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Sócrates
Desde muy joven llamó la atención de los que lo rodeaban por la agudeza de sus
razonamientos y su facilidad de palabra. Son famosas sus enseñanzas en las plazas
públicas, discutiendo temas filosóficos, especialmente de tipo ético.
Actualmente se conoce que Sócrates escribió más de ocho mil obras, de las cuales
sólo se conocen tres: Juicio sobre la vida, Finalidad del
conocimiento y Pensamientos de la inmortalidad.
Todas estas fueron escritas en prosa, y se supone que Platón se basó en ellas para
escribir sus diálogos.
Según relata Platón en la apología que dejó de su maestro, éste pudo haber
eludido la condena, gracias a los amigos que aún conservaba, pero prefirió
acatarla y morir. Sócrates estaba convencido de que la muerte era el inicio de una
nueva vida, puramente espiritual, y llena de felicidad.
Se dice que frecuentaba y compartía sus ideas en las calles de Atenas a quienes se
acercaran a él, logrando transformar a sus oyentes a través de sus planteamientos.
Sócrates concibió la filosofía moral; es decir, aquella que reflexiona sobre concepciones
que hasta el momento eran consideradas actos propios de la naturaleza que carecían
de un porqué.
Introdujo el tratamiento filosófico de todas las cuestiones posibles, ya que para él,
ningún aspecto de la vida carecía de importancia.
Según los diálogos de Platón, en los que Sócrates es el principal orador, este es
mostrado como escéptico ante casi cualquier tema presentado.
El filósofo griego impulsó la búsqueda de una mirada objetiva sobre conceptos sociales,
como la justicia y el poder, que para entonces eran dados por sentado o
sobreentendidos por el ciudadano común.
El dialogo y la argumentación
Todas las corrientes y posiciones filosóficas que han surgido desde entonces continúan
exponiendo sus ideas de manera sustentada, develando el carácter analítico y no solo
contemplativo de la filosofía.
Aplicación de la mayéutica
La mayéutica es una técnica cuyo origen se remonta a una forma de ayuda de durante
el parto. Sócrates tomo esta idea y la traslado al ámbito filosófico.
Sócrates estimaba que mediante la búsqueda auténtica del conocimiento se era capaz
de percibir la verdadera esencia de un hombre.
Conocido por tener un carácter irónico, Sócrates utilizaba a su favor estos modos de
expresión para dejar al descubierto falsas pretensiones o malas intenciones de otros
hombres que buscaran desprestigiarlo.
Sócrates consideraba que el la iluminación podía estar al alcance de todos los hombres,
pero solo como resultado de un duro esfuerzo y dedicación.
Con estas cualidades impulsó posiciones escépticas antes cualquier postulado o idea
que no se sometiera a una exhaustiva examinación participativa.
Sócrates tuvo una posición bastante fuerte frente a las expresiones de belleza a su
alrededor. Consideraba la belleza como una “efímera tiranía” dado su carácter
evocativo y temporal.
Pensaba que las cosas bellas no hacían sino generar expectativas irracionales en el
hombre, que podían conducirlo a tomar decisiones negativas, que generaban violencia.
Esta posición frente a la belleza sería un legado que continuaría explorando Platón,
frente a las formas de expresión artística que comenzaban a surgir en la Grecia Antigua
como manifestaciones de belleza.
El simple hecho de que Sócrates no haya dejado obra escrita alguna, y que todas sus
ideas y propuestas se hayan conocido a través de las obras de sus discípulos y
alumnos, que también se encargaron de esbozar un retrato del sabio filósofo, pone en
evidencia el rol que jugaba Sócrates en la sociedad y en su búsqueda por el
conocimiento.
Nunca se consideró un maestro, más bien le gustaba verse a sí mismo como un agitador
de consciencias. En algunos textos es presentado como un hombre que compartía y
discutía con todo aquel interesado; en otros resaltan que cobraba por esta práctica,
aunque su noción sobre la filosofía no era la de un oficio.
A partir de estas primeras percepciones impulsadas por Sócrates, otros filósofos, como
Antístenes (escuela cínica de filosofía), Arístipo (filosofía cirenaica), Epicteto y Platón
comenzaron a dar forma a sus propias reflexiones, plasmarlas en obras y emprender el
continuo desarrollo de la filosofía hasta la actualidad.