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Emile Durkheim temas he extraído ciertas ideas directrices, ciertos puntos de vista genera-
les, cierta experiencia, si lo prefieren, que espero servirá para guiarnos en
nuestras futuras investigaciones.
CURSO DE CIENCIA SOCIAL
Espero que estas reservas no tengan el efecto de despertar entre
Clase Inaugural algunos de Uds. el escepticismo del que los estudios de sociología a veces
(1888) han sido objeto. Una ciencia joven no debe ser muy ambiciosa, y tiene tanto
más crédito entre los espíritus científicos cuánto más modestamente se pre-
“Cours de Science Sociale. Leçon d’ouverture”, Revue international de l'enseignement senta. No obstante, no puedo ignorar que existen todavía ciertos pensado-
XV, 1888, pp. 23-48. Tomado de Emile Durkheim (Jean Claude Filloux comp.): La res, poco numerosos en verdad, que dudan de nuestra ciencia y de su futu-
science sociale et l’action, Presses Universitaires de France, 1970, pp. 77-110. ro. Evidentemente, no podemos ignorarlos. Pero para convencerlos el mejor
método, según creo, no es el exponer en forma abstracta la cuestión de si la
Clase inicial del Curso de Ciencia Social dictado por Durkheim en 1887-88 en la sociología es o no viable. Una exposición, por excelente que sea, jamás ha
Universidad de Burdeos. convertido a ningún incrédulo. La única forma de demostrar el movimiento,
es marchando. La única forma de demostrar que la sociología es posible, es
Traducción: Daniel Sazbón haciendo ver que existe y que está viva. Es por esto que consagraré esta
primer clase a exponerles la sucesión de transformaciones por las que ha
pasado la ciencia social desde comienzos de siglo; les mostraré los progre-
sos que ha hecho y los que quedan por hacer, en qué se ha convertido y en
qué se está convirtiendo. De esta exposición concluirán Uds. mismos los ser-
Señores, vicios que pueden prestar estas enseñanzas, y el público al que se deben
dirigir.
Habiendo sido puesto a cargo de enseñar una ciencia nacida recién
ayer, y que aún no cuenta más que con una pequeña cantidad de principios
definitivamente establecidos, sería arriesgado de mi parte no sentirme ate- I
morizado frente a las dificultades de mi tarea. Por lo demás, las admito sin
ningún esfuerzo. En efecto, creo que en nuestras universidades, al lado de Desde Platón y su República, no han faltado pensadores que hayan
esas cátedras desde las cuales se enseña la ciencia ya establecida y las filosofado sobre la naturaleza de las sociedades. Pero hasta comienzos de
verdades ya adquiridas, existe lugar para otros cursos, donde el profesor este siglo la mayor parte de estos trabajos estaban dominados por una
construye en parte la ciencia a medida que la enseña, donde encuentra en idea que constituía un impedimento radical para la constitución de la ciencia
sus oyentes colaboradores casi tanto como alumnos, donde busca con ellos, social. En efecto, casi todos estos teóricos de la política veían en la sociedad
tantea con ellos, a veces también se extravía con ellos. No vengo por lo una obra humana, un fruto del arte y de la reflexión. Según ellos, los hom-
tanto a revelarles una doctrina de la que una pequeña secta de sociólogos bres se dispusieron a vivir juntos porque encontraron que era útil y bueno;
tendría el secreto y el privilegio, ni sobre todo a proponerles remedios ya se trataría de un artificio que han imaginado para mejorar un poco su con-
hechos para curar a nuestras sociedades modernas de los males que pue- dición. Una nación no sería entonces un producto natural, como un organismo
dan sufrir. La ciencia no va tan rápido, le hace falta tiempo, mucho tiempo, o como una planta que nace, crece y se desarrolla en virtud de una necesi-
sobre todo para volverse utilizable en forma práctica. El inventario de lo dad interna, sino que se asemejaría más bien a esas máquinas que hacen
que les aporto es además mucho más modesto y simple de realizar. Creo los hombres, en las que todas sus partes están ensambladas de acuerdo a
poder postular con cierta precisión una cierta cantidad de temas especiales un plan preconcebido. Si las células de las que está hecho el cuerpo de un
que, vinculados unos con otros, forman una ciencia en el seno de las otras animal adulto se han convertido en lo que son, es porque estaba en su natu-
ciencias positivas. Para resolver esos problemas, propondré un método que raleza hacerlo. Si se han agregado de tal modo es porque, dado el medio
pondremos a prueba entre todos. Finalmente, de mis estudios sobre estos ambiente, les era imposible hacerlo de otro modo. Por el contrario, los
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fragmentos de metal de los que está hecho un reloj no tienen ninguna afini- caigan siguiendo la vertical, o que los rayos luminosos no se refracten cuan-
dad especial ni por tal forma ni por tal combinación. Si se han dispuesto de do atraviesan medios de distinta densidad. En cuanto a las leyes civiles que
tal modo antes que de otro, es porque el artista así lo ha querido. No es su dictan los príncipes o votan las asambleas, sólo deben expresar estas leyes
naturaleza, sino la voluntad de aquél la que explica los cambios que ha naturales en forma clara y perceptible, pero no pueden ni crearlas ni cam-
sufrido; es él quien las ha dispuesto de la manera más conforme a sus de- biarlas. No se puede dar por decreto un valor a un producto que no lo tie-
signios. Bien, con la sociedad ocurriría como con este reloj. No habría nada ne, es decir, del que nadie tiene necesidad, y todos los esfuerzos de los
en la naturaleza del hombre que lo predestinase necesariamente a la vida gobiernos por modificar a las sociedades a su voluntad son inútiles, cuando
colectiva, sino que él mismo la habría inventado e instituido por completo. no perjudiciales; es por ello que lo mejor es que se abstengan de ello. Su
Ya sea la obra de todos, como lo quiere Rousseau, o de uno sólo, como lo intervención sólo puede ser dañina, la naturaleza no los necesita. Sigue su
piensa Hobbes, ella habría salido por entero de nuestro cerebro y de nues- curso por sí sola, sin que sea necesario ayudarla ni contradecirla, suponien-
tra imaginación. No sería en nuestras manos más que un instrumento cómo- do por otra parte que ello sea posible.
do, pero del cual en rigor podríamos prescindir, y al que siempre sería
posible modificar a voluntad, ya que podemos libremente deshacer lo que Extiéndase este principio a todos los hechos sociales, y la sociología
libremente hemos hecho. Si somos los autores de la sociedad, podemos des- habrá sido fundada. En efecto, todo orden especial de fenómenos naturales
truirla o transformarla. Para ello basta con quererlo. sometidos a leyes regulares puede ser objeto de un estudio metódico, es
decir, de una ciencia positiva. Todos los argumentos de duda chocan contra
Tal es, señores, la concepción que ha imperado hasta los últimos esta verdad tan simple. “Pero”, dicen los historiadores, “hemos estudiado a
tiempos. Sin duda que, muy de vez en cuando, podemos ver surgir la idea las sociedades, y no hemos descubierto la menor ley. La historia no es más
contraria, pero sólo por ciertos instantes y sin dejar huellas durables detrás que una serie de accidentes que, sin duda, se relacionan unos con otros,
de sí. El ejemplo ilustre de Aristóteles, el primero en ver en la sociedad un siguiendo las leyes de la causalidad, pero sin repetirse jamás. Esencialmente
hecho natural, permaneció prácticamente sin imitadores. En el siglo XVIII se locales e individuales, pasan para no volver, y en consecuencia son refrac-
ve renacer la misma idea con Montesquieu y Condorcet. Pero incluso Mon- tarios a toda generalización, es decir, a todo estudio científico, puesto que
tesquieu, quien sin embargo declarara tan firmemente que la sociedad, no hay ciencia de lo particular. Las instituciones económicas, políticas y jurí-
como el resto del mundo, está sometida a leyes necesarias, derivadas de la dicas dependen de la raza, del clima y de todas las circunstancias del me-
naturaleza de las cosas, dejó escapar las consecuencias de su principio dio en el cual se desarrollan; constituyen cantidades heterogéneas que no
apenas fuera postulado. En estas condiciones, entonces, no hay lugar para se prestan a la comparación. Tienen en cada pueblo su fisonomía propia, a
una ciencia positiva de las sociedades, sino únicamente para un arte de la la que se puede estudiar y describir con esmero, pero una vez que se ha
política. En efecto, la ciencia estudia lo que es; el arte combina los medios obtenido una monografía bien hecha, ya todo está dicho”.
en vista de lo que debe ser. Si las sociedades son lo que nosotros hacemos
de ellas, entonces no hay que preguntarse lo que son, sino lo que debemos Seguramente, la mejor forma de responder a esta objeción y pro-
hacer con ellas. Dado que no debemos tomar en cuenta su naturaleza, no es bar que las sociedades están sometidas a leyes como todas las cosas, sería
necesario conocerla; basta con fijar el fin que deben cumplir, y encontrar la encontrar tales leyes. Pero sin esperar hasta que ello ocurra, una inducción
mejor manera de acomodar las cosas para que este fin sea cumplido. Se muy legítima nos permite afirmar que existen. Si hay un punto fuera de
postula, por ejemplo, que la meta de toda sociedad es asegurar a cada toda duda hoy en día, es que todos los seres de la naturaleza, desde el
individuo el libre ejercicio de sus derechos, y se deduce de ello toda la so- mineral hasta el hombre, dependen de la ciencia positiva, es decir que todo
ciología. sucede siguiendo leyes necesarias. Esta proposición ya no tiene nada de
conjetural, es una verdad que la experiencia ha demostrado, ya que las
Los economistas han sido los primeros en proclamar que las leyes leyes han sido descubiertas o al menos las vamos descubriendo poco a po-
sociales son tan necesarias como las leyes físicas, y en hacer de este axioma co. Sucesivamente se han constituido la física y la química, luego la biología
la base de una ciencia. De acuerdo a ellos, es tan imposible que la compe- y finalmente la psicología. Puede decirse incluso que de todas la leyes, la
tencia no nivele poco a poco los precios, o que el valor de las mercaderías mejor establecida experimentalmente —puesto que no se le conoce ninguna
no aumente cuando la población se acrecienta, como que los cuerpos no excepción, y ha sido verificada una infinidad de veces— es la que procla-
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ma que todos los fenómenos naturales se desarrollan siguiendo leyes. Por lo Tal es, señores, el gran servicio que han prestado los economistas a
tanto, si las sociedades están en la naturaleza, deben obedecer también a los estudios sociales. Han percibido antes que nadie lo que hay de vivo y
esta ley general que resulta de la ciencia y que a la vez la domina. Sin espontáneo en las sociedades. Han comprendido que la vida colectiva no
duda, los hechos sociales son más complejos que los hechos psíquicos, pero podía ser instituida bruscamente por un hábil artificio, que no era el resul-
éstos a su vez son infinitamente más complejos que los hechos biológicos y tado de un impulso exterior y mecánico, sino que es en el seno mismo de la
físico-químicos, y sin embargo hoy en día no es posible poner a la vida sociedad donde se elabora lentamente. Es así que han podido asentar una
consciente fuera del mundo de la ciencia. Cuando los fenómenos son menos teoría de la libertad sobre una base más sólida que una hipótesis metafísi-
simples, su estudio es menos sencillo, pero se trata de una cuestión de vías y ca. Es evidente, en efecto, que si la vida colectiva es espontánea, se debe
de medios, no de principios. Por otro lado, porque son complejos, tienen preservar su espontaneidad. Toda interferencia sería absurda.
algo de más flexible, y toman más fácilmente la impronta de las menores
circunstancias que los rodean. Es por eso que tienen una apariencia más Sin embargo, no debe exagerarse el mérito de los economistas. Si
particular y se distinguen más unos de otros. Pero las diferencias no deben bien afirmaban que las leyes económicas son naturales, tomaban el término
ocultarnos las analogías. Sin duda, existe una enorme distancia entre la en un sentido que disminuía su alcance. En efecto, de acuerdo a ellos no
conciencia del salvaje y la del hombre cultivado, y sin embargo una y otra existe nada real en la sociedad más que el individuo; es de él que todo
son conciencias humanas, entre las que existen semejanzas, y que pueden emana, y es hacia él que todo retorna. Una nación no es más que un ser
compararse; bien lo sabe el psicólogo, que saca de esta proximidad tanta nominal, un término que sirve para designar un agregado mecánico de indi-
información valiosa. Lo mismo ocurre con la fauna y la flora, en cuyo medio viduos yuxtapuestos. Pero no tiene nada de específico que la distinga del
se desarrolla el hombre. Por diferentes que puedan ser los unos de los otros, resto de las cosas, sus propiedades son las de los elementos que la compo-
los fenómenos producidos por las acciones y reacciones que se establecen nen, aumentadas y ampliadas. El individuo es, por lo tanto, la única reali-
entre individuos semejantes, ubicados en medios análogos, deben necesa- dad tangible a la que puede acceder el observador, y el único problema
riamente asemejarse en algún sentido y prestarse a comparaciones útiles. que se puede plantear la ciencia es el de buscar cómo debe conducirse el
¿Se alegará, para escapar a esta consecuencia, que la libertad humana individuo en las principales circunstancias de la vida económica, dada su
excluye toda idea de ley y vuelve imposible toda previsión científica? Esta naturaleza. Las leyes económicas, y más generalmente las leyes sociales, no
objeción, señores, debe dejarnos indiferentes, y podemos dejarla de lado, serían entonces hechos muy generales que el estudioso induce de la obser-
no por desdeñarla sino por método. La cuestión de saber si el hombre es vación de las sociedades, sino consecuencias lógicas que deduce de la defi-
libre o no tiene sin dudas su interés, pero su lugar está en la metafísica, y nición de individuo. El economista no dice: “las cosas deben suceder de tal
las ciencias positivas pueden y deben desinteresarse. Existen filósofos que modo, porque la experiencia lo ha demostrado”, sino “deben suceder de tal
han encontrado una suerte de libre arbitrio y de contingencia en organis- modo, ya que sería absurdo que fuera de otra forma”. El término natural
mos, y hasta en las cosas inanimadas. Pero ni el físico ni el biólogo han debería entonces ser reemplazado por el término racional, que no es lo
cambiado por ello su método; continuaron su camino tranquilamente, sin mismo. ¡Si por lo menos este concepto de “individuo”, en el que se quiere
preocuparse por estas sutiles discusiones. En el mismo sentido, la psicología y contenida toda la ciencia, fuera adecuado a la realidad! Pero para simpli-
la sociología no deben esperar para constituirse a que este tema del libre ficar las cosas, los economistas lo han empobrecido artificialmente. No sólo
arbitrio del hombre, pendiente desde hace siglos, encuentre finalmente una han hecho abstracción de todas las circunstancias de tiempo, lugar o país,
solución —la que, por otra parte, no parece en absoluto próxima, como lo para imaginar el tipo abstracto del hombre en general, sino que en ese
reconocen todos. La metafísica y la ciencia tienen ambas interés en perma- mismo tipo ideal han dejado de lado todo lo que no se relacionaba con la
necer independientes una de otra. Podemos por tanto concluir diciendo: se vida estrictamente individual, de modo que de abstracción en abstracción
debe elegir entre estas dos opciones: o reconocer que los fenómenos socia- no se han quedado más que con el triste retrato del egoísta en sí.
les son accesibles a la investigación científica, o bien admitir, sin razón y
contrariamente a todas las inducciones de la ciencia, que existen dos mun- La economía política perdió así todos los beneficios de su principio.
dos en el mundo: uno en el que reina la ley de la causalidad, otro en el que Permaneció como una ciencia abstracta y deductiva, ocupada no en obser-
reina la arbitrariedad y la contingencia. var la realidad sino en construir un ideal más o menos deseable; ya que
este hombre en general, este egoísta sistemático del que nos habla, no es
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más que un ente de razón. El hombre real, el que conocemos y el que somos, Así, las costumbres y las prescripciones del derecho y de la moral serían
es mucho más complejo: pertenece a un tiempo y a un país, tiene una fami- imposibles si el hombre no fuera capaz de contraer hábitos; son sin embar-
lia, una ciudad, una patria, una fe religiosa y política, y todos esos dominios go algo distinto que los hábitos individuales. Es por esto que Comte otorga
y aún muchos más se mezclan, se combinan de mil maneras, cruzan y entre- al ser social un lugar determinado en la serie de seres. Lo ubica en el tope
cruzan sus influencias, sin que sea posible decir a primera vista donde co- de la jerarquía, debido a su mayor complejidad y a que el orden social
mienza uno y dónde termina el otro. Sólo luego de largos y laboriosos aná- supone y comprende en sí a los otros reinos de la naturaleza. Dado que
lisis, hoy en día apenas comenzados, será posible alguna vez determinar la este ser no es reducible a ningún otro, no puede ser deducido, y para cono-
parte aproximada de cada cual. Por lo tanto, los economistas no tenían aún cerlo debe ser observado. La sociología se encuentra esta vez en posesión
una idea lo suficientemente precisa de las sociedades como para servir de un objeto que sólo le pertenece a ella, y de un método positivo para
verdaderamente de base a la ciencia social. Ya que ésta, al tomar su punto estudiarlo.
de partida en una construcción abstracta del espíritu, podía llegar a demos-
trar lógicamente posibilidades metafísicas, no a establecer leyes. Le seguía Al mismo tiempo, Augusto Comte señalaba en las sociedades una
faltando una naturaleza para observar. característica que es su marca distintiva, y que no obstante los economistas
habían desconocido. Me refiero a ese “consenso universal que caracteriza a
todos los fenómenos de los cuerpos vivientes, y que la vida social manifiesta
II necesariamente en el más alto grado” (Curso de filosofía positiva, IV, 234).
Para los economistas, los fenómenos morales, jurídicos, económicos y políti-
Si los economistas se han detenido a mitad del camino, es porque cos discurren paralelamente unos con otros, sin tocarse, por así decirlo. De
estaban mal preparados para este tipo de estudios. Siendo en su mayor ahí que las ciencias correspondientes puedan desarrollarse sin conocerse. Se
parte juristas, hombres de negocios o estadistas, eran bastante ajenos a la sabe en efecto el celoso esmero que ha puesto siempre la economía política
biología y a la psicología. Pero para poder integrar a la ciencia social en en defender su independencia. Por el contrario, para Comte los hechos so-
el sistema general de las ciencias naturales, es necesario haber practicado ciales son demasiado estrechamente solidarios para poder ser estudiados
al menos una de ellas, y no basta con poseer inteligencia general y expe- separadamente. Debido a esta vecindad, cada una de las ciencias sociales
riencia. Para descubrir las leyes de la conciencia colectiva, es necesario pierde en su autonomía, pero gana en savia y en vigor. Los hechos que
conocer las de la conciencia individual. Es gracias a que estaba al tanto de cada una estudiaba, por haber sido cortados del medio natural por el aná-
todas las ciencias positivas, de su método y de sus resultados, que Augusto lisis, parecían no apoyarse en nada y flotar en el vacío. Una vez que se las
Comte se encontraba en estado de fundar la sociología, esta vez sobre ha aproximado siguiendo sus afinidades naturales, aparecen como lo que
bases definitivas. son, rostros diferentes de una misma realidad viviente, la sociedad. En lugar
de referirse a fenómenos dispuestos, por así decir, en series lineales, exte-
Augusto Comte retoma la proposición de los economistas; como riores las unas de las otras y sin encontrarse más que por azar, estamos en
ellos, declara que las leyes sociales son naturales, pero da al término su presencia de un enorme sistema de acciones y reacciones, en ese siempre
plena acepción científica. Asigna a la ciencia social una realidad concreta móvil equilibrio que caracteriza a la vida. Al mismo tiempo, gracias a que
para conocer, las sociedades. Para él, la sociedad es tan real como un or- percibía bien la complejidad de las cosas sociales, Augusto Comte estaba a
ganismo vivo. Sin duda, no puede existir fuera de los individuos que le sir- cubierto de esas soluciones absolutas que, por el contrario, adoran los eco-
ven de substrato; es, sin embargo, otra cosa. El todo no es idéntico a la nomistas, y con ellos los políticos ideólogos del XVIII. Cuando no se percibe
suma de sus partes, por más que sin ellas no sea nada. De la misma forma, en la sociedad más que al individuo, reduciendo esta noción a no ser más
reuniéndose bajo una forma definida y mediante lazos duraderos, los hom- que una idea, clara, es cierto, pero seca y vacía, de la que se ha retirado
bres forman un ser nuevo, que tiene su naturaleza y sus leyes propias. Es el todo lo que es viviente y complejo, es natural que de ella no pueda dedu-
ser social. Los fenómenos que en él ocurren, desde luego, tienen sus raíces cirse nada que sea complejo, y que se desemboque en teorías simplistas y
últimas en la conciencia del individuo. Sin embargo, la vida colectiva no es radicales. Por el contrario, si cada fenómeno estudiado es relativo a una
una simple imagen aumentada de la vida individual. Presenta caracteres sui infinidad de otros, si cada punto de vista es solidario de muchos otros pun-
generis que las inducciones de la psicología no podrían prever por sí solas. tos de vista, entonces ya no es posible zanjar estos temas de un modo cate-
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górico. Resulta indispensable un eclecticismo de cierta índole, cuyo método
no necesito esbozar aquí. ¡Existen tantas cosas diferentes en la vida! Se Comte se vio llevado a adoptar este punto de vista en virtud de la
debe poder dar a cada una el lugar que le conviene. Es así como Augusto imperfección en el que se hallaban las ciencias etnológicas en su época, y
Comte, al tiempo que admite con los economistas que el individuo tiene también por el escaso interés que le inspiraban este tipo de estudios. Pero
derecho a una gran cuota de libertad, no quería sin embargo que ésta hoy en día es evidentemente imposible sostener que exista una evolución
carezca de límites, y declaraba necesaria una disciplina colectiva. Del mis- humana siempre idéntica a sí misma, y que las sociedades no sean más que
mo modo, al tiempo que reconocía que los hechos sociales no podían ser diversas variedades de un mismo y único tipo. En zoología ya se ha renun-
creados ni alterados arbitrariamente, estimaba que, por su mayor compleji- ciado a la clasificación serial que antaño sedujera a los estudiosos, gracias
dad, eran más fácilmente modificables y por consiguiente, en cierta medida a su extrema simplicidad. Cada vez más se admite que el árbol genealógi-
podían ser dirigidos útilmente por la inteligencia humana. co de los seres organizados, antes que tener la forma de una línea geomé-
trica, se asemeja más bien a un árbol muy frondoso del que las ramas sali-
Son estas, señores, grandes y serias conquistas, y no es sin razón das por azar desde todos los puntos del tronco se enlazan caprichosamente
que la tradición data a la sociología a partir de Augusto Comte. No debe en todas las direcciones. Del mismo modo ocurre con las sociedades. Más
creerse, sin embargo, que de aquí en más los trabajos preliminares estén allá de lo que sostuviera Pascal, cuya célebre fórmula recupera Comte,
terminados, y que la sociología no tiene más que seguir apaciblemente su equivocadamente, la humanidad no puede ser comparada a un único hom-
carrera. Tiene ahora su objeto, pero ¡cuán indeterminada se encuentra! bre que sobrevive, luego de haber vivido todos los siglos pasados. Se ase-
Debe estudiar a la Sociedad, se nos dice; pero la Sociedad no existe. Existen meja más bien a una inmensa familia de la que las distintas ramas, cada
las sociedades, que se clasifican en géneros y especies como los vegetales y vez más divergentes unas de otras, se habrían desprendido poco a poco
los animales. ¿De qué sociedad se trata, entonces? ¿De todas a la vez, o de del tronco común para vivir una vida propia. ¿Quién puede asegurarnos
una sola en particular? Para Comte, señores, la pregunta ni siquiera se incluso que alguna vez este tronco común haya existido? De hecho, ¿no exis-
plantea, puesto que estima que no hay más que una especie social. Como te entre un clan o una tribu y nuestras grandes naciones europeas por lo
adversario de Lamarck, no admite que el solo hecho de la evolución puede menos tanta distancia como entre la especie humana y las especies animales
diferenciar a los seres al punto de dar origen a especies nuevas. En su opi- inmediatamente inferiores? Para no hablar más que de una sola función
nión, los hechos sociales son los mismos siempre y en todos lados, con dife- social, ¿qué relación existe entre las costumbres bárbaras de una miserable
rencias de intensidad; el desarrollo social, el mismo siempre y en todos la- aldea de fueguinos y la ética refinada de las sociedades modernas? Sin
dos, con diferencias de velocidad. Las naciones más salvajes y los pueblos duda que es posible que por la comparación de todos esos tipos sociales se
más cultivados no son más que estadios distintos de una misma evolución, y obtengan leyes muy generales que los abarquen a todos, pero no es la
es de esta evolución única que Comte investiga las leyes. La humanidad observación de uno sólo de ellos, aún la más atenta, la que irá a revelarlos.
entera se desarrolla en línea recta, y las distintas sociedades no son más
que las sucesivas etapas de esa marcha rectilínea. De aquí que los términos Este mismo error ha producido otra consecuencia. Ya hemos dicho
sociedad y humanidad sean empleados indistintamente por Comte, uno por que para Comte la sociedad era un ser sui generis; pero al rechazar a la
el otro. Es que de hecho su sociología es mucho menos un estudio especial de filosofía de la descendencia, suponía una solución de continuidad entre ca-
los seres sociales que una meditación filosófica sobre la sociabilidad huma- da especie de seres como entre cada especie de ciencias. No se encontraba
na en general. Esta misma razón nos explica otra particularidad de su mé- entonces en buenas condiciones para definir y para concebir a ese nuevo
todo. Si el progreso humano sigue en todos lados la misma ley, el mejor ser, al que sobreañadía al resto de la naturaleza. ¿De dónde venía, y a
modo de reconocerla es, naturalmente, observarla ahí donde se presenta qué se asemejaba? A menudo lo denomina un organismo, pero en esta ex-
bajo su forma más neta y acabada, es decir, en las sociedades civilizadas. presión no ve nada más que una metáfora de dudoso valor. Como su filoso-
Es por esto que para verificar esta célebre ley de los tres estadios, que se fía le impedía ver en la sociedad la continuación y la prolongación de los
supone resume toda la vida de la humanidad, Augusto Comte se ha conten- seres inferiores, no podía definirla en función de estos últimos. Por lo tanto,
tado con pasar revista sumariamente a los principales acontecimientos de la ¿dónde se podrían encontrar los elementos de una definición? Para ser con-
historia de los pueblos grecolatinos, sin ver lo extraño que resulta asentar secuente con sus principios, Comte estaba obligado a admitir que este nue-
sobre una base tan estrecha una ley de tal amplitud. vo reino no se asemeja a los precedentes; y de hecho, si bien acerca ciencia
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social a la biología, reclamaba para la primera un método especial, dife- rrarla. Para que la sociología tenga derecho a existir, hace falta que haya
rente de aquellos que se siguen en las otras ciencias positivas. De ahí que la en el reino social algo que escape a la investigación biológica.
sociología se hallara anexada al resto de las ciencias, en vez de integrarse
a ellas. Pero por otra parte, no puede olvidarse que la analogía es un ins-
trumento precioso para el conocimiento, e incluso para la investigación cien-
tífica. El espíritu no puede crear una idea de la nada. Supongamos que se
III descubre un ser completamente nuevo, sin análogo en el resto del mundo;
sería imposible para el espíritu pensarlo, no se lo podría representar más
Es sólo con Spencer que esta integración se ha realizado definitiva- que en función de algún otro que ya conociera. Lo que llamamos una idea
mente. Spencer no se contenta con señalar ciertas analogías preciosas entre nueva no es en realidad más que una antigua idea, que hemos retocado
las sociedades y los seres vivos: declara abiertamente que la sociedad es para ajustarla tan exactamente como sea posible al objeto especial que
un tipo de organismo. Como todo organismo, nace de un germen, evoluciona debe expresar. Por tanto, no carecía de interés señalar una analogía real
durante cierto tiempo, para luego culminar en la disolución final. Como todo entre el organismo individual y la sociedad, no sólo porque la imaginación
organismo, resulta del concurso de elementos diferenciados, cada uno de los ahora sabría dónde apoyarse y tendría cómo concebir al nuevo ser en cues-
cuales tiene su función especial y que, completándose unos a otros, conspi- tión, sino porque la biología se convirtió para los sociólogos en un verdade-
ran todos hacia un mismo fin. Aún más: en virtud de los principios generales ro tesoro de enfoques y de hipótesis, sobre las cuáles sin duda no tiene
de su filosofía, esas semejanzas esenciales debían ser para Spencer el índi- derecho a apropiarse agresivamente, pero que por lo menos puede explo-
ce de una verdadera relación de filiación. Si la vida social recuerda los tar sabiamente. En cierta medida, la propia concepción de la ciencia se
rasgos generales de la vida individual, es porque proviene de ella; si la encuentra determinada de este modo. Efectivamente, si los hechos sociales y
sociedad tiene rasgos comunes con los organismos, es porque ella misma es los hechos biológicos no son más que distintos momentos de una misma evo-
un organismo transformado y perfeccionado. Al agregarse, las células for- lución, lo mismo debe ocurrir con las ciencias que los explican. En otros tér-
man a los vivos, como al agregarse los vivos forman a las sociedades. Pero minos, el marco y los procedimientos de la sociología, sin estar calcados
la segunda evolución es una continuación de la primera, y la única diferen- sobre los de la biología, deben no obstante tenerlos en cuenta.
cia es que, afinando cada vez más sus procedimientos, logra poco a poco
volver más flexible y más libre al agregado orgánico, sin comprometer su Por lo tanto la teoría de Spencer, si sabemos servirnos de ella, es
unidad. muy fértil en aplicaciones. Al mismo tiempo Spencer determinó el objeto de
la ciencia social con más precisión de lo que lo había hecho Comte. Ya no
Esta verdad tan simple ha provocado sin embargo una fuerte polé- habla de la sociedad de una manera general y abstracta, sino que distin-
mica. Es cierto que pierde su valor si se la toma muy al pie de la letra, y si gue tipos sociales diferentes, a los que clasifica en grupos y subgrupos di-
se exagera su importancia. Nos estaríamos engañando si, como lo ha hecho vergentes; y para encontrar las leyes que busca no elige uno de esos gru-
Lilienfeld en sus Pensées sur la science sociale de l’avenir [Gedanken über die pos con preferencia sobre los otros, sino que supone que todos tienen igual
Socialwissenchaft der Zukunft], nos imaginamos que con esta sola aproxima- interés para el investigador. Si se quieren obtener leyes generales de la
ción se disiparán al instante todos los misterios de los que aún están rodea- evolución social, ninguno de ellos puede desecharse. También se encontrará
dos los orígenes y la naturaleza de las sociedades, y que bastará para ello en sus Principios de sociología una imponente abundancia de documentos
con trasladar a la sociología, delimitándolas, las leyes mejor conocidas de tomados de todas las historias, que evidencia una rara erudición en un filó-
la biología. Si la sociología existe, tiene su método y sus propias leyes. Los sofo. Por otro lado, deja de formular el problema sociológico con la vaga
hechos sociales no pueden explicarse verdaderamente si no es por otros generalidad de Augusto Comte, sino que distingue temas especiales, que
hechos sociales, y no se dará cuenta de ellos con sólo señalar su semejanza examina unos tras otros. Es de este modo que estudia sucesivamente a la
con los hechos biológicos, cuya ciencia ya está hecha. La explicación que familia, el gobierno ceremonial, el gobierno político y las funciones eclesiás-
corresponde a éstos no puede adaptarse exactamente a aquéllos. La evolu- ticas, y se propone continuar seguidamente, en la parte todavía inédita de
ción no es una repetición monótona. Cada reino de la naturaleza presenta su obra, con los fenómenos económicos, el lenguaje y la moral.
cierta novedad que la ciencia debe captar y reproducir, en lugar de bo-
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Lamentablemente, la ejecución de este vasto programa no responde que nos une a los otros hombres, que toda la finalidad del progreso consiste
del todo a las promesas que deja concebir. La razón es que Spencer, de en volverla un poco más liviana? En otros términos: ¿el ideal de las socieda-
igual modo que Augusto Comte, hace menos labor de sociólogo que de des sería ese individualismo feroz, que para Rousseau estaba en sus inicios,
filósofo. No se interesa en los hechos sociales mismos sino para verificar en y la política positiva no sería más que la del Contrato social invertida? Lle-
ellos la gran hipótesis que ha concebido, y que debe explicarlo todo. Todos vado por su pasión de generalizar, y quizás también por sus prejuicios de
los documentos que acumula y todas las verdades especiales que encuentra inglés, Spencer ha tomado al continente por el contenido. No hay dudas de
en su camino están destinadas a mostrar que las sociedades, al igual que el que el individuo es más libre hoy en día que de lo que lo era en el pasado,
resto de las cosas, se desarrollan conforme a la ley de la evolución univer- y está bien que así sea. Pero si la libertad tiene tanto valor no es por sí
sal. En una palabra, no es una sociología lo que debe buscarse en su libro, misma, por una suerte de virtud interna que los metafísicos le atribuyen con
sino más bien una filosofía de las ciencias sociales. No nos preguntaremos si agrado, pero que un filósofo positivo no puede reconocerle. No es un bien
puede o no haber una filosofía de las ciencias, y cuál es el interés que pue- absoluto del que jamás se podría tener demasiado. Su valor le viene de los
da tener. En todo caso, sólo es posible para las ciencias constituidas; pero la frutos que trae, y es por ello que se encuentra estrechamente limitada. Ne-
sociología apenas está naciendo. Antes de abordar estos elevados interro- cesaria para permitir al individuo acomodar su vida personal de acuerdo a
gantes haría falta haber resuelto de antemano una multitud de otros, espe- sus necesidades, no se extiende más lejos. Pero más allá de esta primera
ciales y particulares, apenas planteados recientemente. ¿Cómo es posible esfera existe otra mucho más vasta, en la que el individuo se mueve tam-
encontrar la fórmula suprema de la vida social cuando se ignora cuales son bién con referencia a fines que lo superan, que se le escapan incluso las más
las diferentes especies de sociedades, las funciones principales de cada una de las veces. Aquí, evidentemente, ya no puede tener la iniciativa de sus
de ellas, y cuáles son sus leyes? Spencer, es cierto, cree poder abordar a la movimientos, no hace más que recibirlos o sufrirlos. La libertad individual,
vez estos dos órdenes de problemas: desarrollar a la vez el análisis y la por lo tanto, se encuentra limitada siempre y en todas partes por la coer-
síntesis, fundar una ciencia y hacer al mismo tiempo su filosofía. Pero, ¿no es ción social, ya sea que tome la forma de costumbres, hábitos, leyes o re-
algo imprudente intentar tal empresa? ¿Y a qué llega? Observa los hechos, glamentos. Y como a medida que la sociedades se vuelven más voluminosas,
pero de manera sumaria, apurado como está para llegar al fin que lo la esfera de acción de la sociedad aumenta al mismo tiempo que la del
atrae. Atraviesa una multitud de problemas, pero no se detiene más que un individuo, tenemos derecho a reprocharle a Spencer no haber visto más que
instante en cada uno de ellos, a pesar de que no hay uno que no esté pre- una cara de la realidad, quizás incluso la menos relevante, y haber desco-
ñado de dificultades. Su Sociología es como una mirada a las sociedades a nocido en las sociedades lo propiamente social que se encuentra en ellas.
vuelo de pájaro. Los seres no presentan ya el relieve, el diseño netamente
acabado que tienen en la realidad. Se confunden todos en el seno de un
mismo tinte uniforme que sólo deja traspasar lineamientos indecisos. IV
Se advierte a qué conclusiones puede conducir un examen tan pre- El fracaso de este ensayo de síntesis demostraba la necesidad de
cipitado, y en qué puede consistir la fórmula única que abarque y resuma que los sociólogos llegaran finalmente a los estudios de precisión y detalle.
todas esas soluciones particulares. Vaga y flotante, no expresa de las cosas Es lo que ha comprendido Alfred Espinas, y es el método que ha seguido en
más que su forma exterior y más general. Ya se trate de la familia o de los su libro sobre las Sociedades animales. Es el primero que ha estudiado los
gobiernos, de la religión o del comercio, Spencer cree encontrar en todas hechos sociales para hacer ciencia con ellos, y no para asegurar la simetría
partes la misma ley. En todas partes cree ver a las sociedades pasar más o de un gran sistema filosófico. En lugar de limitarse a miradas de conjunto
menos lentamente del tipo militar al tipo industrial, de un estado en el que sobre la sociedad en general, se impuso el estudio de un tipo social en par-
la disciplina social es muy fuerte a otro estado en el que cada uno se hace ticular, luego ha distinguido clases y especies en el seno de ese mismo tipo,
a sí mismo su propia disciplina. ¿En verdad no habría otra cosa en la histo- los ha descrito con esmero, y es de esta observación de los hechos que ha
ria, y todo el empeño que ha puesto la humanidad desde hace siglos no inducido ciertas leyes, de las que ha tenido el cuidado de restringir su gene-
habría tenido otro efecto que el de suprimir ciertos derechos de aduana y ralidad al orden especial de fenómenos estudiados. Su libro constituye el
proclamar la libertad de la especulación? Sería este un resultado bastante primer capítulo de la Sociología.
pobre para tan colosal esfuerzo. ¿Es entonces tan pesada la solidaridad
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Lo que Espinas hizo por las sociedades animales, un estudioso ale- Este mismo método ha sido aplicado por otros estudiosos, también
mán se propuso hacerlo para las sociedades humanas, o más bien para los alemanes, para el estudio de dos funciones sociales en particular, el dere-
pueblos más avanzados de Europa contemporánea. Albert Schaeffle consa- cho y la economía política. En lugar de partir de la naturaleza del hombre
gró los cuatro grandes tomos de su Bau und Leben des sociales Körpers a un para deducir de ella su ciencia, como hacen los economistas ortodoxos, la
análisis minucioso de nuestras grandes sociedades modernas. Aquí, de teo- escuela alemana se esfuerza por observar los hechos económicos tal y como
rías poco y nada. Es cierto que Schaeffle comienza postulando en principio se presentan en la realidad. Tal es el principio de esta doctrina, a la que se
que la sociedad no es una simple colección de individuos, sino un ser que ha llamado indistintamente socialismo de cátedra o socialismo de Estado. Si
tiene su vida, su conciencia, sus intereses y su historia. Por otra parte esta se inclina abiertamente hacia cierto socialismo es porque, cuando se intenta
idea, sin la cual no existe ciencia social, ha estado siempre muy viva en ver las cosas tal como son, se constata que de hecho en todas las socieda-
Alemania, sólo eclipsada durante el corto momento en que el individualismo des conocidas los fenómenos económicos sobrepasan la esfera de acción del
kantiano reinó indiscutido. El alemán tiene demasiado profundo el sentimien- individuo; que no constituyen una función doméstica, sino social. La sociedad,
to de la complejidad de las cosas como para poder contentarse tranquila- representada por el Estado, no puede por lo tanto desinteresarse y aban-
mente con una solución demasiado simplista. La teoría que aproxima a la donarla por entero a la libre iniciativa de los particulares, sin control algu-
sociedad a los seres vivos debía por lo tanto ser bien recibida por Alema- no. Es así que el método de Wagner y Schmoller, por no citar más que a los
nia, ya que le permitía volverla más perceptiva a una idea que apreciaba jefes de la escuela, los condujo necesariamente a hacer de la economía
desde hacía tiempo. Schaeffle la acepta sin dudar, pero no hace de ella el política una rama de la ciencia social, y a adoptar como doctrina un socia-
principio de su método. Toma de la biología ciertas expresiones técnicas, de lismo mitigado.
pertinencia a veces discutible, pero su preocupación dominante es ubicarse
lo más cerca posible de los hechos sociales, observarlos en sí mismos, verlos Al mismo tiempo, ciertos juristas descubrieron en el derecho la mate-
tal cual son, y reproducirlos tal cual los ve. Desmonta el enorme mecanismo ria de una nueva ciencia. Hasta aquí, el derecho no había sido objeto más
de nuestras sociedades modernas, pieza por pieza, cuenta sus engranajes y que de dos tipos de trabajos. Por un lado, estaban los juristas de profesión,
explica el funcionamiento. Allí es que podemos ver, diferenciados y clasifi- quienes sólo se ocupaban de comentar las fórmulas jurídicas para estable-
cados, la multitud de lazos de todo tipo que, invisibles, nos sujetan unos a cer su sentido y su alcance. Por otro lado, estaban los filósofos, los cuales,
otros; cómo las unidades sociales se coordinan entre sí de manera de for- sin atribuir más que una importancia mediana a esas leyes humanas, mani-
mar grupos cada vez más complejos; y finalmente cómo de las acciones y festación contingente de la ley moral universal, se proponían encontrar los
reacciones que se producen en el seno de esos grupos se desprende poco a principios eternos del derecho y la moral, únicamente mediante la fuerza de
poco un cierto número de ideas comunes, que son como la conciencia de la la intuición y del razonamiento. Ahora bien, la interpretación de los textos
sociedad. Cuando se ha leído este libro, ¡qué exigua y magra parece la constituye un arte, no una ciencia, puesto que no apunta a descubrir leyes; y
construcción de Spencer, al lado de las riquezas de la realidad, y cómo la en cuanto a esas grandes especulaciones, no pueden tener más que un valor
elegante simplicidad de su doctrina pierde en valor, comparada con este y un interés metafísicos. Por lo tanto, los fenómenos jurídicos no eran el obje-
paciente y laborioso análisis! Sin duda, se le podría reprochar a Schaeffle to de ninguna ciencia propiamente dicha, y ello sin razón. Es esa laguna la
el eclecticismo algo flotante de su doctrina. Sobre todo se le podría repro- que han intentado colmar Jhering y Post. Uno y otro, aunque perteneciendo
char creer demasiado en la influencia de las ideas claras sobre la conducta a escuelas filosóficas muy distintas, se han propuesto inducir las leyes gene-
humana, hacerle jugar a la inteligencia reflexiva un rol demasiado grande rales del derecho a partir de la comparación de los textos de leyes y cos-
en la evolución de la humanidad, y por consiguiente conceder demasiado tumbres. No puedo aquí exponer, ni sobre todo apreciar, los resultados de
lugar en su método al razonamiento y a las explicaciones lógicas. Por últi- sus análisis. Cualesquiera que fuesen, sin embargo, lo cierto es que este
mo, es posible hallar que el campo de estudios que se ha asignado es muy doble movimiento, económico y jurídico, supone un importante progreso. La
vasto, quizás demasiado vasto para que la observación pueda aplicarse al sociología ya no aparece como una suerte de ciencia del conjunto general y
mismo con rigor. No es menos cierto que su libro está guiado por entero por confusa, que comprende casi a la totalidad de las cosas, sino que se la ve
un método propiamente científico, y constituye un verdadero tratado de escindirse en un cierto número de ciencias especiales que se refieren a pro-
sociología positiva. blemas cada vez más determinados. Luego, como la economía política está
fundada desde hace tiempo, aunque también desde hace tiempo languide-
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ce, y como la ciencia del derecho, a pesar de ser más nueva, no es en defi- que debemos analizar una cosa, una realidad, y no estaríamos analizando
nitiva más que una transformación de la antigua filosofía del derecho, la más que a un concepto. Una ciencia es, también, una suerte de organismo.
sociología, gracias a sus lazos con estas dos ciencias, pierde ese aire de Podemos observar cómo está formada y perfilar su anatomía, pero no im-
repentina improvisación que tenía hasta aquí, y que por momentos había ponerle tal o cual plan de composición por el hecho de que satisfaga mejor
hecho dudar de su porvenir. Ya no parece haber salido un día de la nada, a la lógica. Se divide a sí misma, a medida que se constituye, y no podemos
como por milagro, sino que ahora posee sus antecedentes históricos, se co- sino reproducir las divisiones que naturalmente así se producen, volviéndolas
necta con el pasado y puede verse de qué modo ha surgido poco a poco más claras al tomar conciencia de ellas. Es necesario proceder con esta
por un desarrollo regular, al igual que las otras ciencias. precaución sobre todo cuando se trata de una ciencia apenas adulta, cuyas
formas tienen todavía algo de tierno e inconsistente.

V Por lo tanto, si aplicamos este método a la ciencia social, obtendre-


mos los siguientes resultados:
He aquí, Sres., en qué se ha convertido la sociología en nuestros dí-
as; tales son las principales etapas de su desarrollo. La han visto nacer con 1° Existen en toda sociedad un número de ideas y sentimientos comunes
los economistas, constituirse con Comte, consolidarse con Spencer, especiali- que las generaciones se transmiten unas a otras, y que aseguran a la
zarse con los juristas y economistas alemanes; de este corto resumen de su vez la unidad y la continuidad de la vida colectiva. Tales son las le-
historia pueden concluir Uds. mismos los progresos que le restan por hacer. yendas populares, las tradiciones religiosas, las creencias políticas, el
Tiene un objeto netamente definido y un método para estudiarlo. El objeto, lenguaje, etc. Todos estos fenómenos son del orden psicológico, pero
son los hechos sociales; el método, es la observación y la experimentación no competen a la psicología individual, ya que sobrepasan infinita-
indirecta, en otros términos, el método comparativo. Lo que falta ahora es mente al individuo. Deben por tanto ser el objeto de una ciencia es-
trazar el marco general de la ciencia y marcar sus divisiones esenciales. pecial encargada de describirlos y de buscar sus condiciones: podría
Esta labor no sólo es útil para una buena organización de los estudios, sino llamársela psicología social. Es la Völkerpsychologie de los alemanes.
que tiene un propósito más elevado. Una ciencia sólo está verdaderamente Si más arriba no hemos mencionado los interesantes trabajos de La-
constituida cuando se encuentra dividida y subdivida, cuando comprende un zarus y de Stanthal, es que hasta ahora no han ofrecido resultados.
cierto número de problemas diferentes y solidarios unos con otros. Es nece- La Völkerpsychologie, así como ellos la entienden, no es más que un
sario que pase de ese estado de homogeneidad confusa en el que ha co- nueva denominación para designar la lingüística general y la filosofía
menzado a una heterogeneidad diferenciada y ordenada. En tanto se re- comparada.
duzca a una o varias cuestiones generales, sólo atrae a las inteligencias
muy proclives a la síntesis: apenas la ciencia se convierte en el objeto pro- 2° Ciertos juicios, que son admitidos por la universalidad de los ciuda-
pio de estas inteligencias y parece confundirse con ellas, éstas se apoderan danos, presentan además el doble carácter de referirse a las formas
de ella y la marcan con su fuerte impronta. Al ser una obra personal, no de actuar y de ser obligatorios. Ejercen una suerte de ascendiente
implica colaboración. Se pueden aceptar o rechazar estas grandes teorías, sobre las voluntades, que se sienten como forzadas a conformarse a
modificarlas en detalles, aplicarlas a ciertos casos particulares, pero nada ellos. Se reconocen bajo estos rasgos a las proposiciones que en con-
se le puede agregar, porque todo lo comprenden y todo lo abarcan. Por el junto constituyen la moral. Por lo común no se ve en la moral más que
contrario, al volverse más especial la ciencia se aproxima mucho más a las un arte, cuyo fin sería trazar un plan de conducta ideal para los
cosas, que son, también, especiales; se vuelve más objetiva, más impersonal, hombres. Pero la ciencia de la moral debe preceder a su arte. Esta
y por consiguiente accesible a la variedad de los talentos, a todos los tra- ciencia tiene como objeto estudiar las máximas y las creencias mora-
bajadores con buena voluntad. les como fenómenos naturales, de los que busca sus causas y sus leyes.

Para esta operación puede parecer tentador proceder lógicamen- 3° Algunas de estas máximas tienen una fuerza tan obligatoria que la
te, descomponiendo esta ciencia siguiendo sus articulaciones naturales, como sociedad impide que sean derogadas mediante medidas precisas. No
decía Platón. Pero evidentemente esto sería fallar en nuestro propósito, ya deja a la opinión pública el cuidado de garantizar su respeto, sino
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que se lo encarga a representantes especialmente autorizados. rol y cómo lo cumple, como cuál es su constitución. Nos reencontraremos de
Cuando toman este carácter particularmente imperioso, los juicios mo- este modo con los dos grandes apartados que dominan toda la biología, las
rales se convierten en fórmulas jurídicas. Como hemos dicho, existe funciones de un lado, las estructuras del otro; aquí la fisiología, allí la mor-
una ciencia del derecho así como existe una ciencia de la moral, y en- fología. El economista, por ejemplo, ¿ha de ubicarse bajo el punto de vista
tre estas dos ciencias existen continuos contactos. Si queremos llevar fisiológico? Se preguntará por cuáles son las leyes de la producción de
la división aún más lejos, podríamos reconocer en la ciencia del dere- valores, de su intercambio, su circulación y consumo. Por el contrario, bajo el
cho dos ciencias particulares, así como hay dos derechos, uno penal y punto de vista morfológico investigará cómo se agrupan los productores, los
otro que no lo es. Utilizo a propósito expresiones muy generales, que trabajadores, los comerciantes y los consumidores; comparará a las corpo-
no prejuzgan la importante cuestión con la que más adelante nos re- raciones de antaño con los sindicatos de hoy, la fábrica con el taller, y de-
encontraremos. Se distinguen así, de una parte, la ciencia del derecho terminará las leyes de estos diversos tipos de agrupamientos. Del mismo
propiamente dicho, y de otra a la criminología. modo para el derecho: o bien se estudiará cómo funciona, o bien se descri-
birán los cuerpos encargados de hacerlo funcionar. Esta división es induda-
4° Finalmente, existen lo que se ha comenzado a llamar fenómenos eco- blemente muy natural; sin embargo, en el curso de nuestras investigaciones
nómicos. La ciencia que los estudia ya no necesita ser creada, pero nos ceñiremos casi exclusivamente al punto de vista fisiológico, y estas son
para que se convierta en una ciencia positiva y concreta, debe renun- las razones de esta preferencia: Entre los seres inferiores existe entre el
ciar a esa autonomía de la que tan orgullosa se siente, para conver- órgano y la función una relación estrecha, rígida. Una modificación en la
tirse en una ciencia social. No se trata de una simple reforma de ca- función es imposible si no se produce una correspondiente en el órgano. Este
tálogo, sino de sacar a la economía política de su aislamiento para está como fijado en su rol, porque está determinado en su estructura. Pero
hacer de ella una rama de la sociología. Su método y su doctrina se no ocurre lo mismo para las funciones superiores de los seres superiores.
verán alterados al mismo tiempo. Aquí la estructura es de tal modo flexible que no es más un obstáculo para
los cambios: puede ocurrir que un órgano o una parte de un órgano cumpla
Este inventario dista de ser completo. Pero en el actual estado de la sucesivamente funciones distintas. Ya en los seres vivos sabemos que diferen-
sociología, una clasificación que se presentase como definitiva no podría ser tes lóbulos del cerebro pueden reemplazarse unos a otros con una gran
más que arbitraria. El marco general de una ciencia que recién está en facilidad; pero es sobre todo entre las sociedades donde este fenómeno se
proceso de consolidarse no puede tener nada de rigidez: al contrario, es manifiesta con más fuerza. ¿No vemos a cada instante instituciones sociales
importante que permanezca abierto a las nuevas adquisiciones. Es así que que una vez creadas sirven a fines que nadie había previsto, y hacia los
no hemos hablado ni del ejército ni de la diplomacia, que son sin embargo cuales por lo tanto no habían sido organizadas? ¿No sabemos que una cons-
fenómenos sociales, de los que es posible hacer su ciencia. Sólo que esta titución sabiamente dispuesta hacia el despotismo puede a veces convertirse
ciencia no existe aún, ni siquiera en estado embrionario. Pero creo que más en un asilo para la libertad, o viceversa? ¿No vemos a la Iglesia católica, en
vale privarse del placer siempre fácil de esbozar a grandes rasgos el plan antiguas épocas de su historia, adaptarse a las circunstancias más diversas
de una ciencia que debe ser construida por entero, operación estéril si no es de tiempo y lugar, sin dejar de permanecer siempre y en todas partes idén-
realizada con una maestría genial. Haríamos obra más útil ocupándonos tica? ¿Cuántas costumbres, cuántas prácticas todavía son hoy en día lo que
solamente de los fenómenos que han servido de material para las ciencias eran antaño, a pesar de que su fin y su razón de ser hayan cambiado? Lo
ya constituidas. Aquí al menos no tenemos más que continuar una labor ya que muestran estos ejemplos es una cierta plasticidad de estructura en los
comenzada en la que, en cierta medida, el pasado garantiza el porvenir. órganos de la sociedad. Naturalmente, por ser muy flexibles, las formas de
vida social tienen algo de flotante e indeterminado; ofrecen menos relieve
Pero cada uno de los grupos de fenómenos que acabamos de dis- para la observación científica y son más difícilmente accesibles. Por lo tanto,
tinguir podría ser examinado sucesivamente bajo dos puntos de vista dife- no es por ellas por donde conviene comenzar. Por lo demás, tienen menos
rentes, dando así origen a dos ciencias. Cada una de ellos consiste en un importancia e interés, ya que no son sino un fenómeno secundario y deriva-
cierto número de acciones coordinadas con un objetivo en vista, y como tales do. Es sobre todo respecto a las sociedades que es cierto afirmar que la
se las podría estudiar; o bien se preferirá estudiar a la entidad encargada estructura supone y proviene de la función. Las instituciones no se establecen
de cumplir estas acciones. En otros términos, se investigará tanto cuál es su por decreto, sino que resultan de la vida social y no hacen más que tradu-
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cirlas exteriormente en símbolos visibles. La estructura es la función consoli- mentos, la moral oscila entre esos dos polos sin saber dónde posarse defini-
dada, es la acción convertida en hábito, y cristalizada. Por lo tanto, si no tivamente. El único medio para lograr que cese este estado de inestabilidad
queremos ver las cosas bajo su aspecto más superficial, si deseamos llegar e inquietud es ver en la misma moral un hecho del que se debe escrutar su
hasta sus raíces, es al estudio de las funciones al que debemos abocarnos. naturaleza atentamente, diría incluso respetuosamente, antes de osar modi-
ficarlo.

VI Pero no son los filósofos los únicos a quienes está dirigido este estu-
dio. He mencionado al pasar los servicios que el historiador podría prestar
Como pueden ver, señores, mi principal preocupación está en limitar al sociólogo; me es difícil pensar que a su vez los historiadores no tengan
y circunscribir lo más posible la extensión de nuestras investigaciones, tan nada que aprender de la sociología. En general, siempre me pareció que
convencido estoy de que es necesario para la sociología clausurar por fin la existía cierta contradicción en hacer de la historia una ciencia y sin embargo
era de las generalidades. Pero en mi opinión estos estudios, aunque restrin- no requerir de los futuros historiadores ningún aprendizaje científico. La
gidos, o quizás porque siendo más restringidos serán más precisos, podrán educación general que se exige de ellos ha continuado siendo lo que era,
ser útiles a diferentes categorías de oyentes. filológica y literaria. ¿Basta entonces meditar sobre las obras maestras de
la literatura para iniciarse en el espíritu y la práctica del método científico?
Por empezar, tenemos a los estudiantes de filosofía. Si se recorren Sé muy bien que el historiador no es un generalizador; su labor especial no
sus programas, no se verá mencionada a la ciencia social; pero si, en vez de está en encontrar leyes, sino en devolver a cada época y a cada pueblo su
atenerse a las rúbricas tradicionales, se va al fondo de las cosas, se consta- individualidad propia y su fisionomía particular. Permanece, y debe perma-
tará que los fenómenos que estudia el filósofo son de dos tipos, unos relati- necer, en lo particular. Pero al fin y al cabo, por particulares que sean los
vos a la conciencia del individuo, otros a la conciencia de la sociedad: es de fenómenos que estudia no se contenta con describirlos, los encadena unos a
estos últimos que nos ocuparemos aquí. La filosofía está en proceso de dis- otros, busca las causas y las condiciones. Para ello hacen falta inducciones e
ociarse en dos grupos de ciencias positivas: la psicología de un lado, la hipótesis. ¿Cómo no iba a estar expuesto a equivocar frecuentemente el
sociología del otro. En particular, de la ciencia social dependen los proble- camino si procede empíricamente, si tantea al azar, si no está guiado por
mas que hasta ahora pertenecían exclusivamente a la ética filosófica. Nos ninguna noción sobre la naturaleza de las sociedades, de sus funciones y de
tocará retomarlos a su vez. La moral, de todas las partes de la sociología, las relaciones entre estas funciones? En esta enorme masa de hechos cuya
es la que más nos atrae, y nos detendremos en ella en primer lugar. Sólo trama constituye la vida de las grandes sociedades, ¿cómo elegir? Hay
que intentaremos tratarla científicamente. En lugar de construirla según algunos que no tienen más interés científico que los mínimos incidentes de
nuestro ideal personal, la observaremos como a un sistema de fenómenos nuestra vida doméstica. Si los escoge a todos indistintamente, cae en la
naturales que someteremos a análisis, y del que buscaremos las causas: la vana erudición. Puede aún interesar a un pequeño círculo de eruditos, pero
experiencia nos demostrará que éstas son de origen social. Desde luego, no no realiza ya una obra útil y viva. Pero para realizar una selección necesita
nos privaremos de alguna especulación sobre el porvenir, pero ¿no está una idea rectora, un criterio, que sólo puede exigirle a la sociología. Es ésta
claro que antes de buscar qué es lo que deben ser la familia, la propiedad quien le enseñará cuáles son las funciones vitales y los órganos esenciales
o la sociedad, se debe saber qué es lo que son, a qué necesidades corres- de la sociedad, y es al estudio de esas funciones y órganos que se abocará
ponden, a qué condiciones deben amoldarse para vivir? Es aquí donde con preferencia. Ella le planteará preguntas que limitarán y guiarán sus
comenzaremos, y aquí se resolverá por sí misma una antinomia que no deja investigaciones; a su vez, él le proveerá los elementos para las respuestas, y
de preocupar dolorosamente a las conciencias. Desde hace un siglo se discu- ambas ciencias no podrán sino sacar provecho recíprocamente de este in-
te si la moral debe primar sobre la ciencia, o la ciencia sobre la moral; el tercambio.
único medio para poner fin a este estado de antagonismo consiste en hacer
de la misma moral una ciencia, al lado de otras y en relación con ellas. Se Finalmente, señores, existe una última categoría de estudiantes que
ha dicho que existe hoy en día una crisis en la moral, y en efecto existe tal me alegraría ver representados en esta sala. Se trata de los estudiantes de
solución de continuidad entre el ideal moral concebido por ciertos espíritus y derecho. Cuando este curso fue creado, surgió la pregunta sobre si no esta-
la realidad de los hechos que, siguiendo las circunstancias y los tempera- ría mejor situado en la Escuela de Derecho. Esta cuestión de ubicación tiene,
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según creo, poca importancia. Los límites que separan a las diferentes par- cómo él es poca cosa reducido a sus solas fuerzas. Le enseñará que él no es
tes de la Universidad no son tan tajantes como para que ciertos cursos no un imperio en el seno de otro imperio, sino el órgano de un organismo, y le
puedan estar igualmente bien ubicados en una u otra Facultad. Pero lo que mostrará todo lo que tiene de bueno cumplir conscientemente con su función
prueba ese escrúpulo es que los mejores espíritus reconocen hoy que es de órgano. Le hará sentir que no hay ningún menoscabo en ser solidario con
necesario para el estudiante de derecho no encerrarse en sus estudios de el otro y en depender de él, en no pertenecerse por entero a sí mismo. Des-
pura exégesis. En efecto, si emplea todo su tiempo en comentar los textos y de luego, estas ideas sólo se volverán verdaderamente eficaces si se ex-
si, en consecuencia, su única preocupación respecto de cada ley es la de tienden entre las capas profundas de la población; pero para ello es nece-
tratar de adivinar cuál pudo ser la intención del legislador, tomará el hábi- sario primero que las elaboremos científicamente en la universidad. Contri-
to de ver en la voluntad legisladora la única fuente del derecho. Pero esto buir en la medida de mis fuerzas a alcanzar este resultado será mi principal
sería tomar la letra por espíritu, la apariencia por la realidad. Es en las preocupación, y no habrá mayor felicidad para mí que si consigo lograrlo
entrañas mismas de la sociedad donde se elabora el derecho; el legislador en cierta medida.
no hace sino consagrar un trabajo que se ha hecho sin él. Por lo tanto, es
necesario enseñarle al estudiante cómo se forma el derecho bajo la presión
de las necesidades sociales, cómo se fija poco a poco, por qué grados de
cristalización va pasando sucesivamente y cómo se transforma. Se le debe
mostrar cómo han nacido las grandes instituciones jurídicas, como la familia,
la propiedad o el contrato, cuáles son las causas, cómo han variado y cómo
es plausible que varíen en el futuro. Entonces ya no verá en las fórmulas
jurídicas una especie de dictamen o de oráculo del que se debe adivinar el
sentido, a veces misterioso; sabrá determinar su alcance no a partir de la
intención oscura y a menudo inconsciente de un hombre o una asamblea,
sino a partir de la naturaleza misma de la realidad.

Tales son, señores, los servicios teóricos que puede brindar nuestra
ciencia. Pero ésta puede además tener una saludable influencia sobre la
práctica. Vivimos en un país que no reconoce otro amo que la opinión. Para
que este amo no se convierta en un déspota sin inteligencia es necesario
iluminarlo, ¿y cómo, si no a través de la ciencia? Bajo la influencia de causas
que sería demasiado largo analizar aquí, el espíritu de colectividad se ha
debilitado entre nosotros. Cada uno de nosotros tiene de su yo un sentimien-
to tan exorbitante que ya no percibe los límites que lo encierran por todas
partes. Ilusionándose con su propia potencia, aspira a bastarse a sí mismo.
Es por esto que ponemos todo nuestro empeño en diferenciarnos lo más
posible unos de otros, y en seguir cada uno nuestro propia marcha. Hace
falta reaccionar con la mayor fuerza contra esta tendencia dispersiva. Es
necesario que nuestra sociedad retome conciencia de su unidad orgánica;
que el individuo sienta esa masa social que lo envuelve y lo penetra, que la
sienta siempre presente y activa, y que ese sentimiento regule siempre su
conducta, ya que no basta con que lo inspire sólo de tiempo en tiempo, bajo
circunstancias particularmente críticas. ¡Bien, señores! Creo que la sociología,
más que cualquier otra ciencia, está en estado de restaurar estas ideas. Ella
le hará comprender al individuo lo que es la sociedad, cómo lo completa y

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