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Caracterización

El desarrollo sostenible sobre el cuidado del medio ambiente después de la segunda guerra
mundial que muy opacado por causa del efecto de algunos químicos usado, y es donde nace la
necesidad de emprender nuevos retos y estrategias que busquen mitigar los daños colaterales
que ponen en peligro a los seres humanos y al ecosistema.

Factores de destrucción ambiental.

En la historia tenemos como principal factor la guerra, Durante la Segunda Guerra Mundial, la
preocupación por las consecuencias de las guerras en el medio ambiente despuntó cuando el
ejército americano lanzó las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, provocando un
desastre de proporciones desmesuradas y el principio de la crisis nuclear.

Entidades de control.

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) señala que “en los
últimos 60 años al menos el 40% de los conflictos internos han tenido alguna relación con la
explotación de los recursos naturales, tanto por ser considerados de «mucho valor», como
madera, diamantes, oro, minerales o petróleo, como por ser escasos, por ejemplo, la tierra fértil
y el agua”.

El consumo de recursos de las guerras

La ONU alerta sobre el consumo de recursos de la industria militar, que emite un 10% de las
emisiones mundiales de CO2. El armamento nuclear, químico y convencional, como submarinos
nucleares o la utilización de uranio empobrecido, tiene graves impactos ambientales. Al tiempo
que su producción, uso y destrucción genera importantes residuos tóxicos.

“Los países industrializados, con alrededor del 26% de la población, acaparan el 78% de la
producción mundial de bienes y servicios, el 81% del consumo energético, el 70% del consumo
de fertilizantes químicos y el 87% del armamento mundial,” como recogen los investigadores
Rafael Grasa y Ignacy Sachs en el artículo: «Ecodesarrollo y gobernabilidad: sugerencias para la
aplicación de nuevas estrategias de desarrollo».

Por lo que, una parte considerable de la energía que se consume en los países del Norte está
destinada directa o indirectamente a fines bélicos. Incluso en tiempos de “paz armada”, el coste
social y ecológico de la producción de armamento y la industria bélica es casi tan alto como en
la guerra. Y así lo advierten desde la Asamblea de Naciones Unidas.

El coste ecológico de la guerra es inmenso, pero mientras el conflicto armado siga


siendo una opción viable la naturaleza seguirá pagando el precio.

Maximilian M. Mönch, 2013.


En 2001, el Día Internacional para la Prevención de la Explotación
del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados fue
declarado por la Asamblea General de Naciones Unidas el día 6 de
noviembre de cada año. Una fecha para reconocer y concienciar acerca
de cómo los conflictos armados, las guerras y la militarización, han
sido y continúan siendo algunos de los factores de destrucción
ambiental más significativos.

“Aunque la humanidad siempre ha contado sus víctimas de guerra en


términos de soldados y civiles muertos y heridos, ciudades y medios de
vida destruidos, con frecuencia el medio ambiente ha sido la víctima
olvidada. Los pozos de agua han sido contaminados, los cultivos
quemados, los bosques talados, los suelos envenenados y
los animales sacrificados para obtener una ventaja militar“. Así lo
advierte el Departamento de Información Pública de las Naciones
Unidas.

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente


(PNUMA) señala que “en los últimos 60 años al menos el 40% de
los conflictos internos han tenido alguna relación con
la explotación de los recursos naturales, tanto por ser considerados de
«mucho valor», como madera, diamantes, oro, minerales o petróleo,
como por ser escasos, por ejemplo, la tierra fértil y el agua”.

El Segundo informe sobre la protección del medio ambiente en relación


con los conflictos armados, contiene un breve resumen de los debates
celebrados en 2014, en la Comisión de Derecho Internacional y en la
Sexta Comisión de la Asamblea General, para la revisión del estado de
la cuestión y la propuesta de medidas para proteger el medio ambiente.

Factores de destrucción ambiental

La Primera Guerra Mundial supuso un punto de inflexión en el uso de


armamento y en su impacto en el medio ambiente. Durante la Segunda
Guerra Mundial, la preocupación por las consecuencias de las guerras
en el medio ambiente despuntó cuando el ejército americano lanzó las
bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, provocando un
desastre de proporciones desmesuradas y el principio de la crisis
nuclear.
Foto fechada el 1945 que muestra la devastada ciudad de Hiroshima el día después de la
primera bomba atómica, lanzada por una fuerza aérea de Estados Unidos B-29, 06 de
agosto de 1945. Fuente: GETTY Images.
Otro ejemplo de este efecto devastador lo hallamos en la guerra de
Vietnam, con el conocido “agente naranja” y la destrucción
química de una quinta parte de los bosques de Vietnam del Sur,
además de la desaparición de alrededor de una tercera parte de
los manglares.

“Las guerras de Vietnam, Afganistán, América Central, el Golfo


Pérsico o Yugoslavia han evidenciado que la guerra moderna implica
una devastación del medio ambiente a gran escala”, tal como destaca
la publicación técnica ‘Daphnia’ en un artículo dedicado al impacto
ambiental del militarismo.

El consumo de recursos de las guerras

La ONU alerta sobre el consumo de recursos de la industria militar,


que emite un 10% de las emisiones mundiales de CO2. El armamento
nuclear, químico y convencional, como submarinos nucleares o la
utilización de uranio empobrecido, tiene graves impactos
ambientales. Al tiempo que su producción, uso y destrucción genera
importantes residuos tóxicos.
“Los países industrializados, con alrededor del 26% de la población,
acaparan el 78% de la producción mundial de bienes y servicios, el 81%
del consumo energético, el 70% del consumo de fertilizantes químicos
y el 87% del armamento mundial,” como recogen los
investigadores Rafael Grasa yIgnacy Sachs en
el artículo: «Ecodesarrollo y gobernabilidad: sugerencias para la
aplicación de nuevas estrategias de desarrollo».

Por lo que, una parte considerable de la energía que se consume en los


países del Norte está destinada directa o indirectamente a fines
bélicos. Incluso en tiempos de “paz armada”, el coste social y
ecológico de la producción de armamento y la industria bélica es
casi tan alto como en la guerra. Y así lo advierten desde la Asamblea de
Naciones Unidas.

Las “huellas de la guerra”

Con el fin de ilustrar los efectos e impactos ambientales de las guerras,


en el año 2013, Maximilian M. Mönch dirigió el documental
“Huellas de la guerra”, emitido en España por TV2 en la noche
temática. En el mismo, podemos descubrir en profundidad los efectos
de las guerras, lo que nos recuerda que “el coste de no hacer nada
supera con creces al gasto de hacer algo“.

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