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Capítulo 6 – La pedagogía de Cristo al revelarse

Es implícita, o sea la da a entender; el método aplicado por Jesús es respetar la libertad


de los hombres porque la excepcionalidad del comportamiento de Jesús era tal que ni la
evidencia de su contexto familiar ni su historia personal bastaban para definirle. Por eso,
surgió la pregunta “Y éste ¿quién es?” y quienes la plantearon fueron los apóstoles. Ahora
bien, Cristo no dio de inmediato una respuesta a esta pregunta porque de haberlo hecho
habría evitado morir en la cruz ya que lo habrían tenido por loco. Por eso, Jesús empleó
una pedagogía inteligente para definirse. Lo hizo lentamente para provocar una
asimilación gradual.
Las líneas esenciales de la pedagogía reveladora

a) El maestro a seguir: Jesús pide ante todo que se le siga. Así el primer modo que Jesús
tiene de presentarse es comprensible para la gente y aceptable. Ejemplo: cuando Jesús le
dijo a Andrés, Juan y Simón “Venid conmigo”.
b) La necesidad de una renuncia: implica separarse de los suyos y sus bienes.
c) Frente a todos: la renuncia tiene que ir acompañado con un testimonio de vida, es decir,
con evidencia en la sociedad.

Por su causa: el centro de la libertad


El aspecto fundamental y el más impresionante de este “por mi causa” es que lentamente
Jesús va poniendo su persona en el centro de la afectividad y de la libertad del hombre. Y
esto se convierte en un latigazo cuando llega hasta ponerse en comparación con los
afectos más íntimos del hombre. “El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no
es digno de mí; el que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la
encontrará”. Por su causa, significa darse cuenta que el misterio de mi vida no soy yo,
sino Dios, que él es el centro de todas las vidas.

El momento de la identificación
Jesús afronta la respuesta a la pregunta “Tu ¿quién eres?”. Entonces Jesús respondió a la
pregunta identificándose con Dios. Haciendo cada vez más contundentes sus
afirmaciones, Jesús se apropia de actitudes reservadas a lo divino, aplica el método de
atribuirse lo propio de dios. Esta identificación se dio en tres aspectos:
a) El origen de la ley: ante todo Jesús se identificó con el origen de la ley que era el
sinónimo que más utilizaban los fariseos para referirse a lo divino. Decir que algo era
según la ley, que ría decir que no era según Dios.
b) El poder de perdonar los pecados: En el episodio de la curación del paralítico, cuando
Jesús se atribuye el poder de perdonar los pecados, y se le atribuye con hechos además de
palabras (levántate y camina).
c)La identificación con el principio ético: Quien hace el bien sin siquiera darse cuenta de
Jesús, hace el bien porque establece, aun sin saberlo, una relación con él.
Capítulo 7 – La Declaración Explicita

De la trayectoria seguida hasta ahora para describir como se planteó el problema cristiano,
es importante subrayar el aspecto metodológico, el dinamismo que lo puso en marcha. Al
recordar el concepto de certeza moral nos dimos cuenta que la naturaleza nos permite
obtener la certeza acerca del comportamiento humano, por eso, cuanto más comparte uno
la vida de otra persona, más capaz es de tener certeza moral acerca de ella, ya que el
cúmulo de indicios se multiplica. Así fue con Jesús. Sus indicios que poco a poco se
multiplican y ganan profundidad provocan una pregunta a la que no se sabe responder,
pero se debe responder. Ante la pregunta, Jesús da respuestas, pero lentamente,
pedagógicamente, con cautela, para no apagar la mecha humeante. Por ello, dio pasos
introductorios a su respuesta explicita. Pero una vez llegado a los últimos tiempos su
declaración se hará explicita. Cristo finalmente se presenta como Dios de manera abierta.

El 1º asomo de una actitud explícita.


En el último periodo vemos a Jesús casi instalado en el pórtico del templo desafiando a
los Fariseos de la mañana a la noche. Jesús, en cambio de huir, ahora va a Jerusalén
decidido. La situación era tal que esta decisión suya provoca la reacción de sus amigos
(Pedro tomándole aparte, se puso a protestar, a reprenderle). Pero Jesús reacciona: “tus
pensamientos no son los de Dios, sino los de un hombre”. Jesús toma además la iniciativa
de atacar a los Fariseos por medio de la interpretación de las escrituras, de las que ellos
conocían hasta lo más sutil. Jesús les preguntó: ¿Qué pensáis a cerca del Mesías? ¿De
quién es hijo? Y ellos le respondieron: “de David”. Jesús replicó, si David le llama señor,
¿Cómo puede ser hijo suyo? Aunque parecía que las escrituras no tenían secretos para
ellos, su capacidad de interpretación no bastaba para replicarle a Jesús, y desde ese día no
le hicieron más preguntas. Se había dado un comienzo de respuestas explicitas: La
naturaleza de cristo se desvela como divina.

Un contenido provocador.
Algunos judíos al escuchar a Jesús “creían en él”. Probablemente eran personas que
consideraban que Jesús dice cosas que hacen pensar y las justifica. En una de estas
circunstancias Jesús se dirige a los que simpatizaban con él y les dice: “Si os mantenéis
fieles a mi palabra, series verdaderamente mis discípulos, conoceréis la verdad y ella os
hará felices”. Pero pese a toda la opresión política, ellos se saben hijos libres de Abraham,
por eso le replican a Jesús que siempre han sido libres, ¿Cómo puede hacer depender de
él la libertad de ellos? Jesús les responde “Todo el que comete pecados es esclavo. Y el
esclavo no se queda en casa para siempre; mientras el hijo se queda para siempre; si pues
el hijo os da la libertad, seréis realmente libres”. Lo que quiere decir es que quien se
equivoca es como un esclavo de sus limitaciones. Un esclavo no pertenece todavía a la
familia en cambio, un hijo está adentro, en la familia de la libertad. Jesús vuelve a llevar
hasta un extremo su provocación al decir que: “Vuestro padre Abraham regocijo
pensando en ver mi día; lo vio y se alegró”. Ahora ya es clara a sus enemigos la insensatez
de lo que Jesús está diciendo. Ellos objetaron diciendo que cuando Abraham murió Jesús
todavía no existía. Pero Jesús les dijo: “Antes de que naciese Abraham Yo soy”. Ellos
tomaron piedras para arrojarlas, pero Jesús se ocultó.
“Con palabras claras… Jesús certificó su superioridad sobre Abraham… Jesús incursa
en un ser eterno divino”.
La declaración final.
Tras de mucho vigilarle y seguirle para controlar sus enseñanzas, los jefes religiosos se
deciden a decretar su peligrosidad. No responde a la imagen del Mesías que se espera. En
resumen: deciden atraparlo, se arresta a Jesús y se le lleva ante el Sanedrín para juzgarle.
El Sanedrín era el gran consejo judío que habría sido competente para juzgar y condenar
a Jesús de muchas acusaciones, a las que se habían presentado testigos falsos y que
finalmente terminaron por contradecirse. Hasta que dos testigos dijeron: este dijo: yo
puedo destruir el santuario de Dios, y en tres días levantarlo. Se trata evidentemente de
una trangiversación de una expresión que en efecto Jesús había empleado unos días atrás,
es por eso que cuando se le pide a Jesús que lo explique el decide callar. El sumo sacerdote
se encuentra en aprietos, sabe que debe encontrar algo más o menos formal para
condenarlo, es así que le pregunta si es o no el hijo de Dios. Pregunta a la cual Jesús
responde con un sí rotundo. Entonces el consejo grita ante la blasfemia y lo condena a
muerte.
La discreción de la libertad.
Quedan así planteados los términos para decidir acerca de la pretensión cristiana.
Cualquier otro elemento incluso el grandioso que seguirá a la muerte de Jesús, el
testimonio de muchos que le volvieron a ver vivo, no hará más que develar “los
pensamientos de muchos corazones”. Él problema cristiano se resuelve en los mismos
términos con que se plantea: o se encuentra uno ante una locura, o aquel hombre que dice
ser Dios, es Dios. El problema de la divinidad de Cristo se reduce a esto: una alternativa
en la que cuenta más que en ninguna otra ocasión la decisión de libertad. Una decisión
que tiene raíces ocultas y ligadas a una cierta actitud de cara a toda la realidad. La libertad
no está representada por opciones clamorosas; estás no dan razón del drama de nuestra
vida. La libertad es lo más discreto que existe. El espíritu asume una posición primordial
frente a lo real, luego desarrolla, y solo después toma conciencia de ella.

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