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Francisco Jódar

El alumno postdisciplinario
Constitución histórica de los modos de ser alumno

Ha surgido una nueva forma histórica de ser alumno: el alumno empresario de sí y permanentemente en curso (en contraposición al alumno dócil y
disciplinado). Un modo de ser alumno constituido bajo la exigencia de autorresponsabilidad y flexibilidad, al tiempo que se le reconoce y desarrolla su
capacidad emprendedora y sus competencias para afrontar constantemente el riesgo y tomar la iniciativa.

Este nuevo modo de ser alumno forma Ejemplo concreto: currículo de mínimos de la educación secundaria obligatoria del
parte de una constelación de discursos sistema educativo español (BOE del 5 de enero de 2007): Se prescribe al alumno ha de
sobre la educación donde la pedagogía llegar a “ser capaz de imaginar, emprender, desarrollar y evaluar acciones o proyectos
está cada vez más centrada en el individuales o colectivos con creatividad, confianza, responsabilidad y sentido
mundo interior de los sujetos y los crítico”. Ha de adquirir y aplicar un conjunto de valores y actitudes como “la
centros escolares se intentan regular responsabilidad, la perseverancia, el conocimiento de sí mismo y la autoestima, la
bajo la lógica de la empresa creatividad, la autocrítica, el control emocional, la capacidad de elegir, de calcular
postfordista y el neomanagement. Sus riesgos […] Exige, por todo ello, tener una visión estratégica de los retos y
rasgos básicos se aprecian al analizar el oportunidades que ayude a identificar y cumplir objetivos y a mantener la motivación
cambio de regulación del campo para lograr el éxito en las tareas emprendidas, con una sana ambición personal,
educativo que en el presente está académica y profesional […] Además, comporta una actitud positiva hacia el cambio y
teniendo lugar, una vez que las llamadas la innovación que presupone flexibilidad de planteamientos, pudiendo comprender
sociedades disciplinarias y normalizadoras dichos cambios como oportunidades […] Esta competencia obliga a disponer de
que se perfilaron con nitidez desde el habilidades sociales para relacionarse, cooperar y trabajar en equipo […]
último tercio del siglo XIX están siendo Habilidades y actitudes relacionadas con el liderazgo de proyectos, que incluyen
sustituidas, un siglo después, por las la confianza en uno mismo, la empatía, el espíritu de superación, las habilidades para
sociedades reguladas por la el diálogo y la cooperación, la organización de tiempos y tareas, la capacidad de
racionalidad neoliberal y que, siguiendo afirmar y defender derechos o las asunción de riesgos”.
a Deleuze, llamaremos sociedades de
control.
Ámbito universitario:

Un alumno ya no formado bajo el modelo clásico del ejecutivo agresivo, de mando fuerte y unipersonal, sino “con competencias en habilidades
sociales, el control emocional y el liderazgo”, “capaz de liderar fomentando un ambiente de grupo”, “con valores como la empatía, la
aseidad, la motivación”, “buen sentido de la escucha, saber adaptarse a las situaciones y, ante el riesgo, ser preactivos”

Neoliberalismo: No hacemos referencia tanto a un modelo económico sino, más bien, a una forma de gobierno, en sentido foucaltiano, que

produce una nueva alineación de la conducta personal con diversos objetivos sociopolíticos. De modo que el neoliberalismo supone una redefinición de los
discursos, objetivos y principios que articulan el gobierno de lo social así como la propia naturaleza de los individuos gobernados. Un elemento clave en esa
redefinición es la reivindicación de “los derechos” de los individuos a construir su formación, y por tanto, su biografía amoldándose a las cambiantes
condiciones del capitalismo global y sus nuevos mercados de trabajo sin interferencias por parte del Estado. Lo que tiene lugar a través de dos operaciones
básicas.

Por un lado, supone una reestructuración de la función que el Estado –en su configuración como Estado Social de Derecho- ha venido desempeñando y
que consiste en regular, planificar y socializar el riesgo, en un afán de eliminarlo o, si no, al menos, neutralizarlo con medidas que garanticen cierta
“seguridad” social, educativa, sanitaria y laboral. Por eso, las prácticas neoliberales de privatización de los bienes e instituciones públicas son prácticas
que, al tiempo que se llevan a cabo desde una desvalorización de la cultura burocrática estatal y su organización administrativa, suponen un nuevo modo
de entender y vivir el riesgo. El riesgo deja de ser un síntoma de las carencias de una sociedad imperfectamente gobernada y pasa a ser
considerado como condición de posibilidad de crecimiento y creación; condición para alentar la innovación, fomentar la acción individual y
favorecer la responsabilidad individual ante la incertidumbre.

El neoliberalismo requiere y promueve nuevas subjetividades, que corresponden a “la clase de individuos que ahora necesita el mercado y que
obviamente no son ya esos individuos rígidos que adquirirían una profesión o un empleo y persistían en ellos hasta la jubilación, sino trabajadores
sobremanera fluidos, recursos humanos infinitamente empleables y reempleables, geográficamente móviles e históricamente reciclables” (Pardo, 2004).

Se trata de una nueva economía del ejercicio del poder: su pretensión básica consiste en que el individuo autogestione su individualidad e intervenga
así en el diseño de su propio proyecto vital y en la autorrealización física, psíquica y emocional de su individualidad.

Elemento definitorio básico del neoliberalismo: énfasis en la flexibilización, la desregulación, el riesgo, la iniciativa individual, el mercado y la
cultura empresarial. Y junto a ello, la formación de una subjetividad autorresponsable, siempre en curso y “empresaria de sí”
Existe una intrincada articulación pragmática y conceptual entre la emergencia del alumno emprendedor permanentemente en curso y la
reestructuración neoliberal de las sociedades contemporáneas.

Regulaciones postdisciplinarias: el sujeto empresario de sí

Un rasgo central de las sociedades de control es que en ellas se gobierna la subjetividad de los sujetos “libres” trasladando la vigilancia externa a la
obligación interna de la propia responsabilidad. La autonomía de los gobernados (individuos, familias, empresas, instituciones estatales,
asociaciones…) se convierte a la vez en el instrumento y el objeto del gobierno. De modo que en la sociedades de control la autonomía personal no es
la antítesis del poder político, sino un elemento fundamental para su ejercicio (Dean, 1999). Se gobierna “contando con la mayor cantidad posible de
energía que para su propio gobierno aportan los gobernados mismos” (Marinis, 1999).

Pedagogía optimizadora: el alumno permanentemente en curso.

Frente a la práctica de aprendizaje donde el alumno aprende por el placer de aprender, donde se siente comprometido con hacer bien la tarea por la
simple satisfacción de hacerla bien, donde, en suma, el aprender es una práctica que se convierte en un fin en sí mismo, frente a eso, con la introducción de
la optimización sin fin, flexible y a corto plazo de las capacidades potenciales del alumnado, el aprendizaje se transmuta en un hacer donde el sentido y
el valor de lo que se hace queda pospuesto, al tiempo que, por otro lado, se introduce una “máquina burocrática de meritocracia que crea una
jaula de hierro para la capacidad”, cuyas celdas son de “confinamiento solitario” (Sennet, 2006).

Los alumnos están obligados a llevar a cabo esfuerzos continuos de adaptación y acreditación de excelencia, ninguno de ellos completamente
satisfactorio ni definitivo. De ahí la “rivalidad interminable a modo de sana competición” y la institucionalización de que “nunca se termina nada”
(Deleuze, 1995). Acompañado esto de la paradójica circunstancia según la cual son los propios jóvenes quienes reclaman motivación y exigen cursillos y
formación permanente (Deleuze, 1995). Lo que no deja de ser una modalidad de esa forma sofisticada de evitar que los jóvenes se conviertan en
adultos, porque a los alumnos no se les deja salir de la escuela (Pardo, 2004).

La pedagogía normalizadora de las sociedades disciplinarias es sustituida por una pedagogía optimizadora: formación permanente y polivalente a lo
largo de toda la vida.
MODELOS DE ESCUELA
Sociedades disciplinarias (último tercio del siglo XIX- último tercio del Sociedades de control (último tercio del sigo XX- actualidad)
siglo XX)
Modelo industrial fordista y taylorista Modelo empresarial
Rigidez neomanagement
Vigilancia marketing
Burocracia human engineering
Estandarización de tareas repetitivas human resources

Malestares postdisciplinarios

Los individuos son considerados autores y responsables exclusivos de sus éxitos y de sus fracasos, al tiempo que la doxa (opinión, sentido común)
neoliberal silencia el peso de las coacciones estructurales y de las distintas posiciones de género y clase. Y esta autovalorización y autorresponsabilidad
provoca que los principales sufrimientos psíquicos existentes en el presente procedan del desesperado esfuerzo puesto en juego por los individuos para
integrarse exitosamente en un escenario tan líquido y cambiante como el actual y cumplir así con la inacabable tarea de optimización impuestas por las
regulaciones postdisciplinarias. Esto desemboca en fatiga depresiva (imposibilidad de ser uno mismo, impotencia para actuar e inflación de proyectos);
estados de ansiedad provocadas por la incertidumbre.

Malestares de una sociedad edificada bajo el corrosivo proceso de flexibilidad laboral, la destrucción de la comunidad, la fragmentación biográfica, la
deslocalización de las relaciones sociales, las relaciones a corto plazo, la capacidad potencial y el abandono de la experien cia del pasado.

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