
y cultural con su eje de atención en el estudio del paisaje o morfología del paisaje y
entendido el paisaje como producto cultural (Ortega Valcárcel, 2001).

La situación de la geografía cultural analizando su evolución y la visión actual del


enfoque cultural ha sido presentada en forma sintética y muy didáctica por Fernández
Christlieb (2006); a dicho trabajo acudimos para ampliar algunas cuestiones
especialmente por su claridad para presentar un enfoque al cual se acude
frecuentemente en estudios de ordenamiento territorial pero sin que queden claros en
dichos trabajos los supuestos epistemológicos, metodológicos y procedimentales del
mismo.3

Indica el autor citado como la geografía cultural no es una rama de las ciencias
geográficas sino una manera de estudiar el espacio, una posición desde la cual
observa el investigador. El enfoque cultural asume entonces que la realidad espacial
es compleja y que todo espacio es producto tanto de los fenómenos de la naturaleza
como de la actividad de los grupos sociales. Destaca que para adoptar la posición que
exige la geografía cultural en sus observaciones hace falta ser romántico ya que
desde el arte y la ciencia el romanticismo se preguntó por la alteridad, por el otro,
para lo cual el método de la geografía cultural consiste en ponerse en los “pies
ajenos”.

En el análisis de la evolución de la geografía cultural Fernández Christlieb (2006)


indica como este enfoque cultural en geografía volvió a renovarse hacia finales de la

2
Recordamos a Paul Vidal de la Blache con el aporte del concepto de “género de vida’ y el planteo
entonces del “posibilismo”, en la relación hombre-medio, frente al “determinismo”.
3
Como bibliografía ampliada de referencia en idioma castellano se encuentra el libro de Paul Claval
(1999).
4

década de los años setenta ya no reflexionando sobre las colectividades sino sobre
los individuos que las conforman centrándose entonces este nuevo enfoque cultural
en las percepciones del individuo principalmente en los países de habla inglesa. Por
su parte los franceses no abandonaron del todo la riqueza de la descripción de los
paisajes surgiendo una etnogeografía que hace referencia a la manera en que los
distintos pueblos ordenan y reordenan su territorio.
Ante un “giro cultural” de la Geografía y la “ola posmoderna” la Nueva Geografía
Cultural significó “un replanteamiento que tomó en cuenta no sólo las expresiones
materiales de la cultura sobre un área dada sino también el simbolismo que para los
habitantes tenían algunos de los rasgos del paisaje. A partir de finales de los años
ochenta, los especialistas en geografía cultural ya no se limitaron a describir, como sus
antecesores en Berkeley, la manera en que los diferentes pueblos marcaban
físicamente su territorio y los elementos antrópicos del paisaje. También se dedicaron
a comprender el significado de lo representado por los individuos y el modo en el que
percibían y comprendían su ambiente. Por primera vez la Geografía parecía cobrar
una nueva vida pues se desprendía de los enfoques macroeconómicos y sociológicos
para hacer propuestas de lecturas metódicas de los paisajes.” (Fernández Christlieb,
2006: 228). 4

Señala el autor citado que bajo este nuevo “giro cultural” y “ola posmoderna” se
retoma con gran fuerza una de las tradiciones más valiosas del romanticismo alemán:
la curiosidad por “el otro”. Así entonces al caracterizar el enfoque cultural en geografía
el autor considera que la geografía cultural estudia el espacio mediante la definición de
unidades llamadas “paisaje” definido como una representación de un espacio preciso,
o bien como tal espacio preciso analizado por un observador. Indica como en la
producción del paisaje se advierten rasgos impresos por los humanos y metáforas
de las fuerzas naturales llevadas al terreno de la explicación ontológica del propio
grupo importando entonces los acuerdos tácitos o explícitos de toda la colectividad
local, no las percepciones individuales sino las afirmaciones de grupo. Importan así las
representaciones simbólicas en el paisaje.

Desde este enfoque cultural el geógrafo busca comprender el paisaje -la producción
de un paisaje- basándose principalmente en el trabajo de campo participativo propio
de la Antropología sugiriéndose la necesidad de permanecer en el lugar de estudio
durante temporadas lo suficientemente prolongadas para asimilarse con el medio y
pasar relativamente desapercibido recurriendo también al trabajo con mapas y otras
representaciones espaciales5. Se busca así comprender las razones que llevan al
grupo cultural reconocerse en el sitio o lugar, orientarse en él, marcar el lugar,
nombrarlo e institucionalizarlo.

El paisaje desde una perspectiva sistémica.

El paisaje -como categoría científica de análisis- también continuó existiendo desde


una perspectiva o enfoque sistémico y positivista de la mano de la Geografía Física.

4
Carl O. Sauer fue el catedrático que en la década de 1920 abrió la línea de la geografía cultural desde la
Universidad de California en Berkeley.
5
En las prácticas del ordenamiento territorial no es excepcional escuchar hablar de los “mapas
mentales”, “ mapas parlantes”, “mapas participativos” donde el investigador acude a los propios actores o
agentes de la territorialidad y les solicita que construyan ellos mismos un “mapa” a modo de cartografía
producida por la comunidad local.
5

Un análisis de la evolución del concepto de paisaje en la geografía física desde una


visión sistémica y naturalista es presentado por Frolova y Bertrand (2006) en un
artículo de difusión sobre Geografía y paisaje6.

Los autores consideran al paisaje como un concepto que se sitúa en la iterfaz entre el
modelo científico y la representación, donde se aclara que: “ No es la apariencia de las
cosas, sino ellas mismas las que interesan a los científicos, por ello proponen modelos
paisajísticos basados en las interrelaciones entre varios elementos del espacio,
intentando conseguir los modelos operacionales que les puedan servir en la
experimentación científica. Sin embargo buscando un mejor acceso a la complejidad
del mundo que nos rodea, los geógrafos inevitablemente construyen los objetos
abstractos e idealizan la realidad, porque la esencia del mundo que nos rodea no se
percibe ni directa, ni empíricamente. La mirada del geógrafo se centra en comprender
directamente el terreno, en el cual lo concreto se confunde con lo visible. (Frolova y
Bertrand, 2006: 258-259).

El paisaje es considerado como uno de los conceptos científicos “integradores” de la


geografía medioambiental surgiendo dicho enfoque en la geografía soviética. Hacia la
década de 1930 la geografía soviética comienza a plantear la necesidad de analizar
los “complejos geográficos” o “complejos territoriales naturales” expresión del
“proceso físico-geográfico unido”. Se menciona al geógrafo A.A. Grigoriev como quien
postula dichos conceptos y forma de análisis –basado en el estudio de los procesos
que determinan el dinamismo del medio físico al ser entendido como el conjunto de
procesos medioambientales que se aproxima al paradigma sistémico, diferente del
concepto del proceso entendido como relaciones binarias entre los elementos del
medio físico-. Entendemos que estos planteos se realizan en sintonía con el principio
del análisis integral del territorio planteado por el edafólogo ruso V.V. Dokuchaiev. 7

Hacia finales de los años treinta el biogeógrafo Carl Troll introduce en los estudios
espaciales horizontales de paisaje, tradicionales en geografía, la dimensión funcional
vertical de los botánicos y propone el concepto de Landschaftsoecologie traducido
como Geoecología y/o Ecología del Paisaje8. Según Bolós (1992) Troll definió la
Ecología del Paisaje que posteriormente denominó Geoecología9.

La asimilación de la Teoría de Sistemas en la geografía física habría dado lugar,


según Frolova y Bertrand (2006), a una renovación conceptual del análisis integrado
del medio físico introduciendo el concepto de geosistema. Se menciona a Víctor
Sochava como quien propone en 1978, desde Rusia, la teoría del geosistema -o el
sistema de elementos naturales localizado en el espacio- derivada de conceptos
originarios de la geoquímica y geofísica del paisaje y de las teorías de la información y
de sistemas.

Por su parte Georges Bertrand, desde Francia, en los años setenta propone su propia
metodología de estudio geográfico del medio ambiente basada en el concepto de
geosistema soviético pero inspirándose también en la ecología norteamericana y en la
6
Un libro que recoge gran parte de las publicaciones de Georges Bertrand y Claude Bertrand desde sus
inicios es Bertrand y Bertrand (2006) (Salinas Chávez, 2010).
7
Remitimos al lector al libro dirigido por Bolós (1992) para la profundización sobre la teoría, método,
aplicaciones, escuelas y tendencias en la denominada Ciencia del Paisaje.
8
Según indica Salinas Chávez (2010) Troll recibe influencia de la escuela alemana de los forestales del
siglo XIX que trabajaban con los sites como unidades de evaluación de los bosques, estos sites incluían
análisis de suelos, topografía y clima.
9
Remitimos al lector a los trabajos teóricos – metodológicos realizados por la bióloga-ecóloga Dra.
Matteucci, integrante del GEPAMA FADU-UBA, para la interiorización sobre la evolución y estado actual
de la Ecología del Paisaje y su diferenciación con la Ecología de Paisajes o Ecología de Mosaicos. Entre
su amplia bibliografía podemos dar como referencia: Matteucci, (2006a y 2006b).
6

Ciencia del Paisaje alemana pero adaptando el concepto de geosistema a paisajes


antropizados y proponiendo un modelo más cualitativo y humanizado comparado con
el modelo cuantitativo y naturalista soviético (Frolova y Bertrand, 2006: 264).

Indica Mateo Rodríguez (2005) que en las últimas décadas la introducción del tema
medioambiental y el concepto de medio ambiente trata de lograr mayor integración no
sólo al interior de la geografía física sino también entre ésta y la geografía humana
buscando superar la dicotomía Naturaleza-Sociedad. Sostiene el autor que bajo el
“paradigma ambiental” se parte de los conceptos de la Ecogeografía de Jean Tricart
postulada en Francia en 1960, de la Geoecología formulada por Carl Troll en
Alemania y la Geografía de los Paisajes de los geógrafos soviéticos. En dichos
estudios geográficos se analizan los sistemas ambientales entendiéndolos como la
relación Naturaleza – Sociedad en espacios físicos concretos, privilegiando la
articulación espacio-temporal de las diferentes categorías de sistemas ambientales
teniendo a la naturaleza como el centro de las interrelaciones y al concepto de Paisaje
natural como la categoría básica y fundamental de estudio pero aceptando junto a
esta noción de paisaje natural la de paisaje social y cultural.

Así entonces, en la estructura científica de la Geografía se llega a proponer -dentro de


la Geografía General- una nueva dirección de abordaje: la Geoecología de los
Paisajes -que se agrega a la tradicional división desde criterios objetuales o temáticos
entre Geografía Física y Geografía Humana-. Esta Geoecología de los Paisajes es
definida desde una visión global e integradora basada en los conceptos de geosistema
y de paisaje (desde su acepción de paisaje natural o como formación antropo –
natural) asimilando como sinónimo a la Geografía de los Paisajes.

Según Mateo Rodríguez, (2005) esta Geoecología de los Paisajes hereda el legado
de la Geografía del Paisaje y la Geografía Física Compleja siendo cercana a la
Ecogeografía y la Geografía Ambiental. Junto a la Geoecología de los Paisajes
considera que existen otras dos direcciones que tienen al paisaje como su concepto
nodal: la Ecología del Paisaje (como disciplina principalmente de corte biológico) y la
Geografía Cultural del Paisaje (centrada en la dimensión socio - ecológica, en la
percepción de los paisajes, y en el análisis del paisaje cultural) formando entre las tres
la denominada Ciencia del Paisaje.

A modo de consideraciones finales: El paisaje como base del ordenamiento


territorial.

Se ha visto como el concepto de paisaje, presenta definiciones muy distintas en virtud


del enfoque geográfico al cual se adhiera. Como sostienen García Ramón y Muñoz
Jiménez (2002) considerado el paisaje desde enfoques casi “opuestos” es necesario
dejar bien en claro como lo definimos en función de las implicancias conceptuales y
metodológicas que conlleva.10

Ante las dos grandes visiones geográficas planteadas creemos necesario rescatar e
intensificar una visión sistémica del paisaje definido desde la Geoecología o
Geografía de los Paisajes y la Ecología del Paisaje en las prácticas del
ordenamiento territorial.

Bajo esta visión el paisaje es concebido como un geosistema y visto como sustento
del ordenamiento territorial al considerar una planificación regional, ambiental o

10
Con el concepto de “región” sucede lo mismo como se ha presentado en un artículo donde se analiza
como difiere dicho concepto en virtud de los diferentes enfoques geográficos (Baxendale, 2007).
7

estratégica entendida como el instrumento dirigido a planear y programar el uso del


territorio, las actividades productivas, la ordenación de los asentamientos humanos y
el desarrollo de la sociedad, en congruencia con el potencial natural de la tierra, el
aprovechamiento sustentable de los recursos naturales y humanos, y la protección y
calidad del medio ambiente. 11

Como indica Salinas Chávez (2010), el proceso para llegar a estudios integrados del
paisaje como base del ordenamiento territorial fue largo y significó el aporte desde
distintas disciplinas: desde las Ciencias de la Tierra en prácticas de ordenamiento
territorial en instituciones y organismos públicos en Australia, Reino Unido, Holanda,
Francia, Canadá; desde la Geografía con aportes hechos por escuelas geográficas,
inicialmente de la ex URSS, ex Alemania Oriental, países del este de Europa (Polonia
y ex Checoslovaquia) y en departamentos de geografía física y de análisis geográfico
regional en universidades de España, Cuba, México y Brasil; y desde la Ecología del
Paisaje junto a biólogos, ecólogos, geógrafos, ingenieros agrónomos e ingenieros
forestales.

Desde el aporte multi, o pluridisciplinar el paisaje, como base de la ordenación del


territorio, “...puede ser considerado como sujeto y objeto de la actividad humana.
Objeto en la medida en que el paisaje posee una serie de características que sirven de
soporte básico al desarrollo socioeconómico del territorio y sujeto en cuanto que la
actividad humana lo transforma. Esta doble función del paisaje, se constituye
entonces, en el fundamento para comprender la dinámica natural y social, desde la
perspectiva de la ordenación del territorio.” (Salinas Chávez (2005:6-7))

Así entonces bajo esta visión sistémica los paisajes son utilizados como unidades
básicas en proyectos de ordenamiento territorial para el análisis, diagnóstico y
propuesta del modelo de uso del territorio.

Agradecimientos

A la Dra. Silvia Matteucci (GEPAMA-FADU-UBA) por hacer extensiva la invitación para


la convocatoria realizada por la Universidad de Murcia.

Al Dr. Eduardo Salinas Chávez (Facultad de Geografía. Universidad de La Habana)


por facilitar bibliografía referente a los estudios del paisaje desde la geografía física -
ambiental y por sus observaciones realizadas al primer escrito.

BIBLIOGRAFÍA

11
Cabe aclarar que, desde nuestros estudios académicos y práctica profesional como geógrafos en
aportes al ordenamiento territorial (Baxendale, 2000; Baxendale y Buzai, 2002; Baxendale, 2010),
consideramos como objeto de estudio al espacio geográfico y/o regiones entendiendo este espacio
geográfico como sistema complejo (García, 2006) producto de las interrelaciones entre subsistemas
naturales y sociales en un área de estudio determinada y donde, considerando sus particularidades, se
busca contrastar hipótesis, regularidades y leyes generales para darle respuesta a una cuestión espacial
– territorial planteada en dicha área. Así entonces se focaliza el análisis en factores espaciales y
ambientales para explicar la localización, distribución, asociación, interacción y evolución espacial de
fenómenos relativos a la organización territorial del espacio bajo estudio (Buzai y Baxendale, 2006)
considerando los marcos jurídicos y procesos históricos, económicos y políticos -nacionales e
internacionales- que con mayor o menor grado participan en dicha organización.
8

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Barcelona.
ESPACIO, TERRITORIO Y REGION:
CONCEPTOS BASICOS PARA UN PROYECTO
NACIONAL

Gustavo MONTAÑEZGÓMEZ*
Ovidio DELGADO MAHECHA*

RESUMEN: En este escrito se discuten teóricamente los conceptos de


espacio, región y territorio, como categ& básicas en la construcción
de un proyecto nacional democrático, que pemita la expresión de la
ciudadanía y el derecho de los ciudadanos a controlar la producción
social del espacio y del territorio. Se indican algunos elementos que se
consideran necesarios para la construcción de dicho proyecto político.
Palabras claves: espacio, territorio, territorialidad, territorialización,
desterritorialización,región.

Espacio, territorio y región son categorías básicas para tener


en cuenta en la definición de un proyecto nacional. Ellos no
constituyen conceptos absolutos, neutros, ni desprovistos de
contenido; por el contrario, el territorio y la región son
expresiones de la espacialización del poder y de las
relaciones de cooperación o de conflicto que de ella se
derivan. Pero generalmente ocurre que tanto en la práctica
política, como en el análisis académico, espacio, territorio y
región, cuando no se ignoran por completo, se consideran
receptáculos con existencia propia e independiente,
contenedores o escenarios inmóviles y permanentes de las

Geógrafo B.D., Vicerredor & Se& S d a f h de Bogotd Universidad


Nacional de Colombia.

Gedgrafo M.Sc., Rofesor Asistente Departamento de GeograFr,


UniversidadNacional & Colombia
Espacio, territorio y regi6n:
conceptos basicos para un proyecto nacional

relaciones sociales, y por lo tanto como imperativos bio-


etológicos desprovistos de significado y significancia
sociopolítica, lo cual da licencia para que tales conceptos se
tomen como sinónimos.

Espacio, territorio y región, y los procesos derivados de sus


dinámicas, constituyen la esencia de la espacialidad de la
vida social; ellas mismas son formas creadas socialmente; no
son meros vacíos, sino que participan activamente en los
sistemas de interacción, y son el producto de la
instrumentalidad de espacio/poder/saber, que provee las
bases para espacializar y temporalizar el funcionamiento del
poder (Soja, 1989). En este escrito se presentan algunos de los
elementos teóricos que se consideran indispensables para
profundizar en el análisis y la comprensión del significado y
la significancia de los conceptos mencionados, que permitan
a su vez comprender las condiciones histórico-geográficas
concretas en que se desenvuelve la sociedad colombiana.

El espacio geográfico.

Antes de profundizar en el tema del territorio parece


plausible considerar lo que entendemos como espacio
geográfico. Al respecto, Milton Santos (1997) propone
concebirlo como un conjunto indisociable de objetos y de
sistemas de acciones. Los sistemas de objetos no ocurren sin
los sistemas de acciones y estos Otimos no suceden sin los
primeros. El espacio es construido históricamente.

Agrega Santos (1997), que el espacio geográfico hoy es un


sistema de objetos cada vez más artificiales, provocados por
sistemas de acciones igualmente imbuidas de artificialidad,
y cada vez más tendientes a fines extraños al lugar y a sus
habitantes. Se establece un nuevo sistema de naturaleza que
gracias al movimiento ecológico conoce apenas un ápice de
su desnaturalización.
Cuadernos de Geografla, Vol. VII, No. 1-2, 1998

Los objetos del espacio geográfico contemporáneo no son


colecciones sino sistemas que surgen a partir de un comando
único y que parecen dotados de una intencionalidad más
definida que en épocas anteriores, intencionalidad que
puede ser mercantil o simbólica. Vivimos en una época en
que el ntímero de objetos del espacio geográfico se ha
multiplicado exponencialmente: en los últimos cuarenta años
se vieron nacer sobre la faz de la tierra más objetos que en
los anteriores cuarenta mil años (Santos, 1997).

Hoy el valor de los objetos depende de su eficiencia, de su


contribución para la productividad de la acción económica y
de otras acciones. Con objetos que tienden a la unicidad, es
decir, por primera vez en la historia del hombre tiende a ser
el mismo sistema de objetos en todas partes. Esto ocurre
principalmente con los objetos de los sistemas hegemó~cos
surgidos para atender las necesidades de las acciones
hegemónicas.

El territorio.

El análisis del territorio es indispensable para la


comprensión de la estructuración actual de la formación
socio-espacial colombiana, y para la construcción de la
utopía nacional que oriente nuestra producción de futuro.
Dicho análisis puede partir de las siguientes consideraciones:

1. Toda relación social tiene ocurrencia en el territorio y se


expresa como territorialidad. El territorio es el escenario
de las relaciones sociales y no solamente el marco
espacial que delimita el dominio soberano de un Estado.

2. El territorio es un espacio de poder, de gestión y de


dominio del Estado, de individuos, de grupos y
Espacio, territorio y regibn:
conceptos bdsicos para un proyecto nacional

organizaciones y de empresas locales, nacionales y


multinacionales.

3. El territorio es una construcción social y nuestro


conocimiento del mismo implica el conocimiento del
proceso de su producción.

4. La actividad espacial de los actores es diferencial y por lo


tanto su capacidad real y potencial de crear, recrear y
apropiar territorio es desigual.

5. En el espacio concurren y se sobreponen distintas


territorialidades locales, regionales, nacionales y
mundiales, con intereses distintos, con percepciones,
valoraciones y actitudes territoriales diferentes, que
generan relaciones de complementación, de cooperación
y de conflicto.

6. El territorio no es fijo, sino móvil, mutable y


desequilibrado. La realidad geosocial es cambiante y
requiere permanentemente nuevas formas de
organización territorial.

7. El sentido de pertenencia e identidad, el de conciencia


regional, al igual que el ejercicio de la ciudadanía y de
acción ciudadana, solo adquieren existencia real a partir
de su expresión de territorialidad. En un mismo espacio
se sobreponen múltiples territorialidades y múltiples
lealtades.

Antes de seguir adelante se hace necesario indicar el alcance


conceptual de los términos territorio, territorialidad y
desterritoriolización.

Territorio se refiere (Geiger, 1996) a una extensión terrestre


delimitada que incluye una relación de poder o posesión por
Cuadernos de Geografla, Vol. VII, No. 1-2, 1998

parte de un individuo o un grupo social. Contiene límites de


soberanía, propiedad, apropiación, disciplina, vigilancia y
jurisdicción, y transmite la idea de cerramiento. El concepto
de territorio está relacionado con la idea de dominio o
gestión dentro de un espacio determinado; está ligado a la
idea de poder ptiblico, estatal o privado en todas las escalas
(Correia de Andrade, 1996). Bien puede ser el territorio de
un Estado, el de los propietarios de la tierra rural o de los
conjuntos residenciales cerrados de las ciudades, o los
dominios del mercado de una empresa multinacional.

La territorialidad "es el grado de control de una


determinada porción de espacio geográfico por una persona,
un grupo social, un grupo étnico, una compañía
multinacional, un Estado o un bloque de estados"
(Montañez, 1997: 198). La misma se refiere al "conjunto de
prácticas y sus expresiones materiales y simbólicas capaces
de garantizar la apropiación y permanencia de un
determinado territorio por un determinado agente social, o
Estado, los diferentes grupos sociales y las empresas"
(Lobato Correa, 1996: 252, en traducción). La territorialidad
se asocia con apropiación y ésta con identidad y afectividad
espacial, que se combinan definiendo territorios apropiados
de derecho, de hecho y afectivamenbe. La superficie de la
Tierra está recubierta de territorios que se sobreponen o se
complementan, derivando en diversas formas de percepción,
valoración y apropiación, es decir, de territorialidades que se
manifiestan cambiantes y conflictivas. Las lealtades al
territorio nacen del grado de territorialidad, y en un mismo
espacio se pueden yuxtaponer varias lealtades a distintos
actores territoriales.

La territorialidad está asociada con el regionalismo (Soja,


1989), el cual se basa en una geografía del poder. Siguiendo a
Coja (1989), se puede argumentar que la territorialidad y el
regionalismo segregan y compartimentan la interacción
Espacio, territorio y región:
conceptos básicos para un proyecto nacional

humana puesto que controlan la presencia y la ausencia, la


inclusión y la exclusión. Ambos expresan las relaciones de
poder y son la base para su espacialización y
temporalización. La territorialidad regionaliza el territorio,
es decir, lo delimita en divisiones espacio-temporales de
actividad y de relación denominadas regiones (Giddens,
1984). Es esa diferenciación regional la que constituye el
escenario del regionalismo, expresión de la dinámica del
poder entre las regiones. Pero a pesar de que tales
delimitaciones puedan aparecer como rígidas e inmutables,
tanto su forma como su dinamismo cambian con el tiempo,
dependiendo de la acción humana sobre condiciones
espacio-temporales preexistentes.

La desterritorialización se refiere a procesos de pérdida del


territorio derivados de la dinámica territorial y de los
conflictos de poder entre los distintos agentes territoriales.
Una empresa puede expandir su territorio a costa de la
desterritorialización total o parcial de otra.

El territorio se construye a partir de la actividad espacial de


agentes que operan en diversas escalas. La actividad espacial
(Massey, 1995), se refiere a la red espacial de relaciones y
actividades, de conexiones espaciales y de localizaciones con
las que opera un agente determinado, ya sea un individuo,
una firma local, una organización o grupo de poder, o una
empresa multinacional. Dado que la capacidad y alcance de
la actividad espacial es desigual y convergente en los
lugares, la apropiación de territorio y, por consiguiente, la
creación de la territorialidad, generan una geografía del
poder caracterizada por la desigualdad, la fragmentación, la
tensión y el conflicto. Pongamos como ejemplo, que en un
mismo espacio nacional operan agentes que ejercen poder y
tratan de delimitar sus territorios sobre territorios ya
apropiados por otros agentes, o que localizan sus territorios
en proximidad a otros territorios que los repelen:
Cuadernos de Geografla, Vol. VII, No. 1-2, 1998

organizaciones guerrilleras que se territorializan en el


territorio estatal; migrantes que se apropian de las periferias
urbanas, o empresas multinacionales que superponen su
territorio al de los estados sin respetar las fronteras
reconocidas por el derecho internacional.

Las posibilidades de actividad espacial, y por lo tanto las


posibilidades de construcción de territorio, cambian a través
de la historia, conforme han ido cambiando las formas y la
complejidad de las relaciones y de los medios técnicos que
facilitan la interacción social. De la acción social en lugares
relativamente aislados hemos pasado a la actividad espacial
en redes más complejas que ponen los lugares en relaciones
espacio-temporales económicas, culturales y políticas que
sobrepasan las fronteras de los estados. Por otra parte los
procesos de relación social no operan sólo en el tiempo o en
el espacio, sino en espacio-tiempo, de donde se deriva que la
producción del territorio debe pensarse en los términos que
implica esta relación, es decir, desde el punto de vista de
relatividad, incertidumbre, indeterminismo, movilidad y
cambio permanente. Los esfuerzos teóricos por comprender
la dinámica de los procesos de globalización y
fragmentación del mundo, han decantado tres conceptos
básicos (Lyshon, 1995): 1) la convergencia de tiempo-espacio,
2) el distanciamiento espacio-tiempo, y 3) la compresión del
espacio-tiempo.

La convergencia espacio-tiempo se refiere a la forma como la


tecnología del transporte y de la información tiene el efecto
de mover los lugares y la gente unos respecto a los otros,
cambiando las percepciones de la distancia y disminuyendo
su importancia como limitante de la interacción social.
Medida desde el punto de vista de tiempo, la distancia entre
los lugares se relativiza, y dependiendo de las posibilidades
tecnológicas y del poder de los agentes, los lugares se
acercan o se alejan. Los lugares convergen y divergen en
Espacio, territorio y regi6n:
conceptos basicos para un proyecto nacional

espacio-tiempo y las posibilidades de interacción entre ellos


depende de su localización relativa.

El concepto de dktanciamiento tiempo-espacio significa que


las interacciones sociales pueden ser locales o de presencia
cara a cara, y remotas no co-presentes, es decir, entre
ausentes a través del espacio-tiempo, como ocurre en el
ciberespacio. Nos permite pensar en sociedades que no son
discretas e independientes, sino que son continuas e
interdependientes en el espacio-tiempo. Esta posibilidad de
contactos distanciados genera nuevas posibilidades de
interacción social, aumenta el alcance de la actividad
espada1 y se refleja en nuevas formas de territorio y de
territorialidad. La construcci6n de territorio en un
determinado espacio puede ser el resultado de la conjunción
de lo cercano y lo remoto, vale decir de escalas globales,
regionales y locales. Lo local no se explica por si mismo. Lo
global y lo local son elementos constitutivos de la dialéctica
del territorio.

El concepto de compresión tiempo-espacio combina los dos


anteriores y atribuye el fenómeno de convergencia-
divergencia de los lugares a los procesos e imperativos del
desarrollo del capitalismo como sistema global, que procura
abrir nuevos mercados y aumentar la velocidad de la tasa de
retorno del capital. Es esta compresión del mundo lo que
hace posible que las empresas multinacionales globalicen el
mercado que antes era de consumo local o regional. Y esa
posibilidad de cubrir el mundo es también la posibilidad de
ampliar sus territorios, desterritorializando a los
competidores m& débiles.

Se viven realidades nuevas en lo que se refiere a la


interacción social. Esas nuevas realidades son las redes mas
complejas, la transnacionalizaci6n, la globalización y la
fragmentación, que constituyen parte del contexto en que
Cuadernos de Geografla, Vol. VII, No. 1-2, 1998

ocurre la creación de territorios. Las nuevas realidades


resultan en nuevas construcciones de espacio y de territorio,
y en un nuevo funcionamiento del territorio que se expresa
en lo que Milton Santos (1996) llama horizontalidades y
verticalidades. Las primeras se refieren a los dominios de
continuidad de los lugares vecinos reunidos por una
continuidad territorial; las segundas corresponden a las
relaciones entre lugares distantes que se ligan por las formas
y los procesos sociales a travhs de redes. El territorio hoy
puede formarse de lugares contiguos y lugares en red, y su
acontecer puede ser homólogo, complementario y jerárquico
(Santos, 1996). Las nuevas realidades ofrecen nuevas
oportunidades o nuevos peligros y frustraciones. Para el
centro rico puede ser la oportunidad de ampliar su poder
territorial y la capacidad de actividad espacial de sus
habitantes, pero para los países de la periferia pueden ser la
frustración de ver cómo se transforman sus lugares
expuestos a la acción territorializadora y
desterritorializadora de agentes extraños, trátese de turistas,
de factorías, de m.ercancías mundializadas o de productos de
la llamada cultura global.

Pero tambih hay nuevas realidades en la escala nacional,


regional y local. En Colombia, la dinámica territorial se
expresa, por ejemplo, en los acelerados procesos de
urbanización y metropolización, que paulatinamente
desplazan los centros de control político a las ciudades desde
donde se define el carácter del Estado; en el regionalismo y
en el localismo; en la descentralización administrativa que
pretende aliviar las tensiones entre los poderes nacionales,
regionales y locales; en los intereses y las acciones de actores
como las guerrillas y los paramilitarismos; en la
privatización de la seguridad ciudadana, o en los nuevos
movimientos sociales de indígenas y negritudes, y por
supuesto, en los intereses del capital articulados en redes de
flujos internacionales y transnacionales, legales e ilegales.
Espacio, territorio y regibn:
conceptos biisicos para un proyecto nacional

Todo lo anterior tiene manifestaciones de territorialización y


desterritorializacibn y por lo tanto es fuente de conflictos y
luchas por el poder. Todo es político y politica en el
territorio.

De manera que al examinar el problema de la construcci6n


del territorio y de la territorialidad es necesario hacerlo en
una perspectiva espacio-temporal o geohistbrica; tener en
cuenta las escalas global, nacional, regional y local en que
ocurren la dinámica política, los intereses y los confiictos por
y en el territorio; los procesos de territorialización y
desterritorializacibn, y reparar en las tensiones entre las
distintas escalas. Es pertinente mirar el problema del
desarrollo desigual y sus consecuencias sociales económicas
y políticas.

Es necesario estudiar las causas y las consecuencias de las


recientes transformaciones de la estructuración del espacio y
del territorio. U n punto de partida para este intento puede
ser el trabajo de Rodriguez Mariño (1982) titulado "La
Ocupación del Territorio en Colombia", en el que se
identifican cuatro grandes periodos a saber: 1) La Conquista
o 'Encuentro de dos Culturas'; 2) Hacia el Librecambismo
(de principios del siglo XVIII hasta mediados del XX); 3)
Hacia el Capitalismo (desde mediados del siglo X X hasta los
años 20 y 30 del presente); 4) La "Paf Americana o de la
dependencia de la economla colombiana de la de los Estados
Unidos. En cada uno de estos periodos el autor esboza la
dinámica de las relaciones de producción, los procesos
productivos y los modos y tendencias espaciales generales
de la ocupación del territorio.

Sobre la Construccidn Actual del Proyecto Nacional

De acuerdo con Celso Furtado (1992) la construccibn del


proyecto nacional en la época actual exige "un doble desafio
Cuadernos de Geografla, Vol. VII, No. 1-2, 1 9 9 8

que se le ofrece a la presente generación: el de reformar las


estructuras anacrónicas que pesan sobre la sociedad y
comprometen su estabilidad, y el de resistir a las fuerzas que
operan en el sentido de la desarticulación de nuestro sistema
económico, amenazando la unidad nacional", todo ello
resultante de la atrofia de los mecanismos de comando de los
sistemas económicos nacionales a través de las estructuras de
decisión transnacionales.

Agrega Furtado que "son muchos los indicios de la


evolución global orientada por la desarticulación de los
sistemas' económicos nacionales que son sustituidos por
espacios contenidos en parámetros políticos y culturales". El
proyecto globalizante hace énfasis en la creación de
"regiones antropológicas" que están siendo delimitadas por
exclusión, por las actividades económicas de las empresas
transnacionales, induciendo a tensiones interregionales, a la
exacerbación de rivalidades y a la formación de bolsas de
miseria, todo mFentado a h c e r inviable el país como
proyecto tracional.

Sobre el Proyecto Nacional Territorial.

¿Cuál es el proyecto nacional de territorio y de las


territorialidades? El proyecto de territorio que corresponde
al proyecto nacional debe expresar un claro sentido
democrático mediante la coexistencia de mtíltiples
territorialidades en el espacio del estado-nación;
territorialidades que sean reconocidas y reguladas por la
territorialidad estatal como expresión suprema en este
ámbito de la existencia ciudadana. Esas mtíltiples
territorialidades no sólo deben corresponder al carácter de
nuestra formación histórica, multiétnica y pluricultural, sino
también a nuestra condición de individuos, colectividades e
instituciones, en su dimensión económica, social y cultural.
Espacio, territorio y region:
conceptos basicos para un proyecto nacional

Regiones

Para Santos (1997), las regiones son subdivisiones del


'

espacio geográfico planetario, del espacio nacional o


inclusive del espacio local. Las regiones son subespacios de
conveniencia y, en algunos casos, espacios funcionales del
espacio mayor. Hay que recordar que el todo social no tiene
otra forma de existencia que la forma regional, ya sea
intranacional o internacional.

La región fue en el pasado un sinónimo del ejercicio de una


territorialidad absoluta de un individuo, familia o grupo;
territorialidad a veces manifiesta a través de ciertas
características de identidad, de exclusividad y de límites.
Hoy, el número de mediaciones es mucho más grande, lo
cual induce a la confusión de que la región ya no existe más
(Santos, 1997).

Cuanto más compleja es la división del trabajo, mayor es la


diversificación y la complejidad de los objetos y de las
acciones, y por lo tanto, mayor es la espesura del subespacio
correspondiente (Santos, 1997) y de las territorialidades que
allí ocurren.

Las regiones hoy son sistemas territoriales abiertos que en


permanente interacción con otras ,regiones construyen su
propia identidad económica, cultural, social y política. Se
resalta el papel de las diversas formas de circulación en esa
reorganización de la división internacional del trabajo,
sobretodo en lo que toca con la reorganización espacial. La
circulación ya no se define por los transportes y las
comunicaciones ya que un nuevo subsistema se levanta y
gana un papel rector en las relaciones sociales; este es el
subsistema de regulación, sin el cual no se pueden entender
los fenómenos espaciales (Santos, 1997).
Cuadernos de Geografla, Vol. VII, No. 1-2, 1998

Las regiones entendidas con esa doble dimensión de


relaciones internas y externas, no ocurren por fuera del
proyecto nacional, hacen parte esencial del mismo y a su vez
se constituyen en instrumento para el desarrollo de la
nación. Son expresión de la nación y constituyen
posibilidades para su desarrollo en sus miiltiples
dimensiones. Para que ello ocurra el Estado debe promover
la equidad territorial, entendida como el acercamiento a una
igualdad de oportunidades de desarrollo regional, y la
articulación regional como garantía de construcción del
proyecto nacional.

Sobre los Caminos de Construcción del Proyecto

El desarrollo de la nación desde el punto de vista territorial


exige tener en cuenta, entre otras cosas, las siguientes:

1. El conocimiento por parte de los nacionales del territorio


de su nación y de sus vínculos históricos con el resto del
mundo. Este conocimiento debe conducir a la
apropiación del territorio en su sentido más amplio,
dentro de una dimensión científica, práctica y afectiva.

2. El desarrollo territorial requiere de la aplicación de un


ponderado gradualismo, en el marco de las mayores
estrategias preventivas contra la generación de desorden
social resultante de la implantación de objetos de
desarrollo en el territorio nacional y del ejercicio de
acciones sobre el mismo, con el fin de controlar las
territorialidades que generan impactos sociales
indeseables que.conllevan dislocación social y atentan
contra la uxhdad nacional. Los proyectos y programas de
desarrollo deben ser evaluados a priori en el ámbito de
sus efectos territoriales.
Espacio, territorio y regibn:
conceptos b4sicos para un proyecto nacional

3. Reconocer que las regiones son espacios geográficos, que


ademiís de pertenecer a la nación, tienen un contenido
cultural e histbrico específico, lo cual las eleva a
patrimonio nacional y por ende merecen la mayor
protección y estímulo del Estado Nacional para su
desarrollo.

4. Lo público territorial debe servir para el ejercicio de la


ciudadanía en el sentido de promover la acción
consciente de los individuos para la convivencia social
con base en sus derechos y sus deberes. A su vez, la
construcción de ciudadanía implica la construcción de
territorialidades democráticas.

5. Lo privado territorial debe contribuir a la construcción


del proyecto nacional en la medida en que' no se
convierta en obstáculo para el ejercicio de la más amplia
democracia nacional.

Se trata, al fin de cuentas, de construir los escenarios más


propicios para el ejercicio de la ciudadanía, y en donde ésta
se exprese también como el poder de los ciudadanos para
controlar la producción social del espacio y del territorio.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

CORREA, Roberto Lobato. (1996). Territorialidade e


Corporaqiío: Um Exemplo. En: Território:Globalizacáo e
Fragmenta@. Sáo Paulo, Editora Hucitec, pp 251-256.

CORREIA de Andrade, Manuel. (1996). Territorialidades,


desterritorialidades, novas territorialidades: os limites
do poder nacional, e do poder local. En: T d t a r i o :
Globalizacáo e FragmentaclTo. Sáo Paulo, Editora
Hucitec, pp 213-220.
JOAN NOGUÉ
Cátedra de Geografía y Pensamiento Territorial. Universidad de Girona
Director del Observatorio del Paisaje de Cataluña

Territorios sin discurso, paisajes sin imaginario.


Retos y dilemas

RESUMEN tains des défis principaux (conceptuels et méthodologiques) avec ces


que nous opposent: ceux-là de la globalisation, hybridation, éphémè-
El paisaje es cultura y, precisamente por eso, es algo vivo, diná-
ralité, lisibilité, invisibilité et représentation.
mico y en continua transformación. Ahora bien, hoy día determina-
dos paisajes están sometidos a unas transformaciones muy intensas,
bruscas y rápidas, lo que les conduce a una evidente degradación y ABSTRACT
banalización, sobre todo en términos de pérdida de sus valores patri-
Territories without discourse, landscapes without imaginary.
moniales y simbólicos tradicionales. Son a estos paisajes a los que el
Challenges and dilemmas.- Landscape is culture and this is why it is
artículo se referirá, planteando algunos de los principales retos con-
something alive, dynamic and in continuous transformation. Howe-
ceptuales y metodológicos con los que nos enfrentan, en concreto los
ver, nowadays certain landscapes are exposed to intense, sudden and
de la globalización, hibridación, efimeralidad, legibilidad, invisibili-
fast transformations, what leads them to an obvious degradation and
dad y representación.
trivialization, above all in terms of losing heritage and traditional
symbolic values. The article refers to these landscapes, suggesting so-
RÉSUMÉ me of the main conceptual and methodological challenges that they
face up to, specifically: globalization, hybridization, ephemerality, le-
Des territoires sans discours, des paysages sans imaginaire. Dé-
gibility, invisibility and representation.
fis et des dilemmes.- Paysage est culture et c'est pour cette raison que
c'est quelque chose vive, dynamique et dans une transformation con-
tinue. Cependant, maintenant il y a quelques paysages que sont sou- Palabras clave / Mots clé / Key words
mis à des transformations très intenses, brusques et rapides, que les
Paisaje, banalización, legibilidad, invisibilidad, representación.
conduise à une évidente dégradation et banalisation, surtout en termes
de perte de ses valeurs patrimoniaux et symboliques traditionaux. Paysage, banalisation, lisibilité, invisibilité, représentation.
C'est à ces paysages auxquels l'article se rapportera, en projetant cer- Landscape, trivialization, legibility, invisibility, representation.

L A INVESTIGACIÓN sobre el proceso de creación his-


tórica de los valores patrimoniales y simbólicos
que hoy reconocemos en muchos paisajes no sólo es
nística, sino también para una adecuada orientación de
las recientes políticas de protección, gestión y orde-
nación del paisaje que se están dando en el contexto
imprescindible, sino apasionante. Entender los factores europeo. Sin embargo, en el texto que sigue a conti-
que incidieron en este proceso y las modalidades del nuación voy a situarme en otro plano y en otra pers-
mismo se ha revelado como un conocimiento funda- pectiva. Me pregunto qué pasa con aquellos paisajes
mental no sólo en el ámbito de la investigación huma- que han perdido todo su valor simbólico y patrimonial.

Ería, 73-74 (2007), págs. 373-382


374 E R Í A

¿Qué hacer, desde el punto de vista simbólico y patri- ciertamente, pero sí algunos de los más significativos.
monial, con los paisajes de los territorios fuertemente Vamos por el primero, el de la globalización.
transformados, de los territorios densos, rotos, sin va-
lores aparentes? Me refiero sobre todo, aunque no só-
lo, a los paisajes de los entornos urbanos y metropoli-
tanos sometidos a fuertes presiones urbanísticas y a los I
paisajes originados por el turismo de masas que se ini- EL PESO DE LA GLOBALIZACIÓN
cia en nuestro país a partir de la década de 1960, por El paisaje ha tenido y sigue teniendo un papel rele-
poner dos ejemplos. Estoy pensando, por tanto, en los vante en el proceso de formación, consolidación y man-
territorios y en los paisajes que han perdido o cambia- tenimiento de identidades territoriales (NOGUÉ, 2005
do radicalmente y en muy poco tiempo su discurso y y 2006). Esta afirmación no se aleja demasiado del
su imaginario. He ahí lo que yo he calificado de terri- mensaje de fondo que filtra la vieja trilogía paisaje-
torios sin discurso y de paisajes sin imaginario. cultura-región, tan presente en los estudios geográficos
La dispersión del espacio construido, la urbaniza- de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. En la
ción diseminada sin pautas ni control, el crecimiento tradición geográfica vidaliana el paisaje es la fisonomía
urbanístico desvinculado de los asentamientos urbanos característica que nos revela una porción del espacio
tradicionales, la explosión de la ciudad (es decir, la concreta (una región) y la distingue de otras regiones.
metropolización del territorio), junto con la implan- Es en la región donde cristalizan las relaciones socie-
tación de infraestructuras de todo tipo (algunas de dad-naturaleza y ello otorga a la misma un carácter dis-
ellas muy pesadas, muy duras), han provocado en muy tintivo que la hará única e irrepetible y que se materiali-
poco tiempo una intensa fragmentación territorial y zará y visualizará a través del paisaje. Esta vieja trilogía
una radical transformación paisajística que ha cuestio- paisaje-cultura-región también se hará presente en la
nado en profundidad la identidad de muchos lugares; geografía norteamericana de la primera mitad del siglo
proceso agravado, dicho sea de paso, por una cierta XX, inspirada en la obra de Carl O. Sauer. Y, en el fon-
homogeneización y banalización urbanística y ar- do, también se manifiesta en la geografía fenomenoló-
quitectónica, sobre todo en los espacios suburbanos, gica de las décadas de 1970 y 1980. Las perspectivas
periféricos, de transición, en los que, efectivamente, es fenomenológicas en geografía, también en arquitectura:
inevitable detectar un punto de sordidez, de desorden en la obra, por ejemplo, de Christian NORBERG-SCHULZ
y de desconcierto. (1980) o de Christopher ALEXANDER (1979), profundi-
El diagnóstico es claro y las causas y las conse- zan en esta línea, salvando todas las distancias metodo-
cuencias conocidas, por lo que no incidiré más en ello. lógicas y contextuales que uno quiera. Geógrafos como
Voy a limitarme en las páginas que siguen a señalar David SEAMON (1993) o Edward RELPH (1976) buscan
los retos conceptuales y metodológicos que la situa- la esencia del paisaje, su supuesto carácter, también
ción descrita nos plantea, retos que, a mi entender, son (aunque no sólo) a través de la asociación paisaje-cultu-
nuevos, porque la situación también es nueva: nunca ra-región, expresada ahora con otros términos, como
habíamos sido capaces de consumir tanto territorio en los de paisaje-identidad-lugar.
tan pocos años (en el caso de la región metropolitana Ésta es, grosso modo, la tradición académica e inte-
de Barcelona, en treinta años se ha consumido tanto te- lectual que ha mantenido viva hasta hoy la firme con-
rritorio como en toda la historia precedente); nunca ha- vicción de que el paisaje ha tenido siempre un papel
bíamos transformado el territorio a la velocidad en que relevante en la formación, consolidación y manteni-
lo hemos hecho estos últimos decenios; nunca había- miento de identidades territoriales; tradición que ha te-
mos estado tan interconectados con el resto del mundo nido su correspondiente traducción, su contrapartida,
y, en consecuencia, nunca habíamos recibido y com- en algunos ámbitos intelectuales, e incluso políticos.
partido tantos elementos identitarios. He ahí, en defini- Ahora bien, ¿podemos seguir manteniendo aún hoy la
tiva, una situación nueva, que genera unos territorios y vieja trilogía paisaje-cultura-región en todos los rinco-
unos paisajes insólitos hasta el momento y que nos en- nes del territorio y en un contexto de globalización
frenta a nuevos retos conceptuales y metodológicos. acelerada como el que tenemos encima? Debemos pre-
Seis serán los retos que plantearé a continuación: los guntarnos seriamente si las dinámicas territoriales con-
de la globalización, hibridación, efimeralidad, legibili- temporáneas no ponen en duda y cuestionan el sentido
dad, invisibilidad y representación. No son los únicos, que hasta ahora habíamos dado a conceptos como lu-
TERRITORIOS SIN DISCURSO, PAISAJES SIN IMAGINARIO. RETOS Y DILEMAS 375

gar y, aún más, a asociaciones como identidad=lu- res, valga la redundancia, así como los valores tradicio-
gar=paisaje. Es lícito y necesario preguntarse cómo y nales de sus paisajes? He aquí el primer reto, en estre-
de qué manera, en un contexto de globalización galo- cha relación con otro: el de la hibridación.
pante, las interconexiones entre las fuerzas globales y
las particularidades locales alteran las relaciones entre
identidad, significado y lugar.
II
Efectivamente, hay que reconocer que los lugares DE LA NITIDEZ A LA HIBRIDACIÓN
(y sus paisajes) han recibido sin duda el impacto de las
telecomunicaciones, de la mayor velocidad de los sis- No hay duda de que la estructura y la morfología de
temas de transporte, de la mundialización de los mer- muchos de los paisajes del país han cambiado radical-
cados, de la estandarización de las modas, de los pro- mente a lo largo de estos últimos años. Hasta hace muy
ductos, de los hábitos de consumo. La identidad de los pocas décadas, los distintos usos del suelo tenían unos
lugares tradicionales, basada en una «cultura territoria- límites relativamente nítidos: sin ir más lejos, se podía
lizada», en un paisaje identitario, se ha visto, en efecto, percibir sin demasiada dificultad dónde terminaba la
trastocada, pero no aniquilada. Con esto quiero decir ciudad y dónde empezaba el campo. Los núcleos urba-
que los lugares (y sus paisajes) no han desaparecido, a nos se presentaban compactos. A su alrededor, el es-
diferencia de lo que creen Marc Augé y otros. Han pacio agrícola ocupaba las tierras fértiles tanto de la
aparecido «no-lugares» (AUGÉ, 1998), pero no se ha llanura más inmediata como de las vertientes de las
perdido el sentido de lugar. A pesar de la creciente ho- montañas más cercanas, donde se conseguía ampliar la
mogeneidad de la producción cultural internacional, superficie cultivable a partir de bancales y muros. En
aún hay muchos y distintos espacios que expresan sen- nuestras latitudes mediterráneas la zonificación rural,
timientos de comunidad, sentimientos de identidad, en bastante compacta, era clara y consistía, partiendo de
definitiva. Las ideas y las imágenes producidas y co- forma bastante concéntrica de los pueblos o de las ca-
mercializadas globalmente son percibidas y utilizadas sas de campo, en una zona de huerta, una zona de seca-
de manera diferente por los seres humanos en diferen- no con cereales, vid y olivos, una zona de prados y de
tes puntos del planeta y al mismo tiempo. No sabemos matorrales donde se practicaba el pastoreo extensivo y,
exactamente porqué esto es así, pero lo cierto es que finalmente, una zona forestal, el bosque propiamente
los seres humanos siguen creando lugares en el espacio dicho.
y los siguen impregnando de significados: las socieda- En la actualidad, la estructura y morfología del pai-
des contemporáneas, a pesar de todo, redescubren, rei- saje de la mayor parte del territorio (también el rural,
vindican, reinventan lugares y paisajes. aunque menos) se caracteriza por una alta fragmenta-
Se hace difícil entender los nuevos territorios, los ción. La zonificación característica del paisaje tradi-
paisajes sometidos a intensas transformaciones a los cional se ha transformado radicalmente y ha derivado
que hace referencia este artículo, si no entendemos an- hacia una gran dispersión de usos y de cubiertas del
tes cómo se han visto afectados por los actuales proce- suelo. La antigua zonificación se ha difuminado, se ha
sos de globalización, en el marco de la inesperada e im- perdido la claridad en la delimitación zonal, la compa-
prevista tensión dialéctica entre lo local y lo global. cidad se ha roto y ha terminado por imponerse un pai-
Entender la globalización desde un punto de vista terri- saje mucho más complejo, un paisaje de transición, un
torial implica entender que los lugares siguen siendo paisaje híbrido, cuya lógica discursiva es de más difícil
lugares, pero no de la misma manera. Éste es el gran aprehensión, hasta el punto de que nos obliga a pregun-
reto que nos plantea la globalización en cualquier parte, tarnos a menudo si el genius loci correspondiente no ha
pero muy especialmente en aquellos territorios que es- huido de él; si no habremos cambiado realmente de lu-
tán reformulando su discurso territorial y su imaginario gar, de país, parafraseando la excelente obra de David
paisajístico. Los modelos de urbanización, las tipolo- LOWENTHAL (1998), The Past is a Foreign Country. De
gías constructivas, los patrones de ocupación del suelo, hecho, cuando se observan con detenimiento los foto-
la estética de estos territorios fuertemente transforma- gramas del famoso «vuelo americano» de 1956, uno
dos, de estos territorios densos y sin valores aparentes, tiene realmente la sensación de estar contemplando
se entienden mucho mejor en el marco de la globaliza- otro territorio, de habernos equivocado de país.
ción. Pero, ¿hasta qué punto esta globalización ha afec- Sea como fuere, he aquí el reto de la hibridación,
tado y transformado el sentido del lugar de estos luga- siempre presente en los paisajes de frontera difusa, co-
376 E R Í A

mo son los paisajes de mutación intensa, los paisajes dicas. Por otra parte, la reestructuración de la produc-
de la dispersión, los sprawlscapes, paisajes que ocupan ción, en todos sus ámbitos, ha generado nuevas formas
amplias extensiones de territorio en forma de manchas de trabajo que remiten a lo efímero, lo temporal, lo no
de aceite y que transmiten una nueva concepción del duradero. Se acentúa, en definitiva, la volatilidad y la
espacio y del tiempo. La hibridación propia de las efimeralidad de las modas, de los productos, de las téc-
fronteras territoriales, de los paisajes periféricos a los nicas, de los procesos laborales, pero también de las
cuales aquí hacemos referencia nos obliga a preguntar- ideas, de las ideologías, de los valores, de los símbolos.
nos si podemos seguir concibiendo el lugar como una Se enfatizan las virtudes de la instantaneidad, de la ob-
categoría geográfica (y ontológica) «pura», en el senti- solescencia instantánea. La espacialidad de la efime-
do de contener una supuesta y exclusiva homogenei- ralidad y de la fugacidad se está escribiendo continua-
dad y coherencia internas. ¿La hibridación puede ge- mente y nosotros mismos formamos parte de ella.
nerar lugares? Es probable que, hace medio siglo, la La efimeralidad es una categoría que afecta al con-
respuesta hubiera sido negativa. La tradición académi- junto de espacios contemporáneos, pero muy espe-
ca hegemónica en aquel momento (y en determinados cialmente a los urbanos y, en ellos, sobre todo a los
círculos aún hoy) no habría contemplado esta posibili- periféricos. En efecto, emergen en la ciudad nuevas
dad. Pero es que probablemente la pregunta no se hu- geografías basadas en la efimeralidad (y también en la
biera planteado, no hubiera tenido sentido. Tampoco fugacidad) estructuradas en forma de redes espaciales
nos hubiéramos preguntado hace medio siglo si los lu- extraordinariamente dinámicas y variadas que pocas
gares pueden ser móviles, o si los lugares (y especial- veces tenemos en cuenta. He aquí, por ejemplo, las
mente los paisajes) pueden ser virtuales, y ahora nos lo geografías de los «pizzeros» y de sus recorridos urba-
preguntamos. nos; las geografías de la noche (las del lumpen, las de
Segundo reto, por tanto: la hibridación. Es realmen- las actividades ilegales que precisan de la nocturni-
te un reto entender la lógica de esta hibridación, hasta dad); las geografías de la sexualidad y sus correspon-
qué punto afecta, altera o genera lugar y hasta qué pun- dientes cartografías del deseo (los puntos de prostitu-
to han desaparecido de sus paisajes los valores tradi- ción en zonas públicas, los contactos sexuales fortuitos
cionales. Sea cual sea la respuesta, el hecho es que la en lugares no definidos); las geografías de los mendi-
hibridación incrementa la sensación de efimeralidad, el gos y vagabundos, de los músicos de calle, de los ven-
tercer reto que plantean los paisajes aquí analizados y dedores y de los mercados ambulantes no autorizados;
al que haré referencia a continuación. las geografías de las tribus urbanas, que a menudo de-
limitan sus territorios a través de tags y graffitti; en de-
finitiva, un sinfín de redes espaciales que configuran
otras geografías, a veces incluso con un cierto carácter
III disidente y alternativo y casi siempre heterodoxas, des-
EL RETO DE LA EFIMERALIDAD conocidas y vistas con recelo, por su carácter trasgre-
¿Qué podemos decir sobre la efimeralidad de nues- sor, nómada, de muy difícil localización y delimitación
tras sociedades que no hayan dicho ya filósofos como geográficas y, precisamente por ello, fuera de control.
Ilya Prigogine o sociólogos como Zygmunt Bauman? El saber geográfico ha proporcionado siempre al poder
BAUMAN (2003) califica el mundo actual de «líquido», una información espacial de carácter durable, cartesia-
en el sentido de que todos los ámbitos y rincones de la no, que le ha permitido controlar y gestionar el terri-
vida actual estarían sometidos a un proceso de licue- torio con probada eficacia. Pero este mismo saber
facción, inclusive los vínculos humanos. La geografía geográfico demuestra tener serias dificultades para
como disciplina no ha podido escapar a este proceso, describir y analizar lo nómada, lo efímero, lo fugaz…
ya que el concepto de espacio, que era su objeto más y el poder otras tantas para controlarlo y gestionarlo.
sólido, aferrado a la realidad del mundo físico frente a El tiempo efímero ha penetrado también profunda-
la volatilidad más tradicional del tiempo, también se ha mente en la vida de los espacios urbanos turísticos (a
vuelto, de alguna forma, más «líquido» (H IERNAUX , los que pocas veces podemos calificar de ciudad),
2006). Nuevos procesos están impactando las ciudades creando nuevos paisajes basados en la efimeralidad y
y estos procesos están marcados por la movilidad, la en la fugacidad y complicando muchísimo, junto con
fluidez, la falta de estabilidad y el imperio de lo efíme- la hibridación, su legibilidad, el cuarto reto que quería
ro, sobre todo entre sus manifestaciones estéticas y lú- plantear en este artículo.
TERRITORIOS SIN DISCURSO, PAISAJES SIN IMAGINARIO. RETOS Y DILEMAS 377

IV orbitales, todos ellos potentes ejes viarios imprescindi-


UNA COMPLEJA LEGIBILIDAD bles para que el nuevo sistema urbano funcione esqui-
vando la continua amenaza del colapso. Estos espacios
La legibilidad semiótica de los paisajes contempo- yermos entre autopistas han servido en muchas ocasio-
ráneos sometidos a intensas transformaciones es com- nes de escenarios más bien tenebrosos y fúnebres para
pleja. No es nada fácil la descodificación de sus sím- el cine de acción y la novela negra. Son el decorado
bolos. La legibilidad de estos nuevos paisajes es más preferido, por ejemplo, de James Graham B ALLARD
complicada que la propia del paisaje urbano compacto, (2000 y 2002), uno de los escritores que más y mejor
aquella que aprendimos de la semiología urbana. En su partido ha sacado de los mismos. Novelas como Crash
ya clásico tratado sobre la imagen de la ciudad, Kevin y La isla del cemento, publicadas en su versión origi-
LYNCH (1960) resaltaba cinco categorías esenciales pa- nal en 1971 y 1973, respectivamente, con acentuadas
ra la lectura del paisaje urbano convencional: señales, dosis de erotismo y violencia, y sirviéndose del auto-
nodos, senderos, umbrales y áreas homogéneas. ¿Qué móvil como metáfora sexual y también como metáfora
categorías, qué claves interpretativas permitirían leer global de la vida del individuo en la sociedad contem-
hoy el paisaje de la dispersión, el sprawlscape? Segura- poránea, son un verdadero canto a uno de los paisajes
mente existen, y más pensadas para ser leídas en coche más desolados e inhóspitos de nuestros entornos me-
que no a pie, pero son, sin duda, más efímeras que las tropolitanos.
propuestas por Kevin Lynch, y de más difícil legibili- Los territorios parecen no poseer discurso y los pai-
dad. No es fácil integrar en una lógica discursiva clara sajes imaginario cuando su legibilidad se vuelve extre-
y comprensible los territorios fracturados y desdibuja- madamente compleja, tan compleja que se acerca a la
dos de los paisajes de frontera, paisajes que a veces pa- invisibilidad, el quinto reto anunciado.
recen itinerantes, nómadas, porque son repetitivos, por-
que son los mismos en todas partes. Son los paisajes
que alternan sin solución de continuidad adosados, te-
rrenos intersticiales yermos y abandonados, polígonos V
industriales o simulacros de polígonos industriales, vi- ¿CÓMO HACER VISIBLE LO INVISIBLE?
viendas dispersas, edificaciones efímeras, vertederos Nuestras geografías cotidianas están llenas de pai-
incontrolados, cementerios de coches, almacenes pre- sajes incógnitos y de territorios ocultos, en buena me-
carios, viveros, paredes medianeras dejadas de la mano dida debido a su compleja legibilidad. Cuando no en-
de Dios, líneas de alta tensión, antenas de telefonía mó- tendemos un paisaje, no lo vemos: lo miramos, pero no
vil, carteles publicitarios (o sus restos), descampados lo vemos. Por eso, aunque no seamos conscientes de
intermitentes…, en fin, un desorden general, que gene- ello, aunque no los veamos ni los miremos, lo cierto es
ra en el ciudadano una desagradable sensación de con- que nos movemos cotidianamente entre paisajes incóg-
fusión, de insensibilidad, de desconcierto. nitos y territorios ocultos, entre geografías invisibles
¿Cómo debemos interpretar estos paisajes? ¿Tienen sólo en apariencia. Las geografías de la invisibilidad
valores? ¿Si no es así, es posible dotarles de valores? (aquellas geografías que están sin estar) marcan nues-
¿Cómo leer estos paisajes, muchos de ellos vacíos, de- tras coordenadas espaciales y temporales, nuestros es-
socupados, aparentemente libres, que parecen tierra de pacios existenciales, puede que no más, pero sí tanto
nadie, territorios sin rumbo ni personalidad aparentes? como las geografías cartesianas, visibles y cartografia-
Son espacios indeterminados, de límites imprecisos, de bles propias de las lógicas territoriales hegemónicas.
usos inciertos, expectantes, en ocasiones una mezcla Muchos de estos paisajes híbridos, periféricos y de
entre lo que han dejado de ser y lo que no se sabe si frontera de los que hablamos se corresponden con es-
serán. Muchos de ellos son terrains vagues, enigmáti- pacios marginales, tanto desde el punto de vista geo-
cos lugares que parecen condenados a un exilio desde gráfico como social. Se trata de las zonas inseguras,
el que contemplan, impasibles, los dinámicos circuitos indeseables, desagradables, fácilmente sorteables y es-
de producción y de consumo de los que han sido apar- camoteables a la mirada y que todos conocemos. Son
tados y a los que algunos (no todos) volverán algún los territorios de la ciudad oculta, que sólo entrarán en
día. Estos espacios intersticiales invisibles, opacos y escena cuando, por diferentes razones, el espacio que
abandonados se multiplican en las periferias urbanas, ocupan se convierta en deseable, bien por procesos de
entre y a los lados de autopistas, autovías y cinturones aburguesamiento (gentrification), bien por otras vías.
378 E R Í A

Vemos los paisajes que «deseamos» ver, es decir aque- representación, el último reto que quería plantear en
llos que no cuestionan nuestra idea de paisaje, cons- este artículo y y en el que más me extenderé.
truida socialmente (NOGUÉ, 2007). Dicho de otra for-
ma: buscamos en el paisaje aquellos modelos, aquellos
patrones que se ajustan a los que tenemos en nuestro
inconsciente colectivo, o que más se aproximan a VI
ellos. Y por eso estos paisajes periféricos y fuertemen- LA REALIDAD Y SU REPRESENTACIÓN
te transformados son invisibles a los ojos de determi- Empezaré con un ejemplo anecdótico, pero no por
nados grupos y sectores sociales. ello menos significativo: la proliferación, en los últi-
Definitivamente, las geografías de la invisibilidad y mos tiempos y en las principales vías de entrada de
sus correspondientes paisajes ocultos están aún por des- muchos pueblos y ciudades, de enormes carteles publi-
cribir, por interpretar. Y es posible hacerlo en el marco citarios en los que se anuncia, ni más ni menos, que la
de una ontología de lo visible ya anunciada en su día propia localidad a través de una fotografía de la misma.
por Maurice MERLEAU-PONTY (1975) y basada en el Se trata de una fotografía de dimensiones colosales en
convencimiento de que lo no visible está completamen- la que se muestra la imagen más típica y estereotipada
te entrelazado con lo visible; pero no como un simple de la ciudad o el pueblo en cuestión. Lo curioso del ca-
hueco en la malla de lo visible, sino como la base que so es que estos paneles informativos suelen estar em-
lo sustenta. Se establece entre los dos la misma relación plazados de tal manera que se percibe, a la vez, el pai-
que entre la luz y la oscuridad, que entre el blanco y el saje real y el representado, el original y la copia, hasta
negro (como decía Paul Valéry, accedemos a la secreta el punto de que uno no sabe muy bien qué mirar pri-
negrura de la leche a través de su blancura). Una onto- mero ni cómo mirarlo, puesto que las dos imágenes (la
logía reforzada por las aportaciones de la Gestalt y de real y su correspondiente representación) son la misma,
todas las teorías de la percepción, que inciden una y al menos aparentemente. Me pregunto qué sentido tie-
otra vez en que la realidad está constituida, a la vez, por ne esta estrategia comercial y turística de los lugares y
presencias y ausencias, por elementos que se manifies- de sus paisajes basada en la reiteración, en la redun-
tan y otros que se esconden, pero que siguen estando dancia comunicativa, en un obvio juego de espejos en-
allí. En otras palabras: la realidad no es sólo lo que se tre realidad y ficción.
ve. Lo visible no puede identificarse con lo real, y vice- Desde mi punto de vista estos carteles son una
versa. Nada mejor que el paisaje para aplicar una onto- muestra más de que, efectivamente, nos hallamos ya de
logía de lo visible, porque el paisaje es, a la vez, una lleno en una sociedad de la visualización inducida, en
realidad física y la representación que culturalmente la que la construcción de imágenes y, por descontado,
nos hacemos de ella; la fisonomía externa y visible de de paisajes, ha triunfado. Las imágenes del paisaje son
una determinada porción de la superficie terrestre y la tan extraordinariamente cotidianas en nuestro universo
percepción individual y social que genera; un tangible visual que han llegado a orientar nuestra percepción de
geográfico y su interpretación intangible. Es, a la vez, la realidad. Y así, hoy día, en el proceso de apreciación
el significante y el significado, el continente y el conte- estética del paisaje, lo que se sabe (la información vi-
nido, la realidad y la ficción. sual sobre el paisaje) condiciona y cuestiona lo que se
En el caso de los territorios que han perdido o que experimenta (la propia vivencia del paisaje). La mayo-
están cambiando su discurso, debemos conseguir pene- ría de la gente califica como bello un paisaje cuando
trar en lo invisible a través de lo visible; hacer visible puede reconocer en él un antecedente avalado mediáti-
aquello que miramos, pero no vemos. ¿Cuál es la llave camente y, de hecho, el éxito o el fracaso de la expe-
para aprender a mirar lo que no se ve, para convertirse riencia turística, por poner sólo un ejemplo, dependerá,
en una especie de zahorí del paisaje? Hay que ganar la en buena medida, del nivel de adecuación de los paisa-
batalla de la invisibilidad, profesionalmente y social- jes contemplados «en directo» a aquellas imágenes de
mente. Y es muy probable que ganemos esta batalla a los mismos que previamente se nos indujo a visitar y a
través de la representación. Como afirmábamos hace conocer desde una revista, un documental de televisión
un momento, vemos los paisajes que «deseamos» ver, o una agencia de viajes.
aquéllos que no cuestionan nuestra idea de paisaje, He ahí la definitiva mercantilización de los lugares
construida socialmente; aquéllos que no cuestionan los y de sus paisajes, tan propia de las sociedades y de las
arquetipos paisajísticos predominantes. Es el reto de la economías postmodernas y postindustriales. Una de las
TERRITORIOS SIN DISCURSO, PAISAJES SIN IMAGINARIO. RETOS Y DILEMAS 379

paradojas fundamentales de la postmodernidad (en el complejo: los arquetipos paisajísticos. Parece demos-
marco de la crisis de la autenticidad) es la clara dife- trado que, a menudo, la contemplación del paisaje real
renciación entre la realidad y su representación y la co- contemporáneo está teñida de un paisaje arquetípico
rrespondiente celebración de la inautenticidad, algo transmitido de generación en generación a través de
muy en línea con la filosofía que inspira los parques te- múltiples vías y caminos (pintura de paisaje, fotografía,
máticos. En su novela Inglaterra, Inglaterra, Julian escuela, medios de comunicación). La falta de legibili-
Barnes (1999) desarrolla con lucidez esta tensión entre dad y la pérdida del imaginario paisajístico de muchos
lo auténtico y lo simulado, entre el original y la copia, paisajes contemporáneos tiene mucho que ver, de he-
sirviéndose para ello de un parque temático. cho, con lo que podríamos calificar de «crisis de repre-
Más allá de los parques temáticos propiamente di- sentación», es decir el abismo cada vez mayor entre el
chos, parece claro que vamos camino de la tema- paisaje arquetípico transmitido de generación en gene-
tización del conjunto del paisaje y es desde esta pers- ración y el paisaje real, cada vez más homogéneo y ba-
pectiva desde la que quizá se interpreten mejor los nal, sobre todo en las periferias urbanas y en las áreas
mencionados carteles. Se nos enseña lo que ya podría- turísticas. Este paisaje arquetípico se habría generado
mos ver por nosotros mismos no por puro citymarke- en el marco de un proceso de «socialización» del paisa-
ting barato, ni porque seamos idiotas, sino porque, de je que tendría lugar en un momento determinado de la
acuerdo con lo dicho hace un momento, el paisaje real, historia y que sería impulsado por una élite cultural, li-
para adquirir más relevancia, deber ser «mediatizado»; teraria y artística procedente de un determinado grupo
debe pasar por el poderoso filtro de la imagen, a ser po- social, que elaboraría una metáfora y la difundiría al
sible estereotipada (y, aún mejor, arquetípica). El con- conjunto de la sociedad.
sumo de los lugares no es completo si antes no hemos Está por ver, claro está, si la imagen seleccionada
consumido visualmente sus imágenes, como ya desa- era la mayoritaria y cuáles se dejaron de lado, porque
rrolló en su día John URRY (1990) al explorar a fondo debemos admitir que todas ellas, en tanto que represen-
lo que él denominaba la «mirada turística», en el marco taciones sociales del paisaje, tienen (tenían) la misma
de una sugerente semiótica de la imagen visual. Sucede legitimidad social. Sea como fuere, lo cierto es que se
con el paisaje algo parecido a lo que, en relación con la produce una socialización de un paisaje arquetípico que
fotografía, ya avanzó en su momento Walter Benjamin nos ha llegado hasta hoy a través de diversas imágenes
y que más tarde desarrolló Kenneth GERGEN en El yo que han creado un imaginario colectivo, compartido y
saturado (1992): socialmente aceptado. El arquetipo paisajístico inglés,
«La cuestión no es saber si las relaciones entabladas a través por ejemplo, sigue siendo muy potente y, en él, el pasa-
de los medios se aproximan en su significación a las normales, do tiene un peso enorme. Es conocida la habilidad típi-
sino más bien si las relaciones normales pueden aproximarse a camente inglesa para saber mirar el paisaje a través de
los poderes del artificio. (…) Las vacaciones dejan de ser reales sus asociaciones con el pasado y para evaluar los lu-
si no las hemos filmado; las bodas se convierten en aconteci-
mientos preparados para la cámara fotográfica y el vídeo; los afi-
gares en función de sus conexiones con la historia. Un
cionados al deporte prefieren ver los encuentros por la televisión paisaje bucólico, pintoresco, ordenado, humanizado,
en lugar de acudir al estadio, ya que lo que ven en la pantalla les verde y con bosques caducifolios conforma el ideal de
parece más próximo a la realidad. Recurrimos cada vez más a los belleza paisajística para la mayoría de los ingleses. El
medios, y no a nuestra percepción sensorial, para que nos digan paisaje es aquí concebido casi como una vieja antigüe-
lo que pasa» (pág. 85).
dad. David MATLESS (1998), en su libro Landscape and
El paisaje real se ve substituido cada vez más por Englishness, va más allá y muestra cómo el paisaje típi-
su imagen, por su simulacro mediático, olvidando que camente inglés es un elemento fundamental de la «an-
los paisajes, en palabras de Eduardo Martínez de Pi- glicidad», es decir la esencia de lo inglés. En Francia,
són, son rostros que revelan formas territoriales y que Yves L UGINBHUL (1989), Augustin B ERQUE (1990 y
su verdadera aprehensión precisa de una sensibilidad 1995), Alain ROGER (1997) y sobre todo Pierre NORA
vivencial y cultural que se genera con mucha más faci- (1984) en el libro colectivo Les Lieux de mémoire, en-
lidad a través de la auténtica percepción sensorial inte- tre muchos otros y cada uno a su manera, también
gral, sólo posible mediante el contacto directo entre el apuntan en la misma dirección.
individuo y su entorno. En Cataluña, los estudiosos del modernismo y del
El caso expuesto a modo de ejemplo de estos carte- denominado noucentisme, han llegado a la misma
les publicitarios nos remite a algo mucho más serio y constatación (MARFANY, 1995). Entre finales del siglo
380 E R Í A

XIX y el primer tercio del siglo XX se establecieron suizo, que se convirtió en eslogan turístico y que, curio-
las bases del pensamiento catalanista contemporáneo. samente, se aplicó a diferentes valles y comarcas (RO-
Estas bases se caracterizan, entre otros aspectos, por MA, 2000). El valle de Camprodon era la «Suiza de los
contener dos raíces hasta cierto punto contradictorias, barceloneses» en palabras de Carles Bosch de la Trin-
también en términos paisajísticos: la del modernismo y xeria, pero Víctor Balaguer la aplicó a la Cerdaña, Jo-
la del noucentisme. La primera responderá a los cáno- sep Pleyan de Porta la utilizó para describir el Valle de
nes del nacionalismo romántico de inspiración germá- Aran, Dolors Moncerdà de Macià se sirvió de la misma
nica; la segunda, a un nacionalismo clasicista lleno de imagen para cantar la belleza del lago de Banyoles y,
referencias a la mediterraneidad y de apariencia más cí- en 1908, mosén Gelabert irá más allá y titulará su cono-
vica y de acción. Las dos perspectivas han tenido una cido itinerario turístico por la comarca de Olot Guia
notable difusión e incidencia desde un punto de vista il·lustrada d'Olot y ses valls. La petita Suissa Catalana.
territorial y paisajístico, aunque demasiado a menudo Los paisajes de referencia que se desprenden del ar-
esta dimensión pase desapercibida. Grosso modo, el quetipo paisajístico mayoritario siguen hoy marcando
modernismo y el noucentisme generaron los dos arque- la pauta, aunque es cierto que algunas acertadas deci-
tipos paisajísticos con los que Cataluña ha convivido a siones tomadas en el ámbito de las políticas territoria-
lo largo del último siglo: el de la Cataluña verde, hú- les y ambientales y también de las estrategias turísticas
meda, pirenaica, de montaña, impulsado por la Renai- han dado su fruto y han permitido incorporar al club de
xença y recogido en buena parte por el modernismo, y los paisajes de referencia estereotipados algunos paisa-
el de la Cataluña mediterránea, marítima, soleada e jes inexistentes hace solamente treinta años. Me refie-
intensamente humanizada generado por el noucentis- ro, por ejemplo, a los paisajes de los humedales (los del
me. Dos arquetipos que se han ido alternando, en algu- Ampurdán y los del Delta del Ebro) o los de la viña
nas ocasiones complementándose y en otras excluyén- (pensemos en la Ruta del Císter y en el Priorato), por
dose. ¿Cuál ha sido el arquetipo predominante? ¿Cuál no hablar de algunos otros ejemplos geográficamente
de los dos discursos paisajísticos ha sido el preferido? más limitados, como el paisaje volcánico de la Garro-
Desde mi punto de vista y si nos situamos en el registro txa, prácticamente olvidado hasta hace tres décadas. La
estrictamente ideológico y político, el primero; hege- famosa escuela de pintura paisajística de Olot no refle-
mónico, creo, aún hoy, porque, de hecho, la recupera- jó de una manera evidente y explícita la dimensión vol-
ción de las instituciones democráticas catalanas a partir cánica de la zona, mientras que ahora es la que atrae a
de 1978 significó no tanto una renovación del discurso los visitantes y la que da sentido y coherencia al primer
ideológico identitario de carácter territorial y paisajísti- parque natural que se declaró en la Cataluña democráti-
co, como una recuperación de aquellas bases generadas ca, el de la zona volcánica. Así, pues, los paisajes de
siete décadas antes y, más concretamente, el enalteci- referencia se han ampliado, incorporando incluso algu-
miento del paisaje arquetípico de la montaña y, por ex- nos núcleos urbanos, como el casco antiguo de Girona,
tensión, de la Cataluña vieja, y en términos de patrimo- entre otros. Eso es cierto y bueno, porque muestra que
nio arquitectónico una absoluta predilección por el arte disponemos de un imaginario colectivo aún relativa-
románico y el gótico y un casi desprecio por el barroco mente permeable, pero no resuelve el reto que tenemos
y el neoclasicismo. delante y que planteaba hace un momento: el abismo
Me atrevería a afirmar, además, que la preeminen- entre el paisaje representado y el paisaje real y la inca-
cia del arquetipo paisajístico ya mencionado ha tenido pacidad de generar nuevos paisajes con los que la gente
efectos geopolíticos internos indeseables, al infravalo- se pueda identificar; nuevos paisajes de referencia, en
rar el paisaje de la Cataluña no asociada al patriotismo, definitiva.
la que no fue escenario de las gestas medievales ni de
sus mitos épicos: la Cataluña seca, los territorios del sur
del país. Se quejaba a menudo de ello el geógrafo Josep
VII
Iglésies, un hombre del sur, al constatar que ni las guías
A MODO DE CONCLUSIÓN
del Centro Excursionista de Cataluña dedicaban la aten-
ción debida a la zona, en contraste con una Cataluña ¿Y qué ocurre en este punto, entrando ya en las
vieja muy bien representada desde este punto de vista. consideraciones finales, en relación con aquellos paisa-
Una Cataluña vieja (sobre todo la pirenaica y prepire- jes que han sufrido intensas y bruscas transformacio-
naica) en la que encajaba bien el estereotipo paisajístico nes, como ya hemos comentado hace un momento?
TERRITORIOS SIN DISCURSO, PAISAJES SIN IMAGINARIO. RETOS Y DILEMAS 381

Sencillamente, en ellos el abismo entre realidad y re- menos conocemos sus consecuencias. Responde, como
presentación crece mucho más y la crisis de represen- es obvio, a las dinámicas propias del capitalismo inmo-
tación del paisaje arquetípico al que estábamos acos- biliario que llevamos demasiado tiempo sufriendo y
tumbrados y que ya no se corresponde con la realidad, que, por sorprendente que pueda parecer, ha recibido el
se hace aún mayor. Si eso es así, debemos admitir que aval intelectual de algunos artistas, arquitectos y urba-
tenemos un gran desafío, por no decir un problema: el nistas envueltos en una supuesta pátina de modernidad,
de ser capaces de dotar de nueva identidad a estos nue- alejada de cualquier compromiso social.
vos paisajes o, lo que es lo mismo, el de generar nue- b) La vía que plantea, pura y simplemente, eliminar
vos paisajes con los que la sociedad pueda identificar- del imaginario colectivo los arquetipos paisajísticos,
se. Algunos nuevos paisajes deben poder ser objeto de los paisajes tradicionales de referencia, que aún tene-
representación social si queremos resolver esta fractura mos y que nos vienen de lejos. Hay quien defiende
actualmente existente entre el paisaje real y el paisaje abiertamente esta opción como única vía para resolver
representado. de una vez esta crisis de representación, pensando que,
Hasta ahora, y más allá de los núcleos urbanos eliminando el referente, eliminada la representación y,
compactos, no hemos sido capaces de dotar de identi- por lo tanto, eliminado el problema. Esta vía, además
dad (la que sea) a unos paisajes caracterizados en su de innecesaria, no resuelve el problema.
mayor parte por su mediocridad y banalidad. Nos he- c) La vía de la intervención pensada y participada,
mos atrevido a proponer intervenciones paisajísticas socialmente consensuada. Ésta es, desde mi punto de
que no han ido mucho más allá de la pura jardinería, vista, la única capaz de revisar (que no aniquilar) los
porque no estaban soportadas por un nuevo discurso te- paisajes tradicionales de referencia, ampliando su aba-
rritorial y, por lo tanto, no nos hemos atrevido a expe- nico e introduciendo elementos identitarios que nos han
rimentar nuevos usos y cánones estéticos. Puede que llegado por la vía de la globalización y que se pueden
haya faltado imaginación, creatividad y sentido del lu- fusionar perfectamente con los autóctonos. Ésta es la
gar, pero lo cierto es que no hemos sido capaces de ge- única manera de generar nuevos paisajes con los que la
nerar nuevos paisajes con los que la gente pueda identi- sociedad pueda identificarse; la única manera de en-
ficarse, nuevos paisajes de referencia; no hemos sido contrar nuevos paisajes que puedan ser objeto de repre-
capaces de reinventar una dramaturgia del paisaje, en sentación social; la única manera, en definitiva, de su-
palabras de Paul Virilio. Existe, sin duda, una clara perar esta fractura actualmente existente entre paisaje
sensación de divorcio, de disociación entre paisaje real real y paisaje representado y de dotar de nuevos valores
y paisaje representado, lo que sugiere la necesidad de al primero.
hacer algo al respeto, sobre todo en estos paisajes tan No deberíamos resignarnos a la emergencia de más
fracturados y banalizados a los que aquí hemos aludi- territorios sin discurso y de más paisajes sin imagina-
do. Mi impresión personal es que en estos momentos rio. La valoración patrimonial y simbólica del paisaje
hay sobre la mesa tres vías, tres opiniones al respecto, no debería referirse sólo al pasado, aunque sea en el pa-
tres alternativas, que se traducen también en tres actitu- sado cuando se elaboran y generan muchos de los valo-
des diferentes: res que apreciamos y añoramos. No es fácil reformular
a) La vía del laissez faire, que ha tenido como re- y ampliar el imaginario paisajístico de una sociedad,
sultado el surgimiento de paisajes banales y mediocres pero no es imposible, si se piensa colectivamente, si se
en unos territorios sin rumbo y sin personalidad, despo- toma una opción socialmente compartida, en línea con
jados como están de su carácter primigenio, de su razón lo que propone el Convenio Europeo del Paisaje cuan-
de ser. Esta vía la conocemos sobradamente; o por lo do habla de los objetivos de calidad paisajística.
382 E R Í A

B I B L I O G R A F Í A

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Recibido: 19 de marzo de 2007


Aceptado: 24 de junio de 2007
Revista Boletín de Geografía Nº32 Universidad Metropolitana Ciencias de la Educación

LUGAR Y NO-LUGAR: UNA OPOSICIÓN CERCANA A LA FALACIA.


Aportes a las características conceptuales de ambas categorías de análisis del
espacio geográfico.

JOCELYN MALDONADO GARAY


jocelyn.maldonado.g@gmail.com

RESUMEN

El siguiente artículo fue tomado del marco teórico utilizado en el seminario de titulo
denominado, Ciudad y poder: el orden social como pasajero incógnito del Ferrocarril
Metropolitano (METRO) de Santiago. El cual nos acerca conceptualmente al lugar como
categoría de análisis del espacio geográfico, abriéndose a su vez a una nueva categoría
de análisis del espacio en un concepto que viene de la antropología, el no- lugar,
mediante una revisión conceptual de los términos.

Palabras Claves: lugar, espacio, identidad, sobre modernidad (posmodernidad), no-


lugar.

ABSTRACT

The following article is taken from the theoretical framework used in the title seminary
called City and power: the social order as an unknown passenger of the
Metropolitan Railroad (Metro) of Santiago. Which puts us conceptually closer as
cathegory of analysis of the geographycal space, opening at the same time a new
cathegory and analysis of the space in a concept that comes from the anthropology, no-
place, through a conceptual review of the terms.

Keywords: place, space, identity, about modernity (post modernity), no-place

ACERCA DEL LUGAR. análisis del espacio geográfico un nuevo


concepto proveniente de la
Una de las categorías de análisis del antropología, siendo motivo de diversos
espacio geográfico más recurrentes en debates al momento de validarlo o no
los estudios geográficos de las últimas como tal. Hago referencia al no-lugar.
décadas se relaciona con el lugar, pues
se trata de un concepto que atañe a las Este concepto, tiene como mentor al
subjetividades y las relaciones de los antropólogo francés Marc Auge,tomando
individuos dentro del espacio. En este importancia para la disciplina geográfica
sentido, a partir del lugar podemos mediante los estudios culturales en
estudiar y analizar el espacio geográfico. Geografía (la escuela de Birmingham
Del mismo modo, hace unas cuantas principalmente, asociada desde luego a
décadas atrás, ha penetrado en el los análisis posmodernos). Sin embargo,
Revista Boletín de Geografía Nº32 Universidad Metropolitana Ciencias de la Educación

es un tema poco estudiado por la La segunda característica recién


disciplina misma. Pero que es necesario mencionada del lugar, es que este es
traer a colación dentro de los estudios relacional. Pues los distintos elementos
geográficos debido al cambio físico y que constituyen el lugar se relacionan
espacial que ha presentado la sociedad entre sí sin necesidad de superponerse.
durante las últimas décadas. En En una población, por ejemplo, las
particular, desde la permuta en el reglas de conducta que se le imponen a
patrón de acumulación capitalista y con un niño, o las pautas de conducta de
ello la penetración de las relaciones éste en relación con el espacio, son
sociales de producción a los distintos distintas a las de un adulto, más se
ámbitos de nuestra vida, todo lo cual se relacionan entre si y coexisten.
manifiesta y materializa en el espacio
geográfico. Por lo tanto, es Junto a lo anterior, el lugar lleva
imprescindible la creación y la también implícito una raíz de orden
validación de nuevas categorías de histórico. Marc Augé propone que: “el
análisis como está; la del no- lugar, con lugar lo es necesariamente, a contar del
el objeto de ayudarnos mediante la momento en que, conjugando identidad
conceptualización, a la compresión y al y relación, se define por una estabilidad
análisis de la sociedad que somos mínima. Por aquellos que viven en él
contemporáneos y habitantes. pueden reconocer allí señales que no
serán objeto de conocimiento. El lugar
De este modo, el citado autor, para antropológico, para ellos, es histórico,
explicar y significar que entiende por en la exacta medida que escapa a la
no-lugar, recurre a un barrido de historia como ciencia.” 2
cualificaciones para hacernos entender
que es primeramente, en rigor, el En este sentido, la historicidad del lugar
concepto de lugar. Él nos propone que el no radica únicamente en la validez
lugar se caracteriza por los nexos científica que pueda darle la ciencia
identitarios entre los individuos y el historiográfica, sino que además se hace
“lugar” que habita. De este modo los relevante el carácter histórico que
lugares se consideran identificatorios, puede alcanzar un lugar según las
relacionales e históricos. Visto así, el experiencias personales e individuales
lugar es en esencia sinónimo de de quien habita tal o cual lugar, pues si
identidad: “nacer, es nacer en un lugar, bien “la casa de mi abuelo” no es
es tener destinado un sitio de relevante historiográficamente, si lo es
residencia”1. Constituyéndose desde para “mi la familia”. Además, en
esta perspectiva como parte de la conjunto a otras experiencias colectivas
identidad individual. Del mismo modo, e individuales que se dan en
las experiencias de vidas personales van determinado lugares como las
llenando de identidad ciertos lugares en subversiones del mismo espacio, que al
el espacio llenándolos de contenido y fragor del recuerdo o la memoria,
emociones. pueden tener una trascendencia
histórica relevante permitiendo de este
modo el traspaso de la experiencia
personal a la ciencia social.
1
Marc Augé, Los no lugares, espacios del En esta misma línea, el autor A.C
anonimato: una antropología de la sobre Castrogiovanni nos sugiere que: “Lugar
modernidad. Editorial Gedisa. Año 2000
2
Barcelona. Pág. 59 IBID.
Revista Boletín de Geografía Nº32 Universidad Metropolitana Ciencias de la Educación

es una porción de espacio apropiable ciudad y hacen necesariamente


para la vida; es vivido reconocido y referencia al sentimiento de topofilia
posee identidad… es en esencia un que se siente para con estos espacios.
producto humano que se produce y Son lugares por ejemplo, las diferentes
reproduce en la relación entre el poblaciones, los barrios de una ciudad,
espacio y la sociedad, entre lo singular y algunos espacios universitarios, plazas,
lo colectivo. Esta relación establece las parques, etc. Espacios donde las
bases para la creación de una identidad relaciones sociales están más ligadas a
propia de la comunidad del Lugar. La lo emotivo y familiar, que a lo
identidad se da por medio de formas de económico y comercial.
apropiación que originan otras formas
establecidas por los sujetos. Guarda en CARACTERÍSTICAS Y DIFICULTADES DEL
si el movimiento de la vida en cuanto a NO –LUGAR
dimensión del espacio-tiempo, pasado y
presente”3 Ahora bien, si definimos al lugar como
“lugar de identidad, relacional e
En esta cita, vemos nuevamente la histórico, un espacio que no puede
triada identidad- relacional- histórico. definirse ni como espacio de identidad
En este sentido el lugar se constituye ni como relacional ni histórico definirá
como una construcción desde las un no-lugar…es decir, que no son en sí
relaciones sociales humanas, es espacios antropológicos ” 5
producto de ellas y del diálogo entre los A simple vista puede vislumbrarse el no-
hombres, y el resto de los seres que lo lugar como una contraposición del lugar,
componen: la relación del hombre con la más la verdad es que se trata de un
naturaleza y su entorno, entendida en concepto más complejo que esta
ella a todos los seres vivos que la primera simple apreciación, que a su vez
conforman y los elementos de la misma. se trata de una definición superficial y
Estas relaciones van produciendo la que puede llevarnos a confusiones. Por
identidad de los sujetos del Lugar. “Este lo tanto, comenzaremos estableciendo
proceso se conoce como las relaciones las cualidades visuales de este espacio,
sociales que se materializan en las con lo que daremos cuenta de sus
vivencias garantizando la construcción formas funcionales a la sociedad
de una red de significados y sentidos, es neoliberal.
decir comunicación.”4 En esta misma
línea entonces, el lugar es en parte la Las características relevantes del no-
unión de los sujetos en la lugar derivan de lo que Augé propone
complementariedad de las diferencias como la sobre-modernidad, (entendida
generando un espacio que da cabida a lo esta como al periodo posterior a la
heterogéneo pero con cualidades a su modernidad o posmodernidad),
vez definidas sobre su identidad y su productora de no lugares, de ciertos
historia. En este sentido, múltiples constructos que no integran lugares
pueden ser los lugares al interior de una antiguos, ni lugares de memoria.
3
, Antonio Carlos Castrogiovanni. Lugar, no Auge nos habla de esta sobre-
lugar y entre lugar: los ángulos del espacio modernidad entendiéndola como un
turístico. En
http://www.cieturisticos.com.ar/V16.pdf. Pág.
5
16. Op.cit. Los no lugares, espacios del
anonimato: una antropología de la sobre
4
IBID. modernidad Pág. 83
Revista Boletín de Geografía Nº32 Universidad Metropolitana Ciencias de la Educación

mundo donde: “se nace en la clínica y de la invención de lo cotidiano y de las


donde se muere en el hospital, donde se "artes del hacer" de las que Michel de
multiplican, en modalidades lujosas o Certeau ha propuesto análisis tan
inhumanas, los puntos de tránsito y las sutiles, pueden abrirse allí un camino y
ocupaciones provisionales (las cadenas desplegar sus estrategias. El lugar y el
de hoteles y las habitaciones ocupadas no lugar son más bien polaridades
ilegalmente, los clubes de vacaciones, falsas: el primero no queda nunca
los campos de refugiados, las barracas completamente borrado y el segundo no
miserables destinadas a desaparecer o a se cumple nunca totalmente: son
degradarse progresivamente), donde se palimpsestos donde se reinscribe sin
desarrolla una apretada red de medios cesar el juego intrincado de la identidad
de transporte que son también espacios y de la relación.”7 En este sentido, un
habitados, donde el habitué de los lugar puede ser invadido por el no lugar
supermercados, de los distribuidores y viceversa, según la individualidad que
automáticos y de las tarjetas de crédito lo transite. Así, para el cajero de un
renueva con los gestos del comercio "de Banco, que genera sus relaciones
oficio mudo", un mundo así prometido a sociales cotidianas en ese espacio,
la individualidad solitaria, a lo puede que sus experiencias individuales,
provisional y a lo efímero, al pasaje, lo transformen en un lugar, no así para
propone al antropólogo y también a los un cliente, para el que el banco se
demás un objeto nuevo cuyas transforma en un lugar de paso. Pese a
dimensiones inéditas conviene medir ello, el no- lugar tiene características
antes de preguntarse desde qué punto propias y estructurales que lo
de vista se lo puede juzgar.”6 diferencian del lugar. Augé nos propone
una serie de particularidades para
En este extracto esencial del reconocer las características esenciales
pensamiento de Augé, se nos muestra y poder identificar los llamados no -
las características de la sobre- lugares, características que revisaremos
modernidad, donde a su vez, la a continuación.
espacializa bajo la conceptualización de
no-lugares, como espacios producidos Lo primero que podemos observar e
por esta sobre modernidad. Justificando identificar en los no lugares es una
entonces el estudio de un nuevo marcada utilización de textos que van
concepto en la antropología, pero que suprimiendo y suplantando, la expresión
nosotros tomaremos desde la geografía. y comunicación oral de y entre las
personas, de modo tal que dichos
Debemos dejar en claro, antes de pasar espacios se limitan y “se definen por las
a la caracterización propiamente tal de palabras o textos que nos proponen su
este concepto, que la aparente modo de empleo, en suma, que se
oposición entre lugar y no-lugar es más expresa según los casos de modo
bien falsa, pues nunca un lugar es prescriptivo (tomar el carril de la
completamente un lugar y nunca un no- derecha"), prohibitivo ("prohibido
lugar se puede definir completamente fumar") o informativo ("usted entra en
como tal. “Un no lugar existe igual que el Metro") y que recurre tanto a
un lugar: no existe nunca bajo una ideogramas más o menos explícitos y
forma pura; allí los lugares se codificados (los del código vial o los de
recomponen, las relaciones se las guías turísticas) como a la lengua
reconstituyen; las "astucias milenarias"
6 7
IBID. IBID pág. 84
Revista Boletín de Geografía Nº32 Universidad Metropolitana Ciencias de la Educación

natural”8. De este modo son puestas las Otro ejemplo de esta invasión del
condiciones de circulación por dichos espacio por el texto la podemos
espacios, (carreteras, supermercados, encontrar en los supermercados y las
aeropuertos, etc.) donde se considera grandes tiendas, donde el cliente circula
que los individuos interactúan solamente silenciosa e individualmente por los fríos
con los textos que representaran a las pasillos consultando las etiquetas para
personas “morales” o las instituciones saber precios de algún producto. Un
que se ven simbolizadas o explícitas tras dialogo aun mas mudo es el que
los mensajes, anuncios o mandatos que mantiene cada cliente con su tarjeta de
hay detrás de cada afiche publicitario, crédito y la maquina distribuidora donde
cartel o pantalla. A esta característica la a veces se observan enunciados como
llamaremos invasión del espacio por el “inserte correctamente su tarjeta”.
texto. Para estas instancias impersonales,
Marc Augé nos propone el siguiente
En el Metro (Ferrocarril Metropolitano) análisis: “las interpelaciones que
de Santiago, por ejemplo, este dialogo emanan de las rutas, de los centros
de los individuos con los textos que comerciales o del servicio de guardia del
representan instancias impersonales es sistema bancario que está en la esquina
claro, basta recordar una simple frase de nuestra calle apuntan en forma
“mi metro, tu metro”, o “no traspase la simultánea, indiferente, a cada uno de
línea amarilla”. Otra muestra claro de nosotros ("Gracias por su visita", "Buen
estos no lugares son las autopistas. viaje", "Gracias por su confianza"), no
Éstas nos van indicando durante todo el importa a quién: son las que fabrican al
trayecto tal o cual lugar, donde el "hombre medio", definido como usuario
paisaje toma sus distancias y pareciera del sistema vial, comercial o bancario.
ser que el viajero debe contentarse con Esas interpelaciones lo construyen y
sentir que pasa cerca de tal o cual lugar, eventualmente lo individualizan: en
o más bien, cambiar el paisaje por la algunas rutas y autopistas, la
lectura de él. Esto se explica en parte advertencia súbita de un letrero
por la idea de la compresión del espacio luminoso (¡110!; 110!) llama al orden al
-tiempo, que plantea Harvey (1989), automovilista demasiado apurado; en
donde el espacio es comprimido en algunos cruces de rutas parisienses,
función del tiempo, a modo de permitir cuando se pasa un semáforo en rojo eso
que el traslado de flujos se vuelva más queda automáticamente registrado y el
rápido y expedito con lo cual se acelera coche del culpable identificado por
la generación de plusvalía, y con ello su foto.”9
producción. Un claro ejemplo de esto lo
observamos en la construcción de largas Esta cita nos lleva a un gran punto,
carreteras que conectan la travesía de tanto el lugar como el no-lugar se
un país, volviendo mucho más expedito y construyen mediante relaciones con el
rápido el viaje. Antaño los caminos espacio. Tenemos a la vista entonces dos
irrumpían la vida cotidiana al pasar formas distintas de relacionarse y de
dentro de los pueblos, más hoy, los identificarse en él: “Mientras que la
caminos se comportan como una suerte identidad de unos constituye un lugar
de banda ancha que une extremos, antropológico, a través de las
obviando los intermedio. complicidades del lenguaje, las
referencias del paisaje, las reglas no
formuladas del saber vivir, el no lugar
8 9
IBID. Pág. 100 IBID. Pág. 104
Revista Boletín de Geografía Nº32 Universidad Metropolitana Ciencias de la Educación

es el que crea la identidad compartida


de los pasajeros, de la clientela de los Para acceder al Metro, por ejemplo, la
conductores”10 De modo tal que tarjeta Bip es nuestra demostración de
podríamos entender a los no lugares este contrato (que si bien aun no está
como espacios propios donde se impresa en ella nuestra identidad no
materializan y predominan las está lejos de hacerlo, pues al menos en
relaciones y los roles económicos la actualidad funcionan con un código
funcionales al sistema, espacios creados único que las hace identificables y solo
, para hacer las relaciones sociales de faltaría agregarle los datos personales
producción más expeditas y donde sus del cliente). En un bus lo sería un
pasajeros se identifican con estas. En boleto, en el Aeropuerto el pasaje más
este sentido el pasajero de los no el pasaporte, indispensable para las
lugares solo encuentra su identidad, en diferentes transacciones. También al
el control aduanero, en el peaje, en la comprar en una tienda o supermercado
caja de un supermercado, o en la caja con una tarjeta de crédito es necesario
registradora. demostrar y cuidar nuestra identidad
que es necesaria para llevar a cabo
Asimismo, tras esta clientela de dicha contratación, lo mismo el usuario
identidad anónima pareciera haber un de la autopista. En Chile a través del
cierto cobijo y una especie de alivio TAG se materializa esta contratación
ante la declaración de la identidad donde el usuario está completamente
personal de los pasajeros o usuarios de identificado, su RUT, su nombre,
estos no lugares, que por un momento dirección y teléfono. Lo que nos sitúa
los individualiza del resto, en un acto de frente a este anonimato aparente, que
reconocimiento particular pero que se desmiente con la necesaria
paradójicamente, en un acto repetitivo declaración de la identidad en las
con el resto de los individuos, lo sitúa distintas contrataciones, más sin dejar
dentro de la misma masa uniforme. He de ser un anónimo. Una tercera
aquí una segunda característica de característica se desprende de esta
estos espacios, la relación contractual necesidad de romper con el anonimato,
que existe entre los individuos y el en palabras de Marc Augé que nos lleva
espacio. Al respecto Augé nos dice que a la demostración de inocencia: “En
“solo, pero semejante a los otros, el cierto modo, el usuario del no-lugar
usuario del no-lugar está con ellos (o siempre está obligado a probar su
con los poderes que lo gobiernan) en inocencia. El control a priori o a
una relación contractual. La existencia posteriori de la identidad y del contrato
de este contrato se le recuerda en cada coloca el espacio del consumo
caso (el modo de empleo del no lugar es contemporáneo bajo el signo del no-
un elemento de eso): el boleto que ha lugar: solo se accede a él en estado de
comprado, la tarjeta que deberá inocencia. No hay individualización
presentar en el peaje, o aun el carrito (derecho al anonimato) sin control de la
que empuja en las góndolas del identidad. Naturalmente, los criterios
supermercado, son la marca más o de la inocencia son los criterios
menos fuerte de todo eso. El contrato convenidos y oficiales de la identidad
tiene siempre relación con la identidad individual (los que figuran en las
individual de aquel que lo suscribe.”11 tarjetas y están registrados en
misteriosos ficheros). Pero la inocencia
10
IBID. es también otra cosa: el espacio del no
lugar libera a quien lo penetra de sus
11
IBID. Pág. 105 determinaciones habituales. Esa persona
Revista Boletín de Geografía Nº32 Universidad Metropolitana Ciencias de la Educación

sólo es lo que hace o vive como


pasajero, cliente, conductor.”12

De este modo, observamos como el


sujeto queda sumido en una suerte de
placebo, pues por un lado se sume en las
alegrías pasivas de anonimato y por otro
se siente confortado al cumplir un rol y Llegamos aquí a una nueva paradoja, y
a cumplirlo bien. De manera tal que el otra característica de estos no lugares.
individuo se encuentra solo consigo Se trata de la soledad, de esa soledad
mismo, más su identificación ya sea que a la vez es colectiva, pues cada
como cliente o pasajero y la interacción individuo se sitúa en soledad al lado del
impersonal con los textos-paisaje, lo otro. Se trata de una soledad sin el
individualiza y lo transportan a este aislamiento. Siguiendo con el ejemplo
“letargo” del cumplir un rol, permitido, del Metro observamos que
y preestablecido. Rol que se ejerce “transgredida o no, la ley del metro
plenamente una vez comprobada la sitúa el recorrido individual en la
inocencia que es necesaria para ser comodidad de la moral colectiva, es en
usuario del no-lugar, idea que queda este aspecto que dicha ley es ejemplar
más explicito en la siguiente cita en la de lo que se podría llamar paradoja
que Marc Augé ejemplifica con el Metro ritual: siempre es vivida
parisiense: “esta pues claro, muy claro, individualmente, subjetivamente;
que en el metro cada cual “vive su únicamente los recorridos le dan una
vida”, esta no puede vivirse en una realidad, individuales y sin embargo es
libertad total, no solo porque el eminentemente social, la misma para
carácter codificado y ordenado de la todos, ley que confiere para cada uno
circulación del metro impone a cada ese mínimo de identidad colectiva por el
cual comportamientos de los que no cual se define una comunidad”
podría desviarse sino exponiéndose a ser
sancionado, ya por fuerza pública, ya Este ejemplo es válido para el resto de
por desaprobación más o menos eficaz los no lugares, se trata de una identidad
de los demás usuarios.” 13 Con lo cual, de una comunidad pero que nace desde
estas características hacen del no-lugar otros pilares, ya no desde la pertenencia
un espacio de poder y control social, no y las relaciones sociales afectivas, sino
solo desde la ley y la fuerza pública, más bien desde el rol que cumples en
sino que además desde los mismos determinado no lugar, que
usuarios (clientes) que obedientemente necesariamente está ligado a la soledad,
protegerán aquel espacio que les da a la individualidad, al átomo de lo
identidad como tal. Ese no lugar está colectivo. No deja de asombrarnos el
construido con una finalidad contrasentido de estos espacios, que
predeterminada y no corresponde otro contienen en sí mismos elementos tan
tipo de comportamiento que el opuestos, pero a su vez son reflejo de
predeterminado por quienes lo idearon. lo paradojal que se vuelve la vida y el
comportamiento individua y social en el
contexto actual. Que podría resumirse
en tan lejos los unos de otros, pero tan
12
IBID. Pág. 106 cerca.
13
Marc Augé, El viajero subterráneo. Editorial Una última característica del no-lugar
Gedisa. 1998. Pág. 54 tiene que ver con la historia, pues estos
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no lugares tampoco tienen lugar para cuando nos referimos a la ausencia de la


esta. Eventualmente se transforma en historia, es en la justa medida de las
espectáculo, es decir, en textos características que hasta aquí se han
alusivos. Aquí reina el tiempo presente, dado. Es decir, son espacio que no son
lo inmediato, la urgencia. Los no creados para las experiencias
lugares se recorren y se miden en individuales más allá de la identidad que
unidades de tiempo. Así, los recorridos estas mismas nos impones; clientes o
no se realizan sin horarios, tableros de pasajeros. En este sentido es un espacio
llegada o de salida. “Se viven en el que se obliga a vivir con el presente y
presente. Presente del recorrido, que se que me desconecta de otros, que al
materializa hoy en los vuelos igual que yo, por allí han transitado. Por
transcontinentales sobre una pantalla lo tanto, nos es la historia en cuanto a
donde se registra a cada minuto el los elementos sociales y estructurales la
movimiento del aparato. Si es que desaparece, sino aquella ligada al
necesario, el comandante de abordo lo sujeto, al individuo, pues aquí los
explicita de manera un tanto espacios son vividos como está permitido
redundante: "A la derecha del avión, y si existe alguna salida del “protocolo”
pueden ver la ciudad de Lisboa". De esta será sancionada, según estimen
hecho, no se percibe nada: el conveniente las normas del no-lugar.
espectáculo, una vez más, sólo es una
idea, una palabra. En la autopista hay
carteles luminosos que dan la
temperatura del momento y las ALGUNOS APUNTES A MODO DE
informaciones útiles para la práctica del CONCLUSIÓN.
espacio: En la A3, embotellamiento de
dos kilómetros".14 El cual está En la actualidad el lugar y el no-lugar
sucediendo en el presente. Los parecieran convivir y atraerse u
automóviles, por ejemplo, tienen radios oponerse mutuamente, en palabras de
los cuales informan sobre cuestiones del Augé:
presente, los carteles las publicidades,
invaden con necesidades del momento, “Los lugares y los espacios, los
de una moda del presente. Pando la lugares y los no lugares se entrelazan,
impresión que el reloj se detiene y no se interpenetran. La posibilidad del no
avanzara más que en el hoy. lugar no está nunca ausente de
cualquier lugar que sea. El retorno al
Mas esta idea de que estos espacios no lugar es el recurso de aquel que
tienen historia debe ser analizada frecuenta los no lugares (y que sueña,
cuidadosamente. Pues no se trata de un por ejemplo, con una residencia
espacio que no tenga una historia social, secundaria arraigada en las
es decir claramente la aparición de profundidades del terruño).”15
todos estos espacios va ligada una parte
en la historia de la humanidad donde el De este modo, y según lo visto hasta
modo de producción capitalista y su ahora, podemos interpretar y concluir
propio desarrollo va ligado estos los no lugares se están abriendo paso de
espacios en función de la generación forma acelerada, aplastando y
más expedita de plusvalía, lo que se minimizando lugares, que son a su vez se
acentúa con el nuevo patrón de vuelven una especie de añoranza para
acumulación neoliberal. Con todo,
14 15
Óp. cit. Pág. 107 Ibíd. Pág. 110
Revista Boletín de Geografía Nº32 Universidad Metropolitana Ciencias de la Educación

aquel que frecuenta los no- lugares, Más, el no-lugar está elaborado a la
pues somos testigos de cómo la medida de la época posmoderna actual.
construcción del espacio va función de Por lo tanto, si bien se trata de una
la creación un rol predeterminado para estimación individual, para tal o cual
quien lo transite, el del cliente, el cual categoría de análisis del espacio, lugar
como ya vimos se manifiesta mediante no-lugar, existen características
un contrato, cuyo rol nos condiciona y estructurales de los mismos que nos
poco a poco nos encierra en un mundo permiten diferenciarlos e identificarlos,
carente en libertad. Los antiguos paseos como por ejemplo la identidad
del centro de Santiago como la paseo predeterminada y el reino del tiempo
Ahumada, incluso la misma plaza de presente que generan los no-lugares,
Armas o las universidades tradicionales, condicionando la capacidad de los
tienen cada vez un acercamiento más individuos a generar lazos con estos
penetrante de los no lugares. La espacios. Por el contrario, los lugares
instalación de cámaras, lo apresurado de están ligados a la historia, a sentimiento
sus transeúntes, la invasión del espacio y la identidad de un individuo para con
por el texto, la omnipresencia del un lugar determinado. Pese a ello no es
tiempo presente, el sentimiento de sus necesario ir preguntando a cada
pasajeros de pretender ser clientes individuo si tal o cual espacio delimitado
antes que cualquier otra identidad, nos es considerado lugar. He aquí la idea de
demuestran como la posmodernidad se que estos espacios no solo cargan con
abre y construye espacios o territorios una historia individual si no que a su vez
del no-lugar. Incluso podríamos decir la colectiva, la cual es valorada por
ciudad, a este ritmo de vida, se está quienes frecuentan o habitan el lugar.
transformando cada vez más en un no-
lugar, pues su funcionalidad principal se En este sentido y para terminar la
aleja de las intenciones y motivaciones revisión de este concepto, es necesario
individuales, donde los hombres y recordar entonces que ambas formas de
mujeres, deben cumplir una serie de comprender el espacio coexisten e
identidades y roles que no corresponden incluso se relacionan, donde
necesariamente con sus motivaciones corresponde recordar que la
mas intimas, para terminar perdiéndose posmodernidad como productora de no-
y adoptándolas como propias; la ciudad lugares, está acaparando y modificando
como espacio de clientela antes que de conductas y extirpando otras, en un
sujetos sociales. momento donde el lugar y el no-lugar
interactúan dando forma al espacio
Por último y para matizar lo expuesto actual.
en el párrafo anterior, resulta necesario
recordar y destacar nuevamente que es
el propio Augé, quien indica desde el BIBLIOGRAFÍA
comienzo de su análisis que la polaridad
que se aprecia a simple vista entre lugar
y no-lugar es más bien falsa, puesto el Augé ,Marc. Año 2000 , Los no lugares,
primero nunca queda completamente espacios del anonimato: una
borrado y el segundo no se cumple antropología de la sobre modernidad.
nunca totalmente. En este sentido, Barcelona. Editorial Gedisa.
ninguno de los dos existe de forma pura,
pues ambos se van reconstituyendo y Castrogiovanni , Antonio Carlos. Lugar,
transformando. Ambos son frutos de no lugar y entre lugar: los ángulos del
construcciones sociales y subjetividades. espacio turístico. En
INVESTIGACIONES
GEOGRÁFICAS
INSTITUTO UNIVERSITARIO DE GEOGRAFÍA
UNIVERSIDAD DE ALICANTE

La geografía y las distintas acepciones


del espacio geográfico
Índice

Portada
Créditos
La geografía y las distintas acepciones del espacio
geográfico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6
Abstract . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
2. El espacio abstracto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10
3. El espacio subjetivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14
4. El espacio social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
5. El espacio local globalizado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31
Bibliografía citada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
Investigaciones geográficas 34
Anales de la Universidad de Alicante
Instituto Universitario de Geografía - Mayo-agosto 2004

La geografía y las distintas acepciones del


espacio geográfico
FÉLIX PILLET CAPDEPÓN
Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio
Universidad de Castilla-La Mancha

Resumen
Con la incorporación de la geografía como ciencia social desde me-
diados del siglo XX, el estudio del espacio regional o concreto dio
paso a distintas acepciones del espacio geográfico (abstracto, sub-
jetivo y social) de la mano de diversos paradigmas, para concluir con
el acercamiento de unas corrientes de pensamiento con otras, con un
eclecticismo científico preocupado por el actual espacio local globali-
zado.
Palabras clave: ciencia social, espacio geográfico, eclecticismo, espa-
cio local globalizado.

ÍNDICE 6
La geografía y las distintas acepciones del espacio
geográfico
Félix Pillet Capdepón

Abstract

After the acknowledgement of geography as a social science since


the middle of the 20th century, the study of regional or concrete space
gave way to various meanings of the geographical space (abstract,
subjective and social). This was brought by various paradigms, which
aimed at the raprochement of the different streams of thought, resul-
ting in a scientific eclecticism preoccupied by today’s globalised local
space.

Key words: social science, geographical space, scientific eclecticism,


globalised local space.

1. Introducción

a geografía se deslizó hacia la defensa de la condición

L social como elemento identificador, entendida en tan-


to que ciencia humana o social desde mediados del
siglo XX, entrando a formar parte de las restantes ciencias
sociales (Capel, 1987: 21-22), siendo su principal objetivo los
procesos que determinan la diferenciación espacial.

Dentro del pensamiento dialéctico, Habermas defendió su


teoría crítica como síntesis de la modernidad y la posmoder-
nidad. Frente a esta situación dual, la teoría crítica intenta
sintetizar la visión funcionalista (sociedad como sistema)
con la fenomenológica (sociedad como mundo de la vida),
apoyándose en la teoría de la acción comunicativa (Haber-

ÍNDICE 7
Investigaciones geográficas 34
Anales de la Universidad de Alicante
Instituto Universitario de Geografía - Mayo-agosto 2004

mas, 1988) síntesis de la hermenéutica-crítica, opuesta al


positivismo cuantitativo, y en definitiva, como un movimiento
reconstructivista en pro de la comunicación y el consenso.
Habermas agrupó los distintos paradigmas que han influido
en las ciencias sociales en tres grupos: ciencias empírico-
analíticas (positivismo lógico), ciencias histórico-hermenéu-
ticas (fenomenología), y ciencias críticas, relacionando cada
una de ellas con un interés cognoscitivo: técnico, práctico y
emancipatorio, respectivamente (Habermas, 1982). Kemmis
siguiendo a este autor señalará que cada ciencia está al ser-
vicio de los intereses humanos y sociales de distinta forma:
las ciencias empírico-analíticas se centran en la reflexión o
el interés práctico; las histórico-hermenéuticas en la acción,
en el contexto social; y por último, las críticas, al servicio de
la sociedad, las identifica con la distorsión de nuestro pensa-
miento y acción por la ideología (Kemmis, 1999: 102).

Para relacionar los paradigmas geográficos con los del con-


junto de las ciencias sociales nos ha parecido oportuno utilizar
la relación que establece Unwin con la división de las ciencias
de Habermas. El resultado de dicha relación sería el siguien-
te: las geografías neopositivistas (teorética y sistémica) se in-
terpretarán en el contexto de las ciencias empírico-analíticas;
la geografía de la percepción y del comportamiento, así como

ÍNDICE 8
La geografía y las distintas acepciones del espacio
geográfico
Félix Pillet Capdepón

la geografía humanística o humanista serán consideradas


como ciencias histórico-hermenéuticas; la geografía radical,
la geografía realista y la geografía posmoderna dentro de las
ciencias críticas; quedando por último, el eclecticismo actual
anti o pospositivista (Pillet, 2001).

Si la geografía es una ciencia espacial y «el espacio sólo es


geográfico en relación con el hombre» (Arroyo y Pérez, 1997:
524), las distintas acepciones que el espacio geográfico ha
ido adoptando en función de los diversos paradigmas, han
originado un objeto o enfoque distinto, mientras la geografía
regional (historicista o posibilista) de la primera parte del siglo
XX se dedicó al estudio del espacio concreto o regional, dan-
do cabida a una combinación errónea de las ciencias natura-
les y sociales; las corrientes geográficas de la segunda parte
del siglo XX (Olcina, 1996: 96), que ahora analizaremos, se
centraron en el contexto de las ciencias sociales:

— las geografías neopositivistas o empírico-analíticas: el es-


pacio abstracto.

— las geografías histórico-hermenéuticas: el espacio sub-


jetivo

— las geografías críticas: el espacio social

ÍNDICE 9
Investigaciones geográficas 34
Anales de la Universidad de Alicante
Instituto Universitario de Geografía - Mayo-agosto 2004

— y el actual eclecticismo geográfico: el espacio local glo-


balizado.

2. El espacio abstracto
El positivismo lógico o neopositivismo reafirmó los principios
básicos del viejo positivismo: la neutralidad de la ciencia,
el método hipotético-deductivo, el lenguaje científico-mate-
mático; y el rechazo a la metafísica, al historicismo, y a los
métodos cualitativos. La creencia equivocada de que los pa-
radigmas nacían, se desarrollaban y morían, originó que se
hablara de «nueva geografía» o geografía neopositivista con
sus dos aportaciones la análítica o teorética y la sistémica.
Desde la obra crítica con el posibilismo geográfico Excepcio-
nalismo en Geografía de F.K. Schaeffer (1953), esta corriente
pretendía convertir a la geografía en ciencia nomotética, ca-
paz de establecer las leyes que rigen la ordenación espacial
a partir del lenguaje matemático y de las teorías de la locali-
zación, especialmente los modelos geométricos propuestos
hasta los años cuarenta. Sus principales teóricos reclamaban
nuevos modelos o estructuras simplificadas de la realidad que
dieran respuesta a los problemas espaciales de la segunda
parte del siglo XX, a la vez que conectaran la geografía física
con la humana (Chorley y Haggett, 1971: 12). Se afirmaba
que «el medio natural, ha venido a ser reemplazado por un

ÍNDICE 10
La geografía y las distintas acepciones del espacio
geográfico
Félix Pillet Capdepón

CIENCIAS CORRIENTE OBJETO DE


SOCIALES GEOGRÁFICA ESTUDIO

CIENCIAS
NATURALES/ Gª REGIONAL ESPACIO
SOCIALES POSIBILISTA CONCRETO

CIENCIAS Gª
EMPÍRICO – NEOPOSITIVISTA ESPACIO
ANALÍTICAS O CUANTITATIVA ABSTRACTO

Gª DE LA
PERCEPCIÓN Y DEL
COMPORTAMIENTO

CIENCIAS
HISTÓRICO- Gª DEL TIEMPO ESPACIO
HERMENÉUTICAS SUBJETIVO

Gª HUMANÍSTICA

Gª RADICAL

CIENCIAS Gª REALISTA ESPACIO


CRÍTICAS SOCIAL
Gª POSMODERNA

ECLECTICISMO ESPACIO

CIENTÍFICO GLOBAL –
POSPOSITIVISTA
LOCAL

ÍNDICE 11
Investigaciones geográficas 34
Anales de la Universidad de Alicante
Instituto Universitario de Geografía - Mayo-agosto 2004

medio ambiente, en gran medida obra del hombre, que está


subordinado al entorno socioeconómico» (Chorley, 1975:
234). En esta misma línea se confirmaba desde la geogra-
fía física que «las circunstancias han llevado a la Geografía
física al enfoque medioambiental en el que se unen ciencia
y servicio a los intereses del hombre» (Sala y Batalla, 1975:
19-20). El espacio de la geografía teorética se convierte en
el eje del discurso y de la práctica geográfica, «no trata ni
de fenómenos naturales ni de fenómenos culturales, sino de
fenómenos espaciales» (Muñoz, 1989: 225).

La sustitución de un empirismo, resultado de la observación


directa de la geografía regional, por otro más abstracto que
ofreció una excesiva «geometrización» del espacio con esca-
so avance teórico (Estébanez y Pérez, 1990: 26) y ausente
de soluciones a los verdaderos problemas, demostró que los
modelos eran estáticos, que no prestaban atención a la diná-
mica espacial. Su metodología se había convertido en un fin
en sí misma, en una filosofía que al optar por la neutralidad,
obviaba la problemática social al no aportar soluciones a los
problemas sociales, económicos y ambientales.

Con la introducción de la Teoría de los Sistemas de Berta-


lanffy (1968) la geografía teorética dio paso a la geografía
sistémica, con ella se podía definir en términos lógicos y

ÍNDICE 12
La geografía y las distintas acepciones del espacio
geográfico
Félix Pillet Capdepón

matemáticos el análisis geográfico de los espacios regiona-


les, pasando la región a ser contemplada como un sistema
abierto o como regiones polarizadas. Se produce, también,
un renacimiento del interés de los geógrafos por el paisaje,
redefinido en términos sistémicos, desde una línea de inves-
tigación geo-ecológica impulsada por Troll que ha dado lugar
a lo que genéricamente se ha conocido como análisis inte-
grado de paisajes (Muñoz, 1989: 226-230), interpretando el
geosistema como una combinación sistémica. Con una base
sistémica y estructural, pero centrada en los aspectos huma-
nos aparece la geografía coremática, esbozada en 1967 y
desarrollada en 1990 por Brunet. Se preocupaba por las con-
figuraciones espaciales que contemplaba el espacio desde
una dimensión geométrica, prescindiendo de lo físico o con-
siderándolo sólo de forma secundaria.

La «nueva geografía» recibió las primeras críticas internas


desde los planteamientos conductistas a mediados de los se-
senta, a ellas se unieron, al final de la década, el abandono
de teóricos como Bunge y Harvey que optaron por la defen-
sa del espacio social que defendería la geografía radical. La
geografía sistémica sigue siendo defendida por los geógrafos
físicos «Mientras que la mayoría de los geógrafos físicos se
apoyan en la certeza de la ciencia empírico-analítica, bajo el

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Investigaciones geográficas 34
Anales de la Universidad de Alicante
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aspecto falaz del denominado método científico, la mayoría


de los geógrafos humanos han presentado sus credenciales
ante una ciencia social dominada por las concepciones his-
tórico-hermenéutica y estructuralista de la ciencia» (Unwin,
1995: 74).

De la influencia cuantitativa ha quedado el interés por las


técnicas instrumentales y por los Sistemas de Información
Geográfica, estos han abierto un campo de excepcionales
perspectivas, un marchamo de modernidad, y una evidente
recuperación de las geografías positivistas o empíricas (Or-
tega, 2000: 280-281).

3. El espacio subjetivo

Desde dentro del movimiento positivista y en reacción a sus


propuestas surgieron dos corrientes geográficas preocupa-
das por las respuestas subjetivas frente al espacio, nos refe-
rimos a la geografía de la percepción y del comportamiento.
Se basaron en el conductismo o behaviorismo, método psi-
cológico desarrollado por Watson que surgió como un intento
de salvar al positivismo al analizar el comportamiento externo
del hombre y su conducta. A estas geografías se uniría una
nueva corriente que establecería sus conexiones con la geo-
grafía regional: la geografía humanística.

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La geografía y las distintas acepciones del espacio
geográfico
Félix Pillet Capdepón

3.1. La geografía de la percepción y del comportamiento

En esta nueva aportación existen claramente dos etapas (Boi-


ra, 1992: 573-592), la geografía del comportamiento analíti-
ca, vinculada al positivismo, y la geografía de la percepción, a
medio camino entre el positivismo y los planteamientos huma-
nistas. La geografía del comportamiento analítica, aún repu-
diando los principios positivistas, siguió manteniendo rasgos
propios del pensamiento lógico y matemático, tales como las
generalizaciones, la comprobación de hipótesis, y el lenguaje
analítico; los temas de estudio preferidos se centran en el
análisis de los modelos subyacentes al comportamiento es-
pacial, en la toma de decisiones relacionadas con la utilidad
y la elección espacial, en los problemas derivados de la loca-
lización, en los trayectos y distancias interurbanas, y por últi-
mo, en la estructura de los mapas mentales. La geografía de
la percepción optó por una situación ecléctica entre las orien-
taciones positivistas y humanistas, de los primeros adoptó el
uso de técnicas y procedimientos de trabajo adaptados a la
psicología, pero sus temas se centraron en la representación
de la información espacial, propia de los humanistas.

Sus orígenes datan del primer quinquenio de los sesenta,


cuando Gilbert White (1961) de la Universidad de Chicago
estudió la respuesta ante los riesgos naturales basándose

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Investigaciones geográficas 34
Anales de la Universidad de Alicante
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en la idea de que el comportamiento humano estaba direc-


tamente influido por la percepción. En esta misma línea, en
Suecia, Julian Wolpert (1964) adoptó el modelo de compor-
tamiento humano al conductismo ambiental. A mediados de
la década siguiente Gould y White comenzaron a trabajar en
los mapas mentales, con ellos pretendían identificar imáge-
nes que guardaban los individuos de áreas concretas, tratan-
do de relacionar la imagen con las características sociales y
económicas que vivían los sujetos. Con este paso importan-
te se pretendía sacar a la geografía de la deshumanización
cuantitativista. La percepción humana y el espacio subjetivo
se oponían al espacio objetivo o abstracto de los neopositi-
vistas. Algunos críticos han puesto en duda, si la percepción
individual pueda tener validez como método científico.

Antes de pasar a la geografía humanística, queremos reco-


ger una pequeña aportación de una corriente conocida como
cronogeografía o geografía del tiempo que tuvo su origen a
finales de los sesenta en Suecia de la mano de Hägerstrand.
Este autor ideó un modelo que combinaba las variables es-
pacio y tiempo cronológico como limitadoras de la acción hu-
mana; propuesta que se utilizaría, una década después, para
constatar la necesidad de planificar las actividades humanas
en el tiempo y en el espacio, especialmente la jornada feme-

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La geografía y las distintas acepciones del espacio
geográfico
Félix Pillet Capdepón

nina en su doble actuación laboral y familiar (García Ramón,


1985: 61-63 y 109).
El método positivista-conductista que había desarrollado la
geografía de la percepción y del comportamiento, así como la
geografía del tiempo fue evolucionando hacia planteamientos
próximos al enfoque fenomenológico-humanista.

3.2. La geografía humanista o humanística


Se ha afirmado que la preocupación por el estudio del espa-
cio subjetivo no fue tenido en cuenta, de una forma expresa,
hasta que esta corriente no puso su énfasis «en la dimen-
sión subjetiva de esos espacios personales, particulares e
individuales» (Arroyo y Pérez, 1997: 54). Su aportación se
ha visto enriquecida por la influencia fenomenológica (Hus-
serl y Schuzt), existencial (Sartre) e idealista (Collingwood),
lo que ha posibilitado que se pueda hablar de tres líneas de
actuación desde comienzos de los setenta: en primer lugar,
la geografía humanística fenomenológica, centrada en el in-
terés por el sujeto, por el individuo ante el medio material o
mundo vivido. Retoma el concepto de lugar (vivido o sentido)
para estudiarlo a partir de la experiencia, de la intuición, de la
literatura, este fue el caso de los geógrafos Tuan, Relp y Bu-
ttimer. La geografía humanística existencial encierra un inte-
rés básico por las realidades de la condición humana y, como

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Anales de la Universidad de Alicante
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influencia marxista por la alienación, se preocupaba por los


seres humanos, por la individualidad como demostraron En-
trikin y Samuels. Y en tercer lugar, la geografía humanística
idealista que recuperó para el humanismo el enfoque históri-
co, a la vez que se centró en el estudio del paisaje (diferente
al estudiado por la geografía física), como resultado directo
de la acción del hombre, según observaba Guelke.

Junto a la recuperación del lugar y del paisaje, un paisaje con


toda su carga natural y social, histórico y actual, captado des-
de una renovada concepción integradora, el centro de aten-
ción de esta geografía se polarizó en el análisis de la región,
como espacio vivido o de la experiencia cotidiana e histórica,
y como identificación cultural. La región como identificación
cultural pretendía ser útil para la planificación territorial, te-
niendo en cuenta la perspectiva histórica idealista, y la carga
cultural del lugar, del territorio. Del legado humanista lo que
ha ejercido mayor influencia es la reflexión sobre los con-
ceptos de espacio y de lugar, sin olvidar que «del lugar a la
región hay sólo un paso» (Nogué, 1989: 69). Una región que
se convertía en punto de encuentro de los saberes científi-
cos, literarios y populares (Gómez Mendoza, 1989: 106), que
podía ser interpretada o leída como si de un texto se tratara,

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La geografía y las distintas acepciones del espacio
geográfico
Félix Pillet Capdepón

volviendo a recuperar a los viejos maestros de la geografía


regional: Sauer o Terán.
Como otras corrientes, no estuvo libre de opiniones adver-
sas, por haberse centrado en la visión individual, en las in-
terpretaciones simbólicas, en el mundo de los significados, y
en definitiva, en la pasividad social, al soslayar la implicación
activa en los mecanismos del cambio social y político. A partir
de los ochenta, los postulados humanísticos se confundirán
e identificarán con los posmodernos, se ha afirmado que «las
geografías humanísticas se transforman en geografías pos-
modernas» (Ortega, 2000: 299).

4. El espacio social
La contestación al positivismo lógico de la geografía cuanti-
tativa o neopositivista tuvo su punto de partida en la reunión
de la Asociación de Geógrafos Norteamericanos (1969) con
la presentación de la revista Antipode, que se convertía en el
principal órgano de expresión de lo que se venía a llamar la
geografía radical. Esta nueva corriente estuvo marcada en
su evolución por distintas líneas de trabajo que abarcaban el
liberalismo, el movimiento libertario y el marxismo estructura-
lismo. A la radical le siguieron las dos últimas corrientes del
pensamiento geográfico, la geografía realista inspirada en la
teoría de la estructuración del sociólogo Giddens, que trata

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Investigaciones geográficas 34
Anales de la Universidad de Alicante
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de integrar elementos de la hermenéutica con el marxismo


estructural; y por último, la geografía posmoderna que ofrece
un programa de deconstrucción y de crítica al modernismo,
así como un acercamiento al humanismo geográfico.

4.1. La geografía radical


Surge como respuesta a la crisis del capitalismo, a la gue-
rra de Vietnam, y al mayo del 68. Ofreció distintas líneas de
actuación: la primera de ellas, fue la liberal o geografía del
bienestar de D. Smith (1971), y a ella siguieron los plantea-
mientos a favor y en contra sobre la idoneidad de la teoría
marxista para comprender el espacio por parte de Quaini
(1974), Lacoste (1976), Peet (1977) y Claval (1977). Des-
de un planteamiento libertario la revista francesa Hérodote
recuperaba la influencia de los clásicos griegos (Heródoto y
Estrabón) así como de Reclus para afirmar que la geografía
sirve ante todo para hacer la guerra y para organizar los terri-
torios con objeto de controlar mejor a los hombres sobre los
que ejerce su autoridad el aparato estatal (Lacoste, 1976: 8-
12). La línea que se consolidó como definitiva y mayoritaria,
desde 1974, sería la que combinaría los métodos marxistas
y estructuralistas.
El marxismo estructural de Althusser y las variantes del es-
tructuralismo que ofrecían otros autores (Castells, Gurvitch,

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La geografía y las distintas acepciones del espacio
geográfico
Félix Pillet Capdepón

Lefebvre, Levi-Strauss y Piaget) venía a defender un método


donde los fenómenos son considerados de forma integrada
como elementos de una estructura. Aportación que posibilitó
la aparición de un estructuralismo geográfico. A partir de los
setenta, los geógrafos, en conexión con los sociólogos (Cas-
tells y Lefebvre) pusieron su mirada en las relaciones entre
el espacio y el poder, o más concretamente en el espacio
social.

Hasta ese momento la geografía había olvidado su análisis


del espacio, se ha dicho que la geografía regional al buscar
su acomodo en la síntesis cayó en la desocialización, en un
espacio de apariencias, situación que no fue remediada con
la geografía cuantitativa pues contribuyó poco a su conoci-
miento. Hasta la llegada de esta nueva corriente y su preocu-
pación por el espacio, la geografía se había convertido en
una ciencia sin objeto de estudio claramente definido. Se ha-
bía renunciado a la esencia misma de la geografía en benefi-
cio de los saberes instrumentales (Estébanez, 1996: 16-17).

Para comprender la aportación al estudio del espacio social


nos centraremos en David Harvey y en Milton Santos. El pri-
mero de ellos, previamente había defendido los postulados
del paradigma neopositivista, para posteriormente incorporar
el espacio a la teoría estructuralista y marxista; el segundo,

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Investigaciones geográficas 34
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une su estructuralismo marxista al humanismo existencial de


Sartre. A ellos se les debe un importante esfuerzo por con-
solidar a la geografía dentro de la teoría social, desde una
epistemología materialista y dialéctica, no exclusivamente
marxista.

Milton Santos en su obra Por una Geografía nueva (1978)


traducida en nuestro país en 1990 no sólo hacía un análisis
crítico de la evolución de la geografía, de su «discursión nar-
cisista» por haberse preocupado más de su propia historia
que de su objeto de estudio, lo que la convertía en «viuda
del espacio», sino que además confirmaba que el espacio
que le interesaba investigar, desde la periferia, era el espa-
cio banal, el espacio verdaderamente humano, el espacio de
toda la gente y no el espacio al servicio del capital y de unos
pocos. En nuestra universidad inició un debate a comienzos
del segundo quinquenio de los ochenta sobre la globaliza-
ción, cuando aún no se hablaba de este tema. Afirmó que se
estaba configurando un «sistema mundial» que iba a posibi-
litar cambios profundos, generalizados e inmediatos (Santos,
1988: 29), donde la tierra se convertía en solo y único mun-
do, asistiéndose de esta forma a la refundación de la tierra
como totalidad, un espacio de la mundialización a diferentes
niveles, intensidades y orientaciones (Santos, 1993:69-70),

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La geografía y las distintas acepciones del espacio
geográfico
Félix Pillet Capdepón

sobre el que regirán una globalización «perversa» basada


en el capitalismo mundial o neoliberalismo. El nuevo orden
global o período técnico-científico-informacional que viene a
sustituir a la revolución industrial, tratará de imponer a to-
dos los lugares una única racionalidad, de forma que cada
lugar será al mismo tiempo objeto de una razón global y de
una razón local, conviviendo armónicamente (Santos, 1996:
272-273). Al final de su obra vuelve a insistir en el espacio
de todos los individuos, en una geografía de la existencia y
de la vida, en la necesidad de una teoría social crítica desde
la cual se pueda recrear el mundo a partir del lugar (Santos,
1999: 38). En Por uma outra globalizaçao (2000) defiende un
proyecto de sociedad utópica donde la centralidad de todas
las acciones se localiza en el hombre y no en el dinero. Tras
su fallecimiento, en el verano de 2001, nuevas aportaciones
o estudios sobre su obra ayudarán a conocer su importante
peso científico (Pillet, 1999; Panadero, 1999 y 2002; Zusman,
2002).

Harvey (1977) inició su teoría del espacio geográfico esta-


bleciendo la teoría de la utilización y de la renta del suelo
(diferencial, monopolista y absoluta), y de su valor de uso
y de cambio. En su análisis del espacio, del espacio como
producto social, intentó comprender su significado simbólico

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Investigaciones geográficas 34
Anales de la Universidad de Alicante
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y sus complejas influencias sobre el comportamiento. Desde


su concepción de la geografía como ciencia, como ideología
y como compromiso, llama la atención para interpretar que
en el paso del capitalismo fordista al capitalismo global de
acumulación flexible o posfordista es necesaria una nueva
vuelta de la comprensión tiempo-espacio en la organización
del capitalismo (Harvey, 1989). En su última obra Espacios
de esperanza publicada en 2000 y traducida a nuestra lengua
tres años después, en calidad de geógrafo marxista aborda
dos temas, la globalización y las condiciones de producción
del cuerpo proletario, insiste en la combinación conjunta del
espacio y del tiempo para analizar la globalización económica
y el «nexo global/local», desde su reciente fascinación por los
conocimientos locales. Propone que a la producción social
del espacio y del tiempo debe incorporarse el pensamiento
utópico, un utopismo dialéctico espacio-temporal que «apun-
te hacia diferentes trayectorias para los desarrollos geográfi-
cos humanos desiguales». Todo ello requiere la perspectiva
de una larga y permanente revolución histórica y geográfica,
considerando útil las prácticas políticas transformadoras, con
el fin de crear una totalidad evolutiva (Harvey, 2003: 106, 226
y 288). Su materialismo histórico-geográfico se basa en un
proceso de producción desigual en el tiempo y en el espacio
(Folch-Serra, 1997: 200). Se ha afirmado recientemente que

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La geografía y las distintas acepciones del espacio
geográfico
Félix Pillet Capdepón

establece una inteligente teoría de la crisis aportando un nue-


vo enfoque al análisis marxista, espacializando la dialéctica
(Constenla, 2003: 33).

La actualidad de la obra de estos dos autores, su preocu-


pación por el espacio social dentro de la conexión espacio-
tiempo, como realidad unitaria, y sus propuestas utópicas,
hacen de ambas aportaciones un análisis actualizado de la
vieja geografía radical de los setenta. A estas coincidencias
podemos unir, en ambos, su rechazo a los planteamientos
posmodernos.

4.2. La geografía realista

Los fracasos de la originaria geografía radical se debieron a


haber puesto mayor acento en la teoría que en la práctica, y
también por haber pasado de la economía política al estruc-
turalismo, sin tener en cuenta las acciones del ser humano.
Esta ausencia justificó la aparición de una nueva corriente
que combina el estructuralismo social y espacial con la pers-
pectiva humanista. O más concretamente la teoría social de
la estructuración del sociólogo A. Giddens (1979 y 1981) que
integraba elementos de la hermenéutica y del estructuralis-
mo, aspirando a comprender las interacciones de la acción
humana, como base para una teoría social del espacio y del

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Investigaciones geográficas 34
Anales de la Universidad de Alicante
Instituto Universitario de Geografía - Mayo-agosto 2004

tiempo, este último basado en la geografía del tiempo o cro-


nogeografía de Hägerstrand.

Según los geógrafos Peet y Thrift (1989), el realismo es una


filosofía de la ciencia basada en el uso de la abstracción
como medio de identificación de las estructuras sociales par-
ticulares, que admite la explicación estructural junto a una
fuerte carga de escepticismo en la propia teoría (Mata, 1995:
101-103). Se ha afirmado que esta geografía venía a suponer
una clara combinación de elementos marxistas y fenomeno-
lógicos donde destacan Massey, Thrift, Gregory y Sayer.

En línea con la revalorización del contexto espacial, Thrift


(1983 y 1989) hizo hincapié en la necesidad de una geo-
grafía regional reconstruida donde la región se interpretaba
como elemento imprescindible en la teorización social de la
estructura espacial, y como proceso histórico de formación,
reproducción y transformación de estructuras espaciales.
Para Massey (1984 y 1989) la región se entiende como arti-
culación de relaciones de producción en un espacio y en un
lugar determinado y como organización espacial de los pro-
cesos sociales, teniendo en cuenta el modo de producción y
la división social del espacio, a la vez que evidencia cómo los
procesos de acumulación del capital o los procesos políticos

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La geografía y las distintas acepciones del espacio
geográfico
Félix Pillet Capdepón

actúan de manera diferente en cada lugar, según las carac-


terísticas concretas.

Mientras Gregory (1985) consideraba las regiones como es-


pacios únicos e interdependientes, como estructuras homo-
géneas, distinguibles unas de otras (Albet, 1993: 15 y 18),
Sayer (1984) las interpretaba en toda su heterogeneidad y
complejidad combinando aspectos descriptivos y abstractos,
idiográficos y nomotéticos, con una mayor carga de abstrac-
ción, como un sistema abierto que integra a la geografía fí-
sica y a la humana (Barnes y Gregory, 1997: 112-113). Pero
independientemente de estos esfuerzos, se ha criticado esta
corriente geográfica por su proceso de desvalorización del
territorio, por su preeminencia del tiempo (cronólogico) sobre
el espacio (Santos y Silveira, 1996: 6).

4.3. La geografía posmoderna

Si la modernidad supone la concepción lineal del progreso,


la sistematicidad, la objetividad, la racionalidad, la verdad de
la ciencia; por el contrario, la posmodernidad se caracteriza
por su incredulidad hacia cualquier teoría, por su rechazo a la
filosofía, siendo sus principales defensores Foucault, Lyotard
y Braudrillard (Norris, 1998: 218 y 243).

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Investigaciones geográficas 34
Anales de la Universidad de Alicante
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Desde planteamientos posfenomenológicos y postestructura-


listas, el filósofo Derrida hablaba de la deconstrucción, de la
destrucción de los códigos de la mente humana para recons-
truirlos desde cero (Casariego, 1995: 878-880). El posmoder-
nismo hace una defensa de la diferencia, de la flexibilidad, de
la subjetividad, de la discontinuidad, de la indeterminación, y
de la fragmentación. Surgió tras la crisis fordista y el hundi-
miento del comunismo, siendo expresión cultural del capita-
lismo avanzado o postindustrial.

La geografía posmoderna, nacida en la transición entre los


ochenta y los noventa, se encuentra representada por Soja y
Olsson. Este último relacionaba el poder con el conocimiento,
interpreta la metáfora como instrumento de poder, y conside-
ra que la geografía es la interpretación de líneas; la cartogra-
fía del pensamiento, es decir, la cartografía como símbolo de
lenguaje y de poder (Barnes y Gregory, 1997: 145-155). Una
cartografía basada en «mapas invisibles» (Olsson, 1991: 85-
92), unión de lenguaje y de representación, de relaciones en-
tre el inconsciente colectivo y el inconsciente individual, pe-
netrando en lo desconocido, a través de mapas invisibles. Se
revelaba contra la propia disciplina al practicar un programa
de deconstrucción donde la clave reside en la comprensión
del lenguaje y de los signos. Afirmaba que el sentido de incer-

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La geografía y las distintas acepciones del espacio
geográfico
Félix Pillet Capdepón

tidumbre forma parte del presente mundo de la posmoderni-


dad, un universo en el que la manipulación de los fenómenos
invisibles se ha hecho mucho más provechosa que la mani-
pulación de bienes materiales (Olsson, 1997: 47-48).

Soja, por su parte, mostraba su preocupación por construir


una ontología del espacio basada en la teoría de la estructu-
ración de Giddens. Reafirmaba la necesidad de «una recon-
ceptualización radical de la epistemología, la elaboración de
teorías y el análisis empírico» Señalaba que la organización
del espacio social es un producto social que surge de la prác-
tica social útil, y que las relaciones de poder y disciplina están
registradas en la aparente espacialidad inocente de la vida
social. Para añadir que, tanto en la vida económica como en
la cultural, «la reestructuración espacial nos oculta conse-
cuencias» en la actual sociedad (Soja, 1989: 6, 62, y 80).
Posteriormente, Soja (1996) tomando de Lefebvre su lucha
por el derecho a la diferencia defiende una política cultural de
la diferencia y desarrolla desde una perspectiva marxista la
concepción de una política cultural donde el espacio, el cono-
cimiento y el poder se entrecruzan, para dar forma a los es-
pacios de representación social, demostrando que «se puede
ser posmoderno sin tener que renunciar a ser políticamente
comprometido», es decir, que posmodernismo y marxismo

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Anales de la Universidad de Alicante
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no deben ser considerados como dos líneas antagónicas,


abriendo nuevas líneas de investigación en la tensa relación
que existe entre espacio y cultura o geografía cultural (Clua
y Zusman, 2002: 113-115), aportando nuevas propuestas al
llamado «giro cultural».

Las críticas a la geografía posmoderna proceden, entre otros,


de Harvey y de Santos. El primero, repudiaba su anarquismo,
su aceptación de lo efímero, de lo fragmentario, de lo discon-
tinuo, y de lo caótico (Harvey, 1989). Santos junto a Silveira
consideraban el posmodernismo como desterritorialización,
como geografía metafórica, como propuesta deconstructiva
hacia el vacío y la nada, como «nihilismo metodológico», y
como glorificación de la fragmentación (Santos y Silveira,
1998: 107).

Por el contrario, existen otros autores que ven en este movi-


miento geográfico una clara conexión con la trama humanís-
tica, por las referencias al individuo, a las vivencias y emo-
ciones personales, a la particular interpretación del entorno,
y especialmente por la preocupación por los espacios que
nacen de la diferencia, de los espacios del feminismo, de la
geografía de género. Se ha hablado de su preocupación por
la dialéctica socioespacial y por la esfera local. Se le conside-
ra globalizador de diversos enfoques que van desde la geo-

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La geografía y las distintas acepciones del espacio
geográfico
Félix Pillet Capdepón

grafía radical-marxista hasta la humanística (Coscuela, 1994;


Albet, 1994). El posmodernismo y el postestructuralismo han
instaurado una notable relajación teórica y epistemológica,
promoviendo el eclécticismo y el relativismo en la teoría (Or-
tega, 2000: 495).

5. El espacio local globalizado


La rápida evolución de corrientes de pensamiento geográfico
surgidas durante las últimas décadas ha originado un eleva-
do nivel de escepticismo y eclecticismo conceptual que ha
venido a unirse al pragmatismo defendido por el posmoder-
nismo, lo que ha motivando el acercamiento de unas corrien-
tes con otras sobre todo entre el humanismo fenomenológico
y existencial, el estructuralismo radical, el realismo crítico y el
posmodernismo, existiendo importantes puntos de diferencia
y de unión en lo que se ha venido en llamar como pospositi-
vismo o antipositivismo.
Eclecticismo o, también, como ocurre en nuestro país, per-
sistencia de la geografía clásica regional a la que se le han
ido incorporando los aspectos más destacados de las nuevas
corrientes, los avances técnicos y una apuesta decidida por
la aplicación (Olcina y Rico, 1995: 50), aunque esta última
adolece en muchos casos de renovación conceptual y meto-
dológica, a cambio de una clara actitud utilitarista por estar en

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Investigaciones geográficas 34
Anales de la Universidad de Alicante
Instituto Universitario de Geografía - Mayo-agosto 2004

los mercados, dependencia poco favorable para el desarrollo


de una geografía social y crítica, como afirma Segrelles. La
geografía aplicada no puede ni debe prescindir de un sólido
basamento teórico (Segrelles, 2002: 21-29).

Analizar el espacio local globalizado o la conexión global-lo-


cal, conectando el análisis del espacio subjetivo con el espa-
cio social, despertando el interés y la crítica, obliga a mante-
ner una dialéctica que capacite para desempeñar una tarea
apasionante en una sociedad de la globalización que está
originando, con su perversidad, desequilibrios cada vez más
profundos, para lo que se hace imprescindible el asentamien-
to de valores humanos y científicos. Una dialéctica entre lo lo-
cal y lo global que se convierte en el fundamento del espacio
y del paisaje o territorio, como concepto teórico.

Milton Santos indicaba que paisaje y espacio no son sinóni-


mos: El paisaje es el conjunto de formas que expresan las
herencias que representan las sucesivas relaciones localiza-
das entre hombre y naturaleza, se utiliza frecuentemente en
lugar de la expresión configuración territorial. El espacio, por
el contrario, es la reunión de esas formas más la vida que las
anima, resulta de la intrusión de la sociedad en esas formas-
objetos, es por tanto, un conjunto de mercancías. Añade,
también, que el espacio geográfico es un híbrido que partici-

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La geografía y las distintas acepciones del espacio
geográfico
Félix Pillet Capdepón

pa igualmente de la condición de lo social y de lo físico (San-


tos, 1996: 86-87 y 74). De esta forma, como afirma el informe
del Colegio de Geógrafos sobre El Desarrollo Local: ámbito
de trabajo del geógrafo profesional «el espacio se articula y
organiza en territorios, el geógrafo, analiza comprende y des-
cifra el territorio, se convierte en un especialista del mismo.
Constituye el profesional más capacitado sobre el territorio».

El análisis de la nueva realidad, de la dimensión territorial:


Desarrollo Local-Desarrollo Rural (Rodríguez, 1999; Pillet y
Plaza, 2001), como contrapunto y complemento del propio
proceso de globalización, implica la renovación de nuestra
disciplina, la redefinición de sus conceptos centrales y en
particular del espacio, entendido como lugar, como elemento
clave de las desigualdades (García Ballesteros, 1998); y so-
bre todo, necesita de la unidad de la geografía, de reconducir
su actual proceso en una necesaria reconciliación y comple-
mentariedad entre las distintas ramas, tanto físicas como hu-
manas (López Ontiveros, 1996: 124), acertando en la relación
entre «generalismo y especializaciones» (Gómez Mendoza,
2001: 27). Colaboración que pasa por un criterio antropocén-
trico que como han reconocido diversos autores, si la geo-
grafía no es humana no es geografía (Capel, 1998:5), o lo
que es lo mismo, «la geografía es esencialmente geografía

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Anales de la Universidad de Alicante
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humana, es también sobre todo geografía regional» (García


Fernández, 200: 34), lo que origina que la geografía física
(Ortega, 2000: 544) no puede ser la geografía del medio físi-
co o natural, ni subordinar lo social a lo físico. Esta necesaria
unidad (Unwin, 1995: 289-291) entre Naturaleza y Sociedad
podrá ser una realidad o un mito, pero no cabe duda que el
estudio del espacio humanizado en la sociedad global, que
hemos analizado en otra publicación reciente (Pillet, 2003),
es el objetivo fundamental, a partir de una serie de temas clá-
sicos y nuevos como la relación hombre-medio, la conexión
espacial urbano-rural, las trasformaciones que se operan en
dicha conexión a partir de los cambios que se están produ-
ciendo en una sociedad servoindustrial, y por último la refe-
rencia global-local.

Queremos concluir estas líneas llamando la atención de la


responsabilidad que tenemos con los nuevos licenciados en
Geografía, nunca como ahora había existido una preocupa-
ción social y política por lo territorial, por lo local. Desde otras
profesiones y administraciones este tema y el uso de los SIG
es tratado directa o tangencialmente, pero no cabe duda, que
a la geografía, gracias a la labor de diversos geógrafos, se
le reconoce la autoridad en esta temática. Debemos profun-
dizar en el análisis integrado y no parcelado del territo-

ÍNDICE 34
La geografía y las distintas acepciones del espacio
geográfico
Félix Pillet Capdepón

rio. El actual eclecticismo geográfico nos permite elaborar


un corpus epistemológico con las principales aportaciones de
los distintos paradigmas. El territorio puede ser interpretado
como un sistema, cuyos subsistemas respondan a la interco-
nexión de las distintas ramas de la geografía, fundamentales
para el análisis y el diagnóstico. Nuestra respuesta debe ser
inmediata, recordemos a Einstein cuando afirmaba que nun-
ca pensaba en el futuro, llega enseguida.

Bibliografía citada
ALBET, A. (1993): «La nueva geografía regional o la construcción so-
cial de la región», en Anales de Geografía de la Universidad Com-
plutense, nº 13, pp. 11-29.

ALBET, A. (1994): «Geografia, postmodernisme, geografia postmo-


derna: aportacions al debat», en Documents d´Anàlisi Geogràfica,
nº 24, pp. 7-11.

ARROYO, F. y PÉREZ, A. (1997): «Reflexiones sobre el espacio geo-


gráfico y su enseñanza», en Estudios Geográficos, nº 229, pp. 513-
543.

BARNES, T. y GREGORY, D. (Eds.) (1997): Reading Human Geogra-


phy. The Poetics and Politics of Inquiry, London, Arnold.

BOIRA, J.V. (1992): «El estudio del espacio subjetivo (Geografía de la


Percepción y del Comportamiento: una contribución al estado de la
cuestión», en Estudios Geográficos, nº 209, pp. 573-592.

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