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ENSAYO SOBRE EL LIBRO EL HOMBRE EN BUSCA DEL SENTIDO

Por Deyanira González

En el libro “El Hombre en Busca del Sentido”, el autor Viktor Frankl narra su experiencia
de haber vivido como prisionero en campos de concentración nazis durante tres años.

Comienza describiendo la manera como fue internado en el campo junto a otras


personas la mayoría de los cuales no sobrevivieron, y la forma en que fueron seleccionados
para ser llevados a la cámara de gas o para trabajar en condiciones inhumanas.

Quienes sobrevivieron en esta selección, ya sin abrigar esperanza de reunirse


nuevamente con su familia, fueron desarrollando un humor que el autor lo describe como
macabro, al momento de encontrarse en las duchas, Frankl (1991) refiere: “Supimos que
nada teníamos que perder como no fueran nuestras vidas tan ridículamente desnudas”, y
luego cuando comienza a correr el agua en las duchas relata lo que comentaban entre los
recién llegados al campo:“¡Después de todo sobre nuestras espaldas caía agua de verdad!”
Frankl (1991). A lo largo del libro va mencionando algunas situaciones en que se valieron
de este humor macabro, manejando sus circunstancias desde otra perspectiva, utilizando
este como un recurso de sobrevivencia.

Luego menciona como después del shock inicial van perdiendo su humanidad, ya que
las situaciones que al principio les causaba horror ya prácticamente no les afectaba, no le
temían a la muerte, para ellos lanzarse contra la alambrada eléctrica era una opción para
acabar con su sufrimiento, así como las cámaras de gas.

Viktor Frankl describe al prisionero desde el punto de vista emocional, como el hambre,
el no dormir, las condiciones crueles de trabajo, la irritabilidad, hacían que la apatía se
apoderara de ellos, emocionalmente estaban destruidos, no les importaba nada. De hecho
cuando se produce la liberación, el prisionero sobreviviente no se sentía alegre, no se
mostraba contento de haber salido de esa situación terrible de sufrimiento, después de haber
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soñado tanto tiempo con la libertad, no se la creía, tenía que aprender nuevamente a estar
alegre, y a vivir libre, enfrentándose la gran mayoría de ellos con la realidad de no
encontrar a sus seres queridos.

La experiencia de vida que cuenta Viktor Frankl en su obra, muestra que la persona se
puede adaptar a cualquier situación, sin embargo la diferencia está en la manera en que se
decide vivir la situación, en el caso de los prisioneros de los campos aun cuando
emocionalmente todos prácticamente estaban en las mismas condiciones, la actitud los
diferenciaba. La pregunta que se hacían estas personas era: “¿Sobreviviremos al campo de
concentración?” Frankl (1991), esta representaba la mayor preocupación de los prisioneros,
ya que de no sobrevivir todo el sufrimiento por el que estaban pasando no tenía ningún
sentido. La pregunta que se planteaba Frankl era “¿Tiene algún sentido todo este
sufrimiento, todas estas muertes?” Frankl (1991), el propósito que se le consiguiera a esta
situación le daba otro significado al sufrimiento, el no resignarse simplemente a morir o
vivir sin tener un Para Que, le daba al prisionero la oportunidad de mantener en su
intimidad la decisión de que actitud tomar para enfrentarse a esta realidad.

Ý es que todos tenemos esa libertad dentro de nuestros propios campos de


concentración, la libertad de tomar una decisión, acerca de que actitud adoptar ante
cualquier situación bajo cualquier condición a la que estemos expuestos. Podemos decidir
una actitud de resignación permitiendo que la situación se apodere de nuestra voluntad, o al
contrario tener una actitud activa y a pesar de yo no poder controlar la situación, tomar la
responsabilidad hacia sí mismo, y hacer algo con lo que está pasando.

Por otra parte aún en medio de todo el horror, había quienes buscaban refugiarse en su
vida espiritual, a lo cual alude escribiendo: “las personas…eran capaces de aislarse del
terrible entorno retrotrayéndose a una vida de riqueza interior y libertad espiritual” Frankl
(1991), lo cual les permitía sobrellevar mejor las condiciones bajo las que vivían.

También admirar la naturaleza en los momentos que tenían oportunidad, les permitía
apartarse por un instante de las atroces condiciones en que se encontraban, lo cual deja una
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gran lección de no dar por sentado esas cosas simples que la vida nos presenta a diario, sino
más bien disfrutarlas y agradecerlas, porque no sabemos si siempre las vamos a tener.

Asimismo el amor, les proporcionaba la oportunidad de retirarse desde su mundo


interior, del entorno en el que estaban. El solo pensar en la persona amada, en su esposa,
le daba a Frankl la oportunidad de aislarse mentalmente de lo que sucedía en el momento,
aún sin tener noticias de ella, sin saber si aún vivía, el pensar en su esposa, el sostener
conversaciones mentales con ella, lo hacían sentirse conectado con su amor, lo cual le
reconfortaba: “El amor trasciende la persona física del ser amado y encuentra su significado
más profundo, es su propio espíritu, en su yo íntimo” Frankl (1991). El amor es el fin
último del hombre, sin el cual la vida carece de significado. El verdadero amor va más allá
de estar físicamente, amando aunque se encuentre en las peores condiciones, separado de la
persona amada, a la distancia. El amor nos fortalece y nos permite superar cualquier
situación por más difícil que esta sea.

El mantener las convicciones personales, el valor a la vida, en un lugar donde la vida no


tenía valor, fue posible para Frankl dado su carácter y principios morales, lo cual se refleja
cuando manifiesta: “todo lo que no se relacionaba con la preocupación inmediata de la
supervivencia de uno mismo y sus amigos, carecía de valor. Todo se supeditaba a tal fin”
Frankl (1991). Aun estando en condiciones muy extrema de estrés, el siempre tomo la
decisión de mantenerse dentro de su escala de valores, decidiendo mantener su libertad
interior, lo cual le permitió no dejarse llevar por las circunstancias, respetando la vida y
dignidad humanas.

Por lo general los prisioneros que sobrevivían dentro del campo, y se mantenían allí, se
habían dejado influir por el entorno, perdiendo todos los escrúpulos, y haciendo lo que
fuera por la supervivencia y estaban dispuestos a cualquier acción, a cualquier medio para
salvarse, de allí el señalamiento de Frankl (1991) “los mejores de entre nosotros no
regresaron” y él se incluye en el grupo de sobrevivientes por “casualidades fortuitas o
milagros”, ya que no en pocas ocasiones la muerte para él fue un hecho inminente.
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Dentro de nuestras propias situaciones, de nuestros propios campos de concentración,


actuamos de acuerdo a nuestros valores y principios morales, en la medida en que
impedimos que estos se debiliten, terminan consolidándose. Si aprovechamos la
oportunidad de probar nuestra fuerza interior y crecer espiritualmente, podemos
transformar los problemas en desafíos con un sentido o propósito, que luego se convertirán
en victorias y/o aprendizajes.

Definitivamente el autor gracias a su aguante y principios morales logro conseguir el


sentido a lo vivido en los campos de concentración nazis, y sacar algo bueno de esta
experiencia de vida tan extrema, tomando siempre sus decisiones en función a la vida y el
respeto humano, logrando salir fortalecido. Para luego avocarse a ayudar a otras personas a
través de la Logoterapia, haciendo que estas encontraran la mejor de las opciones que se les
presentaran, otorgándole un sentido a sus propias vidas, por lo cual Víctor Frankl nos dejó
un verdadero legado.

Bibliografía: Frankl, V, (1991). El Hombre en Busca del Sentido, Barcelona, España:


Editorial Herder.

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