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Dictamen : 234 del 31/08/2009

C-234-2009

31 de agosto de 2009

Señor
Leonardo Garnier Rímolo
Ministro

Ministerio de Educación Pública

Estimado señor:

Con la aprobación de la señora Procuradora General de la República, doy respuesta a su oficio


DM-2170-04-09 del 28 de abril de 2009, mediante el cual solicita nuestro criterio jurídico sobre
los puntos que de seguido se exponen:

a. Si existe la posibilidad de que los padres de familia – o encargados de un menor


– soliciten que un estudiante que aplaza algunas asignaturas en un nivel, repita todas las
asignaturas, incluyendo las que aprobó.

b. En caso de que esa posibilidad exista, se solicita determinar cuáles son los
requisitos y condiciones bajo las cuales sería posible aceptar dicho tipo de solicitudes.

En su consulta, el Ministro de Educación resalta que las recientes reformas aprobadas por el
Consejo Superior de Educación, han tenido por objetivo estimular a los estudiantes que han
reprobado alguna materia, a continuar con sus estudios, permitiéndoles avanzar al siguiente
nivel en las asignaturas aprobadas. Igual, indica que las estadísticas que registra el Ministerio
de Educación Pública, demuestran que un 25% de los estudiantes que aplazan, han fallado en
una única asignatura.
Se adjunta el informe de la Asesora Legal – oficio DAJ-131-C-2009 - en donde ésta señala que
los padres de familia no tienen la posibilidad de solicitar que sus hijos repitan todas las
asignaturas de un nivel, pese a que solamente hayan aplazado algunas materias. La asesora
legal considera que esta posibilidad infringiría el Decreto Ejecutivo N.° 34886-MEP, hoy
sustituido por el nuevo Reglamento de Evaluación de 2009.

Para atender la consulta planteada, nos referiremos en primer lugar, a la competencia del
Consejo Superior de Educación, como director general de la enseñanza oficial, para establecer
los sistemas de evaluación de los aprendizajes, y luego determinaremos si existe un derecho
de los padres a exigir la desaplicación del artículo 37 del Reglamento de Evaluación de 2009.

I. COMPETENCIA DEL CONSEJO SUPERIOR DE EDUCACIÓN PARA


ESTABLECER LOS SISTEMAS DE EVALUACIÓN DE LOS APRENDIZAJES.

El artículo 81 de la Constitución Política (CPCR) establece que la dirección general de


la enseñanza oficial, sea la educación impartida por el Estado, corresponde a un Consejo
Superior. Transcribimos el numeral en comentario:

“ARTÍCULO 81.- La dirección general de la enseñanza oficial corresponde a un consejo


superior integrado como señale la ley, presidido por el Ministro del ramo.”

P ara el Constituyente originario, la constitucionalización del Consejo Superior de Educación


(CSE) ha introducido una variación sustancial en el sistema educativo público. Esto en relación
con el sistema vigente antes de 1949. El objetivo de esta gran reforma consistía en colocar la
suprema dirección de la educación pública dentro de la competencia de un órgano colegiado,
cuya creación tuviese sustento en la propia norma constitucional.

En relación con la moción para crear el Consejo Superior de Educación como un


órgano técnico encargado de dirigir de forma independiente el proceso educativo público, cabe
citar la intervención del diputado constituyente LUIS DOBLES SEGREDA en la sesión de la
Asamblea Constituyente del 21 de setiembre de 1949:

“Desde antes del proyecto de aquel generoso propulsor de nuestra cultura que se llamó
Claudio González Rucavado, el Poder Docente, y, después de él, las gentes que aquí miran
estas cuestiones con preocupación e inquietud, han creído encontrar en un cuerpo técnico, que
se encargue de resolver los asuntos educacionales, la clave del complejo problema de la
escuela costarricense. Ese Consejo de Educación, integrado por representantes y
representativos de todas las actividades docentes del país, inamovibles por todo su período,
que han de actuar con absoluta independencia del Poder Ejecutivo, presidido por el Secretario
del ramo, que será su Presidente nato, estará capacitado para fijar las normas que ha de
seguir nuestra enseñanza, con mayor altura, con mayor ponderación y en ritmo de estabilidad
que garantiza cumplidamente los altos fines que de él esperamos. Como pensamos que tal
reforma debe ser honda, para que sea seria y duradera, hemos creído necesario rebasar la
simple ley, de fácil emisión, pero de fácil derogatoria también, y venimos a proponeros una
Reforma Constitucional que cristaliza, aunque sólo sea en líneas generales, la aspiración del
país y de esta Cámara.” (Acta 154 del 21 de setiembre de 1949)

De igual relevancia fueron las intervenciones de los diputados constituyentes FERNANDO


BAUDRIT SOLERA Y RICARDO ESQUIVEL FERNANDEZ. En éstas se insistía en el cambio
sustancial que implicaba la creación del Consejo Superior de Educación para el sistema
educativo tradicional:

“El Representante BAUDRIT SOLERA se refirió a las palabras del señor Zeledón. Abundo en
las mismas ideas del compañero Zeledón -dijo- para que se llegue a establecer el Poder
Docente en Costa Rica, que tanto anhelara el gran educador Claudio González Rucavado.
Hacia eso vamos, aun cuando no se lo califica de este modo en la Constitución. Agregó que no
estaba de acuerdo con la idea del señor Zeledón en el sentido de establecer en la Constitución
la forma en que se integrará el Consejo Superior. Lo más adecuado es dejarle a la ley la
integración del mismo. De lo contrario, estaremos haciendo inflexible una institución que el país
no ha experimentado todavía. Es mejor que sea la ley la que indique quienes formarán parte
del Consejo. El Licenciado Esquivel manifestó que la moción en debate introduce una variación
sustancial en el sistema educacional que tradicionalmente ha vivido el país. Conforme al
artículo 6º del Código de Educación, la dirección general de la enseñanza oficial estará a cargo
del Ministro del ramo, asistido por un Consejo de Educación. Ahora vamos a colocar la
suprema dirección de nuestra enseñanza en manos de un Consejo Superior, presidido por el
Ministro de Educación. Al respecto tiene sus dudas. Quizás se cometería un error si en una
forma precipitada se varía fundamentalmente el sistema que ha imperado.

Sometida a votación la moción de los señores Baudrit Solera y compañeros, variada en los
términos siguientes:

“La dirección general de la enseñanza oficial estará a cargo de un Consejo Superior, presidido
por el Ministro de Educación, que se integrará en la forma que señale la ley” [81], fue
aprobada.” (Acta N: 158 del 27 de setiembre de 1949)

Es decir que de acuerdo con el 81 CP, se reconoce al Consejo Superior de Educación


la potestad de establecer las medidas necesarias para dirigir, con criterio técnico, los procesos
educativos del sistema de educación pública.

Valga indicar que el alcance de esta competencia reservada al CSE, ha sido reconocido
por el Tribunal Constitucional en su Voto. N.° 1873-1990 de las 3:45 horas del 18 de diciembre
de 1990:
“V.-

Que en cuanto a la dirección general de la enseñanza oficial, la Constitución Política de 1949


introdujo un cambio sustancial al crear un órgano de relevancia constitucional denominado
Consejo Superior de Educación con competencia plena para realizar dicha función. Esta
posición significó una derogatoria tácita del artículo 6 del Código de Educación, que señala al
Ministerio de Educación como el competente para realizar tal función. Cuando se propuso la
moción que originó el artículo 81 actual, los Diputados Zeledón y Baudrit Solera se refirieron a
la importancia de que se le diera a dicho Consejo "... la más amplia independencia para la
realización de sus delicadas tareas" (acta No. 158, p. 375), se entiende, obviamente, dicha
independencia frente al propio Poder Ejecutivo, que había venido realizando tal función a la
fecha. El diputado Baudrit Solera expresó que deseaba que se llegara "...a establecer el Poder
Docente en Costa Rica..."

(Ibídem), reafirmando su tesis de dar autonomía al Consejo frente al accionar del Poder
Ejecutivo. A ello se opuso el diputado Esquivel, quien manifestó sus dudas frente a
la,"variación sustancial" en el sistema tradicional, pero la moción finalmente fue aprobada (ibid,
p. 375-376). Así pues, es el Consejo Superior de Educación y no el Poder Ejecutivo al que le
compete la dirección General de la enseñanza oficial. Este solamente supervisa, vigila y
desarrolla lo que el Consejo ha establecido y resuelto; más, no puede dictar políticas en el
campo educativo sin la previa aprobación de este órgano. Así debe entenderse el contenido de
la ley Fundamental de Educación, NO. 2160 del 25 de setiembre de 1957, y de la Ley Orgánica
del Ministerio de Educación Pública, NO. 3481 del 13 de enero de 1965. Cualquier
interpretación contraria vulnera el espíritu y la letra del canon 81 constitucional y altera la
voluntad constituyente, plasmada allí con claridad meridiana.”

Ahora bien, en ejercicio de esa competencia constitucional del CSE, y de conformidad


con el artículo 4, inciso d, de la Ley de Creación del Consejo Superior de Educación Pública
(LCSE), Ley N.° 1362 del 8 de octubre de 1951, pertenece a su ámbito de actuación el
determinar y aprobar los planes de estudio y programas que rijan en la educación pública.
Transcribimos la norma en comentario:

“Artículo 4º.-

El Consejo deberá conocer de: (…)

(…) d) Los proyectos de ley, reglamentos, planes de estudio y programas a que deban
someterse los establecimientos educacionales y resolver sobre los problemas de correlación e
integración del sistema educacional;(…)”

Asimismo, el numeral 9 de la Ley Fundamental de Educación (LFE), Ley N.° 2160 del
25 de setiembre de 1957, estableció que corresponde al CSE autorizar los planes de estudio y
los programas de enseñanza de los diversos niveles y tipos de educación que ofrece el sistema
de educación pública.
“ ARTICULO 9º.-

El Consejo Superior de Educación autorizará los planes de estudio y los programas de


enseñanza para los diversos niveles y tipos de educación. Esos planes y programas serán
flexibles y variarán conforme lo indiquen las condiciones y necesidades del país y el progreso
de las ciencias de la educación y serán revisados periódicamente por el propio Consejo.
Deberán concebirse y realizarse tomando en consideración:

a) Las correlaciones necesarias para asegurar la unidad y continuidad del proceso de la


enseñanza; y

b) Las necesidades e intereses psicobiológicos y sociales de los alumnos.”

En este mismo sentido, es oportuno también transcribir el artículo 2 de la Ley Orgánica


del Ministerio de Educación Pública (LOMEP), Ley N.° 3481 del 13 de enero de 1965:

“Artículo 2º.-

Corresponde específica y exclusivamente al Ministerio poner en ejecución de los planes,


programas y demás determinaciones que emanan del Consejo Superior de Educación.”

Es indudable, pues, que la competencia que constitucionalmente se reserva al Consejo


Superior de Educación, comprende la potestad de autorizar y establecer, por consiguiente, los
planes de estudio y programas del sistema de educación pública.

En este orden de ideas, conviene transcribir lo establecido por la Sala Constitucional en


su voto N.° N.° 461-1996 de las 16:30 horas del 24 de enero de 1996:

“Es evidente, que la normativa vigente en Costa Rica en lo que respecta a Educación, le otorga
tanto al Ministerio de Educación Pública como al Consejo Superior de Educación, una
responsabilidad compartida que ejercen a nombre del Estado, el de procurar cumplir el derecho
fundamental a la educación que tienen los habitantes de la República y en este caso los
estudiantes- derecho fundamental que debe entenderse por parte del Estado como la
obligación de brindar la mejor calidad de ella-, de ahí que tales textos deben cumplir con los
planes y programas de estudio, emanados del Consejo Superior de Educación, como órgano
que le corresponde la dirección general de la enseñanza oficial, y como enseñanza oficial debe
entenderse la enseñanza pública y por ende la que debe regir en los centros educativos de
país.”
Al respecto, también puede consultarse la Opinión Jurídica de este Órgano Superior
Consultivo OJ-073-2008 del 1 de setiembre de 2008.

Ahora bien, de acuerdo con el lenguaje especializado común, se entiende que un plan
de estudios comprende, al menos, los contenidos educativos, la metodología, los medios y el
sistema de evaluación aplicables a un curso y/o ciclo educativo. (Ref. Manuel Saavedra.
Diccionario de Pedagogía. Edit. Pax México. 2008. P. 130-131)

Por consiguiente, la determinación del sistema de evaluación de aprendizaje aplicable


en los ciclos del sistema de educación pública, es parte implícita y necesaria de la competencia
del Consejo Superior de Educación. En relación con este punto, pueden tenerse por referencias
los votos de la Sala Constitucional N.° 2004-06616 de las catorce horas con treinta y tres
minutos del dieciséis de junio del dos mil cuatro, y N.° 2004-06603 de las once horas con
veintiún minutos del quince de junio del dos mil cuatro.

Lo anterior es importante, porque nos conduce inevitablemente a una importante


conclusión preliminar, útil para atender esta consulta.

Puesto que es competencia del CSE establecer las normas de evaluación, esto
conlleva determinar las condiciones bajo las cuales puede permitirse a un estudiante avanzar
hacia el siguiente nivel de su ciclo educativo.

En esta materia, el CSE cuenta con una amplia potestad de configuración del sistema
evaluativo, que por supuesto debe ejercerse de modo conforme con la ciencia, la técnica, y los
principios elementales de justicia, lógica y conveniencia (Artículo 16 de la Ley General de la
Administración Pública).

Ahora bien, en el presente caso, tenemos que el Consejo Superior de Educación, por
acuerdo celebrado en la sesión ordinaria N.21-09 del 4 de mayo de 2009, ha resuelto aprobar
un nuevo Reglamento de Evaluación (RE), que ha sido decretado por el Poder Ejecutivo a
través del Decreto N.° 35355 del 14 de julio de 2009.

El nuevo Reglamento de Evaluación, en su artículo 37, ha dispuesto que - en los casos


del III Ciclo de Educación General Básica y del Ciclo de Educación Diversificada - el estudiante
que hubiese reprobado, en forma definitiva alguna de las materias que cursaba, deba
considerarse reprobado en el nivel educativo que cursaba.

Sin embargo, la norma en comentario prescribe que la condición de reprobado en el nivel,


conlleva de un lado, que el estudiante deba repetir durante el curso lectivo siguiente, todas las
materias en que hubiese reprobado. Pero, además implica que el estudiante deba matricular
las asignaturas de cursos superiores que no tengan como requisito alguna de las asignaturas
reprobadas, y/o que no haya superposición horaria. Dispone la norma:

“Artículo 37. —De las Condiciones que Implican la Reprobación del Estudiante. El estudiante
de I y II Ciclo de la Educación General Básica que, una vez realizadas las pruebas de
ampliación, hubiese reprobado de forma definitiva alguna de las asignaturas que cursaba, se
considerará reprobado en el nivel escolar que cursaba y deberá repetir integralmente el año
escolar.

El estudiante de III Ciclo de la Educación General Básica o del Ciclo de Educación


Diversificada que, una vez realizadas las pruebas de ampliación, hubiese reprobado de forma
definitiva alguna de las asignaturas que cursaba, se considerará reprobado en el nivel escolar
que cursaba. Esto lo ubica en la categoría de “estudiante repitente”, lo que, en los niveles de III
Ciclo de la Educación General Básica o del Ciclo de Educación Diversificada significa que está
obligado a repetir durante el curso lectivo siguiente todas las asignaturas reprobadas, cuya
aprobación es condición indispensable para aprobar definitivamente ese nivel; pero también
significa que podrá y deberá matricular aquellas asignaturas de niveles educativos superiores
que:

a) No tengan como requisito, alguna de las asignaturas reprobadas del nivel anterior.

b) No presenten choque o contraposición horaria con las asignaturas que el estudiante debe
repetir.

El Ministerio de Educación Pública deberá definir cuáles son las asignaturas de cada nivel que
constituyen un requisito para asignaturas de niveles superiores.

Mientras a un estudiante le queden asignaturas pendientes de aprobar en determinado nivel –


aunque haya avanzado en asignaturas de niveles o ciclos superiores – se considera que
formalmente es estudiante del nivel y ciclo en el que todavía tiene asignaturas pendientes y así
deberá considerarse en su matrícula y en su expediente.”

Una norma idéntica había sido incorporada ya en el Reglamento de Evaluación de


2004. Esto a través de su reforma mediante Decreto N.° 34886 del 14 de noviembre de 2008, y
del acuerdo del Consejo Superior de Educación tomado en la sesión ordinaria N.° 51-2008 del
14 de noviembre de 2008.

Ergo, no cabe duda de que la disposición del artículo 37 RE es una norma dictada
dentro de las competencias constitucionales y legales del CSE. Resta determinar si el
Ordenamiento Jurídico asiste al Padre de Familia, o al encargado de la tutela, con algún
derecho que le permita exigir al Estado desaplicar el artículo 37 RE, de tal manera que su hijo o
pupilo repitan todas las asignaturas del nivel en que reprobó. O sea que existe que algún
derecho del padre, o tutor, a exigir la aplicación de un sistema de evaluación y promoción
distinto del aprobado por el CSE.
II. EN ORDEN A LA EXISTENCIA DE UN DERECHO DE LOS PADRES A EXIGIR
LA DESAPLICACIÓN DEL ARTÍCULO 37 DEL REGLAMENTO DE EVALUACIÓN DE 2009

Indudablemente, la garantía constitucional que asegura el derecho a una educación impartida a


través de un sistema de educación pública – garantía que se encuentra en los numerales 77,
78 y 81 CPCR -, de ningún modo despoja a los padres, y por consecuencia a los tutores, de su
derecho a intervenir en el proceso educativo de sus hijos.

Por el contrario, nuestro Ordenamiento Jurídico, reconoce que la autoridad parental – patria
potestad – confiere el derecho – deber de los padres de intervenir activamente en el proceso
educativo de sus hijos. Al respecto, transcribimos el artículo 143 del Código de Familia (CF):

“Artículo 143.-

Autoridad parental y representación. Derechos y deberes

La autoridad parental confiere los derechos e impone los deberes de orientar, educar, cuidar,
vigilar y disciplinar a los hijos y las hijas; esto no autoriza, en ningún caso, el uso del castigo
corporal ni ninguna otra forma de trato humillante contra las personas menores de edad.

Asimismo, faculta para pedir al tribunal que autorice la adopción de medidas necesarias para
coadyuvar a la orientación del menor, las cuales pueden incluir su internamiento en un
establecimiento adecuado, por un tiempo prudencial. Igual disposición se aplicará a los
menores de edad en estado de abandono o riesgo social, o bien, a los que no estén sujetos a
la patria potestad; en este último caso, podrá hacer la solicitud el Patronato Nacional de la
Infancia. El internamiento se prolongará hasta que el tribunal decida lo contrario, previa
realización de los estudios periciales que se requieran para esos efectos; esos estudios
deberán ser rendidos en un plazo contado a partir del internamiento.”

Cabe también indicar que esta autoridad parental se encuentra protegida especialmente por el
artículo 51 CPCR, el cual establece que la familia, es el elemento natural y fundamental de la
sociedad.

En virtud de este derecho de la autoridad parental, se reconoce la libertad de los padres de


escoger el tipo de educación para sus hijos. Esto porque la propia Constitución protege el
derecho de los padres de optar por matricular a sus hijos en una institución de educación
privada. Esto en sus artículos 79 y 80 CPCR.
Esta libertad también se encuentra expresamente protegida por instrumentos de derecho
internacionales de los derechos humanos, tales y como el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC), Ley N.° 4229 del 11 de diciembre de 1968, y el
Protocolo adicional a la Convención Americana en materia de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales, conocido como el Protocolo de San Salvador (PSS), Ley N.° 7907 del 3 de
setiembre de 1999. Así como por el artículo 26.3 de la Declaración Universal de Derechos
Humanos (DUDH) y el artículo 7 de la Declaración de Derechos del Niño (DDN).

Sin embargo, debe acotarse que el derecho de los padres sobre la educación que reciben sus
hijos, no se agota en la libertad para elegir una opción educativa ajena a la pública.
Efectivamente nuestro Ordenamiento reconoce derechos a los padres sobre la educación que
sus hijos reciben en el sistema público.

Particularmente se tutela el derecho de los padres a exigir que la educación que perciben sus
hijos en el sistema público, respete sus convicciones religiosas, y morales. En este sentido,
pueden citarse los artículos 13.3 PIDESC y 13 PSS. En un sentido similar, puede examinarse
el artículo 22.2 de la Convención de Derechos del Joven, Ley N.° 8612 del 1 de noviembre de
2007 y el artículo 29 de la Convención de Derechos del Niño (CDN), Ley N.° 7184 del 18 de
julio de 1990.

La protección de los valores religiosos de los estudiantes también ha sido tratada por nuestro
Tribunal Constitucional en sendos votos, entre ellos: Votos N.°5573-2005, 13.624-03, 3018-02
y 13.624-03.

En definitiva, y como ha acotado COMODINI CACHIA – en comentario de la jurisprudencia del


Tribunal Europeo de Derechos Humanos -, existe un derecho de los padres a que la educación
pública respete las convicciones morales y religiosas de sus hijos. Es decir, que la educación
pública no sea utilizada como un instrumento de adoctrinamiento ideológico. (COMODINI
CACHIA, THERESE. The protection of the right to education in the framework of the European
Convention. En: Revista del Instituto Interamericano de Derechos Humanos. N.° 44. P. 69-72).

Existen adicionalmente otras normas subconstitucionales que reconocen derechos a los padres
en relación con la educación que sus hijos reciben en el sistema educativo público.

En primer lugar, conviene indicar que en el supuesto de los padres de estudiantes con
discapacidad, el artículo 20 de la Ley N° 7600 del 2 de mayo de 1996, reconoce su derecho de
participar en la selección, ubicación, organización y evaluación de los servicios educativos, y de
exigir por supuesto una adecuación curricular para sus hijos (Artículos 16, 17 y 18 de la Ley N°
7600)

Luego debe hacerse referencia al propio Reglamento de Evaluación de 2009, el cual en respeto
de la autoridad parental sobre la educación de los hijos, reconoce diversos derechos - deberes
de los padres en relación con la evaluación del aprendizaje de sus hijos.
La norma pivote a examinar es el artículo 20 RE. Este numeral establece diversos derechos de
los padres en materia de evaluación. Entre otros, cabe señalar que los padres tienen derecho a
conocer el contenido del reglamento de evaluación, y dar seguimiento al cumplimiento de los
deberes educativos de sus hijos. La norma también admite el derecho de los padres a recibir
recomendaciones de los docentes para mejorar el desarrollo de sus hijos. Además, la norma
contempla el derecho de los padres a objetar por escrito las calificaciones otorgadas a sus
hijos, y a llevar el control sobre las evaluaciones aplicadas. Transcribimos el artículo 20 RE:

“Artículo 20. —De los Deberes y Derechos de los Padres de Familia o Encargados en Materia
de Evaluación de los Aprendizajes. Los padres de familia o encargados tienen los siguientes
deberes en materia de evaluación de los aprendizajes:

a) Conocer este Reglamento de Evaluación de los Aprendizajes.

b) Dar seguimiento al cumplimiento de los deberes escolares del estudiante, en especial


aquellos que deban ejecutarse en el hogar.

c) Cumplir con las indicaciones y recomendaciones que expresamente les formulen los
docentes y administrativos en aras de un mejor y mayor desarrollo de las potencialidades del
estudiante o para superar las deficiencias y limitaciones que se detectaren.

d) Formular por escrito, y en primera instancia ante el docente vinculado directamente con el
estudiante, las objeciones que estime pertinentes a las calificaciones otorgadas a sus hijos.
Esta formulación debe presentarse en un plazo no mayor a tres días hábiles siguientes a la
comunicación de la calificación al estudiante o al padre de familia según corresponda.

e) Devolver al docente, debidamente firmados, los instrumentos de medición calificados de sus


hijos menores de edad.

f) Justificar por escrito ante el docente o la autoridad que el director disponga, las ausencias o
llegadas tardías a la Institución de sus hijos menores de edad, cuando esto corresponda y
exista motivo real para ello. Esta justificación deberá presentarse dentro de los tres días
hábiles siguientes a la reincorporación del estudiante, luego de la ausencia o impuntualidad.

g) Participar en todas aquellas actividades escolares a las que se les convoque formalmente.

h) Asistir a las citas o convocatorias que les formulen los docentes o las autoridades del centro
educativo.

i) Utilizar para los fines pertinentes el “Cuaderno de Comunicaciones” referido en los artículos
130 y 131 de este Reglamento, salvo el caso de padres de estudiantes adultos.

j) Cualesquiera otras propias de su condición de padre de familia o encargado.”

Empero, no se encuentra fundamento para reconocer que exista un derecho de los


padres a exigir la aplicación, en relación con sus hijos, de un sistema de evaluación y
promoción distinto del establecido por el Consejo Superior de Educación, o bien la
desaplicación del aprobado por ese Consejo.
Debe denotarse que la potestad para determinar las condiciones bajo las cuales, se puede
establecer que un estudiante ha reprobado un curso, pertenece al CSE. Esto dentro de su
competencia para establecer el Plan de Estudios. Por consecuencia, es también competencia
exclusiva del CSE determinar si un estudiante que ha reprobado algunas materias, puede o no
matricular materias del siguiente nivel, y bajo cuáles condiciones. Con este propósito, el CSE
goza de un amplio poder de configuración.

Es importante puntualizar que si bien nuestro Derecho Positivo reconoce a los padres el
derecho a participar activamente en el proceso educativo de sus hijos, esto no implica que
puedan exigir la desaplicación de las normas de evaluación establecidas por el Consejo
Superior de Educación.

Tal y como se ha explicado en el apartado primero, nuestra Constitución ha otorgado al CSE


una competencia amplia en la dirección general de la educación pública, la cual alcanza incluso
para establecer el plan de estudios y, por ende, su sistema de evaluación.

Las disposiciones que dicte el CSE son de aplicación general para el sistema educativo
público, de tal forma que cualquier padre que opte por matricular a su hijo dentro del sistema de
educación pública debe atender a las normas de evaluación y promoción aprobadas por el
CSE.

En todo caso, debe advertirse que el artículo 37 RE tampoco concede este derecho u opción a
los padres o tutores.

El artículo 37 RE es claro en disponer que, dentro del III Ciclo de Educación Básica y del Ciclo
de Educación Diversificada, un estudiante que ha reprobado definitivamente alguna materia,
estará obligado a repetirla durante el curso lectivo siguiente.

Sin embargo, la misma norma establece que esos estudiantes “podrán y deberán” matricular
las asignaturas de los niveles superiores que no tuviesen por requisito alguna de las materias
reprobadas – y por supuesto que no exista superposición horaria -.

Es decir, que un estudiante que haya reprobado una o varias materias, no puede matricular
para el curso siguiente únicamente las asignaturas a repetir. Tampoco puede matricular
materias que ya haya aprobado Por el contrario, la norma establece que es obligatorio que
matricule las materias reprobadas, y también todas las otras materias del nivel superior,
siempre que se den las condiciones ya señaladas.
III. CONCLUSIONES:

Con fundamento en lo expuesto, esta Procuraduría General concluye:

a. Que es competencia del Consejo Superior de Educación aprobar los planes de


estudio aplicables en el sistema de educación pública.

b. Por lo tanto, es competencia del Consejo Superior de Educación establecer las


normas de evaluación y promoción.

c. Las normas de evaluación vigentes, sea el Reglamento de Evaluación Decreto N:°


35355, establece un estudiante que haya reprobado una o varias materias, no puede
matricular para el curso siguiente únicamente las asignaturas a repetir. Tampoco puede
matricular materias que ya haya aprobado Por el contrario, la norma establece que es
obligatorio que matricule las materias reprobadas, y también todas las otras materias del nivel
superior siempre que se den las condiciones de los incisos a) y b) del artículo 37 RE.

d. Nuestro Ordenamiento Positivo no reconoce que exista un derecho de los padres, o


tutores, a exigir la aplicación, en relación con sus hijos o pupilos, de un sistema de evaluación y
promoción distinto del establecido por el Consejo Superior de Educación, o bien la
desaplicación del existente.

e. Por innecesario omitimos pronunciarnos del segundo punto de la consulta.

Atentamente,

Jorge Andrés Oviedo Alvarez

Procurador adjunto

Jao

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