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Cinco errores sobre seguridad que cometemos los

padres
Andrés Eloy Blanco dijo una vez “Cuando se tiene un hijo, se tiene al hijo de la casa y
al de la calle entera… Cuando se tienen dos hijos, se tienen a todos los hijos del
planeta”, nosotros añadiríamos: cuando se tienen hijos, las preocupaciones son las
mismas en todo el planeta.

Respecto al tema de la seguridad personal todos estamos dispuestos a correr algunos


riesgos. Pero cuando se trata de nuestros hijos, el terror acerca del sinfín de cosas que
les puede llegar a pasar alcanza como para unos 25 años de insomnio.

Los peligros de los hijos siempre han sido el lado débil del adulto: Es en lo que piensa
un padre responsable la primera vez que ve a su hijo recién nacido, lo que mantiene a
una madre despierta la primera salida nocturna del muchacho… Y también la pregunta
recurrente en las charlas que damos.

Cuando nos preguntan cómo hacerle entender al hijo los problemas de seguridad, lo que
siempre decimos es que el problema no es el muchacho, sino el padre y la manera en
que él entiende y lidia con sus propios problemas de seguridad.

Este texto es parte de la charla “Seguridad para Padres ¿Qué necesita saber tu hijo
sobre seguridad personal?”, que venimos dictando en empresas y grupos familiares y
aborda el lado problemático de educar al hijo sobre el tema:

Lo errores más comunes que comete el padre a la hora de meter el tema de


seguridad en sus hijos.

Vayan pues algunos regaños con buena intención.

Error Nº1: Empezar a preocuparse del problema cuando el hijo empieza a salir solo

El 90% de los padres que nos piden consejos tienen hijos adolescentes que ya empiezan
a patear calle de noche. Es en ese instante, cuando el muchacho no devuelve las
llamadas para reportarse, que se dan cuenta que sería bueno hablarle - o gritarle, según
sean los niveles de paciencia – , sobre su seguridad.

El problema es que a esa altura ya van tarde en el proceso. El entrenamiento en


seguridad empieza en la niñez, la adolescencia es ese primer examen que nos indica si
lo hicimos bien.

Esto se debe a que la seguridad es un hábito que se debe instalar, no un concepto que se
deba aprender. Esto significa que son conductas que se repiten una y otra vez hasta que
se instalan. Esa instalación toma tiempo y paciencia y es mucho más fácil tratarlas con
un niño, que tiende a repetir lo que el padre hace (modelaje).

Si nunca en la vida se sentó a hablar con su hijo sobre seguridad personal, lo más seguro
que cuando lo intente con el adolescente le voltee los ojos y ponga esa expresión
universal que en todo el mundo significa “El viejo está exagerando”.
No desespere, más consejos vienen en camino.

Error Nº 2: Mal modelaje del padre

Si leyó el primer error, entonces ya sabe que el entrenamiento en seguridad de su hijo


comienza en la niñez con algo que se llama enseñar con el ejemplo. El modelaje de
conductas es uno de los recursos más poderosos que tiene el padre para enseñarle a su
hijo a protegerse solo.

El modelaje funciona de manera muy simple: si usted es una víctima crónica, estará
entrenando a su hijo a ser victimizado por el primer delincuente o sujeto violento con el
que se cruce. “Si quieres modificar al hijo, empieza por acomodar al padre”, decimos en
las charlas.

“Haz lo que yo digo, no lo que yo hago”, es la mejor manera de comenzar a criar una
víctima crónica. Si quiere evitarlo, comience por revisar qué tan acertado es usted en el
manejo de su propia seguridad, cuáles son sus hábitos al moverse por la calle y de qué
manera el tema de la auto protección se expresa dentro de la cultura familiar.

Sea honesto en esa auto crítica, engañarse a sí mismo es condenar a su hijo. Algunas
preguntas para las noches de insomnio:

 Cuando va a salir a un sitio que no conoce o a una hora peligrosa ¿Qué tanto piensa en
los riesgos y cómo prevenirlos?
 ¿Qué tan fácil se distrae cuando se mueve por la calle?
 ¿Qué tan fácil se entretiene o se pone a jugar con su celular cuando está en la calle?
 ¿Maneja con los vidrios arriba y los seguros puestos?
 ¿Lleva un botiquín de primeros auxilios en el carro? ¿Sabe cómo usarlo? Esto indica su
capacidad de lidiar con la idea de que a la gente buena le pasan cosas malas
 ¿Cómo son sus niveles de atención cuando está llegando a la calle de su casa?

Si a la hora de salir a la calle lo único que considera en el plan es por dónde meterse que
no haya tanto tráfico y dónde se estaciona, probablemente esté reprobando el examen de
conducta ejemplar frente a su hijo. Hora de hacer correctivos.

Error Nº3: No filtrar quiénes son los adultos que cuidan a mi hijo

Los errores que se cometen por ignorancia son trágicos pero aceptables. Los que se
cometen por negligencia son los imperdonables y este es uno de ellos.

Ocupados como estamos, la desesperación por encontrarle colegio, niñera y/o


actividades extra colegiales que se puedan encargar de cuidar al niño mientras
trabajamos, puede ser una real pesadilla. Pero créanos cuando le decimos que ninguna
de esas pesadillas se aproxima al horror de meter un depredador en la cuna de nuestro
hijo.

Algo que debe saber es que 2/3 de los agresores sexuales, incluyendo a pedófilos,
provienen del círculo de confianza de los padres: padrastros, tíos, sobrinos mayores,
vecinos y amigos. Incluimos en esta lista a la gente en la que un padre más confía:
maestros, niñeras y personal doméstico.
Ser selectivo con los adultos a los que les permite quedarse a solas con su hijo es un
examen que comienza con una premisa simple: la confianza es algo que ese adulto debe
ganarse, no algo que usted le otorgue partiendo de la buena Fe.

¿Qué tanto ha chequeado los antecedentes de esas personas? Esto incluye al colegio o
los institutos extra colegiales a los que asiste. La mayoría de las veces el examen no
pasa de una primera conversación informal en la que el padre está más preocupado
porque le acepten al muchacho que por validar si efectivamente esa gente es seria.

En otros casos, el chequeo de referencias se basa en que “Mi amigo el SR X – persona


muy seria y responsable -, me los recomendó”, probablemente a este SR. X también se
lo hayan recomendado otra persona “seria y responsable” y en el camino nadie haya
chequeado si esto es cierto.

La historia de esas recomendaciones se caen cuando se pone bajo lupa al personal de


confianza. En las asesorías que hacemos, cuando hacemos estudio de personal, no es
extraño encontrarnos que ese chofer de toda la vida, la niñera tan cariñosa, la maestra
tan seria o la doméstica que todos quieren, le aparecen algunas de estas perlas:

 Antecedentes penales
 Denuncias por violencia familiar y maltrato de menores
 Historial de alcoholismo o consumo de drogas
 Pasado delictivo con tendencia violenta
 Desviación sexual (Pedofilia)
 Psicopatía y personalidad borderline
 Inmadurez e inestabilidad emocional con baja tolerancia a la frustración
 Estados depresivos severos con tendencia al suicidio
 Relaciones de pareja problemáticas y con tendencia violenta

El problema no sólo es el trauma por el horror que le podemos hacer pasar a nuestro
hijo, sino que en el camino dejamos de enseñarle una lección extremadamente
importante: saber establecer en quién confiar y en quién no.

Recuerde el modelaje: si usted es una persona que confía rápidamente en extraños ¿Qué
va a impedir que su hijo pequeño no confíe en el primer adulto que se le aproxime y
quiera llevárselo a un sitio solitario? ¿Qué va impedir que su hija adolescente no confíe
luego en ese tipo mayor que la invite a ir a “un sitio más privado para que podamos
hablar”?

Error Nº4: No enseñarles a poner límites

Generalmente cuando un niño arma una pataleta o la primera vez que el adolescente se
niega a cumplir una orden, los padres se indignan. Para nosotros esa primera vez – al
menos la primera – es buen signo, porque indican que el muchacho está aprendiendo a
decir NO y marcar sus límites.

Los hijos sumisos son los más atractivos para un depredador, porque son garantía de
cooperación y ausencia de represalias. Tan importante como que un niño sepa hablarle a
un adulto, es que sepa rechazarlo y armar un escándalo cuando lo obligue a hacer algo
que no debe hacer.
Ser capaz de hablarle a un adulto sin intimidarse es una destreza social fundamental.
Recuerde que cuando un niño se encuentre solo, va a depender de esa destreza social
para seleccionar al adulto adecuado y pedirle ayuda.

Al igual que tenemos que enseñarle cuáles son las pautas para confiar en alguien, es
importante que sepa decir NO ante aquellas cosas que un adulto no debe hacer con él.
Esto implica cosas como:

 Aprender qué es inadecuado y qué no debe permitirle a nadie


 Respeto a su cuerpo (intimidad, qué no le pueden tocar / quién lo puede tocar)
 Maltrato verbal y físico
 Saber que está bien acusar a la persona que lo transgrede

Ya en la adolescencia, esta capacidad de ponerle límites a la gente – parejas, amigos,


personas mayores -, va a ser fundamental para marcar la línea entre lo sensato y lo
insensato, permitiéndole acercarse más a la aventura y menos a la tragedia.

Error Nº 5: Esperar que el niño tenga “criterio de seguridad”

Una pregunta frecuente es si tenemos talleres de seguridad para niños y adolescentes.


Cuando preguntamos por qué, la respuesta es siempre la misma: quiero que mi hijo
tenga criterio de seguridad.

Haga un experimento simple: cómprele a su hijo una pecera y vea cuánto duran los
peces con vida. Si no puede encargarse de otro ser vivo, difícilmente podrá hacerse
cargo de sí mismo mediante algo tan complejo como el “criterio de seguridad”.

El “Criterio de seguridad” nace de la experiencia, eso que fuimos obteniendo a medida


que nos hicimos adultos y logramos sobrevivir a los horrores y depredadores que la vida
nos lanzó. Su hijo, sea niño o adolescente, aún no tiene experiencia, mucho menos
criterio.

Pregúntese por qué un adolescente siempre creerá que usted está exagerando las
advertencias, aunque estén basadas en hechos objetivos. Entre otras cosas, porque él no
las ha vivido de primera mano. Al igual que nosotros los adultos, ellos también
necesitan darse varias veces con la misma piedra hasta que les entre la lección.

Su hijo no necesita criterio, necesita hábitos (de los que hablamos antes) y
procedimientos, es decir, saber qué hacer cuando esté en peligro y usted no esté cerca
para decidir por él. Esos procedimientos son la segunda parte de la charla que dictamos
sobre el tema.

Otros errores comunes

 No hacer que el niño memorice información básica en caso de necesitar ayuda de otro
adulto: cómo me llamo, cómo se llaman mis padres, el número de teléfono de mi casa,
dónde vivo.
 Exagerar las advertencias pensando que así los chamos nos van a ser caso
 Convertirnos en padres regañones, algo que destruirá por completo la confianza de
nuestros hijos hacia nosotros
 No ponerle normas y estructura de seguridad al adolescente de obligatorio
cumplimiento
 No explicarle qué va a hacer ante los riesgos que pueda correr

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